discruso gabriel boric mayo 2012

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Las encuestas dicen que el 70% de los chilenos no cree en el presidente. ¿Podemos los estudiantes creer en el presidente? Piñera se comprometió a eliminar el lucro encubierto en las universidades, pero cuando llegó el momento presentó un proyecto de ley para una superintendencia que legitima el lucro. ¿Podemos los estudiantes creer en lo que dice el presidente piñera? Hoy en día, los partidos de gobierno tiene a tres ministros que construyeron sus fortunas con el negocio de universidades privadas. ¿Podemos creer los estudiantes que a la UDI o a RN le interesa ponerle fin a esta estafa? Ricardo Lagos y Sergio Bitar crearon el 2005 el sistema de los créditos CAE, que tiene endeudado hasta no poder más a miles de familias chilenas, y a los que nos opusimos en su momento a dicha reforma nos dijeron que éramos egoístas. Michelle Bachelet, a quien cientos de miles de estudiantes le pedimos en las calles el año 2006 que cambiara nuestro sistema educativo, nos dió la espalda, y acordó con la derecha aprobar la LGE, traicionando a un movimiento que quería derribar el legado de la dictadura. ¿Podemos acaso los estudiantes creer en la Concertación y sus partidos? La respuesta es muy simple: Los estudiantes no podemos creer ni en Piñera, ni en la derecha, ni en Bachelet, ni en la Concertación. Sería atentar contra nuestra inteligencia, nuestra historia y nuestro sentido común. El desafío de todo movimiento como el nuestro es entender su momento histórico. Es entender qué es lo que representamos, y por ende, qué es lo que podemos hacer. Cuáles son los muros que podemos derribar y cuáles son las realidades que podemos construir. A nosotros, como generación, no nos tocó experimentar la dictadura. Algunos éramos muy pequeños para entender lo que pasaba y la mayoría no había siquiera nacido. Pero sí nos tocó ver la esperanza de nuestros padres, hermanos, y vecinos de que con el retorno a la democracia iba a significar un cambio profundo en sus vidas, y nos tocó estar ahí cuando dicho anhelo fue lentamente cayéndose a pedazos. Tuvimos, a la vez, nuestra propia historia de sin sabores. También hicimos nuestro camino para tratar de cambiar este sistema, y descubrimos las nuevas murallas que se habían trazado, aquellas que

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Discurso marcha mayo 2012

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Page 1: Discruso Gabriel Boric mayo 2012

Las encuestas dicen que el 70% de los chilenos no cree en elpresidente.

¿Podemos los estudiantes creer en el presidente?

Piñera se comprometió a eliminar el lucro encubierto en lasuniversidades, pero cuando llegó el momento presentó un proyecto deley para una superintendencia que legitima el lucro.

¿Podemos los estudiantes creer en lo que dice el presidente piñera?

Hoy en día, los partidos de gobierno tiene a tres ministros queconstruyeron sus fortunas con el negocio de universidades privadas.

¿Podemos creer los estudiantes que a la UDI o a RN le interesa ponerlefin a esta estafa?

Ricardo Lagos y Sergio Bitar crearon el 2005 el sistema de loscréditos CAE, que tiene endeudado hasta no poder más a miles defamilias chilenas, y a los que nos opusimos en su momento a dichareforma nos dijeron que éramos egoístas.

Michelle Bachelet, a quien cientos de miles de estudiantes le pedimosen las calles el año 2006 que cambiara nuestro sistema educativo, nosdió la espalda, y acordó con la derecha aprobar la LGE, traicionando aun movimiento que quería derribar el legado de la dictadura.

¿Podemos acaso los estudiantes creer en la Concertación y suspartidos?

La respuesta es muy simple: Los estudiantes no podemos creer ni enPiñera, ni en la derecha, ni en Bachelet, ni en la Concertación.Sería atentar contra nuestra inteligencia, nuestra historia y nuestrosentido común.

El desafío de todo movimiento como el nuestro es entender su momentohistórico. Es entender qué es lo que representamos, y por ende, quées lo que podemos hacer. Cuáles son los muros que podemos derribar ycuáles son las realidades que podemos construir.

A nosotros, como generación, no nos tocó experimentar la dictadura.Algunos éramos muy pequeños para entender lo que pasaba y la mayoríano había siquiera nacido. Pero sí nos tocó ver la esperanza denuestros padres, hermanos, y vecinos de que con el retorno a lademocracia iba a significar un cambio profundo en sus vidas, y nos tocóestar ahí cuando dicho anhelo fue lentamente cayéndose a pedazos.

Tuvimos, a la vez, nuestra propia historia de sin sabores. Tambiénhicimos nuestro camino para tratar de cambiar este sistema, ydescubrimos las nuevas murallas que se habían trazado, aquellas queimpedían salirse del modelo acordado durante la dictadura.

Fue en ese camino, sin embargo, donde aprendimos que si había cosas enlas que creer. Aprendimos a creer en nosotros mismos, en que a pesar deque la televisión nos dijera que estábamos equivocados, esa sensaciónen la guata de que esto podía cambiar estaba en lo correcto. Aprendimosa creer en nuestros compañeros, aquellos que sufrían los mismos abusosque nosotros, y en que la fuerza y radicalidad de nuestro movimiento seencontraba en nuestra unidad y cohesión. Aprendimos a creer en loschilenos y chilenas, aquellos que parecían llevar vidas tan grises y

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tristes, pero que en el fondo de sus corazones seguía vivo el deseo devivir en una sociedad más justa, más igualitaria y más democrática.

Nuestra convicción es que los que marchamos hoy, y todos aquellos quesiguen con esperanza esta marcha desde sus casas y trabajos, tenemos unagran responsabilidad a cuestas. No se trata de que seamos grandesiluminados o de que tengamos una verdad que nadie conoce. Se trata delmomento que nos toca vivir y la posibilidad de avanzar en una direcciónque hasta hace unos años era impensable. Es nuestra responsabilidad,como generación, acabar con la transición.

Hace un poco más de 20 años los defensores y algunos de losopositores de la dictadura llegaron a un acuerdo. Llegaron a un acuerdosobre una forma de concebir al ser humano, a la sociedad y al Estado.Decidieron que el Estado se debe reducir a su mínima expresión. Que elmercado es la fuerza principal que debe ordenar nuestra sociedad. Que esmuy importante atender las preocupaciones de los empresarios, y no tantolas de los trabajadores. Que estudiar solo sirve para tener mejoressueldos, y que los colegios y universidades funcionan mejor si dividimosa la gente según cuánto puede pagar. Que el Estado sólo tiene queotorgar lo mínimo en educación, vivienda y salud, y que sobre el restocada uno se debe rascar con sus propias uñas. Que la cultura y el arteque necesita el país es la que más venda. Que es mejor que los ricosvivan con los ricos, y los pobres con los pobres. Que el desarrollo estener a 3 personas en la lista de los 100 hombres más ricos del mundo.

Nosotros somos tantos, y tenemos tanta fuerza, porque este modelofracasó. Porque ha llegado hora de ponerle fin a esta manera deentender la sociedad y de parir una nueva manera de comprender el rolque le corresponde a cada uno de nosotros y al Estado en la vida social,que se haga cargo a la vez de los anhelos y sueños de las grandesmayorías y también de los desafíos que tenemos como sociedad de caraal siglo XXI.

Nuestra propuesta es que a esta manera de entender el mundo, quellamamos “subsidiaria”, tenemos que contraponer una dondedeterminados ámbitos de la vida, aquellos que entre todos decidamoscomo esenciales, sean tratados como “derechos universales”, esdecir, derechos y privilegios a los que se accede por el solo hecho deser miembro de esta comunidad.

Esta idea cuesta a veces entenderla, porque nos han machacado tanto conla otra, que a veces parece absurdo o imposible plantearla. Cuando losestudiantes decidimos que queremos gratuidad en educación, no estamosdiciendo que no queramos pagar. La educación siempre tiene que pagarse.La pregunta es quiénes pagan y cómo lo hacen. Lo importante paranosotros es que la base del sistema educativo sea que todos, por el solohecho de nacer en Chile, tenemos derecho a acceder a la mejor educaciónque como sociedad podamos darnos.

Esto no es un capricho. Entender la educación como un derecho es laúnica manera de lograr tres objetivos fundamentales para cualquiersociedad que aspire a liberarse del poder de los más ricos y tomar lasriendas de su propio destino: formar ciudadanía, producir igualdad ygenerar un desarrollo más pleno.

Dicho esto, el desafío que tenemos por delante es claro e ineludible:o seguimos atados al legado de la Dictadura, con su democracia estrechay nuestros derechos convertidos en bienes de consumo, o le ponemos fin ala transición e iniciamos una nueva etapa en la historia de Chile. No

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es momento de grises, de pactar con la vieja política, hoy agotada,sorda y decadente. Queremos nuevos tiempos, mejores, que tengan a lasmayorías como protagonistas y ya no como meros espectadores. Donde laalegría nos llegue a todos, donde seamos directores en el teatro denuestras vidas.

Somos más, y tenemos la razón de nuestro lado. Ellos tienen mucho queperder y nosotros muchos que ganar. Vamos adelante con la fuerza denuestra alegría, de nuestra rebeldía, que la lucha del presente, es lapaz del futuro.