diez visiones sobre la vejez: del enfoque deficitario …

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DIEZ VISIONES SOBRE LA VEJEZ: DEL ENFOQUE DEFICITARIO Y DE DETERIORO AL ENFOQUE POSITIVO ANTONIO VÍCTOR MARTÍN GARCÍA (*) RESUMEN. El artículo trata de ofrecer una imagen amplia sobre la vejez y el enveje- cimiento en el momento actual, construida a partir de un conjunto de visiones más particulares que van desde los enfoques más tradicionales representados en las visio- nes biológico-conductual y funcionalista, que ofrecen una imagen negativa sobre esta etapa, hasta visiones más actuales como las que ofrecen la Perspectiva del Desa- rrollo del Ciclo Vital, la visión historicista o la denominada Gerontología Crítica, que proyectan nuevos modos de entender y conceptuar la vejez, y que abren también nuevas perspectivas de análisis y de intervención educativa para este grupo de edad. De manera más específica, se analiza la imagen de la vejez como deterioro, como de- pendencia y ruptura social, como tiempo productivo y de oportunidad o como emancipación e hibridación cultural. INTRODUCCIÓN: NECESIDAD DE UN PLANTEAMIENTO INTEGRAL Y MULTIDIMENSIONAL EN EL ESTUDIO DEL ENVEJECIMIENTO El objetivo en este trabajo es ofrecer el re- sultado del análisis de diferentes modos de conceptualizar la vejez y que presentamos en forma de visiones de las cuales se deri- van particulares modos también de apro- ximación e intervención educativa en este tramo de edad. El propósito fijado no es sencillo porque, desde nuestro punto de vista, resulta cada vez más claro que el es- tudio del envejecimiento humano está acaparando la atención de diversas pers- pectivas teóricas y disciplinares, algunas de las cuales se complementan y comuni- can, pero otras resultan contrarias y hasta contradictorias entre sí, lo que acaba ge- nerando una evidente confusión. Por ello creemos necesario estudiar algunas de las contribuciones que, procedentes de ámbi- tos disciplinares dispares, mayor relevan- cia están teniendo en el proceso de defini- ción actual del envejecimiento y de la vejez. En concreto, nos referimos a las aportaciones realizadas en las últimas dé- cadas desde la biomedicina, la psicología o la sociología. Una primera aproximación al tema permite apreciar en el seno de la gerontología, dentro de un marco de ge- neral convivencia multiparadigmática ca- racterístico del conjunto de las Ciencias (*) Universidad de Salamanca. Revista de Educación, núm. 323 (2000), pp. 161-182 161 Fecha de entrada: 14-12-1999 Fecha de aceptación: 31-8-2000

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DIEZ VISIONES SOBRE LA VEJEZ: DEL ENFOQUE DEFICITARIO YDE DETERIORO AL ENFOQUE POSITIVO

ANTONIO VÍCTOR MARTÍN GARCÍA (*)

RESUMEN. El artículo trata de ofrecer una imagen amplia sobre la vejez y el enveje-cimiento en el momento actual, construida a partir de un conjunto de visiones másparticulares que van desde los enfoques más tradicionales representados en las visio-nes biológico-conductual y funcionalista, que ofrecen una imagen negativa sobreesta etapa, hasta visiones más actuales como las que ofrecen la Perspectiva del Desa-rrollo del Ciclo Vital, la visión historicista o la denominada Gerontología Crítica,que proyectan nuevos modos de entender y conceptuar la vejez, y que abren tambiénnuevas perspectivas de análisis y de intervención educativa para este grupo de edad.De manera más específica, se analiza la imagen de la vejez como deterioro, como de-pendencia y ruptura social, como tiempo productivo y de oportunidad o comoemancipación e hibridación cultural.

INTRODUCCIÓN: NECESIDAD DEUN PLANTEAMIENTO INTEGRAL YMULTIDIMENSIONAL EN ELESTUDIO DEL ENVEJECIMIENTO

El objetivo en este trabajo es ofrecer el re-sultado del análisis de diferentes modos deconceptualizar la vejez y que presentamosen forma de visiones de las cuales se deri-van particulares modos también de apro-ximación e intervención educativa en estetramo de edad. El propósito fijado no essencillo porque, desde nuestro punto devista, resulta cada vez más claro que el es-tudio del envejecimiento humano estáacaparando la atención de diversas pers-pectivas teóricas y disciplinares, algunas

de las cuales se complementan y comuni-can, pero otras resultan contrarias y hastacontradictorias entre sí, lo que acaba ge-nerando una evidente confusión. Por ellocreemos necesario estudiar algunas de lascontribuciones que, procedentes de ámbi-tos disciplinares dispares, mayor relevan-cia están teniendo en el proceso de defini-ción actual del envejecimiento y de lavejez. En concreto, nos referimos a lasaportaciones realizadas en las últimas dé-cadas desde la biomedicina, la psicología ola sociología. Una primera aproximaciónal tema permite apreciar en el seno de lagerontología, dentro de un marco de ge-neral convivencia multiparadigmática ca-racterístico del conjunto de las Ciencias

(*) Universidad de Salamanca.

Revista de Educación, núm. 323 (2000), pp. 161-182

161Fecha de entrada: 14-12-1999

Fecha de aceptación: 31-8-2000

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Sociales y Humanas, evidentes signos depluralidad, indeterminación y cambioque se traduce en diferentes modos de en-tender y acercarse al envejecimiento. Eneste caso particular, unas visiones tratande imponerse a otras, con la complejidadañadida de que hablamos de una realidad,la del envejecimiento, multidisciplinar ynecesariamente interdisciplinar, dadas lafuerte interrelación existente entre las di-mensiones biológica, psicológica y socialen los procesos que explican el envejecerde los individuos.

Precisamente, y en última instancia,en este artículo nos proponemos dife-renciar la visión tradicional dominantesobre la vejez, basada en los plantea-mientos del modelo del déficit y del de-terioro, de la visión más actual que res-ponde a lo que damos en llamar comoenfoque positivo sobre el envejecimiento.Pretendemos en suma analizar con cier-to detalle la evolución teórica y aplicadaque en las últimas décadas se ha seguidoen el estudio de la vejez y, de maneraparticular, sus consecuencias para laconceptualización de la educación enesta etapa de la vida.

DEL ENFOQUE DE LOS DÉFICITS ALENFOQUE POSITIVO

Sin ninguna duda, el patrón de conoci-miento tradicional sobre la vejez, la ima-gen social históricamente dominante so-bre los ancianos podría resumirse en tres«visiones» o modos de conceptualizarla:«la vejez como deterioro», la «vejez comoruptura» y la «vejez como carga social».Aunque las describimos de forma separa-da, las tres están íntimamente relaciona-das y conducen a un mismo punto: el én-fasis en los efectos más negativos delenvejecimiento que tiene como resultadola marginación y la segregación social deeste sector de edad.

VISIÓN 1: LA VEJEZ COMO DETERIORO

En cierta ocasión dijo Unamuno quetodos los seres humanos (‹sentimos un an-sia de no morir», (‹un hambre de inmortali-dad», «un anhelo de eternidad». Desdesiempre, el ideal de la humanidad ha sidola búsqueda de la inmortalidad, impedirel envejecimiento, derrotar a la muerte.Tal vez sea por esta obsesión del ser huma-no por la muerte que durante muchotiempo ha prevalecido una visión sobre elúltimo tramo de la vida que la ha identifi-cado con el deterioro y el declive físico. Esevidente que cuando envejecemos se pro-ducen una serie de cambios fisiológicosindiscutibles: el diámetro de los vasos san-guíneos se estrecha las paredes de las arte-rias se endurecen y pierden elasticidad, lapresión sistólica aumenta en un 20-25%.Aproximadamente a partir de los 50 ariosse produce un declive en la secreción de lahormona del crecimiento, lo que hace quelos músculos se encojan y la grasa aumen-te (glándula pituitaria e hipotálamo). Lamasa múscular disminuye (bien es verdadque en parte por falta de ejercicio). El ren-dimiento cardiovascular es menor. Loshuesos empiezan a debilitarse (después delos 40) por efecto de la osteoporosis (espe-cialmente en las mujeres que sufren unamayor degeneración ósea). El timo em-pieza a encogerse, por lo que la respuestainmune va disminuyendo poco a poco.También se ve afectada la secreción de de-terminadas glándulas adrenales como laDHE (dihidroxiepiandrosterona), algu-nas de las cuales se encargan de ralentizarel cáncer y estimular la inmunidad y laproducción de cortisol, que es la hormonadel estrés, aumenta (sobre todo a partir los70). Se producen también otros cambiosfísicos que son aún más visibles y que afec-tan por ejemplo a la caída o encaneci-miento del pelo, la disminución de la agu-deza visual y auditiva o la pérdida deolfato, la deformación de la cara y la apari-ción de arrugas...

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Es justamente sobre este tipo de cam-bios sobre los que se ha ido construyendo,prácticamente a lo largo de la historia de lahumanidad, una imagen de las personasmayores notablemente determinada porestos y otros estragos físicos y biológicosque acompañan al paso de los años. Desdeprincipios de siglo, el principal marcocientífico que ha sustentado esta visión hasido el derivado de la orientación Biológi-co-Conductual, que acomodó la investi-gación adulta y gerontológica al estudiode distintas y amplias disminuciones ypérdidas físicas (problemas respiratorios,cardiovasculares, déficits sensoriomoto-res, pérdida de agudeza visual o auditi-va...) y psíquicas que acontecen durante lamadurez y la vejez (déficits en procesoscognitivos como la memoria, la atención,la percepción). Desde este planteamientoparecía lógico que la edad cronológica fue-ra considerada como la unidad de análisisfundamental, relacionándola con la gene-ralización universal de dichos déficits y enúltima instancia, como el factor explicati-vo de determinados comportamientos delas personas de edad avanzada, entre ellos,la inhibición en la interacción personal, elcompromiso y la participación social ocultural.

La base teórica de esta visión no fuesino una simple proyección del marco deanálisis derivado de las ciencias naturales:la búsqueda de un mundo real, exterior eindependiente de los individuos, el carác-ter «objetivo» y «externo» del conocimien-to; el propósito de la investigación por ela-borar una teoría como explicacióngeneralizada del mundo, capaz de «uni-versalizar» y «homogeneizar» cualquiertipo de hechos... La aplicación de algunosde estos presupuestos llevó a la teoría y alestudio del envejecimiento a desarrollar yreforzar el modelo deficitario o de declive so-bre la vejez, al amparo del paradigma demaduración.

A partir de ahí, se ha ido reforzandoesta visión, genuinamente conductista,

centrando el análisis especialmente en losefectos más visibles, las patologías y los«síntomas» propios del envejecimiento yha tenido como objetivo la universaliza-ción de los deterioros que acontecen conel paso del tiempo, confundiendo y entre-mezclando de un modo notable, los decli-ves (envejecimiento normal) con los dete-rioros (envejecimiento patológico). Estaperspectiva es la que algunos autores,como Carrol Estes, han llamado «biome-

calización de la gerontología», es decir, latendencia a mantener un interés y una vi-sión médica y biológica en el estudio delenvejecimiento y que ha tenido como co-rolario social el rechazo y la marginaciónde la vejez por lo que significa: enferme-dad, fealdad y muerte.

La actitud más inmediata y simpleque sustenta esa marginación es la nega-ción de la vejez y el rechazo, que cierta-mente y más o menos encubierto, ha esta-do presente en todas las culturas y tiemposhistóricos. Como señala José M a. FericglaU992, p. 49) la respuesta a esta visiónpone de relieve «una de las contradiccio-nes más características de la sociedadesmodernas: el mantener sanos y vivos a losviejos permitiendo que tengan acceso a loscentros médicos y a los servicios asisten-ciales, al tiempo que se les tiene en un es-tado de marginación propia de colectivosano micos».

VISIÓN 2: LA VEJEZ COMO RUPTURA

Muy próxima y de modo paralelo a la vi-sión de la vejez como deterioro, durantemucho tiempo ha estado vigente (lo estáaún hoy) una visión que conceptualiza lavejez en tanto que ruptura social. Podríadecirse que la base teórica de esta visiónprocede de dos de las teorías con mayorarraigo en el campo de la Gerontología yque presentan innegables implicacionespara la teoría y la práctica educativa en lavejez. Nos referimos a las Teorías del Rol y

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de la Desvinculación social. En ambos ca-sos se ha considerado el envejecimientocomo una forma de distanciamiento so-cial y como un proceso de pérdida progre-siva de funciones y papeles sociales. He-mos analizado ambas teorías en otrosespacios, merece la pena siquiera señalar elnúcleo teórico que las sintetiza.

En primer lugar, la utilización de laTeoría del Rol en gerontología apunta laidea que la perdida y el cambio de algunosroles a lo largo del ciclo vital puede aca-rrear importantes desajustes personales ysociales en individuos de edad avanzada.En especial, el abandono del rol de traba-jador supone, de un lado, la pérdida de los«beneficios» asociados al desempeño pro-fesional (contacto personal con compañe-ros y colegas, estimulación física y mental,estructuración temporal y espacial, expec-tativas de futuro, mayores ingresos econó-micos...) y por otro, implica asumir susefectos más negativos (principalmente lainternalización de las normas y expectati-vas vinculadas al rol de jubilado o pensio-nista). Se entiende en consecuencia queesta situación puede conducir a un proce-so de desestructuración vital, consistenteen la pérdida de las señas de identidad so-cial y personal. En definitiva, se consideraque la carencia del desempeño de deter-minados roles (en especial los relaciona-dos con el mundo laboral) tiene un efectonegativo sobre la totalidad de la vida delos jubilados y dificultan su adaptación vi-tal, y termina por ejercer unos efectos ne-gativos inmediatos que hacen disminuirlos niveles de autonomía personal y depertenencia social y aumentan los de de-pendencia familiar y social, llegando in-cluso al desarrollo de sentimientos de in-satisfacción personal, de ansiedad odepresión.

Por su parte, la denominada Teoría dela Desvinculación (Cumming y Henry,1961) explica un doble proceso de carác-ter individual y social que converge sobreel mismo punto: el distanciamiento gra-

dual y progresivo de los viejos de otrossectores de población de menor edad. Porun lado, el individuo mayor paulatina-mente va orientando su conducta y suspreocupaciones más íntimas hacia sus in-tereses particulares, en un proceso de in-trospección que le hace sentirse menosobligado con los sistemas sociales y fami-liares a los que pertenece, siguiendo todoun proceso de interioriz,ación que en oca-siones se expresa en forma de una mayorespiritualidad, mayor interés religioso oincluso en forma de egocentrismo. Almismo tiempo y de manera complemen-taria, la sociedad no sólo acepta este pro-ceso como normal y natural, sino que dis-pone los elementos ambientales einstitucionales necesarios para apoyarlo,con objeto de que los viejos no obstaculi-cen el normal desarrollo económico y so-cial. El principal mecanismo institucionalque legitima a los individuos para romperlazos y ataduras y abandonar el desempe-ño de molestos roles sociales es, precisa-mente, la jubilación laboral.

En consecuencia, la vejez como rup-tura social significa básicamente asumir lavisión de los viejos en tanto que seres fal-tos de función social y la vejez como unaetapa de preparación y antesala de lamuerte.

VISIÓN 3: LA VEJEZ COMO DEPENDENCIAESTRUCTURADA O CARGA SOCIAL

La tercera de las «visiones» de las que nosocupamos recoge algunos de los plantea-mientos de las anteriores: se trata de unaconcepción en la que, en el más puro esti-lo funcionalista, se percibe la vejez comoun período de pérdidas y ensimismamien-to personal progresivo, y a los jubilados yviejos como una categoría social inferior,constituida por individuos improductivosy poco comprometidos con el desarrollode la comunidad, con dificultades deadaptación a los rápidos cambios y a la

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evolución social, y que supone por tantouna carga para el conjunto de la sociedad.Esta visión presenta a los jubilados con se-rios problemas económicos y de adapta-ción y, en consecuencia, con importantesíndices de dependencia hacia los demás (fa-milia, servicios de asistencia pública, pen-siones...), dependencia que es aún másacusada en la cuarta edad, en la llamadapor algunos como ancianidad profinda.

Este tipo de dependencia tiene comoorigen varias causas. En primer lugar, algu-nos factores como la anticipación de la ju-bilación (por efecto de los nuevos sistemasde producción), la prolongación de la ju-ventud y la adultez hasta edades bien avan-zadas, junto con unas mejores condicionesde vida, de alimentación y cuidados, haceque la gente llegue a la vejez en mayor nú-mero y en mejores condiciones que las degeneraciones pasadas. Al aumentar el nú-mero de sujetos que forman parte de ungrupo determinado de edad, lógicamenteaumenta el número y la complejidad de to-dos los problemas asociados al mismo. Ensegundo lugar, el desarrollo industrial y laconcentración urbana de la mayor parte dela población, en términos absolutos, ha ge-nerado, desde hace ya bastantes decenios,formas de residencia y formas de vida en lasque los ancianos quedan marginados. Estehecho se aprecia muy especialmente en lascondiciones de las viviendas unifamiliaresque, cada vez menos, permiten la presenciafísica de los abuelos en las mismas. De estetipo de situaciones se deriva muchas vecesque la convivencia del abuelo con la familia(hijos, sobrinos...) sea asumida únicamenteporque no existen posibilidades materialesde intentar otras alternativas, y el ancianoes aceptado como una carga, máximecuando las necesidades económicas de lasociedad actual obligan prácticamente a to-dos los adultos a dedicarse a actividades deformación o laborales, y no queda nadie enla familia que pueda cuidar a los mayores.

La respuesta social a esa situación decarga social que representa este colectivo

es el desarrollo de políticas de atención co-munitaria que crean lo que Townsend(1981) llama un «sistema social de depen-dencia estructurada», en el que los viejosasumen el papel de «receptores agradeci-dos y pasivos».

Esta visión sobre la vejez y los viejos,de carácter marcadamente funcionalista,está siendo cada vez más contestada, espe-cialmente en el marco de la llamada ge-rontología crítica. Autores como Estes(1991); Townsend (1981); Walker(1981); McMulin (1996) entienden queen el fondo todo este tipo de razonamien-tos no son sino un arma ideológica pormedio de la cual se justifican determina-dos argumentos sobre el carácter cada vezmás problemático de los viejos, lo que llevaa promover acciones para tratar de limitarla «carga social» que suponen dado su ca-rácter funcionalmente improductivo y«no comprometido» con el desarrollo dela sociedad. Es decir, se critica la insisten-cia funcionalista en destacar el proceso dedesvinculación social y los problemas deadaptación personal del adulto de edadavanzada a los cambios sociales. En últimainstancia, la crítica a la visión de la vejezcomo carga social (familiar, sanitaria, eco-nómica) lo que está negando es que ese fe-nómeno de dependencia sea fruto de lapérdida de funciones, por mor del retirolaboral activo, o por el deterioro físico ymental asociado al aumento de la edad,sino que está relacionados con la estructu-ra social en su conjunto.

De manera más concreta, por ejem-plo Townsend (1981) mantiene que elorigen de esa dependencia no está en el in-dividuo como intencionadamente quierehacerse creer, sino que la «dependencia es-tructurada» de los mayores es un productofundamentalmente de origen social, crea-do por la sociedad y en menor medida,consecuencia de los deterioros y deficien-cias individuales propias de la vejez. ParaTownsend (1981) el origen de esta «de-pendencia estructurada» en la vejez está en

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la estructura y organización de la produc-ción económica y procede de cuatro fuen-tes principales que se sitúan en:

• Los efectos de la política de jubila-ción practicada en la mayor partede los países occidentales (en espe-cial la que afecta a los trabajadoresde mediana edad).

• Una situación generalizada de po-breza y de falta de recursos econó-micos en la que un importante nú-mero de ancianos se encuentran entodo el mundo.

• Los efectos negativos de la institu-cionalización en la vejez (la crea-ción de centros especiales y especí-ficos para los viejos: asilos y clubes,residencias de ancianos, vacacio-nes, universidades o aulas de terce-ra edad...).

• La tendencia de la política deatención comunitaria a crear loque en palabras de Townsend(1991) llama «receptores agrade-cidos y pasivos» gracias al desarro-llo de políticas de corte meramen-te asistenciales y «asistencialistas»:política de pensiones, asistenciadomiciliaria, teleasistencia, etc.

En la misma línea, Walker (1980,1981) llama la atención sobre la construc-ción social de la dependencia de los ancia-nos, la relación estructural entre los dis-tintos grupos de edad y el impacto de ladivisión del trabajo y del mercado laboralen los jubilados, defendiendo una «econo-mía política de la ancianidad». Para Wal-ker, la principal conclusión que se extraede todo esto es que los efectos de una posi-ción poco sólida en el mercado de trabajoantes de la jubilación supone una limita-ción del acceso a «un amplio conjunto derecursos» y se traduce en «la imposición deuna categoría social deprimida» en la vejez(Walker, 1981, p. 88). Estes y Binney(1989, 1991) de modo semejante recla-

man un nuevo enfoque en la política eco-nómica dirigida en especial a las mujeresmayores, que evite la situación de condi-cionamiento a la que se ven sujetas por lasrelaciones creadas por la producción eco-nómica, en especial el carácter marcadopor el género en la división del trabajo(Estes, 1991, p. 21).

En suma, para estos autores, el factordeterminante de la calidad de vida en lavejez es fruto de la influencia del mercadode trabajo adulto antes del momento de lajubilación y sus efectos posteriores comoseñala Walker (1981, pp. 74-85) ((la po-breza en la vejez es, ante todo, una funciónde la baja categoría económica y socia/ante-rior o previa a la jubilación».

En resumidas cuentas, parece bastanteclaro que el modelo deficitario o de declive,construido sobre los pilares señalados, ha te-nido como resultado el desarrollo de unconjunto de prácticas y modos de entenderla educación en la que aparecían privilegia-dos los niños y la relación educativa estricta-mente escolar, quedando así marginados losadultos, y muy particularmente los viejos,cercenando incluso los recursos necesariospara su estudio e inhibiendo una práctica deintervención especializada y profesionaliza-da. Resulta evidente que el resultado de es-tos presupuestos ha sido entender el papelde la educación en la vejez, en el mejor delos casos, en tanto que entretenimiento,como una forma de ocupar el abundantetiempo ocioso y vacío que caracteriza a estegrupo de población, sin mayores pretensio-nes sociales.

HACIA UN NUEVO ENFOQUEPOSITIVO SOBRE LA VEJEZ

VISIÓN 4: LA VEJEZ COMO CAMBIO Y COMO

CONTINUIDAD

Una de las grandes controversias en elestudio del desarrollo humano ha sido y

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sigue siendo hoy la discusión sobre si estedesarrollo, en su paso por la edad adultapermanece estable o sufre cambios simila-res a los que tienen lugar en otras edades,como en la infancia, la juventud o la vejez.El debate se ha planteado en términos deestabilidad versus cambio en la edad adultay tiene importantes consecuencias a lahora de analizar la vejez.

La visión estática sobre el desarrolloadulto encontraría su máxima concreciónen la expresión freudiana de que el niñoes psicológicamente el padre del adulto.Como señala Juan Antonio Cabezas (1989)la edad adulta es la más larga ya la vez la másdesconocida de la vida. Se trata de una etapacompleja en la que los cambios no son tanperceptibles como en las anteriores, y a laque se ha visto como una época plana, esta-ble, sin apenas cambios psicológicos. Ensíntesis, la idea que se ha defendido desdeaquí es que, cerrado el ciclo de la madura-ción biológica, la estructura básica de la per-sonalidad de un individuo permanece bas-tante estable a lo largo de amplios períodosde tiempo. Esta estabilidad es especialmenteacusada durante la adultez, y sólo la entradaen la vejez, aproximadamente a partir de lossesenta y cinco arios marca el comienzo decambios progresivos importantes. Efectiva-mente, algunos estudios empíricos han apo-yado esta idea. En particular, en el terrenode la personalidad, estudios clásicos comolos de Costa y McCrae (1989) no encontra-ron evidencias de las famosas «crisis demediados de la vida» en sus estudios realiza-dos con hombres'. De igual modo, autorescomo Labouvie-Vief y Chandler (1974,1978, 1980a, 1980b) o Schaie (1979) tam-poco encontraron cambios significativosde declive cognitivo en los individuos has-ta bien avanzada la década de los sesentaaños.

A los argumentos anteriores se añadeel hecho de que las aspiraciones personalesy los roles sociales (paternidad, empleo,ciudadanía...) se encuentran relativamen-te estabilizadas en las sociedades económi-camente avanzadas, con lo que son fácil-mente predecibles los principales eventosy preocupaciones de los más importanteperíodos de la vida de las personas (Hu-berman, 1974, p. 121), y en especial en laadultez. Sin embargo, esto no quiere decirque algunas personas puedan tener másprobabilidades que otras para experimen-tar cambios considerables en sus vidas enfunción de patrones distintivos de su per-sonalidad y, más aún, en función del pe-ríodo histórico vivido, en el que se reflejanaspectos como son el tipo de nutrición, demedicación y los cuidados sanitarios, lasinfluencias y procesos de enculturación,determinados mediadores socioculturales,etcétera.

La defensa de la existencia de una re-lativa estabilidad y continuidad en el desa-rrollo adulto contrasta con la visión quedefiende cambios importantes duranteeste período, en línea con los modelos deldesarrollo por estadios de autores comoErikson (1968, 1982) Bühler (1968),Huberman (1974), Levinson (1978), etc.Para estos modelos, se entiende que losadultos no sólo son mucho más complejosque los niños, sino que además, están másdiferenciados y son menos dependientesde las influencias inmediatas del ambien-te. Cabe pensar, desde esta posición, quela capacidad de emocionarse, las ilusionesy los proyectos vitales de cada persona va-rían de unas edades a otras y, por supues-to, de unos individuos a otros. Por eso esposible encontrar fases, etapas o estadiosde estancamiento, y otras de cambios, al-ternadas en un movimiento dialéctico en

(1) De hecho, COSTA y MCCRAE (1989, p. 67), en línea con la idea de la continuidad, concluyen en sustrabajos que la teoría del desarrollo debería centrarse menos sobre los cambios de esta etapa y más sobre los ras-gos o características que permanecen estables durante la adultez.

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donde se conjugan momentos de progre-so con los de retroceso personal. En elfondo, se entiende que los procesos yprincipios del cambio psicológico huma-no pueden tener un carácter universal,aunque las particularidades de cada indi-viduo a los que se aplica sean únicas, y porlo tanto cualquier generalización resulteinexacta. De este modo, se defiende desdeaquí que el desarrollo es plural al comien-zo en diferentes puntos, y sigue diferentescursos dependiendo de determinados fac-tores diferenciales.

Ambas posturas encuentran apoyosteóricos y empíricos y se traducen en im-plicaciones de notable interés en la con-ceptualización de la vejez. Para unos,mantener la idea que durante la edadadulta apenas si se producen cambios im-portantes en la personalidad de los indivi-duos implica, de alguna manera, adjudi-car a la etapa de vejez la «responsabilidad»de los cambios (generalmente poco positi-vos) que acontecen como consecuencia delos procesos de envejecimiento, contribu-yendo así a negativizar esa fase de la vida.Para otros, es justamente lo contrario:aceptar el modelo de estabilidad durantela edad adulta implica asumir tambiénque aunque se acepte que a partir de losprimeros años de la vej ez se produce unprogresivo declive en el funcionamientofísico y cognitivo, las características de lapersonalidad no varían de modo significa-tivo, por lo que un individuo puede serpsicológicamente el mismo en la adultezque en la vejez, de modo que ciertos este-reotipos que achacan a los viejos rasgosdepresivos, rígidos, esquivos, retraídos oextravagantes no tendrían fundamentoempírico (Costa y McCrae,1989, p. 67).

Kimmel (1990) apunta que, sin em-bargo, las contradicciones entre los mode-los de estabilidad sobre el desarrollo adultoy los modelos basados en etapas pueden sermenos significativas de lo que parece. Seentiende que existen aspectos como laemocionalidad, la ilusión y los proyectos

vitales que pueden ser diferentes en edadesdiferentes. Pero las características impor-tantes de los individuos permanecen relati-vamente estables a lo largo de la vida. Esdecir, la gente puede tener algunos cam-bios importantes, pero normalmente nocambian tanto como para convertirse enpersonas distintas a como eran antes.

Esta es precisamente una de las tesisbásicas de la perspectiva de la teoría del ci-clo vital que considera el proceso de enve-jecimiento como un proceso dual de cam-bio y continuidad a lo largo de la vida, enel que se conjugan los factores internos(de tipo biológico y psicológico) con losfactores externos (de tipo social y cultu-ral). Se llega así a una línea de trabajo que,hoy por hoy, mayor aceptación tiene, alcontemplar el envejecimiento de unmodo más completo y también más com-plejo, valorando el efecto del cambio so-ciocultural sobre el cambio personal, demanera que éste no es sólo asunto de lamaduración biopsicológica. Existe porello un importante consenso en la comu-nidad científica en considerar que ha sidola perspectiva de la psicología del Desarrollodel Ciclo Vital una de las corrientes cientí-ficas que más ha ayudado a equilibrar eldebate precedente y a modificar el estadode opinión dominante en el estudio sobrelas etapas de la madurez y la vejez. Frutode las aportaciones de esta perspectiva sonhoy algunas ideas básicas y de gran trasce-dencia para la teoría y especialmente la in-vestigación gerontológica:

• En primer lugar, la edad cronológi-ca deja de ser la unidad de análisisevolutiva prioritaria y fundamen-tal, sustituyéndose por la conside-ración conjunta de todos aquellosfactores biográficos individuales (lahistoria de eventos o sucesos no-tables en la vida de cualquier per-sona), conjugados con eventosnormativos históricos que afectana determinadas generaciones o

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cohortes de población. Dicho deotro modo, la edad cronológicacede protagonismo en favor de laconsideración de la noción deno-minada «carreras» tanto «normati-vas» como «no normativas». ParaMaddox y Wiley (1976) se justifi-caba de este modo el intento de es-tudiar los procesos madurativosbásicos a través de todo el ciclo vi-tal con una necesaria interrelaciónentre los aspectos sociales y los in-dividuales o psicológicos

• En segundo lugar, el énfasis que seconcede a los efectos generaciona-les y los «efectos cohorte» que, jun-to a los señalados eventos no nor-mativos, individuales, ofrecen unaimagen más precisa del por qué delas diferencias en los niveles de eje-cución entre individuos jóvenes ymayores (uno de los soportes delmodelo deficitario).

• Por último, un declarado apoyo ala tesis que mantiene la importan-cia de los antecedentes motivacio-nales y educativos sobre el aprendi-zaje de ciertas habilidad-es, losniveles de ejecución ante determi-nadas tareas, y en general sobre elcrecimiento y el desarrollo perso-nal. En apoyo a esta idea se señalala evidencia encontrada en el im-pacto de variables no cognitivas,motivacionales y situacionales, ta-les como por ejemplo la fatiga(Furry y Baltes, 1973); la ansiedadante la tarea; el enfrentarse a situa-ciones educativas novedosas; etc., yque explicaban las diferencias de-tectadas en muestras de sujetos conedades diferentes en el logro deciertas ejecuciones y en la capaci-dad para responder con éxito a al-gunas pruebas y tests.

En síntesis, puede decirse que la pers-pectiva del desarrollo del Ciclo Vital ha

ayudado a una mejor redefinición del es-tudio sobre el desarrollo, asentandodefinitivamente la idea que los cambios enla edad adulta yen la vejez no se reducen aun proceso inverso del crecimiento du-rante la infancia y la adolescencia, ni tansolo como un progresivo deterioro, sinoque también en estas etapas se producencambios y desarrollos específicos. De estemodo, queda clara para la práctica educa-tiva la necesidad de potenciar, remediar ocompensar el potencial cognitivo de laspersonas de edad, mediante programas es-pecíficos y, muy especialmente, mediantela modificación de las condiciones con-textuales que impiden o inhiben ese po-tencial.

De ahí que esta visión trate de promo-ver la idea de que si se acepta que la socie-dad está en permanente cambio tambiénlo están los patrones sociales de envejeci-miento. La gente de hoy, de cualquieredad, es muy diferente a la de hace 50años y serán muy diferentes a las de dentrode otros 50. Es muy difícil percibir en elpresente los límites de ese cambio, pero síse sabe que adecuadas intervenciones polí-ticas y socioculturales pueden ampliar lasposibilidades de vida en la vejez y ayudar amejorar la adaptación a la misma.

VISIÓN 5: LA VEJEZ COMO PRODUCTOCULTURAL E HISTÓRICO

Antes del siglo xix las actitudes de la ma-yor parte de la gente hacia el envejeci-miento estaban basadas en las creenciasreligiosas dominantes. La gente aceptabael envejecimiento y la muerte como unaparte del orden cósmico o eterno de lavida, como los misterios que no puedenser explicados, en cualquier caso, influi-dos por la mentalidad colectiva del mo-mento. Por ello, algunos autores (Cole,1993) entienden que no es posible reali-zar una interpretación adecuada sobre elenvejecimiento o sobre la vejez en un

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momento dado si ésta no es fruto de unanálisis histórico.

Los defensores de la visión de la vejezcomo proyecto histórico se oponen tantoa las teorías de la desvinculación y del rolcomo a la hipótesis de la dependencia es-tructurada que comentábamos más atrás.El argumento principal que utilizan esque la situación de marginación, de exclu-sión social de los ancianos obedece a cau-sas inherentes al propio desarrollo de lassociedades contemporáneas. Se trata de loque algunos autores como Peter Laslett(1987, 1989), desde el punto de vista de laSociología histórica, denomina «conse-cuencias no buscadas» del envejecimien-to. En nuestro contexto presente esas con-secuencias no deseadas, ni planificadas,son fruto de problemas sociales más am-plios como por ejemplo la explosión de-mográgica y el progresivo envejecimientode la población (debido básicamente alcambio histórico actual que ha provocadotasas muy bajas de fertilidad, de mortali-dad y una creciente mejora y elevación dela expectativa y esperanza de vida).

De este modo, entender la vejezcomo producto histórico, es considerarque los problemas relacionados con elenvejecimiento no son de origen indivi-dual, sino que tienen que ver con loscambios sociales y culturales de una socie-dad en constante movimiento y evolu-ción y que afectan a la permanente modi-ficación de los niveles de oportunidadesque los mayores tienen en el seno de lamisma. A pesar de ello, y aunque es ciertoque las imágenes y referentes mentales y

los estereotipos sociales sobre la vejezmantienen hoy la misma consideraciónambivalente, de respeto y burla hacia losviejos que la existente a lo largo de prácti-camente toda la historia de la humani-dad, sin embargo, para allunos nuncacomo hasta ahora la valoración social so-bre la vejez ha sido tan negativa. ¿Por quéha sido esto así? Los sociólogos y antro-pólogos tratan de explicar este hechoapuntando algunos datos en los que secompara la sociedad actual con la tradi-cional (en realidad, la sociedad de hacetan sólo unas décadas) 2 . La tesis básica esque la sociedad actual presenta proble-mas nuevos en relación con los mayores,fundamentalmente en orden a dos tiposde fenómenos: por un lado, la acelera-ción del cambio social y tecnológico, quepor ejemplo, convierte en obsoletos losconocimientos en períodos muy brevesde tiempo y donde apenas da tiempopara el relevo generacional. Y por otro, elaumento demográfico espectacular delnúmero de ancianos, tanto en términosabsolutos como relativos, de manera quela proporción de personas mayores sobreel total de la población mundial alcanzahoy en día niveles muy superiores a los decualquier otra época de nuestra historia3.Este envejecimiento demográfico tieneunas repercusiones muy claras en el pla-no económico y en el de la atención pú-blica y asistencial. Sin embargo puede te-ner otras implicaciones que ahora sólo seintuyen como por ejemplo la configu-ración de toda esta masa social como gru-po de presión y como fuerza política (se

(2) Puede verse al respecto V. ALBA: Historia socia/de la vejez. Barcelona, Laertes, 1992; M. SAGRERA:

El edadismo. Contra jóvenes y viejos. La discriminación universal. Madrid, Editorial Fundamentos, 1992;J. M. FERWGIA: Envejecer. Una antropología de/a ancianidad. Barcelona, Antrophos, 1992; VV.AA.: Envejecer enEspaña. Manual estadístico sobre el envejecimiento de la población. Madrid, Fundación Caja Madrid, 1996; etc.

(3) Según un Informe de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1992, cada mes, un millón depersonas cruzan el umbral de los 65 años. De ellos, el 80% vive en los países desarrollados (más aún, hoy día,uno de cada tres europeos tiene más de 50 años. Para el año 2020 se prevé que el 25% de los europeos mayoressuperará la cuarta parte de la población total).

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trata de lo que algunos comienzan a de-nominar como el poder gris), o el desarro-llo de determinados conflictos inter-ge-neracionales.

Este protagonismo que muchos aveci-nan de la «tercera edad» en los próximosaños como consecuencia de los factorescomentados introduce, en nuestra opi-nión, un aspecto nuclear para el desarrolloconceptual de la educación en la vejez.Esto es, la necesidad de desarrollar unnuevo estatuto social para los ancianos. Dequé modo y con qué contenidos son cues-tiones de difícil concreción aún. Algunosautores han avanzado ya algunas ideas alrespecto. Por ejemplo, Peter Laslett(1989, p. 4) plantea un nuevo modo deconceptualizar el curso vital en el que pue-dan distinguirse cuatro niveles o tramosde edad:

a) Una época de dependencia, socia-lización, inmadurez y educación.

b) Una edad de independencia, ma-durez y responsabilidad, comodice él «de ganar y ahorrar».

c) Una época de realización perso-nal; y finalmente:

d) Una época de dependencia final,decrepitud y muerte.

La «auténtica novedad» de este plan-teamiento (compartido también por au-tores como Young y Schuller, 1991), y loque implica en el fondo, es la considera-ción de la tercera edad como la del apogeode la vida, como el momento para la plenarealización personal y el desarrollo de lacreatividad, «liberado de las limitacionesde la «segunda edad» y no aquejado toda-vía por las sombras de la «cuarta». Resultaevidente que este planteamiento, perfec-tamente englobado dentro del marco quevenimos denominando como «enfoquepositivo» sobre la vejez permite un intere-

sante modo de enfrentar y concebir la ve-jez; sin embargo, para ello, es preciso quese produzcan varias cosas. Por un lado,una radical modificación de actitudes ha-cia la esta etapa sobre la base del desarrollode conceptos como los de creatividad, ac-tivación física y mental, crecimiento per-sonal, etc. Por otro, y por encima de todo,el desarrollo de posibilidades reales deelección, por medio de la modificación ycreación de nuevas instituciones, sobretodo en los ámbitos de la educación y elempleo.

VISIÓN 6: LA VEJEZ COMO OPORTUNIDAD

En línea con lo anterior, aparece cada díamás nítida la imagen de la vejez comotiempo de oportunidad, como tiempo yespacio para el desarrollo de renovadosmodos de encarar la vida4 . En el fondo setrata de un planteamiento que enfatiza losaspectos más positivos de esta etapa, unavisión decididamente amable sobre la ve-jez que toma hoy nuevas formas. Comohemos visto hasta ahora, una vez que secambia el marco teórico, surge una ima-gen diferente, máxime si se asume ya queel declive cognitivo no es inevitable niuniforme sino que depende significativa-mente de la naturaleza y de la calidad de lainteracción en los contextos. De estemodo, la «nueva» teoría psicológica y so-ciológica sobre la vejez permite estudiar al«individuo en desarrollo», según su capa-cidad para una evolución a lo largo detoda la vida, con lo que es posible asumirtambién la necesidad de mayores posibili-dades de intervención educativa.

Sin duda es en esta visión sobre la vejezcomo oportunidad donde más se aprecialas contribuciones procedentes de la Pe-dagogía. En general, fundamentalmente

(4) El refranero español es rico en sentencias y expresiones que recogen con gran aproximación esta idea:«Mientras hay vida, hay esperanza, hasta la muerte llegaremos vivos...»

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esto se debe al desarrollo y avance de lasnuevas conceptualizaciones de la educa-ción en el terreno de la Educación Perma-nente, en especial, la Educación de Perso-nas Adultas, el desarrollo de la PedagogíaSocial, o en menor medida, la PedagogíaAmbiental, la expansión de determinadosprincipios educativos como los de educa-ción intercultural, respeto a la igualdad yala diferencia, etc. A pesar de esto, convie-ne señalar también que si hubiera que de-cir con una palabra cuál ha sido la actitudde la Pedagogía hacia la vejez, puede de-cirse que sería indiferencia. Es decir, hastahace muy poco tiempo, la vejez y los ma-yores no han sido objeto de consideraciónpor parte de los profesionales de la peda-gogía. Tal vez esto explique las escasasaportaciones educativas teóricas o aplica-das respecto a este grupo de población. Lomismo cabe decir de la política institucio-nal educativa la cual ha mantenido al mar-gen del sistema educativo a los mayores,probablemente influida por la visión fun-cional ista.

Con todo, en los últimos arios, lapuesta en marcha de los nuevos planes deestudios pedagógicos universitarios hapermitido la inclusión en los mismos dematerias que abordan el tema del enveje-cimiento y la educación en la vejez. Porotro lado, la política global de corte asis-tencial, excepciones aparte, ha creadotambién espacios institucionales comoson los centros, aulas y universidades parala Tercera Edad; el desarrollo de diversasopciones y estructuras de apoyo como losCírculos de Estudios (en los países nórdi-cos); Aulas y Universidades de la TerceraEdad, Universidades Populares, Centrosde Cultura, etc. Todo ello permite enfo-car la vejez hoy como un tiempo para eldesarrollo personal a partir de ese tipo deestructuras de apoyo que ayudan a orien-tar determinadas actividades e interesesvitales y con una amplia oferta lúdico-for-mativa: cursos de todo tipo, viajes, turis-mo, disfrute creativo del tiempo libre y

del ocio... En definitiva, la educación, ensu sentido más académico, adquiere eneste caso el objetivo de intentar promoverun espíritu abierto, dinámico, lúdico...que abra posibilidades de desarrollo per-sonal y formativo a todas las personas, in-cluidas las de edad avanzada.

VISIÓN 7: LA VEJEZ COMO TIEMPOPRODUCTIVO

Hoy día son evidentes las mejoras en losniveles materiales de bienestar asistencial,económico, de salud, de educación y deesperanza media de vida (al menos, cuan-titativa y cualitativamente, superiores alos de épocas anteriores), sin embargo,como señala Sicker (1994:201) la actitudobsesiva hacia el trabajo de la sociedad ac-tual hace que apenas se den oportunida-des fuera del mundo laboral que permitanutilizar de forma activa la capacidad pro-ductiva de los adultos mayores, inhibien-do las posibilidades reales de éstos de in-tervenir en temas de interés social. Porotro lado, muchos adultos llegan a la vejezsin estar suficientemente preparados paraasumir el cambio de situación y la consi-guiente sustitución de roles que acontecetras el tránsito a la jubilación. Especial-mente esto es así hoy cuando los entornoslaborales fuerzan a muchos trabajadores aabandonar prematuramente sus puestosde trabajo, o dificultan la consecución deuno nuevo.

Esta situación se manifiesta en ocasio-nes generando todo un proceso de asincro-nización entre los cambios psicológicospersonales y la nueva situación de cambiosociolaboral a la que el individuo se en-frenta con la jubilación. En algunos casos,si este proceso es prolongado, puede llegara impactar en la salud física y mental delos individuos. Algunos especialistas sue-len denominar a esta situación (en laque no existe un rol que sustituya la acti-vación y estimulación que proporcionaba

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el ambiente de trabajo) con la expresión«roleless role» (Rosow, 1967); esto es, de-sempeñar un papel (el de «ser jubilado,viejo») que carece de papel real en la socie-dad actual.

En palabras de Riley y Riley (1994)este retraso estructural pone de manifiestolo absurdo de asignar casi todo el tiempode ocio a las personas mayores al retirarsey casi todo el trabajo remunerado (ademásde las tareas familiares) a adultos más jó-venes. La idea que se baraja es que si los ju-bilados pudieran asumir algunas de lasresponsabilidades de las personas que seencuentran en la etapa de madurez se po-dría reducir este retraso, lo que permitiríaa las personas intercalar períodos de traba-jo, educación y tiempo libre durante todasu vida. De este modo los jubilados seríanpercibidos como un grupo útil y produc-tivo para la sociedad. Esto es precisamentelo que se denomina con el término vejezproductiva. La tesis básica en suma es quelos ancianos en la actualidad constituyentoda una fuente de capacidades producti-vas que pueden ser mucho mejor aprove-chadas con fines sociales constructivos(Sicker, 1994).

En otro lugar (Martín García, 1997,pp. 231-232) hemos hecho alusión a estefenómeno en el que el avance en cuanto aldesarrollo de posibilidades y capacidadesde todo tipo de las personas de no ha idoen paralelo con el avance en el terreno dela política social y educativa. Y esto seaprecia en la falta de determinadas estruc-turas sociales e institucionales, o en lacreación y dotación de centros y espaciosque proporcionen, en su conjunto, opcio-nes reales de participación a este sector dela población.

Esta situación contrasta con el grannúmero de oportunidades de orientaciónindividualista que son utilizadas por losmayores para participar en la sociedad deforma pasiva, a través de la realización deactividades de ocio o de voluntariado so-cial. Efectivamente, este hecho es fácil-mente constatable si se analiza el grado deimplicación de muchas personas mayoresen actividades relacionadas por ejemplocon el voluntariado o con el seguimientode programas y cursos ofertados desdecentros, aulas y universidades de terceraedad. También en el caso del mundo la-boral, existen ejemplos en ciudades comoMadrid o San Sebastián donde asociacio-nes de profesionales jubilados (seniors) sededican a asesorar profesionalmente a pe-queñas empresas o a empresarios jóvenesen temas financieros y fiscales, de formagratuita (un caso es el SECOT que agrupaa más de 622 jubilados en más ole 20 dele-gaciones en toda España)s.

Todo esto indica que los adultos ma-yores buscan fórmulas con las que dotarde significado su tiempo libre y su vida'.En definitiva, desde este punto de vista laeducación adquiere el objetivo de promo-ver la idea y el desarrollo de la vejez comotiempo de ocio, pero de un ocio producti-vo y constructivo, que supone la realiza-ción de funciones y actividades con conte-nido de ayuda a la comunidad y consentido principalmente contributivo.Desde este punto de vista se entiende queel ocio es un recurso que se encuentraprincipalmente en manos de las personasde más edad, que tienen la oportunidadde invertirlo en colaborar con otros gru-pos sociales. En resumen, la educaciónjuega un papel clave: el de desarrollar y

(5) Seniors Españoles para la Cooperación Técnica: Las actividades económicas de las personas mayores.Madrid, SECOT, 1995.

(6) También la «vejez productiva» puede entenderse desde la consideración del gran número de empre-sas, servicios, ramificaciones disciplinares, docentes y de investigación que está atrayendo. En algunos casoscomo negocio, en otros como una opción más de conocimiento sobre una etapa de la vida humana.

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promover iniciativas comunitarias quepermitan la participación de todas aque-llas personas mayores que demandan unsentido y significado a sus vidas.

Pero ese esfuerzo es aún insuficiente,y de ahí se deriva la necesidad de prestar,una vez más, una atención especial en laspolíticas de intervención sobre el envejeci-miento al cambio de actitudes y creenciassociales sobre la vejez y sus implicacionespara el funcionamiento social y psicológi-co. Una de estas creencias, fuertementearraigada en la sociedad es la que entiendeque los ancianos han perdido su curiosi-dad, creatividad y habilidad para aprendery que por tanto no son capaces de adaptar-se a las nuevas ideas y, en consecuencia,imcapaces de aportar productos de interéssocial.

Como apuntan Neugarten y Neugar-ten (1989, p. 165) el resultado de este ra-zonamiento, en momentos de fuerte en-vejecimiento de la población, es llegar apensar que nuestra sociedad envejecidainevitablemente declinará social, intelec-tual y culturalmente. Sin embargo, si seasume que los rasgos de personalidad noaumentan ni decrecen de manera impor-tante a lo largo de la adultez en la mayoríade la gente, y si la edad, en sí misma, nomarca un tipo de comportamiento ad hoc,parece razonable pensar que la distribu-ción por edad de una sociedad tampocodebería señalar las características, poten-cialidades y posibilidades de desarrollo dela misma. Además de eso, los múltiplesejemplos y experiencias personales ofreci-

das por grandes personajes de la historia ydel presente desmienten esta visión de lavejez como período de inutilidad, impro-ductividad o falta de creatividad, en Favorde una idea más positiva sobre el carácterpotencialmente contributivo de esta edad.

VISIÓN 8: LA VEJEZ COMO AJUSTE VITALPOSITIVO, «EL ENVEJECIMIENTO EXITOSO»O LA VEJEZ AJUSTADA

En los últimos arios vienen apareciendoen el mercado bibliográfico, especialmen-te en el de gran difusión comercial, textosde diverso tipo sobre «la alegría de la ve-jez», «las claves del envejecimiento exito-so», etc. Responde esta corriente al deseode determinados sectores socioeconómi-cos de transmitir una imagen desenfadaday entusiasta de los viejos, de modo que secanalicen determinados intereses de éstoshacia actividades de carácter consumista.En el terreno más específico de la investi-gación gerontológica, desde esta visión so-bre la vejez se ha tratado de analizar losprincipales factores que inciden en unajuste adecuado a esta fase de la vida. Paraello se parte de la idea que los ancianos noconstituyen un grupo homogéneo, noforman una subcultura (al contrario de loque señalaban autores como Rose en losaños sesenta). Como apuntamos en otrolugar (Martín García, 1997, p. 233), algu-nos autores han puesto de manifiesto quecuando se analizan de manera sistemáticapatrones diferentes de ajuste entre grupos

(7) Los casos de pensadores como Marcuse, Unamuno, Ortega y Gasset...; de creadores como MiguelAngel (quien trabajó en su Pied Rondanini hasta dos días antes de su muerte, a los 89 años); Goya, Rodin, Pi-casso, Miró; Buñuel, Chaplin..., de escritores como Miguel de Cervantes, Pardo Bazán, María Soriano, LópezAranguren, Saramago, Günter Grass, Carmen Martín Gaite, Ana M. Matute, Doris Lessing, García Márquez,Benedetti, Cela, Buero Vallejo...; de arquitectos y escultores como Gehry, Fisac, Bohigas, Oteiza, Chillida...; decientíficos como l'aulov, Ramón y Cajal, Freud, Einstein...; etc. Todos ellos son sin duda excepcionales por elconjunto y el valor de su obra, pero también porque demuestran que si ellos lo han hecho, si han sido líderes endiferentes campos de la política, la ciencia, el arte o la cultura en general, también pueden quizá a otros niveles)hacerlo otros muchos, amén de miles de personas anónimas que han mantenido y mantienen hasta edadesavanzadas altos niveles de funcionamiento físico e intelectual.

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de ancianos heterogéneos (en función desubgrupos demográficos como por ejem-plo la edad de jubilación, el estatus socioe-conómico, el estado civil, el género o lapertenencia étnica o religiosa) aparecenrasgos distintivos de ajuste vital. Estos ras-gos pueden explicar determinados patro-nes de comportamiento y actitudes quediferencialmente, de unos sujetos a otros,ayude a comprender mejor la adaptacióna la vejez e intervenir en consecuencia. Esprecisamente esta línea la que están asu-miendo hoy día muchos gerontólogoseducativos.

De este modo, el análisis de los poten-ciales factores explicativos de ajuste al enve-jecimiento y de satisfacción vital en la vejez,que aparecen en gran parte de los informesde investigación, terminan necesariamenteresumiéndose en tres grandes grupos de fac-tores: la salud, el apoyo socioafectivo y losrecursos económicos que, por otro lado, sonlos mismos para cualquier tramo de edad.En el primer caso, estudios como los de Sec-combe y Lee (1986); Braithwaite y Gibson(1987); Bergman (1990); Herzog, House yMorgan (1991); etc., son ejemplos empíri-cos que apoyan la importancia de la saludcomo predictor exitoso de envejecimiento.Además, el nivel de salud en la vejez ha sidorelacionada con otros determinantes más es-pecíficos como por ejemplo con determina-dos esquemas de atribución o sistemas decreencias, que hacen que la gente se auto-perciba con mejor o peor salud en funciónde una serie de factores de dificil modifica-ción que repercuten en la satisfacción vital yen el ajuste genera?. La adaptación a la vejezo envejecimiento exitoso depende tambiénde las posibilidades de satisfacer determina-das necesidades materiales y/o de esparci-

miento personal. Es decir, depende de lacuantía de los ingresos económicos que seobtienen vía pensión o subsidio. De hecho,algunos estudios (Antonovslg, y otros1990); Atkins y Erbs, 1989) indican que lareducción de ingresos afecta a la satisfacciónvital después de la jubilación. En tercer lu-gar, depende de la calidad de las interrela-ciones y las redes de apoyo familiar y social.La presencia de elementos como la pervi-venvia del cónyuge (Keith, 1985); Bach-man y Pillemer, 1991), un buen nivel deapoyo informal (familiares, amigos o veci-nos) (Bosse, Aldwin, et al., 1990), resultandecisivos.

La importancia de los factores ante-riores se aprecia aún más porque están enla base de otras variables que, en últimainstancia, son las que facilitan o inhiben lasatisfacción y el ajuste vital en la vejez. Enespecial, nos referimos a cuestiones rela-cionadas con la actividad y la participa-ción social y con determinadas actitudeshacia la vejez. En el caso de la actividad fí-sica y/o intelectual, estudios como porejemplo los de Barke y Nicholas (1990);Beck y Page(1988); Carp (1990); Con-ner, Dorfman y Tompkins (1985); Dorf-man (1992) ponen claramente de mani-fiesto su importancia en apoyo de laconocida Teoría de la Actividad (Havig-hurst y Albrecht, 1953; Lemon, Bengstony Peterson, 1972), que propone una rela-ción positiva entre actividad y satisfacciónvital en la vejez. En síntesis, la actividad fí-sica y mental es vista como el mejor pre-dictor de envejecimiento exitoso. En estalínea, la participación social, el volunta-riado, etc. han sido frecuentemente rela-cionados con el ajuste vital a la vejez(Anderson y Weber 1993) 9. Por último,

(8) Un ejemplo llamativo de esto es el caso de los jubilados españoles, para los que determinados factorescomo el tener un alto estatus económico, ser varón, casado v, por encima de todo, un alto nivel instructivo, pro-porciona mejores autopercepciones sobre la salud propia (vid. VV.AA., 1996, p. 54).

(9) Uno de los estudios clásicos en este sentido es realizado en EE.UU. por Palmore y colaboradores, enel que comprobaron su importancia como predictora de bienestar subjetivo tras la jubilación.

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parece que también las actitudes y creen-cias sobre la vejez generan sentimientosmitificados que influyen en la adaptacióna la misma. Una actitud positiva puedeconcretarse en sentimientos de autocon-fianza, y si además de positiva es realista,ese tipo de actitud se convertirá en unabaza clave de cara al futuro. Pueden verseal respecto trabajos como los Belgrave(1988) o Keddy y Singleton (1991).

En resumidas cuentas, desde esta vi-sión se propone la idea de enfatizar el ca-rácter vitalista y activo de los viejos, paraello se trata de potenciar los efectos deajuste positivos y/o de inhibir aquellosfactores que contribuyan a dificultar susatisfacción y bienestar subjetivo.

VISIÓN 9: LA VEJEZ COMO EMANCIPACIÓN

La Teoría Social Crítica asociada a losnombres de Adorno, Horkheimer y, másrecientemente, Habermas ha servido(además de su influencia en diversos cam-pos de las Ciencias Sociales) para inspiraruna corriente crítica en el seno de la teoríay la práctica gerontológica. Es lo que algu-nos autores 'denominan como «Geronto-logía Crítica» (Moody, 1988; Estes y Bin-ney, 1991; Kastenbaum, 1993; Weiland,1995; Cole, Achenbaum; Jakobi, etc.),cuya principal característica puede decirseque viene dada por entender que las de-más visiones sobre la vejez no son sino for-mas de enmascararla.

De manera breve, la GerontologíaCrítica representa el objetivo de buscar laemancipación de la gente mayor, consis-tente en la liberación de los sistemas deataduras representados en la edad crono-lógica, la cultura juvenalista, los mitos(depreciación del significado de la vejez) yla dependencia económica estructurada(dominación económica impuesta por elsistema capitalista.

Esta corriente sociocrítica se caracte-riza fundamentalmente por ofrecer una

visión frontal a la perspectiva funcionalis-ta y positivista. Por un lado, rechaza elpositivismo convencional y el empirismotradicionalmente dominantes en el terre-no de la investigación gerontológica (bási-camente por considerar que se apoya enun tipo de razón meramente instrumen-tal), pero su análisis crítico se amplía a ladominación social ejercida sobre los an-cianos a través de determinados instru-mentos sociales como son la burocracia oel puro mercantilismo (unido a ampliosprocesos de modernización y de racionali-zación de la sociedad) considerados comomodos característicos del pensamientopositivo. Para autores tan significadoscomo R. H. Moody esta crítica a la razóninstrumental es necesaria porque gracias aella se puede apreciar la conexión entre elconocimiento y la dominación, y descu-brir cómo nuestros intereses por explicarun fenómeno (la vejez) están ligados a unaestrategia encubierta de control social.«La razón instrumental sólo sirve para miti-ficar estructuras de dominio social. Por símisma no puede proporcionar un Anda-mento racional» (Moody, 1993, p. xvi).

Pero no sólo se enfatiza la negacióndel cientificismo o la racionalidad tecno-lógica e instrumental, la Gerontología crí-tica supone también un importante re-chazo a la visión liberal, por su simplistaoptimismo sobre la vejez al enfatizar «lobonito del envejecer», así como a los mo-delos de envejecimiento exitoso o produc-tivo. En todos ellos, la visión crítica tratade descubrir la ideología y los interesesocultos, buscando los conflictos enmasca-rados y las contradicciones que se encuen-tran detrás de esta superficial armonía deideas. Es desde esta base desde la que seanalizan críticamente todas las anterioresvisiones. Sin duda, una de las principalescríticas de esta perspectiva se ha orientadohacia el enfoque de medicalización de lagerontología, puesto que se entiende queha servido para oscurecer las imágenes po-sitivas de la vejez en favor de modelos de

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enfermedad y de reduccionismos biológi-cos. A pesar de esto, se entiende que tam-poco se trata de promover una imagensimplemente superficial, positiva y opti-mista sobre las posibilidades de las perso-nas mayores (como lo muestra el creci-miento de programas de supuestoenriquecimiento cognitivo o físico dirigi-dos a este colectivo) puesto que esto enocasiones no es sino una estrategia ideoló-gicamente coyuntural y económicamenteinteresada. Por ejemplo, en el caso del lla-mado «envejecimiento productivo», seentiende que no es sino una nueva modaque en el fondo refleja dos nuevas realida-des en la economía: por un lado, la emer-gencia del colectivo de ancianos como unpoderoso instrumento consumidor, cuyosingresos hay que optimizar: viajes, ocio,cultura, cuidados de salud... Por otro, laemergencia del envejecimiento como un«pool» de capital humano o «reserva defuerza laboral» que puede ser utilizada(Moody, 1988; Pifer y Bronte, 1986).

En definitiva, los defensores de laperspectiva crítica entienden que cons-truir el conocimiento social, en este casoen el ámbito de la Gerontología, sin un es-píritu crítico sólo tiene como resultado laperpetuación de estructuras de domina-ción, estructuras que mantienen el statusquo de la vejez en la sociedad. Desde estepunto de vista, una vejez dotada de unaverdadera visión positiva corresponderíaal intento emancipatorio de la teoría críti-ca. Y de ahí también que el papel de laeducación en este proceso sea reconocidode gran transcendencia contribuyendo aesa emancipación a través de:

—La negociación, la relativización dela objetivación de la vejez y un ma-yor apoyo a las dimensiones subjeti-vas e interpretativa del envejeci-miento.

—La primacía de la praxis sobre la teo-ría, el diálogo como primera razónde comunicación frente a la tecno-

logía y la razón instrumental,favoreciendo un nuevo modelo pe-dagógico que preconice nuevas re-laciones entre la teoría y la práctica,entre el mundo académico y elmundo de los prácticos (educado-res).

— La liberación de los sistemas de ata-duras y represión representados enla edad cronológica, la cultura juve-nalista, la dependencia económica ylas creencias estereotipadas sobre lavejez.

La aplicación de estas ideas a la educa-ción en la vejez marca importantes objetivostendentes a contribuir a la relativización dela influencia considerada excesiva de la eco-nomía sobre la acción y toma de decisiónpolítica (Economía Política), el desarrollode nuevos patrones de socialización, espe-cialmente en función del género, y una ma-yor concienciación sobre los efectos «ideoló-gicos» subyacentes a determinadas visionesinteresadas sobre esta etapa de la vida.

ÚLTIMA VISIÓN: LA VEJEZ COMOHIBRIDACIÓN

El último enfoque sobre la vejez que que-remos comentar aquí tiene que ver con loque podríamos llamar la «visión postmo-derna sobre la vejez». Supone básicamentetrasladar el debate postmoderno al campode la Gerontología, rebajándolo de partede su carga ideológica y filosófica. De estemodo, es posible encontrar una serie derasgos que completan el cuadro descripti-vo que entremezcla rasgos positivos y ne-gativos en la imagen de conjunto actualsobre la vejez y sobre los viejos.

El eminente antropólogo Julio CaroBaroja señalaba recientemente que en eltema de la vejez se está imponiendo «el mo-delo utilitarista de los países anglosajones yla tercera edad se ha convertido en una edadde tercera, para la que sólo se contemplanresidencias/asilos, hogares de reposo. Para

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este autor resulta cruel reunir a todos los vie-jos juntos con todas sus manías, extravagan-cias y miserias y dejar a los viejos con los vie-jos. En su opinión a los «viejos les gusta másestar con jóvenes que con viejos». En el fon-do, lo que queremos decir (con palabras deCaro Baroja) es que «se están creando com-partimentos estancos entre las edades y se haperdido la posibilidad de que los nietos crez-can junto a sus abuelos».

Puede decirse que es este uno de lospostulados básicos de la visión postmo-derna sobre la vejez: la oposición a la «es-tanquización» de la vida humana, inspira-da en la modernidad por la revoluciónindustrial y los mecanismos burocratiza-dores e institucionales de los sistemas pú-blicos (sistema escolar, laboral-empresa-rial, asistencial...), en la que el curso vitalqueda delimitado linealmente por unaedad para aprender (educación), otra paraejercer trabajo) y otra para descansar (ju-bilación y desvinculación social).

Parece que cada vez más, la crítica aesta visión excesivamente recta está siendoasumida en el campo de la gerontología.Por ejemplo, algunos eminentes gerontó-logos como el citado Moody (1993) seña-lan que el curso vital de la modernidad es-tuvo anclado en la primacía de laeconomía y en la subordinación del Yo alos requerimientos racionalizados del or-den social: permanecer en la escuela, tra-bajar duro, fundar una familia, prepararsepara el retiro..., es decir, un curso vital li-neal que aparecía claramente reflejado enesa lógica. Superada esa fase, hoy día esnecesario un cambio de visión que trate deerosionar los limites culturales que hanmantenido separados a la juventud, a laad ultez y a la vejez. De esto se deduce queel curso vital postmoderno implica sobretodo el intento de ruptura con los patro-nes normativos de la educación, el traba-jo, el ocio y la jubilación. Implica funda-mentalmente una flexibilización en loslímites entre las diferentes edades de la vida.

Este «relajamiento» de las normas y delas expectativas sociales relacionadas conla edad cronológica supone desarrollar unnuevo «ethos» que refleje el espíritu de lacultura postmoderna, dominada por unsentido de juego y relatividad, por unapérdida de definiciones claras o en los lí-mites. Más ampliamente, el estilo post-modernista refleja una desmasificación enla economía, en los medios de comunica-ción, en la política y la cultura. Todo elloen favor de una postura individualizadorade la persona, o en favor de una posturapersonalista del individuo. Para Moody(1993) lo que propone la cultura postmo-derna a los mayores es un verdadero esca-pe de los constreñimientos y estereotiposde la vejez, basados en normas de todotipo. Para este autor esto significa que seestá produciendo una reestructuración dela socialización del ciclo vital para estar ala altura de la llegada de la llamada «socie-dad de la información», la «sociedad pos-tindustrial» o, más recientemente, de la«cultura postmoderna».

Por su parte, autoras como Feathers-tone y Hepworth (1989) han planteado laaparición de lo que llaman la «desjerarqui-zación y pluralismo» de las culturas post-modernas. Estas autoras basan la contri-bución de la cultura postmoderna envarias características principales: por unlado, el cultivo de estilos de vida y de hábi-tos de consumo en un amplio conjunto degrupos de edad (incluidos el sector de losadultos mayores); por otro, el enfoque ju-venil de la cultura en el que los medios decomunicación y de turismo ofrecen nue-vos estímulos que atraviesan las barrerasde la edad. De Flecho hay quienes señalanque la importancia de las modas, del con-sumismo masivo es tal que, dado quepuesto que el consumo va asociado a labelleza y a la juventud, veremos a los an-cianos hechos unos mozos, por obra y gra-cia de la publicidad. En el fondo, esta ideapuede corroborarse cuando se analizanlos múltiples modelos culturales nuevos y

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específicos sobre la ancianidad, nacidos aimagen de la cultura juvenil y relaciona-dos con la diversión y el consumo de ocioque están apareciendo hoy"

A pesar de esto, parece claro que losnuevos movimientos sociales han cogido amuchos con el pie generacional cambia-do: la mayoría de la población actual noestá preparada para afrontar la vejez y susimplicaciones desde un punto de vistacultural y de modelos de conducta (cam-bios en las dietas alimenticias; en los hábi-tos de higiene y de consumo; en los ritmosde vida, en el tipo de relaciones personalesy sociales que hoy se establecen; en las po-sibilidades y los recursos de aprovecha-miento de los adultos mayores de deter-minados espacios y tiempos de ocio y/o detiempo libre; etc. Por ello, entendemosque la educación y la pedagogía de la vejezdebe no sólo participar en todo este deba-te, sino de manera muy particular, contri-buir a ayudar a los adultos y a los mayoresa encontrar sus modos particulares deafrontar la vida en cualquiera de los tra-mos de edad del todo el ciclo vital, en unmundo en constante movimiento.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Puede decirse como conclusión general alanálisis anterior, que hoy día persiste unavisión dual sobre el envejecimiento y lavejez: una considerable discriminacióncontra los viejos frente a una aparenteexaltación de sus capacidades para seguircreciendo como individuos.

En el primer caso, el cambio social ycultural que caracteriza a la sociedad ac-tual genera modos de vida en los que nocaben ni los viejos ni los enfermos. Por esose les oculta o disfraza con objeto de silen-ciar este abandono. Por ejemplo, muchas

familias tratan de ocultar a los niños lavejez, sobre todo si es decrépita o se acom-paña de una enfermedad degenerativa(esto es especialmente comprobable en fa-milias con algún anciano senil o conAlzheimer).

En el segundo, la Gerontología, encualquiera de sus ramificaciones, está tra-tando de pasar de un modelo catastrofistabasado en la enfermedad, en la dolencia oen el mal; de un modelo que describe el en-vejecimiento básicamente como un decliveintrínseco, biológicamente fijado, a unmodelo contextual, que enfatiza la interac-ción entre el organismo y sus ambientes ex-ternos e internos, concediendo mayor im-portancia a múltiples factores de carácterfísico, social, cultural, histórico económi-co, a las influencias sociales de la educaciónrecibida y la profesión ejercida, las diferen-cias por cohorte, la personalidad, etc.

En todo caso, el papel de la educaciónen la vejez en los albores del tercer mileniose nos antoja decisivo para el cambio dementalidades que ayude a desterrar defini-tivamente los modelos de decrepitud en fa-vor de modelos de competencia y de desa-rollo, que permita la construcción depatrones de envejecimiento que traten decanalizar intereses, expectativas, limitacio-nes y posibilidades de desarrollo personal yde interrelación para los mayores. En otrosespacios hemos insistido que esto puedehacerse mediante programas socioeducati-vos que busquen como objetivos priorita-rios modificar las actitudes sociales negati-vas sobre la vejez, derribando mitos yprejuicios hacia los mayores, potenciar lasrelaciones intergeneracionales, enseñandoa los niños y jóvenes el significado del ciclovital en su integridad y el sentido de la ve-jez, a través de un mayor acercamiento conlos ancianos, diseñar e implementar pro-gramas sanitarios, asistenciales y recursos

(10) Un caso representativo de esto son por ejemplo las llamadas »rutas del pasodoble» en Galicia.

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sociales y educativos de carácter gerontoló-gicos, acompañado, todo ello, de la investi-gación de calidad para que se contribuya,en conjunto, a garantizar un mejor marcosocial que pueda acoger adecuadamente aeste grupo de edad.

Si, como señalaba la escritora francesaSimone de Beauvoir, la revolución cientí-fico y tecnológica ha dejado a los ancianossin rol social; si en la sociedad actual (fun-damentalmente en los países menos desa-rrollados) miles de ancianos viven la an-gustia de la soledad, el abandono, lapenuria; si muchos de ellos se consumenen aparcamientos geriátricos (a modo deguetos o «reservas» de diverso tipo, algu-nos con escaso control institucional) ymuchos otros esperan largos años para en-trar en ellos; si además la sociedad actualestá orientada para los adultos jóvenes; sitodo eso es cierto, también lo es que todaesta situación contrasta con el dato queindica que los viejos son cada vez más jó-venes, viven cada vez más años, son mássanos, más cultos, más conscientes... ytambién más exigentes. Hay quien diceque la rebelión de los mayores será el granrevulsivo cultural del siglo xxl. Esperare-mos a verlo, y en algunos casos, hasta pue-de que algunos de nosotros seamos prota-gonistas de la misma.

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