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Acoglanis - Luces y sombras del Rasputín de América Latina - Diego ArandojoHoy en Crónica Subterránea se vuelve abordar la controvertida figura de Angel
Cristo Acoglanis, uno de los protagonistas más importantes de la llamada saga
capillense, quién retoma la palestra pública a través de Diego Arandojo, entregando
en exclusiva para el blog, una visión descarnada e inédita, acerca del bautizado
portero de Erks.
Atienda el lector!
ACOGLANIS:
Luces y sombras del
Rasputín de América Latina
Por Diego Arandojo
Angel Cristo Acoglanis
La ciudad más allá
En los últimos 30 años, ERKS se ha convertido en un imán de atracción para todos
los interesados en acceder al conocimiento metafísico en Argentina. Una suerte de
invitación a vivir una experiencia fuera de este mundo, atisbando una ciudad
intraterrena que alterna lapsos “físicos” (luces a la distancia que configuran su
extraña arquitectura, o sus también extraños habitantes) con los “mitológicos”
(visiones o revelaciones transmitidas a través de canalización o del canto de mantras
en la lengua extraterrestre irdín).
La sigla responde a distintas interpretaciones: Encuentros de Remanentes
Kósmicos Siderales; Encuentro del Remanente Kósmico Sideral; Encuentro de los
Restos Kósmicos de Sirio, etc. Pero, ¿a qué remanentes nos referimos
específicamente? En “Los Diarios de Erks” leemos:
“Comprenderá usted, que asisten al encuentro porque son remanentes de una
civilización dispersa por el Kosmos, hoy, nuevamente convocados se realizan las
contactaciones en busca de la información para servir en silencio. Si usted, ha
visitado la zona de encuentro, ¿qué experiencias recogió? Si no ha tenido respuesta,
BÚSQUELA en su interior hasta clarificar sus preguntas.”
(…)
“Las revelaciones kármicas están sujetas a la ley universal, estas los
disciplinan en el conocimiento supremo como hijos de la gran Hermandad Blanca.
Sabemos que los secretos y misterios eran revelados entre los elegidos para
compartir los destinos y disciplinas transmitidas por las entidades de Luz, viajeros
que entre nosotros compartimos los encuentros en las puertas de la Esférica Ciudad
Secreta de ERKS.”
El acceso a esta información nos conduce a la primera persona que comienza,
durante la década del 80, a expresarse sobre esta urbe cósmica, y a la vez telúrica:
Ángel Cristo Acoglanis.
Una vida enigmática
Si la vida y obra del proclamado “Portero de ERKS” ya conlleva una alta dosis
de enigma, de misterio,
también lo es su natalicio.
Principalmente existen dos versiones sobre el lugar de nacimiento: una apunta a
Grecia y otra a la Argentina. La primera busca una justificación en la
particular forma de hablar de Acoglanis, un tono que generaba una imagen sonora
de estar en presencia de un extranjero.
Indagando en un viejo padrón electoral argentino hallamos una fecha: 4 de
diciembre de 1925, departamento de Colón, provincia de Córdoba. Otra fuente
apunta ha que habría nacido en Rosario. Otra en Ramallo.
Pero este no es el único obstáculo para intentar comprender los hechos
fácticos en la existencia de Acoglanis. También lo es su formación
como sanador, o médico, profesión que lo convirtió en una figura altamente
concurrida.
En el libro “Las luces de ERKS y las ciudades subterráneas” de Roberto
Villamil y Ricardo González, leemos:
“Según la tradición, Ángel Cristo Acoglanis había nacido en Grecia, en
donde transcurrió su infancia, realizando sus estudios primarios y parte del
secundario. En ese momento, por los sucesos políticos que vivía el país, su familia
decide enviarlo a Cachemira, una región ubicada en la zona norte del subcontinente
Indio…”
(…)
“Terminó el secundario y decidió seguir la carrera de medicina. Para ello se
inscribió en la universidad y en ese momento el tío, que tenía relaciones con monjes
budistas que lo visitaban frecuentemente, le propone realizar los estudios en el
Tíbet.”
(…)
“En Lhassa, su capital, Acoglanis habría ingresado a un monasterio con la
intención de iniciarse en el camino espiritual.”
Siguiendo este relato, en aquellos años se habría formado en conocimientos
médicos ancestrales, tanto en acupuntura como en quiropraxia, que décadas después
le permitirían en Argentina atender tanto a particulares como a personajes del
espectáculo y la política.
En una obra previa de Villamil, titulada “Luces Kósmicas en la magia del
Uritorco”, encontramos el relato del Dr. Egidio M. Antinucci, en el cual detalla su
experiencia:
“El Dr. Acoglanis, que fue de gran ayuda para mi, tenía fama de hacer
curaciones milagrosas y así era realmente, según pude comprobar durante los once
años que trabajamos juntos, de 1978 a 1989. Lo que aprendí junto a él
científicamente es muy valioso y hoy puedo ayudar a mucha gente que necesita
sanarse realmente”.
Pero no se trató de un caso aislado. Al parecer, y según nos explica el
investigador Daniel García Molt en su libro “Todo sobre el Cerro Uritorco y la
ciudad de ERKS”, Acoglanis –sin un título médico que lo habilitara a ejercer la
medicina– poseía un grupo íntimo de discípulos a los que formaba en sus prácticas
de curación:
“Se dice que Acoglanis formó en su particular método a siete médicos. Mi lista
incluye sólo a tres porque fueron ellos quienes lo han declarado a través de
Internet, entrevistas públicas o es conocido públicamente, mientras el resto parece
querer mantener cierta discreción sobre el asunto”.
En lo profundo de la noche
Desde el año 1984 a 1989, año de su asesinato a manos de Rubén Elías Antonio,
transcurrió la etapa más fructífera de Ángel Cristo Acoglanis. Llevaba una doble
vida: por un lado realizaba sus consultas particulares, donde atendía a distintos
concurrentes por dolencias o problemas óseos; y por el otro realizaba las ceremonias
esotéricas en la zona de “Los Terrones”, donde en su rol de Porterocantaba e
invocaba a las luces cósmicas, y, si los hermanos metafísicos lo permitían, se podía
observar la ciudad intraterrena, esférica, mitológica, de ERKS. En estos encuentros
nocturnos, Acoglanis se hacía llamar Sarumah; una entidad sobrenatural que lo
poseía físicamente y era el verdadero vocero, el idóneo, para atraer las
energías erkianas.
Si bien algunas fuentes apuntan que Sarumah habría sido un maestro físico,
real, que habría iniciado a Ángel Cristo en su juventud en los años del Tíbet, los
participantes de las ceremonias subrayan su carácter de entidad celestial. Así lo
explica una testigo, Elsa Tear, en su libro “El alma despierta”:
“Partimos hacia Los Terrones en varios automóviles, guiados por
Akoglanis…”
(…)
“En la cima, junto a un rancho de paja donde durante el día se venden
gaseosas y pañuelitos de filtiré, se levantaba una especie de mirador. Supimos que
allí vivía Don Ramón, un anciano indígena que cuidaba el lugar.”
(…)
“El Dr. Akoglanis se colocó al llegar una especie de túnica blanca.
Permanecimos junto a él en respetuoso silencio hasta que, de pronto, se puso a
entonar unos hermosos mantras. Los mantras eran cantados en Irdín. A medida que
las vibraciones de su canto aumentaban, aparecieron sobre las sierras y la
vegetación unas extrañas luces –similares a faros de automóvil– que se elevaban,
bajaban, corrían entre los matorrales por encima y a los costados de las sierras…”
Más entrado el relato, Tear sintetiza la obra de Acoglanis-Sarumah en el
plano terrenal:
“Debo decir aquí que el Dr. Akoglanis, habiendo completado su karma y su
misión o dharma en la Tierra, donó su cuerpo a la entidad cósmica Sarumah, un ser
o jerarquía cósmica de luz que tomó durante un breve tiempo la materia en forma
de maestro tibetano. El espíritu de Akoglanis partió a su plano dejando su cuerpo a
la entidad de luz Sarumah, quien lo ocupó para realizar importantísimas tareas en
la Tierra durante cuatro años. Se fue en 1989, luego de haber organizado el Plan
Cósmico para la Tierra en este final de ciclo.”
(…)
“La entidad cósmica Sarumah era uno de los tantos extraterrestres que
transitan junto a nosotros adquiriendo con nuestro mismo aspecto y realizando,
aparentemente, labores como las nuestras, aunque ellos hacen otras tareas
simultáneas ya que están en misión especial”.
Inicialmente el conocimiento de ERKS yacía depositado en unos pocos
seguidores de Acoglanis. Sin embargo, en el año 1985 esta situación cambia cuando
toma contacto con el Prof. Dr. Guillermo Alfredo Terrera.
En la obra “Saruma, un ser cósmico”, el profesor nos explica:
“En el año 1985, daba un curso de Antropología General, en un local ubicado
en la Avenida Cabildo del barrio de Belgrano y allí concurrían, entre otros
alumnos, los señores Rubén Elías Antonio, hermano del financista don Jorge
Antonio, acompañado por un arquitecto llamado Peirano, con quién mantenían una
gran amistad y un deseo incalculable de conocer las grandes verdades de la
hermética metafísica.”
“En una oportunidad, el señor Antonio, me comentó que el Dr. Ángel Cristo
Acoglanis, persona de su conocimiento, deseaba conocerme, pues conocía mi obra
de investigador y estudioso, especialmente en lo referido a la Antropología
Metafísica y a todo aquello que se relaciona con el Cerro Uritorco y las Entidades
Cósmicas que aparecen en esos lugares”.
“Para que ambos nos conociéramos, se efectuó una reunión, en el restaurant
llamado La Cantina del Riojano, situado en la Avenida Maipú esquina Mariano
Pelliza, ya que ese lugar quedaba cerca de mi casa de San Isidro y a mitad del
camino, del local donde daba mis clases de antropología”.
A partir de este encuentro, celebrado en febrero de 1985, y hasta septiembre de
1986, se unen los caminos de ambos metafísicos.
Una información relevante es que el Prof. Dr. Terrera era el custodio de una
pieza metafísica denominada “El Bastón de Mando”, o “Piedra de la sabiduría”,
perteneciente a la etnia de los indios comechingones, cuyo líder Vultán la había
hecho forjar a partir de una piedra meteórica caída en la falda del Cerro Uritorco en
un tiempo pretérito.
Es por intermedio de Acoglanis que Terrera recibe la visita de su maestro
tibetano Saruma (sin “h”). Así lo explica en la obra previamente citada:
“Las primeras noticias sobre el Maestro Saruma, las recibí directamente del
Dr. Acoglanis, quien me comentó que en cualquier momento, iría a mi casa un
maestro tibetano de excepcionales condiciones”.
Durante dos meses estuvieron relacionados hasta que el maestro partió en
completo misterio. Nunca más se supo de él.
Como fruto de esta experiencia, el Prof. Dr. Terrera publica “El Valle de los
Espíritus”, primeramente en forma artesanal, y posteriormente a través de la
editorial KIER, permitiendo que ERKS se conozca en los restantes círculos
herméticos de Hispanoamérica. También en esta nueva etapa de difusión tomó un
rol activo el místico brasileño José Trigueirinho Netto con “Erks, mundo Interno”,
también editado en KIER.
Si bien Terrera diferenciaba físicamente a Saruma de Acoglanis (para él se
trataba de dos personas distintas), es un debate que permanece activo. Para los
acólitos del griego, se trataba de la misma persona: Acoglanis en las ceremonias
transmutaba en el otro ser, Sarumah. Para los seguidores del profesor, e incluso para
la propia familia de éste, se trató de dos humanos completamente diferentes.
La zona crepuscular
Con el asesinato de Ángel Cristo Acoglanis en 1989, su imagen se potenció al igual
que la de ERKS. Muchos discípulos –por temor a correr la misma suerte– se
llamaron al silencio y a las sombras. Capilla del Monte (que en 1986 había sufrido
ya una experiencia OVNI en el Cerro del Pajarilllo, que la disparó a nivel
internacional), el Cerro Uritorco y Los Terrones se convirtieron en el eje de
peregrinación de todos aquellos que buscan vivir una experiencia metafísica.
Situación que persiste hasta la actualidad.
Al repasar los libros y testimonios de allegados o investigadores, encontré en
Acoglanis una serie de características que me permiten bautizarlo como “El
Rasputín de América Latina”: una formación esotérica y sanadora no convencional;
sus vínculos estrechos con personalidades de la política; una vida personal intensa,
en todo sentido; y por último, el fatal desenlace, la muerte por el asesinato.
A fin de tener una nueva mirada sobre los hechos que hemos relatado, expongo
la entrevista que le realizamos a Sebastián Cescato, un investigador, periodista y
escritor español independiente, con una formación universitaria en ciencias sociales.
Desde 1995 investiga –entre otros temas similares– el fenómeno social de matriz
esotérica que se viene generando en torno al Cerro Uritorco.
L: ¿Quién fue Ángel Cristo Acoglanis?
S: Creo que la respuesta más precisa y sincera sería: no lo sabemos.
En rigor, entiendo que nadie sabe realmente quién fue Ángel Cristo Acoglanis –ni
siquiera su familia– y posiblemente nunca lleguemos a entender cabalmente de
quién se trataba. La mejor fuente de información, que era él mismo, terminó siendo
la peor (como veremos más adelante) y, en cualquier caso, fue acallada a balazos en
abril de 1989.
Lo que podemos hacer, trabajando “por descarte” y con mucha paciencia, es ir
determinando fehacientemente qué no fue Acoglanis, qué es lo que no hizo (pese a
que a menudo él afirmara justo lo contrario); una vez descartado todo eso –y
eliminados los errores, las imprecisiones, los engaños, las confusiones– nos quedará
un abanico de posibilidades un poco más acotado, a partir del cual hipotizar quién
fue realmente este personaje tan singular y misterioso… que, irónicamente, parecía
destinado a ser más conocido ya muerto que durante su vida.
L: ¿Cuáles son, dentro de su investigación, los datos erróneos que se
repiten al repasar la vida
y la obra de Ángel Acoglanis?
S: Los datos erróneos son muy numerosos, de hecho lamentablemente son la
mayoría.
Ello se debe a un factor tan determinante como sencillo: Ángel Acoglanis comenzó
a hacerse conocido y a tener un determinado círculo humano estable –familiar,
profesional y de amistades– cuando empezó su “vida pública” como exitoso
terapeuta (entre fines de los años ’70 y los primeros años ’80). Para entonces, las
personas que conocían el pasado de Acoglanis, es decir sus primeros cincuenta años
de vida, se contaban con los dedos de las manos y no mantenían trato con él ni con
su nuevo entorno.
Aprovechando esta circunstancia, y por razones que de momento podemos sólo
imaginar, Acoglanis inventó una historia para ese primer medio siglo de vida; una
historia que contó con lujo de detalles y sin mayores contradicciones a
absolutamente todas las personas que lo rodeaban: amigos, pacientes, discípulos y
hasta a parte de su propia familia… decenas y decenas de personas, que jamás
imaginaron que les estaba mintiendo con absoluta desenvoltura.
Entonces, no es casualidad que hoy prácticamente todas las fuentes de información –
sean testimonios orales o fuentes impresas y audiovisuales (incluyendo artículos,
libros, documentales, programas radiales y televisivos)– digan lo mismo: porque
todas las personas que trataron a Ángel en sus últimos diez años de vida escucharon
de él la misma historia, la tomaron como real y la reprodujeron ante quienes más
tarde les preguntaron al respecto. Por eso todas las fuentes coinciden. Pero en este
caso, la fuente de todas las fuentes es la misma y la información es falsa.
Para descubrir que esa información –esa “biografía oficial” de Acoglanis– no es
real, naturalmente, hubo que investigar y no limitarse a repetir lo que otros dijeron o
escribieron. Y así pudo descubrirse que todo el relato de Acoglanis es falso: no
nació en Grecia, no era doctor en medicina, no estudió en el Tíbet, no visitó la India
y Albania, no recibió una misión directamente del Dalai Lama, no hablaba sánscrito,
no se casó en primeras nupcias en 1974, no tuvo su primer hijo poco después, y un
largo e inquietante etcétera.
L: ¿Cómo surge Erks? ¿Se inspiró Acoglanis en alguna otra ciudad
intraterrena previa,
sea Shambala, Shangri-la, etcétera?
S: La primera vez que alguien pronunció la palabra “Erks” y dijo que se trataba de
una ciudad intraterrena fue en 1983 o 1984 y el que hizo ambas cosas fue el propio
Acoglanis. Hay que desmentir sin temor a equivocarse tanto a quienes escribieron
que muchas décadas antes el supuesto maestro hermético argentino Orfelio Ulises
Terrera la mencionaba en sus poemas, como a quienes hipnotizan que Acoglanis ya
hablaba de Erks en la década del ’70.
Acoglanis y su viuda Beatriz Mühn hicieron explícita referencia a estas fechas y
explicaron cómo comenzó la historia, que surgió a raíz de una visita de Acoglanis a
la estancia uruguaya “La Aurora”, propiedad de un personaje con varios puntos en
común con Acoglanis (incluyendo su primer nombre de pila): Ángel María Tonna,
que se decía contactado por extraterrestres que vivían en una ciudad subterránea
ubicada precisamente bajo su propiedad. De modo que ya tomando por bueno el
relato “oficial”, aquí tenemos una primera fuente –si se quiere– de “inspiración”.
Por lo demás, el propio Acoglanis mencionaba a Erks como una Shambala
latinoamericana, de modo que en este caso el símil es evidente. El propio Guillermo
Terrera no se cansaba de recalcar – oralmente y por escrito – la relación entre
Shambala y Erks.
Otras fuentes de inspiración son igualmente claras y la principal es indudablemente
cierto esoterismo de matriz teosófica (aún muy en boga, por cierto, cuando
Acoglanis era joven, en la década del ’50). Blavatsky, Besant, Bailey eran
evidentemente el pan de cada día para Acoglanis y de hecho lo siguen siendo para
sus discípulos y continuadores (reales y supuestos), empezando por Trigueirinho.
L: ¿En qué consistían las ceremonias celebradas en Los Terrones?
S: Esto hoy es bastante sencillo de reconstruir, pues todos los testimonios
generalmente coinciden, la única diferencia es el nivel de detalle en cada relato.
En Capilla del Monte, por la noche, Ángel Acoglanis (y, después de su muerte, otras
personas directa o indirectamente ligadas a él) llevaba en caravana de automóviles a
una serie de invitados desde el hotel Roma hasta la explanada de Los Terrones.
Allí se ponía una túnica blanca y comenzaba a cantar lo que él denominaba mantras,
pero en rigor eran cánticos bastante largos, inclusive estróficos, algunos en
castellano, otros en un idioma que él llamaba “irdín” y que – afirmaba – hablaban
los extraterrestres. Al llamado de su voz aparecían y se acercaban numerosas luces,
que él identificaba alternativamente como naves o como seres incorpóreos.
Ocasionalmente Acoglanis decía que cierta estrella – Sirio, generalmente – no era un
astro sino una enorme nave y ante su pedido la estrella parecía apagarse.
Luego la caravana descendía un trecho del camino recorrido y, en un recodo del
mismo camino, Acoglanis entonaba otra serie de cánticos. Acto seguido, indicaba un
punto algo alejado de la geografía serrana sobre el que se podía ver una ciudad
iluminada; decía que aquella era Erks, la antigua ciudad intraterrena habitada por
seres superiores.
Finalmente, los autos descendían a un tercer punto del camino, había más cánticos y
se podía apreciar nuevamente la ciudad, con numerosas luces entrando y saliendo de
ella.
La enorme mayoría de quienes participaron de estas ceremonias bajó de Los
Terrones convencida de haber tenido contacto con otra realidad y de que Acoglanis
(o quien, luego de su muerte, tomó su lugar) era un ser superior. Un par de ellos, por
el contrario, no quedaron nada impresionados y sacaron otro tipo de conclusiones.
L: ¿Qué opina usted sobre la dicotomía entre Saruma y Acoglanis?
¿Cuál es su postura sobre si eran dos personas o una?
S: La situación me parece muy clara. Absolutamente toda la evidencia – tanto la
directa como la circunstancial – apunta a que el Saruma con cuerpo propio tal como
lo describía Terrera nunca existió. Aún si decidimos creer en la existencia de un ser
llamado Saruma, se trataba de algo que Acoglanis tenía incorporado o decía tener
incorporado, no de una persona de carne y hueso.
Existen varias filmaciones, fotos y grabaciones de audio donde se puede ver y
escuchar a Acoglanis, pero ninguna donde se pueda ver a Saruma (palabra que en
principio, además, denomina una localidad de la India y no es un nombre de pila). El
único que afirmó por escrito haber tratado a un Saruma de carne y hueso distinto de
Acoglanis – y hasta en presencia del propio Acoglanis – fue Guillermo Terrera. Hoy
en día, hasta donde tengo conocimiento, hay una única persona que lo sigue
sosteniendo, su hijo Nicolás, y sin presentar prueba alguna.
Una grabación de la voz de Saruma provista por una fuente fidedigna deja escuchar,
precisamente, la voz de Acoglanis entonando uno de sus textos en irdín. Esta voz,
inconfundible por cierto (dado que Acoglanis tenía tanto un timbre de voz como una
fonación y una dicción muy particulares), fue además reconocida por su viuda
Beatriz como la de su difunto esposo.
El propio Acoglanis terminó haciéndose una mala opinión de Terrera y esta cuestión
con Saruma es posiblemente una de las razones por las que dejaron de frecuentarse.
L: ¿Qué características cree usted que poseía Acoglanis a nivel
sobrenatural?
S: No puedo negar y sobre todo afirmar nada al respecto. Lo único que me consta –
pero es algo que no tiene porqué ser calificado como sobrenatural – es que
Acoglanis, sin ser doctor en medicina, tenía una impresionante habilidad para curar
en poco tiempo muchos males relacionados con huesos, músculos y nervios,
problemas que la medicina tradicional no lograba paliar.
Cómo, dónde, cuándo y de quién exactamente aprendió técnicas alternativas de
curación tan eficaces es algo que aún no fue dilucidado, pese a que se están haciendo
esfuerzos en ese sentido. Hoy en día hay varios osteópatas y hasta médicos – en la
Argentina, Brasil y España – que utilizan con éxito el método que Acoglanis
practicaba y que les enseñó personalmente.
Si Ángel Acoglanis realmente podía conjurar con su voz entidades lumínicas de
procedencia inexplicable, indudablemente poseía habilidades sobrenaturales. Pero es
algo que no me consta y todo indicaría que no nos podrá constar jamás a quienes no
subimos a Los Terrones de noche en su compañía.
L: ¿La formación médica de Acoglanis era académica o más bien informal?
S: Acoglanis no estudió medicina en universidad alguna y menos que menos en
Grecia, donde afirmaba haber nacido y haberse recibido. Pese a ello, hay esquelas
impresas en las que firmaba “Dr. Ángel C. Acoglanis”. Casi todos se referían a él
como “médico griego” y lo llamaban “doctor Acoglanis”. Pero no era doctor en
medicina.
¿Cómo logró por años ejercer impunemente la medicina sin estar legalmente
habilitado para hacerlo (más allá de que sus tratamientos fueran generalmente muy
efectivos)? He aquí una pregunta interesante cuya respuesta puede ser aún más
interesante…
L: ¿Cree usted que la vida privada de Acoglanis terminó “opacando” su
actividad como
sanador y “portero de Erks”?
S: No sé si me expresaría en esos términos, pero indudablemente la vida y la
actividad de Acoglanis, una vez que se descartan las historias de fantasía inventadas
por él mismo y sólo recientemente aclaradas, son como mínimo contradictorias.
Tenemos aquí a una persona que fabuló sin cesar al menos durante los últimos
quince años de su vida (incluyendo mentiras acerca de sus credenciales académicas),
pero que está comprobado que tenía una extraordinaria capacidad para curar.
Tenemos a una persona recordada por su círculo íntimo de los últimos años como de
una generosidad, bondad y ternura sin par, pero que abandonó a su primera familia y
renegó de ella, dejando en el más absoluto desamparo y sin la menor explicación a
una joven esposa, a un hijo de siete años y a otro de cuatro.
En el medio de todo ello se ubica su actividad como maestro espiritual y “portero de
Erks”, que es la faceta de su vida más difícilmente comprobable y menos pasible de
estudio objetivo.
¿Qué hacer, entonces? Cuando nos dicen que Acoglanis había incorporado a un ser
espiritual superior y conjuraba a su antojo naves extraterrestres, seres de luz y hasta
una ciudad intraterrena, ¿confiamos, pensando en el sabio y generoso sanador… o
desconfiamos, teniendo presente al fabulador que abandonó a un hijo de cuatro
años? Yo no tengo respuesta.
L: ¿Cuál es su versión sobre el asesinato que sufrió Acoglanis en el año
1989?
S: No tengo una versión, sólo intento reconstruir las piezas de un rompecabezas
complejo que hasta ahora nadie ha logrado completar. Lo que tengo claro es que
obraron varios factores y no sólo uno. La supuesta locura del asesino, su íntimo
amigo Rubén Antonio, y su satisfacción por “matar a un brujo” (así se expresó el
propio homicida) es un elemento. El drama pasional – había allí un triángulo
amoroso – es otro.
Pero evidentemente existían otros aún, de naturaleza más sensible y seguramente
muy relacionados con el poder (sea político, militar o económico). Aunque su
muerte es el hecho más contundente y documentado en la vida de Acoglanis – fue la
primera vez que su nombre apareció en los diarios – también parece el más arduo de
desentrañar. No debe ser casual.
L: ¿Cuál es el legado, en la actualidad, de Acoglanis en Capilla del Monte y
alrededores?
S: No es exagerado decir que Ángel Cristo Acoglanis terminó refundando Capilla del
Monte. (Si era o no lo que se proponía ya es otro tema y absolutamente abierto al
debate).
En un plano muy concreto, a su llegada a la Quebrada de Luna Acoglanis trabó
amistad con Ramón Verón, el dueño de Los Terrones, y de su bolsillo hizo el
camino transitable por automotores que existe hoy para acceder al predio. Por una
gestión suya se llevó energía eléctrica a la zona. También por su iniciativa se
iniciaron gestiones para paliar la escasez de agua en el verano. Está fuera de toda
duda: Los Terrones no serían el conocido atractivo turístico que son hoy sin la
intervención de Acoglanis.
Pero los planes de Ángel iban aún más allá. En 150 hectáreas adquiridas al pie de
Los Terrones iba a levantar – con una inversión que imaginamos millonaria – un
gran centro de salud integral, donde se atendieran tanto las enfermedades del cuerpo
como los problemas del espíritu; todo ello, a la sombra del cerro Uritorco y a
minutos de Los Terrones, el “altar mayor” para el contacto con Erks… una
combinación explosiva. Este proyecto quedó trunco con su muerte, pero puede
imaginarse fácilmente el impacto que hubiera significado para la zona de Capilla del
Monte.
Las vueltas del destino pueden ser muy curiosas: finalmente en vez de un único
centro holístico de sanación hoy Capilla está repleta de terapeutas alternativos de
todo tipo, pero trabajando cada uno por su cuenta y el proyecto del gran centro de
salud es sólo un recuerdo.
Ya en otro plano de análisis, recordemos que Capilla del Monte era un destino
turístico absolutamente menor hasta la década del ’80 inclusive. Si hoy el pueblo se
ha vuelto ciudad, si un porcentaje altísimo de su actual población proviene de
grandes ciudades, si ahora todos los veranos estalla de turistas, si recientemente se
ha transformado en una meca de buscadores espirituales de toda índole, se debe a la
historia de Erks, que es algo enteramente generado por Ángel Acoglanis.
Permítaseme un juego de palabras: Acoglanis terminó siendo el ángel de Capilla del
Monte. Hoy muchas personas viven allí por él y algunas viven de lo que él generó.