Construyendo Nuestra Interculturalidad. Nº5. Año 5. Vol. 4: 1-14, 2009
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Revista cultural electrónica
Año5. Nº5. Noviembre 2009. Lima-Perú.
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Los gritos de la memoria. Acerca de la memoria, el silencio y la sordura en la novela
de Kenzaburo Oe: El grito silencioso1.
Mario Zúñiga Lossio
Un tablero vacío ante mis ojos,
un friso donde el juego es la memoria
de los signos, señal de que el silencio
irrumpe ardiendo
Raúl Deustua
Un golpe inexplicable y denso. Un enfrentarse crudamente contra los demonios de
nuestra identidad. Una valiente opción de abrir los ojos en la oscuridad para ver que
aquellos monstruos de nuestros sueños, luminosos y sensuales, amancebados en las
sombras, surgen del centro mismo de nuestro ser. Un observar descarnadamente la
esperanza aun en medio de la muerte.
Kenzaburo Oe escribe y solo queda retorcerse un poco, incomodarse, respirar para
seguir leyéndolo. Con un lenguaje íntimo, directo y sencillo, invade los lugares del
deseo, la necesidad o voluntad, y los transforma, o mejor dicho, los manifiesta en su
materia imaginaria de violencia, desgano, hastío o cobardía; desnuda la carne del
olvido y agrupa en imágenes, la danza sacrílega de la memoria, aquella danza
prohibida de ejecutar o mirar, aquella, en la que copula la sinceridad y el horror, pero
también inexplicable y tiernamente, la esperanza…
1 Kenzaburo Oe, El grito silencioso. Traducción de Miguel Wandenbergh. Ed. Sol 90. 2003. Barcelona.
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“El grito silencioso” de Oe, nos incita a esa danza, nos ahoga en las aguas densas de su
lógica creando un espacio de diálogo -que imposible se hace real- entre nuestras
discapacidades e identidad, pero, en donde las primeras se muestran como el eje
escondido y determinante de la última. En ese sentido, restituye el poder de la
aceptación de nuestras debilidades, defectos, o incompletitud, la restituye en contra
de la violencia, y la transforma en el espacio desde el cual es posible entender al ser
humano siempre en estado naciente 2 dentro de la relacionalidad. De ese modo, la
danza de la memoria se hace necesaria, imprescindible, sin ella el pasado, al repetirse,
podría resucitar su violencia, pero sobre todo, podría impedir la construcción de
algún camino nuevo, el cual surja de esa aceptación de límites y de imposibilidad de
totalidades. Así, Oe nos lleva a sentir y pensar que solo nos queda sumergirnos en la
crudeza de aquella danza, con el fin de enfrentarnos al reino del olvido, a ese lugar en
el cual se impone un tipo de silencio sordo a los gritos de dolor de una persona, una
familia, un pueblo, una nación o la misma humanidad…
Lo que buscamos en este pequeño artículo, es entender el poder que tiene la memoria
dentro de la novela para integrar la identidad con su realidad más extrema, aquella
que se manifiesta de un modo incompleto o destruido, con el fin de restituirlos como
posibilidad de comprensión, consiguiendo así un asidero para amarrarse a la elusiva
y, como dice Oe: ardiente esperanza. Dicho entendimiento surgirá en torno al modo
como la memoria se configura dentro de dos cualidades –silencio y sordura3 - que en
el transcurso del presente artículo se desentrañarán y nos ayudarán a bucear en las
profundas aguas de esta novela.
Los espacios del recuerdo. A modo de introducción.
De hecho no es casual que el japonés de la aldea de Shikoku, Kenzaburo Oe, (Premio
Nobel de literatura) haya tenido un hijo discapacitado, el cual determinó gran parte
de su visión del mundo, y quien ahora, por su capacidad musical y el amor profesado
por sus padres, se ha convertido en un famoso músico; además no es casual que sea
un pacifista confeso en un mundo desastrosamente armamentista y violento; o que
haya bebido inteligentemente con moderación de tradiciones occidentales sin dejar
de tener una visión personal de las cosas, enseñando en países extranjeros en el
sentido japonés del término –siendo México uno de sus vínculos más poderosos con
2 Merlau-Ponty, dice que la conciencia al convertirse en existencia corpórea termina por formar parte del
mundo que va construyendo, para eso delimita una fenomenología de un mundo siempre en estado
naciente, una idea filosófico poética, que podría resumirse muy bien en la frase de Neruda: por que para
nacer he nacido. Wandenfels, Bernhard, De Husserl a Derrida. Introducción a la fenomenología. Ed.
Paidós.1997. España 3 Sordura es un neologismo, muy distinto de la palabra sordera, esta última interpretada como la
incapacidad biológica por lograr aprehender el sonido físico. La sordura es una condición ontológica-
política, cuya cualidad se basa en describir fenomenológicamente una dimensión de imposibilidad. De ese
modo, el sonido que no logra percibirse dentro de esta condición deber ser entendido como un sonido
significativo o vinculado a la práctica social, trascendiendo las dimensiones fisiológicas y ligándose a
cualidades de comprensión, interpretación, praxis, diálogo y experiencia corporal.
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la literatura y visión latinoamericana; o por último, no es casual tampoco que sea un
hombre amante de lo tradicional pero sin dejar de concebirse como dependiente del
mundo en su totalidad, como si fuera un extranjero o migrante constante el mismo
pero conciente de ese vínculo tradicional inevitable que le da fondo y forma.
No, de hecho esto no es ninguna casualidad para escribir un libro como el Grito
Silencioso. No es casual pero tampoco es causalmente determinante. Solo forma parte
del alimento de toda obra arte, pues esta contiene además de sus campos sociológicos
un poder simbólico intenso y relativamente independiente.4 Desde ella surgen
inevitablemente diversos ecos y signos que se enredan en el corazón de quienes se
sumergen en ella y que como un poliedro vivo y multiplicado al infinito explotan en
interpretaciones y sueños. La obra de arte tiene en su manifestación el eje de la
verdad fenomenológica de la luz y las sombras: muestra y oculta. Es una combinación
de sonidos y silencios precisa, es un animal ambiguo, te acecha o vigila protegiéndote-
devorándote. No obstante, esta cualidad permite en la novela de Kenzaburo, integrar
aquello que aparentemente estamos negando al principio: sus experiencias; y estas,
surgidas desde su memoria más personal, configuran una simbólica poderosa: la de
una memoria que como el ojo defectuoso del personaje central se enfrenta con los
límites de lo que vigila dentro de él, y quien sabe, por la magia de la literatura, dentro
de nosotros también.
La novela nos relata la historia personal del traductor Mitsusaburo Nedokoro y la
relación que este tiene con su hermano y sus amigos, con su esposa, su pueblo natal y
los habitantes del mismo. Estas relaciones se construyen alrededor de una serie de
situaciones extremas: el hijo discapacitado y la actitud de abandono que asumen él y
su esposa frente a este hecho; la relación conflictiva y discordante de Mitsaburo con
Takashi su hermano – según algunos estudios japoneses se evidencian en el nombre
mismo Taka: halcón, Mitsui; néctar-, la cual se hace evidente en la contradicción
insalvable, de pensamiento y acción entre los dos; el desarraigo frente a al tradición
histórica del pueblo; el problema de la modernidad redefiniendo formas nuevas de
relaciones entre un Japón moderno y otro aparentemente tradicional.
Esta historia también nos manifiesta la trayectoria de vida de Mitsaburo,
mostrándonos su forma de enfrentarse con diversas situaciones dramáticas: como la
actitud ante su hijo discapacitado; el suicidio de su amigo; la ceguera de su ojo
derecho; la opción por incluirse en el plan de una supuesta reconciliación con el
pasado, propuesta por su hermano a partir de un viaje hacia su pueblo natal, dicho
viaje además se contextualiza y justifica por la venta de una casa heredada, la
búsqueda de la identity del hermano menor, y la superación de una situación de
4 Tal vez podamos asumir el postulado de Heidegger sobre el proyecto poético: “El proyecto poético viene de
la nada desde la perspectiva de que nunca toma su don de entre lo corriente y conocido hasta ahora. Sin
embargo, nunca viene de la nada, en la medida en que aquello proyectado por él, solo es la propia
determinación del Dasein histórico que se mantiene oculta”. De ese modo y en sentido inverso, la obra de
arte contiene en ella estas dos cualidades de manera constitutiva, y sin contradicción excluyente alguna.
Heidegger, Martin. Caminos del Bosque. Ed. Alianza. 2000. España.
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depresión profunda en él mismo. De ese modo, la trayectoria de Mitsu se articula con
las historias paralelas de personajes periféricos, como el monje del pueblo, dueño de
una especie de verdad histórica; los amigos de Taka, cuyas visiones del mundo es
presentada desde Mitsu como mucho más coherente que las del mismo Taka: uno de
ellos es un ex campesino y mecánico, quien entiende la dificultada de esencializar el
espíritu del pueblo como sí lo hace el hermano menor, la otra, es su amiga,
enfrentada en algún momento crucial de la novela, a una situación de violación la
cual le enseña a tomar un tipo de relativa distancia del mismo Taka; los trabajadores
de la casa de los Nedokoro ubicados sobre un caso sorprendente: la gordura de la
antigua sirviente la cual somete a sus hijos y esposo a vivir para ella; los habitantes
del pueblo, en los que un grupo de jóvenes tienen un protagonismo esencial; por
último, la del dueño de los supermercados, quien es la imagen radical de lo externo –
nación, tradición y del mercado mismo-, no obstante, este mismo personaje se
sostiene sobre un conocimiento profundo del espacio tradicional y simbólico del
pueblo, para dominarlos según su interés individual.
La forma en que está escrita la historia es de manera lineal y en primera persona, es
decir, nos relata de manera cronológica el desarrollo histórico y psicológico de
Mitsaburo: desde su intento de suicidio fracasado en el jardín de su casa, hasta la
decisión -luego del frustrado viaje con su hermano a su pueblo natal- por realizar un
verdadero viaje en busca del mismo sentimiento del principio: la esperanza. Sin
embargo, como hemos podido ver, el autor también nos entrega una serie de relatos
incorporados alrededor de la capacidad de rememoración del protagonista. Esta
cualidad hace que no solo se supere la doble locación (una ciudad y un pueblo), pues
los recuerdos configuran diversos escenarios temporales complejos en los cuales el
protagonista y los demás personajes se desenvuelven, sino que también, permite
profundizar, desde estos escenarios, en los procesos de construcción del universo
personal –desde la visión del personaje central- de aquellos quienes configuran la
identidad del protagonista. En ese sentido, si hay una memoria personal lineal y
cronológica, esta se determina en un escenario donde confluyen varias memorias en
disputa5: la personal, ajena, amical, la colectiva, familiar, nacional, moderna o rural.
El relato, entonces, nos entrega una danza que intenta en principio precisar
homogéneamente –desde una sola visión- la heterogeneidad de sentido de la
memoria, siendo al final vencida por esta última cualidad.
Así, Oe nos lleva a entender al recuerdo y la memoria según esta condición
rememorativa en su doble condición: objeto vivo, el cual cae como un peso
sorpresivo determinando actitudes o sentimientos; y verbo intencional, es decir,
transformado en una actividad de búsqueda por encontrar algún tipo de verdad,
necesaria, salvadora. Esta doble condición, desde la cual reflexionaremos la novela de
Kenzaburo, se basa en la idea de Ricoeur sobre la memoria: el pasado es la memoria, y
5 Pollak Michael, Memoria, olvido y silencio. La producción social de identidades frente a situaciones límites.
Ed. Margen. 2006. Argentina.
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esta se articula en función de dos ejes: uno pasivo y otro activo6. Dicha idea nos
ayudará a indagar en este viaje de búsquedas y luchas el modo en que los recuerdos y
las memorias se convierten o son, tanto objetos que nos sorprenden y nos encierran
–o nos organizan-, como formas de actividad inacabada, inmersas en un flujo
continúo desde donde se nos permite construir nuevos espacios de entendimiento
sobre el doble material del recuerdo. Por último, es interesante el modo en que está
traducida la novela al castellano. El título real si se tradujera literalmente sería:
Fútbol del año 1 de Man'nen,7 con todo esto, la traducción realizada por
Wandenbergh: Grito Silencioso, nos permitirá reflexionar según dos modos de
interpretación: la primera, desde la imposibilidad manifestada por la idea de grito
silencioso, con el fin de entender la condición de sordura y silencio desde el plano
personal; y la segunda, en función de la reflexión que surge entorno al título
verdadero, nos permitirá pensar el vínculo de la Historia, la memoria y el pasado con
el silencio y la sordura pero ya en el plano macrosocial. Dos condiciones que si bien
pueden ser abstraídas, se encuentran en constante proceso de intercambio y vínculo,
de lucha, mezcla y relación…
Grito y Silencio.
Luego de que el amigo del personaje central se suicida, ahorcándose con el rostro
pintado y un pepino introducido en el ano, su esposa, al encontrarlo, emite un grito
de horror, desesperación y tristeza hacia el fondo de ella misma: un grito silencioso.
Este grito es un prolongación misma de la transformación silenciosa del suicida,
quien en el transcurso de su vida se proyecta hacia este evento luego de haberse visto
cambiado profundamente; su suicido mismo, su cuerpo performado de esa manera -
al modo de una de las deidades tradicionales de un pueblo del Japón- , es un grito
silencioso también, el cual configura una simbólica ambigua que conjuga dos
imposibles: un grito (su cuerpo vestido a modo de festividad, con el fin de dar a
entender algo, pedir ayuda, etc), el cual es evidentemente ruidoso, y el silencio (su
cuerpo muerto, tanto ahí como ya desde hace mucho por el secreto). Esta metáfora
poderosa, nos ayuda a comprender en realidad el modo como Oe ha articulado la
lógica de muchos de sus personajes. Estos se movilizan dentro de una nebulosa de
imposibles diálogos o de discursos totales que someten voluntades, deseos y
esperanzas. No obstante, hay que tomar en cuenta la trampa que significa colocar al
silencio mismo como forma constituyente de dicha metáfora. Y para comprender un
poco más estas dimensiones en los personajes, me voy a permitir una pequeña
digresión en torno a las dimensiones antes mencionadas: silencio y sordura.
Si bien el silencio abarca a la sordura, queremos separarla para entenderla en su
especificidad y así poder reflexionar claramente la novela desde la memoria. La
sordura, no se refiere a dimensiones fisiológicas, entendidas como la incapacidad de
6 Ricoeur Paul, La Memoria, La Historia y el olvido. Ed FCE. 2004. Argentina. 7Wandenbergh Miguel, Diario 16 (14 abril 1995), obtenido de http://es.wikipedia.org/wiki/El_grito_silencioso_(novela)
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percibir el sonido. El silencio, no se remite a dimensiones físicas, caracterizadas por la
ausencia de ruido.
En el entendimiento, las cosas del mundo, es decir, desde las ideas, las palabras, las
imágenes, hasta las acciones, los acontecimientos y los objetos, adquieren un sonido
particular, que sólo puede ser percibido por aquel oído que Gadamer llama interno8.
Este oído, permite darle al mundo una forma, un fondo, una función, en resumen: un
sentido, pero un sentido ubicado dentro de un espacio necesario de relaciones, los
cuales permitan redefinir constantemente las redes sociosimbólicas que articulan
dichas relaciones, dese lo social, en toda su dimensión institucional, estructural,
cotidiana, económica, etc; y simbólica, con una reconfiguración constante de distintas
dimensiones significativas9.
La sordura es aquello que imposibilita el entendimiento y la praxis imbricada en este:
cerrada a la diversidad de los sonidos, escucha un solo ruido, homogéneo, el cual
termina por encerrar el sentido del mundo bajo una sola forma compacta, que se
difiere desde y hacia sí misma. Por otro lado, el silencio, va más allá de su cualidad
física, y se convierte en la condición acumulativa y expansiva de diversos murmullos,
ruidos, furiosos estruendos de sentido en las cosas del mundo, que resuenan en y
desde él, con una cualidad propia. De esta manera, en el silencio, el sonido se
manifiesta internamente en aquel que “logra escuchar-entender-comprender-hacer”
–o de hecho no hacerlo, pero ahí entramos en el plano de la sordura. Por eso, así
exista alguien que fisiológicamente no perciba sonidos físicos, aún en su silencio
fisiológico, puede escuchar el sonido del sentido de las cosas, en el silencio físico,
construido por su entendimiento de la diversidad existencial en el mundo. Estas dos
dimensiones, por último, son activas y pasivas, y pueden articularse como cualidades
de la memoria, dentro de la doble característica que explicamos en el apartado
anterior.
Los personajes de Oe recorren y son “diagonalmente oblicuados”10 con estas
características desde los diálogos que estos tienen con sus memorias: objeto y verbo.
Los hermanos por ejemplo, mantienen durante toda la novela un diálogo imposible,
tanto de lecturas con su propio pasado al cual no pueden aprehender del todo, como
entre ellos mismos. Así, cada uno tiene una visión particular de la memoria, los
diálogos concebidos desde la misma se realizan entre los dos como un diálogo de
sordos o de imposiciones, de llamados no escuchados o de negativas corrosivas. Por
ejemplo, cuando recuerdan la muerte de su hermano, Taka, construye de manera
imaginaria su ubicación en ese pasado, relatando la muerte con el fin exclusivo de
8 “... el oído interno en el cual desaparece el carácter contingente de la propia voz...” Gadamer Hans-Georg. La
voz y el lenguaje, en : Arte y Verdad de la palabra. Ed. Paidos. España 1998. Pág. 65. 9 Zizek Slavoj, El sublime objeto de la ideología. Ed. S XXI. 2003. Argentina. 10 La realidad en la que son situados los sujetos, según lo concibo, se manifiesta según una condición
diagonal oblicua, mas que transversal, pues los puntos de unión o relación significativa y práctica se
cruzan de múltiples formas dentro de estructuras también diagonales oblicuas que posicionan a los sujetos
dentro de posibilidades y límites entrelazados a dicha condición. Espero en algún artículo posterior
ampliar la explicación de dicho concepto.
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presentarse como protagonista de los sentimientos que envuelven dicha muerte,
además del significado de la misma. Mitsu, en cambio, le niega esta construcción
relatando de manera llana lo que “verdaderamente sucedió”, dicho relato lo realiza no
con el fin de crear un nuevo puente de diálogo sino simplemente de cerrar el sentido
de manera positiva, absoluta, tratando de impedir cualquier tipo de relación, pues
Mitsu no espera sino separarse totalmente de lo que Taka cree que es él mismo, tanto
en su memoria como en el presente. De ese modo la sordura se instala entre ellos: el
entendimiento es imposible. Pero este ejemplo es solo uno de los tantos en la novela,
la relación de Mitsu y su esposa, está negada por la experiencia poderosa de una culpa
instalada en medio de los dos, por el hecho de haber abandonado a su hijo
discapacitado en un centro especial. De ese modo, la pareja, gravita alrededor de islas
dialógicas que surgen motivadas por sucesos extremos o por cuestiones cotidianas, y
las cuales mueren constante y repentinamente al volver la memoria de la culpa con
toda su capacidad de sordura.
Así, esta forma de sordura adquiere una dimensión pasiva en tanto nace o se articula
alrededor de la pasividad misma del personaje central, quien imposibilita los diálogos
con quienes se relaciona: los amigos de Taka, la antigua sirviente, los hijos de ella, o
hasta los habitantes de su comunidad nativa. Mitsu impide el diálogo o deja que esta
imposibilidad, esta sordura lo envuelva como una llama que devora no solo a él sino a
todo lo que lo rodea. De hecho, el único diálogo coherente y activo, es el de su
memoria personal, quien busca en él mismo la esperanza. Ahora bien, esta memoria
es pasiva por que Mitsu la convierte en un objeto solidificado: una verdad absoluta y
opositora, contra la cual chocan las otras posibilidades de recuerdo, iluminándolos
supuestamente con el fin de manifestar “la realidad de su falsedad”. En ese sentido,
esta memoria aparentemente verdadera, si bien emite un tipo de luz clarificadora,
dicha luz es al final, paradójicamente opacante: apaga en ella y desde ella, la
posibilidad de un sonido significativo, el cual como un puente de entendimiento
relacional permita un tipo distinto de luz sonora.
Pero no solo hay una memoria infectada de sordura pasiva, también la novela nos
muestra una memoria verbo emitiendo una forma de sordura activa, un tipo de
campo intersubjetivo cerrado sostenido por las actitudes y pensamientos dominantes
y violentos del hermano. Taka, crea sin saberlo, sabiendo y sin interesarle, una serie
de acontecimientos que someten a quienes se relacionan con él a una sola vía de
comprender el mundo o a ellos mismos.
Takashi, a diferencia de Mitsaburo, activa su memoria, la desata desde una
construcción fantástica dirigida a justificar sus actitudes, su búsqueda personal de
identidad y la salvación de su alma infectada por una culpa imposible de asesinar en
él mismo. Esta memoria, contiene también, la cualidad de una sordura activa, pues
dicha memoria se eleva sobre la manera significativa de actuar de aquellos
personajes vinculados con él, sometiéndola a su lógica unidireccional. Con una
personalidad fuerte e influyente, Taka logra envolver a quien lo rodee, de su aura, y
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crea así actitudes fanáticas, enfocadas en el camino que solo él conoce y practica. De
ese modo, los personajes exiliados de Mitsu se integran en el universo simbólico de
Taka: el mecánico y su amiga, la esposa de Mitsaburo, los habitantes del pueblo, en
donde se incluyen la sirvienta, el esposo y sus hijos, el monje. Todos ellos articulan
sus maneras de pensar según la forma absoluta y ficticia de interpretar y actuar de
Taka, lo siguen en función de los parámetros que él impone y tratan de no avanzar
más allá de lo que él delimita. La memoria de Taka, es una construcción activa, la cual
infecta de sordura el espacio por donde se desenvuelve, densifica el ambiente bajo los
parámetros significativos de su egoísmo y búsqueda. Y esto lo consigue desde su
interpretación personal –y el aura mística que de sus actitudes fluyen- de: eventos
políticos, convenciendo a sus amigos y a los jóvenes del pueblo; hechos cotidianos,
los cuales envuelven al pueblo; o eventos familiares, convenciendo a los sirvientes o a
la esposa. De ese modo, si bien se crea un tipo de entendimiento, un tipo de universo
simbólico de interpretación del mundo, este se encuentra enclaustrado dentro de una
visión única, homogénea y homogenizadora, la cual impide que fluya la diversidad y
las múltiples posibilidades de sentido y práctica, alejadas de la violencia de este
atormentado personaje.
Ahora bien, estos dos tipos de memorias absolutas, sorduras activas y pasivas
expandidas desde dos individuos sobre quienes los rodean, no dejan de tener
consecuencias y límites. Consecuencias: las cuales se configuran violentamente, y
límites: por la cualidad de silencio abarcador.
La consecuencia es terrible en esta danza de desentendimiento e imposibilidad de
diálogo. Mitsu deteriora su relación marital y se hunde cada vez más en la soledad y la
depresión. Taka, quien intenta por medio de la actividad de su memoria crear un
puente con su hermano –el único personaje posible de brindarle la salvación, pues la
culpa virulenta desarrollada en su ser está vinculada con él (Taka es culpable de la
muerte de su hermana, dentro de eventos de incesto y cobardía )- , se ve estrellado
contra la pared de lo mismo, es decir contra esta cualidad de sordura en donde lo
homogéneo e imposible es inherente. Mitsu poco a poco se ve más desolado, y la
verdad, supuestamente absoluta que él maneja y domina, no le es suficiente para
encontrar al menos una esperanza capaz de librarlo de esa sensación de muerte y
derrota. Taka, lleva al pueblo a una situación extrema de violencia y humillación ante
el dueño de los supermercados, terminando en dos eventos también violentos: la
muerte de una chica, de la cual él se culpa - no se sabe si ficticia o realmente- de
haberla asesinado y violado; y el suicidio del mismo Taka11, quien no logra el perdón
por su pasado, pues él busca en Mitsu, absolutamente ajeno y determinante, al
medium de dicho perdón.
El límite en cambio surge del silencio, escondido y expectante, lento. Un silencio que
11 Pero hay que dejar en claro que esta opción es de una simbólica sumamente ambigüa, ¿la opción de Taka
por el silencio en su suicidio no es acaso un modo en que se salva también?, la novela lejos de
consideraciones morales no lo resuelve y nosotros preferimos dejarlo abierto….
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ontológicamente está constituida de diagonales oblicuas de realidad mezclada,
abarcando cualquier dimensión homogénea o cerrada. El recuerdo asume en su
dimensión de tiempo y espacio, lo in-abarcado. La memoria dentro de esta dimensión,
en ese sentido, puede en algún momento terminar manifestando dicha cualidad. Y eso
sucede. Sucede paradójicamente sobre la derrota de las interpretaciones de Mitsu
mismo, una derrota que lo muestra como doblemente discapacitado, pero en esa
característica, con la posibilidad de abrirse al entendimiento y el reconocimiento de
los otros, del otro y de sí mismo.
Taka había vendido la casa tradicional de la familia Nedokoro, dueña de una historia
compleja vinculada tanto con el protagonista como con el pueblo. Esta casa además,
guardaba un evento que tanto Taka como Mitsu interpretaban desde lo personal y
social de manera diferenciada. Una antigua relación de su abuelo con su tío abuelo –
habitantes de dicha casa-, había obsesionado a uno y otro. Los dos personajes se
habían interpretado en función de lo que creían que estos dos personajes eran según
la historia que los había construido. El abuelo, tradicional y pasivo, era identificado
con Mitsu; el tío abuelo (coincidentemente menor también), rebelde y caudillo de
antiguas rebeliones en el pueblo, con Taka. Este último había supuestamente partido
al exilio luego de una rebelión frustrada, y así, con el paso del tiempo y en la lejanía,
dicho personaje había tenido una relación regular con la familia, transformándose
paulatinamente en una persona pacífica, lo cual justificaba la verdad absoluta de
Mitsu 12. Pero cuando se hace efectiva la venta de la casa, luego de la muerte de Taka,
la demolición trae a la luz un hecho que cambia la perspectiva de la relación fraternal
del pasado. El hermano no había partido sino se encontraba escondido en un sótano
falso, más cerca de lo imaginado por cualquiera. La verdad escondida bajo la
protección del silencio, en ese sótano, cambia la perspectiva de Mitsu, pues encuentra
que la relación de los abuelos era distinta de lo pensado, es decir, la interpretación
dicotómica e innegociable, de carácter o acción, o la lejanía física como necesidad de
reconciliación, era una creación significativa del presente, construida y asumida
arbitrariamente por él y su hermano. Esta derrota a su interpretación personal, crea
la oportunidad de reconciliarse por medio del arrepentimiento con él mismo –
logrando además una reconciliación limitada pero esperanzadora con su esposa y su
hijo- y con su hermano o su memoria; y de repensar su actitud absurda, la cual había
imposibilitado crear un puente relacional, de perdón o de reformulación de actitudes
y personalidades a tiempo. El silencio en ese sentido, logra vencer ese espacio sordo
interno, ese lugar en el cual el personaje central se había refugiado, y que ahora, en
medio de una nueva visión y oído de las múltiples formas del pasado, se transformaba
en un espacio de posibilidades para reempezar la búsqueda de aquella ardiente
esperanza, dejando libre, o mejor dicho asumiéndo, en su sentido heterogéneo, al
12 No obstante no contradecía a Taka pues la memoria de este personaje se construía sobre arbitrarios
fantásticos, subsumiendo en ellos todo tipo de contingencia o evidencia de supuesta falsedad. El mismo
Taka dice que los recuerdos se construyen sobre sueños y los sueños integran todo, lo interesante para él
era el efecto que esto tenía sobre el dominio de los que lo rodeaban o sobre el negocio atormentado con su
ser interno.
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silencio, lejos de esa dimensión que imposibilita la significación de un grito de ayuda
o comprensión.
Fútbol del año 1 de Man'nen.
La memoria de la novela no solo está enfocada, como lo dijimos en algún momento,
en el nivel personal, esta también se encuentra diseminada en el nivel colectivo. Ahí,
la novela nos permite comprender las cualidades activas y pasivas de memoria,
silencio y sordura de modos distintos. Por un lado manifiesta cómo estas dimensiones
se configuran en función de la idea de una memoria asumida como cosa jerarquizada
que cohesiona indistintamente, y por otro lado, y sin contradicción con lo anterior,
muestra como dicha configuración se realiza también, en función de procesos de
construcción constante, lo cual nos permite entender cómo se forja dicha memoria y
los límites que esta posee en sus dimensiones activas o pasivas13.
El título real del libro contiene un cuerpo de sentidos interesante. Al usar el nombre
de un acontecimiento histórico, desde el cual van a partir las luchas de la memoria,
produce un efecto comprensivo de la historia de la novela: esta trasciende el plano
personal de interpretación. El evento es la rebelión ocurrida en Shikoku en el año
primero de Man´nen, y que tuvo como protagonistas a los descendientes de Mitsu y
Taka. Esta historia, como lo vimos en el apartado anterior, influencia el modo como
los personajes comprenden su mundo; no obstante, no se fija en ese nivel, sino que
también alude a un plano mucho más macro.
Al regresar a su pueblo, luego de venderle al dueño de los supermercados su antigua
casa, los hermanos lo encuentran cambiado. Ha ingresado el mercado en forma de
supermercado, y ha cambiado muchos de los hábitos de sus habitantes (desde el
plano de las relaciones cotidianas hasta el plano espiritual). Pero este cambio se da
sobre un hecho particular: el dueño de los supermercados es koreano y ex residente
del pueblo, y para esto hay que tener en cuenta que la historia de los koreanos en
dicha comunidad era ignominiosa: antes habían sido esclavos que vivían en un
espacio apartado y pobre. Mas ahora, él era casi su dueño y esto lo había logrado
poco a poco, primero, haciéndose de las propiedades de sus compatriotas y con el
tiempo comprando las principales casas del mismo para poder colocar su negocio: un
supermercado en expansión, el cual dirigía desde la ciudad.
En el momento del retorno de los hermanos, el dueño había dado a los jóvenes la
posibilidad de agenciarse un negocio por medio del cuidado y venta de pollos. Pero
los jóvenes no tienen conocimiento alguno de pollos o administración de negocios.
Así, terminan por fracasar en los dos aspectos, pues los pollos mueren
irremediablemente por la falta de cuidado. En esta coyuntura, Taka logra aprovechar
13 Pollak Michael …
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su relacionamiento con el dueño de los supermercados –pues es el principal gestor de
la venta de su casa- para ganarse poco a poco la adhesión total de los jóvenes. Al
ganárselos, Taka configura por medio de una serie de usos simbólicos y prácticos un
liderazgo absoluto. Por ejemplo usa el futbol, para cohesionar al grupo, creando un
equipo solo formal de jugadores, pues no saben jugar. Por otro lado, los cohesiona
también usando símbolos tradicionales, como el retorno de herramientas de labranza
que en el año de la rebelión de Man´nen les fueron quitadas a sus familias y las cuales
poseían el nombre de las mismas. O por último, potencia la cohesión de estos,
organizando desde su memoria la lectura e interpretación de la rebelión, tratando
que los jóvenes se identifiquen con los personajes violentos de dicho acontecimiento.
Pero esta situación está proyectada para reproducir la interpretación que él tiene de
la historia de la rebelión del primer año de Man´nen. Es decir crear una nueva
rebelión, pero esta vez contra el dueño de los supermercados, el cual a los ojos de los
habitantes del pueblo se ha convertido en la razón de sus males. De hecho tiene todas
las supuestas cualidades para serlo, pues es koreano y los koreanos han sido, además
de esclavos, enemigos del mismo en alguna otra rebelión posterior a la de Man´nen, –
en ese evento además muere el hermano mayor de los Nedokoro en mano de los
koreanos.
Taka impulsa a la comunidad a una nueva rebelión, esta vez, contra el dueño,
usando al grupo de futbol como sus huestes de imposición. De ese modo, el pueblo se
pliega a las acciones de saqueo del supermercado, incentivado por las acciones del
grupo y la paulatina confianza que el liderazgo de Taka emite. Así, la sordura de Taka
(en cuanto a la interpretación desde su memoria de lo que sucedió antiguamente) se
configura como un eje desde el cual se articulan modos sueltos y esencialistas de
interpretación de la colectividad, como serían: el nacionalismo exacerbado; la
interpretación cerrada de los eventos históricos y presentes, sostenida por los
cambios que se suceden debido a la llegada del supermercado o a los eventos de
confrontación pasada con los koreanos; las formas jerárquicas de organización, desde
las cuales por ejemplo explotan las dimensiones generacionales, pues los jóvenes
quieren convertirse la forma absoluta de cómo el pueblo se debe entender a sí mismo;
por último, la manera cotidiana de violencia escondida que los habitantes practican14.
En ese sentido, la memoria de la comunidad misma contiene una dimensión de
sordura en torno a la historia, la cual termina por complementarse con la sordura
surgida desde Taka. Las dos, fusionando de manera absoluta y dentro de lógicas
cerradas de interpretación y comprensión, a los sujetos, convirtiéndolos por último
en cosas inertes, sin creatividad, sin personalidad, sin capacidad de verdadera
agenciación.
14 Acá el trabajo de encuadramiento no está solamente ligado a la imposición de la memoria y de sus
prácticas significativas y sociales desde el plano oficial al espacio subalterno, como bien dice Pollack, sino
que en el espacio subalterno mismo, este encuadramiento puede surgir tan jerarquizador e impositivo
como desde el espacio oficial. De ahí nuestra negativa a usar un término como encuadramiento para
reflexionar la dimensión de la sordura, la cual se inserta en la diagonalidad oblicua de cualquier dimensión
social de modo pasivo y activo. No obstante, asumimos la idea de Pollack de que existe un trabajo de
memoria, y que este es indisociable de la organización social de la vida. ibid. Pág. 29 -31.
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Pero nuevamente la derrota: la rebelión fracasa y todos terminan sumergidos en un
aura de vergüenza inevitable. La sordura impone su propia cualidad, la de ser hecha
solo para ella misma, una forma vacía y homogénea, sin salida, absurda en sí, pero de
un absurdo activo, dominante y excluyente.
Ahora bien hay que dejar en claro que Oe, al criticar esta dimensión cerrada de la
colectividad, la cual mantiene un vínculo cerrado con su tradición o cotidianeidad, no
deja tampoco de ser crítico con la intromisión cerrada de la modernidad y el
capitalismo. Una intromisión impositiva y utilitaria, la cual cosifica la simbólica
tradicional y la ahoga. En ese sentido, la sordura desde la modernidad cerrada
anquilosa las formas tradicionales, pero cambia las funciones sociales, o por otro lado,
transforma las formas tradicionales pero anquilosa las funciones jerárquicas15. La
modernidad que llega al pueblo mantiene las dimensiones de poder que se ejercen
dentro de él, y somete al mismo de manera externa a su dominio. De hecho, podemos
decir que esta externalidad es leída y sentida por los pobladores, no obstante, el modo
como interpretan a la misma sigue infectada por la sordura de su memoria, la cual se
retroalimenta desde esta modernidad cerrada y unilateral.
Sin embargo, Oe, deja fluir al silencio, le da ese lugar abarcador que le es propio. Un
silencio que como nos dice Bachelard le va a permitir integrar la lógica de traicionar
ambiguamente a los fantasmas del pasado para poder seguir viviendo16. Y para
interpretar esto y concluir nuestra reflexión, debemos retornar a la imagen
metafórica que representa el desentrañar el pasado con el fin de reubicar nuestra
interpretación del mundo. Oe cierra el libro con una idea poderosa: lo incompleto late
en el fondo de lo personal, tradicional, moderno o histórico, y late especialmente en
aquello que supuestamente, y desde ellos, está del todo dicho y tiene una forma ya
dada. La casa de los Nedokoro, representante del último bastión significativo de la
historia del pueblo, es destruida por el dueño del supermercado: los fantasmas
desenterrados de dicha destrucción, son fantasmas de la memoria que permiten
traicionar a los fantasmas personales, pero también a los fantasmas colectivos o
modernos cuyo medio de encarnación es la sordura. Para esto debemos entender que
el sentido de esta metáfora ya no es entonces solo la de ejemplificar la derrota de
Mitsu, sino, nos muestra que esta derrota personal se funda esencialmente en una
derrota general: el silencio de la Historia sobrepasa a Mitsu y envuelve a todos los que
lo rodean, los abarca y manifiesta que sus fracasos ya no se pueden entender bajo la
luz absoluta del personaje central, sino bajo la luz paradójica de la derrota de dicha
luz excluyente. Esta derrota se ubica en la dimensión del silencio, y por ende adquiere
otro tipo de claridad: en ella, las incapacidades expulsadas desde la sordura, se
muestran como posibilidades, como nuevos comienzos, como oportunidad de renovar
vínculos o reformular el modo en que miramos y hacemos el mundo, tanto desde el
15 Cohen, Abner, Antropología Política: el análisis del simbolismo en las relaciones de poder. En La
Antropología Política. Ed. Anagrama. 1979. Barcelona. 16 Bachelard Gastón, la intuición del instante. Instante Poético e instante metafísico. Ed. FCE. 1987. México.
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plano personal como en el colectivo. Estas posibilidades no significan que la sordura
sea absolutamente derrotada, no, pues Oe nos muestra cómo sigue instalada en la
comunidad, por medio de la modernidad cerrada o la jerarquía tradicional; no
obstante, nos permite entender que la sordura no es el único camino de comprender y
asumir futuras prácticas organizadas desde la memoria, pues la memoria nace y se
mantiene en procesos de construcción permanente, desde los cuales su sentido y su
práctica laten constantemente abiertos y en lucha, tanto, dentro de dimensiones de
sordura, a las cuales debemos intentar sobreponernos, como desde campos
necesarios de diálogo17.
Kenzaburo Oe, nos entrega una novela cuya carga metafórica lleva a redefinir el
modo en que la memoria articula y se articula en el plano social y personal,
manifestándonos que la identidad y la praxis social, ya sea nacional, regional,
espiritual o individual, se configura en función de una constante reconstrucción de
nuestras incapacidades y límites, luego de haberlas entendido como constitutivas,
pero no con el fin de poner énfasis en sus lados negativos, sino todo lo contrario,
convirtiendo esta negatividad en algo positivo, en una cualidad capaz de abrirnos a
nuevos contextos, personas, historias y oportunidades.
Así, Oe, en su novela, deja al final que el silencio termine por consumir en su llama
todos esos muros imposibles de diálogo y práctica, todas esas supuestas
determinaciones absolutas y totales, sumergiéndonos en la posibilidad de una danza
renovada, la cual, en su movimiento incompleto y perpetuo, mantendrá encendida el
fuego de la esperanza…
Bibliografía Bachelard, Gastón La intuición del instante. Instante Poético e instante metafísico.
Ed. FCE. 1987. México.
Cohen, Abner Antropología Política: el análisis del simbolismo en las
relaciones de poder. En La Antropología Política. Ed. Anagrama.
Barcelona. 1979
Gadamer, Hans-Georg La voz y el lenguaje, en : Arte y Verdad de la palabra. Ed.
Paidos. España 1998. Pág. 65.
17 De hecho estos diálogos solo pueden ser sostenidos si es que entendemos que en el plano de las redes
sociosimbólicas, las cuales articulan las formas de entender, interpretar y practicar el mundo, el aspecto
simbólico del diálogo solo forma parte de una dimensión que incluye aspectos materiales y organizativos
determinados (social): posibilidades políticas, infraestructura, educación, economía, etc. Es decir, el
diálogo solo puede ser diálogo si es que puede contener esta doble dimensión, la cual verdaderamente nos
puede dar una superación de la sordura.
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Heidegger, Martin. Caminos del Bosque. Ed. Alianza. 2000. España.
Oe, Kenzaburo El grito silencioso. Traducción de Miguel Wandenbergh. Ed. Sol
90. 2003. Barcelona.
Pollak, Michael Memoria, olvido y silencio. La producción social de identidades
frente a situaciones límites. Ed. Margen. 2006. Argentina
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Ricoeur, Paul La Memoria, La Historia y el olvido. Ed FCE. 2004. Argentina.
Wandenfels, Bernhard De Husserl a Derrida. Introducción a la fenomenología. Ed.
Paidós.1997. España.
Wandenbergh, Miguel Diario 16 (14 abril 1995), obtenido de
http://es.wikipedia.org/wiki/El_grito_silencioso_(novela)
Zizek, Slavoj El sublime objeto de la ideología. Ed. S XXI. 2003. Argentina.
Cómo citar este artículo: Zúñiga Lossio, Mario. Los gritos de la memoria. Acerca de la memoria, el silencio y la sordura
en la novela de Kenzaburo Oe: El grito silencioso. Revista Electrónica Construyendo Nuestra
Interculturalidad, Año 5, Nº5, vol. 4: 1-14. 2009. Disponible en: http://www.interculturalidad.org/numero05/docs/0304-Los_gritos_de_la_memoria-Zuñiga,Mario.pdf.