diálogo 62: genocidio y terrorismo de estado en guatemala

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  • 7/29/2019 dilogo 62: Genocidio y terrorismo de Estado en Guatemala

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    Nueva poca, No. 62 Guatemala, febrero de 2008

    Genocidio y terrorism

    de Estado en Guatemal

    Gloriosa vict

    Temple

    Di

    Coleccin Mus

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    2/8o. 62, febrero 2008

    Secretario general deFLACSOFrancisco Rojas Aravena

    San Jos, Costa Rica

    CONSEJO ACADMICO DE FLACSO-GUATEMALAIsabel Rodas N.- directora

    Virgilio lvarez / Oscar Lpez / Santiago BastosPaola Ortiz / Virgilio Reyes / Luis Ral Salvad / Simona V. Yagenova

    Publicacin mensual de FLACSO-Guatemalay elPeridico

    Edicin y correccin de estilo: Mario Maldonado;

    Coordinacin y diagramacin: Hugo de Len P.

    Tel. PBX (502) 24147444 Fax: (502) 2Correo electrnico: flacsoguate@flacs

    Pgina web: http://www.flacso.ed

    Esta publicacin es posible gracias afinanciero de

    ASDI/SAREC

    30,000 ejemplares

    1 Socilogo, profesor investigador del Posgrado de sociologa del Instituto de Cienciasociales y Humanidades Alfonso Vlez Pliego de la Benemrita Universidad Autnoma deuebla, Mxico.

    Introduccin

    Carlos Figueroa Ibarra1

    El caso guatemalteco es paradigmtico por las enormes

    capacidades de violencia que puede generar un Estado y un

    grupo dominante cuando se ven amenazados por la rebelin. A

    ferencia de pases como Colombia, en los cuales los victimarios son

    versos, en Guatemala fueron las agencias del Estado las principales

    esponsables de la ejecucin extrajudicial y desaparicin forzada de

    proximadamente 200 mil guatemaltecos (ODHA, 1998; CEH, 1999; Ball etl., 1999). Si comparamos el caso de Guatemala con los crmenes contra

    humanidad que se observaron en otros pases de Amrica Latina

    urante el siglo XX, en trminos absolutos y proporcionales, este pequeo

    as centroamericano tiene el dudoso honor de ocupar el primer lugar.

    o se trata de reproducir el sndrome que ha sealado un estudioso del

    enocidio armenio: la victimizacin genocida convierte al propio genocidion una experiencia nica para la vctima (Dadrian, 2005:75). En medioe su atrocidad, el genocidio en Guatemala palidece, no digamos ante

    genocidio armenio y judo, sino ante las experiencias de la segunda

    itad del siglo XX: Irak (1988-1991) con 180 mil; Uganda (1972-1979/

    980-1986) con entre 400 y 500 mil vctimas; Sudan (1956-1972) y

    etnam del Sur (1965-1975) con similares cantidades; Pakistn (1971)

    on la muerte de entre uno y tres millones de personas; Ruanda (1994)

    on entre 500 mil y un milln; y, Kampuchea (1975-1979) con entre dos

    tres millones (Harff, 2005: 179).

    Ante lo estremecedor de estas cifras, puede convenirse, sinmbargo, que con un territorio de 108 mil kilmetros cuadrados y unaoblacin que oscil entre 2 millones y 10 millones de habitantesurante el tiempo que dur el conflicto interno (1954-1996) 200 milctimas resultan ser una cifra considerable. La ms alta de Amricaatina. He aqu una de las motivaciones del autor para reflexionar sobreuatemala y una causa poderosa para que dicha reflexin seaecesaria.

    Legalidad, legitimidad e ilegitimdel terrorismo de Estado

    Guatemala

    Un Estado puede ejercer la violencia de manera legal y,

    legtima, si se apega al Estado de Derecho. Si lo hace rec

    mtodos que la ley prev y apegado a las convenciones

    nacionales e internacionales de respeto a los derechos hu

    Estado, segn la teora del derecho y la ciencia poltica, pue

    a actos de violencia que son legales y, por ello, gen

    considerados legtimos. Resulta, adems, una regularidaEstado que enfrenta momentos de insubordinacin

    significativas de la sociedad, fcilmente cae en la ilegalidad en

    refiere al ejercicio de la violencia.

    En tanto que un Estado apegado a la legalidad colegitimidad interna y externa, la violencia ejercida de manhaciendo uso del terrorismo de Estado, se convierte fciuna violencia clandestina. En el caso guatemalteco, el pas sen una regin del planeta donde la democracia eracomnmente aceptado. La democracia se convirti en eideolgico blasonado por el occidente capitalista, contra su comunista en el contexto de la guerra fra. La violencia

    terrorismo de Estado, no poda ejercerse de manera abiertperder legitimidad nacional e internacional, el Estado guatemvio precisado a ejercer la represin predominantemente dclandestina.

    Terrorismo abierto, terrorisclandestino, terror selectivo y te

    masivo

    El terror estatal de carcter abierto tuvo siempre ms posibi

    ejercerse en el campo que en la ciudad. Ello se debi a qu

    todo el siglo XX, la capital del pas fue el epicentro de la lucha sta se determinaron los hechos polticos decisivos en la hi

    reciente del pas. En general, fueron las ciudades puntos n

    que el Estado reprimi, pero tendiendo a hacer uso del terroris

    clandestino y, por tanto, manteniendo la escenografa democ

    los propsitos legitimadores antes mencionados.

    Fue la necesidad estatal de una fachada democrtexplica que el asesinato, el secuestro y la tortura lo hayan egran medida los llamados escuadrones de la muerte. stos, qsurgido entre 1966 y 1967, no fueron ms que grupos ultradprotegidos por la dictadura o el Ejrcito y los aparatos polic

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    Foto Miguel

    ue, vestidos de civiles, realizaban las ms grandes ignominias contrabreros, campesinos, estudiantes, empleados e intelectuales. As lasosas, estas organizaciones clandestinas y los cuerpos represivosegulares asesinaron en siete meses (comprendidos entre 1966 y967) a ms de cuatro mil personas (Maestre, 1969: Aguilera, 1969:25). He aqu la causa de que el Estado guatemalteco haya hecho loue se ha llamado la ruptura de su propia legalidad.

    El terrorismo de Estado, sea abierto o clandestino, persigue crearor mltiples vas, un determinado efecto psicolgico en el seno de laoblacin. Este efecto psicolgico aparece como un profundo temor,

    cual incluso puede devenir en paranoia, como una sensacin de

    mpotencia y debilidad ante la poderosa y terrible maquinaria represiva,n sentimiento de conformidad para no intentar cambiar lo que dentemano se sabe que no se puede cambiar, pasividad ante laesigualdad y la opresin y, finalmente, una aversin hacia todas lasrganizaciones polticas o sociales que niegan o se oponen al sistemastablecido.

    A la distincin entre terrorismo abierto y terrorismo clandestino,abe agregar la de terrorismo selectivo y terrorismo masivo. El terrore carcter selectivo se sustent en una cuidadosa seleccin de lasrobables vctimas de la ejecucin extrajudicial y la desaparicin

    orzada. Viejas listas de comunistas o filocomunistas elaboradas porComit de Defensa contra el Comunismo, probablemente, sirvieron

    ara elaborar las listas de la muerte. A ello se agregaron registrosoliciacos, listas de antecedentes penales, informes elaborados porgentes de las distintas corporaciones policiacas. Lo anterior fueombinado con una labor de inteligencia que llev a los diseadorese la contrainsurgencia a elegir a las vctimas con un alto grado derecisin.

    En las postrimeras del rgimen de Kjell Laugerud (1974-1978) ylo largo del gobierno de Lucas Garca, el terrorismo de carcterasivo, paulatinamente, se fue convirtiendo en la forma preponderantee terror. A diferencia del selectivo, el terrorismo masivo oper deanera relativamente indiscriminada. Las masacres de campesinosdgenas, realizadas en el marco de la poltica contrainsurgente de

    erra arrasada, fueron un ejemplo conspicuo delrror masivo. Pero aun en medio de su ejerciciodiscriminado, el terror masivo tuvo unanculacin con la selectividad. Las masacreseron realizadas con base en una seleccinrecedida por labor de inteligencia, quectaminaba cules eran las regiones en las quena mayor influencia la insurgencia. Presenten diversos momentos de la historia recientee Guatemala, el terror masivo se desplegomo nunca antes durante los diecisiete mesesel gobierno de factodel general Efran Rosontt (marzo de 1982-agosto de 1983) cuandoterror masivo se llev a su mxima expresin

    Figueroa, 1991; ODHA, 1998; CEH, 1999).

    A primera vista, puede observarse que elstado guatemalteco se sinti ms cmodoerciendo el terrorismo clandestino en lasudades y el terrorismo abierto en el campo.e ha expresado que esto se debi a queualquier acto represivo en las ciudades eras visible, tena ms resonancia y, por tanto,s repercusiones negativas sobre la legiti-idad. Por la misma razn, el terror selectivondi a prevalecer en la ciudad, mientras quen el campo sobre todo en los grandes

    momentos represivos fue ms fcil para el Estado ejercede terror masivo. Finalmente, los medios de comunicacin ne internacionales no tenan acceso real a lo que estaba acoen las remotas reas rurales. Por ello, en esos lugarespolicas como la Guardia de Hacienda, secciones del Ejrcitropa regular, cuerpos de lite de las mismas fuerzas armalos kaibiles, o poblacin civil organizada desde el EstadoPatrullas de Autodefensa Civil (PAC). En general, los diversorepresivos del Estado pudieron realizar, de manera desemsin ningn prurito, las violaciones ms atroces a los humanos.

    Finalmente, tambin cabe formular la hiptesis de quetrminos generales, una suerte de divisin del trabajo en la Mientras las diferentes corporaciones policiacas se dedicarola contrainsurgencia en los cascos urbanos, el Ejrcito hizoen las reas rurales. Esto debido, entre otras causas, a lanecesidades operativas que el conflicto armado interno imotra parte, la insurgencia tuvo sus bastiones ms fuertes enrurales. Tambin pudo haberse debido a las propias necesla legitimacin: mantener el Ejrcito desplegado permaneen las reas urbanas hubiera creado una percepcin de crisde ingobernabilidad, hubiera evidenciado de manera msse viva bajo la gida de una dictadura militar, hubiera condiscurso oficial de que la paz se mantena y de que eran las las que la queran perturbar.

    Ejecucin extrajudicial y desapaforzada. Campo y ciudad

    Puede decirse que el fenmeno social que posibilit el despli

    contrainsurgencia como un terrorismo de Estado de

    magnitudes, fue la cristalizacin en el Estado guatemalteco de

    del terror que, a su vez, fue el resultado de la combinacin d

    hechos histricos. Entendemos por cultura del terror a aque

    poltica que concibe a la dominacin como el ejercicio ind

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    2 Cabe mencionar que uno de los autores de Aguilera y Romero et al., 1981Jorge Romero Imery, fue en 1982 una de las vctimas de la ejecucin extrajudicial

    Foto Miguel ngel Zetina

    cuestionado de la gestin estatal, que piensa la solucin de las

    ferencias de cualquier orden fundamentalmente a travs de la

    iminacin del otro, que imagina a la sociedad como un espacio

    omogneo en lo que se refiere al pensamiento y, al mismo tiempo,

    omo un mbito heterogneo, en el cual clase y raza marcan las

    ferencias legtimas, que razona a la ciudadana como una formalidad

    ue encubre una realidad estamentaria que es necesario conservar y,

    ue finalmente, como consecuencia, considera a la violencia represiva

    omo un recurso legtimo para preservar el mundo conformado de

    cuerdo con dicho imaginario (Figueroa, 2005).

    La permanente inestabilidad estatal hizo devenir al terrorismo destado en categora econmica, puesto que al ser costumbre ancestral,e convirti en necesidad actual, en tanto que era recurso

    mprescindible para dar continuidad a un modelo econmico dearcter excluyente. Esta exclusin se expresaba en las dos caras dena misma moneda: un Estado dbil e inestable y una sociedad civilon tendencias a la insubordinacin. La combinacin de estos dosctores fue la raz ltima del terror estatal como fenmeno estructuralermanente. Las crisis cclicas de dicha combinacin fueron, a su

    ez, la raz ltima del terrorismo de Estado como hecho coyun-ralmente masivo.

    Fueron, entonces, la ejecucin extrajudicial y la desaparicinorzada, los recursos fundamentales de los cuales se valieron el Estado

    los grupos dominantes en el pas para hacerle frente a lasubordinacin, que provocaron un rgimen dictatorial y un modeloapitalista de carcter excluyente. La ejecucin extrajudicial estuvonculada con el terror selectivo (asesinato o desaparicin de individuospequeos conglomerados de personas considerados como objetivosspecficos), pero tambin lo estuvo con el terror masivo. Perversidadesparte, la ejecucin extrajudicial tuvo la ventaja de eliminar a personasue eran activas o presumiblemente activas en la subversin uposicin a la dictadura militar. Ejecutar a dicha persona eliminabas un factor de desestabilizacin.

    En lo que se refiere a las desapariciones forzadas, puede decirseue, cuando se observan las estadsticas del terror, las oscilacionesuantitativas de la desaparicin forzada en general coinciden conerodos y regiones del pas caracterizados por una gran confrontacinocial. Puede deducirse que esto fue as en la mayora de los casosontabilizados como desaparicin forzada de carcter poltico. Con laesaparicin forzada de individuos, e inclusive de colectivos dedividuos, el rgimen poltico obtuvo varios objetivos: disponer deluerpo y del espritu del desaparecido, evitar desprestigio internacionalconvulsin interna provocados por la existencia de presos polticos,

    evitar ese mismo desprestigio al aumentar las cifras declmuertos por razones polticas y, finalmente, sembrar el teseno de la poblacin y obtener, de esa manera, la aniquilacde una voluntad de transformacin. El objetivo fundamterrorismo de Estado fuera a travs de la ejecucin extrajudesaparicin forzada fue conseguir un consenso pasivo ela imposibilidad de obtener un consenso activo.

    En lo que se refiere a la ejecucin extrajudicial y la deforzada como mecanismos contrainsurgentes operando eny la ciudad, resulta sorprendente ver cmo las referenciascon respecto a la segunda son abrumadoramente mayorita

    ciudad. En relacin con ello, es posible pensar que losdesaparicin forzadas resultaban ms notorios para los mcomunicacin que los efectuados en las remotas reas ruraindependientemente de que esto pudo haber generado un sinformacin emprica con la que se cuenta, cabra formhiptesis que nuevamente tiene que ver con la legitimidad. Splausible la hiptesis de que, en la ciudad, cualqcontrainsurgente que implicara el terror tena un costo poltque el que pudiera efectuarse en el campo, la desaparicipodra haber sido ms rentable polticamente. Una de las vela desaparicin forzada para el Estado que la perpetra, es qalegar inocencia o puede esgrimir muchas causas en la dede una persona, no necesariamente como resultado de ucontrainsurgente.

    La dinmica general de la insurgen Guatemala. Los ciclos del te

    A finales de los aos 70 y principios de los aos 80 del siglo X

    del terror estatal nos indicaron que regiones que antes no h

    afectadas por la violencia de Estado, fueron el escenario p

    de ella. No result acertado afirmar que un menor desarrollo

    generaba un conflicto de clases menos pronunciado y, por lo

    un desarrollo pronunciado del mismo generaba una mayor co

    social (CIDCA, 1979, Aguilera, 1980: p. 40; Aguilera y Romero e

    Lo que se observ en los aos ochenta, ms bienconfirmar que la represin del Estado es algo que, engenerales, tiene una relacin directamente proporcional code desobediencia o rebelin que encuentra en el seno de lacivil. De donde podemos sacar una conclusin que acasoregularidad vlida ms all del caso guatemalteco y centroacuanto ms enconado sea el conflicto, cuanto mayor sea la rde aquellos que llevan la peor parte en la sociedad, mayviolencia que provenga del Estado. Aunque entre las vcterrorismo de Estado en Guatemala se encontraron persona la rebelin, sera una injusticia histrica el postular que, en lfueron pasivos objetos de la crueldad dictatorial. Las grand

    terror de la segunda mitad del siglo XX fueron la respuesta nineludible, desde la lgica contrainsurgente, a manifenotables de insubordinacin y ascenso popular.

    Desde 1954, la sociedad guatemalteca ha vivido dociclos insurgentes(1962-1967; 1973-1982) y tres grandes ola(1954; 1966-1972; 1978-1983). La primera ola de terror observ en los meses posteriores al derrocamiento del goJacobo Arbenz en 1954. Aparte de las miles de vctimas quhabla de tres mil muertos y desaparecidos) tuvo un poder

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    3 Esta grfica se encuentra en Figueroa 2004; 2006. Fue elaborada con base en registrosmerogrficos, los cuales deben tomarse como una muestra.

    4 Esta grfica se encuentra en Figueroa 1999. Fue elaborada con base en la recopilacin detos en fuentes hemerogrficas y testimonios orales. La base de datos es la misma que usan

    ue Ball et al., 1999.

    ue habra de ser muy til en los aos venideros: la difusin de laaranoia anticomunista.

    La segunda ola de terror habra de observarse entre fines de 1966asta 1971-1972, que dej un saldo de miles de muertos yesaparecidos, y, con ello, la derrota y casi desarticulacin del primerscenso guerrillero. No existen registros elaborados del nmero deuertos y desparecidos en aquel momento, pero hay quienes afirmanue el terrorismo de Estado asesin en aquellos aos a 18 miluatemaltecos, con el propsito de aniquilar a algunos centenares dezados (Torres-Rivas, 1980). Las caractersticas del terror en aquellosomentos y crnicas del horror pueden encontrarse en los textos de

    guilera (1969) y Maestre (1969). La segunda ola se registra en laguiente grfica, la cual ilustra lo acontecido durante aquellos aos.n ella puede observarse que las cifras de muertos y desaparecidosomienza a aumentar en 1966, llega a su clmax en 1967, para empezardeclinar en 1969. En lo que se refiere a la ejecucin extrajudicial,

    ste clmax parece alargarse hasta 1968, pero igualmente empieza aeclinar al ao siguiente.3

    Grfica 1

    aprecian dos grandes cspides en materia de terror contrainLa primera de ellas se encuentra entre 1966 y 1968, que hasta 1972 y 1973, para luego ir declinando hasta 1977. cuando se inicia el gobierno del general Romeo Lucas Gcifras del terror contrainsurgente empiezan a ascender hasalturas verdaderamente notables durante los aos del gogeneral Efran Ros Montt durante 1982 y 1983.

    Grfica 2

    La tercera ola de terror comenz en 1978, tuvo su clmax durante gobierno de Efran Ros Montt (1982-1983), y amain en 1984.onfirmando la regularidad antes apuntada, la tercera ola de terror fuerespuesta a la emergencia de un segundo ciclo revolucionario que

    omenz con las huelgas magisteriales de 1973. Las grandes luchasopulares, urbanas y rurales, observadas entre 1973 y 1978, las cualeseron drsticamente abatidas por la primera fase de la gran ola derror que se inici en 1978. Esta primera fase de terror, sustentada

    obre todo en el terror selectivo, fue dirigida contra las luchas populares,biertas y pacficas, de carcter reivindicativo. La generalizacin de lacha armada de contenido revolucionario, tuvo una respuesta en elscenso del terrorismo de Estado en una segunda fase, la del terror

    asivo, el cual, combinado con un recambio poltico significativo en eleno del Estado que se empez a observar a partir del derrocamientoel Gobierno en marzo de 1982, logr hacer entrar al movimientoevolucionario en una nueva etapa de reflujo a partir de ese ao. Undicador del comportamiento de la contrainsurgencia en materia derrorismo de Estado puede observarse en la grfica 2.4 Dicha grficadica que, en materia de desaparicin forzada (todo seala que similaromportamiento se puede advertir en la ejecucin extrajudicial), se

    A partir de ese momento, los nmeros de la desapariciempiezan a declinar, lo cual no quiere decir que desapartercera ola de terror baj a partir del gobierno de Vinicio Cere(1986-1991) pero decir esto es relativo. Las cifras contrainsurgente declinaron en el perodo de gobierno de Ceesto slo es verdad si comparamos las cantidades de desaen ese momento con las de los gobiernos precedentes, eMontt y del general Humberto Meja Vctores. Esto indica qulas olas de terror amainan, no implica que en los intervalos no hubiese habido hechos significativos de terror. Tampoco qque en los gobiernos posteriores a la tercera ola de tedesapareci significativamente. En materia de desapareejemplo, las cifras del gobierno del temible general Carlos Ara(1970-1974) en los aos 70, son muy parecidas a las de los

    civiles de Vinicio Cerezo Arvalo y Jorge Serrano Elas (199

    Genocidio, etnocidio y terlegitimado en Guatemala

    Lo ocurrido en Guatemala entre 1954 y 1976 puede ser califiun genocidio. Sin embargo, si nos atenemos a la definicin jadopt la Convencin de la Organizacin de la Naciones UnGenocidio, los abogados de los genocidas guatemaltecos pueque lo sucedido en Guatemala no califica como tal. No hugrupo nacional, tnico, racial o religioso que fuera destruidototal o parcialmente de manera intencional (Harff, 20

    Precisamente, el caso de Guatemala revela que es cierto lo qespecialistas afirman: que el concepto se vuelve elusivo y pr(Bjorlund et al, 2005: 21-23). Como la definicin jurdica es een el caso guatemalteco a veces los que han argumentado elo han hecho desde la perspectiva de que la matanza estuvodesaparecer a las distintas etnias mayas que existen en eargumenta que la mayora de los muertos y desaparecidterrorismo de Estado guatemalteco fueron personas que perdichas etnias (Bjorlund et al, 2005: 47). El argumento puede scon dos hechos igualmente ciertos. En primer lugar, una enorm

    de vctimas fueron personas que no pertenecan a ningunaetnias, es decir fueron ladinos, como en Guatemala se ha llam

    mestizos. En segundo lugar, del lado de los perpetrado

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    ntusiastas victimarios indgenas en los ms distintos niveles del aparato

    enocida. Ciertamente, sucedi en Guatemala lo que se observ en el

    enocidio armenio, judo y rwands (Dadrian, 20055: 75-121). La

    atanza fue precedida por la construccin de una otredad negativa

    ue cre las condiciones de legitimidad necesarias para perpetrarla

    Feierstein, 2000: 36-40). En el caso de la regin que abarca Chiapas y

    entroamrica, la construccin de una otredad negativa expresada en

    racismo hacia los pueblos indgenas fue indispensable en la

    gitimacin de la expoliacin y el terror. Pero, en la Centroamrica del

    glo XX, especialmente despus de la insurreccin de El Salvador en

    932, surgi una nueva otredad negativa: el comunismo. La paranoia

    nticomunista que la guerra fra desat en todas partes, encaj

    erfectamente con la lgica maniquea y de pretensiones totalitarias decultura del terror. Indios y comunistas encarnaron esa otredad que ya

    ra intolerable desde antes de iniciar la guerra fra (Figueroa, 2004;

    006).

    El exclusivismo de la definicin jurdica de genocidioha llevado agunos autores a construir otras categoras como politicidio (Harff,005) o generocidio(Jones, 2005). Pero si salimos de la definicinrdica y adoptamos una perspectiva inclusivista, el genocidio es fcile detectar. La agregacin de los grupos polticos y sociales (Bjorlundt al, 2005: 34) a los nacionales, tnicos, raciales y religiosos, ubicaraancamente a Guatemala en el listado de pases en los cuales elenocidio es claramente perceptible. Adems, consolidara esta

    erspectiva si partimos del hecho de que el grupo victimizado noecesariamente tiene que existir como tal: basta con que haya sidoonstruido en la subjetividad del perpetrador (Bjorlund et al, 2005: 40).o que sucedi en Guatemala parecera ser una combinacin entre laxistencia real del grupo al que se busc destruir (indios y comunistas)on una construccin subjetiva de los mismos: el trmino comunistae aplicado con gran flexibilidad a muchos individuos y sectores

    ociales los cuales difcilmente calificaran como tales.

    En pginas anteriores se ha planteado que, cuando un Estadoealiza prcticas de violencia que devienen ilegales, corre el riesgo deerder legitimidad; es decir, la aceptacin, el consenso de la sociedadvil, del conjunto de los ciudadanos. Pero, qu sucede cuando esteonsenso no se pierde o no se pierde totalmente? qu sucede cuando

    menos una parte de la sociedad interviene activamente connanciamiento y apoyo poltico a dichas acciones?n efecto, habr que convenir que el terrorontrainsurgente no solamente fue obra de un grupoe altos militares sino tambin hubo involucramientoe un sector del empresariado. Pero, ms all deste involucramiento, qu sucede cuando unector de la sociedad justifica que una personaea ejecutada extrajudicialmente o desaparecidae manera forzosa porque es subversivo oomunista?

    He aqu el punto en el que se encuentra la

    ociedad guatemalteca, es el lugar de donde tendrue arrancar el largo camino que queda por andar.

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    Foto Miguel ngel Zet

  • 7/29/2019 dilogo 62: Genocidio y terrorismo de Estado en Guatemala

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    No. 62, febr

  • 7/29/2019 dilogo 62: Genocidio y terrorismo de Estado en Guatemala

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