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Dos generaciones de viajeros mexicanos del siglo XIX frente a los Estados Unidos Victoria Lerner Universidad Nacional Autónoma de México y University o f California, Berkeley Prólogo La imagen de los mexicanos acerca de los Estados Unidos ha sido poco estudiada. En este trabajo se pretende estudiar la evolución de la idea acerca de los Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XIX a través de dos decenas de viajeros mexicanos. Estas no se tratan en bloque, sino que se analizan en dos etapas porque las ideas y las actitudes cambiaron en esos 50 años.1 La primera etapa, llamada “ crítica” abarca de 1860 a 1877. La segunda denominada “ pesimista” cubre de 1880 a 1905. En el texto cada uno de estos períodos se estudia por separado y se hace una breve alusión a las ideas de los mexicanos acerca de los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XIX sólo como antecedente.2 En cada una de estas etapas se estudian dos grupos de ideas: 1) Ideas sobre el sistema político norteamericano. Este aspecto nos pareció el más significativo de la imagen mexicana de los Esta- dos Unidos durante la segunda mitad del siglo XIX. En este rubro incluimos las opiniones acerca del régimen político norteamericano y algunas reflexiones sobre temas cercanos: la prensa, el ejército, la religión, la educación, los negros, las mujeres, etc. Unicamente las más relacionadas con el sistema político norteamericano.

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Dos generaciones de viajeros mexicanos del siglo XIX frente a los Estados Unidos

Victoria Lerner Universidad Nacional Autónoma de México

y University of California, Berkeley

Prólogo

La imagen de los mexicanos acerca de los Estados Unidos ha sido poco estudiada. En este trabajo se pretende estudiar la evolución de la idea acerca de los Estados Unidos durante la segunda mitad del siglo XIX a través de dos decenas de viajeros mexicanos. Estas no se tratan en bloque, sino que se analizan en dos etapas porque las ideas y las actitudes cambiaron en esos 50 años.1 La primera etapa, llamada “ crítica” abarca de 1860 a 1877. La segunda denominada “ pesimista” cubre de 1880 a 1905. En el texto cada uno de estos períodos se estudia por separado y se hace una breve alusión a las ideas de los mexicanos acerca de los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XIX sólo como antecedente.2

En cada una de estas etapas se estudian dos grupos de ideas:1) Ideas sobre el sistema político norteamericano. Este aspecto

nos pareció el más significativo de la imagen mexicana de los Esta­dos Unidos durante la segunda mitad del siglo XIX. En este rubro incluimos las opiniones acerca del régimen político norteamericano y algunas reflexiones sobre temas cercanos: la prensa, el ejército, la religión, la educación, los negros, las mujeres, etc. Unicamente las más relacionadas con el sistema político norteamericano.

2) Relaciones políticas México-Estados Unidos. Esta cuestión también nos pareció de gran interés, porque —en cierta medida— determina la imagen interna de los Estados Unidos.

Estas etapas ideológicas se analizan en este escrito tomando en cuenta las características colectivas de esas dos generaciones de viajeros mexicanos (el excelente estudio de Don Luis González y González al respecto3 nos sirvió como punto de partida). También las ideas se relacionan con la situación que atravesó México, los Estados Unidos4 y las relaciones entre ambos países durante esos 50 años.

En este escrito no sólo se analizan las ideas; también se abordan las actitudes. Estas últimas muchas veces revelan más sobre los mexicanos y sus concepciones acerca de los Estados Unidos.

La etapa crítica (1860-1877)

En esta primera etapa nueve mexicanos dejan testimonios de su viaje a los Estados Unidos. Tres de ellos son exilados políticos (Pedro Dávalos y Espinoza y Manuel Balbontín de la guerra de reforma, Guillermo Prieto tiene que huir del país más tarde en 1877, con todo el gabinete del derrotado Iglesias), dos más van con encar­gos políticos (Antonio López de Santa Anna para solicitar ayuda para expulsar a los invasores franceses y Matías Romero como secretario de la legación mexicana en Washington). El resto pasa unos días o unas semanas en los Estados Unidos dirigiéndose a otros continentes en viajes de otra índole: artístico (Felipe Gutiérrez), de paseo (Duquesa Isabel Pesado de Mier), científico (Francisco Bulnes y Francisco Díaz Covarrubias).

Con base en esta literatura viajera delimitamos una primera eta­pa de la imagen de los viajeros mexicanos acerca de los Estados Unidos en derredor de los años 1860-1877. Durante esos 17 años acontecimientos importantísimos suceden en Estados Unidos. La

guerra de secesión ocasiona un nuevo equilibrio federal, que el país se tenga que reconstruir particularmente el sur y una situación dis­tinta para los negros. Al unísono, continúan una serie de procesos que habían empezado algunos años antes: la industrialización, el crecimiento de las ciudades en todo el país, el desarrollo del oeste norteamericano, la emigración masiva de Europa y Asia, etcétera.5

Estos 17 años también fueron turbulentos en la historia de Méxi­co: culminan las luchas intestinas con el enfrentamiento entre libera­les y conservadores durante la guerra de reforma y con el imperio de Maximiliano, su epílogo. En estos años hay una lucha frontal por la cuestión religiosa v. gr. Los liberales le quieren arrebatar definitiva­mente su poder temporal al clero y los conservadores luchan por conservarlo.

Esta lucha faccional se refleja en la imagen mexicana de los Estados Unidos. Ambas facciones significativamente encuentran allí su ideal religioso. Los liberales (Matías Romero, por ejemplo) enfatizan que en este país la Iglesia está separada del Estado y el clero no tiene canonjías, por lo cual hay un catolicismo más puro. Los conservadores y católicos (como el obispo Espinosa y Dávalos y la duquesa de Mier) en cambio subrayan que en Estados Unidos la libertad de cultos no origina la persecución de los sacerdotes, la enajenación de sus bienes y la profanación de sus templos. En el fondo ellos parecen utilizar la realidad norteamericana para defen­der su bandera.6

En muchas otras cuestiones se enfrenta en esta etapa lo que sucedía en Estados Unidos frente a la realidad mexicana. En ocasio­nes también se observa la realidad norteamericana per se. Ambas respuestas las analizaremos a continuación.

Ideas sobre el sistema socio-político norteamericano

En la primera mitad del siglo XIX los viajeros mexicanos admiraron el sistema político norteamericano por sus instituciones democráti­

cas, republicanas y por su libertad. Esta visión cambia radicalmente en la segunda mitad del siglo XIX. En las obras de viaje del período 1860-1877 hay un silencio acerca del orden político norteamerica­no7 o por el contrario salen a relucir sus vicios. Particularmente el viajero Guillermo Prieto señala lo último: la corrupción en el mane­jo de la justicia, de las elecciones, de la prensa y de los partidos. Estos últimos “ son empresas mercantiles allí está la intriga, la co­rrupción, allí se apura hasta sus últimos términos la influencia y el soborno” . A los políticos norteamericanos de esta etapa los llama despectivamente “ politiqueros” .

Este cambio en la imagen mexicana corresponde a una nueva realidad norteamericana. En el gobierno de Ulysses S. Grant el cual termina en 1876, un año antes del viaje de Prieto la política se transforma en vender favores a la industria v. gr. Además hay deshonestidad y fraude en todos los órganos de poder.8

Lo más importante es la actitud de Prieto ante esta corrupción. El no le da mucha importancia, por ejemplo, al decir:

la política a nadie divide [...] el país esta constituido y se desconoce el terreno de la conspiración [...] los ‘politicians’ se ocupan de conspirar pero esto es aparte. La masa del pueblo trabaja y se entrega a sus negocios. Cosa de tres mil politiqueros profesan como industria la cosa pública.9

Al leer este comentario se debe tomar en cuenta que Prieto era un hombre bastante escéptico hacia la democracia y que colocaba ideales en otros renglones, en educar al pueblo v. gr.10

En cambio, en esta década de 1870 los mexicanos admiran a los Estados Unidos por el desarrollo de su economía, de sus finanzas, de sus progresos científicos, mecánicos y materiales. El liberal Prie­to y el “ científico” Bulnes coinciden en ello.11 Esto puede deberse a que ellos y otros mexicanos de 1870 valoran más estos aspectos prácticos12 y a que Estados Unidos había logrado un progreso en todos estos aspectos con su Revolución Industrial.13

La mayoría de esta generación viajeril también piensa que en Norteamérica existe una democracia social. Con este concepto se entienden diferentes hechos: que los ciudadanos son “ iguales ante la ley” , que “ tienen libertad donde girar” , que allí “ se mezclan los ciudadanos de todas las clases” , que hay “ igualdad educativa” ; que allí existen en la realidad y no como en Hispanoamérica —en teoría— “ derechos sociales” , que el pueblo y el trabajo tienen un importante papel y finalmente que “ el Estado está dirigido a benefi­ciar los grandes intereses” .14

Esta cuestión algunas veces se plantea per se, otras, implícita o explícitamente se compara con México. Prieto defensor de los po­bres y desprotegidos desde México enfrenta con más agudeza la situación mexicana a la norteamericana. Por ejemplo al decir los “ peones de acá son ciudadanos que comen con tenedor y cuchillo y que leen periódicos” . Con este tipo de comentarios y conociendo la situación del peón en México, se entiende la admiración de los mexicanos por el relativo igualitarismo social norteamericano. En el fondo Prieto y Gutiérrez utilizan esta cuestión para criticar al “ niño fino de México” , al “ fidalgo español” y a aquéllos que desprecian las maneras y groseras costumbres del pueblo de los Estados Uni­dos aspirando a que tuviera modales aristocráticos.15

Significativamente la única que toma una actitud de desagrado ante el igualitarismo social norteamericano es una duquesa, Isabel Pesado de Mier; le molesta que los choferes de Nueva York la tuteen como si fuera su igual. Además ella considera que no es muy real este igualitarismo social con el siguiente argumento que refleja muy bien su personalidad:

Aunque esta nación es república y los yanquis [...] dicen que son demócratas eso de aristocracia a todo el mundo suena bien y quiere contarse en el número de los que la forman. Aquí no hay nobleza, pero los ricos, que son los que miran como si pudieran formarla, viven de distinta manera que los otros [...] por más que se quiera, nunca llegarán a nivelar las clases de la sociedad. Hasta en el cielo

hay jerarquías [...] Dios es rey de reyes y no ha tenido a bien, llamar­se presidente, ni convertir su reino en república. Razón por la cual es preferible lo que Dios ha hecho, a lo que los hombres por su ambición quieren hacer.16

Prieto en algún momento sí acepta que en la sociedad norteame­ricana hay ricos de la peor especie; por ejemplo los que manejaban los grandes emporios industriales que entonces empezaban a surgir el de Andrew Camiegie. Pero lo más importante no es que admita en una ocasión esta falta de igualdad en la distribución de la riqueza en ese país, sino la actitud que toma ante una huelga de obreros de una industria. Esta es “ un mal pasajero” y estos “ grupos de alboro­tadores pasan como compañías de cirqueros en medio de la indife­rencia de la gran masa de la población que garantiza la paz” .17 Este juicio sobre el movimiento obrero que entonces empezaba a surgir en Estados Unidos deja ver algo del tipo de liberalismo de Prieto. Era antagónico de la lucha de clases.

Esta actitud se reafirma cuando Prieto menciona con admiración que en Estados Unidos no hay una “ lucha de clases” y al juzgar el marxismo. Ambos temas salen a relucir en un momento internacio­nal muy especial, cuando acababa de pasar la experiencia de la comuna y las doctrinas de los socialistas utópicos, y de Marx y Engels se empezaban a difundir por todo el mundo. Prieto se lanza en contra de estas doctrinas por sus “ efectos prácticos” y porque considera tan importantes los derechos del trabajador como los del capitalista. Prieto como otros liberales mexicanos de la horneada de la reforma son partidarios del capitalismo y del “ laissez faire” sin que el estado intervenga en el proceso. Según ellos el progreso sólo es posible cuando hay competencia económica entre los individuos.18

Por lo anterior, es natural que Prieto acabe considerando que las nuevas doctrinas no “ prenderán su mecha” en los Estados Unidos por diferentes motivos: porque las gentes son ahí felices y porque hay otros medios para luchar contra la desigualdad económica: la participación por utilidades, las asociaciones, la riqueza de la nación,la abundancia de los pequeños propietarios, etcétera.19

Para ahondar en el tipo de liberalismo de los autores de esta etapa explicaremos sus ideas acerca de la situación de dos grupos de la población en Estados Unidos que entonces se estaban liberan­do: los negros y las mujeres.

La guerra civil norteamericana trajo como todos sabemos la abolición de la esclavitud negra en Estados Unidos, aunque persistió una gran discriminación hacia ese grupo de población tanto en el norte como en el sur.20 La actitud de algunos mexicanos también es un poco prejuiciada y despectiva hacia este grupo. Prieto es el mejor representante de esta respuesta. El considera que físicamente los negros “ ruborizan por su fealdad al cerdo, a la tortuga y al burro” , que moralmente son seres “ sarcásticos” y “maliciosos” y tienen otros defectos: andan semidesnudos, son estridentes y exagerados en sus modales, “ aprendieron a robar” y “ desconocen el amor a la familia” , etc. Con estos antecedentes se comprende que califique su emancipación como nociva para el progreso, porque ha traído anar­quía e incluso ha empeorado su situación.21

Esta actitud la comparten otros mexicanos viajeros entre 1870 y 1905. Discriminan a los negros y a otras minorías: los chinos y los indígenas. Más importante es que los blancos son considerados como superiores por Bulnes.

Estos prejuicios de políticos de diferentes generaciones e ideolo­gías (Bulnes, Prieto, Gamboa, Sierra Méndez) sólo se pueden enten­der por el influjo que tenía el darwinismo social al final de la época denominada “ república restaurada” .22

Según esta doctrina existían razas inferiores frente a otras supe­riores y sólo los hombres más aptos sobrevivían.23

Como contrapunto hay que anotar que algunos viajeros mexica­nos —por el contrario— defienden la igualdad y los derechos del negro. Manuel Balbontín, liberal exilado en Nueva York en la época del imperio de Maximiliano, aplaude, por ejemplo, que “ el negro haya obtenido el derecho de transportarse junto al blanco” .24 Y el artista Felipe Gutiérrez incluso idealiza a los negros con las siguien­tes palabras:

son muy laboriosos. Visten con tanta decencia como los blancos y su modelo y costumbres no difieren en nada de las de los europeos [...] Por detrás se miran [...] como personas que pertenecen a la aristocra­cia pero cuando se ven por delante, el color, el maldecido color, por la no menos maldecida preocupación rebaja el mérito físico y moral de aquellos individuos.25

Detrás de este comentario se puede ver que el negro es para los mexicanos un hombre que sorprende porque no existe en México. Llama la atención por su tipo, su manera de ser y hasta por el “ buen sentido de un discurso sobre la igualdad” .26

Las mujeres norteamericanas también eran muy distintas a las mexicanas tanto por su físico como por su posición social. Aquí nos interesa destacar el segundo punto, particularmente la reacción de algunos liberales mexicanos ante el status que la mujer había logra­do en la sociedad norteamericana para 1860-1870. Ella gozaba de respeto y de mucha libertad en sus relaciones y para educarse. El liberal Manuel Balbontín prefiere la situación norteamericana al confesar: “ no podía menos que deplorar mi juventud malgastada en mi pobre patria, donde la severidad de las formas y las anticuadas costumbres condenan a la juventud a una quietud, a un silencio y a una separación horribles” .27 El liberal Prieto en cambio analiza las desventajas que tiene esta situación libre de la mujer. “ Esta origina que se haya hecho medio varonil, que sea mala ama de casa, que no le tenga afecto a los niños, que domine a su marido, etc. Por estas cuestiones y por su propia manera de ser no le convence el “ club en favor del aborto” , el amor libre, el divorcio y otras muchas costum­bres norteamericanas que anota con agudeza y originalidad.28

Bulnes, de la generación positivista aplaude —como el general de la reforma Manuel Balbontín— la libertad y participación políti­ca de la mujer en Norteamérica.29 En este renglón este científico es “ más progresista” que el liberal Prieto. Entran enjuego otras cues­tiones aquí, evidentemente.

En suma, los liberales de esta generación tienen actitudes contra­rias hacia la situación de dos grupos muy significativos y caracterís­ticos de la población norteamericana: los negros y las mujeres.

Imagen de las relaciones mexicano-norteamericanas

La guerra mexicano norteamericana de 1847 es un tema que tocan todos los viajeros que van a los Estados Unidos en ese momento, en la segunda mitad del siglo XIX y durante el siglo XX. Los de esta generación la recuerdan al pasar por los territorios perdidos (Texas y California v. gr.) o al toparse con monumentos que conmemoran esta lucha. Lo cual deja ver que no causó un resentimiento perpetuo y constante, aunque tal vez sí muy agudo. Particularmente despierta su indignación patriótica este “ robo” y “ violación” cometida por los norteamericanos. Consideran que este episodio no los honra; al contrario choca con las mejores virtudes norteamericanas: con la justicia, la lealtad y con sus héroes más admirados (George Was­hington v. gr.) Gutiérrez añade que tampoco los enaltece porque se batieron con el jefe del ejército mexicano, cuya conducta hasta aho­ra “ es un enigma, porque se ignora si fue un inepto o un traidor” .30

Sin embargo la guerra de 1848 en 1860-1870 no es sólo un recuerdo, es un trauma. A raíz de ella se siente que los Estados Unidos son un peligro mortal para México. Se teme v. gr. perder más territorio mexicano. Particularmente en esta etapa de 1870, el pacífico occidental, estados como Sonora y Baja California que estaban siendo invadidos por extranjeros31 y que eran ambicionados por los norteamericanos.

Este temor de los mexicanos a los Estados Unidos lo explican ellos mismos por la situación de México, por su atraso económico, anarquía política, pobreza y holgazanería de sus habitantes y por otros males más.32 También los americanos son considerados por los viajeros culpables, porque son “ audaces” , capaces de todo,

“ invasores por excelencia” ; “ si han puesto en su pabellón las es­trellas es para cogerlas con la mano” .33

Pero en estos años de 1860-1870 México tiene otras preocupa­ciones en sus relaciones con Estados Unidos y con otros países del orbe. Para los viajeros que fueron en la década de 1860, la interven­ción francesa y el imperio de Maximiliano, son cuestiones vitales. Dos de ellos, Santa Anna y Matías Romero piden a Estados Unidos ayuda para expulsarlos. El último como secretario de la legación mexicana en Washington habló con distintos personajes americanos con ese fin y significativamente les aclaró que si ayudaban “ no fuese a titulo de obtener territorios” .34 Incluso él en este momento usó como bandera el panamericanismo, la unión de los países del continente contra las invasoras potencias europeas. Era sólo una bandera porque todo parece indicar que los mexicanos en el fondo de su ser consideraban que la cultura francesa y la raza latina eran más afines a los mexicanos que los anglosajones.35 En las memorias de Lerdo de Tejada se confiesa ello claramente con las siguientes palabras: “ La intervención francesa prescindiendo de la forma inva- sora que ella entraña, es en su esencia una fuerza latina. Suprimid el principio imperial y dejad solamente el principio de raza y quedar entonces el francés, el latino, enemigo natural de nuestros enemigos naturales: los sajones” .36

En la década de 1870 —en cambio— el temor mayor es el imperialismo económico norteamericano en general y en la zona de la frontera mexicano-norteamericana en particular. Prieto en 1877 —contradiciéndose con lo que había dicho antes— afirma: “ la ad­quisición de tierra, la intervención por la fuerza no la intentará el norte, aunque influyera en los negocios de México, sea por medio de tratados, sea considerando a México una colonia” . Y para evitar que México fuese la “ India” de la “Nueva Inglaterra” , adelanta dos soluciones: la libre competencia y dejar algunas medidas de protección, las mínimas.37 El liberalismo económico de Prieto —li­beral de la generación de la reforma— su inclinación al laissez faire se trasluce aquí.

Otra vez más que el hecho de la penetración económica america­na que era una realidad en esa época, lo que interesa es la actitud de Prieto, de susto y auto defensa de México. Compárese tal reacción con la de los viajeros de la siguiente etapa, particularmente con los porfiristas que aplauden esta influencia norteamericana en México.

También en esta etapa 1860-1870 surgen otros temas nuevos de las relaciones bilaterales. Uno es la situación de la población mexi­cana en los territorios de California y Nuevo México, su marginalidad y ayankamiento. Otro, el desprecio con que los norteamericanos juzgan a los mexicanos, nos ven como si fuéramos “ monos” . A ello se agrega la enorme ignorancia que hay en el país del norte sobre sus vecinos del sur. En tono jocoso dice Prieto que un americano creía que “ hombres y señoras pasan el día sentados al sol con sus guitarritas en el bosque de Chapultepec” .38

En conclusión, las relaciones bilaterales son un tema lleno de presagios y realidades negativas en 1860-1870. Además seguía viva la lección del 48 y el patriotismo que despertó. Ambos ponen cotos a la admiración de los liberales hacia Estados Unidos en esta etapa. Guillermo Prieto confiesa que al aceptar mucho de lo bueno y admi­rable que tiene este país se le juzgue como “ falto de patriotismo o ayankado” .39 Se teme ésto porque los conservadores tildaban a los liberales con tales nombres y adjetivos. Además ellos seguramente recordaban a algunos liberales, admiradores de Estados Unidos que acabaron traicionando a México, en Texas o la guerra del 48. Lo­renzo de Zavala en la primera v. gr.

Por el mismo patriotismo la defensa de México en esta etapa es muy emocional. Particularmente en Prieto, quien, como sus compa­ñeros de la pléyade de la reforma, era romántico y rencoroso.40 El siguiente poema de Prieto deja ver esta reacción y su dolor ante el atraso mexicano:

[...] Que alce el yankee palacios en los mares, que de férreo tendón doten al viento [...] Todo lo pueden ellos, ellos pueden convertir en espléndidas naciones de mi patria infelices los girones, botín de enga-

fio, presa de baldón. Todo lo pueden ellos, más no pueden arrancar a mi patria su nobleza ni robar a su espléndida belleza su heroico, su divino corazón.'11

Etapa pesimista: 1880-1905

Para cerrar esta historia nos falta describir la segunda etapa del pensamiento mexicano acerca de los Estados Unidos: de aquellos que viajaron a ese país entre 1880-1905. En esta hay dos estrellas de primera magnitud por la profundidad de sus reflexiones acerca de los Estados Unidos y por su personalidad misma: Justo Sierra Méndez y Federico Gamboa. El primero va como turista por unas semanas a los Estados Unidos y el segundo reside —como diplomá­tico— varios años en Washington. A pesar de que pertenecen a diferentes generaciones, Sierra Méndez a la positivista; Gamboa a la modernista, es muy interesante colocarlos juntos porque coinci­den en algunas ideas y los contrastes y diferencias son muy signifi­cativos e importantes. Los viajeros restantes son de secundaria im­portancia: el novelista Alberto Lombardo, dos médicos que coqueteaban con la política (Eduardo Liceaga e Ignacio Martínez), cuatro religiosos que pasaron por los Estados Unidos al dirigirse a Roma o a Tierra Santa (Antonio Juárez, José María Portugal, José María Velázquez, y Diego Germán y Vázquez). Hay además dos viajeros que significativamente en esta etapa van en viajes semi- diplomáticos: Alberto Bianchi vocero de un grupo de periodistas que van a mejorar las relaciones de todo tipo entre México y los Estados Unidos. Y Alberto Cardona mexicano- norteamericano quien escribió una guía sobre los Estados Unidos por encargo del ferroca­rril central. Sus comentarios más importantes también se tomarán en cuenta.

Imagen del sistema socio-político norteamericano

En esta etapa los mexicanos siguen admirando —como sus predece­sores— el adelanto material, las ciudades, los inventos técnicos y el desarrollo económico de los Estados Unidos.42 También continúa e incluso se acrecienta la crítica de la anterior generación viajera acerca de las instituciones políticas norteamericanas. Pero lo más interesante es que esta cuestión se empieza a juzgar con escepticis­mo, incluso con pesimismo.

El igualitarismo social norteamericano que los viajeros liberales de la etapa 1860-1877 admiraban, se cuestiona unos años después. En 1882 Antonio Lombardo palpa que hay diferencias económicas en la sociedad norteamericana, pero le parece que el rico norteame­ricano es distinto porque trabaja, no gasta dinero y no se distingue de los demás.43 Al terminar el siglo XIX y empezar el XX aumenta el escepticismo sobre la democracia social y económica norteameri­cana. Justo Sierra Méndez y Federico Gamboa comparten esta acti­tud; el primero define al gobierno norteamericano como: “ Una plu­tocracia que quiere conjurar el odio de 50 millones de pobres, dán­doles la limosna de los hospitales, de los asilos, de maravillosos institutos de instrucción pública, que pondrán armas terribles en manos de sus adversarios” .44

En esta etapa como en 1877 las instituciones políticas son califi­cadas como corruptas: la prensa, la justicia, las cámaras legislati­vas, las elecciones, etc.45 En realidad la crítica al sistema político norteamericano se radicaliza; sobre todo por Federico Gamboa, hom­bre conservador. Según él ahí ya no existe justicia, derecho, “ senci­llez republicana” ,46 libertad, igualdad y democracia. Incluso ya no se tiene fe en la existencia de estos ideales en ninguna parte. Esta actitud es compartida, aunque en un grado bastante menor, por el liberal Justo Sierra Méndez. Esto nos permite ver que a fines del siglo XIX la distancia entre ambos grupos se había acortado porque la ideología liberal se había debilitado perdiendo el jacobinismo y la

pureza47 que tenía en la primera mitad del siglo XIX. Sierra Méndez hace el siguiente comentario sobre la democracia en Norteamérica y en general:

toda democracia necesita esclavos, o abajo, o arriba (diputados) [...] Esta democracia americana tiene los de arriba y quisiera aún tener los esclavos de abajo. En suma una democracia es un sueño [...] es una aristocracia constantemente asaltada por los que quieren entrar en ella. Si los negros lograran tener la mayoría en el capitolio [...] reducirían a los blancos a la esclavitud.48

Unos ocho años más tarde en 1903 el modernista Gamboa tiene una opinión más pesimista al respecto: “ (La) [...] Democracia (la inasequible), se entiende por eso se cuelga con mayúscula, no la manida y purulenta que nos sirve en todas partes hasta en éstas” .49 La diferencia palpable entre ambos es de grado, tono y estilo; Gamboa, como buen modernista, es mucho más crítico, irónico y aplastante que Sierra Méndez. También consideramos que hay di­vergencias de personalidad particularmente de evolución política entre ambos; como liberal de la época positivista Sierra Méndez persiguió el ideal de la libertad en su juventud, pero en la madurez, según confiesa, se dio cuenta que era inalcanzable.50 Gamboa pro­bablemente siempre vio —como conservador y buen modernista— con cinismo este ideal. El siguiente comentario de 1903 lo deja ver: “ La libertad (de Bartholdi) continúa alumbrando al mundo [...] desde la entrada de la bahía de Nueva York, por las noches, cuando encienden sus luces eléctricas” .51

Este escepticismo político, mucho mayor en Gamboa, probable­mente se deba a varios motivos, los siguientes v. gr.:

1. La realidad mexicana —de donde provenían estos viajeros— se había transformado a partir de 1876. Con la entrada de Porfirio Díaz al poder se había instaurado una era de paz y de progreso económico —desigual— sacrificando los ideales democráticos y li­berales de fines del siglo XVIII y de todo el siglo XIX y se había implantado una dictadura.52 Y los intelectuales y políticos que ro­

deaban a don Porfirio ya no veían esta forma de gobierno con horror; según Francisco Bulnes era aceptable, incluso era deseable que prosiguiese.53

2. Los liberales mexicanos del último tercio del siglo XIX habían dejado de ser románticos, idealistas, creyentes en la libertad, en la democracia y en la justicia. Y se convirtieron en hombres pragmáti­cos que sólo creían en el progreso material, el orden, la moral científica y el darwinismo social. Por influjo del positivismo y el viraje de la realidad mexicana, ellos cayeron en un realismo político. Criticaban, por ejemplo, la libertad anárquica del pasado porque solamente había logrado destruir el viejo sistema sin construir uno nuevo.54

3. También la realidad norteamericana se había transformado: desde 1870 había empezado una corrupción política que seguía exis­tiendo en 1890 y 1905. Para corregirla surgieron diferentes movi­mientos radicales y reformistas en la década de 1890, algunos de ellos influidos por las doctrinas socialistas del viejo mundo. Los mexicanos que estuvieron en Estados Unidos en esos años captaron esta crisis profunda de la sociedad norteamericana por la cual esta­ban en entredicho la república federal, el antimilitarismo, etc. Gamboa define a ese país como una “ próspera anarquía” y Sierra Méndez no sabe si se encamina a un período de “ monarquía, de cesarismos socialistas y demagógicos, o a un militarismo a ultranza’ ’; sólo está seguro de que con el tiempo regresarán al “ equilibrio republicano” formando una confederación compuesta de grupos federales inde­pendientes.” 55

Todos estos cambios originaron que los mexicanos de esta gene­ración tuvieran una admiración limitada por los Estados Unidos y defiendan a México en forma racional, emotiva, científica y filosófi­ca. Incluso ahora su atraso es justificado por factores naturales: por su posición geográfica, por sus pobres tierras, por sus minas de oro y plata que desearía cambiar el viajero Covarrubias por los lagos y ríos navegables norteamericanos. El desarrollo de Estados Unidos llega a considerarse como “ obra de la suerte y de la naturaleza” y

su territorio podría representarse “ por una serie de billetes de lote­ría premiados por el premio gordo” .56

Uno de los quids de esta etapa es la admiración “ menos sistemá­tica, pueril” y absorta de los liberales mexicanos hacia los Estados Unidos. Citemos textualmente a Justo Sierra Méndez:

Admiro —dice— al pueblo cuyo centro de gravedad política es el capitolio, su grandeza me abruma y me impacienta. Pero no soy de los que pasan la vida arrodillados ante él, ni de los que siguen alboro­zados, con pasitos de pigmeo, los pasos de este gigante [...] Pertenez­co a un pueblo débil que puede perdonar, pero que no debe olvidar (1848)[...] quiero, como mi patria tener ante los Estados Unidos [....] la resignación orgullosa y muda que nos ha permitido hacernos dig­namente dueños de nuestros destinos. Yo no niego mi admiración, procuro explicármela; mi cabeza se inclina pero no permanece incli­nada; luego se yergue para ver mejor.57

La admiración hacia los Estados Unidos a fines del siglo XIX se reduce por el recuerdo de 1848 y porque México ya está en otra situación: se ha logrado estabilizar. Ambos factores originan un orgullo de ser mexicano y que se prefiera lo propio frente a lo norteamericano por patriotismo. Sierra Méndez lo dice en forma clara e inigualable:

me gusta más México: pobres, pequeños e inactivos, los pueblos a que pertenezco se han apropiado un lote mejor en la batalla de la vida; a hormiguear indefinidamente en torno a migajas hemos preferido can­tarle al sol [...] cantemos siempre puesto que todo es ilusión.58

Pero el punto fundamental de esta etapa es que el viajero Gamboa es más crítico y antiyanqui que Sierra Méndez; incluso lo acusa de ser yankófílo. Él —como modernista— se regocija buscando mácu­las en todas las áreas de la vida norteamericana: en civilización, cultura, educación, costumbres, etc. Las razones de su antiyanquismo son múltiples: por ser literato tenía más simpatías por la cultura y civilización europeas, por ser de ideas más bien conservadoras era

partidario franco de la dictadura y por ser católico sentía enemistad con el protestante anglosajón.59

Imagen de las relaciones mexicano-norteamericanas

Para 1890 se habían modificado éstas porque México para desarro­llarse había decidido abrir el país a las inversiones norteamericanas, reducir los aranceles y proteger los intereses de los norteamericanos en territorio mexicano.

Algunos viajeros adecúan su ideología a esta nueva etapa de las relaciones mexicano-norteamericanas. Particularmente viajeros que van con misiones semidiplomáticas a abrir el comercio entre los dos países, tienen esta actitud. Uno de ellos es Cardona; este mexicano- norteamericano hace hincapié en la guía de viajeros que hizo para el ferrocarril central en la amistad entre los dos pueblos y sus cordia­les relaciones. Incluso al pasar por Texas no recuerda que fue terri­torio mexicano, sino sólo admira el desarrollo que ha tenido esta región. El mexicano Bianchi tampoco menciona lo sucedido con Texas, pero trata de disminuir el impacto emotivo del 47; dice que en su excursión venía un veterano «mexicano de esa guerra para estrechar la mano de aquéllos que combatieron por los Estados Unidos y “ patentizar que así como los escritores, los comerciantes y los manufactureros de ambos países han entrado en fraternales relaciones, así debe acabar todo resentimiento entre los que lucha­ron por las armas” .60 Esta actitud es muy diplomática, trata de negar los problemas que hubo entre ambos países en el pasado y sus consecuencias.

Los viajeros mexicanos que van por su propia cuenta o en otra forma a los Estados Unidos —en viaje científico, de paseo, religioso— sí aceptan sus sentimientos negativos por Texas y por la guerra de 1847: su indignación, encono y nostalgia por lo perdido. También dejan ver que estos hechos son motivo de distanciamiento y de enemistad entre los dos pueblos. Como en 1870 culpan a

México, a algunos mexicanos y a los Estados Unidos por ello.61 Al diplomático Gamboa no le consuela “ la consideración que aunque nos lastime se impone, de que en nuestras manos (California) no habría pasado en mucho tiempo de perico perro” .62

Los viajeros religiosos de esta etapa (Portugal, Vásquez y Velázquez) son los que muestran más animadversión por los Esta­dos Unidos; por Texas y el 48, por el odio y menosprecio de los americanos hacia los mexicanos y por la penetración pacífica que se estaba llevando a cabo. Les molesta este proceso por una razón particular: porque los norteamericanos son protestantes, “ herejes” y medio irreligiosos. Temen que ellos influyan en la educación mexi­cana, que colonizen México y sobre todo que traten de debilitar la fe católica en nuestro país.63

Gamboa —ferviente católico— rechaza esta penetración pacífi­ca por motivos religiosos también y porque la conecta con otro designio más peligroso de Estados Unidos, con el destino manifies­to. También por ello rechaza que Estados Unidos pueda ser un modelo para México sueño de los liberales mexicanos de la primera mitad del siglo XIX. Le molesta además el menosprecio y desdén de los norteamericanos hacia lo mexicano. Para vengarse de todas es­tas actitudes se solaza buscando sistemáticamente los defectos nor­teamericanos. Antes de salir de Estados Unidos lo confiesa y se arrepiente:

[...] no quisiera continuar en la ingrata tarea de echarle en cara los varios defectos gordos que la afean. Válgame la atenuante que no lo hago por maldad, ni por complacencia morbosa [...] sino para que ellos no nos traten a los hispanoamericanos con el desprecio y humi­llante protección con que nos tratan. Ni quien niegue su civilización que es [...] mucho superior a la nuestra pero que de ahí no se siga que a nosotros nos tengan por enfermos incurables y ellos se supongan, gratuitamente de lo bueno, de lo mejor. Que atiendan a sus propias llagas, una vez que las hayan curado, se vuelvan a nosotros y nos indiquen los remedios eficaces.64

Por último, el imperialismo que se había desatado en Estados Unidos desde la década de 1890, el cual se incrementó a principios del siglo XX con los gobiernos de Taft y Roosevelt es otra causa de la animadversión de Gamboa por este país. Particularmente lo suce­dido en Panamá, Filipinas y Cuba le molesta. Reniega en el fondo del poder y de la influencia de los Estados Unidos en todo el mun­do.65 El liberal Sierra Méndez lo ve con más frialdad; simplemente prevee que el clímax de ese poderío sobre América y el mundo anunciará la futura decadencia de Norteamérica.66

Con estos temores y presagios sobre la influencia de Estados Unidos en el mundo y con este rechazo de Gamboa al modelo norteamericano queremos terminar esta historia de la imagen mexi­cana acerca de los Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XIX.

Conclusiones

Los viajeros liberales de la segunda mitad del siglo XIX ya no creen en el régimen político norteamericano (en la democracia, libertad, justicia, etc.) a diferencia de sus antecesores, aquéllos que fueron a Norteamérica entre 1830-1850. En 1870 hay un viraje importante, porque se empieza a criticar este sistema como corrupto. Y en 1890 se agravan estas críticas y se desconfía de la existencia de la demo­cracia en general, de la libertad, de la igualdad social, etcétera.

Esta evolución obedece a un cambio real en la realidad política norteamericana, a una modificación en la ideología de los liberales mexicanos (pierden su romanticismo, jacobinismo, pureza y se vuel­ven pragmáticos, adoradores del adelanto material, científico, eco­nómico) la cual se explica por la influencia del positivismo entre ellos y por su acomodo a la dictadura de Porfirio Díaz.

Los liberales de estas dos generaciones, como sus antecesores, son defensores del régimen capitalista norteamericano, del laissez faire y contrarios al socialismo marxista. También algunos de ellos,

por la influencia del darwinismo social rechazan a los grupos margi­nados de la sociedad norteamericana (negros, indígenas, chinos y mujeres) y creen en la supremacía de los hombres blancos. Hay algunas excepciones a esta corriente.

En la segunda mitad del siglo XIX se palpan algunas diferencias entre conservadores y liberales por los siguientes ítems: tipo de gobierno, sistema social, cultural y religioso. Los conservadores están a favor de las monarquías y de las dictaduras, de los sistemas aristocráticos, de cultura fina o elitista, del predominio de la Iglesia Católica como institución y credo. Por ello prefieren Europa a los Estados Unidos y atacan al segundo (Federico Gamboa es un buen ejemplo). Los liberales en cambio siempre se inclinaron por los Estados Unidos por ser una democracia política y social, un país en donde hay intentos de igualitarismo económico, separación entre la Iglesia y el Estado.

Ambos grupos pueden utilizar para defender su bandera la reali­dad norteamericana —por ejemplo en la forma de ver la libertad de cultos en Norteamérica en 1860— en el momento en que en México ambos grupos se peleaban por esta cuestión.

Por todo lo anterior se ve que los liberales de esta etapa ya admiran menos a los Estados Unidos, ésto se debe a los factores antes anotados (cambio ideológico de los liberales, de la realidad norteamericana) y al patriotismo que nació a raíz de la guerra del 48 que los hizo tener una actitud más crítica a la sociedad americana y defender a su patria. Ellos temen la acusación de yankófilos, ayankados, o faltos de patriotismo que se habían ganado los libera­les de la primera mitad del siglo XIX por su idealización de Estados Unidos y su entreguismo a ese país del norte.

La guerra de 1848 causó una huella en la actitud de los mexica­nos hacia los Estados Unidos: surgen a raíz de ella sentimientos negativos contra el coloso, sospechas de que México perderá más territorios y sobre todo una conciencia nacionalista orgullosa y de­fensiva. Sólo los viajeros de 1880-1890, aliados a la política de Porfirio Díaz de abrir la puerta a los inversionistas americanos

niegan por razones diplomáticas la brecha creada entre México y Estados Unidos por la guerra de 1848.

Sin embargo, en 1870 los mexicanos tienen nuevos temores y resentimientos contra los Estados Unidos. El imperialismo económi­co norteamericano, el menosprecio de los americanos hacia los mexi­canos, v.gr. En 1890 se denuncia el poder político norteamericano en el mundo y sus ocupaciones armadas de diferentes pueblos.

En estos tópicos encontramos diferencias de actitudes y motiva­ciones, por ejemplo algunos rechazan la penetración norteamericana en México por razones nacionalistas y económicas, otros por reli­giosas y finalmente, los aliados a Don Porfirio la estimulan y aplau­den.

Notas

1. Cfr. De Onís, José. The United States as seen by latin american writters 1776-1890. New York, Hispanic Institute in the United States, 1952; cfr., Lemer, Victoria, La idea de Estados Unidos a través de los viajeros mexi­canos. Tesis para optar por el título de maestría en Historia. México, El Colegio de México, 1971.

2. Lemer, Victoria. “ Estados Unidos visto por diferentes generaciones de polí­ticos mexicanos” , (trabajo mecanografiado).

3. González, Luis, La ronda de las generaciones. Los protagonistas de la reforma y de la Revolución Mexicana, México, Secretaría de Educación Pública, 1984 y González, Luis, “ Los 33 padres de la patria” , en Todo es Historia. México, Cal y Arena, 1989, pp. 87-93 y González, Luis, “ La era de Juárez” , en Todo es Historia. México Cal y Arena, 1989, pp 97-124.

4. Sellers, Charles, May, Henry and Mcmillen, Neil R. A Synopsis o f American History. Boston, Houghton Mifílin Company, 1985, 2 v.

5. Sellers, Charles, et al. A Synopsis... Op. cit., II, pp. 191-238.6. Romero, Matías. Diario Personal de...(1855-1865). México, El Colegio de

México, 1960, pp. 302-378. Sobre la postura de los conservadores: Espinosa y Dávalos, Pedro, Pastoral del Illmo. Sr. Arzobispo de Guadalajara a la vuelta de su destierro. Guadalajara, Tipografía de Dionisio Rodríguez, 1864, pp. 4, 5, 6, 7, 24; Pesado de Mier, Isabel, Apuntes de viaje de México a

Europa en los años de 1870, 1871 y 1872 por... París, Gamier Hermanos, Libreros Editores, 1910, pp. 583-517.

7. Pesado, Isabel. Apuntes, op. cit.', Espinosa y Dávalos, Pedro, Pastoral, op. cit.; Bulnes, Francisco, Sobre el hemisferio norte once mil leguas. Impresio­nes de viaje a Cuba, los Estados Unidos, el Japón, China, Conchinchina, Egipto y Europa por ...México, Imprenta de la Revista Universal, 1875; Díaz Covarrubias, Francisco Viaje de la comisión astronómica mexicana al Japón para observar el tránsito del planeta Venus por el disco del sol el 8 de diciembre de 1874 por...México, Imprenta Políglota de C. Ramiro y Ponce de León, 1876.

8. Prieto, Guillermo. Viaje a los Estados Unidos por Fidel (Guillermo Prieto). México, Imprenta del Comercio de Dublán y Chávez, 1877-1878, 3 v; I, pp. 605, 118, 607; n, p. 492; m, pp. 110-113,503, 113, 178, 111, 112, 133-136.

9. Ibidem, I, p. 607; II, p. 492.10. Véanse algunos estudios sobre la personalidad e ideología de Guillermo

Prieto; por ejemplo Ortiz Vidales, Salvador, Don Guillermo Prieto y su época (Estudio costumbrista e histórico del siglo XIX). México, Editorial Botas, 1939; Gertz, Mañero, Alejandro, Guillermo Prieto. Biografía. Méxi­co D. F., Secretaría de Educación Pública, 1967. Hay desde luego otros estudios más recientes.

11. Bulnes, Francisco. Sobre el hemisferio norte... Op. cit., pp. 41, 55-57, 46, 88, 44; Prieto, Guillermo, Viaje... Op. cit., n, 444, 317,491, 260, 264 y ss.

12. González, Luis. “ La era de Juárez” , op. cit., pp. 101-108.13. Sellers, Charles. A Synopsis... Op. cit., n, pp. 217-226.14. Balbontín, Manuel. Un día del mes de enero a los 40 grados de latitud

norte por... México, Imprenta de V. G Torres, 1873, p. 34; Prieto, Guillermo, Viaje... Op. cit, I, p. 218-221, 310-312; m, p. 69, 163, 52,49, 53.

15. Gutiérrez, Felipe S. Viaje de Felipe S. Gutiérrez por México, los Estados Unidos, Europa y Sudamérica. México, Edición del “ Diario del Hogar” 1882-1883, pp. 436, 487, 544; Prieto, Guillermo, Viaje... Op. cit., I, pp. 204-205,418 y ss.

16. Pesado de Mier, Isabel. Apuntes de viaje... Op. cit., pp. 582, 570, 559.17. Sellers, Charles et al. A Synopsis... Op. cit., n, 224-225; Prieto, Guillermo,

Viaje... Op. cit., DI, pp. 211-215.18. Prieto, Guillermo. Viaje... Op. cit., II, p. 571.19. Ibidem, I, pp. 117-119; II, pp. 318; m, pp. 214-218.20. Sellers, Charles et al. A Synopsis... Op. cit., II, p.205 y ss.21. Prieto, Guillermo. Viaje... Op. cit., II, pp. 93, 113, 23-24, 16-18, 35, 59,

191, 129.22. Díaz Covarrubias, Francisco. Viaje... Op. cit., pp. 83-84; Bulnes, Francisco,

Sobre... Op. cit., pp. 41 y ss.; Sierra Méndez, Justo, En tierrayankee (Notas a todo vapor) 1895. México, Tipografía de la oficina impresora del timbre,

1898, pp. 40, 122, 196-198, 204, 104, 187-200; Gamboa, Federico, Im­presiones y recuerdos. México, Editor Eusebio Gómez de la Puente, 1922, p. 83.

23. Díaz Covarrubias, Francisco. Viaje... Op. cit., pp. 83-84. Prieto, Guillermo, Viaje...Op. c/í.,I, p. 135.

24. Balbontín, Manuel. Un cha... Op. cit., p. 25.25. Gutiérrez, Felipe S. Viaje... Op. cit., pp. 462-465.26. Romero, Matías. Diario... Op.cit., p. 517, cfr. 274, 610.27. Balbontín, Manuel. Un día... Op. cit., pp. 37-8, 68, 26, 5, cfr. Gutiérrez,

Felipe S., Viaje... Op. cit., pp. 449, 499-500.28. Prieto, Guillermo. Viaje... Op, cit., I, pp. 147-151, 447, 449, 458, 460, 453;

H, pp. 189,428, 401, 40; m, pp. 288-289, 216, 290, 297, 71.29. Bulnes, Francisco. Sobre el hemisferio... Op. cit., pp. 48-49, 58, 59, 60, 62,

63-69.30. Gutiérrez, Felipe S. Viaje...Op.cit., pp. 585-588; Prieto, Guillermo, Viaje...

Op.cit., I, pp. 61,62, 53, 247; II, pp. 403, 385-7, 145; III, pp.462-467.31. González, Luis. “ La era de Juárez” ..., op. cit., pp. 101-108.32. Gutiérrez, Felipe, S. Viaje...Op. cit., pp. 489-490; Prieto, Guillermo, op.

cit., IE, pp. 52-55.33. Prieto, Guillermo. Viaje... Op. cit., DI, 462; II, pp. 321, 413.34. Romero, Matías. Diario... Op. cit., p. 412.35. Sobre el panamericanismo, ibidem, pp. 607-608, 423; sobre la afinidad de

los mexicanos con la raza latina y los franceses, Gutiérrez, Felipe S., Viaje... Op. cit., p. 498.

36. Lerdo de Tejada, Sebastián. Memorias inéditas de... Brownsville, Texas, s.e. 1889, 2 v., pp. 73-75. Cabe advertir que se descubrió que esta obra no fue escrita por Lerdo, sino por Adolfo Carrillo.

37. Prieto, op. cit, m, pp. 59-60, 225-230, 17-18, 131, 510, 516-520, 268, 156.38. Ibidem, I, pp. 431, 24; II, pp. 132, 492-493, 432, 495. Cfr., Gutiérrez, Felipe

S. Viaje...Op. cit., pp. 555, 546.39. Prieto, Guillermo. Viaje...Op. cit., II, p. 561.40. González, Luis. La ronda...Op. cit., pp. 10-23.41. Prieto, Guillermo. Viaje...Op. cit, I, p. 124.42. Sierra Méndez, Justo. En tierra... Op. cit., pp. 63-64, 59, 60, 126, 188, 29,

36-38, 123-128; Liceaga, Eduardo, Mis recuerdos de otros tiempos. Obra postuma. México, Talleres Gráficos de la Nación, 1949, pp. 66, 69, 76-77, 67, 65; Martínez, Ignacio, Viaje Universal. Visita a las cinco partes del mundo por... Recorriendo por los largos zig zags que tuve que ejecutar entre los grados 60 del hemisferio norte y 43 del hemisferio sur, 108 mil kilóme­tros de distancia o sean 27 mil leguas, suficientes en vía directa para dar casi tres vueltas al globo. Nueva York, s.e., 1886, pp. 14, 51-54, 55, 56, 57;

Lombardo, Alberto, Los Estados Unidos. (Notas y episodios de viaje) Méxi­co, Imprenta y Fotolitografía de la Escuela Nacional de Artes y Oficios, 1884, pp. 186, 97-98, 102, y ss.

43. Lombardo, Alberto. Los Estados Unidos... Op. cit. pp.57-60.44. Sierra Méndez, Justo. En tierra ...Op. cit., p. 215; Gamboa, Federico, Mi

diario. Mucho de mi vida y algo de la de otros. México, Editor Eusebio Gómez de la Puente, 1920. Primera serie, tomo DI, p.332 y segunda serie, 1934, tomo I, p. 11.

45. Gamboa, Federico. Mi diario... Op. cit., I, pp. 35, 49; DI, pp. 373, 251, 270, 330, 436-437, 323, 368.

46. Gamboa Federico. Mi diario, op. cit., I, pp. 10-13; DI, pp. 332, 378, 282- 283, 449, 359, 353, 227.

47. Véanse las ideas de Luis González acerca de la generación tuxtepecadora (González, Luis, La r ronda de las generaciones... Op. cit., pp. 23-36).

48. Sierra, Méndez. Justo, En tierra... Op. cit., p.21.49. Gamboa, Federico. Mi diario... Op. cit., I, p. 65.50. Sierra Méndez, Justo. En tierra... Op. cit., pp. 72-73.51. Gamboa, Federico, Mi diario... Op. cit., DI, p. 286.52. González, Luis. La ronda... Op. cit., pp. 23-36.53. Ibidem, pp. 37-52.54. Ibidem.55. Sellers, Charles et a i A Syrwpsis... Op. cit., II, pp. 254-257; Sierra, Méndez,

Justo, En tierra... Op. cit., pp. 54, 55, 35, 166-167, 215; Gamboa, Federico, Mi diario... Op. cit., I, p.10.

56. Sierra Méndez, Justo. En tierra... Op. cit., pp. 208, 131; González, Luis, La ronda... Op. cit., pp. 37-52; Díaz Covarrubias, Francisco, Viaje... Op. cit., pp. 76-77.

57. Sierra Méndez, Justo. En tierra... Op. cit., pp. 131-132; cfr. Díaz Covarrubias, Francisco, Viaje... Op. cit., p.75.

58. Sierra Méndez, Justo. En tierra... Op. cit., p. 216.59. Gamboa, Federico. Mi diario... Op. cit, HI, pp. 301, 306, 380-1, 329, 375,

315, 446,20.60. González, Luis. La ronda... Op. cit., pp. 37-52, Cardona, S. Adalberto, De

México a Chicago y Nueva York. Guía para el viajero en que se describen las principales ciudades y ferrocarriles. New York, Moss Engraving, 1892, pp. IV, V, 524, 152, 194, 478, 467-472 y Bianchi, Alberto G., Descripcio­nes de viaje por... México, Editor N. Lugo Viña, 1887, pp. 296, 276, 12, 260, 207 y ss.

61. Lombardo Alberto. Los Estados... Op.cit., pp. 212, 219, 241-243; Sierra Méndez, Justo, En tierra... Op cit., pp. 58, 136, 138; Liceaga, Eduardo, Mis recuerdos... Op. cit..., p. 65; Martínez, Ignacio, Viaje Universal... Op. cit.,

pp. 19, 18, 15; Sánchez, Ramón, Ligera descripción de un viaje de Jiquilpan de Juárez a la ciudad de Chicago por... Zamora, Imprenta de Ramón Padilla a cargo de Federico Garibay, 1893, p.7; Esquino Salvador, Viaje por la Europa Meridional, Francia, España, Italia, Grecia. Punto de partida México pasando por los Estados Unidos, y dando un brinquito a Bélgica, otro a Tánger y un salto a Londres (1902-1903) por... Toluca, Imprenta Victoria, 1905, pp. 7, 8,22.

62. Gamboa, Federico. Impresiones y recuerdos... Op. cit., pp. 126-127.63. Germán y Vázquez, Diego. La gran Romería Nacional. Historia de la pri­

mera peregrinación mexicana a Roma. Contiene noticias circunstanciales y fidedignas de la excursión religiosa y llevada a cabo por la sagrada mitra de Puebla. Abraza todos los acontecimientos que se relacionan con la expedición desde su origen hasta la vuelta de los romeros a la capital de la república. Obra escrita por un peregrino. México, Tipografía Aguilar e Hijos, 1889, 2v., I, pp. 85-89; n, pp. 416, 419; Velázquez, José María, De León a Roma. Cartas dirigidas al Sr. Director de El Pueblo Católico por... De los puntos que iba tocando en su peregrinación a Roma. León, Imprenta de Zenón Izquierdo, 1890, p. 269; Portugal, José María, Impresiones reli­giosas de un viaje a tierra Santa, pasando por Nueva York, París y algunas ciudades de Italia, por... Asientos, Imprenta Mariana, 1889, p. 29.

64. Gamboa, Federico. Mi diario... Op. cit., 4 ID, pp. 329, 333,405, 332, 384; I, pp. 63,71.

65. Sellers, Charles et al. A Synopsis... Op.cit., pp. 267-281; Gamboa, Federico, Mi diario... Op. cit., El, pp. 298-299, 372-373.

66. Sierra Méndez, Justo. En tierra... Op. cit., pp. 167,116.

Bibliografía

A. Literatura viajera

Algunos de estos libros fueron leídos o revisados completamente. En otros ya se trate de un libro de viaje o de una autobiografía sólo se leyó la parte en que constaba el viaje a los Estados Unidos. En este caso las páginas se señalan en un paréntesis.

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