discÍpulas de jesÚs maestro hoy

5/10/2018 DISC PULAS DE JES S MAESTRO HOY - slidepdf.com

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DISCÍPULAS DE JESÚS MAESTRO HOY

Autor: Pedro Trigo SJ

Vamos a considerar en primer lugar la dificultad epocal de ser hoy en Venezueladiscípulas de Jesús Maestro. Consiste en que ya no se trasmite ambientalmente elcristianismo. Esta situación, que no depende de nosotros, pero que no podemos eludir, exigetomar le cristianismo como un asunto absolutamente personal, de manera que si en nuestroambiente fuéramos las únicas personas cristianas, no dejaríamos de serlo porque paranosotros es un tesoro tan grande que no estamos dispuestas a perderlo. Si cada uno no tomaesa resolución, insensiblemente dejará de ser cristiana.

En segundo lugar nos ocuparemos de un elemento imprescindible en este encuentropersonal que tenemos que tener cada quien hoy con Jesús Maestro. Es la lectura orantepersonal y comunitaria de los santos evangelios.

I EL RETO DE SER CRISTIANO Y COMUNICAR EL CRISTIANISMOSIN CRISTIANISMO AMBIENTAL

Como en América Latina vivimos en la época de la mundialización y ya no se trasmiteel cristianismo por socialización, el reto es ser capaces de afrontar desde nuestro ser cristianoeste nuevo horizonte, caracterizado no sólo porque ya no se trasmite el cristianismoambientalmente sino, más todavía, porque lo que se trasmite en la dirección dominante deesta figura histórica, no sólo no es buen conductor del cristianismo sino que lo niegafrontalmente.

importancia del cristianismo ambiental

No estamos pretendiendo sacralizar el cristianismo que se vivía en América Latinahasta fin del siglo pasado. No es posible hacerlo por varias razones. La primera y principalque juzga y condena nuestro cristianismo o, más precisamente, el que vivieron las élites quehegemonizaron nuestras sociedades, incluida la institución eclesiástica cuando formó partede ellas, es que en la segunda mitad del siglo pasado nuestra región era la únicaambientalmente cristiana y a la vez la más desigual del mundo1. Si el cristianismo se expresaprimariamente como fraternidad, y la desigualdad, propiciada institucionalmente y sosteniday hasta naturalizada por la ideología dominante, niega frontalmente la fraternidad, esosignifica que las élites latinoamericanas, incluida la institución eclesiástica cuando formó

parte de ellas, no vivieron el cristianismo que proclamaban culturalmente.Lejos, pues, de nosotros glorificar la situación que vivimos antes de arribar a estaépoca globalizada. Por lo menos hasta Medellín y lo que esa conferencia desató en la Iglesialatinoamericana, la situación de pecado incumbía también a la institución eclesiástica.

1 “Es una contradicción dolorosa que el continente de mayor número de católicos sea también el de mayor inequidadsocial” (Aparecida 527). “Si muchas de las estructuras actuales generan pobreza, en parte de ha debido a la falta defidelidad a sus compromisos evangélicos de muchos cristianos con especiales responsabilidades políticas, económicas yculturales” (Id 501)

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Pero, en parte por los valores cristianos secularizados que encarnaban una parte de lasélites, las que promovieron la justicia social en libertad, y en parte también por esaconversión institucional que simboliza Medellín y que implicó un desplazamientosignificativo del lugar social de la Iglesia, lo cierto que es que, a contrapelo con esa situaciónde desigualdad flagrante y buscando denodadamente trasformarla, en el ambiente público de

nuestra región florecieron también genuinos valores cristianos. Fue una novedad de esasegunda mitad del siglo pasado el encuentro de esos “cristianos” fuera de la Iglesia o almargen de su institucionalidad con esa Iglesia genuinamente al servicio del pueblo desde elEvangelio redescubierto. Eso, sin olvidar las múltiples manifestaciones de la religión delpueblo, sobre todo del catolicismo popular, mayoritario por esa época, que, aunque comotodo lo humano no estaba exento de ambigüedades, constituía, como reconoció Puebla, unafuerza activa con la que el pueblo se evangelizó a sí mismo (P. 450) y cauces genuinos ycreativos de la vida digna y compartida (P. 413,419).

Por todas estas razones y también porque aun entre las élites que sostenían el estadoinjusto de desigualdad se daba un reconocimiento de sus raíces cristianas que les dabansentido, lo cierto es que el ambiente público estaba impregnado de referencias cristianas. Eso

significaba que para el que estuviera abierto a esa influencia esa referencia constantesignificaba un recordatorio de su dirección vital que avivaba los deseos de abrigar esossentimientos, de vivir en ese horizonte y de caminar en esa dirección. También esasreferencias, al actuar como valores de cambio, ya que no siempre de uso, servían paraestablecer la dirección societal correcta y para criticar a quienes sostenían, al menos con suproceder, lo contrario.

Por eso insistimos en que no es lo mismo vivir el cristianismo cuando el ambientepúblico estaba impregnado de nombres, fechas, referencias, acontecimientos, apreciaciones,valoraciones y propuestas cristianas, cuando hasta el mal se procesaba como pecado y se lotenía por tal, aunque estuviera muy extendido, que vivir en cristiano cuando los distintoscanales que configuran lo público, desde los líderes y las instituciones políticas hasta los

medios de difusión masiva, pasando por los hacedores de símbolos y los ideólogos y, sobretodo hoy, los dueños del gran capital y las instituciones económicas, desconocenmacizamente el hecho cristiano, incluso cuando aluden a él.

Vamos a poner un ejemplo muy significativo: en los años setenta, por poner una fecha,la justicia era un valor de cambio válido para la sociedad como tal. Esto era tan cierto queuna persona muy rica era descalificada si se probaba o se sospechaba con fundamento quesus riquezas eran producto de la rapiña y la opresión. Por eso quienes eran injustos seempeñaban, gastaban muchas energías, tiempo y dinero, en demostrar que sus conductasestaban ajustadas a derecho.

No es lo mismo vivir en un ambiente en el que se trasmite el cristianismo que vivir enotro, es nuestro caso, que lo desconoce y lo niega, porque en el primer caso se puede vivirdel ambiente o por lo menos se puede ser ayudado por él, mientras que en el horizonteactual, si uno no vive de sí, es decir, si no tiene personalmente asumida la Tradición cristianay su espíritu, a la larga deja de ser cristiano.

La diferencia de ambiente resulta evidente en el ejemplo de la justicia: hoy ningúnmedio de comunicación habla de ella, ningún economista ni político cree que es uningrediente infaltable del sistema económico o político, nadie se ve obligado a demostrar quees justo. Si los cristianos sostenemos que la justicia y el derecho sostienen el trono denuestro Dios (Sal 97,2), el eclipse de la justicia es, en el sentido más denso de la palabra,eclipse de Dios. Por lo menos del Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque es cierto

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que muchos dioses que pululan en esos tiempos sí se componen de hecho sin ningúnproblema, incluso dentro de la institución eclesiástica.

lo que se trasmite ambientalmente contradice el cristianismo

¿Por qué insistimos que en la dirección dominante del occidente globalizado no sólono se tramite cristianismo sino que lo que se trasmite lo contradice frontalmente? Porque ladirección dominante la dan hasta hoy las corporaciones mundializadas y sobre todo losgrandes accionistas o más exactamente los inversores que buscan absolutamente susganancias2 sin importarles hundir no sólo a grandes empresas sino incluso a nacionesenteras. Las corporaciones y los grandes especuladores mediatizan los Estados y la opiniónpública y degradan a individualismo el nuevo grado de individualidad, producto muypositivo de la creación histórica. La ideologización llega a tal extremo que en democracias,al menos formales, prevalecen esos intereses privados sobre los de las mayorías. Laideologización se impone sobre todo a través de la publicidad, a la que cada vez más seequipara la propaganda política. Sin una ideologización masiva es imposible mantener en

democracia un estado de cosas tan injusto y más todavía tan irracional.La publicidad trata de reducir a las personas a consumidores adictos a lo publicitado.Para ello desestructuran a la persona o impiden que se estructure, ya que sólo pueden hacerprevisiones fiables en sus inversiones si las personas no tienen la libertad liberada y se dejanllevar por lo propuesto o más bien por lo impuesto a través de la fascinación y la magia,científicamente programadas. Quienes miden la calidad de vida por el grado consumo tienenque someterse al contrato de trabajo porque necesitan perentoriamente recursos. Así seincrementa frenéticamente el circuito producción-consumo que llega a convertirlo todo enbien transable.

La corporación que somete todo a sus intereses y el individualismo que niega laapertura y la respectividad que caracterizan al de suyo, desconocen y niegan que las personas

se definen por sus lazos constituyentes y que el destino de la humanidad es configurarsecomo una familia, la de las hijas e hijos de Dios. Además unidimensionalizan al ser humanoy llevan aceleradamente a la depredación de los recursos naturales y a la degradación de lavida y hacia su muerte.

Además esta dirección dominante, que podemos caracterizar como totalitarismo demercado, impide que den de sí los bienes civilizatorios y culturales de esta figura histórica.En efecto, la información es en sí una autopista y por eso, para privatizar este invento tandemocrático, las empresas introducen artificialmente controles; y, por lo que se refiere a losbienes culturales, los derechos humanos, la cultura de la democracia y la de la vida es claroque no pueden dar de sí mientras se mantenga esta hegemonía de las corporaciones con sucorrelato, inducido por ellas, del individualismo.

experiencias dolorosas que muestran este cambio de imaginario ambiental

Hay experiencias dolorosas o frustrantes de gente muy cristiana, que sólo se entiendenporque en el entorno no se trasmiten valores cristianos. Vamos a exponer algunas comomuestra de la manera cómo afecta el cambio de imaginario ambiental, no comprendido porestos cristianos ni por tanto procesado superadoramente.

2 Aparecida 61,62,66,73; Concilio plenario Venezolano 26-33,52-56 3



Por ejemplo, es bastante frecuente que esposos genuinamente cristianos y muy activosen su medio e incluso en la comunidad cristiana, se sientan íntimamente desconsolados eincluso desautorizados en su misión cristiana porque sus hijos no se sienten cristianos. Sepreguntan qué han hecho mal y con qué derecho predican a otros el cristianismo si no sonsecundados por sus propios hijos. La perplejidad es mayor porque sus hijos los admiran, e

incluso piensan que siguen su impulso. ¿Por qué seguir a sus padres es para ellos serhumanos y solidarios, pero no lo es tener una relación viva con Dios y seguir a Jesús yparticipar de la comunidad cristiana? Porque no interpretan su proceder (cosa que hicieronsus padres con sus abuelos) desde el imaginario cristiano compartido sino desde otro secularen el que su inspiración es reinterpretada como mero humanismo.

¿Qué tenían que haber hecho los padres, si se hubieran percatado del problema? Comola interpretación ambiental es ya meramente humana, tenían que haber dado razón de su fecomo motivación concreta de su proceder; es decir que, además de haber hablado con ellossistemáticamente de Jesús de Nazaret, del Reino de Dios, del Dios del Reino y de lacomunidad que lo sacramentaliza, tenían que haber verbalizado lo que venía a cuento encada coyuntura, de manera que se diera no sólo el acontecimiento sino su interpretación.

Sólo de este modo podían hacerse cargo los hijos del secreto que motoriza la vida de suspadres. Los padres no cayeron en cuenta de la necesidad de verbalizarlo porque no sepercataron de la diferencia del imaginario ambiental.

Un segundo ejemplo sería el de los egresados de centros educativos católicos. Merefiero a quienes consideran, tanto ellos como la institución, que han asimilado lo que lesofrecieron programáticamente. Estas personas salen con una preparación intelectualexcelente y con la determinación de ser honrados y solidarios. Sin embargo, la mayoría deellos, aunque tal vez se sigan considerando culturalmente cristianos, no se caracterizan por larelación viva con Dios y con Jesús de Nazaret y por seguir conscientemente el impulso delEspíritu de ambos.

Si sus educadores estaban realmente movidos por su cristianismo ¿por qué sus

alumnos asimilaron lo que para los educadores era consecuencia de su ser cristiano, peropasaron de largo ante lo que constituía la fuente de su vida? Es que la educación se entendíacomo una parte de la oferta total de la institucionalidad cristiana, en combinación con lasparroquias, con las asociaciones cristianas, con lo que se llamaba la buena prensa y conmuchas otras incitaciones ambientales, como la celebración cristiana de las fiestas locales ypatrias y la celebración social de las fiestas específicamente cristianas, además de lasolemnización religiosa de las efemérides personales. Por eso, como había muchas otrasfuentes de cristianización, los educadores cristianos entendían que su misión se dirigía a unaspecto específico y no pretendían cubrir todo el espectro. Este esquema de división depapeles funcionó mientras existían las demás instancias y el horizonte de sentido que lasrefería mutuamente. Pero al dejar de trasmitirse ambientalmente el cristianismo, los alumnosempezaron a interpretar en clave humanista la propuesta que sus educadores les hacían comoexpresión de su vivencia cristiana.

¿Qué tenían que haber hecho éstos, si hubieran tomado conciencia del cambio deimaginario? Como en el caso de los padres, tenían que haber verbalizado el relato cristianoque constituía la fuente de su vida. En el aula no como introducción sistemática alcristianismo ya que no es ése el papel del aula sino de la catequesis (que se puede dar en elcentro educativo, pero no como parte del currículo obligatorio), pero sí haciendo ver, cuandovenía al caso, lo que del cristianismo sirve de fundamento y motivación de las visiones y

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tomas de postura que se estaban proponiendo. Aunque señalando complementariamente quetambién están propuestas a quienes no compartan ese relato.

No hace falta referirse al hecho de la disminución creciente del número de fieles queparticipan en la misa dominical y la disminución, mucho más drástica, del número debautizos. Es muy llamativo que entre los niños a quienes sus padres llevan a prepararse para

la Primera Comunión cada vez son más los que tienen que bautizarse primero. El hecho eselocuente porque si incluso entre los representantes que se preocupan porque sus hijos haganla primera comunión se da como algo frecuente la necesidad de bautizarlos antes ¿qué serácon quienes no comparten esa solicitud? Otro tanto podemos decir de los matrimonios: en lasclases altas y más en general en la gente tradicional se mantienen en gran medida como unaexigencia de protocolo sin mayor atención a su carácter sacramental por lo que se puedeafirmar con seguridad que la mayoría son inválidos; en los demás ya no se usa.

Creo que el hecho es tan macizo que no es preciso acumular más evidencias.

vivir elaborando lo propuesto y vivir personalizadamente

Sin embargo, como pensamos que tiende a evadirse el problema que nos causa a loscristianos el ambiente vacío de referencias cristianas e incluso impregnado de antivalores, noporque en el fondo no lo veamos sino porque nos desazona demasiado, vamos a referirnos alo que significa vivir del ambiente.

Para explicar la importancia del ambiente recurrimos a la definición de los seres vivos,que se definen por el intercambio simbiótico con el medio. Lo característico de esteintercambio es que el individuo comienza recibiendo del medio y luego asimila lo recibidohasta convertirlo en vida de su vida, de tal modo que puede llegar a ser, a su vez, fuente devida. Lo primero (y esta primacía no es temporal sino permanente) es recibir. Así en todo.Por ejemplo, si el aire o los alimentos están envenenados, su asimilación nos enferma o noscausa la muerte. Lo mismo podemos decir en los demás campos. Si no hay clima de

negocios, de estudio e investigación, de convivialidad o de solidaridad, es muy difícil llegara ser negociante, estudioso, comunicativo o solidario. Pablo insiste en este punto alreconocer que no es lo primero lo espiritual sino lo animal, que para él significa que no es loprimero ser fuente de vida sino recibirla; primero, dice, somos seres animados y luego nostrasformamos en dadores de vida (1Cor 15,44-46).

Esto es muy claro si repasamos nuestra vida cristiana. Primero recibimos de otros la fey el impulso a la vida cristiana, por ejemplo de nuestros padres, de nuestros educadores, denuestro párroco, de personas adultas que sembraron en nosotros esa semilla, de lacongregación religiosa con la que tuvimos contacto. Es cierto que nosotros respondimos contodo nuestro corazón, y los que no lo hicieron, a pesar de ese impulso, no se mantuvieroncristianos; pero no lo es menos que lo primero fue la acción de otros en nosotros, vehículoindispensable de la gracia de Dios.

Pues bien, ¿qué pasa cuando en el ambiente ya no se trasmite fe ni vida cristiana sinotodo lo contrario? Retomando la lógica de Pablo, “¿cómo oirán el evangelio, si nadie loproclama?” (Rm 10,14). ¿Cómo se puede creer en Jesucristo si nadie lo anuncia? Y más,¿cómo se mantendrán esas semillas del evangelio sembradas en nuestras vidas, si lo que estávigente, como hemos insistido, lo contradice diametralmente?

Como se echa de ver, el problema es tan grave, que casi parece insuperable porque paraque llevemos el nombre de Jesús y seamos sus seguidores explícitos, sí es imprescindibleque nos evangelice algún cristiano que viva en este ambiente personalizadamente. Gracias a

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Dios, estos cristianos existen y por ellos sigue trasmitiéndose el cristianismo. Sin embargo,es bueno que caigamos en cuenta de la diferencia entre esta trasmisión personalizadora y latrasmisión ambiental. Ésta es difusa y se realiza mediante referencias, valoraciones ypropuestas con sabor cristiano que les son ofrecidas a los que participan de ese ambiente. Latrasmisión personal, en cambio, se ejerce y se recibe mediante relaciones conscientes y

libres.Eso pasaba con muchas personas que se sentían sinceramente cristianas: inspiraban elcristianismo ambiental, incluso, en el caso de que estuvieran muy interesadas en él, buscabanlo mejor que había en el ambiente, y, asimilándolo, lo convertían en vida. Por eso el talantede esos cristianos dependía de lo que se ofrecía en su medio. Por ejemplo, para muchos elConcilio fue una verdadera primavera espiritual; al aspirar ese clima, se sintieron tonificadosy lo vivieron con alegría. Pero sobrevino el invierno eclesial y se fueron sintiendodesanimados y tristes y su cristianismo decayó hasta volverse casi residual.

Así pues, esta posibilidad de vivir ambientalmente el cristianismo, que me parece laforma mayoritaria de vivirlo, no alcanzaba el grado suficiente de personalización como paraque el cristiano fuera autónomo respecto de su ambiente, pero sí superaba la mera

socialización, ya que por la asimilación, lo recibido se convertía en vida propia.Pues bien, esta posibilidad es la que hoy existe cada día menos. Por eso decimos quehoy a la larga sólo será cristiano quien lo sea de manera personalizada, hasta al punto que,que él sea fuente de cristianismo, tanto del suyo como del que irradia en su medio.

Nosotros comenzamos siendo seres animados, que recibimos la vida espiritual en todoslos aspectos, y, sólo si llegamos a asumir el paradigma de Jesús, llegamos a convertirnos enseres dadores de vida. Pues bien, éste es el problema de nuestra época: que, al no trasmitirambientalmente el cristianismo, hace muy difícil entablar el proceso que va de recibir la viday la inspiración cristianas y elaborarlas, a tener uno en sí la fuente de la vida eterna y lamentalidad de Cristo y alimentarse desde dentro y animar a otros.

Porque es muy distinto recibir incitaciones en una dirección cristiana que recibirlas en

una anticristiana, tanto en la familia, como en la escuela, en la calle, en la institucionalidadvigente, en la opinión pública, en el calendario de fiestas, en la vida social, en los símbolosvigentes…

Si se hubiera recibido el Concilio en nuestra región, los católicos estaríamos bienpertrechados para vivirlo hoy, cuando no se trasmite ambientalmente, porque estaríamosacostumbrados a vivirlo desde la autonomía de la conciencia que busca informarse yformarse. Pero como en la práctica la institución eclesiástica llegó a ser el único sujeto y loslaicos fueron relegadas a la condición de destinatarios, al no tomar el cristianismo en suspropias manos responsabilizándose de él, se sintieron desarmados para vivirlo cuando, comosucede hoy, la institución eclesiástica no forma ya parte de los trasmisores reconocidos queconfiguran el ambiente.

Precisamente la dificultad de afrontar hoy el riesgo de vivir en un medio no sólo nocristiano sino objetivamente opuesto a la visión y la propuesta cristianas, proviene en buenamedida de que no pocos cristianos no han aceptado el llamado conciliar a la autonomía.Porque sólo con libertad liberada puede uno no sucumbir a este ambiente e irradiar en él lahumanidad de Cristo.

reacciones polares ante el ambiente hostil al cristianismo

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El ambiente de la dirección dominante de esta figura histórica, refractario y hostil alcristianismo, lleva a no pocos a vivir el cristianismo como un asunto privado. De este modosu vida cristiana no entra en conflicto con el ambiente. Pero aceptar vivir así el cristianismoes castrarlo porque el cristianismo aspira a configurar todos los ámbitos de la existencia y, sise renuncia a esta totalidad, se lo vacía, porque se lo vive como algo meramente

compensatorio, consolatorio, cuando el cristiano es un ser humano renacido que aspira areconfigurar toda la historia.El orden establecido quiere que cada persona viva conductualmente lo económico y lo

político porque así él puede imponer su lógica en estos ámbitos decisivos. Pero el Dioscristiano no está confinado al ámbito de la intimidad ahistórica. Un dios que mira conindiferencia la opresión del ser humano por otros seres humanos y la degradación de la vidahumana y de la creación, porque sólo se preocupa de sus fieles, no es Dios. Es un analgésicoo un placebo o una mera proyección de deseos de felicidad egoísta.

Otra tendencia es no procesar este cambio de imaginario: no decírselo a sí mismo yseguir como si no pasara nada, confinándose en ambientas tradicionales que resisten tambiénen otros aspectos a la época. Es la reacción instintiva de personas que han vivido felices en el

seno del cristianismo, incluso que se han fajado por él, pero que lo han hecho comocomponentes de una tradición inmemorial en la que han nacido y crecido y a la que hancontribuido con sus personas. Ellas se han entendido siempre como elementos de unconjunto amplísimo que les desbordaba y que les daba vida y en el que ellas tambiénaportaban lo mejor de sí. La sospecha de que ese conjunto pueda estarse evaporando y queen su ambiente cada vez queden menos personas cristianas, los sume en la perplejidad y enla tristeza. Les parece que ellos no pueden cargar con el cristianismo, que ellos eran sóloparte de esa familia innumerable. Como no pueden hacerse la idea de un cristianismominoritario sostenido personalmente por ellos, optan por aferrarse a la inercia de lo que hanido viviendo, negándose a registrar los cambios cada vez más ostensibles.

Hay que decir que negarse a afrontar la realidad, es negarse a vivir de fe: de relaciones

vivas con el Padre de nuestro Señor Jesucristo y con los compañeros de camino.Otra tendencia más proactiva va en la dirección de responder configurando ambientescerrados, corporativos, en los que se cultiva el cristianismo como señas de identidad para nosentirse sin hogar en este mundo sin corazón. Es la tendencia que está más de moda.¿Porqué? Porque viven corporativamente y la corporación es el modelo institucional quehegemoniza el orden establecido. Les parece que están simultáneamente en lo establecido yen lo de Dios. La pregunta es si es esto posible sin vaciar lo de Dios. La pregunta másconcreta es si la corporación es vehículo adecuado de cristianismo. La respuesta esobviamente que no porque la corporación es cerrada y busca su propio bien, en tanto elcristianismo es estructuralmente abierto y sólo se satisface con el bien de todos. Al vivirlocorporativamente, el cristianismo se degrada a señas de identidad y ventajas para los socios.Cada corporación cristiana es competidora de las demás y busca asegurar e incrementar sucuota en el mercado.

Por ejemplo, una corporación cristiana que tenga por tema a la familia o a los jóvenesse interesa por las parejas o los jóvenes que caen bajo su paraguas, busca que estén en él lomejor posible y que sean los más posibles, tanto que identifica el bien de las familias o de los jóvenes con pertenecer a su movimiento. Por eso no capta que en definitiva trabaja por susfamilias o sus jóvenes, en vez de estar al servicio del as familias o de los jóvenes. La señalde que no es esto segundo es que no se hacen alianzas estratégicas con otras asociacionesdedicadas al mismo fin. Por el contrario, las otras son competidoras en el mercado de las

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familias o de los jóvenes y por eso se extreman las señas de identidad para que las familiasbajo su órbita se sientan identificadas con la propia institución. En estas condiciones no cabeuna misión verdaderamente ecuménica y extrovertida, ya que las instituciones, que sonmeros medios, de hecho subrepticiamente se han convertido en fines.

Hay que reconocer que una parte considerable de las parroquias son reductos de gente

tradicional, pero las parroquias renovadas y no pocos movimientos basan su éxito en laconfiguración de microambientes muy estructurados en los que bastantes encuentran unhogar y una propuesta cristiana que les dispensan del desabrigo y de los riesgos de unavivencia cristiana desde la autonomía personal en este mundo que desconoce el cristianismoy que desgasta la fe.

Creemos que, de un modo u otro, estas dos reacciones no superadoras son auspiciadaspor gran parte de los líderes cristianos y lo trágico es que, como ellos eligen a los queparticipan de su sensibilidad, esta línea suicida tiende a perpetuarse y a dar el tono delcatolicismo.

alternativa superadora3

Otra posibilidad, realmente alternativa, consiste en vivir personalizadamente yencontrarse con condiscípulos y hermanos en Cristo y caminar juntos en comunidadesabiertas y solidarias en las que los cristianos se reconozcan y apoyen, y desde las quepropongan alternativas a la vivencia ambiental.

Ser cristiano implica, pues, vivir en este mundo (en esta humanidad real) sin ser delmundo (de este orden establecido) y precisamente por solidaridad a la humanidad concreta.Implica vivir una vida alternativa ya. Y desde esa vida alternativa, luchar por trasformar esteorden de muerte en uno biófilo. La vida alternativa es una vida vivida en obediencia alEspíritu de Jesús.

Esta vida tiene tres expresiones básicas. Ante todo nos lleva a contemplar a Jesús de

Nazaret para seguirlo, nos lleva a que él sea el único Señor de nuestras vidas, a investir suhumanidad, su mentalidad, sus actitudes, su modo de relacionarse. Esto entraña que no nosdefinamos como individuos sino como discípulos, no como de nosotros, en nosotros y paranosotros sino como del Señor. Esto no va de suyo en este mundo individualista.

Nos lleva también a ponernos en manos de Dios como nuestro Padre materno, aconfiar irrestrictamente en él, a vivir abiertos a su iniciativa sobre nuestras vidas. Tenemosque vivir de fe en su amor incondicionado como hijas e hijos en el Hijo único Jesús deNazaret. No es ésta la actitud que dimana de unas reglas de juego en las que se impone elpoder anónimo y despiadado y uno busca la autarquía o participar algo de él, acatándolo.

Nos lleva además a los demás, a vivir abiertos a ellos, con ellos, de cara a ellos, de talmanera que, al afirmarnos a nosotros mismos, afirmemos también a todos los seres humanosy que los afirmemos precisamente como hermanos en el Hermano universal Cristo Jesús. Enla dirección dominante de esta figura histórica, el ser humano como ser humano no cuenta.Sólo cuentan los amigos y los enemigos. Los demás, los desconocidos, no existen. Y sinembargo en esta época de mundialización, en la que todos estamos en la presencia de todos,es fácil constatar si yo cuento sólo con los míos o si me siento ante todo como un serhumano abierto y solidario de todos los seres humanos.

3 Esta alternativa es la que expone detalladamente el documento de Aparecida. Un resumen claro y medular lo podemosencontrar en el 226

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cómo realizar la alternativa superadora

Pergeñada la alternativa que Dios quiere para nosotros en este horizonte societal en elque no se tramite el cristianismo, pasamos a preguntarnos cómo acceder a ella.

En primer lugar tenemos que hacernos cargo de esta situación inédita en AméricaLatina, que entraña que nosotros nos tenemos que responsabilizar personalmente de nuestrocristianismo de manera que a nadie echemos la culpa de nuestras dificultades y deficiencias,tanto las causadas por el ambiente como las que provienen de nosotros mismos, ya quecontamos de entrada con ellas y con ellas hemos de lidiar. Responsabilizarnos de nuestrocristianismo presupone que lo estimamos como el mayor tesoro que nos ha sido entregado,más aún, como el horizonte que nos define. Esta entrega a realizar sin reservas nuestracondición de cristianos no se puede presuponer. Es una gracia que hay que pedirhumildemente de todo corazón, pero también un don que se nos entrega para que locultivemos asiduamente.

Un primer aspecto que tenemos que fortalecer es la confianza en que el Señor, que nos

llama a ser sus discípulos y sus testigos, nos da la fuerza que necesitamos y no alcanzamos atener. Esa fuerza es nada menos que su propio Espíritu. Esta fe en que el que nos da el querernos da también el poder es nuestra mayor palanca para personalizarnos. Es decir que paranosotros, el proceso de personalización se juega en esta dimensión fundante. Desde ellapodremos ir adquiriendo solidez personal y relaciones creativas, humanizadoras y fraternas,que trasformarán superadoramente nuestras actitudes e incrementarán también nuestrasaptitudes para llegar a ser lo que el Señor quiere de nosotros.

Contar siempre con que el Señor no es nuestro juez sino nuestro principal aliado, queél juega de nuestra parte, que quiere nuestro bien infinitamente más que nosotros mismos,que no se muda porque su amor es gratuito, que siempre va con nosotros y que nosotrospodemos vivir siempre en su presencia y con él, tiene que llegar a convertirse en nuestra

fuente principal de paz y de ánimo. Saber que él es verdadero y que su verdad libera yconduce a la vida es nuestra arma principal para desenredarnos, para salir a la luz, paracaminar desnudos ante él, para acabar siendo realmente honrados con nosotros mismos, conlos demás, con la realidad. Contemplar su vida en los santos evangelios nos lleva a irasimilándonos a él por connaturalidad.

Esta relación con él tiene que convertirse en lo que dé el tono de nuestra vida, demanera que vaya armonizando todo lo demás, reestructurándolo, remodelándolo para que seacompase con ella. Eso implica una atención sosegada y sostenida a cada una de nuestrasactividades y relaciones para que aparezca el grado en que son buenas conductoras de esarelación primordial con el Señor para que, si lo son, afincarse en ellas y profundizarlas, y encaso contrario, trasformarlas hasta que sintonicen con ella o dejarlas en caso de que resulteimposible.

Ahora bien, todo lo que hemos indicado hasta ahora lleva, como la otra cara de lamoneda a encontrase con otras personas que estén en la misma situación y a entablar conellas relaciones estables. Vamos a desarrollar el punto.

el correlato de la vivencia personalizadora del cristianismo es la comunidad 4

4 Trigo, El cristianismo como comunidad y las comunidades cristianas. Convivium Press, Miami 2008 9



Quien, siguiendo a Jesús, se esfuerza en vivir como hijo y hermano, se encuentra en elCamino con otros que apuestan la vida en esa misma dirección. Estas personas se encuentrany, a la vez que experimentan la alegría del reconocimiento, sienten que esa relación lesconfirma en ese camino y les ayuda a trasformarse viviéndolo. No sólo eso, también vansintiendo que la vivencia cristiana los lleva a configurar una verdadera fraternidad. Es decir

que no sólo es un medio para conservarse cristianos esponjada y dinámicamente sino unmodo de vivir que dimana directamente de la estructura relacional del propio cristianismo.Cada persona va sintiendo que ésos son los hermanos y hermanas que Dios le dio, hermanosen Cristo.

Es normal que si una persona está centrada en el proceso que acabamos de describir,tiene una especial sensibilidad para reconocer a otra persona que anda en el mismo proceso.Es muy comprensible que al ponerse en comunicación sientan una ola de simpatía, se sientanesponjados, sientan que es el Espíritu quien los ha puesto en contacto para confirmarlos ensu dirección vital. A partir de estos encuentros, en los que unos van invitando a otros, se vacreando una trama; ante todo una referencia mutua, intercambios de experiencias,programación de nuevos encuentros, hasta que va naciendo la determinación de caminar

juntos como hermanos en este Camino que los unifica y trasciende y que los envía como losde Jesucristo a su sociedad.Ahora bien, lo que los une entre ellos es también lo que los diferencia de los demás.

Por eso tienen el peligro de reducir el grupo a enclave de sentido en un mundo hostil,olvidando que la diferencia es para el servicio, con lo que se pierde la trascendencia. Si vivirsegún el santo evangelio no es su lazo de unión, lo que queda es amiguismo o agrupacionespor proveniencia y cultura o a lo más espíritu de cuerpo. La vida según el santo evangelio esuna vida alternativa y abierta.

La vida según el evangelio es la fraternidad. Esta fraternidad, que no está basada en lacarne ni la sangre, es rigurosamente trascendente. No hay nada en esta historia que la haganacer. Los cristianos somos hermanos en Cristo: si él es nuestro Hermano mayor, nuestro

maestro, nuestro Señor, todos nosotros somos hermanos (Mt 23,8).Si lo que une es el santo evangelio, la comunidad es abierta, no sólo en el sentido deque está abocada a la misión sino de que se constituye en embrión del mundo fraterno de lashijas e hijos de Dios. Si la comunidad no suscita comunidades, es que no es evangélica sinofundamentalista, un comunalismo más de los que produce esta época como reacción nosuperadora al individualismo disolvente.

En esa vivencia comunitaria estos cristianos se reconocen en el seno de esa comunidadllamada Iglesia y por eso no la viven como algo meramente convenido entre ellos sino comoel ingreso a una comunidad moldeada por el seguimiento, comunidad que en último términoderiva de las primeras comunidades cristianas y en definitiva de la comunidad de Jesús. Es,pues, una comunidad de condiscípulos en torno a su maestro y Señor y en unión fraterna conlas demás comunidades, aceptando la guía de los pastores que han recibido el encargo deservirlas en orden a que se mantengan como de Jesús y que obedezcan al impulso múltiple ycoordinado del Espíritu. Los miembros de estas comunidades nunca pierden la autonomía,pero la ejercen como discípulos y condiscípulos.

en esta situación ¿qué sería la misión?

Si lo que está ante todo en juego es nuestro propio ser cristiano, porque ya no podemosvivir del ambiente y tampoco podemos vivir de rentas, inercialmente, porque la dirección

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dominante erosiona frontalmente nuestro ser cristiano, ¿no deberíamos dedicar todasnuestras energías a ser cristianos adultos?

En efecto, tenemos que entablar el proceso de vivir de fe, puestos en las manos de Dioscomo verdaderos hijos, de seguir a Jesús atraídos por el peso infinito de su humanidad y deestar atentos al movimiento del Espíritu en nosotros y en nuestra situación para secundarlo.

Este proceso entraña una verdadera conversión que exige al ser humano completo.Nuestra propuesta es que los católicos latinoamericanos debemos concentrarnos, enefecto, en este proceso. A medida que avancemos en él, nos encontraremos en el Camino conhermanas y hermanos y marcharemos juntos en fraternidades abiertas. Estos cristianos,verdaderos testigos, y estas comunidades, embrión del mundo fraterno de las hijas e hijos deDios, evangelizan con su vivencia alternativa y con sus propuestas alternativas, en losdiversos aspectos de la vida, en la dirección del Reino. Esto es lo que significa hoyevangelizar con obras, que fue el primer modo que tuvo Jesús de evangelizar (Hch 1,1).

Además estas personas y comunidades constituyen una pregunta constante para suentorno: ¿quiénes son éstos que viven tan humanamente y que llevan a cabo propuestas tandeseables, aun en medio de su exigencia? ¿Qué fuerza los impulsa para que puedan vivir en

paz y con plenitud, aun en medio de sus limitaciones, con esa libertad liberada? Estaspersonas están dispuestas en todo momento a dar razón de su esperanza a todo el que lespida explicaciones y a hacerlo con suavidad y respeto (cf 1Pe 3,15).

Además estas personas están tan contentas y agradecidas por este tesoro escondido queel Señor les ha revelado, que no se lo quieren guardar para sí y, además de responder a quienles pregunta, ellos mismos comunican esta buena noticia cuando ven la ocasión propicia,tanto a quienes en su entorno ven dispuestos a recibirla o necesitados de ella, como a laopinión pública. Pero todo eso, sin avidez, sin afán proselitista, sin ningún deseo de señoreara nadie ni adquirir notoriedad o poder.

Queremos insistir en el punto me nos parece más decisivo y difícil: no es posible vivirun cristianismo adulto de un modo ensimismado. La relación con la Trinidad no es el cara a

cara sino el seguimiento de Jesús con fe plena en su Dios y Padre y en obediencia al impulsodel Espíritu. Esta vivencia lleva a la fraternidad abierta en todos los ámbitos de la vida:desde el familiar al político, pasando por el económico y el de las relaciones sociales. Ésta esla sustancia de la misión. Si ella falta, todo se reduce a proselitismo.

Hemos insistido en la necesidad de impulsar la fraternidad abierta y situada porque hoyse escamotea y porque sin ella la proclamación religiosa es vacía e incluso una profanación.Pero desde esta responsabilidad asumida, tenemos que afirmar complementariamente quehoy nuestros contemporáneos necesitan a Dios y precisamente al Dios y Padre de nuestroSeñor Jesucristo. Lo necesitan para vivir en la realidad, para ser honrados con la realidad,para no endiosarse ni borrar a los hermanos del corazón, para tener esperanza y paraencontrarse con todos los seres humanos en esta época globalizada en la que todos estamosen presencia de todos, pero en la que la mayoría desconoce a los demás. Por eso una muestraexcelsa de fraternidad es comunicarles ese tesoro que nos llena de paz y que espolea nuestrasmejores energías, y no hacerlo en esta sociedad secularizada es no sólo una enormeingratitud con él sino una crueldad con nuestros hermanos.

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II JESÚS NO ESTÁ AQUÍ. EL SEGUIMIENTO DISCIPULAR NO ES UNA

RELACIÓN SINO UNA CORRELACIÓN

Cuando las mujeres fueron buscando el cadáver de Jesús, un ángel les avisó que él “no

está aquí” (Mc 116.6) o, como añade la recensión de Lucas: “¿por qué buscan entre losmuertos al que está vivo. No está aquí” (24,5-6). Aquí no se refiere, obviamente, a la cámaramortuoria sino a este mundo. Como Jesús no está aquí porque vive en el seno de lacomunidad divina, hoy no podemos oír su voz como la de un ser de este mundo. Él vive másallá de nuestro horizonte.

Pretender que está a nuestro alcance es una ilusión: el pietismo, que está hoy en bogaporque es barato: no tiene el costo del seguimiento, que de un modo u otro acaba en lapasión. Esta espiritualidad no puede ser considerada cristiana porque el Jesús al que invoca ycon el que se relaciona no es el de Nazaret sino un comodín sin rostro propio; por esosiempre está de acuerdo con el que se relaciona con él, ya que no es más que una proyecciónsuya idealizada.

Como Jesús no está aquí, seguirlo no es una relación sino una correlaciónS J

P

N

I

Jesús es a su situación como la Iglesia primitiva a las suyas (diferentes entre sí y con laque vivió Jesús), como nosotros a la nuestra (diversa, tanto de la de Jesús como de las de laIglesia primitiva). Como los denominadores son distintos porque en la historia se creannovedades, para que se mantenga la correlación, los numeradores tienen que ser distintos.Por tanto quien sigue a Jesús no puede imitarlo: no puede hacer lo mismo que hizo Jesús. Enla situación en la que vive, tiene que hace lo equivalente de lo que Jesús hizo en la suya.Hacer lo equivalente implica una creatividad fiel. El Espíritu es quien nos la proporciona.

Por tanto no puede seguirse a Jesús sino en obediencia al impulso del Espíritu quemueve desde más adentro que lo íntimo de cada quien y en las situaciones y en la historia.

Pero nunca como una fuerza mundana contradistinta de las demás sino a través de laspersonas, trascendente por inmanencia.

El Espíritu es quien nos garantiza la equivalencia. Pero, si no conocemos cómo se lashubo Jesús en su época, no podemos averiguar qué sería hoy lo equivalente. Por tanto, aquí yhoy, sólo se puede “estar sentada a sus pies” (expresión técnica de la condición de discípulo:Hch 22,3; Lc 10,39) contemplando los evangelios en orden a seguirlo hasta configurarse conél.

HOY ESTÁ CON JESÚS QUIEN ESCUCHA LA PALABRA, SOBRE TODO LOSEVANGELIOS, COMO DISCÍPULO, CONTEMPLÁNDOLA PARA QUE DIRIJA CADADÍA SU VIDA Y MISIÓN

Como Jesús no está aquí, su presencia real en su ausencia real es la palabra de Dios,sobre todo los evangelios, que son su corazón, cuando se la escucha discipularmente, esdecir, abriéndose de corazón a ella para que dirija la propia vida.

La Biblia no es Palabra de Dios cuando se la estudia o cuando se la lee para queconfirme decisiones tomadas. No lo es porque la relación es de un sujeto, que es el que lee, aun contenido, del que quiere hacerse cargo o que se quiere aprovechar para los propios fines.Pero cuando la comunidad se reúne como discípula y se abre con toda sinceridad, porque no

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quiere oír lo que la halaga o la confirma sino lo que su Maestro tenga a bien decirle,entonces es Jesús el que se hace presente en la Palabra que se proclama. Lo es porque larelación es de sujeto a sujeto: del Maestro y Señor, a los discípulos.

La proclamación no se hace de manera fundamentalista, como si fuera por arte demagia. Exige una mediación. Por eso tiene dos momentos: en el primero la comunidad o el

discípulo se trasladan a Palestina y al tiempo en que sucedieron los acontecimientos y loscontempla amorosamente, empapándose por connaturalidad de la mentalidad, de lasactitudes, del modo de relacionarse de Jesús. Esto requiere de mediaciones para contemplarrealmente la escena, para que sea ella la que se vaya abriendo y dando de sí y no lacomunidad la que se proyecte en lo leído. Requiere inscribir el acontecimiento en su propiohorizonte epocal, cultural, social y religioso. Después la comunidad o el discípulo regresaadonde está reunida o a donde vive y se pregunta qué le ha querido decir el Señor.

Hay, pues, dos momentos y dos actitudes: el primero es el de la contemplación de laescena, que exige trasladarse al lugar y tiempo en que sucedió. La dialéctica simbólica que lapreside es la de la vista, pero no una mirada meramente objetual sino los ojos de la fe, que esla que busca entender. El segundo momento es el de la escucha de lo que hoy me quiere

decir el Señor en esa escena. La Palabra se hace voz y ante esa voz viva, actual, lo que serequiere es la escucha discipular. La dialéctica que se ejercita es la del oído. Es la actitud deliniciado que abre todos los días el oído para escuchar a su Señor y poder decir así unapalabra de vida al abatido. Es la actitud del Siervo (Is 50,4-5).

Así pues, a la pregunta de quién está hoy con Jesús, la respuesta es: el que escucha laPalabra, sobre todo los evangelios, como discípulo, contemplándola para dirigir con ella suvida y para que ella le dirija cada día su misión.

Tenemos que decir que nuestra Iglesia latinoamericana y más en concreto venezolanano se institucionalizaron fundadas en la Palabra sino en la doctrina, la disciplina, los ritos yla práctica moral prescrita en los mandamientos y en definitiva en los libros de casuística.Fue así porque la Iglesia latinoamericana se institucionalizó en el postrento, en plena

reacción contra la absolutización de la Biblia por parte de Lutero y sobre todo contra sumodo de interpretación: el libre examen. Tan dejó de lado la Biblia la Iglesia de hablaespañola que no se tradujo hasta 1890 (en Valencia por el escolapio Tomás de Scío) y luegoen el siglo XIX, en una edición costosísima e inmanejable (Torres Amat). Las primerasediciones al alcance del público enterado fueron las de la BAC de los años cuarenta (NácarColunga y Bover Cantera). Y por lo que toca a América Latina no fue conocida por elpúblico cristiano, sobre todo por el pueblo, hasta la aparición de la Biblia Latinoamericana.

En este sentido preciso nuestra Iglesia no nació como una Iglesia discipular, y no lo estodavía porque no escucha diariamente como discípula a su Maestro en los evangelios ya quela difusión de la Biblia y sobre todo su manejo se ha detenido con la mengua de las CEBs.

En el mejor de los casos, somos personas religiosas, ya que nos relacionamos conDios. Pero no con Jesús de Nazaret, al que todavía desconocemos pormenorizadamenteporque sólo hemos tenido acceso a él por la vía ritual, fundamentalmente, mediante losciclos de Navidad y Semana Santa. Es decir, meditamos su nacimiento y su pasión y muerte,pero entre el principio de su vida y el fin hay un gran vacío, el mismo que se echa de ver enel Credo: “nació de Santa María Virgen y padeció bajo el poder de Poncio Pilato”. Paraseguir a Jesús en la vida como discípulo ¿basta saber cómo nació y cómo murió? ¿No esindispensable saber cómo vivía? ¿No se escribieron para eso los evangelios, cuando ibanmuriendo los que lo conocieron y siguieron y podían comunicarlo de viva voz?

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Por eso el concilio Vaticano II repuso a la Biblia y sobre todo a los evangelios, comola fuente y el corazón de la revelación, y por esa misma razón el Concilio PlenarioVenezolano en su primer documento decidió con toda resolución entregar la Biblia al puebloy sobre todo los evangelios, que son su corazón, como un acto de tradición constituyente (Cf Trigo, Concilio Plenario de Venezuela. Gumilla, Caracas 2009,313-320).

No creo, y quisiera equivocarme, que los evangelios sean el pan diario de los católicosvenezolanos. Es así porque ordinariamente se les ha iniciado en el catecismo y en la liturgia,pero no en la Biblia. Eso pasa con las tres vocaciones cristianas, es decir, no sólo con loslaicos sino también con la jerarquía y la vida consagrada, que, aunque han estudiado algo deBiblia, no la manejan asiduamente, ni para entregarla al pueblo ni para su alimentaciónpersonal. Para mí es un misterio que me descorazona ver cómo los presbíteros y losreligiosos(as) no acaban de entrar por este Camino.

Creo que hoy este encuentro discipular personalizado con la Palabra, sobre todo conlos evangelios, a la larga es imprescindible para que lleguemos a ser cristianos, en el sentidoestricto que estamos considerando: para que estemos con él y participemos de su misión. Sino contemplamos diariamente, un tiempo largo, los evangelios ¿cómo adquiriremos la

mentalidad de Cristo, sus criterios, sus actitudes, su modo de relacionarse? La contemplaciónevangélica va logrando la impregnación, es decir el conocimiento por connaturalidad, que esel más completo que pueda darse. Si esto no existe, nos predicamos a nosotros mismos o adoctrinas, normas y ritos sacralizados.

Sin embargo, tanto a nivel latinoamericano como en nuestro país, sí existencomunidades, sobre todo populares, en las que sí se lee con gran fruto la Biblia.

Empatando esta presencia de Jesús en la Palabra con su presencia en los pobres (Mt25,40), quiero decir con toda sencillez que para mí es una gracia invalorable la lectura orantecomunitaria con gente popular, que, a través de esta lectura comunitaria y altamentepersonalizada, se transforman en pobres con espíritu. Como el evangelio es para los pobres(Lc 4,18;7,22), la comunidad cristiana popular es el lugar más adecuado para leerlos, donde

los evangelios se abren con más plenitud, radicalidad y cuestionamiento para los discípulos,siempre que se lean verdaderamente.Esto es así por dos razones. La primera porque PapaDios ha velado los misterios del

Reino a los sabios y entendidos y los ha comunicado a la gente sencilla (Lc 10,21) y lasegunda porque hay una homología estructural entre muchas situaciones evangélicas ymuchas que vive el pueblo. Por ambas, la gente popular bien dispuesta, tiene más afinidad alas escenas evangélicas que la de otras clases sociales.

También hay que insistir en que este contacto asiduo con la Palabra a través de lalectura orante comunitaria es el que más contribuye a que se dé la comunidad cristiana. Estoes así porque no hay una fuente más pura y trascendente de fraternidad cristiana que sertestigo habitual de cómo cada hermana y hermano responde a lo que el Señor le va diciendoen cada sesión de lectura orante comunitaria. Este lazo sagrado abre a la compresión másgenuina de cada persona y compromete a ayudar a cada uno para que esa respuesta se dé conla mayor plenitud posible. Además, la comunidad como tal va haciéndose cargo de lo que suSeñor le va diciendo. Y se lo dice a todos a la vez, personalizadamente, como cuerpo reunidopara escucharlo.

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LECTURA ORANTE COMUNITARIA DE LA PALABRA DE DIOS: UNMÉTODO

Como es tan importante la lectura discipular de los evangelios y como no se puede darpor descontado que quienes se acercan al texto con actitud discipular sepan leerlo, nos

animamos a proponer un método de lectura. La conveniencia de hacerlo estriba en que, aunpresuponiendo la buena voluntad, la no intelección del texto o, peor aún, la intelecciónequivocada, pensando que es correcta, puede ser ocasión de que, en vez de oír, se digan ellosa sí mismos, como si los evangelios fueran un espejo, en vez de una ventana para asomarnosa la vida de Jesús, tal como fue recordado bajo la guía del Espíritu Santo. De ahí laimportancia de que se entienda la Palabra.

Porque el Espíritu es el de la Palabra. No se la puede poner en práctica, aunque se lodesee, si no se la comprende. Es como si se leyera el evangelio en su lengua original (elgriego) o como si los personajes que salen en sus páginas hablaran en su propia lengua(ordinariamente, el arameo). La comunidad no podría responder porque no entiende lo queDios quiere decirle.

Dificultad

Las comunidades que intentan seriamente escuchar la palabra de Dios con muchafrecuencia encuentran dificultades en el modo de hacerlo. Es posible que ni siquiera seentiendan los términos, por ejemplo: sinagoga, fariseo, tributo, Mesías, magos, saduceo,publicano, samaritano... Es más complicada la situación cuando los que leen creen queentienden, pero no es así porque el significado de esos términos en nuestra cultura difiere delque tenía en la suya, por ejemplo, demonio, endemoniado, templo, impuro, impureza… Aveces comprendiendo los términos no se percibe el alcance de lo que se propone: curar ensábado, sentarse a la mesa con pecadores públicos y pobres, hablar con una mujer, bendecir a

los niños, exigencia de dejar la familia para seguirlo, incompatibilidad entre Dios y eldinero...La base de la dificultad es que los Evangelios fueron escritos en otro tiempo y en otra

cultura, y además en una cultura muy integrada que, por tanto, podía dar muchísimas cosaspor sobreentendidas, ya que eran compartidas por los que escribían y por los posiblesdestinatarios.

Es cierto que las situaciones de las comunidades que están a la base de los Evangeliosno son las mismas que las de la historia de Jesús. Es el caso de los evangelios de Marcos yLucas, escritos para cristianos de origen pagano y de cultura helenista o romana, aunque conalgún conocimiento de la cultura y religión judías. Los de Mateo y Juan sí se dirigen apersonas mayoritariamente de etnia y religión judías o por lo menos que habían sido dereligión judía y todavía se sentían como el verdadero Israel, pero en otra circunstanciahistórica muy diferente, ya que los habían maldecido por seguir a Jesús como el Mesíasdefinitivo y trascendente y así los habían excomulgado de la sinagoga.

Por eso, los Evangelios efectúan ya una trasposición de registros; es decir, que tratande decir en su cultura y en su tiempo y en su situación específica lo equivalente de lo queJesús dijo en la suya. Esto es lo mismo que tenemos que hacer hoy, y de ese modo losEvangelios son modelos de lo que nos toca hacer a nosotros. Pero en el caso de lascomunidades que están a la base de los evangelios la transposición era bastante homogéneadentro de la heterogeneidad, ya que en el siglo I (y bastantes siglos antes y después) la

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cuenca del Mediterráneo oriental, siendo un mosaico muy abigarrado de culturas, tenía unasclaves comunes, una misma matriz de la que cada una era un caso, una variante.

Así pues en la lectura orante de los Evangelios no se trata de una mera aplicación delos Evangelios a nuestra situación, sino de prolongar hoy el impulso que llevó a lascomunidades cristianas a escribirlos, de modo que de alguna manera los reescribamos para

proseguir, como ellos, la misma historia de Jesús. Reescribir los Evangelios, no al margen deellos o por encima de ellos, como si los domináramos, sino por fidelidad y porque lafidelidad espiritual es creativa ya que es histórica y tiene por objetivo abrir la historia haciala parusía.

Todo esto plantea un problema: la distancia exige ser mediada. Lo contrario, es decir,pretender que se da sin más la inmediatez, conduce al fundamentalismo o a la arbitrariedad.El Espíritu es el de la Palabra y la Palabra se hizo carne, es decir, historia. Es cierto que laPalabra ha sido resucitada por Dios y habla en los Evangelios cuando se los escuchadiscipularmente. Es cierto que el Espíritu es el intérprete adecuado: el mismo que inspiró alos autores inspira hoy a los receptores. Es cierto que ese Espíritu está también en lacomunidad cristiana. Pero, insistimos, el Espíritu interpreta a la Palabra y la Palabra es

histórica y por eso debe ser entendida para que pueda ser interpretada. Ser entendida no es lomismo que ser interpretada. Se puede entender cada elemento sin comprender nadainternamente. Pero ¿cómo comprender el mensaje si no se lo entiende? Así lo dice y repitePablo a los corintios (1Cor 14,9 y 16). María preguntó porque dio fe al anuncio del ángel.Como tenía la voluntad de cumplir el designio de Dios preguntó qué significaba el saludo delángel y de qué manera iba a realizar Dios lo que le proponía (Lc 1,34).

Ahora bien, la necesidad de la mediación no implica que la Biblia sea el coto de losexpertos. La mayoría de ellos en tiempo de Jesús sabían, en efecto, muchísimo; pero esesaber no les sirvió para percibir la revelación de Dios en Jesús. Al contrario, el modoconcreto de su saber les impidió reconocerla. Y en cambio el pueblo, "esos malditos que noconocen la Ley" fueron capaces de sopesar "que nadie ha hablado como este hombre" (Jn

7,49 y 46). Así pues, hay que comprender un mínimo indispensable sin el que no caberesponder en fe a la Palabra (el que no tenía el intendente de Candace y se lo suplió Felipe:Hch 8,30-31); pero, traspuesto ese umbral, no hay ventaja por parte del que sabe más.

Eso significa que la mediación exegética debe ser lo más parca posible. Debe mantenersiempre su condición preliminar. El agente pastoral nunca debe convertir en clase lo quetiene que mantenerse, también para él, en escucha amorosa, agradecida, reverente yobediente de la Palabra.

El objetivo de esta mediación no puede ser suprimir la distancia. Esa impresión deinmediatez sería ilusoria, un verdadero cortocircuito que fundiría la realidad del texto. Setrata de acceder a él salvando, en cierto modo, la distancia. Esto no puede llevarse a caboreconstruyendo los contextos en toda su complejidad. Resultaría una clase y se acabaríaesfumando la Palabra de Dios en lo que tiene de voz, de proclamación actual.

Hay textos bíblicos que de buenas a primeras son inaccesibles para la proclamación. Seaparecen a la comunidad como textos cifrados. Mientras la comunidad no domine las claves,no puede contemplarlos ni orar con ellos. Estas claves son saberes, digamos científicos, quehay que aprender por medio de cursos o con otras lecturas auxiliares.

Pero hay otros textos en la Biblia que, con algunas breves explicaciones preliminares(bien sean terminológicas, bien sean de contextualización), resultan realmente accesibles.Esta accesibilidad se puede deber a diversos motivos. Uno (bien frecuente y relevante paralas comunidades cristianas populares de América Latina) puede ser la homología estructural

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entre la situación que se presenta en el texto y la situación de la comunidad. Ésta percibe ladistancia, pero también la simetría: son situaciones distintas, pero la correlación de losagentes sociales ofrece tal simetría que basta para que los que escuchan se hagan cargo deaquello a lo que apunta la Palabra de Dios. Otra razón de accesibilidad la constituyen loselementos transculturales inherentes al pasaje que se proclama. Esos elementos

transculturales se dan en una determinada trama cultural; pero existen, y por eso personas deculturas diversas pueden comunicarse entre sí y pueden entenderse en muchos aspectosfundamentales, a pesar de muchos posibles equívocos por la diversidad de códigosculturales.

Hay mensajes culturales casi inaccesibles para personas de otra cultura, pero otrosestán bastante abiertos. En la Biblia puede ser el caso del Levítico o los libros apocalípticoso las disquisiciones rabínicas de las cartas de Pablo, por un lado, y el de los Evangelios deMarcos y Lucas, por el otro. Muchas narraciones evangélicas y no pocas sentencias de Jesússon directamente asequibles para el pueblo.

Es cierto que un estudio exegético aportará muchos datos a los que no se llega en unalectura orante de una comunidad cristiana; pero no lo es menos que sobre todo los cristianos

empobrecidos de las comunidades cristianas de base, pero también las comunidadessolidarizadas con ellos, son capaces de descubrir aspectos bien medulares no suficientementeesclarecidos y valorados por la comunidad científica.

Así pues, hemos establecido la necesidad de una mediación exegética para que lacomunidad comprenda los términos y para que se haga cargo del alcance de lo que sepropone, cuando el texto presupone unas claves culturales que no son accesibles para ella.Hemos insistido en que este trabajo debe ser lo más sobrio posible, de tal modo que estemomento, por su duración, resulte realmente preliminar. Esta mediación puede establecersepor tres vías: bien por la declaración de una persona que lo pueda hacer competentemente,bien por una edición bíblica que contenga todo eso como notas, bien por una guía auxiliarque se entregue para cada tema teniendo en cuenta muy concretamente el nivel de

conocimientos de la comunidad. La contemplación

Una vez comprendido el código del texto ¿está concluida ya la audición de la Palabra?Para nosotros es clarísimo que no. Es entonces precisamente cuando comienza la escuchapropiamente dicha: la contemplación de la escena, si se trata de una narración o el darlevueltas en el corazón, si el texto es una sentencia o un discurso. Esto es así porque lacomunidad se ha reunido para recibir como discípula la Palabra de Dios; para recibirla contodo el corazón, con toda el alma, con toda la mente; para recibirla en orden a seguirla; másaún, para ser transformada por ella. La comunidad se ha reunido, porque ha creído que Jesúses la luz del mundo. Está ahí porque quiere escucharlo y seguirlo para no andar en tinieblas.Ella sabe que, si camina detrás de él, tendrá la luz de la vida (Jn 8,12). Las palabras de lapalabra de Dios son para la comunidad semillas. La comunidad cree que en ellas hay podergerminador y transformador. Ellas crecen por sí mismas en los corazones, sin que la personasepa cómo (Mc 4,27-29). Por eso la comunidad ora como María: “hágase en mí según tupalabra” (Lc 1,38).

La primera actitud que fomenta en este momento la comunidad para que sea su climaen esos encuentros con la Palabra es el deseo de escuchar lo que Dios le quiera decir. Lacomunidad en este momento no quiere sacar de sí misma: no es el momento de intercambiar

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experiencias. Éste es para ella el momento de abrirse. Es la actitud del Siervo: “cada mañanadespierta mi oído para escuchar como los iniciados; el Señor Yahvéh me ha abierto el oído"(Is 50,4-5). Dios nos tiene que abrir el oído. Si no ¿cómo el ser humano será capaz depercibir su palabra y de reconocerla? ¿Será el ser humano capaz de Dios? El que nos hablaes el que nos afina el oído para que podamos recibir su mensaje. Pero no basta con la acción

habilitante de Dios. Es preciso que el ser humano acepte la Palabra con un corazón abierto,generoso y entero (Mc 4,3-6). Es preciso que nuestra libertad consienta en esta acción de laPalabra en nosotros. Por eso la comunidad recuerda esa advertencia del Salmo: "si escuchanhoy su voz, no endurezcan sus corazones" (Sal 95,7-8; cf. Hbr 3,7-4,11; 1Cor 10,1-13).

Con estas disposiciones, reavivadas en cada encuentro, se entra al texto. Si es unaescena, se trata de entrar en ella: ver, oír y palpar (1Jn 1,1). Para exprimirla, hay que ir, casise puede decir, que palabra por palabra. Ante todo captar la situación de los personajes en laescena antes de que se desarrolle la acción. Seguidamente centrarse en lo que sucede: eldesarrollo de la acción tal como aparece en el Evangelio. Luego, la reacción de los diversospersonajes. La acción la puede iniciar alguien que se acerca a Jesús (un menesteroso que lesuplica, los enemigos que lo ponen a prueba...) y Jesús reacciona; o es Jesús el que toma la

iniciativa y son los demás los que responden de diverso modo. Hay un encuentro o undesencuentro. Y de él dimana una transformación salvadora o un endurecimiento. Siguiendoel pulso al relato se llega a percibir la secuencia, la ilación, lo que hay en la escena deacontecimiento, de revelación, de salvación.

Una escena habla cuando se la pregunta. Por eso desentrañar una narración espreguntar y seguir preguntando. Una escena evangélica es inexhaurible: cuanto más se lapregunta, más da de sí, más clara se muestra, más se hace presente, más cobra vida antenuestros ojos. Las preguntas dependen en gran medida de nuestro interés. Cuando a alguienle cuentan algo que le importa mucho, cose a preguntas al que le informa y él mismo sepregunta muchas más cosas, en voz alta y trata de responderse con la experiencia que tienede las personas implicadas en la escena y con su propia experiencia de vida. No son

preguntas curiosas. Están motivadas en que lo que se narra tiene que ver con mi vida y yoquiero hacerme cargo de ello. Por eso no son preguntas capciosas ni extemporáneas. Estánencaminadas tan sólo a que sea la propia escena la que hable, la que dé de sí. No hay ningúnpropósito de forzar la escena. Por el contrario, lo que se quiere es impregnarse realmente deella, recibirla lo más enteramente posible y abrirse a ella con toda la vida y lo más

hondamente de que uno es capaz, de modo que uno camine con ella.Si eso hacemos con una noticia que nos cuentan y que para nosotros es importante, y

eso lo hacemos todos y para eso no se necesita tener una cultura especial (aunque sí es ciertoque cuanto más humano se sea, más interés se tendrá y cuanto más dependa de ello nuestravida, más vitalmente nos situaremos ante ella), lo mismo podemos hacer con los Evangeliossi estamos persuadidos de que ellos son para nosotros la Luz de la Vida para nuestra vida.Por eso hemos insistido tanto en esta condición y por eso creemos que los pobres, quenecesitan la vida, están en condiciones óptimas para escuchar el Evangelio, y por esopensamos correspondientemente que quien ya está fundamentalmente satisfecho porquepiensa que ya tiene la vida (es rico o está asegurado) o porque piensa que ya tiene su llave(es especialista en las cosas de Dios) no puede escuchar con todo el corazón la proclamaciónde la Palabra.

Con esto hemos afirmado que existe una interacción entre el grado de apertura de cadaquien y la recepción de la Palabra. Claro que la Palabra puede irrumpir soberanamente yderribarme, como hizo con Pablo de Tarso (Hch 9,3-6). Pero lo normal es que según mi

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apertura preguntaré más o menos, preguntaré para quedar bien o por mera curiosidad oporque busco y necesito, preguntaré unas cosas u otras, y la escena bíblica se me abrirá enesa misma medida, aunque superabundantemente. Por eso también sucede que puedo leer unmismo pasaje en distintas ocasiones vitales y me dirá cosas diversas o en una ocasión casi nome dirá nada y en otra puede ser que me deslumbre.

Es radicalmente distinto escuchar y preguntar desde la búsqueda de vida y salvación,desde la menesterosidad y el deseo, desde la íntima pobreza, desde la entrega de sí mismo, esdecir, preguntar desde la vida que se vive y desde el fondo de la persona, que preguntardesde lo que se sabe para saber más. Sólo en el primer caso estamos ante la lectura orante dela Palabra. Desde la vida se escucha la Palabra para vivir desde ella, para encontrar vida,para salvarnos.

Pero todos tenemos nuestra vida y por tanto todos tenemos capacidad de preguntardesde ella. El vivir la vida y la determinación de vivirla desde Dios nos capacita parapreguntar a la Biblia (sobre todo a los Evangelios, que son su corazón: Juan Pablo II; DeiVerbum 18) de manera que la escena dé de sí. Todos tenemos esta capacidad.

Pero si la reunión la controla el especialista, sólo él piensa que sabe lo suficiente para

preguntar al texto. En este caso los demás no le preguntarán al texto sino al especialista. Y eltexto ya no les hablará a ellos y ellos no se atreverán a responder. Y si responden, su actitudno será la de decir con libertad lo que les dice el texto, sino que responderán volviéndose alespecialista para que él confirme si acertaron o no. El interés se habrá desviado hacia elsaber más y en esto el especialista tiene la llave.

Para que no se caiga en esa desviación es importante distinguir entre la fase preliminar,que mira a la comprensión del texto, y el centro del encuentro, que es la contemplaciónorante a partir de la vida del pueblo (vida que le es negada) y de su fe (que le capacita paravivir a pesar de todo). En esta fase lo fundamental es mantener el clima y la dirección. Siéstos se dan, la escena se contempla entre todos, cada aporte saca un nuevo matiz, hasta quela escena ya dio de sí según la luz de la Vida que posee el grupo. Es el momento de pasar a

la fase siguiente. Los frutos de la contemplación

Después de contemplar viene el “reflectir para sacar algún provecho” como dice sanIgnacio al final de las contemplaciones. La mayor parte del tiempo se lo debe llevar lacontemplación, de modo que por connaturalidad se nos vaya pegando la mentalidad de Jesús,su sentir profundo, sus actitudes, su modo de relacionarse... Ése es el fruto indirecto de lacontemplación, un fruto que madura muy lentamente y como sin querer, ya que lo queestamos haciendo es contemplar a Jesús. No está nuestra atención en nosotros mismos sinotoda concentrada en él. No nos buscamos a nosotros mismos, en ese momento no buscamosni nuestra salvación. Estamos fuera de nosotros mismos: viendo, palpando, gustando...

Sólo después de habernos llenado de su presencia es cuando nos preguntamos por laactualidad de esa palabra para nosotros. Esa palabra histórica, ese episodio de Jesús deNazaret se proclama hoy a nosotros. ¿Qué me ha estado diciendo a mí en concreto?

Cada quien mira para adentro y escucha los ecos de esa escena, lo que quedóresonando dentro de su corazón. Todo vuelve a pasar, no ya en detalle sino quintesenciado ydirigido a la situación de cada uno. Dios no anda echando discursos. La Palabra tocadelicadamente fibras profundas y sensibles. Va al centro de lo que está en cuestión, de lo queexige conversión o propone una nueva aventura, una salida del mundo habitual. A veces se

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vuelve pura alegría: es la confirmación esperada de algo importante. Con frecuencia debuenas a primeras causa dolor porque pone el dedo en la llaga, pero es para curarla y al fin lodeja a uno en paz y contento. Hay días en que le habla a uno por la voz de alguna hermana ohermano que expresan lo que les habló a ellos.

En general se puede decir que cuanto más honda y menos mediatizada fue la

contemplación, más garantías hay de que sea en verdad la Palabra la que habla a cada quien.Como indicios internos están el que sean palabras de peso, palabras que hacen al caso,palabras que cuestan decir y que transforman, palabras en las que está implicado vitalmenteel sujeto que las dice y que no son pura redundancia de lo que es y lleva a cabo sino que loempujan más allá de sí mismo. Respecto del grupo como tal el indicio más fehaciente de querealmente hay escucha y respuesta es que las reuniones no son redundantes, cosa que ocurrecuando cada quien dice lo que se le ocurre, lo que tiene dentro. Si hay trascendencia, amedida que el grupo avanza escucha más y responde más a fondo. El resultado es que losencuentros son verdaderos acontecimientos para los participantes y que edifican a lacomunidad.

Esta mutua escucha sagrada es fuente primordial de fraternidad evangélica.

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discÍpulas de jesÚs maestro hoy

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