Reencarnacin? n c a s o p r o d i g i o s o d e p r e c o c i d a d

BeethoTCn

nidad. El caso de Mozart, cinco aos daba, un ooneieito na vuelto a'repetirse, hoy no se puede predecir si se trata de un genio en cieme8;_pero por el momento asombra el espectculo de vm pebete poco ms alto que el ta-burete sobre el cual se asienta, inter-pretando en el piano con desconcertan-te seguridad, maestra y sentimiento a ios mejores autores clsicos.

El nio Pedro Mazzini, cuenta aho-ra cinco aos y medio, un ao atrs no saba lo que era una nota, pero ya re-velaba hallarse dotado de un gran sen-tido musical. A los tres aos cant ante el tenor Bonci, un trozo de pera con tan perfecta entonacin que dej at-nito al lamoso artista.

Apenas iniciado en el estudio del pia-no, en pocas semanas aprendi todo aquello que por regla general exige muchos aos de Conservatorio en for-ma t a l que la maestra estupefacta hu-bo de confesarse vencida y declar no poder ensea re ms, pues el miniisoulo

Aprehender es recordar, sentenci un filsofo griego y apoyndose en olio teso-fos y espiritistas sostienen que el genio innato no es otra cosa que la i-eencama-cin do espri-tus adelanta-dos, fenmeno que se verifica constantemen-te, y al que se debe el progre-so de la huma

que a los

mes

alumno era capaz de lia mar al orden a su profe-sora y repnjcbarla cuando se equivocaba en lo ms mnimo.

ya estudiaba slo las ms difciles parti-turas y no des-cansaba ha.s-ta saberlas de m e m o r i a , y poco despus c o m p a a b a

en el piano Betboven?

Ketro Massinl

, . la mam, 1 a distin-guida soprano Carla Benassi, espec-tculo conmovedor que enterneca al ptblico.

A primera vista Pedro Mazzin es un nio como cualquier otro, vivara-cho, juguetn, grita, corre, salta y son-re con la atrayente y picaresca sonrisa que nuestro grabado reproduce. Pero cuando el nio se ve ante ol piano se transfigura, como por encanto aparece el artista, en cuyo rostro se reflejan las emociones que leembargan.v transmita a los f-spectadorea sus estados de alma csclaviziindolcs con BU arte apasionado.

Es increiblo a no verlo, cmo aque-llas manitas pueden realizar tales pro-digios de tcnica. Los maestros que le han visto dicen que sus facciones re-cuerdan a las de Beethoven, y, en efecto, comparando las dos fotografas que reproducimos, la mascarilla del c-lebre maestro alemn y el retrato del nio, nuestros lectores podrn compro-bar la exactitud de la afirmacin.

Por fin de estacin LIQUIDAMOS

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