dialéctica de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción

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Page 1: Dialéctica de las Fuerzas Productivas y de las Relaciones de producción

Escuela de Formación PolíticaKarl Marx

DIALECTICA DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y DE LAS RELACIONES DE PRODUCCIÓN

Guía Nº 4

En su célebre Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política, Marx resumió las tesis fundamentales de la concepción materialista de la historia. En él se plantean, entre otras, las relaciones y los vínculos dialecticos que unen a las fuerzas productivas con las relaciones de producción. Estas relaciones y vínculos dialecticos debemos entenderlos con las acciones y relaciones, las influencias, las contradicciones, las dependencias y correspondencias que entre ellas se producen.

Significaba Marx, al mismo tiempo, que dentro de esas relaciones y vínculos dialecticos, el elemento dinámico, el motor impulsor del desarrollo social son las fuerzas productivas.

Así, afirmaba: “En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a una determinada fases de desarrollo de sus fuerzas productivas.” Aquí apuntaba directamente el carácter dependiente de las relaciones de producción con relación a las fuerzas productivas.

El Análisis preciso de esta relación dialéctica hace que el desarrollo de la historia aparezca como algo coherente y explicable, surgiendo así la luz sobre el aparente reino del caos y la arbitrariedad que rodea los hechos históricos.

Es evidente que en la medida en que el hombre se ve obligado a luchar a brazo partido contra la naturaleza para arrancarle sus riquezas y poder subsistir y desarrollarse, se ve obligado a hacerse más diestro, a dominar mas la técnica y a asimilar mejor las experiencias que va sacando en el trabajo; de aquí que vaya enriqueciendo sus conocimientos en el proceso productivo. En esta lucha por evitar que la sociedad se estanque y perezca, se ve obligado también a perfeccionar los medios con los cuales produce, es decir, los medios de producción. De esta forma se va produciendo lenta pero ineludiblemente el desarrollo de lo que Marx llamó las fuerzas productivas materiales de la sociedad.

En algunos momentos del desarrollo de la historia, las relaciones de producción se encuentran en consonancia con las fuerzas productivas existentes y permiten por tanto el desarrollo de las mismas. Mas esta concordancia está sujeta al cambio, pues al ir incrementándose las fuerzas productivas, evidentemente las relaciones de producción que hasta ese momento han existido, ya no podrán seguir correspondiendo con las mismas, y por ello tenderán a frenarlas. Este desarrollo constante d las fuerzas productivas provoca necesariamente un choque con las relaciones de producción existentes, ya que están no cambian con la misma rapidez con que lo hacen aquellas.

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Cuando se produce esta situación de choque entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, la sociedad se encuentra en un punto en el cual tiene que producir la ruptura con las relaciones de producción existentes, a fin de que las fuerzas productivas puedan seguir incrementándose y permitir así el avance y el desarrollo social.

Siempre que esta contradicción se ha dado en la historia su solución ha sido a favor del desarrollo social.

La sociedad ha ido recorriendo el cambio de un modo de producción, donde sus relaciones de producción no permiten ya el desarrollo de las fuerzas productivas, a otro donde las nuevas relaciones de producción si van a permitir su desarrollo.

En sus orígenes la sociedad conoció el modo de producción de la comunidad primitiva, en el cual las relaciones de producción existentes estaban caracterizadas por la propiedad social sobre los medios de producción y las relaciones de colaboración y ayuda mutua en el trabajo. Este tipo de relaciones de producción obedecía a que los rudimentarios instrumentos de producción (herramientas de piedra, el arco y la flecha) con que se contaba excluía la posibilidad de luchar aisladamente contra las fuerzas de la naturaleza. Si no querían morir de hambre, devorados por las fieras o ser víctimas de las otras tribus, los hombres tenían pues que trabajar en común, haciéndose dependiente el uno del otro, y todos del grupo al que pertenecían. Así en grupos era como organizaban la pesca, recogían los frutos, construían sus viviendas, etc.

El trabajo en común, condujo a la propiedad colectiva de los instrumentos de producción y a la distribución igualitaria de lo producido. No había clases, no había explotación. El bajo nivel de las fuerzas productivas, hacia que los hombres apenas pudieran obtener lo imprescindible para subsistir. No existía por consiguiente un excedente en la producción que pudiera ser objeto de apropiación privada.

El hombre lentamente fue adquiriendo más experiencia en el trabajo y fue haciéndose de instrumentos mejores, así llego a conocer los metales. Comenzó a utilizar el hacha de hierro, la azada, el arado de hierro, etc., elevando por consiguiente la productividad del trabajo y abriendo amplias posibilidades al desarrollo de la agricultura.

Al desarrollarse las fuerzas productivas comenzó a aparecer un excedente, se podía producir más de lo que se consumía en forma inmediata, y se creó por tanto la posibilidad, de apropiarse del trabajo ajeno; así apareció pues la propiedad privada y la desigualdad de los bienes.

Mientras cada hombre no podía producir más de lo que necesitaba para su sustento, no existía el excedente, el plusproducto; y por tanto era imposible la explotación. A los prisioneros de guerra se les daba muerte o se les convertía en miembros de la comunidad en igualdad de condiciones con los otros miembros de la misma. Pero con el aumento de la productividad que ya se había logrado en la posibilidad de apropiación por consiguiente del plusproducto, el problema de los prisioneros de guerra adquirió una significación social distinta, ya que en aquellas condiciones resultaba mucho más ventajoso convertirlos en esclavos.

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Por otra parte, también algunos miembros de la comunidad empezaron lentamente a caer en la esclavitud. De esta forma surgió la explotación del hombre por el hombre, transformándose así las relaciones de producción, de relaciones de cooperación y ayuda mutua, basadas en la propiedad social de los medios de producción, en relaciones de explotación de unos hombres por otros, basadas en la propiedad privada de estos medios o instrumentos de producción.

Tales fueron las consecuencias que tuvieron los cambios operados en los instrumentos de producción, y la elevación de la productividad del trabajo. En suma, el desarrollo de las fuerzas productivas condujo a la sustitución de la comunidad primitiva por la sociedad esclavista.

Es bueno señalar que en todos los regímenes sociales que han precedido al socialismo esta contradicción no era resuelta totalmente, pues a la larga, las nuevas relaciones de producción que sustituían a las viejas, estorbaban tarde o temprano el desarrollo, y devenían por consiguiente freno del avance social.

Este proceso a través del cual las fuerzas productivas, en la medida que crecen, tienden a buscar nuevas relaciones de producción que les faciliten un mejor desarrollo, no es más que la manifestación de la existencia de la ley que postula la concordancia o correspondencia necesaria entre las relaciones de producción con el grado de desarrollo de las fuerzas productivas.

De aquí que Marx apuntara lo siguiente: “Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de una sociedad chocan con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos lenta o rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella.”

Es claro que en esta relación dialéctica, si bien el factor decisivo son las fuerzas productivas, las relaciones de producción influyen sobre las mismas. Así existe una influencia activa de las relaciones de producción sobre las fuerzas productivas al modelarse ambas en el modo de producción existente. Toda acción de las fuerzas productivas sobre las relaciones de producción viene acompañada de una reacción de las segundas sobre las primeras.

En términos relativos, las relaciones de producción de elemento determinado puede devenir elemento determinante, mas en términos permanentes el elemento principal y determinante son las fuerzas productivas. De aquí el importante papel que juegan las relaciones de producción en la sociedad, pues son las que facilitan o entorpecen el desarrollo de las fuerzas productivas.

Estas contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción que venimos analizando dentro del marco de un modo de producción determinado, adquieren

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su expresión en el plano social, en la lucha que se entabla entre las clases reaccionarias que representan a las relaciones de producción existentes y, por consiguiente, no quieren el cambio de las mismas; y las clases revolucionarias, que luchan por el desarrollo de la sociedad, y, por consiguiente, buscan el cambio para implantar unas nuevas relaciones de producción que garanticen el desarrollo de las fuerzas productivas.

Así, en el modo de producción capitalista, los burgueses quieren mantener las relaciones de producción capitalistas existentes, mientras que el proletariado lucha por instaurar las relaciones de producción nuevas, socialistas.