dos cartas inca garcilaso(asensio)

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    1/12

    El Colegio De Mexicois collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Nueva Revista de Filologa

    Hispnica.

    http://www.jstor.org

    Dos cartas desconocidas del Inca GarcilasoAuthor(s): Eugenio AsensioSource: Nueva Revista de Filologa Hispnica, Ao 7, No. 3/4, Homenaje a Amado Alonso: Tomo

    Segundo (Jul. - Dec., 1953), pp. 583-593Published by: El Colegio De MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/40297008Accessed: 18-09-2015 18:19 UTC

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    2/12

    DOS CARTAS

    DESCONOCIDAS

    DEL

    INCA GARCILASO

    Los

    investigadores

    que

    han

    andado

    a

    la

    caza

    de

    documentos

    refe-

    rentes al famoso historiador peruano, han confirmado una vez ms la

    vieja experiencia:

    slo

    el

    dinero

    suele

    dejar

    constancia

    de

    su

    paso.

    Y,

    gracias

    al Concilio de

    Trento,

    tres

    momentos

    de

    la

    vida:

    naci-

    miento,

    boda

    y

    muerte. Ese

    rastro de

    cdulas, recibos,

    poderes

    y

    plei-

    tos

    que

    van

    dejando

    los

    hombres,

    hace

    que

    don

    Alonso

    de

    Ercilla

    y

    otros

    contemporneos aparezcan

    ante

    el ratn

    de

    archivos

    ms

    como

    hombres

    de

    negocios

    que

    como

    poetas.

    Don

    Jos

    de

    la

    Torre

    y

    del

    Cerro,

    despus

    de

    explorar

    largos

    aos

    los

    archivos

    cordobeses,

    reu-

    ni

    sus

    hallazgos

    en

    El

    Inca

    Garcilaso de

    la

    Vega,

    Madrid,

    1935.

    Un cuarto de siglo de estancia en la Crdoba de Gngora se reduca

    -aparte

    algunos

    intermedios de bautizos-

    a

    poco

    ms

    que

    una

    lucha

    desesperada

    para

    hacer

    pagar

    a deudores

    morosos.

    Dnde

    estaba

    la

    intimidad

    de

    un

    escritor

    que

    esconda

    sus confidencias

    en

    los

    ngulos

    ms

    inesperados

    de

    su

    obra,

    y

    que,

    justificando

    su

    aficin,

    insinuaba:

    "

    Quien

    ha

    escrito

    vidas

    de

    tantos,

    no

    es

    mucho

    que

    diga

    algo

    de la

    suya"1?

    No

    fue

    pequeo

    mi

    jbilo

    cuando,

    hojeando

    un

    tomo

    de

    corres-

    pondencia

    del

    siglo

    xvi,

    tropec

    con

    dos

    cartas

    autgrafas

    del

    peruano.

    Hombres

    del Norte

    y

    del

    Sur,

    inquisidores

    y

    obispos, juristas

    y

    letrados discutan de humanismo y antigedades. El ala meridional,

    dirigida

    por

    Ambrosio

    de

    Morales,

    reuna a

    los

    ms

    apasionados

    indagadores

    de

    antiguallas,

    interrogadores

    de

    piedras

    e

    inscripcio-

    nes de

    la

    Espaa

    filipina:

    entre

    ellos,

    y

    no

    por

    mero

    capricho

    del

    azar,

    figuraba

    el

    Inca

    Garcilaso.

    Un

    da

    espero

    dar

    a

    luz

    buena

    parte

    de

    este valioso

    epistolario,

    guardado

    en

    el

    archivo

    de

    una

    nobilsima familia

    portuguesa. Hoy

    slo

    pretendo

    desglosar y

    comentar las

    dos

    misivas

    que

    el

    peruano

    envi desde

    Crdoba

    al licenciado

    Juan

    Fernndez

    Franco,

    gober-

    nador de los estados del Marqus del Carpi y residente en Buja-

    1

    Garcilaso

    Inca

    de

    la

    Vega,

    Historia

    general

    del

    Per,

    ed.

    ngel

    Rosen-

    blat,

    Buenos

    Aires,

    1944,

    vol.

    II,

    pg.

    216.

    Citar

    en

    adelante

    por

    esta

    edicin,

    llamando

    a

    secas

    Comentarios

    a la

    primera parte

    de

    los

    Comentarios

    reales,

    editada

    igualmente

    por

    Rosenblat

    en

    Buenos

    Aires,

    1943.

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    3/12

    584

    EUGENIO SENSIO

    NRFH,

    VII

    lance.

    Juan

    Fernndez

    Franco,

    hoy

    olvidado,

    fue

    un

    consumado

    anti-

    cuario,

    buscador

    de

    lpidas y monedas,que jams imprimi

    sus

    obras.

    Su fama no

    pas

    del mbito de los

    especialistas.

    En manuscrito

    qued

    el

    libr

    de

    epigrafa

    que

    Palau,

    en

    las

    dos

    ediciones

    de

    su

    tilsimo

    Manual,

    supone estampado

    en

    1565.

    Otros

    aprovecharon

    sus

    mate-

    riales,

    entre

    ellos

    Ambrosio de

    Morales,

    que

    en

    su

    Discurso

    de

    las

    antigedades

    le

    elogia

    fervorosamente.

    El nico

    trabajo

    reciente

    que

    conozco

    sobre

    l

    es

    un

    artculo de Snchez

    Cantn2

    donde

    transcribe

    cinco

    cartas

    suyas,

    sacadas

    de

    un manuscrito

    del

    Museo

    Britnico,

    el

    Eg.

    561.

    Los

    manuscritos de

    Franco

    -cuatro

    en

    la

    Biblioteca

    Na-

    cional,

    dos en

    la

    Academia

    de

    la

    Historia,

    cuya descripcin

    puede

    verse en Ramrez de Arellano3- yacen condenados al polvo. Los

    eruditos del

    siglo

    xvn

    le lean an:

    el

    cura

    de

    Montoro,

    F.

    J.

    Lpez

    de

    Crdenas,

    public

    y

    coment

    dos

    obritas

    suyas bajo

    el

    ttulo

    de

    Franco

    ilustrado,

    Crdoba,

    s. a.

    (1775),

    poniendo

    al frente

    una do-

    cumentada

    biografa,

    fuente

    principal

    de

    las

    noticias

    que

    damos

    a

    continuacin.

    Nacido

    poco

    antes

    de

    1520,

    estudi

    jurisprudencia

    en

    Alcal

    y

    ms

    tarde en Salamanca4.En

    Pozoblanco

    trat

    a Gins

    de

    Seplveda

    y

    recogi

    en

    la Huerta del

    gallo

    los

    recuerdos

    del

    anciano

    humanista

    cuando

    evocaba

    sus

    relaciones

    con

    Erasmo.

    Gobernando

    los

    estados

    del Marqus del Carpi, dedic dos manuscritos5al cuarto Marqus

    de

    Priego,

    don

    Pedro

    Fernndez

    de

    Crdoba. Se carte con

    Argote

    de

    Molina,

    Pablo

    de

    Cspedes

    y

    otros eruditos de

    Andaluca;

    tuvo

    en-

    traable amistad

    con

    su

    antiguo profesor

    de

    Alcal,

    Ambrosio

    de

    Morales.

    Fue

    el

    primero que,

    antes

    de

    Antonio

    Agustn,

    escribi

    en

    Espaa

    un

    tratado

    de

    numismtica.

    La

    pobreza

    le

    confin

    en

    poblachones

    provincianos lejos

    de

    la

    corte

    y

    la

    Universidad,

    lejos

    de los

    doctos

    que

    le estimaban

    y

    compartan

    su

    pasin

    por

    la

    Anti-

    gedad y

    las

    antigedades.

    Sentase

    a

    disgusto

    en

    el

    angosto

    escenario

    donde se mova, y ms de una vez quiso asomarseal mundo y aban-

    donar

    la

    aldea.

    No

    sabemos

    con

    qu

    motivo

    escribi

    su

    primera

    carta

    al

    Inca,

    a

    quien

    acaso

    no conoca

    personalmente6,

    pero

    en

    ella invo-

    2

    Anuario del

    Cuerpo

    de

    Archiveros,

    Bibliotecarios

    y

    Arquelogos,

    Home-

    naje

    a

    Ramn

    Mlida, Madrid,

    1934-36.

    a

    R.

    Ramrez

    de

    Arellano,

    Catlogo biogrfico

    de escritores de

    Crdoba,

    Madrid,

    1921,

    vol.

    I,

    pg.

    204.

    4

    Sus estudios

    en

    Salamanca,

    no

    mencionados

    por

    Lpez

    de

    Crdenas,

    le

    relacionaron

    con

    hombres

    famososde su

    tiempo,

    a

    juzgar

    por

    las

    apostillas

    con

    que

    anot

    un

    ejemplar

    de las

    Epistolae

    de

    Seplveda

    (Salamanca,

    1557).

    Los

    editores de ste las han publicadoen el vol. Ill de sus Opera,Madrid,1780,

    pgs.

    39-399-

    5

    Ramrez de

    Arellano,

    op.

    cit.,

    vol.

    I,

    pg.

    204,

    nms.

    594

    y 597.

    c

    El

    licenciado

    Juan

    Franco,

    amigo

    de

    Garcilaso

    que

    en

    los

    documentos

    9

    y

    12

    de

    la

    mencionadaobra de

    J.

    de

    la Torre

    y

    del

    Cerro

    recibe

    poderes

    del

    Inca

    para

    gestionar

    cobros,

    es diferente del

    arquelogo.

    ste

    mostr decidida

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    4/12

    NRFH,

    VII

    DOS CARTAS

    DEL

    INCA

    GARCILASO

    585

    caba el

    nombre

    de su comn

    amigo

    Ambrosio

    de

    Morales,

    muerto

    el

    ao

    anterior,

    como lazo

    de

    unin.

    Dice

    as

    la

    respuesta

    de

    Gar-

    cilaso

    (resuelvo

    abreviaturas,

    punto

    y

    pongo

    maysculas):

    Ultimo

    de

    Diziembre

    1592.

    La merced tan

    no

    merescida

    por

    mi

    parte

    que

    v.

    m.,

    por

    quien

    es,

    se

    dign

    hazerme

    con

    su

    carta

    de

    los

    19

    de

    diziembre,

    uve la

    bspera

    de

    Pasqua

    para que

    en

    todo

    lo fuesse

    para

    m.

    Beso

    la mano

    de

    v.

    m.

    infinitas

    vezes

    por

    tantos

    favores como

    en

    ella

    me

    haze,

    que quisiera

    yo

    merescer

    alguna

    parte

    dellos

    para

    que

    no

    cayeran

    tan

    en

    vazo.

    Mas,

    pues

    v.

    m. se

    sirve

    de

    drmelos

    tan

    absolutamente,

    los

    abraco

    de

    muy

    buena

    gana para gloriar-me dellos en mis necessidades,que bastaraque se sepa que v. m.

    me

    los

    da tan

    amplamente,

    tenindome

    por

    suyo,

    para que

    todos

    hagan

    lo

    mismo.

    Seor,

    veo a v.

    m. tan

    engaado

    en

    mi

    favor,

    que por

    una

    parte

    querra

    desengaar

    a v.

    m.,

    y

    por

    otra

    no

    quisiera

    caer

    de

    la

    opinin

    en

    que

    v.

    m.

    me

    tiene.

    Mas,

    por-

    que

    yo

    no

    lo merezco

    y

    v.

    m.

    salga

    de la

    falsa relacin

    que

    le

    an

    hecho,

    confessar verdad

    de lo

    que

    soy.

    En

    mis niezes

    oy

    una

    poca

    de

    gramtica,

    mal enseada

    por

    siete

    preceptores que

    a

    temporadas

    tuvimos,

    y

    peor aprendida

    por pocos

    ms

    discpu-

    los

    que

    ramos,

    por

    la revolucin

    de

    las

    guerras

    que

    en la

    patria

    ava, que ayudavan a la inquietud de los maestros. Quando se

    cans

    el

    postrero

    dellos,

    que

    seramos

    de

    treze a

    catorze

    aos,

    nos

    passamos

    mis

    condiscpulos y

    yo

    al exercicio

    de

    la

    gineta,

    de cavallos

    y

    armas,

    hasta

    que

    vine

    a

    Espaa,

    donde

    tambin ha

    vido el

    mismo

    exercicio,

    hasta

    que

    la

    ingratitud

    de

    algn

    prn-

    cipe

    y

    ninguna gratificacin

    del

    Rey

    me

    encerraron

    en

    mi

    rin-

    cn.

    Y

    por

    la

    ociossidad

    que

    en l

    tena,

    di en

    traduzir

    al Len

    Hebreo,

    cevado

    de la

    dulzura

    y

    suavidad

    de

    su

    Philosopha.

    La

    qual

    obra,

    aunque

    yo

    no

    puse

    nada en

    ella sino muchas

    imper-

    fectiones,

    ha

    causado

    que

    v. m.

    y

    otros

    seores

    mos

    me

    favo-

    rezcan,

    como me

    favorescen,

    sin

    que

    en

    m

    aya

    de

    escuelas ms

    que

    el

    perpetuo

    desseo dellas. Por tanto

    suplico

    a v. m. me

    trate como

    a

    soldado

    que, perdido

    por

    mala

    paga

    y

    tarde,

    se

    ha

    hecho

    estudiante.

    Esse

    libro,

    corregido

    de

    nuevo,

    suplico

    a v. m.

    se

    sirva

    po-

    nerlo

    entre

    los

    suyos,

    para

    que

    yo

    sea

    favorescido en todo.

    Desseo

    imprimirlo

    segunda

    vez

    y

    dividirlo

    por captulos,

    como

    v. m. lo

    ver

    apuntado,

    sin

    tocar en

    el

    testo,

    ms

    que

    al

    prin-

    cipio

    de cada

    captulo

    diga

    lo

    que

    en

    l

    se

    contiene.

    Quirole

    mucho,

    ass

    por

    ser el

    primognito,

    como

    por

    merescerlo

    su

    autor.La historia de la Florida

    tengo

    acabada,

    gracias

    a Nuestro

    Seor,

    aunque

    se

    detiene

    por

    falta

    de

    escrivientes

    que

    la

    sa-

    inclinacin

    al

    matrimonio

    y

    residi

    en

    Bujalance,

    mientras

    aqul

    era

    presbtero

    y

    avecindado

    en

    Montilla.

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    5/12

    586

    EUGENIO SENSIO

    NRFH,

    VII

    quen

    en

    limpio.

    Espero

    en

    su Divina

    Magestad

    servir a

    v. m.

    con ella

    en

    todo el

    ao

    que viene, para que

    v.

    m.

    la

    favorezca,

    como favoresci el seor doctor Ambrosio de Morales la quarta

    parte

    della

    juntamente

    con el Hebreo

    que

    su

    merced

    alcanz

    a

    ver

    en

    sus

    postreros

    das:

    en

    los

    quales

    merec

    bessarle

    las

    manos,

    y

    fue

    tanta

    la

    merced

    que

    me

    hizo,

    que

    me

    adopt

    por

    hijo

    y

    tom

    por

    suyos

    mis

    trabajos,

    y

    se lo

    llev

    Dios

    quando

    ms

    lo uve menester.

    Ahora

    creo

    ha

    ordenado

    la

    Magestad

    Eterna

    que

    v.

    m.,

    como

    tan

    amigo

    que

    fue

    del

    seor

    doctor,

    me hiziesse

    esta

    merced,

    para que

    yo

    no

    quedasse

    del

    todo

    hur-

    fano

    y

    desamparado;

    y

    ass

    le

    doy

    las

    gracias por

    ella.

    De

    la

    desgracia

    que

    en

    casa de v. m. ha

    acaecido,

    me

    pesa

    en estremo, y espero tendr buen sucesso,porque la razn favo-

    resce

    a los

    que

    la

    tienen.

    Yo

    he detenido

    esta

    carta

    algn

    da

    por

    enviar encomendado

    el

    libro.

    Suplico

    a

    v.

    m.

    me

    perdone

    la

    dilacin.

    Creo favorescer

    v.

    m.

    algunas

    de las

    enmiendas,

    porque espero

    le

    dar

    gusto:

    dellas se

    hizieron

    construyendo

    lo

    mismo

    que

    estava,

    por

    hazer

    ms

    suave

    y

    corriente

    el

    romance.

    Al seor Vicario

    beso

    las

    manos

    de

    su

    merced muchas

    vezes,

    por

    averme sido causa

    de

    tanta

    merced.

    Nuestro

    Seor

    guarde

    la

    persona

    y

    casa

    de

    v.

    m.

    y

    en estado

    aumente,

    como

    yo

    desseo,

    amn.

    De

    Crdoba,

    ltimo de

    Diziembre

    1592.

    Garcilasso de la Vega

    [Sobrescrito:]

    Al

    Ldo. Franco ec.

    en

    la villa

    de

    Bujalance.

    Juan

    Fernndez

    Franco deba

    de

    pasar por

    una racha

    de

    sinsa-

    bores.

    Acaso

    haba muerto

    entonces

    su

    primera

    mujer Juana

    de

    Pedrique

    y

    pleiteaba

    con

    los

    hijos.

    Su

    viejo

    anhelo de

    evasin se

    acentu

    y,

    quiz despus

    de otras

    que

    no

    dejaron

    huella,

    escribi

    al Inca

    una carta en

    que

    le

    consultaba

    sobre

    su

    proyecto

    de

    buscar

    fortuna

    en las Indias.

    Tampoco

    conserv

    copia

    de

    esta

    misiva,

    pero

    s la

    respuesta

    de

    Garcilaso, que

    dice:

    Viniendo

    de

    Las

    Possadas,

    donde

    ava estado

    cinco

    o

    seys

    das,

    hall la

    carta

    de v.

    m.

    en

    esta

    su

    casa,

    con la

    qual

    receb

    mucha

    merced

    y

    contento,

    porque

    ava estado

    con

    pena

    si

    v.

    m.

    uviesse

    recebido

    mi

    carta

    o no. Y a

    lo

    que

    v.

    m. dize del

    viage

    de

    Indias,

    digo

    resumidamente

    que

    antes

    oy

    que

    maana,

    y

    al

    Per antes

    que

    a otras

    partes,

    que, aunque

    no

    fuesse

    sino

    por

    salir de

    las

    lazerias

    de

    Espaa,

    tengo

    por muy

    acertado

    yr

    a

    provar

    ventura:

    y gaste

    su merced

    en

    el

    camino

    lo

    que

    ha de

    dar

    a

    quien

    no

    deve

    nada. El oficio

    es

    muy

    bueno

    y

    provechoso

    y muy estimado, y pluguiera a Dios me hallara con menos aos

    para

    yrme

    con

    su

    merced.

    El

    Marqus

    y

    el

    Duque

    su

    suegro

    pueden

    mucho

    en

    Sevilla,

    y

    ser de

    mucho

    momento

    su

    favor

    para

    el

    passage

    de

    la mar

    y

    para

    con

    el

    visor

    ey

    con

    sus

    cartas.

    Y

    aunque

    yo

    est

    en

    Las

    Possadas,

    no

    dexe

    v.

    m.

    de

    hazerme

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    6/12

    NRFH,

    VII DOS CARTAS

    DEL INCA GARCILASO

    587

    merced con

    las

    suyas,

    para

    que

    tratemos

    ms

    largo

    acerca

    deste

    viage: y vengan dirigidas

    a esta ciudad

    a

    Miguel

    de

    Herrera

    a

    los

    Marmolejos,

    en la tienda de Luys Snchez Pardo, y traygan

    su

    porte,

    que por

    el

    mismo

    viage

    encaminar

    las mas

    a

    v.

    m.

    Y,

    porque

    no

    tengo

    ms

    que

    dezir,

    ceso

    bessando

    las manos de

    v. m.

    y

    suplicando

    a Nuestro Seor la

    persona

    y

    casa de

    v.

    m.

    guarde y

    estado aumente.

    De

    Crdoba,

    20 de

    Mayo

    1593.

    Garcilasso

    de

    la

    Vega

    [Sobrescrito:]

    Al

    Licenciado

    Fr.

    Villa

    de

    Bujalance.

    Al

    porte

    medio

    real

    Bujalance.

    Nuestro

    epistolario

    se

    corta

    aqu.

    Sabemos

    que

    el

    licenciado

    Franco

    no cruz el

    gran

    charco

    y

    permaneci

    en

    el

    poblachn

    anda-

    luz,

    en

    lo

    que

    Garcilaso el

    Inca

    llamaba

    "rincones

    de

    soledad

    y

    pobreza".

    No fue

    por

    falta

    de

    bros

    y

    arrestos.

    En

    1599

    casaba

    por

    segunda

    vez

    con doa

    Marina de

    Len,

    de

    quien

    no

    sabemos si

    era

    duea

    quintaona

    o doncellita

    frgil.

    El

    novio,

    que

    frisaba

    en

    los

    ochenta,

    muri

    en

    1601.

    Sus

    papeles

    pasaron

    a manos

    de

    su

    hijo

    Diego,

    mdico

    y

    erudito.

    A

    la

    muerte

    de

    ste

    -en vida

    segn

    otros-

    fueron comprados por Pedro Daz de Rivas, biblifilo insigne y ano-

    tador

    de

    Gngora.

    Ms

    tarde los

    posey,

    a lo

    que

    sospecho,

    Manuel

    Severim de

    Faria,

    el

    anticuario

    portugus.

    La

    breve

    correspondencia

    nos

    brinda las

    segundas

    Confesiones

    del

    Inca

    y

    algunos

    datos

    aprovechables para

    la

    historia textual

    de

    La Florida

    y

    el

    Len

    Hebreo.

    Las

    Confesiones

    primeras,

    contenidas

    en

    la

    dedicatoria

    de

    los

    Dilogos

    a

    Felipe

    II,

    con

    su tono entre

    festivo

    y

    solemne

    de memorial

    de

    servicios,

    carecen de

    amargura.

    Las

    segun-

    das nos

    le

    muestran

    sangrando

    por

    heridas

    que

    nunca

    se

    cerrarn:

    ingratitud de Juan de Austria y desvo del monarca, penuria mone-

    taria,

    nostalgia

    de

    Amrica.

    Conocamos su intencin

    de

    reimprimir

    los

    Dilogos

    en

    15947.

    Ahora

    vemos

    que

    los

    haba

    limado

    y

    acrecentado,

    y

    que

    los tena

    listos

    para

    la

    imprenta

    desde

    1592.

    La

    traduccin,

    por

    lo

    visto,

    fue

    recibida con

    aplauso

    por

    el

    pblico y

    con

    estima

    por

    los

    doctos. Las

    correcciones

    respondan

    a

    algunos

    reparos

    propios

    o

    ajenos.

    Si inter-

    pretamos

    bien

    sus

    palabras,

    slo

    en

    apariencia

    contradictorias,

    se

    haba

    limitado

    a

    encabezar

    los

    captulos

    con un

    corto

    resumen

    y

    retocar

    algunas

    frases,

    sin alterar a

    fondo la

    estructura

    del

    texto. La

    soada reimpresin nunca se realiz, aunque Garcilaso en 1599 dio

    poderes

    para

    ello al

    escribano

    Juan

    de

    Morales8.

    Demoraron

    o

    7

    J.

    de la Torre

    y del

    Cerro,

    op.

    cit.,

    doc.

    13.

    Ibid.,

    does.

    33

    y

    37.

    Jos

    Durand,

    "Dos

    notas

    sobre el

    Inca

    Garcilaso",

    NRFH,

    III,

    1949,

    pg.

    282,

    supone

    a

    Juan

    de

    Morales

    hermano

    de

    Ambrosio de

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    7/12

    588

    EUGENIO SENSIO

    NRFH,

    VII

    negaron

    los

    censles

    su

    aprobacin?

    Lo

    seguro

    es

    que

    el

    ndice

    inquisitorial

    de

    1612 vedaba

    la

    obra

    de

    Len

    Hebreo;

    en

    latn

    "doee

    prodeat

    expurgado";

    en castellano o en

    lengua

    vulgar,

    sin

    especificacin.

    El

    ndice

    expurgatorio

    portugus,

    repitiendo

    indu-

    dablemente

    disposiciones

    de

    la

    Inquisicin

    espaola,

    autoriza se

    d

    permiso

    para

    leerlo

    con

    cautela a los

    que

    lo

    pidan9.

    Durand

    (art.

    cit.,

    pg.

    282)

    afirma

    que

    La Florida

    quedaba prc-

    ticamente

    concluida

    en

    1599,

    quiz

    antes. A.

    Mir

    Quesada10

    a

    da

    por

    terminada

    en

    1596.

    Habr

    que

    adelantar

    cuatro

    aos

    la redac-

    cin

    primitiva,

    si

    hemos

    de dar

    crdito a

    las

    terminantes

    palabras

    de

    su

    carta:

    "La

    historia

    de la

    Florida

    tengo

    acabada,

    gracias

    a Nues-

    tro Seor, aunque se detiene por falta de escrivientes".

    Pero

    la

    noticia

    ms

    sugestiva

    es

    la

    de

    su

    intimidad con el cro-

    nista Ambrosio de

    Morales11,

    "que

    me

    adopt

    por

    hijo y

    tom

    por

    suyos

    mis

    trabajos".

    Con

    estas

    confidencias

    nos

    invita

    a

    indagar

    pri-

    mero

    lo

    que

    deba

    al

    veterano

    historiador,

    despus

    a

    Juan

    Fernndez

    Franco

    y

    a

    los

    arquelogos

    andaluces,

    y

    por

    ltimo

    a

    las

    historias

    de

    orgenes

    y

    comentarios

    de

    antigedades

    que

    pululaban

    en la

    Europa

    de

    los

    siglos

    xv

    y

    xvi. La

    deuda

    es

    ms

    patente

    en

    los

    Comentarios,

    y

    a

    ellos aludiremos

    con

    preferencia.

    Las

    angustias

    de

    tiempo

    y

    espa-

    cio

    slo

    nos

    permiten

    ofrecer

    atisbos

    y conjeturas

    mal

    cimentadas.

    Los

    garcilasistas

    han estudiado concienzudamente lo

    que

    en su

    obra

    influyeron

    dos

    tipos

    coetneos

    de

    historia:

    los comentarios

    y

    narraciones

    humansticas

    que

    consideraban la

    historia

    como

    hijuela

    de

    la

    retrica

    y

    parienta

    de

    la

    poesa,

    y

    las

    crnicas

    de

    Indias

    que

    mezclaban a

    la

    etnografa

    fragmentos

    de

    memorias

    personales.

    Yo

    creo

    que

    tambin

    entronca

    con

    la

    literatura

    anticuara,

    de

    la

    que

    recibe orientaciones

    y

    mtodos.

    Escribir

    "el

    origen

    de los

    Reyes

    Incas,

    sus

    antiguallas,

    idolatra

    Morales. Ignoro los documentos en que se basa. Enrique Redel, Ambrosio

    de

    Morales,

    Crdoba,

    1909,

    no

    lo

    incluye

    entre

    los

    miembrosde la

    familia

    del

    doctor;

    adems,

    el

    propio

    Inca le

    llama

    natural

    de

    Madrid en la

    Historia

    gene-

    ral

    del

    Per,

    vol.

    I,

    pg.

    32.

    Aprovecho

    esta

    coyuntura

    para

    pedir

    disculpa

    por

    las

    lagunas

    de mi

    bibliografa.

    Entre

    los

    trabajos

    recientes

    dispongo

    apenas

    del

    libro

    panormico

    de A. Mir

    Quesada,

    El

    Inca

    Garcilaso,

    Madrid,

    1948;

    la

    obrita

    breve,

    pero

    muy

    inteligente

    de

    R. Porras

    Barrenechea,

    El

    Inca Gar-

    cilasode

    la

    Vega,

    Lima,

    1946,

    aparte

    de

    algunos

    artculosde

    revista

    de

    J.

    Durand

    y

    de

    R.

    Mart-Abell.

    9

    ndex

    auclorum

    damnatae

    memoriae,

    Lisboa,

    1624,

    pg.

    *52:

    "Quoniam

    multis

    scatet

    Iudaicis ac

    Platonicis

    fabulis,

    quas

    alegorice

    interpretatur,

    is

    qui

    caute et cum delectu eos lecturi iudicabuntur . . permitti poterunt".10

    A. Mir

    Quesada,

    "El

    Inca

    Garcilaso

    y

    su

    concepcin

    del

    arte

    histrico",

    en

    MdS,

    VI,

    1951,

    pg. 54.

    11

    J.

    Durand,

    basndose

    ndudablemente

    en la

    referencia

    a

    Morales

    de

    la

    llamada Relacin

    de

    la

    descendencia

    del

    famoso

    Garci

    Prez,

    se

    dio

    cuenta

    de

    esta

    amistad

    (art.

    cit.,

    pg.

    279).

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    8/12

    NRFH,

    VII

    DOS CARTAS DEL INCA GARCILASO

    589

    y

    conquistas,

    sus

    leyes

    y

    el

    orden

    de su

    gobierno"

    requiere

    tomar

    posicin ante

    una

    multitud de cuestiones previas:

    marcha

    cclica o

    progresiva

    de

    la

    historia,

    periodizacin,

    historicidad

    del

    mito,

    inter-

    pretacin

    de

    las

    leyendas,

    etc.

    La

    concepcin

    de las

    tres

    edades

    que

    sirve de

    esqueleto

    a

    los

    Comentarios

    recuerda,

    claro

    es,

    la

    idea

    agus-

    tiniana de

    una

    construccin

    gradual

    de la

    ciudad

    de

    Dios;

    trae

    a

    la

    memoria

    el

    plan

    de

    la

    historiografa

    eclesistica

    con la sucesin

    de

    las

    tres

    leyes

    -ley

    de

    natura,

    ley

    mosaica,

    ley

    de

    gracia-; pero quiz

    se

    explique mejor

    por

    una combinacin del

    gradualismo

    difundido

    por

    los

    glorificadores

    medievales

    del

    Sacro

    Romano

    Imperio

    con la

    negacin

    de

    una

    Edad

    de Oro anterior

    al

    Estado,

    que

    pudo

    tomar

    de Jean Bodin. Garcilaso, frente al pesimismo de los humanistas

    italianos

    que

    conceban

    los

    imperios

    como

    organismos

    que

    nacan,

    florecan

    y

    fatalmente

    decaan,

    acept

    la idea

    cristiana de

    progreso.

    La

    pintura

    de

    la

    primera

    edad

    -la

    edad

    anterior a

    los

    Incas,

    la edad

    bestial

    y

    ferina,

    la

    edad

    sin

    ley-

    coincide con

    las teoras de

    Bodin,

    a

    quien

    cit una

    vez

    y

    acaso medit

    muchas12.

    En

    su

    Methodus

    ad

    facilem

    historiarum

    cognitionem (1566),

    Jean

    Bodin

    haba

    incluido

    un

    captulo,

    el

    sptimo,

    intitulado

    "Refutacin

    de

    los

    que

    admiten

    las

    cuatro

    monarquas

    y

    la

    edad

    de

    oro",

    en

    el

    cual

    dice

    que

    en

    esa

    poca

    los

    hombres

    vivan como

    fieras, desparramadospor

    los cam-

    pos

    y

    selvas,

    y

    que

    slo

    posean

    lo

    que

    podan

    guardar

    mediante la

    violencia,

    hasta

    que

    gradualmente

    fueron

    trados

    de esa

    ferocidad

    y

    barbarie a

    la

    humanidad

    de

    costumbres

    y

    a la sociedad

    sujeta

    a

    leyes13.

    Garcilaso concibe

    el

    proceso

    de

    la

    sociedad

    de

    modo

    muy

    pare-

    cido.

    En

    el

    principio

    est,

    no el

    buen

    salvaje,

    sino

    el hombre

    bestial,

    la

    ley

    de

    la

    selva.

    No hubo

    una

    edad

    de

    oro,

    es

    decir

    un

    perodo

    de

    felicidad

    anterior

    a la

    organizacin y

    la

    sujecin

    del

    Estado. Lo

    que

    Garcilaso

    llama

    edad

    de

    oro es otra

    cosa:

    respeto

    a la

    ley

    unido

    a

    inocencia y sencillez de costumbres14.Textos parecidos al de Bodin

    afloran

    por

    doquiera

    en los

    Comentarios.

    Su

    to

    el

    Inca

    le

    cuenta

    que

    los

    hijos

    del

    sol

    han

    sido

    "embiados a la tierra

    slo

    para

    la

    doctrina

    y

    beneficio de esos

    hombres

    que

    viven

    como

    bestias"

    (Comentarios,

    I,

    pg.

    42).

    "El

    Inca

    respondi

    .

    .

    .

    que

    l

    no

    haba venido all

    sino

    12

    Historia

    general

    del

    Per,

    vol.

    Ill,

    pg.

    23.

    13

    Jean

    Bodin,

    Methodus

    ad

    facilem

    historiarum

    cognitionem,

    ed. P.

    Mes-

    nard

    (en

    el

    Corpus

    General des

    Philosophes

    Francais,

    vol.

    V,

    3),

    Paris,

    1951,

    pg.

    226b:

    "Haec fuerunt

    urea &

    argntea

    scula,

    quibus

    homines ferarum

    more

    in

    agris

    ac

    sylvis dispersi,

    tantum

    haberent,

    quantum per

    vim

    & nefas

    retiere

    possent,

    quousque

    paulatini

    ab illa feritate ac barbarie sunt ad hanc

    quam

    videnius

    morum

    human itatem

    ac:

    legitimam

    societatem

    revocati". Ideas

    afines

    encuentro

    en

    el

    De re

    publica

    (la

    obra

    capital

    de

    Bodin),

    lib.

    IV,

    cap.

    v,

    pgs.

    60-61

    de

    la edicin

    de

    1591.

    14

    R.

    Mart-Abell,

    "Garcilaso Inca de la

    Vega",

    en

    RHM, XVI,

    1951,

    pg.

    99,

    ha

    recogido algunas

    referencias

    a la

    edad

    dorada.

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    9/12

    590

    EUGENIO

    SENSIO

    NRFH,

    VII

    a

    quitar

    sinrazones

    y

    agravios

    y

    a

    ensear

    todas

    aquellas

    naciones

    brbaras

    a

    que

    viviesen

    en

    ley

    de

    hombres

    y

    no

    de

    bestias"

    (I, pg.

    149).

    Si

    repasamos

    la

    descripcin

    de las costumbres

    chirihuanas,

    leere-

    mos: "Vivan sin

    ley

    ni buena

    costumbre,

    sino

    como

    animales

    por

    las

    montaas"

    (II,

    pg. 126).

    Relase

    igualmente

    el

    cuadro

    de

    la

    vida

    de

    la

    provincia

    Huancampampa

    (II,

    161)

    o

    el

    de

    la

    nacin

    pampa

    (II,

    234)

    antes de

    la

    conquista

    incaica.

    La

    justificacin

    del Incario

    y

    la exaltacin

    de

    la

    lengua

    cortesana

    del

    Cuzco las

    hace con

    argumentos

    tan

    viejos,

    que

    ya

    los

    esgriman

    en el

    siglo

    xn

    los

    imperialistas

    germanos.

    Por

    ejemplo,

    Otto de

    Frei-

    sing,

    segn

    Croce15,

    Ve

    en

    la

    unidad

    poltica

    romana

    un

    preludio

    de la cristiana, con el fin de que las mentes de los hombres se for-

    masen

    ad

    maiora

    intelligenda

    promptiores

    et

    capadores".

    Garcilaso,

    por

    intermedio

    de

    Blas

    Valera,

    abraza

    esta teora

    y,

    al

    defender el

    mantenimiento

    de la

    lengua

    del

    Cuzco,

    repite:

    "Muchas

    provincias

    que

    la

    saban

    la han

    perdido

    del

    todo,

    no

    sin

    gran

    dao

    de la

    pre-

    dicacin

    evanglica.

    Todos los

    indios

    que

    .

    .

    . retienen hasta ahora

    la

    lengua

    del

    Cozco,

    son ms

    urbanos

    y

    de

    ingenios

    ms

    capaces" (II,

    81,89).

    Cree,

    como

    Bodin16,

    que

    la

    mitologa

    no

    es

    un

    tejido

    de

    vanas

    fbulas, aunque rechazala desaforadaasimilacin de mitos peruanos

    con

    creencias

    cristianas,

    practicada

    por

    ciertos

    espaoles.

    Admite

    que

    se

    alegoricen

    las

    historias,

    pero

    "tmelas

    cada uno

    como

    quisiere

    y

    dles el

    alegora

    que

    ms

    le cuadrare".

    l

    se contenta

    con

    apun-

    tar

    que

    las

    fbulas

    romanas

    y

    las

    del

    Per "en

    muchos

    pedamos

    se

    remedan",

    y

    que

    "otros

    passos quieren

    semejar

    a

    los

    de

    la

    Sancta

    Historia"

    (Comentarios,

    II,

    46-7).

    El

    Inca

    guardaba

    en

    su

    librera

    muchas

    obras sobre

    antigedades

    hebreas,

    romanas,

    itlicas,

    que

    a ratos

    han

    servido

    de

    pauta

    a

    sus

    antigedades peruanas. Posea, por ejemplo la obra de Marcantonio

    Coccio

    Sabellico,

    Rerum venetarum

    ab

    urbe

    condita libri

    XXXIII,

    publicada

    por

    vez

    primera

    en

    Venecia,

    1487.

    Sabellico no

    se

    cansa

    de insistir sobre

    la

    semejanza

    entre Roma

    y

    Venecia.

    Ya

    desde

    el

    prefacio

    anuncia

    que

    Venecia creci ms

    que

    por

    sus

    armas

    por

    sus

    instituciones

    polticas,

    y

    asegura

    que

    las

    cosas

    venecianas

    son

    iguales

    y

    hasta

    superiores

    a

    las

    romanas

    "sanctitate

    legum,

    juris

    aequatione,

    innocentia,

    caeterisque

    sanctioribus

    institutis"17.

    No

    se

    parece

    esto

    a la

    tesis de

    los

    Comentarios? Posea las

    falsificaciones atribuidas

    a

    Beroso

    que,

    con buena o

    mala

    fe, puso

    en

    circulacin

    Juan

    Anio

    1 i

    B.

    Croce,

    T

    cofia

    e

    storia

    della

    storio

    grafa,

    4*

    ed., Bari,

    1941,

    pg.

    191.

    10

    J.

    L.

    Brown,

    The

    "Methodus

    .

    .

    ."

    of

    Jean

    Bodin,

    Washington,

    1939,

    pg.

    104.

    17

    Utilizo

    la

    edicin

    de

    Basilea,

    1556.

    Las

    citas estn en las

    pgs. 6-7.

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    10/12

    NRFH,

    VII DOS

    CARTAS

    DEL INCA

    GARCILASO

    59

    1

    (o

    Nanni)

    de

    Viterbo18.

    Pero

    contra

    las

    tendencias

    de

    Beroso

    y

    sus

    compinches

    le

    habran

    puesto

    en

    guardia Morales y

    los

    arquelogosandaluces.

    Esta

    literatura anticuara haba

    surgido

    en

    Alemania

    y

    Francia,

    en

    Italia

    y

    Espaa,

    favorecida

    por

    la vanidad

    nobiliaria de

    los

    nuevos

    estados

    nacionales.

    Jean

    Bodin

    se

    ha burlado

    de

    ella en su

    Methodus,

    observando

    irnicamente

    que,

    frente

    a tan

    nobles

    antepasados,

    los

    propios

    dioses

    pareceran

    inferiores19.

    Nutrido

    en

    tales

    precursores,

    Garcilaso

    corra

    riesgo

    de resbalar

    hacia el

    idilio

    poltico

    y

    el

    poema

    genealgico.

    Las

    fuentes

    utiliza-

    das

    con

    preferencia,

    recuerdos

    de

    infancia

    dorados

    por

    la

    lejana;

    el

    tema, la glorificacin de la patria mezclada con la del propio linaje;

    la

    educacin

    anterior,

    predominantemente

    literaria;

    todo

    le

    empu-

    jaba

    a

    un

    tipo

    de

    narracin

    en

    que

    mito

    e historia

    se

    funden en el

    crisol de la memoria.

    Un

    poema

    medra

    fcilmente

    en

    suelo

    tan

    pro-

    picio, pero

    no

    la

    historia,

    hija

    de la verdad.

    A

    veces

    no

    sabe sortear

    el

    peligro,

    y

    su

    endiosamiento

    de los

    abuelos

    los convierte

    en

    arque-

    tipos

    de

    sabidura

    y

    bondad humanados.

    Su

    sonrosada

    visin

    del

    podero

    incaico

    nos

    incita a

    interrumpirle

    con

    las

    ironas

    que

    aplica

    al

    ave

    corequenque:

    "No

    es

    posible

    tanta

    singularidad:

    baste

    la del

    fnix"

    (Comentarios, II, 63).Si Garcilaso ha frenado los vuelos de su fantasa

    y

    se ha man-

    tenido

    casi

    siempre

    sobre

    el

    suelo firme de

    la

    historia,

    nos

    gusta

    suponer

    que

    lo

    debe

    a

    la influencia

    y

    los

    avisos

    de

    los

    anticuarios

    andaluces.

    No

    se

    puede

    separar

    su

    figura

    de

    aquella

    plyade

    de

    arquelogos

    con

    quienes

    convivi,

    a

    quienes

    envi sus

    libros

    y

    de-

    mand

    consejo.

    Jos

    Durand20

    ha

    probado

    sus

    contactos

    con

    Ber-

    nardo

    de

    Aldrete.

    Es

    casi

    seguro

    que

    trat

    a

    Argote

    de

    Molina

    y

    Pablo de

    Cspedes.

    Ms

    tarde

    mostrar

    sus excelentes

    relaciones con

    el

    abad

    de

    Rute.

    Y

    las cartas

    que

    hoy

    publicamos

    revelan

    cmo

    Morales y Fernndez Franco le guiaron y alentaron en su carrera

    literaria.

    Morales

    era el

    patriarca

    de

    la

    familia.

    Tras

    la

    mscara

    seca del

    erudito

    esconda llamas

    de

    pasin

    y

    calor de amistad:

    sabido

    es

    que

    en

    su

    juventud

    se

    haba

    castrado,

    como

    Orgenes,

    para

    escapar

    a las

    tentaciones

    de la

    carne. Garcilaso

    y

    Morales,

    tan

    opuestos

    en

    apa-

    riencia,

    tienen

    un

    lado

    fraternal.

    El

    cordobs

    fue

    maestro de la

    his-

    18

    Aludo

    al nm.

    59

    de su

    inventario,

    Autor de

    barias

    antigedades,

    que

    J.

    Durand,

    "La biblioteca

    del

    Inca",

    NFRH,

    II,

    1948,

    pg.

    249,

    identifica con

    Bernardo

    de

    Aldrete,

    Varias

    antigedades

    . .

    ,

    Amberes,

    1614.

    Es

    sorprendente,

    nico en la lista?que el amanuenseescriba autor en vez de un nombre tan

    familiar

    para

    l como Aldrete.

    Creo

    ms natural

    suponer que

    se

    trata

    de

    Anti-

    quitatum

    variarum

    auctores,

    Lugduni, 1552

    1560,

    ttulo

    que

    cubre las

    Antiqui-

    tates

    de

    Beroso

    y

    compinches

    Graesse,

    I,

    137).

    10

    J.

    L.

    Brown,

    op.

    at.,

    pgs.

    79-80

    20

    "Dos notas sobre

    el Inca

    Garcilaso",

    rt.

    cit.,

    pgs.

    276-284.

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    11/12

    592

    EUGENIO

    ASENSIO

    NRFH,

    VII

    toria

    filolgica,

    como

    el

    peruano

    de

    la

    historia artstica.

    Con

    todo,

    muchas

    cosas

    les

    unan.

    El

    ideal literario

    que

    Morales

    formul en

    su Discurso de la

    lengua

    castellana,

    donde defiende un

    lenguaje

    copioso y galn,

    tan remoto

    de

    la

    vulgaridad

    como de

    la

    afectacin,

    corresponde

    con

    puntualidad

    a la

    prctica

    del

    Inca.

    ste

    posea

    un

    don

    expresivo,

    un

    humor

    delicado,

    una

    llaneza

    elegante,

    tras la

    que

    corra

    en

    vano el

    cordobs.

    Pero Garcilaso

    pudo

    aprender

    en

    la

    Cr-

    nica

    de

    su

    protector

    la

    importancia que

    tena,

    para

    un

    aspirante

    a

    historiador,

    el

    estudio

    de

    las

    instituciones,

    la

    economa,

    la

    topografa.

    Morales

    en

    Las

    antigedades

    de

    las ciudades

    de

    Espaa,

    Alcal,

    1575

    ense

    a

    los

    contemporneos

    a

    manejar

    toda

    clase de

    fuentes:

    lite-

    rarias, lingsticas, econmicas. Algunas pginas seran particular-

    mente

    simpticas

    a

    Garcilaso. Por

    ejemplo,

    cuando

    al

    pasar

    revista

    a

    las

    antigedades

    de

    Crdoba,

    dice:

    "Por la

    naturaleza

    que

    tengo

    en esta

    insigne

    ciudad,

    le

    tengo

    tambin

    la

    obligacin

    comn

    que

    los hombres

    tienen a

    sus

    tierras

    donde

    nacieron

    . .

    .

    Que

    me

    den

    todos

    los

    que

    leyeren

    la

    licencia de

    alargarme

    . .

    ."

    (op.

    cit.,

    fol.

    105

    v).

    Y

    cuando

    Garcilaso

    se

    lamenta

    de

    que

    no

    posee

    las

    medidas exac-

    tas de

    la

    fortaleza

    del

    Cuzco,

    "quisiralas

    con

    testimonio

    de escri-

    vano"

    (Comentarios,

    II,

    147),

    camina

    tras

    las

    huellas

    del

    cordobs,

    que

    en sus

    Antigedades (fol.

    1

    14

    r),

    hablando de

    Crdoba la

    vieja,

    nos cuenta: "yo he medido todo el sitio con cordel".

    Quiz aquellos

    sesudos

    cordobeses

    le

    hayan

    puesto

    un

    poco

    de

    plomo

    en las

    alas.

    Al

    jinete

    osado,

    al

    capitn

    valiente,

    aquella

    sabi

    dura de libros

    y

    gabinete

    debi

    a

    veces

    de

    parecerle

    seca

    y

    amo-

    jamada.

    Yo me

    inclino

    a

    ver

    una

    puntita

    de

    irona

    en

    sus

    protestas

    de

    que

    es

    un

    ingenio

    lego,

    soldado metido

    a

    estudiante,

    indio

    que

    no

    puede

    meterse en

    honduras.

    Igual

    que

    en el

    verso

    74

    de

    la

    pri-

    mera

    Soledad:

    "si tradicin

    apcrifa

    no

    miente",

    donde

    imagino

    que

    Gngora

    zumba

    ligeramente

    de sus

    eruditos

    amigos.

    En todo caso le llegaron a admitir como uno de los suyos. El

    abad

    de

    Rute,

    Francisco

    Fernndez de

    Crdoba,

    le

    cita

    tres

    veces

    en

    la

    Didascalia

    multiplex11.

    La historia

    nada

    vulgar

    de

    este

    amigo

    del Inca

    nos

    la cuenta Nicols

    Antonio

    en

    su Bibliotheca.

    De

    joven,

    en la

    ciudad de

    Toledo

    de

    que

    su

    padre

    era

    corregidor,

    haba

    ma-

    tado

    en duelo

    a

    un

    hombre.

    Su

    mismo

    padre

    le

    conden

    a

    muerte.

    La sentencia

    no

    se

    cumpli, pues Felipe

    II,

    no

    sabemos

    si

    indignado

    o

    entusiasmado

    con

    esta

    sentencia

    espartana, digna

    de

    un

    hroe

    de

    Plutarco,

    le

    indult.

    Tom

    el

    hbito

    eclesistico

    y

    lleg

    a

    ser

    la

    fina

    flor del

    gongorismo y

    de

    la

    arqueologa.

    Sus

    papeles, que

    custodia

    celosamente la

    Hispanic

    Society,

    contendrn

    quiz

    noticias sobre el

    Inca. La Didascalia

    multiplex

    revela

    un

    sentido crtico

    y

    una

    vetera-

    21

    Francisci

    Fernandii

    de

    Cordova

    Cordubensis

    Didascalia

    multiplex,

    Lug-

    duni,

    1615.

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  • 7/23/2019 Dos Cartas Inca Garcilaso(Asensio)

    12/12

    NRFH,

    VII DOS CARTAS

    DEL INCA GARCILASO

    593

    na humanstica

    nada

    comn.

    Y

    no

    lo

    digo

    precisamente

    porque

    en

    el

    captulo xLviii,

    contra

    la autoridad

    de

    infinitos

    poetas y

    eruditos

    antiguos

    y

    modernos,

    basndose en la

    experiencia,

    haya

    negado

    que

    las

    yeguas

    del

    Tajo

    se

    empreen

    con

    el

    viento.

    Con

    las

    interpreta-

    ciones

    de

    textos

    latinos

    mezcla

    las

    noticias

    de

    la

    zarabanda

    y

    la cha-

    cona,

    o el

    relato de

    un

    viaje

    a

    Lisboa.

    Las

    referencias al

    Inca

    se

    encuentran

    en

    las

    pginas

    57,

    65, 154.

    Discutiendo

    si

    el

    bronce

    fue

    anterior

    al

    hierro,

    y

    recordando

    que

    los

    hroes

    antiguos

    usaban

    armas

    de

    bronce,

    aunque

    hubiese

    en

    sus tierras

    minas

    de

    hierro,

    lo

    confirma

    con

    lo

    que

    sucede

    en

    Amrica:

    Los viejos habitantes del Nuevo

    Mundo

    (algunos

    de

    los cua-

    les

    aseguraban

    falsamente ser

    indgenas,

    aunque

    su

    origen

    des-

    pus

    del

    diluvio

    de

    No

    sea

    igualmente

    desconocido

    para

    ellos

    y

    para

    nosotros) siempre

    usaron armas

    de

    oro,

    de

    plata,

    de

    ma-

    dera,

    de

    piedra

    y

    finalmente

    de

    bronce,

    segn

    sabemos

    de

    cierto

    por

    testimonio de

    los

    escritores

    y

    por

    experiencia:

    esto,

    a

    pesar

    de

    que

    varones

    y

    escritores

    de

    autoridad

    no

    despreciable

    aseguran

    que

    en

    aquellas

    comarcas

    se

    encuentran venas

    de

    hie-

    rro. Por

    ejemplo

    Gonzalo

    Fernndez de

    Oviedo refiere

    de odas

    que

    existen en

    la

    Isla

    Espaola,

    Hernn

    Corts

    en la Nueva

    Espaa,

    en la

    provincia

    llamada

    Tacho,

    segn

    testimonio

    ajeno

    confirmado por cierto familiar suyo. Que tambin se hallan en

    las

    regiones

    del

    Per,

    lo

    sostiene

    fray

    Gregorio

    Garca,

    y

    me

    lo

    cont

    Garcilaso

    Inca,

    varn

    de

    suma

    nobleza

    y

    entregado

    al

    estudio

    de

    las

    buenas

    letras,

    dicindome

    que

    los

    indgenas

    le

    llamaban

    en

    la

    lengua

    comn

    o real del Per

    quella:

    lo

    que

    parece

    argumento

    nada

    liviano

    de

    que

    el

    hierro

    se

    us

    en

    el

    mundo

    ms

    tarde

    que

    el

    bronce.

    En la

    pg.

    65,

    precisando,

    dice:

    "Si

    hay

    all

    vetas

    de

    hierro,

    no

    ha

    llegado

    an

    a

    ellos

    el

    arte

    de

    purificarlo

    y

    soldarlo:

    esta

    opinin

    me comunic Garcilaso, varn noble". Y por ltimo en la pg. 154,

    al

    afirmar

    que

    de

    los

    antiguos

    hemos

    tomado

    la costumbre de

    decir

    "salud"

    cuando

    estornudamos,

    alega que

    los

    indios

    de

    la

    Florida

    lo

    usan

    tambin,

    segn

    Garcilaso en

    La

    Florida:

    "Praecipue

    cum morem

    illum sternuentes

    salutandi,

    non

    Europaeorum

    modo

    hominum,

    sed

    barbarorum

    Novi

    Orbis

    partem,

    quae

    Florida

    vocatur,

    incolentium

    proprium

    fuisse et

    esse

    Garcas Lassus

    Inca

    nobilis

    et

    clarus

    vir

    in

    sua

    Florida testa

    ur".

    Con

    ello se

    cerraba

    el

    crculo

    cultural

    y

    la

    serpiente

    se

    morda

    la

    cola.

    Si

    Garcilaso

    Inca

    llamaba

    a

    Cuzco

    la

    nueva

    Roma

    y

    coloreaba

    de romanismo su historia de Amrica, los humanistasy glosadores de

    textos

    latinos

    invocaban

    los

    usos

    y

    costumbres

    del

    Nuevo

    Mundo

    para

    aclarar

    sus

    clsicos.

    Surga

    la

    etnografa

    y

    el

    folklore

    comparado.

    Eugenio

    Asensio

    Lisboa.