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Diecisiete instantes de una primavera José Ernesto Schulman

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Page 1: Diecisiete instantes de una primavera · "Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese

Diecisieteinstantes de

una primavera

José Ernesto Schulman

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"Lo que mucha gente llama amarconsiste en elegir a una mujer y casarse conella. La eligen, te lo juro, los he visto.

Como si se pudiese elegir en el amor,como si no fuera un rayo que te parte loshuesos y te deja estaqueado en la mitad delpatio.

Vos dirás que la eligen porque-la-aman,yo creo que es al verse. A Beatriz no se laelige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís lalluvia que te va a calar hasta los huesoscuando salís de un concierto. "

Julio Cortazar, “Rayuela”

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La Mechi

A veces, en esas largas noches de guardia en elHospital, cuando se quedaba sola y podíaprepararse unos mates, se ponía a pensar si la vidapudo haberse disparado por otro sendero que el quehabía tomado.

A la distancia, doble distancia, geográfica y deltiempo, podía ver mejor cómo se habían idoencadenando los acontecimientos para llevarlos aaquella esquina rosarina en donde todo cambió.

Pero entonces, entre el 72 y el 75 todo habíasido tan rápido, vertiginoso, que no había sido fácilpara nadie adivinar lo que se les venía encima.

Ella era santafecina, pero para estudiar Medicinahabía tenido que irse a vivir a Rosario, que paranosotros, es como irse a otra provincia porque unacosa es de San Lorenzo a Villa Constitución y otrade Santa Fe a San Justo, porque para el norte,digamos por la zona de Vera a La Gallareta, ya esotra provincia. No dos, sino tres provinciasconviven bajo el nombre de una, pero de eso qué seiba a entender en La Habana si no lo entendían enBuenos Aires; que no podían entender que unasantafecina mirara extrañada si alguien lepreguntaba si era rosarina.

Claro que no, santafecina y de Unión, diría ella.

A lo mejor todo empezó con el viejo, peronista,sindicalista -pero de los de antes, no como lacaterva de burócratas que ella conoció de cerca en

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Villa Constitución muchos años después- que lometieron en cana en el 55 a pesar de que habíaquedado discapacitado y ella se agarraba a suspantalones para que no lo lleven.

Y él la miraba con ternura, con tristeza y conuna dignidad que ella no olvidaría jamás.

Nunca fue demasiado pobre, pero tampoconunca vivió en el centro ni fue a la Inmaculada ni alos otros colegios de las niñas bien santafecinas; lasque jugaban al tenis en el Lawn Tenis de laCostanera y se bañaban en la pileta del Jockey parano mezclarse con los negros en el Parque del Sur olas playas de Guadalupe.

Por eso, por ser hija de peronista y detrabajadores, le pareció bien la idea de ayudar a losmás pobres y acompañar a los chicos que iban a laIglesia del padre Catena en el barrio Santa Rosa deLima aunque no era la única voz que escuchabaporque, si vamos a ser precisos, me escribió unavez, y era obsesiva como pocas con los detalles,que con el primero que habló de política en serio noera ni peronista, ni cristiano, ni siquiera pobre; aunmás, cuando ella lo conoció, él ya habíaabandonado familia y estudios para proletarizarse,o sea, abandonar el hogar paterno e irse a vivircomo y con los obreros, trabajando en una fabricametalúrgica y viviendo en una villa miseria.

Era hijo de un escribano que había sidopresidente de Unión para finales de los cincuenta ytenía un destino de escritorios, paseos con niñasbien de la sociedad y una casa en la costanera paracriar los hijos de una chica bonita que le esperaba

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sin falta; pero se rebeló y eligió jugarse por elpueblo.

¿Acaso fue su muerte lo que la conmovió tanprofundamente para llevarla en un solo movimientoa esa esquina de Entre Ríos y Santa Fe, a metros dela Facultad de Humanidades, esa tarde de mayo de1975?

Tenía ojos azules y ella no sabía que le gustabamás, si las promesas de la revolución cercana oesos ojos que la miraban de cerca.

Su muerte en Trelew, fusilado por los marinosen la Cárcel después de la fuga frustrada, fue laseñal que no entendí, se dijo sacudida por elrecuerdo y se puso a pensar en esos díassantafecinos cuando llegó el cuerpo de JorgeAlejandro Ulla al aeropuerto, de noche, en un aviónmilitar y los hijoeputa de los policías hicieron uncordón tan cerrado que en un momento, hasta lamamá de Jorge quedó afuera y hubo que putear ypelearse para que la dejen acercarse a ver sucadáver.

Pero fue en Rosario, cuando empezó a estudiarMedicina que encontró a la Fede y nunca dejo depertenecerle, de amarle, de pelearse con todos paraser mejores comunistas.

Y fue en la Fede de Rosario que lo conoció alCiego.

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El Ciego

No sabría decir desde cuando usaba lentes.Cuando yo lo conocí, él ya usaba unos con cristalesgruesos, de esos que parecían culo de botella, perodecían los que le conocían de muy niño que eso nole había impedido ser muy travieso desde muypequeño: la madre temblaba al llevarlo al jardínporque sabía que dos por tres, las maestrasvendrían con cuentos y quejas.

En la casa mucho no se hablaba de política y niel papá ni el segundo compañero de su mamá semetían mucho en los líos en que él se metería.

A lo mejor, fue ese espíritu irreverente que traíade la cuna lo que lo llevó a acercarse a esecompañero de banco con el que empezaron acolocar carteles contra la dictadura de Onganía porlos pasillos y en el baño y hasta llegaron a cortarlelas mangas al saco de un profesor facho en unrecreo, pero con tanta mala suerte de que el celadorentró justo cuando ellos estaban adentro, y loscastigó con un montón de amonestaciones que losdejó al borde de la expulsión.

El celador era de la C.N.U.1, una organizaciónde la derecha extremista alojada en el peronismo,que sería una de las bases operativas de la Triple Apocos años más tarde.

El estudiante era hijo de un medico del P.R.T.2pero no sería a la Juventud Guevarista que él seincorporaría sino a la Fede, aunque eso sería un

1 Concentración Nacional Universitaria2 Partido Revolucionario de los Trabajadores

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poco más tarde, pero el episodio le dio cierto“prestigio” en el colegio Nacional y provocó quelos compañeros de la Fede, la Laurita y el Osoprimero que nadie, se le acerquen y comiencen ainvitarlo a peñas y todo tipo de actividades.

De hecho, en una casa de estudiantes de laFacultad de Ingeniería, cerca del Monumento a laBandera, funcionaba algo así como un club deamigos, todo muy informal, pero fue a ese grupo elprimero al que se incorporó aunque de un modo unpoco extraño. Casi no hablaba, escuchabaatentamente y de vez en cuando se dejaba hacer elamor por una compañera bastante mayor que él queprácticamente lo instaló en su casa hasta quealgunos de la Fede de la zona centro de Rosariodecidieran rescatarlo, afiliarlo y darle tareas súperexigentes como para que no tenga tiempo de nada,y menos de acostarse con la compañera mayor,tareas de acción, como las que él pedía.

Creo que fue por el 72 que lo pusieron al frentedel grupo operativo de la Fede que estuvo en latoma del barrio Tablada, barrio con memoria si loshay porque allí fue que la Resistencia Peronista sehizo fuerte en el 55, fuerte se hizo el Partido y otrasfuerzas de izquierda bajo la dictadura de Onganía yeso explica que después, poco después que él sefuera a Cuba, La Tablada fuera arrasada por DíazBessone y el Segundo Cuerpo.

Pero en el 72, no pudieron con los compañeros.Tres días, setenta y dos horas contadas por minuto,resistieron los vecinos, y con ellos la Fede y alfrente del grupo el Ciego que desde ese momento

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se las arregló para formarse en lo que entonces sellamaba autodefensa aunque él y muchos otros,pensaban en golpear y avanzar, soñaba, en esasnoches previas a conocer a la Mechi, con ofensivasvictoriosas y banderas al viento acariciándole lacara.

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El Ciego

La columna de las Juventudes PolíticasUniversitarias avanzaba por el centro de Rosario.Marchaban los compañeros de la JuventudPeronista, los la Juventud Radical, los de la Fede ymás atrás los de otras fuerzas.

Era un jueves de mayo de 1975 y todavía estabacaliente el ambiente político por el operativomontado contra los trabajadores y el pueblo deVilla Constitución.

Se sabía que en Villa la izquierda habíaacumulado mucha fuerza. Con el triunfo enAcindar y la UOM se había logrado la dirección dela CGT regional y de un vasto movimiento popularque resistía dignamente la ofensiva derechista deafuera y de adentro del gobierno de Isabel.

El 20 de marzo habían caído sobre Villa desde elcielo, el agua y la tierra.

Y no era una figura literaria. Desde el ríobajaron los tipos de Prefectura Naval desde unaslanchas artilladas que usaban en el norte parareprimir el contrabando; desde los helicópteroscayeron los de Gendarmería y desde unaimpresionante caravana de autos policiales yFalcon sin patente (nada menos que 105 autos condotación completa de fierros) que llevaban como aquinientos matones de la Policía, de la patota de laUOM y algunos que después serían jefe de laTriple A como el mismísimo Aníbal Gordon)cayeron sobre Villa Constitución y la tomaron

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prisionera. Sólo ese día metieron 300 compañerospresos3.

Pero Villa no murió de un solo golpe.Hubo un paro, y aún más, a pesar de ser una

ciudad ocupada militarmente, el 22 de abril de1975 miles de mujeres, hombres y niños habíanmarchado por sus calles repudiando la represión y ala siderúrgica Acindar, la empresa de Martínez deHoz, que auspiciaba la escalada golpista.

Rosario no había escapado a las consecuenciasdel operativo y no sólo por la proximidadgeográfica, sino sencillamente porque muchos delos trabajadores de Acindar vivían en Rosario, eiban y venían diariamente.

La Fede se había destacado en compartir lalucha con los trabajadores de Villa Constitución, yya había debido sufrir su cuota de presos: Laurita,Silvia y Ángel habían sido detenidos pintandomurales y mientras estaban en los calabozos de laJefatura de Villa Constitución, frente a la plazaprincipal, los milicos armaron una gran balacera,hicieron correr la voz de que venían a rescatarlos ylos tentaron con que se vayan caminando. Sesalvaron. Los milicos le tenían preparada la ley defuga: un tiro en la nuca al que corriera. Pero loscumpas olieron la trampa y se quedaron adentro.

Y allí fue la Mechi con el Petiso, el Carlitos y elOso a bancarlos. Tres días estuvieron pintando en

3 Más datos sobre estos hechos se pueden consultar en el librodel autor, Tito Martín, el Villazo y la verdadera historia deAcindar, editorial Dirple, 1997 accesible enwww.cronicasdelnuevosiglo.wordpress.com

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medio de los autos sin patente y la cana queapretaba. Pero no eran gente de asustarse, y más siestaban alentados por los compañeros de la Uom yla Cegete Regional Villa; digo, por los que sehabían salvado que no eran muchos pero seguíanfirmes y por eso también la Marcha de Rosario,para que Acindar y el Loro Miguel no se salgan conla suya. Porque si algo era la Mechi, era solidaria.

Solidaria desde aquellas primeras accionesarriesgadas de la militancia hasta la solidaridadhecha práctica profesional, siempre trabajando paraplanes de salud pública, o poniendo dinero de subolsillo para comprar los remedios en la guardia delhospital público si era en la Argentina o siendosiempre la primera en anotarse para el trabajovoluntario o para cubrir la guardia de otrocompañero si estaba en Cuba.

En la marcha de las Juventudes Políticas estabala Fede, y en la columna de la Fede por supuestoque iba la Mechi. Pero esta vez no iba del brazo delCiego porque como el clima estaba muy pesado, elCiego estaba cuidando la marcha. No es que nosupiera de política, pero lo que más le gustaba eraeso. No se perdía ni uno de los campamentos delfrente4 , y de tanto practicar con la pistola habíaadquirido una velocidad y una puntería casiincreíble en alguien que usaba los cristales gruesoscomo vidrio de botella en sus lentes.

4 Eufemismo con que en aquellos años se refería a laautodefensa partidaria.

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En el local de la Fede de la calle Pueyrredón erafamoso porque, cuando hacía guardia, dormía conel arma en la mano y se ataba un hilito desde lapuerta a la mano. Así, si alguien tanteaba la puerta,él saltaba de su silla con la 45 apuntando. Loscompañeros le tenían pánico porque más de unavez había apuntado a quienes entraban al localfuera de las horas previstas, y más de uno se habíatirado de cabeza al suelo al verlo dormido y con elarma en alto. Así que ese día, como casi siempre, elCiego estaba en su puesto. Tranquilo, mirando lamarcha y observando a los que la espiaban desde lavereda.

El Pollo también estaba en su puesto. Había sidoguardaespaldas de Rucci, del equipo de seguridadmás íntimo de la dirección nacional de la UniónObrera Metalúrgica y su llegada a Rosario era unacuerdo del Loro Miguel con la gente de LópezRega 5. Le habían conseguido un puesto de oficialde inteligencia de la policía provincial y estabatrabajando en armar la Triple A en la provincia. Élfue el primero que habló del asunto con Rebechi yfue también él quien adiestró al grupo decolaboradores santafesinos más selectos: el CurroRamos, González y Cabrera.

5 Ministro de Bienestar Social del gobierno de Perón y una delos principales impulsores de la Triple A, organizaciónterrorista anticomunista que desató la caza y el exterminio delos militantes populares desde el mismo momento en quePerón llegó al país en junio de 1973.

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Al Ciego lo tenía junado. Por pedido de lapatronal del Swift, hacía rato que venía vigilando laentra da de los trabajadores a la planta industrial deVilla Gobernador Gálvez como parte de unoperativo de seguridad más amplio que incluía lainfiltración de las agrupaciones clasistas. Por eso yasabía que todos los jueves a las cinco de la mañana,una hora antes del turno de las seis, caía a laempresa una camioneta IKA revieja, con un grupode bolches encima. Sacaban el diarito y se ponían arepartirlo. Casi siempre estaba el Ciego en el grupo,y se notaba que era el jefe, aunque disimulara. Peroal Pollo no lo iban a engañar esos rusos de mierda.Una vez lo había enganchado en el aeropuerto deFisherton cuando todo un colectivo de pendejos dela Fede habían ido a recibir a unos presos liberadosdel Penal de Rawson al que habían sido llevadosdespués de la masacre6 , y él personalmente loshabía metido presos.

También la conocía a la Mechi, esa pendeja quese las daba de médica y recién había empezado lacarrera. Si lo sabría él, que había revisadominuciosamente su carpeta universitaria para ver sile pescaba el domicilio, pero la muy guacha dabadirecciones falsas en todos lados.

La columna avanzaba por Corrientes, y cuandoempezó a doblar por Entre Ríos para ir a

6 El 22 de agosto de 1972 la Marina fusiló a dieciséismilitantes que no habían podido completar la fuga del Penal.Los militantes de la Fede liberados habían sido llevados alPenal luego de esos sucesos, y habían sufrido el régimen deterror que impuso la Marina.

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Humanidades, el Pollo la vio a la Mechi y sedecidió a darles un escarmiento.

Miró a su alrededor, no vio a nadie, sacó el armay apuntó

El Ciego se había distraído mirando a lacolumna de la Fede, protestando en voz baja -esecartel que no esta bien atado, se cae por la derechaporque no saben poner bien los hilos, cuando la vioa la Mechi. Sin saber por qué dio vuelta la mirada,justo hasta donde estaba el Pollo, vio que estabasacando el arma y él también manoteó la 45. Era laprimera vez que tiraba a sangre fría.

La mano se movía automáticamente, sacar,apuntar, gatillar… pero la cabeza le funcionaba amil. La imagen del Padre Roberto que le repetíaNo Matarás, la cara de Ingalinella amordazado enla Jefatura, la de Keohe cayendo fulminado en lasescalinatas de Tribunales, la de la Mechi riendo…

El Pollo no entendía nada, hubo sólo unfogonazo pero era él quien estaba cayendo. Muriósin siquiera saber que era el Ciego el que lo habíabajado. Sus dos compinches miraron horrorizados ysin siquiera intentar socorrerlo, salieron en subusca. Pero ya era tarde. El Ciego había dado lavuelta, los fachos trataron de seguirlo pero cuandollegaron a Corrientes el gentío de la hora losenvolvió. Y lo perdieron.

El Ciego dio mil vueltas y se fue a la casa de laMechi. Entró sin hacer ruido, revisó cuarto porcuarto, se convenció de que nadie había entrado, seaseguró de que todo estaba en orden, y volvió a

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salir. La Mechi había llegado antes, había agarradolos papeles más importantes, los metió en una bolsade basura, los subió a la terraza y ahí se quedóagachada debajo del parrillero. Si escuchabaruidos, se iba a cruzar por la terraza a lo del vecino,iba a saltar una pared bajita que ya había estudiado,y de ahí podía bajar por el otro lado de la cuadra.Era el Ciego el que le había enseñado a buscarsiempre una salida por atrás de las casas dondeestuviera. Se quedó arriba como tres horas, entreasustada y feliz por lo que había hecho el Ciego.Ella no había visto nada; nadie había visto nadasalvo que el Pollo cayó muerto con la pistola en lamano y un balazo en la cabeza.

No dijo nada a nadie pero estaba segura quehabía sido el Ciego. Quería abrazarlo y estar con él,pero tendría que esperar seis meses para volver averlo, y no sería en Rosario.

Tampoco en Santa Fe donde el Ciego estuvoescondido, sino más lejos.

Mucho más lejos.

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La Mechi

Decidimos con la Mechi ir a la playa.Agarramos el NSU7 que estaba recauchutado,

pusimos unas toallas en un bolso y nos fuimos alParque del Sur.

La mamá de la Mechi vivía a cuatro cuadras dela casa de la calle Primera Junta, la de mis viejosque le pusieron la bomba en diciembre del ‘75, nosconocíamos de chicos pero recién nos hicimosamigos cuando la encontré en una fiesta de la Fedede Rosario, en el local de la calle Pueyrredón y nosvolvimos a ver un par de veces más.

Debió ser para las fiestas de finalización del año‘73 que la pasamos tan lindo que hasta da penaacordarse. Nosotros íbamos todos los años a pasarlas fiesta con la familia de mi mamá, inclusodespués que se murieron mis dos abuelos maternos.Para mí eran como mini vacaciones porque íbamospara Navidad y recién volvíamos para Reyes.

Ese 31 tan dichoso para todos, después de las 12nos encontramos en el Monumento a la Bandera.Me acuerdo bien porque éramos como cien, ytomábamos sidra sentados bajo los árboles queestán casi sobre el río, frente a la calle Rioja. LaMechi me presentó al Ciego pero como él no medio mucha bola, yo tampoco le presté muchaatención.

7 auto muy chiquito de los sesenta, me lo habíandestruido con la bomba del 5 de diciembre del 75, estabapintado de amarillo y llamaba mucho la atención por elmínimo tamaño y porque no había muchos circulando.

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Después nos vimos más seguido, sobre todocuando el Cacho se fue a vivir a Rosario y todosellos terminaban la noche en el bar de un tipo quese terminó afiliando al Partido.

Así que me acostumbré a que cuando iba a unareunión a Rosario, después me quedaba en elboliche de la barra y en la madrugada me volvía aSanta Fe. Me extrañó que en pleno verano, en esefebrero terrible del ‘76, ella anduviera por Santa Fepero hice no hice el menor comentario; yasospechaba que ella hacía alguna tarea especial.

Encontramos un lugarcito, nos acomodamos ynos metimos al agua que como siempre estababastante sucia y casi tibia, pero era mucho máscerca que ir a Guadalupe y no había peligro de quete muerda una palometa.

Le cuento que en la casa de Graciela se alojó untipo de la Fede, al que yo no vi pero que dicellamarse Fabián y que está esperando para irse aCuba porque los fachos lo quieren limpiar no sé porqué. Le preguntó si sabe algo y me dice que nada.

Después nos ponemos a discutir si habrá o nohabrá golpe y si alguien podrá parar la locura demuerte en que estábamos metidos. Pasa una minamuy jovencita con un viejo de la mano. La Mechise me caga de risa porque me quedo mirando lamina, pero en realidad me acordé de unaconversación de Graciela con Fabián, que no sé porqué se me ocurre contarla.

-Sabes que el tipo este, el Fabián, el que estabafugado, tiene un mambo en la cabeza porque la

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novia es más vieja que él y no sabe si quedarse conella o largarla.

-Y Graciela qué le dijo, pregunta la Mechi,demostrando un interés un poco exagerado en elasunto.

-Qué sé yo, supongo que si se quieren noimporta la edad no, sino fíjate esos dos y la chicano parece un gato, ¿o sí?

Cuando nos levantamos para irnos, nos damoscuenta que toda la playa está rodeada de soldadosque se han apostado y paran los autos que pasan.Por suerte el mío lo dejamos como a cuatrocuadras.

La agarro del brazo y con toda la calma quepodemos pasamos caminando entre los milicos queni nos prestan atención. La Mechi no me dijo nada,pero esa noche se tomó un colectivo a BuenosAires.

Llevaba un bolso con toda la ropa que pudometer adentro, lo que no le entró la metió en unabolsa y le dijo a la madre que me llame para que lapase a buscar.

A la madrugada siguiente tomó un avión a Cuba,iba a encontrarse con Fabián, el Ciego, o comodiablos se llamara.

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El Ciego

-¿Y usted compañero, que dijo qué quería haceren Cuba? preguntó el mulato vestido conguayabera. Estaban en una residencia de protocolopor la zona de Miramar, en una de esas casasformidables que la burguesía cubana habíaconstruido con un buen gusto y un confort casiincreíble para los años en que se edificaron: entrelos ‘30 y los ‘50, y que la Revolución hizo suyacuando la mayoría de los burgueses de La Habanahuyó a Miami creyendo que a Fidel lo tumbaban enunos meses. Ésta, hasta pileta tenía, y el Ciegoestaba molestísimo con la situación. El confortexcesivo le molestaba.

-Bueno compañero, no es lo que yo quiera o noquiera sino lo que la dirección del Partidoargentino discutió con ustedes; que yo puedaprepárame en Cuba como un compañero cubanode filas, sin ningún privilegio.

-Pero es que normalmente ningún extranjero seprepara en Cuba como tu quieres. Menos quemenos alguien de un Partido que está bajodictadura militar y proclama que no va apracticar la resistencia armada.

-Bueno, pero es que yo algo tengo que hacerhasta que pueda volver, y claro que en la Argentinano me van a dejar entrar a la Escuela de Oficiales,¿o usted no sabe en que país vivimos nosotros?.

-Bueno chico, no te sulfures y no comas mierdaque yo conozco la Argentina mucho más de lo quetú te imaginas; que yo estuve en la primera misión

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diplomática de la Revolución, que yo soy uno delos que echo Frondizi cuando los yanquis se loimpusieron. ¿Recuerdas? después que el Che lovisitó de incógnito luego de lo de Punta del Este.

Después el Ciego se dio cuenta que el mulato loestaba tanteando, que ya tenían la decisión tomaday no era cierto eso de que no había ningúnextranjero en el Centro, porque esos muchachos delsegundo piso en el hospedaje no eran cubanos, senotaba de sobra que eran todos chilenos, y algúnotro acento se colaba en las pocas veces que secruzaban en algún paseo o recepción.

Y al cabo de unos meses, cuando empezaron atomar confianza, intercambiar un mate y tomarseun pisco a escondidas, se fue enterando de por quéestaban allí.

En realidad el que desentonaba era él.Después que le mataron gente suya de la

Embajada en Buenos Aires, los cubanos empezarona disimular menos su desacuerdo con la idea de quelo de Videla “no era todavía el fascismo” y quehabía un sector más peligroso al que había quecerrar el paso.

Pero siempre va a haber uno más bruto ypeligroso del enemigo que tenés, pero el tema esjustamente que el más peligroso es el que tenes enel gobierno, le decía un uruguayo que estaba másenterado de los debates argentinos y trataba de nopelearse con la pareja cuando iba a comer losfideos con pesto que la Mechi les cocinaba paravariar del arroz con lo que sea que comían todos losdías en el cuartel.

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La Mechi estaba recontenta, desde que llegó, ycuanto le costó llegar solo ella lo sabía. Costóporque hubo que convencer a un montón decompañeros que no podían entender que en solounos meses ellos eran pareja y para siempre ledecía la Mechi para asombro de algún que otroburócrata que decía que la tradición era no irse, quesi alguno se iba la familia se quedaba y que en todocaso, se podría hacer una excepción con unafamilia formal pero no para ellos que eran casiamantes, sin ofender, por supuesto decía elpelotudo y la Mechi volvía a explicarle que elloseran pareja desde Rosario, desde antes que el Ciegotuviera que ejecutar al Pollo y el Partido decidiómandarlo primero a la casa del padre de Gracielitay después a una casa en Pilar a esperar poder salirdel país.

Y que ellos se veían siempre, hasta cuando no sepodían ver.

O sea, que se veían a escondidas de algunos ycon la ayuda de otros que entendían que una parejano podía estar tanto tiempo sin tocarse y besarse,sin hacerse el amor decía la Mechi y entonces fueque el Pelado se decidió y dijo que si, que se vayanlos dos si los cubanos lo aceptan.

Y después de muchas vueltas los cubanosaceptaron y hasta le permitieron continuar susestudios de medicina aunque todavía no habíaconvenios académicos y el sueño de una Facultadde Medicina par los jóvenes latinoamericanos noexistía ni en los sueños de Fidel, lo que no es poco,que trataba de salir de la década en que por seguir

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el camino de los soviéticos casi queda en el mediode la negociación entre Krushev y Kennedy por losmisiles y se esforzaba en superar el monocultivomientras seguía sosteniendo el sueño de crear diezVietnam en América Latina del Che Guevaraaunque al Comandante ya lo habían asesinado enLa Higuera.

Volver a la Facultad le hizo bien, le gustabamucho la medicina y como aquí no había centro deestudiantes, ni asambleas ni peleas con los otrosgrupos, se empezó a apasionar por la medicina, porla concepción misma de la medicina preventiva y laplanificación sanitaria, cosas de que ni se hablabanen Medicina de Rosario en los primeros setenta.

Y además vinieron el Colorado y la Gaby y porfin parecía que la vida se había acomodado.Extrañaba, claro que extrañaba. El ruido de loscolectivos cuando pasaban por la calle Mendoza yella tomaba cervezas con los de la Fede en el bardel Oscarcito. El olor a lavanda y jazmín del patiode la casa de su mamá, tan cerca de mi casa quecuando me pusieron la bomba aquella noche delverano santafecino fue una de las primeras enllegar, bueno, después de Rebechi y el Curro, peroellos eran los que la había puesto. Las guitarreadasen el local de la Fede, tomando vino y comiendoempanadas con el Kali y el Wilfredo, discutiendo,siempre discutiendo porque en eso no le iban aganar, ni a disciplinar.

Bueno, disciplinada era, pero discutidora eramás.

Si lo sabía el Kali y si lo sabría el Ciego

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Una tarde los chilenos le llaman a su casa y leconfían algo fabuloso: los sandinistas están a puntode tumbar a Somoza y aceptan una brigada de laJota chilena que vaya a pelear con ellos, -y si nosapuramos hasta es posible que nosotros mismosentremos a Managua, le dice el Rubén.

El Ciego volvió como borracho al Cuartel yestuvo toda la tarde como volando, sin darle bola aningún instructor. A la noche lo consultó con laMechi, bah, le informó que él se iba a Nicaragua yque le parecía que ella tenía que terminar la carrera,y además recién había nacido el Colo, y alguientenía que cuidarlo, ¿no? La Mechi lo único que ledijo era que no se podía ir sin avisar al Partido, queno podía ser toda la vida un anarco, que él noestaba allí por la suya, que aprovechara que iba apasar uno de la dirección de la Fede, de paso paraEuropa y que consultara.

El de la Fede dijo que a él le gustaba la idea, quetodas las Juventudes Comunistas estabanpreparándose para ayudar al sandinismo, pero quela última palabra la tenía el Partido. Que sepreparara y que si llegaba el acuerdo se iba con loschilenos, y si no ya verían la forma de engancharlocon alguna otra brigada que fuera para Nicaragua.

Faltaban tres meses para partir y decidieronrealizar una preparación especial bajo el mando delos propios sandinistas que estaban allí. Pero larespuesta del Partido no llegaba y los días pasaban.El Ciego tomó una decisión, si no llega ningunadirectiva en contra, me voy con los chilenos a

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Nicaragua. El día del viaje se levantó a las cinco, sepuso a jugar con el bebe hasta que se levantó laMechi, tomaron mate, hicieron el bolso juntos yarrancaron para el aeropuerto.

Estaban ya en la sala de espera cuando llegó elMulato casi corriendo. Lo siento Ciego, llegó unacomunicación oficial del Partido, no quieren quevayas. Que termines los estudios que viniste ahacer, que ya va a haber tiempo más adelante.

El Ciego protestó, alegaba que debía haber unerror y se resistía a bajarse del avión hasta que elMulato se enojó y le dijo Oye niño, que la carta esdel mismo Arnedo, que si ustedes no quieren pelearcontra nadie, qué culpa tengo yo. Me parece que elque está equivocado eres tú, niño.

Fue como un mazazo en la cabeza. Agarró sumochila y se bajó despacito, casi sin hacer ruidopara que no se notara que se estaba bajando. Comosi los otros compañeros no hubieran escuchado,estupefactos, el diálogo con el Mulato.

Uno de los chilenos, se arrancó el cinturón deseguridad y corrió detrás de él hasta alcanzarlo. Lepuso el brazo en el hombro, lo dio vueltasuavemente y le pegó uno de esos abrazos quedicen todo. El Ciego se sacó los lentes, se secó laslagrimas y siguió caminando para la salida.

Ni siquiera esperó que el avión despegara, setomó un taxi y huyó con la Mechi. Esa noche nodurmió, puteó todo el tiempo y se decidió a lamadrugada: se sentó en la cocina, agarró un papel yescribió su renuncia al Partido.

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Cuando la Mechi se levantó a la mañana y vio lacarta, la rompió en pedacitos, le dijo vos estás loco;ese Partido es nuestro y si hay que cambiarlo, lovamos a cambiar. Pero no podemos irnos porquees nuestra vida, boludo. Y de nuestra vida no nospodemos ir.

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El reencuentro

El suegro de Raulito nos prestó un departamentoen el barrio de San Telmo. Allí nos alojamos condos compañeros del Partido de Rosario, paraparticipar en el XVI Congreso. Todos estamos muyexcitados, hace pocos días se ha hecho laConferencia Provincial y todos sienten que estamoshaciendo algo importante. Y necesario.

La conversación con Jorge8 parece que hubierasido ayer, dada la aceleración de los tiempos en elPartido.

En pocos meses he tenido que recuperar años deaislamiento intelectual. No sólo he leído todo loque me recomendó Jorge, también todo lo queempezó a circular con virulencia, una vez rota lacensura que el aparato ideológico mantenía sobretodos nosotros.

De todos esos textos un libro me ha impactadomás que ninguno, es el de Los Caminos de laUnidad, donde Shafik Jorge Handal, lídercomunista del Frente Farabundo Martí deLiberación Nacional, y el Comandante Manuel“Barbaroja” Piñeiro Losada9 defienden la unidad de

8 Jorge Garrido, dirigente de la Fede al que conocíadesde que los dos éramos militantes secundarios, falleció apoco de finalizar el XVI Congreso del Partido Comunista

9 Shafik fue secretario del Partido ComunistaSalvadoreño, miembro de la comandancia del Farabundodurante la lucha armada y llegó a ser un líder popular,candidato a presidente; Piñeiro fue uno de los Comandantesde la Revolución Cubana, con tareas vinculadas a laSeguridad del Estado y la solidaridad revolucionaria día, el

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la izquierda, el carácter socialista de la revolución,la imprescindible necesidad de derrotar el enemigoen su núcleo armado y una valoración de AméricaLatina que es toda una sorpresa para mí y paramiles de compañeros.

Ya en el acto inaugural, Athos define el carácterdel Congreso, y se pone firmemente de parte de losmás decididos a dar el paso tan temido de decretarcaduca la auto proclamación de vanguardia .

Llegaría después el tiempo de aprender,dolorosamente, que no se abandona gratuitamenteun modo de ser mantenido por cincuenta años. Peroesa noche, todo es optimismo y convicción devictoria.

Cuando termina el acto, Emilio me proponevolver temprano al departamento, porque me quierepresentar gente muy interesante. Intuyo que hayalgo que vale la pena, y acepto la propuesta.

Cuando tocan el timbre y entra una pareja condos chicos en brazos, no los reconozco para nada.Para colmo, hablan con tonada rara, con un acentoque no reconozco, y como yo no había ido nunca aCuba casi no les entiendo lo que hablan, hasta quela madre me abraza y me pregunta si ha engordadotanto que no la reconozco.

El Ciego se ríe y dice que sí, que Mechi haengordado tanto que nadie la va a reconocer, quehasta puede ir a Rosario y caminar por la peatonalque nadie se va avivar.

carácter infalible del Partido y sus direcciones, y a dar poragotada, prácticamente, toda una cultura política

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Emilio nos tiene a todos otra sorpresa: hadescubierto que en un placar el dueño de casa tieneuna verdadera bodega de vinos importados.Elegimos una colección de Navarro Correasnumerados de uno a cien en la etiqueta, y unasbotellas de genuina sidra española de un chillóncolor amarillo.

La ronda tiene algo de mágico, levanto el vaso ymiro adentro: me veo escribiendo un libro dentrode veinte años, acordándome de esa escena: unverdadero reencuentro de sobrevivientes.

Emilio estuvo en el Vesubio10, junto con casitodo el Comité Central de Vanguardia Comunista.A él lo largaron, pero ya sabemos que es uno de lospocos sobrevivientes.

Lo que cuenta supera todo el horror que yo puderecoger en mi paso por la Cuarta, la Guardia yCoronda. Atados con cadenas a las paredes,encapuchados por meses, casi sin comida y some-tidos a una situación de degradación tal, que ni losrelatos sobre Auschwitz se equiparan, iban siendollevados de a uno o de a dos, para no volver.

A él lo tiraron un día en una calle del GranBuenos Aires, y caminó por horas en círculos,temeroso de que lo hubieran largado como un

10 Este centro clandestino estaba ubicado en LaTablada, provincia de Buenos Aires, cerca de la interseccióndel Camino de Cintura con la autopista Ricchieri, en unpredio del Servicio Penitenciario Federal. Se componía detres construcciones, una de ellas con sótano, y una pileta denatación aledaña.

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señuelo para capturar más compañeros. Al fin seconvenció de que no lo seguían, y llamó al Centralpara que alguien lo recogiera y lo pusiera a salvo.

En realidad se salvó dos veces, porque a los dosmeses de regresar a Rosario (lo habían chupado enuna escuela del Partido que se hacía en San Martín,en el Gran Buenos Aires) rodearon su casa y setuvo que escapar por los techos.

Todos escuchamos con envidia al Ciego: noshabla de Cuba, de su viaje frustrado a Nicaragua yde lo que sí pudo hacer en El Salvador. Nos cuentaque para viajar al Salvador se preparó, junto a ungrupo de internacionalistas de toda América Latina,durante algunas semanas; y que en la etapa final delos preparativos, los llevaron a un sitio donde elmismo Che había pasado algunos de los díasprevios a su viaje sin retorno a Bolivia Y que todoshabían sentido una emoción muy especial alcaminar por ese campamento en lo alto de la SierraMaestra. El Ciego nos cuenta anécdotas de aquellosdías, y de cómo la convicción de la victoria parecíafluir del mismo suelo por donde había caminado elChe.

Pero que dejó todo por volver al país y ser unomás de la Fede, dice, sin acordarse de que ya todosestamos en el Partido.

Los tres fuimos de la Fede santafesina, los tressufrimos algún tipo de persecución y represalia pornuestra militancia comunista, y los tres hemosllegado a la convicción de que hay que cambiarprofundamente al Partido para poder salvarlo.

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El Ciego, quien vivió más de cerca los procesoscentroamericanos de unidad de las izquierdas y delucha armada popular, hace rato que ha superadocualquier rasgo de impaciencia o inmadurez. Sabeperfectamente que toda lucha de clases, empezandopor la armada, es una lucha política que no admitedemoras, pero tampoco improvisaciones oaventuras. Pero que sólo la lucha por el poderpuede instalar un centro de gravedad verdadero enun Partido que literalmente estalló tras el fracasoelectoral del 83, y que ahora se cuestiona todo.

El Emilio ha sufrido aquel secuestro tanto comola falta de debates, el autoritarismo de un puñadode burócratas que llegaron a apoderarse de muchasdirecciones partidarias, y que habían hecho de suauto preservación casi el leitmotiv de su actividad.

Y yo, junto con las lecturas a las que me indujoJorge en aquel viaje, he sentido en carne propia,tanto la falta de concentración del Partido en loscentros neurálgicos de la lucha de clases real, comolos límites de una política sindical que no acertabaen vincular la lucha contra la burocracia sindicalcon los temas de la construcción de alternativarevolucionaria.

Les cuento una anécdota bastante simbólica:pocos días antes de la definitiva normalización dela Unión Obrera Metalúrgica de Villa, el Partido dela localidad organizó un asado con un conjuntomuy grande de trabajadores, activistas y dirigentesde la Seccional. Estaban incluso algunos de los queserían electos como primeros directivos legítimos

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de la UOM de Villa, después del operativorepresivo del 75, y de la intervención – porsupuesto que con el aval de Lorenzo Miguel,secretario general de la CGT – que se mantuvohasta mediados del 83. Ante el éxito previsto de laactividad, el Central aceptó mandar al referentesindical histórico, Rubens Íscaro, y eso terminó deasegurar el éxito de la actividad. Trabajamos comolocos, todo salió bien: la comida, la bebida, laseguridad del lugar, la presencia de los invitados,pero Rubens Íscaro dedicó su intervención a lacuestión del necesario apoyo obrero al Movimientode los Cien para seguir Viviendo, un movimientopacifista inspirado en el llamado Nuevo Pensa-miento Político que surgió en la URSS con laPerestroika, y que predicaba la desaparición de lacategoría de “enemigo”, y que por ello equiparabaal Imperialismo con los pueblos que luchan por laliberación.

Claro que un movimiento de ese tipo contabacon el apoyo de “demócratas” como Raúl Alfonsín(UCR) o Vernet, pero nos volvía a sumergir en lapolítica de “frente demócrata nacional”.

–Y ésa fue la base de la Unión Democrática, ytambién, veinte años más tarde, de que nofuéramos consecuentes con la 7ª Conferencia y conaquella consigna inventada por nosotros mismos:“Unamos los brazos por un Argentinazo”, que noscolocaba en el camino de los Montos y del PartidoRevolucionario de los Trabajadores.

El que dice eso es el Ciego, la Mechi disientecon la cabeza, y el debate da vueltas y vueltas,

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tratando de encontrar las razones por las que esteextraño grupo de sobrevivientes sean vistos máscomo derrotados, que como gente victoriosa de lamuerte que se prepara para la lucha final.

Y, para colmo, hay que cargar con el sambenitodel apoyo a la dictadura.

Justamente nosotros.Pero Emilio dice que hay que asumir todo, que

no se puede empezar a explicar que yo no fui, o queeran otros los que escribían las pelotudeces de laconvergencia. Que si nos salvamos es para ayudara superar los errores, y que los errores eran porderecha. Que de esta crisis se sale por izquierda, yque ahora podemos poner el Partido en sintoníacon el Sandinismo, con el Farabundo Martí, con elManuel Rodríguez, que todavía tenemos variosmiles de militantes y si los podemos poner a lalucha por el poder…

Jorge dudaba que el elefante blanco11 pudieraponerse en pie, pero estos cuatro sobrevivientes,sea por el alcohol o por la experiencia vivida, ya nodudan.

–El viraje va a poner al Partido en el lugar quele corresponde. Que para eso hemos nacido. Paratriunfar, qué mierda –dice Mechi, y se abrazafuerte con el Ciego.

11 en un viaje en tren de Moscú al Leningrado de1985, discutimos sobre si era posible transformar al Pece;Jorge decía que era un elefante blanco inmutable y yo quehasta los elefantes cambian, si uno es persistente. Lapolémica sigue vigente hoy aunque ya no esté Jorge entrenosotros.

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Los niños están durmiendo y nos vamostranquilizando.

Me tiro en un rincón y me agarra la nostalgia.Pero no sé de qué. Será que como dice la canciónde Sabina de que no hay nostalgia mayor queañorar lo que nunca jamás sucedió.

De repente, me sobreviene una cosa extraña, unasensación casi olvidada: aquella que tenía cuandoconspiraba con Leonel Mac Donald12: me ha vueltola seguridad en la victoria y eso me enciende unahoguera que me pone a mil la cabeza, tanto quecasi me duele.

Pienso en aquella charla de café y me doycuenta de algo muy curioso: estamos haciendo loque Leonel me pedía en aquel café del Baviera delPuente, acaso ingenuamente, en el 68. Quepusiéramos el Pecé a luchar por el poder.

Y me hizo bien.

12 Leonel Mac Donald, santafecino, con quiencompartí algunos debates iniciales en el 70 donde una vez,cuando le conté que el Pece tenía como cien mil afiliados,me dijo que con esa fuerza podríamos tomar la Casa Rosadaen un día. Fue dirigente del PRT/ERP y uno de los últimosjefes de la Compañía del Monte en Tucumán. Murió encombate cerca de la Escuelita de Famailla en 1975

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El Ciego

Al Ciego le apasionaba los Quilapayun.A las seis de la mañana, en la puerta del Swift,

mientras piqueteaba Nuestra Palabra13, ponía elcasete en el equipo de sonido y martirizaba a todoscon la Cantata de Iquique.

¿Qué extraño, no?: La cantata empieza en eldesierto del sur chileno con algo así como que unniño juega en la escuela Santa María de Iquique ydescubre los restos de una matanza.

En Santa Fe no hay desierto, se sabe; pero igualun niño juega en lo que parece una camionetachocada.

La madre le grita una y otra vez que tengacuidado, que hay muchos fierros rotos ahí, que nosé por qué tu padre no se lleva esa porquería de unavez.

Mamá, mamá, grita el niño.Mirá lo que encontré le dice, un reloj, un reloj, y

anda todavía.Ay Martín, Martín, tené cuidado con lo que

tocás que la camioneta es de unos compañeros sepreocupó la mamá del niño.

El Ciego puso la primera y la camioneta arrancódespacio.

Llovía y él llevaba la familia así que era máscuidadoso que nunca.

Cuando llegaron a Paraná, el compañero quehabía traído de Concordia se ofreció a ayudarle amanejar.

13 semanario del Partido Comunista en aquel tiempo

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El Ciego paró a un costado de la ruta, dio lavuelta por delante y se sentó a la derecha delconductor que ahora se acercaba al túnel, acelerópara pasar un auto, el Ciego iba a gritar cuidadocuando el camión salió de la nada y lo arrojó a looscuro.

Despertó por los gritos de la Mechi y de loschicos, no sentía nada pero no se podía mover.

La camioneta se había deformado con el choquey estaba atrapado, perdiendo sangre a borbotones.

La miró a la Mechi que intentaba hacerle untorniquete, en vano.

Había estado en demasiados cursos de primerosauxilios para no saber lo que pasaba, se estabadesangrando y en minutos el corazón le estallaría.

Pensó en Ramiro, el salvadoreño al que creía suhermano; pensó en Mauricio, el Nica que se quedóesperándolo para entrar juntos a Managua, pensó enPatricio y en esa noche en que estuvieron juntoscon Shafik.

Se dio vuelta para que la Mechi no lo viera llorary gritó con el resto de sus fuerzas: Hijos de puta, yono me puedo morir así.

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El Ciego, Marcelo, Floreal y un pañuelo

Cierto es que yo conocí al Ciego, pero nodemasiado.

Si me apuran, diré que estar con él, lo que sedice charlar y caminar juntos y pensar y tomar vinoy volver a charlar, fueron sólo dos veces: la primerafue cuando sesionaba el XVI Congreso y seapareció con la Mechi por el departamento que enSan Telmo había conseguido el Raulito y ahí me dicuenta que era él quien había estado en lo deGracielita, escapando de la Triple A en el ’75.

Había cambiado mucho, ya no montaba guardiadormido en el local de la Fede de la callePueyrredón, con la Cuarenta y Cinco en el puñoatada a un hilito que venía de la puerta y que loalertaba cuando alguno entraba.

Ahora era un padre de dos niños, fornido,formado, sereno y con una visión bastante madurade lo que había que hacer para construir un partidopara la revolución.

La segunda fue en la quinta de mi hermano enFunes donde lo ayudé a encontrarse con su mamá,después de tanto tiempo lejos, muy poquito antesde su muerte.

Su muerte.Idiota muerte.Maldita muerte.Reputa muerte a la salida del Túnel, esa mañana

de lluvia en que un camión inmenso lo llevó pordelante y se murió insultando a todos porque él nopodía morir así, ¿me entendés?, así, es decir, sin un

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fusil en la mano peleando por la revolución, aquí oen cualquier lugar del mundo donde hiciera falta.

Digo, como murió Marcelo, el TenienteRodolfo, en esa vereda salvadoreña, un poquitoantes, como si se siguieran los pasos.

Cómo si compitieran en ver quien de los dos seponía la máscara del Che, digo la máscara queCortázar había inventado para Fidel en Reunión,que Marcelo había leído en la escuela, primero adisgusto por que no le gustaba nada el exilio deCortázar y después asombrado, totalmentefascinado por aquella metáfora de Cortázar queparecía haberse escrito para ellos dos.

¿Cuántas veces se lo había contado?¿y cuántas veces habían discutido el sentido del

cuento, el más transparente y acaso por eso uno delos más polémicos, del argentino que vivía en Paríspero pasaba más tiempo entre Managua y LaHabana que en Europa?.

Reunión parecía fácil de entender: Cortázarasume el rol del Comandante y relata eldesembarco en Playa Girón.

¿Fácil?. Las pelotas fácil, el cuento estaba llenode significados y de claves. Primero, porquedescribe el desembarco de un modo crudo,impiadoso, casi hiriente para el orgullo guevaristaque llegó a recriminarle a Cortázar la imagen quede él se mostraba en “Reunión”. O sea, que alChe de verdad no le había gustado un carajo la fotoque Cortázar presentaba del Che histórico en sucuento. Che decía que era un Che imaginario, y

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claro boludo le contestaba Cortázar, que es uncuento no una foto.

Segundo porque Cortázar juega con la muerte deFidel pensada por el Che, y cómo le pega eso alChe. Es decir que aquí, no en Girón, sino en elcuento, el Che de Cortázar piensa que Fidelestá muerto y al dormirse lo sueña vivo, a Fidel queestá muerto ¿se entiende, no?...

Digo que el Che de Cortázar cree que Fidelmurió en el desembarco y al dormirse, lo sueña aFidel vivo y rodeado de todos los guerrillerossobrevivientes, los futuros Comandantes, los únicoscon derecho a llamarse Comandantes de laRevolución.

Nada menos.Entonces Fidel se pone la mano en la cara, que

no es una cara sino una mascara, y se la saca y se laofrece al Che, que le dice que no y se la ofrece aRaúl que también le dice que no, y entonces el Chede Cortázar se despierta convencido que no hayreemplazo posible, que sólo Fidel podría encabezarla revolución. El cuento sigue un poco más, hastaque se produce la reunión entre el Che y Fidel, peroa ellos no les interesaba esa parte, lo que losdesvelaba, lo que les producía miedos y discusionesera aquella de la mascara, porque el desafío deCortázar era claro para ellos: ahora, que el Che estámuerto, ¿hay alguien que se ponga la máscaradel Che?

Marcelo, a punto de viajar al Salvador yconvertirse en el Teniente Rodolfo, le regaló alCiego un pañuelo como símbolo de la amistad

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forjada en los duros días del entrenamientocombativo, el pañuelo que había usado enNicaragua cuando la Brigada del Café, la SanMartín, la que mandó la Fede para apoyar laRevolución y revolucionar la Fede, de paso.

Lo que yo no sabía, hasta esa noche, es que lamadre del Negrito Floreal había sido la madrina deMarcelo cuando la Brigada a Nicaragua y que elviejo del Negrito, el Viejo Floreal que buscaban losmilicos cuando lo secuestraron al Negrito, le habíaarreglado algunos fierros cuando Marceloempezaba a caminar por la Fede.

Fue Marcelo quien le habló al Ciego del NegritoFloreal, de esas palabras de Iris en el Juicio a laJunta: a mi hijo lo mataron por no cantar a suscompañeros y esas otras palabras, las de lostorturadores sobre la madre del Negrito Floreal:“Con los comunistas no se puede”, cansados ellosde torturarla sin arrancarle un solo dato. El Negritosí que se había puesto la máscara, y con eso que eratan joven que ni llegaba a quince años. Bueno,menos aún tenía en el Xº Congreso de la Fedecuando estaba al lado de Rubén Poggioni en laesquina aquella donde hacían la pintada, y losfachos lo mataron a Rubén de un balazo.

Tirado en la esquina, sólito y sólo, quedó elRubén y el Negrito, que ni catorce tenía, fue aavisarle al padre lo que había pasado.

Yo también estuve en el Xº Congreso pero,qué boludo, no vi a ninguno de los tres: ni alNegrito, ni a Marcelo, que sería el TenienteRodolfo doce años después, ni al Ciego que al año

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siguiente se bajaría un facho en la esquina de EntreRíos y Córdoba en Rosario, justo a la vuelta de lafacultad de Filosofía, casi, casi frente a la imprentade donde lo chuparían a Tito Messiez en el ’77,puntualmente un 22 de agosto, el mismo día deTrelew, de Sacco y Vanzetti y del renunciamientode Evita.

No se porque se me ocurre que acaso Marcelopensaba más en el Negrito Floreal que en el Checuando subía la montaña de Chalatenango. Se meocurre nomás, acaso porque había hablado tantocon Iris y con el Viejo Floreal que soñaba conhacer lo que el Negrito no pudo.

¿Quién sabe?¿Quién sabe lo que pensaba el Ciego en esas tres

horas en que murió lentamente atrapado en unacamioneta casi al lado del Túnel? ¿No pensaría enla vez que pudo ir a pelear a Nicaragua y no lodejaron?. ¿Y para que mierda me preparé,protestaba, si no quieren que pelee? le decíadespués a la Mechi. Por eso se había sumado alXVI Congreso con tanto entusiasmo, porque ya nose hablaba de juntar monedas para la solidaridadsino de hacerse cargo de las luchas revolucionariascomo propias. Y eso es lo que siempre habíapensado que debía hacerse. Hacerse cargo.

Como el Negrito Floreal cuando se quedó solofrente a los torturadores y tuvo que decidir sientregaba al viejo o se hacía cargo. Ydecidió hacerse cargo. Sencillo, sin muchaspalabras, sin muchos líos. Correrse o hacerse

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cargo. Ponerse la máscara del Che o dejarla en elsuelo.

Para el Negrito entrar en la Fede había sido casicomo un paso natural, no lo había pensado mucho,simplemente era lo que había aprendido de su vieja,de su papá, de su abuela, la que formaba elSocorro Rojo y hacía solidaridad con los presoscuando todavía ni Perón era Coronel.

Del Cordobazo al Rodrigazo, de la ofensiva ylas masas con banderas al viento al canto del cisneproletario del ’75, si en algo pensó el NegritoFloreal en sus ultimas horas debe haber sido enalgo de eso, en las ganas que tenía la Fede de serpoder y no poder ser.

Al Marcelo le preocupaba eso más que todo. Sery no parecer, hacerse cargo y no correrse.

Por eso en su primer laburo lo arriesgó todo y sesubió a la mesa de trabajo aquel día en que habíaparo, haciendo equilibrio al lado del torno, y leshablo a los pelotudos que se hacían los que nosabían: que no hay que ser yunque sino martillo,que no hay que ser cantera sino masa, que no hayque …Calentón, cabrón, capaz de putear hasta lamadre en una discusión política y de hacer cosas deniño como cuando dio vuelta el cuadro de Victoriocontra la pared, en penitencia, porque el XVI noarrancaba en la zona norte y él se enojaba contodos. Bueno, con todos no, con los viejos delNegrito no se enojaba nunca, no importaba lo quedijeran, él iba a decir que tenían razón acaso porrespeto acaso porque sabía que en el armario del

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viejo estaba la carabina que iba a ser para Floreal yno pudo ser. Y que él soñaba que fuera para él.

¿Y si me la llevara al Salvador le preguntó alViejo Floreal en la última visita, aunque sabía queel Ciego lo mataba si caía con otra cosa que nofueran calzoncillos y pañuelos en el bolso de viaje?Una belleza la carabina, , hasta con miratelescópica, cada parte hecha a mano por el ViejoFloreal. Cual un objeto de arte, como un trofeo.

Como lo que un padre haría para un hijo, paraque sepa que lo quería y para marcarle el camino.De regalo un fusil, para que no haya dudas de loque esperaban de él; que sea valiente yrevolucionario, que sea audaz y consecuente.

El hubiera sido como el Che, decía el Marcelocuando escuchaba al Viejo Floreal elogiarlo alNegrito y en eso pensaba el Marcelo cuando elCiego lo hacía subir a los árboles y bajar, y agarrarla AK47 rusa y tirar y tirar y tirar hasta que elruido no te asuste, hasta que la mano no te tiemble,hasta que la mente no registre que el blancotambién respira y tose, y tiene frío y capaz que amaa una mujer y hasta capaz que tiene hijos y todoeso que hace más difícil a los revolucionarios tirara matar porque están programados para amar, nopara matar, y hay que darle mucho taller al bochopara meterle dentro que a veces hay que matar paraamar hasta el final.

O como decía el Che, que el amor consecuentehacia los humillados se transforme en el odio hacialos dominadores. Y por eso se quejaba de los

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comunistas argentinos, porque él decía que lescostaba odiar y matar.

El Ciego era uno de esos que desmentían al Che,era uno de esos que en vez de resistir la torturahicieron cagar a un facho y eso lo hacía un héroepara el Marcelo que lo miraba y lo miraba mientrascaminaban en el monte, cargados hasta los huevoscon la mochila y la AK47 y todo lo que el culeaodel Ciego les hacía llevar arriba y abajo para que seacostumbren.

Si supieran que al Ciego más que el deber loimpulsó el amor…

Es que el rubiecito ese de la CNU había sacadoel arma y apuntaba justo para el lado que estaba laMechi y la Mechi era todo para él. No era laprimera pero seguro que era la que más quería ycuando sacó, en ese instante eterno en que el dedoaprieta el gatillo, más que banderas rojas élpensó en las sabanas de la casa de Rosario, esacerca del Monumento donde la mugre tapaba todo,todo menos el póster del Che.

A las dos noches, dos noches sin dormirpensando y dando vueltas en la cama, le escribí a laMechi y le conté, asombrado, que acababa deenterarme que la madre del Negrito Floreal habíasido la madrina del Marcelo cuando la brigada delCafé, mirá que casualidad que no se puede creer ledije, y fue ahí cuando la Mechi me contó que elpañuelo que la mamá del Negrito le dio al Marceloéste se lo dejó al Ciego y que cuando el Marcelomurió en El Salvador el Ciego se lo dejó a ella decustodia y que cuando el Ciego se murió en el

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Túnel ella se dijo que tendría que devolvérselo a laIris, pero se le olvidó y que cuando se volvió aCuba se lo llevó de vuelta y que ahora no sabía quehacer, si traerlo a Buenos Aires o qué.

Y me preguntó qué pensaba.Así que yo agarré el teléfono y marque los

ochocientos números que hay que marcar parahablar a La Habana y le dije a la Mechi: creo quelo que corresponde es que lleves el pañuelo a SantaClara. Y allí, en la tumba que construyen para elChe habría que dejarlo atado al vallado.

Mirá bien, mirá bien porque casi seguro que yaandan por ahí los tres. Vos sabes como son y no sevan a perder la oportunidad de verlo al Che.

Así que déjales el pañuelo en algún lado, a versi por no tenerlo, no los dejan desfilar cuandollegué el Comandante.

Vos sabes lo estricto que son los de seguridad, aveces…

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Una carta de Wilfredo sobre la Mechi

Querido José,Recibo la increíble noticia del fallecimiento de

Mechi cuando todavía no se apagan aquí, en Chile,los festejos por los tres diputados con que el pueblochileno decidió romper con la exclusiónconsagrada por la Constitución de Pinochet(rigurosamente respetada por todos los gobiernosque le sucedieron) como fundamento de la defensadel neoliberalismo. Tres diputados comunistas queserán la honestidad y la resistencia.

Guillermo Teiller, dirigente del Frente Militaren tiempos de la dictadura, que permitió que nuncamás cayera la dirección del Partido (dosdirecciones que engrosaron el batallón dedetenidos desaparecidos, antes de su trabajoclandestino, hablan de la eficacia del compañero) yque se transformó en su Secretario General cuandola inolvidable Gladys Marín pasó a ser Presidentadel Partido, y devino Presidente cuando lacompañera falleció. Electo diputado por trescomunas de combativa historia, en el corazón deSantiago de Chile. Lautaro Carmona, actualSecretario General del Partido, fue electo en laRegión de Atacama, minera y heroica. HugoGutiérrez, abogado, valiente defensor de losDDHH, electo por Iquique, territorio de sacrificioobrero por excelencia.

Y Mechi…

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Me escribió que estaba enferma, que la habíanoperado, hace unos años.

La crueldad del trajín cotidiano, los propiosduelos y perrerías con que la vida nos aflige aveces, y también el egoísmo comprensible de lasalegrías, del amor reencontrado, y el trabajoapasionado, y también el estudio, y también lamilitancia, y mi despelote y distracción…, todo mealejó de mantener esa correspondencia que, sinembargo, las veces que se produjo, me trajomontón de cosas lindas… Así es uno, a veces. No sépor qué.

Porque Mechi, para todos los que la conocimos,es una presencia potente.No era, es.

Mechi es una realidad, siempre lo fue aún a ladistancia, no un recuerdo. Pero el recuerdotambién está.

Alguna elección en Medicina, cuando lostrabajadores íbamos a apoyar a una Fededesbordada por los extremos, agredida con unaviolencia inútil que tampoco conviene olvidar (sinoel XVI se transformaría en un libro de cuentos dehadas). La recuerdo sobreviviendo a fracciones,anteponiendo sus convicciones a sus afectos. Larecuerdo contándome como le había teñido el peloal Ciego, hacía un rato, para sustraerlo de la furiapolicial y fascista a la que sus bucles dorados loexponían, cuando se acercaba la hora del horror.

La recuerdo, especialmente, y no la olvidaréjamás, en Villa Constitución.

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Allí es donde su coraje, su decisión, su claridadpolítica, su fidelidad de clase, su consecuencia atoda prueba saltó a mi vida por primera vez.

Durante los casi dos meses que duró la huelga,Mechi iba a venía, resolviendo, informando,proponiendo, siempre aportando su firmeza, sucapacidad, inagotable.

Su risa aún resuena, nítida y ruidosa, alegre,provinciana. Creo que nunca me sentí tanhalagado por alguien como cuando su voz sequebró de cariño fraterno describiendo unaintervención, la única del Partido aquel día, antelos tres mil obreros que se reunieron en asambleaen medio de la represión y la lucha.

Ya había caído preso Luis Tomasevich, elentonces joven abogado que teníamos allí, quienera figura clave en todo ese proceso, y que cayópreso con Anahí, la hija del secretario del Partidode Misiones, y con otro compañero que queríahacer un documental, cuyo nombre no recuerdo.Fue una pelotudez esa caída. Luis se comió cincoaños de cana. Algunos meses, los compartí con élen una celda del pabellón... ¿número cinco o seis?,en Coronda, entre el 76 y el 77, cuando El Ciegoapretó el gatillo, en autodefensa, para frenar laagresión del facho.

Recuerdo el día que Mechi llegó a casa y me dijoque había teñido el cabello de El Ciego.

Lo dijo con emoción, lágrimas en los ojos. Esosdías sí los compartieron. Ahí se hizo realidad ese

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amor que nunca nada lograría separar, ni siquiera,increíblemente, la Revolución Sandinista.

Mechi era una gran mina, y todos la amamossiempre.

Supo evitar las fracciones (medicina, cuandotodo el círculo de la Fede, o casi, se fue aMontoneros, de la noche a la mañana) y teníacomo una especie de brújula política incorporada.

Era muy representativa de cómo éramos enaquel tiempo.

Pasara lo que pasara, éramos como esosmuñecos que empujas y nunca se caen, aunquetodo lo empuje a eso (en ese molde increíble,recuerdo una escena loca, en Coronda... Acababande cambiarnos de pabellón..., ahora me acuerdo:del tres al seis. Estaba en una celda que daba alcinco. Alguien me pregunta, muyrespetuosamente, qué me parece la visita de ladirección del Partido donde Harguindeguy...Respondo: estuve de acuerdo con la línea de miPartido hasta el día del golpe, en que caí preso.Ahora que estoy aislado, no tengo por qué dudarde que el Partido sigue haciendo lo correcto, y lohará siempre... Te imaginas la sorpresa muda del"auditorio"...)

Para Mechi Villa Constitución fue unaexperiencia decisiva.

Su afecto por Tito Martín, por Carlos Sosa, porRogelio Martín, por Rodolfo Graff y María, por Lilú,por todos y cada uno de los maravillosos

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protagonistas de esa gesta, era de tipo filial,maternal, carnal, espiritual, era definitivamenteorgánico y funcional, era para ella mucho más queuna familia. Tenía una visión mítica del proceso enel momento mismo en que las cosas ocurrían. Yparecía no conocer el miedo. Esto es muyimportante. La vi temblar de emoción muchasveces, con sus grandes ojos húmedos, pero jamás,nunca vi miedo en su mirada.

No temas, José, decir que El Ciego era fierrero.Recuerdo con qué delectación disparaba,

tirados ambos en el suelo, mirando al cielo, suBrowning 7,65, en la azotea del local de la Fede.Pero, él también era representativo de esa Fede,donde todos estábamos listos para dar la vida encualquier momento. Su rasgo excepcional fue queél también estuvo dispuesto a tomar la vida delfascista. Y eso, José, créeme, después de haberservido en dos batallones en Nicaragua, es ladecisión más difícil, la que hace la diferencia entrela victoria y la derrota.

El Ciego y Mechi, en el torbellino de la historia,escribieron un relato a dos manos que merece todala atención que le estás dando, más allá denuestros sentimientos. Creo que serás recordado,a tu vez, por muchas cosas, especialmente en elplano de los derechos humanos pero creo que turescate de la memoria de esos eternamentejóvenes compañeros no será nunca una obra

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menor, y te felicito de cumplirla con la gracia deuna escritura desinhibida y afectuosa.

La agresión del Pollo ocurrió durante la marcha,que fue delante de Filosofía y Letras, yo cuidaba laesquina de Santa Fe y Entre Ríos, con unmontonero, pero todo empezó bastante antes,com tres horas antes

El primer encontronazo lo tuvo El Ciego con elPollo delante de la Facultad. El Ciego le pegó en elvientre con el mástil de una bandera y le ordenósalir de allí. Al rato El Ciego daba la vuelta a lamanzana con Osvaldo y Carlitos, pasó delanteAugusto, la confitería de Corrientes y Córdobadonde estaba comiendo el fascista con sus amigos.Vieron pasar a nuestros camaradas, a través de losamplios ventanales, frente a la Bolsa de Comercio.Se levantaron corriendo y los alcanzaron casi en laesquina de Santa Fe. El Ciego esquivó el golpe yvolvió a pegarle ahora en el hombro.

Después fue lo de la marcha y minutos mástarde, muy emocionados y silenciosos, llegamos allocal del Provincial del Partido, a dos cuadras deallí (Córdoba y Mitre).

Fue la última vez en mi vida que vi al Ciego.La patota del Pollo nos había agredido a una

cuadra de donde ocurrió todo, unos días antes. Mehabían golpeado (falló la autodefensa, a cargo deun compañero vegetariano -no es chiste, lo era enserio- que nos cuidaba con un lechucero y no seatrevió a utilizarlo ni para un tiro de advertencia).

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Estábamos tapando una pintada de Tacuara en losmuros del ex-cine Empire, por Corrientes casiesquina Rioja. Fui golpeado severamente, así comoun par de compañeros secundarios que nosacompañaban. Nos atendieron en el local dePueyrredón, donde, recuerdo, una compañerarecién afiliada a la Fede decía algo así como: ¡Quérabia..., les arrancaría la pija de un mordisco, aesos fascistas! Yo era un monje, en aquellostiempos, y la miraba entre horrorizado yembelesado, preguntándome cómo serelacionaban en su libido y su conciencia políticaesas imágenes...

Mechi era como la Fede: capaz de cagarla deaquí a la luna, pero con un apego a la humanidady un compromiso ético desorbitante, un amor a laclase obrera que parecía venirle de una concienciade hierro.

Si la historia hubiera sido menos fulera connosotros y nuestro pueblo, Mechi hubiera dejadomarcas que hoy serían reconocibles por todo elpaís, en vez de estar albergada su memoria en loscorazones de los privilegiados que compartimosalgunos instantes con ella, en esa lucha dondedemasiados Goliat y pocos como El Ciego hicieronla lamentable diferencia

Decididamente, Mechi es la prueba que losafectos más intensos pueden ir de la mano con lamilitancia más consecuente y cristalina.

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La bella carta que te envió, José, la retrata decuerpo entero. Es también una prueba más de sumodestia. No sólo compartía la doble nacionalidadcubano-argentina, con el Che. También eramédico.

Cuando un ser brillante, que aún no llegaba alos sesenta años, como Mechi, decide tomarse elmerecido descanso de la muerte, su brillo nodesaparece.

No necesitaremos mirar el cielo buscandoestrellas nuevas.

Cada vez que la oscuridad se abata sobrenuestro corazón, y las dudas nos hagan vacilar, ahíestará la luz de Mechi, mujer y revolucionaria,para volvernos a la realidad, a la lucha de clasesque, necesariamente, es internacional.

Te abrazo fuerte, hermano, en tu dolor y en elmío.

Y te ruego hagas llegar a sus hijos todo elcariño que este amigo y camarada tuvo la suerte decultivar con esa gran y bella dama que fue nuestraMechi.

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Una carta de la Mechi a la presentación deLos Laberintos de la Memoria

Pedazos de tiempo que hemos compartido;desde distintas visiones y contextos, pero con unamisma luz interior… la de ser una generacióncomprometida. Donde como tu dices ” la memoriaes más larga que la traición”.

Ahora escucho en la lejanía un televisor quetrasmite: “esto es algo autorizado por los EEUU”y el otro protagonista le responde: “esta tierra nose vende”… así fuimos y somos nosotros: losenamorados de que nadie se venda , de que todostengan trabajo, educación , salud, vida, AMOR ySOCIALISMO, por eso dejamos todo…aún losprejuicios que nos creaba nuestra propiaorganización y nos fuimos reconociendo en cadauno de los luchadores…siempreTRANSGRESORES , a pesar de las debilidades….

Te cuento como al leer el libro vienen a mídiferentes imágenes y recuerdos:

*cuando te pusieron la bomba en Santa Fe… lasentí que era en mi casa…aunque estaba en la demi vieja que quedaba a unas cuadras.

*el primer chango que me habló de política…Jorge Alejandro Ulla…uno de los héroes deTrelew. Cuando llevaron sus restos a Santa Felloraba por el revolucionario perdido, peroademás…por aquel joven que me habló de políticay que…desde esos ojos azules…me brindó una luzde esperanza y dignidad.

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*la primera villa que pisé…. Santa Rosa deLima, de la mano del Padre Catena, cuando meentusiasmaba e impulsaba la IglesiaTercermundista. Después al cura lo mató ladictadura militar.

*la primera noticia politica que me arrancó unalágrima…. el golpe del ´55, cuando se vinieron allevar a mi papá (en ese momento undiscapacitado, delegado combativo del peronismo).

*el único amor: el Ciego…ese con el que nosacostamos para hacer la vida , los hijos ycompartir los objetivos .

* la mano de Patricio, junto al cual transitamosla historia de Cuba, Nicaragua, El Salvador y elregreso a la Argentina, habiendo soñado desdesiempre la organización que empezamos atransformar con el XVI Congreso.

* Marcelo Feito…que antes de ser uncombatiente internacionalista me entregó elpantalón con el que había ido a Nicaragua y delque volví a tener noticias cuando de puño y letradel Ciego, recibí el siguiente mensaje, que todavíaconservo y que decía:” Marcelo dejó dicho que sequeda en casa para siempre, en un lugar concerros , pinos y gente blanca. Pide que el 16 deseptiembre se acuerden de él. Nosotros podemosacordarnos de Marcelo para esa fecha en losperiódicos?…”

Que coincidencia!!! ahora también esseptiembre, otro más de los tantos en los cualesvimos nacer no solo la primavera, sino el corajede sobreponerse a las pérdidas, de crecerse a

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pesar de las lejanías, el septiembre de Fucik, deAllende, de las marchas de solidaridad, de tantas ytantas jornadas de lucha que hoy renacen ennuestro pueblo. Por eso es importante la memoria,no para estancarse en el tiempo sino para aprenderde las experiencias y para no cometer los mismoserrores, para mirar cada uno de los actosmilitantes como formas de acumulación, paraasumir las derrotas y preparar las nuevas batallas,para seguir OBSTINADAMENTE buscandoconstruir el poder popular que garantice parir unanueva sociedad.

Desde otros lugares, con la certeza delencuentro y la alegría de la lucha cotidiana,sabiendo que este libro ayuda a resaltar la moralcomunista del combate, un abrazo de

La MechiLa Habana, setiembre de 2003

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Mi despedida

Ahora que no está, que se fue con el Ciegoporque no podía vivir ya sin él, puedo confesaralgo.

Yo amaba a esta mujer pero no como mujer,digo, no como la amaba el Ciego sino de otramanera.

No se como explicarlo, o no se si tieneexplicación.

Yo la amaba desde el cinco de diciembre de1975, cuando la noche que un grupo de tareas volóla casa de mi vieja, la Mechi que estaba parando enla casa de su mamá, a solo tres o cuatro cuadras demi casa, se apareció en batón a la madrugadaaquella y no dijo nada.

Yo la amaba desde aquellas noches en el bar deOscarcito, en la calle Mendoza y nomeacuerdo, enaquellos días terribles del 74 y el 75, llenos depasión y debates, de ilusiones y temores.

La amaba cuando discutía incansablemente cadauno de mis argumentos y los destruía con aquelestilo de los setenta que hoy causaría espanto a losmuchachos progres de hoy que proclaman lamoderación y el estilo light para todo debate comola regla, como si discutir ¿como mierda se para a laTriple A? cuando tenés tres chicos de la Fedeamenazados de muerte bajo tu responsabilidad,pueda hacerse con ese estilo afrancesado o suizoque se supone posmoderno, aunque supongo quelos comunistas parisinos discutiendo como volar laComandancia de la SS en París también discutirían

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a los gritos, con pasión y desacato a la tradición yla ortodoxia.

Empecemos por allí.Yo amaba la obstinada, consecuente, rigurosa

conducta polémica de la Mechi desde siempre.Desde las reuniones del Comité Provincial de la

Fede de principios de los setenta hasta aquellanoche de vino y guitarra cuando comenzaba el XVICongreso y nos volvíamos a ver después de unsiglo de cárceles y exilios, bombas y estudios,militancia clandestina allá y acá, pero desde unaidentidad inalterable e indiscutida.

Nosotros éramos de la Fede siempre. Cuandoestábamos de acuerdo con el Pelado o el Patricio, ycuando nos enojábamos hasta la exasperación.

La Mechi discutía todo, a todos, siempre.Su primer amor había sido un compañero que

militaba en el E.R.P. y fue asesinado en la masacrede Trelew y su primer maestro en la política uncura tercemundista de Santa Fe así que estaba comovacunada contra el sectarismo que noscaracterizaba a casi todos.

Y con los años se volvió más y más tolerantecon las diferencias y más intransigente con losdogmaticos, con los sectarios, con los burócratas deallá y de acá a los que odiaba casi con tanta pasióncomo odiaba al enemigo, aunque nunca perdía ladistancia, ese cálculo imprescindible que se hace enla primera asamblea de estudiantes de medicina derosario para saber con quien aliarse para que nogane la derecha hasta en aquellos seminarios del

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Che que ella fue de las primeras en impulsar con laClaudia y la Emilia y un montón de guevaristas delos noventa, de esas que aprendieron en los riñonesque si salíamos del abismo de la caída del Muro ydel triunfo de Menem y todos los que como Menemgobernaban casi toda América Latina, eraconstruyendo una guerrilla de la cultura, de losvalores, de los principios.

Por eso podía ir y volver entre La Habana yRosario con tanta facilidad, sin sentirse extranjeraen ningún lado aunque yo para hincharle losovarios, solía provocarla diciendo que no podíaentender la política argentina porque se habíacubanizado y el peronismo es impenetrable para elpensamiento martianoguevarista.

Bueno, el peronismo es impenetrable paracualquier pensamiento, pero esa es otra historia,diría la Mechi.

Pero no era cierto de que no entendiera.Tenía una rara capacidad de entender la política

cubana, la revolución, los debates comunistas deallá y tomar partido, porque la Mechi siempretomaba partido no importa lo que se discutiera ypodía entender la política argentina y los debates dela izquierda y también tomar partido, aún en losdebates del partido.

Pero la verdad, yo amaba a la Mechi por cómoella amaba al Ciego.

No es que yo envidiara al Ciego, a ver si nosentendemos, yo envidiaba a la Mechi por haberpodido amar al Ciego como ella lo amaba, y porcomo el Ciego la había amado. Desde cuando

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estaba escondido en la casa de Gracielita, en laSanta Fe del 75, y tenía que organizar toda unaconspiración contra la disciplina partidaria paraverla un rato y a las apuradas.

El Ciego también era de la Fede, pero distinto.Cómo decirlo para que me entiendan ahora? Si

digo que era más milico, ¿se entenderá que quierodecir que era más disciplinado, más acostumbradoa conducir y cumplir ordenes?. El Ciego sí que erarosarino, y del centro. Iba a una escuela secundariade las mejores de Rosario y allí conoció a uncompañero del E.R.P. que hizo quilombo en clase yfue entonces que empezó todo.

Porque a partir de ese episodio, pequeño, casiintrascendente casi una aventura estudiantil, élcomenzó a interesarse, a discutir, a preguntar. Sehizo amigo de un grupo de la fede de la zonacentro, un bancario, unos estudiantes, la Laurita, elOso, el Osvaldo, la casa esa cerca del Monumentoy esa otra casa de una señora muy señora que untiempo lo adoptó pero no como hijo hasta que losde la fede de la zona decidieron afiliarlo, darlestareas y arrancarlo prácticamente de aquella casa yaquella señora mayor, compañera por supuestopero que no pensaba en el Ciego precisamentecomo compañero.

Yo no se bien cuánto tiempo vivieron juntosantes de que el Ciego haga lo que tenía que haceren aquella marcha de las juventudes políticas enaquel mayo del 75.

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Una vez se lo pregunté a la Mechi y me contestócon un poema de Ho Chi Minh, "”Un solo día en lacárcel equivale a mil años": mucha razón tenía elantiguo refrán. Cuatro meses de vida (nada tiene dehumano) han dejado en mi cuerpo la huella de diezaños” decía el vietnamita.

Y esa vez la entendí.¿Cuánto dura un orgasmo? No me interesa, creo

que a nadie le interesa, porque ese instante de amordura más que una vida sin amor.

La relación tiempo/amor fue todo un problemaen aquellos setenta.

¿Cómo convencer a la dirección del partido y dela fede que ese amor de apenas algunos días,semanas, meses, no se bien cuanto pero seguro queno mucho, era un amor para toda la vida,irrepetible, incomparable? Y ahí apareció la Mechimás adorable: testaruda como una mula, llena deargumentos teóricos, científicos, poéticos,inventados o tomados de los más preclarospensadores…No se como lo hizo, pero lo hizo y allíse fue para La Habana. Sola con el Ciego. Bueno,se podría decir al revés, se fue con el Ciego a vivirel sueño de toda nuestra generación: vivir en Cuba,en la Isla de la Libertad y en la ciudad más amadapor todos los que en esos años pasarían por la Esmao Campo de Mayo, por la Cárcel de Coronda o lade Resistencia, por los que andaban con nombrefalso escondidos entre las paredes de las ciudadessitiadas por todo un Ejercito en Operaciones paraquienes, el Malecón de La Habana se nos figuraba

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como la Meca o la Tierra Prometida para losreligiosos.

Y ahora que no está, uno se da cuenta que le dijola mitad de las cosas que quería decirle; aunquecreo que nos conocíamos tanto que ella entendiólos dos gestos de amor que le regalé en el final desu vida.

El primero fue haber escrito, como pude, con loque sabía y ella me contó a medias y nunca deltodo nada, la historia del Ciego y al hacerlo, lasuya; y el segundo fue muy poquito antes de quese vuelva por última vez a La Habana. Fue undomingo que le dije que dejara a su Marianita conla madre, se pusiera linda y saliéramos a pasear porBuenos Aires. Y allí fuimos por la zona deCongreso a tomarnos un cafecito en un bar conmesitas en la vereda, ese que está justo frente alCongreso pero del otro lado de la plaza, que parececalcado a esos barcitos de París donde uno imaginaque escribía Cortázar tomando café con la Maga. Ydespués fuimos al cine. Y después fuimos a cenar yyo no pregunté nada sobre el maldito cáncer y ellano dijo nada del último estudio del laboratorio ydurante horas pasamos revista a nuestras vidas paraconcluir con un aprobado, de que no habíamosvivido al pedo y que hasta habíamos vivido de unmodo interesante

De qué hablamos? Pucha…No me acuerdo bienpero debimos hablar de los de la fede de Santa Fe yde Rosario, del Ciego y del Kali, de Gracielita y delas que vinieron después, de nuestrosenamoramientos y peleas con Patricio y el Partido,

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de los debates de política y de cine que nosentretenían desde hacía cuatro décadas hasta quesin decirnos adiós ni nada, nos abrazamos y nosfuimos cada uno por su lado sabiendo que era laúltima vez.

Casi no nos escribimos ni nos hablamos.Cuando la internaron no me dio el coraje dehablarle y una sola vez le escribí y me contesto.Esperen que guardo el mensaje que me mandó porel correo electrónico y si lo encuentro se losmuestro…

”Querido José: Dice el refrán que no esta“muerto quien pelea” y de eso estén bien segurosque lo hare, que por encima de todo voy a libraruna batalla ardua ,difícil pero con la mismavoluntad de vencer que siempre he tenido. Así queno me estén enterrando antes de tiempo que depeores he salido!!! Lo mas complicado es podercomenzar el tratamiento porque las dificultades dela deglución me limitan, pero buscaremos la formapara resolver. Gracias por vuestro apoyo y lasolidaridad, por tenerlos cerca de mi corazón. Teabraza y los abraza. Mechi. La Habana. Abril del2009. Año del Cincuenta Aniversario del Triunfode la Revolución Cubana”.

No le contesté porque cada vez que me sentabaa la maquina lloraba como lloro ahora, así queahora que puedo te lo digo: gracias compañera,hermana, mujer amada pero no deseada, madre,

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revolucionaria y guerrillera del alma, de la culturay la conciencia. Comunista ejemplar.

Mechi, te quiero mucho.

Hasta siempre.