dominique breton - una lectura literal del significante aventura

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1 UNA LECTURA LITERAL DEL SIGNIFICANTE AVENTURA EN EL EPISODIO DE LOS MOLINOS DE VIENTO O “QUIEN NO SE AVENTURA NO HA VENTURA” Dominique Breton Université de Bordeaux 3 Michel de Montaigne Traducción del francés por Alma Lilia Madrigal 1 El episodio llamado “de los molinos de viento” es sin duda uno de los pasajes insoslayables de la primera parte de la novela cervantina: extremadamente conocido, comentado e interpretado, ha sido objeto de numerosos estudios y artículos en los que cada uno propone una perspectiva de análisis encaminada a mostrar el papel que juega dicho fragmento en la economía del texto y/o a extraer de él el alcance en la obra de Cervantes y el contexto cultural de la época. En todos los casos, se considera este pasaje como un texto emblemático de una escritura y una cultura marcadas por una interrogación profunda sobre la realidad de los nombres y las cosas, y sobre la relación problemática entre esta “realidad” y la ficción literaria. Esta característica de la escritura cervantina crea en la novela una verdadera mise en spectacle de la letra textual, desde su concepción misma hasta su recepción, ofreciendo así al lector una reflexión –en el sentido especular e intelectual del término— sobre la creación literaria y sus implicaciones. Este cuestionamiento perpetuo situado en el núcleo de la novela descansa particularmente sobre un efecto de mise en abyme de una escritura polifónica y metatextual que describe sus propias modalidades de creación y de recepción, que exige a la vez una lectura activa y cómplice, decididamente “moderna”; recordemos especialmente el conocido juicio formulado por Marthe Robert: 2 Don Quijote es sin duda la primera novela “moderna” si se entiende por modernidad el movimiento de una literatura que, perpetuamente en busca de ella misma, se interroga, se cuestiona, hace de sus dudas y de su fe con respecto a su propio mensaje el sujeto mismo de su discurso. 1 El original fue publicado en Les langues néo-latines, no. 332, Paris, marzo 2005. 2 Robert, Marthe, Roman des origines et origines du roman, Grasset et Fasquelle, París, 1988.

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    UNA LECTURA LITERAL DEL SIGNIFICANTE AVENTURA EN EL EPISODIO DE LOS MOLINOS DE VIENTO O QUIEN NO SE AVENTURA NO HA

    VENTURA

    Dominique Breton Universit de Bordeaux 3 Michel de Montaigne

    Traduccin del francs por Alma Lilia Madrigal1

    El episodio llamado de los molinos de viento es sin duda uno de los pasajes insoslayables de la primera parte de la novela cervantina: extremadamente conocido, comentado e interpretado, ha sido objeto de numerosos estudios y artculos en los que cada uno propone una perspectiva de anlisis encaminada a mostrar el papel que juega dicho fragmento en la economa del texto y/o a extraer de l el alcance en la obra de Cervantes y el contexto cultural de la poca.

    En todos los casos, se considera este pasaje como un texto emblemtico de una escritura y una cultura marcadas por una interrogacin profunda sobre la realidad de los nombres y las cosas, y sobre la relacin problemtica entre esta realidad y la ficcin literaria. Esta caracterstica de la escritura cervantina crea en la novela una verdadera mise en spectacle de la letra textual, desde su concepcin misma hasta su recepcin, ofreciendo as al lector una reflexin en el sentido especular e intelectual del trmino sobre la creacin literaria y sus implicaciones. Este cuestionamiento perpetuo situado en el ncleo de la novela descansa particularmente sobre un efecto de mise en abyme de una escritura polifnica y metatextual que describe sus propias modalidades de creacin y de recepcin, que exige a la vez una lectura activa y cmplice, decididamente moderna; recordemos especialmente el conocido juicio formulado por Marthe Robert:2

    Don Quijote es sin duda la primera novela moderna si se entiende por modernidad el movimiento de una literatura que, perpetuamente en busca de ella misma, se interroga, se cuestiona, hace de sus

    dudas y de su fe con respecto a su propio mensaje el sujeto mismo de su discurso.

    1 El original fue publicado en Les langues no-latines, no. 332, Paris, marzo 2005.

    2 Robert, Marthe, Roman des origines et origines du roman, Grasset et Fasquelle, Pars, 1988.

    HP_AdministratorCuadro de textoRevista de Estudios Cervantinos No. 4diciembre 2007- enero 2008www.estudioscervantinos.org

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    Frente a este panorama, el fragmento escogido debera permitirnos probar y demostrar literalmente la pertinencia de la reflexin crucial sobre la percepcin problemtica de lo real y de su representacin en la obra novelesca a travs de la voz de cada personaje y aquella del narrador. El objeto de este trabajo es por tanto muy modesto. No se trata de ninguna manera de volver sobre las abundantes lecturas de este pasaje, sino de proponer un anlisis literal, apoyndome simplemente en el examen del texto al pie de la letra (partiendo del principio de explorar ante todo el sentido literal, principalmente el de muchos de los significantes clave del pasaje), alimentado por el recurso a la etimologa y a sus figuras, y por las estrategias de auto-representacin.3

    Situado cronolgicamente en el seno de un primer grupo de aventuras correspondientes a las primeras salidas del caballero recin armado, el episodio de los molinos de viento est llamado a funcionar como un patrn que permite otorgar a la obra entera un mecanismo preciso: el de la aventura caballeresca y su cristalizacin en la escritura. Al decidir hacerse armar caballero, don Quijote elige experimentar en la realidad de una ficcin literaria, que nos es propuesta por la voz narrativa, las exigencias de un modelo de personaje puramente ficcional. De acuerdo con el arquetipo caballeresco, el protagonista debe acumular elevadas acciones, desafiar temibles e invencibles enemigos para salvar al mundo y tratar de conquistar a una belle dame sans merci, entrando de esta manera a la memoria colectiva y legendaria, en el sentido etimolgico del trmino, es decir en los relatos dignos de ser ledos y celebrados al paso de los siglos, como lo dice literalmente el sintagma final del encabezado del captulo: sucesos dignos de felice recordacin. En el conjunto de la novela, don Quijote persigue entonces una aventura que surge de una apuesta semejante, para el entorno del personaje y en un primer momentopara el lector, una mera locura en accin consistente en encarnar una figura literaria en la

    materialidad a priori indiscutible y unvoca de lo cotidiano. El anlisis del texto requiere de referencias precisas y, para el lector, de la posibilidad de remitirse constantemente al soporte novelesco, por lo que presento en el anexo la reproduccin del fragmento.

    3 En lo tocante al anlisis literal y a la literalidad, remito a dos artculos de referencia de Nadine Ly y

    Frdric Bravo: Ly, Nadine, La litteralit; Langues neo-latines, 3 trim. 1987, no. 262 ; Bravo, Frdric, Lanalyse littrale, Littralit 3, Limage dans le tapis, Presses Universitaires de Bordeaux, 1997.

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    El ttulo del episodio corresponde con exactitud a la exposicin de las principales condiciones requeridas para constituir una verdadera aventura caballeresca: el herosmo de un personaje valiente (el valeroso don Quijote) enfrentado a una situacin excepcional, deliberadamente descrita en trminos hiperblicos (espantable y jams imaginada) y destinada a un lector atrado por las increbles proezas de un hroe. Esta aventura fundada sobre la hazaa caballeresca es en efecto nica por no haber sido nunca el objeto de una ficcin. Esta mencin de parte de la instancia organizadora del discurso pretende recordar precisamente las exigencias de un pblico llevado hacia lo inimaginable, que espera del escritor una prodigiosa capacidad de inventar, de extraviar y poner a prueba su figura heroica confrontndola a enemigos y situaciones cada vez ms difciles de aceptar, todo ello manteniendo la frgil tensin entre lo increble y lo verosmil.

    El trmino aventura, receptor de dos adjetivos (espantable y jams imaginada), confirma tambin el objeto metaliterario del pasaje: la aventura del personaje obedece a un esquema arquetpico (el encuentro heroico con el enemigo), y es tambin necesariamente una aventura4 ligada a la materialidad de la escritura y a la relacin que la aventura instaura entre el creador y su lector. La aventura literaria obedece as a un cierto nmero de exigencias de escritura que producen el efecto de un pacto paradjico entre el escritor y su pblico, al tratarse de un juego consistente en sorprender a un lector que espera constantemente ser sorprendido y divertirse con sus propias reacciones.

    El significante aventura, localizado en el ttulo, funciona como una verdadera clave de lectura, de acuerdo con su etimologa y con la definicin que propone Sebastin de Covarrubias:5

    AVENTURA

    Puede ser nombre, y entonces es trmino de libro de cavalleras, y llaman aventuras los acaecimientos en hechos de armas. Algunas vezes es adverbio, y vale tanto como acaso, y ass

    dijimos: A Dios y aventura. Proverbio: Quien no se aventura no ha ventura.

    El sentido corriente del significante resulta as ligado a su empleo como sustantivo, en correspondencia con el empleo sintctico que nos ocupa aqu, y vinculado tambin a una

    4 Nadine Ly ha dedicado un artculo muy detallado al anlisis literal del significante aventura en el conjunto

    de la obra. Cfr. Langues neo-latines, no. 262, 1987. 5 Covarrubias, Sebastin de, Tesoro de la lengua castellana o espaola, Barcelona, 1943.

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    categora precisa de obras literarias, las novelas de caballera. En este tipo de novelas, el significante aventura remite entonces a una unidad textual que relata la hazaa de un hroe confrontado a una sucesin de pruebas de diversa naturaleza en las que l debe resultar triunfante por medio de las armas. La palabra describe as un esquema bien conocido, creando el famoso horizonte de expectativa fundado en la capacidad del escritor para sorprender todava a pesar de todo al lector advertido. De manera paralela, el significante ofrece la posibilidad de una segunda lectura cuando es empleado como adverbio, instaurando precisamente la duda, la incertidumbre, la imprevisibilidad azarosa del conjunto de cosas que deben ad-venir (suceder, ocurrir), como lo recuerda Michel Benaben6 en su Dictionnaire Etymologique:

    AVENTURA

    Prstamo del latn vulgar adventura, literalmente las cosas que vendrn, plural neutro sustantivado del participio futuro de advenire, ocurrir. A(d)ventura ha sido interpretado posteriormente como un femenino singular.

    La aventura propuesta por el ttulo es entonces ms compleja de lo que parece, puesto que concierne no solamente al hroe ficcional (quien es ya un lector avisado en novelas de caballera) sino en un segundo nivel al lector real: se trata, ciertamente, de reencontrar un terreno conocido, el del caballero que desafa todos los peligros por el honor de aquella que justifica su bsqueda, pero tambin de considerar que esa aventura regida por leyes de escritura previsibles, conseguir sin embargo sorprender al lector, al dar un vuelco a sus expectativas. Lo que es ms, don Quijote siendo un lector experto en la materia, representa en el conjunto de este dispositivo complejo de enunciacin una postura doblemente estratgica al ser al mismo tiempo un lector y un creador destinado a su vez a ser ledo, es decir a entrar en la leyenda gracias a las proezas que le valdrn la fama y la posteridad. El objetivo perseguido por el protagonista es ceirse al modelo caballeresco de las novelas en el mbito de la realidad a fin de entrar a su vez en la posteridad de la escritura literaria. Desde las primeras lneas del pasaje, el texto nos invita por otra parte a segmentar el significante aventura en el compuesto del prefijo preposicional a y en el sustantivo ventura. En este punto del texto, el sintagma la ventura invita entonces a privilegiar, en el

    6 Benaben, Michel, Dictionnaire Etymologique, Ellipses, Paris, 2000.

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    seno del significante nuclear aventura, el sentido del participio futuro del verbo venir, y de esta manera a relacionar de inmediato toda aventura con la suerte incierta y azarosa.

    Sebastin de Covarrubias7 propone la definicin siguiente:

    VENTURA

    La buena suerte de cada uno; y dxose ventura de la palabra latina eventos, o del verbo venio, is, porque su acontecimiento y su venida no la prevenimos ni esperamos, y a mi parecer es lo mesmo

    que la ocasin, quando la echamos mano del copete y la detenemos.

    Las primeras palabras de don Quijote son en efecto: La ventura va guiando nuestros pasos mejor de lo que acertramos a desear. Esta entrada en materia no podra describir mejor el motor del episodio que va a ser transmitido al lector por la voz narrativa: la aventura del hroe es as presentada como el fruto de un feliz azar que funciona como el elemento estructurador del pasaje. Esta primera intervencin del protagonista subraya la conciencia aguda de don Quijote, que percibe de golpe, en el descubrimiento fortuito de los treinta o cuarenta molinos de viento, una situacin propicia para dar pie a una aventura digna de ese nombre y susceptible incluso de sobrepasar sus expectativas, como lo subraya el uso de la construccin comparativa, como si en cierta forma el universo alrededor de los personajes abriera espontneamente perspectivas ficcionales inesperadas. Y es eso precisamente lo que el pasaje tratar de demostrar.

    De la lnea 5 a la 29, el texto establece el desacuerdo entre la pareja protagonista en cuanto a la percepcin de esta situacin azarosa: Sancho ve molinos, don Quijote un ejrcito de gigantes.8 Tal situacin conflictiva que el lector descubre gracias a las intervenciones directas y sucesivas de uno y otro es introducida por la siguiente frase de inicio enunciada por la voz narrativa: En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo. La instancia organizadora del discurso identifica as voluntariamente a la intencin del lector, incluso antes de que se instale el debate entre los dos personajes, la realidad observada, a saber los molinos de viento, aadiendo adems una precisin que valida su presencia efectiva gracias al empleo de la frase relativa explicativa en el presente del indicativo.

    7 Cfr. op. cit.

    8 El Dictionnaire des symboles nos recuerda que el gigante es tradicionalmente una apelacin al herosmo

    humano (cfr. op. cit., p. 474).

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    Se resalta as que la sintaxis de la frase de inicio instaura una simultaneidad temporal sugiriendo al mismo tiempo una relacin consecutiva entre el descubrimiento de la realidad observable y la inmediatez de la reaccin del protagonista, a diferencia de su compaero: En esto descubrieron y as como don Quijote los vio, dijo. Dicho de otra manera, el narrador enuncia un nexo estrecho entre la percepcin visual operada por los dos personajes y la capacidad de don Quijote para aprovecharla inmediatamente como objeto de discurso posible. La simultaneidad de las dos acciones (el descubrimiento del objeto y su descripcin discursiva) aparece literalmente mediante la yuxtaposicin estratgica de dos formas verbales en el pretrito (as como don Quijote los vio, dijo), la visin que desencadena infaliblemente el discurso directo quijotesco. A partir de ese momento, con la intervencin del protagonista, la primera percepcin operada por la pareja de personajes y enunciada en la tercera persona del plural (descubrieron) cede lugar a un verdadero mecanismo: estimulado por el descubrimiento del objeto, don Quijote libera su capacidad interpretativa e imaginativa.

    La identificacin de la cosa, mediante una reformulacin del verbo, en presente de indicativo, que enuncia por naturaleza la percepcin visual (VER), no sufre ninguna contradiccin (ves all amigo Sancho). La repeticin del verbo descubrir, ya utilizado en la frase de inicio para describir la identificacin que la pareja don Quijote / Sancho hacen del complemento directo molinos de viento sufre aqu una evolucin notable: es esta vez la realidad observada (desaforados gigantes) que se convierte en sujeto de la forma verbal (se descubren), sugiriendo implcitamente una posible intencionalidad, o la eventualidad de una fuerza activa que da testimonio tambin de la subjetividad de la mirada sobre ella. La imaginacin (en el sentido literal del trmino, a saber la capacidad de don Quijote para crear continuamente nuevas imgenes) del protagonista es lanzada y trabajada a toda su capacidad, como lo confirma la sintaxis de su intervencin: habiendo identificado un posible enemigo contra el cual librar batalla, el personaje se imagina ya en el combate (ntese el empleo significativo del presente con valor de futuro inmediato: con quien pienso hacer batalla), anticipa la victoria heroica (y quitarles a todos las vidas), y el botn susceptible de extender su fama de caballero andante (comenzaremos a enriquecer.) Al final de la frase aparece finalmente el motivo de la justa causa, de la guerra

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    legtima, ya que se trata de salvar a la tierra de un terrible azote (que sta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mal simiente de sobre la faz de la tierra).

    Esta primera intervencin directa del protagonista, opuesta a la presentacin del episodio propuesto por la voz narrativa, induce necesariamente en el lector el sentimiento de un error de percepcin que se supone que Sancho denunciar. El criado reacciona, en efecto, inmediatamente, al discurso de su amo y refuta categricamente la validez (Qu gigantes? [] Mire que no son gigantes sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas). Luego de esta intervencin, Sancho nombra, describe, enumera las partes de los molinos de viento retomando uno a uno los elementos utilizados por su amo en una sintaxis adversativa destinada a subrayar el error.

    Sancho expresa entonces a primera vista la percepcin no literaria de lo real, no mediatizada por la lectura de las novelas de caballera, aquella que corresponde a la perspectiva lgica adoptada en el punto de partida por la voz narrativa que es la misma del lector, atrapado por el discurso organizado y concebido por esta instancia--, y corrige la proposicin de don Quijote juzgada fantasiosa. El debate no puede ms que surgir entre el amo y el criado, cada uno plantado firmemente en sus posiciones, como lo prueban las intervenciones respectivas de Sancho (no son gigantes sino molinos) y de don Quijote (ellos son gigantes), donde dos afirmaciones se oponen bajo la forma de una doble construccin idntica apoyada por el empleo del verbo SER que define la naturaleza misma de la realidad designada. Toda esta primera parte de la aventura est encaminada a presentar el motivo de desacuerdo irresoluble que no es otro a primera vista que la percepcin divergente de un mismo referente dado en los discursos respectivos de don Quijote y Sancho por dos signos distintos: molinos de viento / gigantes.

    Ntese que antes del regreso de la voz narrativa, el ltimo personaje que habla es don Quijote (recurdese tambin que es l quien abre el debate), y que su afirmacin categrica (ellos son gigantes) se presenta en el discurso como la consecuencia lgica de otra realidad indiscutible, pues como lo sugieren la puntuacin y la sintaxis, Sancho no es un experto en materia de aventura caballeresca. Esto es porque l no tiene conocimiento de las exigencias literarias requeridas para ser un verdadero caballero andante, que no es capaz incluso de detectar en la realidad que se le ofrece los elementos susceptibles de alimentar la aventura perseguida: Bien parece respondi Don Quijoteque no ests cursado en esto

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    de las aventuras: ellos son gigantes;. Ms todava, esta afirmacin categrica, que no sufre ningn cuestionamiento demuestra as que para don Quijote, el discurso, el verbo, puede en cierta medida contribuir a admitir, a confirmar la existencia de la cosa; afirmar que la cosa existe, nombrarla, es reconocerle una existencia, darle vida.

    Se observa tambin que la refutacin de Sancho de la interpretacin propuesta por Don Quijote hace aparecer en dos ocasiones un verbo esencial del texto, al cual el sentido remite precisamente a la percepcin necesariamente subjetivade los seres y de las cosas, el verbo PARECER: aquellos que all se parecen no son gigantes sino molinos, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas. En el discurso de Sancho se revela claramente la presencia de una pareja verbal fundada sobre el principio de la oposicin, PARECER / SER. Para Sancho el verbo parecer revela la interpretacin errnea, por subjetiva, en oposicin al verbo ser, propio para definir la esencia y la naturaleza misma de las realidades designadas. Ahora bien, al fundar su refutacin sobre esta oposicin entre los dos verbos, Sancho reconoce a pesar de l el principio mismo de las apariencias engaosas, o ms exactamente, la posibilidad de percibir una misma realidad de manera diferente. Todo ser o toda cosa es entonces susceptible de revestir una apariencia ambivalente o ambigua, pudiendo dar lugar a diversas percepciones o interpretaciones. El discurso de Sancho revela entonces a pesar de l un rasgo fundamental del contexto que rodea a los personajes: la conciencia de que el mundo es engaoso por esencia, proteiforme, y que la verdad objetiva no existe, conforme a las ideas defendidas por Erasmo en el Elogio de la locura, recordadas por A. Castro (op. cit. p. 88):

    Todas las cosas humanas tienen dos aspectos; por lo cual muchas veces, aquello que a primera vista parece muerte observado atentamente es vida. [] Para decir la verdad, todo en este mundo no es sino una sombra y una apariencia; La realidad de las cosas depende slo de la opinin. Todo

    en la nada es tan oscuro, tan diverso, tan opuesto, que no podemos asegurarnos de ninguna verdad.

    En la Segunda parte de la novela, en el captulo XVI, se encuentra expresado el mismo punto de vista: Eso que a ti te parece baca de barbero, me parece a m el yelmo de Mambrino y a otro le parecer otra cosa. En virtud de lo cual, el principio mismo del error, de la percepcin errnea, se ve desterrado, al tratarse simplemente de reivindicar, de cara a una realidad plural y ambigua, de proponer y defender su propia percepcin de las cosas. El

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    verbo parecer utilizado por Sancho revela entonces tambin a pesar de l cmo don Quijote percibe lo real y da cuenta de ello en el discurso, ya que la forma verbal sugiere inmediatamente una posible confusin entre dos elementos. Sancho por otra parte ha percibido la fuente de esta posible confusin entre los molinos y los gigantes por un lado, y de las aspas y los brazos por otro, al tomarse la molestia de calificar a la interpretacin como errnea. La pretendida locura de Don Quijote se basa en un modo de percepcin subjetiva de lo real, el protagonista que se apoya sistemticamente en la realidad para extraer una lectura personal. l elige aqu explotar las posibles analogas morfolgicas entre el tamao, la disposicin y la forma general de los molinos en el horizonte y los gigantes de brazos desmesurados. Lo cual siendo verdadero aqu, se aplicar tambin en las aventuras por venir, el ingenio de don Quijote consiste tambin en aprovechar estas relaciones analgicas, en jugar con la confusin inherente a la apariencia de las cosas.

    En el momento de concluir (1. 28-29), antes de que la voz narrativa retome el desarrollo del relato, don Quijote sugiere a Sancho dejarle la va libre y ponerse a rezar mientras que l enfrenta valientemente al enemigo (qutate de ah, y ponte en oracin en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla). Surge entonces el anuncio del momento culminante del episodio de aventura desde el punto de vista del relato caballeresco tradicional, el anuncio de la famosa batalla feroz, desigual, desleal, sangrienta, que opone al hroe solitario a un enemigo invencible (ntese en el pasaje la anteposicin sugestiva de la pareja de adjetivos). El herosmo de don Quijote ha sido sealado ya por la crtica muchas veces (y se aparece por lo dems desde el ttulo de la aventura: el valeroso don Quijote). El personaje est en efecto dotado de un valor indiscutible que no podra ponerse en cuestin por el carcter grotesco de la situacin: Don Quijote arriesga simplemente su vida al precipitarse contra los molinos, y no duda ni un segundo en lanzarse, una vez que termina su discurso. (Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba). Este herosmo es tambin necesario para el cumplimiento de la tarea que el protagonista se ha fijado, no hay eleccin si l quiere ser digno de entrar en la leyenda, y no puede arriesgarse solamente a aparentar, simulando un valor que no sera ms que un engao. Incluso algunas lneas ms adelante (1. 42-45), despus de la referencia al gigante Briareo, el asalto del caballero contra los molinos es descrito por la voz narrativa como un compromiso total y sin

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    fracturas (encomendndose de todo corazn), (arremeti a todo el galope de Rocinante) en un impulso de bravura subrayado por la referencia al corazn, sitio etimolgico de la valenta, principio y fin de todo movimiento, como lo seala Sebastin de Covarrubias:9

    CORACON

    Latine cor, dis. No hay nima sin corazn, en el qual el corazn es el primero que se forma o lo que le es proporcional, y as como el corazn es el primero que se mueve y tiene vida, es el postrero de todas las partes en morir, es como un centro, principio y fin de todo movimiento (). Y ass tener gran corazn un hombre o un animal, quando le loamos de animoso, no es tenerle materialmente

    grande en cantidad, sino en fuego, animosidad y determinacin.

    Como quiera que sea, en el momento en que don Quijote se lanza fogosamente hacia los gigantes, la voz narrativa propone al lector la imagen de una carrera loca e incontrolable, el movimiento desenfrenado del personaje materializa tambin el de su espritu, vuelto resueltamente hacia la aventura que le espera. Este movimiento,

    irremediablemente dirigido hacia lo eso debe ocurrir, y en el que la precipitacin o inminencia concierne entonces no solamente al protagonista, vido de aventuras caballerescas dignas de ese nombre, sino tambin al lector, persuadido de llegar al corazn de la aventura literaria programada por el ttulo.

    De la lnea 29 a la 52, la voz del narrador retoma la direccin del relato, integrando en dos breves ocasiones la voz de don Quijote en la forma de dos intervenciones en estilo directo. Este pasaje central en el desarrollo del episodio corresponde al relato de la batalla propiamente dicho, es decir, al corazn de la aventura, y funciona como una verdadera bisagra del texto, que construye una retrolectura del significante fundamental.

    Las primeras lneas de este pasaje central (1. 29-35) confirman la decisin del protagonista de lanzarse a la batalla sin dejar lugar a un eventual cambio de planes (ntese la acumulacin de negaciones y la frmula concesiva que puntan la ineficacia de las intervenciones desesperadas de Sancho para hacer entrar en razn a su amo: sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba Pero l iba ni oa las voces ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran). La voluntad de seguir adelante en su

    9 Cfr. op. cit.

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    aventura parece aqu cortar toda comunicacin del personaje con su escudero. Resueltamente volcado hacia la batalla, don Quijote es propulsado sobre la escena de combate, encarnando plenamente la figura caballeresca que l ha escogido. Lgicamente, los tpicos de las novelas de aventuras reaparecen en su intervencin: comenzando con la forma verbal arcaizante (Non fuyades), despus con la mencin de la soledad del valeroso caballero enfrentado a una horda de enemigos gigantescos (que un solo caballero es el que os acomete); acentuando tambin el empleo del sustantivo criaturas para designar de manera hiperblica al enemigo. El trmino, segn Sebastin de Covarrubias, es en efecto el mismo para designar al infante que acaba de nacer (El hijo o la hija que acaba de nacer); por extensin, designa tambin ms generalmente al hombre, o incluso a otro ser viviente (suele significar hombre o cosa viviente, como decir). El empleo del trmino en su primera acepcin podra entonces prestarse a risa, al aplicarse aqu a figuras hiperbolizadas. En razn de la extensin semntica del trmino, es entonces el contexto el que permite zanjar la cuestin. En realidad y como sucede en el francsel sustantivo aparece plenamente aqu como un derivado del verbo fundamental de creacin, CREAR (>CRIAR), es decir como un ser creado, a imagen de las criaturas engendradas por el Creador supremo, a partir de un puado de polvo:10

    CRIAR Crear, producir de la nada, nutrir a un nio o un animal () Del lat. creare, crear, engendrar, procrear. En latn, creare tiene ya algunas veces el sentido de dar a luz,

    engendrar.

    Es entonces la creacin misma, de la que la escritura literaria es una modalidad, la que es designada aqu a travs del sustantivo criatura. Se trata entonces de referirse a los seres creados, concebidos por el espritu imaginativo del protagonista creador. Tal lectura implica, como aquella muy a menudo sugerida, que don Quijote construye su propia locura, que la trabaja, y la mantiene escrupulosamente. Efectivamente, si l ve gigantes cuando su escudero ve molinos, si no escucha los gritos de este ltimo instndolo a volver

    10 Corominas, J., y Pascual, J.A., Diccionario crtico etimolgico castellano e hispnico, Gredos, Madrid,

    1991.

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    sobre sus pasos, el lector queda autorizado a pensar que el protagonista rechaza ratificar una realidad que es inconciliable con su propia concepcin del mundo.

    Don Quijote est entonces frente a los molinos, listo para atacar, como testimonian las dos breves intervenciones que l pronuncia antes del asalto. La insercin de estas dos breves rplicas, casi yuxtapuestas pero integradas en el discurso de la voz narrativa, que se reserva el derecho de asegurarse ella misma el culmen de la aventura, produce el efecto de una suspensin temporal voluntaria, estratgicamente calculada para dramatizar ese instante fatdico. El tiempo parece detenerse fijando por un instante la postura del hroe en el punto de meterse de lleno en el combate. Esta prctica estilstica, muy clsica, demasiado sin duda, para ser completamente inocente, dramatiza al extremo el suceso exhibiendo los hilos narrativos que subyacen al discurso. Se observa entonces que esa eleccin deliberada de la voz que asume el discurso realza una estrategia particularmente ingeniosa y que obedece en realidad a la necesidad de atraer la atencin del lector no sobre las dos rplicas directas pronunciadas por don Quijote sino precisamente sobre la frase aparentemente anodina que las liga; el conjunto consigue as un magnfico efecto de escritura en trompe-loeil. Las dos rplicas de don Quijote encuadran en efecto la frase esencial del episodio (1. 31-41):

    [] Pero l iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oa las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas:

    Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.

    Levantse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por Don Quijote, dijo:11 Pues aunque movis ms brazos que los del gigante Briareo, me lo habis de pagar.

    El momento es realmente fatdico para el hroe, quien, no obstante estar situado cerca de la evidencia (aunque ya estaba bien cerca), no ve ni escucha las advertencias de su escudero; como tampoco el lector, quien situado ante la frase clave del texto, no consigue detectar sus implicaciones en una primera lectura.

    El viento pues se trata evidentemente de l, comienza a levantarse, en el momento mismo en que el combate, que se anuncia ridculo y grotesco, debe ser librado. Este feliz

    11 NB: El subrayado es mo.

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    azar, si nos apegamos una vez ms a los orgenes etimolgicos propuestos por las

    definiciones de los diccionarios citados ms arriba, permite entonces a don Quijote una confrontacin real con un enemigo temible. La suerte, el azar, ofrece as al protagonista una verdadera aventura. Ahora bien, esta ventura de desenlace incierto se debe a la intervencin de este elemento destinado precisamente a activar las aspas de los molinos, es decir, el viento, ya presente lingsticamente desde el comienzo de la aventura, por medio del sintagma molinos de viento, fundamento de la aventura, fuente de desacuerdo entre Sancho y don Quijote, y realidad referencial del enemigo a combatir. Que se trate de molinos de viento, sin duda alguna no es gratuito para quien conoce el modo de escritura cervantina; por el contrario, esta eleccin est encaminada a ofrecer al lector la posibilidad de remotivar el significante clave del episodio entero, aventura, a la luz de la feliz y azarosa intrusin de ese nuevo elemento: el viento.

    En efecto, es el viento el referente indispensable de la aventura, el que le permite funcionar: haciendo girar las aspas de los molinos, y por analoga los brazos multiplicados de los gigantes quijotescos, el viento ofrece al caballero un verdadero enemigo, lo que otorga una dimensin nueva e inesperada al combate anunciado. Ahora bien, etimolgicamente, el signo viento, derivado del latn ventus designa no solamente el aire en movimiento sino tambin, la buena o mala fortuna, compaera perfecta de la aventura, como lo testimonian las definiciones siguientes12 consagradas al significante viento y sus derivados:

    VIENTO

    Vent derivado del latn ventus, aire en movimiento, en plural buena o mala fortuna.

    VIENTO

    [] ventarrn, ventear [] antes ventar [], especialmente oler, presentir, [] que tambin se ha empleado alguna vez con el valor de aventar o soplar el viento. [] ventoso, ant. [] lo que se muda a la merced del viento.

    Este elemento indispensable del fragmento, citado desde el comienzo del texto pero que se encuentra como en espera de ser activado, es el que literalmente pone en

    12 Cfr. op. cit.

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    movimiento la aventura novelesca en el momento mismo en el que acciona las aspas de los molinos.

    Se observa claramente que el pasaje que describe el combate caballeresco y peligroso de don Quijote contra los molinos, cuyas aspas giran por el efecto del viento, auspicia voluntariamente la impresin de una lucha desigual contra una fuerza vital, monstruosa. El viento, principio activo, es sujeto gramatical de verbos de accin en los que se apoya la descripcin de un combate verdadero enfrentando un caballero a un grupo de enemigos, movidos por una fuerza incontrolable (1. 45-49): [] arremeti a todo el galope a Rocinante y embisti con el primer molino que estaba delante; y dndole una lanzada en el aspa, la volvi el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevndose tras s al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo.

    Ahora bien, la capacidad del viento para detonar la suerte que se manifiesta, lo aproxima evidentemente al signo ventura, al punto en que el lector es invitado retrospectivamente a enlazar por atraccin paronmica el significante viento y sus

    derivados verbales, en particular ventar, o aventar, en el doblete ya comentado aventura / ventura.

    La ventura, primera palabra pronunciada por el hroe, se ve entonces remotivada retrospectivamente gracias a la familia etimolgica de viento (en particular la pareja VENTAR / AVENTAR), y reinterpretado como el elemento indispensable de la manifestacin de la suerte por la que la aventura se lleva a cabo, volvindose estricta y literalmente dependiente de la aparicin del viento para cambiar el curso de las cosas. Desde ese momento, las primeras palabras de don Quijote son objeto de una retromotivacin significativa: la ventura va guiando nuestros pasos mejor de lo que acertramos a desear, significa no solamente que el protagonista descubre en la situacin que se le ofrece una materia propicia para construir una aventura novelesca sino que

    aquella se realizar gracias a la capacidad del viento, manifestacin privilegiada de la buena o mala fortuna, para transformar las cosas, para ponerlas en movimiento.

    Esta observacin implica primero que don Quijote se halla dotado de una capacidad particular, la cual escapa totalmente a Sancho, la de descubrir en la realidad prosaica la posibilidad de una transfiguracin, de una mutacin, a la manera de un director de teatro

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    que penetra en una escena y proyecta ya verbalmente el futuro decorado que la misma escena autoriza.

    Tal observacin implica tambin otra evidencia: si don Quijote sabe descubrir en la realidad que lo circunda una posible materia de aventura (en todos los sentidos del trmino) y de transmutacin, es porque l percibe de entrada esa realidad tal como es, y que l superpone en el discurso, y la cual est destinada a convertirse en la aventura: dicho de otra manera, en lo que advendr, gracias a su prodigiosa capacidad de inventar. Aparece as en filigrana un nuevo significante fundamental en el seno de la cadena semitica ya establecido en torno al significante (A)VENTURA, remotivado gracias a (A)Ventar, sugiriendo que la aventura nace aqu de la fuerza del viento y de su capacidad para transformar la apariencia de las cosas, induciendo la nocin de invencin, y por esa misma lnea, el significante verbal INVENTAR. Hago notar de nueva cuenta, por otra parte, que si don Quijote es el personaje que desencadena la aventura a la simple vista de los molinos, es que l es un inventor, un creador, un mentiroso con ingenio, capaz de dar una nueva forma a las cosas, con la ayuda fundamental del viento y de su accin consistente en (A)VENTAR, es decir, en poner en movimiento la materia escogida para la AVENTURA:

    INVENTAR.

    Sacar alguna cosa de nuevo que no se aya visto antes ni tenga imitacin de otra. Algunas vezes

    significa mentir, y llamamos invencioneros a los forjadores de mentiras. Inventor, el autor de la cosa nueva; invencin, la cosa inventada o nuevamente hallada. Dxose del verbo invenio, venis, eni.

    Esta movilidad del espritu quijotesco, esta capacidad inventiva, este movimiento perpetuo nos remite inevitablemente a lo que es percibido como locura. Al final del episodio, es Sancho quien involuntariamente, bajo la forma de una broma encubierta, nos pone sobre el camino, asimilando el espritu de su amo a un espacio lleno de molinos de viento:

    Vlame Dios! dijo Sancho. No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que haca, que no eran sino molinos de viento, y no lo poda ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?

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    Tomando al pie de la letra el comentario de Sancho, quien cree denunciar la locura de su amo, el lector descubre un indicio precioso que permite validar la hiptesis propuesta anteriormente: si don Quijote tiene molinos de viento en la cabeza, es entonces l quien posee esa fuerza prodigiosa, a la vez inventiva y aventurera susceptible de transfigurar la ms llana realidad.

    La aventura (aventura / ventura), puesta en funcionamiento por la fuerza del viento que transforma las cosas, consiste entonces tambin en operar en y por el discurso una mudanza. La palabra aparece al final del episodio en la boca del protagonista, enunciando en la intencin de Sancho una verdad de alcance general a propsito de las cosas de la guerra, es decir, una vez ms, de las aventuras:

    Calla, amigo Sancho, respondi Don Quijote; que las cosas de la guerra, ms que otras, estn sujetas a continua mudanza; cuanto ms, que yo pienso, y es as verdad, que aquel sabio Frestn que me rob el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento.

    As, las aventuras se fundan en el principio mismo de una transformacin o mudanza, por la imaginacin (la invencin), en la accin y por el discurso. Don Quijote enuncia por otra parte una frmula que podemos leer literalmente como la afirmacin de la potencia creadora y transformadora del inventor, reflejo de la figura autorial, postulando que pensar es suficiente para volverlo verdadero: cuanto ms, que yo pienso, y as es verdad. Concebir, imaginar, es ya crear una verdad irrefutable.

    En efecto, las palabras son entonces capaces de engendrar las cosas, conforme al principio transformador de la palabra divina en la gnesis bblica. La generacin de aventuras implica entonces dos etapas sucesivas pero casi simultneas: la deteccin de la materia escogida de lo real, y su transmutacin inmediata en discurso performativo que da lugar a la mudanza.

    Tal rapidez de don Quijote de ver para decir, dicho de otra manera, de detectar para transformar por medio del discurso, aparece en el texto a travs de la recurrencia significativa del par verbal VER / DECIR, empleado en una construccin sintctica idntica que induce claramente una liga consecutiva entre las dos operaciones. Se encuentra significativamente este par al principio de las dos etapas fundamentales de la aventura, en

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    el momento del descubrimiento de los molinos que estimula inmediatamente el discurso de don Quijote, y en el momento preciso en que el viento se levanta, desencadenando el grito de guerra del caballero y, de inmediato, su asalto:

    1. 5-7: En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y as como don

    Quijote los vio, dijo a su escudero: []

    1. 37-39: Levantse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por

    don Quijote, dijo: []

    El discurso transformador quijotesco, movido por una prodigiosa locura creadora, permite poner en funcionamiento esta transfiguracin de lo real. La mudanza aparece aqu como el trmino que designa el resultado de esta operacin. Ahora bien, el resultado obtenido no es jams definitivo. Al contrario, la mudanza implica una perpetua transformacin (continua mudanza), que da lugar a una incertidumbre generalizada en torno a los objetos de la realidad, misma que nos obliga a dudar permanentemente de las cosas, estableciendo el principio de reversibilidad de las cosas, constantemente modificadas por el discurso, as como la idea de que no hay verdad inmutable.

    Es este principio de reversibilidad el que introduce don Quijote al final del episodio, sugiriendo que los molinos son tambin el fruto de una mudanza diablica, la del encantador Frestn que habra transformado a los gigantes, y que provoca un cambio radical de la situacin inicial segn las reglas del gnero. Pero con este discurso, don Quijote expresa tambin muy claramente que l s percibe los molinos (aquel sabio Frestn ha vuelto estos gigantes en molinos), omitiendo simplemente precisar desde cundo

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    Bibliografa

    Edicin de referencia: CERVANTES, Miguel de, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha I, ed. de John J. Allen, Ctedra, Madrid, 2001.

    Diccionarios: BENABEN, Michel, Dictionnaire Etymologique, Ellipses, Paris, 2000. COROMINAS, J., y Pascual, J.A., Diccionario crtico etimolgico castellano e hispnico, Gredos, Madrid, 1991. COVARRUBIAS, Sebastin de, Tesoro de la lengua castellana o espaola, Barcelona, 1943. CHEVALIER, Jean y Gheerbrant, Alain, Dictionnaire des symboles, Bouquins, Robert Laffont, Paris, 1982.

    Estudios crticos: BRAVO, Frdric, Littralit 3, Limage dans le tapis, Presses Universitaires de Bordeaux, mars 1997. CASTRO, Amrico, El pensamiento de Cervantes, Noguer, 1980. LY, Nadine, Langues neo-latines, no. 262, 3 trim. 1987. LY, Nadine, Langues neo-latines, no. 267, 4 trim. 1988. ROBERT, Marthe, Roman des origines et origines du roman, Grasset et Fasquelle, Pars, 1988.

    ANEXO: Texto de Referencia

    Captulo VIII

    Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jams imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordacin.

    En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y as como don Quijote los vio, dijo a su escudero: La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertramos a desear; porque ves all, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o poco ms, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que sta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra. Qu gigantes? dijo Sancho Panza. Aquellos que all ves respondi su amo de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. Mire vuestra merced respondi Sancho que aquellos que all se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino. Bien parece respondi don Quijote que no ests cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, qutate de ah, y ponte en oracin en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

    Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtindole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero l iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oa las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque ya estaba bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas: Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. Levantse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por Don Quijote, dijo: Pues aunque movis ms brazos que los del gigante Briareo, me lo habis de pagar.

    Y en diciendo esto, y encomendndose de todo corazn a su seora Dulcinea, pidindole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremeti a todo el galope de

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    Rocinante y embisti con el primero molino que estaba delante; y dndole una lanzada en el aspa, la volvi el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevndose tras s al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudi Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando lleg hall que no se poda menear: tal fue el golpe que dio con l Rocinante. Vlame Dios! dijo Sancho. No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que haca, que no eran sino molinos de viento, y no lo poda ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza? Calla, amigo Sancho respondi don Quijote: que las cosas de la guerra, ms que otras, estn sujetas a continua mudanza; cuanto ms, que yo pienso, y es as verdad, que aquel sabio Frestn que me rob el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos, por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.