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Trabajo de Teología por Paola Cuellar Tatiana Fonseca Daniela Melendez Gabriela Pérez Santiago Zuluaga

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Page 1: Diario de Campo. Teología
Page 2: Diario de Campo. Teología

GrupoPaola CuellarTatiana FonsecaDaniela MelendezGabriela Pérez

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DÍA N. 1

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Las expectativas no son altas; el sueño y la pesada actitud de “me hicieron madrugar un sábado para venir a cuidar a unos ninitos” son los princi-pales pensamientos que tenemos el primer sábado… y de seguro que los dos siguientes. que los dos siguientes.

En un principio, los niños no llegan. Aparece, con algo de ti-midez, uno sólo, y todos noso-tros –con toda la sinceridad del caso- tenemos la esperanza

de que no lleguen más. Sin embargo, al pasar un corto período de tiempo, empiezan a llegar más y más, intimidados, visiblemente, por nosotros; a decir verdad, no se sabría quién está más asustado.

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¿Cómo haríamos para entretener-los sin que se distrajeran

mucho? Sabemos que va a suce-der: un nino siempre va a querer hacer varias cosas al mismo tiempo. Pero estamos preparadas mentalmente...

O al menos eso queremos creer.

Nuestro grupo empieza con el valor de la aceptación, llevando a cabo las pintucaritas y pin-tando animales en el arca gi-gante: Cada niño tiene la posi-bilidad de escoger aquel animal con el que se sienta más

cómodo, aquel que le guste más, y aún así, estar perfectamente bien con que los demás escojan animales completamente diferen-

tes al suyo.

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Inicia la actividad con un gran fila para las pintucaritas, pero cada vez que un niño sale feliz con la cara pintada llegan más y más niños para hacer la larga y tan esperada fila. La pro-

puesta es sencilla:

decir por qué han escogido tal animal y hablar sobre ello… Sobre cada uno.

Ya tenemos una jirafa (o al menos eso había querido ser), un gato, un tigre y un león. Pero al Pero al final del día tal proyecto de ha desviado un poco. Los niños que piden ansiosos pinturas de un Spider-man, Hulk, el Guasón… Ya no son representaciones de los ani-males sino súper héroes o villanos.

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No podemos decir que no de maNo podemos decir que no de manera fría y cortante: la opinión de los niños es importante, y además, hemos podido sacar una gran sonrisa a los niños ¿habría algo más que pedir? Sería importante anotar la siguiente anécdota puntual:

Hemos estado coHemos estado conversando con bastan-tes niños, y sin embargo desde la mañana llegó una pequeña que no es capaz de separarse de su madre.

Es curioso, pero entre un par de Es curioso, pero entre un par de risas discretas inspiradas por algo de compasión por la madre, decidi-mos callar. Y sin embargo, diez mi-nutos después, vuelve la madre, a disculparse con el grupo contando que la pobre chiquilla no puede separarse por que ha entrado en una etapa de duelo: su padre ha muerto y la niña teme perder a su madre. Abrimos los ojos, sor-prendidas.

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¿Qué deberíamos responder ante tal historia? Miramos a la niña, quien aún no puede separarse de su madre, pero que mira con ansiedad a los niños que se pintan la cara… Dos horas más tarde, la misma niña sale con la sonrisa más grande del lugar, con una con una flor en su mejilla. No ha querido hacerse un animal

¿y qué? Hemos podido hacer que olvide que tiene miedo.

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Decidimos que el proyecto debe el camino que ya está toman-do: lo que ahora importa es la felicidad de los niños. Sin em-bargo, el proyecto no se desvía del todo;

aún hay niños que prefieren representarse con los animales.

En el transcurso del día, se hace evidente una problemática no planea-da: la separación del grupo.

Las pintucaritas, por un lado y no-sotras por otro; Al habernos junta-do con otro de los grupos a falta de personal, se ha creado un des-equilibrio… y la unión entre las ac-tividades parece pender de un deli-cado hilo.

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Nosotras, dejando de lado la activi-dad del maquillaje de rostros, nos encontramos pintando animales en el arca de Noé. Hemos traído un gran Barquito de Papel hecho en origami (pero de tamaño gigante) en donde cada niño que llega, sin importar si ha estado desde el comienzo o no,dibuja sus adibuja sus animales preferidos, dando la razón, y luego sale a di-bujar y a pintar en hojitas de pa-peles separadas.

Además de que el arca de Noé tenga la mejor decoración de los Siete Mares, hemos conseguido tener a la mejor tripulación: pequeños animales hechos y recortados por niños. No hay límites.

Elefantes rosados, jirafas azules, Elefantes rosados, jirafas azules, gatos sin cola y demás. Es fantástico y maravilloso, ninguno de ellos piensa en limites, sólo hacen lo que se les viene a la mente sin pensarlo dos veces.

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Es como recuperar una imagen vieja de nosotros mismos… cuando no existían las reglas y cuando aquellos mismos di-bujos podrían perfectamente haber sido hechos por nosotras.

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DÍA N. 2

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-El segundo día debía de haber sido infinitamente más fácil. hemos decidido juntarnos oficialmente, mientras que el grupo anterior sufre una separación, y mientras la idea de las pintucaritas y la ex-presión de aceptación completa por parte de los parte de los niños hacia las dife-rentes ideas de los demás sigue en pie, al fondo del estrado, nosotros hemos decidido trabajar manualmen-te con ellos, todos juntos.

El tema escogido, entonces, ha dejado de ser la aceptación, y ha pasado a ser la solidaridad. Así mismo, la técnica escogida ha sido aquella del Origami. Quizá es algo curioso, no se habría podido imagi-nar jamás el gran entusiasmo que todos aquellos todos aquellos niños han puesto en una actividad que la mayoría de jó-venes y de adultos tildarían de “aburrida y monótona”.

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Desde la sesión anterior, la mayoría de niños había querido hacer barcos, y todos habían pedido seguir con aquella nueva técnica la próxima semana.

Quizá fue un poco duro el comienQuizá fue un poco duro el comien-zo: enseñar a niños no es una ac-tividad fácil. Con rapidez se cansan y no entienden procesos demasiado complicados como sería el de hacer animales exóticos.

Después de media hora intentando, Después de media hora intentando, vanamente, de enseñar el proceso de hacer una grulla, otro de los inte-grantes, sonriendo, propone un cambio de animal, a lo que los niños responden de una manera ab-solutamente favorable. Las ranas son considerablemente más sencillas, y esta vez, los niños están realmen-te divirtiéndose.

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Entre los niños presentes, es casi una necesidad el compartir el papel y sus creaciones: muchos de ellos se pierden en diferentes pasos, de manera que, en lugar de pedir ayuda al “profesor” del momento, los niños empiezan a ayudarse entre ellos,

, a querer compartir los nuevos conocimien-tos adquiridos. Lo cu-rioso es, quizá, que habríamos esperado que alguno tratase de sobresalir,

de mostrar cómo había sido él de mostrar cómo había sido él quien había podido seguir adecuada-mente las características, mas nin-guno se interesa siquiera mínima-mente por ello: casi como si el ego y el orgullo hubieran desaparecido al momento en el que todos los niños hubieran percibido los proble-mas de sus amigos.

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Algo complicado, sin embargo, y a tener en cuenta para el siguiente trabajo: los niños no se han compor-tado de la misma manera que la semana pasada. Hace ocho días todos estaban bastante tranquilos y se habían sentado con una gran sonrisa a pintar con nosotras, pero esta vez pintar con nosotras, pero esta vez todos luchan con fuerzas por ser par-tícipes de las pintucaritas y dejan sus proyectos botados con facilidad para revisar si la fila se ha hecho, acaso, algo más corta.

Atraer su atención se hace cada vez Atraer su atención se hace cada vez más y más difícil, y la improvisación, que debería haber desaparecido al haber sido capaces de planear las ac-tividades con anticipación vuelva a aparecer. Esta vez, la manera de atraerlos es a través de una carrera con las racon las ranitas que han hecho.

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Al Al final del día, llegan más y más niños. Llevamos casi desde las 9 trabajando con unos pocos que están bastante enamorados del arte: esos niños que no tienen ganas de salir a correr y a hacer las actividades físicas que se ven por el otro lado… por el otro lado… Pero después de jugar tanto, los niños se han cansado y todos vienen a relajarse con algo más tranquilo.

Es un problema, en cuanto ninguno de ellos ha pasado por lo que los niños que han estado con nosotros desde la mañana sí. Es decir, nin-guno ha experimentado esa necesi-dad de ayudarse como grupo de la misma manera…

O tal vez sí, pero no hay manera de comprobar qué clase de valores han tratado los otros grupos.

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Pd. Si bien nosotros no podemos hacer que las ranas salten, los niños son bastante buenos y han ganado 2 de 3 carreras.

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DÍA N. 3

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Último día. De seguro que ahora mismo todos nos estamos debatiendo entre el: de verdad que tengo muchas ganas de ver a mis niños y el ya co-nocido: no tengo tantas ganas de ma-drugar. Pero las ganas de verlos ganan, y terminamos todos volviendo a la igle-sia, con ojeras (culpa de una semana de entregas y parciales) pero una in-dudable sonrisa.

Es quizá algo difícil: el trabajo de hoy consiste en enseñarles a trabajar en equipo. SI bien la semana pasada ya habrían comen-zado a ayudarse los unos y los otros, hemos trabajo mucho lo que es lo individual: expresar lo que cada cada niño siente y piensa, siempre respetando a los demás, claro: pero queriendo soltar la propia alma…

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los propios sentimientos y pensamientos. Y ahora debe-mos hacer que todos jugue-mos a lo mismo: y no tene-mos idea de cómo van a re-

accionar.

El ejercicio consiste en hacer un mural entre todos. Hemos estado ya casi dos horas haciendo ensa-yos en chiquito y viendo cómo los niños se emocionan. Estamos tratando de crear figuras abs-tractas a través de dobleces de papel y al abrirlo, tratar de adivinar qué hemos obtenido. Hasta ahora hemos pasado por:

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-un Transformer-un perro con alas-una máscara-una mariposa

Si Rorschach viera a estos niños de seguro que no encontraría absoluta-mente nada malo en ellos… Todo aquello que ven y que crean es her-moso. El momento de hacer el mural ha llegado, y al final hemos obtenido una gran mancha abstracta llena de diferentes colores y de mucha escar-cha.

**(No sobraría el decir que hemos entrado momentáneamente en una guerra de pintura y de escarcha y que al menos dos de nosotras tendremos problemas con nuestros jeans. Pero, hemos ganado.)

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El temido momento ha llegado. Creíamos haber esquivado la bala pero no lo hemos logrado: al fondo del salón, un niño ha em-pezado a hacer una pataleta. Es uno de los más chicos,

que se ha comprometi-do con nosotras y con todos los ejercicios desde el primer día. ¿Y el problema? Que quiere un papel gigan-te…

no uno, sino el papel gigante en donde hemos hecho el mural) para él solo, y como los demás “lo han dañado” (palabras transcritas de lo dicho), ha decidido irse a una esquina a llorar, mientras todas nos miramos con pánico y sin saber cómo reaccionar. Una rápida reuUna rápida reunión decide que no podemos prestarle atención: si es un berrinche, el niño no debe recibir atención…

**O al menos eso es lo que dice todo el mundo.

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Media hora ha pasado y el susodicho Media hora ha pasado y el susodicho continúa sin querer venir a jugar, a pesar de que hemos fallado con la estrategia de no prestarle atención luego de quince minutos y hemos ido varias veces a pedirle que vuelva. Ya cansadas, una de nosotras va a hablar con el hablar con el niño, mucho más seria y casi como si fuese un regaño bas-tante moderado:

“el papel es para compartirlo con todo el mundo, y si quieres hacer un trabajo solo, debes esperar a que todos terminemos el proyecto y no dañarlo… Por que lo hemos traído para todos”

Pero el Pero el niño vuelve a llorar y confiesa que lo único que quiere hacer el pintar un pescado. Ahora estamos mucho más perdidas:

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no sabemos cómo el niño ha pasado de pelear por su papel gigante a querer pintar un animalito… Una sonrisa sincera y le extendemos la mano. El niño se seca los mocos y las lágrimas y vuelve con los demás, a pintar el pescado y a volver a compartir con los demás.demás.

Al Al final la experiencia resulta reconfortante, es fácil desinhi-birnos y conectar con los niños: no todos los días corres y juegas con ellos, y una vez superas el miedo y algo de la pereza ini-cial, la actividad resulta abrumadoramente divertida.

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Sacar nuestro niño interior, que usualmente descansa a pesar de que nos hacemos llamar artistas y toda la paciencia del mundo para poder diver-tirnos junto con ellos, enseñarles algo y más importante que eso: aprender nosotros algo de ellos. Nunca dudan al querer regalarte un dibujo, un corazón de origami, una pieza de arte: una sonrisa.

Pese a la “madru-gada” del sábado y a la pereza matu-tina, ha resultado ser una muy agra-dable experiencia, que además de papeles llenos de pintura y dibuji-tos se llevó un lugar en nuestro corazones.