don temor de dios

3
DON TEMOR DE DIOS La Sagrada Escritura afirma que "Principio del saber, es el temor de Dios" (Sal 110/111, 10; Pr 1, 7). ¿Pero de que temor se trata? No ciertamente de ese «miedo de Dios» que impulsa a evitar pensar o acordarse de Él, como de algo que turba e inquieta. Ese fue el estado de ánimo que, según la Biblia, impulsó a nuestros progenitores, después del pecado, a «ocultarse de la vista de Dios por entre los árboles del jardín» (Gen 3, 8); este fue también el sentimiento del siervo infiel y malvado de la parábola evangélica, que escondió bajo tierra el talento recibido (cfr Mt 25, 18. 26). Esto no significa tener miedo de Dios: ¡no, no es eso! Sabemos bien que Dios es Padre y que nos ama y quiere nuestra salvación y siempre perdona: ¡siempre! ¡Así que no hay razón para tener miedo de Él! El temor de Dios, en cambio, es el don del Espíritu que nos recuerda lo pequeños que somos delante de Dios y de su amor, y que nuestro bien consiste en abandonarnos con humildad, respeto y confianza en sus manos. ¡Esto es el temor de Dios: este abandono en la bondad de nuestro Padre que nos quiere tanto! 2. Es por eso que necesitamos tanto este don del Espíritu Santo. El temor de Dios nos hace tomar conciencia de que todo viene de la gracia y que nuestra verdadera fuerza reside sólo seguir al Señor Jesús y dejar que el Padre puede derramar sobre nosotros su bondad y su misericordia. Abrir el corazón para que la bondad y la misericordia de Dios lleguen a nosotros. Esto hace el Espíritu Santo con el don del temor de Dios: abre los corazones. Corazón abierto para que el perdón, la misericordia, la bondad, las caricias del Padre lleguen a nosotros. Porque nosotros somos hijos infinitamente amados. 3. Cuando somos colmados por el temor de Dios, entonces estamos llevados a seguir al Señor con humildad, docilidad y obediencia. Pero esto no con una actitud resignada y pasiva, incluso con lamento, sino con el estupor y la alegría, la alegría de un hijo que se reconoce servido y amado por el Padre “Los que temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se humillan” (Ecl 2,17). Por lo tanto, ¡el temor de Dios no nos hace cristianos tímidos, remisivos, sino que genera en nosotros coraje y fuerza! ¡Es un don que nos hace cristianos convencidos, entusiastas, que no se quedan sometidos al Señor por miedo, sino porque están conmovidos y conquistados por su amor! Ser conquistados por el amor de Dios: ¡y esta es una cosa bella!

Upload: sergio-ballestas

Post on 09-Nov-2015

4 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Teologiq

TRANSCRIPT

DON TEMOR DE DIOSLa Sagrada Escritura afirma que "Principio del saber, es el temor de Dios" (Sal 110/111, 10; Pr 1, 7). Pero de que temor se trata? No ciertamente de ese miedo de Dios que impulsa a evitar pensar o acordarse de l, como de algo que turba e inquieta. Ese fue el estado de nimo que, segn la Biblia, impuls a nuestros progenitores, despus del pecado, a ocultarse de la vista de Dios por entre los rboles del jardn (Gen 3, 8); este fue tambin el sentimiento del siervo infiel y malvado de la parbola evanglica, que escondi bajo tierra el talento recibido (cfr Mt 25, 18. 26). Esto no significa tener miedo de Dios: no, no es eso! Sabemos bien que Dios es Padre y que nos ama y quiere nuestra salvacin y siempre perdona: siempre! As que no hay razn para tener miedo de l! El temor de Dios, en cambio, es el don del Espritu que nos recuerda lo pequeos que somos delante de Dios y de su amor, y que nuestro bien consiste en abandonarnos con humildad, respeto y confianza en sus manos. Esto es el temor de Dios: este abandono en la bondad de nuestro Padre que nos quiere tanto!2. Es por eso que necesitamos tanto este don del Espritu Santo. El temor de Dios nos hace tomar conciencia de que todo viene de la gracia y que nuestra verdadera fuerza reside slo seguir al Seor Jess y dejar que el Padre puede derramar sobre nosotros su bondad y su misericordia. Abrir el corazn para que la bondad y la misericordia de Dios lleguen a nosotros.Esto hace el Espritu Santo con el don del temor de Dios: abre los corazones. Corazn abierto para que el perdn, la misericordia, la bondad, las caricias del Padre lleguen a nosotros. Porque nosotros somos hijos infinitamente amados.3. Cuando somos colmados por el temor de Dios, entonces estamos llevados a seguir al Seor con humildad, docilidad y obediencia. Pero esto no con una actitud resignada y pasiva, incluso con lamento, sino con el estupor y la alegra, la alegra de un hijo que se reconoce servido y amado por el PadreLos que temen al Seor tienen corazn dispuesto, y en su presencia se humillan (Ecl 2,17).Por lo tanto, el temor de Dios no nos hace cristianos tmidos, remisivos, sino que genera en nosotros coraje y fuerza! Es un don que nos hace cristianos convencidos, entusiastas, que no se quedan sometidos al Seor por miedo, sino porque estn conmovidos y conquistados por su amor! Ser conquistados por el amor de Dios: y esta es una cosa bella! Dejarse conquistar por este amor de Pap: que nos ama tanto! Nos ama con todo su corazn.Pero, estemos atentos, eh! porque el don de Dios, el don del temor de Dios es tambin una alarma frente a la pertinacia del pecado. Cuando una persona vive en el mal, cuando blasfema en contra de Dios, cuando explota a los otros, cuando los tiraniza, cuando vive solamente para el dinero, para la vanidad o el poder o el orgullo, entonces el Santo temor de Dios nos pone en alerta: atencin! Con todo este poder, con todo este dinero, con todo tu orgullo, y con toda tu vanidad, no sers feliz! Nadie puede llevarse consigo al otro mundo ni el dinero, ni el poder, ni la vanidad, ni el orgullo: nada! Solamente podemos llevar el amor que Dios Padre nos da, las caricias de Dios aceptadas y recibidas por nosotros con amor. Y podemos llevar lo que hemos hecho por los otros. Atencin, eh! No pongan esperanza en el dinero, en el orgullo, en el poder, en la vanidad: esto no puede prometernos nada!Los frutos del Espritu Santo que corresponden a este don son los de humildad, dominio de si mismo y fidelidad. El primero, porque nada ayuda tanto a la humildad como el temeroso respeto a Dios que el espritu de temor filial inspira; y los otros dos, porque al quitar o moderar las comodidades de la vida y las placeres del cuerpo, contribuyen con el don de temor a refrenar la concupiscencia.ORACIONRecibe, oh Espritu Santo!, la fidelidad perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en este da para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Gua, mi Fuerza y todo el Amor de mi corazn.Yo me abandono sin reservas a tus divinas operaciones y quiero ser siempre dcil a tus santas inspiraciones.Espritu de Majestad, te ruego me llenes del don deTemorde Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanza en el uso de las criaturas.Divino Espritu, por los mritos de Jesucristo y la intercesin de , Mara Santsima, te suplico que vengas a mi corazn y me comuniques la plenitud de este don, para que, iluminado y confortado por el, viva segn tu voluntad, muera entregado a tu Amor y as merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias.Contra la soberbia, el Don deTemorde Dios, que me libre del orgullo, vanidad, ambicin y presuncin.