discurso de alberto galarza en la entrega del galardón corazón de león a carmen aristegui

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Page 1: Discurso de Alberto Galarza en la entrega del Galardón Corazón de León a Carmen Aristegui

Hoy declaramos la guerra.

Guerra: una palabra de consecuencias mayores, ligada a la

muerte, a las heridas, al dispendio, a la barbarie; una palabra a la que

nos acostumbramos en este país violento.

Guerra a la que marchamos como ejército; pero nuestro ejército

no es como otros y nuestra guerra no es de muerte; porque nuestra

guerra es contra los enemigos del hombre; porque no todos los bandos

luchan por las mismas causas, porque no todos los guerreros son de

sangre y de fuego, de rabia y de sinrazón.

Para los enemigos del hombre la guerra consiste en el instinto

bárbaro, en el ansia abyecta de la sangre en el asfalto, en el deseo

obsceno de poder, en los demonios internos nutridos de ego y de

violencia. Consiste en salir a matar, a silenciar, a aplastar, a destruir

huesos, historias, culturas y reputaciones, a imponer sus mentiras como

verdades, a combatir el espíritu para abrir paso al reino de la

bestialidad.

Para nosotros la guerra es la resistencia a todo lo anterior y es

nuestra obligación humana. Es el combate que prioriza la inteligencia,

que cree que en el hombre hay un lado brillante y vale la pena

rescatarlo; que lucha con ideas claras, sólidas, atemporales; que cree

en lo que en verdad importa: en el amor, en la amistad, en la

esperanza, en el hombre.

Pelear es sencillo para los enemigos del hombre, porque

generalmente los asesinos del espíritu no tienen el estorbo que

representan los escrúpulos; escrúpulos que escondieron desde hace

mucho en los abismos de la ignominia. Porque los que responden a

impulsos primarios y decidieron asumirse como personajes que

entienden la dominación y el exterminio como las únicas formas de

supervivencia; los que se amurallan contra el conocimiento; los que

asfixian a las voces libres y los que no pueden dormir porque sus

demonios y culpas invadieron sus sueños, esos están listos para morir

por su ambición, porque esa misma ambición no les dejó espacio para

el amor a la vida, y sin amor a la vida, esparcir la muerte es tarea

sencilla.

Page 2: Discurso de Alberto Galarza en la entrega del Galardón Corazón de León a Carmen Aristegui

Sus razones son válidas sólo para ellos y para los que deciden

jugar su juego, para los que siguen con atención estúpida el dictado

de sus nociones que se repiten hasta que el sinsentido se convierte en

su realidad. Nociones que reproducen todos los días y que convierten

en las únicas imágenes de sus reducidas vidas, de sus secretas e

inconfesables vidas, en las que pelean para huir se sí mismos, en las

que se resguardan por miedo al hombre, en las que mueren de miedo

a que despierte su propio corazón que mantienen en coma y con él

la culpa de vivir de la muerte de los otros.

La guerra que dan todos los días los enemigos del hombre, los

ciegos de furia, es resultado de un proceso largo que ha sofisticado

sus métodos más no sus principios. Pasaron de los músculos y piedras

que fracturaban cráneos, a las hogueras y las espadas; de las

hogueras que quemaban líneas de conocimiento y las espadas que

cortaban lenguas de verdades, a las balas y la pólvora; de las balas

que atraviesan cuerpos inocentes y la pólvora que destruye hogares

transmutaron a la sutileza de matar, con hambre: las ideas, con

bloqueos: la organización, con mentiras: la crítica, con campañas de

desprestigio: los argumentos, con dinero (o la ausencia del mismo): las

causas, con telarañas en las que los voraces se protegen las espaldas:

la idea de democracia.

Han asfixiado y presionado con sus nuevas armas a los que no

ven más que como un instrumento de dominio o sujetos de

dominación; a los que piensan todos los días cómo sobrevivir, o peor

aún, a los que deciden abstraerse y dejar de pensar para no ver la

realidad de desigualdad, hambre, injusticia y cinismo que nos

construyeron y que les dejamos construirnos.

Esos, los enemigos del hombre, los que han decidido mutilar a la

libertad, son los que no han parado de luchar. Han cambiado sólo de

nombres, de rostros, de tiempos, de falsas ideologías, de métodos, de

lugares pero siempre han sido los mismos.

Esos, los enemigos del hombre que usualmente se encarnan en

el político y el gobernante, en el hombre de medios, en el empresario,

en el líder sindical, en el narcotraficante, en el asesino, en el violento;

esos nunca han parado de morder, porque nacieron con colmillos que

no les dejan cerrar las fauces, porque su visión absurda y desdeñable

Page 3: Discurso de Alberto Galarza en la entrega del Galardón Corazón de León a Carmen Aristegui

de un mundo de cazador y presa los condenó a creer que su destino

es el de victimarios.

Entonces queda claro que hay un bando que se lanzó a las

armas decididamente y que no ha cedido ni por un segundo. Queda

claro que hay quien está peleando una batalla incesante en contra

del intelecto. Queda claro que hay quiénes nos seguirán empujando

hasta el último reducto de nuestra libertad, ese reducto que muy a

pesar de ellos, nunca nadie nos podrá quitar.

Esa libertad de la que gozamos y que nos pertenece a pesar de

cualquier intento de colonizarla, nos hace también responsables de

defenderla con las armas de las que hemos sido dotados: los sueños,

el deseo de vivir bien, el amor a los nuestros y sobre todo el corazón.

Por eso vamos a la guerra, por eso salimos a luchar, con corazón.

Así es como lo que la ciencia carente de sentimientos reduce a

un músculo que bombea sangre se convierte en nuestra arma de

guerra.

Un corazón que palpita en el lugar correcto, que ama las cosas

importantes del mundo, que sólo moriría para dar lugar a la vida es

más poderoso que todas las armas, toda la sofisticación, todas las

telarañas y todos los colmillos de los enemigos del hombre.

Un corazón en libertad es un motor indómito que destruye

barreras, que se adelanta al tiempo y que permite creer a los que se

les quiso robar ese derecho.

Pero la guerra que tenemos que pelear contra los enemigos del

hombre no será con sus mismas armas, con su misma vacuidad de

ideas, con su misma carencia de principios.

La primera batalla de esa guerra es de todos los que asumimos

la responsabilidad de plantarle cara al que se alimenta de nuestra

hambre, al que destruye nuestros sueños y los suplanta con miedos y

cansancios.

La primera batalla es interior y consiste en encontrar en nosotros

un por qué, un para qué y sobre todo un con quién.

La primera batalla es no convertirnos en ellos, en entender que

no todos los medios se justifican.

Esta guerra no será en solitario aunque nos quieran acorralar, no

será con solo dos brazos sino con miles empujando al mismo horizonte,

Page 4: Discurso de Alberto Galarza en la entrega del Galardón Corazón de León a Carmen Aristegui

no será con un corazón personal sino uno colectivo que reclame

nuestro oxígeno, nuestra tierra, nuestras ansias y nuestra libertad.

Vamos a resistir, resistir con las ideas, con las convicciones, con

las carencias, con la dignidad, con el anhelo, no del mundo que

tenemos y que así no podemos amar, sino con la imagen idílica del

mundo que quisiéramos vivir y heredar.

Marcharemos a la guerra con pies que caminen por el mismo

trayecto, con ojos que apunten a metas comunes, con estómagos

que tengan el mismo apetito, con brazos ansiosos de abrazar las

mismas conquistas.

Necesitamos vivir distinto el mundo que permitimos que nos

construyeran, porque ahora lo vivimos acostumbrados a estar a raya,

agazapados, temerosos del prójimo, incrédulos de los hechos,

saqueados, espectadores del cinismo y a resignados de la pobreza

material y espiritual.

Para eso es indispensable no permitir que los que estamos en este

ejército, sean callados por la violencia o el desinterés.

Necesitamos amar y proteger la vida de todos y la voz de todos,

especialmente la de los que lo dejan todo por contar la verdad.

Los enemigos del hombre tienen que entender que no se mata

la verdad matando periodistas, a nuestros periodistas.

Por eso es inadmisible que el 26 de julio de 2011 en Veracruz,

encontraran el cuerpo decapitado y con señales de tortura de

Yolanda Ordaz De la Cruz, y que la investigación de su caso fuera

desechada por un mensaje escrito en una cartulina junto a su

cadáver.

Por eso aún duele que el 17 de Julio del año pasado fuera

encontrado el cuerpo sin vida de Alberto López Bello, reportero de la

sección policíaca en El Imparcial y Radiorama, cuyo único error fue

contar lo que sucedía con la venta de drogas en Oaxaca.

Por eso no podemos permitir que nadie más desaparezca como

Gregorio Jiménez, el "Goyo", que fue encontrado muerto en una fosa

en Las Choapas el día 11 de febrero, en medio de un proceso turbio y

escandaloso en el que la solidaridad de los periodistas de todo el país

fue lo único que permitió el seguimiento de su caso.

Page 5: Discurso de Alberto Galarza en la entrega del Galardón Corazón de León a Carmen Aristegui

Por eso vale la pena que los que siguen de pie sepan que no

están solos, que los reconocemos y acompañamos por hacer de la

adversidad su campo de batalla, por no ceder, por no dar la vuelta y

flotar con la corriente como tantos más lo han hecho.

Por eso en nuestro corazón vive Sicilia con su andar, con sus

escapularios, con su voz potente y lenta, con la ausencia de su hijo

que es una presencia en los hogares de todos los que perdieron a

alguien y que están acompañados por el corazón gigante de Javier.

Por eso Solalinde es nuestro compañero de lucha, un

compañero que siempre que recibe a los Hermanos en el Camino les

da un poco de vida, vida que se va con ellos en la Bestia, vida que a

veces se le escapa y muere entre narcos, gobernantes y polleros.

Por eso Raúl Vera es nuestro ejemplo, un ejemplo de que se

puede formar parte de un sistema y vivir para transformarlo, para

cambiar las reglas, reescribir la historia y abrirle las puertas a lo que vale

en las personas: el corazón.

Por eso José Narro es nuestro cómplice en la inagotable batalla

para dejar de desperdiciar a lo más valioso que tiene este país: los

jóvenes. Jóvenes que nacimos en un escenario adverso, pero que

todos los días en lugares como éste decidimos transformar con

acciones inteligentes, honestas y comprometidas nuestro mundo.

Por eso, a pesar de los embates y quizá especialmente por ellos,

hoy vale la pena entregar un pedazo de nuestro corazón a una mujer

valiosa y valiente, una mujer cuyo rostro convirtieron los hombres de

poder de éste país en una diana, a una mujer que no le teme más que

perder la libertad, temor que nuca permitirá que se haga realidad.

Una mujer que se ha enfrentado a los intentos de mordaza, a

conductores de farándula, a imperios de la comunicación, a

periodistas de los medios oficiales y hasta un presidente de la

república.

A una mujer que entiende que convertirse en uno de los rostros

de este ejército significa que los gobiernos y los hombres de poder

intentarán destruirla, desde su reputación hasta su vida personal. Sabe

que es enemiga de los que no tienen alma y vigilan sus propios

intereses. Ella como nosotros entiende el riesgo de ponerse en la

palestra y enfrentarse sin temor a las estructuras de los enemigos del

Page 6: Discurso de Alberto Galarza en la entrega del Galardón Corazón de León a Carmen Aristegui

hombre, porque sabemos que el bien común es superior al daño

cobarde que puedan hacer los que se sientan amenazados por

nuestras causas.

A una mujer que no se ha cansado de resistir en las batallas y

que ha terminado por ganarlas, a una mujer que cuenta con un

amplio reconocimiento social, que ha recibido entre otros: el Premio

Nacional de Periodismo en 2001, 2004 y 2009, el Premio Ondas

iberoamericanas de radio y televisión en 2006, el Premio María Moors

Cabot en 2008, la Presea Sor Juana Inés de la Cruz en 2010, La Orden

de la Legión de Honor en 2013. Premios que no se convierten en un

aderezo del ego sino en armas de esta guerra.

Hoy esta mujer de principios inquebrantables y de integridad, nos

acompaña para que le demos un arma en más para enfrentarse a los

que pretenden hacer del silencio su reino, a los que pretender

esconder las verdades incómodas, a los que pretenden vivir y

gobernar desde las sombras.

Hoy, Carmen Aristegui, te damos nuestro Corazón, para que

desde ahora su latido se una con el de Javier Sicilia, el de Alejandro

Solalinde, el de Raúl Vera, el de José Narro, con el de los universitarios,

con el de las víctimas de la violencia, del silencio, de la injusticia, de

los abusos de poder, del hambre, de la desigualdad. Para que haga

latir eternamente los corazones asesinados de los periodistas que

murieron por decir la verdad.

Te damos el Corazón de León para que sepas que vamos juntos

en este camino, y que te necesitamos avanzando, porque a tu lado

marchamos todos los que como tú anhelamos un país en el que todos

puedan cumplir sus sueños, cuidar lo que aman, vivir en paz, seguir

creyendo.

Carmen, éste corazón es tuyo y es nuestro. Es tuyo y es de todos

los que luchan por la verdad. Es de todos los que hoy marchamos a la

guerra que nos declararon los enemigos del hombre pero sin enfundar

armas de muerte sino convicciones de vida.

Carmen, desde hoy y para siempre eres una mujer con Corazón

de León