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Un mes de cuarentena en Perú:anormalidad, Estado y neoliberalismoAlonso Marañon*
eso ocurrió en las tres últimas revoluciones: la na-
cional-popular en 1968 (reforma agraria, industria-
lización, expansión del poder estatal), la democráti-
co-burguesa en 1979 (asamblea constituyente, voto
universal, legalización de todas las fuerzas políticas)
y la neoliberal en 1992 (nueva constitución, ajuste
estructural).
Desde inicios de los años noventa, nuestro país vivió
un largo período de estabilidad bajo el neolibera-
lismo. Las reformas de mercado implementadas en
ese entonces por Alberto Fujimori en la presidencia
(1990-2000) iniciaron una nueva etapa en la vida na-
cional. El nuevo modelo se instaló con relativa faci-
lidad en un contexto de dos grandes problemas que
El COVID-19 cambió la normalidad peruana. La cua-
rentena, el toque de queda, los policías y militares
en todos lados, la economía paralizada, todo ello ha
transformado la vida del país, y parece que no será
temporal. Al respecto, un “termómetro” que advier-
te de una crisis, o de estar cerca a una, es la combi-
nación de una contracción económica más la pre-
sencia activa de los militares en el espacio público.
Al interés común le cuesta articular a los intereses
privados. Entonces la fuerza se coloca por encima
del consenso que da sentido a la comunidad. En el
Perú, la contracción económica y el rol protagónico
militar han estado asociados a periodos de ruptura
de un orden y de aparición de uno nuevo (sin que eso
signifique que sea completamente nuevo). Al menos,
ANDINA/Mindef
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provenían de los años ochenta: el conflicto armado
entre el Estado y principalmente la organización
subversiva “Sendero Luminoso”; y la hiperinflación
ocasionada en el gobierno de Alan García (1985-
1990). Por ello, los años ochenta en el Perú fueron
un “shock social”, sinónimo de una década perdida,
de inestabilidad, de miles de muertes y desapareci-
dos, de terror.
La derecha logró que los años noventa fueran perci-
bidos como el sinónimo del inicio de la pacificación,
del crecimiento económico, del progreso (a pesar del
autoritarismo de Fujimori). En esta década la hiperin-
flación desapareció y los grupos subversivos fueron
derrotados. Ello, según el sentido común, se debió
al proyecto de Fujimori y sus políticas neoliberales.
Al mismo tiempo, los dere-
chos sociales y los servicios
públicos fueron reducidos
considerablemente, la iz-
quierda y los movimientos
pasaron a ocupar un lugar
marginal en la política, el
poder fue reconcentrado
por las grandes empresas y
una nueva subjetividad del
“sálvese quien pueda” sur-
gió. Sin embargo, el discur-
so victorioso de todos los
gobiernos, desde Fujimori
hasta nuestro actual presi-
dente Martín Vizcarra, ha
sido que el Perú está en la
senda correcta del desarro-
llo. Desde 1992, el modelo
se mantiene intacto. Aún
es un tema pendiente de
interpretación explicar el “éxito” del neoliberalismo
peruano para construir mediaciones en las masas,
élites, instituciones y territorios, al menos en un gra-
do suficiente para superar hasta ahora todas las re-
sistencias, desafíos y críticas realizadas (que no han
sido pocas).
El éxito del modelo se mantuvo presente aun cuan-
do se volvieron mediáticos los casos de corrupción
en torno a Odebrecht. El país entero asistió a un
espectáculo de importantes políticos y empresa-
rios que eran delatados en los interrogatorios en
Curitiba, en el marco de la investigación del Equipo
Especial Lavajato de la Fiscalía de la Nación. Como
parte de este proceso, en donde todos los expresi-
dentes electos desde el “retorno a la democracia”
en el 2001 están siendo investigados, sucedieron
disputas entre las derechas por conservar un poder
que veían amenazado por el avance de las investiga-
ciones judiciales. Ello generó inestabilidades en las
instituciones estatales desde fines del 2017, como la
vacancia del presidente Pedro Pablo Kuczynski en
Marzo del 2018 por parte del congreso y la posterior
asunción del vicepresidente Martin Vizcarra como
nuevo presidente. Asimismo, el último episodio de
estos enfrentamientos terminó con la disolución
del congreso por parte del presidente el 30 de Sep-
tiembre del 2019. Entre el intercambio de ideas de
las izquierdas, existió un razonable escepticismo de
que los hechos en torno a Odebrecht implicaran un
cambio de rumbo de nuestro país, pues el conflicto
estaba centrado en las instituciones estatales, prota-
gonizado por las derechas y el modelo no estuvo en
cuestión. La gran corrupción parecía muy alejada de
las preocupaciones de la vida cotidiana.
¿Seguiremos en la misma senda en este nuevo perio-
do de crisis abierto por la pandemia del COVID-19?
Ahora sí, no solo se estremecen algunas partes del
Estado, sino la economía, la cultura, en general toda
la vida. Las contradicciones y fisuras del neolibera-
lismo ahora son más explícitas que antes. Pero la
interpelación siempre es un trabajo político, no au-
tomático, cuyos resultados imprevisibles no son de
corto plazo.
La situación actualNuestra economía es informal, exportadora y do-
minada por las posturas de la Confederación Na-
cional de Instituciones Empresariales Privadas
- CONFIEP (el gremio empresarial más grande del
país orientado al capital transnacional). En el 2018
un 72,4% trabajaba en el sector informal, más de
12 millones de peruanos; mientras que un 27,6%
ocupó empleos formales, aproximadamente unos
4 millones y medio de peruanos.1
La informalidad
se concentra en los sectores de mayor pobreza que
son trabajadores familiares no remunerados, tra-
bajadores del hogar e independientes (autoempleo
o negocio propio de muy diverso tipo). Esta es la
tendencia de los últimos años, lo que significa que
la gran mayoría de peruanos no cuenta con contra-
tos laborales ni tienen seguridad social. Asimismo,
nuestra economía está orientada en gran medida
a la exportación, la cual en el 2018 aportó un 21%
al PBI, la mayor parte por productos tradicionales.
Por ejemplo, la participación del sector minero en
el PBI fue de un 9%.2
Nuestros principales socios
comerciales son China, América Latina y Estados
“En esta década la hiperinflación desapareció
y los grupos subversivos fueron derrotados. Ello,
según el sentido común, se debió al proyecto de Fujimori y sus políticas neoliberales. Al mismo
tiempo, los derechos sociales y los servicios
públicos fueron reducidos considerablemente, la
izquierda y los movimientos pasaron a ocupar un lugar marginal en la política, el poder fue reconcentrado
por las grandes empresas y una nueva subjetividad del
‘sálvese quien pueda’ surgió."
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Unidos, por lo que nuestra economía resulta muy
dependiente por los factores externos.
La cuarentena, decretada por el gobierno desde
el 16 de Marzo y progresivamente ampliada en el
transcurso de las semanas, está exponiendo conti-
nuamente todos los problemas del actual modelo
nacional. En primer lugar, la mayoría del país tiene
serias dificultades para atravesar una situación de
cese de todas las actividades no-esenciales, más aún
cuando trabajan en el sector informal y muchos
dependen de sus ingresos diarios o semanales para
subsistir. Una encuesta telefónica realizada entre
el 20 y 21 de Marzo mostró que, a nivel nacional y
urbano, un 25% de personas (ubicadas mayormen-
te en los sectores más precarios) se habían quedado
sin trabajo.3
Otra encuesta urbana a nivel nacional
realizada por internet entre el 31 de Marzo y el 3 de
Abril informa que un 53% del nivel socioeconómi-
co más bajo ha dejado de recibir ingresos económi-
cos. Por lo tanto, es la clase trabajadora la que está
cargando con los efectos de la crisis económica. El
hambre se está convirtiendo en un tema central en
nuestro país.
En segundo lugar, otro problema es la ortodoxia
del neoliberalismo. La mayoría de políticos, econo-
mistas, opinologos y tecnócratas manifiestan cons-
tantemente que no hay
alternativa a la forma en
la cual se ha administrado
el país en los últimos años.
En el caso concreto del go-
bierno, se ha recurrido a la
focalización y al subsidio a
las grandes empresas para
paliar los efectos sociales
de la cuarentena. Por un
lado, un subsidio moneta-
rio de 380 soles (111 dólares
aproximadamente) fue re-
partido a sectores urbanos
de pobreza y extrema po-
breza, además de a traba-
jadores independientes de
bajos recursos. No solo el
monto resulta escaso para
las familias cuando la canasta básica mensual de
una persona en Perú excede los 100 dólares, sino que
“La cuarentena, decretada por el gobierno desde el 16 de Marzo y progresivamente ampliada en el transcurso de las semanas, está exponiendo continuamente todos los problemas del actual modelo nacional. En primer lugar, la mayoría del país tiene serias dificultades para atravesar una situación de cese de todas las actividades no-esenciales, más aún cuando trabajan en el sector informal y muchos dependen de sus ingresos diarios o semanales para subsistir.”
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además ha pasado más de un mes desde que dicho
bono fue anunciado y aún no llega a todos los 2,7 mi-
llones de familias del registro estatal. El poder ejecu-
tivo complementó este subsidio con la transferencia
de recursos a los gobiernos locales para la entrega de
canastas de alimentos a las familias más precarias,
lo cual también ha sido problemático por no abar-
car al conjunto de precarizados (que como hemos
visto es muy extenso), además de las denuncias por
corrupción o la entrega de canastas poco nutritivas.
Por otro lado, a través del programa “Reactiva Perú”,
el gobierno anunció una inyección de hasta 300 mi-
llones de soles a las empresas por medio de crédi-
tos que otorgaran los bancos. No obstante, diversas
críticas han surgido en relación a que el programa
no podrá cubrir a los pequeños y medianos empresa-
rios debido a que el gobierno no define aún las reales
tasas de interés que los bancos aplicarán en dichos
créditos, ni la forma en que se intentará alcanzar a
las empresas relacionadas con la informalidad. Por
último, el gobierno ha dado libertad a todas las em-
presas para que puedan suspender sus actividades
y dejar que los trabajadores
subsistan con sus ahorros.
Las ideas de hacer que los
ricos paguen más y que los
trabajadores estén protegi-
dos aún son marginales en
el Perú.
El panorama de los sec-
tores populares es muy
complicado ante la crisis
económica y el desamparo
del Estado. Mucha gente
se reúne en los mercados
para vender lo que puedan
para subsistir o para hacer
largas colas y comprar lo
que les permita sus bajos
ingresos. La crisis econó-
mica, la falta de refrigera-
dores en las viviendas, el
hacinamiento y el horario
restringido de compras
promueven grandes aglo-
meraciones en los merca-
dos. Asimismo, miles de
personas, al no tener dine-
ro para pagar su alquiler y
no haber recibido el subsi-
dio estatal, están forzadas a
caminar cientos de kilóme-
tros para regresar a sus regiones de origen. Este tipo
de acciones, en mayor o menor medida, han sido
calificadas desde el stablishment como expresiones
de “irresponsabilidad”. Los ciudadanos que salen de
su casa serían irracionales y tontos por realizar ac-
tos que perjudiquen a la salud personal y colectiva.
De parte del gobierno, esto se ha visto materializado
en multas a quienes incumplan con la cuarentena
y el toque de queda. Otro factor a tomar en cuenta,
aparte de las precarias condiciones de vida, es que
la relación sociedad-estado ha sido una muy aleja-
da del cumplimiento estricto de las normas. Al fin y
al cabo, el proyecto del neoliberalismo ha sido que
cada uno resuelva sus propios problemas solo o en
familia, adecuando las directrices estatales a su con-
veniencia y según sus posibilidades (“la pendejada”,
le decimos). De ahí que el sistema de salud y sus tra-
bajadores estén en pésimas condiciones, incluso an-
tes de la pandemia. Un ejemplo es que Perú es uno de
los países de América Latina con menor número de
camas UCI (unidad de cuidados intensivos) por cada
100 000 habitantes.
31
* Politólogo. Militante del Movimiento Nuevo Perú. Miembro del Comité Editorial de la Revista “Ojo Zurdo”: www.revistaojozurdo.pe. Este texto
fue escrito el 19 de Abril de 2020. Apareció originalmente en portugués en Esquerda Online: https://bit.ly/3bXLh2c
1. https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1678/libro.pdf 2. https://propuestaciudadana.org.pe/wp-content/uploads/2019/12/Vigilancia-de-las-Industrias-Extractivas-Reporte-nacional-N%C2%B0-23-
balance-2018.pdf?fbclid=IwAR0QXBZocMaGeDipME_W9ZGYWFWp_C6W9j-j26245sI497xTVs7vdS7NO9I 3. https://www.ipsos.com/sites/default/files/cuarentena-covid-19-encuesta-peru.pdf 4. https://elcomercio.pe/politica/encuesta-el-comercio-ipsos-el-83-respalda-a-vizcarra-y-el-79-a-su-gestion-de-la-crisis-noticia/
Las estrategias y el futuroEl primer mes de cuarentena ha terminado con una
buena aprobación de la opinión pública para el go-
bierno.4
Una encuesta urbana a nivel nacional, reali-
zada la última semana, informa que existe un amplio
reconocimiento de que el presidente, los principales
ministros del Estado, los médicos, los militares y po-
licías están realizando un trabajo adecuado. La desa-
probación más bien se dirige al comportamiento de
la misma ciudadanía durante la cuarentena. La es-
trategia de un presidente que aparece en televisión
varios días a la semana para informar de la situación
nacional y apelar a la responsabilidad parece fun-
cionar. En este último mes, el presidente ha denun-
ciado a las Administradores de Fondos de Pensiones
(AFPs) por sus comisiones abusivas, ha defendido
unas reformas políticas a favor de la participación
de las mujeres, ha anunciado un bono para el sector
rural, ha denunciado la homofobia, etc. Intenta, en
fin, articular diversas demandas e identidades para
proyectar un liderazgo mediador. Le facilita las co-
sas que la oposición se encuentre desordenada, que
la situación sea más grave en otros países y sobre-
todo que el Estado este en el centro de la discusión.
Esto le brinda la iniciativa para construir una apa-
riencia de mediación entre las diferentes presiones
y exigencias de prácticamente todos los grupos del
país, que piden bonos, subsidios, créditos, derechos,
recursos, intervenciones de precios, etc. Esa presión
ira incrementándose cada vez más, al mismo tiempo
que también la cantidad de contagiados (1000 por
día hasta el momento) y de muertos. La gran con-
centración de expectativas, miedos y demandas en
torno al Estado hace prever que el proceso actual
recién inicia.
Después del primer mes de cuarentena, las izquier-
das han comenzado a lanzar desafíos y propuestas
al privilegio estructural que tiene el Estado hacia los
grandes capitales. Después de mucho tiempo, espon-
táneamente, las izquierdas están proponiendo una
agenda similar. Por ejemplo, Veronika Mendoza,
presidenta del Movimiento Nuevo Perú, ha propues-
to un bono universal de 1000 soles (294 dólares) a
quienes no perciban un sueldo y la creación de un
impuesto de 1% a las grandes fortunas. En sintonía
con ello, el Frente Amplio,
otra fuerza política de iz-
quierda, ha propuesto a
través de la congresista
Rocío Silva Santisteban un
bono de renta básica uni-
versal de 1000 soles a todos
los ciudadanos mayores de
edad. Finalmente, el Co-
mité de Lucha Sindical y
Popular está impulsando
la campaña #QuePaguen-
LosRicos a través de ban-
derolasos, tuitasos y cace-
rolazos, exigiendo el bono
universal, el impuesto a las
riquezas, entre otros. Todas
estas acciones, asociadas
por los medios de comu-
nicación al populismo o al
terrorismo o al fracaso, son parte de una larga lucha
por cambiar el sentido común. Implican resaltar que
la riqueza es creada por la clase trabajadora pero
apropiada injustamente por una minoría. Antes que
una discusión técnica es entonces una discusión po-
lítica, donde el fin es convencer que esas medidas
son relativamente posibles y alcanzables.
El Perú vivía ya una situación relativamente extraña
antes de que llegara la pandemia. Ahora la normali-
dad está totalmente afectada. Vivimos el comienzo
de una crisis mundial. Los tiempos se irán aceleran-
do a medida que las condiciones de vida sean más
adversas. El Estado estará sitiado por la presión de
las diversas instancias de la sociedad civil. Distintos
puntos de conflictos aparecerán y un tiempo de re-
forma estructurales probablemente se abrirá. Más
temprano que tarde.
“las izquierdas han comenzado a lanzar desafíos y propuestas al privilegio estructural que tiene el Estado hacia los grandes capitales. Después de mucho tiempo, espontáneamente, las izquierdas están proponiendo una agenda similar. Por ejemplo, Veronika Mendoza, presidenta del Movimiento Nuevo Perú, ha propuesto un bono universal de 1000 soles (294 dólares) a quienes no perciban un sueldo y la creación de un impuesto de 1% a las grandes fortunas.”