doctorado nuevo leon

8
DISCURSO PRONUNCIADO POR LA SEÑORA MINISTRA OLGA SÁNCHEZ CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, CON MOTIVO DEL OTORGAMIENTO DEL DOCTORADO HONORIS CAUSA QUE LE CONFIERE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN, EN EL “TEATRO UNIVERSITARIO DE LA UNIDAD MEDEROS”, EN LA CIUDAD DE MONTERREY, NUEVO LEÓN, MÉXICO, EL 12 DE SEPTIEMBRE DE 2003. Excelentísimo señor rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Don Luis J. Galán Wong, Excelentísimas autoridades universitarias, Ilustrísimo claustro de profesores, Distinguidos invitados especiales, Señoras y Señores: Pocas cosas logran sorprendernos hoy. Nuestra capacidad de asombro se ha visto mermada, tal vez por la rapidez con que se suceden los avances científicos que producen mentes tan brillantes como las de quienes hoy me honran compartiendo esta distinción. Esos avances, nos han acostumbrado a una situación de privilegio que alcanza casi todos los campos de nuestra existencia. La vida se nos ha simplificado a grado tal que pasan desapercibidas cuestiones tan monumentales como traer el agua a nuestras casas o tan infinitesimales como los avances en las ciencias de la vida. Todo ello, que para nosotros puede traducirse tan solo en abrir una llave, tomar una píldora o consultar a un médico, nos ha colocado

Upload: omar-sohok-contreras

Post on 30-Jan-2016

214 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

uhggyulgfyugfyuyuk

TRANSCRIPT

Page 1: Doctorado Nuevo Leon

DISCURSO PRONUNCIADO POR LA SEÑORA MINISTRA OLGA SÁNCHEZ CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, CON MOTIVO DEL OTORGAMIENTO DEL DOCTORADO HONORIS CAUSA QUE LE CONFIERE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN, EN EL “TEATRO UNIVERSITARIO DE LA UNIDAD MEDEROS”, EN LA CIUDAD DE MONTERREY, NUEVO LEÓN, MÉXICO, EL 12 DE SEPTIEMBRE DE 2003. Excelentísimo señor rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Don Luis J. Galán Wong, Excelentísimas autoridades universitarias, Ilustrísimo claustro de profesores, Distinguidos invitados especiales, Señoras y Señores:

Pocas cosas logran sorprendernos hoy. Nuestra capacidad de

asombro se ha visto mermada, tal vez por la rapidez con que se

suceden los avances científicos que producen mentes tan brillantes

como las de quienes hoy me honran compartiendo esta distinción.

Esos avances, nos han acostumbrado a una situación de

privilegio que alcanza casi todos los campos de nuestra existencia. La

vida se nos ha simplificado a grado tal que pasan desapercibidas

cuestiones tan monumentales como traer el agua a nuestras casas o

tan infinitesimales como los avances en las ciencias de la vida.

Todo ello, que para nosotros puede traducirse tan solo en abrir

una llave, tomar una píldora o consultar a un médico, nos ha colocado

Page 2: Doctorado Nuevo Leon

en una situación que difícilmente pudieran haber imaginado quienes,

durante 50 siglos se transportaron a caballo, o quienes, de manera

vertiginosa, iniciaron la travesía del siglo veinte descubriendo el

automóvil y la terminaron a bordo de una nave espacial. Los avances

científicos, que durante casi cinco mil años se fueron sucediendo a

cuenta gotas, durante menos de setenta años en el siglo veinte lo

hicieron en cascada. De lo que venga en el futuro y la velocidad que el

desarrollo científico alcance en el siglo XXI, no habremos de

enterarnos, tal vez, muchos de nosotros.

Sin embargo, el mundo que nos ha tocado vivir tampoco se

parece mucho al que pronosticaron, ya no digamos los filósofos

ilustrados, que pensaban que mientras más capaces fuéramos de

comprender racionalmente al mundo y a nosotros mismos mejor

podríamos manejar la historia para nuestros propósitos; sino los

científicos de mediados del siglo pasado, quienes jamás hubieran

imaginado que se pudiera clonar a una oveja.

La ciencia, es cierto, ha sido utilizada para los fines más

sublimes y benéficos de la humanidad. Hemos duplicado la esperanza

de vida de los seres humanos, hemos erradicado enfermedades –al

menos en una gran parte del planeta– que azolaban y destruían

comunidades enteras, podemos comunicarnos en tiempo real a

cualquier destino en el planeta y hemos traspasado la frontera de

nuestra propia atmósfera para conocer otras realidades fuera de

nuestra propia galaxia; sabemos que 23 pares de cromosomas

distintos componen nuestra desvencijada humanidad, podemos

2

Page 3: Doctorado Nuevo Leon

transplantar el hígado de un ser humano a otro, hemos descubierto

neurotransmisores, en fin, hemos incorporado a nuestra vida cotidiana

a la informática, la ingeniería y la cirugía.

No obstante lo maravilloso que ha sido todo ello, también existe

la versión contraria: la ciencia se ha utilizado para los fines más

perversos y destructivos. En este plano de la historia, los intereses de

unos cuantos poderosos se han impuesto mediante el uso de la

fuerza, la colonización intelectual, la depredación de los recursos

naturales y el ecocidio. La utilización de los avances científicos con

fines bélicos o poco éticos, ha aniquilado prácticamente el futuro de

generaciones venideras, y pareciera ser que el mayor conocimiento

de nosotros mismos, lejos de resultarnos favorecedor, nos hubiera

llevado a que, mentes perversas y torcidas, hubieran distorsionado la

finalidad de la ciencia, generando con ello un abismo inmenso entre

las personas, las ciudades, las naciones.

Del recuerdo de estos errores está plagada la historia, los

intereses a los que me refiero han tenido nombre y apellido: se llaman

Josef Mengele, Auschwitz, Hiroshima, Seattle, recientemente Nueva

Cork y Bagdad, y tantos más; pero se llaman sobre todo, impunidad.

Esa impunidad que precisamente tiene al derecho como su peor

enemigo. Esa impunidad de la cual la historia universal de la infamia

ha gozado debido a leyes injustas, a gobiernos autoritarios y

ciudadanos indefensos, a la falta de acuerdos en la comunidad

internacional, al odio interracial, al terrorismo. En una palabra, debido

3

Page 4: Doctorado Nuevo Leon

a la falta de un derecho que se encargase de limitar, de corregir y de

encausar a esa ciencia y tecnología para adecuarlas a los clamores

sociales de justicia y de paz.

Hoy me llena de orgullo ser, de entre los galardonados –todos

ellos distinguidísimos científicos– la única en el ámbito de las Ciencias

Sociales, y la única mujer. Hoy es uno de esos días en que el haber

estudiado derecho se vuelve uno de los orgullos más grandes de mi

vida.

Hoy mi profesión me hace sentir doblemente contenta. Primero,

porque es gracias a ella que, mi queridísima UANL, mi hospitalaria

casa de estudios, mi refugio académico, la familia que hoy me hace

hija suya, me distingue con el otorgamiento de su más alto grado

universitario. Y luego, porque es el estudio del derecho, que iniciara

yo hace más de 35 años con Don Luis Recasens Siches, el primero

de mis profesores en la Facultad de Derecho de la UNAM, lo que me

da pie para disertar, muy brevemente y con su venia, acerca de algo

que, desde la primera clase de sociología del derecho, mi maestro nos

advertía: la enorme distancia que existe entre los avances científicos y

tecnológicos y la regulación que de ellos hace el derecho, sobre la

velocidad de los acontecimientos y la lentitud en su regulación.

Con esa velocidad que he descrito, se han sucedido los más

importantes avances científicos y, de la noche a la mañana, hemos

conocido el interferón, las estatinas y el mapa genético del ser

humano; pero también hemos sido testigos de la destrucción atómica,

4

Page 5: Doctorado Nuevo Leon

la mutación genética, las armas químicas y bacteriológicas. No

obstante, el lugar del derecho en esos avances no ha sido,

tristemente, el esperado. Pues los principios éticos, ideológicos y

axiológicos de las sociedades que se deben plasmar en las leyes por

medio del derecho, no han ocupado plenamente su lugar,

particularmente en lo que a la regulación de los avances científicos se

refiere.

El derecho, que debiera ser cauce, promotor, límite ético y

regulador, catalizador de la ciencia, factor de cambio, contenedor y

guía en todos los campos de la vida, ha sido desplazado. Y de la

misma manera en que la ciencia ha tomado cauces poco útiles para la

humanidad, el derecho se ha alejado de hacer del conocimiento una

bendición y de la tecnología prosperidad, de ayudar a construir la paz

interior en las naciones y la internacional por medio de los acuerdos

de desarme y el respeto a las instituciones internacionales.

Considero, por tanto, que debemos reencauzar nuestras

prioridades: privilegiar el derecho y la ética mediante el cumplimiento

irrestricto de la ley y el impulso de acuerdos amplios, no

condicionados; la ciencia y la educación mediante apoyos concretos,

no su desaliento; la paz social y el diálogo mediante la armonía y la

apertura democrática, no el desorden ni la cerrazón.

De no hacerlo así, por más que el derecho pueda construir el

tejido social y las células que mantienen vivo al organismo societario,

no será, como debiera ser, factor de esperanza social. De no ser así,

nos esperarán épocas de mucha tristeza, de bajezas, de leyes

5

Page 6: Doctorado Nuevo Leon

injustas y hombres infelices. Si no ponemos al derecho como centro,

como guía de nuestra impresionante realidad científica y si no

apoyamos incondicionalmente a esta, estaremos dejando vacío el

hueco que debe ocupar la esperanza en toda sociedad, estaremos en

el camino de realizar el presagio de Albert Einstein, cuando afirmaba

que la cuarta guerra mundial sería con palos y piedras.

Porque a pesar de que el hombre haya abierto el libro de la vida,

de que haya descubierto el microcosmos y la macroeconomía, como

dijera Darwin, “todavía lleva en su estructura corporal la huella

indeleble de su humilde origen”; pero también, agregaríamos

nosotros, la imborrable grandeza de su lucha evolutiva.

Reiterando mi profundo agradecimiento por este honor, quisiera

abusar un poco más de su tiempo, para rememorar un antecedente

cultural muy importante para el Estado de Nuevo León:

Érase el año de 1857 cuando el gran liberal don Santiago

Vidaurri “…construyó en los astilleros de la Reforma una nave

educativa destinada a viajar por las regiones de la cultura superior de

Nuevo León. La embarcación era frágil… pero las deficiencias fueron

compensadas con exceso, por todas las virtudes de aquel ejemplar

timonel, Don José Eleuterio González, a quien todos recordamos con

el nombre familiar de Gonzalitos…”1

1 Discurso pronunciado el 28 de junio de 1951 en el Teatro Florida de Monterrey por Don Nemesio García Naranjo.

6

Page 7: Doctorado Nuevo Leon

Desde aquél entonces, esa nave ha hecho un viaje escolar cada

año, primero como Colegio Civil, y luego, desde 1933, como la

Universidad Autónoma de Nuevo León. Con ello, esta casa de cultura

ha prestado ininterrumpidamente durante 146 años, el más grande

servicio que se puede prestar a nuestra patria: la educación.

Ya por último, deseo compartir emocionada las palabras de un

hijo de esta Institución, un ilustre escritor neoleonés: don Nemesio

García Naranjo:

“Creo en ti, Nuevo León, porque la fertilidad que falta en tu

suelo, la tienes en el espíritu, y el oro y la plata que fueron negados a

tus montañas, los llevas en el corazón. Creo en ti, porque substituyes

las deficiencias de una naturaleza pobre, con la acción tenaz que

genera tu industria floreciente. Creo en tu perseverancia épica que

hace brotar manantiales de las rocas, y construye sobre el pedestal de

la aridez, el monumento glorioso de la abundancia. Creo en tu

inagotable espíritu de aventura, que jamás se estanca en rutinas; en

tu inspiración que clarea todos los caminos; en tu recio carácter que

no se empolva; en tu pensamiento que vive en constante renovación;

en tu fe que convierte los desiertos en vergeles y los ocasos en

auroras; en tu optimismo juvenil que hace realizables todas las

quimeras; en tus virtudes de bronce que nunca se dejan adormecer

por el opio de la vanidad; y en tu orgullo de acero que te impulsa a

caminar siempre hacia adelante. Creo en tu pasado, que es un

paradigma de pulcritud; en tu presente que es una lección de eficacia

constructora; pero sobre todo, Nuevo León, creo en tu porvenir

7

Page 8: Doctorado Nuevo Leon

radiante, porque tus pupilas siempre alertas, y tus nervios en tensión

creciente, no descansan un segundo en la santa tarea de ensanchar

los horizontes y extender las perspectivas de la patria.”

Muchas, muchas gracias.

8