dirección orquestal (ensayo)
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BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA ESCUELA DE ARTES, COLEGIO DE MÚSICA
LICENCIATURA EN MÚSICA
DHTIC
ENSAYO
DIRECCIÓN ORQUESTAL
JOSÉ JUAN VÁZQUEZ PÉREZ
RESPONSABLE DE LA MATERIA MARIO ALBERTO OSORNO TORIJA
Puebla, Pue., a 6 de Diciembre de 2012
Loco o Artista
Son las primeras palabras que se nos vienen a la mente cuando
escuchamos comentarios de diferentes personas acerca del trabajo que realizan
los músicos profesionales, pero en especial, estas dos palabras las asociamos
más con el compositor y también a la persona que está frente a una orquesta,
obviamente llamado director orquestal. Cuando asistimos a un concierto
observamos como el director hace gestos, ademanes raros e incluso hasta
algunos se despeinan, que esto para algunos no tiene sentido.
Realmente son artistas o unos locos que solo entre ellos se entienden. La
verdad es que estamos ante un sistema que nos impone ideas, pensamientos
acerca de la música académica o clásica, nos damos cuenta por la música que
nos ofrece la mercadotecnia, música sin sentido. No quiero decir que la música
académica sea la mejor, sino que debemos entender que la música académica
sirve para una educación completa y mejor, ya que la música académica ayuda a
ser mejores personas con valores, también despierta la imaginación y un poco la
conciencia de las personas.
Hay varias preguntas que debemos hacernos para poder entender este
trabajo tan diferente a los demás. ¿Cómo entender la música? ¿Cómo los músicos
hacen su trabajo tan aparentemente fácil? ¿Por qué la necesidad de dirigir una
orquesta? ¿Cuál es la importancia de realizar conciertos? ¿Existe una preparación
previa para poder dirigir y ejecutar las obras orquestales? Estas preguntas son de
importancia para nosotros, para así desmentir la idea o la concepción que el
sistema nos impone, quiere que veamos a estos profesionales como unas
personas locas y un poco aburridas.
La Necesidad de Dirigir
Vamos a situarnos un poco en la historia antigua o prehistoria, ya que la
necesidad de dirigir se da a partir de la interpretación musical. En el antiguo Egipto
carecían principalmente de una notación musical tan desarrollada como la de hoy
en día, ellos se guiaban a través de melodías y la acentuación de los tambores,
dando el “bit” (también llamado tiempo) con el pie. Es algo netamente natural, ya
que ellos pensaban que la música proviene directamente del universo y así llenar
el espíritu con ello. No tenían ese ego para sobresalir un músico sobre otro, solo
era marcar el tiempo para que el ritual o celebración mística se ejecutara con
sinceridad y perfección.
Posteriormente en el siglo XVI Descartes describía en su Compedium
Musicae la eficacia de la música sobre el espíritu humano y Claudio Monte-Verdi
había puesto el germen de la ópera mientras polemizaba con Artusi sobre
cuestiones armónicas. Fue precisamente Monteverdi quien gestó el precedente de
la futura orquesta sinfónica en su ópera L´Orfeo, indicando en la partitura que el
grupo de ejecutantes debía estar formado por treinta y seis maestros músicos:
violines, violas, cellos, un contrabajo, dos claves, dos órganos de concierto, una o
dos arpas, tiorbas, cornetas, trompetas y sacabuches (instrumentos que ocupaban
también en el periodo renacentista).
Monteverdi así dejaba a un lado el recitar cantando e iniciaba el interés por
la música instrumental, que se iría desarrollando en sonatas y sinfonías en los
años venideros. Las casas reales de Europa contrataban a compositores para que
escribiesen piezas con las que amenizaban sus fiestas o también situaciones de
importancia, que hasta cierto punto es egocéntrico pero a la vez le da la
oportunidad a la música para su desarrollo. Se habla, quizá, que el compositor de
la corte de Luis XIV, Jean Baptiste Lully es el primer director musical conocido.
Parece que Lully dirigía sus composiciones con la orquesta de cuerda real
llamada; Les vingtquatreviolons du Roy, esa dirección orquestal lo realizaba
golpeando el suelo con un bastón con ornamentaciones y dimensiones
prominentes, esto para escuchar el golpe o acento musical, y así obviamente los
músicos seguían el tiempo o pulso de la música. Se cuenta un hecho real que
Lully, en una de sus interpretaciones como director, se golpeó en un pie, que
posteriormente le causará una gangrena, la cual terminó con su vida personal y
artística tanto como bailarín y músico.
Los primeros directores de orquesta no se colocaban frente a reducidos
grupos de músicos, sino que eran parte del conjunto musical y desde allí percutían
rollos de pergaminos o partituras, también batían palmas o golpeaban el suelo con
grandes bastones. La dirección era acústica, no era más que una referencia
sonora del pulso que debían seguir en tales obras de conjunto u orquestales.
Ya en pleno siglo XVII, en el periodo barroco, fue cuando los compositores
dirigían a los grupos instrumentales sentados al clave o al órgano, marcando
entradas y ordenando, mientras ejecutaban la parte del bajo continuo. Con ello, el
compositor se aseguraba una interpretación fiel a lo que él quería reflejar en sus
composiciones.
En el siglo XVIII, con esta definitiva consolidación de la orquesta clásica y el
desarrollo de formas musicales cada vez más extensas y complejas, como la
sinfonía, se vuelve cada vez más necesaria la figura de un líder que solía ser el
primer violín de la orquesta. Éste, en los conciertos instrumentales y con su arco,
marcaba entradas, cortes, y dirigía los cambios de tiempo. En otro género musical
de la época como la ópera, solía haber dos tipos de directores: desde el teclado se
dirigía a los cantantes y se les acompañaba en los recitativos y el primer violín
dirigía a la orquesta en las secciones instrumentales.
Fue en el siglo XIX cuando las dimensiones de las orquestas sinfónicas y
de las composiciones crecieron de tal manera que se convirtió totalmente
imprescindible que una persona asumiese la responsabilidad de conducir cada
interpretación.
Tomemos el caso de Ludwig Van Beethoven y al ritmo que aumentaba la
complejidad de sus sinfonías, su oído dejaba de escuchar los tonos más bajos.
Beethoven, con obstinación y amargura, se negaba a reconocer su sordera e
insistía en dirigir sin batuta las primeras representaciones de sus obras. Agitaba
las manos enérgicamente, pero los músicos siempre temerosos de tan áspero y
autoritario maestro, apenas entendían aquellos gestos. Su mala memoria y su
carácter distraído lo confundían tanto que, en una representación podía olvidar su
papel de solista y abalanzarse al puesto del director para gritar en acentuar un
forte.
Cuando en 1824 estrenó la Novena dirigida de hecho por el primer violín ya
que estaba totalmente sordo, circuló por la orquesta haciendo aspavientos
ininteligibles y no advirtió el fin de la representación ni los aplausos del público.
Fueron muchos los compositores del XIX que se colocaron delante de la
orquesta para dirigir sus obras: Carl Maria Von Weber, Felix Mendelssohn, Franz
Liszt, Louis Spohr o Johannes Brahms. Además, los compositores-directores
entendieron la dirección de orquesta como una ciencia que debía estudiarse, y
fueron los primeros en teorizar sobre la cuestión: Richard Wagner y Hector Berlioz
escribieron sendos manuales sobre “El arte de la dirección orquestal”. Fue en esta
época cuando, heredando la tradición anterior de dirigir con el arco del violín,
algunos compositores tomaron la batuta para facilitar la visión de todos los
músicos de la orquesta.
Hans von Bülow es considerado como el primer divo de la batuta y también
como el primer director profesional que no fue compositor. Bülow admiraba
fielmente a Wagner y éste le confió el estreno de algunas de sus óperas, como
“Los maestros cantores de Nüremberg”.
Los años finales del XIX fueron las libertades interpretativas para los
maestros: no respetaban las indicaciones de los compositores ni argumentos
interpretativos para hacer suyas las obras del repertorio sinfónico. Se cuenta que
el propio Brahms asistió a uno de los ensayos del genial Arthur Nikisch (1855-
1922) con una de sus obras. Al escucharla, dijo: “¿Realmente he escrito yo eso?”.
Gustav Mahler fue un director despótico que incluso rehacía la partitura, si en la
sala oía un murmullo o un ruido, Mahler se volvía y con su mirada hostil intimidaba
al público indicando que dirigir es un asunto de vida o muerte. Mahler era enemigo
de la rutina y sus caricaturas dibujan un hombre con mil brazos, fue un director
enérgico, neurótico y siempre insatisfecho, el primer director estrella. En la ópera
eliminó las florituras vocales de lucimiento de los cantantes y cerró la sala a
quienes se retrasaban, decisión que levantó quejas hasta del emperador. Por
supuesto, existieron excepciones a estos maestros que se tomaban ciertas
libertades y licencias para retocar las obras de los compositores.
La antítesis de Mahler fue Richard Strauss, quien primero puso límites a
tantos excesos. Gran compositor, interpretó literalmente la música, economizó sus
gestos, "Una mirada apenas perceptible debería bastar" y presumió del compás
minúsculo "Yo sólo sudo en la Sinfonía Do menor de Beethoven, en la Novena, en
la Heróica, el Tristán y el primer acto de la Walkiria en lo demás no pierdo la
compostura y no doy demasiado de mí". Strauss reconocía orgulloso que le
interesaban más sus honorarios que los resultados artísticos y reemplazó el
éxtasis emocional casi histérico de Mahler por la precisión, la claridad y el ritmo.
Las frases ácidas de Strauss lo retratan: "La mano izquierda nada tiene que hacer
en la dirección, su lugar es el bolsillo del chaleco ","No debes sudar cuando
diriges, sólo el público debe entrar en calor". Pese a esta actitud práctica que le
hacía no dudar en mirar su reloj durante un concierto para acelerar el ritmo y así
ser puntual a su partida de cartas, Strauss fue un hito en la dirección orquestal.
Conclusión
Nos dimos cuenta que realmente, en la parte musical–subjetiva es
imposible que dos o más músicos, ya sean compositores o intérpretes tengan la
misma concepción de cada obra musical, es por eso que se necesita de una
madurez musical extraordinaria para poder dirigir o interpretar dicha obra
orquestal.
Así también vimos como la dirección orquestal y también la orquestal como
tal, fue cambiando de acuerdo a las necesidades de los compositores para
expresar sus ideas. Algunos compositores no se conformaban por quedarse con
las reglas que regían en su tiempo, siempre experimentaban sonoridades nuevas,
técnicas nuevas hasta llegar a la perfección musical y recaer en una orquesta con
muchas posibilidades y variedades de texturas, ritmos dentro de la música, tal cual
es que hoy en día no se encuentra algún obstáculo para que el compositor
experimente dentro de ella y plasme sus ideas como lo desee.
De igual forma este breve ensayo nos hace darnos cuenta que si bien, la
figura del director de orquesta como tal es relativamente nueva (al menos tanto
como las orquestas, que en realidad no tienen mas de 180 años de existir) y hasta
comenzado el siglo XX no se le reconocía como una profesión, la necesidad de
dirigir es algo inherente en la música grupal
Bibliografía
Adler S. (2006) El estudio de la orquestación Barcelona: Idea books. Waltershausen. H. W. (1996) El arte de la dirección orquestal México: Uteha. Caseres Rodicio E. (2001) Diccionario de la música vol. VIII
España:Sociedad general de autores y editores. Schoenmber C. H. (1987) Los grandes compositores Argentina: Javier Vergara editor. Brandt. P. (1958) Ver y comprender el arte España: Editorial Labor., S. A.