diálogo ciencia-fe: razones para la esperanza

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Autor: Luis Gahona FragaRevista: Culturas y Fe

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Page 1: Diálogo ciencia-fe: razones para la esperanza

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CULTURES q,T FOr

CULTURES AND FAITH

CULTURAS Y FE

Pontificium Consilium

de Cultura

/

CITTA DE,L VATICANO

Page 2: Diálogo ciencia-fe: razones para la esperanza

CULTIJRES ET FOI - CULTURES AND FAITH - CI]LTT]RAS Y FE

vol..rr-No4-1994

St]MMARI[]M

DOCTJMENTA

PAUL Cardinal POUPARD, Discours pour I'ouvemtre du

Colloque Internatiotwl <Monde Médiéval et SociétéCltartraine>, pour le VII( Centenaire de laCathédrale de Cltartres 241

PASTORALIA

Werner Freistetter, Anthropologie de Ia culture selonJohannes Messner 250

Eoin G. Cassidy, Positivism as Challenge to ReligíousBelief 257

Michael Paul Gallagher, Responses to Modernity . 267Juan Daniel Petrino, Análisis Biblico-Pastoral frente

al problema de l.as Sectas 272Luis Gahona-Fraga, Diálogo ciencia-fe: Razones para la

esperanzp 282

NOTITIAE

LIBRI o a o a o a a o a a a -a

a a a a o a a a a a a a a a a a a o a a a a a a a a a a o o a a 313

SYNTHF',SIS 317

Luis
Rectángulo
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la vida espiritual de los creyentes y la autenticidad evangélica de la comuni-dad. <<El que perr¡anece en ml -Aice el señor- como yo en é1, ése damaclw fruto; porque separados de ml no podéis lwcer nada>> (Jn. 15,5). Esdesde una comunidad viva de fe y caridad que obtendrá eficacia cualquiermedio pastoral concreto que se aplique para hacer frente al proselitiimosectario y avance de estos grupos. <si Dios estó con nosotros, ¿quién contranosotros? ... En toda esto salimas complenmente vencedores gracias a aquélque nos amó>> (Rom 8, 31. 37).

El Papa Juan Pablo II lo expresaba ante la IV conferencia General delEpiscopado Latinoamericano en santo Domingo: <aI preocup&nte fenómenode las sectas lny E¿e responder con una acción wstoral que ponga el centrode todo a Ia persona, su ümensión comunínria y su anlwlo de una relaciónpersonnl con Dios. Es un hccln que all{ donde In presencia dc Ia lgksia esdinámica, coma es el caso de las panoquias en las que se imparte utw asiduaformación en la Palnbra de Dios, donde ertste u¡w liturgia aüiva y participa-da, una sóIida píedad m.ariana, una efectiva solidaridad en el campo social,una marcada soliciud pastoral por Ia famítia, las jóvenes y los enfermos,vemas que las sectas o movimientos para-reli,grosos no logran instal.arse oavanzpr>> @iscurso inaugural, IV conferencia General del Episcopadolatinoamericano, santo Domingo, concrusiones, Buenos Aires, 1993, pag. 15¡.

DIALOGO CMNCTA_FE:RAZONES PARA LA ESPERANZA

Luis GAHONA-FRAGAConsejo Pontificio de la Cultura

¿En qué medida favorece la situación cultr¡ral actual una renovaciónfructuosa del diálogo enüe ciencia y fe? ¿puede decirse que la relación entreciencia y fe está entrando en una nueva fase histórica? i, si asf fuera, ¿quécambios

-tanto en el terreno del pensamiento como en el de la cienciá-

están propiciando la transición? Intent¿remos responder a estos interrogantesofreciendo algunas pistas sugerentes que, a partir de una valoración hisúrica,arrojen nueva luz sobre el estado actual de la relación entre ciencia y fe.

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)

I. EL CONTEXTO DEL DIÁLOGO: LA CRISIS DE LA MODER¡II.DAD.

J1. EI influjo de la ciencia en la filosofla moderna y la contradicción

resultante.

La ciencia moderna irace gracias al descubrimiento de un nuevo modo deacercamiento a In realidad, que se inaugura históricamente, si se quiere, conGalileo. Galileo dota a la ciencia de una metodologla propia, basada en lacombinación fecunda de experimentación y anóIisis matemáticq cuyo mejoraval serán los éxitos indiscutibles con que la nueva ciencia inicia su andadura.Con las armas del método matemático-experimental, la ciencia se libera delyugo de la vieja metaflsica aristotélico-tomista, que amenaza con vetar suacelerado progreso; y, en breve tiempo, logra una <<victoria> anolladora derepercusiones profundas.

Debido a su enorme influjo, l.a ciencia moderna engendra una filosofiamaderna. Descartes intenta construir una ciencia universal, extendiendo elmétodo matemático

-perfecto, riguroso y progresivo- a todos los ámbitos

del saber. Pero este intento de la filosofla de inspirarse en la nueva ciencia leacuteará amargas contradicciones. Mientras los racionalistas construyen lanueva filosofla more geometrico -4estacando el aspecto matemático delmétodo cientffico-, los empirisas ingleses

-privilegiando el polo experi-

mental- negarán toda legitimidad al intento de aplicar una ciencia de ideasa una ciencia de hechos. Racionalismo y empirismo son las dos caras de unamisma moneda: el intento de construir una filosofla moderna inspirada en elmétodo cientlfico, matemático-experimental. Pero será el empirismo el quesacará a la laz las rlltimas consecuencias de la nueva filosofla, al poner derelieve, de forma despiadada casi, que la crltica de la metaflsica clásicacontenida en el racionalismo, exige, para ser coherente, la crltica de todametaflsica.

En este sentido, ln penetmnte crttica de Hume al principio de causalidadtiene una relevancia tan enorme que es diflcil apreciarla en toda su magnitud.Hume hace saltar en pedazos el puente enÍe las ideas innatas y el mundoexterior que tanta fatiga le habla costado construir a Descartes. Humedespierta a Kant de su <<sueño dogmático>. Después de Hume, la metaflsicaracionalista, construida a priori, según el modelo de las matemáticas, si quieresobrevivir, tendrá que navegar en pleno idealismo.

Pero hay más. Las consecuencias de la crftica de Hume no afect¿n sóloa la metaflsica. ¡También la ciencia se ve privada de su fundamentoepistemológico! Este descubrimiento turbó a Kant de tal manera que se quedóclavado en su asiento, y, rompiendo por una vez su hábito inveterado, se

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olvidó de su sólito paseo vespertino. Si nuestro cottocimiento de ta reatidadse limita a los fenómenos, ¿cómo puede ln ciencia establecer leyes necesa-rias? Toda la filosofla q1¡ca de Kant será una <<dicea> de la ciencia, unintento de justificar filosóficamente las leyes de la ffsica de Newton. pero lavictoria final será de Hume, que encerr¿rrá a Kant y a toda la filosoffamoderna en el fenomenismo: nuestro conocimiento de la realidad se limit¿ alos fenómenos, eLnoúmenon es incognoscible.

se produce as7 una asombrosa contradicción en la cultura moderna:mientras la ciencia, animada por el firme convencimiento de que estádesentrañando las recónditas leyes de la realidad objetiva, continrla suvertiginoso desarrollo, poniendo las bases de la civilización tecnológica actual,por otro lado la filosofla maderna, nacida de la ciencia, construida con unmétodo que pretende ser cientlfien, niega a Ia ciencia tn tegitimidad de sumás primordial pretensión: la de ser un conocimiento válido de la realidadobjetiva. De este modo, una cultura que nace precisamente de la exaltaciónde la ciencia

-exaltación que es ilegltima en cuanto que va en detrimento de

otros modos de acercamiento a la realidad, como el metaflsico o el teológi-co- acoge (conüadictoriamente) en su seno un elemento de escepticismo qugbien mirado, supone la más vil de las traiciones a la misma ciencia, porquele niega precisamente aquello que más la engrandece: el poder de desvelar la,twturalezp profunda de la realidad del cosmas.

2.Lacrisisde|racionalismoye|ocasodelaEdadModerna.

Hemos querido poner de manifiesto la acogida moderna der escepticismoempirista. Pero es claro que lo que caraúenza a la Edad Moderna es elintento de superar, mediante el racionalismo, el escepticismo total en quedesemboca el empirismo. El hombre moderno, deslumbrado por la ciencia, yen especial por su formalismo matemático, cree poder escapar al escepticismoepistemológico y al relativismo moral, fundament¿ndo tanto la ciencia comola moral en el poder de la pura raz6n. El éxito de las matemáticas paraexplicar cientfficamente la reaüdad, mueve a fundamentar la cienciaexperimental en la sola razón humana, dado que es la misma razón la queproducq a priori, sacándola de la riqueza de su propio espfritu, la excelsaciencia matemática. con esta solución a su problema, la modernidad seembarca en la aventura de endiosar cada vez mós la razón lumatw: primerohaciendo de ella el fundamento de la ciencia(criticisma t<antinno); después,fundamentando la realidad del mundo en el esprritr humano (idealismo)r, porúltimo, divinizando al espfritu humano (pantelsmo) o negando la existenciade Dios como hipótesis innecesaria(atelsmo).

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Ahora bien: si la Edad Moderna se caracterizó desde sus inicios por eloptimismo con que acometió la <<revolución copernicanD> de colocar alhombre en el centro del cosmos y de la historia, es cada vez más evidente queel optimismo inicial ln degenerado en cansancio, pesimismo y frustración.Elhombre moderno se siente hoy demasiado débil para llevar sobre sus hombrosel peso del mundo que su propia exalt¿ción ha cargado sobre é1. La tenncióndel lnmbre contempordneo rrc es ya la de fundamentarlo todo en la razónhumana, sino /¿ de renunciar a todo intento de fundamentación, paraentregarse desenfrenadaments al hedonismo y a los placeres que le ofrece lasociedad de consumo. Es como si el elemento escéptico y relativista delempirismo hubiese fiunfado sobre el lado racionalista que impregna lamodernidad, pfrL dar a luz, sorprendentemente, una sociedad post-modernaque se glorla de la endeblez de su pensamiento y que exalta el nihilismo a lacategorla de filosofla profunda.

3. El influjo profundo del desarrollo científico en la crisis de Iamodernidad.

Parecerla que la cienci4 cuyo nacimiento está lntimamente ligado al dela modernidad, no tiene nada que ver en esta crisis postmoderna. Y sinembargo, es profundamente iluminador el constatar que un papel no pequeñoen esta crisis de la modernidad lo ha tenido el mismo desarrollo de la ciencia.El fatigoso progreso de la ciencia ha ido poniendo en evidencia que no todoera tan sencillo como sugerla la simplicidad de las ecuaciones de Newton. Z¿demostración de Poincará de que las ecuaciones de la mecánica clásica nopermiten la predicción determinlstica del comportamiento de sistemas inclusomlnimamente complejos; la superación de la flsica de Newton con Ia teorfade la relaüvidad; y, por último, la revolución de In mccónica caóntica, qaeintroduce un principio de indeterminación en el mismo corazín de la flsica,han llevado al hombre contemporáneo a una desconfianza casi total en elpoder de larazón.

En este sentido, podrla situarse simbólicamente el fin del racionalismomoderno en la demostración matemática delteorema de Gódel. El teorema deGódel m¿rca el fin de una época, porque pone en evidencia el talón deAquiles de la misma ciencia matemática, y, por tanto, de todo intento deexplicar la realidad por la sola razón.

Si hay algo que caraúúza la cultura del mundo moderno, es la fe ciegaen las matemáticas como modelo de ciencia rigurosa e indiscutible. <Matemá-tico> y <cientffico> se identifican. Io que hace <cientlficas>> a las ciencias, ylo que además las hace progresar como tales ciencias, es la introducción y la

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aplicación de las matemáticas. Ahora bien: con el türma de Gódel fracasael programa formalista de Hilbert de unificación de los diversos sistemas

axiomáticos. El teorema de Gódel demuestra definitivamente que no existeuna matemática universal, esa matemática universal con la que sueña todoracionalist¿, que serfa la explicación cientlfica omnicomprensiva de larealidad. No existe ni puede existir, porque urn motemótica completa yautoconsistente es contradictoria en sl misma. Y si la matemática universales contradictoria en sl misma, a foniori lo será el racionalismo. Después deGódel ¿qué sentido tendrá ya intentar buscar larazón de todo en un sistemaracional, según el modelo de las matemáticas, si las mismas matemáticas nopueden da¡se a sl mismas su propio fundamento? Para huir de esta conüadic-ción interna, la filosoffa contemporánea, heredera del racionaüsmo y delidealismo, intentará refugiarse en una oscr¡ra intuición trascendental del serexpresada en lenguaje poético. Pero ¿hasta qué punto se esconde algoprofundo denás de este recurso a lo impredicativo para evitar definicionesprecisas?

4. Una profunda crisis cultural, contexto actual del diátogo entre cienciay fe.

Vaclav Havel, presidente de la Repriblica Checa, en un reciente artlculoütulado <El doloroso parto de unn nueva era> (DiarTo El Mundo, Madrid,23-lX-I994), sentenciaba que <<l.a relación con eI mundo que Ia ciencinmoderna promileve, Wrece lnber agotado su potencialidad. Resuln cada vezmás claro que a esa relnción le estó, falnndo algo pues no acierta aconectarse con Ia mós intrfnseca twturaleu de la realidad ni con Iaexperiencia nntural del lwmbre y, de lwclw, es mós unafuente de desintegra-cíón y dudas que de integra,ción y sentido. [...] Pese a que en la acnalidadsabemos inconm¿surablemcnte mós sobre eI universo que nuestros anteceso-res, parece cada vez más clnro que ellos sablan algo que a ,wsotTos se tmsescaparr.

Para encontrar ese <algo que se nos escapD), y que nos es vital para salirde la crisis, hay que remontarse más allá del Siglo de las Luces. d,a EdadModerna ha termitndo>, üce Havel, esa edad en la que <el Creador, queestaba macln más alló de ln comprensión y el alcance de la ciencia maderna,

fue graúnlmente empujado a la esfera privadn de las persorns y lwsn laesfera de las fantaslas privadasn. Hoy esta era, <caracterizada por la fe enuna relación Wramcnte cienffica con el mu.ndo>t, está agonizando. Y mientrassufrimos este perlodo de transiciór\ en el cual una era está sucediendo a oüqnuestra esperanza es que el hombre recobre <<la certidumbre de que estamos

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arraigados en la tierca y, al mismo tiempo, en el cosmosn, para redescubrir,desde el Krespeto por lcis milagros del ser y del universoi, el camino quólleva a la tascendencia, al reconocimiento del Creador.

tr. CIENCIA Y FE: I\T]EVAS PERSPECTIVAS DE DIALOGO.

' Es en este contexúo de profunda crisis cultural, de fin de una era, dedemlmbamiento de la civilización construida sobre un humanismo y unaciencia sin Dios, que hay que situar el actual diálogo enfre ciencia y fe. perolas perspectivas de este diálogo, en contra de 1o que pudiera parecer, sonesperanzadoras. Asf lo cree Mariano Artigas, quJ en-un artlculo titulado<ciencia y fe: rutevas perspectivas>>, afirma: <<nos equivocarramas sícontemplósemos ese üólogo bajo un punto de vista demasiado defensivo. sinduda, existen equfvocos que deben clarificarse con la paciencia que seanecesaria. Pero Ia cosmovisión cientlfica actual invita a planteamientosaudaces y positivos, plerwmcnte cohcrentes con eI contenido de la fe, ycapaces de apornr luces nuevas a una sinación culnral que las estóesperando> (en cardinal paulpoupard,Aprés Gatilée. science etfoi: nouveaudialogue, Desclée de Brouwer, parls 1994,p.209).

1. La importancia de ra mediación filosófica en el diálogo entre cienciay fe.

Artigas sostiene que no podemos @ntentarnos con una coexistenciapaclfica de ciencia y fe que equivalga a una ignorancia mutua. Es precisotender puentes entre ambas, y hoy ello es posible. por primera vez en rahistori4 disponemos, gracias al desarroflo de la cienci

^, ,id, una imagen de

In, tunralezp que es cohcrente, unitaria, completa y rigurosa> 1p. 20á¡. Noes exagerado afirmar que nos encontramos en una situáción privllegiaá4 bcual hace hoy factible una renovada reflexión filosófica de la ci'encia sobre suspropios fundamentos, que conduzca a la elaboración de una filosoffa de lanaturaleza adap-tada a la nueva cosmovisión de que disponemos

Esta es también la opinión de Giuseppe Tanzella-Nitti, que bajo el tltuto<cultura cienttfica y revelación cristianan, advierte de Ia miopra quesupondrfa encauzar el diálogo entre ciencia y fe limitándose a recordarle a laciencia sus llmites emplricos: <(Jna orientación semejante, si bien parte deobservacíones acertadas, es fuente de equtvocos t...1; h premisa [baseJ detdidlogo no estd [nntoJ en exigir que ti cienca ie mantinga ilentro de suspropios lfmites, sino en mosÚar cudles son sus verdnderos fundamcntos. E,o

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implica precisar ln relación entre ciencia y filosofla [|..] para poner de

manifiesto la twturaleza d¿ tales furfumentosD (en Aprés Galilée, pp.222-223).

Quizás sorprenda que para el diálogo enffe ciencia y fe se apele a lamediación de la filosoffa, desafiando el despresügio en que ha cafdo esta

ancilla que, según parece, ya no vale para nada. Sin embargo, como afirmaArtigas, <<el pueüe entre ciencin y fe es filosófico. No podrla ser de otrornodo, puesto que se trata de perspectivas lwterogéneas, y para unirlas debe

existir algo que posea elementos comanes con ambas. Ia filosofla de lanaturaleza se relaciona con los supuestos e implicaciones de las ciencias, yproporcionn la base para Ia reflexión metaflsica: es, por tanto, un puente

legftima entre la ciencia y la fe> (art. cit., p. 208. Cfr. también José-AntonioSayés, Ciencia, atefsma y fe en Dios, EUNSA, Pamplona t994).

La propuesta de Artigas es atrayente. Es una invitación a la ciencia a

tomar en serio a la filosoffa, porque, aunque la filosofla Eanscienda el saber

cientlfico, su salto es un salto legltima. La desautorizaciín de este salto,aunque se haga en nombre de la ciencia, nace de prejuicios filosóficos (comoel prejuicio empirista heredado por Kant). Además de legltimo, el salto es

necesario. El saber cientffico tiene necesidad de reflexionar sobre sus propiosfundamentos, y dicha reflexión es de naturaleza necesariamente filosófica, no

cientffica. I¿ necesidad de esta reflexión se siente hoy de manera especial; porello el salto del saber cientlfico al saber filosófico es urgente. Cada vez es

mayor el número de cientlficos deseosos de hacer sus propias aportaciones eneste sentido; y algunos de ellos, como John Polkinghorne o Arthur Peacocke,

dejando incluso la práctica activa de la ciencia para poderse dedicar másplenamente a ello. L¡ cual nos hace caer en la cuent¿ de que la situaciónactual de la ciencia hace que este salto al saber filosófico sea más atrayenteque nunca. Es el mismo desarrollo contemporáneo de la ciencia, el que estápidiendo a gritos que se profundice en las consecuencias que de sus logros se

derivan para un sabe¡ humano más integral y armónico.

2. El orden de la naturaleza como puente priülegiado de diálogo.

Existe hoy entre los cientlficos un resurgir de la admiración por el mismohecho de que la ciencia sEa posible, un replantearse la pregunta por el primerode los presupuesúos de la ciencia: ¿cómo es que el hombre es capaz dedescubrir y entender las leyes del cosmos? <En efecto: I^a actividad cientlficasupone que la wrturaleza es racional, inteügible, cognoscible raciotwlmente,ordennda. No es caótica; consta de nivelesjerarquizados de manera continuay gradual, y tanto cada uno de los niveles como Las relacionzs mutuas entre

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ellos responden a leyes> (Artigas, art. cit., p. 200; cfr. del mismo a,¡tar Ininteligibilidad de la naturaleza, EUNSA, Pamplona lggz). El mismo hechode que la ciencia funcione, es un misterio para el cientrfico; y si esto ha sidosiempre asf, lo es más hoy en dla, en que la nueva cosmovisión nos da unaimagen de la naturaleza como sistema ordenado, integrado por distintosniveles jerarquizados que se organizan de forma progresiva y unitaria.

Si la ciencia nos descubre en la naturaleza r¡na estruchración fascinante,aún lo es más el dinamismo que desvela. <La actividad de ln nafriralezp semanifiesta coma el "despliegue" de un ütwmisma que produce esfl.ucares,pautal orden, organización> (Artigas, art. cit., p.203).I-os procesos naturalesno son indiferenciados. se cuactenzanpor una direccionalidad. su desplieguees <<creativo> y articulado, produciendo pautas de complejidad creciente. Elestudio cientffico de este dinamismo ordenado, invita al asombro ante elcuáúer inteligente de los procesos de la nahraleza inconsciente. <Estaperspeaiva conduce de In mano lnsn los probtemas relacionados con Iafimlidad, que en la acualidad vuelien a ser considerados coma plenamcntelegltimas. Y Ia firuIidad rns lleva hasta las puertas de la teologta natural.[...] la acfrnción de los seres rwturales remite at plnn de una inteligencinsuperior: la "inteligencia inconsciente' de la twturalezp remite a urwinteligencia consciente> (ibid., pp. 205 y 207).

3. Posibles objeciones a esta vÍa de diálogo desde el mundo de la ciencia.

Esta lfnea de argumentación quizás parezca atrevida en exceso. ¿puededialogarse con la ciencia desde estos presupuestos? ¿No nos tropezarfamoscon sonrisas irónicas o sarcásticas si empezamos a hablarles a los cientfficosde causalidades metaflsicas y de finalidades inteligentes? El partir deconceptos filosóficos, ¿no supone cerfar el diálogo antes de empezar adialogar, pretendiendo que poseemos verdades absorutas obtenidas al margen,e incluso en conüa de la ciencia?

se puede constatar lafuerza de estas objeciones recordando, a modo deejemplo, el enorme influjo que siguen teniendo el evolucionismo darwinista

'y las interpretaciones filosóficas que se han dado de la teorla cuántica. wernervon Heisenberg, descubridor del principio de indeterminación que está a labase de la mecánica cuántica, afirmaba en lv27: (puesto que todos lasexperimentos estón somctidos a l,as leyes de ta mecónica cuóntica, ! portanto, a Ins relnciones de indeterminación, resulm que la invalidez de l.a teycausal queda dcfinitivamente constatafu wr la mecónica cudntica> (cft.stanley L. Jaki, <<Determinism and Realitp, en Great ldeas Today 1990,Encyclopaedia Britannic4 chicago 1990, pp. 277-302).Asimismo Max Born,

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"l

partidario con Heisenberg y Niels Bohr de la interpretación <ortodoxo> de lamecánica cuántic4 o interpretación de Copenhague, escribla en 1963: Kestoy

convencido de que laflsica teórica es, en realifud, filosofla. Ha revolucionn-do conceptos fundamcntales, por ejemplo, del espacio y el tiempo (relativi-dad), de la causalidad (teorla cuúntica), y de In substancia y la materia(complemennriefud), que tienen aplicación mucln más alló de laflsica> (MyLife and Views, Scribner, New York 1968, p. 48). El influjo asfixiante quetales concepciones continúan teniendo en el momento actual lo evidencia elreciente libro de Jean Guitton-Grichka Bogdanov-Igor Bogdanov (Dieu etla science. Vers le ménréalisme, Grasset & Fasquelle, Parls 1991), en el cual,recurriendo a la flsica moderna, se defiende que <el esptrin y ln materia

forman unn soln y única realidad>, y qu'e <la realidad en sl del universo es

incognoscible>. ¡Y para probar la legitimidad de estas afirmaciones se apelaa la intuición genial de Santo Tomás de Aquino!

A estas muestras del influjo de la mecánica cuántica hemos de añadir almenos una breve alusión al darwinismo, cuyo peso especlfico, debido a laprofundidad de sus rafces, sigue siendo notable. El descomunal influjo de estateorla -{ue ya desde sus inicios fue exüapolada más allá del terrenoestrictamente cienffico- para justificaruna visiónreduccionistay materialistade la realidad, presentándola como la rlnica cosmovisión cientfficamente seri4raya en lo increlble. Precisamente cuando los avances de la biologfa másjustificaban el asombro del hombre de hoy ante el orden que el Creador haimpreso en la naturaleza, con más pasión se justificaba <cientfficamente>> lamás completa de las indiferencias ante el milagro de la vida, para llevar atoda una cultura a una absurda profesión de fe en el azu y la necesidad.Llama poderosamente la atención que un cientffico serio como JacquesMonod, premio Nobel de Medicina en 1965 por sus contribuciones a labiologla molecular, pudiera llegar a escribir: <La antigua alianzp se ha roto;el lnmbre sabe por fin que estó solo en la inmensidad inüferente delUniverso del que lw surgido Wr azpr. Ni su destino, ni tampoco su deber,estón escritos en partc alguru. Es a él que le toca elegir entre eI Reino y lastinieblas> (Le lnsard et la nécessité. Essai sur Ia philosophie twturelle de labiologi4ue maderne, Éd. du Seuil, Parls 1970, pp. 194-195>. No hubieraestado mal recordarle al Dr. Monod aquella frase de Vlctor Hugo: <tel azpr esun plnto que preparan los bribones Wra que se lo coman los tontos>.

4. Respuesta a las objeciones: valoración positiva del momento actual.

Volviendo a nuestro problema: ¿cabe hablar, en este contexto cientffico-cultural, de un renovado diálogo enfte ciencia y fe? ¿No nos encontramos ante

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un clima cultural que plantearla a este diáIogo objeciones insuperables, almenos hoy por hoy? ¿O hay signos de que el ya secular abismo separadorente ciencia y fe empieza a quebrarsg dando a luz una nueva era defructuosa colaboración? <La cosmovisión cienttfica acnal invita a plantea-mientos audaces y positivos>, nos decla Artigas. ¿Optimismo excesivo? ¿Oclari videnci a realista?

Sin menospreciar el peso de las dificult¿des, creo que hay razones para laesperanza. Ciertamente queda mucho por hacer. Pero es indudable queestamos viviendo el momento histórico en que el cientificismo, con todo loque conlleva, está dando, moribundo, sus últimos estertores. Aunque ello esdiflcil de probar de forma rigurosa, hay suficientes signos que lo apuntan. Elmismo hccln de que sean tantos los cientlficos deseosos de ltacer susaportaciones en el platnfilosófi,co-teológico, parece muy significaldvo, inclusoreconociendo que muchos de ellos lo hagan para defender apasionadamente,y con escaso rigor filosófico, posturas que cierran el acceso a la trascendencia.El interés que estos temas suscitan apunta a que, de una forma global, nuestracultura está tomando conciencia de lo endebles que son sus bases para negarla legitimidad de la fe. La alternaüva a la fe es el nihilismo y el pensamientodébil, y no se puede caminar indefinidamente en esta dirección. Por ello hayesperanz4 de que, a pesar del lasüe del cientificismo, nuestra cultura se abraa una nueva cosmovisión

Puede citarse como ejemplo en este sentido el caso de Paul Davies. Autorde una veintena de libros que han alcanzado amplia difusión, es un ffsico nocristiano que incluso encuentra serias dificultades para admitir la existenciade un Dios personal. Pero es digna de notarse la evolución que ha experimen-tado rfltimamente su pensamiento. En la introducción de God and tlrc NewPhysics (Penguin Bools, Harmondsworth 1983, pp. viii-ix) afirma que sulibro intenta dar respuesta, desde el punto de vista del flsico, a las pregunasfundamentales de la existencia. <Mis respuestas pueden estar totalmcnteeEtivocadas, pero creo que la flsica goza de urut perspectiva privilegíadapara proporciotwrlas. Puede Wrecer raro, pero, en mi opinión, In cienciaofrece un camino más seguro hacia Dios que la religión. Esté bien o mnl, elleclw de que la ciencia lnya avanzeda lnsn el punto de podcr afrontarseriamente lo que antiguamente eran preguntas religiosas, indica por slmismo las consecuencias dc largo alcance de la nueva fisica>.

Este planteamiento de Davies evidencia un reduccionismo propio delflsico, que cree encontrar en su ciencia una respuesta adecuada a todos losinterrogantes profundos sobre la realidad. Y sin embargo, en su rlltimo libro,Tlv Mind of God. Science and tltc Search for Ultimate Meaning (Simon &Schuster, Londres l9y2), Davies se abre a nuevas perspectivas. Después deescribir: ccsiempre hc deseada creer que la ciencia puede explicar todo, al

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'nunos én príncipúo>, afiade: <pero inclum C ,, descartan los suceSos

sobrenatura[es, no está cl.aro, a pesar de todo, que la ciencia puefu explicartodo en el universo fisico. Perman¿ce el vieio problema acerca dcl final de

la cadetw. de explicaciones. Por mucln értto que puefun tener nuestasexplicaciones cienttficas, siempre incluyen algunos supuestos en su punto de

Wrtifu. [...] Por tanto, las cuestiones úItimas siempre permanecerán más allóde la ciencia emplricu) (pp. 14-15). Y el libro finaliza con estas palabras:

<No puedo creer eue nuestra ertstuncia en este universo sea un mero

capricln del destino, un accidente de ln hisnria, unlr mcra cresta incidentalen el gran drama cósmico [...] no puede ser un dcnlle trivial, un subproductomenor de fuerzas sin mente ni propósin. Estó realmente previsto que estemos

aqut> (p.232).John Polkinghorne hace, con razón, una recensión bastante qlttca de esta

obra de Davies (Tltcology,lX-1992, p. 396). Le achaca el mezclar de formaincoherente verdades adquiridas con especulaciones chocantes, ideas holfsticascon interpretaciones reduccionistas, deseos de llegar a una visión profunda de

la realidad con una distante incomprensión de la visión reügiosa tradicionale, incluso, una altiva ignorancia de las aportaciones actuales de otroscientlficos interesados en cuestiones teológicas.

Sin poner en duda todos estos elementos negativos, creo que Davies es,

sin pretenderlo, un exponente de la debilidad de todo planteamienüo

cientificista. Su caso es un ejemplo significativo de cómo en nuestra culturase está produciendo una toma de conciencia de la necesidad de superar losantiguos planteamientos reduccionistas para abrirse a una cosmovisiónrenovada y armónica. Esta toma de conciencia es, si se quiere, parcial e

' incipientg y sus frutos, con frecuencia deficientes. Se acusa la falta unverdadero aprovechamiento, debido a un gran desconocimiento, de los logrosalcanzados en el pasado por la filosofla perenne, que podrlan ayudar a

clarificar muchos equlvocos. Gran parte de la producción en el campo deldiálogo entre ciencia y fg aunque sofisticada desde el punto de vistacientlfico, da la impresión de unos primeros balbuceos en el plano filosófico.Parece, por tanto, que est¿rmos arin en los inicios del diálogo entre ciencia yfe. Pero, precisamente porque estamos aún en los inicios, hay razones para laesperanza.

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