distribuciÓn del ingreso, empleo y salarios

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DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS. Hugo Nochteff y Nicolás Güell, con la colaboración de Verónica Lascano. Junio 2003

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Page 1: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS.

Hugo Nochteff y Nicolás Güell,

con la colaboración de Verónica Lascano.

Junio 2003

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2

INTRODUCCION

La discusión salarial es la vía por la que el sindicalismo-empresario, el gobierno anterior

(es decir, hasta el 25 de mayo de este año) plantearon como objetivo principal para el

aumento de ingresos de los sectores populares. Este camino es necesario, pero

totalmente insuficiente en la Argentina de hoy. Ello es porque la caída de ingresos y la

pauperización de los sectores populares no alcanzados por los incrementos de salarios a los

trabajadores registrados (en "blanco") del sector privado se fue forjando desde la dictadura

militar y especialmente en los noventa, y se ha profundizado aceleradamente por los

efectos de la salida devaluacionista .

Desde el punto de vista salarial, la negociación se plantea en un contexto signado por: (i)

una caída del salario real, respecto a los niveles anteriores a la dictadura militar, que

alcanza al 54%; (ii) una caída promedio durante el 2002 del 24%, producida por la salida

devaluacionista; (iii) diferencias muy significativas entre este promedio de caída y los de

los trabajadores del Estado (28%), los registrados en los sectores privados (17%), los no

registrados en esos sectores (33%) y los incluidos en los planes laborales de Jefes y Jefas y

de los jubilados y pensionados (36%); (iv) importantes diferencias salariales y de calidad

del empleo según zona geográficas, género, calificación y tamaño de la empresa

empleadora; (v) un desempleo del 23 %, un subempleo horario demandante del 14%1,

clandestinidad laboral del 48%, y sobreocupación del 42%; (v) el hecho de que 52,3% de

los asalariados gana menos de $ 400 y un 73,9 % menos de $ 600 . Ello cuando -para un

hogar representativo- la Canasta Básica Total (que define la línea de pobreza) es de $

718,7, y la Canasta Básica Alimentaria (que define la línea de indigencia) es de $ 326, 67.

De todo lo anterior surge la situación más dramática del cuadro social argentino, que

asume la forma de genocidio: más de 20 millones de argentinos bajo la línea de pobreza y,

de ellos, casi 10 millones bajo la de indigencia (ver Cuadro 2).

Es por la vigencia del marco referido que la CTA plantea la discusión de sus propuestas

para la recomposición de ingresos y de cambio de la dinámica político-social y económica.

1 O sea los que trabajan menos horas que la jornada normal y están buscando trabajo pleno en términos horarios.

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3

Estas propuestas incluyen como indispensable el incremento de los salarios, pero sólo

como parte de un conjunto mucho más amplio cuyo objetivo es garantizar un Ingreso

Social Básico para los Hogares Argentinos, que por lo tanto pone en el centro la cuestión

del nivel de vida de los hogares y abarca cuestiones como: un sistema de seguro para los

desocupados que los coloque sobre la línea de pobreza (LP), asignación para menores de

18 años, asignación para los mayores sin cobertura previsional, aumento de los salarios,

aumento de jubilaciones y pensiones, y una discusión abierta sobre el acceso y el costo de

los servicios públicos. O sea una POLITICA GENERAL DE INGRESOS, en el marco de

la AMPLIACIÓN DEL MERCADO INTERNO y de la REINDUSTRIALIZACION.

Ello corresponde a que lo característico de la situación actual es que, a diferencia de lo que

ocurría hasta la dictadura militar, el grueso del ingreso de los sectores populares no está

determinado por el nivel del salario, y menos aún por el de los trabajadores registrados

("en blanco") del sector privado, que son los únicos que reciben incrementos de salarios -

por otra parte insuficientes- en el esquema actual. La lógica de funcionamiento de los

niveles y distribución de ingresos que predominó hasta la dictadura se ha transformado

totalmente, y hoy no es ni siquiera parecida a aquélla. Ha habido un cambio drástico en la

matriz distributiva.

Sintéticamente, hasta antes de la dictadura el grueso de los sectores populares tenía

empleos plenos (en términos horarios), registrados y no precarios y por ello sus ingresos

(así como la distribución de ingresos del país) dependían muy fuertemente de lo que

ocurría con los salarios reales de los trabajadores registrados del sector privado. O sea, si

los salarios reales se incrementaban, ello incrementaba -directa o indirectamente- los

ingresos de la mayor parte de los sectores populares (y medios, estos sobre todo por el

efecto del incremento de los primeros sobre la demanda interna).

Actualmente la situación se transformado total y drásticamente, como resultado de las

políticas neoconservadoras que se aplicaron desde la dictadura militar, profundizadas por

el neoliberalismo desatado de los noventa y enormemente acelerada por la salida

devaluacionista. La mayor parte de la población económicamente activa (PEA), y de la

población en general, está excluida del empleo, o tiene empleos que no son alcanzados

por los incrementos de salarios, por lo que estos aumentos son, como se dijo, sin

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4

ninguna duda necesarios pero totalmente insuficientes, no sólo en sí mismos, sino

sobre todo para elevar los ingresos de los sectores populares y medios -bajos.

En definitiva, de lo que trata es de cambiar la distribución del ingreso y elevar los ingresos

presentes y futuros de los sectores populares y medios-bajos. Ello remite directamente -

aunque no exclusivamente- a los problemas de empleo y de salario, y no a uno de ellos

solamente.

Por todo lo anterior, en este documento se analizarán algunos de los temas principales que

vinculan la distribución del ingreso, los problemas del empleo y los salarios.

En la primera se analizará la actual distribución del ingreso -así como su escandalosa

involución en términos de mínima equidad- con especial referencia a la situación de los

sectores populares y parte de las "clases medias", o de lo que en una época fueron clases

medias2. También se plantearán las relaciones entre la distribución y los problemas del

empleo, y se señalaran algunas cuestiones centrales en materia de empleo.

En la segunda se analizará la situación -y brutal involución- en materia salarial. Este

ordenamiento no supone negar la importancia de la discusión salarial, sino que obedece a

la fuerte relación entre la distribución y el problema del empleo. A su vez, obedece al

hecho de que -cualquiera que sea las formas que adopte -la caída del salario está directa o

indirectamente causada por la magnitud del desempleo abierto, del encubierto y de otros

problemas que se expresan en el análisis de la cuestión del empleo (tales como la cantidad

de trabajadores subempleados, no registrados, precarios, etc. ). Ello porque -como se sabe-

el aumento del desempleo fuerza hacia abajo a los salarios y empeora seriamente las

formas y calidad de los contratos laborales reales (tales como, por ejemplo, la extensión de

la jornada y la seguridad e higiene en el proceso de trabajo).

2 El estrato medio (los deciles V al VIII, ambos inclusive) son en rigor una convención estadística. Las clases medias, en cambio, se definen por cantidades y tipos de consumos, niveles educativos, costumbres, y otras caracteristicas sociales y culturales que suponen niveles de ingresos que no son compatibles con los inferiores o muy cercanos a la línea de pobreza. Es por ello que, en el contexto latinoamericano, se decía que Argentina (o Uruguay) se distinguían de otros países de la región por la existencia de una extensa clase

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5

I. LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO Y LA SITUACION OCUPACIONAL.

La distribución del ingreso en Argentina ha empeorado a mayor velocidad que la de

prácticamente la totalidad de los países (con la excepción de las ex economías

centralmente planificadas, que por otra parte han sufrido colapsos socio-económicos con

pocos -si alguno- precedentes en la historia moderna).

Antes de comenzar el análisis de la distribución es indispensable hacer dos grupos de

aclaraciones.

Ø Tal como se presenta en este trabajo la distribución post-1974 aparece mucho mejor

que lo que es en realidad. Ello porque desde 1974 hasta el presente, la distribución tal

como se la calcula habitualmente subestima cada vez más la participación de los

más ricos y sobrestima la de los más pobres. Ello se debe a varios factores3, entre los

cuales cabe destacar: 1) que la estructura tributaria se fue haciendo cada vez más

regresiva, los especialistas han demostrado que la regresividad tributaria determina que

los sectores de mayores ingresos paguen menos impuestos en relación a sus

ingresos que los de ingresos bajos y medios; 2) vinculado a lo anterior las

posibilidades de elusión y evasión fiscal es mucho mayor en los tramos de ingresos

altos debido al tipo de tributos y a las exenciones; 3) a medida que aumenta el ingreso

aumenta la subdeclaración (es decir, los más ricos ocultan una proporción alta de

los ingresos que perciben realmente).

Ø El empeoramiento de la distribución tal como se la presenta habitualmente (ver Cuadro

1) no refleja totalmente la caída de ingresos de los sectores populares y medio-bajos,

por cuanto el producto per cápita ha caído desde 1974 hasta el presente. Ello no se

aplica igualmente a los sectores más ricos, tanto porque su aumento de participación

compensó dicha caída del ingreso por habitante, cuanto porque estos sectores tienen

ingresos que no son captados por los cálculos habituales de distribución. Esto es

especialmente significativo por cuanto las tenencias en el exterior de residentes en

Argentina - y las consiguientes rentas de los mismos, que son parte de la

media. Ello obviamente, no se refiere a un extenso estrato medio, ya que estos son simplemente los deciles V a VII.

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6

subdeclaración mencionada en párrafo anterior- es hoy incomparablemente superior a

lo que era a principios de los setenta. En rigor, la fuga y salida masiva de capitales se

inició con la dictadura militar y se aceleró desde entonces. Así, las tenencias de

residentes locales -o sea en Argentina-, era en 1974 era de 3.782 millones de dólares y

en 2001 había alcanzado los 137.805 millones (que actualmente, después de la

devaluación, equivale a un año de producto de la Argentina en dólares corrientes).

Cabe destacar que la inversión directa argentina en el exterior (activos productivos)

explica sólo aproximadamente el 12% de este monto; o sea que en torno de 121.000

millones se trata de tenencias financieras. El rendimiento de estos fondos financieros

en el exterior en el año referido (2001) muy difícilmente haya sido inferior a los

5.000 millones de dólares (o sea de en torno de casi el 2 % del PBI de ese año)

aunque mucho más probablemente fue apreciablemente superior4.

La distribución de 1974 era más parecida a la los países desarrollados que a los de

subdesarrollados -incluyendo a casi toda América Latina-, por cuanto en 1974 el 20% más

rico tenía una participación en el ingreso total ingreso equivalente a 2.02 veces el del 40%

más pobre. Luego, durante la dictadura, se produjo proceso regresivo de la distribución

(expresado en ese período por la caída de los salarios reales, que en 1982 eran de la mitad

de los de 1974 -ver Cuadro 8). En 1986, uno de los mejores años de la democracia, no se

habían recuperado los rasgos de equidad de 1974, ya que esta proporción llegaba a 3,51

veces. En 1991 había aumentado levemente, y durante la experiencia neoliberal de los

noventa (que en este trabajo incluye la salida devaluacionista) aumentó a 4,63 veces (ver

Cuadro 1).

Si se comparan los puntos extremos, se aprecia que el retroceso distributivo llega a

proporciones inconcebibles: en 1974 el 10% más rico recibía 5,4 veces el del 10% más

pobre; en 1991 15,12 veces, y en 2002 30 veces5. Para apreciar lo que esto significa, un

cálculo elemental muestra que con el 3,3 % de los ingresos del 10% más rico -aún sin

3 Es imposible incluir estos factores en el análisis del comportamiento de la distribución, ya que aunque se han medido para años representativos, no se han medido para la mayoría de los años, y además no existe información que sume los efectos de los mismos. 4 El rendimiento está estimado en base a la tasa Libor del año respectivo. 5 En adelante se usarán porcentajes o deciles indistintamente,donde cada 10% de la población se denomina también decil o sea, el 10% más pobre es el decil 1, el segundo 10% el decil 2, y así sucesivamente hasta el decil X (el 10% más rico). Las agrupaciones de dos deciles (tramos de 20% se la población) se denominarán también quintiles.

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contar la subdeclaración ya mencionada- se pueden aumentar un 100% los del 10% más

pobre.

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CUADRO 1. Distribución personal del ingreso (en % por deciles de población)

Decil 1974 1986 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

I 4.4 2.5 2.3 2.4 2.2 1.9 1.9 1.7 1.6 1.6 1.5 1.5 1,4 1,3 1,3 II 4.4 3.3 3.4 3.2 2.7 2.8 2.9 2.7 2.7 2.8 2.7 2.8 2,7 2,7 2,5 III 4.5 3.8 4.0 3.9 4.1 4.2 4.1 3.9 3.9 4.0 3.8 3.9 3,9 3,6 3,4 IV 6.2 5.0 5.1 5.0 5.2 5.3 5.3 4.9 5.0 5.2 5.0 4.9 5,0 4,8 4,6 Estrato bajo

19.5 14.6 14.8 14.5 14.2 14.2 14.2 13.2 13.2 13.6 13.0 13.1 13,0 12,4 11,9

V 7.5 6.2 6.3 6.2 6.5 6.4 6.3 6.1 6.2 6.3 6.1 6.2 6,1 6,1 5,7 VI 9.2 7.3 7.7 7.2 7.7 7.7 7.7 7.4 7.5 7.7 7.5 7.5 7,4 7,3 7,1 VII 10.7 9.2 9.1 8.9 9.3 9.4 9.3 9.0 9.1 9.4 9.0 9.2 9,1 8,8 9,0 VIII 13.6 11.5 11.4 11.5 11.8 11.7 11.8 11.3 11.6 11.7 11.4 11.6 11,6 11,6 11,3 Estrato medio

41.0 34.2 34.5 33.8 35.3 35.2 35.1 33.8 34.4 35.1 34.0 34.5 34,3 33,9 33,1

IX 15.9 15.4 15.5 15.3 16.1 16.0 15.9 15.4 16.0 15.9 16.1 16.2 16,2 16,4 16,1 X 23.6 35.8 35.3 36.3 34.4 34.6 34.8 37.3 36.3 35.3 36.9 36.1 36,5 37,3 38,9 Estrato alto

39.5 51.2 50.8 51.6 50.5 50.6 50.7 52.7 52.3 51.2 53.0 52.3 52,7 53,7 55,1

FUENTE: INDEC

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10

Por otra parte se aprecia que durante el período 1991-2002 se profundiza el proceso por el

cual cuanto más bajo es el nivel de ingresos empeora más, y cuanto más alto mejora más.

O sea, cuanto más rico se es más se recibe a costa de los que más pobres. Un esquema

"Hood-Robin", si los hay. Así, entre 1991 y 2002 la participación del estrato bajo (el 40%

de menores ingresos) cayó un 18%, la del estrato medio (el 40% de ingresos medios) un

2,1%, pero la del estrato alto (el 20% más rico) aumentó un 6,8%. En los puntos

extremos, el decil I perdió un 45,8 % (siempre de participación), mientras que el decil X

ganó un 5,4%. Aún dentro del estrato medio los de menor ingreso perdieron más que el

conjunto de su estrato: el decil V perdió un 8,1%, mientras que, como se vio, el conjunto

de ese estrato (decil V + decil VI + decil VII + decil VIII) perdió un 2,1%, reflejando la

llamada pauperización de las clases medias.

El grado de concentración de la distribución del ingreso se aprecia también por este hecho:

en 1991 el 20% más rico de la población recibía 6,8% más que el 80% de la misma,

mientras que en 2002 ese porcentaje recibió un 22,7% más. O sea, el 20% más rico de los

habitantes se apropia de 22, 7% más del ingreso total que el 80% "restante".

Para recordar que esta situación distributiva, que refleja el más reciente de los períodos

neoliberales, incluida su salida devaluacionista, se dio sobre una distribución ya

empeorada gravemente desde el golpe de 1976 en adelante, cabe destacar que en 1974 el

20 % más rico recibía un 34,7% menos que el 80%.

Aun dentro de este largo período de más de 25 años de redistribución profundamente

regresiva (el primero de los cuales es el de la dictadura militar, el segundo la década de los

ochenta, y el tercero la de los noventa) el efecto de la salida devaluacionista se destaca, tal

como la CTA señalaba que ocurriría desde mucho antes de la maxidevaluación. Entre el

2001 y el 2002 el empeoramiento de la distribución se aceleró de manera inédita, sobre

todo para un período tan corto. La participación del 10% más rico se incrementó en 1,6

puntos porcentuales; fue el único decil cuya participación en el ingreso aumentó; y el

aumento en un solo año fue superior al registrado entre puntas en el período 1991 - 2000.

En términos de incrementos y caídas, en un solo año el 10% más rico aumentó su

participación en 4,3 %, el 40% más pobre sufrió una caída del 4,0% y el conjunto del 40%

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de menores ingresos más el 20% de ingresos medio-bajos aproximadamente el mismo

porcentaje.6 El aumento de participación del 10% más rico, claramente, se hizo a expensas

de la caída del 40% más pobre y del empobrecimiento de la mitad del estrato medio (que

usualmente se indentificó con la clase media).

En este punto cabe hacer algunas observaciones sobre la relación entre crisis y

distribución. En los períodos de recuperación de la demanda interna tiende a mejorar la

distribución. Así, entre 1991 y 1993 y entre 1995 y 1997 aumentó la participación del

estrato medio y disminuyó la del alto. A su vez, sólo entre 1994 y 1995 hubo un aumento

del 20% más rico la participación del decil más rico del mismo orden que la del 2000-

2002, acompañada de un fuerte retroceso de los estratos medios y un retroceso algo menor

de los bajos (Cuadro 1). Ello correspondió a la crisis de 1995 en el que la cúpula

empresaria aumentó sus ventas y ganancias en el contexto de la recesión. Todo ello tiende

a confirmar el análisis clásico de las crisis: en ellas aumenta la concentración en todas sus

formas, y en especial la del ingreso. Sin embargo, en ninguno de los dos períodos en los

que se incrementó la demanda aumentó la participación del estrato bajo y, en cambio, entre

1991 y 1993 sí aumentó la tasa de desempleo (del 6.5% al 9.6%). A su vez, entre 1995 y

1996 se produjo un salto del desempleo del 11.7% al 17,3% (promedios anuales), que

prácticamente se mantuvo igual en 1997 (17,3%). Respecto de esta diferencia del

comportamiento de la distribución entre el estrato medio y el bajo cabe observar que

confirma la relación entre distribución y desempleo (recién en 1995 la desocupación

afectó, y seriamente, a los estratos medios, lo que se correspondió con una fuerte caída de

su participación entre 1994 y 1995 -Cuadro 1-) . O sea, la recuperación de la actividad

económica que favoreció a los estratos medios en los períodos referidos no se "derramó" al

bajo por el aumento de la tasa de desempleo conjuntamente con la "flexibilización"

laboral.7. Todo ello reafirma la relación entre la distribución y el desempleo, así como con

6 Cabe recordar que las caídas de participación en términos de puntos porcentuales del total del ingreso son distintos a los incrementos/caídas porcentuales de la participación, ya que los primeros se refieren a los porcentajes de participación cada estrato sobre el total, y los segundos a cuánto significó la ganancia/ pérdida respecto de a la participación respecto de sí mismos en el mismo período. 7 La explicación pormenorizada de este fenómeno de diferencia entre la recuperación de la distribución de los estratos medios en los períodos de aumento de la actividad, que no se verificó en los estratos bajos, excede los límites de este trabajo, puesto que requiere de un análisis de fenómenos tales como el surgimiento de los cuentapropistas y las pequeñas empresas -generalmente familiares- en sectores como el pequeño comercio, formadas en gran medida por los expulsados del mercado de trabajo utilizando tanto sus indenmizaciones como el aumento de la cantidad de créditos personales (en un contexto de fuerte incremento de la cantidad y plazos de créditos al consumo -venta en cuotas-). Durante la crisis del 95 una cantidad muy significativa de

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12

el deterioro del empleo (las diversas formas de precarización, el subregistro, las

dispersiones por tipo de trabajo y zona, y otras que se mencionan en la segunda parte de

este documento).

La dimensión actual de la inequidad distributiva, que supera incluso a lo que usualmente se

llama el estrato bajo -como se dijo, el 40% de menores ingresos- se expresa actualmente en

la dimensión de la pobreza: en 2002 el 57,5% de los habitantes están bajo la línea de

pobreza, de los cuales casi la mitad están bajo la línea de indigencia (es decir, entre

otras carencias, no están ni en condiciones de alimentarse). Desde 1991 el primero de

esos porcentajes más que se duplicó, ya que en ese año ascendía al 25,2%., y el segundo

casi se triplicó, ya que en 1991 los indigentes eran el 16,3% del total de pobres. Es

indispensable enfatizar que la relación entre población indigente y total de la

población, pasó del 4.1% al 27,5%. Ello implica que entre 1991 y 2002 la cantidad de

argentinos indigentes se incrementó 7 veces y media (644,9%) : hemos llegado a un

punto en que la mitad (casi 10 millones de habitantes) de los pobres padecen clara y

llanamente HAMBRE. (ver Cuadro 2).

Cuadro 2. Pobreza e indigencia Pobreza e indigencia Oct. 2002 0ct.1991 Población total (1) 36,223,947 32,615,528 Población pobre (2) 20,828,770 8,219,113 Población indigente (3) 9,961,585 1,337,237 (2)/(1) 57.5% 25.2% (3)/(2) 47.8% 16.3%

Hogares Totales (1) 10,106,300 7,103,853 Hogares pobres (2) 4,618,579 1498912.9

8

Hogares indigentes (3) 1,970,729 198907.884

(2)/(1) 45.7% 21.1% (3)/(2) 42.7% 13.3%

Fuente: Instituto de la CTA.

estas empresas y "emprendimientos" por cuenta propia (en actividades tales como la de mantenimiento de bienes de consumo durables) se derrumbó.

Page 13: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

13

Nota: Para octubre del 2002 se proyectaron los datos del total de conglomerados urbanos al total de la población ; para octubre de 1991 la proyección se realizó a partir de los datos de la GBA..

Por otra parte, cabe también enfatizar que el empeoramiento de la distribución fue tal que

actualmente la pobreza abarca no sólo al que en materia de distribución se suele llamar

"estrato bajo", sino también a gran parte del usualmente llamado "estrato medio" . En

efecto, casi un 58% de la población bajo la línea de pobreza implica que no sólo el

estrato bajo (40%) está compuesto por pobres, sino que casi la mitad del estrato

medio también (ya que la suma de los cuatro deciles inferiores y los dos más bajos del

estrato medio agrupan el 60% de la población, una proporción casi igual a la de la

población bajo la línea de pobreza).

La pobreza y la indigencia están muy fuertemente vinculadas con el desempleo. En

efecto, si bien las raíces últimas de la pobreza y de la indigencia son las políticas

neoliberales y la salida devaluacionista (o sea, la tributación regresiva, el ajuste del Estado,

la concentración económica, los subsidios al gran capital, la desindustrialización y la

depresión económica de todos menos los grupos y conglomerados económicos de la

cúpula empresaria, la flexibilización del mercado de trabajo –tanto la de hecho como la

consagrada jurídicamente- y otros fenómenos vinculados, como el sobreempleo) todo ello

se expresa, directa o indirectamente, en el desempleo y en las diversas formas de deterioro

del empleo (algunas de las cuales se tratarán el la sección II).

Cuando se observa el desempleo por deciles (ver Cuadro 3) se ve que ya en 2001 la

distribución -y en consecuencia, como se mostró más arriba, la pobreza) se liga

directamente con el desempleo. En efecto, el 65,5% del desempleo total se concentra en

el 40% de menores ingresos de la población, el 28,4% en el 40% siguiente, y sólo el

6,1% en el 20% más rico.

Cuadro 3. Distribución y empleo. Octubre de 2001 (%)

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14

Decil de ingreso

familiar per capita Desocupados

Total 100,0 Hasta 4 65,5 5 a 8 28,4 9 y 10 6,1

Fuente: Monza, Alfredo, "Los dilemas de la política de empleo en la coyuntura argentina actual", CIEPP/ Fundación OSDE, Argentina, 2002, p. 30/31.

Más arriba se ha destacado que: a) de acuerdo a los datos de pobreza, se puede incorporar a

por lo menos la mitad del llamado "estrato medio" (formado por los deciles V al VIII) a la

masa de la población bajo la línea de pobreza o poco por arriba de ella; b) que esos dos

deciles (el V y el VI) perdieron mucha más participación en el ingreso que el conjunto de

dicho estrato (el "medio", que claramente se ha fracturado). Como se observa en el Cuadro

4., esta situación, desde la perspectiva de la distribución entre hogares, confirma la relación

entre desocupación y distribución. Ello porque se ve que cuanto menor es el ingreso de

un hogar, mayor es la presencia de al menos un desocupado que busca activamente

trabajo pero no lo encuentra (activo desocupado).

Cuadro 4 Hogares según la presencia de desocupados por decil de ingreso familiar per cápita. Octubre de 2001. Total aglomerados urbanos (%)

Decil Hogares con al

menos un activo desocupado

Resto

1 45,8 54,2 2 35,1 64,9 3 30,1 69,9 4 24,5 75,5 5 18,0 82,0 6 17,9 82,1 7 16,4 83,6 8 8,2 91,8

Page 15: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

15

9 9,1 90,9 10 4,5 95,5

Fuente: Elaboración a partir Monza, Alfredo, "Los dilemas de la política de empleo en la coyuntura argentina actual", CIEPP/ Fundación OSDE, Argentina, 2002, p. 13.

La relación inversa mencionada se comprueba en todos los deciles de ingreso familiar (per

cápita). Así, el decil más pobre es el que tiene más presencia de un desocupado, el segundo

tiene menos, el tercero menos, y así sucesivamente, sin ninguna excepción mínimamente

significativa8. En los extremos, se ve que en decil 1 la presencia de un activo desocupado

alcanza al 45,8%, y sólo el 4,5% de los hogares del 10% más rico tiene al menos un

desocupado activo. Mientras que en el 20% más rico (en términos de hogares) la presencia

de al menos un desocupado es en promedio del 6,8%, en los dos deciles más pobres tal

promedio de eleva al 40,5%. En los cuatro deciles que conforman estrato bajo, la presencia

de al menos un desocupado es igual o superior al 24,5%, y en los primeros tres deciles del

estrato medio , es igual o superior al 17.9%. El salto de dos a un dígito en materia de

presencia de al menos un desocupado se produce recién cuando se llega a al 30% más rico

de los hogares. Nuevamente, se observa el "desgranamiento" de las que fueron las tan

mentadas clases medias.

Por otra parte, (ver Cuadro 5), si se suman los porcentajes en la PEA de los desocupados y

los trabajadores no registrados, más el de trabajadores familiares o sin salario, se llega al

44,4 % de la PEA. Si a ella se agregan el porcentaje de trabajadores por cuenta propia

(TCP) no profesionales se alcanza el 60.6% de la PEA. Si bien es imposible comparar

rigurosamente estos datos con los de hogares con la presencia de al menos un desocupado

por hogar según participación de los hogares en el ingreso (ver arriba) es más que evidente

la relación entre la distribución del ingreso y los problemas de empleo. Además, si al total

de la PEA, además de ese porcentaje, se restan los TCP profesionales y los patrones, se

reafirma la insuficiencia del sólo incremento salarial sobre los ingresos, y esto aun al

8 En efecto, la única excepción -que ocurre entre el decil 8 y el 9- no es significativa por cuanto: a) es muy pequeña si se la compara con las diferencias que se verifican en la mayoría de los deciles –1 al 5 y 9 al 10-; b) se da entre los más ricos del estrato medio y el primer decil del estrato alto; c) no afecta la vinculación entre distribución y empleo por estratos (ver Cuadro 3).

Page 16: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

16

interior de la PEA, o sea sin computar ni a los inactivos ni a los desempleados ocultos.

Sobre los primeros, cabe observar que incluyen a jubilados, pensionados, y otros grupos

de ingresos bajos. Sobre los segundos, los expertos hoy estiman que deberían sumarse

como desempleados a la PEA, ya que el enorme aumento del desempleo y los bajos

ingresos de los ocupados indican que prácticamente la totalidad de los desempleados

ocultos no buscan trabajo simplemente por efecto del desaliento.

CUADRO 5.

Desde otro punto de vista, interesa determinar qué proporción de la fuerza de trabajo, o sea

a los asalariados de todo tipo (incluyendo por supuesto, y como corresponde al concepto

de fuerza de trabajo, a los desocupados que buscan trabajo) sería beneficiada por el sólo

incremento de salarios (ver Cuadro 6). Para ello, del total de asalariados se dividen los

asalariados (ocupados y desocupados, como se dijo) entre las categorías que reciben

aumentos de salarios -según las políticas gubernamentales, las condiciones máximas de

negociación de los empresarios y la gran mayoría de las propuestas de los partidos

políticos- y los que no las reciben. En rigor, los que las reciben y recibirían -en el mejor de

los casos- serían los asalariados registrados del sector privado, que representan sólo el 19%

de los trabajadores. Desde el punto de vista de los ingresos de la población, cabe observar

que los asalariados registrados del sector privado representan un 8% de la población (ver

Cuadros 5 y 6). En otros términos los aumentos de salarios tal como hoy se discuten y

aplican mejoran los ingresos de sólo un 8% de la población total, al menos directamente, y

Estructura de la población económicamente activa. Mayo 2002.

% Vs. AbsolutosTotal población urbana 33.095.055 PEA 100 13.730.391 Desocupados 22 3.020.686 Patrones 2,7 370.721 TCP (no prof.) 16,2 2.224.323 TCP (profesionales) 2,7 370.721 Asalariados no registrados 21,5 2.952.034 Asalariados registrados 34,1 4.682.063 Trabajador familiar o sin salario 0,9 123.574

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la EPH.

May-02Categoría ocupacional

Page 17: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

17

ni siquiera los ingresos reales de esa proporción a los niveles anteriores a la salida

devaluacionista, ya que dichos aumentos, adicionalmente, son menores al aumento de la

canasta de bienes y servicios que consumen los asalariados.

Otro aspecto central en materia de ingresos (y de hecho en su distribución) es el cambio en

materia de pobreza e indigencia -ya mencionado en relación con la cuestión del empleo- y

la incidencia real sobre el mismo de la salida devaluacionista.

A pesar de haber sido tratado en términos del período 1991-2002, conviene analizar

separadamente el efecto de la salida devaluacionista y del desempleo en buena

medida vinculado con la misma representa un nuevo punto de quiebre en materia de

pobreza e indigencia (ver Cuadro 7)

Cuadro 6. Composición de la fuerza de trabajo (asalariados).

Total asalariados 7.634.097 Total asalariados Sector Público 2.039.000 Total no registrado 2.952.034 Total asalariados registrados Sector Privado 2.643.063 Total fuerza de trabajo 13.359.670 % Asalariados registrados privados/fuerza de trabajo

19%

Fuente: Instituto de la CTA.

Nota: las diferencias de datos absolutos con el Cuadro 5 (porcentualmente pequeñas) se deben a diferencias

en las fechas de captación de datos.

Cuadro 7. Variación de la Pobreza y de la Indigencia En los 28 principales aglomerados urbanos Mayo - Octubre 2002

Línea de Indigencia Línea de Pobreza Período

Hogar Persona Hogar Persona Octubre de 2001 9,4 13,6 28,0 38,3Mayo de 2002 18,0 24,8 41,4 53,0Octubre de 2002 19,5 27,5 45,7 57,5 Dif. Oct 01 - May 02 91,5% 82,4% 47,9% 38,4% Dif Oct 02 - May 02 8,3% 10,9% 10,4% 8,5%

Page 18: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

18

Fuente: Instituto de la CTA.

Para apreciar los datos del cuadro 7 y el comentario que sigue hay que tomar en cuenta que

a partir de los datos básicos de desocupación se puede estimar que la misma en octubre de

2002 era de aproximadamente 23, 6%. Ello comporta un salto de más del 21% en sólo

doce meses 9.

En el contexto recesivo de en torno de 36 meses, de la aceleración de la contracción del

mercado interno a partir de la salida devaluacionista y - como se mostró- de la brutal

concentración del ingreso (ver Cuadro 1), entre octubre de 2001 y de octubre del 2002 se

produjo un salto en la proporción de hogares y población bajo la línea de pobreza (LP) sin

precedentes ni siquiera en el resto del período del neoliberalismo salvaje. Así, mientras

entre octubre de 1991 y octubre del 2002 (11 años) el porcentaje de hogares bajo la LP

aumentó 32,3 puntos porcentuales (ver Cuadro 2), dentro de esos 11 años, entre octubre

del 2001 y octubre del 2002 el incremento fue de 17,7 puntos porcentuales (o sea, en un

año y medio más de la mitad que en 11 años). O sea, el golpe más brutalmente acelerado

sobre los pobres está asociado a la salida devaluacionista. En efecto, en los seis meses que

van entre octubre del 2001 y mayo de 2002 la cantidad de hogares bajo la LP se

incremento en 13,4 puntos porcentuales, un incremento de 47,9%. Es así -como ya se

destacó- en la actualidad el 45,7% de los hogares y el 57,5% de la población están

bajo la línea de pobreza.

Pero aún más grave que lo anterior, se produjo un fenómeno que ya se ha calificado de

genocidio por vía económica: lo sucedido los hogares y la población que -dentro los

colocados bajo la línea de pobreza- se encuentran bajo la línea de indigencia (LI). Como

ocurre con la pobreza, el extremo empobrecimiento del período de neoliberalismo salvaje,

se aceleró en 2001 y se convirtió en un golpe masivo a partir de la recesión y la salida

devaluacionista. Así, entre octubre de 2001 y 0ctubre del 2002 los hogares bajo la LI

(respecto del total de hogares) pasaron del 9,4% al 19,5%, lo que significa un

aumento de 10 puntos porcentuales, o sea un aumento del 107,5%: un incremento de

9 Este dato del INDEC incluye a los cubiertos por los planes de “jefes y jefas”. De otro modo la tasa sería dell orden del 18%. El cálculo que incluye en los desocupados a los cubiertos por dichos planes es que la muestra

Page 19: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

19

los hogares indigentes de más de dos veces en 18 meses. Pero lo que muestra el

impacto de la salida devaluacionista (vía el aumento de la desocupación y el

incremento de los precios que se trata en la segunda parte de este documento10) se ve

en el hecho de que el 85,2% de ese incremento se produjo entre octubre de 2001 y

mayo de 2002, fechas entre las cuales los hogares bajo la LI aumentaron un 91,5%, o

sea, prácticamente al doble en sólo 6 meses. Este salto -en términos de personas -

comportó que los argentinos indigentes pasaran del 13,6% de la población al 27,5%

de la misma.

Recapitulando, los efectos de la salida devaluacionista concentradora indican que el golpe

más brutal por su profundidad y rapidez sobre la pobreza y la indigencia está asociado -

como todos los temas que se han analizado en este documento- sobre todo a la

desocupación, en este caso agravada fuertemente por la caída de los ingresos en términos

reales vinculada -fundamentalmente a través del aumento de precios-.

II. EL COMPORTAMIENTO DE LOS SALARIOS Y SU INCIDENCIA EN LA

POBLACIÓN DE MENORES INGRESOS.

Aunque, como ya se mencionó en detalle al comienzo de este documento, el salario real

sufrió una fuerte caída del 24% en promedio durante 2002, el deterioro del poder

adquisitivo de la población data de mediados de la década de 1970, más precisamente de

comienzos de la última dictadura militar en 1976. Como puede verse en el siguiente

cuadro, ya antes de la devaluación de comienzos de 2002, el salario real era casi un 40 por

ciento inferior al de 1974. Sin embargo la caída del salario real entre el 2001 y el 2002 (ver

Cuadro 8) asociado a la salida devaluacionista, es una de las más profundas de los últimos

30 años, junto a aquella experimentada durante la dictadura militar y la experimentada

durante las maxidevaluaciones e hiperinflaciones inducidas por el capital concentrado en

1989 y 1990.

la situación real de desempleo por cuanto se trata de personas que no encuentran ocupación en el mercado de trabajo (y, adicionalmente, reciben ingresos marcadamente inferiores a los de los ocupados).

Page 20: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

20

El alza del costo de la canasta básica alimentaria (alrededor del 75 %) durante el transcurso

del 2002 casi duplicó la variación del IPC en ese mismo período debido a que en la

primera el peso de bienes salario es mayor. Los bienes salario suelen ser alimentos, es

decir bienes transables exportables y que, por lo tanto, son susceptibles de exportarse. Por

esta razón, el impacto de las variaciones en el tipo de cambio es mucho mayor en este tipo

de bienes. Ya que la relación entre el peso del gasto en alimentos sobre el gasto familiar y

el nivel de ingresos es inversa, la devaluación instrumentada a principios del año 2002

afectó más fuertemente a la población perteneciente a los deciles más pobres. Es por este

motivo que esta salida devaluacionista profundizó el elevado nivel de desigualdad en la

distribución del ingreso ya existente.

Por otra parte hay que tener en cuenta que las diferencias de ingresos entre regiones -y

consiguientemente la distribución- son no menos injustas. Por ejemplo, el salario promedio

en octubre del 2002 en la Ciudad de Buenos Aires era casi el triple del de Corrientes. Sin

embargo no hay suficiente información como para saber si estas diferencias regionales se

originan en la década de los 90 o si son anteriores ya que la EPH sólo tomaba datos

referentes al Gran Buenos Aires hasta hace algunos años.

A pesar de que el PBI creció "entre puntas" en el período 1991-2000, el salario real nunca

logró superar los ya bajos niveles de mediados de la década de 1980. Incluso se observa

una caída notable a partir de 1994 (en 1995, como se observó en la primera parte, se

produjo el mayor salto anual en la desocupación). Adicionalmente, mientras que el salario

promedio, medido en términos reales, en octubre de 2001 - antes de la devaluación - era

ligeramente inferior al de octubre de 1991, la productividad del trabajo se incrementó un

30 por ciento durante ese mismo período (1991-2001). Esto condujo a un incremento en el

monto de beneficios obtenidos por las empresas, en particular las más grandes. Es decir,

mientras que el producto creció, la masa salarial se redujo, lo que implica que el excedente

fue apropiado por las empresas en forma de mayores ganancias.

Por otra parte el desempleo afectó mucho más fuertemente a los quintiles más pobres de la

población. Mientras que en octubre de 1991 el desempleo del 20 por ciento más pobre de

10 Como se señalará en la segunda parte en relación a la caída de los salarios, el único aumento de la pobreza y de la indigencia de proporciones similares en un período tan corto se produjo con la maxidevaluación anterior (la de 1989).

Page 21: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

21

la población era del 13, 8 por ciento y el del quintil más rico era del 1,7 por ciento, en

mayo del 2002, el primero había alcanzado el 43,1 por ciento y el segundo sólo el 5,6 por

ciento. La aparición del fenómeno del alto desempleo en la Argentina en los noventa es un

hecho inédito, que no registraba un antecedente similar en nuestro país.

Page 22: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

22

CUADRO 8

Evolución del Salario Real (*) GBA 1974=100 1974 100 1982 52,8 1986 72,5 1991 56,0 1994 66,6 1997 61,2 1998 63,6 1999 62,0 2000 61,8 2001 61,1 2002 47,0 Fuente: Elaboración propia en base a EPH (*) registrados y no registrados ( " en negro " )

CUADRO 9

Ingreso por conglomerado urbano ( promedio nacional = 100 ), octubre 2002 Ciudad de Buenos Aires 174,51Ushuaia Río Grande 168,41Gran La Plata 100,34TOTAL PAÍS 100,00 Mar del Plata Batán 93,25Partidos del Gran Bs. As. 91,05Gran Mendoza 84,40Gran Córdoba 81,25Gran Rosario 77,99Gran Paraná 72,78Gran Catamarca 71,94La Rioja 71,88Santiago del Estero. La Banda 69,99Gran Tucumán y Tafí Viejo 68,50Jujuy Palpalá 68,03Salta 67,82Concordia 60,93Corrientes 58,68Fuente: Instituto de la CTA

Page 23: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

23

Es evidente que la mayor tasa de desocupación fue lo que permitió que nivel del

salario real permaneciera relativamente constante durante la década de los 90 y que

no acompañara al crecimiento experimentado por el Producto Bruto Interno ( PBI ).

Los mayores niveles de desocupación debilitaron la posición del conjunto del sector

asalariado e impidieron que aquellos asalariados que estaban ocupados demandaran una

mayor participación en los beneficios empresarios. Este fenómeno fue importante no sólo

en sectores como el manufacturero y el de servicios públicos, en los cuales la apertura

comercial, la apreciación real de la moneda , el racionamiento al crédito para las PYMES y

las privatizaciones redujeron el número de empleados en ellos11 y el reemplazo de mano

de obra por capital, fundamentalmente en las grandes empresas (capital abaratado por la

apreciación del tipo de cambio, la recurrencia al endeudamiento externo, y la reducción a

la protección arancelaria de los bienes de capital, que llegó a arancel cero), sino también en

sectores como la construcción y otros servicios, donde el grado de informalidad siempre

fue más grande que en los anteriores. El mayor peso de estos últimos sectores en la

Población Económicamente Activa ( PEA ) en detrimento de los dos anteriores, sumado a

los cambios sufridos por la legislación laboral, facilitaron el despido de empleados y

permitieron que durante las recesiones el desempleo experimentase una marcada alza. Es

decir, el hecho de que durante los 90 los sectores que más empleos generaron o que, por lo

menos, no fueron expulsores netos de mano de obra, fueran pertenecientes al sector

terciario ( comercio, transporte, servicios personales y sociales, restaurantes y hoteles,

construcción, etc. ) y aquellos que requieren mano de obra relativamente poco calificada,

que es más abundante, debilitó fuertemente el poder de negociación de los trabajadores.

Los trabajadores de estos sectores son fácilmente reemplazables por otros dado que los

puestos que ocupan no requieren -en general- de un elevado nivel de conocimientos

técnicos y/o calificación por aprendizaje en el proceso de trabajo12. Por otra parte la

11 El análisis detallado de los efectos de las políticas y fenómenos mencionados excede los límites de este documento. Baste decir que -sólo a manera de ejemplos- en el sector manufacturero los impactos principales provinieron de la apertura unilateral a la que se agrega la apertura preferencia en el Mercosur, en el contexto de un tipo de cambio bajo; en el de servicios públicos de las privatizaciones; en el conjunto de la economía el abaratamiento del capital; en las PYMES de todos los sectores la ausencia de financiamiento a tasas mínimamente razonables, mientras la cúpula concentrada se endeudaba en el exterior a tasas aproximadamente 4 veces inferiores a las que pagaban en el mercado interno de crédito las firmas que no pertenecen a esa cúpula. Cabe recordar que, debido a que la valorización financiera es el sustento de las ganancias extraordinarias de dicha cúpula, la misma subordinó a ella el resto de sus actividades, con el consiguiente impacto negativo sobre la creación de empleo. 12 La situación de la fuerza de trabajo menos calificada se agrava porque, dado los bajísimos salarios y oportunidades de empleo, se reemplaza a personal de calificaciones adecuadas por personal que es

Page 24: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

24

legislación laboral creó toda una serie de nuevas modalidades laborales que permiten

contratar empleados por períodos más cortos y despedirlos con mayor facilidad. No debe

olvidarse que en el sector productor de bienes la producción nacional podía ser

reemplazada fácilmente con importaciones, restando también por esa vía capacidad de

negociación a los trabajadores.

El alza de los beneficios de la cúpula empresarial y la diferente incidencia de la tasa de

desocupación en los distintos quintiles de la población condujo a un grado de desigualdad

en la distribución del ingreso crecientemente elevado (que fue analizado en mayor detalle

en la sección anterior). Este fenómeno se debe a la creciente desigualdad en la distribución

del ingreso que afecta al conjunto de los asalariados, sobre todo a aquellos de los deciles

más pobres de la población, a la mayor precariedad y al empeoramiento del mercado

laboral y a los reducidos salarios y jubilaciones pagados por la administración nacional y

los estados provinciales. Estos últimos, junto a los beneficiarios de planes laborales y a los

trabajadores no registrados, fueron los grupos más perjudicados de la población

económicamente activa (PEA) por el alza en el nivel de precios registrada durante el año

2002.

En el cuadro 1 puede verse que la participación del decil más rico de la población ( el X )

ha aumentado en forma importante durante los años 2001 y 2002 y que la disminución de

la de los seis deciles más pobres ( del I al VI ) se ha profundizado en ese mismo período.

El alza experimentada en el nivel de precios durante el 2002 explica buena parte de este

fenómeno. Sin embargo vale la pena notar que el decil X ha incrementado su participación

en el ingreso sobre todo a costa de la de los 6 deciles más pobres ( I a VI ). Esto se debe, en

cierta medida, a que casi seguramente los asalariados del decil X hayan podido

recomponer parte de su poder adquisitivo en mayor medida que el resto, ya que sufrieron

tasas de desempleo notablemente inferiores y porque la mayoría recibió los aumentos

salariales acordados entre el gobierno y los sindicatos dado que suelen ser trabajadores

registrados. Sin embargo, el incremento en la participación en el ingreso del decil X se

debió fundamentalmente al aumento de la masa de beneficios percibidos por el sector

empresarial, sobre todo aquellos del sector productor de bienes transables. Es decir,

sobrecalificado (en general, aunque no solamente, por personal con más años de educación formal - la llamada "inflación de diplomas"-).

Page 25: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

25

el sector empresarial se vio beneficiado por el alza en el nivel de precios, que

incrementó el monto de ventas, y por el virtual congelamiento de los salarios en

términos nominales (que, como se vio, implicó una gran caída en términos reales o

sea de poder adquisitivo). Ha sido este último factor, incluso más que el salarial, el

que explica la mayor parte del empeoramiento en la distribución del ingreso desde el

2001 en adelante. Por otra parte, en el decil X el número de asalariados con respecto al

número de personas es incomparablemente inferior que en los otros13 .

CUADRO 10

Dispersión salarial entre trabajadores registrados y no registrados. Ingreso Promedio de la ocupación principal de los asalariados Gran Buenos Aires - Octubre 2002. ( en pesos corrientes)

Asalariados 595 Registrados 788 No registrados ("en negro") 347 Fuente: Instituto de la CTA

Volviendo a la cuestión salarial, a pesar de que el gobierno y las dos centrales obreras de la

CGT han acordado otorgar algunos aumentos salariales se debe enfatizar que (como se ha

observado en la sección I de este documento) en términos de la población económicamente

activa los asalariados registrados del sector privado son sólo el 19% (ver Cuadro 6). Esto

es de la mayor importancia en términos salariales, puesto que aun dentro del sector de los

trabajadores asalariados, aquellos que efectúan aportes jubilatorios y, por lo tanto, están

registrados, reciben remuneraciones 2,3 superiores al resto. (ver Cuadro 10). Este es único

grupo de la PEA beneficiario de los aumentos salariales acordados. De esta forma los

incrementos en cuestión -aunque necesarios- acentuarían aún más el ya elevado grado de

desigualdad en la distribución del ingreso existente al interior de la población de ingresos

bajos y medios-bajos si no estuviesen enmarcados en una política integral de ingresos

como la propuesta por la CTA.

13 Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que en el decil X los "asalariados" son principalmente ejecutivos,

Page 26: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

26

Adicionalmente, la gran masa de trabajadores no registrados o en negro no son los que se

encuentran en la peor situación. Los desocupados, que constituyen aproximadamente el

22% de la población económicamente activa, incluyendo a aquellos jefes y jefas de hogar

que reciben 150 lecops mensuales y los jubilados, de los cuales menos del 25 por ciento

reciben haberes superiores a los 500 pesos, se encuentran en un estado mucho más grave y

tampoco reciben los incrementos de salarios. En estos dos últimos casos, al igual que en el

de los empleados del sector público nacional y provincial, sus ingresos han recibido de

lleno el impacto del alza en el costo de vida ya que estas no han aumentado.

Por lo tanto una estrategia destinada a disminuir los ya elevados niveles de pobreza e

indigencia e incidir significativamente en la distribución brutalmente regresiva del ingreso

ya analizada, debería hacer hincapié en recuperar el poder adquisitivo no sólo de los

asalariados registrados, una minoría dentro de la población económicamente activa, y más

aún en el total de la población (como se vio en la sección anterior).

Por ello es necesario recurrir a otras medidas que aseguren un ingreso social básico para

los hogares argentinos, que los coloque por encima de la línea de pobreza (727,88 para un

hogar tipo en marzo del 2003). Ello requiere discutir las propuestas por la CTA, que

incluyen pero para nada se limitan a las salariales. Solo la garantía del ingreso universal

para todos los hogares permitiría realmente actuar sobre la pobreza, la indigencia, las

diversas dispersiones de ingresos (entre asalariados registrados y no registrados, ocupados

en sectores castigados como el de servicio doméstico, desocupados y ocupados, hogares de

distintas zonas del país, etc.) Cabe enfatizar nuevamente que con lo anterior no se pretende

afirmar que los aumentos otorgados a una parte del sector asalariado no deben realizarse,

sino que los cambios estructurales sufridos por la economía argentina durante los últimos

26 años hacen que los ingresos reales de la mayor parte de la población se hayan

deteriorado profundamente y a la vez se haya limitado drásticamente la efectividad de los

incrementos salariales como mecanismo casi exclusivo para mejorar los ingresos de los

sectores populares y la distribución del ingreso. No hay ninguna señal, ni siquiera débil, de

que este funcionamiento social - algunas de cuyas características centrales son la elevada

tasa de desocupación y de subocupación, el alto porcentaje de trabajadores no registrados,

o la situación de jubilados y pensionados, entre muchas otras- vayan a revertirse por sí

directores, etc.

Page 27: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

27

mismas sin cambios integrales y profundos en la forma de aumentar los ingresos

populares, por lo cual el gobierno -en el marco de un sistema altamente representativo

como el propuesto por la CTA- debe tomar un rol mucho más activo en la recomposición

del poder adquisitivo de la mayoría la población.

Otro ejemplo demostrativo de lo dicho es el hecho de que la mitad de los trabajadores no

registrados y más del 60 por ciento de los del servicio doméstico ganan menos de dos

salarios mínimos mensuales mientras que casi el 90 por ciento de los asalariados

registrados reciben remuneraciones superiores a ese nivel (ver Cuadro 11).

Cuadro 11 Distribución de las remuneraciones de tiempo completo en términos de salarios mínimos, según grupos de ocupados (Octubre de 2002)

Hasta 1 Entre 1 y

1,25 Entre 1,25 y 1,5

Entre 1,5 y 2

más de 2 Total

Cta.Ppia. Profesionales 3,3 3,4 0,2 8,7 84,3 100 Otros Cta.Ppia. 21,9 11,3 0,7 17,7 48,4 100 Servicio doméstico 19,6 14,2 2,2 24,5 39,6 100 Asal. privado reg 0,5 1,2 1,5 10 86,8 100 Asal.Privado no reg. 12,7 10,2 3,3 24,7 49,2 100 Total asalariados 4 3,4 1,7 13,3 77,6 100 Registrados 0,5 1,1 1,2 9,4 87,9 100 No registrados ("en negro") 13,7 10 3,2 24 49,1 100 Total ocupados 7,4 5 1,5 14 72,1 100 Fuente: Instituto de la CTA

Esto muestra que estos aumentos salariales acordados durante el transcurso del 2002 sólo

favorecen a aquellos asalariados registrados que reciben mayores remuneraciones, los

cuales están empleados fundamentalmente en las empresas más grandes. Frente a ello, lo

relevante es que la mayor parte de los trabajadores o bien se encuentran desocupados o si

no trabajan en condiciones de precariedad en sectores tales como la construcción ( 6,90 por

ciento de la PEA en 1982 y casi 8 por ciento en 1999) o los servicios sociales y personales

( 36 por ciento de la PEA en 1982 y 41 por ciento en 1999 ), donde las condiciones

laborales y los salarios son en general más bajos que los de la industria manufacturera o la

provisión de gas, electricidad y agua. Cabe recordar que estos dos últimos sectores, donde

los salarios eran y, aún hoy son, más elevados, fueron los dos grandes expulsores de mano

Page 28: DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO, EMPLEO Y SALARIOS

28

de obra que explican el grueso del desempleo en los 90. Las políticas implementadas por

los gobiernos neoliberales de los 90, que ya fueron mencionadas, redujeron muy

significativamente el peso de estos sectores dentro del mercado laboral y, por lo tanto, la

fuerza de aquellos sindicatos que representaban, mal o bien, a los empleados de estos. En

términos de nivel y dispersión salarial, tuvo un papel central la desregulación del mercado

laboral, el control de eficacia nula sobre el "subregistro" del empleo, y el predominio de los

convenios por empresa. Es sobre ese marco que la salida devaluacionista empeoró

brutalmente los ingresos de la mayoría de la población, así como la distribución del ingreso

en general (ver la primera sección de este documento).

Los tres cuadros siguientes (Cuadros 12, 13 y 14) muestran varios aspectos de la realidad

actual del mercado laboral. En los dos primeros cuadros vemos que existe una relación

inversa entre el nivel de calificación y el salario, lo que es natural, y entre este último y el

tamaño de la empresa. Sin embargo, la caída de los salarios hace que esas diferencias

históricas lleven a niveles de ingreso extremadamente bajos -incluso de pobreza e

indigencia- a una proporción elevadísima de trabajadores, aun de los ocupados. Todo

indica que aquellos trabajadores ocupados peor pagos y que, seguramente, se encuentran

en condiciones más precarias son aquellos poco calificados que se desempeñan en

pequeñas empresas. En los cuadros citados se ve que tanto en la construcción como en el

servicio doméstico se perciben los salarios más bajos. Es decir, los trabajadores o los

cuentapropistas peor remunerados son aquellos poco calificados, que se desempeñan en

pequeñas empresas o en sectores donde la productividad suele ser baja, en especial en

algunas ramas del sector servicios ( construcción, servicio doméstico, etc. ). En estos

últimos la informalidad suele ser muy elevada. Dado que buena parte de aquellos

trabajadores que reciben las peores remuneraciones se desempeñan en micro y pequeñas

empresas o trabajan por cuenta propia, en condiciones muy precarias, es casi imposible

que el gobierno pueda hacer cumplir los aumentos otorgados a todos los trabajadores como

lo hacía en el pasado ya que en la actualidad el sector informal es mucho más grande y la

capacidad de los gobiernos para llevar a cabo políticas de ingreso públicas en forma

efectiva exclusivamente a través de los -por otra parte exiguos- aumentos salariales y de

programas de escasísimo peso como el de "jefas y jefes de familia". Estas son otras de las

razones que refuerzan la necesidad de asegurar un ingreso social básico para todos los

hogares que garantice la supresión de las condiciones de pobreza.

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Cuadro 12 Dispersión salarial según calificación Gran Buenos Aires - Octubre 2002. ( en pesos corrientes) Calificación ocupacional Total

Total 594 Científico –Profesional 1.682 Técnica 829 Operativa 504 No calificada 285 Fuente: Instituto de la CTA. Cuadro 13 Dispersión salarial según tamaño de establecimiento. Media del ingreso de la ocupación principal de los asalariados Gran Buenos Aires - Octubre 2002. ( en pesos corrientes) Tamaño del establacimiento

Total

Total 595 1 a 5 personas 346 6 a 50 personas 563 51 y más personas 897 No sabe / no resp. 488 Fuente: Instituto de la CTA. Cuadro 14. Dispersión salarial por sector y tramo de ingresos

Gran Buenos Aires - Octubre 2002. Total Construc. (%) (%) Servicio Tramo de ingresos Doméstico ( pesos ) (%) de 10 hasta 320 33,4 52,4 67,9 de 321 hasta 800 39,8 26,8 26,3

Más de 800 17,5 7,7 - No sabe / no resp. 9,2 13,1 5,9 Fuente: Instituto de la CTA.

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OBSERVACIONES FINALES Por lo que se mostró en este trabajo, el esquema de aumentos salariales seguido hasta que asumió el gobierno electo no afecta la distribución del ingreso, fundamentalmente porque los incrementos de los salarios de los trabajadores registrados (“en blanco”) del sector privado aumentan los ingresos de sólo el 19% de la fuerza de trabajo y –al menos directamente- de sólo un 8% de la población. Por otra parte, no es de esperar que el sólo aumento del producto incremente el empleo. En este sentido, se pueden hacer dos proyecciones, tomando para ambas a) una elasticidad empleo-producto del 0,5, o sea que por cada 1% que crece el producto crece 0,5% el empleo (una situación mejor que la histórica de la Argentina); b) una tasa actual de desocupación del orden del 18% al19% (o sea, la que no tiene en cuenta como desocupados a los cubiertos por los planes de “jefes y jefas”, ya que como se vió en la primera parte, si se los incluye la tasa supera el 22%). En la primera proyección, con un crecimiento del producto del 3% anual (o sea, 1,5 puntos porcentuales por encima del ritmo de aumento de la población), con la elasticidad mencionada, y suponiendo que la población económicamente activa crece a una tasa del 2.1 (como ocurrió en la última década) en el año 2010 la desocupación sería del orden del 22% al 23% (unos cuatro a cinco puntos superior a la actual). En la segunda proyección se mantienen todos los datos mencionados 14 pero se supone que la tasa de actividad prácticamente sigue a la de incremento de la población (un 1,5% anual). En este caso, en el 2010 la tasa de desempleo seguiría en los niveles actuales. Hay que tener en cuenta que –si bien en el corto plazo se puede lograr una tasa mayor, debido a que correspondería a la recuperación desde la situación recesiva del 2002- una tasa de crecimiento anual promedio del orden del 3% durante casi una década no es fácil de alcanzar, y superarla requiere la drástica reversión de las políticas económicas neoliberales como las que se aplicaron desde el golpe de 1976 , las que en los hechos llevaron a que el producto por habitante haya sido en el último año 15% más bajo al de 28 años atrás (al de 1974). Cabe destacar que si desde 1974 la economía hubiese crecido al 3% anual promedio, hoy el producto por habitante sería aproximadamente un 65% superior al que tenemos. Frente a esta situación, es necesario adoptar políticas de empleo activas que actúen sobre los problemas tratados en este documento- tal como la sobreocupación- y a la vez una acción acelerada y amplia sobre la evasión, para reducir al mínimo posible el enorme subregistro (los trabajadores “en negro”) que también se analizó, lo que además sería un factor de gran importancia para incrementar los ingresos fiscales por aportes y destinarlos –junto a otros de dichos ingresos- al aumento de las jubilaciones y pensiones. Es en este contexto que, para asegurar una distribución más justa del ingreso, la CTA propone un conjunto de políticas que garanticen un Ingreso Social Básico para los Hogares Argentinos, que implica, fundamentalmente, un Seguro de Empleo y Formación que coloque a los desocupados por encima de la línea de pobreza, asignación para los menores de 18 años y los mayores sin cobertura previsional, incremento de salarios,

14 Elasticidad empleo –producto del 0.5, desocupación del 18% al 19% en el punto de partida, y crecimiento del 3% anual.

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jubilaciones y pensiones, y acceso (por cobertura y por costo) a los servicios públicos. Ello implica la discusión e implementación de una Política General de Ingresos. Desde el punto de vista productivo, el sendero para incrementar la elasticidad empleo- producto remite a la propuesta de la CTA de ampliación del mercado interno y de reindustrialización. Por una parte, las políticas de ingresos mencionadas implicarían por sí mismas un shock sobre la demanda interna, y especialmente sobre aquellos productos con menor contenido importado y más mano de obra intensivas, lo que llevaría a incrementar la ocupación por encima de las tasas históricas de elasticidad empleo-producto ya citadas, al menos durante el período en que se amplíe fuertemente el mercado interno, creando un circulo virtuoso y acelerado entre el crecimiento y el empleo. Por la otra, la reindustrialización comportaría seguir el camino inverso a de la última década neoliberal. O sea, inducir por políticas activas (de comercio exterior, de financiamiento, tributarias y otras que se han tratado en los documentos del IDEF) el crecimiento de los tipos de productos que tengan mayor valor agregado a lo largo de su cadena productiva y reconstituir las relaciones de provisión de insumos y tecnologías al interior de la economía argentina, con acento no sólo en la industria, sino también en el agro, en las relaciones entre ambos, y especialmente entre los sectores productivos en general y las economías regionales. Finalmente, para que todo ello sea posible, es necesario que –bajo cualquiera de las alternativas de renegociación de la deuda externa en términos de quitas, plazos y tasas- dicha deuda sea asumida por los grupos económicos y conglomerados que la contrajeron directamente y/o se beneficiaron con la deuda pública. En otros términos, por los mismos residentes locales que ya en el 2001 detentaban tenencias financieras en el exterior por más de 120.000 millones de dólares.