dic cio 0066

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ngel su postura respecto al ministerio de Jess y el testimonio de sus discpulos. A lo largo del libro los ngeles intervienen para ayudar en los inicios y el progreso de la evangelizacin. Conservan su funcin de asistencia habitual al servicio de toda la comunidad (8,26; 12,7-19; 27,23; etc.), pero especialmente de Pedro (5,19; 10,3; 12,7). Por primera vez se hace mencin de un conflicto doctrinal acerca de los ngeles entre ~ fariseos y ~ saduceos (23,8). d) Cartas paulinas. Pablo recoge la afirmacin de los Evangelios a propsito de la supremaca absoluta de Cristo sobre todas las potencias celestiales, pero toma tambin materiales de los escritos judos contemporneos sin caer en sus excesos. Se sita en una posicin polmica contra los que les atribuyen una importancia demasiado grande en la historia de la salvacin o bien los identifican con las divinidades astrales o con los elementos del mundo (Col 2,8.20; Gl 4,3). Todos los ngeles estn sometidos al Cristo, que los tiene a su servicio (Heb 1,14). En lugar de recibir culto, los ngeles se prosternan ante l (Flp 2,9s; cf. Heb 1,6s), que est sentado por encima de todos ellos (Ef 1,20s). Creados por y para l en su origen (Col 1,16), en el ltimo da sern su escolta en el cortejo triunfal (2Tes 1,7; d. Ap 14,14-20). Pablo aporta adems algunas precisiones sobre el nmero de los ngeles y su jerarqua (Col 1,16; lTes 4,16). As mismo, fija la morada de los ngeles en el cielo (Ef 3,10; Col 1,20), mientras que los malos espritus despliegan su actividad en los aires sobre la tierra (Ef 2,2; 6,12). En relacin con la creencia comn sobre el papel de los ngeles como mediadores en la comunicacin de la Leven el Sina (Gl 3,19; d. Heb 2,2), proclama' que Cristo es el nico mediador de la nueva alianza: todo se recapitula en l y en l habita toda plenitud (Col 1,19). De este modo, los ngeles quedan subordinados plenamente al misterio de Cristo (ITim 3,16; d. lPe 1,12; 3,22). Su funcin mediadora en la antigua alianza ha terminado ahora y es substituida por la del Espritu, que gua a los cristianos (ICor 12,3; Gl 5,18.25) Y les da el mismo poder de juzgar (ICor 6,3). e) Apocalipsis. De todos los libros bblicos, el Apocalipsis es ciertamente el que concede mayor importancia a los ngeles, sin aportar no obstante novedades reales. Aunque se les deba guardar reverencia, no se trata de rendirles culto (22,8s). Cristo es siempre el Seor (5,l1s; 7.11s). Al contrario. queda reafirmada su funcin de alabanza a Dios, lo mismo si se trata de los veinticuatro ancianos (4,4) que de los cuatro vivientes (4,6) o de los siete ngeles ante Dios (8,2). Siguen siendo los ejecutores de las rdenes divinas y, conforme al gnero apocalptico, reciben atributos adaptados a su misin: vientos (7,1), 76 trompetas (8.2), guadai'a (14.15-19). copas (15,5). Conservan su papel de intermediarios: simples mensajeros (1,1), ejecutores de sanciones divinas (6,2-17; 14,6; 16,1; 19,14; 20,1s). De forma ms desarrollada, explican las revelaciones profticas a sus beneficiarios (1,1; 10,8-11; 17,1-18). Miguel se convierte en el guardin de la Iglesia (12,7). Su ejrcito asume un importante papel en la lucha de los ltimos tiempos durante el combate csmico definitivo (12,7-11). En las cartas a las Iglesias al principio del Apocalipsis, su nombre puede ser la personificacin de la Iglesia misma o designar a su cabeza (2-3). Tal cantidad de citas de ngeles no debe sorprender. Son el reflejo de la cultura de la poca, sobrias sin embargo en relacin con los apocalipsis judos contemporneos. 4. Conclusin. Este mundo celestial ha sido incorporado al plan divino de la creacin y al designio de salvacin por Cristo. La creencia en la existencia de los ngeles y su papel cerca de los hombres es un elemento de la fe cristiana. Tienen un lugar indispensable en el conjunto del misterio de la fe (lTim 3,16). Bibl. DBS 1, 225-262; TWAT IV, 887-905: TWNT 1, 72-87: M. DIBELlUS, Die Geistel'lI'elt im Glallbell Pallllls, Gotinga 1909: G. KURZE, Die Engels- IlIld Telllelsglaube des Apostels Palllus, Friburgo de Brisg. 1915: A. LODS. La chute des anges. Origine et porte de cetle spclllation, en \lIlanges A. Loisy, Pars 1928: E. PETERSON, Das BlIch von den Engelll. Stellzlllg 1I11d Bedelllllng del' heiligen ElIgel, Leipzig 1935: F. KONIG. Die Amesha Spelllas del' A vesta lInd die Er;engel im A. T.. Roma 1936; E. LANGTON, The ministries 01 the angelic powers according to the O. T. and later jell'ish literatllre, Londres 1937: J. MrcHL. Die Engelvorstellllllgen in del' Apokalypse des hl. Jolzannes I. Munich 1937; G. HEIDT, Angelology 01 the O. T. A stud)' in biblical theology, Washington 1949: H. BIETENHARD. Die himl1l1ische Welt im Urc1zristelllllm IlIld Spiitjllden!llm, Tubinga 1951: P. VAN IMSCHooT, Thologie de l'A. 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