discurso de raúl peñaranda en la recepción del premio cabot

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DISCURSO DE RECEPCION PREMIO DE RAÚL PEÑARANDA Buenas noches: Deseo agradecer profundamente a la Universidad de Columbia por este premio, me siento orgulloso y honrado por haberlo recibido. Quiero contarles que soy el tercer boliviano en obtenerlo, después de dos importantes personalidades del periodismo y la política, como Guillermo Gutiérrez Vea Murguía, en los años 60, y Huáscar Cajías, en los 90. Deseo en primer lugar hacer un homenaje a esos dos maestros que ganaron el premio antes que yo. Quiero agradecer también a mis hijos, que están en Bolivia, y a mis padres y a mi esposa Fátima, que están esta noche conmigo aquí. Soy afortunado de tener una familia extraordinaria. Sin el apoyo de Fátima, que entiende mis horarios, mi estrés y mi obsesión por esta profesión, yo no estaría aquí recibiendo este premio. Sus consejos son siempre valiosos. Cuando me preparaba para escribir este discurso busqué entre mis apuntes algunas ideas para comentarles lo que para mí debe ser el periodismo escrito: un oficio que debe llevar hasta los públicos unos hechos relevantes, bien escritos y matizados. Les hubiera hablado de la necesidad de que la prensa ayude a la pacificación de sociedades polarizadas, pero al mismo tiempo insista en las graves diferencias sociales y en la urgencia de construir sociedades más justas. Hubiera mencionado lo importante que es que la prensa sea más inclusiva en sus visiones en casos de países multiétnicos, y que ello debe empezar en las propias redacciones de los periódicos. Me hubiera interesado también insistir en el gran desafío que entraña internet para la industria, incluso ahora en países de menos desarrollo como el caso de mi país. Pero todo ello me suena ahora academicista y poco genuino. En Bolivia existen hoy en días otros desafíos, mucho más básicos y urgentes. La existencia misma de la prensa independiente está bajo amenaza. El gobierno ha desarrollado una campaña para controlar a los medios. Para ello ha utilizado varios caminos, como la compra de diarios a través de empresarios amigos al régimen, la presión y el chantaje de las oficinas de impuestos y otras

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Page 1: Discurso de Raúl Peñaranda en la recepción del premio Cabot

DISCURSO DE RECEPCION PREMIO DE RAÚL PEÑARANDABuenas noches:Deseo agradecer profundamente a la Universidad de Columbia por este premio, me siento orgulloso y honrado por haberlo recibido. Quiero contarles que soy el tercer boliviano en obtenerlo, después de dos importantes personalidades del periodismo y la política, como Guillermo Gutiérrez Vea Murguía, en los años 60, y Huáscar Cajías, en los 90. Deseo en primer lugar hacer un homenaje a esos dos maestros que ganaron el premio antes que yo.Quiero agradecer también a mis hijos, que están en Bolivia, y a mis padres y a mi esposa Fátima, que están esta noche conmigo aquí. Soy afortunado de tener una familia extraordinaria. Sin el apoyo de Fátima, que entiende mis horarios, mi estrés y mi obsesión por esta profesión, yo no estaría aquí recibiendo este premio. Sus consejos son siempre valiosos.Cuando me preparaba para escribir este discurso busqué entre mis apuntes algunas ideas para comentarles lo que para mí debe ser el periodismo escrito: un oficio que debe llevar hasta los públicos unos hechos relevantes, bien escritos y matizados. Les hubiera hablado de la necesidad de que la prensa ayude a la pacificación de sociedades polarizadas, pero al mismo tiempo insista en las graves diferencias sociales y en la urgencia de construir sociedades más justas. Hubiera mencionado lo importante que es que la prensa sea más inclusiva en sus visiones en casos de países multiétnicos, y que ello debe empezar en las propias redacciones de los periódicos. Me hubiera interesado también insistir en el gran desafío que entraña internet para la industria, incluso ahora en países de menos desarrollo como el caso de mi país.Pero todo ello me suena ahora academicista y poco genuino. En Bolivia existen hoy en días otros desafíos, mucho más básicos y urgentes. La existencia misma de la prensa independiente está bajo amenaza.El gobierno ha desarrollado una campaña para controlar a los medios. Para ello ha utilizado varios caminos, como la compra de diarios a través de empresarios amigos al régimen, la presión y el chantaje de las oficinas de impuestos y otras similares, la cooptación mediante millonarios contratos de publicidad gubernamental, y las agresiones verbales contra periodistas. El resultado ha sido óptimo para los intereses del gobierno, esa “estrategia silenciosa” ha logrado que ahora solo un puñado de medios de comunicación puedan considerarse libres y críticos. La antigua riqueza del sistema de medios boliviano es, lamentablemente, cosa del pasado.En Bolivia estamos confirmado en los hechos lo que dicen los libros de texto: que la libertad de expresión y prensa está en el centro de las otras libertades democráticas. No se puede ayudar a un activista que está detenido injustamente si un periodista no revela esa irregularidad. No se puede liberar a un dirigente detenido por razones políticas si los medios no presionan para ello. No se puede luchar contra la corrupción

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si un diario no investiga y revela los hechos. Quienes hemos hecho del fortalecimiento de la democracia nuestro mayor interés, comprobamos hoy en Bolivia que la debilidad del sistema mediático explica el resto de las dificultades de las libertades democráticas.Me apoyo en una opinión del periodista y novelista español Arturo Pérez Reverte. “En mi opinión”, dijo, “el único freno que conocen el político, los banqueros y los poderosos cuando alcanzan cotas perversas de poder, es el miedo a la prensa libre (…) el miedo a la denuncia. Al titular de prensa”.Ese miedo de los poderosos, en Bolivia, está perdiéndose.Pero todavía queda en Bolivia un puñado de periodistas destacados, valientes y serios que siguen haciendo de este oficio algo relevante y significativo. Aunque el jurado del premio Cabot no lo ha dicho, estoy convencido de que premiarme a mí es también una forma de premiarlos a todos ellos.Muchas gracias