discurso amauta

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José María Arguedas: Una experiencia personal Llegar al lugar del que partí hace 46 años, donde un maestro, que ya no está, me entregó el título de profesor, es como arribar de un viaje muy largo, de un viaje enredado en muchos viajes. La confusión de sentimientos me lleva a imaginar este recinto como una campiña de los muchachos de mi tiempo recordando canciones al son de sus guitarras. Y es una rara sensación de alegre melancolía la que me embarga. Como si hubiera estado ausente de la vida y de repente vuelvo a ella. Este instante me sobrepasa, y siento como si tuviera ganas de correr, de esconderme. Pero, a su vez, la fuerza de la gratitud es más vigorosa que mis vacilaciones y comprendo y asumo la obligación de decirles que volver a esta casa nuestra y recibir el afecto de los viejos amigos, afecto hoy convertido en una distinción académica que no imaginé, me hace retornar al día en que, diploma en mano, partimos los condiscípulos de mi promoción a ver qué pasa, armados del título de profesores. Mis compañeros de vocación deben tener muchas historias que contar y, estoy seguro, que ninguno se atrevería a decir que el camino fue fácil. El maestro en mi país no recorre los caminos en automóviles de lujo. En fin, no obstante las ausencias de amigos queridos, hemos tenido la suerte de sobrevivir y, al menos en mi caso, sentirme estremecido de una rara emoción que no sé si me hace más joven o más viejo. Pero joven o viejo, me siento agradecido por estos instantes que llenarán toda la vida que me falta. Y que imaginaré como una larga jornada por recorrer para seguir agradeciendo el privilegio de esta distinción. Gracias, Dr. Orlando Velásquez Benites, Rector de esta querida Universidad y Presidente de la Asamblea Nacional de Rectores; gracias Doctor Alberto Moya Obeso, Decano de la Facultad de Educación y Ciencias de la Comunicación; señoras Vilma Méndez Gil y Flor Luna Victoria Mori, Vicerrectoras, gracias queridas autoridades de mi alma mater, gracias maestros, alumnos. Gracias Universidad Nacional de Trujillo, mi universidad, por concederme tan alto honor, que ojalá la vida que me queda no me permita defraudar. Voy ahora a contarles las reflexiones que las lecturas de la obra de José María Arguedas han despertado en mí. CONFERENCIA EN EL ACTO DE RECIBIMIENTO DEL GRADO DE DOCTOR HONORIS CAUSA- UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO 27.6.2011 Jorge Díaz Herrera 135

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José María Arguedas: Una experiencia personal

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Page 1: discurso amauta

José María Arguedas: Una experiencia personal

Llegar al lugar del que partí hace 46 años, donde un maestro, que ya no está, me entregó el título de profesor, es como arribar de un viaje muy largo, de un viaje enredado en muchos viajes. La confusión de sentimientos me lleva a imaginar este recinto como una campiña de los muchachos de mi tiempo recordando canciones al son de sus guitarras. Y es una rara sensación de alegre melancolía la que me embarga. Como si hubiera estado ausente de la vida y de repente vuelvo a ella.

Este instante me sobrepasa, y siento como si tuviera ganas de correr, de esconderme. Pero, a su vez, la fuerza de la gratitud es más vigorosa que mis vacilaciones y comprendo y asumo la obligación de decirles que volver a esta casa nuestra y recibir el afecto de los viejos amigos, afecto hoy convertido en una distinción académica que no imaginé, me hace retornar al día en que, diploma en mano, partimos los condiscípulos de mi promoción a ver qué pasa, armados del título de profesores.

Mis compañeros de vocación deben tener muchas historias que contar y, estoy seguro, que ninguno se atrevería a decir que el camino fue fácil. El maestro en mi país no recorre los caminos en automóviles de lujo.

En fin, no obstante las ausencias de amigos queridos, hemos tenido la suerte de sobrevivir y, al menos en mi caso, sentirme estremecido de una rara emoción que no sé si me hace más joven o más viejo.

Pero joven o viejo, me siento agradecido por estos instantes que llenarán toda la vida que me falta. Y que imaginaré como una larga jornada por recorrer para seguir agradeciendo el privilegio de esta distinción.

Gracias, Dr. Orlando Velásquez Benites, Rector de esta querida Universidad y Presidente de la Asamblea Nacional de Rectores; gracias Doctor Alberto Moya Obeso, Decano de la Facultad de E d u c a c i ó n y C i e n c i a s d e l a Comunicación; señoras Vilma Méndez Gi l y F lor Luna Victor ia Mori , V icer rectoras , grac ias quer idas autoridades de mi alma mater, gracias maestros, alumnos. Gracias Universidad Nacional de Trujillo, mi universidad, por concederme tan alto honor, que ojalá la vida que me queda no me permita defraudar.

Voy ahora a contarles las reflexiones que las lecturas de la obra de José María Arguedas han despertado en mí.

CONFERENCIA EN EL ACTO DE RECIBIMIENTO DEL GRADO DE DOCTOR HONORIS CAUSA-

UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO27.6.2011

Jorge Díaz Herrera

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El Perú, nuestra patria, ha sido mirado de múltiples maneras, porque nuestra historia tiene muchas historias, muchas realidades y muchos espejismos.

Somos un pa í s ev identemente multicultural y visto, por sus propios hijos, de las más diversas y hasta antagónicas maneras.

Lord Byron decía que los poetas eran los legisladores tácitos del Universo. Oscar Wilde afirmaba que a la niebla de Londres la inventaron los poetas.

Y hablando de poetas, de los más cercanos a esta reflexión, el Perú ha dado muchas formas de mirarlo.

Antes de preguntarme cuándo se fregó el Perú, yo prefiero preguntarme cuándo nació el Perú. Y ya no busco la respuesta ni en la ciencias exactas, ni en la ciencias aplicadas, ni en la filosofía, ni en otras disciplinas, sino en el arte.

Una de las primeras voces poéticas de nuestra modernidad, José Santos Chocano, vio al Perú entre dos luminosos pasados y les cantó a ambos. Asumió con majestuosa dignidad su naturaleza mestiza (su madre fue de Otuzco). Y Chocano vio en el indio y en el conquistador: La gloria de dos razas, de dos culturas en épica contienda. Leo algunos versos de su poema Blasón:

Soy el cantor de América autóctono y

salvaje:

…………

Cuando me siento inca, le rindo

vasallaje

Al Sol, que me da el cetro de su poder

real;

Cuando me siento hispano y evoco el

coloniaje

Parecen mis estrofas trompetas de

cristal.

Mi fantasía viene de un abolengo moro:

Los Andes son de plata, pero el león de

oro,

Y las dos castas fundo con épico fragor.

La sangre es española e incaico es el

latido;

Y de no ser poeta, quizá yo hubiera sido

Un blanco aventurero o un indio

emperador.

Cesar Vallejo hurgó en la naturaleza del hombre peruano al hombre universal. Su apreciación metafísica, socialista y cristiana se acrisolaron en una mirada de alturas impredecibles, cada vez más grandes, más sabias.

Fue un ser sereno, de carácter irónico y culta formación. De gran sentido del humor. Humor vertebrado en un universo de melancolía, de soledad, de ausencia. El Perú fue para él el hogar materno, el universo de Santiago de Chuco, de las haciendas azucareras, de Trujillo, de Lima. Se fue con el Perú dentro de él y vertebró también su amor tanto a esta tierra como a la española, ya no de los conquistadores, sino de los luchadores por la libertad del hombre, del amor universal.De ahí estos versos:

¡Bajad la voz, os digo;Bajad la voz, el canto de las sílabas, el

llanto………Si hay ruido en el sonido de las puertas,

si tardo,si no veis a nadie, si os asustan

los lápices sin punta, si la madreEspaña cae –digo- , es un decir-

salid, niños del mundo; id a buscarla!...

De ÁgapeCómo iba yo a almorzar. Cómo me iba

a servir

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de tales platos distantes esas cosas,cuando habráse quebrado el propio

hogar,cuando no asoma ni madre a los labios´…………

Y el sírvete materno no sale de laTumba…

De Nostalgias imperialesHay ficus que meditan, melenudos

Trovadores incaicos en derrota,………………………………….

En la hora en rubor que ya se escapa,Y que es largo que suelda espejos

rudosDonde náufrago llora Manco-Cápac.

De El Momento más grave de la vida-El momento más grave de mi vida fue

mi prisión en una cárcel del Perú.

De Telúrica y Magnética¡Oh campo intelectual de cordillera!

…………¡Oh patrióticos asnos de mi vida!¡Vicuña, descendiente nacional y

graciosa de mi mono!…………

Cuy o cuya para comerlos fritosCon el bravo rocoto de los temples!

…………

¡Auquénidos llorosos, almas mías!……………

¡Indio después del hombre y antes de él!¡Lo entiendo todo en dos flautasY me doy a entender en una quena!¡Y lo demás, me las pelan!...

Creo que son suficientes estas versiones para poder hablar de lo que las lecturas de Arguedas dejaron en mí.André Bretón dijo que la literatura es el camino que conduce a todas partes. Yo creo que efectivamente la creación literaria conduce a todas partes. ¡Pero no es todas partes! El Quijote o Todas las Sangres pueden ser o haber sido estudiadas desde ópticas sicológicas,

filosóficas, históricas, antropológicas y otras más. Y no hay razón para objetar dichos estudios. Siempre y cuando se tenga presente que ni El Quijote ni Todas las Sangres son tratados jurídicos, ni sicológicos, ni filosóficos, ni cosa semejante. Pues el Quijote y Todas las Sangres son obras artísticas, obras literarias, novelas.Por tal razón, la obra literaria de José María Arguedas pertenece al campo de la estética y, si bien puede, como toda obra literaria, conducirnos a otros campos, no es otros campos. Es literatura.

A toda cosa debe juzgársela según el principio que la rige. A los hombres no se los va a juzgar según los principios de la mecánica automotriz, ni a una rosa por las leyes de los pájaros.

Tengo necesidad, para no caer en la susceptibilidad errónea o en los juicios caprichosos, que confesar algunos principios que norman mi apreciación de la literatura y mi propia labor de escritor.

*Creo que la gran obra literaria no

concluye en el punto final sino

empieza en el punto final. *La

vertiente, la cantera más rica de un

creador es su propia existencia, el

universo que la vida le da, bien en

palabras o en hechos o en sueños o

en experiencias ajenas. *Los libros

nacen de los libros pero los nutre la

vida. De ahí que no es extraño que se

tome a las grandes obras literarias

como referentes o documentos del

mundo que en ellas se expresa. *Es

m u y c o m p l e j o a t r a p a r

conceptualmente la palabra cultura.

Pero creo que la cultura consiste en

ennoblecer los instintos. *El arte es

un arma de doble filo: Puede servir

para el bien. Pero también para el

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estas expresiones no solo se refería a su persona sino a los peruanos en general. Las falsas generalizaciones siempre llevan al error.

Luego, me contó que él estaba alojado en casa de un peruano que también escribía, casado con francesa. Hogar en el que le brindaban afecto, comida y hasta el teléfono. “Ayer nomás”, me refirió, el esposo tuvo que viajar, y él quedó solo en casa acompañado de la mujer del amigo.

Como allí se estancó su confesión, ¿sedujiste a su mujer?, le pregunté. Me respondió que no, que su maldad había sido peor. “Ella me preguntó, me dijo, qué tal poeta consideraban a su marido en el Perú”. Y yo le contesté: “En el Perú nadie lo conoce y su poesía es un disparate”. “Por qué dije eso, por qué lo dije”, se lamentaba.

Aquello me recordó estos versos de Vallejo:“¿Qué hay más desesperante en la tierra, que la imposibilidad en que se halla el hombre feliz de ser infortunado y el hombre bueno, de ser malvado?”

Aquel suceso me llevó a largas reflexiones que echaron más leña a una antigua pretensión mía: la de tratar de explicarme, por lo menos en algo, las laceraciones de nuestra idiosincrasia.

Pretensión que ha ido acumulándose o ganando espacio en mis cavilaciones por el descontento que me produce y me ha producido durante mis estancias en el extranjero oír a los peruanos hablar contra el Perú. Actitud no solo de gente ajena o cercana al mundo intelectual si no, lo que es peor, también de gente intelectual.

E n P a r í s , e n u n a r e u n i ó n d e latinoamericanos, hubo dos peruanos que se quitaban la palabra por resaltar las barbaridades que caracterizaban a Lima.

mal. Porque el arte es hijo de la

imaginación, de la única libertad

posible, y la imaginación o la libertad

de imaginar no tiene fronteras ni

mordazas ni partido. *Me resultan

intolerables quienes miran a través

de un tubo o con exigida miopía y

tratan de enclaustrar a la creación en

casilleros, como si la obra artística

fuera objeto de laboratorio. No creo

en las técnicas sino en el talento, en

el estilo. Las técnicas son elementos

ajenos al arte, el talento es el arte. *La

obra artística es solo forma, una

construcción, un microcosmos de

palabras, de colores, de formas, de

s o n i d o s . H e c h a p a r a l a

contemplación. Lo que ella despierta

dentro de quien la aprecia ya son

juicios de valor ajenos a la obra

misma. *El artista no representa a

nadie sino a sí mismo.

Tras estas confes iones , repi to : confesiones personales, de juicios que bien pueden ser compartidos o rechazados, pues jamás en mí ha existido el propósito de imponer mis gustos ni mis ideas, desarrollaré mi disertación.

Yo pienso para mí y escribo para todos.

Hace algunos años, sustenté en la Universidad Católica de Alemania, la ponencia “Perú Mestizos sin Mestizaje”.Dudé mucho tiempo en decirla. Medité cotidianamente en los pro y los contras de la necesidad de manifestarla.

Pero hubo experiencias personales que me animaron a hacerlo. Referiré dos de ellas. En París me encontré con un escritor peruano atormentado.

Acezando me confesó que se sentía un canalla. “Estamos malditos, hermano. Me dijo gimoteando, soy un miserable”. Con

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Lima era una ciudad tomada por el hampa, por el odio, por el chauvinismo. Era demasiada exageración, una barbarie inventada. Noté sus dejos provincianos y les jugué una pasada: Les dije que yo les mostraría, sin riesgo alguno, y en pocas horas, una Lima bella por sus valores histórico y estético. Les dije que bajando del avión, a una cuadra del aeropuerto quedaban las catacumbas de san Francisco, y ahí nomás el museo de la Inquisición, único en el mundo por estar donde estuvo y cómo fue. En seguida, continué, les dije que enrumbando de ahí nomás a la bajada de playas y luego de ver un bello mar llegarían al aeropuerto y, ¡adiós!

Ellos asintieron alegaron que que ese trote ya lo habían hecho. Entonces solté la carcajada (forcé una carcajada) para hacerles ver que la ruta que les había indicado era falsa, ni las catacumbas quedaban a una cuadra del aeropuerto, ni el museo de la Inquisición a un paso de ellas y además no llegarían nunca al aeropuerto por la bajada de playas a donde no se iba por el lugar que les señalé.

Se trataba de dos jóvenes de provincias distintas del Perú que habían viajado a París directamente desde sus lugares de origen, sin ni siquiera conocer Lima.

¿Por qué hablaban así de Lima si ni la conocían?

Busqué la forma de diversificar la conversación. Era el momento que Pinochet dio el golpe a Salvador Allende y estaba matando y torturando a los partidarios de la Unidad popular.

En la mesa había un chileno que a las justas había escapado de la violencia pinochetista, era comunista, había perdido en la refriega varios familiares y amigos. Y, sin embargo, su intervención me dejó perplejo: “Pero hay que reconocer que Pinochet es el mejor

geopolítico de Latinoamérica”.Igual comportamiento de loas a sus países tuvieron y siempre veo que tienen otros sudamericanos. ¿Por qué nosotros no?

Aquí viene mi tesis o perfil de tesis que me animé a sustentar, “Perú, mestizos sin mestizaje”, y que se nutrió con el universo del Perú que José María Arguedas permite contemplar en su literatura, el Perú de José María Arguedas, y no por ello ajeno a mí.

Son diversos los estudiosos y tradiciones que comparten el convencimiento de que el Perú (para mejor ubicación histórica Imperio Incaico) ya era un país desmembrado moral y políticamente a la llegada de los conquistadores. Ya era un imperio vencido por la intriga y el afán de liberación de las múltiples culturas sometidas por el gobierno guerrero y expansionista del Inca. La guerra fratricida entre Huáscar y Atahualpa es la evidencia más contundente de ello. Cuando llegaron los conquistadores el Perú de aquel entonces (el Imperio Incaico) ya era un país vencido, quebrado, roto.

P e r o , ¿ q u i é n e s f u e r o n l o s conquistadores? ¿También los vencidos de la sociedad española, los marginados, ilusionados por la ambición del oro. En síntesis: los conquistadores fueron ¿los vencidos de España?

Hay quienes dicen que no, que ellos fueron vencedores de las guerras con los moros, descendientes de hidalgos, pero pobres y al margen del poder. ¿Eso no es acaso estar vencido en una sociedad de oropeles cortesanos?

Así pues, los vencidos o los vencedores pobres del otro lado del mar vencieron a los vencidos de este lado del mar.

Diezmada la fuerza laboral indígena, trajeron a los negros. Seres cazados

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como fieras en trampas. Desarraigados de sus mundos. Convertidos en objetos de mercancía. Aristóteles decía que la diferencia entre un esclavo y una cosa es que los esclavos se mueven y la cosa no. Modo de pensar de aquellas épocas.

Los sobrevivientes africanos de las largas travesías marinas que los esclavistas lograban arribar a estas tierras, eran ofrecidos como cualquier objeto de mercado.

Fueron pues los esclavos negros la tercera migración de vencidos que llegó a acrisolar el mestizaje peruano. Hasta 1838, cuenta F lora Tr is tán, en “Peregrinaciones de una Paria”, que una negra podía ser vendida o comprada en el mercado de Lima con derecho a vientre o sin derecho a vientre. Si era comprada con derecho a vientre, los hijos que procreaba le pertenecían al comprador. De lo contrario eran propiedad del vendedor.Tras esta gran migración negra, viene la gran migración china. Los chinos llegan en condiciones infamantes y son tratados de igual manera. Vienen alquilados por ocho años, hasta que paguen la supuesta deuda de la migración, y son alojados en barracas de las haciendas. Sus caporales son los negros. Incluso cuando un negro y un chino se encontraban en una calle, el chino tenía que cederle la acera al negro.

Existen en las hemerotecas periódicos de aquel tiempo donde se gratificaba a quien diera con un negro o un chino, de tales y tales características, huido de la casa de sus amos.

Incluso cuando sucede la guerra del Pacífico, los chinos forman filas en el ejército chileno, pues ven en él a quien llega a librarlos del oprobio. El emperador chino, envío un delegado al Perú para alegar contra el mal trato a sus compatriotas.

A las sublevaciones de indígenas, se

sumaron las sublevaciones de negros, de chinos, de criollos, de mestizos y hasta de españoles, como la de Gonzalo Pizarro. Sublevaciones derrotadas.

En suma, en el Perú se fueron zurciendo las culturas de los vencidos.

Luego llegaron otras culturas: los desterrados de las grandes guerras y hambrunas de otros lugares del mundo.

Y a ello se sumó el caudillismo, que hasta hoy día nos lacera. Y nos hace ver que no es cierto que nuestro pueblo tiene los gobernantes que se merece, sino todo lo contrario: Los gobernantes han hecho de nuestro pueblo lo que se les antoja. La barbarie moral, política, económica, social. La desvergüenza.

¿A dónde me conducen todas estas reflexiones, que en verdad no vienen a ser sino una sola? Pues al punto de partida de todo lo pensado: Un sicótico o un neurótico bien puede pasarse la vida entera sin advertir su mal. Solo las crisis, las grandes crisis (como por ejemplo c u a n d o t i e n e i n t e n c i o n e s o pensamientos de matar a su mujer o a sus hijos o suicidarse u otra atrocidad semejante), repito, solo esas grandes crisis hacen que el sicótico tenga conciencia de su mal.

Entonces no le quedan sino dos caminos: O ejecutar el crimen o buscar la salud.

Esto no solo es un atavismo personal. También las sociedades, las grandes agrupaciones humanas, suelen caer en este mal, al que por eufemismo se llama alienación. Y, así como en el individuo, solo las grandes crisis hacen que las sociedades sean conscientes de su mal y tomen la opción que creen más conveniente.

Pero el estar metidos en la vida no nos da la perspectiva necesaria para apreciarla en toda su magnitud. La cercanía de los

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árboles no deja ver el bosque.

Por eso las grandes obras literarias, como las de José María Arguedas, que aunque no sean la vida misma son la transfiguración de la vida misma, nos permite vernos y ver nuestro entorno con la perspectiva que nos convierte en responsables de nuestra circunstancia. El microcosmos literario que creó José María Arguedas nos da una visión mayor de una forma de mirar y de sentir al Perú.

La sociedad peruana, este cúmulo de culturas, este pluralismo étnico, que nos hace un país múltiple es nuestra característica esencial. Somos una diversidad de culturas que más que integrándose ha vivido oponiéndose. Azuzados en gran parte por la politiquería o por los lectores de un solo libro.Somos un país desgarrado. Nuestra diversidad no es nuestra riqueza, aunque debería de serlo. Pero no lo es aún. Nos han dividido para que los reinadores reinen a sus anchas y engorden sus caudales y nos hagan creer que lo malo es lo bueno y lo bueno es lo malo y encima nos sintamos contentos..

Aún tenemos una burguesía decadente, ajena a la modernidad, unos gobernantes soberbios, mesiánicos, engolosinados en el efímero poder de la riqueza o de los áulicos de su grey. Mientras esto no cambie, nuestras laceraciones seguirán creciendo. Y ya no solo, como decía González Prada, donde pongo el dedo sale pus, sino incluso la pues saldrá del dedo.

¿Será que la obra literaria de José María Arguedas me ha llevado a estas cavilaciones? No lo niego. Pero un decir sí, no lastimero sino esperanzado, animado por la ilusión de que tan solo conociendo nuestras laceraciones, nuestros defectos, podemos librarnos de ellos. Estamos, y quizá siempre hemos estado, en la disyuntiva de echar de

nuestro ser nacional esas laceraciones o seguir nutriéndolas para hundirnos cada vez más en la decrepitud moral y social.

Arguedas, Ciro Alegría, Sabogal pusieron ante nuestros ojos la realidad del indígena peruano (Arguedas lo llamó indio), no para que nos regodeemos al contemplarla sino para que nos demos cuenta de lo que somos y de lo que no debemos ser y de lo que debemos ser.

En otras palabras: Estas grandes obras artísticas como la de Arguedas, Ciro Alegría, Vallejo, y más, nos ofrecen la perspectiva para ver el paisaje íntegro del Perú. Nos hacen entrar en la crisis necesaria para decidirnos por curar o seguir alimentando nuestro mal.

Pero aquí hay otra realidad: Esa denuncia de Arguedas, Ciro, Sabogal ha llegado a la reflexión de la sensibilidad de las élites, vale decir de quienes sabemos leer y de quienes hacemos de los libros también un camino. Pero, ¿habrá llegado a los protagonistas de sus obras, al indio peruano?La obra de José María Arguedas es para mí, la expresión más dolorosa de esta visión lacerante del Perú.

Arguedas optó por el suicidio, quizá con ello quiso morir por todos nosotros para que nosotros sigamos viviendo.

Y nos dejó su obra antropológica y su obra literaria y su propia vida.

Creo que el afán, el negativo afán de sociologizar la literatura, de verla como la voz de muchos y no como la voz del creador distorsiona el valor de la obra juzgada. Pues estoy convencido que toda obra literaria, por más personajes que tenga es, al fin de cuentas, un monólogo. Es el escritor quien habla a través de todos sus personajes.

La obra literaria de Arguedas es el Perú contado por Arguedas, no por ello ajeno

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a nosotros. No por ello irreal. Es el Perú doloroso en Arguedas. Es decir es el dolor de todos nosotros en él.

Leeré algunos fragmentos de cuentos de J.M. Arguedas que integran el libro “Agua”, para decirles que en ellos veo una constante. La visión pesimista del indio y la visión pesimista del misti. En otras palabras, la visión de quien ve un país descuartizado por la endemia moral, que es la injusticia, la ignorancia. La visión de un país que él ve desde un alma (la suya) igualmente desgarrada, atormentada, impotente ante la adversidad.

De “Agua”:

“A los comuneros y “lacayos” de la

hacienda Viseca, con quienes temblé de

frío en los regadíos nocturnos y baile en

carnavales, borracho de alegría, al

compás de la tinya y de la flauta”

“A los comuneros de los cuatro ayllus de

Puquio: K´ayau, Pichk´achuri, Chaupi y Kó

llana. A los comuneros de San Juan,

Ak´ola, Utek´, Andamarca, Sondondo,

Aucará, Chaviña y Larcay”

De “Warma Kuyay” (AMOR DE NIÑO)

“-¡Justinay! Te pareces a las torcazas de

Sausiyoc!

-¡Déjame,niño, anda donde tus

señoritas!

-¿Y el Kutu? ¡Al Kutu le quieres, su cara

de sapo te gusta!

-Déjame, niño. Feo pero soy buen

laceador de baquillas y hago temblar a

los novillos de cada zurriago. Por eso

Justina me quiere.

La cholita se río mirando al Kutu; sus

ojos chispeaban como dos luceros.

-Ay Justinacha!

-¡Sonso, niño, sonso! –habló Gregoria la

cocinera.

Caledonia, Pedrucha, Manuela,

Anitacha… soltaron la risa; gritaron a

carcajadas.

-¡Sonso, niño!

Se agarraron de las manos y empezaron

a bailar en ronda…Yo me quedé fuera

del círculo, avergonzado, vencido para

siempre”.

“El Kutu en un extremo y yo en otro. Él

quizá habrá olvidado. Está en su

elemento, en un pueblito tranquilo,

aunque maula… Mientras yo, aquí, vivo

amargado y pálido, como un animal de

los llanos fríos, llevado a la orilla del

mar, sobre los arenales candentes y

extraños”.

De “Los escoleros”

“-¡Inti! ¡K´oñi Inticha (Tibio sol)”

Este poema de Arguedas: "A ALGUNOS

DOCTORES"

Dicen que ya no somos nada, que

somos atraso, que nos han de

cambiar la cabeza por otra mejor.

Dicen que nuestro corazón tampoco

conviene a los tiempos, que está lleno de

temores, de lágrimas, como el de la

calandria, como el de un toro grande al

que se degüella; que por eso es

impertinente;

Dicen que algunos Doctores afirman eso

de nosotros,

doctores que se reproducen en nuestra

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Page 9: discurso amauta

misma tierra

que aquí engordan o que se vuelven

amarillos

Que estén hablando, pues; que estén

cotorreando si eso les gusta.

¿De qué están hechos mis sesos?

¿De qué está hecha la carne de mi

corazón?

En otra voz: “A veces no sé dónde ponerme”. “A veces quisiera darme vuelta”, exclamaba en sus versos Vallejo. Y en esa actitud hay, indudable para mí, una analogía espiritual, una óptica común, una génesis brotada de la misma semilla. ¿A qué otra conclusión nos puede llevar la frase de quien anuncia, como en “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, que está en busca de un lugar para morir?

Es, qué duda cabe, Arguedas un mestizo de sangre y un mestizo cultural. Un ser atormentado por los múltiples mundos que ve, que siente, frente a los cuales se encuentra desgarrado por la indecisión de no saber qué mundo elegir, y una vez tomada la opción, atormentado por dejar siempre en evidencia que el habla y escribe en una lengua pero piensa en otra.

D e d i c a s u s o b r a s a s u s quechuahablantes, pero los epígrafes los escribe en español. Incluye términos quechuas pero junto a estos el significado castizo. ¿Quién habla en Arguedas? ¿A quién se dirige Arguedas cuando escribe? ¿Qué vida primó en sus sueños y qué vida en sus vigilias?

Quizá sea esa la razón, por la que Arguedas eligió el suicidio. El sacrificio de al acabar con su dolor quitarle al Perú

siquiera en algo un poco de dolor, por lo menos el suyo.

Hallo también una analogía espiritual ontológica entre Arguedas y Vallejo en estos versos:Sierra de mi Perú, Perú del mundoY Perú al pie del orbe. Yo me adhiero.

Los mensajes desgarrados de las grandes creaciones literarias no siempre conducen al camino de la melancolía o de la depresión. Las grandes tragedias literarias suelen generar por oposición la reacción antagónica a lo que se supone podría ser. Los griegos nutrieron su coraje en sus tragedias literarias.

Con quien solía compartir con mucha frecuencia mis lecturas y comentarios fue con el querido y notable poeta Alejandro Romualdo, nacido también en esta tierra trujillana. Recordarlo es como sumar su palabra al homenaje a José María Arguedas, creador a quien tanto admiró, admiramos.

La actitud de Alejandro Romualdo fue, por el peso que recibió de los mensajes de Vallejo, de Arguedas y de otros grandes, una voz estremecida de entusiasmo, de esperanza.

Leo este verso suyo: A otra cosaBasta ya de agonía. No me importala soledad, la angustia ni la nada.Estoy harto de escombros y de

sombras.Quiero salir al sol. Verle la cara

al mundo y a la vida que me toca.

Quiero salir, al son de una campanaque eche a volar olivos y palomas.

Y ponerme, después, a ver qué pasacon tanto amor. Abrir una alborada

de paz, en paz con todos los mortales.Y penetre el amor en las entrañas

del mundo. Y hágase la luz a mares.

Déjense de sollozos y peleenpara que los señores sean hombres.

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