Frank Fournier Era noche en Colombia, un 13 de noviembre de 1985, cuando una avalancha del Río Lagunilla, ocasionada por la erupción del Volcán Nevado del Ruiz, sepultó el 96% del casco urbano de Armero, dejando tras de sí un saldo de 25.000 muertos y más de 20.000 damnificados y heridos, además de incalculables pérdidas económicas, hasta ser considerada como la tragedia de mayor magnitud en la historia del país. Al amanecer comienza a llegar el primer contingente de voluntarios a la población y en el Barrio Santander, entre los escombros y el lodo un socorrista ve una mano asomando entre las rendijas de un gran bloque de cemento. El improvisado equipo de salvamento comienza a demoler el cemento, que resulta ser el techo de una casa, sacando poco a poco a una criatura hasta el límite que marcaban sus piernas totalmente aprisionadas. Se trataba de una niña de apenas 13 años, Omayra Sánchez, atrapada de cintura hacia abajo entre el fango y los restos de su propia casa, que a duras penas se mantenía haciendo pie sobre los restos mortales de sus familiares. A cada momento su cuerpo se iba encharcando más por lo cual optaron por colocarle un neumático por debajo de los brazos para evitar su ahogamiento. Durante su lento agonizar la niña mostró su coraje y su fuerte carácter hasta el punto de preocuparse por sus responsabilidades escolares y sus exámenes.Frank fournier dice: El 15 de Noviembre de 1985 me encontré a Omaira Sánchez, una niña de 13 años que estaba enterrada por rocas y ladrillos, en un pozo de agua que le llegaba hasta el cuello, ya llevaba dos días en esa situación, los reporteros, socorristas y curiosos que nos encontrábamos ahí la mirábamos y ella simplemente nos decía : “Voy a perder el año y los exámenes porque no fui a clase hoy”, durante dos horas conversamos con Omaira Sánchez, le dimos la mano, le acariciamos la cabeza y hasta por un momento sonrío. A las 5 de la tarde nos dijo “Váyanse a descansar un ratico y después vengan y me sacan de aquí”Se dice que por culpa del desorden político en el que se encontraba el país, pues el gobierno estaba reponiéndose de la toma del palacio de justicia que había sucedido tan solo hace una semana, esto imposibilito la ayuda a los damnificados, entre ellos a esta niña valerosa que quizás con esta ayuda se le hubiera podido salvar la vida, pero no fue así. Omaira murió

Kevin CarterSudán. Sitio donde fue está tomada esta fotografía, donde puede verse a una niña moribunda, rendida por el hambre, siendo acechada por un buitre que espera impasible el amargo final.Durante 20 minutos, Carter estuvo tomando fotografías, sabedor de que una de esas imágenes valía un gran premio. Y estaba en lo cierto. Cuando terminó, recogió sus instrumentos y siguió su camino. Pero esa fotografía le perseguiría el resto de sus días, cuando se quedaba sin palabras cuando le preguntaban qué había hecho para ayudar a la niña.Sólo dos meses después de recibir el Pulitzer, Kevin Carter se suicidaba en Johannesburgo.

Steve McCurryFue la portada más famosa de la revista National Geographic. En 1984, el fotógrafo Steve McCurry tomó una foto que se convirtió en una de las más divulgadas de la historia. El rostro de una muchacha afgana en el campamento de refugiados de Nasir Bagh en Peshawar (Pakistán) nunca se nos olvidara. Sus inmensos ojos verdes dieron la vuelta a todo mundo. Diecisiete años más tarde, McCurry regresa a la región fronteriza entre Afganistán y Pakistán para tratar de localizar a la muchacha, de la que no sabe ni su nombre. El campamento de refugiados será pronto cerrado y hay que darse prisa. Para identificar a la chica en caso de encontrarla, se ha escaneado el iris de sus ojos a partir de la famosa foto

Malcom BrowneEn varios sitios web dice que la fotografía protesta silenciosa fue hecha por David Halberstam, sin embargo el fotógrafo fue Malcom Browne que recibió ese año el premio World Press Photo of the Year por dicha fotografía La protesta silenciosa del 11 de Junio de 1963, 350 monjes y monjas Vietnamitas marchaban en protesta por la persecución del gobierno a la religión budista. Durante la marcha tres monjes bajaron de un sedán celeste que la precedía. Uno de ellos era Thích Qu ng Đ c, considerado porả ứ sus pares como un bodhisattva, que se sentó en la tradicional posición de loto sobre un cojín colocado en el suelo por uno de sus acompañantes. La gente formó un círculo a su alrededor mientras un bidón de gasolina era vertido sobre su cabeza, luego de lo cual Thích Qu ng Đ c tomó un fósforo, lo encendió y lo arrojó sobre sí mismoả ứ.