dossier 010 - napoleon en egipto

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7/24/2019 Dossier 010 - Napoleon en Egipto http://slidepdf.com/reader/full/dossier-010-napoleon-en-egipto 1/24 Lucha por el dominio mundial Rosario la lbme Solo fue un sueño J~lio il Pecharromdn La espada y la ciencia Soba Abbozcd Haggar oscientos años nos contemplan l Ángel Elvira En julio de 1798 Napoleón Bonaparte desembarcó en Egipto al frente de un ejército que el 21 de julio a la vista de las Pirámides destrozaba a los mamelucos entraba en El Cairo. La expedición se convirtió pronto en un stiplicio para Napoleón: su flota fue batida en Abukir y su ejército en un intento de alcanzar la India frenado en San Juan de Acre viéndose obligado a regresar a Egipto. Hace dos siglos el 23 de agosto de 1799 se embarcó en secreto hacia Francia dejando a su ejército al mando de Kléber. La expedición napoleónica a Egipto constituye una extraordinaria aventura militar y sobre todo científica y culhiral: Europa redescubrió Egipto y aquel Egipto medieval contempló atónito el avance científico europeo

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7/24/2019 Dossier 010 - Napoleon en Egipto

http://slidepdf.com/reader/full/dossier-010-napoleon-en-egipto 1/24

Lucha

por

el

dominio

mundial

Rosario la lbme

Solo fue un

sueño

J ~ l i o ilPecharromdn

La

espada

y

la

ciencia

Soba Abbozcd Haggar

oscientos

años nos

contemplan

l

Ángel Elvira

En julio de 1798 Napoleón Bonaparte desembarcó en Egipto al

frente de un ejército que el

21

de julio a la vista de las

Pirámides destrozaba a los mamelucos entraba en El Cairo. La

expedición se convirtió pronto en un stiplicio para Napoleón: su

flota fue batida en Abukir y su ejército en un intento de

alcanzar la India frenado en San Juan de Acre viéndose

obligado a regresar a Egipto. Hace dos siglos

el 23

de agosto

de 1799 se embarcó en secreto hacia Francia dejando a su

ejército al mando de Kléber. La expedición napoleónica

a

Egipto

constituye una

extraordinaria aventura militar

y

sobre todo

científica

y

culhiral: Europa redescubrió Egipto

y

aquel Egipto

medieval contempló atónito el avance científico europeo

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  OSSIER

Lucha

por el

dominio

mundial

Para terminar con el progresivo dominio comercial inglés

Francia proyectó invadir

l s

Islas pero Napoleón no quiso

arriesgar su prestigio en una empresa demasiado azarosa.

Prefirió el ataque a los

htexeses

b_ r iWcospor

su

retaguardia:Egipto

Rosario de la Torre del Río

Profeswa de Historia ontemporánea

Universidad omplutense de Madrid

TRAS DE LA EXPEDIC16N A EGIPTO

que en 1798 protagonizó Napoleón

Bonaparte se encontraba la dificultad

que tenía Francia para imponer su vo-

luntad a Inglaterra. Fracasadas las negociaciones

directas con Londres para que aceptase los plan-

teamientos franceses el Directorio volvió una vez

más. a considerar la idea de una invasión de las 1s-

las a través del canal de la Mancha. Pero el gene-

ral Bonaparte comandante en jefe del ejército que

debía realizar el asalto prefirió no sacrificar su po-

pularidad en una empresa tan incierta. Con la in-

vasión descartada y sin que diesen resultado ni la

subversión revolucionaria ni las acciones contra el

comercio británico se fue abriendo paso la mucho

más atractiva idea de socavar la decisión y la capa-

cidad británicas apoderándose de Egipto y amena-

zando la ruta de la India.

Las viejas raíces de un antagonismo

El enfrentamientode Francia e Inglaterra no era

nuevo; hundía sus raíces en la historia del sistema

europeo de Estados. Francia se había enfrentado

con éxito a la hegemonía de la Casa de Austria.

Frente a las pretensiones de los Habsburgo de res-

taurar un poder que habían ligado a la causa de la

Contrarreforma Francia había opuesto la teoría del

equilibrio europeo y sus alianzas con las potencias

protestantes. Pero aunque logró erigir un siglo de

hegemonía sobre las ruinas del Imperio espaiiol el

conflicto favoreció el desarrollo del poder de otros

Estados europeos. En 1715 Francia mantenía sus

fronteras pero lo hacía en una Europa en que otros

Estados -Inglaterra y Rusia en particular- habían

progresado considerablemente.

En el siglo XVIII los objetivos y los medios de la

política internacional no eran muy distintos de los

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que habían predominado en los siglos precedentes.

Izquierda.

Napoleón

Aunque una línea de pensamiento profundamente

acomieaux,dei

ilustrado rechazase la guerra y proclamase las ven- sig~oxor@or

tajas del arbitraje y del respeto al derecho de gen- inpres M- de

tes, la diplomacia seguía siendo el instrumento de eueja).

una política esencialmente agresiva: preparaba la Arriba.

Batallade

l s

guerra y permitía a los dirigentes negociar l paz ~iiamiaes col

con el mayor beneficio posible.

part.,m .

bajo

La razón de Estado lo excusaba todo y, en la lu- g e n d ~ o r e a o ,efe

cha sin piedad por la hegemonía, el único límite d e l o ~ @ ~ t o s

era el interés nacional. La principal diferencia con francesesdei~orte

los siglos anteriores residía en el hecho de que el M.ME . ~añs .

dominio del continente europeo ya

no se lo disputaban únicamente la

Casa de Austria y Francia, sino cua-

tro o cinco grandes Monarquías que

se equilibraban entre sí. Aunque la

existencia de varios Estados podero-

sos no permitiese a ninguno de ellos

aspirar a dominar a los demás, nin-

guno había renunciado por ello a ex-

tender su poder. Solamente admití-

an que todo crecimiento de su pro-

pia potencia debía ir acompañadode

un crecimientoequivalente de la po-

tencia de sus vecinos. El equilibrio

de poder de los grandes se asentaba

así en un engrasado sistema de re-

parto del que eran víctimas los más

dbbiles.

La evolución de las relaciones exteriores de las

grandes potencias tenía que ver también con la cre-

ciente importancia de los intereses económicos y

de los imperialismoscoloniales en el juego interna-

cional. Inglaterra defendía con ahínco el manteni-

miento del equilibrio de poder en el continente eu-

ropeo, en la confianza de que era el mejor medio

para mantener su supremacía comercial. Su deter-

minación a la hora de afianzar su dominio sobre los

mares, asegurar la explotación del Imperio colonial

hispano y apoderarse de Canada y de la India tenía

ese sentido. Pero la determinación de Inglaterra tu-

vo que hacer frente a serias dificultades proceden-

tes de las reacciones de Francia

y

Espaiia -dos im-

portantes potencias marítimas-, de la inestabilidad

y debilidad de las alianzas europeas y de la revuel-

ta de alguna de sus colonias.

Las Guerras de Sucesión de Polonia 1733-

1738) y de Austria 1740-17481, la Guerra de los

Siete Años 1756-1763)

y

la Guerra de Indepen-

dencia de los Estados Unidos 1775-1783) trasto-

caron alianzas y fueron alterando el equilibrio de

poder en Europa, en America y en Asia. Así, el con-

flicto de Inglaterra con las otras potencias maríti-

mas, que atraviesa todo el siglo XVIII, transformó el

sistema de Estados fortaleciendo la multipolaridad

del poder europeo y la hegemonía británica. Por

esas mismas fechas, los fabricantes

y

comerciantes

franceses eran especialmente conscientes de que

Inglaterra marcaba, en su beneficio, los limites de

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un juego económico que conducía a la eliminación M a ,

neadadel

fronteras de la nueva Francia en los Pirineos, los

pura y dura de la competencia francesa. ej&dtofran&en mares, el Rin

y

los Alpes.

n&~fn(~~tampude

Frente a una Francia que extendía sus fronteras,

La política de conquistas de la

spinal

OL

m

la Europa continental se mostró profundamente sa-

Revolución Madrid . Abajo,

cudida por el doble conflicto al que tenía que ha-

No existe continuidad entre la política exterior w i ~ i a m ~ l t t ( p o r cer frente: el conflicto exteriorque planteaba Fran-

de la Francia del Antiguo Regimen y la que realizó wiuinmaoue cia como Estado expansivo, y el conflicto interior

la Revolucibn. Aunque la Asamblea Constituyente NntlonalPortrnlt que planteaba su contagiosa revoluciónsocial y po-

herede viejas tradiciones pacifistas, en el otoño de M e r y bndres). lítica. Para Inglaterra las cosas eran más sencillas:

1792,

cuando la Revolución sienta su existencia

se trataba de preservar su seguridad nacional; una

amenazada, la Asamblea Legislativa desencadena- seguridad que desde hacía mucho tiempo sus diri-

rla la Cruzada contra los Reyes. La posterior ane- gentes consideraban estrechamente ligada al man-

xión de BBlgica y de la orilla izquierda del Rin no tenimiento del equilibrio entre las potencias conti-

obedeció a las viejas recomendaciones de Riche- nentales. La guerra que los girondinos, el grupo de

lieu sino a la doctrina de las fronteras naturales, La Fayette y la Corte desencadenaron el 20 de abril

una doctrina completamente nueva que respondía de

1792

contra los reyes de Bohemia y Hungría'

a las necesidades de expansión de unas asambleas tendría un efecto multiplicador que no se detendrá

revolucionarias que, discípulas de Rousseau, tuvie- hasta 1815.

ron en cuenta los datos de la naturaleza y fijaron la La guerra contra austriacos y prusianos no fue,

.. ~ - ~ ~-

IIIT8..

Williarn Pitt

110

del

que

habíase~iada

as basesdel Irn- Jorge

m

pvtlr

de 1789

apoyó económica-

penoBrftanco, m 6

i l h

itl

el m

mente a los enemigos

de

la

Pmda revoluciona-

en

1759y

hu shidiate Cambridge,

una

ria en

el

continente. FQ

1793

enmbaó

la

d

ida y

te

irrern

poOtica le

U d

m d6a

de

monarquias

para edmü m

a

Pmcia y

alos

24 años. alouesto demtmermioism en

1799

ofeaniz6 una smmda lina cm

el

mlsmo

fl4* ~~peñó & t e ~ m ~ i b e ~ t t eest

75tEEIh

obra de gobierno

íue

mpüa y dedsiw

6nmteMdelosefeciosdelaGuerrade

I n o I t e a m ~ omzac6n de

l a d e u d a ~ c a y ~ d n € a m i e n t o d e l a s ~ d e l

BS1PdO,

aperiwa

del comercio brit iim al libre

cambio,meforade a d W 6 n

de

apobls66n

r-

l ndesq

cona01 por

el Gobierno del

conwcio

con ks colonias adpaw oordem6n de la

vida

políü*

obligada por

el

proceso

de

demenda

de

h.~&enao un apoyo & los 1~01udon~os

fnoceses a los iodependentistas de

Irlanda,

a p M melmente el levantamiento de

1797-8

y

ptopuso,

en

1800 una Ley

de Unión con la

isla

ia negadvadel Rey a conceder

iguaidad

de dere-

r os a

los mapritdos

cai6lim idandees

hizo

que itldhitie3e de su cargo. Volvió al desempe

ño

del

mismo en

18046 en

plenas Guerras Na-

pleániw

y

organid unaterceracoaüd6n con-

m

Lbnaparte.

Murió

en

1806.

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DOSSIER

n principio demasiado peligrosa para Francia. Ca-

talina II de Rusia aprovechó la confusión para de-

sencadenar el proceso que llevaría -mas t a r d e al

segundo reparto de Polonia; la diplomacia europea

estuvo más pendiente de Varsovia que del Rin. Pe-

ro la conquista francesa de Bélgica y la ejecución

de Luis XVI coaligaron a todas las grandes poten-

cias europeas contra la República Francesa. De

manera muy especial esta ocupación de Bélgica y

la apertura del Escalda a los barcos franceses pro-

vocaron una gran conmoción en Inglaterra.

Uno de los axiomas de la política exterior brita-

nica consideraba intolerable el establecimiento de

una gran potencia en Amberes y Ostende. Por si es-

to fuera poco. los franceses estaban preparando la

ocupación de Holanda y el control de Amsterdam

la primera plaza bancaria del continente. La cre-

ciente influencia política de la Francia revoluciona-

ria ponía en riesgo intereses comerciales e indus-

triales que el Gobierno de Londres consideró que

debía defender con energía.

La Primera Coalición no fue capaz de ahogar la

revolución en Francia. El brutal esfuerzo del Comi-

té de Salvación Pública los éxitos del nuevo Ejér-

cito nacional junto con la decisión de austriacos

prusianos y rusos de concentrarse en el definitivo

reparto de Polonia favorecieron los éxitos de la

Francia revolucionaria y facilitaron

la firma en

1795 de una serie de tratados de paz que retira-

ron de la contienda a prusianos holandeses y es-

pañoles.

Los tratados de 1795 rompieron la coalición eu-

ropea pero no pusieron fin a la guerra; ni Austria n i

Inglaterra aceptaron las conquistas francesas en el

Rin. El Gobierno del Directorio sin recursos para

hacer la guerra de otra manera dejó que sus ejér-

citos vivieran a costa de los territorios que ocupa-

ban y aceptó que el botín de guerra remediase el

incontrolable déficit de la República. Esta decisión

permitiría que los generales disefiasen su propia

política que el poder militar terminase suplantan-

do al civil.

onaparte desvía la política exterior

francesa

En 1796 el Directorio diseñó un vasto plan con-

tra Austria; los dos ejércitos mejor equipados al

mando de los generales Jourdan y Moreau debían

marchar directamente hacia Viena para imponer los

cambios en el Rin; un tercero y peor equipado al

mando del general Scherer debía atraer hacia el

Norte de Italia a una parte de las tropas austriacas.

Pero este proyecto naufragó estrepitosamente. El

joven general Bonaparte obtuvo gracias al apoyo de

Barras el puesto de Scherer y el ejército de Italia

avanzó de éxito en éxito gracias al genio militar de

su comandante en jefe mientras los dos ejércitos

principales de la campaña no lograban sus objeti-

vos. De manera casi inmediata el ejército victorio-

so dejó de ser un instrumentode la política exterior

del Directorio. Mientras realizaba masivos envíos de

obras de arte y de dinero a París Bonaparte si-

guiendo una política estrictamente personal fue

~ 1796

NapoIsóncms dó

elm ndo de

un--,elde1t*amel

q u e ~ t i i l e s é x i t 6 ~ q u e

d e s v i ó l a ~ d e l a p o * a v t e r l o r

desplegada

por

Pranda

e e

1792

a

Tiinidad

RepubUcnol

aUrar ewbel

y

la

iévelü e-

Leplurr- vuicedor

el golpe

Estado

del

18

FmctiQr

4 9 1797

B.Nadonai

París .

transformando la realidad de todo el Norte de Italia.

Austria estaba ante el dilema de elegir entre

continuar una guerra incierta o aceptar la pérdida

de Bélgica y Lombardía a cambio de las sustan-

ciosas compensaciones que le ofrecía Bonaparte a

costa de la destrucción de la República de Venecia.

optó por lo segundo. El general instalado cerca

de Milan dominaba la situación mientras en París

el golpe de Estado de Fructidor rompía las nego-

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ciaciones entre el Directorio y el Gobierno británico

para establecer un acuerdo general que pusiera fin

a la guerra. El tratado de paz con Austria firmado

en Campoformio 17.10.1797) sancionó la nueva

situación creada por las victorias de Bonaparte y

llevó la frontera de Francia hasta las islas Jónicas,

en mitad del Mediterráneo. Con ello, en 1797, Na-

poleón Bonaparte desviaba la política exterior de

Francia inaugurada en 1792.

Ya no se trataba de sobrepasar las fronteras na-

turales para garantizar su conse~ación, ino de una

política personal, independiente de la del Directo-

rio; una política que finalmente no tendría nada

que ver ni con la voluntad popular n i con las tradi-

ciones de la nación; una política que no se dejaba

encerrar en límites precisos, que no seguía ningún

esquema definido y que se explica en último lugar

por la imaginación pujante de su autor, por su exas-

perada necesidad de gloria y por el inagotable di-

namismo de su temperamento.

En Campoformio, Francia había firmado la paz

con las potencias continentales, pero continuaba la

guerra con Inglaterra, la potencia insular contra la

que no podía enviar fácilmente un ejército, la

m

derna Cartago, cuya vida econdmica dependía del

comercio, la exportacióny el crédito, contra la que

venía desarrollando una guerra económica, un blo-

queo continentalque no había logrado su claudica-

ción.

El Directorio pensó en imponerse con un desem-

barco de tropas francesas en las costas británicas y

nombró al general Bonaparte comandante en jefe

del Ejército de Inglaterra. Después de una breve

inspección de las costas. Bonaparte renunció a la

invasión y propuso al Gobierno la conquista de

Arriba

Napoleón,

ven en üvo

dl4deepaode

1797

detalle,

porB

pm

u seo de

Vasanes .

Abajo, Pnbb

1

de

RlMla@ostalde

comle~=

de siglo,

m art. Dladrid>

Egipto, territorio vasallo del Imperio Otomano y, a

su juicio, llave de la ruta británica a la India. La

idea pudo serle sugertda por Charles Maurice de Ta-

Ileyrand, ministro de Asuntos Exteriores del Direc-

torio desde 1897, que la apoyó con entusiasmo,

posiblemente para neutralizar el mucho más peli-

groso proyecto de un ataque directo a las islas Bri-

tánicas.

El sentido de la expedición

a

Egipto

La historiografía se pregunta todavía si la expe-

dición de Bonaparte a Egipto buscaba realmente

amenazar a los británicos en la lndia y si constitu-

yó una verdadera amenaza para su poder en Asia.

Los autores que consideran que la expedición ame-

nazó genuinamente a la lndia británica argumentan

que los franceses pudieron haber avanzado sobre la

lndia desde Egipto, y que éste pudo convertirse en

la base de un posterior dominio francés del mundo

árabe, lo que hubiese amenazado las rutas de la In-

dia, a pesar del dominio británico de los mares.

Aunque para los historiadores sea siempre com-

plicado debatir sobre lo que pudo ser y no fue. el

planteamiento es discutible, aunque parezca corro-

borarlo el hecho de que los británicos extremasen

su control sobre la India, lo que podría significar

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  OSSIER

ue se tomaron muy en serio la amenaza. Sin em-

bargo, Arthur Wellesley, comandante en jefe del

ejército británico en la zona. siempre consideró que

la posición francesa en Egipto era demasiado débil

e insegura como para poner en peligro el poder bri-

tánico en la India o Dara servir de base oara otras

conquistas. Otra

c o i es que aprovecha la expe-

dición para fortalecer su posición.

En cualquier caso, otros propósitos fueron igual-

mente importantes. El Directoriodeseaba ver al po-

deroM e incontrolable Bonaparte lejos de Francia y

el ambicioso general, que deseaba romper su exas-

perante inactividad, esperaba que el Gobierno del

Directorio se agotase en su ausencia. Además, la

expedición tenia un gran atractivo para un hombre

con el sentido del destino y con la ambición de

emular a los héroes de la AntigOedad que tenla Na-

poleón. Establecidas las primeras piedras de su

personal camino hacia Oriente en las islas Jónicas

y en la Albania veneciana, ahora le esperaba el an-

tiguo, misterioso y vulnerable Egipto.

Talleyrand afiadió objetivos a la empresa y argu-

mentó que Egipto podía reemplazar las colonias

perdidas por Francia en terminos de beneficios co-

loniales, desarrollo marftimo comercial. prestigio

Puís .

Ccntm la

=-w de

a

sus

mldndos

en

la

mtauadelns

Pkaukks

~ I a ~ o s

mlltUIlpInnInn

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WW .

j o j q

a

BraPUndeh.8

<gnbPQ

aputlrdeiin

ciudrode

hunue fu

tbu@wd

.btlu 1899

internacional y moral interna. El Levante -y espe-

cialmente Egipto- era un área de tradicional in-

fluencia comercial francesa, en la que todavla no

habían penetrado los británicos, y estaba fácilmen-

te conectada con Francia a travbs del Mediterráneo.

Talleyrand pudo haber esperado que Francia se ex-

pandiera por alll sin chocar directamente con In-

glaterra, evitando as( acciones mucho mas peligro-

sas en Europa. Sin embargo, conviene no fiarse de-

masiado de los planteamientos excesivamente ra-

cionalista~.Posiblemente, la expedición fue sobre

todo el impulso agresivo de un Gobierno dBbil y di-

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vidido -más por razones in-

ternas que exterior rea li-

zado sin cálculos serios sobre

sus posibilidades y probables

n

famiLia

aristocráticaque

le destinó a

la

vi calizadón revolucionaria

de

Robesplm, viden

resultados. daeclesiástica.nació en 1754. G m ibari- do en in nern v Estados Unidos. En 1797. con

La

Segunda Coalición

el fortalecimiento del

mperio Británico

La expedición a Egipto y el rado y parodario de una rnonarquia consüincin-

Consulado

y

del Impeao.Dimiti6 de

su

cargo en

enfrentamiento directo con el nal, apoyó los principios

de

la Rmlnción.

P d

1807 y

pasó

a convertirse en c a k

e la

oposi-

Imperio Otomano se afiadió a dente de la Asamblea Constiiuyente n 1790 dón al Emperador. Contdbnyó a la restauradón

la política europea de propa-

aprobó la nacionalización

de

los bienes de laigle

borbónlca de 1814 y fue ministro

de

Luis

ganda revolucionaria y ane- sia

y

su somaimiento l

Enado,

lo que le

valió

la q m t 6 muy hábilmente a

Francia

en

el

Con-

xiones que las viejas Monar- excomnnlónpapa1 y decidió su s c o h h i ó n . p o d e

V m

apoyó aRevolud60de 1830 que

quías no estaban dispuestas

a tolerar. Inglaterra no per-

manecería mucho tiempo so-

la frente al Directorio. En

efecto, poco después de que,

el de agosto de 1798, la

flota del almirante británico Horatio Nelson destru- sición exterior estabilizada, desde la

yese la flota expedicionariafrancesa en la bahía de que actuaría con energía Bonaparte,

Abukir, junto a Alejandría, cortando las comunica- convertido en Primer Cónsul tras

ciones del cuerpo expedicionario con su base y blo- abandonar a su suerte al ejército de

queando así en Egipto al general Bonaparte y al Egipto.

mejor ejército francés. la Casa de Austria, sin en- Pero si, en el continente europeo, el

trar oficialmente en guerra, dejó que tropas rusas Gobierno del Directorio pareció capaz

atravesasen sus territorios para combatir a Francia. de neutralizar los efectos contrapro-

Pablo 1 zar de Rusia desde 1796 muy hostil a ducentes de la expedición a Egipto,

la Revolución y muy preocupado por la ocupación no ocurrió lo mismo ni en India ni en

francesa de las islas Jónicas, consideró intolerable

los espacios de las grandes rutas ma-

la conquista de Malta realizada por el ejército ex-

rítimas. El comandante en jefe de las

pedicionario de Bonaparte y favoreció una estrecha

tropas de la Compañia Británica de

alianza con el Gobierno británico de Pitt, el canci- las Indias Orientales, Arthur Welles-

ller austriaco Thugut, los Borbones de Nápoles y el ley, apoyado por su hermano Richard,

Gobierno del sultán otomano. m

alleyrand,

gobernador general. y por Henry Dundas, presiden-

El frente militar se extendió desde Holanda al

aihzadelapoiítlen

te de la Junta de Control de Londres, aprovechó el

Sur de Italia; las tropas del Directorio encajaron

-francesa

hipotético peligro de la acción francesa sobre Egip-

importantesfracasos y se vieron obligadas a reple- mirame

to para desencadenar una poderosa campana con-

garse. Pero las serias diferencias diplomáticas y s i @ ~ . ~ o , tra los dos únicos Estados indios que. tras el co-

militares entre rusos y austriacos facilitarían poco M I I X U W ~ ,

lapso del Imperio Mogol, podrían haber articulado

después la recuperación de las posiciones perdi- +

la resistencia local contra la formidable expansión

das por Francia. Así, en el otono de 1799, el Di- w U

de la Compafila: el Mysore de Tipu Sultán y la Con-

rectorio haría frente a su crisis interna con una po-

federación Maratha.

Las victorias de Welleslev. si bien no terminaron

n

a India

donde

~ e a e d e y i m ~ l a

El C

definitivamente con todo lóque podía oponerse al

control de India, establecieron la hegemonía britá-

nica de manera amplia y y embarca-

ron a Inglaterra en el Gran Juego de Asia, un de-

rroche de energías para mantener la seguridad de

las tierras y de las rutas de la lndia frente a cual-

quier competidor, una política que competía con el

Gran Juego de América y que estaba a punto de

eclipsarlo.

Mientras los ingleses aprovechaban para apode-

rarse de la mayor parte de las colonias francesas y

holandesas, en Egipto, el ejército expedicionario

francés, desmoralizado por el abandono de su pri-

mer comandante en jefe

y

el asesinato de su susti-

tuto, capitulaba, en el verano de 1801, ante un

Jue s od

ejbrcito británico desembarcado en Abukir, entre

tras cosas, paro conseguar su repatriación.

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Tras

la la gloria

de

Alejandro

Na-

poleón acometió

la

expedición

a

Egipto en la que su genio militar

ominó

as batallas campales pero

Nelson -dueño del Mediterránem-

le aisló en Oriente

Julio Gil

Pechanomdn

~apokón

n

Pmfecor de

Historia

Contempofinea arallrdelns

UNED Madrid

- enbnQ

U s i e b x Q

1 9 DE MAYO DE 1798 UNA GRAN coíecciónpiutlciilpr

flota integrada por 1 3 buques de línea y RUY, .

mhs de trescientas fragatas. corbetas y

navíos de transporte de todo tipo aguar-

daba en el puerto de

Tolón en el Sur de Francia la

llegada del dominador de Italia Napoleón Bona-

parte. Con 81 partían a la conquista de Egipto los

mas famosos generales del Ejercito francés: Kleber

Berthier. Lannes Murat Desaix Dugua o Reyner.

Encabezaban un ejército de 32.300 hombres ve-

teranos seleccionados bien surtidos de municio-

nes. artilleria caballos. viveres y todo tipo de rna-

terial necesario para una rdpida campaña militar. A

bordo se encontraba tambien un grupo de

75

in-

genieros y cientlficos -o sabios como se les deno-

minaba popularmente como el geólogo Dolomieu

el químico Cornte el naturalista Saint-Hilaire o los

medicos Larrey y Desgenettes cargados de libros?

de instrumental científico a quienes Bonaparte ha-

bla encomendado la tarea de estudiar y civiliIar las

tierras que conquistaran sus tropas.

A media matiana con Napolebn y su sequito ins-

talados en el Orient el buque insignia del almiran-

te Francois-Paul Brueys dlAigalliers la flota se hizo

a la vela rumbo a Levante. Comenzaba

así una ex-

traña aventura. con la que el Directorio aspiraba a

poner contra las cuerdas a su rival la Gran Breta-

Tia. y a dar un largo trabajo al inquieto Bonaparte

lejos de los círculos de la política parisina.

l ratón y el gato

El destino del ejercito de Napolebn era un se

creto bien guardado. En París se especulaba con

que la flota se dirigla a Sicilia posesión de los Bor-

bones napolitanos aliados de Inglaterra. Más tarde

los peribdicos informaron de que el destino era Ir-

landa e incluso dieron la noticia de que el desem-

barco habla tenido exito. El espionaje brithnico es-

taba desconcertado y en Londres el Almirantazgo

carecía de noticias fidedignas. Estas comenzaron a

llegar a partir del 9 de junio. Ese día los franceses

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7/24/2019 Dossier 010 - Napoleon en Egipto

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5 23 8.

1799 Bonaoarte

tomaron Malta, gobernada por los caballeros de la

Orden de San Juan, prácticamente sin resistencia.

Tras descansar de una semana, la expedición se hi-

zo nuevamente a la mar, rumbo a Egipto.

Hasta ese momento, la Escuadra británica del

Mediterráneo, fondeada en Gibraltar, había visto su

actividad paralizada por todo tipo de rumores y,

más tarde, por una violenta tormenta que dispersó

sus barcos. Pero la noticia de la ocupaci6n de Mal-

ta permitió al almirante Horatio Nelson localizar al

enemigo

y

partir inmediatamente rumbo al Este.

Navegando

a

gran velocidad, la escuadra británi-

ca rebas6 a la francesa durante la noche a la altu-

ra de Creta. Cuando amaneci6, las dos formaciones

ya estaban fuera del alcance de la vista. Conscien-

te de lo vital que resultaba la ruta de la India, Nel-

son estaba convencido de que el destino de Bona-

parte era Egipto, ~iero, l no hallar a los franceses

en Alejandría, supuso que se diriglan hacia otros

puntos de importancia estrategica. Durante sema-

nas, la escuadra británica recorrió el Mediterráneo,

tocando en posibles obje tivos del desembarco, des-

de Siracusa hasta Morea.

Mientras tanto, la fuerza expedicionaria francesa

completaba su viaje. El

27

de junio, avistó la cos-

ta

egipcia en Marabli, cerca de Alejandría. Napo-

león veía cercano el comienzo de su gran sueno:

6

asesina

a

Klkber

conquistaría Oriente al frente de sus tropas, exten-

derla por el mundo musulmán las conquistas civi li-

zadoras de la Revolución

y

emularía la gloria de

Alejandro Magno llegando hasta la India.

El Egipto mameluco

La situaci6n que encontraron los franceses no se

diferenciaba mucho de la que habían hallado los

conquistadores turcos tres siglos antes. Egipto era

gobernado por la aristocracia mameluca, en norn-

bre del sultán de Constantinopla. Los mamelucos,

en su mayoría guerreros de origen caucásico que

habían llegado a Egipto como esclavos, se habían

hecho con el poder en fecha tan lejana como 1250

y, pese a la dom inación otomana, conservaban in-

tacto su control sobre la masa de artesanos y cam-

pesinos pobres. El país estaba dividido en 2 4 pro-

vincias, gobernadas por beyes mamelucos, nueve

de los cuales integraban el Consejo de Gobierno o

Diwan formalmente subordinado al gobernador tur-

co pachá) de El Cairo. Cuando lleg6 Napoleón, el

autentico poder era ejercido por dos emires mame-

lucos: Ibrahim, máximo responsable político , y Mu-

rad, comandante en jefe del Ejercito y encargado

de organizar las peregrinaciones a La Meca.

La egipcia era una sociedad etnicamente com-

pleja, que se desenvolvía bajo un orden social de

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  OSSIER

orte medieval. En lo alto de

la pirámide se encontraban

los mamelucos, quizás unos

doce mil en esta Bpoca, orga-

nizados en casas o clanes.

Obligados a consenrar su nú-

mero para mantener su fuer-

za, seguían importando cada

afio centenares de jóvenes es-

clavos del Cáucaso y el mar

Negro, que recibían una cui-

dadosa formación militar y

servían lealmente a sus patro-

nos. Un cierto número de tur-

cos, encabezados por el pa-

chá

otomano, residía en El

Cairo. ocupándose de la admi-

nistración y de las finanzas.

La mayor parte de la pobla-

ción, unos dos millones de

personas. era de árabes se-

dentarios, musulmanes, que

vivían en las ciudades o en las

tierras húmedas del Delta y

del valle del Nilo. Los coptos,

la población nativa de religión

cristiana, suponían aproxima-

damente el diez por ciento del total. En el desierto.

a ambos lados del río, había algunas tribus nóma-

das, que vivlan del pastoreo, el pillaje y la organi-

zación de las caravanas que permitlan el comercio

entre los centros urbanos del Nilo los mercados

del mar Rojo y el Sudán.

Pese al ~nterés ue siempre habían mostrado los

sultanes turcos por controlar una de las provincias

más ricas de su Imperio, a finales del siglo XVlll

Egipto escapaba paulatinamente a su control, y los

notables mamelucos se negaban a pagar los tribu-

sqltln

Napoieón

e biillcrln

nmmek nl

mejordelmondoSl

pidian-

sometidaa la

d i a d p h europen ;

noaamudabmza

de a>mprodm

tos que demandaba Constantinopla. Esta mantenía

una guarnición militar en El Cairo, directamente

dependiente del Gran Visir, y una flota en la rada de

Abukir, cerca de Alejandría, una de las principales

bases navales otomanas en el Mediterráneo. Por su

parte, los mamelucos disponían de su propio ejBr-

cito, mandado por Murad Bey y establecido funda-

mentalmente en la capital

y

en el Bajo Egipto.

El señor del Nilo

El desembarco francés se realizó, sin apenas re-

sistencia, en las proximidades de los tres principa-

les puertos: Alejandría, Damietta y Rosetta. Las t

pas se extendieron con rapidez por la costa. Sólo

dos dlas despuBs, Alejandría caía en su poder sin

lucha. Napoleón, consciente del peligro de que

apareciera en cualquier momento la escuadra de

Nelson, pretendía una ocupación rápida del país,

aue le otorgara una base territorial de suminis-

t'ros. El ejercito se dividió en dos c rpos; uno, al

mando de KIBber, se encargarla de ocupar el Delta

y de brindar protección a la escuadra, fondeada en

Abukir. El grueso de las fuerzas, al mando directo

Los mamelucos eran guerreros

origen caucásico liegad~s Egipto

como esclavos;se

habían alzaclo

con el

poder en el sigloXJii

y

pese

a

ser

feuáatarios Turquía

hm

el poder

efectivoy controlabanel país

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de Bonaparte. avanzaría en dirección a

El Cairo.

La marcha, estorbada por el calor y

las escaramuzas con los pequefios con-

tingentes mamelucos que les flaquea-

ban, fue dura, y los franceses sufrieron

numerosas bajas en su avance hacia el

interior. Lejos de las fronteras patrias, en

cuya defensa llevaban afios combatien-

do, los soldados republicanos no enten-

dían su presencia en el remoto Oriente

africano, n i la misión civilizadora que se

disponían a acometer los sabios que les

acompaiiaban. Pero su progresión era

firme y los beyes mamelucos decidieron

enfrentane abiertamente al invasor an-

tes de aue lleeara a la c a ~ i t a l .

El 2i de iÜlio. a la viSta de las Pirá-

mides, las iropas de Napoleón fueron

atacadas por la caballería ligera mame-

luca, al mando de Murad Bey. Fue una

batalla entre un ejercito medieval -que

se enfrentaba por primera vez a una gue-

rra moderna- y los veteranos que Ileva-

ban afios imponiendo sus tácticas y su

disciplina en los escenarios europeos.

Los franceses formaron en cuadros y de-

sataron un nutrido fuego de caiión y de

fusilería que segó las oleadas de jinetes,

armados con lanzas y espadas.

Tras la victoria, Bonaparte arengó a

sus tropas, pronunciando la famosa fra-

se: 'Soldados, desde lo alto de estas Pi-

rámides, cuarenta siglos de Historia os

I m

contemplan'. El día

25

de julio entró

triunfalmente en El Cairo. m s m l

En los días siguientes, los generales de la Repú- lauik~hnrles

blica completaron la conquista del país. Manou to- De-

a j o ,

m6 el puerto de Rosetta y Desaix persiguió a las de-

nhnlnuite~ebon

rrotadas tropas de Murad Bey, obligándolas a refu-

r s

giarse en el Alto Egipto, desde donde seguirían

apestadbsde~ar~

constituyendo una amenaza. Por su parte, Kléber

htobe j . cms

concluyó rápidamente la ocupación del Delta. En

-ae i ro i~ l r

un mes, Napoleón se había aduefiado de Egipto.

pañs . Napoleón

Los franceses se aplicaron a desarrollar el mo- maeaaoporsus

delo de protectoradoque tan buenos resultados les

soldadosaifermos

daba en Italiay los países renanos. Al entrar en Ale- p r i m ~ ~ , ck~

jandría, Napoleón había lanzado una proclama al

~a~

pueblo, mostrándose respetuoso con el Islam y ani-

y U

  d.

e kS

rnándole a sacudirse la tutela de turcos y mamelu-

abmdm16.

La áerrota.de

Abukir

no desmoralizó

a

Napoleón, que mantuvo abierta su

esperanza en alcanzar

la India,

suponiendo que los turcos no podrían

oponerle resistencia

alguna

en su

avance por el Próximo Oriente

64

s

a aceptar la modernización que traían los

inceses en la punta de sus bayonetas.

Instalado en su lujoso palacio, el general corso

alizaba prácticas de estadista. Se esforzaba por-

convencer a los egipcios de que el final del odiado

regimen de los mamelucos les abría las puertas del

autogobierno y de la modernización, bajo el patro-

cinio de Francia. Las tropas fueron aleccionadas

para que no entraran en las mezquitas y el pillaje

fue duramente castigado. Los sabios franceses

crearon el Instituto de Egipto. con el propósito de

procurar 'el progreso y la propagación de las Luces'

y el estudio de 'los fundamentos naturales, econó-

micos e históricos' del país. Se introdujo el sistema

metrico decimal y una reforma monetaria inspirada

en el modelo francés. El primer periódico local en

lengua arabe, ElCOMOde Egipto, fue fundado pa-

ra transmitir la buena nueva revolucionaria

Pero la población contemplaba a los extranjeros

como infieles que venían a destruir sus tradiciones

religiosas y sociales. En torno a ellos se produjo el

vacío social, que se iría trasformando en franca

hostilidad. El contingente expedicionario dejó de

ser el ejército de liberaciónque pretendía para con-

vertirse en la fuerza de ocupación de un país con-

quistado y hostil. También la elite mameluca, lejos

de agradecer el fin del dominio turco, dio la espal-

da a los invasores, si bien algunos guerreros se alis-

taron como mercenarios en el ejercito francbs, y

más tarde conformarían un exótico cuerpo de la

Guardia Imperial napoleónica.

esastre naval

Mientras Bonaparte consolidaba su dominio

so-

bre Egipto, la flota británica del Mediterráneo por-

fiaba en su búsqueda. Hasta entrado el mes de ju-

lio no le llegaron a Nelson noticias de que el ene-

migo había desembarcado en Alejandría. El almi-

rante partió en su búsqueda. Sabía que sin su es-

cuadra, el ejército expedicionario perdería todo

contacto con la metrópoli y que ello comportaría el

fracaso de la estrategia oriental de Francia. El

1

de

agosto, la escuadra británica descubrió a la france-

sa en la bahía de Abukir. Nelson resolvió atacar de

inmediatoy, aprovechando el deficiente plan de ba-

talla del almirante Brueys.

se

lanzó sobre ella. lo-

grando colocarla entre dos fuegos y destruirla casi

por completo. Napoleón estaba aislado.

Pese al rudo golpe que supuso para su ejército el

desastre de Abukir, Bonaparte no varió sus planes.

"No tenemos flota -escribió- pues bien, ihay que

morir aquí o hacerse grandes como los antiguos

Este acontecimiento nos obliga a hacer grandes co-

sas. las haremos'. Las tropas de tierra, unos trein-

ta mil hombres, estaban casi intactas, y aún no ha-

bía surgido en Egipto una resistencia que merecie-

se tal nombre. Por tanto, podía continuar con su

plan, e invadir Palestina y Siria a fin de cerrar to-

dos los accesos por tierra al mar Rojo. Si todo salía

bien, podría dirigirse luego a la India, a donde con-

fiaba en llegar a finales del invierno de 1800. En

ningún momento consideró que los turcos pudieran

oponer más que una débil resistencia a su avance.

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DOSSIER

a peste

deJaffa

a n d o N + y s u e j e i d l o ~ a J ~ d i I d e m y ~ o l ~ , p

~ n l g o M w c ~ s o ~ d e p e s i e m l a ~ ~ d e ~ d o n d e e J i n

e n f m d a d e r a & I á d l o o i u a g i o a a a i s a d e b ~ q m ~ m

s i i si o s & i a d ~ n e ~ .B L ~ e n t ~ d e l a ~s d d p d o s y d ~ b n i p m & i d l m n s e

m d e e g p t o a l ~ d e l a ~ ~ g i ~ l i ~ ~

días-parwaronvn-

.

.

-&hnopa<pie-la

propggad6adelbroteiriáecdoao.700*IrPa~xhacinnmnebel

c o a v e n t o d e l o s P a d r e s d e ~ ~ ~ 1 S P n L i q m h i e ~ d o e n ~ . Y n o u -

b i a a m á s . A b u i d o & p o r b m o e j * i y p o t e l ~ ~ W , i p t e

t e n i e r o n e l c o n t s g i o , s ó l o h i e m n ~ p o r b m é d k a s y ~

franceies bajo el mando el

dodo

qnhm negrhrm rotuoba

mentequeaqueüohieraiapeste.

BL~Napoieónharlsi$ralasrmfet-

mospunm-a. Talhe

d

oder perJursipo de as

que

mdePbnna las

~ a s q n e s 6 1 o x W 6 l a r e J i d a d d e h p e s t e p l s P d o e v n a s ~ .

Sin

embvgo, elgeneral

tenh

bien Larp la siinaci6ur&d6

oe a

a sus

m s

a los apm&imabmente7M @dosque

le am abm -crmiallems,

c r ia d o s y so ld a d 0 ~ - y ,aia n d o d e c id l6 q u e p w p o d a a ~ ~ s u R c o r -

n o a l p & d e l N i l o , ~ 6 n b P Í a u i i a s 3 0 s d d P d o s ~ ~ ~ a c v g o &

~ ~ a q u i e n o n l e o 6 l e s n d m i n i s a s e ~ : N o ~ d l s p n ~ n ~

nenar a los enfemas , mtestó el médico kpdehn, @mtwbabIe, s dó

adelante con suplui: ponersem

mMha

pan mxmrsil jérdlo.

C u a o d o , e l 1 7 d e ~ , N e p o l e B n e n ~ a B @ i m p o r B i b ~ ~ -

t a d e h ~ ~ c ~ p x h a b i a n u , m a d o m ~ ~ m u g ~ , e a w ,

informaaluabaroen sucróni*~ u e d o s d e a i n r e n r e o n p o r d o & ~

cuantop&

de ia Gran

Siria:hombres, nnhnalesy o b j w

-debklb

aesto

n o x p e r m i t i 6 e s e ~ oe l s a c d f i d o d e l o s ~e n l a ~ c e l ~ ~

m

  istían6ónlees

tajantes

de

dpmindnr

c d p k r

oiso faqedw

sodeco~~brotedeenfmedaadepooer~a inrenreone lbPrdoo la

f a l l e d o n d e x d e c l v m y d e a v i s a r r á p ~ d m n n d o ~ c é s p o r ~ o

decbayjd-bara e l e l ~ i c a r g a d o d e l b p n l o , o d e I ~ s o m d e ~ -

dasmultas o de condenaa aügam

en

caso de

idraYónII

e amenazó i a

pena&mueaeaIaspGulresquexmubde<zrateaieadoaunniiembn,

d e l a f a m i l i a c o a ~ ~ d e ~ y a i o s ~ w ~ d e ~ s t ~ r s i s a -

m las autoridadesa t e s de

24

horas r ndoenwdman

uww ws wdw

sos. A los

posaderos

y comerciantes

se

lesobligaba

a

mmirhicP

lallegdO

de

cualquier o m

la dudad antesde

24kms hdJiW

süs

dPtos&?pm-

61

J.

A-A.

El

9

de febrero de 1799. Napoleón se puso en

camino al frente de un contingente de

13.000

hombres. El cruce del desértico Sinaí, sin agua n i

caminos, fue un calvario de sed para la tropa, pero

las penalidades quedaron olvidadas al desembocar

en la llanura costera.

El-Arish Gaza fueron ocu-

padas sin dificultad. En cambio, la guarnición oto-

mana de Jaffa opuso una enconada resistencia. por

lo que la ciudad fue tomada por la fuerza

y

someti-

da a un concienzudo saqueo. Tras ello, Haifa, en la

ruta hacia el Norte, abrió sus puertas a los france-

ses. El camino hacia Damasco, y luego hacia Bag-

dad y la India, parecía expedito.

Fracaso ante San Juan de Acre

Quedaba por superar un último obst culo: a vie-

ja fortaleza cruzada de San Juan de Acre (Akko),

defendida por una guarnición turca, con apoyo de

la flota brithnica. Iniciado el 18 de marzo, el ase-

dio se prolongó durante

62

dias, pese a lo deterio-

rado de las fortificaciones. Los defensores eran re-

gularmente abastecidos de víveres y municiones

por los buques brithnicos. En el campamento fran-

cbs, por el contrario, pronto comenzaron las esca-

seces, mientras se extendía una epidemia de peste

xontraída por los soldados en Jaff* que se cobró

numerosas vidas. Asustados por los progresos de la

enfermedad y escasos de provisiones, los franceses

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7/24/2019 Dossier 010 - Napoleon en Egipto

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el 2 1 de mayo, Bonaparte dio la orden de levantar

el campamento. Siguió casi un mes de penosa mar-

cha hacia el Sur, marcada por el calor y la sed, las

bajas causadas por la peste y las partidas de mero-

deadores árabes. Finalmente, el 1 4 de junio, la co-

lumna, reducida en un tercio de sus efectivos, hizo

su entrada en El Cairo.

dios al sueño oriental

La aventura siria había costado a los franceses la

pérdida de unas cinco mi l vidas y de gran parte de

las municiones que habían traido de Europa. Hu-

millado ante la población egipcia y sin esperanzas

de recibir suministros, Napoleón tuvo que pasar a

la defensiva y renunciar a su suefio de llevar la gue-

rra hasta la India.

Pero los

ingleses no le dieron mucho tiempo pa-

ra meditar en desgracias. En ju-

lio desembarcaron en Alejandría un

cuerpo de ejército con unos

18.000 hombres. Napoleón les sa-

lió al paso y el 2 5 de julio les batió

en la batalla que él quiso denomi-

nar de Abukir quizá para disimular

el desastre naval del afio anterior.

Era, sin embargo, una victoria p írri-

ca: su ejército se desgastaba sin

poder reponer sus pérdidas, mien-

tras que loc turcos podían levantar

nuevos ejércitos con apoyo inglés

desembarcarlos cuando y donde

quisieran, al amparo de la flota bri-

tánica. Sabía, por lo tanto, que a la

larga sería derrotado.

En el interior del país, la tarea

de revisión de los títulos de propie

dad, encomendada al Diwan a fi n

de aumentar los innresos fiscales.

zado. carente de dinero y suministros. aislado de

W el sus bases metropolitanas y rodeado de fuerzas

sú hontornodc hostiles. A finales de enero de 1800, el general

Napo bnaPrnoda,

Kléber consideró cumplido el plazo dado por Bo-

dcjnndoasii naparte para enviarle ayuda y solic itó al mando del

~ m psipto. ejército anglo-turco de Siria la firma de un armis-

ticio, que se concluyó en El-Arish, el día 24. El

acuerdo preveía la evacuación de las tropas a Fran-

cia, pero el Gobierno británico se negó a admitir la

condiciones y Kléber rechazó la rendición que se

le exigía.

A lo largo de la primavera, la situac ión de las tro-

pas francesas se volvió cada vez más precaria. La

población de El Cairo se sublevó y expul56 a la

guarnición. En el Sur, las incursiones de los ma-

melucos se hacían cada vez más audaces. Sin em-

bargo, Kléber pudo derrotar el 2 0 de marzo en He-

liópolis a un ejército otomano que

intentaba reconquistar Egipto, y lue-

go recuperó El Cairo, donde los fran-

ceses desataron una dura represión.

Después de ello, los restos del cuer-

po expedicionario se encerraron en

Alejandría y en El Cairo, dispuestos

a una última resistencia. A media-

dos de julio de 1800, Kléber fue

asesinado por un sicario otomano.

Le sucedió el general Menou -con-

vertido al Islam y casado con una

egipcib quien intentó aplacar los

ánimos de la población poniendo fin

a las acciones represivas. Menou

pretendía convertir Eg ipto en un Es-

tado nacional en el que, bajo el pro-

tectorado de la Francia revoluciona-

ria, los notables locales administra-

ran el país sin depender de turcos y

de mamelucos. Pero el olan se anto-

provocaba una resistencia encona-

jaba quimérico, y bastante tenían a

da entre los agricultores, mientras

estas alturas sus tropas con defen-

mamelucos y turcos amenazaban

der sus asediadas posiciones. El 2 1

las líneas de comunicación entre de marzo de 1801 , un ejército britá-

las guarniciones francesas. En Eu-

nico, mandado por el general Aber-

ropa surgla amenazadora la Segunda Coalición, en- crombie, desembarcó en Abukir, y derrotó a los

cabezada por Austria Rusia, que traía el peligro franceses en aquella estrecha lengua de tierra. Si-

de una nueva invasión de Francia. tiado en Alejandría, Manou tuvo que capitular el 3 0

En Egip to ya nada podía hacer Bonaparte, pero de agosto.

en Francia le aguardaba el mando mil itar y un fu- Pese a su fracaso militar, la expedición a Egip-

turo político aún por decidir. Cansado de su aven-

to produjo algunos resultados positivos. Entre los

tura oriental, no quiso esperar mas. A mediados de elementos mejor preparados de la población, la

agosto nombró a Kléber comandante en jefe y le ocupación francesa y las reformas adm inistra tivas

autorizó a capitu lar si no recibía refuerzos antes de

y políticas que introdujo supusieron una sacudida

mayo de 18 00 , o si la peste seguía causando bajas moral, que les movió a adoptar ideales naciona lis-

alarmantes entre los soldados. Luego, el día 23,

tas y a rechazar el despótico gobierno de los ma-

zarpó en secreto hacia Francia a bordo de la fraga- melucos y del sultán otomano. Poco después, el

ta Muimn en compafiía de sus mejores generales.

albanés Mehemet Alí asumiría el cargo de pacha y

Burlando la vigilancia británica en e l mar, e l 9 de colocaría a Egipto en vías de sacudirse la tutela

octubre, pisaron tierra francesa. Justo un mes des- turca y el dom inio de la vieja clase feudal. Por otra

p u b , el 1 8 de Brumario del afio VIII, Napoleón dio parte, la actividad científica de los sabios france-

un golpe de Estado que puso fin al Directorio y le

ses y de su Instituto de Egipto, proporcionarla a

convirtió a

él

en Primer Cónsul, virtual dictador de Occidente un enriquecedor encuentro con el mile -

Francia. nario mundo egipcio, que marcaría el ini cio de la

En Egipto había quedado un ejército desmorali- Egiptología.

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  OSSIER

a espada y

la

ciencia

Napoleón trató de

atraerse a la población

árabe mostrando su

respeto al Islam los

beneficios económicos

y el brillo de la cultura

francesa pero reprimió

con ferocidad todo

apoyo a los mamelucos

y las protestas contra su

presencia en Egipto

Soha

Abboud-Haggar

Arabisid Universidad de Salamanca

EL NOMBRE DE ALLAH TODO PODE-

roso, el Onico.. Nosotros, los franceses,

defensores de la libertad

y

la igualdad, y

nuestro gran General, Jefe de nuestros

ejércitos, Napoleón Bonaparte, hacemos saber a to-

dos los egipcios que los mamelucos siempre humi-

llaron a los comerciantes franceses y se aprovecha-

ron de ellos y que ya ha llegado la hora de la ven-

ganza.. Éstos mismos os maltrataron a vosotros,

destruyeron vuestro maravilloso y único país y os

sumieron en la pobreza y la ignorancia.. No creáis

que vinimos para aniquilar vuestra religión al

contrario; somos musulmanes como vosotros; he-

mos luchado contra el Papa de Roma, que azuzaba

a los cristianoscontra los musulmanes. Somos fie-

les amigos del sultán otomano

y

enemigos de sus

enemigos, enemigos de los mamelucos que creye-

ron poseer vuestro país

...

Dichosos serán los que de

vosotros se acerquen a nosotros porque prospera-

rán; dichosos serán, también, los que se quedarán

en sus casas, sin ánimo de intewenir; ahora bien,

desgraciados serán los que colaborarán con los ma-

melucos porque perecerán como ellos ... .

Esta proclama, dictada por los mandos franceses

en Alejandria y. traducida al árabe por algunos de

los rehenes magrebles liberadosen Malta, fue leída

en la plaza principal de Bulaq en El Cairo, dos días

antes de la llegada de Napoledn, y en las plazas de

otros muchos pueblos por donde iban a cruzar los

franceses, tal como se tjesprende de la crónica del

historiador egipcio, contemporáneo y testigo peno-

nal de los hechos, Abd al-Rahman al-Gabarti

1753-1825). l mensaje resume las líneas gene-

rales de la actuacidn de las fuerzas francesas ante

la poblacidn egipcia: presentarse como amigos, co-

mo correligionarios incluso, para no despertar te-

mor o recelos espirituales; halagar al pueblo llano

de origen egipcio y amenazar a quienes se uniesen

o ayudasen a los mamelucos. De hecho, la cr6nica

de al-Gabarti, Historia

e

los Maravillosos Monu-

mentos que se extraen

de

las Biografías

y

los Ana-

les, muestra continuamente estas dos facetas, des-

preocupándose de los motivos que habían promovi-

do la expedición francesa y sus objetivos en Egip-

to. Los franceses se instalan en El Cairo.

Los jefes de la expedición militar se fueron ins-

7

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talando en los palacios de los ricos emires y mer-

caderes mamelucos expulsados, huidos o muertos;

Napoleón ocupó el de Muhammad Bey al-Alfi en el

elegante barrio de al-Azbakiyya, a orillas del lago

del mismo nombre, que acababa de ser construido

y amueblado con sumo lujo, pareciendo -observa

irónicamente al-Gabarti- como si su dueño lo pre-

parara para el general. Otros palacetes colindan tes

fueron ocupados por los jefes y oficiales. mientras

se acuarteló a la tropa cerca de la orilla del Nilo.

Los soldados se mezclaron con la población:

iban a los mercados donde compraban pan, carne,

pollo, huevos, azúcar, tabaco

...

etcbtera y pagaban

más incluso de que lo que pedían los vendedores,

en una estudiada política para hacerse populares.

Eso estimuló la producción agrícola y artesanal del

pueblo. Los ocupantes no tardaron en emitir una

serie de ordenanzas municipales de tipo europeo:

obligación de alumbrar carreteras, zocos, tiendas e,

incluso, las fachadas de las casas; barrer, regar y

limpiar las calles.

8

Ardba.cl23de

emm de 1798,

Napo*an

r6

cl

admmadodel

R o f a a m -

losnotp ks

nmdm m

danlle

deuapbadode ln

París . Eemha In

fnmosn~ng de

Bonapyteenurinde

ksmedPllns

m

Abajo, s o p

frnn usreprimm

lwmotlllesdem

Cllrodel21de

ocmbrede1798

@orcimaesM.de

VemIIes .

Los ingenieros franceses cambiaron la

fisonomía de la ciudad en las riberas del

Nilo y sus islotes: hicieron obras en el

Nilómetro y en la isla de al-Rawda; tira-

ron casas y alguna que otra mezquita,

redujeron un montículo, desecaron su-

perficies pantanosas y plantaron árbo-

les; restauraron un puente antiguo, edi-

ficaron otro nuevo, y abrieron amplios

caminos como el que enlazó la plaza de

al-Azbakiyya con el barrio de Bulaq

(Avenida 3 de Julio, una de las arterias

más importantes de El Cairo actual).

La

crónica de al-Gabarti precisa que los

obreros estaban bien pagados y no so-

metidos a azofra gratuita y forzosa, que

volvían a sus casas a mediodía y que se

les proporcionaron mhquinas que les fa-

cilitaban e l trabajo.

Los invasores participaron, con la asis-

tencia personal de Napoleón, en las fies-

tas egipcias -como la del Nilo, el

18

de

agosto- y en las de carácter religioso. Al-

Gabarti cuenta que, en el mes de rama-

dan, los franceses organizaron fastuosos

banquetes

-4

iftar cuando el toque de

cañón anunciaba el rompimiento del

ayuno y nuevos ágapes de madrugada; el

suhur, antes de reanudad* a los que

invitaron a las personalidades civiles y

religiosas del entorno y tomaron parte y

actuaron a la manera indígena en un

Sorprendente intento de acercamiento al

pueblo , term ina la crónica. Se les vio

tambibn en la procesión, que anualmen-

te recorría las calles de la ciudad, para

honrar y acompañar el

pafio que recu-

briría la Piedra Negra de la Kaaba, que

se fabricaba y bordaba generalmente en

los talleres de la ciudadela de El Cairo,

costeado por un noble mameluco.

Esto aparte de las solemnidades france-

sas -como la Fiesta de la Revolución, de l 21 de

septiembre- celebradas a bombo y pla tillo y a las

que se invitó a todas las autoridades locales y la

gente de a pie. Cuenta

la crónica que Napoleón

quiso ataviar a sus invitados con las bandas trico-

lores, a lo que se negaron; 5610 accedieron a colo-

carse la escarapela revolucionaria, que se arranca-

ron nada más salir de la tribuna del general.

mpuestos

y

motines

Menos populares fueron algunos decretos fran-

ceses. que se aplicaban por medio de los dos con-

sejos de notables o diwan formados por los ocu-

pantes: el primer diwan, de carácter consultivo, es-

taba compuesto por siete destacadas personalida-

des egipcias, qu ienes debatían y aconsejaban sobre

los asuntos relacionados con la marcha de la vida

ciudadana -robos, pillajes, intercesiones por cauti-

vos- y que además, formaba parte del entorno con

el que Napoleón gustaba organizar conversaciones

de tipo religioso y político.

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DOSSIER

Bonaparte en la Piramide

12deagosiode

1799,

apole6n h e

ecibidoen

el interiorde la Gran

W d e e Keops por

altos dipalados

musuimans,

eon los

que

mantwoesiaco-6n:

Bonnpnrte:

Dios

s

grande p

sus obras, maravillosps. Éstl es

una

gr n

obrahwuana4Qnésep r o p e l ue mandó conun estaphW ?

S o b m

m

pul mo

reg

@ d o ,

cuyo

nombre

e

aee

que

era

Ke-

a p s . Q a i s o ~ q u e I ~ ~ v l n i e n m a p e r t n r b a r e l r e p o s o & s u s

cdms

B o o a p a i l e : C i r o ~ ~ r m i e s e h i z o ~ a i a i r e ~ p s r a g i s e

su

uenm

w ex a los elementos.iNo ue b h melorl

~ o l kU-): Gioriaa~os,

q n oda @&a

s

debids

BompYte:Giorlr

a

N bsymPsDios

que-,

Mahoma

essu~rof yyoso~sulmIgB.

Ibnhim: QuelosBnpelesdelndcloria~elpohwde

biCBminoytecubrrmcansysi~.BImnaielncohamereddo

morir.

Wk

cab4ilosdeEgipto.

Bonnpnrt e : Co~ ~ t esoros , e l t rnbs i i o~ l aam l . dadde l osm ~ ~ ~ ,,

ndfmhas-fspedh

hnbMa

aiSéptimodelo , smsent osm10 a jbsenes

y ~ ~ d e n e o s o i a s , ~ a ~ m m b m ~ e ~ i a b a , a v s r a -

II

ofrecerána los

erdaderos

rmisslnauiest k, gisepoed o

desear

El segundo diw n tenia competencias judiciales;

compuesto por seis cristianos coptos y otros tantos

comerciantes musulmanes bajo la dirección de un

copto que hacia de enlace, examinaba los asuntos

relativos al comercio, las herencias y las demandas

judiciales. Estos consejos recibieron órdenes fran-

cesas de índole fiscal que suscitaron la ira popular

porque constituian una clara infracción a las leyes

p

s islámicas en materia de herencias y

nueva e insoportable carga impositivi

ra la gran mayoria de los habitantes,

que malamente se las arreglaba pa-

ra subsistir.

Aislado en Egipto, el ejército

francés se veía obligado a vivir

sobre e l terreno; por eso contro-

16 el sistema de herencias, exi-

giendo una fuerte contribución

sobre ellas. También se implantó

el registro de las propiedades y las

tierras, para poder imponer sobre

l l as tributos proporcionales al-Gabarti

i,,.,,,na que ocho francos para la categoria

á s alta, seis para la media y tres para el bajo ,

,de terminaban en las arcas del mando francés.

Además, estaban las cargas impuestas a los

mercados, las tiendas, los cafés, los baños, las al-

mazaras ..' Especial relevancia tuvo el caso del po-

pular mercado de Amir al-Guyus, en el que se obli-

gó a los comerciantes mantener los candiles en-

cendidos a pesar del mal tiempo, multándoles si

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los deiaban aoaearse. Ariádase a esto la subida de

preciÓs provobaia por el bloqueo británico del co-

mercio en el Mediterráneo y lo que signific6 de fal-

ta de abastecimiento en los mercados y cierre de

comercios y de talleres artesanales

..

Estas medi-

das y sus consecuencias provocaron la Insurrección

e l

Cairo, el 10 de octubre de 1798, durante la

cual los cairotas, cegados por la ira, mataron, sa-

quearon y pillaron y, para reducirlos, los soldados

franceses abrieron fuego contra la multitud congre-

gada junto a la mezquita del al-Azhar.

Muchos otros asuntos suscitaron el rechazo de

los egipcios frente al invasor e hicieron fracasar la

política de acercamiento que los franceses se ha-

bían planteado en los primeros días. Los soldados

napoleónicos iban de casa en casa y de tienda en

tienda, revolviéndolo todo, en busca de armamento

escondido, o de mamelucos huidos, refugiados en-

tre la poblaci6n, llevándose lo que se les antojaba

y molestando a las mujeres.

Las ejecuciones de egipcios acusados de cola-

boracionismo con los mamelucos fueron muy fre-

cuentes: los mataban en la Ciudadela y arrojaban

sus cuerpos desde lo alto de la muralla, paseaban

sus cabezas por toda la ciudad o se les ahogaba en

el Nilo Otra fuente de conflictos fue la discor-

dancia de ciertas costumbres francesas con la

mentalidad indígena, como sucedía con la bebida o

con las aficiones hípicas a lomo de burro, que sus-

citaban la ira de los musulmanes.

La presencia francesa en suelo egipcio motiv6 la

aparición de un fenómeno social característico en

tiempos de crisis: la división entre la población

cristiana y la musulmana. Algunos coptos y griegos

se sintieron arropados por los franceses y vieron en

ellos el medio de medrar, dominar y en ocasiones

humillar a los musulmanes. La crónica de al-Ga-

barti expone esta situación y les acusa de espiar a

sus conciudadanos y conspirar contra ellos.

El descontento popular se penonific6 en Solay-

man al-Halabi, joven musulman de Alepo. quen se

convirtió en el prototipo del heroe que se enfrenta

al invasor al asesinar, el 1 4 de junio de 1800, al je-

fe de las fuerzas francesas tras la partida de

Napo-

león, Jean-Baptiste Klbber, mientras paseaba por

los jardines de su residencia, en el barrio de al-Az-

bakiya, junto con su ingeniero-jefe.

a

labor

científica

En la memoria colectiva y en la historia de la

cultura apenas ha quedado nada de esa confronta-

cidn entre invasores e invadidos. El gran recuerdo

es la trascendencia de la misi6n científica francesa

que acompañaba al ejército de Napoleón. En el ba-

rrio de al-Nasiriyya (actual al-Munira), situado al

pie de la colina de Tall al-Aqrab q u e habían forti-

ficad* reservaron una de las calles y sus casas pa-

ra uso de los científicos que formaban parte de la

expedición napolebnica.

.AS[,

en la vieja casa del emir mameluco Hasan

Kasif Garkas, dispusieron una gran biblioteca que

dirigía un archivero con el que colaboraban algunos

ayudantes, cuyo cometido era proporcionar los li-

bros a los estudiantes aue alll acudlan todos los

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DOSSIER

días, dos horas antes del mediodía; éstos se senta-

ban en el patio contiguo a la biblioteca, en cómo-

das sillas dispuestas paralelamente a una pizarra

ancha

y

alargada , según cuenta al-Gabarti.

Entraba allí todo el que quisiera, desde los sol-

dados rasos franceses hasta el egipcio que deseara

simplemente observar. A los nativos se les acogía

con especial amabilidad, especialmente cuando

mostraban curiosidad y deseos de hacer preguntas.

Les mostraban todo tipo de libros impresos e ilus-

trados sobre cualquier materia: geografla regional,

flora, fauna, historia de los antiguos e historia de

los profetas, con sus dichos y sus milagros.

El propio al-Gabarti estuvo al11 varias veces y,

entre los muchos libros que pudo contemplar,

quedd admirado por una historia ilustrada del

Muhammad, que retrataba al Profeta, a los califas

ortodoxos y a los grandes imames, mostraba Iámi-

nas con los lugares Santos de La Meca y Medina

y maravillosas mezquitas -como las de Constanti-

nopla- asi como raros manuscritos árabes. Vio

también ilustraciones de las Pirámides y de la to-

pografía de los desiertos del Alto Egipto y se vio

especialmente sorprendido por los libros de gra-

mática de otros idiomas, que Ves facilitaban la la-

bor de traducción de cualquier idioma al suyo pro-

pio en poco tiempon.

Al lado de la biblioteca habían dispuesto un ob-

servatorio astronómico que llamaba la atencidn de

los visitantes locales: estaba equipado con 'máqui-

nas compuestas de pequefias piezas que, cuando

se montaban, ocupaban mucho espacio y que, una

vez recogidas, se metlan en pequefios estuches .

en el mismo recinto trabajaban los dibujantes; 'Eri-

lennt

Daion

expiica

asus

tnncesesl

n n m r a l u r d e s u s

tlabajardaitfflcQs

En p ims

armlno

a e m n d o d s w n l

m

del Voyage d ri a

80

t l

airts

@re, 1iSoZ .

go

...

dibujaba al hombre como si fuera a hablar'; a

su lado, otros compafleros suyos dibujaban y clasi-

ficaban animales e insectos, aves y peces

y,

cuan-

do alguno les era desconocido Ves ponían enteros

en tarros con agua fabricada que mantenía el cuer-

po inmutable'.

En la casa de Dhu 1-Fuqqar Katkhuda -noble

mameluc* trabajaban los ingenieros que fabrica-

ban pequefios instrumentos de precisión y, en una

esquina, se había instalado la vivienda del 'médico

Roya, donde tenía sus ungoentos, sus pastas

y

sus

divenas botellitas', según apunta al-Gabarti; mien-

tras que en el palacete de Hasan Kashif Garkas

(una de cuyas casas se utilizaba como biblioteca,

según se ha visto) se afanaban los químicos y los

médicos. relata el historiador que lo que más le

había sorprendido era la mezcla de llquidos que ha-

clan los que allí trabajaban; así vio cómo se des-

prendía un humo de colores y se quedaban en el

fondo piedrecitas amarillas, azules o rojas, y cómo

algunas de estas mezclas estallaban al acercarles

una llama... estaban, además, los carpinterosque

hacían los carros, las hélices y las máquinas, as1

como los herreros que trabajaban en grandes naves

que montaron ellos mismos, en cuyo techo pusie-

ron -como dice al-Gabarti- 'grandes aspiradores de

aire que ventilaban con un ligero movimiento'.

As1 trabajaban los franceses en El Cairo, donde

recogían, preparaban y examinaban lo que se con-

vertirla en un importante egado para la cultura uni-

venal. Con estas actividades sorprendieron a los

egipcios, que abrieron los ojos a una civilización

desconocida que les llenaba de admiración.

Las traducciones del drabe pertenecen a la autora).

7 1

Page 20: Dossier 010 - Napoleon en Egipto

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  oscientos

anos nos

contemplan

Hace dos

siglos

Napoleón regresó

a Europa porque

nada

e retenía

ya en

Egipto;

sin embargo, pocos

días

después fue

h ll d la

Pdedra

Rosetta quizás

el más interesante

fruto

aquella expedición

Miguel Angel Elvira

Profesor de Arte Clásico

Universidad Complutense Madrid

E

LOS PIRINEOS CENTRALES SE

halla Bar ges, una pequeña ciu-

dad balnearia a los pies del ne-

vado circo y de la cascadade

Gavarnie. Desde que un hijo de Luis XIV

curara allí sus dolencias, su fama no hi-

zo más que crecer entre nobles y bur-

gueses, que allí acudían a curar sus ma-

les y a olvidar los problemas de la Corte.

Ajenas a los cambios de gobierno y a las

revoluciones, las aguas termales mantenían

su prestigio generación tras generación, y mu-

chos años más tarde, en otoño de 1803, en un

momento en que los preparativos bBlicos concen-

traban las energías de toda Europa, ocurrió que

M

coincidieron en sus tranquilos salones y piscinas

fondidn honor

dos personajes, ambos obligados, por distintas cir- aevivant

Denon.

cunstancias de sus azarosas vidas, a un descanso

p o r m

por otra parte bien merecido. ewpo 011

El de más edad era el ciudadano Choiseul-Gouf-

tmbgo~sobrc

fier, antiguo conde Marie-Gabriel-Auguste-Florent

~~@pto mei

de Choiseul-Gouffier. Su vida de brillante militar y m - , , ~ h ~ t o d e l

diplomático le había llevado a obtener, en 1784, el

' s & o h c é s y r n

puesto de embajador de Luis XVI en Constantinopla ios

y esta privilegiada atalaya le habla permitido culti-

m msde

var su pasión por Grecia y -como BI mismo diría- el M p.

placer de recorrer aquella ilustre y bella región con

un Homeroy un Herddoto en la mano.

Fueron sus años mas felices, que le incitaron a

72

reunir -y a traer a Francia- una importante colec-

ción de antigüedades, y que sólo concluyeron al es-

tallar la Revolución. Entonces, sus preciadas escul-

turas fueron confiscadas -e l famoso fragmento de

friso del Partenón con unas jóvenes portadoras de

peplos sigue siendo hoy una de las joyas del Lou-

v r e y él tuvo que replantearse su vida. En 1793

partió para San Petersburgo, decidido a ponerse al

servicio de Rusia, y sólo en 1802 aceptó regresar a

Francia, cuando Napoleón prometió devolverle par-

te de sus bienes. Ya no era un hombre rico, pero po-

día permitirse un tranquilo retiro.

El otro residenteera Thomas Bruce,

VI1

conde de

Elgin. Ostentaba el título de embajador ingles ante

la Sublime Puerta, y su presencia en lugar tan re-

moto era fruto de los azares polfticos del momento.

Desde su llegada a Constantinopla, se había pro-

puesto emular y aun superar a Choiseul-Gouffieren

sus afanes de coleccionista y, en el verano de

1801, había logrado, por fin, el preciado firman de

Selim III que le permitiría estudiar el Partenón y,

según decía el propio texto, extraer alguna piedra

que llevase inscripciones y figuras. Como es bien

sabido, Lord Elgin aplicó todo su equipo a labor tan

notable, y unos meses después comenzó la larga

serie de envíos de esculturas y relieves a su resi-

dencia londinense.

Volvía Elgin a Inglaterra, pasando por Francia, en

mayo de 1803, cuando ocurrió un hecho inespera-

do: ambas potencias decidieron denunciar la Paz

de Amiens, firmada en el ano anterior, y Napoleón

ordenó detener a cuantos ingleses se hallasen en

territorio francBs. Aunque empezaron pronto los in -

tercambios de prisioneros, Inglaterra no podía can-

jear a ningún personaje tan importante como Lord

Elgin, y Bste decid ió solicitar permiso para retirarse

a Bar ges hasta que se solucionase su situac ión: no

volvería a su país hasta 1806.

No sabemos si los dos personajes llegaron a

mantener una larga conversación. Parece que, co-

mo buenos diplomáticos de dos potencias enfren-

tadas, se mostraron distantes en sus relaciones, pe-

ro habrían podido compartir muchas ideas y actitu-

des comunes en el campo de la Arqueología. Am-

bos representaban una misma mentalidad -la del

diplomático coleccionista que viaja a su destino

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tica de la excavación, como su colega José Nicolás

de Azara, quien, tras ser embajador espaiíol en Ro-

ma, arqueólogo en Tívoli y coleccionista de retratos

griegos, ahora, ya viejo, representaba a Carlos

V

en

Parls. Finalmente, y a pesar de su vida de diplo-

máticos, no eran simples viajeros, como el conde

de Volney, autor de un famoso Viaje a Siria

y

Egip-

to (1787) que. en años anteriores, había hecho so-

fiar a todos con los encantos de Oriente.

Ellos dos. Elgin y Choiseul-Gouffier, pertenecían

a una tradición distinta, que habla visto en las mi-

siones oficiales -y las suyas lo eran- una ocasión

de estudiar, con el apoyo de verdaderos especialis-

tas, los países que recorrían y ante cuyos Gobiernos

se hallaban acreditados. Era una fórmula varias ve-

ces ensayada por distintos Estados europeos y que

habla dado lugar, a lo largo del siglo

XVIII, a una va-

riante de gran interés: la expedicidn científica, en-

viada directamente por los monarcas y desvincula-

da de las funciones diplomáticas.

Viajeros arqueólogos

y

científicos

Dado que el aspecto que aquí interesa -y que

hubiera interesado a Elgin y Choiseul-Gouffier en

su hipotética conversación- es la historia de la Ar-

queología. bien se puede prescindir de viajes tan

audaces como los de James Cook o Alejandro Ma-

laspina, pues en ellos apenas contó el estudio de

antigüedades. Si realmente nuestros personajes

meditaron acerca de la ~ r i m e r a xpedición científi-

co-arqueoldgica, es que coincidiesen sus

recuerdos en una importante misión, cuyos resulta-

dos fueron publicados con todo lujo editorial en

1717 bajo el título de Relation d un voyage au Le-

vant fait par ordre du Roi.

En realidad, el viaje, dirigido por Joseph Pitton

de Tournefort, había tenido lugar en 1700 y habla

centrado sus intereses en el mar Egeo y sus costas,

y en

el

hablan tomado parte un médico, un botáni-

oriental con un equipo de artistas y ayudantes-, y

en ese sentido eran herederos de prestigiosos per-

sonajes como el marqués de Nointel, que hizo di-

bujar el Partenón poco antes de que lo destruyesen

las bombas venecianas de Morosini.

Obviamente, no eran eruditos o teóricos, como

Ennio Quirino Visconti, verdadero sucesor de Winc-

kelmann, que había abandonado sus tareas de con-

servador de las colecciones pontificias para servir a

la República Francesa, y que acababa de ser reci-

bido por Napoleón en el Louvre. Tampoco eran sim-

ples coleccionistas, como el ya anciano Charles

Townley, que moriría en 1805 dejando sus nume-

rosos mármoles romanos al Museo Británico. Ni

mezclaban las aficiones coleccionistas con la prác-

- be-

en

una el

Vakde losBeyes

en

Tebas

CdibuJode

aeaoute gnbado

por CoJJfbert).

Abajo los

dentlticos

f n c n c s e s ~

d b e h

e

l e o ~n

Wpadrín

b4

de

direcddn

de enon

grabdosnmbosde

esrrlptl de

rbgvm .

Page 22: Dossier 010 - Napoleon en Egipto

7/24/2019 Dossier 010 - Napoleon en Egipto

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o y un dibujante, como símbolo de un espir~ru n-

iclopédico que, pese a toda, concedía un puesto

e honor a las ruinas antiguas.

Mhs impresionante por su audacia fue,

ya

en

1761, la expedición que envió a Arabia e l rey Fe-

derico V de Dinamarca. Su preparacidn fue tan

es-

merada que el profesor Michaelis, director de la

Real Sociedad Científica de GOttingen, publicó un

Recueil de questions proposées une soclét6 de

savants qu i

par

ordre de Sa Majesté Danoise font le

voyage de / rabie (trad. francesa de

1763 .

En

el

ademds de las n o n a s que dio el Rey al equipo de

sabios. se exnlica cómo fueron designados los dis-

por ellos, Elgin y Choiseul-Gouffierpodían calibrar,

mejor que cualquier pmfano, la originalidad de la

gran expedición napoleónica a Egipto. Por primera

vez

se habían reunido nada menos que

167

cientf-

ficos y tecnicos; por primera vez aparecían vincula-

dos a un ejercito en una campana

e

conquista; por

primera

vez

se creaba una institución estable en el

pafs investigado

el

lnstituf dlÉgypte- para servir

de base a los estudiosos.

El genio de Vivant enon

La Campana de Egipto, desde el punto de vista

aqueol6gic0, tuvo dos fases bien dtferenciadas. La

primera, presidida por la audaz figura de Vivant

Denon, muestra la aventura de la conquista, las

vibrantes anecdotas del ejercito en su avance Nilo

arriba y el estudio rápido de 10s monumentos fa-

raónicos bajo

el

fuego de las emboscadas. El ba-

rón Dominique Vivant Denon, un sabio ingenioso

con una larga vida

polltica a las espaldas -había

sido gentilhombre de Luis XV y diplomatrw en San

Petersburgo y en Nápoles bajo Luis XVI- era ya un

hombre maduro cuando logró la amistad de Josep

hine de Beauharnais y a t ra v k de ella, la simpa-

t la y el aprecio de Napole6n. W o e valió diversos

cargos arqueológicos y, a los cincuenta aaos de

tintos miembros de la expedición -Ün

filólogo,

un

ftsiw, un ingeniero, un médico y un pintor- y se

plantean los campos y cuestiones que deben estu-

diar los viajeros con el f in de hacer, para e l avance

de las ciencias y de las letras, cuantos descubri-

mientos sean posibles.

Asombra comprobar el grado de unidad que ya

entonces tenia la ciencia europea, cuando

se

indi-

ca que los expedicionarios intentarán responder a

las preguntas de Michaelis y a las remitidas por la

Academia de Inscripcionesy Bellas Lefras de Parls;

preguntas que incluyen desde andlisis de enferme-

dades y medicinas hasta detalles históricos sobre

reyes antiguos. La Arqueología se circunscribe a

problemas epigráficos y a la situación de monu-

mentos Eitiles para e l estudio de la Biblia

y

la

Geo

grafla antigua.

Ante preparacion tan rigurosa, casi

s

secunda-

rio el hecho de que, a la postre, la expedición se

convirtiese en una hecatombe. Los viaieros reco-

rrieronel Nilo, el Sinal y la costa occidental de Ara-

bia hacia el Sur, pero en 1763 murieron el filólogo

y el físico. Los supewivientes visitaron e l Yemen y

abandonando el viaje previsto a Basora, decidieron

embarcame para Bombay. Al l l acabamn sus días e l

mbdico y el artista, quedando solo el ingeniero,

Carsten Niebuhr, el cual, después de pasar un ano

en la India, inició un trabajoso viaje de retorno por

Persia, Mesopotamia y Anatolia. Llegó por f in a Ca-

penhague

n

1767.

y

los relatos de su periplo

-6eschreibung von Arabien

y

Reisebeschreibung

nach Arabien- tuvieron, como cabe esperar,

un

éxi-

to Internacional inmediato..

A la vista de estos precedentes bien conacidos

7

Page 23: Dossier 010 - Napoleon en Egipto

7/24/2019 Dossier 010 - Napoleon en Egipto

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DOSSIER

pedirle consejo y ayuda antes de dirigirse a su

destino en Constantinopla.

Llegado a París, Vivant Denon se vio honrado con

S

daban loszapdom

f ru iege~

ajo

el

sol egipcio de agosto cuyo rigor

el pu&to de director del Museo Central y publicó,

apeaasrtemperabalaWsndeleercanomar.Cavabanhineherasenaqud

en 1802, su Voyage dans la Basse et la Haute

verano de

1799

junto a la lntlguafoaaleza

medieval

de Rachid o Ros&

k p t e , verdadero libro de recuerdos, con múltiples

que

por entonces

se

lsmntM POR ulia

m

pmisi6n de un to-

grabados sobre croquis del mismo autor, que caus6

mano protegido

por la Bota brkhica De

pmnto

el

piw

de

uno

de

os

solda-

sensación por la vivacidad de sus descripciones.

dos

topó

eon

una

dura

losa

y tntó de

contomearla

para

extneda

mientras

Para algunos, constituye el punto de partida de la

maniobnba

para

vencer

la

mistenda de aquella

gran

pledra obseruó

Egiptología moderna; para nosotros, en cambio,

que eonteniainsaipdone icelaleyenda qued 6 uyendo eomo

es acaso el dltimo y más brillante de los re-

alma que lm

d

Diablo pero

parece

dudoso queasíonirrien:ha

que alimentaron, durante

büuados

a la

prerencia coníhua delos e a expedld6nna-

sías occidentales sobre un

pole6niq los soldados

estabgn

d i ü z a d o s p o r la historia, el

te y

las

antlg edPdesy nuesm soldado se

dio

cuenta que

aquella

piedra le

iba

a

librar

a imenospor un nto del pesado pico.

El único recuerdo

Dio pnae al jefe del deshamoto Dbwtpoul que vio la piedray

Desde ese punto de vista, el verdadero co-

orh6~lauraaddado.oribqued6alhMeMyla

mienzo de los estudios científicos sobre

Ilmplaronunpbeo~nqweraunap~rnlosadebasaltone-

Egipto es el grandioso corpus que fue-

o

114x72mtimeím otalmente cubierta

de

M p c i o -

ron confeccionando los científi-

nes que a simple vista,

estabgn

ordenadasen Ira

gr ndes

cos franceses desde su estable-

p h f o s

de

si nos

difemtes.

Dhtponl

se

deb16 sentir

cimiento en El Cairo hasta su

feliz

al

wrimnica~

halbga

al oficial que didgla las

repatriación en 1801. Durante

fodicpdmes Bouchard

Bsle

oiden6 que

laexItaje-

más de dos arios, con la tran-

m n i i ~ e o t e y ~ 6 q n e u n o d e I o s ~

quilidad que da el dominio y la

gt ba escdto

en

@lego

pacificación del territorio, múl-

Un

general~ I e 6 1 d e oe e n q 6 de se

tiples dibujantes y eruditos re-

iragmemo y

q w lo su tm páaafos decían lo

corrieron el Nilo y procedieron

mismo... por tadt o ~pie dra era elin shum en~oue

a trazar dibujos, a levantar pla-

podnp

senir

pata desdfr r bs fercgüficos @os. No

había

posibüldad de

nos y a sugerir reconstrucciones ideales de templos

hacer

nada entonces pues er mposiblemt r la piedra a Francia pero orde-

y pirámides.

n6 que sesacaranwpía sm y predsas. Dos añosdespués los

haunceses

cm-

Múltiples edificios antiguos, que serían destrui-

dían

a los

ingleser

y enúe

l

botúi de guerra dejaron en sus

manos

a PIsdm

dos luego bajo el gobierno de Mehmet Alí (1805-

Ros , que temh6

el

Mum

W c o

pero a Pmcia

Uegamn las

co-

18491, pudieron ser rescatados entonces del olvi-

pías

y

los

ndados

p d

n

h ,

hamponion

quien

logmfa

dedrada

do: ¿qu ién conocería, de otro modo, el templo de

yponerlasbssesparaelw~odmlentodelaescrituniercgüfica

Amenofis III en Elefantina. el templo de Contrala-

topolis (hoy El-Hilla, junto a Esna), el templo de

Montu en Armant, el templo de Anteópolis (al sur

de Asyut), el construido por Alejandro Magno en

edad, la dirección científica de esta expedición a

c h n m p o ~

Hermópolis Magna (Ashmunein), las magníficasco-

Egipto. mayorimpuisoráe l umnata~ orintias de Antinoópolis o tantos otros

Vivant Denon tuvo el honor de acompañar a las

i n ~ p m i o g h p m

monumentos menores? A falta de la Ptedra Roset-

tropas francesas hasta Asuán, y sin duda estuvo

sus apmtacbne~

n

ta, entregada a los ingleses como botín de guerra,

presente en el momento de tallar la famosa ins- ddesdhmientode

al menos pudieron los franceses copiar sus textos

cripción que adorna el templo de Filae: En el ario ios

e íüm~

en tres magníficas ilustraciones, y, si no son mu-

de la República, el día 1 3 del mes de messidor,

(bustoendjardín

chas las esculturas y piezas arqueológicas que re-

un ejército francés mandado por Bonaparte desem-

del~oseoE@pdo

presentaron, la razón se halla en la propia rapidez

barcó en Alelandría. Tras haber perseguido el e]&-

deEieiro).

de su trabajo, que les impidió proceder a compras

cito durante veinte días a los mamelucos huidos de

y a excavaciones.

las Pirámides, Desaix. al mando de la Primera Divi-

La famosa Description de l ' k p t e , fruto de esta

sión, los ha rechazado más allá de las cataratas,

donde ha llegado el día 13 del mes de ventose del

año 7... RO de J.C.: 1 7 9 9 . ~Después, vuelto a EI

Múltiples eáificios antiguos -que

Cairo, nuestro sabio figuró entre los escogidos por

Napoleón para regresar con 61a Francia.

serían destruidos bajo el Gobierno de

NO deja' de ser-una curiosa coincidencia que, en

agosto de 1799, se cruzasen en las aguas del Me-

Mehmet

no han pasado

al

0hrido

diterráneo occidental dos barcos: en uno de ellos

volvía Napoleón con su séquito, tras abandonar a porque nos quedan 10s dibujos y 10s

sus tropas en Egipto al mando del general Kléber;

en el otro, Lord Elain se dirigía hacia Palermo para

estudios de 10s científicos

~ I ~ I I c ~ s ~ s

e

entrevistarse con el colecc6nista sir W i l l i am - ~ a -

milton. embajador británico en la Corte de Nápoles, la expedición nap01e6nica

Page 24: Dossier 010 - Napoleon en Egipto

7/24/2019 Dossier 010 - Napoleon en Egipto

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grandiosa hazaria colectiva. fue publicada en una

edición memorable, cuyos veinte volúmenes -nue-

ve de texto y once de lám inas fueron saliendo de

las prensas parisinas entre 1809

y

1822. Todo

Egipto aparece ante nuestros ojos, desde el antiguo

hasta la artesanía del momento, sin olvidar vistas

pintorescas, ectudios etnolbgicos. flora, fauna y ge-

ología. Sin duda nos resultan a menudo arbitrarias

muchas cronologías de edificios o muchas adscrip-

ciones a dioses o faraones que nada tuvieron que

ver en ciertos casos. pero no hemos de olvidar que

la única guía de los estudiosos seguía siendo, como

en los siglos anteriores, la literatura grecolatina.

De los grandes resultados científicos obtenidos

por Napoleón en Egipto, lo único que Lord Elgin y

el ciudadano Choiseul-Gouffier pudieron conocer,

durante su estancia en Barbges, fue el libro de Vi

vant Denon.

Y

lo que sin duda no llegarona sospe-

char fue que en Grenoble, al otro extremo de Fran-

cia. un nino de doce anos acababa de escribir

y

pu-

blicar una curiosa Histoire

es

chiens célebres. El

Arriba dmtlticos

~ ~ m l e n

~ u n i e s t o t u i

~hsal&Bnmr*sn

Menas Derecha

daonidbn

km =C=-h

asplain&iuia

momia

dibujos

J-BrpapQs

porWlllemln, h

D s S * t l a i e

L WPt*.

aficionado a Egipto que no había logrado ser admi-

tido entre los sabios de la famosa expedición-, ha-

bía recibido todo tipo de apoyos por parte del ma-

temático Joseph Fourier q u i e n sí formó parte del

lnstitut d'tgypte y ya había estudiado Griego, La-

t ín y Hebreo. Obviamente. se llamaba Jean-

Francois Champollion, y ya había pronunciado su

famosa frase: "¡Leeré, leer6 los jeroglíficos cuando

sea mayor "