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Dosastrónomosaficionadosestadounidensesresidentesenlamismaciudaddescubren a la par un meteoroide, y ambos reclaman el derecho deldescubrimiento y el de darle su apellido, lo que origina una gran rivalidadentreellos.Mientras,otropersonajemuyexcéntrico(uninventorfrancés),haemprendido la tareadeatraerhacia laTierra, yaunpuntoenconcreto,eldichoso meteoroide, que sería así un meteorito y que además tienecaracterísticas sorprendentes. "La caza del meteoro" ("La Chasse aumétéore") es una novela del escritor francés JulesVerne publicada en "LeJournal"desdeel5demarzohastael10deabrilde1908,eíntegramenteel30deabrildeesemismoañoenunvolumendoble juntocon"ElpilotodelDanubio".Lanovela fueescritaalrededordelaño1898,yseríamodificadadespuésporelelhijodelescritor:MichelVerne.

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JulioVerne

Lacazadelmeteoro(LaChasseaumétéore)

ePUBv1.0Molcajete11.11.2011

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Títulooriginal:LaChasseaumétéore.Traducción:JuanManuelGonzálezCremona.Autor:JulioVerne,1908.Temasvernianostratados:astronomía,química,físicaatómica.

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CapítuloI

ENELCUALELJUEZJOHNPROTHLLENAUNODELOSMÁSGRATOSDEBERESDESUCARGOANTESDEVOLVERALJARDÍN

No existe ningún motivo que impida decir a los lectores que la ciudad en quecomienzaestasingularhistoriasehallaenVirginia(EstadosUnidosdeAmérica).Silesparecebien, llamaremosa esta ciudadWhaston,y la colocaremosen el distritooriental,sobrelamargenderechadelPotomac;peronospareceinútilprecisarmáslascoordenadasdeestaciudad,quesebuscaríaenvanoaunenlosmejoresmapasdelaUnión.

El12demarzodeeseaño,aquellosdeloshabitantesdeWhastonqueatravesaronExeter Street en el momento preciso, pudieron ver, en las primeras horas de lamañana, aunelegantecaballeroque, alpaso lentode sucaballo, subíaybajaba lacalle,muypendiente,ysedeteníapor finen laplazade laConstitución,casienelcentrodelaciudad.

Este caballero, de puro tipo yanqui, tipo éste que no se halla exento de unaoriginaldistinción,nodebíatenermásdetreintaaños.Eradeunaestaturaalgomásquemediana,debellayrobustacomplexión,decabellosnegrosybarbacastaña,cuyapunta alargaba su semblantede labiosperfectamente afeitados.Unaamplia capa lecubríahastalaspiernasycaíasobrelagrupadelcaballo.Guiabasumonturacongransoltura,perofirmemente.Todoensuactitudindicabaalhombredeacción,resuelto,ytambién al hombre de primer impulso; no debía oscilar jamás entre el deseo y eltemor, que es lo que constituye el rasgo de un carácter vacilante. Finalmente, unobservador atento habría podido descubrir que apenas lograba disimular suimpaciencianaturalbajounaaparienciadefrialdad.

¿Porquésehallabaestecaballeroenunaciudadenquenadieleconocía,enquenadielehabíavistojamás?¿Selimitabaaatravesarlaoseproponíapermaneceralgúntiempo en ella?En este último caso, para encontrar un hotel no habría tenido otramolestiaqueladeelegir.EnningúnotropuntodeEstadosUnidos,odecualquierotraparte, el viajero podía encontrar mejor acogida, mejor servicio, mesa, confort tancompletoporunospreciostanmoderados.Esciertamentelamentablequelosmapasseantanimprecisosalomitirindicarunaciudadprovistadetalesventajas.

No, en manera alguna parecía que el extranjero estuviese en disposición depermanecer en Whaston, y seguramente no harían presa en él las seductoras yatrayentessonrisasdeloshosteleros.Absorto,indiferenteacuantolerodeaba,seguíalacalzadaquediseñalaperiferiadelaplazadelaConstitución,cuyocentroocupabaunvastoterraplén,sinsospecharsiquieraquedespertabalacuriosidadpública.

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¡Y bien sabe Dios, con todo, si esta curiosidad se hallaba excitada! Desde elmomento enque apareció el caballero, hostelerosy sirvientes cambiabandesde laspuertasestasyotrasfrasesanálogas:

—¿Pordóndehallegado?—PorExeterStreet.—¿Ydedóndevenía?—Segúndicen,entróporelFaubourgdeWilcox.—Haceyamediahorabiencorridaque sucaballodavueltas a laplaza.Estará

esperandoaalguien.—Esmuyprobable;yhastasediríaqueesperaconimpaciencia.—YnocesademirarhaciaExeterStreet.—Porahíllegarálapersonaaquienespera.—Y¿quiénserá...?¿Éloella?—¡Eh,eh...!Puestienemuybuentalante.—¿Seráentoncesunacita?—Sí,unacita...,peronoenelsentidoenquevosotrosloentendéis.—¿Ustedquésabe?—Observadqueyapor tresveceselextranjerosehadetenidoante lapuertade

Mr.JohnProth...—YcomoMr.JohnProthesjuezdeWhaston...—Entoncesesqueesehombretienealgúnproceso...—Yquesuadversariollegaconretraso.—Tieneustedrazón.—¡Bien!EljuezProthlosconciliaráyreconciliaráenunsantiamén.—Esunhombrehabilísimo.—Ymuyhonrado.Posibleeraenverdadqueésteynootrofueraelmotivodelapresenciadeaquel

caballeroenWhaston.Efectivamente,muchasveceshabíahechoalto,sinecharpieatierra,antelacasadeMr.JohnProth.Quedábasemirandoalapuertayalasventanasy permanecía luego inmóvil, como si esperase que alguien apareciese en losumbrales,hastaelmomentoenquesucaballo,quepiafabaimpaciente,leobligabaaemprendernuevamentelamarcha.

Ahorabien:aldetenerseunavezmás,seabriósúbitamentelapuertaprincipalyun hombre apareció en lameseta de la pequeña escalinata que daba acceso a elladesdelaacera.

Tanprontocomoel extranjerodescubrióaestehombre,preguntóquitándoseelsombrero:

—¿EsMr.JohnProth,segúncreo?—Elmismo—contestóeljuezmuyamablemente.

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—Unasencillapregunta,quesóloexigiráunsíounnodesuparte.—Hágalausted,caballero.—¿HavenidoalguienestamañanapreguntandoporMr.SethStanfort?—No,queyosepa.—Gracias.Dichoesto,ydescubriéndoseporsegundavez,tendiólamanoysubióporExeter

Streetaltrotecortodesucaballo.Ahora ya no podía dudarse—almenos tal fue la opinión general— de que el

desconocido tenía algúnnegocio conMr. JohnProth.Enelmododehacer aquellapreguntaseconocíaqueélmismoeraSethStanfort,elprimeroenacudiraunacitaconvenidadeantemano.Perootroproblemanomenosimportanteseplanteabaahora.¿Habíapasadolahoradelacitayelcaballerodesconocidoibaaabandonarlaciudadparanovolveraella?

Se creerá sin dificultad, ya que nos encontramos en América, es decir, en elpueblodeestemundomásaficionadoaapostar,queenseguidasehicieronapuestassobreelpróximoretornoolapartidadefinitivadeldesconocido.Algunasapuestasdemediodólarohastadecincooseiscentavos,entreelpersonalde loshotelesy loscuriosos detenidos en la plaza, nada más, pero apuestas al fin, que seríanreligiosamentepagadasporlosperdidososyqueseembolsaríantanguapamentelosafortunados.

EncuantoaljuezJohnProth,sehabíalimitadoaseguirconlamiradaalcaballeroquesubíahaciaelFaubourgdeWilcox.El juezJohnProtheratodounfilósofo,unprudente magistrado que no contaba menos de cincuenta años de prudencia y defilosofía,auncuandonotuviesemásquemediosiglodeedad—modoéstededecirquealveniralmundoerayafilósofoysabioprudente—.Añádaseaesoqueensucalidad de solterón —prueba incontestable de prudencia— jamás había vistoperturbadasuvidaporningúncuidado;locual,fuerzaseráconvenirenello,facilitaen gran manera la práctica de la Filosofía. Nacido enWhaston, ni siquiera en suprimera juventud había abandonado más que muy poco su ciudad natal, y eraconsiderado tanto como querido por sus justiciables, que sabían se hallabadesprovistodetodaambición.

Unsoloderecholeguiaba.Siempresemostrabaindulgenteconlasdebilidadesyavecesconlasfaltasajenas.Arreglarlosasuntosquesellevabananteél,reconciliara los adversarios que se presentaban a sumodesto tribunal, redondear los ángulos,aceitar las ruedas, suavizar los choques inherentes a todo orden social, porperfeccionadoquepuedahallarse:asíeracomoélcomprendíasumisión.

John Proth disfrutaba de cierta holgura. Si desempeñaba aquellas funciones dejuez era por gusto y no soñaba con elevarse a altas jurisdicciones. Gustaba de latranquilidadparasímismoyparalosotros;considerabaaloshombrescomovecinos

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en la existenciaycon los cualesesnecesariovivir enbuenaarmonía.Levantábasetempranoyacostábasetarde;sibienleíaalgunosautoresfavoritosdelAntiguoydelNuevo Mundo, se contentaba en cambio con un honrado diario de la ciudad, elWhaston News, en el que los anuncios ocupaban más sitio que la política. Dabadiariamenteunpaseodeunaodoshoras,duranteelcualgastábanselossombrerosafuerzadesaludarle, locual leobligabaarenovarelsuyocada tresmeses.Fueradeesospaseosysalvoeltiempodedicadoalejerciciodesuprofesión,permanecíaensucasa,tranquiloyconfortable,ycuidabalasfloresdesujardín,quelerecompensabanpor sus cuidados encantándole con sus frescos colores y brindándole sus suavesperfumes.

Trazadoenestaspocaslíneasesecarácter,puestoensuverdaderomarcoelretratodeMr.JohnProth,secomprenderáfácilmentequedichojueznoquedasedemasiadopensativoporlapreguntahechaporelextranjero.Siéste,envezdedirigirsealdueñode la casa, hubiese interrogado a su anciana sirvienta Kate, tal vez ésta habríadeseado saber algo más; habría insistido acerca de aquel Seth Stanfort y habríapreguntado lo que debería decírsele en el caso de que acudiera a informarse de supersona.YasimismohabríaagradadoaladignaKateelsabersielextranjerovolveríaonoacasadeMr.JohnProth,yaaquellamismamañana,odurantelatarde.

Mr. John Proth, en cambio, no se hubiera perdonado esas curiosidades, esasindiscreciones,excusablesensusirvienta,puesporalgopertenecíaalsexofemenino.No,Mr. John Proth ni siquiera se dio cuenta de que la llegada, la presencia y lapartida después del extranjero habían sido notadas por losmirones de la plaza, y,después de cerrar la puerta, volvióse a regar las rosas, los iris, los geranios, lasresedas,desujardín.

Encambio,loscuriosospermanecieronenobservación.El caballero, noobstante, había avanzadohasta la extremidaddeExeterStreet,

quedominabalaparteOestedelaciudad.LlegadoalFaubourgdeWilcox,queuneestacalleconelcentrodeWhaston,detuvosucaballoy,sindesmontar,miróentornosuyo.DesdeesepuntosusmiradaspodíanextenderseenunamillaaproximadamenteyseguirlasinuosarutaquedesciendehastaelpueblecillodeSteel,queperfilabasuscampanarios en el horizonte,más allá delPotomac.Envano susmiradas recorríanestaruta;eraindudablequenodescubríaloquebuscaba;loquediomotivoavivosmovimientosde impacienciaquese transmitieronalcaballocuyos fogosos ímpetushubonecesidaddecontener.

Transcurridosdiezminutos,elcaballero,volviendoporExeterStreet, sedirigióporquintavezhacialaplaza.

«Despuésdetodo—sedecía,nosinconsultarsureloj—,aúnnohayretraso...Esalasdiezysieteminutosysonapenaslasnueveymedia...LadistanciaqueseparaWhaston de Steel, de donde ella debe venir, es igual a la que separaWhaston de

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Brial,dedondeyovengo,ypuedefranquearseenveinteminutosescasos...Elcaminoes bueno, el tiempo seco y yo no sé que el puente haya sido arrastrado por unacrecida...Nohabrá,pues,niimpedimentoniobstáculo...Demaneraquesiellafaltaalacitaesqueasílohabráquerido...Porlodemás,laexactitudconsisteenestaralahorajustaynoenpresentarsedemasiadotemprano...Enrealidad,soyyoelinexacto,yaquemeheadelantadomásdeloqueconvieneaunhombremetódico...Ciertoque,aunafaltadetodootrosentimiento,lacortesíameobligabaallegarelprimeroalacita...»

Estemonólogodurótodoeltiempoqueelextranjerotardóendescenderdenuevopor Exeter Street y no terminó hasta el momento en que los cascos del caballogolpearonotravezelpisodelaplaza.

Decididamente, quienes habían apostado en favor de la vuelta del extranjeroganaban su apuesta. Así, pues, cuando éste pasó ante los hoteles, ofreciéronle unsemblanteagradable,entantoquelosperdidososlesaludaronconunalzamientodehombros.

Las diez sonaron por fin en el reloj municipal; el extranjero contó los golpes,asegurándose en seguida de que el relojmarchaba de perfecto acuerdo con el quesacódesubolsillo.

Faltabansólo sieteminutosparaque fuese lahorade lacita,queprontohabríapasado.

SethStanfortvolvióa laentradadeExeterStreet.Eraclarocomolaluzdeldíaquenisumonturaniélpodíanconservarelreposo.

Un público bastante numeroso animaba a la sazón esta calle. Para nada sepreocupabaSethStanfortdelosquesubíanporella;todasuatenciónestabapuestaenlosquelabajaban,ysumiradalesdistinguíatanprontocomoasomabanenloaltodela pendiente. Exeter Street es lo bastante larga para que un peatón emplee diezminutosenrecorrerla,perosólotresocuatrosenecesitanparauncarruajequeavancerápidamenteoparauncaballoaltrote.

Puesbien;noeraalospeatonesalosqueatendíanuestrocaballero;nisiquieralosveía. Su amigomás querido hubiera pasado cerca de él a pie sin que le viera. Lapersonaesperadanopodíallegarmásqueacaballooencoche.

Pero¿llegaríaalahorafijada?Sólofaltabantresminutos,eltiempoestrictamentenecesarioparabajarExeterStreet,yningúnvehículoaparecíaenloaltodelacalle,nimotociclo, ni bicicleta, así como tampoco ningún automóvil que, andando ochentakilómetrosporhora,hubieraanticipadoaúnelinstantedelacita.

SethStanfortlanzóunaúltimamiradaporExeterStreet.Unvivorelámpagobrotóensuspupilas,mientrasmurmurabaconuntonodeinquebrantableresolución:

—Sialasdiezysieteminutosnoestáaquínomecaso.Comounarespuestaaestadeclaración,enaquelmomentodejóseoírelgalopede

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un caballo hacia lo alto de la calle. El animal, un ejemplar magnífico, hallábasemontado por una joven que le manejaba con tanta gracia como seguridad. Lospaseantes se apartaban a su paso, y a buen seguro que no tropezaría con ningúnobstáculohastalaplaza.

Seth Stanfort reconoció a la que esperaba. Su fisonomía volvió a recobrar suimpasibilidad.Nopronuncióunasolapalabra,nihizoelmenorgesto;tranquilamente,encaminósederechoalacasadeljuez.

Todo ello era para fastidiar a los curiosos, que se aproximaron, sin que elcaballerolesprestaselamenoratención.

Pocos momentos después desembocaba en la plaza la amazona, y su caballo,blancodeespuma,sedetuvoadospasosdelapuerta.

Elextranjerodescubrióseydijo:—SaludoaMissArcadiaWalker.—Y yo a Mr. Seth Stanfort —respondió Arcadia Walker, con un gracioso

movimiento.Senospuededarcrédito; losindígenasnoperdíandevistaaaquellaparejaque

leseraatodosabsolutamentedesconocida.Ydecíanentreellos:—Si han venido para un proceso, es de desear que el proceso se arregle en

beneficiodeambos.—SearreglaráoMr.Prothnoseráelhombrehábilquees.—Ysiniunoniotroestáncasados,lomejorseríaqueelasuntoacabaseconun

matrimonio.Asíjuzgabanlaslenguas,asísehacíanloscomentarios.PeroniSethStanfortniMissArcadiaWalkerparecíanpercatarsedelacuriosidad,

enojosamásquenada,dequeeranobjeto.SethStanfortdisponíaseaecharpiea tierraparallamara lapuertadeMr.John

Proth,cuandoestapuertaseabrióanteél.Eljuezaparecióenelumbral,ydetrásdeélmostróseestavezlaancianasirvienta

Kate.Amboshabíanpercibidoruidodecaballosantelacasay,abandonandoaquélsu

jardínydejandoéstasucocina,quisieronsaberloquepasaba.Quedóse,pues,enlasillaSethStanfort,ydirigiéndosealmagistradodijo:—SeñorjuezJohnProth,yosoyMr.SethStanfort,deBoston,Massachusetts.—Muchogustoenconocerle,Mr.SethStanfort.—YheaquíaMissArcadiaWalker,deTrenton,NuevaJersey.—HonradísimodehallarmeenpresenciadeMissArcadiaWalker.Y Mr. John Proth, después de haber fijado su atención sobre el forastero,

consagrándolaalaextranjeraclavandoenellasulímpidamirada.SiendoMiss ArcadiaWalker una persona verdaderamente encantadora, no nos

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desagradará hacer de ella un rápido bosquejo. Edad, veinticuatro años; ojos, azulpálido;cabellosdeuncastañooscuro;enlatez,unafrescuraqueapenasalterabaelsoplodelviento;dientesdeunablancuraydeunaregularidadperfectas;estaturaunpocomásquemediana;maravillosaapostura;losmovimientosdeunararaelegancia,suaves y nerviosos a la vez. Bajo la amazona con que iba vestida, prestábase congracia exquisita a los movimientos de su caballo, que piafaba como el de SethStanfort.Susmanos,finamenteenguantadas,jugabanconlasriendas,yunconocedorhabríaadivinadoenellaunahábilécuyére.Todasupersona llevabaelsellodeunaextremadistinción,conunnoséquépeculiardelaclaseelevadadelaUnión,loquepodría llamarse la aristocracia americana, si esa palabra casara con los instintosdemocráticosdelosnaturalesdelNuevoMundo.

MissArcadiaWalker,nacidaenNuevaJersey,nocontandomásqueconparienteslejanos, libre en sus acciones, independiente por su fortuna, dotada del espírituaventurero de las jóvenes americanas, llevaba una existencia conforme con susgustos.Viajandodesdehacíamuchosaños,habiendovisitadolasprincipalescapitalesdeEuropa,sehallabaalcorrientedecuantosehacíaysedecíaenParís,enLondres,en Viena o en Roma. Y lo que había oído o visto en el curso de sus incesantesperegrinaciones, podía hablarlo con los franceses, los ingleses, los alemanes, lositalianosensupropioidioma.Eraunapersonaculta,cuyaeducación,dirigidaporuntutorqueyahabíadesaparecidodelmundo,habíasidomuyescogidaycultivada.Niaunlefaltabalaprácticadelosnegocios,ydeellodabapruebasenlaadministracióndesufortuna,conlainteligenciaenmanejarsusintereses.

LoqueacabadedecirsedeMissArcadiaWalkerpuedeaplicarsesimétricamente—esta es la palabra exacta— a Mr. Seth Stanfort. Libre también, también rico,amandotambiénlosviajes,habiendocorridoelmundoentero,residíamuypocoenBoston,suciudadnatal.EnelinviernoeraelhuéspeddelAntiguoContinenteydelasgrandes capitales, en las que había encontrado con frecuencia a su aventureracompatriota.Duranteelverano,volvíaasupaísdeorigen,hacialasplayasenquesereuníanenfamilialosyanquisopulentos.TambiénallíhabíavueltoaencontrarseconMissArcadiaWalker.

Losmismosgustoshabíanaproximadopocoapocoaesosdosseres, jóvenesyvalerosos, a quienes los curiosos, y sobre todo los curiosos de la plaza, juzgabannacidoselunoparaelotro.Yenverdad,ávidoslosdosdeviajes,ansiososambosdetrasladarse allí donde cualquier incidente de la vida política o militar excitaba laatenciónpública,¿cómonohabíandeconvenirse?Nada,pues,tienedeextrañoqueMr.SethStanfortyMissArcadiaWalkerhubiesenllegadopocoapocoalaideadeunir sus existencias, lo cual no cambiaría para nada sus hábitos.No serían ya dosbuques marchando en conserva, sino uno solo y, puede creerse, magníficamenteconstruido,maravillosamentedispuestoparacruzartodoslosmaresdelGlobo.

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¡No!Noeraunproceso,unadiscusión,laregulacióndecualquiernegocioloquellevabaaMr.SethStanfortyaMissArcadiaWalkeranteeljuezdeaquellaciudad.¡No!Después de haber llenado todas las formalidades legales ante las autoridadescompetentes de Massachusetts y de Nueva Jersey, habíanse dado ellos cita enWhastonparaaquelmismodía12demarzoyaaquellahora,lasdiezysieteminutos,pararealizarunactoque,aldecirdelosama.te.urs,eselmásimportantedelavidahumana.

Hecha,segúnsehadicho,lapresentacióndeMr.SethStanfortydeMissArcadiaWalkeraljuez,éstenotuvoquehacerotracosaquepreguntaralviajeroyalabellaviajeracuáleraelmotivodecompareceranteél.

—Seth Stanfort desea convertirse en el marido de Miss Arcadia Walker —respondióeluno.

—YMissArcadiaWalkerdeseaconvertirseenlaesposadeMr.SethStanfort—agrególaotra.

Elmagistradoseinclinóreverentediciendo:—Estoyasudisposición,Mr.Stanfort,yaladeusted,MissArcadiaWalker.Ambosjóvenesseinclinaronasuvez.—¿Cuándodeseanqueseefectúeesematrimonio?—preguntóMr.JohnProth.—Inmediatamente...,siestáustedlibre—respondióSethStanfort.—PuesabandonaremosWhastontanprontoyoseaMrs.Stanfort—declaróMiss

ArcadiaWalker.Mr. John Proth indicó, con su actitud, cuánto lamentaba él, y con él toda la

ciudad,elnopoderconservarmás tiempodentrode losmurosdeWhastonaquellaencantadorapareja,queen talmomentohonrabaconsupresencia laciudad.Luegoañadió:

—Estoy por completó a sus órdenes.—Y retrocedió algunos pasos para dejarlibrelaentrada.

PeroMr.SethStanfortledetuvoconungesto.—¿Espreciso—preguntó—queMissArcadiayyobajemosdelcaballo?Mr.JohnProthreflexionóuninstante.—Enmaneraalguna—afirmó,porfin—;puedeunocasarseacaballolomismo

queapie.Difícilhabríasidoencontrarunmagistradomásacomodaticio,auneneseoriginal

paísdeAmérica.—Una sola pregunta —dijo Mr. John Proth—; ¿están llenadas todas las

formalidadesimpuestasporlaley?—Loestán—contestóSethStanfort.Ytendióaljuezundoblepermisoendebidaforma,quehabíasidoredactadopor

losescribanosdeBostonydeTrentondespuésdelabonodelosderechosdelicencia.

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Mr. JohnProth cogió lospapelesy, haciendocabalgar sobre sunariz los lentescon montura de oro, leyó atentamente aquellos documentos, legalizados con todaregularidadycubiertosconeltimbreoficial.

—Lospapeles—dijo—sehallanenperfectoordenyestoydispuestoacertificarelmatrimonio.

Nada tiene de extraño que los curiosos, cuyo número había aumentadoconsiderablemente, rodeasen a la pareja, como otros tantos testigos de una unióncelebradaencondicionesqueparecíanuntantoextraordinariasencualquierotropaís;perolacosanoeraparaapurarniparadesagradaralosdosnovios.

SubióentoncesMr.JohnProthlosprimerospeldañosdelaescalinatay,conunavozquesedejóoírdetodos,hablóasí:

—Mr. Seth Stanfort. ¿consiente usted en tomar por esposa a Miss ArcadiaWalker?

—Sí.—Miss Arcadia Walker, ¿consiente usted en tomar por marido a Mr. Seth

Stanfort?—Sí.Recogióseelmagistradodurantealgunossegundosy,seriocomounfotógrafoen

elmomentodelsacramental«noosmováis»,declaró:—Ennombredelaley,Mr.SethStanfort,deBoston,yMissArcadiaWalker,de

Trenton,yolesdeclarounidosporelmatrimonio.Ambosespososseaproximaronysedieronlamanocomoparasellarelactoque

acababanderealizar.Luego,cadaunodeellospresentóaljuezunbilletedequinientosdólares.—Comohonorarios—dijoMr.SethStanfort.—Paralospobres—dijoMrs.ArcadiaStanfort.Y uno y otro, después de inclinarse ante el juez, soltaron las riendas a sus

caballos,queselanzaronenladireccióndelFaubourgdeWilcox.—¡Muybien...! ¡Muybien...!—exclamóKate,hasta talpuntoparalizadapor la

sorpresa,que,porraraexcepción,habíasequedadodiezminutossinhablar.—¿Quéquieredeciresto,Kate?—preguntóeljuezProth.LaancianaKatesoltólapuntadesudelantal,quedesdehacíauninstanteretorcía

comouncordelerodeprofesión.—Miopinión,señorjuez—dijo—,esqueesasgentesestánlocas.—Sin duda, venerable Kate, sin duda —aprobó Mr. John Proth, cogiendo de

nuevosupacíficaregadera—.Pero¿quétieneesodeextraño?¿Noestánsiempreunpocolocostodoslosquesecasan?

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CapítuloII

QUEINTRODUCEALLECTORENLARESIDENCIADEDEANFORSYTHYLEPONEENRELACIÓNCONSUSOBRINOFRANCISGORDONYLA

BUENAMITZ

—¡Mitz...!¡Mitz...!—¿Qué,hijo?—¿QuéesloquetienemitíoDean?¿Quéleocurre?—Nada,queyosepa.—¿Esqueestáenfermo?—¡Oh,no!Perosiestocontinúa,llegaráseguramenteaestarlo.Estaspreguntasyrespuestassecambiabanentreunjovendeveintitrésañosyuna

mujer de sesenta y cinco en el comedor de una mansión de Elisabeth Street,precisamente, en aquella ciudad de Whaston donde acababa de realizarse la másoriginaldelasbodasalamodaamericana.

Pertenecía esta casa de Elisabeth Street a Mr. Dean Forsyth. Este señor teníacuarentaycincoañosylosrepresentabaefectivamente.Cabezagrande,desgreñada,ojos pequeños, con lentes muy gruesos; espaldas un poco encorvadas; cuellopoderoso,envueltoentodas lasestacionesdelañoconunacorbataqueledabadosvueltas y le subía hasta la barba; levita amplia y arrugada; chaleco flojo, cuyosbotones inferiores jamás seutilizaban;pantalóndemasiadocorto, cubriendoapenassus zapatos demasiado anchos; casquete, colocado hacia atrás, sobre una cabellerarebelde; cara conmil pliegues y arrugas terminando con la perilla habitual de losamericanosdelNorte;carácterirascible,aunpasosiempredelacólera:taleraDeanForsyth,dequienhablabanFrancisGordon,susobrino,yMitz,suancianasirvienta,enlamañanadel21demarzo.

FrancisGordon,habiendoperdidoasuspadressiendomuypequeño,habíasidoeducado porMr. Dean Forsyth, hermano de su madre. Aun cuando debía heredarciertafortunadesutío,noporesosehabíacreídodispensadodetrabajar,ytampocolohabíacreídoasíMr.DeanForsyth.Elsobrino,unavezterminadossusestudiosdehumanidadesenlacélebreUniversidaddeHarvard,loshabíacompletadoconlosdeDerecho,yeraalasazónunabogadoenWhaston,dondelaviuda,elhuérfanoylasparedes medianeras no tenían defensor más resuelto y decidido. Conocíaperfectamente las leyes y la jurisprudencia y hablaba con facilidad, con una vozardienteypenetrante.Todossuscolegas, jóvenesyviejos, leestimabanynuncasehabía creado un enemigo.Demuy buena presencia, poseedor de cabellos castañosmuy hermosos y de bellos ojos negros, de maneras elegantes, espiritual sin

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chocarrería, servicial y amable sin ostentación, diestro en los diversos géneros dedeporte,a losqueseentregabaconpasión lagentryamericana,¿cómonohabíadeocupar un puesto entre los más distinguidos jóvenes de la ciudad, y cómo habríapodido dejar de amarle aquella encantadora Jenny Hudelson, hija del doctorHudelsonydesuesposanéeFloraClarish?

Peroesdemasiadoprontoparallamarlaatencióndellectorsobreestaseñorita;esmás conveniente queno entre en escena sino enmediode su familia, y aúnnohallegado esemomento, que no tardará, por lo demás: conviene, empero, aportar unmétodorigurosoeneldesenvolvimientodeestahistoria,queexigeextremaprecisión.

En lo referente a Francis Gordon, añadiremos que Permanecía en la casa deElisabeth Street, y no la abandonaría, sin duda, hasta el día de sumatrimonio conMiss Jenny... Pero dejemos una vez más a Miss Jenny Hudelson donde está ydigamostansóloquelabuenaMitzeralaconfidentedelsobrinodesuamoyquelequeríacomoaunhijo,o,mejoraún,comoaunnieto,yaquelasabuelassonlasquegeneralmentesuperanlaternuramaternal.

Mitz,sirvientamodelo,delaquenosepodríahoyencontrarsemejante,descendíadeesaespecie,yaextinguida,quetienealgoalavezdelperroydelgato;delperro,porloqueseadhiereasusamos,ydelgato,porloqueseadhierealacasa.Comofácilmente puede imaginarse,Mitz hablaba con toda libertad aMr. Dean Forsyth.Cuando éste se deslizaba, decíaselo aquélla claramente, si bien en un lenguajeextravagante,quesólodeunmodoaproximadopodríaserexpresadoenfrancés.Siélnoqueríahacerlecaso,lequedabasólounrecurso;abandonarlaplaza,encerrarseensugabineteydardosvueltasalallave.

Porlodemás,Mr.DeanForsythnoteníaporquétemerencontrarsenuncasoloenelgabinete:seguroestabadehallarsiempreallíaotropersonaje,quesesustraíadeigualmodoalasadvertenciasysermonesdeMitz.

Este personaje respondía al llamamiento de «Omicron», nombre extraño quedebíaasumedianaestatura,yselehabríaapellidado«Omega»sisutallanohubierasido demasiado pequeña.De cuatro pies y seis pulgadas de alto, desde la edad dequince años no había crecidomás. Con su verdadero nombre de TonWife, habíaentradoaesaedadenlacasadeMr.DeanForsyth,envidadesupadre,encalidaddejoven criado, y había rebasado ya elmedio siglo; de donde fácil será calcular quehacíayatreintaycincoañosquesehallabaalserviciodeltíodeFrancisGordon.

Importaespecificaraquése reducíaeste servicio.A losiguiente:AyudaraMr.DeanForsythensustrabajos,porloscualesexperimentabaunapasiónigual,cuandomenos,aladesudueño.

¿Trabajaba,puesMr.DeanForsyth?Sí,comoaficionado;pero,conunfuegoyunardordequeprontopodrájuzgarse.¿En qué se ocupaba el señor Dean Forsyth? ¿En Medicina, en Derecho, en

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Literatura, en Arte, en negocios, como tantos y tantos ciudadanos de la libreAmérica?

Nadadeeso.¿Enquéentonces?,sepreguntaráellector.¿EnCiencias?Noestáisenlocierto.NoenCiencias,asíenplural,sinoenciencia,ensingular.

Únicamente,exclusivamente,enesacienciasublimequesellamaAstronomía.Élsólosoñabacondescubrimientosplanetariosoestelares.Nadaocasinadade

loquepasabaen la superficiedelGloboparecía interesarleyvivíaen losespaciosinfinitos. Sin embargo, como en ellos no encontraría qué almorzar ni qué comer,forzosoeraquebajaseporlomenosdosvecesaldía.Yprecisamenteaquellamañananobajabaélalahorahabitual;sehacíaesperar,locualponíademuymalhumoraMitz,quiendandovueltasentornodelamesa,repetía:

—¿Novendrá?—¿Noestáallí«Omicron»?—preguntóFrancisGordon.—Siempreestádondeestásuamo—repusoMitz—.Yo,sinembargo,notengo

bastantespiernas—sí,así fue realmentecomoseexpresó laestimableMitz—paraencaramarmeasuhabitualgallinero.

El gallinero en cuestión no era ni más ni menos que una torre, cuya galeríasuperiordominabaenunostreintapieseltechodelacasa,unobservatorio,paradarlesu verdadero nombre. Debajo de la galería existía una cámara circular con cuatroventanasorientadashacia loscuatropuntoscardinales.Enel interiorhabíaalgunosanteojosy telescopiosdeunalcancebastanteconsiderable,y si susobjetivosnosegastabanno era por falta de uso.Lo que eramás bien de temer era queMr.DeanForsyth y «Omicron» acabasen por perder los ojos a fuerza de aplicarlos a losocularesdedesusinstrumentos.

Enestacámaraeradondeambospasaban lamayorpartedeldíayde lanoche,relevándose,alaverdad.Miraban,observaban,sesumíanenlaszonasinterestelares,arrastradosporlaperpetuaesperanzadehaceralgúndescubrimientoalquepudierairunidoelnombredeDeanForsyth.Cuandoelcieloestabapuro,todomarchababien;pero no siempre está así por encima de la fracción del treinta y siete paralelo queatraviesaelestadodeVirginia;tambiénhabíanubes,cirros,nimbus,cúmulos,tantoscomosequisieranyseguramentemásdeloquehubierandeseadoelamoyelcriado.Así,¡quédelamentaciones,quédeamenazascontraaquelfirmamentosobreelquelabrisaamontonabadensosvapores!

Precisamenteduranteaquellosúltimosdíasdemarzo, lapacienciadeMr.DeanForsyth se hallaba como nunca sometida a ruda prueba. Desde hacíamuchos díasobstinábaseelcieloenpermanecercubierto,congranfuriadelastrónomo.

Aquellamañana,21demarzo,unfuertevientodelOestecontinuabaarrastrandocasialrasdelsuelotodounmardenubesdeunadesoladoraopacidad.

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—¡Qué fastidio!—suspirópordécimavezMr.DeanForsyth, trasunaúltimaeinútil tentativa para vencer la densa bruma—. Tengo el presentimiento de quepasamosalladodeundescubrimientosensacional.

—Es muy posible —respondió «Omicron»—. Hasta es muy probable, porquehacealgunosdías,duranteunclaro,creíyopercibir...

—Yyovi,«Omicron».—¡Ambosentonces,ambosaunmismotiempo!—¡«Omicron»...!—dijoensondeprotestaMr.DeanForsthy.—Sí,ustedprimero,sindudaalguna—concedió«Omicron»,conunsignificativo

movimientodecabeza—;perocuandoyocreípercibirlacosaencuestión,pareciómequedebíaser...queera...

—Yyo...—atajóMr.DeanForsyth—;yoafirmoquese tratabadeunmeteoro,desplazándosedelNortealSur...

—Sí,Mr.Dean,perpendicularmentealsentidodelSol.—Asusentidoaparente,«Omicron».—Aparente,naturalmente.—Yeraeldieciséisdeestemes.—Eldieciséis.—Alassiete,treintaysieteminutosyveintesegundos.—Veinte segundos —repitió «Omicron»—, según pude hacerlo constar en

nuestroreloj.—Y¡nohavueltoareaparecer!—clamóMr.DeanForsyth,extendiendohaciael

cielounpuñoamenazador.—Y¿cómopodríahaberlohecho...?¡Nubes...!¡Nubes...!¡Nubes...!¡Desdehace

cincodíasniuntrozodeazulenelcielobastanteparadibujarunpañuelodebolsillo!—Parecehechoexprofeso—selamentóDeanForsyth,golpeandoelsueloconel

pie—,ycreoenverdadqueestascosasnoleocurrenanadiemásqueamí.—Anosotros—rectificó«Omicron»,queseconsiderabaacreedoraunamitaden

lostrabajosdesuamo.A decir verdad, todos los habitantes de la región tenían el mismo derecho a

quejarsesiespesasnubescubríansucielo.LuzcaonoelSol,es igualpara todoelmundo.

Peroporgeneralqueestederechofuese,nadiepodríatenerlapretensióndeestardetanmalhumorcomoMr.DeanForsyth,cuandolaciudadsehallabaenvueltaporunadeesasbrumascontra lasquenadapueden los telescopiosmáspotentesni losanteojosmásperfeccionados.YtalesbrumasnosonrarasenWhaston,auncuandolaciudad se halle bañada por las claras aguas del Potomac y no por las turbias ycenagosasdelTámesis.

Seadeelloloquequiera,¿quéhabíanvistoocreídoverel16demarzo,cuandoel

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cielo estaba puro, el amo y el sirviente...? Nada menos que un bólido de formaesférica,desplazándosedeNorteaSurconunavertiginosarapidezyconunbrillotalque luchaba victoriosamente contra la luz difusa del Sol. No obstante, como sudistancia de la Tierra debía de ser de cierto número de kilómetros, hubiera sidoposibleseguirle,apesardesuvelocidad,duranteuntiempoapreciable,siunanieblaintempestivanohubiesevenidoaimpedirtodaobservación.

Desde entonces comenzó a desenvolverse el hilo de las lamentaciones queprovocaba tanmalasuerte.¿VolveríaapresentarseesebólidosobreelhorizontedeWhaston? ¿Podrían calcularse sus elementos, determinar su masa, su peso, sunaturaleza? ¿No sería otro astrónomo más favorecido quien lo encontrase en otropunto del cielo? ¿Estaría Dean Forsyth en condiciones de dar su nombre a estedescubrimiento,habiéndoletenidotanpocotiempobajosutelescopio?¿NorecaeríaalfinyalcabotodoelhonorsobreunodeesosastrónomosdelAntiguoodelNuevoContinentequepasansuexistenciaobservandoelespaciodíaynoche?

—¡Acaparadores! —gritaba en tono de protesta Dean Forsyth—. ¡Piratas delcielo!

Durante toda aquellamañana del 21 demarzo, niDean Forsyth ni «Omicron»habíanpodidodedicarse,apesardelmaltiempo,aalejarsedeaquellaventanaqueseabría de cara al Norte. Y su rabia había aumentado a medida que las horas ibantranscurriendo; a la sazón, nohablabanya.DeanForsyth recorría con lamirada elvasto horizonte que limitaba por aquel lado el perfil caprichoso de las colinas deSerbor, por encima de las cuales una brisa bastante viva daba caza a las nubesgrisáceas. «Omicron» se alzaba sobre la puntade lospies para aumentar el campovisualquereducíasuexiguaestatura.Elunohabíacruzadolosbrazosysusgrandespuños se aplastaban contra su pecho. El otro, con los dedos crispados buscaba elapoyo de la ventana.Algunas aves cruzaban próximas lanzando gritos, como si seburlasen del amo y del sirviente, a quienes su cualidad de bípedos retenía en lasuperficiedelaTierra.¡Ah,sielloshubiesenpodidoseguiraaquellospájarosensuvuelo, en qué poco tiempo habrían atravesado la corteza de vapores, y tal vezentonces hubiesenvisto al asteroide continuando sumarcha en la luz esplendorosadelSol!

Enaquelmomentogolpearonalapuerta.DeanForsythy«Omicron»,absortos,nadaoyeron.AbrióselapuertayFrancisGordonapareciósobreelumbraldecididoysonriente.DeanForsythy«Omicron»nisiquierasevolvieron.Elsobrinomarchóhaciaeltíoyletocósuavementeenelbrazo.Mr.DeanForsythdejócaer sobre su sobrinounamiradade talmodoabsortay

distraída,quedebíavenirdeSiriooporlomenosdelaLuna.—¿Quéhay?—inquirió.

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—Miqueridotío,elalmuerzoesperahacerato.—¡Ah!Sí,¿elalmuerzoespera?¡Puesbien:tambiénnosotrosestamosesperando!—¡Ustedesesperan...!¿Qué?—ElSol—declaró«Omicron»,cuyarespuestafueaprobadaconunsignoporsu

amo.—Pero,tíomío,yocreoqueustednohabráinvitadoalSolaalmorzar,ypuede

unosentarsealamesasinél.¿Qué contestar a esto? Si el astro radiante no se mostraba en todo el día, ¿se

empeñaríaMr.DeanForsythenayunarhastalanoche?Talvez,despuésdetodo,porqueelastrónomonoparecíadispuestoaobedecera

lainvitación.—Mi querido tío —prosiguió Francis—, la buena Mitz se impacienta; se lo

prevengo.De pronto Mr. Dean Forsyth adquirió conciencia de la realidad. Conocía las

impaciencias de la buena Mitz. Puesto que ella le había despachado un expreso,pruebadequelasituacióneragraveyhabíaqueacudirsintardanza.

—¿Quéhoraes,pues?—preguntó.—Lasonceycuarentayseis—respondióFrancisGordon.Talera,efectivamente,lahoramarcadaporelreloj,siendoasíquedeordinarioel

tíoyelsobrinosesentabanalamesa,elunofrentealotro,alasonceenpunto.—¡Las once y cuarenta y seis! —exclamó Mr. Forsyth, simulando un vivo

descontento a fin de ocultar su inquietud—. ¡No me explico que Mitz se hayadescuidadodeesemodo!

—Pero, tío—replicó Francis—, por tres veces hemos llamado inútilmente a lapuerta.

Sincontestar,dirigióseMr.DeanForsythalaescalera,entantoque«Omicron»,queservíaordinariamentelacomida,quedabaenobservaciónacechandolavueltadelSol.

Tíoysobrinopenetraronenelcomedor.AllílesesperabaMitz.Miróasuamocaraacarayéstebajólacabeza.—L'amiKrone(elamigoKrone)...?—porquedeestamaneradesignabaMitz,en

suignorancia,alaquintavocaldelalfabetogriego.—Estáocupadoallá arriba—contestóFrancisGordon—.Nospasaremos sin él

estamañana.—Conmucho gusto—declaróMitz con áspero y avinagrado acento—; puede

permanecer en suhautservatoire (observatorio) todo el tiempo que guste. Todo iráaquímejorsinél.

Comenzó el almuerzo; las bocas sólo se abrían para comer. Mitz, quehabitualmenteconversabademuybuengradoalllevarlosplatosyretirarlasfuentes,

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no abría los labios. Aquel silencio pesaba, aquella violencia angustiaba. FrancisGordon,deseosodeponerletérmino,dijo,pordeciralgo:

—¿Estáustedcontento,tío,desumañana?—No —contestó Dean Forsyth—. El estado del cielo no era propicio, y ese

contratiempomehafastidiadohoydeunmodoespecial.—¿Sehallabaustedsobrelapistadealgúndescubrimientoastronómico?—Yalocreo,Francis;peronadapuedoafirmarmientrasunanuevaobservación...—He ahí, pues, señor —interrumpió Mitz con tono seco—, lo que le está

trabajandoaustedhaceochodías,hastaelpuntodequevaaecharraícesensutorre,yloquehacequeselevanteamedianoche...Sí,sí,portresvecesanoche,bienloheoídoaustedyo...

—Asíes,buenaMitz—reconocióMr.DeanForsythconuntonoconciliador.Suavidadsuperflua.—Undescubrimientoastrocómico—repusoladignasirvientaconindignación—

y,cuandoustedsehayacomido lassangres,cuandoa fuerzademirarensus tuboshayapescadoundolorderiñones,unacouverture(courbature)unaflexión (fluxión)depecho,¿vendránsusestrellasacurarleylerecetaráeldoctorquelastomeustedenpíldoras?

Envistadelgiroquetomabaestecomienzodediálogo,DeanForsythcomprendióqueerapreferiblenocontestar.Continuócomiendoensilencio,tanturbado,empero,queenvariasocasionescogióelvasoporcogerelplato,yalainversa.

Francis Gordon se esforzaba por mantener la conversación, pero era como sihablase en el desierto. Su tío, siempre sombrío, no dabamuestras de oírle; de talmodo,quellegóahablardeltiempo;cuandonosesabequédecir,sehabladeltiempoquehahechoodelquehará.Temainagotable,alalcancedetodaslasinteligencias.

Porlodemás,estacuestiónatmosféricainteresabaaMr.DeanForsyth;así,enunmomento en que nubes más espesas fueron causa de que se oscureciese más elcomedor,alzólacabeza,miróalaventanaydejandocaersutenedor,exclamó:

—¿Esqueesasmalditasnubesnovanaabandonarelcielo,auncuandofueseacostadeunalluviatorrencial?

—¡Bien!—murmuróMitz—.Despuésdetressemanasdesequía,novendríamalesoparalosinteresesdelaTierra.

—¡LaTierra...!¡LaTierra!—exclamóDeanForsyth,conuntanperfectodesdén,queseatrajoestarespuestadelaancianasirvienta:

—Sí, la Tierra, señor. Creo que vale tanto como el Cielo, del que nunca bajausted...,nisiquieraalahoradealmorzar.

—Veamos,mibuenaMitz—dijoFrancisGordonconvozinsinuante.—¡Nohay«buenaMitz»quevalga!—continuódiciendoellaenelmismotono

—.VerdaderamentenomerecíalapenaestropearseeltemperamentomirandolaLuna

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paranosaberquellueveenprimavera.Sienelmesdemarzo,preguntoyo,nollueve,¿cuándovaallover?

—Tíomío—repusoelsobrino—,verdadesqueestamosenmarzo,alcomienzode la primavera, y no hay más remedio que conformarse... Pero pronto llegará elverano,yentoncestendráusteduncielopuro.Entoncespodráproseguirsustrabajosenmejorescondiciones.Unpocomásdepaciencia,queridotío.

—¿Paciencia,Francis?—replicóMr.DeanForsyth,cuyafrentenoestabamenosentenebrecidaquelaatmósfera—.¡Paciencia...!¿Ysisevatanlejosquenosepuedadescubrir...?¿Ysinovuelveamostrarse?

—¿Quién?—intervinodeprontoMitz.Enaquelinstanteseoyólavozde«Omicron»:—¡Señor...!¡Señor!—Algohaydenuevo—gritóMr.DeanForsyth,saltandoprecipitadamentedesu

sillaydirigiéndosehacialapuerta.Aúnnohabíallegadoaellacuandounvivorayodesolpenetrabaporlaventanay

salpicabadechispasluminosaslosvasosylasbotellasqueestabanenlamesa.—¡ElSol...!¡ElSol!—repetíaMr.DeanForsyth,mientrascorríaescalerasarriba.—¡Muybien!—dijoMitz,sentándoseenunasilla...—Helequeescapa,ycuando

sehayaencerradoconsuatniKroneenelhaultservatoire,yaselepuedellamar...Encuantoalalmuerzo,secomeráélsoloporobradeloscinqesprits(duSaint-Esprit,delEspírituSanto...)¡Ytodoestoporlasestrellas!

Así,ensupintorescolenguaje,seexpresabalabuenaMitz,auncuandosuamonopudooírla.Por lodemás, aunhabiéndolaoído,habría sidoelocuenciaperdida.Mr.DeanForsyth,sofocadoporlasubida,acababadeentrarensuobservatorio.Elvientodel Sudoeste había refrescado y lanzaba las nubes hacia Levante. Una ancha fajailuminada dejaba ver, hasta el cénit, toda la parte del cielo en que había sidoobservadoelfenómeno.

—Ybien—interrogóDeanForsyth—.¿Quéocurre?—El Sol—respondió «Omicron»—, pero por poco tiempo, porque ya asoman

nuevasnubesporelOeste.—¡Nohayunsegundoqueperder!—exclamóMr.DeanForsyth,corriendoasu

anteojo,mientraselcriadohacíaotrotantoconeltelescopio.Durante cuarenta minutos aproximadamente, ¡con qué pasión manejaron sus

instrumentos!¡Conquépacienciamaniobraronparamantenerlosenelpuntodebido!¡Conquéminuciosaatenciónsondearontodoslossenosyrinconesdeaquellapartedelaesferaceleste...!Porallí,enefecto,erapordondehabíaaparecidoelbólidolaprimera vez para pasar en seguida exactamente por el cénit de Whaston; de elloestabanbienseguros.

Ynada,¡nadaenaquelsitio!¡Desierta,completamentedesiertatodaaquellafaja

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iluminada,quetanmagníficocampodepaseoofrecíaalosmeteoros!¡Niunsolopuntovisibleenesadirección!Ningúnrastrodelasteroide.—¡Nada!—exclamóMr. Dean Forsyth enjugando sus ojos enrojecidos por la

sangrequehabíaacudidoasuspárpados.—¡Nada!—dijo«Omicron».Erayademasiadotardeparahacernuevosesfuerzos;lasnubesvolvían,elcielose

oscurecíanuevamente.Terminabalailuminacióndelcielo...¡yestavezparatodoeldía!Prontolosvaporesnoformaronmásqueunamasauniformedeungrissucioyseresolvieron en lluvia menuda. Era forzoso renunciar a toda observación, con grandesesperacióndelamoydelservidor.

—Ynoobstante—dijo«Omicron»—nosotrosestamosbiensegurosdehaberlevisto.

—¡Sí,nosotrosestamosseguros!—replicóMr.DeanForsyth,alzandolosbrazosalcielo.

Yconuntonoenelquesemezclabanlainquietudyloscelos,añadió:—Estamosdemasiadoseguros,yaqueotraspersonaspuedenhaberlovistocomo

nosotros... ¡Siempre que seamos nosotros los únicos...! ¡Sólo faltaría ya que éltambiénloshubiesevisto!¡Él...,SydneyHudelson!

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CapítuloIII

ENELCUALSETRATADELDOCTORSYDNEYHUDELSON,DESUMUJER,MRS.FLORAHUDELSON,DEMISSJENNYYDEMISSLOO,SUSDOSHIJAS

¡ContalqueeseintrigantedeDeanForsythnolohayavistotambién!Así se decía en aquella mañana del 21 de marzo el doctor Sydney Hudelson,

hablandoconsigomismoenlasoledaddesugabinetedetrabajo.Porqueéleramédico,y,sibiennoejercíasuprofesiónenWhaston,eraporque

prefería consagrar su tiempo y su inteligencia a más vastas y más sublimesespeculaciones. Amigo íntimo de Dean Forsyth, era al mismo tiempo su rival.Arrastradoporunapasiónidéntica,comoél,sóloteníaojosparalainmensidaddeloscielos,y, lomismoquesuamigo, sólodedicabasuespírituadescifrar losenigmasastronómicosdelUniverso.

EldoctorHudelsonposeíaunabonitafortuna,tantoporsupartecomoporladeMrs.Hudelsonnée FloraClarish.Esta fortuna, administrada sabiamente, asegurabasuporveniryeldesusdoshijas,JennyyLooHudelson,deedad,respectivamente,dedieciocho y quince años. En cuanto al propio doctor, podríamos decir que loscuarentaysieteinviernosacababandenevarsobresucabeza,paraemplearunafrasepoética.Estadeliciosaimagenestaríafueradelugar,todavezqueeldoctorHudelsoneracalvoamásnopoder.

Larivalidadastronómicaqueexistíaenestado latenteentreSydneyHudelsonyDean Forsyth no dejaba de perturbar algo las relaciones de ambas familias, muyunidas, por lo demás. No se disputarían, a buen seguro, tal planeta o tal estrella,perteneciendo,comopertenecen,atodoelmundolosastrosdelcielo,cuyosprimerosdescubrimientos son, por lo general, anónimos, pero no era raro que susobservaciones meteorológicas o astronómicas sirviesen de tema a discusiones queconbastantefrecuenciaterminabanenagriasdisputas.

Lo que hubiera podido agravar y hasta provocar esas disputas habría sido laexistencia de una señoraForsyth.Por fortuna, dicha señora no existía, pues el quehubierapodidocasarseconellahabíapermanecidosoltero,sinhaberpensadonuncani aun en sueños, en casarse. No había, por ende, una señora Dean Forsyth, paraenvenenar las cosas so pretexto de conciliación; y, por consiguiente, era muyprobablequetodatirantezentreambosastrónomosseaflojaseenbreveplazo.

Había, es cierto, unaMrs. Flora Hudelson. PeroMrs. Flora Hudelson era unaexcelente esposa, excelente madre, excelente ama de casa, de naturaleza muypacífica,incapazdeabrigarningúnmalpensamientocontranadie,noalmorzandoconmurmuraciones para comer con calumnias, a ejemplo de tantas damas de las más

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consideradasenlasdiversassociedadesdelAntiguoydelNuevoMundo.Fenómenoincreíble:estemodelodeesposassededicabaacalmarytranquilizara

su marido cuando éste entraba con la cabeza hecha un volcán a consecuencia dealguna disputa con su íntimo amigo Dean Forsyth. Otro hecho singular: Mrs.HudelsonhallabaperfectamentenaturalqueMr.HudelsonseocupaseenAstronomíayquevivieseenlasprofundidadesdelfirmamento,acondicióndequebajasedeélcuandoellalerogabaquebajase.

LejosdeimitaraMitz,queregañabaasuamo,ellanoregañabaparanadaasuesposo;tolerabaquesehicieseesperaralahoradelascomidas;nosedisgustabaporsuretrasoyseingeniabaparaquelosplatosnosepasasendesupunto.Respetabasupreocupacióncuandoélsehallabapreocupado;hastaseinteresabaporsustrabajos,ysubuen corazónponía en sus labios frasesde aliento cuando el astrónomoparecíaperderseenlosespaciosinfinitoshastaelpuntodenohallarsucamino.

He ahí unamujer como nosotros la quisiéramos para todos losmaridos, sobretodo cuando son astrónomos. Desgraciadamente, apenas si existen fuera de lasnovelas.

Jenny,suhijamayor,prometíaseguirlashuellasdesumadre,avanzaraigualespasosporelcaminodelaexistencia.EraevidentequeFrancisGordon,futuromaridodeJennyHudelsonestabadestinadoaserelmásafortunadodeloshombres.

Sin pretender humillar a las señoritas americanas, es lícito afirmar que habríacostadotrabajodescubrirentodaAméricaunajovenmásencantadora,másatrayente,másymejordotadadelconjuntodelasperfeccioneshumanas.

JennyHudelsoneraunaamablerubiadeojosazules,decutisfrescoysonrosado,con lindasmanos, pies pequeños, y con tanta gracia comomodestia, tanta bondadcomointeligencia.FrancisGordonlaamabanomenosdeloqueellaamabaaFrancisGordon.ElsobrinodeMr.DeanForsythposeíaademás laestimaciónde la familiaHudelson;yasíaquellarecíprocasimpatíanohabíatardadoentraducirseenformadeuna petición dematrimonio,muy favorablemente acogida. ¡Se convenían tan bienestos jóvenes! Sería la felicidad lo que Jenny aportaría al nuevo hogar con suscualidades familiares;ypor loquehaceaFrancisGordon, seríadotadopor su tío,cuya fortuna heredaría algún día. Pero dejemos a un lado esas perspectivas deherencia;nosetratadelporvenir,sinodelpresente,quereúnetodaslascondicionesdelamásperfectadicha.

Francis Gordon y Jenny Hudelson estaban, por consiguiente, prometidos, y elmatrimonio, cuya fecha no tardaría en señalarse, se celebraría por el reverendoO'Garth, en San Andrés, la principal iglesia de aquella afortunada ciudad deWhaston.

Seguramente habría gran afluencia a esta ceremonia nupcial, porque ambasfamiliasgozabandegranestimación,ymásdeseguroquelamásalegre,lamásviva,

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lamásdivertidaenesedía,seríaLoo,queserviríadeseñoritadehonorasuhermanaquerida.Looteníaquinceañosyporlotantoelderechoaserjoven;derechodelqueellaseaprovechaba.Eraunagraciosapicarillaquenoseapurabaporburlarsedelos«planetasdepapá».Perotodoseloperdonaba,todoselopasaba.EldoctorHudelsonera el primero en reírse, y como único castigo, depositaba un beso en las frescasmejillasdelaniña.

Enelfondo,Mr.Hudelsoneraunexcelentehombre,peromuytestarudoymuysusceptible. Fuera de Loo, cuyas bromas inocentes admitía, todos respetaban susmaníasysushábitos.Muyentregadoasusestudiosastronómicosymeteorológicos,muysumidoensusdemostraciones,muycelosodelosdescubrimientosquehacía,opretendíahacer,naturaleraqueapesardesurealafectoporDeanForsyth,vieseenéluntemiblerival.¡Doscazadoresenelmismoterrenodecazaquesedisputabanunararapieza!MuchasveceshabíadegeneradoenriñagraciasalaoportunaintervencióndeaquellabuenaMrs.Hudelson,poderosamenteayudadaporotraparteensuobradeconcordanciaporsusdoshijasyporFrancisGordon.

Este pacífico cuarteto fundaba grandes esperanzas en la unión proyectada parahacermásraraslasescaramuzas.

Cuando el matrimonio de Francis y Jenny hubiese ligado más estrechamenteambasfamilias,esastormentaspasajerasseríanmenosfrecuentesymenostemibles;¡quién sabe si hasta llegarían a unirse ambos astrónomosamateurs en una cordialcolaboración para proseguir juntos sus investigaciones astronómicas! Repartiríanseentonces ambos equitativamente la pieza descubierta en esos vastos campos delespaciosideral.

La casa del doctor Hudelson era de las más confortables. En vano se hubierabuscadoentodoWhastonunamejordispuesta.Aquellindohotelentreelpatioyeljardín,conhermososárbolesyverdesprados,ocupabaelcentrodeMorissStreet;ysecomponíadeunaplantabajaydeunprimerpisoconsieteventanasdefachada.Latechumbrehallábasedominadaa la izquierdaporunaespeciedetorrecillacuadradadeunostreintametrosdealtura,terminadaporunaterrazaconbalaustrada.Enunodelos ángulos se erguía elmástil en el cual se izaba los domingos y días festivos labanderaconlascincuentayunaestrellasdelosEstadosUnidosdeAmérica.

Lacámarasuperiordeestatorrehabíasidodispuestaparalostrabajosespecialesdesupropietario.

Allísehallabanlosinstrumentosdeldoctor,anteojosytelescopios,amenosquedurante las noches claras no los transportase a la terraza, desde la que podían susmiradasrecorrerlibrementelabóvedaceleste.Allíeradondeeldoctor,adespechodelasrecomendacionesdeMrs.Hudelson,pillabasusmásrecalcitrantesconstipados.

—¡Hasta el punto—repetía alegrementeMiss Loo— de qué papá acabará poracatarrarasusplanetas!

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Pero el doctor no escuchaba nada y desafiaba muchas veces los siete y ochogrados centígrados bajo cero de las grandes heladas del invierno, cuando elfirmamentoaparecíaentodasuazulpureza.

Desdeel observatoriode la casadeMoríssStreet sedistinguían, sin trabajo, latorrede lacasadeElisabethStreet.Mediamilla,a losumo, lasseparaba,yningúnmonumentoseelevabaentreellasyningúnárbolseinterponíaconsuramaje.

Sinutilizarsiquieraeltelescopiodelargoalcance,reconocíansemuyfácilmentecon unos buenos gemelos, las personas que se hallaban sobre la torre o sobre latorrecilla. Seguramente que Dean Forsyth tenía otra cosa que hacer que mirar aSydney Hudelson, y Sydney Hudelson no quería perder tiempo en mirar a DeanForsyth.Susobservacionesibanmásalto,muchomásalto.PeroeramuynaturalqueFrancisGordonquisieraversiJennyHudelsonseencontrabasobrelaterraza,yconfrecuenciasusojossehablabana travésde losgemelos.Ningúnmalhabíaenello,naturalmente.

Fácil habría sido establecer una comunicación telegráfica o telefónica entreambascasas;unhilotendidodesdelatorrecillahubieratransmitidomuyagradablesfrases de Francis Gordon a Jenny y de Jenny a Francis Gordon. Pero comoDeanForsyth y Sydney no teníanmanera alguna de cambiar semejantes ternezas, jamáshabíanproyectadolainstalacióndeesehilo.Talvezcuandoambosprometidosfueranesposos,sellenaseestevacío;trasellazomatrimonial,ellazoeléctricoparaunirmásestrechamenteaúnaambasfamilias.

EnlatardedeaquelmismodíaenquelaexcelenteperoavinagradaMitzhadadoal lector unbosquejo de su elocuencia sabrosísima, fueFrancisGordon a hacer suvisitahabitualaMrsHudelsonyasushijas.

«Yasuhija»,rectificabaLoo,dándoseairesdeofendida.Selerecibió,licitoseríadecirlo,comosifueraeldiosdelacasa.SibiennoeraaúnelmaridodeJenny,Looqueríaquefueseyaparaellasuhermano.

EncuantoaldoctorHudelson,estabaencerradoen la torrecilladesde lascuatrodelamañana.Despuésdehaberaparecidoretrasadoparaelalmuerzo,exactamentelomismo que Dean Forsyth, viósele subir de nuevo precipitadamente a la terraza,siempre,comoDeanForsyth,enelmomentoenqueelSolaparecíaentrelasnubes.Nomenosapasionadoquesurival,noparecíahallarsedispuestoavolverabajar.

Ynoobstante,imposibledecidirsinéllagrancuestiónqueibaaserdiscutidaenasambleageneral.

—¡Toma!—exclamóLoo,tanprontoeljovenfranqueólapuertadelsalón—,¡HeaquíaMr.Francis,eleternoMr.Francis...!¡Afemía,noseveaquíanadiemásqueaél!

FrancisGordoncontentóseconamenazarconeldedoalamuchacha,y,unavezsentado,entablóselaconversación,llenadesencillaynaturalcordialidad;parecíaque

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no habían dejado de verse, y en realidad, con el pensamiento al menos, ambosprometidosjamásseseparabanunodeotro.MissLoollegabahastapretenderque«eleternoFrancis» estaba siempre en la casa, que si fingía él salir por la puerta de lacalle,eraparapenetrarenseguidaporladeljardín.

Hablóseaqueldíadelomismodequesehablabatodoslosdías.JennyescuchabaloqueledecíaFrancisconunaseriedadquenolequitabaningunodesusencantos.Semiraban,formabanproyectosparaelporvenir,proyectoscuyarealizaciónnodebíaestar lejana; ¿por qué, en efecto, podía preverse un retraso? FrancisGordon habíaencontrado ya enLambethStreet una linda casita que convendría perfectamente aljovenmatrimonio. Era en el barrio delOeste, con vistas al Potomac y no lejos deMorissStreet.Mrs.Hudelsonprometióiravisitarestacasa,yporpocoqueagradaseasufuturainquilina,sealquilaríaenseguida.Loo,porsupuesto,habíadeacompañara sumadreya suhermana; enmodoalgunohabría toleradoque sepasasen sin suopinión.

—Apropósito—exclamódepronto—.¿YMr.Forsyth?¿Esquenohadevenirhoy?

—Mitío—respondióFrancisGordon—llegaráhacialascuatro.—Esquesupresenciaesindispensablepararesolverlacuestión—hizoobservar

Mrs.Hudelson.—Losabeynofaltaráalacita.—Sifaltase—declaróLoo,queextendióunamanitaamenazadora—,tendríaque

vérselasconmigo,ynoseloperdonaría.—¿YMr.Hudelson?—preguntóFrancis—.Nonecesitamosdeélmenosquede

mitío.—Mi padre está en la torrecilla—dijo Jenny—. Bajará tan pronto como se le

avise.—Yomeencargodeello—repusoLoo—;prontohabréescaladosusseispisos.Importaba, en efecto, queMr. Forsyth yMr. Hudelson estuviesen allí. ¿No se

trataba acaso de fijar la fecha de la ceremonia? En principio el matrimonio debíacelebrarseenelmásbreveplazo,peroacondición,noobstante,dequelaseñoritadehonortuviesetiempodehacerseconfeccionarunlindovestido,«unvestidolargodeseñorita,sépalousted»,quecontabaellaestrenarenaqueldíamemorable.

DeaquílasiguienteobservaciónquebromeandosepermitióhacerFrancis:—¿Ysinoestádispuestoesefamosovestido?—¡Enesecasosediferiríalaboda!—decretólaimperiosapersonita.Yestarespuestafueacompañadadetalcarcajada,queMr.Hudelsondebióoírla

seguramentedesdelasalturasdesutorrecilla.La aguja del reloj franqueaba, empero los minutos de la esfera, y Mr. Dean

Forsythnoaparecía.EnvanoseasomabaLooalaventana,desdedondedescubríala

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puertadeentrada.¡NoseveíaaMrForsyth...!Precisofuearmarsedepaciencia;unarmaéstacuyomanejoapenasconocíaLoo.

—Mi tío, sin embargo,me prometió...—repetía FrancisGordon—; pero desdehaceunosdíasnoséloquetiene.

—¿Noestaráenfermo,Mr.Forsyth?—preguntóJenny.—No;distraído...Pensativo...Nose lepuedensacardospalabras.Nosé loque

puedetenermetidoenlacabeza.—¡Algunaastillaouncascodeestrella!—exclamólamuchacha.—Lomismolesucedeamimarido—dijoMrs.Hudelson—.Estasemanameha

parecidomásabsortoquenunca; imposiblearrancarledesuobservatorio; fuerzaesquealgoextraordinariopaseenelCielo.

—¡Afemía!—respondióFrancis—.Mesientoinclinadoacreerloalvercomoseconducemitío;nisale,niduerme,yapenascome;seolvidadelashorasdecomer...

—PorlocualMitzdebedeestarcontenta—observóLoo.—Riñe —replicó Francis—, pero nada consigue. Mi tío, que hasta ahora

temblabaantelossermonesdesuviejasirvienta,losoyeyacomoquienoyellover.—Lo mismo que aquí —dijo Jenny, sonriendo— Mi hermana parece haber

perdidosuinfluenciasobrepapá...¡YbiensabeDiosqueeragrande!—¿Esposible,señoritaLoo?—dijoFrancisenelmismotono.—Nadamás cierto—repuso la muchacha—; pero paciencia..., paciencia. Será

menesterqueMitzyyoacabemosporenderezaralpadreyaltío.—Pero, en resumidas cuentas—repuso Jenny—, ¿qué les sucederá a uno y a

otro?—Sindudaesalgúnplanetadevalorqueseleshabráextraviado.¡Diosmío,con

talquelohayanencontradoantesdelaboda!—Estamos bromeando —interrumpió Mrs. Hudelson—, y, entretanto, Mr.

Forsythnollega.—¡Yvanadarlascuatroymedia!—añadiósuhijaJenny.—Sidentrodecincominutosnoestáaquímitío—decidióFrancisGordon—iré

abuscarlo.Enaquelinstantedejóseoírlacampanilladelapuertadeentrada.—EsMr.Forsyth—afirmóLoo—.¡Anda...!Ylacampanillacontinúasonando;

¡quérepique...!Apuestocualquiercosaaqueoyevolarunacometaynosedacuentadequeestáhaciendosonarlacampanilla.

Era,enefecto,Mr.DeanForsyth.Casienseguidapenetróenelsalón,enelqueleacogióLooconvivosreproches.

—¡Retrasado!¡Retrasado!¿Quiereusted,pues,queleregañe?—Buenos días, Mrs. Hudelson; buenos días, mi querida Jenny —dijo Mr.

Forsyth,abrazandoalajoven—.Buenosdías—repitiódandounosgolpecitosenlas

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mejillasdelaniña.Todas estas cortesías estaban hechas con un aspecto distraído. Como Loo

presumiera,Mr.DeanForsythtenía,comosueledecirse,lacabezaapájaros.—Miqueridotío—dijoFrancisGordon—,alverquenollegabaustedalahora

convenida,creíquesehabíaolvidadodenuestracita.—Unpoco,loconfiesoymeexcusoporello,Mrs.Hudelson.Afortunadamente,

Mitzmeloharecordado.—Hehechomuybien—declaróLoo.—Preocupaciones graves... Me encuentro tal vez en vísperas de un

descubrimientodelosmásinteresantes.—Vamos,lomismoquepapá...—comenzóadecirLoo.—¡Qué—gritóMr.DeanForsyth,alzándosedeunsalto,comoempujadoporun

resorte—.¡Diceustedqueeldoctor...!—Nodecimosnada,mibuenMr.Forsyth—apresuróse adecirMrs.Hudelson,

temerosasiempreynosinrazón,queunacausanuevaderivalidadsurgieseentresumaridoyeltíodeFrancisGordon.Luegoañadióparacortarenseguidaelincidente—:Loo,veabuscaratupadre.

Ligeracomounpájaro,lanzóselaniñaalaescalera.Nohaydudadeque,sitomópor laescalera,envezdevolarpor laventana, fueporquenoquisoservirsedesusalas.

Unminutodespués,MrSydneyHudelsonhacíasuentradaenelsalón.Fisonomíagrave,ojosfatigados,caraamoratada,hastaelpuntodehacertemerunacongestión.

Cambiaron ambos amigos un apretón de manos sin calor, sondeándoserecíprocamente con unamirada oblicua.Mirábanse a hurtadillas, como si tuviesendesconfianzaunodeotro.

Pero,despuésdetodoambasfamiliassehabíanreunidoconelobjetodefijarlafechadelmatrimonio,o,paraservirnosdellenguajedeLoo,delaconjuncióndelosastrosFrancisyJenny.Nohabía,portanto,másquehacerquefijarestafecha.Siendotodo elmundo de opinión de que la ceremonia debía tener lugar en el plazomásbreveposible,laconversaciónnofuelarganiceremoniosa.

¿Concedieron a todo ello gran atenciónMr.Forsyth yMr.Hudelson?Lícito esmásbiencreerquehabíanpartidoalapersecucióndealgúnasteroideperdidoatravésdelespacio,preguntándosecadaunosinosehallabaelotroapuntodeencontrarlo.

Entodocaso,ningunaobjeciónhicieronaqueelmatrimoniosecelebrasealgunassemanasmástarde.Estabana21demarzo;ylabodasecelebraríael15demayo.

Deestamanera,apresurándoseunpoco,habríatiempodearreglarlanuevacasa.—Ydeacabarmivestido—añadióLoomuyseriamente.

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CapítuloIV

CÓMODOSCARTAS,DIRIGIDASLAUNAALOBSERVATORIODEPITTSBURGYALOBSERVATORIODECINCINNATILAOTRA,FUERON

CLASIFICADASENELLEGAJODELOSBÓLIDOS

AlseñordirectordelObservatoriodePittsburg,Pensylvania.

Whaston,24demarzo...

Señordirector:

Tengo el honor de poner en su conocimiento el siguiente hecho de interéspara la ciencia astronómica. En la mañana del 16 del corriente mes demarzo,descubríunbólidoqueatravesabalazonaseptentrionaldelcieloconunavelocidadconsiderable.Sutrayectoria,sensiblementeNorte-Sur,formabaconelmeridianounángulode3º31',quepudemedirexactamente.Eranlassiete y treinta y siete minutos y veinte segundos cuando apareció en elobjetivo de mi anteojo; y las siete y treinta y siete minutos y veintinuevesegundoscuandodesapareció.Después,mehasidoimposiblevolveraverle,apesardelasmásminuciosasinvestigaciones.Porestoleruegotengaabientomarnotadelapresenteobservaciónydarmeactadelapresentecarta,lacual en el casodeque elmeteoro fuera visibledenuevo,measeguraría laprioridaddeestegrandescubrimiento.

Reciba usted, señor director, la seguridad de mi mayor consideración yténgameporsumáshumildeservidor.

DEANFORSYTH

ElisabethStreet.

AlseñordirectordelObservatoriodeCincinnati,Ohio.

Whaston,24demarzo...

Señordirector:

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Enlamañanadel16demarzo,entrelassiete,treintaysieteminutosyveintesegundos y las siete, treinta y sieteminutos y veintinueve segundos, tuve lafortunadedescubrirunnuevobólidoquesedesplazabadelNorte-Sur,enlazona septentrional del cielo, no formando su dirección aparente con elmeridianomásqueunángulode3°31'.Despuésnopudevolveraseguirlatrayectoriadeestemeteoro.Perosireaparecesobrenuestrohorizonte,loqueno dudo, paréceme justo ser considerado como el autor de estedescubrimiento, que merece ser clasificado en las anales astronómicos denuestrotiempo.Conesteobjeto,metomolalibertaddedirigirlelapresentecarta,cuyoacusedereciboleagradeceríatuvieselabondaddedarme.

Reciba usted, señor director, con mi humilde saludo, la seguridad de misrespetuosossentimientos.

DOCTORSYDNEYHUDELSON.

17,MorisStreet.

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CapítuloV

ENELQUE,APESARDESUENCARNIZAMIENTO,MR.DEANFORSYTHYELDOCTORHUDELSON,SÓLOPORLOSDIARIOSTIENENNOTICIASDE

SUMETEORO

Arespuestaalasdoscartasantescitadas,enviadascertificadasybajotripleselloaladirección del observatorio de Pittsburg y del observatorio de Cincinnati, deberíaconsistir en un simple acuse de recibo con el aviso de la clasificación de dichascartas; los interesados no pedíanmás.Ambos contaban con encontrar el bólido enbreveplazo.Queelasteroidesehubieseperdidoenlasprofundidadesdelcielo,yquenodebiese,porende,reaparecerjamásalavistadelmundosublunareracosaquesenegabanaadmitirNo;sometidoa las leyes formalesvolveríasobreelhorizontedeWhaston;podríapercibírselealpaso,señalardenuevo,determinarsuscoordenadasyfiguraríaenlosmapascelestesbautizadoconelgloriosonombredesudescubridor.

Pero, ¿quién era ese descubridor? Punto sumamente delicado que no habríadejadodecausarembarazoalamismajusticiadeSalomón.Eneldíadelaaparicióndel bólido, serían dos a reivindicar esta conquista. Si Francis Gordon y JennyHudelson hubiesen conocido los peligros de la situación, habrían seguramentesuplicadoalcieloqueelretornodeesemalaventuradometeoroocurrieradespuésdeconsumado su matrimonio. Y no menos seguramente se hubieran unido de todocorazón a este ruego Mrs. Hudelson, Loo, Mitz y todos los amigos de los dosfamilias.

Peronadiesabíanada,y,apesardelapreocupacióncrecientedeambosrivales,preocupación que se notaba sin poderla explicar, ningún habitante de la casa deMoriss Street, salvo el doctor Hudelson, se inquietaba por lo que ocurría en lasprofundidadesdelfirmamento.Preocupaciones,ningunahabíaenlacasa;perohabíamuchas ocupaciones; visitas y cumplimientos que recibir y devolver, cartas einvitaciones que enviar, preparativos del matrimonio y elección de los regalos deboda, todo esto, según la pequeña Loo, era comparable a los doce trabajos deHércules,ynohabíaunahoraqueperder.

—Cuandounocasaa suprimerahija—decíaella—,esunasunto serio.Nosetienecostumbre.Paralasegundahijayaesmássencillo;sehaadquiridoyaelhábitoynohayquetemerningúnolvido.Así,paramí,lascosasmarcharánsolas.

—¡Caramba!—respondíaFrancisGordon—. ¿La señoritaLoo sueña ya con elmatrimonio?¿Podríasabersequiéneselafortunadomortal...?

—Ocúpese usted de casar a mi hermana —replicaba la niña—. Es esa unaocupaciónquereclamatodosutiempo,ynosemezcleenloquenoleinteresa.

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Comohabíaprometido,Mrs.Hudelsonse trasladóa lacasadeLambethStreet.Encuantoaldoctor,habíasidounalocuracontarconél.

—Loquevosotros hagáis estará bien hecho—había respondido a la invitaciónqueselehicieraparairavisitaralafuturaresidenciadeljovenmatrimonio—.Porlodemás,esoesasuntodeFrancisyJenny.

—Vamosaver,papá,¿esquenopiensaustedbajardesu torrecillaeldíade laboda?—dijoLoo.

—Sí,Loo,sí.—¿YaparecerenSanAndrésconsuhijadelbrazo?—SíLoo,sí.—¿Consufracnegroysuchalecoblanco,supantalónnegroysucorbatablanca?—SíLoo,sí.—¿Ynoconsentiráustedenolvidarsusplanetasparaescuchareldiscursoqueel

reverendoO'Garthpronunciarámuyemocionado?—Sí,Loo,sí.Peroaúnnoestamosenesecaso.Yyaqueelcieloestápurohoy,

queesraro,idossinmí.Mrs.Hudelson,Jenny,LooyFrancisGordondejaron,porconsiguiente,aldoctor

quemaniobraraconsuanteojoy su telescopio,en tantoqueMr.DeanForsyth, singéneroalgunodeduda,maniobrabadelamismamaneraconsusinstrumentosenlatorre deElisabeth Street. ¿Tendría recompensa esta doble obstinación, y, visto unaprimeravez,pasaríaelmeteorounasegundavezanteelobjetivodelosaparatos?

Para ir a la casa de Lambeth Street, los cuatro paseantes descendieronMorissStreetyatravesaronlaplazadelaConstitución,dondeasupasorecibieronelsaludodelamablejuezJohnProth.SubieronluegoExeterStreet,exactamentelomismoquelohabíahechounosdíasantesSethStanfort, cuandoesperabaaArcadiaWalker,yllegaronaLambethStreet.

La casa erade lasmás acogedoras, biendispuesta, según las reglas del confortmoderno. Por detrás, un gabinete de trabajo y un comedor daban al jardín, dereducidas dimensiones, pero sombreado por algunos árboles y esmaltado de floresquelaprimaveracomenzabaahacerbrotar.Dependenciasycocinaenelsubsuelo,alamodaanglosajona.

Elprimerpisovalíatantocomolaplantabaja,yJennynopudodejardefelicitarasuprometidoporhaberdescubiertoaquellalindaresidencia,unaespeciedevilladeencantadoraspecto.

Mrs.Hudelson tenía lamisma opinión de su hija, y aseguraba que nadamejorhabríapodidoencontrarseencualquierotrobarriodeWhaston.

Estahalagadoraapreciaciónparecióaúnmásjustificadacuandosellegóalúltimopisodelacasa.Allí,bordeadaporunabalaustrada,habíaunaampliaterraza,desdelaque las miradas podían abarcar un espléndido panorama. Podía remontarse y

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descender el cursodelPotomac, y descubrirmás allá el pueblodeSteel, de dondehabíapartidoMissArcadiaWalkerparaunirseaSethStanfort.

Laciudadentera,conloscampanariosdesusiglesias,lasaltastechumbresdelosedificiospúblicosylasverdeantecimasdesusárboles,aparecíaantelasmiradas.

—AllíestálaplazadelaConstitución—dijoJenny,mirando,conayudadeunosgemelos,deque,porconsejodeFrancis,sehabíaprovisto—.HeahíMorissStreet...Veo nuestra casa con la torrecilla y la bandera que flota al viento. ¡Hombre...!Alguienhaysobrelatorrecilla.

—Papá—dijoLoosinvacilación.—Nopuedesernadiemásqueél—declaróMrs.Hudelson.—Él es—afirmó la niña, que sin aprensión alguna se había apoderado de los

gemelos—. Le reconozco. Está manejando su anteojo... ¡Y veréis cómo no se leocurrelaideadedirigirlehaciaestelado...!¡Ah,siestuviésemosenlaLuna...!

—Yaqueveustedsucasa,señoritaLoo—interrumpióFrancis—,talvezpuedavertambiénlademitío.

—Sí—respondiólaniña—,perodéjemebuscar...Lareconoceréfácilmenteconsutorre...Debedeestardeestelado...Espere...¡Bien...!¡Ahíestá!¡Yalatengo!

Loonoseequivocaba;era,enefecto,lacasadeMr.DeanForysth.—Hayalguiensobrelatorre—dijo,trasunminutodeatención.—Mitío,seguramente—contestóFrancis.—Noestásolo.—«Omicron»estaráconél.—Nohayquepreguntarloqueestánhaciendo—añadióMrs.Hudelson.—Estánhaciendoloquehacemipadre—dijo,conalgodetristeza,Jenny,aquien

la rivalidad latente de los señores Forsyth yHudelson ocasionaba siempre algo deinquietud.

Terminadalavisita,yhabiendoafirmadoLoounavezmássusatisfacción,Mrs.Hudelson,susdoshijasyFrancisGordon,regresaronalacasadeMorissStreet.Aldía siguiente se realizaría el contrato con el propietario de la villa y se procederíainmediatamenteaamueblarlaparaqueestuvieselistaelpróximo15demayo.

Duranteesetiempo,Mr.DeanForsythyeldoctorHudelsonnoperderíanporsuparteel tiempo. ¡Cuánta fatigafísicaymoral! ¡Cuántasobservaciones,prolongadasporlosdíasclarosylasnochesserenas,ibaacostarleslabuscadesubólido,queseempeñabaennoreaparecersobreelhorizonte...!

Hasta entonces, a pesar de su actividad, nada habían conseguido los dosastrónomos.NiduranteeldíanidurantelanochehabíapodidoverseelmeteoroasupasoporWhaston.

—¿Llegaría siquieraapasar?—suspirabaDeanForsythmuchasveces, trasunalargaestaciónanteeloculardesutelescopio.

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—Pasará—respondía«Omicron»,conimperturbableaplomo—;yhastadiríayo:pasa.

—Entonces,¿porquénolevemos?—Porquenoesvisible.—¡Qué fastidio!—suspiraba Dean Forsyth—. Pero, al fin, si es invisible para

nosotros,debeserloparatodoelmundo,paralasgentesdeWhastoncuandomenos.—Porcierto—afirmaba«Omicron».Deestamanerarazonabanelamoyelsirviente;ylasfrasesqueéstoscambiaban

entre sí pronunciábanse en forma de monólogo en casa del doctor Hudelson, nomenosdesesperadoporsupocoéxito.

Uno y otro habían recibido de los observatorios de Pittsburg y de Cincinnatirespuestaasucarta.Habíasetomadonotadelacomunicaciónrelativaalaapariciónde un bólido el 16 de marzo en la parte septentrional del horizonte deWhaston.Añadíasequehastaentonceshabíasido imposibleencontraresebólido,peroquesieravistodenuevo,seavisaríaenseguidaaMr.ForsythyaldoctorHudelson.

Losobservatorios,porsupuesto,habíanrespondidoseparadamente,sinsaberquecadaunodelosdosastrónomosamateursseatribuíanelhonordedescubrimientoyreivindicabansuprioridad.

Desde que llegó esta respuesta, la torre de Elisabeth Street y la torrecilla deMorissStreet,habríanpodidodispensarsedeproseguirsusfatigosasinvestigaciones.Losobservatoriosposeíaninstrumentosmáspotentesytambiénmásprecisos,ysielmeteoro no era unamasa errante, si seguía una órbita cerrada, si volvía, en fin, aencontrarse en las condiciones en que ya había sido observado, los anteojos y lostelescopios de Pittsburg y de Cincinnati sabrían descubrirle a su paso. Mr. DeanForsythyMr.SydneyHudelsonhabrían,pues,obradosabiamenteremitiéndosealossabiosdeesosdosrenombradosestablecimientos.

PeroMr.DeanForsythyMr.SydneyHudelsoneranastrónomosynoprudentesabios.Poresoseempeñaronenproseguirsuobra;hastapusieronmayorardorenesaprosecución.Sinquenadasehubiesendichodesusmutuaspreocupaciones,teníanelpresentimiento de que ambos andaban a la caza de lamisma pieza, y el temor deverse adelantados no les dejaba un minuto de reposo. Los celos les roían en elcorazón,ylasrelacionesdeambasfamiliasseresentíandeesteestadodeespíritu.

Verdaderamente,habíamotivosparaestarinquietos;tomandomayorcuerpocadadía sus sospechas, Mr. Dean Forsyth y el doctor Hudelson, tan íntimos en otrotiempo,noponíanlospiesunoenlacasadelotro.

¡Quéangustiosasituaciónparalosprometidos!Éstos,sinembargo,veíansetodoslosdías,porquealfinyalcabolapuertadelacasadeMorissStreetnoestabacerradaparaFrancisGordon.Mrs.Hudelsonledabasiempremuestrasdelamismaconfianzay de lamisma amistad; pero parecía que el doctor soportaba su presencia con una

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visibleviolencia;sobretodosiselehablabadeMr.DeanForsyth;eldoctorentoncesse ponía de todos colores, sus ojos lanzaban chispas, pronto amortiguadas, y estoslamentables síntomas, reveladores de una recíproca antipatía, se observaban delmismomodoencasadeMr.DeanForsyth.

Mrs.Hudelsonhabíaintentadoenvanoconocerlacausadeesafrialdad;másaún:de la aversión que ambos antiguos amigos experimentaban el uno por el otro. Sumaridohabíaselimitadoaresponder:

—Es inútil, no lo comprenderías..., pero yo no habría esperado semejanteprocederdepartedeForsyth.

¿Qué proceder...? Imposible obtener una explicación. La misma Loo, la niñamimadaaquientodoselepermitía,nadasabía.

Había llegadohasta proponer ir a atacar aMr.Forsyth en supropia torre, peroFrancislehabíadisuadidodetalcosa.

—No. Jamás hubiera yo creído a Hudelson capaz de semejante conductaconmigo.—TalsindudahabríasidolaúnicarespuestaqueacercadeldoctorhubieraconsentidoenformulareltíodeFrancis.

La prueba estaba en lamanera que había tenidoMr.DeanForsyth de recibir aMitz,quesehabíaarriesgadoainterrogarle.

—Métaseustedenloqueleimporta—habíaledicho.DesdeelmomentoenqueMr.DeanForsythseatrevíaahablardeesemodoala

temibleMitz,esquelasituaciónera,efectivamente,grave.EncuantoaMitz,habíaquedadoestomagada,paraservirnosdesupropiaimagen;

yasegurabaqueparanocontestarasemejanteinsolencia,habíatenidoquemorderselalenguahastaelhueso.Enloquetocaasuamo,suopinióneraclarayterminanteyno hacía de ella ningún misterio. Para ella, Mr. Dean Forsyth estaba loco; y loexplicaba de la manera más sencilla y natural del mundo, por las posicionesincómodas que se veía obligado a adoptar para mirar en sus instrumentos,especialmente,cuandociertas'observacionestomadasdelcénitleobligabanavolverlacabeza.SuponíaMitzqueenestapostura,Mr.Forsythsehabíarotoalgunacosaenlacolumnacerebral.

Nohay,sinembargo,secretotanbienocultoquenollegueatranspirar;súposealfindeloquesetrataba,porunaindiscreciónde«Omicron»;suamohabíadescubiertoun bólido extraordinario y temía que el doctor Hudelson hubiese hecho el mismodescubrimiento.

Heahí, pues, cuál era la causade aquella ridícula contienda. ¡Unmeteoro,unapiedragrande,al finyalcabo,unsimpleguijarro,contraelquecorríael riesgodeestrellarseelcarronupcialdeFrancisydeJenny!

Loo no se recataba para enviar «al diablo los meteoros, y con ellos toda lamecánicaceleste».

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Eltiempo,contodo,ibadeslizándose.Díapordíaelmesdemarzofuecediendosupuestoaldeabril,yprontosellegaríaalafechaseñaladaparalaboda.Pero¿nosobrevendría alguna cosa antes? Hasta ahora aquella deplorada rivalidad sóloreposadasobresuposiciones,sobrehipótesis.¿Quéocurriríasialgúnacontecimientoimprevistolahacíaoficialycierta,siunchoquelanzabaalosdosrivalesunocontraotro?

Estos temores, muy racionales, no habían interrumpido los preparativos delmatrimonio;todoestaríadispuesto,hastaellindovestidodeLoo.

La primera quincena de abril transcurrió en condiciones atmosféricasabominables; lluvia, viento, gruesas nubes que se sucedían sin interrupción.No semostraron, ni el Sol, que describía entonces una curva bastante elevada sobre elhorizonte, ni la Luna, casi llena y que habría debido iluminar el espacio con susrayos,niafortiorielinvisiblemeteoro.

Mrs. Hudelson, Jenny y Francis Gordon no pensaban lamentarse de laimposibilidaddehacerningunaobservaciónastronómica.YjamásLoo,quedetestabaelvientoylalluvia,habíaestadotancontentadeuncieloazul,comoloestabaahoraporlapersistenciadelmaltiempo.

—¡Queduresiquierahastalaboda—repetía—,yquedurantetressemanasnoseveanielSolnilaLunanilamáspequeñaestrella!

A despecho de los votos y deseos de Loo, aquella situación tuvo fin, y lascondicionesatmosféricassemodificaronenlanochedel15al16deabril.Unabrisadel Norte barrió todos los vapores y el cielo recobró en absoluto su completaserenidad.

Mr.DeanForsyth,ensutorre,yMr.Hudelson,enlasuya,sepusieronaojearelfirmamentoporencimadeWhaston,desdeelhorizontehastaelcénit.

¿Pasó el meteoro ante sus anteojos? Debería pensarse que no al ver sussemblantes abatidos. Su igualmal humor probaba un doble y parecido fracaso.Niuno ni otro habían visto nada. ¿No se trataría, por consiguiente, de un meteoroerrante,escapadoparasiemprealaatracciónterrestre?

Unanotaqueaparecióen losdiariosdel19deabrilvinoaorientarles sobre elparticular.

Esa nota, redactada por el observatorio de Boston, estaba concebida en lossiguientestérminos:

Anteayer,viernes,17deabril,alasnueve,diecinueveminutosynuevesegundosdelanoche,unbólidodegrantamañoatravesólosairesenlaparteOestedelcielo,conunarapidezvertiginosa.

UnacircunstanciadelasmássingularesypropiaparahalagarelamorpropiodeWhastonesque, segúnparece,estemeteorohabía sidodescubiertoelmismodíayhorapordosdesusmáseminentesconvecinos.

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SegúnelobservatoriodePittsburg,estebólido,enefecto,seríaelseñaladoen24demarzoporMr.DeanForsyth,y,segúnelobservatoriodeCincinnati,élseñaladoenigualfechaporeldoctorSydneyHudelson.Ahorabien,losseñoresDeanForsythySydneyHudelsonhabitanambosenWhaston,endondesonmuyconocidos.

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CapítuloVI

QUECONTIENEALGUNASVARIACIONES,MÁSOMENOSFANTÁSTICAS,SOBRELOSMETEOROSENGENERALYENPARTICULARSOBREEL

BÓLIDO,CUYODESCUBRIMIENTOSEDISPUTANLOSSEÑORESFORSYTHYHUDELSON

Si algún continente puede estar orgulloso de una de las regiones que le componencomounpadreloestaríadeunodesushijos,esAmérica.Sialgunarepúblicapuedeestarorgullosadeunode losestadoscuyoagrupamiento la constituye, es lade losEstados Unidos. Si uno de esos cincuenta y un estados, cuyas cincuenta y unaestrellasconstituyenunángulodelabanderafederal,puedeestarorgullosodeunadesusciudades,esVirginia,capital,Richmond.Si, finalmente,unaciudaddeVirginiapuedeestarorgullosadesushijos,es indudablemente laciudaddeWhaston,dondeacaba de hacerse ese importante descubrimiento que debía ocupar un lugar muyconsiderableenlosanalesastronómicosdelsiglo.

Talera,almenos,laopiniónunánimedeloshabitantesdeWhaston.Comoesfácilpresumir,losperiódicos,losdeWhastonalmenos,publicaronlos

másentusiastasartículossobreMr.DeanForsythyeldoctorHudelson.¿Novendríaareflejarsesobre laciudad toda lagloriadeesosdos ilustresciudadanos?¿Quiéndesushabitantesdejabadetenerparteenella?¿NoibaaverseelnombredeWhastonunidoparasiempreaestedescubrimiento?

Entre aquella población americana, en la que con tanta facilidad y tanto furornacen corrientes de opinión, no tardó en hacerse sentir el efecto de esos artículosditirámbicos.Nosesorprenderá,porconsiguiente,ellector—y,porotraparte,sisesorprendiera,tendríaabiencreernosbajolafedenuestrapalabra—sileafirmamosquedesdeesedía lapoblaciónsedirigióbulliciosayapasionadahacia lascasasdeMorissStreetydeElisabethStreet.Nadiesehallabaalcorrientedelarivalidadqueexistía entre los señores Forsyth y Hudelson. El entusiasmo público les unía enaquella circunstancia; para todos sus dos nombres eran y continuarían siendoinseparables hasta la consumación de los siglos, hasta tal punto, que dentro demillares de años los futuros historiadores afirmarían tal vez que ambos nombreshabíansidollevadosporunsolohombre.

Enesperadequeeltiempopermitiesecomprobarlobienfundadodesemejanteshipótesis,Mr.DeanForsythdebióaparecersobrelaterrazadelatorre,yMr.SydneyHudelsonsobrelaterrazadelatorrecilla.Mientrasqueloshurrassubíanhastaellos,ambosseinclinaron,saludandoagradecidos.

Unobservadorhabría,empero,notadoquesuactitudnoexpresabaunaalegríasin

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mezcladeencontradossentimientos.UnasombrapasabasobresutriunfocomounanubesobreelSol.Lamiradaoblicuadelprimerodirigíasehacialatorrecilla,yhacialatorrelamiradaoblicuadelsegundo.Cadaunodeellosveíaalotrorespondiendoalosaplausosdelpueblowhastoniano,yhallabalosaplausosqueseledirigíanmenosarmónicosquediscordanteslosqueresonabanenhonordesurival.

En realidad, esos aplausos eran iguales; la multitud no hacía diferencia entreambosastrónomos.DeanForsythnofuemenosaclamadoqueeldoctorHudelson,yrecíprocamente, por los mismos ciudadanos que fueron sucediéndose ante las doscasas.

Durante estas ovaciones, que ponían a los dos barrios en conmoción, ¿qué sedecíanFrancisGordony la sirvientaMitz,deunaparte,yMrs.Hudelson, JennyyLoo,delaotra?¿TemíanquelanotaenviadaalosperiódicosporelobservatoriodeBostontuvieselamentablesconsecuencias?Loquehastaentonceshabíapermanecidoocultoestabaahoradescubierto;Mr.ForsythyMr.Hudelsonconocíanoficialmentesurivalidad.¿Noeradepresumirqueunoyotroreivindicarían,sinoelbeneficio,elhonoralmenosdesudescubrimiento,yquedeelloresultaría talvezundeplorabledisgustoparaambasfamilias?

Los sentimientos que la señora Hudelson y Jenny experimentaron mientras lamuchedumbresemanifestabaantesucasa,esbien fácil imaginarlo.Sieldoctorsehabíaencaramadosobrelaterrazadelatorrecilla,ellassehabíanguardadomuchodeasomarsealbalcón.Ambas,conelcorazónoprimido,habíanmiradodesdedetrásdelascortinasaquellamanifestaciónquenadabuenopresagiaba.SilosseñoresForsythy Hudelson, empujados por un absurdo sentimiento de celos, se disputaban elmeteoro,¿notomaríaparteelpúblicoysedeclararíaafavordelunoodelotro?Cadauno de ellos tendría sus partidarios, y en medio de la efervescencia que reinaríaentoncesenlaciudad,¿cuálseríalasituacióndelosfuturosesposos,enunaquerellacientífica,quetransformaríaambasfamiliasennuevosCapuletosyMontescos?

PorloquehaceaLoo,estabafuriosa;queríaabrirlaventana,apostrofaraaquelpopulachoymanifestabaelpesardenotenerunamangaasudisposiciónpararociara lamuchedumbreyahogar sushurrasen torrentesdeaguahelada.Sumadrey suhermanatuvieronqueesforzarsepormoderarlacóleradelafogosaniña.

IgualeralasituaciónenlamansióndeElisabethStreet.TambiénFrancisGordonhabría, por su parte, enviado a todos los diablos a aquellos entusiastas que iban aagravarunasituaciónyatirante.Además,élsehabíaabstenidodeaparecer,entantoqueMr.Forsythy«Omicron»seinclinabandesdelatorre,dandomuestrasdelamáschocantevanidad.

DelmismomodoqueMrs.HudelsonhabíatenidoquereprimirlasimpacienciasdeLoo,asítuvotambiénquereprimirFrancisGordonlascólerasdelatemibleMitz.Nadamenosqueríaéstaquebarreralamuchedumbre,yensuslabiosnoeraestouna

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amenazadelaquepodíaunoreírse.Nohabíadudadequeelinstrumentoqueadiariomanejaba ella con tanta habilidad era terrible en sus manos. ¡Con todo, recibir aescobazosagentesquevienenaaclamarleaunoesquizásunpocofuerte!

—¡Ah, señor! —gritaba la anciana sirvienta—. ¿Es que están locos esosalborotadores?

—Casimesientoinclinadoacreerlo—respondióFrancisGordon.—¡Ytodoelloapropósitodeunaespeciedepiedragrandequesepaseaporel

cielo!—Asíes,Mitz.—¡Unmetdehors!—Unmeteoro,Mitz—corrigióFrancis,reprimiendoaduraspenaslarisa.—Esoesloqueyodigo:unmetdehors—repitióMitzconconvicción—.¡Siles

cayeseencimadelacabezayaplastaseamediadocena...!Pero,enfin,yotepreguntoati,queeresunsabio,¿paraquésirveunmetdehors?

—Para enemistar las familias—declaró FrancisGordon,mientras estruendososhurrassonabanenmediodelacalle.

Sinembargo,¿porquénohabíandeaceptarambosantiguosamigoselcompartirlos laureles de su descubrimiento? Ninguna ventaja material, ningún provechopecuniariohabíaqueesperardeél;sólosetratabadeunhonorpuramenteplatónico;yentonces,¿porquénodejar indivisoundescubrimientoalquepodían irunidossusdosnombreshastalaconsumicióndelossiglos?¿Porqué?Sencillamente,porquesetrataba de amor propio y de vanidad. Ahora bien: cuando el amor propio está enjuego,cuandolavanidadsemezclaenunasunto,¿quiénpodráalabarsedehaceroírrazonesaloshumanos?

Pero,enresumidascuentas,¿tangloriosoera,pues,habervistounmeteoro?¿Noeradebidoúnicay exclusivamente al azar?Si el bólidonohubiese atravesado contantacomplacenciaporelcampodelosinstrumentosdelosseñoresDeanForsythySydney Hudelson, precisamente en el momento en que éstos tenían la vista en elocular, ¿habría sido visto por esos dos astrónomos, que verdaderamente presumíandemasiadodeello?

Por otra parte, ¿es que esos bólidos, esos asteroides, esas estrellas errantes, nocruzandíaynoche,porcentenares,pormillares?¿Essiquieraposibleelcontaresosglobos de fuego que trazan sus caprichosas trayectorias sobre el fondo oscuro delfirmamento?Seiscientosmillones,tales,segúnlossabios,elnúmerodelosmeteorosqueatraviesanlaatmósferaterrestreenunasolanoche,oseamildoscientosmillonescada veinticuatro horas. Por millares de millones cruzan, pues, esos cuerposluminosos,de loscuales,aldecirdeNewton,diezoquincemillonessonvisiblesasimplevista.

Entonces (hacíaobservarelPunch, elúnicoperiódicoenWhastonque tomó la

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cosa en broma), él encontrar un bólido en el cielo es un poco menos difícil queencontrarungranodetrigoenuncampodeél,ypuedemuybiendecirsequeabusanunpoconuestrosdosastrónomosapropósitodeundescubrimientoquenadatienedetal.

PerosielPunch,periódicosatírico,nodesperdiciabaestaocasióndeejercitarsumusacómica,suscolegas,másserios,lejosdeimitarle,sesirvierondeesepretextoparahacerostentacióndeunacienciamuyrecientementeadquirida.

Kepler (decía el Whaston Standard) creía que los bólidos provenían deexhalaciones terrestres. Parece más verosímil que esos fenómenos no son sinoaerolitosenlosquesiempresehanencontradoseñalesdeunaviolentacombustión.Desde el tiempo de Plutarco se les consideraba ya como masas minerales que seprecipitan contra el suelo de nuestro Globo, cuando sienten al paso la atracciónterrestre. El estudio de tos bólidos pone de manifiesto que su sustancia no es enmanera alguna diferente de los minerales que nosotros conocemos, y que en suconjuntocomprendencasilatercerapartedeloscuerpossimples.Pero¡quévariedadpresentalaagrupacióndeesoselementos!Suspartículasconstitutivassonunasvecesdelgadasyotrasgruesas,deunadurezanotableymostrandoalpartirlas señalesdecristalización.Hastaloshayqueestánformadosdehierroenestadonativo,mezcladoavecesconníquelquejamáshaalteradolaoxidación.

Muyexactoera,enverdad,loqueelWhastonStandardponíaenconocimientodesuslectores.Duranteesetiempo,elDailyWhastoninsistíasobrelaatenciónquelossabios antiguos y modernos concedieron siempre al estudio de esas piedrasmeteóricas.Decíaasíeldiario:

¿NocitaDiógenesdeApoloniaunapiedraincandescente,grandecomounaruedademolino,cuyacaída,cercadeEgosPotamos,espantóaloshabitantesdelaTracia?Si un bólido semejante cayera sobre el campanario de San Andrés, le destrozaríahastasubase.Permítasenoscitaraestepropósitoalgunasdeesaspiedrasque,venidasdelasprofundidadesdelespacioyhabiendoentradoenelcírculodeatraccióndelaTierra,fueronrecogidasenélsuelo:antesdelaeracristiana,lapiedraderayoqueseadoraba como símbolo de Cibeles en Glacial, y que fue transportada a Roma, lomismoqueotraencontradaenSiriayconsagradaalcultodelSol:lapiedranegraquese guarda cuidadosamente en la Meca. Desde los comienzos de la era cristiana,¡cuántos aerolitos descritos con las circunstancias que acompañaron su caída!Unapiedra de doscientas sesenta libras cayó en Alsacia; una piedra de un color negrometálico, con la forma y él tamaño de una cabeza humana, cayó sobre el monteVaison en Provenza; una piedra de sesenta y dos libras, que desprendía un olorsulfuroso, y que se dijo estaba formada de espuma de mar, cayó en Larini,Macedonia. ¿Debería citarse igualmente aquel bólido que en 1203 cayó sobre laciudadnormandadeLaigle,ydelquehablaHumboldtenlossiguientestérminos:«A

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launadelatardevióseungranbólidomoviéndosedelSudestealNoroeste.Minutosdespuésoyósedurantecincooseisminutosunaexplosiónquepartíadeunanubéculanegra casi inmóvil, explosión que fue seguida de otras tres o cuatro detonaciones.Cada detonación separaba de la nube una porción de vapores.Más demil piedrasmeteóricascayeronenunespaciobastantegrande;esaspiedrashumeabanyestabanmuy calientes, sin llegar a estar inflamadas, y se observó que eranmás fáciles deromperalprincipioquemásadelante»?

ElDailyWhastoncontinuabatratandoelasuntoenvariascolumnasysemostrabapródigoenpormenores,queprobaban,cuandomenos,loconcienzudosqueeransusredactores.

NosequedabanatráslosotrosdiariosdeWhaston.Yaquelaastronomíaeracosademoda,hablabandeastronomía,ysidespuésde

eso había un solo whastoniano que no estuviese impuesto en la cuestión de losbólidos,seríaporquenohabríaqueridonisiquieraenterarse.

LosdemásperiódicosdeWhastondieronasuslectoresotrosinformesacercadelnúmeroycircunstanciasdelosbólidoshastaentoncesconocidos.

NosorprenderáquedigamosqueunapartedelapoblacióndeWhastonnodejódeexperimentarciertotemorantelalecturadeaquelloscuriososartículos.Parahabersido percibido en las condiciones que se saben, a una distancia que debía serconsiderable,menestereraqueelmeteorodelosseñoresHudelsonyForsythtuviesedimensionesmuysuperioresprobablementealasdelosbólidosyaconocidos.Ahorabien:sidichometeorohabíayaaparecidoenelcénitdeWhaston,eraqueWhastonseencontrabasituadoensutrayectoria.Volvería,porconsiguiente,apasarporencimade la ciudad si esa trayectoria afectaba la forma de una órbita. Pues bien; queprecisamenteenesemomento,yporunarazóncualquiera,llegaseadetenerseensucarrera,¡yWhastonseríatocadaconunaviolenciadelaquenoeraposibleformarseidea!

Poco a poco comenzó a reinar en la ciudad cierta aprensión. El peligroso yamenazadorbólidovinoaconvertirseenelasuntodetodaslasconversacionesenlaplazapública,enloscírculoslomismoqueenloshogares.Lapartefemeninadelapoblación,sobretodo,nopensabamásqueeniglesiasaplastadasyencasasreducidasapolvo.Encuantoaloshombres,juzgabanmáselegantealzarsedehombros,perolohacíansinverdaderaconvicción.Puedeasegurarsequenocheydíaseestacionabangrupos en la plaza de laConstitución y en otros barrios de la ciudad; que el cieloestuvieseononublado, losobservadorescontinuabanensuspuestos.Jamáshabíanvendido losópticos tantosanteojos, lentesyotros instrumentosdeóptica. Jamássemiróalcielocontantainquietudcomolemirabaentonceslapoblaciónwhastoniana.Queelmeteorofuesevisibleono,elriesgoeraconstante,detodaslashoras,pornodecirdetodoslosminutos,detodoslossegundos.

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Pero sedirá; ese riesgo amenaza igualmente a todas las regiones, y con ellas atodas las ciudades, villas y aldeas situadas bajo la trayectoria. Sí, sin duda. Si elbólido,comose suponía,daba lavueltaanuestroGlobo, todos lospuntos situadosdebajodesuórbitasehallabanamenazadosporsucaída.Noobstante,Whastoneraquienbatíaelrecorddelmiedo,sisequiereadoptarestaexpresiónultramoderna,yesoporlaúnicarazóndehabersidoWhastondondesehabíavistoporprimeravezelbólido.

Hubo, sin embargo, un diario que resistió al contagio y se negó hasta el fin atomar lascosasenserio.Nosemostraba,porelcontrario,esediariopropicioa losseñoresForsythyHudelson,aquienes,bromeando,hacíaresponsablesdelosmalesqueamenazabanalaciudad.

¿Porquésehanmezcladoenellosesosamateurs?(decíaelPunch).¿Necesitabanelloshacercosquillasalespacioconsusanteojosysustelescopios?¿Nopodíandejartranquiloelfirmamento,sinfastidiaralasestrellas?¿Nohaybastantes,nohayhastademasiadosauténticossabiosquesemetenenloquenolesimportayseintroducenindiscretamenteenlaszonasintraestelares?Loscuerposcelestessonmuypúdicosynogustandequeselesmiremuydecerca.Si;nuestraciudadestáamenazada,nadiese encuentra hoy seguro, y semejante situación no tiene remedio. Se asegura unocontra incendios, pedriscosy ciclones... ¡Perovayanustedes a asegurarse contra lacaídadeunbólido,mayortalvezquelaciudadeladeWhaston...!

Yporpocoqueestallealcaer,loquesucedeconfrecuencia,laciudadenteraserábombardeada, hasta incendiada, si los proyectiles son incandescentes... ¡Sálvese,pues,quienpueda...!Pero también,¿porqué los señoresForsythyHudelsonnoseestuvieron tranquilamente en la planta baja de su casa, en vez de espiar a losmeteoros?Ellossonlosqueleshanprovocadoconsuindiscreciónyatraídoconsusintrigas... En realidad, nosotros preguntamos a todos nuestros lectores: ¿para quésirvenlosastrónomos,astrólogos,meteorólogosyotrosbichosterminadosenlogo?¿Québeneficioharesultadonuncadesustrabajos...?Enloqueanosotrosconcierne,persistimos más que nunca en nuestras bien conocidas convicciones, tan bienexpresadas por esta frase sublime, debida al genio de un francés, el ilustreBrillat-Savarin: «El descubrimiento de un plato nuevo hace más en pro de la felicidadhumana que el descubrimiento de una estrella.» ¡En qué poca estima, pues, habríatenidoBrillat-Savarinalosdosmalhechoresquenohantemidoatraersobresupaíslospeorescataclismosporelplacerdedescubrirunsimplebólido!

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CapítuloVII

ENELQUEPODRÁVERSEAMRS.HUDELSONAPESADUMBRADAPORLAACTITUDDELDOCTOR,YSEOIRÁALABUENAMITZSERMONEARASU

AMODEBUENAMANERA

Qué contestaron a estas frases delWhaston Punch, Mr. Dean Forsyth y el doctorHudelson?Nada absolutamente, y esto por la excelente razón de que desconocíantotalmenteelartículodelirrespetuosoperiódico.«Elignorarlascosasdesagradablesquedicendenosotrosessiemprelamaneramásseguradenosufrirporellas»,habríadichoMonsieurdelaPalisse,coninnegablesabiduría.

Noobstante,esasbromasmásomenosespiritualessonpocoagradablesparalosinteresados, y si éstos no las conocen, para sus parientes y amigos. Mitz,particularmente,estaba furiosa; ¡acusarasuamodehaberatraídoaquelbólidoqueamenazabalaseguridadpública...!Dehacerlecaso,Mr.DeanForsythdebíaperseguiralautordelartículo,yeljuezJohnProthsabríacondenarleadañosyperjuicios,sinhablardelacárcel,quetemabienmerecida.

En cuanto a la pequeña Loo, tomó la cosa en serio y dio la razón alWhastonPunch.

—Sí, tiene razón—decía—. ¿PorquéMr.Forsythypapá sehan consagrado adescubrireseguijarrodeldemonio?Sinelloshabríapasadoinadvertido,comotantosotros,quenonoshancausadoningúnmal.

Ese mal, o más bien esa desgracia en que pensaba la niña, era la inevitablerivalidadqueibaaexistirentreel tíodeFrancisyelpadredeJenny,contodassusconsecuencias,envísperasdeunauniónquedebieraestrecharaúnmásloslazosqueuníanyaalasdosfamilias.

LostemoresdeMissLooeranfundados,yloquedebíallegar,llegó.Entantoquelos señores Forsyth y Hudelson no habían tenido más que sospechas recíprocas,ningúnchoque sehabíaproducido.Si sus relaciones sehabían entibiado, si habíanevitadoelencontrarse,lascosasalmenosnohabíanidomáslejos.Pero,alpresente,desde la nota del observatorio de Boston, era público que el descubrimiento delmismometeoro pertenecía a los dos astrónomos. ¿Qué iban a hacer?Cada uno deellos reclamaría para sí la prioridad del descubrimiento. ¿Habría a este propósitodiscusiones privadas o hasta resonantes polémicas a las que la prensa deWhastondaríaseguramentegenerosahospitalidad?

No se sabía, y sólo el porvenir podía responder a esas preguntas.Lo cierto, entodocaso,eraqueniMr.DeanForsythnieldoctorHudelsonhacíanlamenoralusiónal matrimonio, cuya fecha se acercaba demasiado lentamente para los deseos de

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ambos prometidos. Cuando delante del uno o del otro se hablaba de ello, siemprehabían olvidado alguna circunstancia que les reclamaba en seguida en elobservatorio.Aquíera,porlodemás,dondepasabanlamayorpartedeltiempomásymásmeditabundosyabsortoscadavez.

Ambosseagotabanenvanosesfuerzosparacalcularloselementosdelasteroide;en lo cual habría tal vez medio de esclarecer la cuestión del descubridor. De dosastrónomosiguales,elmatemáticomásactivopodíaaúnobtenereltriunfo.

Perosuúnicaobservaciónhabíasidodedemasiadocortaduraciónparadarasusfórmulasunabasesuficiente.Otraobservación,muchasacaso,seríannecesariasantesdequefueseposibledeterminarconcertezalaórbitadelbólido.Poresto,ytemerosocada uno de ser aventajado por el otro, Mr. Dean Forsyth y el doctor Hudelsonvigilabanelcieloconunceloanálogoyanálogamenteestéril.Elcaprichosometeorono reaparecía sobre el horizonte de Whaston, o, si reaparecía, no era posibledistinguirlo.

Elhumordelosdosastrónomosseresentíadelavanidaddesusesfuerzos;noeraposible acercarse a ellos.Veinte veces al díamontaba en cóleraMr.Dean Forsythcontra«Omicron»,quelecontestabaenigualtono.Encuantoaldoctor,queseveíaforzadoapasarsesuscólerasconsigomismo,noquedabaenfalta.

¿Quién, en tales condiciones, se hubiese atrevido a hablar de contrato dematrimonioydeceremonianupcial?

Tresdías,noobstante,habíantranscurridodesdelapublicacióndelanotaenviadaalosperiódicosporelobservatoriodeBoston.Elrelojceleste,cuyaagujaeselSol,hubiera hecho sonar el 22 de abril, si el Gran Relojero le hubiese dotado de untimbre.Todavíaunaveintenadedíasylagranfechanaceríaasuvez,sibienLoo,ensuimpaciencia,pretendíaquenoestabaenelcalendario.

¿ConvendríarecordaraltíodeFrancisGordonyalpadredeJennyHudelsonesematrimonio, del que ellos no hablaban, como si jamás hubiera de efectuarse?Mrs.Hudelson fuedeopiniónqueerapreferibleguardar silencio respectodesumarido.Para nada tenía que ocuparse en los preparativos de la boda..., como tampoco seocuparía en las cosas de su Propio hogar. Cuando llegase el día, Mrs. Hudelsondiríale,tranquilaysencillamente:

—Aquíestántutraje, tusombreroytusguantes.EslahoradeiraSanAndrés.Dameelbrazoyvámonos.

Y él iría seguramente, sin siquiera darse cuenta, a condición, eso sí, de que enaquel preciso momento no llegase a pasar el meteoro ante el objetivo de sutelescopio.

PerosilaopinióndeMrs.HudelsonprevalecióenlacasadeMorissStreet,sinose puso al doctor en ocasión de explicar su actitud respecto deMr.Dean Forsyth,éste,porelcontrario,hubodeverserudamenteatacado.

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Mitznoquisoescucharnada.Furiosacontrasuamo,queríahablarleyponerenclaroaquella situación,de tal suerte tirante,queelmenor incidentepodíaprovocaruna ruptura completa entre ambas familias; y ¿cuáles serían las consecuencias?Matrimonioretrasado,rototalvez,desesperacióndelosnoviosyespecialmentedesuqueridoFrancis.¿Quépodríahacerelpobremuchachotrasunarupturapúblicaquehicieraimposibletodareconciliación?

Así,pues,enlatardedel22deabril,hallándoseasolasconMr.DeanForsythenelcomedor,detuvoasuamoenelmomentoenqueéstesedirigíahacialaescaleradelatorre.

SabidoesqueMr.ForsythteníamiedodeexplicarseconMitz.Élnoignorabaqueestas explicaciones no solían terminar en provecho suyo; juzgaba, por ende, másprudentenoexponerseaellas.

En esta ocasión, después de haber echadouna rápidamirada al rostro deMitz,que lehizoelefectodeunabombacuyamechaestáardiendoyqueno tardaríaenestallar,Mr. Forsyth, deseoso de ponerse al abrigo de los efectos de la explosión,batióseenretiradahacialapuerta.Peroantesdehaberlaabiertoseencontróconsuanciana sirvienta,que se lehabía interpuestoyclavabaen los suyos temerosos susojosirritados.

—Señor—díjole—,tengoquehablarahoramismoconusted.—¿Conmigo,Mitz...? El caso es que en estemomento apenas si tengo tiempo

paraescucharte.—¡Hombre!Tampocoyotengomuchotiempo,señor,puestoquetengoquefregar

toda la vajilla del almuerzo; pero sus tubosdeustedpueden esperar, comopuedenesperarmisplatos.

—¿Y«Omicron»...?Meparecequemellama.—¿SuamiKrone...?TambiénélesunJoliCoco.YatendrásuamiKronenuevas

mías una de estas mañanas. Puede usted prevenirlo. Como dijo el otro, la bonneentenal'heureettesalue.Repítaleesto,palabraporpalabra,señor.

—Nodejarédehacerlo,Mitz,claroqueno;pero,¿mibólido?—Beau lide?—repitióMitz—.Nosé loqueeseso,perosea loquequiera,no

debeserbellounasuntoquedesdehacealgúntiempolehapuestoaustedunapiedraenelsitiodelcorazón.

—Unbólido,Mitz—explicópacientementeMr.DeanForsyth—,esunmeteoro,y...

—¡Ah!—exclamóMitz—.¡Eselfamosometdehors...!¡Puesbien;haráloqueelamiKrone,esperaráelmetdehors!

—¡Cómo!—gritóMr.Forsyth,heridoenelpuntosensible.—Porlodemás—repusoMitz—,elcieloestácubierto,vaalloverynoesésteel

momentodedivertirsemirandoalaLuna.

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Esto era cierto, y en aquella persistencia del mal tiempo había bastante paraenfureceraMr.ForsythyaldoctorHudelson.Desdehacíacuarentayochohoraselcieloestabacubiertodedensasnubes;poreldía,niunrayodesol,yporlanocheniuna radiación de las estrellas. En semejantes condiciones, imposible observar elespacioyvolveraverelbólido tanvivamentedisputado.Hastadebíaconsiderarsecomo probable que las circunstancias atmosféricas no favorecieran tampoco a losastrónomosdelEstadodeOhioodelEstadodePennsylvania,de igualmodoquealos demás observatorios del Antiguo y Nuevo Continente. Efectivamente, ningunanueva nota concerniente a la aparición del meteoro había visto la luz en losperiódicos.Verdad era que aquelmeteoro no presentaba un interés tal que debieraconmoverse elmundo científico. Tratábase, al fin y al cabo, de un hecho cósmicobastante vulgar, y se necesitaba ser unDeanForsyth o unHudelson para espiar elmeteoroconaquellaimpacienciaqueenellosbordeabayalarabia.

Mitz,unavezquesuamoseconvenciódelaimposibilidadabsolutadelibrarsedeella,prosiguió,cruzándosedebrazos:.

—Mr.Forsyth,¿sehabríaustedolvidado,porcasualidad,dequetieneunsobrinoquesellamaFrancisGordon?

—¡Ah!¡EsequeridoFrancis!—respondióMr.Forsyth,moviendolacabezaconbenevolencia—.No,noleolvido...¿CómoestámibuenFrancis?

—Muybien,gracias,señor.—Creoquehacemuchotiempoquenoleveo.—Efectivamente,desdeelalmuerzo.—¿Deverdad?—¿Tieneusted,pues,losojosenlaLuna,señor?—preguntóMitz,obligandoasu

amoquesevolviesehaciaella.—No,no,mibuenaMitz...Pero,¿quéquieres...?Estoyunpocopreocupado.—Preocupado hasta el punto de que parece haber olvidado una cosa muy

importante.—¿Olvidadounacosaimportante...?¿Ycuáles?—Quesusobrinovaacasarse.—¡Casarse...!¡Casarse...!—¿Nomepreguntausteddequématrimoniosetrata?—¡Oh!¡No,Mitz...!Pero,¿aquétiendentodasesaspreguntas?—¡Vaya una gracia...! Creo que no hace falta ser brujo para saber que una

preguntasehaceparaobtenerunarespuesta.—¿Unarespuestaapropósitodequé?—Apropósitodesuconducta,señor,respectodelafamiliaHudelson...Porqueno

ignora usted que existe una familia Hudelson, un doctor Hudelson, que reside enMoriss Street; unaMrs.Hudelson,madre deMissLooHudelson y deMiss Jenny

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Hudelson,prometidadesusobrino.AmedidaqueesenombredeHudelsonseescapaba,adquiriendocadavezmayor

fuerza,delabiosdeMitzMr.DeanForsythsellevabalamanoalpecho,alcostado,ala cabeza, como si ese nombre fuese dándole golpes en todas partes... Sufría, sesofocaba,lasangreselesubíaalacabeza.Viendoquenocontestaba:

—¡Ybien!¿Mehaoídousted?—insistióMitz.—Sí,heoído—exclamósuamo.—¿Ybien...?—repitiólasirvienta,alzandolavoz.—¿Continúa, pues, pensando Francis en ese matrimonio? —dijo, al fin, Mr.

Forsyth.—¿Quesipiensa...?¡Porsupuesto!—afirmóMitz—.Comopiensaenrespirarel

queridoniño.Comotodosnosotrospensamos;comopiensaustedmismo,creoyo.—¿Qué? ¿Mi sobrino continúa decidido a casarse con la hija de ese doctor

Hudelson?—Miss Jenny, si le parece, señor. Pues sí, yo le aseguro que está decidido...

Menesterseríaquehubieseperdidolacabezaparanoestarlo.¿Cómonidóndeibaaencontrarunanoviamásgentil,unajovenmásencantadora?

—Admitiendo—interrumpióMr. Forsyth— que la hija del hombre que..., delhombreque...,delhombre,enfin,cuyonombrenopuedoyopronunciarsinquemeahogue...,puedaserencantadora...

—¡Estoesdemasiadofuerte!—exclamóMitz,desanudándoseeldelantal,comosifueraaentregarlo.

—Veamos, Mitz, veamos... —murmuró su amo, un poco inquieto ante tanamenazadoraactitud.

Laviejasirvientablandiósudelantal,cuyocordóncolgabahastaelsuelo.—Estátodovisto—declaró—.Despuésdecincuentaañosdeservicios,prefieroir

apudrirmeenunrincóncomounperrosarnoso;peronopermaneceréencasadeunhombre que desgarra su propia sangre.Yo no soymás que una pobre criada, perotengotambiéncorazón,señor...

—¡Ah,ah...!Mitz—replicóMr.Forsyth,heridoenlovivo—,¿ignoras,pues,loquemehahechoeseHudelson?

—¿Yquéesloquelehahecho?—¡Pues,meharobado!—¿Robado?—Sí,robado;abominablementerobado...—¿Yquées loqueleharobado?¿Su

reloj?¿Subolsillo...?—¡Mibólido!—¡Ah!¡Otravezelbeaulidel—replicólaviejasirvienta,recalcandolaspalabras

de la manera más irónica y más desagradable para Mr. Forsyth—. ¡Hacía muchotiempoquenosehabíahabladodesufamosometdehors...APero,¿esposible,Diosmío, que se ponga uno en semejante estado por unamáquina que se pasea...? ¿Es

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acasoquesubeaulideeradeustedmásquedeMr.Hudelson?¿Hapuestoustedporventura sunombreencima...? ¿Esquenopertenecea todoelmundo, ano importaquién,amí,amiperro,siyotuviesealguno...GraciasalCielo,noletengo...¿Esquelohacompradoustedconsudinero...,olohaheredadotalvez?

—¡Mitz!—gritóMr.Forsyth,queyanoeradueñodesímismo.—¡No hay Mitz! —profirió la sirvienta, cuya exasperación desbordaba—.

¡Caramba!Senecesitaserbestia,comoSaturno,paraenfadarseconunviejoamigoapropósitodeunsucioguijarroquenadievolveráaverjamás.

—¡Cállate,cállate!—protestóelastrónomo.—No,señor,nomecallaré,ypuedeustedllamaralbrutodesuamiKroneensu

ayuda.—¿Bruto«Omicron»?—¡Sí,bruto;ynomeharáélcallar..., como tampoconuestropresidentemismo

podráimponersilencioalarcángelquevendrádepartedelTodopoderosoaanunciarelfindelmundo!

Mr.DeanForsythquedóabsolutamentetrastornadoalescucharesaterriblefrase;su laringesehabíaapretadohastaelpuntodenodejarpasoa lapalabra; suglotis,paralizada,nopodíaemitirunsonido.Auncuandohubieraqueridohablar,despediralaanciana,peroásperasirvienta,habríalesidoimposiblepronunciarunasolapalabra.

Mitz,porlodemás,nolehubieseobedecido.Era tiempo, no obstante, que aquella escena acabase. Mr. Dean Forsyth,

comprendiendo que quedaría derrotado, trataba de batirse en retirada, sin que sumovimientosepareciesedemasiadoaunafuga.

Elsolfuequienvinoensuayuda:aclaróseeltiempodeprontoyunvivorayodesolpenetróatravésdelosvidriosdelaventanaquedabaaljardín.

Enaquelmomento,sindudaalguna,estabaeldoctorHudelsonsobresutorrecilla;talfueelpensamientoqueseleocurrióinmediatamenteaMr.DeanForsyth.Veíaélasu rival,aprovechándosedeaquelclaro,conelojoeneloculardesu telescopio,yrecorriendoconlamiradalasaltaszonasdelespaciosideral.

No pudo contenerse; aquel rayo de sol hacía sobre él el mismo efecto que unglobollenodegas;lesubía,aumentabasufuerzaascensional,obligándoleaelevarseenlaatmósfera.

Mr.DeanForsyth,olvidándosedetodo,dirigiósehacialapuerta.Pordesgracia,Mitzestabaanteella,ynoparecíadispuestaaconcederlepaso.¿Se

vería, pues, en la necesidad de cogerla por el brazo, entablar una lucha con ella yrecurriralaayudade«Omicron»?

No llegóaverseobligadoaapelar a estosextremos.Laanciana sirvienta, anodudar, se hallaba rendida y fatigada por el esfuerzo que acababa de hacer. Auncuandotuvieselacostumbrederegañarasuamo,jamás,hastaentonces,habíatenido

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talimpetuosidad.Fueseelesfuerzofísicogastadoenaquellaviolencia,fueselagravedaddelasunto

de la discusión, asuntode losmáspalpitantes, todavezque se tratabade la futurafelicidaddesuquerido«niño»,elcasoesqueMitzsintiósedeprontodesfallecerysedejócaerpesadamentesobreunasilla.

Mr.DeanForsyth,hayquedecirloensudescargo,abandonóalsol,alcieloazulyalmeteoro.Acercóseconsolicitudasuancianasirvientaparainformarsedeloquelepasaba.

—Nosé,señor;tengo,comoquiendice,elestómagovueltodelrevés.—¿Elestómagovueltodelrevés?—murmuróMr.Forsyth,pasmadoporaquella

enfermedad,bastantesingularenverdad.—Sí,señor—afirmóMitz,conunavozdolorida—.Esunnudoquetengoenel

corazón.—¡Hura...!—hizoMr.DeanForsyth,cuyoasombronosevioatenuado.A todoevento, ibaaprestara laenferma loscuidadosmásusualesenanálogas

circunstancias: aflojamiento del corsé, vinagre sobre las sienes, un vaso de aguaazucarada...

Peronotuvotiempo.Lavozde«Omicron»resonóenloaltodelatorre:—¡Elbólido—gritaba«Omicron»—,elbólido!Mr.DeanForsytholvidóseentoncesdelrestodeluniversoyseprecipitóescaleras

arriba.NohabíaacabadodedesaparecercuandoyaMitzhabíaencontradolaplenitudde

sus facultades y se había lanzado tras de su amo.Mientras ascendía rápidamente,saltandodetresentreslospeldañosdelaescalera,lavozdesusirvientaloperseguíavengativa:

—Mr. Forsyth —decía Mitz—, acuérdese usted bien de lo que le digo: elmatrimoniodeFrancisGordonyde JennyHudelson sehará,y sehará en la fechaconvenida, exactamente. Se hará,Mr. Forsyth, o—y no dejaba esta alternativa detenerciertosaborenloslabiosdeMitz—oyoperderémilatín.

Mr.DeanForsythnocontestó,nooyó:dandosaltosprecipitados,subíalaescaleradelatorre.

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CapítuloVIII

ENELCUALLASPOLÉMICASDELAPRENSAAGRAVANLASITUACIÓN;YQUESETERMINACONLACONSIGNACIÓNDEUNHECHOTANCIERTO

COMOINESPERADO

Éles,«Omicron»,efectivamenteesél!—gritóMr.DeanForsyth, tanprontocomohuboaplicadoelojoaloculardesutelescopio.

—Elmismo—declaró «Omicron», añadiendo—:y haga elCielo que el doctorHudelsonnosehalleenestemomentoensutorrecilla.

—Osiestá,quenopuedaencontrarelbólido.—Nuestrobólido—precisó«Omicron».—¡Mibólido!—rectificóDeanForsyth.Ambos se equivocaban. El anteojo del doctor Hudelson se hallaba en aquel

mismomomentodirigidohaciaelSudeste,regióndelcielorecorridaentoncesporelmeteoro.Habíalevistotanprontocomoapareció,ylomismoquelatorre,latorrecillanoleperdiódevistahastaelinstanteenquedesaparecióentrelasbrumasdelSur.

Por lo demás, no fueron los astrónomos deWhaston los únicos en señalar elbólido;tambiénlopercibióelobservatoriodePittsburg.

Ese retorno delmeteoro constituía un hecho delmayor interés—¡si es que elmeteoro mismo ofrece alguno!—. Puesto que permanecía a la vista del mundosublunar, era que seguía decididamente una órbita cerrada. No era una de esasestrellas errantes que desaparecen después de haber rozado las últimas capasatmosféricas,unodeesosasteroidesquesemuestranunavezyvanluegoaperdersea través del espacio, uno de esos aerolitos cuya caída no tarda en seguir a laaparición.No, estemeteoro volvía, giraba en torno de la Tierra como un segundosatélite.Merecía,porconsiguiente,quesededicasenaél,yporesodebedisculparseelempeñoqueendisputárseloponíanMr.DeanForsythyeldoctorHudelson.

Obedeciendoelmeteoroa leyesconstantes,nada seoponíaaque secalculasensuselementos.Entodaspartessecuidabandeello;peronoesnecesariodecirqueenninguna parte se desarrollaba la actividad que enWhaston. Con todo, para que elproblemafueseíntegramenteresuelto,necesitábanseaúnmuchasobservaciones.

Elprimerpunto,latrayectoriadelbólido,fuedeterminadacuarentayochohorasmástardeporunosmatemáticosquenosellamabanDeanForsythniHudelson.

Esta trayectoria se desarrollaba rigurosamente del Norte al Sur. La débildesviación de 3º 31' señalada porMr.DeanForsyth en su carta al observatorio dePittsburgerasóloaparente,yresultabadelarotacióndelGloboterrestre.

Cuatrocientoskilómetros separabanal bólidode la superficiede laTierra, y su

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prodigiosavelocidadnoerainferioraseismilnovecientossesentaysietemetrosporsegundo.Realizaba,pues,surevoluciónentornodelGloboenunahora,cuarentayunminutos, cuarenta y un segundos y noventa y tres centésimas, de lo cual podíainferirse,segúnlosinteligentes,quenovolveríaapasarporelcénitdeWhastonhastatranscurrircientocuatroaños,cientosesentayseisdíasyveintidóshoras.

Estehechotranquilizóaloshabitantesdelaciudad,quetantotemíanlacaídadelmalaventuradoasteroide.Sicaía,noseríaencimadeellos,porfortunaparatodos.

Pero, ¿por qué ha de caer? (preguntaba elWhastonMorning).No hay por quéadmitirelencuentrodeunobstáculoensucamino,niquepuedaserdetenidoensuraudomovimientodetraslación.

Estoeralaevidenciamisma.Seguramente (hizo observar elWhaston Evening) ha habido aerolitos que han

caídoyloshayquecaentodavía.Peroéstos,depequeñasdimensionesporlogeneral,vaganporelespacioynocaenmásquesilaatracciónterrestrelosatrapaalpaso.

Esta explicación era exacta y no parecía que pudiese aplicarse al bólido encuestión,deunamarchatanregularycuyacaídanodebíatemerse,comonohayquetemerladelaLuna.

Bienestablecidoesto,quedabanaúnmuchospuntosporaclarar,antesdehallarseperfectamente informados acerca de aquel asteroide, convertido, en suma, en unsegundosatélitedelaTierra.

¿Cuálerasuvolumen?¿Cuálerasumasa,sunaturaleza?Solamente los habitantes de Whaston se consagraron a conocer esas y otras

particularidades del meteoro, cuyo descubrimiento se debía a dos respetablespersonajesdelaciudad.

Por lo demás, tal vez hubiesen terminado por pensar con indiferencia en esteincidentecósmicoqueelPunchseempeñabaenllamar«cómico»,silosperiódicos,conalusionesmásomenosclaras,nohubiesendadoa conocer la rivalidaddeMr.Dean Forsyth y del doctor Hudelson. Esto dio nuevo incremento a los chismes ycomentarios;todoelmundoseapresuróaaprovecharsedeestaocasióndedisputa,ylaciudadtodacomenzóadividirseendosbandos.

A todo esto, la fecha delmatrimonio iba acercándose.Mrs.Hudelson, Jenny yLoo, de una parte; Francis Gordon y Mitz, de la otra, vivían en una inquietudcreciente.Continuamenteestabantemiendounestallidoprovocadoporelencuentrode los dos rivales, del mismo modo que el encuentro de dos nubes cargadas depotencialescontrarioshacesaltarlachispaybrotarelrayo.SabíasequeMr.Forsythno se calmaba y que el furor del doctorHudelson buscaba todas las ocasiones demanifestarse.

Elcieloestaba,porlogeneral,hermoso,laatmósferapura,yambosastrónomospodían, por tanto, efectuar sus observaciones.No les faltaban ocasiones, ya que el

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bólido reaparecía sobre el horizontemás de catorce veces diarias, y ya que ahoraconocían,mercedalasdeterminacionesdelosobservatorios,elpuntoprecisohaciaelquedebíandirigirlosobjetivosdesusaparatos.

Lacomodidaddeestasobservacioneseraindudablementedesigual,comoloerala altura del bólido sobre el horizonte; pero tan numerosas eran las veces que éstepasaba,quesemejanteinconvenienteteníamuypocaimportancia.SinovolvíayaalcénitmatemáticodeWhaston,donde,porunamilagrosacasualidad,selehabíavistounaprimeravez,andabatodoslosdíastancercaqueeraprácticamentelomismo.

Así,pues, losdosapasionadosastrónomospodíanembriagarse librementeen lacontemplación delmeteoro, cruzando raudo el espacio por encima de su cabeza yespléndidamenteadornadodeunabrillanteaureola.

Devorábanleellosconsusmiradas;acariciábanleconlosojos.Cadaunodeelloslellamabaconsupropionombre,elbólidoForsyth,elbólidoHudelson.Erasuhijo,la carne de su carne. Pertenecíales como el hijo pertenece a sus padres;más aún:comolacriaturaalCreador.Suvistanocesabadeemocionarles.Susobservaciones,las hipótesis que deducían de su marcha, de su forma aparente, dirigíanlas alobservatorio de Pittsburg, y sin olvidarse nunca de reclamar la prioridad de sudescubrimiento.

Prontoestalucha,todavíapacífica,nofuebastanteparasatisfacersuanimosidad.Nocontentos conhaber roto las relacionesdiplomáticas, cesandoen sus relacionespersonales,fuelesprecisolabatallafrancaylaguerraoficialmentedeclarada.

Un día apareció en elWhaston Standard una nota bastante agresiva contra eldoctorHudelson,notaqueseatribuyóaMr.DeanForsyth.Decíaqueciertasgentestienendemasiadobuenosojos cuandomirana travésde los anteojosdeotroyquepercibendemasiadofácilmenteaquelloquehasidopercibidoyaporalguienmás.

En respuesta a esta nota díjose al día siguiente en elWhastonEvening, que enpuntoaanteojoshayalgunos, sinduda,quenoestánbien limpios,ycuyoobjetivoestásembradodepequeñasmanchas,quenodebentomarsepormeteoros.

Almismo tiempo, elPunch publicaba una caricaturamuy parecida de los dosrivales, adornados de alas gigantescas y luchando en velocidad para atrapar a subólido,figuradoporunacabezadecebraquelessacabalalengua.

No obstante, aun cuando a consecuencia de esos artículos, de esas alusionesvejatorias, la situación de ambos astrónomos tendía a agravarse de día en día, nohabían tenido todavía ocasión de intervenir en la cuestión del matrimonio. Si nohablaban,dejaban, cuandomenos, que las cosas siguiesen su cursonormal, ynadaautorizabaaadmitirqueFrancisGordonyJennyHudelsonnoestuviesenunidosenmatrimonioenlafechaconvenida.

Ningún incidente sobrevino durante los primeros días del mes de abril. Sinembargo,sibienlasituaciónnoseagravó,tampocotuvoningunamejora.Durantelas

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comidasencasadeMr.Hudelsonnosehacíalamáspequeñaalusiónalmeteoro,yMissLoo,mudaporordendesumadre,rabiabapornopodertratarlecomomerecía.Con solo ver lamanera que tenía de cortar la chuleta, se comprendía que la niñapensabaenelbólidoyquehabríadeseadopoderlereduciratanpequeñostrozosquenoquedaselamásmínimaseñaldeél.EncuantoaJennynotratabadedisimularsutristeza;tristezadelaqueeldoctornoqueríadarseporenterado.Talveznolanotabasiquiera;tantoleabsorbíansusocupacionesastronómicas.

FrancisGordon,porsupuesto,noaparecíaduranteesascomidas.LoúnicoquesepermitíaerasuvisitadiariacuandoeldoctorHudelsonestabaensutorrecilla.

EnlacasadeElisabethStreetnoeranmásalegreslascomidas.Mr.DeanForsythapenashablaba,ycuandosedirigíaalaancianaMitz,éstanorespondíamásqueconunsíounno,tansecocomoloestabaeltiempoalasazón.

Unasolavez,el28deabril,Mr.DeanForsyth,enelmomentodelevantarsedelamesadespuésdelalmuerzo,dijoasusobrino:

—¿EsquetúcontinúasyendoacasadelosHudelson?—¡Yalocreo,tío!—respondióFrancis,convozfirme.—¿Yporquénohabíade ir a casade losHudelson?—preguntóMitz en tono

agresivo.—Noesaustedaquienyohablo,Mitz—gruñóMr.Forsyth.—'Peroyosoylaquelerespondo,señor.Unperroparlaaunobispo.Mr.Forsythseencogiódehombros,ysevolvióhaciaFrancis.—Yalehecontestadoyotambién.Sí,voytodoslosdías.—¿Despuésdeloqueeldoctormehahecho?—exclamóMr.Forsyth,airado.—¿Yquélehahechoausted?—Sehapermitidodescubrir...—Lo que usted mismo descubrió; lo que todo el mundo tenía el derecho de

descubrir...Porque,alfinyalcabo,¿dequésetrata?DeunsimplebólidocomootrosmilquepasanalavistadeWhaston.

—Pierdes el tiempo, hijo mío —intervino Mitz, riendo burlonamente—. Bienclaramentevesque tu tíoestádeslumbradoconsuguijarro,delquenodebíahacermáscasoquedelguardacantónqueestáenlaesquinadeestacasa.

Así se expresóMitz en su lenguaje especial.YMr.DeanForsyth, a quien estaréplicatuvoeldondeexasperar,dijo,comounhombrequenosedacuentadeloquedice:

—Puesbien;yo,Francis,teprohíboponerlospiesencasadeldoctor.—Sientomuchotenerquedesobedecerausted,miqueridotío—declaróFrancis

Gordon, conservando con gran trabajo su tranquilidad; tanto era lo que le enojabasemejantepretensión—;losiento,losientomuchísimo,peroiré.

—Sí, ira —exclamó la vieja Mitz—, aun cuando usted nos haga a todos

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pedacitos.Mr.Forsythdesdeñóestaatrevidaafirmación.—¿Persistes,pues,entusproyectos?—preguntóasusobrino.—Sí,tío—afirmóéste.—¿Ypiensascasarteconlahijadeeseladrón?—Sí,ynadaenelmundomeloimpedirá.—¡Puesnosveremos!Ydichasestaspalabras,lasprimerasqueindicabanlaresolucióndeoponerseal

matrimonio,Mr.DeanForsyth,dejandoelcomedor,sedirigióhacialaescaleradelatorre,cuyapuertacerróconestrépito.

Francis Gordon estaba perfectamente decidido a volver a casa de la familiaHudelson,comodecostumbre,cosaéstaquenoofrecíalamenorduda.Pero¿ysi,aimitacióndeMr.DeanForsyth,leprohibíaeldoctorlaentradaensucasa?¿Noeradetemerlotododeaquellosdosenemigos,cegadosporunoscelosrecíprocos,unodiodedescubridores,elpeordetodoslosodios?

Cuántos esfuerzos tuvo que hacer aquel día Francis Gordon para ocultar sutristeza,alencontrarseenpresenciadeMrs.Hudelsonydesusdoshijas!Noqueríadecirnadadelaescenaenqueacababadeintervenir;¿aquéaumentarlasinquietudesdelafamiliaunavezquesehallabaresueltoanohacercasodelasadvertenciasdesutío,admitiendoquefuesenmantenidasporsuautor?

¿Podía,enefecto,entrarenelespíritudeunserrazonablelaideadequelauniónde dos prometidos pudiera ser impedida o retrasada siquiera, a propósito de unbólido?Aun suponiendo queMr.Dean Forsyth y el doctorHudelson no quisiesenencontrarsecaraacaradurantelaceremonia,nadasehabríaperdido;sepasaríansinellos,yaque,despuésdetodo,supresencianoeraindispensable.Loesencialeraqueno fuese negado su consentimiento..., por el doctor al menos; porque si FrancisGordonnoeramásqueel sobrinodesu tío, Jennyerahijadesupadreynopodíacasarse contra su voluntad. Si después ambos adversarios querían devorarsemutuamente,noporesohabríadejadoderealizarsuobramatrimonialel reverendoO'GarthenlaiglesiadeSanAndrés.

Comoparajustificarestosoptimistasrazonamientos,transcurrieronalgunosdíassin traer cambioalgunoen la situación.El tiemponodejabade serbuenoy jamáshabía estado tan sereno y despejado el cielo de Whaston. Salvo algunas brumasmatinales y vespertinas que se disipaban al salir y al ponerse el sol, ni un vaporturbabalapurezayserenidaddelaatmósfera,enmediodelacualrealizabaelbólidosucursoregular.

¿Será preciso repetir que los señores Forsyth y Hudelson continuabandevorándoleconlosojos,quetendíanhaciaéllosbrazoscomoparaestrecharleentreellosyqueleaspirabanaplenospulmones?Hubierasidociertamentepreferibleque

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elmeteorosehubieseocultadoasusmiradastrasunaespesacortinadenubes,paraquesuvistanoleshubieseexcitadomás.Poreso,Mitz,antesdemeterseenlacama,blandía todas lasnochessuspuñosendirecciónalcielo.Vanaamenaza:elmeteorocontinuabatrazandosucurvaluminosaenmediodeuncielosembradodeestrellas.

Loquetendíaaagravarlascosaseralaintervención,másclarayexplícitacadadía, del público en estadiscordiaprivada.Losperiódicos, convivacidadunos, conviolencia otros, tomaban partido por Dean Forsyth o por Hudelson; ningunopermanecíaindiferente;desdeloaltodelatorreylatorrecilladescendíalaquerellahasta lasmesasderedacción,yerandeprevergravescomplicaciones.Anunciábaseyaqueibanacelebrarsereunionesenlasquesediscutiríaelasunto.

Mrs. Hudelson y Jenny experimentaban mucha inquietud al notar esaefervescencia; en vano se esforzaba Loo por tranquilizar a su madre, y FrancisGordon a su prometida; no podía negarse que ambos rivales se remontabanmás ymás sufriendo la influencia de esas detestables excitaciones. Se referían las frases,falsasoverdaderas,escapadasaMr.DeanForsyth;laspalabras,verdaderasofalsas,pronunciadasporeldoctorHudelson,ydedíaendía,dehoraenhoralasituaciónsehacíamásgrave.

Enesascircunstanciasfuecuandoseprodujounaexplosiónqueresonóentodoelmundo.

Tratábasesencillamentedeunanuevadelmássingularcarácter,queeltelégrafoyelteléfonoextendieronconsurapidezvertiginosaatravésdetodaslasrepúblicasyreinosdelAntiguoydelNuevoMundo.

DichainformaciónnoprocedíadelatorrecilladeldoctorHudelson,nidelatorredeMr.Forsyth,nidelobservatoriodePittsburg,nideldeBoston,comotampocodeldeCincinnati.AquellavezfueelobservatoriodeParísquienrevolucionóalUniversocivilizado comunicando a la Prensa, el 2 de mayo, una nota concebida en lossiguientestérminos;

ElbólidoseñaladoalaatencióndelosobservatoriosdeCincinnatiydePittsburgpordosrespetablesciudadanosdelaciudaddeWhaston,estadodeVirginia,ycuyatraslaciónentornodelgloboterrestreparecerealizarsehastaahoraconunaperfectaregularidad,esactualmenteestudiadoentodoslosobservatoriosdelmundo,dedíaydenoche,porunamultituddeeminentesastrónomos.

Siapesardeesteatentoexamenestánporresolvermuchaspartesdelproblema,elobservatoriodeParísha llegado,cuandomenos,aobtener lasolucióndeunadeellasyadeterminarlanaturalezadelmeteoro.

Los rayos emanados del bólido han sido sometidos al análisis espectral, y ladisposicióndesusrayashapermitidoreconocerperfectamentelasustanciadelcuerpoluminosodelaqueésteestáformado.

Su núcleo, que rodea una brillante cabellera y de donde parten los rayos

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observados,noesenmaneraalgunadenaturalezagaseosa,sinodenaturalezasólida.Noestáformadodehierronativo,comomuchosaerolitos,nisehallaconstituidoporninguno de los compuestos químicos que constituyen de ordinario esos cuerposerrantes.

Estebólidoestáformadodeoro,deoropuro,ysinopuedeindicarsesuverdaderovalor,esporquehastaahoranohasidoposiblemedirdeunamaneraaproximadalasdimensionesdesunúcleo.

Taleralanotaquesedioaconoceralmundo.Acercadelefectoquesemejantenoticiaproduciría,esmásfácildeimaginarque

dedescribir.¡Unglobodeoro,unamasadepreciosometal,cuyovalornopodíasersinodemuchosmillaresdemillones,circulabaentornoalaTierra!¡Quédeensueñosno ibaahacerbrotarunacontecimiento tansensacional! ¡Quédecodiciasno ibaadespertarentodoelUniversoymásparticularmenteenaquellaciudaddeWhaston,aquiencorrespondíaelhonordeldescubrimiento,ymásparticularmentetodavíaenloscorazonesdesusdosciudadanos,inmortalesya,queteníanpornombreDeanForsythySydneyHudelson.

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CapítuloIX

ENELCUALLOSPERIÓDICOS,ELPUEBLO,MR.DEANFORSYTHYELDOCTORHUDELSONCELEBRANUNAORGÍADEMATEMÁTICAS

¡Eradeoro...!¡Deoro!El primer sentimiento fue de incredulidad. Para los unos era un error que no

tardaría en ser conocido; para los otros, una granmixtificación imaginada por losbromistasdetalento.

Si así fuera, no había duda de que el observatorio de París se apresuraría adesmentirlanotaqueselehabíaatribuidofalsamente.

Digámosloenseguida;esementísnodebíaserdado.Alcontrario,losastrónomosdetodoslospaíses,repitiendolasexperienciasdesuscolegasfranceses,confirmaronlaunanimidaddesusconclusiones.Forzosohubodeser,porconsiguiente,considerarelextrañofenómenocomounhechociertoyaveriguado.

Aquellofueentoncesunalocura.Cuandoseproduceuneclipsedesol,es sabidoque los instrumentosópticosse

venden en cantidades considerables. ¡Imagínese ahora el lector el número deanteojos, gemelos y telescopios que se venderían con ocasión de aquelmemorableacontecimiento! Jamás soberano o soberana, jamás cantante o bailarina ilustresfueron tanto y tan apasionadamente anteojados—permítasenos la palabra— comoaquelmaravillosobólido,prosiguiendoindiferenteysoberbiosumarcharegularenloinfinitodelespacio.

Élproseguíatanhermosoyseprestabacomplacientealasobservaciones.AsíMr.DeanForsythyeldoctorSydneyHudelsonnoabandonabanyaelunosu torreyelotro su torrecilla. Ambos se aplicaban a determinar los últimos elementos delmeteoro,suvolumen,sumasa,sinperjuiciodelasparticularidadesinesperadasqueunestudioatentopodíarevelar.Sieraimposibleresolverdefinitivamentelacuestiónde la prioridad, ¡qué ventaja para aquel de los dos rivales que lograse arrancarlealgunodesussecretos!¿Noeralacuestióndeldíalacuestióndelbólido?

¡Cuántos cálculos se efectuaron para establecer el número de los millares demillones que representaba el errante bólido! Desgraciadamente, esos cálculoscarecíandebase,todavezquecontinuabansiendodesconocidaslasdimensionesdelnúcleo.

Cualquieraquefueseelvalordeesenúcleonopodíaen todocaso,dejardeserprodigioso,yesobastabaparainflamarlasimaginaciones.

Ya el 3 de mayo publicó elWhaston Standard a ese respecto una nota que,despuésdeunaseriedereflexiones,terminabaasí:

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Admitiendo que el núcleo del bólido Forsyth-Hudelson se halleconstituidoporunaesferaquemidasolamentediezmetrosdediámetro,esaesfera,sifuesedehierro,pesaríatresmilsetecientassetentaytrestoneladas.Pero esa misma esfera, formada únicamente de oro puro, pesaría diez milochentaytrestoneladas,yvaldríamásdetreintayunmilmillonesdefrancos.

Así, pues, aun reducido a tan pequeño volumen, el bólido tendría tan enormevalor.

—¿Esposible,señor?—balbució«Omicron»,despuésdehaber leídolanotaencuestión.

—Nosóloesposible;escierto—respondiódoctoralmenteMr.DeanForsyth—.Paraencontrareste resultadohabastadomultiplicar lamasaporelvalormediodeloro,oseatresmilcienfrancosporkilogramo,cuyamasanoesotraqueelproductodelvolumen,queseobtienedelamaneramássencillamedianteunasimplefórmula.Dichafórmulaes:V=πD²/6.

—Enefecto—aprobó«Omicron»,paraquientodoaquelloerahebreo.—Pero—repusoMr. Dean Forsyth— lo que me enfurece es que el periódico

insistaencolocarminombrealladodeldeeseindividuo.Muyprobablemente,eldoctorhacíaporsupartelamismareflexión.Respecto aMiss Loo, tan desdeñosamueca se dibujó sobre sus rosados labios

cuando leyó la nota del Standard, que los treinta y unmilmillones de francos sehabríansentidoprofundamentehumillados.

Sabido es que el temperamento de los periodistas les lleva a sobrepujarsesiempre; cuandounohadichodoselotrodice tres, sinpensar siquieraenello.Nocausarán,pues,sorpresaqueaquellamismatardeelWhastonEveningcontestaseenestostérminos,quedenunciabansuparcialidadenfavordelatorrecilla:

NocomprendemoslarazóndeporquéélStandardsehamostradotanmodestoensusevaluaciones.Pornuestraparte,seremosmásaudaces.Aunpermaneciendodentrode lashipótesismás aceptables, atribuiremosundiámetrode cienmetros al núcleodelbólidoHudelson.Basándonossobreestadimensión,seencuentraqueelpesodesemejanteesferadeoropuroseríadediezmillonescuatrocientasochentaytresmilcuatrocientasochentayochotoneladas,yquesuvalorpasaríadetreintayuntrillonesdoscientossesentamilmillonesdefrancos;osea,deunnúmerodecatorcecifras.

Y aún se desprecian los céntimos, observó humorísticamente elPunch, al citaresosnúmerosprodigiosos,quelaimaginaciónesincapazdeconcebir.

Eltiempo,noobstante,seguíamanteniéndosehermoso,yMr.DeanForsythyeldoctor Hudelson se obstinaban más que nunca en proseguir sus investigaciones,sostenidos por la esperanza de ser, cuando menos, el primero en determinar conprecisión las dimensiones del núcleo asteroidal. Por desgracia, era muy difícil

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percibirsuscontornosenmediodesubrillantecabellera.Sólo una vez, en la noche del 5 al 6, Mr. Dean Forsyth se creyó a punto de

conseguirlo. La irradiación había cesado un momento, dejando aparecer ante lasmiradasunglobodebrillointenso.

—i*Omicron»!—llamóMr.DeanForsyth,convozquebradaporlaemoción.—¡Señor!—¡Elnúcleo!—Sí...Yaloveo.—¡Porfin...,yalotenemos!—¡Bueno!—exclamó«Omicron»—.¡Yanoseledistingue!—¡No importa,yo lehevisto...! ¡Habré tenidoesagloria...!Mañana,aprimera

hora,undespachoalobservatoriodePittsburg...,yesemiserableHudelsonnopodrápretenderestavez...

¿Era esto una ilusión de Mr. Dean Forsyth, o bien había dejado realmente eldoctorHudelsonquesetomasesobreélesaventaja?Nuncapodrásaberse,asícomotampocollegóaenviarseelproyectadodespachoalobservatoriodePittsburg.

En efecto; en la mañana del 6 de mayo apareció la nota siguiente en losperiódicosdetodoelmundo:

El observatorio de Greenwich tiene él honor de poner en conocimiento delpúblicoquedesuscálculosydeunconjuntodeobservacionessatisfactorias,resultaque el bólido señalado por los respetables ciudadanos de Whaston, y que elobservatoriodeParíshareconocidohallarsecompuestoexclusivamentedeoropuro,está constituido por una esfera de ciento diez metros de diámetro y un volumenaproximadamentedenoventayseismilmetroscúbicos.

Una esfera tal, en oro, debería pesar más de trece millones de toneladas. Elcálculoponedemanifiestoquenoesasí.Elpesorealdelbólidoapenasseelevaalaséptimapartedelacifraprecedente,yessencillamenteigualaunmillónochocientassesentaysietemiltoneladas,pesocorrespondienteaunvolumendecercadenoventaysietemilmetroscúbicosyaundiámetroaproximadodecincuentaysietemetros.

Delasconsideracionesqueprecedendebemosnecesariamenteinferir,hallándosefueradedudalacomposiciónquímicadelbólido,obienqueexistenvastascavidadesen elmetal que constituye el núcleo, o, lo que esmás verosímil, que esemetal seencuentrareducidoapolvo,siendoelnúcleoenesecasodeunaformaanálogaaladeunaesponja.

Sea ello lo que quiera, los cálculos y las observaciones permiten precisarmásexactamenteelvalordelbólido.Estevalor,alcursoactualdeloro,noseríainferioracincomilsetecientosochentayochomillaresdemillonesdefrancos.

Por lo tanto, si no eran cienmetros, comohabía supuesto elWhastonEvening,tampocoerandiezcomohabíaadmitidoelStandard.Laverdadseencontrabaentre

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ambas hipótesis; por lo demás, tal como era, sería capaz de satisfacer las másambiciosasaspiraciones,sielmeteoronosehallabadestinadoatrazarunatrayectoriaeternaalrededordelgloboterrestre.

CuandoMr.DeanForsythconocióelvalordesubólido,gritó:—Yosoyquienlohadescubierto,ynoesegranujadedoctorHudelson;amíesa

quienpertenece,ysillegaseacaersobrelaTierra,yoseríafabulosamenterico.EldoctorHudelson,porsuparte,repetía,tendiendounbrazoamenazadorhaciala

torre:—Esunbienmío, es una cosamía..., es la herencia demis hijos, que se halla

gravitandoenelespacio.¡SillegaseacaersobrenuestroGlobo,meperteneceríaentodapropiedad,yyoseríamuchasvecesmillonario!

FrancisyMrs.Hudelsonpreveíanbienlamaneracomoibaaacabartodoaquello.Pero¿cómomanteneraambos rivalesenunapendiente tan resbaladiza? Imposibleconversar tranquilamente con ellos. Parecían haber olvidado el proyectadomatrimonioynopensabanmásqueensurivalidad,tandeplorablementealimentadaporlosperiódicosdelaciudad.

Los artículos de esos periódicos, bastante tranquilos de ordinario, llegaron amanifestarsefuriosos,acometedores.

ElPunch,porsuparte,consusepigramasysuscaricaturas,nocesabadeexcitaraambosenconadosadversarios.

Había llegado el caso de temer que Mr. Dean Forsyth y el doctor Hudelsonquisiesendisputarseelbólidoconlasarmasenlamanoyarreglarlacuestiónenundueloalaamericana.

Felizmenteparalapazdelmundo,alpasoqueambosmaniáticosperdíancadadíaunpocodesubuensentido,elpúblicoibacalmándoseporgrados.Atodoelmundoacababaporimponerselareflexiónbienreucilladequepocoimportabaqueelbólidofuese de oro y que valiesemillares demillones, desde elmomento en que no eraposiblecogerlo.

Eraefectivamenteciertoquenoeraposibleapoderarsedeél.Encadaunadesusrevoluciones,elmeteororeaparecíacontodaexactitudenelpuntodelcieloindicadopor el cálculo. Su velocidad era, pues, uniforme, comodesde el principio lo habíahechoobservarelWhastonStandard,ynohabía,porende, razónningunaparaquesufriese nunca una disminución cualquiera. En consecuencia, el bólido gravitaríaeternamenteenelporvenirentornodelaTierracomohabíagravitadoprobablementedesdetodalaeternidad.

Estasconsideraciones,reproducidashastalasaciedadportodoslosperiódicosdelUniverso, contribuyeron poderosamente a calmar los espíritus. Cada día se fuepensando un poco menos en el bólido, y todos volvieron a sus ocupacioneshabituales,no sin exhalarun suspirode lástimapor la imposibilidaddeapoderarse

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deltesoroenelcualtantosesoñaba.En su número del 9 demayo hizo elPunch constar esa indiferencia, cada vez

mayor, del público respecto de lo que pocos días antes tanto le apasionaba, yprosiguiendolabromadelproceso,que,alparecer,juzgabaexcelente,expusonuevasrazones para caer sobre los dos inventores del meteoro, a quienes quería que seprocesase,condenándolesadañosyperjuicios.

Losinteresadosignoraronsiemprequeleshubiesenuncaamenazadounprocesosemejante,sinprecedentesabuenseguro.

MientrasquelosotroshumanosvolvíandenuevosuatenciónhacialascosasdelaTierra,losseñoresDeanForsythySydneyHudelsoncontinuabansumiéndoseenelazulypersistíanenojearleconsusobstinadostelescopios.

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CapítuloX

ENELQUESELEOCURRENHASTADOSIDEASAZEPHYRINXIRDAL

Se solía decir en el lenguaje familiar: «¿Quién? ¿Zephyrin Xirdal...? ¡Qué tipo!»Tantoenlofísicocomoenlomoralera,enefecto,ZephyrinXirdalunpersonajemuysingular.

Uncuerpo largo,desmadejado;camisa frecuentementesincuello,ysiempresinpuños;pantalónenformadetirabuzón;chalecoalquefaltabandosbotonesdecadatres;chaquetóninmenso,conlosbolsillosllenosdeobjetosdiversos; todoellomuysucioycogidoalazardeunmontónde trajes sueltos; taleraelaspectogeneraldeZephyrin Xirdal y tal su manera de comprender la elegancia. De sus espaldas,encorvadascomoeltechodeunacueva,pendíanbrazoskilométricos,terminadosporenormesmanosvelludas—deunaprodigiosadestreza,sinembargo—,a lasquesupropietarionoponíaencontactoconeljabónmásqueaintervalosindeterminados.

Silacabeza,comoentodoelmundo,eraelpuntoculminantedesupersona,eraporquenohabíapodidoserdeotromodo.

Pero este ser original se vengaba y resarcía ofreciendo a la admiración públicauna cara cuya fealdad llegaba hasta la paradoja.Nada, empero,más sugestivo queaquellos rasgos contradictorios.Mentón grueso y cuadrado; boca grande, de labiosgordos, bien amueblada conmagníficos dientes; nariz ancha; orejasmal formadas,queparecíanhuirconhorrorelcontactodelcráneo;todoellosólodeunmodomuyindirectoevocabaelrecuerdodeAntínoo.Porelcontrario,lafrente,grandiosamentemodelada, de una admirable nobleza de líneas, coronaba aquel semblante extraño,como un templo corona una colina, templo a la altura de los más sublimespensamientos.Finalmente, para acabar,ZephyrinXirdal, pordebajode esta ampliafrente,abríaalaluzdeldíadosgrandesojossaltones,queexpresaban,segúnlahorayelminuto,lamásmaravillosainteligenciaolamásprodigiosaestupidezavecesenrápidocontraste.

No se apartaba con menos violencia en lo moral de la vulgaridad de suscontemporáneos.

Refractario a toda enseñanza regular, habíadecretadodesde sumás tierna edadqueseinstruiríacompletamentesolo,ysuspadressehabíanvistoobligadosaacatarsuindomablevoluntad;locual,alfinyalcabo,noleshabíaresultadodeltodomal.Aunaedadenqueunosearrastratodavíaporlosbancosdelosliceos,ZephyrinXirdalhabíaconcurrido—pordivertirse,segúnéldecía—atodaslasgrandesescuelas,unatrasotra;yenesosconcursoshabíaobtenidoinvariablementeelprimerpuesto.

Esoséxitos,sinembargo,seolvidabanapenasconquistados.Lasgrandesescuelas

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habíandebidoirborrandosucesivamentedelaslistasaaquelalumno,queseolvidabadepresentarsealasclases.

Muertos sus padres cuando tenía dieciocho años, quedando así dueño de susaccionesyrico,conunosquincemilfrancosderenta,ZephyrinXirdalseapresuróadar todas las firmasque lepidió su tutorypadrino, elbanqueroRobertLecoeur, aquienllamaba«sutío»porunacostumbredelainfancia.Libredespuésdetodaclasedecuidados, se instalóendoshabitacionesminúsculasdeunsextopisode lacalleCassette,enParís,

Allípermanecíaaúnalostreintayunaños.Desdequehabía instaladoallísuspenates,el localnosehabíaagrandadoy,no

obstante, era prodigiosa la cantidad de cosas que había ido almacenando. Todomezcladoyconfundido,distinguíansemáquinasypilaseléctricas,dínamos,aparatosdeóptica,retortasyotroscienaparatosdiversos.Montañasdefolletos,delibros,depapeles seelevabandesdeel suelohastael techo,amontonándosea lavezsobre lamesaysobrelaúnicasilla,cuyorespectivonivelibanelevandosimultáneamente,detalsuertequenuestroeruditonosedabacuentadelcambiocuandosentadosobrelaunaescribíasobrelaotra.Porlodemás,cuandosehallabademasiadomolestoporlospapelotes, sin gran fatiga ponía remedio a ese inconveniente; de un revés lanzabaalgunoslibrosalcentrodelahabitación;luego,tranquiloya,seponíaatrabajarsobreuna mesa perfectamente en orden, toda vez que no quedaba ya en ella nadaabsolutamente y se hallaba dispuesta, por consiguiente, para ser objeto de nuevasinvasiones.

¿Quéera,pues,loquehacíaZephyrinXirdal?Por regla general, debe reconocerse así, se contentaba con seguir sus ensueños

envuelto en el aromático humode una pipa inextinguible. Peromuchas veces, conintervalosvariables,acudíaaélunaidea.Entoncesarreglabaéllamesaasumanera,esdecir,desembarazándoladeunpuñetazo,yseinstalabaenellaparanoabandonarlahasta terminar el trabajo, durase lo que durase, cuarentaminutos o cuarenta horas.Luego,unavezpuestoelpuntofinal,dejabaelpapelqueconteníaelresultadodesusinvestigacionessobrelamesa,enlacualesepapelconstituíaunapartedeotrafuturapila,queseríadestruidacomolaprecedente,cuandollegaselanuevacrisisdetrabajo.

Eneltranscursodeesascrisissucesivaseirregularmenteespaciadas,habíatocadoélunpocodetodaslascosas.Matemáticastrascendentales,física,química,fisiología,filosofía, ciencias puras y aplicadas, habían solicitado a su turno su atención.Cualquiera que hubiese sido el problema, habíale abordado siempre con lamismaviolenciayelmismofrenesí,ysólolohabíaabandonadocuandolohabíaresuelto,amenosque...Amenosqueotraideanoleatrajeseconigualfuerza.

¡Cuántas observaciones ingeniosas o profundas, cuántas notas definitivas sobrelas dificultades más arduas de las ciencias exactas o las experimentales, cuántas

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invenciones prácticas dormían en el montón de papelotes que Zephyrin Xirdalrevolvíaconunpie,desdeñosamente!Jamáshabíapensadoensacarpartidodeaqueltesoro, si no era cuando alguno de sus raros amigos se lamentaba ante él de lainutilidaddeunainvestigaciónenunsentidocualquiera.

—Esperad—decía entonces Xirdal—; Yo debo de tener algo de eso por aquíencima.

Al mismo tiempo alargaba la mano, y del primer golpe, con un maravillosoacierto, cogía de entre todos aquellos papelotes aquel de sus estudios relativo a lacuestiónquesetratabayloentregabaasuamigo,conelpermisodeusardeélasuantojo.Ni una sola vez se le ocurrió la idea de que al obrar así obraba contra susintereses.

¿Hacer dinero...? ¿Para qué? Cuando necesitaba dinero se iba a casa de supadrino, Monsieur Robert Lecoeur, el cual, si bien había dejado de ser su tutor,continuaba siendo su banquero. Desde que vivía en la calle de Cassette habíaprocedido así. Tener deseos sin cesar renacientes y ser capaz de realizarlos esevidentementeunadelasformasdelafelicidad,peronoeslaúnica;sinlasombradelmásmínimodeseo,ZephyrinXirdaleracompletamentefeliz.

Aquellamañanadel1.°demayo,estehombrefeliz,sentadoconcomodidadsobresu única silla, descansando los pies, algunos centímetros más altos que la cabezasobre el alféizar de la ventana, fumaba una pipa particularmente agradable,distrayéndoseendescifrar charadas impresasenunpapel en formadebolsaque lehabíaentregadoeltenderoenvolviendoalgunasustanciaalimenticia.Terminadaestaoperación, y una vez arrojado el papel almontón, tendió indolentemente sumanoizquierdadelladodelamesaconelobjetodecogeralgunacosa,fueralaquefuese.

Loqueesamano izquierdahalló fueunmontóndeperiódicos.ZephyrinXirdalcogióalazarunodeesosperiódicos,queresultóserunnúmerodelJournaldehacíaochodías.Esaantigüedadnoeraparaespantaraunlectorquevivíafueradelespacioydeltiempo.

Dirigió lasmiradas sobre la primera página; pero, naturalmente, no la leyó; deigualmanerarecorriólasegundaytodaslasdemás,hastallegaralaúltima,enlaquesedetuvointeresándosemuchoenlosanuncios;después,creyendopasaralapáginasiguiente,volvióinocentementealaprimera.

Sindarsecuenta,susmiradascayeronsobreelepígrafedelartículoderedacción,yundestellodeinteligenciabrillóensuspupilas,quehastaesemomentosólohabíanexpresadolamásperfectaimbecilidad.

Eldestelloseacentuóhastaconvertirseenllamaradaamedidaqueproseguíayseterminabalalectura.

—¡Toma...! ¡Toma...! ¡Toma! —murmuró en tres tonos diferentes ZephyrinXirdal,quesecreyóeneldeberdeprocederaunasegundalectura.

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Teníalacostumbredehablarenvozalta,yhastadehablarenpluralenlasoledadde su gabinete; pero esta vez se limitó a su triple exclamación. PoderosamenteinteresadoporlaprosadelJournal,continuóensilenciosulectura.

¿Quéera,pues,loqueleíacontantoytanevidenteapasionamiento?El último ser de todo el mundo descubría sencillamente entonces el bólido de

Whaston y aprendía al propio tiempo su insólita composición, habiendo dado lacasualidad de que sus miradas cayeran sobre un artículo que hablaba de aquellafabulosaboladeoro.

—¡Vaya una cosa extraña! —declaró para sí mismo, una vez terminada susegundalectura.

Permanecióalgunosinstantessoñando;luegosuspiesabandonaronelalféizardelaventanayseacercóalamesa.Lacrisisdetrabajoerainminente.

Sin vacilar encontró en medio de todas las demás la revista científica quedeseaba,ylaabrióenlapáginaqueerapreciso.

Unarevistacientíficatieneelderechodesermástécnicaqueungrandiario;yasí,enaquéllaaparecíantodosloselementosdelbólido;trayectoria,velocidad,volumen,masa, naturaleza; con todos los pormenores y el tecnicismo científicocorrespondiente.

ZephyrinXirdalseasimilósinesfuerzoaquelalimentointelectualdenaturaleza,sin embargo, bastante indigesta, tras lo cual lanzó una mirada sobre el cielo,comprobandoqueningunanubemanchabasuazul.

—Vamos, pues, nosotros a verlo... —murmuró, sin dejar de efectuar con unamanoimpacienterápidoscálculos.

Hechoesto,introdujosubrazobajounmontóndepapelesacumuladosenunodelosrincones,yconunmovimientoalquesólounalargaprácticapodíadartangranprecisión,envióelmontónaotrorincón.

—¡Esadmirableelordenquetengo!—dijoconevidentesatisfacciónalverque,conforme a sus previsiones, quedaba al descubierto un anteojo astronómico, tancubiertodepolvocomounabotellacentenaria.

Conducirelanteojoantelaventana,dirigirlehaciaelpuntodelcieloqueacababadedeterminarpor el cálculo, aplicar suojo al ocular, todoesononecesitó sinouninstante.

—Perfectamenteexacto—dijo,trasalgunosminutosdeobservación.Algunosotrosinstantesdereflexión,yluegocogiódeliberadamentesusombrero

ycomenzóabajarsusseispisosendirecciónalacalledeDrouot,alacasadebancaLecoeur,delaqueesacalleseenorgullecíaconjusticia.

ZephyrinXirdalsóloconocíaunamaneradehacersustrayectos;jamásómnibus,tranvíasnicoches;cualesquieraquefuesenlascircunstanciasqueteníaquerecorrer,recorríalasinvariablementeapié.

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Perohastaenesteejercicio,elmásnaturalyelmásprácticodetodoslosdeportes,noeraposiblequedejasedemostrarseoriginal.Conlosojosbajos,balanceandosusanchasespaldasdederechaaizquierda,marchabaatravésdelaciudadlomismoquesi hubiese estado en un desierto; con igual seguridad avanzaba, sin fijarse envehículos ni peatones. Así, ¡cuántas exclamaciones de «bruto», «mal educado»,«grosero»,proferidasporlospaseantesatropellados!¡Quédeinjuriasmásenérgicas,vociferadasporloscocherosobligadosadetenersuscarruajesparanoatropellarle!

De nada de eso se cuidaba ZephyrinXirdal. Sin darse cuenta del concierto demaldicionesque se alzaba tras él, como la estelaque formadetrásdeunbuqueenmarcha,proseguíaimperturbablesucaminoagrandespasos,igualesyfirmes.

VeinteminutoslebastaronparallegaralacalleDrouot,alabancaLecoeur.—¿Estámitío?—preguntóalordenanza,quesehabíalevantadoalacercarseél.—Sí,señorXirdal.—¿Sólo?—Sí,señor.ZephyrinXirdalempujólapuertaypenetróeneldespachodelbanquero.—¡Toma!¿Erestú?—preguntómaquinalmenteMonsieurLecoeuralveraparecer

asusobrino.—Todavezqueestoyaquíencarneyhueso—respondióZephyrinXirdal—me

atrevoaafirmarquelapreguntaesociosayquelarespuestaseríasuperfetatoria.Monsieur Lecoeur, habituado a las singularidades de su ahijado, a quien

consideraba,conrazón,comoundesequilibrado,aunqueenciertosaspectosgenial,echóseareírdemuybuenagana.

—¡Efectivamente!—reconoció—. Pero el haber respondido sí habría sidomásbreve.Yelobjetodetuvisita,¿tengoderechodepreguntarlo?—Sí,porque...

—¡Inútil! —interrumpió Monsieur Lecoeur—. Mi segunda pregunta es tansuperflua como la primera, habiéndome enseñado la experiencia que te veoúnicamentecuandotienesnecesidaddedinero.

—¡Eh!—objetóZephyrinXirdal—.¿Noesustedmibanquero?—Cierto—concedióMonsieurLecoeur—;perotúeresunclientebiensingular.

¿Mepermitirásaestepropósitoquetedéunconsejo?—¡Si eso le resulta agradable...! —Ese consejo es que seas un poco menos

económico. ¡Quédiablo!,miqueridoamigo,¿quéhaces túde tu juventud?¿Tienesideasiquieradelestadodetucuentaenmicasa?—Nilamásmínima.

—Tu cuenta... es monstruosa sencillamente. Pero, hombre, te dejan tus padresmásdequincemilfrancosderenta,¡ynollegasagastarnicuatromil!

—¿Sí?—dijoXirdal,muysorprendido,alparecer,con lanoticiaqueoíapor lavigésimavez.

—Así es; de tal modo que tus intereses van acumulándose; no conozco

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exactamentetucréditoactual,perocontodaseguridadpasadecienmilfrancos.¿Enquévamosaemplearesedinero?

—Estudiaré la cuestión —afirmó Zephyrin Xirdal muy seriamente—. Por lodemás, si no sabe usted qué hacer de ese dinero, no tiene que hacer sinodesembarazarsedeél.

—¿Cómo?—Dándolo;esmuysencillo.—¿Aquién?—Acualquiera;¿quémeimportaamíyquéquiereustedqueyohaga?MonsieurLecoeuralzóloshombros.—En fin, ¿qué necesitas hoy? —preguntó—. ¿Doscientos francos, como de

costumbre?—Diezmilfrancos—respondióZephyrinXirdal.—¿Diezmil francos?—repusoMonsieur Lecoeur, sorprendido—. ¡He ahí una

cosabienrara,hombre!¿Quées,pues,loquequiereshacertúcondiezmilfrancos?—Unviaje.

—Excelenteidea.¿Aquépaís?—Nosénada—declaróZephyrinXirdel.MonsieurLecoeur,muydivertido,miró

burlonamenteasuahijadoycliente.—Esése—dijomuyserio—unhermosopaís.Heahí tusdiezmil francos.¿Es

eso todo lo que deseas?—No; necesitaría también un terreno.—¿Un terreno?—repusoelbanquero,queiba,comosueledecirse,desorpresaensorpresa.

—Un terreno como todos los terrenos; dos o tres kilómetros cuadrados, porejemplo.

—Un pequeño terreno—afirmó fríamenteMonsieur Lecoeur, que preguntó entonodebroma—;BoulevarddesItaliens?

—No—respondióZephyrinXirdal—.NoenFrancia.—¿Dónde,entonces?Habla.—No sé nada—dijo por segunda vezZephyrinXirdal, sin conmoverse lomás

mínimo.MonsieurLecoeurreteníaaduraspenaslarisa.—Asíalmenoshaydondeelegir—dijo—.Pero,dime,miqueridoZephyrin,¿no

estarástúunpoco...chiflado,porcasualidad?¿Aquédemoniosvienetodoeso?—Tengounnegocioenperspectiva—declaróZephyrinXirdal,mientrassufrente

seplegababajoelesfuerzodelareflexión.—¡Unnegocio!—exclamósutíoenelcolmodelaextrañeza.Queaquellocosoñaseennegociosera,enefecto,cosadeconfundiracualquiera.

—Sí—afirmóZephyrinXirdal.—¿Importante?—¡Bah...!Decincoaseismilmillaresdemillonesdefrancos.

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EstaveznopudoMonsieurLecoeurdejardemirarconinquietudasuahijado;sinobromeaba,eraqueestabalocodeveras.

—¿Hasdicho...?—preguntó.—Decincoaseismilmillaresdemillonesdefrancos—repitióZephyrinXirdal,

muytranquilamente.—¿Estásentujuicio,Zephyrin?—insistióMonsieurLecoeur—.¿Sabestúqueno

haysobrelatierrabastanteoroparahacerlacentésimapartedeesasumafabulosa?—Sobrelatierraesposible—dijoXirdal—;peroenotraparteyaescosadistinta.

—¿Enotraparte?—Sí;acuatrocientoskilómetrosdeaquí,segúnlavertical.Unrayodeluzatravesóelespíritudelbanquero.Informado,comotodoelmundo,

por los periódicos, que durante tan largo tiempo habían tratado el mismo asunto,creyóhabercomprendido.Habíacomprendido,enefecto.

—¿Elbólido?—balbució,palideciendolevemente.—Elbólido—repusoXirdaltranquilamente.Siotroquesuahijadosehubieseexpresadoenaquellostérminos,eraindudable

que Monsieur Lecoeur le habría hecho poner inmediatamente a la puerta; losinstantesdeunbanquerosondemasiadopreciososparaqueleseapermitidogastarlosinútilmenteenescuchar locuras.PeroZephyrinXirdalnoeracomo todoelmundo.Hartociertoeraque la cabezadeésteno sehallabamuybienequilibradayque lefaltabaalgúntornillo,masnoporesodejabadeconteneruncerebrodegenioparaelquenadaeraimposibleapriori.

—¿Quieres tú explotar el bólido?—preguntóMonsieur Lecoeur,mirando a suahijadocaraacaraconprofundacuriosidad.

—¿Porquéno?¿Quéhaydeextraordinarioenello?—Peroesebólidosehallaacuatrocientoskilómetrosdelsuelo,segúnacabasde

decirtúmismo.Supongoquenotendráslapretensióndeelevartehastaallá...—¿Paraqué,sipuedohacerlecaer?—¿Elmedio?—Yolotengo;esobasta.—¡Lotienes...!¡Lotienes...!¿Cómopodrástúobrarsobreuncuerpotandistante?

¿Dóndetomarástupuntodeapoyo?¿Quéfuerzapondrásenjuego?—Seríamuy largo el explicarle a usted esto—respondióZephyrinXirdal—,y,

porlodemás,bieninútil;nocomprenderíaustedunapalabra.—Muybondadoso—dijosinenfadarseydandolasgraciasMonsieurLecorue.A su instancia, consintió, no obstante, su ahijado en dar algunas sucintas

explicaciones;explicacionesqueelnarradordeestasingularhistoriavaaresumir,sindeclararseenproniencontradeellas.

Para Zephyrin Xirdal, la materia no es más que una apariencia, y pretende

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demostrarlofundándoseenlaimposibilidaddeconocersuconstitucióníntima.Puededescomponérselaenpartículas,moléculas,yátomos,perosiemprequedaráalgo,unaúltimafracciónrespectodelacualseplantearáíntegramenteelproblema;yohabríaqueprocederhastael infinito,o tendríaque llegarseaunprincipioprimeroquenofueramateria;esteprimerprincipioinmaterialeslaenergía.

¿Quéeslaenergía?ZephyrinXirdalconfiesaquenosabenadaacercadeeso.Nohallándoseelhombreen relaciónconelmundoexteriormásquepormediode lossentidos, y siendo los sentidos del hombre sensibles exclusivamente a lasexcitacionesdeordenmaterial,todoloquenoesmateriapermaneceignoradodeél.Si por un esfuerzo de la razón pura puede admitir la existencia de un mundoinmaterial,esimposiblequeconcibasunaturalezaoqueselaimaginealmenos.

Laenergía,segúnZephyrinXirdal, llenaelUniversoyoscilaeternamenteentredoslímites:elequilibrioabsoluto,quesolamentepodríaobtenerseconlareparticiónuniformeenelespacio,ylaconcentraciónabsolutaenunsolopunto,queseveríaenesecasorodeadodeunvacíoperfecto.

Enoposición con el axioma clásico«nada se crea y nada se pierde», proclamaXirdal que todo se crea y todo se pierde. La sustancia, eternamente destruida, serecomponeeternamente;cadaunodesuscambiosdeestadovaacompañadodeunairradiacióndeenergíaydeunadestruccióndesustanciacorrespondiente.

Estadestrucciónexiste,auncuandonopuedasercomprobada.Elsonido,elcalor,laelectricidad,laluz,sonunapruebaindirectadeello.Esosfenómenossonmateriairradiada,ypormediodeellossemanifiestalaenergíaliberada,auncuandobajounaformagroseraaúnysemimaterial.Laenergíapura,sublimadaenciertasuerte,sólopuedeexistirmásalládelosconfinesdelosmundosmateriales.Lamanifestacióndeesaenergíaydesutendenciaaunacondensaciónsiempremayoreslaatracción.

TaleslateoríaqueZephyrinXirdalexponía.—Sentado esto —concluyó diciendo Xirdal, como si acabase de emitir las

proposiciones más sencillas—, basta con que yo liberte una pequeña cantidad deenergíayladirijasobretalocualpuntodelespacioquemeconvenga,paraqueseadueñodeejercerunainfluenciasobreuncuerpopróximo,sobretodosiesecuerpoesde poca importancia, que también él tenga una cantidad considerable de energía.¡Estoeselemental!

—Y¿tienestúelmediodeliberaresaenergía?—preguntóMonsieurLecoeur.—Tengo,locualvieneaserlomismo,elmediodeabrirleunpaso,quitandoante

éltodoloqueessustanciaymateria.—¡En ese caso —exclamó Monsieur Lecoeur— podrías trastornar tú toda la

mecánicaceleste!NoparecióZephyrinXirdalturbadoantelaenormidaddesemejantehipótesis.—Actualmente—reconocióconunamodestasencillez—,lamáquinaqueyohe

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construidonopuededarmemásqueresultadosmuchomásdébiles.Es,noobstante,suficiente para dar movimiento e impulso a un bólido de algunos millares detoneladas.

—¡Amén! —terminó diciendo Monsieur Lecoeur, que comenzaba a sentirseconmovido—.¿Pero,¿dóndepiensashacercaeratubólido?

—Enmiterreno.—¿Quéterreno?—El que habrá de comprarme usted cuando yo haya hecho los cálculos

necesarios.Yaleescribiréacercadeesteparticular.Porsupuesto,elegiré,enloqueposiblesea,unaregióncasidesiertaenqueestébaratoelsuelo;ypuedeocurrirquehayadificultadesparaelactadeventa;nosoycompletamentelibreenlaelección,ypuedesucederqueelpaísnoseademuycómodoacceso.

—Esoesasuntomío—dijoelbanquero—.Yorespondodetodoaesterespecto.Con esta seguridad y con los diez mil francos puestos en un paquete en su

bolsillo,volvióseagrandespasosasucasaZephyrinXirdal,yunavezencerradoenella,sentóseasumesa,previamentedesembarazada,deunrevés,comosiempre.

Lacrisisdetrabajosehallabaindudablementeensuperíododecisivo.Toda lanoche se la pasó encarnizado en sus cálculos, pero al llegar lamañana

estabadescubiertalasolución.Habíadeterminadolafuerzaqueeranecesarioaplicaral bólido, las horas en las que debía aplicarse esta fuerza, las direcciones queconveníadarle,ellugarylafechadelacaídadelmeteoro.

Tomóenseguidalapluma,escribióaMonsieurLecoeurlacartaprometida,bajóadepositarlaenelbuzónyvolvióaencerrarseensuhabitación.

Cerrada la puerta, aproximóse a uno de los rincones, al mismo donde habíaarrojado lavísperacon tanadmirableprecisiónelmontóndepapelesquecubría elanteojo.Tratábasealasazóndellevaracabolaoperacióninversa.Metióelbrazoenelmontóndepapelotesylosenvió,alsitiodedondehabíanllegado.

Tuvoestocomoresultadoelhacerapareceralaluzdeldíaunacajanegruzca,queXirdal levantó sin esfuerzo, transportándola al centro de la habitación, frente a laventana.

Nadadeparticularhabíaenelaspectodeaquellacaja,unsencillocubodemaderapintadodecoloroscuro.Enelinteriorsólohabíacarretesintercaladosentreunaseriedeampollasdevidrio,cuyasagudasextremidadesestabanunidasdedosendosporhilosdecobre.Sobrelacaja,alairelibre,sedescubríaunreflectormetálicoconunaúltima ampolla doblemente fusiforme, que ningún conductor material unía a lasdemás.

Con ayuda de instrumentos de precisión, orientó Zephyrin Xirdal el reflectormetálico en el sentido riguroso que le indicaban sus cálculos de la noche anterior;luego,habiendocomprobadoquetodosehallabaenorden,colocóenlaparteinterior

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delacajauntubitoquebrillabaconvivosdestellos.Amedidaqueibarealizandoesasoperaciones,hablaba,segúnsucostumbre,comosihubieraqueridohaceradmirarsuelocuenciaaunimponenteauditorio.

—Esto,señores—decía—,eselXirdaliwn,cuerpocienmilvecesmásradiactivoqueelradio.Advertiré,dichoseaentrenosotros,quesiyousoestecuerpoesunpocoparalagalería.Noesqueperjudique,perolatierrairradiabastanteenergíaparaqueresultesuperfluoañadirlenada.Esungranodesalenelmar.Sinembargo,unpocodemiseenscénenosientamal,amijuicio,enunaexperienciadeestanaturaleza.

Mientrashablaba,habíacerrado la caja,unidapormediodedoscables con loselementosdeunapilacolocadasobreunestante.

—Las corrientes neutras helicoidales —continuó—, por ser neutras, tienennaturalmentelapropiedadderechazartodosloscuerpossinexcepción,hállenseesoscuerposmásomenoselectrizados.Porotraparte,siendohelicoidades,adoptanunaformahelicoidal;hastaunniñocomprenderíaesto...

Cerradoelcircuito,dejóseoírunsuaverumorenlacaja,yunaluzazuladabrotódelaampollaexterior.Casienseguidatomóestaampollaunmovimientoderotación,que,lentoalprincipio,fueacelerándosedesegundoensegundohastallegarprontoaserabsolutamentevertiginoso.

Zephyrin Xirdal contempló durante algunos momentos aquella ampolla ydespués,sumirada,siguiendounadirecciónparalelaalejedelreflectormetálico,seperdióenelespacio.

Aprimeravista noparecía que la acciónde lamáquina se revelasepor ningúnsigno material; pero observando atentamente, habría podido notarse un fenómenobastantesingular.Lastenuespartículasdepolvilloensuspensiónenlaatmósferasehabían puesto en contacto con los bordes del reflector metálico, y giraban conviolencia,formandounconotruncado,cuyabaseseapoyabasobrelacircunferenciadel reflector, y a losdoso tresmetrosde lamáquina este cono se convertía enuncilindrodealgunoscentímetrosdediámetro,yesecilindrodepolvopersistíaenelexterior, al aire libre, a pesar de una brisa bastante viva, hasta elmomento en quedesaparecíaenlaslejanías.

—Tengo el honor, señores, de anunciaros que todo marcha perfectamente —formuló Zephyrin Xirdal, sentándose sobre su única silla y encendiendo una granpipa.

Media hora más tarde detenía el funcionamiento de la máquina, que volvió aponerenmarchamuchasvecesenaqueldíayenlossiguientes,teniendocuidadodedirigir el reflector en cada una de las experiencias hacia un punto diferente delespacio.Durantediecinuevedíasprocediódeestasuerteconabsolutaprecisión.

Acababa el día vigésimo de poner sumáquina en acción y de encender su fielpipa,cuandoeldemoniode las invencionesseapoderóunavezmásdesucerebro.

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Unadelasconsecuenciasdeesateoríadeladestrucciónperpetuadelamateria,quesucintamentehabíaexpuestoaMonsieurRobertLecoeur,seimpusoasuespírituDerepente,comoleacontecíadeordinario,acababadeconcebirelprincipiodeunapilaeléctrica capaz de regenerarse a sí misma por virtud de reacciones sucesivas, laúltima de las cuales reduciría los cuerpos descompuestos a su estado primitivo.Semejantepilafuncionaríaevidentementehastaladesaparicióntotaldelassustanciasempleadas, y hasta su transformación íntegra en energía. Era prácticamente elmovimientocontinuo.

—¡Canario...! ¡Pero...! ¡Canario! —balbució Zephyrin Xirdal, presa de granemoción.

Reflexionó,comoélsabíareflexionar,esdecir,proyectandosobreunsolopuntotodalafuerzavitaldesuorganismo.

—Basta de objeciones—dijo al fin, traduciendo en voz alta el resultado de suesfuerzointerior—.Precisoesensayaralinstante.

ZephyrinXirdalcogiósusombrero,bajósusseispisosyseprecipitóencasadeuncarpintero,aquienexplicódeunmodoclaroyterminanteloquedeseaba.

Dadalaexplicaciónconordendequeloejecutaransobrelamarcha,fueseacasade un fabricante de productos químicos, donde era muy conocido; eligió allíveintisietebotecillos,queelempleadoenvolvióenunpaperfuerte,atandoeltodoconunacuerdaresistente.

Terminadoelembalaje,disponíaseZephyrinXirdalapenetrarensucasa,conelpaqueteenlamano,cuandoalapuertamismadelatiendahallósefrenteafrenteconuno de sus raros amigos, bacteriólogo de positivomérito.Xirdal, abstraído en sussueños,novioalbacteriólogo,peroéstevioaXirdal.

—¡Hola,Xirdal!—exclamó, entreabiertos los labios, con una alegre sonrisa—.¡Vayaunencuentro!

A esta voz bien conocida, el interpelado consintió en abrir los ojos sobre elmundoexterior.

—¡Hola!—repitiócomouneco—.¡MarcelLeroux!—Elmismo,amigoXirdal.—¿Yquétal...?Contentísimodeverle,yalosabe.—Puesestoycomounhombrequesehallaapuntodetomareltren.Talycomo

ustedmeve, coneste saquito enbandolera, en el cual llevo trespañuelosyvariosotrosartículosporelestilo,corroalaplayaadarmeunhartazgodeairespurosporochodías.—¡Muybienhecho!—exclamóZephyrinXirdal.

—Deusteddependehacerlomismo.—Tieneustedrazón.—AmenosquenosehalleenestemomentoretenidoenParís.—Enmaneraalguna.—¿Notieneustednadaquehacer?¿Nohayningunaexperienciapendiente...?

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Xirdalbuscóconlamejorbuenafeensusrecuerdos.—Nadaabsolutamente—contestó.—En ese caso, véngase usted; no le vendrámal ocho días de vacaciones; ¡qué

bienlopasaríamos!—Sin contar —interrumpió Xirdal— que podría aprovecharme de ello para

dilucidarunpuntoquemepreocupa,apropósitode lasmareas.Hállaseesto ligadocon problemas generales que tengo en estudio. En ello precisamente estaba yopensando en el momento de encontrarnos —afirmó con la mayor sinceridad. —¿Vieneustedentonces?—Sí.

—Enmarcha,pues...Peroahorapiensoquetendríamosquepasarnosantesporsucasa...,ynosésilahoradeltren...

—Esinútil;yotengoaquítodoloquemehacefalta.Yeldistraídomostrabaconlamiradaelpaquetedelosveintisietebotecillos.—¡Perfectamente!—dijoalegrementeMarcelLeroux.Ambosamigossepusieronenmarchaagrandespasos,endireccióndelaestación

delferrocarril.—Ustedcomprende,miqueridoLeroux;yosupongoquelatensiónsuperficial...Unaspersonasquesecruzaronconellosobligaronaambosamigosa separarse

unodeotro,yelrestodelafrasedeXirdalseperdióenelbarullodeloscarruajes.Importábale estomuy poco a ZephirynXirdal, que prosiguió imperturbable su

explicación, dirigiéndose sucesivamente a una serie de transeúntes, quienes lemiraban con gran sorpresa. No se daba de ello cuenta el orador, y persistía endiscurrirconelocuencia,sindejardehenderlasolashumanasdelocéanoparisiense.

Yduranteestetiempo,mientrasqueXirdal,abstraídoensunuevachifladura,sealejaba agrandespasoshacia el tren, que le llevaría lejosde la ciudad, en la calleCassette,enunahabitacióndesextopiso,unacajanegruzca,deaspectoinofensivo,continuabamoviéndosediscretamente;unreflectormetálicocontinuabaproyectandosu luz azulada, y el cilindro de polvillo continuaba arrollándose, tan rígido y tanfrágil,enelespaciodesconocido.

Abandonadaasímismalamáquina,queZephirynXirdalhabíaolvidadodetener,ignorandoalasazónhastasuexistencia,proseguíaciegamentesuoscuroymisteriosotrabajo.

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CapítuloXI

ENELQUEMR.DEANFORSYTHYELDOCTORHUDELSONEXPERIMENTANUNAVIOLENTAEMOCIÓN

Yaestabaperfectamenteconocidoelbólido.Conelpensamientocuandomenos,selehabía dado la vuelta.Habíase determinado su órbita, su velocidad, su volumen, sumasa,sunaturaleza,suvalor.Yanisiquieracausabainquietud,puestoque,siguiendosu trayectoria con unmovimiento uniforme, no se hallaba destinado a tocar nuncasobrelatierra.Nadamásnaturalporconsiguiente,quelaatenciónpúblicadejasedefijarseenaquelmeteoroinaccesible,quehabíaperdidotodosumisterio.

Sin duda que, en los observatorios, algunos astrónomos lanzaban todavía, detiempoentiempo,unamiradarápidasobrelaesferadeoroquegravitabaporencimadesuscabezas,peroseapartabandeélenseguida,parafijarseenotrosproblemasdelespacio.

LaTierraposeíaunsegundosatélite;heahí todo.Peroqueesesatélitefuesedehierroodeoro,¿quépodíaesoimportaralossabios,paraquieneselmundoapenasesotracosaqueunaabstracciónmatemática?

El tiempo, que se mantenía espléndido, favorecía de un modo deplorable sumanía,permitiéndolespercibirelastroerranteunadocenadevecescadaveinticuatrohoras. Que debiese o no caer sobre la Tierra, las insólitas particularidades delmeteoro, que le hacían único y para siempre célebre, aumentabanmás todavía suenfermizodeseodeserdeclaradoscadaunodeelloselúnicodescubridor.

En semejantes condiciones, locura era intentar una reconciliación de ambosrivales, entre los cuales, por el contrario, se alzaba cada día una nueva barrera deodio.NiMrs.HudelsonniFrancisGordonsehacíanilusionessobreelparticular.

Estaba,noobstante,escritoqueaquella situación,yagrave, secomplicaríamásaún.

Latardedel11demayo,Mr.DeanForsyth,que,comodecostumbre,mirabaporel telescopio, se apartó bruscamente del instrumento, lanzando una exclamaciónahogada,y tomóunascuantasnotassobreunpapel,volviendo luegoalaparatoyatomarnuevasnotas,continuandoenestemanejohastaladesaparicióndelbólidodelhorizonte.

En tal momento, tan pálido estaba Mr. Dean Forsyth y con tantos esfuerzosrespiraba, que«Omicron», creyendoa su amoenfermo, seprecipitó en su socorro.Peroésteleapartóconungestoy,conelpasoinciertodeunborracho,refugióseensugabinetedetrabajo,endondeseencerróbajodoblevueltadellave.

Desde entonces no se había vuelto a ver aMr. Dean Forsyth; durantemás de

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treinta horas había permanecido sin comer ni beber. Una sola vez había logradoFrancisforzarlapuerta,permaneciendoensuumbralalobservareldeplorableestadoenqueseencontrabasutío.

—¿Quémequieres?—habíadichoMr.DeanForsyth.—Pero, tío—había dicho Francis— hace ya veinticuatro horas que está usted

encerrado...¡Permítanos,cuandomenos,queletraigamosdecomer!—Nonecesitonada—habíarespondidoMr.DeanForsyth—,sinoessilencioy

tranquilidad,ytesuplico,comounverdaderofavor,quenoturbesmisoledad.Antesemejanterespuesta,formuladaconinvenciblefirmeza,yalpropiotiempo

con una suavidad a la que no estaba acostumbrado Francis, no había tenido esteúltimovalorpararesistir.Habríasido,porlodemás,bastantedifícillocontrario,yaqueconaquellasúltimaspalabraselastrónomohabíavueltoaencerrarseyFrancissehabíaretiradosinsabernada.

Enlamañanadel13demayo,antevísperadelmatrimonio,exponíaFrancisporlavigésima vez esta nueva causa de cuidados a Mrs. Hudelson, que le escuchabasuspirando.

—Nopuedocomprendernadadeloquepasa—dijoalfin—.EsdecreerqueMr.Forsythymimaridosehanvueltolocos.

—¡Cómo!—exclamóFrancis—.¿Sumarido...?¿Habíaleocurrido tambiénalgoaldoctor?

—Sí—dijoMrs. Hudelson—. Aun cuando se hubieran puesto de acuerdo, noobraríandeotromodo.Paramimaridolacrisishacomenzadomástarde;heahítodo;sólodesdeayermañanaestáencerradoensudespacho.Desdeesemomentonadielehavisto,ypuedeustedimaginarsenuestrasinquietudes.

—Esparavolverseloco—exclamóFrancis.—LoquemedicedeMr.Forsyth—repusoMrs.Hudelson—,mehacecreerque

amboshabránhechoalavezalgunaobservaciónapropósitodesumalditobólido.—¡Ah, si en mi mano estuviera! —intervino Loo. —¿Qué haría mi querida

hermanita?—preguntóFrancisGordon.—¿Que qué haría...? Puesmuy sencillo: enviaría a esa estúpida bola de oro a

pasearsetanlejosquenilosmejoresanteojospudierandescubrirla.Talvez,enefecto,ladesaparicióndelbólidohabríavueltolacalmaaMr.Forsyth

yaldoctorHudelson.¿Quiénsabesi,ausenteelbólidoparanovolver,nosecuraríanderepentesusabsurdoscelos?

Peronoparecíaquedebieraproducirseestaeventualidad.Elbólidoestaríaallíeldíadelmatrimonio, loestaríadespuésy loestarásiempre,hasta laconsumacióndelossiglos,puestoquegravitabaconunaregularidadconstantesobresuimperturbableórbita.

—Enfin—dijoFrancis—,yaveremos.Antesdecuarentayochohorashabráque

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tomarunpartidodefinitivo,yentoncessabremosaquéatenernos.Al volver a la casa deElisabethStreet pudo creer, por lo demás, que el nuevo

incidente no tendría nuevas consecuencias funestas. Mr. Dean Forsyth había, enefecto,salidodesuaislamientoydevoradosilenciosamenteunacopiosacomidayalasazóndormíaapiernasuelta,mientrasque«Omicron»desempeñabaenlaciudadunacomisióndesuamo.

—¿Vistetúamitíoantesdeacostarse?—preguntóFrancisaMitz.—Como te estoy viendo a ti—respondió ésta—, toda vez que fui yo quien le

sirviólacomida.—¿Teníahambre?—Unhambrecanina.Nadaabsolutamentedejódelalmuerzo.—¿Ycómoestaba?—No del todo mal, salvo que estaba pálido como un espectro y con los ojos

enrojecidos.Yoleaconsejéqueseloslavaseconaguaborricada.Perocreoquenimeoyósiquiera.

—¿Nodijonadaparamí?—Nipara tiniparanadie.Comió sindespegar los labiosymarchóaacostarse

despuésdeenviaralamiKronealWhastonStandard.—¡Al Whaston Standard! —exclamó Francis—. Apostaría que es para

comunicarle el resultadode su trabajo. ¡Otravezvana comenzar laspolémicasdeprensa...!¡Nonosfaltabamásqueeso!

Con desolación leyó Francis al día siguiente la comunicación al periódico,comprendiendo que un nuevo alimento se daba con ella a la funesta rivalidad tanperjudicialpara los interesesde sucorazón.Yesadesolaciónaumentó, cuandovioque ambos rivales habían coincidido una vezmás en sus juicios, puesmientras elStandardpublicabalanotadeMr.DeanForsyth,elWhastonMorningpublicabaunanota semejantedeldoctorHudelson.Seguía,pues, aquella luchaencarnizada, en laqueningunodeloscombatienteshabíaconseguidolamenorventaja.

AlmismotiempoqueFrancis, todoWhaston,yalmismotiempoqueWhaston,todoelmundo,conocieronlasorprendentenuevadadaalpúblicoporlosastrónomosde Elisabeth Street y de Moriss Street, que fue asunto de los más apasionadoscomentariosenamboshemisferios.

Mr.DeanForsythyeldoctorSydneyHudelsoncomenzabanporexponerquesuscontinuasobservacionesleshabíanpermitidonotarunaincontestableperturbaciónenlamarchadelbólido.Suórbita,hastaentoncesexactamenteNorte-Sur,habíaahoraderivado ligeramente hacia Nordeste-Sudoeste. Por otra parte una modificaciónmucho más importante había sido comprobada en lo relativo a su distancia de laTierra,distanciaque, ligera,pero incontestablemente, sehabía reducido, sinque seaumentase lavelocidadde traslación.Deesasobservaciones,yde los cálculosque

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habíansidosuconsecuencia,inferíanambosastrónomosqueelmeteoro,enlugardeseguirunaórbitaeterna,caeríaforzosamentesobrelaTierra,enunpuntoyunafecha,quealpresenteerayaposibleprecisar.

SihastaaquísehallabandeacuerdoMr.ForsythyeldoctorHudelson,dejabandeestarloenlodemás.Mientrasquelassabiasecuacionesdelunolellevabanapredecirque el bólido caería el 28 de junio en la extremidadSur del Japón, las ecuacionesigualmentesabiasdelotroleobligabanaafirmarqueestacaídaseproduciríael7dejulioenunpuntodelaPatagonia.

¡He ahí la manera que tienen de entenderse los astrónomos! ¡Qué el públicoeligieraloquetuvieseporconveniente!

Porelmomentoelpúbliconopensabaenelegir.Unsolohecho le interesaba,yeraqueelasteroidecaeríayconélmillonesquepaseabanenelespacio;estoeraloesencial.

Las consecuencias de semejante acontecimiento eran el tema de todas lasconversaciones.

EnloqueconcierneaFrancis,experimentóunaverdaderadesesperación.¿Quéleimportabanaquellosmillones?ElúnicobienquedeseabaeraasuamadaJenny.

CorrióalacasadeMorissStreet.Tambiénallíseconocíalafunestanuevaysecomprendían sus lamentables consecuencias. La riña violenta y sin remedio erainevitableentrelosdosinsensatosqueseatribuíanderechossobreunastrodelcielo,ahoraquealamorpropioprofesionalseuníaelinterésmaterial.

¡CuántossuspirosexhalóFrancisalestrechar lasmanosdeMrs.Hudelsonydesus amables hijas! ¡Qué estallidos de cólera se permitió la inquieta Loo! ¡CuántaslágrimasvertiólaencantadoraJenny,lágrimasquenisumadre,nisuhermana,nisunovio,pudieronsecar,niaunhabiéndoleesteúltimojuradoeternafidelidadyesperarhasta que se gastase el último céntimo de aquellos millones por el propietariodefinitivo del fabuloso meteoro; juramento imprudente que, según todas lasapariencias,lecondenabaauncelibatoeterno!

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CapítuloXII

ENELCUALSEVEAMRS.ARCADIASTANFORTESPERAR,ASUVEZ,NOSINUNAGRANIMPACIENCIA;YENELQUEMR.JOHNPROTHSE

DECLARAINCOMPETENTE

El juez JohnProth, aquellamañana, estabaasomadoa suventana,mientrasque susirvientaKateibayveníaporlahabitación.QueelbólidopasaseonoporencimadeWhaston era cosa que le tenía completamente sin cuidado; sin género alguno depreocupaciones,recorríaélconlamiradalaplazadelaConstitución,sobrelaqueseabríalapuertadesupacíficamorada.

PeroloqueMr.Prothjuzgabasininterés,nodejabadeteneralgunaimportanciaparaKate.

—Así,pues,señor,¿seríadeoro?—preguntóella,deteniéndoseantesuamo.—Asíparece—contestoeljuez.—Notienetrazaslacosadeproducirlegranefecto.—Exacto.—Y,sinembargo,siesdeorodebevalermuchosmillones.—Millones y millares de millones, Kate... Sí; son unos cuantos millares de

milloneslosquesepaseanporencimadenuestracabeza.—¡Yquevanacaer,señor'—Asílodicen,Kate.—Noobstante...—¿Seimaginaustedsiquiera,Kate,loqueesunmillardemillones?—Es...Es...—Milvecesunmillón.—¡Tanto...!—Sí,Kate,yaunqueviviesecienañosnotendríatiempodecontarlo,auncuando

empleaseenellodiezhorasdiarias...—¿Esposible,señor?—Escierto.Lasirvientapermaneciócomoespantadaanteelpensamientodequeunsiglono

bastaría para contar aquella cantidad. En seguida cogió de nuevo su escoba y suplumero y reanudó su tarea. Pero en cada instante se detenía como sumida en sureflexiones.

—¿Ycuántotocaríadeesoacadauno?—¿DequéKate?—Delbólido,señor,siseledistribuyeseporigualentretodoelmundo.

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—Hayquecalcularlo,Kate.Eljuezcogióunpapelyunlápiz.—Admitiendo—dijo—quelaTierratengamilquinientosmillonesdehabitantes,

tocaría..., tocaría tresmil ochocientos cincuenta y nueve francos y veinte céntimosporcabeza.

—¿Nadamás?—preguntóKatedesilusionada.—Nada más —afirmó John Proth, mientras Kate miraba el cielo con ojos

soñadores.CuandodescendiódenuevoalaTierra,percibióalaentradadeExeterStreetun

grupodedospersonas,sobreelquellamólaatencióndesuamo.—Mire,señor,lasdosseñorasqueesperanallí.—Yalasveo,Kate.—Observeaunadeellas,lamayor...Aquellaquedaseñalesdeimpaciencia.—Seimpacienta,enefecto...Peroyonoséquiénesesaseñora.—¡Cómo, señor! ¡Esaquellaquevinoacasarseanteustedhacedosmeses, sin

bajarsedelcaballo!—¿MissArcadiaWalker?—preguntóJohnProth.—Mrs.Stanfort,ahora.—Ellaes,enefecto.—¿Quévieneahaceraquíesaseñora?—Lo ignoro en absoluto —respondió Mr. Proth—, y añado que no daría un

céntimoporsaberlo.—¿Tendránuevamentenecesidaddenuestrosservicios?—No es probable, no hallándose como no se halla permitida la bigamia en el

territoriode laUnión—dijoel juez,cerrandolaventana—.Por lodemás,yseadeelloloquequiera,nodeboolvidarqueeslahoradeirmealPalaciodeJusticia,dondese ventila hoy un asunto importante, relativo, precisamente, al bólido que tantoalboroto arma.Demodoque si esa señoraviniera a presentarse enmi casa, dígaleustedesto.

Sindejardehablar,Mr.JohnProthhabíahechosuspreparativosparalamarcha.Conunpaso tranquilobajó laescalera, saliópor lapuertecillaquedabaaPotomacStreetydesaparecióenelPalaciodeJusticia,quesealzabaprecisamenteenfrentedesucasa,alotroladodelacalle.

No se había equivocado la sirvienta; era ella, en efecto,Mrs.ArcadiaStanfort,quienseencontrabaaquellamañanaenWhastonconBertha,sudoncella.Ambasibanyveníanconunpaso impaciente,siguiendocon lasmiradas lapendientedeExeterStreet. Diez golpes sonaron en el reloj municipal.—¡Y decir que no está todavíaaquí!—exclamóMrs.Arcadia.

—Talvezsehayaolvidadodeldíadelacita—sugirióBertha.

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—¡Olvidado!—dijolaseñoraconindignadoacento.—Amenos—repusoBertha—quenohayareflexionado.

—¡Reflexionado!—repitióporsegundavezsuama,aúnmásindignada.LacamareradioalgunospasosporExeterStreet.—¿Noleves?—preguntóMrs.Arcadiaalcabodealgunosminutos.—No,señora.—¡Estoesdemasiadofuerte!Volvióseentoncesamirardelladodelaplaza.—¡No...! ¡Nadie aún...! ¡Nadie!—repetía—. ¡Hacerme esperar... después de lo

convenido entre nosotros...!Y, sin embargo, nome equivoco, es hoy dieciocho demayo...

—Sí,señora.—¡Yvanaserlasdiezymedia!—Dentrodediezminutos.—Puesbien:quenosefigurequevaaagotarmi.paciencia...Meestaréaquítodo

eldíaymásaúnsiesnecesario.LasgentesdelaplazadelaConstituciónhubieranpodidonotarlasidasyvenidas

de esta joven señora, como habían notado dos meses antes las impaciencias delcaballeroquelaaguardabaentoncesparaconducirlaanteelmagistrado.Peroahora,todos,hombres,mujeresyniños,pensabanenunacosamuydistinta...UnacosaenlaqueentodaWhastoneraseguramenteMrs.Arcadialaúnicaquenopensaba.Nadiesepreocupabamásquedelmaravillosometeoro,desupasoporelcielo,desucaídaanunciadaparadíasfijos,auncuandodiferentes,porlosdosastrónomosdelaciudad.Los grupos reunidos en la plaza de la Constitución, los criados de servicio o a lapuertadeloshotelesapenasseinquietabanantelapresenciadeMrs.Stanfort.

Estateníaindudablementecuidadosdistintosdelodelbólido.—¿Noleves,Bertha?—repetía.—No,señora.En ese momento, algunos gritos se alzaron en la extremidad de la plaza; los

transeúntesseprecipitaronenaquelladirección.Alpropiotiempolasventanasdeloshotelessellenabandecuriosos.

—¡Ahíestá...!¡Ahíestá...!Tales eran laspalabrasquecorríandebocaenboca.Yde talmodo respondían

esaspalabrasalosdeseosdeMrs.ArcadiaStanfort,queéstadijo:«¡Porfin!»,comosisehubiesendirigidoaella.

—Noesporusted,señora,porquiensegrita—hubodedecirlesudoncella.Todaslascabezassealzabanhaciaelcielo.¿Eraelfamosobólido,quehacíasu

apariciónporencimadelaciudad?No; a aquella hora cruzaba el espacio en el otro hemisferio; y aunque así no

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hubiesesido,nohabríapodidodescubrirseasimplevistaenplenodía.¿Aquién,pues,sedirigíanlasaclamacionesdelamuchedumbre?—¡Señora,esunglobo!—exclamóBertha—.¡Míreleusted...!Asomapordetrás

delatorredeSanAndrés.Descendiendo lentamente de las capas superiores de la atmósfera, un aeróstato

aparecía,enefecto,saludadoporlosacogedoresaplausosdelamuchedumbre.¿Porqué esos aplausos? ¿Ofrecía aquella ascensión algún interés particular? ¿Habíarazonesparaqueelpúblicolehicieseaquelrecibimiento?

Sí,enverdad.La tarde del día anterior habíase elevado el globo de una ciudad próxima,

llevandoabordoalcélebreaeronautaWalkerVragg,acompañadodeunayudante;yaquellaascensiónnoteníaotrofinqueelde intentarunaobservacióndelbólidoencondicionesmásfavorables.Taleralacausadelaemocióndelamultitud,ávidadeconocerlosresultadosdeesaoriginaltentativa.

UnvientoligeroempujabaalaeróstatoporencimadeWhastonylapoblaciónseproponíahacerasustripulantesunarecepcióntriunfal.

Continuandoelglobosu tranquilodescenso, tomótierraenmedioprecisamentedelaplazadelaConstitución.Cienbrazossecogieroninmediatamentealanavecilla,mientrasWalkerVraggysuayudanteechabanpiealsuelo.

ElayudanteavanzóconunpasorápidohacialaimpacienteMrs.ArcadiaStanfort.Cuandoestuvocercadeella:—Hemeaquí,señora—dijoinclinándose.—A las diez y treinta y cinco—dijo con un tono secoMrs. Arcadia Stanfort,

señalandoconeldedoelrelojmunicipal.—Ynuestracitaeraparalasdiezymedia,yalosé—dijoelreciénllegadocon

deferentecortesía—;peroleruegoquemeexcuse,yaquelosaeróstatosnoobedecensiempreanuestravoluntadconlapuntualidadqueseríadedesear.

—¿Nomeheequivocado,pues...?¿EraustedrealmentequienveníaenesegloboconWalkerVragg?

—Yoera,enefecto.—¿Meexplicaráusted...?—Nadamássencillo.Pareciómeoriginal,heahítodo,elllegardeestamaneraa

nuestracita.Así,pues,compré,a fuerzadedólares,unsitioen lanavecilla, con lapromesadeWalkerVraggdedejarmeaquíalasdiezymediaenpunto.Creoquebienpuededisculpárseleelhaberseequivocadosolamenteencincominutos.

—Sí—contestóMrs.ArcadiaStanfort—,puededisculpársele,yaqueestáustedaquí.¿Nohabráncambiadosusintenciones,creoyo?

—Enmaneraalguna.—¿Su opinión es que obraremos con gran prudencia renunciando a la vida en

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común?—Esaesmiopinión.—Lamíaesquenoestamoshechoselunoparaelotro.—Soydelamismaopinión.—Ciertamente, Mr. Stanfort, que yo me hallo muy lejos de desconocer sus

excelentescualidades...—Lasdeustedlasaprecioyoensujustovalor.—Puedeunoestimarseynoagradarse;laestimaciónnoeselamor.Laestimación

noseríabastanteparahacernossoportarunatangranincompatibilidaddecaracteres.—Hablaustedcomounlibro.—Evidenteesquesinosotrosnoshubiésemosamado...—Seríatodomuydiferente.—Perononosamamos.—Perfectamente;exacto.—Noscasamossinconocernosyhemostenidoalgunasdesilusionesrecíprocas...

¡Ah, si nosotros nos hubiésemos prestado algún señalado servicio capaz de herirnuestraimaginación,talvezlascosasnoseríanloqueactualmenteson!

—Desgraciadamente, no ha sucedido así. Usted no ha tenido que sacrificar sufortunaparaevitarlaruina.

—Lohabríahecho,Mr.Stanfort.Porsuparte,nolehasidodadoelsalvarmelavidaconriesgodelasuyapropia.

—Enloquenohabríavaciladounpunto,Mrs.Arcadia.—Estoyconvencidadeello,peronosehapresentadolaocasión.—Extrañoséramoselunoparaelotroyextrañoshemoscontinuadosiendo.—Deplorablementeexacto.—Habíamoscreídotenerlosmismosgustos,enloqueconciernealosviajes,por

lomenos...—Y jamás hemos podido ponernos de acuerdo acerca de la dirección que

deberíamostomar.—Enefecto;cuandoyodeseabaquenosdirigiésemoshaciaelSur, eldeseode

ustederaquenosdirigiésemoshaciaelNorte.—Ycuandomiintencióneralade,irhaciaelOeste,ladeustederaladeirhacia

elEste.—Lacuestióndelbólidohahechodesbordarlacopa.—Asíes.—Porqueustedcontinuarádecidido,supongoyo,acolocarsealladodeMr.Dean

Forsyth.—Absolutamentedecidido.—¿YamarcharalJapónparaasistiralacaídadelmeteoro?

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—Enefecto.—Ahorabien;comoyo,pormiparte,estoyresueltaaseguirlaopinióndeldoctor

SydneyHudelson...—YmarcharalaPatagonia...—Nohayreconciliaciónposible.—Nolahay.—Sólo,pues,nosquedaunacosaquehacer.—Unasola.—Ladedirigirnosacasadeljuez.—Estoydispuesto.Losdosen fila,y adistanciadeunos trespasos, sedirigierona la casadeMr.

Proth,seguidosarespetuosadistanciaporBertha,ladoncella.LaviejaKateestabaalapuerta.—¿Mr.Proth?—preguntaronalavezlosStanfort.—Estáausente—respondióKate.—¿Pormuchotiempo?—preguntóMrs.Stanfort.—Hastalahoradecomer.—¿Ycome...?—Alauna.—Volveremos a la una —dijeron Mr. y Mrs. Stanfort al unísono, alejándose.

Llegadosalcentrodelaplaza,hicieronaltouninstanteenella.—Tenemosqueperderdoshoras—dijolaseñoraArcadiaStanfort.—Doshorasycuarto—dijo,precisandoalgomás,Mr.SethStanfort.—¿Leagradaríaaustedquepasásemosjuntosesasdoshoras?—Siustedconsienteenello...—¿QuédiríausteddeunpaseoporlasorillasdelPotomac?—Ibaaproponérselo.Maridoymujer comenzarona alejarseen ladireccióndeExeterStreet,mas se

detuvieronalostrespasos.—¿Mepermitiráustedunaobservación?—dijoMr.Stanfort.—Lapermito—respondióMrs.Arcadia.—Haré entonces constar que estamos de acuerdo; es la primera vez, Mrs.

Arcadia.—Ylaúltima—respondióéstareanudandolamarcha.Para llegar al principio de Exeter Street, tuvieron que pasar a través de la

muchedumbre,queseguía rodeandoelgloboaerostático;ysinoeramásdensaesamuchedumbre,sitodosloshabitantesdeWhastonnosehallabanreunidosenlaplazade la Constitución, era porque una atracción más sensacional absorbía entonces agranpartedelpúblico,quedesdelasprimerashorasdelamañanasehabíasituadoen

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elPalaciodeJusticia,dondehabíadediscutirselacausamásgigantescaenelpasadoyenelporvenir.

Cierto que el delirio de las multitudes pareció llevado a sus límites extremoscuandoelobservatoriodeParíshizoconocerqueelbólidoeradeoropuro;peroesedelirio no puede compararse al que se manifestó en todos los puntos de la tierracuandoMr.DeanForsythyMr.SydneyHudelsonafirmaroncategóricamentequeelasteroidecaería.

Pero entre todos los locos, losmayores a buen seguro fueron los autores de laemociónquesacudíalatierra.

Hasta aquel momento ni Mr. Dean Forsyth ni el doctor Hudelson habíanentrevistosemejanteeventualidad.Sicon tantoardorhabíanreclamado laprioridadeneldescubrimientodelbólido,noeraacausadesuvalor,sinoporqueseledierasurespectivonombrealmeteoro.

La situación cambió por completo cuando comprobaron la desviación delasteroide.Unacuestiónmáscandentequelasotrasseimpusoenseguidaasuespíritu.

¿Aquiénperteneceríaelbólidodespuésdesucaída?—¡Amí!—habíadichosinvacilarMr.DeanForsyth—;¡amí,quefuielprimero

enseñalarsupresenciaenelhorizontedeWhaston!—¡Amí!—había exclamado con igual convicción el doctor Hudelson—, toda

vezquesoyelautordesudescubrimiento!NohabíandejadodehacervalerenlaPrensaestaspretensiones,contradictoriase

inconciliables. Durante dos días los periódicos de Whaston habían llenado suscolumnasconlaprosafuriosadelosdosadversarios.Lanzáronseéstosalacabezalosepítetos más malsonantes a propósito del bólido inaccesible, que parecíaverdaderamenteburlarsedeellosdesdelasalturas.

Compréndesequeensemejantescondicionesnoeraposibletratardelproyectadomatrimonio. Así, la fecha del 15 demayo pasó sin que Francis y Jenny hubiesendejadodeserprometidos.

¿Hallábanse siquiera en condiciones de poderse llamar prometidos? Mr. DeanForsyth había respondido textualmente a su sobrino, que había hecho una últimatentativa:

—Tengoyoaldoctorporunmiserable,y jamásdarémiconsentimientopara tumatrimonioconlahijadeunHudelson.

Ycasia lamismahoraelsusodichodoctorHudelsoncortaba las lamentacionesdesuhija,yseexpresabaenlossiguientestérminos:

—EltíodeFrancisesunmalvado,yjamásmihijasecasaráconelsobrinodeunForsyth.

Estoeraterminanteycategórico,ynoquedabaotroremedioqueresignarse.Elinjuriarsenoconstituye,empero,unasolución.Cuandoseestáendesacuerdo,

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no hay sino obrar como todo elmundo en semejante caso y remitir el asunto a laJusticia.Estoeslomejor;esteeselúnicomediodezanjardiferencias.

Ambosantagonistashabíanacabadoporconvenirenello.Aesosedebióqueel16demayounacitaciónparacompareceranteeltribunal

del estimable Mr. John Proth, al día siguiente, había sido dirigida por Mr. DeanForsyth al doctor Hudelson, y una citación idéntica había sido inmediatamenteenviadaporeldoctorHudelsonaMr.DeanForsyth;yporesto,aquellamañanadel17demayo,unaenormemultitudhabíainvadidoeltribunal.

Mr. Dean Forsyth y el doctor Sydney Hudelson se hallaban presentes.Recíprocamentecitadosanteeljuez,ambosrivalesseencontrabanfrenteafrente.

Muchosnegocioshabíansidoyadespachados,ylasparteshabíanabandonadolasala.

—Elnegociosiguiente—ordenóeljuez.—ForsythcontraHudelsonyHudelsoncontraForsyth—proclamóelescribano.—Queseacerquenesosseñores.Mr.DeanForsythyeldoctorHudelsonavanzaronhastasalirfueradelgrupode

losrespectivospartidariosquelesescoltaban.—¿Dequésetrata,señores?—preguntóeljuezProth.Mr.DeanForsythfueelprimeroenhablar:—Yoacudoahacervalermisderechos.—Yyolosmíos—interrumpióMr.Hudelson.—Ruégoles, señores, que tengan la bondad de explicarse uno después de otro.

Ateniéndome al orden alfabético, concedo la palabra aMr. Forsyth;Mr.Hudelsonresponderáenseguidaasugusto.

Mr.DeanForsythfue,porlotanto,elprimeroenexponerelasunto,mientraseldoctor,sóloacostadegrandesesfuerzos,lograbacontenerse.Refiriódequémodoeldía16demarzo,alassiete,treintaysieteminutosyveintesegundosdelamañana,hallándose en observación en su torre de Elisabeth Street, había descubierto unbólido, atravesando el cielo de Norte a Sur; cómo había seguido a ese meteorodurantetodoeltiempoquefuevisible,ycómo,enfin,

algunosdíasmástardehabíaenviadounacartaalobservatoriodePittsburgparaseñalaresedescubrimientoyestablecerlaprioridad.

El doctor Hudelson, cuando le tocó el turno de hablar, dio, por supuesto, unaexplicaciónidéntica,detalsuerte,queeltribunal,despuésdeoíraambos,nodebíaquedarmejorenteradoqueantes.

Parecía, no obstante, que lo estaba bastante, toda vez queMr. Proth no pidióninguna explicación complementaria. Reclamó sencillamente silencio y, cuando loobtuvo, dio lectura del juicio, que había redactado mientras hablaban los dosadversarios.

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Considerandoporunaparte—decíaestejuicio—queMr.DeanForsythdeclarahaberdescubiertounbólidoqueatravesaba laatmósferaporencimadeWhastoneldía6demarzo,alassiete,treintaysieteminutosyveintesegundosdelamañana;

Considerando, por otra parte, queMr. Hudelson declara haber visto el mismobólidoalamismahora,almismominutoyalmismosegundo...

—¡Sí...!¡Sí!—gritaronlospartidariosdeMr.Forsyth,golpeandoelsueloconelpie.

Perovistoquelainstanciareposasobreunacuestióndeminutosydesegundosyqueesdeordenexclusivamentecientífico;

Por tal motivo nos declaramos incompetentes y condenamos a ambas partessolidariamentealascostas.

Eraevidentequeelmagistradonopodíaresponderdeotramanera.Pero ni los litigantes ni sus partidarios respectivos creían que el asunto debía

terminardeesasuerte.SieljuezProthhabíaesperadoverselibreconunadeclaracióndeincompetencia,lefueprecisorenunciaraesaesperanza.

Dos voces dominaron el murmullo unánime que había acogido la lectura deljuicio.

—¡Pidolapalabra!—gritabanauntiempolosseñoresForsythyHudelson.—Auncuandonotengaporquévolverdemiacuerdo—respondióelmagistrado,

con aquel tono amable que nunca abandonaba, ni aun en las circunstancias másgraves—,concedodebuengradolapalabraaMr.DeanForsythyaldoctorHudelson,acondicióndequeambosconsentiránennousardeellasinounodespuésdeotro.

Mr.Prothcomprendióquelomásprudenteeradejarlosdespacharseasusaboryprestóoídocomomejorpudo,llegandodeestasuerteacomprenderelsentidodelanueva argumentación. No se trataba ya de una cuestión astronómica, sino de unacuestiónde intereses,deunareivindicacióndepropiedad.Enunapalabra, todavezqueelbólidohabíadecaer,¿aquiénpertenecería?¿SeríaaMr.DeanForsyth?¿SeríaaldoctorHudelson?

—¡AMr.Forsyth!—gritabanlospartidariosdelatorre.—¡AldoctorHudelson!—gritaronasuvezlospartidariosdelatorrecilla.EljuezProthreclamósilencio,y,unavezobtenido,dijo:—Señores,mepermitiránante tododanésunconsejo: enel casodeque, como

creen,elbólidocaigaefectivamente...—¡Caerá!—repitieron auna lospartidariosdeMr.DeanForsythydel doctor

Hudelson.—¡Sea!—concedióelmagistradoconunacondescendientecortesía,delaqueni

aunenAméricadasiempremuestraslamagistratura—.Pormiparte,noveoenelloinconveniente,ytansólodeseoquenollegueacaersobrelasfloresdemijardínparaevitarunahecatombe.

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Algunassonrisascorrieronentrelosasistentes.—En ese caso—prosiguió el paternal magistrado—, y ya que se trata de una

cantidadtanenorme,yolesinvitoaqueselarepartan.—¡Jamás!Estapalabra,tanclaramentenegativa,estallóportodaspartes.Consuconocimientodelasdebilidadeshumanas,noquedómuysorprendidoMr.

JohnProthdequesuconsejo,porprudenteyacertadoque fuera, tuvieseencontrasuya la unanimidad de los asistentes. No por ello se desconcertó, y esperandonuevamente a que se calmasen la agitación y el tumulto, tan pronto como le fueposiblehacerseoír,dijo:

—Puestoquetodaconciliaciónesimposible,eltribunalvaaemitirsujuicio.Aestaspalabrasprodújose,comoporencanto,unprofundosilencioyningunose

permitióinterrumpiraMr.Proth,quedictabatranquilamenteasuescribano:ElTribunal,Oídaslaspartesensusquejasyconclusiones;Vistoque lasalegacionesproducidas tienen igualvalordeunayotraparteyse

hallanapoyadassobrelasmismaspruebas;Visto que del descubrimiento de un meteoro no se deriva necesariamente un

derechodepropiedad;quelaLeynadadiceaesterespectoyqueendefectodelaLeynoexisteargumentoanálogoenlaJurisprudencia;

Queauncuandosehallasefundadoesepretendidoderechodepropiedadpodríadarlugarenrealidadainsuperablesdificultades;

Visto, en fin, que la instancia recae sobre un hecho hipotético que puede norealizarse;

Queelmeteoropuede,porotraparte,caerenélsenodelosmares,quecubrenlastrescuartaspartesdelasuperficiedelgloboterrestre;

Que en uno y otro caso no habría lugar a discutir por ausencia demateria enlitigio;

Porestosmotivos,Dilataelsentenciarhastadespuésdelacaídaefectivaydebidamentecomprobada

delbólidoencuestión.—Punto—terminóMr.Proth,quesealzóalpropiotiempodesusilla.Laaudienciaestabaterminada.Elauditoriohabíaquedadobajo la impresiónde losacertadosconsiderandosde

Mr.Proth.Noeraimposible,enefecto,queelbólidocayeseenelfondodelosmares.Porotraparte,¿aqué«dificultadesinsuperables»sereferíaeljuez?

Todo esto hacía reflexionar, y la reflexión devuelve de ordinario la calma y latranquilidadalosespíritusexcitados.

Es de suponer que Mr. Dean Forsyth y el doctor Hudelson no reflexionaban,

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porqueellosalmenosnosetranquilizaban;muylejosdeello.Desdelosextremosdela sala se amenazaban mutuamente con los puños y arengaban a sus respectivospartidarios.

—Nocalificaréyoestejuicio—clamabaMr.DeanForsythconvozestentórea—.¡Escompletamenteinsensato!

—¡Estejuicioesabsurdo!—gritabaalpropiotiempoMr.Hudelson.—¡Decirquemibólidonocaerá...!—¡Dudardelacaídademibólido...!—¡Caerádondeyohedicho...!—¡Yoheseñaladoellugardesucaída...!—Yyanosemehacejusticia...—Envistadequenohayaquíjusticia...—Iréadefendermisderechoshastaelfin,ypartoestamismatarde...—Sostendré mi derecho hasta el último extremo, y hoy mismo me pongo en

camino.—ParaelJapón—dijoMr.DeanForsyth.—ParalaPatagonia—agregóasuvezeldoctorHudelson.—¡Hurra!—respondieron a unmismo tiempo los hombres de los dos campos

contrarios.Cuandotodoelmundoestuvofuera,lamuchedumbresedividióendosgrupos,a

los que se unieron los curiosos que no habían podido encontrar sitio en la sala deaudiencia.

Aquello fueunverdadero tumulto;gritos,provocacionesyamenazasenconadasdeunayotraparte.Ynohabríanestadolejos,singéneroalgunodeduda,lasvíasdehecho,porqueerabienclaroque lospartidariosdeMr.DeanForsythqueríannadamenos que linchar a Mr. Hudelson; y los partidarios de éste estaban ansiosos delinchar a Mr. Dean Forsyth, lo cual hubiera sido indudablemente una maneraultraamericanadeterminardeunavezelenojosoasunto...

Mas, por fortuna, las autoridades habían tomado sus precauciones. Numerosospolicías intervinieron, con tanta resolución como oportunidad, y separaron a loscombatientes.

Apenasfueronseparadosunosdeotroslosadversarios,cuandosucólera,unpocosuperficial,desapareció.

Como necesitaban, sin embargo, un pretexto para hacer el mayor estrépitoposible, si cesaron sus gritos contra el jefe del partido que no contaba con suspreferencias, continuaron lanzándolos en honor de aquel cuya bandera habíanadoptadoyhechosuya.

—¡HurraporDeanForsyth!—¡HurraporHudelson!

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Prontoestasexclamacionessefundieronenunsologrito:—¡Alaestación!—gritaronambosbandosdeacuerdo.Lospolicíasdejabanhacerconindiferencia,hallándoseyadescartadotodotemor

de perturbaciones graves.Ningún riesgo había, en efecto, en que sobreviniese unacolisiónentrelosdoscortejos,unodeloscualesconducíatriunfalmenteaMr.DeanForsythalaestacióndelOeste,primeraetapaparaelJapón;yelotroescoltaba,nomenostriunfalmente,aldoctorSydneyHudelsonalaestacióndelEste,términodelalíneadeNuevaYork,endondeélseembarcaríaparalaPatagonia.

Pocoapocofuerondecreciendolasvociferacionesdeambosgrupos,hastaqueseextinguieronporcompletoenlalejanía.

Mr.JohnProth,quedesdeelumbraldesupuertasehabíaentretenidoenmirarala vociferante multitud, pensó entonces que era ya hora de almorzar, e hizo unmovimientoparaentrarensucasa.

En aquel momento fue abordado por un caballero y una señora que habíanavanzadohastaél.

—Unapalabra,señorjuez—dijoelcaballero.—A la disposición de usted, Mr. y Mrs. Stanfort —respondió el juez con

amabilidad.—Señor—continuóMr.Stanfort—,cuando,hacedosmeses,comparecimosante

usted,fueparacontratarnuestromatrimonio.—Yyomefelicitodehaberlesconocidoentalocasión.—Hoynospresentamosanteusted,señorjuez,paradivorciarnos...Eljuez,comohombredeexperiencia,comprendióquenoeraaquélmomentode

intentarunareconciliación.—Nomefelicitomenosdeestanuevaocasiónderenovarnuestroconocimiento.Amboscomparecientesseinclinaron.—Tenganlabondaddepasar—propusoelmagistrado.—¿Esnecesario?—preguntóMr.SethStanfortcomolohabíahechodosmeses

antes.Ylomismoquedosmesesantes,eljuezrespondióflemáticamente:—Enmaneraalguna.Imposiblesermásacomodaticio.—¿Traenustedeslasactasenregla?—inquirióeljuez.—Heaquílasmías—dijoMrs.Stanfort.—Heaquílasmías—agregóMr.Stanfort.CogióMr.Prothlospapeles,losexaminó,asegurándoledequeestabanendebida

forma,yselimitóaresponder:—Yheaquíelactadedivorcioimpresa;nohayquehacerotracosaqueinscribir

losnombresyfirmar.Peronosésipodremosnosotrosaquí...

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—Permítame proponerle esta estilográfica perfeccionada —intervino Mr.Stanfort,tendiendoelinstrumentoaljuez.

—Yestecartón,queharáperfectamenteoficiodecarpeta—agregóMrs.Stanfort,cogiendoaquéldemanosdesudoncella.

—Tienen ustedes respuesta para todo—dijo el juez, que comenzó a llenar loshuecosdelactaimpresa.

Terminadoestetrabajo,presentólaplumaaMrs.Stanfort.Sin una sola observación, sin que la más ligera vacilación hiciera temblar su

mano,Mrs.Stanfortfirmóconsunombre;ArcadiaWalker.Conlamismasangrefría,Mr.Stanfortfirmódespuésqueella.Luego,lomismoquedosmesesantes,presentandocadaunodeellosunbilletede

quinientosdólares:—Comohonorarios—dijodenuevoMr.Stanfort.—Paralospobres—replicóMrs.ArcadiaWalker.Sin detenerse un instante, se inclinaron ante el magistrado, se saludaron

recíprocamenteysealejaronsinvolverlacabeza,subiendoelunohaciaelFaubourgdeWilcox,ylaotraenunadirecciónopuesta.

Cuandohubierondesaparecido,Mr.JohnProthentródefinitivamenteensucasa,enlaqueleesperabaelalmuerzolargotiempohacía.

—¿Sabeusted,Kate, loqueyodeberíaponerencimademipuerta?—dijoasuviejasirvienta,almismotiempoqueseponíalaservilletabajolabarba.

—No,señor.—Puesdeberíaponer losiguiente:«Aquísecasaa lasgentesacaballoyse las

divorciaapie.»Ysinmás,atacólacomida.

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CapítuloXIII

DONDESEVESURGIR,COMOLOPREVINOELJUEZJOHNPROTH,UNTERCERLADRÓN,MUYPRONTOSEGUIDODEUNCUARTO

NoesnecesariopintarelprofundodolordelafamiliaHudelsonyladesesperacióndeFrancisGordon.Seguroeindudableesquenohabríaéstevaciladoenromperconsutío,enpasarsesinélyendesafiarsucóleraysusinevitablesconsecuencias.PeroloquepodíarespectodeMr.DeanForsythnoleeraposiblerespectodeldoctorSydneyHudelson.

Mrs.Hudelsonhabíaintentadoenvanoobtenerelconsentimientodesumaridoyhacerlevolversobresuacuerdo;nisussúplicasnisusreprocheshicieronvacilaraldoctor. Loo, la misma pequeña Loo, se había visto implacablemente rechazada apesardesusruegos,desuscariciasydesusimpotenteslágrimas.

Paralosucesivo,niaunsepodíayavolveraempezarnuevasgestionesniahacerotras tentativas, ya que lo mismo el tío del uno que el padre de la otra,definitivamenteatacadosdelocura,habíanpartidoparalejanospaíses.

¡Cuaninútil,noobstante,eraestadoblepartida!¡Cuaninútileldivorciodequehabía sido causa determinante para Mr. Seth Stanfort y Mrs. Arcadia Walker lasafirmacionesdelosdosastrónomos!

Si esos cuatro personajes se hubiesen impuesto tan sólo veinticuatro horas dereflexión,suconductahabríasidoseguramenteporcompletodistinta.

Enlamañanadelsiguientedíapublicaron,enefecto,losperiódicosdeWhastonyde otros puntos, con la firma de J. B. K. Lowenthal, director del observatorio deBoston,unanotaquevariabaextraordinariamentelasituación.

Nada tierna era esta nota para las dos glorias whastonianas; y se hallabaconcebidaenlossiguientestérminos:

Unacomunicación,hechaenlosdíasúltimospordosaficionadosdelaciudaddeWhaston, ha conmovido profundamente al público. Creemos deber restablecer lascosasensuverdaderoylógicopunto.

Senospermitirá,enprimertérmino,deplorarquecomunicacionesdetalgravedadseanhechasalaligera,sinhabersidopreviamentesometidasalacomprobacióndeverdaderossabios,quenofaltan.

Muygloriosoes,sinduda,serelprimeroendescubriruncuerpocelestequetienelacomplacenciadeatravesarelcampodeunanteojodirigidohaciaelcielo.Peroesefavorableazarnotienelavirtuddetransformarderepenteasimplesaficionadosenmatemáticosdeprofesión.

Exacto es, efectivamente, que el bólido de que toda la Tierra se ocupa

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actualmentehaexperimentadounaperturbación.LosseñoresForsythyHudelsonhanpadecidolagraveequivocacióndecontentarseconunasolaobservaciónydebasarsobreesedato incompletocálculosque,además,sonfalsos.Teniendosolamenteencuenta la perturbación, que ellos pudieron comprobar en la tarde del 11 ó en lamañana del 12 de mayo, se llegaría a resultados completamente diferentes de lossuyos.Perohaymás.Laperturbaciónenlamarchadelbólidonicomenzóniacabóentosdías11y12demayo.Laprimeraperturbaciónseremontaaldía10demayo,yseproduceaúnalahorapresente.

Esa perturbación, o más bien, esas perturbaciones sucesivas, han tenido comoresultado, de una parte, aproximar el bólido a la superficie de laTierra, y de otra,hacerdesviarsutrayectoria.

Estadoblemodificaciónnoseha realizadodeunasolavez, sinoquees,porélcontrario,elresultadodecambiosmuypequeños,quenohancesadodeañadirseunosaotrosdesdeeldía10deestemes.

Ha sido imposible hasta ahora descubrir las razones de la perturbación que elbólido ha experimentado; nada hay en el cielo que sea de naturaleza propia paraexplicarla.Las investigaciones continúan acercade este punto, y no cabedudar dequeenunplazobrevedaránresultadossatisfactorios.

Seadeello loquequiera,escuandomenosprematuroanunciar lacaídadeestebólidoyelfijarafortiorielsitioylafechadeestacaída.Esevidenteeindudablequesi la causa desconocida que influye en él bólido continúa obrando en el mismosentido, dicho bólido acabará por caer, pero nada hay hasta ahora que autorice aafirmar que será así. Actualmente su velocidad relativa ha aumentado por leyeslógicas,puestoquedescribeunaórbitamáspequeña.

Notendría,porconsiguiente,ningunatendenciaacaer,enelcasodequelafuerzaquelosolicitadejasedeserleaplicada.

Entodocaso,seriadetodopuntoimposibleprecisarhoylafechayélsitiodesucaída.

Enresumen,nuestrasconclusionesson:lacaídadelbólidopareceprobable,peronocierta.Entodocaso,noesinminente.

Aconsejamos,pues,lacalmaanteunaeventualidadqueessólohipotética,ycuyarealización,porañadidura,puedenoconduciraningúnresultadopráctico.

Porlodemás,tendremosalpúblicoalcorrientedelosacontecimientos.¿Tuvieron conocimiento Mr. Seth Stanfort y Mrs. Arcadia Walker de las

conclusionesdeLowenthal?Estepuntopermaneceenlaoscuridad.Enloqueconcierne,aMr.DeanForsythyaldoctorSydneyHudelson,elprimero

recibió la noticia en San Luis, Estado deMissouri; y el segundo en Nueva York.Ambosenrojecierondevergüenza.

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Porcruelquesuhumillaciónfuera,noteníanmásremedioqueinclinarse;nosediscuteconunsabiocomoLowenthal.

Volviéronse,pues,conlasorejasgachasaWhaston,sacrificandolosbilletes,queyateníanpagados,paraSanFranciscoelunoyhastaBuenosAireselotro.

Devueltaasusdomiciliosrespectivos,subieronimpacientesasutorreelunoyelotro a su torrecilla. Poco tiempo les bastó para comprender que el director delobservatoriodeBostonteníarazónsobradísima,yaquemuyaduraspenaslograronencontrarsubólidovagabundoyalcualnodescubrieronenelsitioenque,segúnsuscálculos,debíaencontrarse,locualprobabaclaramentequesehabíanequivocadodemedioamedio.

Mr.DeanForsythyeldoctorHudelsonno tardaronenexperimentar losefectosde su lastimoso error. ¿Dónde eran idos aquellos brillantes cortejos que les habíanconducido triunfalmente a la estación? Indudable eraque el favorpúblico sehabíaretiradodeellos.

¡Quédolorosohubodeparecerles,despuésdehabersaboreadoagrandessorboslapopularidad,elversedesúbitoprivadosdeaquelbrebajeembriagador!

Perounmásgravecuidadoseimpusoprontoasuatención.Como lo había predicho el juez John Proth con palabras encubiertas, un tercer

competidorsealzabafrenteaellos.Al principio fue un rumor sordoque corrió en lamuchedumbre; luego enmuy

pocashorasesesordorumorseconvirtióenunanoticiaoficial,anunciadaasondetrompetaurbietorbi.

Difícil,muydifícildecombatireraesetercerladrónquereuníaensupersonaatodoelUniversocivilizado.SiMr.DeanForsythyeldoctorHudelsonnohubieranestado ciegos, habrían previsto lo que tenía que ocurrir, y se habrían evitado unproceso ridículo, pensando que todos los gobiernos se interesarían por unacontecimientoquepodía ser causade lamás terrible revolución financiera.No sehabíanhechoese razonamiento tannaturalysencilloyelanunciode la reunióndeunaConferenciainternacionallesllenódesorpresa.

Corrieronaadquiririnformaciones.Lanoticiaerarigurosamenteexacta;hastasedesignabanyalosmiembrosdelafuturaConferenciaquesereuniríaenWashington.Losgobiernos,noobstante,apremiadosporlascircunstancias,habíandecididoque,sin esperar a los delegados, se celebrarían enWashington reuniones preparatoriasentre los diversos diplomáticos acreditados cerca del Gobierno americano. Losdelegadosextraordinariosllegaríandespués.

Todas las naciones del mundo habían designado sus delegados, desde Rusia yChina, representadas, respectivamente por Monsieur Iván Saratoff y por suexcelencia Li-Mao-Tchi, hasta las repúblicas de SanMarino y de Andorra, cuyosinteresesdefendíanlosseñoresBeveragiyRamontcho,respectivamente.

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Laprimerareuniónpreparatoriatuvoefectoel25demayo,enWashington.Dio principio por arreglarne varietur la cuestión Forsyth-Hudelson, lo que no

exigiómásquecincominutos.Envanoinsistieronesosseñoresparaqueselesoyera;selesdespidiócomoaintrusos.

Puede calcularse su ira cuando regresaron a Washington. Pero la verdad nosobliga a decir que sus recriminaciones quedaron sin eco; en toda la prensa, quedurante largo tiempo leshabíacubiertode flores,no seencontróun soloperiódicoquetomarasudefensa.

«¿Quévenían a hacer aWashington esosdos fantoches...?Quehabían sido losprimerosen señalarelmeteoro...,yeso, ¿qué...? ¿Lesdabaesacircunstanciaalgúnderecho...? ¿Tenían algo que ver ellos en su caída...? ¡No había ni que discutirsiquieratanridículaspretensiones!»

Heaquícomoalpresenteseexpresabalaprensa.¡Sictransitgloriamundi!.Arregladaestacuestión,comosehadicho,principiaronlostrabajosserios.Consagráronse, en primer término,muchas sesiones para formar la lista de los

estadossoberanosaquienessereconoceríaelderechodeasistira laConferencia,yestepuntoprodujobastantesdiscusiones,locualprometíaparaelporvenir.

Segúnhabíadicho,J.B.K.Lowenthaldabaregularmentetodoslosdíasnoticiasdelbólido,bajoformadebrevesnotascomunicadasalaprensa.

Nadadeparticularhabíanofrecidohastaentoncesesasnotas,queselimitabanainformar al mundo de que la marcha del meteoro continuaba experimentandocambiosmuypequeños,cuyoconjuntohacíalacaídamásymásprobable,sinquesepudiese,noobstante,conceptuarlatodavíacomosegura.

Pero lanotapublicadaeldía1.°de juniofuenotablementedistintade todas lasprecedentes.

No sin alguna emoción —decía— ponemos en conocimiento del público losextraños fenómenos de que hemos sido testigos, hechos que tienden a destruir lasbasesdelacienciaastronómica.

Nuestrascomunicacionesanterioreshan informadoalpúblicodeque lamarchadel bólido de Whaston m ha experimentado perturbaciones sucesivas y sininterrupción,cuyacausayleyhasidoimposibleprecisarhastaahora.Nodejabaesehecho de ser muy anormal; pero aun cuando fuesen anormales, no por ello erancontrariasalosdatosdelaciencia,ysisucausapermanecíadesconocida,podíamosacusardeelloalaimperfeccióndenuestrosmétodosdeanálisis.

Pero hoy no sucede ya lomismo. Desde anteayer, 30 demayo, lamarcha delbólidohasufridonuevasperturbaciones,yestasperturbacionessehallanenabsolutacontradicciónconnuestrosconocimientosteóricosmejorcimentados.

Esto quiere decir que debemos perder la esperanza de encontrar jamás una

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explicación plenamente satisfactoria de ello, no siendo aplicables en este caso losprincipiosque tenían fuerzadeaxiomasy sobre los cuales reposanyhan reposadosiemprenuestroscálculos.

Elmenoshábildelosobservadoreshapodidofácilmenteobservarqueenlatardedel30demayoelbólido,envezdecontinuaraproximándosealaTierracomoveníahaciéndolosininterrupcióndesdeeldía10demayo,habíase,porelcontrario,alejadosensiblemente.

Yaestebruscofenómenoteníaalgodeincomprensible,cuandoayer,31demayo,en el cuarto paso delmeteoro, después de la puesta del Sol, vímonos obligados aconsignarquesuórbita,quedesdehacíaveinticuatrohorastendíaasercadavezmásNordeste-Sudoeste,habíavueltoasumododeserprimero;mientrasquesudistanciaalaTierranohabíacambiadodesdelavíspera.

Taleslasituaciónactual.Ennuestraprimeranotahabíamosnosotrosdichoquelacaída,inciertaaún,debía

considerarse, cuando menos, poco probable. Actualmente no osamos ya ser tanafirmativos,ypreferimoslimitarnosaconfesarmodestamentenuestraignorancia.

Si un anarquista hubiese arrojado una bomba en medio de la octava reuniónpreparatoria,nohabríaalcanzadounefectocomparablealobtenidoporestanota.Losperiódicosquelainsertaronllenaroncolumnasenterasconreflexionesycomentarios.Latardeenterasepasóenconversacionesyencambiosdepuntosdevista,congranperjuiciodeloslaboriosostrabajosdelaConferencia.

Losdíassiguientesfueaúnpeor.Las notas de Lowenthal iban, en efecto, sucediéndose, y cada vez eran más

sorprendentes.Elbólidoparecíadanzarunbailesinordennimedida.TanprontosuórbitaseinclinabatresgradosalEstecomosedesplazabacuatrohaciaelOeste.SienunadesusaparicionessobreelhorizonteparecíahaberseaproximadoalgoalaTierra,habíasealejadoenlaotramuchoskilómetros.

Aquelloeraparavolverseloco.EstalocurainvadíapocoapocolaConferenciaInternacional.Inciertosacercade

la utilidad práctica de sus discusiones, los diplomáticos trabajaban sin ganas y sinningunavoluntadfirmedeterminar.

El tiempo, no obstante, iba deslizándose, y de los diversos puntos del mundofueronllegandolosdelegadosdelasnaciones.

Los miembros de la reunión preparatoria determinaron, por fin, que fuerancincuentaydoslosestadoscuyosrepresentantesseríanadmitidosalassesiones.

Era tiempo de que las reuniones preparatorias llegasen a esa conclusión. Losdelegadosdeloscincuentaydosestadosadmitidosaparticiparenlasdeliberaciones,seencontrabanyaenunagranmayoríaenWashingtonylosotrosibanllegandotodoslosdías.

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LaConferenciaInternacionalsereunióporprimeravezeldía10dejunio,alasdosdelatarde,bajolapresidenciadeldemásedad,queresultóserMonsieurSoliés,profesordeoceanografíaydelegadodelprincipadodeMónaco.

Procedióseinmediatamentealaconstitucióndelamesadefinitiva.Enelprimerescrutinio,lapresidenciafueconcedida,comodeferencia,alpaísen

queseencontraban,aMr.Harvey,jurisconsultoeminente,querepresentabaaEstadosUnidos.

La vicepresidencia fue más disputada recayendo finalmente en Rusia, en lapersonadeMonsieurSaratoff.

Losdelegadosfranceses,inglesesyjaponesesfuerondesignadosenseguidacomosecretarios.

Cumplidasestasformalidades,elpresidentepronuncióunaalocuciónmuycortés,que fue muy aplaudida también, anunciando luego que iba a procederse alnombramientodetressubcomisionesqueseencargaríandebuscarelmejormétododetrabajo,desdeeltriplepuntodevistademográfico,económicoyjurídico.

Acababadecomenzarlavotación,cuandounujiersubióalestradopresidencialypusountelegramaenmanosdeMr.Harvey.

Leyólo éste, y a medida que lo iba leyendo su semblante expresaba la másprofundaextrañeza.

Tras un instante de reflexión alzó desdeñósamente los hombros, lo que no fueobstáculoparaque,trasnuevareflexión,tocaselacampanillaafindefijarlaatencióndesuscolegas.

Restablecidoelsilencio:—Señores—dijoMr.Harvey—,creodeberparticiparosqueacaboderecibireste

telegrama.Nomecabelamenordudadequeeslaobradeunbromistademalgéneroodeunloco;daré,contodo,lecturadeltelegrama,que,además,novienefirmado:

Señorpresidente:TengoelhonordeinformaralaConferenciaInternacionalqueelbólido,quedebe

constituir el objeto de sus discusiones, no es res nullius, toda vez que es de mipropiedadpersonal.

Notiene,porconsiguiente,ningunarazóndeserlaConferenciaInternacional,ysipersiste en celebrar sesiones, sus trabajos se hallan de antemano condenados a laesterilidad.

Pormi voluntad es por lo que él bólido se aproxima a la tierra, es enmi casadondecaerá,yes,porconsiguiente,amíaquienpertenece.

—¿Yesetelegramanoestáfirmado?—inquirióeldelegadoinglés.—Noloestá.—Enesascondiciones,nodebetenérseleencuenta—declaróelrepresentantede

Alemania.

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—Estaesmiopinión—aprobóelpresidente—;ycreoresponderalsentimientounánime de mis colegas clasificando pura y simplemente este documento en losarchivosde laConferencia... ¿Esesavuestraopinión, señores? ¿Nadie seopone...?Continúalasesión.

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CapítuloXIV

ENELCUALLAVIUDATHIBAUT,TOCANDOINCONSIDERABLEMENTELOSMASELEVADOSPROBLEMASDELAMECÁNICACELESTE,PRODUCE

GRANDESINQUIETUDESALBANQUEROROBERTLECOEUR

Segúnalgunosbuenosespíritus,elprogresodelascostumbrestraerá,pocoapoco,ladesaparición de las sinecuras.Nosotros les creemos bajo su palabra; pero, en todocaso, había una, al menos en la época de los singulares acontecimientos que aquírelatamos.

EstasinecuraeradelapropiedaddelaviudaThibaut,antiguacarnicera,queteníaasucargoelcuidadodelacasadeMonsieurZephyrinXirdal.

El serviciode laviudaThibautconsistía, enefecto,únicayexclusivamente, enarreglar la habitación de este sabio desequilibrado. Ahora bien: hallándose elmobiliariodeestahabitaciónreducidoasumásmínimaexpresión,suconservaciónycuidadonopodíacompararseaundecimotercerotrabajodeHércules.Encuantoalorestante del alojamiento, escapaba en gran parte a su competencia. En la segundapieza especialmente, habíale sido notificada la prohibición absoluta de tocar, bajoningúnpretexto,alosmontonesdepapelesqueallíestabanesparcidos,yelvaivéndesuescobadebíalimitarseaunpequeñocuadradocentraldondeelpavimentoestabalimpiodelibros.LaviudaThibaut,queteníaunainclinaciónnaturalporelordenylalimpieza,sufríaalverelcaosqueallíreinaba,ysehallabadevoradaporeldeseodeprocederundíaaunarreglogeneral.

Encontrándose sola, en una ocasión, se había atrevido a acometer la empresa;peroZephyrinXirdalentródeimprovisoyseenfureciódetalmanera,quelaviudaThibautestuvoochodíasenfermadelosnerviosaconsecuenciadeldisgusto.

Desdeentoncesnohabíavueltoaarriesgarseahacerningunanuevaincursiónenelterritoriosustraídoasujurisdicción.

Dos horas pasaba todos los días en casa de su burgués, así designaba ella aZephyrin Xirdal, de las cuales siete cuartos de hora estaban consagrados a unaconversación,oaunmonólogodebuengusto.

Porreglageneral,eltemadesusprimerosdiscursosconstituíaladistincióndelafamilia de que ella formaba parte. Emprendiendo en seguida el capítulo de susdesgracias,explicabaporquéconcursofunestodecircunstanciaspuedeunacarniceraversetransformadaensirvienta.

Pocoimportabaquefueseconocidaesahistoria.LaviudaThibautexperimentabasiempreelmismoplacerencontarla.

Agotadoesteasunto,discurríaacercadelasdiversaspersonasaquienesservíao

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habíaservido.Su amo, sin contestarle nunca, daba muestras de una paciencia inalterable. Es

ciertoque,perdidoensusensueños,nooíasiquieraaquellaverbosidad.Eldía30demayolaviudaThibaut,comoloveníahaciendoadiario,entróalas

nuevedelamañanaencasadeZephyrinXirdal.EstesabiohabíapartidolavísperaconsuamigoMarcelLeroux,ysuhabitación,porlotanto,estabavacía.

La viudaThibaut no se sorprendió gran cosa por ello; una larga serie de fugasanterioreshacíanormalesparaellaestasdesaparicionessúbitas.

Fastidiada, eso sí, de no encontrar auditorio, llevó a cabo sus labores como decostumbre. Al penetrar en la habitación, que ella denominaba pomposamentedespacho,hubodeexperimentargrandeemoción.

Un objeto insólito, una especie de capa negruzca, disminuía notablemente lasuperficielegítimadelcuadradodelpisoreservadoasuescoba.

¿Quésignificabaaquello?Resueltaanotolerarsemejanteataqueasusderechos,laviudaThibautapartótranquilamenteelobjetoquelaestorbaba,yseentregóasutareahabitual.

Comoeraunpocosorda,nopercibióelrumorqueseescapabadelacaja;y,deunmodoanálogo,tandébileralaluzazuladadelreflectormetálico,quehubodepasartambiéninadvertidaparasumiradadistraída.

Enciertomomento,empero,unhechosingularatrajonecesariamentesuatención.Alpasarellaanteelreflectormetálico,unirresistibleimpulsolahizocaeralsuelo.

Nohabiéndolavueltoacolocarlacasualidadenelejedelreflector,elfenómenonosereprodujo,yporesonopensóenestablecerlamenorrelaciónentresuaccidenteylacajaqueellahabíamovidodesusitio.

LaviudaThibaut,vivamentepenetradadelsentimientodesuslabores,nodejódevolverlacajaasusitiounavezterminadassusfaenas.Lohizodelamejormaneraque supo, hay que hacerle justicia, con objeto de disponerla exactamente como lahabía hallado. Si sólo lo consiguió de una manera aproximada, conveniente seráexcusarla,puesnofueconpropósitodeliberadocomoenvióelcilindrodepolvilloenunadireccióndistintadesudirecciónanterior.

DelmismomodoprocediólaviudaThibautenlossiguientesdías,pues¿porquéhadecambiarunosushábitoscuandosushábitossonvirtuososydignosdeloa?

Fuerza es, no obstante, reconocer que, con ayuda de la costumbre, la cajanegruzca perdió progresivamentemucha de su importancia a sus ojos, y cada vezpusomenoscuidadoenvolveracolocarlaensitio;enlocualnoveíamaliciaalgunaeignorabaporcompletoquesuignoradacolaboraciónproducíaangustiascruelesaJ.B.K.Lowenthal.Unavezllegó,porinadvertencia,hastahacergirarelreflectorsobresu eje, sin ver el menor inconveniente en que se dirigiese hacia el techo de lahabitación.

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AsífuecomoZephyrinXirdalencontrósumáquinaalentrarensucasaeldía10dejunio,aprimerahoradelatarde.

Suestanciaaorillasdelmarhabíatranscurridodelmodomásagradable,ytalvezlahubieraprolongadomássiunadocenadedíasdespuésde su llegadanohubiesetenidolasingularocurrenciademudarsederopa.

Habiéndole puesto ese capricho en la necesidad de recurrir a su paquete,encontró,congransorpresadesuparte,veintisietebotecitos.

ZephyrinXirdalabriótamañosojos;¿quéveníanahacerallíaquellosveintisietebotecillos?Pronto,sinembargo,seanudólacadenadesusrecuerdosyseacordódesuproyectodepilaeléctrica.

Después de haberse administrado, como correctivo, unos cuantos puñetazos,apresuróseaempaquetardenuevosusveintisietebotes,ydejandoallíplantadoasuamigoMarcelLeroux,corrióalprimertren,quelecondujodirectamenteaParís.

Habría podido sucedermuybienqueZephyrinXirdal olvidase en el camino elmotivourgentequelellevabaaParís.Nadadeparticularhubieratenidolacosa.Unincidente vino a refrescarle la memoria en el momento de apearse del tren en laestacióndeSanLázaro.

Tantocuidadohabíapuestoen rehacer elpaquetede susbotecillos,queéste serompióderepenteenaquelprecisoinstanteyvaciósobreelasfaltosucontenido,quesehizotrizas,produciendounespantosoestruendo.

Estedesastre tuvo,almenos, laventajade recordarleelobjetoque le llevabaaParís.

Antesdesubirasucasaentróenlatiendadelfabricantedeproductosquímicos,dondeadquirióotrosveintisietebotecilloscompletamentenuevos,ysedirigióacasadelcarpintero,endondehacíadiezdíasqueleestabaesperandosuencargo.

Cargadocontodosesosdiversospaquetesyllenodedeseodedarcomienzoalosexperimentos,abriósupuertacongranprisa.Peropermanecióclavadoenelumbralalversumáquina,cuyoreflectorestabadirigidohaciaelcénit.

EnseguidaZephyrinXirdalvióseasaltadodeuntropelderecuerdos,ytalfueelacceso de su turbación, que sus manos dejaron escapar los fardos que sostenían,rompiéndoseenveintemilpedazos,sinqueelautordeldesastresedieracuentadeello. Inmóvil a la entrada, miraba la máquina con un aspecto de extrañeza yadmiración.

—Esto es cosa de la viuda Thibaut —dijo, decidiéndose a entrar. Y añadió,sonriendo,despuésdeinterrumpirelfuncionamientodelamáquina—:¡Muybien...!¡Muybien...!Debenocurrircosasmuydivertidas.

Conunamano impacientehizosaltar la fajade losperiódicosapiladossobre lamesa,yleyóunatrasotralasnotasdeJ.B.K.Lowenthal.ZephyrinXirdalseretorcíamaterialmentederisa.

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Lalecturadealgunosnúmeroshízole,porelcontrario,fruncirlascejas.¿Aquévenía aquella Conferencia Internacional, cuya primera sesión estaba anunciadaprecisamenteparaaquelmismodía...?¿NopertenecíadederechoelbólidoaaquelqueloatraíahacialaTierra?

PeroZephyrinXirdal recordóquenadie tenía conocimientode su intervención.Era,pues,convenienterevelarloafindequelaConferenciaInternacionalnoperdieseeltiempo.

Empujandoconelpielosrestosdelosbotecillos,corrióalaoficinadeTelégrafosmáspróximayexpidióeldespachoqueMr.Harveydebía leerenvozaltadesdeelsillónpresidencialantesuscolegas.Solamenteseleolvidófirmareldespachoconsunombreyapellido.

Hecho esto, ZephyrinXirdal volvió a subir a su casa y se enteró, leyendo unarevistacientífica,delasidasyvenidasdelmeteoro;exhumandodespuésporsegundavez su anteojo, tomó una excelente observación, que sirvió de base para nuevoscálculos.

Haciamedianoche,hallándoseyatodoperfectamenteresuelto,pusodenuevoenmarchasumáquina,dirigiéndolahaciaunpuntoconveniente,ydespuésdedetenerla,seacostótranquilamenteydurmióconelsueñodeljusto.

Hacía dos días que Zephyrin Xirdal proseguía sus experiencias y acababa deinterrumpirelfuncionamientodesumáquina,cuandooyóquellamabanalapuerta.

FueaabriryseencontródemanosabocaconelbanqueroRobertLecoeur.—¡Alfinteencuentro!—dijoéste,franqueandoelumbral.—Aquíestoy—contestóZephyrinXirdal.—Noséyaelsinnúmerodevecesqueconéstahesubidotusseispisos.¿Dónde

hasestado?—Estuveausente—dijoZephyrinXirdal.—¿Ausente?—gritóMonsieurLecoeur, indignado—. ¿Ausente...? ¡Pero eso es

abominable...!Nosedejaalasgentesensemejanteinquietud...Zephyrin Xirdal miró a su padrino con extrañeza. Cierto que sabía que podía

contarconsuafecto;peronohastaesepunto.—Pero,queridotío,¿quépuedeimportarleaustedeso?—¿Quequépuede importarmeeso?¿Ignoras,desgraciado,que todami fortuna

estáreposandosobretucabeza?—Nocomprendo—dijoZephyrinXirdal,sentándosesobrelamesayofreciendo

suúnicasillaalvisitante.—Cuando fuiste a participarme tus fantásticos proyectos, acabaste por

convencerme:teloconfieso.—¡Hombre!—Hecontado,porconsiguiente,contuasuntoyjugadofuertementeenlaBolsaa

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labaja.—¿Alabaja?—Sí;meheconvertidohacedíasenvendedor.—¿Vendedordequé?—Deminasdeoro.Comprenderásperfectamentequesielbólidocae,lasminas

bajarányque...—¿Bajarán...?Cadavezcomprendomenos.Noveoquéinfluenciapuedetenermi

máquinasobreelniveldeunamina.—Deunamina,no,indudablemente;perosobreeldesusacciones,yaesdistinto.—¡Sea! —concedió Zephyrin Xirdal, sin insistir—. Ha vendido usted, por lo

tanto, acciones de minas de oro. Eso no es muy grave; eso prueba única yexclusivamentequeustedteníaaccionesdeminasdeoro.

—Alcontrario,noteníaniunasola.—¿Ycómoesposibleesodevenderloquenosetiene?Noentiendoyocómose

puedehacereso.—Esto es lo que se llama una especulación a plazo, mi querido Zephyrin—

explicó el banquero—.Cuando sea necesario entregar los títulos compraré; he ahítodo.

—Entonces,¿quéventajahayenello...?Esodevenderparacomprardespuésnopareceingeniosoaprimeravista.

—En eso te equivocas, mi querido amigo, toda vez que en ese momento lasaccionesdeminasestaránmásbaratas.

—¿Yporquéestaránmásbaratas?—Puessencillamenteporqueelbólidopondráencirculaciónmásorodelquela

Tierracontieneactualmente.¿Comprendesahora?—Sí—dijoZephyrin,nomuyconvencido.—Puesbien; lasperturbacionesobservadasen lamarchadelbólidoprovocaron

unaprimerabajadeveinticincoporcientosobrelasminas.Persuadidoyodequeesabajaaumentaría,hevendidoenconsiderablesproporciones.

—Esdecir...—Esdecir,quehevendidounaconsiderablecantidaddéminasdeoro.—¿Siempresintenerlas,porsupuesto?—Claroes...Imagínate,pues,misangustiasalverloquepasa;desaparecidotú;el

bólidodetenidoensucaída...Resultado;lasminashanvueltoasubirypierdosumasenormes...¿Quéquierestúquepiensedetodoesto?

ZephyrinXirdalobservabaasupadrinoconcuriosidad.Jamáshabíavistoaaquelhombre,tanfríodeordinario,agitadoconunaemociónsemejante.

—No he penetrado bien su combinación; son demasiado fuertes para mí esashistorias.He creído comprender, no obstante, que le sería a usted agradable el ver

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caerelbólido.—Justamente.—Puesbien:tranquilíceseusted;caerá.—¿Meloaseguras?—Seloaseguro.,—¿Formalmente?—Formalmente...Pero,porsuparte,¿mehacompradoustedelterreno?—Indudablemente... Estamos en regla; tengo yo en mi bolsillo los títulos de

propiedad.—Entonces todo marcha perfectamente... Hasta puedo anunciarle que mi

experienciaquedaráterminadaparaeldíacincodejuliopróximo.EsedíaabandonaréParísparairenbuscadelbólido.

—¿Quécaerá?—Sí.—Partirécontigo—dijoMonsieurLecoeurentusiasmado.—Siaustedleagrada...estábien—dijoZephyrinXirdal.Ya fuese el sentimiento de su responsabilidad respecto de Monsieur Robert

Lecoeur,yafuesetansóloelinteréscientífico,eselcasoquenovolvióahacerotrastonterías.Laexperienciacomenzadacontinuómetódicamente.

De tiempoen tiempoZephyrinXirdal tomabaunaobservaciónastronómicadelmeteoro.

Enlamañanadel5dejuliodirigióporúltimavezsuobjetivohaciaelcielo.—Allíestá—dijo,separándosedelinstrumento—.Ahorapuededejárselecorrer.Pasóenseguidaaocuparseenarreglaryempaquetardebidamentesuequipaje.En primer término, su máquina y algunas ampollas de recambio... Tocóle en

seguidaelturnoasuequipajepersonal,despuésdehaberembaladocuidadosamente,lomáscuidadosamentequepudoysupo,suanteojo.

Unaseriadificultadhubodedetenerlealdarelprimerpaso...Noteníabaúl...Porfin,encontróarrinconadaunamaleta,sinfundaysincorreas,quecolocóenmediodelahabitación,abiertayendisposiciónderecibirelequipaje.

«Sólo lo necesario—díjose a sí mismo—. Debo, pues, efectuar una selecciónrazonableyprocedermetódicamente.»

Deconformidadconesteprincipio,comenzópordepositarenellatrespiezasdecalzado; más adelante debió lamentarse de que esas tres piezas estuviesenconstituidasporunabotinadebotones,unzapatodelazoyunazapatilla.Pero,porelmomento, al menos, aquello no ofrecía ningún inconveniente, y un rincón de lamaletaestabayalleno.

Embaladasyalastressusodichaspiezas,ZephyrinXirdal,sumamentefatigado,sesecólafrentequelateníainundadadesudor.

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Desesperandodeconseguirnadaútilporelmétodoclásico,resolvióentregarseasuinspiración.

Metió,pues,lasmanosensuscajonesyenelmontóndetrajesqueconstituíansuguardarropa, y fue llenando uno de los lados de la maleta de los objetos másheterogéneos.

Era posible que el otro compartimiento de la maleta estuviese vacío, peroZephyrinXirdal no sabía nada de ello; así es que se vio en la necesidad de hacerpresión con los pies, hasta que llegaron a ponerse suficientemente de acuerde elcontinenteyelcontenido.

Visenentonces lamaletarodeadaporunafuertecuerda, ligadaporunaseriedenudos, de tal manera complicados, que su autor debía verse más adelante en laimposibilidad de deshacerlos; después de lo cual, contempló su obra con unasatisfacciónbastantevanidosa.

Quedabaahoraeltrasladarsealaestación...¿Cómotransportarsuequipaje...?MonsieurRobertLecoeuraparecióenelumbral.—¿Estásyadispuesto?—preguntó.—Le estaba esperando, como usted ve—respondió con gran candor Zephyrin

Xirdal,quesehabíaolvidadototalmentedequesupadrinodebíaacompañarle.—Enmarcha,pues...¿Cuántosbultostienes?—Tres:mimáquina,mianteojoymimaleta.—Dameunoycogetúlosotrosdos.Abajotengoelcoche.—¡Hombre,québuenaidea!—dijo,admirado,ZephyrinXirdal,cerrandotrassí

lapuertadesucasa.Ytíoysobrinobajaronalacalle.

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CapítuloXV

DONDEJ.B.K.LOWENTHALDESIGNAELAGRACIADOCONELPREMIOGORDO

Desde que J. B. K. Lowenthal había anunciado crudamente el error que habíancometido, por primera malaventura seguida del humillante fracaso de su tentativacerca de la Conferencia Internacional, la vida carecía de encantos para Mr. DeanForsythyparaeldoctorSydneyHudelson.Olvidados,habiendodescendidoalrangodeciudadanoscualesquiera,nopodíandigerir la indiferenciadelpúblico, ellosquehabíanconocidolosdulcesplaceresdelagloria.

Ensuspláticasconlosúltimosfielesquelesquedaban,protestabanconviolenciade la ceguera de la muchedumbre y defendían su causa con gran copia deargumentos.

Sieraciertoquehabíancometidounerror,noerajustoimputársele,yaqueotros,elpropioLowenthalentreellos,sehabíanequivocadotambién...

—¡Cierto!—decían,losúltimosfielesrespectivos.EncuantoalaConferenciaInternacional,¿eraposibleimaginaralgomásinicuo

queladenegacióndesujusticia?Quetomaseellalasprecaucionesquequisieseparadejar a salvo el orden financiero del mundo; pero ¿cómo se atrevía a negar losderechosdeldescubridordelmeteoro?

—Yesedescubridor—afirmabaenérgicamenteMr.DeanForsyth,fueradesí—,¡hesidoyo!

—¡He sido yo! —afirmaba, por su parte, el doctor Sydney Hudelson con nomenorenergía.

—¡Cierto!—decían,aprobando,losúltimosfieles.Por mucho que esta aprobación confortase a los dos astrónomos, no podían

remplazar a las aclamaciones entusiastas de la muchedumbre. Esto, no obstante,comoeramaterialmenteimposibleconvenceratodoslostranseúntesunostrasotros,forzosoleseracontentarseconelmodestoaplausodeaquellosadmiradores.

Los desengaños experimentados no disminuían su ardor; al contrario.Mientrasmás se negaban sus derechos al bólido, más se encarnizaban en reivindicarlos;mientrasmenosenserioparecíatomarsesupretensión,másseobstinabacadaunodeellosenafirmarsucualidaddepropietarioúnicoyexclusivo.

Entalestadodeespíritu,unareconciliaciónhabríasidoimposible;poresonisepensaba siquiera en ella;muy lejosde ello, cadadíaparecía separarmás a losdosdesventuradosprometidos.

LosseñoresForsythyHudelsonanunciabanenvozaltasudecididopropósitode

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protestarhastaelúltimosuspirocontralaexpoliacióndequesejuzgabanvíctimasydeagotartodoslosrecursos.

Seríarealmenteunespectáculomaravilloso.Mr.Forsyth,deunaparte;eldoctorHudelson,deotra,yencontradeellos todoel restodelmundo;heahí,unprocesoverdaderamente grandioso..., si se llegaba, no obstante, a encontrar el tribunalcompetente.

En espera de ello, los dos antiguos amigos, transformados en encarnizadosadversarios,nosalíanyadesuscasasrespectivas,pasandosuvidasolitariossobrelaplataformadelatorreodelatorrecilla.

FrancisGordon,retenidopormilrecuerdosdelainfancia,nohabíaabandonadola casa de Elisabeth Street, pero no dirigía la palabra a su tío. Se almorzaba y secomíasinpronunciarunapalabra.ComolapropiaMitznodabacursoasupintorescaelocuencia,lacasapermanecíasilenciosaytriste,comounconvento.

No eranmás agradables las relaciones familiares en casa del doctorHudelson.Loo estaba enfurruñada constantemente, a pesar de las suplicantes miradas de supadre;Jenny llorabasinconsuelo,apesarde lasexhortacionesdesumadre.Por loque hace a ésta, no hacía más que suspirar, esperando del tiempo un remedio aaquellasituación,queteníatantoderidículacomodeodiosa.

Mrs.Hudelsonteníarazón,yaqueeltiempo,comosueledecirse,todoloarregla;fuerzaera,contodo,reconocerqueporestaveznoparecíaapresurarsedemasiadoaarreglar los asuntos de aquellas dos familias. Aun cuandoMr. Dean Forsyth y eldoctorSydneyHudelsonnopermanecieran indiferentes ante la reprobaciónque lesrodeaba, esta reprobación no les causaba un fastidio comparable al que habrían deseguro experimentado en otras circunstancias. Su idea fija servía de coraza contratodaemociónquenotuvieraelbólidoporobjeto.

¡Conquéafán leían lasnotasdiariasdeJ.B.K.Lowenthaly lasreseñasde lassesiones de la Conferencia Internacional! Allí estaban sus enemigos comunes, ycontraellosestaban,porfin,unidosenunmismoodio.

Poresohubodeservivísimasusatisfaccióncuandosupieronlasdificultadesconque tropezaron las reuniones preparatorias, ymás viva aún cuando conocieron conqué lentitud y por qué vías tortuosas la Conferencia Internacional, definitivamenteconstituida,sedirigíahaciaunacuerdoquecontinuabasiendodeltodoproblemáticoeincierto.

Había, en efecto, para utilizar una locución familiar, había tirantez enWashington.

Desdesusegundasesión,laConferenciaInternacionalhabíadejadolaimpresióndequenollevaríasustrabajosatérminofelizsinocongrandesesfuerzos;puesdesdeelprincipiopareciódifícilllegaraunainteligencia.

La primera proposición que se hizo en firme fue la de dejar la propiedad del

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bólidoalpaísquelerecibiesedelcielo.Estoerareducirlacuestiónaunalotería,enlaquenohabríamásqueunpremio;¡perovayasielpremioeraunpremiogordo!

Esta proposición, hecha por Rusia y sostenida por Inglaterra y por la China,estados éstos de vastos territorios, provocó lo que en estilo parlamentario se llama«movimientosdiversos».Losdemásestadosestabanmuyindecisos;sesuspendiólasesión; hubo entonces conciliábulos, intrigas de pasillo... Por fin, se acordó, pormayoría,apropuestadeSuiza,quenosediscutieseesasoluciónmásqueenelcasodequenosellegaseaunrepartoequitativo.

Pero,¿cómoadquirirensemejantematerialanocióndeloqueesequitativoydeloquenoloes?

Problemaextremadamentedelicado.Sinquellegaseaderivarsedeladiscusiónunaopiniónprecisaaesterespecto,en

vanoacumulólassesioneslaConferenciaInternacional,muchasdelascualesfuerontempestuosas,hastaelextremodequeMr.Harveytuvoquecubrirseyabandonarelsillónpresidencial.

Detemereraquelasobreexcitaciónfueraenaumentodedíaendía,yaquededíaendía,segúnlasnotasdeJ.B.K.Lowenthal,lacaídadelbólidodebíaconsiderarsecomomásymásprobablecadavez.

Despuésdeunasdiezcomunicaciones,enqueserelatabanloslocosmovimientosdelmeteoro,elastrónomopudocomprobarque,derepente,enlanochedel11al12de junio, cesando el meteoro en sus fantásticas peregrinaciones, era de nuevosolicitadoporunafuerzaregularyconstante,quenoporserdesconocidaeramenoscontrariaatodoloracional.

ElsabiodirectordelobservatoriodeBoston,ensusúltimasnotasescalonadasdel5 al 14 de julio, se mostraba más audaz en sus pronósticos. Anunciaba al propiotiempo, en términos más explícitos cada vez, que una nueva y muy importantemodificación había sobrevenido en la marcha del bólido, cuyas consecuencias elpúbliconotardaríaenconocer.

Enesafechaprecisamentedel14dejulio,laConferenciaInternacionalsehabíametidoenuncallejónsinsalida.

Habiendosidorechazadastodaslascombinacionesquesucesivamentehabíanidodiscutiéndose, faltaba ahoramateria sobre quédiscutir, y los delegados semirabanentresísinsaberquédecirnihacer.

Rechazada en las primeras sesiones la repartición del bólido entre todos losestadosproporcionalmenteasusuperficieterritorial,apesardequeestacombinaciónrespetaba la equidad, ya que las naciones de mayor superficie tenían mayoresnecesidades y hacían a mayor abundamiento el sacrificio de sus mayoresprobabilidadesdeseragraciadosconlacaídadelmeteoro.

Lospaísesdepoblacióndensapropusieronenseguidaefectuarlarepartición,no

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enrazóndelnúmerodekilómetroscuadrados,sinoeneldehabitantes.Tambiéneste sistema tenía algodeequitativo,puestoqueera conformealgran

principio de la igualdad de derechos entre los hombres; pero fue combatido porRusia,Brasil,laRepúblicaArgentinaypormuchasotrasnaciones.

Rechazadasestasyotrassoluciones,RusiayChinajuzgaronllegadoelmomentooportuno para exhumar la proposición enterrada al principio, suavizándola, noobstante,enloqueteníadedemasiadorigurosa.

Propusieron,pues,estosdosestados,queseconcedieselapropiedaddelbólidoaaquellanacióncuyo territorio fueseelegidopor lasuerte, teniendo laobligacióndeentregaralosdemáspaísesunaindemnización,calculadaarazóndemilfrancosporciudadano.

Tan grande era la lasitud, que tal vez aquella misma tarde esta solucióntransaccional habría ¿ido votada si no hubiese tropezado con la protesta delrepresentantedelosVallesdeAndorra.

Este representante, Monsieur Ramontcho, dio principio a un interminablediscurso,quetalvezdurasetodavíasielpresidente,notandoelvacíoabsolutodelossillones,nohubiesetomadoelpartidodelevantarlasesión,dejandoparalapróximalacontinuacióndeldebate.

Si laRepúblicade losVallesdeAndorrahabíacreídorealizarunactodebuenapolítica, impidiendo la votación inmediata de la proposición de Rusia, se habíaequivocadolastimosamentedemedioamedio;yaqueesaproposiciónleaseguraba,entodocaso,algunasapreciablesventajas,queibantalvezadesvanecerseahora.

En la mañana del siguiente día iba, en efecto, a producirse un acontecimientopropioparadesacreditarlostrabajosdelaConferenciaInternacionalyacomprometerdeunamaneradefinitivasuresultado.Sihabíasidoposible,mientrasseestabaenlaignorancia acerca del lugar en que caería el bólido, el discutir todos los modosposiblesde repartición, ¿podría continuarse estadiscusión cuandodicha ignoranciahubiesetenidofinytérminodefinitivo?¿Eraposiblepedirlarepartición,despuésdecelebrarselalotería,alagraciadoconelpremiogordo?.Unacosaeracierta,entodocaso, y es que semejante repartición no podría ya hacerse amistosamente; jamásconsentiríadebuengradoenelloelpaísquehubiesesidofavorecidoporlasuerte.

Nunca, en lo sucesivo, se vería tomar parte en las sesiones y participar de lostrabajosdelaConferenciaInternacionalaMr.Schnack,delegadodeGroenlandia,elafortunadoaquienensunotacotidianaJ.B.K.Lowenthalatribuíaaquellamañanalosmilloneserrantes.

Desdehaceunosdiezdías—escribíaelsabiodirectordelobservatoriodeBoston—hemoshabladoenmuchasocasionesdeuncambioimportantesobrevenidoenlamarcha del bólido. Sobre ello discutiremos hoy conmayor precisión, habiéndonosconvencido el tiempo transcurrido del carácter definitivo de ese cambio, y

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permitiéndonosactualmenteélcálculodeterminarsusconsecuencias.El cambio consiste única y exclusivamente en que desde él día 5 de julio ha

cesadodemanifestarselafuerzaquesolicitabaalbólido.Apartirdeesedía,nohavueltoanotarselamenordesviacióndelaórbita,yél

bólidosólosehaaproximadoa laTierraen lamedidaestrictaque leestá impuestaporlascondicionesenquesemueve.

Sehallahoydistantedenosotrosaproximadamenteunoscincuentakilómetros.Si la influencia que obraba sobre el bólido hubiese desaparecido algunos días

antes,habríaéstepodido,envirtuddelafuerzacentrífuga,alejarsedenuestroplanetaunadistanciamuycercanadesudistanciaprimitiva.

En lo sucesivo ya no ocurrirá así. La velocidad del meteoro, reducida por élfrotamiento con las capas más densas de la atmósfera, sólo es suficiente paramantenerloensutrayectoriaactual.

Mantendríase, por lo tanto, eternamente en ella, si la causa a que se debe sudisminución,esdecir,ladisminucióndeaire,fuesesuprimida,Perosiendo,comoes,otracausapermanente,puedeconsiderarsecomociertoqueelbólidocaerá.

Haymás.Siendo la resistenciadelaireun fenómenoperfectamenteestudiadoyconocido,esposibletrazardesdeahoralacurvadecaídadelmeteoro.

A salvo de complicaciones inesperadas, cuya hipótesis no impide rechazar loshechosanteriores,esposibleafirmaralpresentelosextremosquesiguen:

1.ºElbólidocaerá.2.ºLacaídaseefectuaráeldía19deagostoentrelasdosylasoncedelamañana,3.ºLacaídatendráefectoenunradiodediezkilómetrosentornodelaciudadde

Upernivik,capitaldeGroenlandia,SielbanqueroRobertLecoeurhubieraestadoensituacióndeconocerestanota

deJ.B.K.Lowenthal,hubieratenidomotivosparaconsiderarsedichoso.Apenas,enefecto,seextendiólanueva,cuandolasaccionesdelasexplotaciones

auríferasdelAntiguoydelNuevoContinentebajaroncuatroquintosdesuvalor.

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CapítuloXVI

DONDESEVEAMUCHOSCURIOSOSAPROVECHARESTAOCASIÓNDEIRAGROENLANDIAYASISTIRALACAÍDADELEXTRAORDINARIO

METEORO

Unamuchedumbre numerosa asistía en lamañana del 27 de julio a la partida delvaporMozik,queibaaabandonarCharleston,elgranpuertodelaCarolinadelSur.

TaleralaanuenciadecuriososdeseososdetrasladarseaGroenlandia,quedesdehacíamuchosdíasnohabíayaunsolocamarotedisponibleabordodeaquelbuquedemil quinientas toneladas, y eso que no era el único que partía con tal destino.Muchos otros buques de diferentes nacionalidades se disponían a remontar elAtlánticohasta el estrechodeDavis y hasta elmar deBaffin,más allá del círculopolarártico.

Esa afluencia nada tenía de sorprendente en el estado de sobrexcitación de losespíritus,desdelafamosacomunicacióndeJ.B.K.Lowenthal.

Este sabio astrónomo no podía equivocarse; después de haber censurado tanenérgicamente a Mr. Dean Forsyth y al doctor Sydney Hudelson, no se habríaexpuesto a merecer iguales reproches. Verdaderamente inexcusable hubiera sidohablaralaligeraencircunstanciastanexcepcionales.

Debían tenerse, por consiguiente, sus conclusiones comoabsolutamente ciertas.ElbólidodebíacaersobreelsuelodeGroenlandia.

Esta vasta región, dependiente en otro tiempo deDinamarca, y a la cual habíaconcedido este reino generosamente la independencia algunos años antes de laaparición delmeteoro, era la favorecida por la fortuna con preferencia a todos losdemásestadosdelUniverso.

Inmensa,enverdad,esestaregión,delaquenopudeaúndecirsesiescontinenteoislapesealosrecorridosquesobreellasehanrealizado.

Podríahaberocurridoquelaesferadeorocayesesobreunpuntomuyalejadodellitoral, a centenares de leguas hacia el interior, y en ese caso, las dificultades parallegarhastaélhabríansidomuygrandes:porsupuesto,inútilesdecirquesemejantesdificultades se habrían vencido, desafiando los fríos árticos y las tempestades denieve, y, en caso de necesidad, se habría llegado hasta el polo mismo, en lapersecucióndeaquellosmillaresdemillones.

Era,sinembargo,unasuertequenosenecesitasentalesesfuerzos,yqueelsitiodelacaídahubiesepodidoserdesignadocontantaprecisión.

Si el lector hubiese tomado pasaje en el Mozik, en medio de centenares depasajeros, entre los que se contaban algunas mujeres, habría encontrado cinco

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viajerosquenolesondesconocidos.UnoeraMr.DeanForsyth,que,encompañíade«Omicron»,bogabalejosdela

torre de Elisabeth Street; era otroMr. SydneyHudelson, que había abandonado latorrecilladeMorissStreet.

Tan pronto como las compañías de transporte habían organizado esos viajes aGroenlandia,ningunode losdosrivaleshabíavaciladounpuntoensacarbilletedeidayvuelta;siprecisohubieresido,habríafletadocadaunodeellosunbuqueporsucuentacon,destinoaUpernivik.

Era indudablequeellosno tenían la intencióndeecharmanoalbloquedeoro,apropiárselo y llevárselo a Whaston; querían, con todo, encontrarse allí en elmomentodelacaída.

¿Quiénsabe,despuésde todo, sielGobiernogroenlandés,unavezenposesióndelbólido,nolesconcederíaunapartedeaquellosmillonescaídosdelcielo?

Nohayquedecir que abordodelMozik,Mr.Forsythy el doctorHudelson sehabían abstenido cuidadosamente de elegir camarotes próximos. En el curso deaquella navegación, lomismo que enWhaston, no habría elmenor contacto entreellos.

NosehabíaopuestoMrs.Hudelsonalapartidadesumarido,asícomotampocolaviejaMitzhabíatratadodedisuadirasuamodequeemprendieraelviaje.

Eldoctor,sinembargo,habíatenidoquecederalasapremiantessolicitacionesdesuhijaprimogénita,quedeseabahacerelviajeconél.Jenny,pues,acompañabaasupadre.

Al insistir, como lo había hecho, tenía la joven un objeto. Separada deFrancisGordon desde las escenas violentas que habían producido la desunión entre ambasfamilias,suponíaqueésteacompañaríaasutío.

Enesecasoseríaunasuerteparalosdosprometidoselvivirtancercaelunodelotro,sincontarlasocasionesquetendríandehablarseeneltranscursodelviaje.

Lossucesosvinieronademostrarquehabíapensadobien.FrancisGordonhabíase,enefecto,resueltoaacompañarasutío.Seguroesque

nohubierapretendidoaprovecharsedelaausenciadeldoctorparapresentarsecontrasusórdenesterminantesenlacasadeMorrisStreet.Preferibleera,pues,tomarparteen el viaje, como lo hacía «Omicron», para interponerse, si llegaba el caso, entreambosadversariosyaprovecharsedecualquiercircunstanciaquepudieramodificaraquelladeplorablesituación.

EnelnúmerodelospasajerosdelMozik,hallábasetambiénEdwalddeSchnack,el delegado de Groenlandia en la Comisión Internacional. Su país iba a sersencillamenteelpaísmásricodelmundo.

¡Afortunadanación,enlaquenohabríaya impuestosdeningunaclaseyenlaquesesuprimiríalaindigencia!

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Dadalaprudenciadelarazaescandinava,nohabíadudadequeaquellaenormemasadeorosegastaríacongranparsimonia.

Mr. Schnack iba a ser el héroe de a bordo. Las personalidades de Mr. DeanForsyth y el doctor Hudelson se desvanecían ante la del representante deGroenlandia; y aquellos dos rivales experimentaban un odio igual hacia elrepresentantedeunEstadoqueno lesdejabaningunaparte,aunquesólo fueseunapartedevanidad,ensuinmortaldescubrimiento.

La travesíadeCharleston a la capital groenlandesapuede estimarse en tresmiltrescientasmillas,oseamásdeseismilkilómetros;deberíadurarunosquincedías,incluyendo una escala en Boston para aprovisionarse de carbón. En cuanto a losvíveres, llevábalos para varios meses, así como los demás buques que tenían elmismodestino,yaque,dadalaenormeafluenciadecuriosos,habríasidoimposibleasegurarsusubsistenciaenUpernivik.

Si Mr. Schnack tenía un sólido corazón de trillonario, no sucedía lo mismorespectodeMrDeanForsythydeldoctorHudelson.

Hallábanseenloscomienzosdelanavegación,yyapagabansucorrespondientetributo, con gran amplitud, al dios Neptuno. Mas ni por un instante tan sólolamentabanhaberselanzadoensemejanteaventura..

Creemos inútil decir si esas indisposiciones, que les reducían a la impotencia,eranaprovechadasporlosdosnovios.

Deestemodoganabaneltiempoperdido,mientrasqueelpadreyeltíocaíanbajolosgolpesdelapérfidaAnfitrite.

Ellos,porsuparte,noeranaccesiblesalmareo,ysóloseseparabanparaprodigarsus cuidados a los dos enfermos; no sin cierto refinamiento de malicia, habíanserepartido el trabajo; así, mientras que Jenny ofrecía sus consuelos a Mr. DeanForsyth,FrancisGordonselosprodigabaaldoctorHudelson.

Cuando el mar se hallaba más tranquilo, Jenny y Francis sacaban de loscamarotesalosdosinfortunadosastrónomos,losconducíanalaireUbreyloshacíansentarsenolejoselunodelotro,teniendocuidadodeirdisminuyendogradualmenteestadistancia.

—¿Cómoseencuentra?—decíaJenny,echandounamantasobre laspiernasdeMr.DeanForsyth.

—¡Bastantemal!—suspirabaelenfermo,sinsabersiquieraquiénlehablaba.Yhaciéndolerecostarsobreunosalmohadonesbiendispuestos:—¿Cómovaeso,Mr.Hudelson?—repetíaFrancis,conuntonoafable,comosi

nuncalehubiesendespedidodelacasadeMorissStreet.Losdosrivalespermanecíanallíalgunashoras,teniendosólounavagaconciencia

desuvecindad!Para que recobrasen un pocode animación sólo eramenester queMr.Schnack

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llegaseapasarcercadeellos.UnrelámpagoiluminabalosojosdeMr.Forsythydeldoctor Hudelson, que hallaban la fuerza suficiente para murmurar para sí mismosinvectivasdeimpotenteodio.

—¡Esesalteadordebólidos!—murmurabaMr.DeanForsyth.—¡Eseladróndemeteoros!—murmurabaeldoctorHudelson.Mr.Schnacknosedabacuentadeello,nisiquieraestabaenteradodesupresencia

a bordo. Iba él y venía desdeñósamente con el aplomo de un hombre que va aencontrarensupaísmásdinerodelquesenecesitaríaparapagarcienvecesladeudapúblicadelmundoentero.

Lanavegación,sinembargo,seguíaenexcelentescondiciones.DecreereraqueotrosbuquesconigualdestinoatravesaríanenaquellosmomentoselAtlántico.

ElMozikpasóa lo largodeNuevaYorkhaciaBoston.Enlamañanadel30dejuliollegóaanclaranteestacapitaldelestadodeMassachusetts.Conundíahabríabastanteparaembarcarelcarbón.

Auncuandolatravesíanohabíasidomala,lamayorpartedelospasajeroshabíansufrido el mareo, y cinco o seis de ellos juzgaron que esto era suficiente, yrenunciandoaproseguirelviaje,desembarcaronenBoston.DichoseestáqueentreesospasajerosnosecontabanniMr.DeanForsythnieldoctorHudelson.

EldesembarquedeesospasajerosdejólibresalgunoscamarotesdelMozik;ynofaltaronaficionadosqueseaprovecharondeelloparaembarcarseenBoston.

Entreéstoshabríapodidonotarseuncaballero,deeleganteaspecto,quesehabíapresentadodelosprimerosparaasegurarseunodeloscamarotesvacantes.

EstecaballeronoeraotroqueMr.SethStanfort,elesposoydivorciadodespués,enlascondicionesqueyasabemos,porMr.JohnProth,eljuezdeWhaston.

Después de la separación, que se remontaba ya amás de dosmeses,Mr. SethStanforthabíavueltoaBoston.Poseídosiempredelgustodelosviajes,yobligándolelanotadeJ.B.K.LowenthalarenunciaraldelJapón,habíavisitadolasprincipalesciudadesdelCanadá.

¿Trataba de olvidar a su antigua esposa? Parece esto poco probable; habíanseseparadolosdosespososporgustodeambos; talVeznosevolviesenaver,ysiseveíandenuevo,acasonosereconocieran.

AcababaMr. Seth Stanfort de llegar a Toronto, la capital actual del Dominio,cuandotuvoconocimientodelasensacionalcomunicacióndeJ.B,K.Lowenthal.

Auncuandolacaídahubieradebidotenerefectoaalgunosmillaresdeleguas,enlas regionesmás recónditasdelAsiaodelÁfrica,habríahechoél lo imposibleportrasladarseallá.

Y no es que este fenómeno meteórico le interesase extraordinariamente; peroasistiraunespectáculoquesólocontaríaconunnúmerorelativamentereducidodeespectadores,verloquemillonesdesereshumanosnoverían,eracosaparatentara

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un caballero aventurero, gran aficionado a los viajes, y al que su fortuna permitíarealizarlosmásfantásticositinerarios.

Por otra parte; no se trataba de partir para los antípodas. El teatro de aquelacontecimientoastronómicoseencontrabaalaspuertasdelCanadá.

Tomó,pues,Mr.SethStanfortelprimertrenquesalíaparaQuebec;yyaaquíelquesalíaparaBostonatravésdelasllanurasdelDominioydelaNuevaInglaterra.

Cuarenta y ocho horas después del embarque de este caballero, el Mozik, sinperderdevistalatierra,pasóallagodePortsmouth,ydePortlanddespués,alalcancedelossemáforos.

Talvez lossemáforoshabríanpodidodarnuevasnoticiasdelbólido,pormediode señales que hubieran podido percibirse a simple vista cuando el cielo estabadespejado.

LossemáforospermanecieronmudosyeldeHalifaxnofuemáslocuazcuandoelvaporseencontróenfrentedeesegranpuertodelaNuevaEscocia.

Innumerables eran los enfermos, entre los cuales, a pesar de los cuidados deJenny y de Francis, continuaban haciéndose notar Mr. Dean Forsyth y el doctorHudelson.

ElcaboConfortfueavistadoenlamañanadel7deagosto.La tierragroenlandesa terminaunpocomáshacia elEste, en el caboFareweü,

contra el que van a estrellarse las olas del océano Atlántico septentrional; y aestrellarse con una furia bien conocida de los valientes pescadores del banco deTerranovaydelaIslandia.

Por fortuna, no se trataba, en manera alguna, de remontar la costa Este de laGroenlandia.

Estacostaesinabordable;noofreciendoningúnpuertoderefugio.Nofaltan,porelcontrario, losabrigosenelestrechodeDavis,enelquepuede

encontrarse fácilmente un refugio, y la navegación se efectúa en condicionesfavorables,exceptocuandosoplandirectamentelosvientosdelSur.

La travesía, en efecto, continuó sin que los pasajeros tuviesen que sufrirdemasiado.

Estapartedelacostagroenlandesa,desdeelcaboFareweühastalaislaDisko,sehalla por lo general bordeada por promontorios de rocas primitivas, de una latitudconsiderable,quecontienenuntantolosvientos.

Hastaenelperíodo invernalsehallaeste litoralmenosobstruidopor loshielosquelascorrientesdelpolotraendelocéanoBoreal.

EnestascondicionesfuecomoelMozikbatióconsurápidahélicelasaguasdelabahíaGilbert.

Ancló durante algunas horas en Gothaab, donde el cocinero de a bordo pudoprocurarsepescadofrescoengrancantidad.¿Noesdelmar,enefecto,dedondelos

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groenlandesessacansuprincipalalimento?LaislaDisko,queelvaporalcanzóenlasprimerashorasdel9deagosto,es la

más importante de todas las del rosario cuyas cuentas corren a lo largo del litoralgroenlandés.

Esta isla, de rocasbasálticas, poseeuna capital,Godhaven, construida sobre sucostameridional,ycompuesta,nodecasasdepiedra,sinodemadera.

FrancisGordonySethStanfort,ensucalidaddepasajerosaquieneselmeteorono hipnotizaba, quedaron vivamente impresionados al contemplar aquel pueblonegruzco.Algunascasas,aunquepocoamuebladas,nocarecíandecomodidades.Laautoridad se halla representada por un delegado del Gobierno que reside enUpernivik,lacapital.

EnelpuertodeestaúltimaciudadfuedondeelMozikvinoaanclareldía10deagosto,hacialasseisdelatarde.

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CapítuloXVII

DONDEELMARAVILLOSOBÓLIDOYUNPASAJERODELMOZIKENCUENTRAN,ÉSTEAUNPASAJERODELOREGONYAQUÉLALGLOBO

TERRESTRE

EltérminoGroenlandiasignificaTierraverde,peroTierrablancahubieraconvenidomás a este país cubierto de nieve. No pudo ser bautizado así más que por unaagradable ironía de su padrino, un tal Eric «elRojo»,marino del sigloX, que eraprobablementetanrojocomolaGroenlandiaverde.

Talvez,despuésdetodo,esperabaesteescandinavoconvencerasuscompatriotasparacolonizaraquellaverderegiónhiperbórea.

Los colonos no se dejaron tentar por ese nombre encantador, y actualmente,contandoconlosindígenas,lapoblacióngroenlandesanopasadediezmilhabitantes.

Sihayalgúnpaísquenofueseformadopararecibirunbólidoquevalíacincomilsetecientosochentayochomillaresdemillones,era indudablementeéste; fuerzaesreconocerloasí.

Más de unode entre lamultitud de pasajeros a quienes la curiosidad llevaba aUpernivik debió de permitirse semejante reflexión: ¿no le habría sidomás fácil albólidocaeralgunoscentenaresdeleguasmásalSur,enlasuperficiedelasextensasllanurasdelDominioodelaUnión,dondetanfácilhubierasidohallarlo...?

¡No;eraunaregióndelasmásimpracticablesydelasmásinhospitalariaslaqueibaaserelteatrodeaquelacontecimientotanmemorable!

Adecirverdad,podíaninvocarsealgunosprecedentes.¿NohancaídoyabólidosenGroenlandia?¿NoencontróNordenskjoldenlaislaDiskotresbloquesdehierro,cadaunodeloscualespesabaveinticuatrotoneladas,meteoritosmuyprobablemente,quefiguranhoyendíaenelMuseodeEstocolmo?

Porfortuna,siJ.B.K.Lowenthalnosehabíaequivocado,elbólidodebíacaersobreunaregiónbastanteabordableyenel transcursodeaquelmesdeagosto,queelevalatemperaturasobrecero.

Enestaépocadelañopuedeelsueloenalgunossitiosjustificarlacalificacióndetierraverdedadaa ese trozodelNuevoContinente.En los jardinesbrotan algunasleguminosas y algunas gramíneas, mientras que hacia el interior sólo puedenencontrarsemusgosylíquenes.

Peroencambio,trasdosotresmesesdeverano,alosumo,vuelveelinviernoconsusinterminablesnoches,susfuertescorrientesatmosféricas,salidasdelasregionespolares.

DequeelmeteoronodebiesecaerenelinteriordelContinente,noseseguíaque

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suposesiónleestuvieseaseguradaaGroenlandia.Uperniviknosehallatansóloaorillasdelmar,sinoquesehallarodeadodemar

portodaspartes.Esunaislaenmediodeunarchipiélagodeislotesdiseminadosalolargodel litoral,yesta isla,queno tienediez leguasdesuperficieofrece, fuerzaesconvenirenello,unblancobastantereducidoyestrechoparaelproyectilaéreo.

Sinolaalcanzabaconunaprecisiónmatemática,pasaríaalladodelblancoylasaguasdelmardeBaffinsecerraríansobreél;ydebetenerseencuentaqueelmaresbastanteprofundoenestasregioneshiperbóreas,puestienedemiladosmilmetros.

NodejabadepreocuparvivamenteestaeventualidadaMr.Schnack,quemásdeuna vez había confiado sus inquietudes a Seth Stanfort, con quien había trabadoamistadenelcursodelatravesía.

La desgracia que tanto temíaMr. Schnack, Francis Gordon y Jenny Hudelsonhabríanla,porelcontrario,consideradocomolamásfelizdelassoluciones.Unavezdesaparecido el bólido, aquellos de quienes su felicidad dependía nada tendrían yaquereivindicar,niaunsiquieraelhonordedarlesunombre.Seríaésteungranpasohacialareconciliacióndefinitivaytanardientementedeseada.

EsmuydudosoqueestemododeverdelosdosjóvenesfuesecompartidoporlosnumerosospasajerosdelMozikydeotrosbuquesde todasnaciones, ancladosa lasazónanteUpernivik.

Desde el día siguiente al de la llegada, una muchedumbre, compuesta deelementos muy diversos, se extendió en torno de algunas casitas de madera, laprincipaldelascualesenarbolabalabanderablancaconlacruzrojadeGroenlandia.Jamáshabíanvistogroenlandesesygroenlandesasdesfilartantagenteantesuscasasyporsupaís.

LallegadadesemejantenúmerodeextranjerosalaisladeUpernivikprovocóunagransorpresaaloscentenaresdeindígenasqueenellahabitan,ycuandosupieronlacausadetalafluencia,nodisminuyósusorpresa,sinomásbientodolocontrario.Noignorabanaquellaspobresgentesqueeloro teníasuvalor;pero la fortunanoseríaparaellos.Si losmillonescaíansobrela tierrafirme,noiríanallenarsusbolsillos,sinoqueiríanalascajasdelEstado,delasque,segúnescostumbre,noselesveríasalirjamás.

Durantelashorasdeespera,losintrépidosturistasdabanlargospaseosatravésdelaisla.

CincodíashabíantranscurridodesdelallegadadelMozik,cuandoenlamañanadel16deagostounúltimobuquefueseñaladocercadeUpernivik.

Eraun steamer que se deslizaba a través de las islas e islotes del archipiélago,paravenirabuscarsuanclaje;enélseveíaflotarlabanderaconlascincuentayunaestrellasdeEstadosUnidosdeAmérica.

Nopodíadudarsedequeaquelsteamer conducíaunnuevo lotedepasajerosal

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teatrodelgran fenómenometeorológico; retrasadosque,por lodemás,no llegaríanconretraso,todavezqueelglobodeorogravitabaaúnenlaatmósfera.

Hacialasoncedelamañana,elsteamerOregónanclabaenmediodelaflotilla.Unboteseseparóenseguidadesucostadoy llevóa tierraaunode lospasajeros,másapresurado,sinduda,quesuscompañerosdeviaje.

Inmediatamente se extendió el rumor de que el recién llegado era uno de losastrónomosdelobservatoriodeBoston,untalMr.Wharf,quesedirigióenseguidaalacasadeljefedelGobierno.AvisóéstesintardanzaaMr.Schnack,yeldelegadosetrasladóalacasita,encuyotechotremolabalabanderanacional.

La ansiedad era inmensa. ¿Iría a marcharse el bólido a recorrer otros paísescelestes?

Prontohubodevolverlatranquilidadaesterespecto.ElcálculohabíaconducidoaJ.B.K.LowenthalaconclusionesexactasyúnicayexclusivamenteparaasistiraesacaídadelbólidoeraporloqueMr.Wharfhabíaemprendidoaquellargoviaje,atítuloderepresentantedesujefejerárquico.

Eraentoncesel16deagosto; faltaban,porconsiguiente, tresvecesveinticuatrohorasparaqueelbólidoreposasesobrelatierragroenlandesa.

—Amenosqueno sevaya al fondo—murmuróFrancisGordon, único, por lodemás,enconcebirestepensamientoyenformularestaesperanza.

Peronopodíasabersehastapasadostresdíaseldesenlacedeaquelasunto.Tresdíasnoesnadaapenasyesavecesmucho,muyparticularmenteenGroenlandia,enlaquenopodíapretendersequelosplacerespecasenporlaabundancia.

Reinaba, pues, el fastidio, y largos y contagiosos bostezos desarticulaban losmaxilaresdeaquellosturistasdesocupados.

Uno de ellos, a quienes el tiempo seguramente parecía menos largo, era Mr.Stanfort.

Globetrotterdeterminado,corriendodemuybuengradoallídondehubieraalgosensacionalquever, estabaacostumbradoa la soledady sabía, comosueledecirse,acompañarseasímismo.

Ensuprovechoexclusivofue,noobstante—porquetaleslainjusticiainmanente—,comodebíaromperselafastidiosamonotoníadeaquellosúltimosdíasdeespera.

Paseábase Mr. Seth Stanfort por la playa para asistir al desembarque de lospasajerosdelOregón,cuandosedetuvodeprontoalVerunaseñora,queunadelasembarcacionesdepositabasobrelaarenadelaplaya.

DudandoSethStanfortdel testimoniodesussentidos, seacercó,yconun tonoquerevelabasorpresa,peronoenmodoalgunodisgusto;

—¿Mrs.ArcadiaWalker,sinomeengaño?—dijo.—¡Mr.Stanfort!—exclamólapasajera.—Nocontabayo,Mrs.Arcadiaconladichadevolveraverlaenestaremotaisla.

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—Niyotampoco,Mr.Stanfort.—Y¿cómoseencuentrausted,Mrs.Arcadia?—Perfectamente,Mr.Stanfort...¿Yusted?—Muybien,completamentebien.Sinotrasformalidadespusiéronseaconversarcomodosantiguosconocidosque

acabandeencontrarseporcasualidad,Mrs.ArcadiaWalkerinquirióenseguida,alzandolamanohaciaelespacio:—¿Nohacaídoaún?—No, tranquilícese usted; aún no ha caído, pero no puede tardar yamucho en

caer.—Mealegro;asípodréhallarmepresenteasucaída—dijoMrs.Arcadiaconviva

satisfacción.—Comomehallaréyopormiparte—respondióMr.SethStanfort.Erandecididamentedospersonasdistinguidas,muydistinguidasydemundo,por

no decir dos antiguos y sinceros amigos, a quienes un semejante sentimiento decuriosidadreuníasobreaquellaplayadeUpernivik.

¿Por qué, después de todo, había de ser de otro modo? Cierto, sí, que Mrs.ArcadiaWalker no había encontrado enMr. Seth Stanfort su ideal; peromuy bienpodíasucederqueesteidealnoexistiese,yaqueellanolehabíahalladoenningunaparte.

Hecha laexperienciacon toda lealtad,habíacomprobadoqueelmatrimonionoerade suconveniencia, como tampoco lohabía sidode ladeMr.Stanfort;peroalpasoqueellaexperimentabamuchasimpatíarespectodeunhombrequehabíatenidola delicadeza de renunciar a ser un marido, éste conservaba de su ex mujer elrecuerdodeunapersonainteligente,original,quehabíallegadoaserabsolutamenteperfectaaldejardesersumujer.

Habíanse ellos separado sin reproches, sin recriminaciones. Mr. Seth Stanforthabía ido por su lado;Mrs.Walker lo había hecho por el suyo; un acontecimientosensacionalllevábalesaambosaaquellaislagroenlandesa,¿porquérazónhabíandehaberafectadonoconocerse?

Cambiadaslasprimerasfrases,Mr.SethStanforthabíasepuestoaladisposicióndeArcadiaWalker,quienaceptódemuybuengradolosserviciosdeSethStanfort;yyano se volvió a hablar entre ellos deotra cosaquedel fenómenometeorológico,cuyodesenlaceestabatanpróximo.

A medida que iba el tiempo transcurriendo, un enervamiento creciente seguíainvadiendoa loscuriosos reunidosenaquella remotaplaya,ymásespecialmentealos principales interesados, entre los cuales menester era colocar, además de losgroenlandeses,aMr.DeanForsythyaldoctorSydneyHudelson,todavezqueelloscontinuabanatribuyéndoseasímismosestacualidad.

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«¡Siemprequecaigaefectivamentesobrelaisla!»,pensabanMr.DeanForsythyeldoctorHudelson.

«Ynoenelmar...»,pensabaeljefedelGobiernogroenlandés.—Pero no sobre nuestras cabezas —agregaban entre dientes algunos muy

miedosos.Demasiadocercaodemasiadolejos; taleseran,enefecto, losdosúnicospuntos

importantes.El 16 y el 17 de agosto transcurrieron sin que hubiese que registrar ningún

incidentenotable.Pordesgracia,eltiempocomenzabaaponersemaloylatemperaturaabajardeun

modobastantesensible:talvezaquelinviernofueseprecoz.Lasmontañasdellitoralhallábanseyacubiertasdenieve,ycuandoelviento soplabadeaquel lado,era tanduro, tanpenetrante,quesehacíaabsolutamenteprecisoponersealabrigodeélenlossalonesdelosbuques.

Porestasrazonesnoeracosadehacerlargaestanciaenaquellaslatitudes,yunavezsatisfechasucuriosidad,loscuriososemprenderíanmuygustososlarutadelSur.

Sólotalvezlosdosrivales,empeñadosenhacervalerloqueellosllamabansusderechos,queríanpermanecercercadeltesoro.Todopodíaesperarsedepartedetaleslocos,yFrancisGordon,pensandoensuqueridaJenny,nomirabasinangustiaestaperspectivadeunalargainvernada.

En la noche del 17 al 18 de agosto, una verdadera tempestad se desencadenósobreelarchipiélago.

Veinte horas antes el astrónomo de Boston había conseguido tomar unaobservacióndelbólido,cuyavelocidaddisminuíasincesar.Peroeratallaviolenciadelatormenta,queeracosadepreguntarsesinoarrastraríaconsigoalbólido.

Ningunacalmasemanifestódurantetodoel18deagosto,ylasprimerashorasdelanochequesiguióaesedíafuerontanterriblementeagitadas,queloscapitanesdelosbuquesancladosenlaradanodejarondeexperimentarseriasinquietudes.

No obstante, hacia la mitad de la noche del 17 al 18 de agosto la tempestaddecreciómuynotablemente.

Desdelascincodelamadrugadatodoslosviajerosseaprovecharondetalcalmaparahacersellevaratierra.¿Noerael18deagostolafechafijadaparalacaídadelbólido?

Era tiempo; a las siete se oyó un golpe sordo, tan violento y rudo, que la islaenteratemblódesdesubaseentodasuextensión.

Algunos instantes más tarde, un indígena corría a la casa ocupada por Mr.Schnack.Llevabalasensacionalnoticia...

ElbólidohabíacaídosobrelapuntanoroestedelaisladeUpernivik.

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CapítuloXVIII

ENELCUAL,PARAALCANZARELBÓLIDO,MR.SCHNACKYSUSNUMEROSOSCÓMPLICESCOMETENLOSDELITOSDEESCALAY

FRACTURA

Alinstante,parecióquelalocurasehabíaapoderadodetodos.Extendida en un instante la nueva, revolucionó a los turistas y a la población

groenlandesa, los buques en rada fueron abandonados por sus tripulaciones y unverdadero torrente humano se lanzó en la dirección indicada por el mensajeroindígenacomolugardelacaídadelbólido.

Si la atención de todos no hubiese estado acaparada en provecho del famosometeoro, habría podido notarse en aquel preciso instante un hecho difícilmenteexplicable.

Como obedeciendo a una señal misteriosa, uno de los buques anclados en labahía,unsteamer,cuyachimenealanzabahumodesdeelamanecer,levóanclasysedirigió a todo vapor hacia altamar. Era un buque de formas alargadas, demuchoandar, según toda verosimilitud. En pocos minutos desapareció detrás delpromontorio.

Semejanteconductaeraparasorprenderacualquiera.¿PorquéhaberidohastaUpernivikparaabandonarleenelmomentoenquehabía

algoqueverallí?¿Quéseríaeso?Peronadie,tangrandeeraelgeneralapresuramiento,nadieadvirtióestapartida,

bastantesingular,porcierto.Correrlomásdeprisaposible;taleralaobsesióndeaquellamuchedumbre,enla

quesecontabanalgunasmujeresyhastaalgunosniñosyunaspocasniñas.Se avanzaba en desorden, empujándose, atropellándose unos a otros. Uno, sin

embargo,había,almenos,queconservabatodasucalmaytranquilidad,enmediodelageneralconfusión.Ensucalidaddeglobetrotter,aquiennadapodríaconmover,Mr.SethStanfortconservaba,enelaturdimientode losdemás,sudilettantismo,unpoco desdeñoso. Hasta —¿era por su extremada cortesía o por algún otrosentimiento?—, hasta había comenzado por volver francamente la espalda a ladirección seguida por sus compañeros para dirigirse al encuentro deMrs. ArcadiaWalkeryofrecerlesucompañía.

¿Noeranatural,despuésde todo,ydadassusexcelentes relacionesdeamistad,queellosmarchasenjuntosyenbuenaarmoníaaldescubrimientodelbólido?

—¡Por fin ha caído, Mr. Stanfort! —Tales fueron las primeras palabras quepronuncióMrs.ArcadiaWalker.

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—¡Hacaídoporfin!—contestóMr.SethStanfort.—¡Por finhacaído!—había repetidoy repetíaaún todaaquellamuchedumbre,

mientrassedirigíaapresuradamentehacialapuntanoroestedelaisla.Cinco personas, no obstante, habían logrado mantenerse delante de todas las

demás.EnprimertérminofiguraMr.EdwalddeSchnack,delegadodelaGroenlandiaen

la Conferencia Internacional, a quien hasta los más impacientes habían cedidocortésmenteelpaso.

Enelespaciolibrequeconestamaniobrahabíaquedado,dosturistassehabíanenseguidainsinuado,yasíMr.DeanForsythyeldoctorSydneyHudelsonmarchabanalasazónalacabezadelacomitiva,fielmenteacompañadosdeFrancisGordonydesulindaprometida.

Continuaban los jóvenesdesempeñandosuspapelesnaturales,delmismomodoquelohabíanllevadoacaboabordodelMozik.

Jenny se desvivía por adivinar los deseos y complacer a Mr. Dean Forsyth,mientras que Francis Gordon, por su parte, rodeaba de cuidados y atenciones aldoctorSydneyHudelson.

No siempre era bien acogida su solicitud, es menester reconocerlo; pero poraquella vez, tan profundamente turbados se encontraban los dos rivales, que nisiquierahabíanadvertidosupresenciarecíproca.

Noeracosa,porlotanto,deprotestardelamaliciadelossimpáticosjóvenes,quemarchabanentreellos.

—Eldelegadovaaserelprimeroentomarposesióndelbólido—gruñóMr.DeanForsyth.

—Yaponerlelamanoencima—añadióeldoctorHudelson,creyendocontestaraFrancisGordon.

—¡Peroesonohabrádeimpedirmeelhacervalermisderechos!—exclamóMr.DeanForsyth,dirigiéndoseaJenny.

—¡Seguramente que no! —añadió, aprobando, Mr. Sydney Hudelson, quepensabaenlossuyos.

Conintensasatisfaccióndelahijadeunodeellosydelsobrinodelotro,parecíaverdaderamentequeambosadversarios, olvidando rencillaspersonales, uniesen susodioscomunescontraunsoloenemigo.

Aconsecuenciadeunfelizconcursodecircunstancias,elestadoatmosféricosehabíamodificadoporentero.LatormentahabíaidocesandoamedidaqueelvientocaíahaciaelSur.

Aunqueelsolnoseelevabatodavíamásquealgunosgradossobreelhorizonte,brillaba,porlomenos,atravésdelasúltimasnubes.

Desdelaciudadhastalapuntapodíamuybiencontarseunalargalegua,queera

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necesario franquear a pie. No era Upernivik quien podía suministrar un vehículocualquiera.

Lamarcha,porlodemás,erafácilycómodasobreunterrenobastanteplano,denaturalezarocosa,cuyorelievenoseacentuabaseriamentemásqueenelcentroyenlasproximidadesdellitoral,endondesealzabanalgunosaltospromontorios.

Elindígenaquehabíasidoelprimeroenllevarlasensacionalnoticia,eraelqueservíadeguíaalaexpedición.

Iba seguido muy de cerca por Mr. Schnack, por los señores Dean Forsyth ySydney Hudelson, por Jenny y Francis Gordon; seguidos éstos, a su vez, de«Omicron»,delastrónomodeBostonydelamultituddeturistas.

Unpocodetrás,Mr.SethStanfortcaminabaalladodeMrs.ArcadiaWalker.No dejaban de conocer los dos ex esposos la ruptura, que había llegado a ser

legendaria, de las dos familias; y las confidencias de Francis Gordon, con el quedurante la travesía había iniciado Mr. Seth Stanfort amistosas relaciones, habíanpuestoaéstealcorrientedelasconsecuenciasdeaquellaruptura.

—Todo eso se arreglará —aseguró Mrs. Arcadia Walker, una vez que estuvopuestaalcorrientedelosacontecimientos.

—Es de desear que así suceda para bien de todos—dijo aprobandoMr. SethStanfort.

—Cierto—añadióMrs.ArcadiaWalker—;yasí,serámejorquehayapasadoloquehapasado.Creoyo,Mr.Stanfort,queunpocodedificultades,deinquietudesydezozobrasnovienenmalantesdelmatrimonio.Lasunioneshechascondemasiadafacilidad corren el riesgo de deshacerse de la misma manera... ¿No es esa, porventura,laopinióndeustedsobreelparticular?

—Indudablemente, Mrs. Arcadia... Así, nosotros... Nuestro ejemplo lo pruebahartoelocuentemente...Encincominutos...Acaballo...Eltiempopuramenteprecisoparaentregarunosumano...

—Para volverla a entregar de nuevo seis semanas después... Pero esta vez anosotrosmismos,yrecíprocamente^interrumpiósonriendoMrs.ArcadiaWalker—.Puesbien;HoyFrancisGordony JennyHudelsonnodejarándealcanzar ladicha,aunquenosecasenacaballo.

Inútil creemos decir que en medio de aquella multitud de curiosos, Mr. SethStanfortyMrs.ArcadiaWalkerdebíanserlosúnicos,siseexceptúaalosdosjóvenesprometidos,ennoacordarseparanadaenaquelmomentodelmeteoro.

Seavanzabaabuenpaso.Enmediahoramásomenoshabíansefranqueadotrescuartosdelegua;unmillardemetrosquedabanporandarparaalcanzarelbólido,queseocultabaalasmiradasdetrásdeunpequeñopromontorio.

Allí era donde se encontraría, según el guía groenlandés, y aquel indígena nopodíaequivocarse.

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Mientras se hallaba trabajando la tierra, había visto perfectamente la luzfulgurantedelmeteoro,yhabíaoídoclaramenteelruidoproducidoporlacaída,ruidoquemuchosotros,auncuandomuchomásdistanciados,habíanpercibidotambién.

Unacircunstancia,paradójicaenaquellaregión,obligóalosturistasadescansaruninstante.

Hacíacalor.Sí;porincreíblequeellopudieraparecer,elsudorcorríaporlasfrentes,comosi

sehubiesenencontradoenlatitudesmástempladas.¿Seríaacasolaagitacióndelamarchaloqueacalorabaatodosaquelloscuriosos?

Algocontribuiría,sinduda,aello,perolatemperaturadelaire,nopodíanegarsenidesconocerse,tendíaasimismoasubir.

En aquel sitio, próximo a la punta noroeste de la isla, el termómetro habríamarcadomuchosgradosdediferenciaconlapoblacióndeUpernivik.Hastaparecíaque el calor iba acentuándose más vivamente, a medida que iban acercándose alobjetivo.

—¿ Habrá modificado la llegada del bólido el clima del archipiélago? —preguntó,riendo,Mr.Stanfort.

—Gran fortuna sería esopara losgroenlandeses—respondió en elmismo tonoMrs.Arcadia.

—Esprobablequeelbloquedeoro,recalentadoporsufrotamientoconlascapasatmosféricas,sehalleaúnenestadoincandescente—explicóelastrónomodeBoston—,yquesucalor,irradiado,sehagasentirhastaaquí.

—¡Tal vez!—exclamóMr. Seth Stanfort—. ¿Habrá de sernos preciso, en esecaso,esperaraqueseenfríe?

—Su enfriamiento habría sidomás rápido si, en lugar de caer encima, hubieracaídofueradelaisla—hizoobservarparasíFrancisGordon.

También él sentía calor, pero no era el único. Mr. Schnack y Mr. Wharftranspirabanlomismoqueél,yconellos, todalamultituddepasajerosytodoslosgroenlandeses,quejamássehabíanvistoenunafiestasemejante.

Después de haber descansado durante un buen rato, reanudaron la marcha.Quinientosmetros todavía, y a la vuelta del promontorio aparecería elmeteoro entodosubrillanteesplendoralosojosdeloscuriosos.Desgraciadamente,alcabodeunosdoscientospasos,Mr.Schnack,quemarchabaalacabeza,tuvoquedetenersedenuevo,y trasél los señoresForsythyHudelson,y tras éstos toda lamuchedumbrevióse obligada a hacer lomismo.No era el calor el que les obligaba a hacer estesegundoalto,sinounobstáculoinesperado,elmásinesperadodelosobstáculos,queensemejantepaíshubierapodidopreverse.

Unacercademaderaseextendíaallíhastael litoral,cerrandoelpasopor todaspartes. En varios sitios se alzaban postes, sobre los cuales aparecía una misma

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inscripción en francés, inglés y danés. Mr. Schnack, que se encontraba enfrente,precisamente,deunodeesosrótulos,leyóconverdaderaestupefacción:«Propiedadprivada.Seprohíbeelpaso.»

¡Una propiedad privada en aquellos remotos parajes era una cosa bienextraordinaria! Que hubiese villas y posesiones en las soleadas orillas delMediterráneo,osobrelasmásbrumosasdelAtlántico,secomprendíaperfectamente;¡perosobrelasplayasdelocéanoGlacial...!¿Quépodíahacerdeaqueldominioáridoyrocososuoriginalpropietario?

Entodocaso,aquellonoerade la incumbenciadeMr.Schnack.Absurdoono,unapropiedadprivadalecerrabaelcamino,yeseobstáculomoralúnicamentehabíacontenido sus impulsos. Un delegado oficial es naturalmente respetuoso de losprincipios sobre que reposan las sociedades civilizadas; y la inviolabilidad deldomicilioprivadoesunaxiomauniversalmenteproclamado.

El propietario, por lo demás, había tenido muy buen cuidado de recordar eseaxiomaalosquehubiesensentidotentacionesdeolvidarlo.

Mr.Schnackestabaperplejo.Permanecerallíparecíalemuycruel.Peroporotraparte... ¡violar la propiedad de otro, conmenosprecio de todas las leyes divinas yhumanas...!

Alacoladelacolumnasedejaronoírmurmullosqueibanaumentandodeminutoen minuto, y en pocos instantes se propagaron hasta la cabeza. Las últimas filas,ignorantes de la causa que lo motivaba, protestaban, con toda la fuerza de suimpaciencia,contraaquelladetención.Puestosaltantodelincidente,nosedieronporsatisfechosyaumentandopocoapocosudescontento,prontoestallóunvocerío,enmediodelcualtodoelmundohablabaauntiempo,sinescucharalosdemás.

¿Ibanapermanecertodalavidaallíanteaquellacerca?Despuésdehaberandadomillares de millas para llegar hasta allí, ¿iban a dejarse detener por una cerca demaderayalambre?Elpropietariodelterrenonopodíatenerlalocapretensióndesertambién el propietariodelmeteoro.No tenía, por consiguiente, razónningunaparaprohibirelpaso.

Además,sielpropietarionegabaelpaso,lacosaerasencilla;nohabíamásquetomárselo.

¿SintióseacasoquebrantadoMr.Schnackporlafuerzadeestosargumentos...?Lociertoesquesusprincipiosflaquearon.

Precisamente enfrente de él, y sujeta por un sencillo bramante, había unapuertecilla en la cerca. Valiéndose de una navajita, Mr. Schnack cortó aquelbramante,ysinreflexionarqueaquelallanamientodemoradaletransformabaenunvulgarsalteador,penetróenelterritorio.

Por la puerta unos y saltando la cerca otros, el resto de la muchedumbre seprecipitó tras él. En pocos instantes, más de tres mil personas habían invadido la

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«propiedad privada». Muchedumbre ésta agitada, bullidora, que comentabavivamenteaquelinesperadoincidente.

Peroelsilencioserestableciódepronto,comoporencanto.A cien metros de la cerca una pequeña cabaña, oculta hasta entonces por un

accidentedelterreno,habíasereveladobruscamente;ylapuertadeaquellamiserablechoza acababa de abrirse, dejando ver un personaje del más extraño aspecto. Esepersonajeinterpelabaalosinvasores:

—¡Eh, losdeallá abajo!—gritabaen francésconásperavoz—. ¡Noseapurenustedes!¡Obrentalcomosiestuviesenensucasa!

Mr. Schnack comprendía el francés; por eso se detuvo en el acto, y tras él sedetuvieronigualmentelosturistas,que,conunmismomovimiento,volvieronalavezhaciaelinsólitointerpeladorsustresmilsemblantesperplejos.

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CapítuloXIX

DONDEZEPHYRINXIRDALEXPERIMENTAUNAAVERSIÓNCRECIENTEHACIAELBÓLIDO,YLOQUEDEELLOSESIGUE

Habría llegado sin percance ni tropiezos a su destino, Zephyrin Xirdal, de estarcompletamentesolo?Posiblees,porquetodoesposibleenestemundo.

Habríase,noobstante,dadopruebasdegranprudencia,apostandoporlanegativa.Sea de ello lo que quiera, había faltado la ocasión de hacer apuestas a este

respecto, todavezque subuenaestrella lehabíapuestobajo la salvaguardiadeunmentor,cuyoespírituprácticoneutralizabaladesmesuradafantasíadeesteoriginal.

No conoció, por consiguiente, Zephyrin Xirdal las dificultades de un viaje,bastante complicado en verdad, pero queMonsieur Robert Lecoeur había logradonacermássencilloqueunpaseoporlosalrededores.

En El Havre, donde les había conducido el expreso en pocas horas, los dosviajerosfueronacogidosconapresuramientoabordodeunmagníficosteamer,quesoltóenseguidasusamarrasyganólaaltamarsinesperaraotrospasajeros.

ElAtlantic,enefecto,noeraunpaquebot,sinomásbienunyatedequinientasaseiscientas toneladas, fletado por Monsieur Robert Lecoeur y a su exclusivadisposición.

En razón de la importancia de los intereses comprometidos, el banquero habíajuzgado conveniente poseer unmedio de comunicarse a su gusto con el Universocivilizado.

Permitiéndole, por otra parte, los beneficios recogidos ya por él con susespeculaciones sobre lasminas de oro lasmayores audacias, habíase asegurado eldisfrutedeaquelbuque,escogidoenInglaterraentremuchosotros.

ElAtlantic, fantasíadeunmultimillonario,había sidoconstruidoconobjetodequealcanzaselasmásaltasvelocidades.Deformasfinasyalargadas,podía,bajoelimpulso de los cuatromil caballos de susmáquinas, alcanzar y hasta pasar de losveintenudos.

La elección de Monsieur Lecoeur había obedecido a esta particularidad que,llegadoelcaso,tendríagrandesventajas.

ZephyrinXirdalnomanifestóningunasorpresaportenerdeesemodounbuqueasus órdenes. Acaso, verdad es, no se dio siquiera cuenta de eso. Lo cierto es quepenetró en el buque y se instaló en su camarote sin formular la más pequeñaobservación.

LadistanciaentreElHavreyUpernivikesdeunasochocientas leguasmarinas,distanciaqueelAtlantic,marchandoa todavelocidad,hubierapodido franquearen

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seis días. Pero no teniendo ninguna prisa,MonsieurLecoeur consagró doce días aestatravesíayenlatardedel18dejuliollegóanteUpernivik.

En esos doce días, apenas si Zephyrin Xirdal despegó los labios. Durante lascomidas, que les reunían necesariamente,Monsieur Lecoeur se esforzó enmuchasocasionesenllevarlaconversaciónalobjetodelviaje;jamáspudoobtenerrespuesta.Envanoseponíaahablardelmeteoro;suahijadonoparecíaacordarsedeélyningúndestellodeinteligenciailuminabasusmiradasfríasymortecinas.

Xirdal, por el momento, miraba hacia dentro y perseguía la solución de otrosproblemas. ¿Cuáles...? No hizo ninguna confidencia sobre el particular. Pero, enalgunamanera,debíande tenerelmarporobjeto,porqueXirdalsepasaba losdíasmirandoconstantementelasolas.

AldíasiguientedelallegadaaUpernivik,MonsieurLecoeur,quecomenzabaadesesperarse, quiso hacer un ensayo para despertar la atención de su ahijado,poniéndoleantelosojossumáquinadespojadadesuenvolturaprotectora.

Habíacalculadobienyelmediofueradical.Alversumáquina,ZephyrinXirdalsesacudiócomoalsalirdeunensueñoypaseóentornodesíunamiradaenqueseleíalafirmezaylalucidezdelosgrandesdías.

—¿Dóndeestamos?—preguntó.—EnUpernivik.—¿Ymiterreno?—Haciaélnosdirigimos—volvióacontestarMonsieurRobertLecoeur.Noeraestodeltodoexacto.PrecisoeraantespasarporcasadeMonsieurBiarn

Haldorsen,jefedelaInspeccióndelNorte.Cambiadas las fórmulas de cortesía, entabláronse los negocios serios, por

conducto de un intérprete, cuyo concurso había tenido el banquero el cuidado deprocurarse.

Presentóseunaprimeradificultad.NoeraqueMonsieurBiarnHaldorsentuvieseelcaprichoderechazarlostítulos

depropiedadquelehabíansidosometidos;perosuinterpretaciónnoeraevidente.Segúnlostérminosdeaquellostítulos,bienregularizadosycubiertosdetodaslas

firmasydetodoslossellosoficialesquepudierandesearse,elGobiernogroenlandés,representadoporsuagentediplomáticoenCopenhague,cedíaaZephyrinXirdalunasuperficiedenuevekilómetroscuadrados,conunpuntocentral,situadoenel72°53'30"delatitudNortey55°35'18"delongitudOeste,alpreciodequinientoskronerselkilómetrocuadrado,oseauntotaldepocomásdeseismilfrancos.

Monsieur Biarn Haldorsen no dejaba de haber oído hablar de latitud y delongitud,ynoignorabaquesemejantescosasexistían;peroaestoselimitabatodosusaber; que la latitud fuese un animal o un vegetal y la longitud un mineral o unmueble,parecíale igualmenteplausibley seguardabademanifestarni admitir toda

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preferencia.ZephyrinXirdalcompletóenalgunaspalabras losconocimientoscosmográficos

deljefedelaInspeccióndelNorteyrectificóloqueteníandeequivocadoyerróneo.En seguida ofreció proceder él mismo, con ayuda de los instrumentos del

Atlantic,arealizarlasobservacionesyloscálculosqueerannecesarios.Elcapitándeunbuquedanésqueentoncessehallabaen la rada,podría,por lo

demás, inspeccionar los resultados, a fin de tranquilizar completamente a suexcelenciaMonsieurBiarnHaldorsen.

Asísedecidió.En dos días terminó Zephyrin Xirdal su trabajo, cuya meticulosa exactitud no

pidomenosdeconfirmarelcapitándanés.Entoncessurgiólasegundadificultad.Elpuntoquehabíadeconstituirelcentrodelapropiedadestabasituadoenplena

mar,adoscientoscincuentametrospróximamentealnortedelaislaUpernivik.Monsieur Lecoeur, aterrado por este descubrimiento, hizo vehementes

recriminaciones.¿Qué se iba a hacer ahora...? ¡Haber llegado hasta aquellas comarcas para ver

cómo el bólido se hundía en el mar...! ¿Cómo era posible que un sabio comoZephyrinXirdalhubiesecometidotanterribleerror?

Laexplicacióndelerroreradelasmássencillas:ZephyrinXirdalsehabíaservidopara sus cálculos de un mapa sacado de un pequeño Atlas escolar que estabaequivocado.

—¿Quévasahacertúahora?—preguntóelbanqueroasuahijado.Hizoésteunaelocuenteseñaldeignorancia.—Puesesprecisohaceralgo...Esmenesterquenos saquesdeestecallejón sin

salida.ZephyrinXirdalreflexionóunmomento.—Lo primero que hay que hacer—dijo por fin— es cercar el terreno que nos

corresponde fuera de la parte demar y constituir en él una barraca suficiente paraalojarnos.

MonsieurLecoeurpúsosealaobra.En ocho días los marineros del Atlantic, ayudados por algunos naturales, a

quieneshabíaatraídoloelevadodelapaga,alzaronunacercademaderayalambre,cuyas dos extremidades terminaban en elmar, y construyeron una cabaña, que fueamuebladaconlosobjetosmásindispensables.

El26de julio, tressemanasantesdeldíaenquedebía tenerefecto lacaídadelbólido,ZephyrinXirdalsepusoalatarea.

Luegodehabertomadoalgunasobservacionesdelmeteoroenlasaltaszonasdelaatmósfera,sesumióenlaszonasdelasmatemáticas.Susnuevoscálculosvinieron

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ademostrarlaperfeccióndesuscálculosanteriores;ningúnerrorsehabíacometido,nisehabíaproducidoningunadesviación.Elbólidoiríaacaerenelsitioprevisto.

—Enelmar,porlotanto—dijoMonsieurLecoeur,disimulandoapenassufuror.—En el mar evidentemente —contestó con gran serenidad Xirdal, que, como

verdaderomatemático,noexperimentabaotrosentimientoqueunagransatisfacciónalcomprobarloexactodesuscálculos.

Perocasienelactoselerepresentóelotroaspectoqueofrecíaelproblema.—¡Diablo!—bufó,cambiandodetonoymirandoasupadrinoconaireindeciso.Éstetratóderecobrarlacalma.—Veamos, Zephyrin —repuso, adoptando el tono bondadoso que conviene

emplearconlosniños—;novamosaestarnosconlosbrazoscruzados,semefiguraamí.Sehacometidounerror;menesteresrepararlo.Yaquetúhassidocapazdeirabuscar al bólido en pleno cielo, debe ser un juego para ti el hacerle sufrir unadesviacióndeunoscuantoscentenaresdemetros.

—¿Lo cree usted así? —respondió Zephyrin Xirdal, moviendo la cabeza—.Cuandoyoobrabasobreelmeteoro,éstesehallabaacuatrocientoskilómetros.Aestadistancialaatracciónterrestreseejercíadetalmanera,quelacantidaddeenergíaqueyoproyectabasobreunadesuscaraseracapazdeprovocarunarupturadeequilibrioapreciable.Peroahoranoocurreasí;elbólidoestámáscercaylaatracciónterrestrelosolicitacontantafuerza,queunpocodemásodemenosnocambiaríagrancosa.

—¿Nadapuedeshacerentonces?—insistióMonsieurLecoeur,mordiéndose loslabiosparanoestallar.

—Yonohedichosemejantecosa—rectificóZephyrinXirdal—;peroelasuntoesdifícil;porsupuesto,puedeintentarsehaceralgo,apesardeello.

Lointentó,efectivamente,ycontantaobstinación,queel17deagostoconceptuócomoseguroeléxitodesutentativa.

Elbólido,definitivamentedesviado,caeríadellenosobrelatierrafirme,aunoscincuentametrosdelaorilladelmar,distanciasuficienteparaalejartodoriesgo.

Por desgracia, durante los días que siguieron se desencadenó aquella violentatempestad de que hemos hablado, y Xirdal temió que la trayectoria del bólido sehubiesemodificadoporuntanfuriosoyarrebatadodesplazamientodelaire.

Esta tempestad se calmó, como se sabe, en la noche del 18 al 19; pero loshabitantes de la cabaña no se aprovecharon de ese respiro que les dejaban loselementos desencadenados.La espera del acontecimiento no les permitió tomar unminutodereposo.

LacaídaseprodujoalahoraprecisaanunciadaporZephyrinXirdal.A las siete y cincuenta y siete minutos y treinta y cinco segundos, una luz

fulgurante desgarró el espacio en la región del Norte, dejando medio ciegos aMonsieur Lecoeur y a su ahijado, que desde hacía una hora estaban espiando el

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horizontedesdeelumbraldesupuerta;casialmismotiempooyóseunruidosordoylatierratemblóbajounchoqueformidable.

Elmeteorohabíacaído.CuandoZephyrinXirdal y supadrinohubieron recobrado el usode la vista, lo

primeroquedescubrieronfueelbloquedeoro,aquinientosmetrosdedistancia.—Estáardiendo—balbucióMonsieurLecoeur,presadevivaemoción.—Sí—respondióZephyrinXirdal, incapazdearticularotracosaqueestebreve

monosílabo.Elbólido,enefecto,sehallabaenestadodeincandescencia.Sutemperaturadebía

pasardemilgradosyestarpróximadelgradodefusión.Revelábaseclaramentesucomposicióndenaturalezaporosa,yelobservatoriode

Greenwichlohabíacomparado,congranacierto,aunaesponja.Auncuandoelbólidosehubieseaplastado fuertementeensucaídavertiginosa,

discerníase aún su forma esférica. La parte superior estaba bastante regularmenteredondeada,mientrasque labase aplastadapresentaba las irregularidadesdel sueloocupado.

—¡Pero...vaadeslizarseyresbalarhastaelmar!—exclamóMonsieurLecoeuralcabodealgunosinstantes.

Suahijadoguardósilencio.—Túhabíasanunciadoquecaeríaacincuentametrosdelaorilla.—Hacaídoadiezmetros...,porqueesprecisotenerencuentasusemidiámetro.—Dieznosoncincuenta.—Lehabrádesviadolatempestad.Sin cambiar otras frases, ambos interlocutores se pusieron a contemplar en

silenciolaesferadeoro.Nodejaba,enverdad,deteneralgúnfundamentolainquietudqueexperimentaba

MonsieurLecoeur.Elbólidohabíacaídoadiezmetrosdelaaristaextremadelpromontorio.Siendo

suradiodecincuentaycincometros,comoconrazónhabíaafirmadoelobservatoriode Greenwich, la mayor parte de la esfera estaba suspendida en el vacío, a pocadistancia de la superficie delmar. Pero la otra parte, impresamaterialmente en laroca,reteníaalconjuntoencimadelocéano.

Eraseguroque,puestoquenocaíaeraporquesehallabaenequilibrio;era, sinembargo,bieninestableesteequilibrio,ysecomprendíaqueelmenorimpulsohabríabastado para precipitar en el abismo el fabuloso tesoro. Una vez lanzado sobre lapendiente,nadaenelmundoseríacapazdedetenerle,y resbalaría invenciblementehastaelmar,quesecerraríasobreél.

«Razón demás para apresurarse», pensó de pronto el banquero, recobrando laconciencia.

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Era una completa locura perder de aquella manera el tiempo en una neciacontemplación,congraveriesgodesusintereses.Pasandosinperderunminutomásdetrás de la cabaña, izó la bandera francesa a la extremidad de unmástil bastanteelevadoparaquepudieraservistodelosbuquesancladosanteUpernivik.

Sabemosyaqueaquellaseñaldebíaservistaycomprendida.ElAtlantichabíamarchadoenseguidahaciaaltamar,enrutaparalaoficinade

Telégrafos más próxima, desde la cual se dirigía a la casa de Banca de RobertLecoeur, calle Druot, en París, un despacho redactado en lenguaje claro: «Bólidocaído;vendanenseguida.»

EnParísseapresuraríanaejecutarestaorden,loquevaldríaunenormebeneficioalbanquero,quejugabasobreseguro.

ZephyrinXirdal, insensible a esos vulgares intereses, continuaba sumido en sucontemplación,cuandoungranvoceríohiriósusoídos.

Alvolverse,descubrióalamuchedumbrequesehabíanatrevidoapenetrarensusdominios.¡Heahíunacosaqueeraverdaderamenteintolerable!

Rápidamenteseadelantóalencuentrodelosinvasores.EldelegadodeGroenlandialeahorrólamitaddelcamino.—¿Cómoeseso,señormío—dijoXirdal,abordándole—,quehaentradousted

enmicasa?¿Nohavistoustedloscarteles?—Perdoneusted, caballero—respondió cortésmenteMr.Schnack—; les hemos

visto perfectamente, pero hemos creído que en atención a las circunstancias,verdaderamente excepcionales, podríamos excusarnos de faltar a las reglasgeneralmenteadmitidas.

—¿Circunstancias excepcionales? —preguntó Xirdal con candidez—. ¿Quécircunstanciasexcepcionales?

La actitud que entonces adoptó Mr. Schnack expresó, como es natural, ciertasorpresa.

—¿Qué circunstancias excepcionales? —replicó—. ¿Necesitaré, por ventura,decirle,caballero,queelbólidodeWhastonacabadecaerenestaisla?

—Loséperfectamente—declaróXirdal—.Peronadadeexcepcionalhalloyoenello.Esunhechosumamentetrivialeldelacaídadeunbólido.

—No,porqueesdeoro.—De oro, lo mismo que de otra cosa cualquiera, un bólido será siempre un

bólido.—No es esa la opinión de esos caballeros y de esas señoras —replicó Mr.

Schnack, señalando la multitud de turistas, la mayor parte de los cuales nocomprendíanuna solapalabrade todoaqueldiálogo—.Todasestaspersonasno sehallanaquímásqueparaasistiralacaídadelbólidodeWhaston.Confieseustedqueeraduro,trasunviajesemejante,elversedetenidoPorunavalladealambre.

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—Escierto—reconocióXirdal,dispuestoalaconciliación.Hallábansedeestasuertelascosasenbuencamino,cuandoMr.Schnackcometió

laimprudenciadeañadir:—Enloquemeconcierne,nopodíadetenermeantesuvalla,porcuantoseoponía

alincumplimientodelamisiónoficialdequeestoyinvestido.—¿Yesamisiónconsiste...?—Entomarposesióndelbólido,ennombredeGroenlandia,cuyorepresentante

soyaquí.Xirdalsehabíadesobresaltado.—¡Tomarposesióndelbólido!—gritó—.¡Peroustedestáloco,caballero!—Noveoporqué—replicóMr.Schnackuntantopicado—;elbólidohacaídoen

terreno groenlandés; pertenece, pues, al Estado groenlandés, toda vez que noperteneceanadie.

—Eso es un cúmulo de errores—protestó Zephyrin Xirdal, con una nacienteviolencia—.Elbólido,enprimerlugar,nohacaídoenterritoriogroenlandés,sinoenun territorio mío, puesto que lo he comprado. El bólido, en segundo término,perteneceaalguienyesealguiensoyyo.

—¿Usted?—Yo.—¿Atítulodequé?—Pues a todos los títulos posibles,mi querido señor. Sinmí, el bólido estaría

gravitandoaúnenelespacio,enelcual,pormuyrepresentantequeustedsea,hubieratenido que irlo a buscar... ¿Cómo, por consiguiente, no había de ser mío estandocomoestáenmipropiedadyhabiendosidoyoelquelehahechocaer?

—¿Diceusted...?—Digo que he sido yo quien lo ha hecho caer. Yo cuidé, por otra parte, de

informaralaConferenciaInternacionalque,segúnparece,sereunióenWashington.Presumoquemidespachointerrumpiríatodossustrabajosinmediatamente.

Mr.Schnackmirabaasuinterlocutorconinquietud.¿Setratabadeunbromistaodeunloco?

—Caballero—respondió—,yoformabapartede laConferencia InternacionalypuedoafirmarlequecontinuabareunidaamisalidadeWashington.Puedo,porotraparte, afirmarle igualmente que ningún conocimiento tengo del despacho de queustedhabla.

Mr.Schnackerasincero.Unpocosordo,nohabíaoídounasolapalabradeaqueldespacho,leído,comoescostumbreentodoParlamentoqueserespeta,enmediodelinfernalvoceríodelasconversacionesparticulares.

—Puesyoloenvié—afirmóZephyrinXirdal,queempezabaasulfurarse—.Quellegaraonoasudestino,nadacambiaesoenmisderechos.

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—¿Sus derechos?—replicóMr. Schnack, a quien aquella inesperada discusiónirritaba igualmente—. ¿Se atreve usted seriamente a sostener pretensiones sobre elbólido?

—¡Yalocreo!—¡Unbólidoquevaleseistrillonesdefrancos!—¿Yqué...?Auncuandovalieratrescientosmilmillonesdemillaresdemillones

debillonesdemillaresdetrillones...,noleimpediríasermío.—¡Suyo...!Esoesunatontería...¡Poseerunhombresolomásoroqueelrestodel

mundo...!Esonopodríatolerarse.—Yo no sé si podría o no tolerarse —gritó Zephyrin Xirdal, completamente

encolerizado—.Nosémásqueunacosa,yesqueelbólidoesmío.—Esoesloquenosotroshabremosdever—concluyódiciendoMr.Schnacken

tono seco—. Por el momento, habrá usted de permitirnos que prosigamos nuestrocamino.

Diciendo esto, el delegado tocó ligeramente el borde de su sombrero, y a unaseñalsuya,elindígenasepusoenmarchaseguidodetodoslosdemásinvasores.

Zephyrin Xirdal, plantado sobre sus largas piernas, miró pasar a aquellamuchedumbre; su indignación era enorme. ¡Entrar en su casa sin su permiso yconducirse como en país conquistado! ¡Negar sus derechos! Aquello pasaba de laraya.

Nada, empero, podía hacerse contra semejantemultitud. Por eso, cuando todoshabían desfilado, vióse reducido a batirse en retirada. Pero si estaba vencido, noestabaconvencido,ymientrasibaandandodabariendasueltaasuenojo.

—¡Esto es muy desagradable...! ¡Muy fastidioso! —exclamaba, gesticulandolocamente.

La muchedumbre, sin embargo, tuvo que detenerse, pues el calor eraverdaderamenteinsoportable.

Porlodemás,eraperfectamenteinútilseguiradelante.Amenosdecuatrocientosmetrosaparecíalaesferadeoro,ytodoelmundopodía

contemplarla,comoanteslahabíancontempladoZephyrinXirdalyMonsieurRobertLecoeur.Noirradiabayalomismoquecuandotrazabasuórbitaenelespacio,perotalerasubrillo,quepodíanapenaslosojossoportarlo.

—¡Qué lástima! —no pudo dejar de exclamar Francis Gordon al observar laposición en que había quedado el bólido—; veinte pasos más, y se habría ido alfondo...

—De donde no se le habría sacado muy fácilmente —agregó Mrs. ArcadiaWalker.

—¡Eh!Mr.Schnacknolotienetodavía—hizoobservar,riéndose,SethStanfort.Allí estaban los señores Dean Forsyth y Sydney Hudelson, inmóviles,

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hipnotizados,pordecirloasí;amboshabían intentadoadelantaralgunospasos,perounoyotrotuvieronqueretrocederlomismoqueelimpaciente«Omicron».

—Pero,alfin...,allíestá...Noenelfondodelmar...Nosehaperdidoparatodos...Sehallaenlasmanosdeeseafortunadogroenlandés...Bastaráesperar.—Heahí loquerepetíanloscuriosos,detenidosporaquelterriblecalor.

Sí, esperar;pero¿cuánto tiempo?¿No resistiría elbólidounmes,dosmesesalenfriamiento?Semejantesmasasmetálicasconuna temperatura tanelevadapuedenpermanecer ardiendomucho tiempo.Ya se ha visto eso conmeteoritosmuchísimomáspequeñosqueelqueteníanantesuvista.

Pasarontreshorasynadiepensabaabandonarelsitio.—Mr.Stanfort—dijoMrs.ArcadiaWalker—,¿creeustedquebastaránalgunas

horasparaenfriaresebloqueincandescente?—Nialgunashorasnialgunosdías,Mrs.Walker.—Voy,pues,avolverabordodelOregón.—Tieneustedrazón,y,pormiparte,medirigiréalMozik;creoquehasonadola

horadealmorzar.Eraésteelpartidomásprudente;peroaJennyyFrancisGordonhubodeserles

totalmenteimposiblehacérselotomaralosseñoresForsythyHudelson.Envanofuequelamuchedumbredesfilarapocoapoco;envanoMr.Schnackse

decidió, el último, a regresar a Upernivik; los dos maníacos se empeñaron enquedarsesolosfrenteasumeteoro.

—Enfin,papá,¿vieneusted?—preguntópordécimavezJennyHudelson,hacialasdosdelatarde.

Por toda respuesta, el doctorHudelson dio una docena de pasos hacia delante;pero vióse obligado a retroceder precipitadamente;Mr.DeanForsyth, que le habíaseguido, hubo también de batirse en retirada con no menor apresuramiento yceleridad.

—Vamos,queridotío—dijoasuvezFrancisGordon—vamos,Mr.Hudelson;yaestiempodequevolvamosabordo.

Vanosesfuerzos.Tan sólo al caer la tarde, rendidosdecansancioyde inanición, se resignarona

abandonar la plaza, bien firmemente decididos, por supuesto, a volver al díasiguiente.

Volvieron,enefecto,aprimerahora,perofueparatropezarconunacincuentenadehombresarmados—todas lasfuerzasgroenlandesas—asegurandoelserviciodeordenentornodelpreciosometeoro.

¿Contra quién tomaba el Gobierno aquella precaución...? ¿Contra ZephyrinXirdal?

Enesecaso,cincuentahombreseranmuchos;ytantomáscuantoqueelbólidose

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defendíaporsísolo;puessuinfernalcalormanteníaalosmásaudacesarespetuosadistancia;apenassisehabíaganadounmetrodesdelavíspera.

De seguir así las cosas, se necesitarían meses y meses para queMr. SchnackpudiesetomarefectivaposesióndeltesoroennombredeGroenlandia.

Noimportaba;conveníaguardaraqueltesoro;tratándosedecincomilsetecientosochentayochomillaresdemillonestodaprecauciónerabienpoca.

A ruego deMr. Schnack, había partido uno de los buques de la rada, a fin dellevartelegráficamentelagrannuevaalUniversoentero.

¿NodestruiríalosplanesdeMonsieurLecoeur?Enmaneraalguna.HabiendopartidoelAtlanticveinticuatrohorasantes,ysiendo

notablementesuperiorlamarchadelyate,disponíaelbanquerodetreintayseishorasdeadelanto,plazoéstemásquesuficienteparallevarafeliztérminosuespeculaciónfinanciera.

Si el Gobierno groenlandés se había sentido tranquilizado por la presencia decincuentaguardias,¿hastaquépuntonodebióquedarloen la tardedeaquelmismodía,sabiendoquesetentahombresvigilaríanenlosucesivoelmeteoro?

Haciamediodía, un crucero había anclado enUpernivik, ostentando la banderaestrelladadelosEstadosUnidosdeAmérica;apenashubosuanclatocadoelfondo,cuandoesecrucerohabíadesembarcadoveintehombres,queacampabanahoraenlosalrededoresdelbólido.

Al tener noticia Mr. Schnack de este crecimiento del servicio de orden,experimentósentimientoscontradictorios.

Si le satisfizo el saber que el precioso bólido estaba defendido con tanto celo,aqueldesembarquedemarinosamericanosenarmassobreel territoriogroenlandésno dejó de causarle serias inquietudes. El oficial que mandaba la fuerzadesembarcada,aquiensedirigió,nopudodarleinformes;obedecíaalaordendesusjefesylodemásnoleimportaba.

Resolvióse, pues,Mr. Schnack a llevar al día siguiente sus quejas a bordo delcrucero;peroalquererejecutarsuproyectosehallóenpresenciadeundobletrabajo.

Durantelanoche,enefecto,habíaarribadounsegundocrucero,estavezinglés.Elcomandante,sabiendoquelacaídadelbólidoerayaunhechoconsumado,habíadesembarcado,aimitacióndesucolegaamericano,otraveintenademarinos,quesedirigierontambiénapasoaceleradohaciaelNorte-Sudestedelaisla.

Mr.Schnackquedóseperplejo.¿Quésignificabaaquello?Ysusperplejidadesfueronaumentandoamedidaqueeltiempotranscurría.Porla

tarde llegó un tercer crucero, ostentando bandera tricolor, y dos horas más tardeveintemarinerosfrancesesibanamontar,asuvez,laguardiaentornodelbólido.

Lasituación,decididamente,secomplicaba.Nodebía,contodo,detenerseallí.

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Sucesivamentefueronllegandootrocruceroruso,otrojaponés,otroitaliano,otroalemán,otroespañol,otroargentino,otrochileno,otroportuguésyotroholandés.

El25deagosto,dieciséisbuquesdeguerra,enmediodeloscualeshabíavueltodiscretamente a anclar él Atlantic, formaban ante Upemivik una escuadrainternacional,comojamáshabíanvistootraaquellosparajeshiperbóreos.

Habiendo desembarcado cada uno de ellos veinte hombres, al mando de unoficial, trescientosveintemarinerosydieciséisoficialesde todas lasnacionalidadesocupabanahoraunterrenoque,apesardesuvalor,nohabríanpodidodefenderloscincuentasoldadosgroenlandeses.

Cada uno de los buques aportaba su contingente de noticias, noticias que nodebíansermuysatisfactorias,ajuzgarporsusefectos.

Si bien la Conferencia Internacional continuaba celebrando sus sesiones enWashington, sólo era por pura fórmula. La palabra ahora teníala la diplomacia, enesperadequeselaconcediesealcañón.

A medida que se iban sucediendo los buques, las noticias debían ser másinquietantes.Nadadeprecisosesabía,perocirculabansordosrumoresenlosEstadosMayores, y entre los diversos tripulantes las relaciones hacíansemás tirantes cadavez.

Durantetodoesetiempo,ZephyrinXirdalcontinuabafurioso.MonsieurLecoeurestabacansadodeoírsusincesantesrecriminaciones,yenvanotratabadeapelarasubuensentido.

—Debescomprender,miqueridoZephyrin—ledecía—,queMr.Schnacktienerazónyqueesimposibledejaraunasolacriaturalalibredisposicióndeunasumatancolosal... Pero déjame hacer a mí. Cuando la primera emoción se haya calmado,intervendréyoamivez,yjuzgoimposiblequenosetengamuyencuentalajusticiadenuestracausa.Yoobtendréalgo,sinduda...

—¡Algo!—gritabaXirdal—. ¡Me río yo de ese algo...! ¿Qué quiere usted quehagayodeeseoro...?¿Esqueyotengonecesidaddeélacaso...?

—Entonces,¿porquéexcitartedeesamanera?—objetabaMonsieurLecoeur.—Porque el bólido es mío.Me irrita que se me quiera arrebatar. No lo he de

soportar.—Pero,¿quévasahacertúsolocontratodalaTierra,mipobreZephyrin?—Si yo lo supiese ya estaría hecho... Pero, paciencia... Cuando esa especie de

delegadoemitiólapretensióndeatraparmibólido,erayabastantefastidioso...;peroahora...tantospaíses,tantosladrones...¡Siyolohubiesesabido...!

Xirdalnosalíadeesto.Hacíamal,entodocaso,enirritarsecontraMr.Schnack.Elinfortunadodelegado

no se hallabamuy satisfecho; nada bueno auguraba aquella invasión del territoriogroenlandés;pero,¿quéhacer?¿Podíaconsuscincuentahombreslanzaralmaralos

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trescientos veinte marinos extranjeros y cañonear a los dieciséis mastodontesacorazadosquelerodeaban?

Indudablementeno,nopodíahacerlo.Peroloquesípodía,almenos,loquehastadebía hacer, era protestar, en nombre de su país, contra la violación del territorionacional.

Undíaenquehabíanbajadojuntosatierralosdoscomandantesinglésyfrancés,en concepto de simples curiosos, aprovechóMr. Schnack aquella ocasión de pedirexplicaciones y hacer representaciones oficiosas, cuya moderación diplomática noexcluyeralavehemencia.

El comodoro inglés fue quien contestó aMr. Schnack, diciéndole, en resumen,quenoteníaporquéinquietarse.

Los comandantes de los buques en rada se conformaban sencillamente con lasórdenesrecibidasdesusrespectivosalmirantazgos;nolestocabaaellosnieldiscutirnielinterpretaresasórdenes,sinoúnicayexclusivamenteelejecutarlas.Sepresumía,no obstante, que el desembarco internacional no tenía otro objeto que elmantenimientodelorden,enpresenciadeunaafluenciadecuriosos,muyimportanteenrealidad,peroquesehabíacreídosindudamuchomayor.

Porlodemás,Mr.Schnackdebíaestartranquilo;lacuestiónestabaestudiándose,yseguramenteseríanrespetadoslosderechosdetodosydecadauno.

—Exacto—aprobóelcomandantefrancés.—Puesto que serán respetados todos los derechos, podré, por consiguiente,

defender los míos—gritó de repente un personaje, interviniendo sin rebozo en ladiscusión.

—¿Conquiéntengoelhonordehablar?—preguntóelcomodoro.—Mr. Dean Forsyth, astrónomo de Whaston, el verdadero padre y legítimo

propietariodelbólido—respondióel interruptor,dándoseimportancia,entantoqueMr.Schnackalzabadesdeñósamenteloshombros.

—¡Ah,muybien...!Conocíayoperfectamentesunombreya,Mr.Forsyth...Perosiustedtienederechos,¿porquénohatratadodehacerlosvaler?

—¡Derechos!—gritóen talmomentounsegundo interruptor—.Entonces,¿quédiréyodelosmíos...?¿Nohesido,porventura,yo,yo,eldoctorSydneyHudelson,elprimeroenseñalarelmeteoroalaatencióndelUniverso?

—¡Usted! —protestó Mr. Dean Forsyth, volviéndose rápidamente, como si lehubiesepicadounavíbora.

—Yo.—¡Un medicastro de arrabal pretender haber realizado semejante

descubrimiento...!—¡Lomismoqueunignorantedesuespecie!—¡Uncharlatán,quenisiquierasabeporquéladosemiraenunanteojo!

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—¡Unfarsante,quejamáshavistountelescopio!—¡Ignoranteyo...!—¡Younmedicastro...!—¡Detalmodoignorante,quenosédesenmascararauncínicoimpostor!—¡Tanmedicastro,quenoencuentroelmediodeconfundiraunladrón!—¡Estoesdemasiado!—gritó,iracundo,Mr.DeanForsyth,echandoespumarajos

derabia—.¡Enguardia,caballero!Laescenahabría tenidoun funestodesenlace, si JennyyFrancisGordonno se

hubieran lanzado entre los combatientes, que con los puños en alto se dirigíanmiradasretadoras.

—¡Tío!—gritabaFrancis,sujetandoasutíoconmanovigorosa.—¡Papá! ¡Papá! ¡Por Dios...! —imploraba Jenny, derramando abundantes

lágrimas.—¿Quiénessonesosdosenergúmenos?—preguntóaSethStanfort,acuyolado

se encontraba por casualidad Zephyrin Xirdal, quien a alguna distancia asistía aaquellaescenatragicómica.

—No habrá usted dejado de oír hablar de Dean Forsyth y del doctor SydneyHudelson.

—¿LosdosastrónomosdeWhaston?—Losmismos.—¿Losquedescubrieronelbólido?—Efectivamente.—¿Porquédisputandeesamanera?—Porque no pueden ponerse de acuerdo acerca de la prioridad del

descubrimiento.ZephyrinXirdalalzódesdeñósamenteloshombros.—¡Vayaunatontería!—Yunoyotroreclamanlapropiedaddelbólido—repusoSethStanfort.—¿Sopretextodequelovieronporcasualidadenelcielo?—Asíes.—Senecesitatenertupé...Pero,¿quéhacenahíesejovenyesamuchacha?Mr. Seth Stanfort expuso con suma complacencia la situación. Refirió por qué

concurso de circunstancias los dos prometidos habían tenido que renunciar a suproyectadaunión.

CuandoSethStanforthubodado fina su relato,ZephyrinXirdal, sinpensarendarle las gracias, lanzó un resonante: «Esta vez es demasiado fuerte», y se alejó agrandespasos.

Estabaverdaderamentefueradesí;conmanobrutalabriólapuertadesucabaña.—¡Tío!—dijoaMonsieurLecoeur,aquienestevirulentoapostrofehizodarun

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salto—.Declaroqueestoesdemasiadofastidioso.—¿Quésucedeahora?—preguntóelbanquero.—¡Elbólido,caramba;siempreelmalditobólido!—¿Quétehahechoelbólido?—Lleva trazas de devastar la Tierra; así, tranquilamente. No contento con

transformaratodasesasgentesenladrones,vaasembrarlaguerrayladiscordiaportodoelmundo...Ynoesesotodo;sepermiteyasepararalosnovios.

—¿Quénovios...?Xirdalnosedignócontestar.—Sí, esmuy desagradable y fastidioso—declaró con violencia—. ¡Ah!No lo

consentiré...¡Voyaponerlosatodosdeacuerdoyareírmeademás...!—¿Quétonteríasvasahacer,Zephyrin?—¡Pardiez,muysencillo...!¡Voyaarrojarelbólidoalagua!MonsieurLecoeurse levantódeunsalto;susemblantehabíapalidecidobajo la

intensaemociónqueleparalizabaelcorazón.NiporuninstanteseleocurriólaideadequeXirdalobedecíaa los impulsosdelacólera,yqueproferíaamenazasvanas,cuyarealizaciónnoestabaensupoder;no,habíadadopruebasdeestesupoder;todoeradetemerdeél.

—Túnoharáseso,Zephyrin.—Loharé,porelcontrario;nadameloimpedirá.—Pero no piensas, desgraciado... —Monsieur Lecoeur se interrumpió

bruscamente; un pensamiento de genio acababa de nacer en su cerebro; algunosinstantesbastaronaaquelexpertocapitándelasbatallasdeldineroparaexaminarlapartefuerteyladébil.

—¡Aello!—murmuró.Unsegundoesfuerzodereflexiónleconfirmóenlaexcelenciadesuproyecto.DirigiéndoseentoncesaZephyrinXirdal,manifestóseasí:—Notellevarémástiempolacontra—dijo—.¿Quieresecharelbólidoalmar?

¡Bueno...!Pero,¿nopodríasdarmealgunosdíasderespiro?—Estoy obligado a ello —dijo Xirdal—. Preciso es que introduzca algunas

modificaciones en la máquina para el nuevo trabajo que he de emprender; esasmodificacionesexigiráncincooseisdías.

—Locualnosllevaráaltresdesetiembre.—Sí.—Muybien—dijoMonsieurLecoeur, que salió y se dirigió inmediatamente a

Upernivik,mientrasquesuahijadoponíamanosalaobra.Sinpérdidadetiempo,MonsieurLecoeursehizoconducirabordodelAtlantic,

cuyachimeneaempezóavomitarenseguidatorrentesdehumonegroycompacto.Dos horas más tarde, y vuelto el armador a tierra, el Atlantic se perdía en el

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horizonte.Comotodoloqueesgenial,elplandelbanqueroeradeunasublimesencillez.Rechazada la ideadedenunciarasuahijadoacondicióndequese le reservase

unapartedel tesoro,que se salvaría asímerceda su intervención—puesesapartehabría sido insignificanteydepocovalorpor laabundanciadeloro—,decidióseaguardarelmásabsolutosilencio.

Siendoélelúnicoenconocerdurantecincodíassemejantesecreto,facilísimoleerasacardeélgranpartido.Bastábaleparaestoelexpedir,pormediodelAtlantic,unnuevotelegrama,enelcual,despuésdedescifrado,seleeríalosiguienteenlacalleDruot: «Acontecimiento sensacional inminente. Compren minas en cantidadilimitada.»

Esaordenseríafácilmenteejecutada.Seguramentequelacaíadelbólidoeraconocidaaaquellahora,ylasaccionesde

minasdeorodebíanestarcasiregaladas.Digamos, desde luego, que Monsieur Lecoeur había tenido un buen golpe de

vista.EltelegramahabíasidollevadoalacalleDruot,yenlaBolsadelmismodíasecumplieronpuntualmentesusinstrucciones,comprandotodaslasminasdeoroqueseofrecieron,haciendolomismoaldíasiguiente,llegandodeestaformahastaposeerlamitaddeltotaldelaproducciónauríferadelGlobo.

Mientrasestosacontecimientos tenían lugarenParís,ZephyrinXirdalutilizaba,paramodificarsumáquina,losaccesoriosdequehabíatenidocuidadodeproveerseasusalida.

En la fecha indicada, el 3 de setiembre, todo se hallaba terminado y ZephyrinXirdalsedisponíaalaacción.

Lapresenciadesupadrinoleaseguraba,porexcepción,unauditorioverdadero;eraunaocasiónúnicadeejercersustalentosoratorios.

Noladejópasar.—Mimáquina—dijo,cerrandoelcircuitoeléctrico—notienenadademisterioso

ni de diabólico: no es otra cosa que un órgano de transformación: recibe laelectricidad bajo su forma ordinaria, y la devuelve bajo una forma superior,estudiada,meditadaydescubiertapormí.

«Estaampollaqueveustedaquí,yquecomienzaagirarvelozmente,eslaquehaservido para atraer el bólido.Con ayuda del reflector, en cuyo centro está situada,envíaellaalespaciounacorrientedeunanaturalezaparticular,bautizadapormíconelnombredecorrienteneutrahelicoidal.

»Comosunombreloindica,semuevealamaneradeunahélice.Elconjuntodesusespirasconstituyeuncilindrodelqueelaire,lomismoquetodaotramateria,esexpulsadodetalmanera,queenelinteriordeestecilindronohaynada.

»Deestesitioúnico,enelquereinaelvacíoabsoluto,seescapalaindestructible

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energíaqueelgloboterrestreretieneprisioneraenlaspesadasmallasdelasustancia.Mipapel,porconsiguiente,estálimitadoasuprimirunobstáculo.

Monsieur Lecoeur, vivamente interesado, concentraba toda su atención paraseguiraquellascuriosasexplicaciones.

—La única cosa delicada—prosiguió diciendoXirdal— consiste en regular lalongitudde laondade lacorrienteneutrahelicoidal;si llegaalobjetoquesedeseagobernar,lerechaza,envezdeatraerle;senecesita,pues,orientarlaaciertadistanciadel objeto, pero lo más cerca posible, de tal suerte, que la energía irradie en suproximidadinmediata.

—Peroparahacerrodarelbólidoalmaresmenesterempujarleynoatraerle—objetóMonsieurLecoeur.

—Síy no—respondióZephyrinXirdal—.Yo conozco la distancia precisa quenos separa del bólido, que es de quinientos once metros y cuarenta y ochocentímetros,y,enconsecuencia,reguloelalcancedemicorriente.

Sindejardehablar,Zephyrinmaniobrabaconsumáquina.—Observetío,queestaampollanogiracomolaotra.Losefluviosqueemiteson

muyparticulares;lesllamaremos,siustedquiere,corrientesneutrasrectilíneas,paradistinguirlasdelasanteriores.

»La longitud de estas corrientes rectilíneas no tiene necesidad de ser regulada;iríaninvisibleshastaelinfinito,siyonolasproyectasesobrelaconvexidadsudoestedelmeteoro,quelasdetiene;noleaconsejoquesepongaasupaso.

«Estas corrientes rectilíneas, como cualquiera otras corrientes de cualquiernaturaleza que sean, como la luz, el calor, la luzmisma, no son otra cosa que untransportedeátomosmaterialesenelúltimogradodesimplificación.

«Tendráustedunaideadelapequeñezdeesosátomos,cuandoledigaqueenesteinstanteestángolpeando la superficiedelbloquedeoro, enelque se incrustan, ennúmero de setecientos cincuenta millones por segundo. Es, pues, un verdaderobombardeo, en el que la pequeñez de los proyectiles se halla compensada por lainfinidaddelnúmeroyporlavelocidad.Uniendoesteimpulsoalaatracciónejercidasobrelaotracara,puedeobtenerse,contodaseguridad,unresultadosatisfactorio.

—Elbólidonosemueve,sinembargo—objetóMonsieurLecoeur.—Ya se moverá —afirmó tranquilamente Zephyrin Xirdal—. Un poco de

paciencia. Por añadidura, he aquí lo que va a apresurar las cosas. Con este tercerreflectorexpidoyootrosobusesatómicosdirigidos,nosobreelbólidomismo,sinosobreelterrenoquelesostienedelladodelmar.Vaustedavercómoeseterrenosedisgrega poco a poco, y ayudado por la gravedad, el bólido se deslizará por lapendiente.

ZephyrinXirdalmetiódenuevosumanoenelinteriordelamáquina;laterceraampollacomenzóagirar.

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—Mireustedbien,tío;creoquenosvamosareírunpoco.

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CapítuloXX

QUETALVEZSELEERÁCONSENTIMIENTO,PEROQUEELRESPETOALAVERDADHISTÓRICAOBLIGÓALAUTORAESCRIBIRTALYCOMOLO

REGISTRARONUNDÍALOSANALESASTRONÓMICOS

Un un solo grito se fundieron los gritos individuales, y aquél fue como un rugidoformidablequesaliódelamuchedumbrealaprimeraoscilacióndelamasadeoro.

Todaslasmiradassedirigieronalmismopunto.¿Quéocurría?¿Eranjuguetesdeunaalucinación?¿Habíarealmentehechoelmeteorounmovimiento?Enestecaso,¿cuáleralacausa?¿Noibaelterrenoinclinándosepocoapoco,locualpodríahacerqueeltesorosehundieseenelabismo?

—Seríaésteunsingulardesenlaceparaeseasunto,quehallegadoaconmoverelmundo—hizoobservarMrs.ArcadiaWalker.

—Undesenlacequenoseríatalvezelpeor—respondióSethStanfort.No,nosehabíanengañado;elbólidocontinuabadeslizándosegradualmentehacia

elmar;sielmovimientonocesaba,laesferadeoroacabaríaporrodarhastaelbordedelaplataforma,ysehundiríaenlasprofundidadesdelocéano.

Aquello fue un estupor general, mezclado con un poco de menosprecio haciaaquelsueloindignodeuntanmaravillosopeso.¡Quélástimaquelacaídasehubieseproducidosobreaquella islaynosobreel inquebrantablepromontoriobasálticodellitoralgroenlandés,dondeaquellosmillaresdemillonesnohabríancorridoelriesgodeperderseparasiempreparalaávidaHumanidad!

Sí;elmeteorosedeslizaba; talvezsólo fuesecuestióndehoras,deminutos,elqueelmarsetragaseaquellasenormesriquezas.

En medio de todos los gritos provocados por la inminencia de semejantedesgracia,¡quéexclamacióndeespantolaquehabíalanzadoMr.Schnack...!¡Adiós,aquellaúnicaocasióndeenriquecerfabulosamenteasupaís...!Adiós,aquellarisueñaperspectivadeenriqueceratodoslosciudadanosdeGroenlandia!

En cuanto aMr.Dean Forsyth y al doctor SydneyHudelson, podían abrigarsetemoresporsurazón.Tendíanlosbrazosdesesperadamente,pedíansocorro,comosihubierasidoposibleelresponderasemejantellamamiento.

Unmovimientomáspronunciadodelbólidoacabódehacerlesperderlacabeza;sinreflexionarenelriesgoquecorría,eldoctorHudelson,rompiendolalíneadelosguardias,corrióhacialaesferadeoro.

No pudo ir muy lejos. Sofocado por aquella atmósfera abrasadora, vaciló derepente,alcabodecienpasos,ycayócomounamasainerte.

Mr. Dean Forsyth habría debido hallarse contento, pues la supresión de su

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competidorsuprimíaradicalmentetodaocasióndecompetenciaparalofuturo.Pero antes que un astrónomo apasionado, Mr. Dean Forsyth era un excelente

hombre,ylaintensidaddesuemociónlevolvióasuverdaderanaturaleza.Suodio,puramente ficticio, desapareció, comodesapareceunapesadilla al despertar, y sólodejóensurazónelrecuerdodelosantiguosdías.

Poresto,sinsiquierapensarenello,comoserealizaunpuromovimientoreflejo,elseñorDeanForsyth,dichoseaestoensuhonor,enlugardealegrarsedelamuertedeunadversario,corrióvelozalsocorrodeunantiguoamigoenpeligro.

Susfuerzasnodebíanencontrarsealaalturadesuvalor.Apenashabíaalcanzadoal doctorHudelson, apenas hubo conseguido arrastrarle unos cuantosmetros haciaatrás,cuandocaíacercadeél,inanimado,sofocadoporaquelambienteinfernalqueasfixiabatotalmente.

Felizmente,FrancisGordonsehabíaprecipitado trasél,yMr.SethStanfortnohabíavaciladoenseguirle.

EsdecreerqueestaacciónnodejóaMrs.ArcadiaWalkerindiferente.—¡Seth...,Seth...!—gritó instintivamente, comoespantadadelpeligroaque se

exponíasuantiguomarido.Francis Gordon y Seth Stanford, seguidos de algunos valerosos espectadores,

tuvieron que arrastrarse por el suelo, colocándose un pañuelo en la boca; tanirrespirableeraelaire.

LlegaronporfincercadeMr.ForsythydeldoctorHudelson;leslevantaronyselosllevaronmásalládellímitequenoeralícitofranquear,sopenadeverseabrasado.

Afortunadamente,aquellasdosvíctimasdesuimprudenciahabíansidosalvadasatiempo.Graciasaloscuidadosquenoseleseconomizaron,volvieronalavida,perofue¡ay!,paraasistiralaruinadesusesperanzas.

El bólido continuaba resbalando lentamente... Su centro de gravedad ibaaproximándosealaarista,másalládelocualelpromontoriosehundíaverticalmenteenelmar.

Por todas partes se alzarongritos, traduciendo la emociónde lamuchedumbre,que se agitaba en todos sentidos, sin saber por qué. Algunos, entre los cuales sehallabanMr.SethStanfortyMrs.ArcadiaWalter,corrieronatodaprisaal ladodelmar,afindenoperder,almenos,ningúndetalledelacatástrofe.

Hubo, sin embargo, un momento de esperanza. La esfera de oro se habíainmovilizado.

Peronofuemásqueunmomento.Derepente,dejóseoírunespantosocrujido...Larocaacababadecederyelmeteorosehundíaenelmar.

Silosecosdellitoralnorepercutieronelenormeclamordelamuchedumbre,fueporqueaquelclamorviósealinstantecubiertoporelestampidodeunaexplosiónmásviolenta que los clamores de la muchedumbre, y más aún que el estampido del

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trueno.Almismotiempo,unaespeciedehuracánbarriólasuperficiedelaisla,ylosespectadores,sinexceptuaraunosolo,fueronarrojadosirresistiblementealsuelo.

El bólido acababa de hacer explosión. Penetrando el agua por los millares deporos de la superficie en los innumerables alvéolos de aquella esponja de oro, sehabía evaporado instantáneamente al contacto de aquel metal incandescente, y elmeteorohabíaestalladocomounacaldera.Sus restoscaíanahorasobre lasolasenmediodeensordecedoressilbidos.

Alzóse el mar por la violencia de esta explosión. Una ola prodigiosa subió alasalto del litoral y cayó con irresistible furor. Espantados los imprudentes que sehabíanacercadoalaorilla,emprendieronlafuga,esforzándoseporalcanzarlacima.

No todos debían llegar a ella. Cobarde y vilmente rechazada por ciertoscompañeros, a quienes elmiedo convertía en bestias feroces,Mrs.ArcadiaWalkerfueempujada,derribada...¡Cuandolamasaliquidavolvióse,ibaaserarrastrada...!

PeroMr.SethStanfortvelaba.Casisinesperanzadesalvarla,arriesgandosuvidaporella,habíaselanzadoensu

socorro,encondicionestales,quehabríaindudablementequecontardosvíctimasenvezdeuna.

No;SethStanfort logróalcanzara la joven,yasiéndosecomopudoaunaroca,pudoresistiralmonstruosoremolino.

Numerososturistascorrieronenseguidaensuayudaylosarrastraronhaciaatrás.Estabanensalvo.

Si Mr. Seth Stanfort no había perdido el conocimiento, Mrs. Arcadia Walkerestabainanimada.Loscuidadosquetodosseapresuraronaprestarlenotardaronenreanimarla.Susprimeraspalabrasfueronparasuexmarido.

—Desdeelmomentoenquedebíasersalvada,estabaindicandoqueloseríaporusted—dijo, oprimiéndole lamanoy dirigiéndole unamirada llena delmás tiernoreconocimiento.

Menos afortunado que Mrs. Arcadia Walker, el maravilloso bólido no habíapodido escapar a su funesta suerte. Fuera del alcance de los hombres, sus restosreposaban ahora en las profundidades del mar. Aun cuando a costa de increíblesesfuerzos hubiese sido posible retirar aquella masa de esos insondables abismos,preciso era renunciar a semejantes esperanzas, ya que, convertido en millares detrozos,habíansidoesparcidosdeltodoalazar.

EnvanoMr.Schnack,Mr.DeanForsythyeldoctorHudelsonbuscaron lamásmínimapartículasobreellitoral;no,habíansedispersadohastaelúltimocéntimoloscincomilsetecientosochentayochomillaresdemillones.

Nadaquedabadelextraordinariometeoro.

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CapítuloXXI

ÚLTIMOCAPÍTULO,QUECONTIENEELEPÍLOGODEESTAHISTORIA,YCUYAULTIMAPALABRACORRESPONDEAMR.JOHNPROTH,JUEZDE

WHASTON

Lamuchedumbredecuriososnoteníaquehacerotracosasinopartir,puestoquesucuriosidadestabayasatisfecha.

¿Satisfecha...?Noesmuyseguro.¿Valíaaqueldesenlacelasfatigasylosgastosdeunviajesemejante?Habervistoelmeteoro, sinpoderacercarseaél, sinoaunadistanciadecuatrocientosmetros,noeraungranresultado.Había,sinembargo,queconformarseconél.

Fue,ensuma,unasuerte.Seistrillonesdeorolanzadosalacirculación,habríandepreciado extraordinariamente este metal, vil para los unos, aquellos que no lotienen,perotanpreciosoaldecirdelosdemás.

No se debía, por consiguiente, lamentar la pérdida de aquel bólido, que nocontentocon trastornarelmercadodevaloresdelmundo,habríadesencadenado talvezlaguerrasobretodalasuperficiedelatierra.

Los interesados, sin embargo, tenían derecho para considerar aquel desenlacecomouna decepción. ¡Conqué tristeza se dirigieronMr.DeanForsyth y el doctorHudelsonacontemplarelsitiodondesubólidohabíanestallado!

Muyduroeraelvolversesinllevarnadadeaqueloroceleste;nisiquieraalgoconque fabricarse un alfiler de corbata o unos botones para los puños de la camisa, atítuloderecuerdo,admitiendoqueMr.Schnacknolohubiesereclamadoparasupaís.

Ensucomúndolor,losdosrivaleshabíanperdidohastaelrecuerdodesupasajerarivalidad.¿Podíaserdeotramanera?¿EraposiblequeeldoctorHudelsonconservasesuenojoparaconquientangenerosamentehabíadesafiadolamuerteparasalvarle?Ladesaparicióndelbólidohabíaacabado,porlodemás,laobradereconciliación;¿aquédisputarporelnombredeunmeteoroqueyanoexistía?

—Es una gran desdicha —decía el doctor Hudelson— la pérdida del bólidoForsyth.

—DelbólidoHudelson—rectificabaelotro.Losdosjóvenesprometidosseaprovechaban,comomejorpodían,delretornodel

buentiempo,trastantastormentas,ytratabandeganarlashorasperdidas.Los buques de guerra y los paquebotes que se hallaban en Upernivik levaron

anclasenlamañanadel4desetiembre,hacialaslatitudesmásmeridionales.De todos los curiosos que durante algunos días habían dado tanta animación a

aquellaisladelasregionesárticas,noquedaronmásqueMonsieurRobertLecoeury

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sumediosobrino,obligadosaesperarelretornodesubarco,elAtlantic,quenollegóhastaeldíasiguiente.

Monsieur Lecoeur y Zephyrin Xirdal embarcaron inmediatamente; teníanbastante con aquella estancia suplementaria de veinticuatro horas en la isla deUpernivik.

Destruida,enefecto,sucabañaporlainvasióndelmar,consecutivaalaexplosióndelbólido,habíanpasadolanochealairelibre,enlasmásdeplorablescondiciones.

No se había contentado elmar con arrasar su casa, sino que al propio tiempohabíalesmojadohastaloshuesos.Nohabiendopodidosecarsebienporelpálidosoldeaquellasregionespolares,noposeíansiquieraunamalamantapararesguardarsedelfríodurantelasbreveshorasdeoscuridad.

Todohabíaperecidoeneldesastre,hastaelmásmínimoobjetodelcampamento,hastalamaletaylosinstrumentosdeZephyrinXirdal:destruidoelfielanteojoconelque tantas veces había observado elmeteoro, y destruida también lamáquina quehabíaatraídoaaquelmeteorosobrelatierraantesdeprecipitarloenelfondodelasaguas.

MonsieurLecoeurnopodíaconsolarsedelapérdidadetanmaravillosoaparato.Xirdal,porelcontrario,nohacíamásquereírsedeello;puestoquehabíafabricadounamáquina,nadaleimpediríafabricarotramejorymáspotentetodavía.

Seguramente que habría podido hacerla; esto no era siquiera dudoso;mas, pordesgracia,jamáspensóenello;envanoleinstabasupadrinoparaquesepusieraaesetrabajo; lo fue dejando siempre para elmañana, hasta el día en que, llegado a unaedadavanzada,llevóseelsecretoalatumba.

Precisoes,por lo tanto, resignarse;esamáquinaestáperdidaparasiempreysuprincipiopermaneceráignoradohastatantoqueDioshagasurgirunnuevoZephyrinXirdal.

Esteúltimovolvía,ensuma,deGroenlandiamáspobrequeantes;sincontarsusinstrumentosysu«rico»guardarropa,dejabaallíunvasto terreno, tantomásdifícilderevender,cuantoquelamayorpartedeaquellapropiedadsehallabasituadabajoelmar.

¡Cuántosmilloneshabía,porelcontrario,cosechadosupadrinoeneltranscursodeaquelviaje!

EsosmillonesselosencontróalavueltaenlacalleDruot,yesefueelorigendela fabulosa fortuna que había de hacer de la Banca Lecoeur la igual de los máspoderososestablecimientosfinancieros.

No fue ajeno Zephyrin Xirdal al acrecentamiento de esta colosal fortuna.MonsieurLecoeur,quesabíaahoradetodoloqueeracapaz,lepusoampliamenteacontribución.Todas las invencionessalidasdeaquelcerebroverdaderamentegenialexplotábalaslaBancadesdeelpuntodevistapráctico.

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Notuvoporquéarrepentirsedeello;afaltadelcielo,pudoellaencerrarensuscajasunamuynotablepartedelorodelaTierraquenoeracosadedespreciar,aunquenofueradetannobleyelevadoorigen.

NoeraindudablementeMonsieurLecoeurunShylock.De aquella fortuna, que era su obra, habría podido Zephyrin Xirdal tomar su

parte,yhastalapartemayor,siesehubierasidosudeseo.PeroXirdal,cuandoselehablabadeeso,mirabadeunamaneratanestúpidaqueerapreferiblenoinsistir.

¿Dinero...?¿Oro...?¿Quéibaahacerélconeso?Percibirenépocas irregulares laspequeñassumassuficientesparasusmodestas

necesidades,eraunacosaque leconveníaperfectamentedesde todos lospuntosdevista.

Hasta el fin de su vida continuóyendo a pie a ver con ese objeto a su «tío»ybanquero,yjamásconsintiónienabandonarsusextopisodelacalledeCassette,niensepararsedelaviudaTribaut,antiguacarnicera,quefuesucharlatanasirvienta.

SietedíasdespuésdelavisoqueMonsieurLecoeurhabíadadoasucorresponsaldeParís,lapérdidadefinitivadelbólidoeraconocidadelmundoentero.

El crucero francés, al volver deUpernivik, transmitió la emocionante nueva alprimersemáforoquehalló,ydesdeélseextendióconunarapidezextraordinariaportodoeluniverso.

Si la emoción que produjo fue, como fácilmente puede suponerse, grande, secalmóporsímismamuyrápidamente.

Yanosehablabadeello,cuandoelMozikechóelanclaeldía18deseptiembreenelpuertodeCharleston.

Además de sus pasajeros primitivos, el Mozik desembarcaba a la vuelta unapasajeraquenohabíaembarcadoalaida.

EstapasajeranoeraotraqueMrsArcadiaWalker,quien,deseosademanifestarmás ampliamente su reconocimiento a su antiguo marido, se había apresurado ainstalarseenelcamarotequehabíadejadodesocupadoMr.Schnack.

DelaCarolinadelSuraVirginialadistancianoesconsiderable,ylostrenes,porlodemás,nofaltanenEstadosUnidos.

Desdeeldíasiguiente,19desetiembre,Mr.DeanForsyth,«Omicron»yFrancisGordondeunaparte;Mr.SydneyHudelsonyJenny,de laotra,estabanderegreso,losprimerosenlatorredeElisabethStreetylossegundosenlatorrecilladeMorissStreet.

Esperábaselesconimpaciencia.Mrs.HudelsonysuhijaLooencontrábanseenlaestacióndeWhaston,asícomo

también la estimableMitz, cuando el tren de Charleston dejó a los viajeros; y nopudieron,enverdad,quejarseéstosdelrecibimientoqueseleshizo.

Francis Gordon abrazó a su futura suegra y Mr. Dean Forsyth estrechó

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Page 152: Dos astrónomos aficionados estadounidenses residentes en ... caza del meteoro.pdfNuevo Mundo, se contentaba en cambio con un honrado diario de la ciudad, el Whaston News, en el que

cordialmente la mano de Mrs. Hudelson, como si nada hubiera pasado. Ningunaalusiónsehubierasiquierahechoa losdíaspenosos,siMissLoo,unpocoinquietasiempre,nohubieraqueridoasegurarsedeello,

—Todo está acabado, ¿verdad?—dijo ella, lanzándose al cuello de Mr. DeanForsyth.

Sí,todoestabadefinitivamenteterminado.Buena prueba de ello fue que las campanas de SanAndrés repicaron el 30 de

setiembreconsusmásalegressones.Anteunabrillante reunión,quecomprendíaalosparientesyamigosdeambasfamiliaylasnotabilidadesdelaciudad,elreverendoO'Garth celebró elmatrimonio de FrancisGordon y de JennyHudelson, arribadosfelizmenteapuertotrastantasvicisitudesytormentas.

MissLoo,naturalmente,sehallabapresentealaceremonia,atítulodeseñoritadehonor, encantadoracon suhermosovestido terminadodesdehacíacuatromeses.YtambiénMitzestabaallí,riendoyllorandoalavez.

Casi a la misma hora otro matrimonio se efectuaba en otra parte, aunque conmenospompa.Estaveznofueacaballo,niapie,nienglobocomoMr.SethStanfortyMrs.ArcadiaWalkersedirigieronacasadeljuezJohnProth.

No;fuesentadosunocercadelotroenunconfortablecarruaje;cogidosdelbrazopenetraron por primera vez en su casa, a fin de presentarle en condicionesmenosfantásticassuspapelesentodaregla.

Elmagistradocumpliósumisión,volviendoacasara losdosantiguosesposos,separados por un divorcio de algunas semanas, inclinándose después cortésmenteanteellos.

—Gracias,Mr.Proth—dijoMr.Stanfort.—Yadiós—agregóMr.Stanfort.—Mr. y Mrs. Stanfort, adiós —respondió Mr. John Proth, que se volvió in

continentiacuidarlasfloresdesujardín.Perounescrúpuloturbabaaldignofilósofo.—¿Adiós?—murmuró,deteniéndosepensativo—.Habríaobradomejor, talvez

diciéndoles:Hastalavista.

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