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4 DIAGNOSTICO GENERO Y MERCADO LABORAL EN NICARAGUA Informe Final Equipo consultor: Gilma Yadira Tinoco Sonia Agurto Vílchez Managua, 6 de febrero de 2003 OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJO Proyecto “Incorporación de la Dimensión de Género en las Políticas de Erradicación de la Pobreza y Generación de Empleo en América Latina – Argentina, Bolivia, Honduras, Nicaragua, Paraguay y Perú” RLA/02/52M/NET Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva de las autoras y no reflejan necesariamente el punto de vista de la OIT

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DIAGNOSTICO GENERO Y MERCADO LABORAL EN NICARAGUA Informe Final

Equipo consultor: Gilma Yadira Tinoco Sonia Agurto Vílchez

Managua, 6 de febrero de 2003

OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJOP r o y e c t o “ I n c o r p o r a c i ó n d e l a D i m e n s i ó n d e G é n e r o e n l a s P o l í t i c a s d e

E r r a d i c a c i ó n d e l a P o b r e z a y G e n e r a c i ó n d e E m p l e o e n A m é r i c a L a t i n a – A r g e n t i n a , B o l i v i a , H o n d u r a s , N i c a r a g u a , P a r a g u a y y P e r ú ” R L A / 0 2 / 5 2 M / N E T

Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva de las autoras y no reflejan necesariamente el punto de vista de la

OIT

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INDICE

INTRODUCCIÓN 4

PARTE I: CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS DE LA POBLACIÓN 61. Sexo y Ubicación Geográfica de la Población 2. Estructura de Edad de la Población 7 3. Nivel Educativo de la Población 8 4. Jefatura de los Hogares 10 PARTE II: CARACTERÍSTICAS DE LA INSERCIÓN DE HOMBRES Y MUJERES EN EL MERCADO DE TRABAJO

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A. Características Laborales de la Población 11 1. Contexto Internacional y Nacional 11 2. Evolución Histórica de la Incorporación de la Mujer al Mercado Laboral 13 3. La Participación Actual de la Mujer en la PEA 14 4. Tasa Global de Participación, Ocupación, Subempleo y Desempleo 15 5. Migración y Cambios en la Estructura Familiar 18 6. Ubicación de la PEA por Rama de Actividad Económica 20 7. Posición Ocupacional de la PEA 21 8. Grupos de Ocupación de la PEA 22 9. Niveles de Ingreso de la Población Ocupada 23 10. Situación de Pobreza de la Población Ocupada 24 B. Sector Formal e Informal y los Cambios Experimentados 26 1. Evolución Histórica y Cambios Experimentados 26 2. Situación Actual del Sector Formal e Informal 29 C. Características del Sector Formal de la Economía 30 1. Características Sociodemográficas 30 2. Calidad del Empleo 32 3. Ubicación de la PEA por Rama de Actividad Económica 33 4. Posición Ocupacional de la PEA 34 5. Grupos de Ocupación de la PEA 34 6. Niveles de Ingreso de la Población Ocupada 36 7. Situación de Pobreza de la Población Ocupada en el Sector Formal 37 D. Características del Sector Informal de la Economía 38 1. Características Sociodemográficas de la Población 38 2. Calidad del Empleo de los Ocupados en el Sector Informal 42 3. Ubicación de la PEA por Rama de Actividad Económica 44 4. Posición Ocupacional de la PEA 47 5. Grupos de Ocupación de la PEA 48 6. Niveles de Ingreso de la Población Ocupada 50 7. Situación de Pobreza de la Población Ocupada 53 8. Los Pequeños Negocios Informales 54 PARTE III: APORTE DEL TRABAJO DE LAS MUJERES A LAS CUENTAS NACIONALES

58

1. Principales Problemas que se enfrentan para la cuantificación del trabajo de las Mujeres 58 2. Aporte del Trabajo de las Mujeres desde la Esfera Productiva 67 3. Aporte del Trabajo de las Mujeres desde la Esfera Reproductiva 63 4. Peso específico de las actividades productivas y domésticas en la generación del PIB 65 PARTE IV: RESPUESTA PUBLICA Y PRIVADA A LA GENERACION DE EMPLEO O INGRESOS

70

4.1. Los Planes de Desarrollo y las Políticas de Fomento al Empleo 70 A. La inversión Extranjera y el empleo en Zonas Francas 73 4.2. Políticas y Programas de Generación de Empleo e Ingresos 74

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PARTE V: PRINCIPALES DISCRIMINACIONES Y BRECHAS DE GENERO 87 1. Brechas de género entre la población ocupada en el sector formal e informal de la economía

87

2. Brechas de género entre hombres y mujeres al interior del sector informal de la economía en las áreas urbanas y rurales

91

3. Brechas de género en el aporte del trabajo de las mujeres a la generación del PIB 95 4. Brechas sobre la respuesta pública y privada a la generación de empleo e ingresos 95 PARTE VI : RECOMENDACIONES ANEXOS

INDICE DE CUADROS Sexo de la Población y Ubicación Geográfica, INEC 2001 7 Estructura de Edades de la Población Total 8 Nivel Educativo de la Población Total, según encuesta de nivel de vida de INEC 2001 9 Evolución de la Jefatura de las Mujeres en los Hogares Nicaragüenses 11 Tabla de Tasas de Crecimiento PIB, PEA y el Empleo, Variación Promedio Anual 12 Participación de Hombres y Mujeres en la PEA Nacional 1950-2001 15 Tasa Global de Participación, 1993, 1998, 2001 16 Composición de la PEA, 1993, 1998, 2001 17 Calidad del Empleo de la Población Ocupada, INEC 2001 18 Población Migrante 2000/2001 Como % de la PEA 19 Evolución de la Estructura de la Familia Nicaragüense, FIDEG 1995-2001 20 Nicaragua: Rama de Actividad de la PEA Ocupada, INEC 2001 21 Posición Ocupacional de la PEA Ocupada 22 Grupos de Ocupación de la PEA 23 Niveles de Ingreso de la Población Ocupada 24 Situación de Pobreza de la PEA 25 Porcentaje de Personas que viven diariamente con determinada cantidad de dólares 25 PEA Cubierta por el INSS 28 Evolución del Sector Formal e Informal 28 Ubicación de la PEA por Sectores Económicos 30 Sector Formal: Estructura de Edades y Nivel Educativo de la PEA Formal 32 Calidad del Empleo de la PEA Formal 33 Nicaragua: Características Laborales del Sector Formal, INEC 2001 33 Nicaragua: Características Laborales del Sector Formal, INEC 2001 34 Nicaragua: Características Laborales del Sector Formal, INEC 2001 35 Nicaragua: Características de las empresas en que laboran los trabajadores del Sector Formal, INEC 2001

35

Niveles de Ingreso de la Población Ocupada en el Sector Formal 36 Situación de Pobreza de la PEA Formal 37 Porcentaje de Personas Ocupadas en el Sector Formal que viven diariamente con determinada cantidad de dólares

37

Sector Informal: Estructura de Edades de la PEA, INEC 2001 40 Sector Informal: Nivel Educativo de la PEA, INEC 2001 42 Calidad del Empleo en los Ocupados del Sector de la Economía 44 Nicaragua: Rama de actividad económica del Sector Informal 46 Ubicación de la PEA Ocupada en el Sector Informal por Sector Económico 46 Nicaragua: Posición Ocupacional de los Trabajadores del Sector Informal, INEC 2001 48 Nicaragua: Ocupación de los Trabajadores del Sector Informal, INEC 2001 49 Nicaragua: Tamaño de las Empresas en que laboran los trabajadores del Sector Informal 50 Niveles de Ingreso de la Población Ocupada en el Sector Informal 52 Sector Informal: Situación de Pobreza de la PEA, según encuesta de nivel de vida 53 Sector Informal: Ingreso per cápita al día en US$ de la PEA 54 Tamaño y tiempo de establecidos los negocios y controles contables 56 Distribución de los Montos de crédito según la persona beneficiada 57

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Tamaño de los Negocios antes y después de recibir el préstamo 58 Aportes del Trabajo de las Mujeres y Hombres en la generación del PIB 1995 62 Aporte del Trabajo doméstico en relación al PIB, por sexo 65 Aporte de Mujeres y hombres en una nueva conceptualización del PIB 66 Tabla de Inversión Pública y Privada (millones de dólares) 73 Matrícula INATEC 1999-2001 78 Nicaragua: Tenencia de la tierra 1995-2001 FIDEG 83 Mujeres dueñas de tierra: Poder de decisión y control de los recursos 84 Hombres dueños de tierra: Poder de decisión y control de los recursos 84 Acceso al crédito de la población ocupada 1995-2001 86 Principales brechas de género en el sector formal e informal 90 Principales Brechas de género en el sector informal urbano y rural 94

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INTRODUCCIÓN

El presente documento constituye el informe final de un estudio orientado a analizar la dinámica del mercado laboral en Nicaragua y su impacto en las condiciones de trabajo de hombres y mujeres, enfatizando en la participación laboral de estas últimas en el sector informal urbano y rural. El trabajo está dividido en cinco partes. En la primera parte se muestran las características sociodemográficas de la población nicaragüense en su conjunto, a través de la presentación de variables como sexo, ubicación geográfica, estructura de edad, nivel educativo y jefatura de los hogares, analizadas con una visión de género. En la segunda parte, se hace una sistematización sobre las principales características de la inserción de hombres y mujeres en el mercado laboral. Con el propósito de presentar de manera más ordenada este tema tan amplio, se aborda desde cinco ángulos o puntos de vista, a saber: a) Las características generales de la inserción laboral de hombres y mujeres; b) Las características y evolución del sector formal e informal, c) Las características particulares de la inserción laboral al mercado formal; d) Las características particulares de la inserción laboral al mercado informal, tanto en las zonas urbanas como rurales del país; e) Las características de los pequeños negocios que funcionan en el mercado informal. Es válido señalar, que la fuente de información mayoritariamente utilizada en la primera y segunda parte del trabajo, proviene del procesamiento directo de la base de datos de la Encuesta de Nivel de Vida realizada por Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) en el año 2001. Asimismo, se hace uso de información de la base de datos de Fundación Internacional para el Desafío Económico Global (FIDEG), ONG que cuenta con series de datos producto de las encuestas anuales que levanta año con año desde 1995 a la fecha. En la tercera parte del trabajo se presentan los principales hallazgos de un esfuerzo de investigación de realizado por FIDEG en 1995, donde se muestra y visibiliza la valoración del trabajo de las mujeres nicaragüenses en la generación del PIB del año 1995. Los datos son producto de una investigación con representatividad nacional y departamental y es un esfuerzo pionero en este campo, ya que contabiliza el aporte del trabajo de las mujeres desde la esfera productiva en el PIB, y desde la esfera reproductiva a las cuentas satélites, cómo se planteó en la plataforma de Beijing en 1995. En la cuarta y última parte del trabajo, se presentan los resultados de la consulta documental y de campo (entrevistas a funcionarios y funcionarias de instituciones de gobierno vinculadas a la problemática de generación de empleo o ingresos, capacitación laboral y servicios sociales), para caracterizar y evaluar la respuesta institucional gubernamental y privada para abonar a la problemática del empleo de hombres y mujeres en Nicaragua.

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El trabajo concluye con un esfuerzo de sistematización de las principales discriminaciones y brechas de género, encontradas a lo largo de los diversos temas abordados en el trabajo. A partir de ellas, se plantean algunas sugerencias sobre como lograr relaciones más equitativas en la inserción de las mujeres en el mercado de trabajo nicaragüense.

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PARTE I: CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS DE LA POBLACION 1. Sexo y Ubicación Geográfica de la Población A menudo se puede leer en cualquier institución nicaragüense, letreros, afiches o pancartas que rezan “la mitad de Nicaragua son Mujeres”. De hecho, las estadísticas generadas en los años noventa mostraron que las mujeres nicaragüenses representaban un poco más de la mitad del total de la población. Asimismo, la última encuesta de nivel de vida llevada a cabo por el gobierno en el año 2001, muestra que las mujeres continúan manteniendo este nivel de participación (50.8%) dentro del total de la población del país. La ubicación espacial de hombres y mujeres se diferencia según área geográfica, mostrando las mujeres una mayor presencia en las ciudades y los hombres en las zonas rurales. Efectivamente, los datos de la encuesta de nivel de vida del 2001, muestra que del total de la población que vive en las ciudades las mujeres representan el 52.3% y los hombres el 47.7%. Contrariamente, en las zonas rurales los hombres tienen una participación del 51.4% y las mujeres del 48.6%. Diversos estudios han afirmado1, que la mayor concentración de mujeres en las zonas urbanas obedece entre otras cosas, a una lógica de sobrevivencia de las familias más pobres de las zonas rurales. De hecho, cuando en los hogares rurales hacen falta ingresos, uno de los recursos de los que se puede disponer de manera inmediata para generar esos ingresos, es la fuerza de trabajo de las jóvenes adolescentes, las que son enviadas a las zonas urbanas a trabajar como empleadas domésticas. Esta disponibilidad inmediata de la fuerza de trabajo de las mujeres, aún aquellas muy jóvenes, es el resultado de una división sexual del trabajo al interior de los hogares, donde las hijas mujeres son capacitadas desde muy pequeñas para realizar todos los oficios domésticos (lavar, planchar, cocinar, barrer, lampacear, etc.), actividades que luego pueden ir a desempeñar en otros hogares, generalmente en las zonas urbanas, que es donde se demanda fuerza de trabajo para llevar a cabo este tipo de actividades. Algunas de estas jóvenes regresan a sus zonas de origen, sin embargo, son muchas las que se quedan en las ciudades donde llegaron por primera vez, o emigran hacia otras ciudades, incrementando de esta forma, su participación dentro de la población que habita en las zonas urbanas. A continuación se presente un gráfico donde se puede apreciar la composición por sexo de la población nicaragüense, así como la ubicación espacial de la misma.

1 Fideg, 1995-2001

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49.2 50.8

52.3 47.7

48.6 51.4

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

INEC 2001

Nacional

Urbano

Rural

Sexo de la Población y Ubicación Geográfica

Mujer Hombre

2. Estructura de Edad de la Población La estructura de edades de la población nicaragüense se caracteriza por una composición etárea de tipo piramidal, en la cual los niños y jóvenes son la mayoría de la población y conforman la base de la pirámide. El resto de la población va reduciendo su participación a medida que avanzan en edad, hasta llegar a la cúspide de la pirámide, donde se ubica la población con mayor edad con una participación muy reducida. De hecho, la población menor de 24 años representa el 62.3% del total de la población nicaragüense y en la cúspide de la pirámide se encuentran los mayores de 65 años con una participación del 4.5%. Dentro de esta estructura de edades no se muestran diferencias sustanciales entre hombres y mujeres. Se puede afirmar entonces, que Nicaragua esencialmente un país de hombres y mujeres jóvenes, es decir, que el futuro de Nicaragua está en la juventud. A continuación se presenta la estructura etárea de la población nicaragüense en forma de pirámide.

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3. Nivel Educativo de la Población Al igual que la estructura de edades de la población, los niveles educativos de la población nicaragüense se caracteriza por una estratificación educativa de tipo piramidal en la cual se pierden ventaja en la cúspide. De hecho, del total de la población el 23.3% no tuvo acceso a ningún nivel educativo y el 48.6% apenas logró completar algún nivel de la escuela primaria. Es decir, que el 75.2% de la población tiene un bajo nivel educativo. Esta situación muestra diferencias más por área geográfica que por el sexo de las personas. En las zonas urbanas las personas que no tuvieron acceso a la educación se reduce al 13.2% y en las zonas rurales se incrementa este grupo al 35.4%. El nivel primario fue alcanzado por el 46% de las personas que habitan en las zonas urbanas y se incrementa al 51.8% en las zonas rurales. La educación secundaria fue alcanzada por el 27.4% de las personas que viven en las zonas urbanas y se reduce al 8.2% en las áreas rurales. Por su parte, la educación superior es el privilegio de un grupo reducido del 6.9% que vive en las ciudades, mientras en las zonas rurales alcanzaron este nivel el 0.6% de la población.

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Nivel Educativo de la Población Total Según encuesta de nivel de vida de INEC 2001

Sectores Hombre Mujer Total NACIONAL 100.0 100.0 100.0 Ninguno 23.6 23.0 23.3 Preescolar 2.7 2.7 2.7 Educación de Adulto 0.8 0.4 0.6 Primaria 49.9 47.5 48.6 Secundaria 17.4 19.8 18.6 Técnico Básico 0.2 0.2 0.2 Técnico Medio 0.7 0.9 0.8 Formación Docente 0.2 1.1 0.6 Técnico Superior 0.3 0.5 0.4 Universidad 4.1 3.9 4.0 Maestría 0.1 0.1 0.1 Doctorado 0.0 0.0 0.0 URBANO 100.0 100.0 100.0 Ninguno 12.4 13.8 13.2 Preescolar 3.2 2.5 2.8 Educación de Adulto 0.5 0.3 0.4 Primaria 47.9 44.4 46.0 Secundaria 26.4 28.2 27.4 Técnico Básico 0.2 0.3 0.3 Técnico Medio 1.1 1.4 1.3 Formación Docente 0.2 1.6 0.9 Técnico Superior 0.6 0.9 0.7 Universidad 7.3 6.5 6.9 Maestría 0.2 0.1 0.1 Doctorado 0.0 0.0 0.0 RURAL 100.0 100.0 100.0 Ninguno 35.8 35.0 35.4 Preescolar 2.2 2.9 2.6 Educación de Adulto 1.1 0.5 0.8 Primaria 52.1 51.5 51.8 Secundaria 7.5 8.8 8.2 Técnico Básico 0.2 0.1 0.1 Técnico Medio 0.2 0.1 0.2 Formación Docente 0.1 0.5 0.3 Técnico Superior 0.0 0.0 0.0 Universidad 0.7 0.5 0.6 Maestría 0.0 0.0 0.0 Doctorado 0.0 0.0 0.0

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4. Jefatura de los Hogares2

Durante años se han desarrollado diversas discusiones sobre la definición correcta de “jefatura de hogar”. Algunos planteamientos lo asocian a la persona del hogar que tiene el poder económico, otras lo asocian al que tiene el poder de decisión, o al que tiene mayor edad, etc. Sin embargo, la realidad empírica ha mostrado, que en los hogares se designa al jefe o jefa de hogar no necesariamente a través de estos criterios, sino a los esquemas culturales predominantes en la sociedad. Por esta razón, en la mayoría de las encuestas que se realizan en Nicaragua, se deja que sea la familia encuestada la que designe quién es la persona que se considera como jefe o jefa de ese hogar. A partir de este criterio, los datos muestran que la participación de la mujer como jefa de hogar se ha incrementado a lo largo de los últimos años. Los estudios de FIDEG muestran que mientras en 1995/96 el 27.4% de los hogares tenía como jefa a una mujer, en el año 2001 el porcentaje de hogares con jefatura femenina se incrementó al 33.1%. El porcentaje de hogares con jefatura femenina varía según área geográfica. Mientras en las ciudades estos hogares se incrementaron entre 1995 y el año 2001 del 32.7% 38.7%, en las zonas rurales pasaron del 19.6% al 27.5% en el período mencionado. El incremento de la participación de las mujeres en la jefatura de los hogares es un hecho preocupante, en la medida que estudios a profundidad realizados por esta organización indican que cuando una mujer se declara como jefa de hogar, generalmente es cuando no tiene un compañero o esposo, es decir, que la mujer se encuentra sola con su familia y por lo tanto sobre ella recae toda la carga económica y social de la misma, producto de la alta frecuencia de irresponsabilidad paterna imperante en el país.

2 Para poner en perspectiva los cambios que han experimentado los hogares nicaragüenses en cuanto al sexo de la persona que se considera como jefe o jefa de hogar, se hará uso de los datos de FIDEG, quien posee una base de datos que muestran estos cambios en un período de cinco años.

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PARTE II: CARACTERÍSTICAS DE LA INSERCIÓN DE HOMBRES Y MUJERES EN EL MERCADO DE TRABAJO

A. Características Laborales de la Población 1. Contexto Internacional y Nacional En el marco de los procesos de globalización mundial, las políticas de fomento y generación de empleos, han sido uno de sus principales “talón de Aquiles”, sobre todo en aquellos países que, producto del injusto orden internacional y de factores socio-políticos internos, cargan con un rezago histórico estructural como es el caso de Haití, Honduras y Nicaragua en el continente americano. Estas políticas de ajuste, “recomendadas” por el FMI y la BM para “sanear las economías” de los países del área centroamericana, no han dejado otra opción a los gobiernos que implementar tales ajustes estructurales, a pesar de la cruenta y larga guerra (80-90) que se había atravesado en la mayoría de estos países y que dejó sus recursos humanos mermados y sus economías en difíciles condiciones. Así, las condiciones de inserción a este modelo económico, para países como Nicaragua, ha representado costos sociales más pesados que el sufrido por otros países y ello ha sido un factor importante, para que, el tan deseado despegue económico continúe siendo una utopía a inicios del siglo XXI. Nicaragua carece de una Política de Empleo formalizada orientada a contrarrestar o al menos mitigar los efectos negativos que se generan de los planes de ajuste estructural. En ese sentido, se hace necesario hacer un acercamiento a la situación que atraviesan mujeres y hombres en el mercado laboral a fin de generar insumos a la

27.430.4

32.533.1

33.1

32.736.7

37.738.538.7

19.624.2

27.327.7

27.5

Nac

iona

lU

rban

oR

ural

Evolución de la Jefatura de las Mujeres en los Hogares Nicaragüenses.

1995 1998 1999 2000 2001FIDEG 1995-2001

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formulación de una Política de Generación de Empleo e Ingresos, en el marco de las acciones de crecimiento económico y reducción de la Pobreza. Nicaragua tiene una población estimada de 5,2 millones de habitantes y una PEA de 1,9 millones de personas, de las cuales un 64 % son hombres y un 36 % son mujeres, según información oficial de la Encuesta de Medición del Nivel de Vida de INEC 2001. El Informe del Banco Central del 2001, señala que la tasa de ocupación general es de 88,7 %. Sin embargo, la ocupación plena –que es la que ofrece puestos de trabajo que cumplen con la jornada ordinaria y con salarios iguales o mayores al mínimo establecido- corresponde sólo al 54 % de la PEA ocupada, lo que muestra que un porcentaje significativo de la población ocupada trabaja en condiciones de subempleo o conocido también como desempleo encubierto o subutilización de la fuerza de trabajo. Es importante también analizar el comportamiento del PIB, dada la estrecha relación entre el crecimiento de la actividad económica y el comportamiento del empleo. En este sentido, la tendencia del PIB fue de un incremento sostenido entre 1990 y 1999, sin embargo a inicios del 2000 comienza una desaceleración de la economía, produciendo su caída en más de dos puntos porcentuales en ese año y el 2001.

Tabla de Tasas de Crecimiento PIB, PEA y el Empleo Variación Promedio Anual

Período Crecimiento PIB Crecimiento PEA Crec. Ocupados 1990-1994 0.8 4.0 1.2 1995-1999 5.3 4.0 5.9 2000-2001 3.0 4.7 3.7 1990-2001 3.7 4.2 3.8

Fuente: Informe del Banco Central del 2001

La desaceleración de la actividad económica antes referida impactó desfavorablemente en el empleo. En este sentido el Informe Anual 2001 del Banco Central de Nicaragua (BCN) reconoce que “...La capacidad de generación de empleo de la economía nacional ha venido decayendo a partir de 1999..”, a su vez “ ...el empleo formal medido por el número de asegurados bajó 7.6 por ciento con relación al año 2000” . En dicho Informe, las causas de la crisis que atraviesa el empleo en la actualidad, se explican entre otros aspectos por “.... el desfavorable entorno internacional, la continuación de las crisis bancarias y la incertidumbre provocada por el proceso de elecciones nacionales de ese año.”

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La situación internacional que afectó al país, se presentó fundamentalmente con la caída de los precios internacionales del café y al alza en los precios del petróleo. Por otro lado, factores internos como el fraude y quiebra posterior de los bancos privados provocaron que el país incrementara su deuda interna. Solamente las quiebras de Interbank, Banco del Café y BANIC significaron pérdidas de más de $300 millones. Si bien esa deuda no era del estado, se asume como propia en aras de una supuesta “protección del sistema bancario”. Lo anterior incrementó la deuda interna, con fuertes repercusiones negativas para la economía nacional que durarán varios años.

2. Evolución Histórica de la Incorporación de la Mujer al Mercado Laboral En las últimas décadas, muchas organizaciones nacionales e internacionales trabajaron en la línea de visibilizar a la mujer para que fuese tomada en cuenta cuando se diseñasen políticas económicas y sociales. Uno de los aspectos que mayormente se relevó fue la pobreza. De ahí la frase que se convirtió en slogan y recorrió el mundo subdesarrollado: “La pobreza tiene rostro de mujer. la mujer es la más pobre entre los pobres”. Sin embargo, no se trabajó mucho en relevar el papel que juega la mujer en la economía de nuestros países, y poder romper con las barreras que invisibilizan su trabajo productivo y reproductivo, barreras provenientes de concepciones patriarcales que van más allá de imponer pautas de vida concretas para las mujeres, sino que transcienden otros ámbitos, y entre ellos el económico, lo que ha colocado a la mujer en una posición de desventaja no solamente en las estadísticas que se generan en nuestros países, sino en una injusta inserción laboral y no visibilización de su aporte a la riqueza, lo que ha incidido a su exclusión a los beneficios del desarrollo económico. La socialización patriarcal que asigna roles socialmente construidos y marcadamente diferenciados a hombres y mujeres, dio como resultado en Nicaragua, al igual que en muchos países del tercer mundo, una división sexual del trabajo donde a la mujer se le asigna el rol de realizar el trabajo doméstico y al hombre el trabajo productivo. Sin embargo, la rigidez con que se inició esta división sexual del trabajo, fue cambiando a medida que el sistema económico necesitó más fuerza de trabajo para la producción e intercambio de bienes y nada mejor que la mano de obra de la mujer para producir mercancías a un bajo costo, resultado de la subvalorización con que nació y se ha mantenido la misma. Son diversos los factores que propiciaron la incorporación de la mujer nicaragüense al mercado de trabajo, entre los principales se destaca: - El modelo agroexportador. Las mujeres nicaragüenses han estado incorporadas al mercado de trabajo desde hace muchas décadas, sin embargo, su incorporación estuvo en dependencia de las necesidades de mano de obra que requerían los diversos modelos económicos que se desarrollaron en Nicaragua. Veamos, a finales del Siglo XIX con el surgimiento de modelo agroexportador, primero con el café y posteriormente con el algodón, las mujeres fueron requeridas como mano de obra “oportuna”, en los meses picos de producción de dichos productos. Sin embargo, la participación de miles de mujeres, niños y niñas, nunca se evidenció ni en las

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planillas de pago en las haciendas donde era el hombre el que aparecía registrado, mucho menos a nivel de las estadísticas nacionales. - La incipiente industrialización. A inicios de la década de los cincuenta, con la incipiente industrialización que experimentó el país, las mujeres se incorporaron mayormente en las fábricas de textiles y de alimentos. Esta incorporación de las mujeres un poco más formal, se evidenció en las estadísticas oficiales de esa época. De hecho, las estadísticas de gobierno de 1950 muestran a las mujeres con una participación del 18% del total de la PEA, elevándose esa participación 20 años después al 28%. -El modelo de desarrollo cooperativo de la década de los 80. Con la implementación de una reforma agraria caracterizada como una de las más avanzadas en América Latina, en la medida que reglamentaba que las mujeres tenían iguales derechos que los hombres a la tierra, las trabas culturales permitieron que solamente el 8% de los y las beneficiarias de tierra fueran mujeres. Asimismo, dichos estudios muestran3, que en los años ochenta, las mujeres se incorporaron significativamente como fuerza de trabajo en los empleos que dejaban los hombres que partían a la guerra que ensangrentó a Nicaragua durante casi toda la década de los 80s, tanto en las zonas urbanas como en las zonas donde se desarrollaba el conflicto bélico. - El conflicto bélico en la década de los 80s. Estudios muestran4, que en los años ochenta, debido al conflicto bélico que sufrió Nicaragua durante esa década, muchas mujeres de las zonas urbana y rurales del país, se incorporaron a empleos que dejaban los hombres y participaban en dicho conflicto. De esta manera, las mujeres pudieron ejercer labores que tradicionalmente eran asignadas a los hombres, como es el manejo de tractores, maquinaria pesada y asumieron tareas de mayor responsabilidad y que demandaban una mayor capacitación tecnológica. - La agudización de la crisis económica a partir de 1988. A finales de los ochenta, pero con mayor magnitud en los noventa, producto de la implementación de medidas de ajuste estructural, de la pobreza y de la reducción del empleo, son muchas las mujeres que por primera vez incursionaron en el mercado de trabajo para llevar ingresos a sus hogares. 3. La Participación Actual de la Mujer en la PEA Son muchas las mujeres que han trascendido del ámbito privado al público, sin embargo, no es hasta mediados de la década de los noventa, cuando se ve reflejada en las estadísticas esta participación. De hecho, entre la encuesta ESDENIC llevada a cabo por el gobierno en 1985 y la encuesta de nivel de vida de 1993, la participación de la mujer en la PEA pasa del 32% al 33%, de decir que en un lapso de 8 años, las mujeres solamente incrementan su participación en un punto porcentual.

3 CIERA. Mujer y Transformación de la Vida Rural. La Reforma Agraria en Nicaragua 1979-1989. Volumen VII. 4 CIERA. Mujer y Transformación de la Vida Rural. La Reforma Agraria en Nicaragua 1979-1989. Volumen VII.

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Esfuerzos realizados por ONGs,5, para visibilizar la real participación de las mujeres en la PEA, evidenciaron que para 1995 esta participación alcanzaba porcentajes del 42% del total de la PEA, lo que ha contribuido a que no se continúe viendo a las mujeres solamente como beneficiaria del desarrollo económico junto con los niños, los ancianos y los discapacitados, sino como personas que contribuyen al desarrollo del país como sujetos activos en los procesos económicos. A continuación se muestra una gráfica donde se puede apreciar el peso de las mujeres dentro de la PEA nicaragüense.

18 82

28 72

32 68

33 67

42 58

42 58

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

De 1950 a 1993 son datos de Encuestas de Gobierno. 1995 y 2001 datos de Fideg

1950

1970

1985

1993

1995

2001

Participación de Hombres y Mujeres en la PEA Nacional 1950-2001

Mujer Hombre

4. Tasa Global de Participación, Ocupación, Subempleo y Desempleo La tasa global de participación, que relaciona la población económicamente activa (PEA) con la población en edad de trabajar (PET), es el indicador más visible que muestra cuál es la oferta y la disponibilidad de fuerza de trabajo existente en un país. Es decir, que si una persona se ubica dentro de la PEA es porque trabaja o está buscando trabajo, es una persona que quiere contribuir a mejorar la economía de su familia y por ende convertirse en un sujeto activo del desarrollo económico del país, de ahí la importancia de visibilizar la real participación de las mujeres en la PEA. Los hombres muestran una mayor tasa de participación que las mujeres. Las encuestas de nivel de vida realizadas por INEC en 1993 y en el año 2001, indican que en ese período, la tasa de participación de los hombres pasó del 64.1% al 75.6%, mientras las mujeres pasaron del 30% al 40.2% en ese mismo período. Es decir, que los datos dan cuenta de un incremento aproximado de 10 puntos porcentuales tanto para hombres como para mujeres en un lapso de 8 años.

5 FIDEG. Renzi María Rosa y Agurto Sonia. “La Esperanza Tiene Nombre de Mujer. La Economía Nicaragüense desde una perspectiva de Género”. 1997.

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No obstante, es válido recordar, que si se analiza la composición de la PEA según sexo, los datos indican una significativa participación de las mujeres. Los datos de INEC indican que las mujeres representan el 34.6% del total de la PEA del año 2001. Sin embargo, estadísticas generadas por FIDEG para ese año, indican que las mujeres alcanzan porcentajes del 42% de la PEA y los hombres del 58%. Los datos también señalan que la participación de las mujeres en la PEA es mayor en las ciudades (45.5%) que en las zonas rurales el país (38.7%).

TASA GLOBAL DE PARTICIPACION 1993, 1998, 2001

Hombre Mujer Total 1993 64.1 30.0 46.41998 73.6 36.7 54.72001 75.6 40.2 57.5Fuente: INEC Informe General MECOVI, 2001

La PEA la constituyen hombres y mujeres que trabajan o buscan trabajo. Según las encuestas de nivel de vida del INEC, entre 1993 y 1998, el porcentaje de personas que tenían un empleo se incrementó y las personas desempleadas disminuyeron. Sin embargo, entre 1998 y el año 2001 las variaciones en estos indicadores son mínimas. En efecto, los datos muestran que en 1993 el porcentaje de personas ocupadas era el 86.6% de la PEA, cifra que se elevó a 88.4% en 1998 y a 88.7% en el año 2001. Caso contrario, experimentaron los desempleados, que redujeron su participación del 13.4% al 11.6 y al 11.3% en dicho período. El comportamiento de la PEA muestra diferencias para hombres y mujeres en estos años. Mientras los hombres tienen un mayor acceso a empleo y experimentan menos desempleo entre 1993 y 1998; las mujeres son afectadas por una situación contraria, viendo reducido su acceso a empleo e incrementado su desempleo en dicho período. Continuando hombres y mujeres con la misma tendencia entre 1998 y el año 2001. En el cuadro siguiente se puede apreciar con detalle esta situación:

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COMPOSICION DE LA PEA 1993, 1998, 2001

Hombre Mujer Total 1993 Composición de la PEA 100.0 100.0 100.0Ocupados 86.0 87.8 86.6Desocupados 14.0 12.2 13.41998 Composición de la PEA 100.0 100.0 100.0Ocupados 89.4 86.5 88.4Desocupados 10.6 13.5 11.62001 Composición de la PEA 100.0 100.0 100.0Ocupados 89.7 87.0 88.7Desocupados 10.3 13.0 11.3INEC Informe General MECOVI, 2001

Recapitulando sobre la situación del mercado laboral en Nicaragua, es válido hacer algunas reflexiones. Por un lado, los datos del INEC muestran que entre 1993 y el año 2001, la disponibilidad de fuerza de trabajo existente en el país creció. No obstante, entre 1998 y el año 2001 el empleo y el desempleo experimentaron una situación de estancamiento, es decir, que ni se abrieron más puestos de trabajo, ni se incrementó el desempleo. Entonces, habría que preguntarse, ¿dónde se encuentra la fuerza de trabajo que entró a la PEA y provocó su crecimiento, especialmente entre 1998 y el año 2001? Estas mismas señales confusas y resultados incoherentes han salido también a luz en las investigaciones que realiza FIDEG. Sin embargo, en estas investigaciones los datos han mostrado una disminución de la tasa de actividad. La gran incógnita fue ¿cómo justificar una reducción drástica de la población económicamente activa, si la población joven, que es la expresión genuina del potencial de fuerza de trabajo, alcanza porcentajes del 60%, y presiona para entrar al mercado de trabajo?. Asimismo, los datos dan cuenta de una reducción de la tasa de ocupación y del desempleo. Sin embargo, ¿cómo interpretar una reducción de la población ocupada, si el desempleo abierto continúa disminuyendo?. Es válido entonces plantear, que para analizar la situación del mercado laboral en Nicaragua se tiene que ir más allá de las mediciones tradicionales y buscar respuestas en otros fenómenos sociales que acontecen calladamente en el país. Subempleo y migraciones son dos conceptos claves que las investigaciones de FIDEG han encontrado, no solo para explicar en parte esta situación del mercado laboral, sino también para entender por qué no ha colapsado la economía de miles de hogares nicaragüenses y por ende, la economía del país. Tanto el subempleo como la migración están sirviendo de mecanismo de ajuste del mercado laboral y son el resultado de una economía que no ha sido capaz de crear suficientes empleos que permitan una inserción plena de la población en el mercado de trabajo. Por el contrario, emergen con creciente magnitud, formas precarias de

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inserción laboral que sumergen a sectores mayoritarios a una exclusión no sólo de las ventajas del sistema económico, sino también de los servicios sociales y del bienestar social en general. Los datos de INEC del 2001 muestran que del total de la población nicaragüense que tiene acceso a un empleo el 59.6% trabaja en condiciones de subempleo (visible e invisible). Aunque hombres y mujeres son afectados por esta situación, son las mujeres (63.3%) las que muestran mayor afectación que los hombres (57.8%).

41.3 22 36.7

26.9 30.9 42.2

31.8 27.9 40.4

Mujer

Hombre

Total

Calidad del Empleo de la Población Ocupada INEC 2001

Sub.VisibleSub. InvisiblePleno Empleo

Elaboración propia en base a Base de Datos INEC 2001

De estas cifras surge una pregunta, ¿por qué las mujeres sufren más intensamente de subempleo?. Estudios de FIDEG han mostrado que las mujeres al quedar desempleadas realizan cualquier actividad que les permita generar ingresos, sin importarles que estas actividades no correspondan a su nivel educativo ni a sus expectativas de vida. Contrariamente, los hombres están dispuestos a esperar, para encontrar un empleo que llene o se acerque a su calificación y a sus expectativas. Se puede decir entonces, que la socialización de género recibida por las mujeres desde muy pequeñas, de “darse y sacrificarse” por los demás, acuñado por todas las actividades que aprende a realizar en el hogar, le permite realizar estas actividades domésticas en la esfera productiva y de esta manera, generar ingresos. Procesar alimentos para la venta, ofertar su mano de obra para actividades domésticas, realizar cualquier actividad de comercialización, son entre otras, algunas de las muchas actividades que realizan miles de mujeres y con ello están garantizando la sobrevivencia de la familia.

5. Migración y Cambios en la Estructura Familiar Las encuestas de FIDEG encontraron que uno de los factores que ha influido en los últimos años en la reducción y estancamiento de la PEA, ha sido una masiva

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migración interna y externa de hombres y mujeres, que al no encontrar trabajos en sus lugares de origen, buscan nuevas oportunidades dentro y fuera de las fronteras nacionales. Estos estudios muestran una migración importante entre 1995 y el año 2001, que alcanza porcentajes del 35.7% de la PEA estudiada, siendo las mujeres (46.4%) las que muestran una mayor movilidad que los hombres (29.1%). Nuevamente aparece aquí, como la educación sexista que reciben las mujeres desde muy temprana edad, se ha convertido en estos momentos de crisis económica en su principal “ventaja competitiva” con relación a los hombres, ya que su “versatilidad de conocimiento”, les abre puertas para realizar trabajos domésticos tanto dentro de las fronteras nacionales como fuera de ellas. Las personas migran mayormente en busca de trabajo y por decisiones familiares, es decir, si uno de los miembros se mueve, detrás de él van otros miembros del hogar. Los datos de FIDEG muestran que la migración hacia el exterior representa el 24.5% del total de las migraciones y son los hombres (27.1%) los que muestran un poco más movilidad que las mujeres (21.8%). Los datos siguientes reflejan los fuertes movimientos migratorios que realiza la PEA nicaragüense:

POBLACIÓN MIGRANTE 2000/2001 COMO % DE LA PEA Hombre Mujer Total

Pob. Migrante 2000/2001 como % de la PEA 29.1 43.7 35.2

Destino de la Migración 100.0 100.0 100.0Al Interior del País 71.2 78.1 74.8Fuera del País 28.8 21.9 25.2

Motivos de la Migración 100.0 100.0 100.0Por Trabajo 29.6 20.9 25.0Por Estudio 2.3 3.5 2.9Por Decisión Familiar 67.8 74.5 71.1Otros Motivos 0.3 1.1 1.0Fuente: FIDEG, 2001

Los estudios mencionados a su vez han encontrado que las migraciones están impactando en la estructura de las familias nicaragüenses. De hecho, la familia nuclear, estereotipo de familia que el sistema patriarcal ha querido imponer en la mente de los y las nicaragüenses, ha experimentado cambios significativos, productos entre otros factores, de la fuerte migración que enfrentan las familias en el país. Estudios de FIDEG muestran que mientras en 1995/96 la familia nuclear representaba el 47.7% del total de las familias, en el año 2001 este tipo de familias se ha reducido a porcentajes del 31.4%. Dicho de otra manera, la estructura familiar en Nicaragua se ha modificado de manera sustancial en un período de 6 años, se han reducido las

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familias nucleares y han aumentado su peso las familias extendidas, donde cohabitan los padres, hijas/os, abuelos, nueras, yernos y toda clase de parientes. Por lo general, estos cambios son provocados por problemas económicos. La meta de generar ingresos ha obligado a que muchas familias se junten para garantizar la seguridad de los hijos y para reducir costos. Las familias nicaragüenses están funcionando como “familias acordeones”6, en la medida que se juntan y se separan según dispongan o no, de recursos económicos. La muestra panel utilizada por FIDEG, ha permitido evidenciar que en un determinado año, una familia es integrada, por ejemplo, por 5 personas, el año siguiente en la familia hay 15 personas, el siguiente año 8, etc.

Evolución de la Estructura de la Familia Nicaragüense

FIDEG 1995 - 2001

47.7 23 9.6 18.3

36.9 36.8 5.9 20.1

32.8 37.5 6 23

34.4 37.9 5.1 21.2

31.4 40.6 5.7 22.3

0% 20% 40% 60% 80% 100%

1995

1998

1999

2000

2001

Nuclear Nuclear Extendida Monoparental Monoparental Extendida

6. Ubicación de la PEA por Rama de Actividad Económica La ubicación de la fuerza de trabajo por rama de actividad económica está marcada por significativas diferencias entre hombres y mujeres. Los datos muestran por un lado, a los hombres ubicados masivamente (54.2%) en la rama de agricultura, silvicultura, casa y pesca y por otro lado, a las mujeres ubicadas mayormente en comercio y servicios (70.8%). Es decir, los hombres mayoritariamente en el sector primario de la economía y las mujeres en el sector terciario. En un nuevo siglo, en un nuevo milenio y la construcción de género continúa marcando pautas que condicionan actividades diferenciadas para hombres y para mujeres, provocando una segregación del mercado laboral y limitando la ausencia de oportunidades para las mujeres que les impide tener un involucramiento en el espacio productivo de mejor calidad y mayores beneficios económicos y sociales.

6 Agurto Sonia, Guido Alejandra. “Mujeres Pilares Fundamentales de la Economía Nicaragüense”. FIDEG 2001

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NICARAGUA: RAMA DE ACTIVIDAD DE LA PEA OCUPADA (INEC 2001)

Hombre Mujer Total Rama de Actividad Económica 100.0 100.0 100.0Agricultura, Sivicultura. Caza, Pesca 54.2 11.5 39.8Explotación de Minas y Canteras 0.8 0.1 0.6Industria Manufacturera 8.3 12.8 9.8Construcción 6.9 0.3 4.7Electricidad, gas, agua 0.7 0.3 0.6Comercio, Hoteles y Restaurantes 13.6 37.3 21.6Transporte y Comunicaciones 4.0 0.6 2.9Establecimientos financieros 0.3 0.6 0.4Servicios Comunales, Sociales y Personas 8.6 33.5 17.0Administración Pública 2.6 2.9 2.7SECTORES 100.0 100.0 100.0Primario 54.2 11.5 39.8Secundario 16.0 13.2 15.1Terciario 29.8 75.2 45.1

7. Posición Ocupacional de la PEA La encuesta de Nivel de Vida de INEC muestra que el 45.2% de la población ocupada trabaja como fuerza de trabajo asalariada. Un poco más de la tercera parte de los ocupados (28.2%) trabajan por cuenta propia. Los trabajadores no remunerados representan el 20.7% del total de la población ocupada y los patrones o empresarios son un poco más del 5%. La diferencia más significativa entre hombres y mujeres es que son éstas últimas las que tienen un mayor peso como trabajadoras por cuenta propia.

Es válido señalar, que estudios de FIDEG muestran que esta posición de los trabajadores frente a su trabajo ha experimentado cambios significativos importantes en los últimos años. Mientras los trabajadores por cuenta propia y los familiares no remunerados que son los que apoyan las actividades de los primeros, han reducido su participación, el grupo de personas que trabajan como asalariados se ha incrementado a lo largo de estos años. Los datos permiten afirmar, que a pesar de la política del gobierno de incentivar el autoempleo, a través de la política de conversión ocupacional que se inició en 1993, los trabajadores no pueden mantenerse como cuentapropistas, producto de la crisis económica, de la falta de experiencia, de la falta de asesoría y de una política de crédito más adecuada a los pequeños negocios. Al fracasar en sus autoempleos, estas personas se han visto obligadas a reacomodarse al interior del mercado laboral y lo hacen mayormente como asalariados.

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Posición Ocupacional de la PEA Ocupada POSICIÓN HOMBRE MUJER TOTAL

Empleado/Obrero 31.5 43.0 35.3Jornalero/Peón 13.9 2.1 9.9Cuenta Propia 25.4 33.8 28.2Patrón/Empresario 7.3 2.7 5.7Miembro de Cooperativa 0.1 0.0 0.1Trabajador Familiar no Remunerado 21.9 18.5 20.7Total 100.0 100.0 100.0Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

8. Grupos de Ocupación de la PEA Un porcentaje significativo de la fuerza de trabajo nicaragüense desempeña ocupaciones que no demandan ningún tipo de calificación. De acuerdo a los datos de INEC del 2001, el 42.9% de las personas que desempeñaban un trabajo, lo hacen como trabajadores no calificados. Sin embargo, es relevante señalar que son los hombres los que muestran mayores porcentajes de ocupaciones no calificadas (46.3%) que las mujeres (36.4%). Esta situación daría pautas para plantearse dos cosas relevantes: o el mercado nicaragüense esta abriendo más puestos de trabajo que no requieren calificación y son trabajos “para hombres”, como los que se abren en el sector construcción y por ello no contratan mujeres; o a las mujeres se les está exigiendo una mayor calificación para entrar al mercado de trabajo, situación que se refleja en las ocupaciones de técnicos y profesionales de nivel medio, donde las mujeres muestran una participación del 9% mientras los hombres lo hacen en un 2.9%. La misma situación se presenta, aunque en menor medida, en ocupaciones como profesionales y empleados de oficina, donde también son las mujeres las que reflejan una mayor participación que los hombres. De cualquier manera, es positivo encontrar que en un mercado de trabajo que ha experimentado un estancamiento prolongado y deprimido, las mujeres se están colocando en puesto de mayor calificación que los hombres. A pesar de este optimismo, los datos nos recuerdan, que al igual que en la estructura de edades y en el nivel educativo, las ocupaciones que desempeñan hombres y mujeres en el mercado de trabajo se caracterizan por una estratificación piramidal, en la que se pierde calificación en la cúspide de la pirámide. En efecto, las mujeres tienen una mayor presencia en actividades no calificadas (36.4%), y como trabajadoras de comercio y servicios (32.3%); mientras los hombres se ubican mayormente como no calificados (46.3%) y agricultores (22.3%). No obstante, es válido reiterar que en la cúspide de la pirámide donde están ocupaciones de mayor calificación, las mujeres muestran una relativa ventaja con relación a los hombres.

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Grupos de Ocupación de la PEA

Hombre Mujer Total Directores y Administradores 2.7 2.8 2.7Profesionales, Científicos e Intelectuales 2.5 3.5 2.8Técnicos y Profesionales de Nivel Medio 2.9 9.0 4.9Empleados de Oficina 1.3 3.7 2.1Trabajador de Servicios y Vendedor de Comercio 6.0 32.3 14.8Agricultores y Trabajadores calificados agropec. 22.3 2.9 15.8Oficiales, operarios y artesanos de artes 10.8 7.5 9.7Operadores de instalaciones de máquina 5.4 1.9 4.2Trabajadores no calificados 46.3 36.4 42.9Total 100.0 100.0 100.0Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

9. Niveles de Ingreso de la Población Ocupada Los ingresos promedios reportados por la población ocupada anda por el orden de C$1,865.5 córdobas mensuales. Los datos muestran diferencias entre los ingresos promedios de los hombres y las mujeres. En efecto, el ingreso promedio de las mujeres se encuentra en un 12.4% por debajo del ingreso promedio que perciben los hombres (C$1,953.8 versus C$1,711.6). Para dar cuenta de otras desigualdades que se presentan en el acceso a los ingresos, se agruparon los ingresos de las personas ocupadas por quintiles de ingresos. Es decir, el primer quintil corresponde al 20% de los y las ocupadas con ingresos más bajos y el quinto quintil al de los y las ocupadas con ingresos más altos. Los datos reflejan que mientras el 20% de las personas ocupadas con menores ingresos, muestran que tienen ingresos promedios mensuales de C$376.9 córdobas; en contraste, el ingreso promedio del 20% de los y las personas ocupadas con mayores ingresos es de C$5,404.5 córdobas. Esto refleja que el ingreso del 20% con más altos ingresos es 14.3 veces mayor que el 20% de los que tienen menores ingresos. La concentración de los ingresos es mayor en los hombres que en las mujeres. Mientras los hombres muestran una distancia entre el primer y quinto quintil de 14.8 veces, las mujeres lo hacen con 13.2 veces. Por otro lado, si se analiza la concentración de los ingresos, los datos indican que existen diferencias significativas en los diferentes estratos de la población ocupada. Mientras el primer 20% de las personas ocupadas que tienen más bajos ingresos concentra apenas el 4.6% del total de los ingresos, el 20% de las personas ocupadas que perciben más altos ingresos acumula el 57.6% del total de los ingresos reportados. Las brechas de género en la concentración del ingreso presentan la misma tendencia, no obstante, las mujeres (53.2%) tienen menor presencia que los hombres (59.6%) en

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el estrato de mayores ingresos. Contrariamente, en el quintil con menores ingresos hay una mayor presencia de mujeres (5.2%) que de hombres (4.4%). Es decir, que los hombres presentan una mayor concentración de ingresos que las mujeres.

Niveles de Ingreso de la Población Ocupada

INGRESOS Hombre Mujer Total Ingreso Promedio 1953.8 1711.6 1868.5

Ingresos por Quintiles Primer Quintil 375.8 378.8 376.9Segundo Quintil 777.5 784.9 780.2Tercer Quintil 1133.1 1129.0 1131.6Cuarto Quintil 1740.6 1729.6 1736.9Quinto Quintil 5584.1 5023.2 5404.5

Distribución de la Masa de los Ingresos Primer Quintil 4.4 5.2 4.6Segundo Quintil 7.0 8.3 7.4Tercer Quintil 10.6 14.0 11.7Cuarto Quintil 18.4 19.2 18.7Quinto Quintil 59.6 53.2 57.6Total 100.0 100.0 100.0Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

10. Situación de Pobreza de la Población Ocupada Los datos de INEC del 2001 muestran que la pobreza afecta al 49.1% de la población ocupada, mostrándose los hombres un poco más afectados por la pobreza que las mujeres (50.4% y 47.9% respectivamente). Si se analiza la intensidad de la pobreza, los datos reflejan que las personas ocupadas que viven en pobreza extrema son el 17.8% del total de los pobres, en este grupo son también los hombres los más afectados con un 18.4% mientras las mujeres con un 17.2%. Resumiendo los niveles de pobreza encontrados en la población, se puede afirmar, que este flagelo afecta a un porcentaje significativo de los hombres y mujeres que conforman la PEA ocupada. Si bien es cierto, los hombres y las mujeres son afectados por la pobreza, son los hombres los que se ven más afectados. Estos datos reafirman lo que otros estudios7 han encontrado y es que cuando la pobreza es medida por métodos tradicionales8, no refleja diferencias negativas hacia las mujeres. Es decir, que las mujeres no aparecen más pobres que los hombres, porque demostraron que la verdadera pobreza de las mujeres, ha sido su exclusión a recursos como la tierra, el crédito, la asistencia técnica y la capacitación. Por ello esta investigación concluyó que la “pobreza no tiene rostro de mujer, sino que la Esperanza tiene nombre de Mujer”, y esa esperanza se va a reflejar cuando los recursos de Nicaragua sean distribuidos equitativamente entre hombres y mujeres.

7 FIDEG. “La Esperanza tiene nombre de Mujer. La economía nicaragüense desde una perspectiva de género. 8 INEC, mide la pobreza por Ingreso Consumo o Línea de Pobreza.

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Situación de Pobreza de la PEA

NACIONAL Hombre Mujer Total

Pobre Extremo 18.4 17.2 17.8Pobre No Extremo 32.0 30.7 31.3No Pobre 49.6 52.1 50.9Total 100.0 100.0 100.0Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

Si la pobreza afecta a un 49.1% de la población ocupada, significa que el 50.9% de la PEA ocupada no son pobres, es decir, están fuera de la pobreza, u otros los llamarían quizás ricos. Para profundizar el grado de pobreza de esta población se puede hacer uso de una metodología planteada el BID y el BM que definen como pobres a todas aquellas personas que viven con menos de U$2 dólares al día en países como Nicaragua9.

Bajo esta metodología la condición de pobreza de la población ocupada cambia sustancialmente. En efecto, el 77.5 de la PEA ocupada vive con menos de 2 dólares al día, lo que significa que viven en pobreza, reduciéndose los no pobres a sólo el 22.5 de los ocupados. Los hombres muestran una pobreza del 78.1% y las mujeres del 76.7%. Este cálculo refleja de una forma más real la situación que enfrentan los hombres y mujeres que tienen un empleo, cuyas características más sobresalientes son baja educación, alto niveles de subempleo en ocupaciones de baja calificación.

Porcentaje Personas que viven diariamente con determinada cantidad de dólares Hombre Mujer Total

Ingreso Per cápita al Día en Dólares 100.0 100.0 100.0De 0 a 0.99 dólares al día 49.7 49.0 49.4De 1 a 1.99 dólares al día 28.4 27.7 28.1De 2 a 2.99 dólares al día 10.1 10.9 10.5De 3 a 3.99 dólares al día 4.2 4.2 4.2De 4 a 4.99 dólares al día 2.7 2.7 2.7De 5 y más dólares per cápita al día 5.0 5.4 5.2Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

� Las mujeres son menos pobres que los hombres porque tienen otra lógica de gastar su dinero Otro dato que ayuda a entender el por qué las mujeres no aparecen más pobres que los hombres cuando se mide este indicador con metodologías tradicionales, es la forma en que hombres y mujeres gastan su dinero.

9 Para efectos comparativos entre países industrializados se ha utilizado una línea de pobreza que corresponde a la línea de pobreza de Estados Unidos de U$14.40 dólares per cápita por día.

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Las investigaciones de FIDEG10 muestran diferencias en la distribución en que hombres y mujeres gastan su dinero. En efecto, mientras los hombres destinan a la compra de alimentos el 39.3% de sus ingresos, las mujeres lo hacen en un 49%. La misma tendencia sucede con los gastos en salud y educación donde son las mujeres las que destinan más ingresos para cubrir estas necesidades. La diferencia más fuerte en la lógica de gastar el dinero se encuentra en el ahorro y la inversión. Los hombres destinan el 22.4% de sus ingresos para ahorro e inversión, mientras las mujeres lo hacen en un 5.8%. Si se escudriña la realidad, se puede encontrar diversas explicaciones a esta situación: a) Las mujeres le dan mucha importancia a la alimentación, salud y educación de su

familia y no les queda dinero para ahorrar. “Cuando recibo mi dinero ya lo debo en la pulpería o en la farmacia”11.

b) Las mujeres solas, jefas de hogar, no tienen a nadie que les apoye en la manutención de sus familias, por lo tanto, les es imposible ahorrar.

c) Debido a la fuerte irresponsabilidad de muchos hombres, ellos entregan a las

mujeres solamente una parte del dinero que ganan y se pueden “dar el lujo” de ahorrar, invertirlo o despilfarrarlo. La mujer tiene que aportar todo su dinero para cubrir todas las necesidades del hogar. Es decir, que el “hombro” (todo su dinero) que las mujeres ponen para los gastos del hogar, es lo que les permite a los hombres ahorrar.

De esta manera, los estudios que miden la pobreza por ingreso/gasto, encuentran que en los hogares de las mujeres las personas viven y se alimentan mejor. De hecho, estudios internacionales han demostrado que cuando se le da empleo a una mujer, se le está dando empleo a una familia, se está garantizando la sobrevivencia de un colectivo, lo cual ha sido corroborado por las investigaciones de FIDEG. B. Sector Formal e Informal y los Cambios Experimentados 1. Evolución Histórica y Cambios Experimentados En Nicaragua, históricamente las actividades informales proporcionan empleo a un porcentaje significativo de la población. En 1950, el 38.6% de la PEA ocupada trabajaba en el sector informal y para 1980, este sector proporcionaba empleo al 49% de la PEA, es decir, que en un lapso de 30 años el sector informal se vio incrementado en 10 puntos porcentuales (Renzi, Agurto, FIDEG, 1997:34). Se podría afirmar, que en este período las personas que entraban en el sector informal lo hacían voluntariamente, con el objetivo de brindar un servicio, establecerse en el comercio o en la pequeña industria, mientras el porcentaje restante de la PEA ocupada se ubicaba en diversas ramas de la economía formal.

10 Agurto Sonia y Guido Alejandra. Mujeres Pilares Fundamentes de la Economía Nicaragüense. 11 Expresiones de Mujeres en seminarios de devolución de información realizados por Fideg.

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La forma voluntaria en que la PEA se insertaba en uno u otro sector cambió radicalmente a mediados de la década de los 80s, cuando se pone en evidencia una nueva lógica de inserción al sector informal, destacándose entre varios cuatro factores: a) La crisis económica que enfrentaba el país a mediados de los años 80´s, los bajos salarios en el sector formal, la carestía de la vida, fueron entre otros, factores que influyeron para que muchas personas, sin importar su formación académica, incursionaran por primera vez en el sector informal, que ofrecía en esos momentos, un clima favorable para obtener jugosos ingresos a través de actividades especulativas de reventa: con productos agrícolas que según las leyes debían comercializarse solamente a través de empresas estatales; la medicina que se entregaba gratuitamente en los centros de salud y hospitales y otra amplia gama de productos que eran obtenidos mediante el esfuerzo de hacer largas y diversas filas en los diferentes lugares de expendio controlados por el Estado y que luego aparecían en el mercado especulativo. b) A partir de los años noventa, una nueva ola de seres humanos incursiona en el sector informal producto de la puesta en marcha de planes de estabilización y ajuste estructural que buscaban entre otras cosas, la reducción del déficit fiscal a través del achicamiento del Estado y entes autónomos, a través de la implementación de planes que incentivaban a los empleados públicos a dejar sus puestos de trabajo y recibir bonificaciones que les permitirían abrir sus propios negocios. Se habla de un achicamiento del Estado (incluyendo las fuerzas armadas) de alrededor de 200,000 personas, que en su mayoría se trasladaron de forma masiva al sector informal. Es así que la actividad informal jugó el papel de colchón que amortiguó los efectos negativos de las políticas de estabilización y ajuste estructural implementadas en esa década. c) A la Política de reducción del Estado de los años 90´s se le sumaron los efectos negativos que provocó la rápida apertura comercial sobre la pequeña y mediana industria y comercio, provocando cambios en la estructura del empleo. d) La lenta reactivación del sector privado formal ha impedido absorber a la creciente masa de fuerza de trabajo que año con año demanda incorporarse al mercado laboral. Datos oficiales que ilustran esta problemática son los del INSS, que muestran que entre 1990 a 1994, las empresas formales cerraron poco más de 58.000 puestos de trabajo lo que implicó una reducción de la cobertura del INSS del 21.5 % al 14. %. Solamente a partir de 1995, se inicia la creación paulatina de nuevo empleos especialmente en el sector privado. Para el 2001, existían 316.700 trabajadores/as, que representaban una cobertura de la PEA con seguro social del orden del 17 %.

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PEA Cubierta por el INSS

Año Número de trabajadores Porcentaje de la PEA 1990 261.6 21.5 1995 208.8 14.1 2001 316.7 16.7

Fuente: Informe del PNUD El Desarrollo Humano Nicaragua 2002, con base en datos del BCN .

La forma acelerada en que se produce la “tercerización “ de la economía nicaragüense se observa en los resultados de una encuesta realizada en 198512, quemostró los primeros indicios del proceso de ensanchamiento de las actividades informales. En ese momento, los datos mostraron que el sector informal proporcionaba el 52.1% de los empleos de la PEA ocupada. En 1993 el gobierno realiza otra encuesta13, que muestra que el sector informal proporcionaba el 65.7% de los empleos en Nicaragua. Estudios independientes que monitorean el fenómeno14,llamaron la atención sobre el acelerado crecimiento de las actividades informales, que para 1995 estaban generando el 68% de los empleos. En 1998 otra encuesta del gobierno muestra un sector informal proporcionando el 66.8% de los empleos y la reciente encuesta de nivel de vida del año 2001 refleja que el sector informal se ha reducido entre 1998 y el 2001 en 4.4 puntos porcentuales, generando el 62.4% de la PEA nicaragüense.

EVOLUCION DEL SECTOR FORMAL E INFORMAL

38.6

4952.1

65.7 68 66.862.461.4

5147.9

34.3 32 33.237.6

0

10

20

30

40

50

60

70

80

1950 1980 1985 1993 1995 1998 2001

Informal

Formal

1950,1980 PREALC

85,93,98.2001 INEC

95 FIDEG

12 INEC, Esdenic:1985 13 (INEC,Ennv:93 14 (Renzi, Agurto, FIDEG:1995

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2. Situación Actual del Sector Formal e Informal El sector informal continua siendo la única alternativa para hombres y mujeres que no logran insertarse en sectores más modernos y dinámicos de la economía. Según la encuesta de nivel de vida del INEC del 2001, del total de personas que desarrollaban una actividad económica el 62.4% lo hacía en el sector informal y solamente el 37.6% en el sector formal de la economía. Es decir, que de 1,900,000 personas que conforman la PEA ocupada en el 2001, 1,185,600 de personas trabajan en el sector informal y solamente 714,400 personas se ubican en el sector formal de la economía. La participación de hombres y mujeres muestra diferencias en cada sector. Los hombres tienen una participación del 58.3% en el sector informal y de un 41.7% en el sector formal. Las mujeres muestran una participación del 70.4% en el sector informal y el 29.6% en el sector formal de la economía. Aunque hombres y mujeres tienen una mayor participación en el sector informal, los datos reflejan que son las mujeres las que se ubican en porcentajes significativos en este sector. La inserción de hombres y mujeres también muestra diferencias según zonas geográficas. Los hombres que habitan en las zonas urbanas trabajan en un 47.2% en el sector formal el 52.8% en el informal. Por su parte, las mujeres tienen una presencia del 67.1% en el sector informal y solamente el 32.9% en el sector formal. En las zonas rurales el trabajo de los hombres en el sector informal se incrementa al 63.1% y el de las mujeres al 78%. Es decir, que en las zonas rurales del país, tanto hombres como mujeres encuentran espacios muy limitados para insertarse en el sector formal de la economía. Los datos dan pautas para afirman, que a pesar de todos los programas de empleo que se han abierto a través de la inversión nacional y extranjera en los sectores de la construcción, zonas francas y grandes centros comerciales, el sector informal continúa siendo determinante para la sobrevivencia de las familias nicaragüenses, ya que es en este sector donde encuentran una alternativa para generar ingresos y garantizar las necesidades esenciales de sus miembros. Sin embargo, las altas proporciones de mujeres ubicadas en el sector informal visibilizan serias brechas de género, otros estudios han mostrado que la entrada de las mujeres al sector formal pasa por exigencias relacionales con su edad, nivel académico, estado civil y porte y aspecto. Es decir, que la socialización patriarcal continúa marcando de manera negativa la entrada de las mujeres a los sectores más dinámicos de la economía. El hecho que la mujer sea la que se embarace y con ello cargue con la responsabilidad del cuido de los hijos, del trabajo doméstico, y de todas las obligaciones con los hijos relacionadas con su salud y educación, aunado a la percepción de que la mujer tiene menos capacidades que los hombres, son entre otras, las barreras que tienen que enfrentar miles de mujeres y sobre demostrar sus capacidades para desarrollar actividades en el sector formal.

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Por otro lado, debido a la poca oferta de empleos en el sector formal y a las relaciones no equitativas en la distribución del trabajo doméstico, son miles de mujeres las que se ubican en el sector informal, abriendo pequeños negocios, muchas veces, en su misma cada de habitación, lo que les permite combinar el trabajo productivo y reproductivo, sin embargo, esta situación ocupacional, las lleva por lo general a un desgaste físico y mental producto de la doble jornada que realizan, al combinar los dos tipos de trabajo.

Ubicación de la PEA por Sectores Económicos

SECTORES Hombre Mujer Total NACIONAL 100.0 100.0 100.0

Formal 41.7 29.6 37.6Informal 58.3 70.4 62.4

URBANO 100.0 100.0 100.0Formal 47.2 32.9 41.0Informal 52.8 67.1 59.0

RURAL 100.0 100.0 100.0Formal 36.9 22.0 33.5Informal 63.1 78.0 66.5Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

C. CARACTERÍSTICAS DEL SECTOR FORMAL DE LA ECONOMÍA 1. Características Sociodemográficas

� Los Jóvenes, mayoría en el sector formal Las personas que trabajan en el sector formal de la economía son mayoritariamente jóvenes. De hecho, el 57.4% del total de los ocupados en este sector se encuentran en edades entre los 15 y los 24 años de edad, y los datos no muestran diferencias significativas entre hombres y mujeres en este grupo etareo. Llama la atención, que las personas que se encuentran en su plena capacidad productiva en edades entre los 25 y 44 años, representan solamente el 27.3% de la PEA formal. Sin embargo, las mujeres muestran una mayor participación que los hombres dentro de este grupo (31.7% versus 25.8%). El trabajo de los niños y niñas y de las personas adultos mayores es poco significativa, llegando a porcentajes menores del 3% del total de los ocupados en este sector. No obstante, son los hombres más que las mujeres los que tienen mayores porcentajes de participación en estos dos grupos etareos. Los datos anteriores están indicando que los puestos de trabajo que mayoritariamente se están abriendo en el sector formal de la economía, están demandando mayormente mano de obra de adolescentes y jóvenes.

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� PEA formal con nivel educativo bajo, pero con significativas diferencias de género La PEA que no logro alcanzar ningún nivel de educación representa el 18.9% del total de los ocupados formales. Los hombres en esta situación alcanzan porcentajes del 22.7% y las mujeres del 8.3%. El 36.9% de la PEA que trabaja en el sector formal solamente logró alcanzar algún nivel de la escuela primaria. Sin embargo, en este grupo son los hombres los que presentan un mayor peso (42.1%) que en las mujeres (22.7%). Los niveles de educación secundaria fueron alcanzados por el 24.4% de la PEA formal. Contrario al grupo anterior, son las mujeres (32.7%) las que muestra una mayor educación secundaria en relación con los hombres (21.4%) que alcanzaron este nivel. La PEA formal con niveles de educación universitaria representa el 11.8%, porcentaje influido por las mujeres, que en un 18.8% alcanzaron este nivel de estudio, mientras los hombres lo hicieron en un 9.3%. Corolario de lo anterior, se puede decir con certeza, que las mujeres que trabajan en el sector formal de la economía, muestran niveles superiores de educación que los hombres. Aquí la pirámide educativa que pierde fuerza en la cúspide, se modifica positivamente al lado de las mujeres, en la medida que un porcentaje cercano al 20% alcanzó a llegar a niveles universitarios. De esta manera, los datos muestran una brecha género, donde son los hombres los que muestran menores oportunidades educativas que las mujeres. Sin embargo, es válido dejar planteado una hipótesis a comprobarse en otros estudios puntuales, para dar cuenta de lo siguiente: ¿Está el sector formal de la economía exigiendo a las mujeres un mayor nivel educativo que a los hombres?. O simplemente es que, en el sector formal solamente se están abriendo puestos de trabajo que no requieren de mucha calificación y son trabajos catalogados “para hombres”.

Sector Formal: Estructura de Edades y Nivel Educativo de la PEA Formal Según encuesta de nivel de vida de INEC 2001

Sectores Hombre Mujer Total Estructura de Edades 100.0 100.0 100.0 Entre 10 - 14 3.2 1.3 2.7 Entre 15 - 19 30.7 26.4 29.5 Entre 20 - 24 26.4 32.3 27.9 Entre 25 - 44 25.8 31.7 27.3 Entre 45 - 64 10.9 7.2 9.9

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De 65 y más años 3.2 1.2 2.7

Nivel Educativo 100.0 100.0 100.0 Ninguno 22.7 8.3 18.9 Preescolar 0.2 0.0 0.2 Educación de Adulto 1.1 0.0 0.8 Primaria 42.1 22.7 36.9 Secundaria 21.4 32.7 24.4 Técnico Básico 0.4 0.9 0.5 Técnico Medio 1.4 3.9 2.1 Formación Docente 0.4 8.7 2.6 Técnico Superior 0.7 3.3 1.4 Universidad 9.3 18.8 11.8 Maestría 0.3 0.6 0.4 Doctorado 0.0 0.0 0.0 Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

2. Calidad del Empleo Tener un empleo donde la persona que lo desempeña trabaja las horas semanales establecidas (40 horas) y devenga un ingreso establecido para la rama de actividad en la cual trabaja, es una persona que goza de un pleno empleo. El 62.6% de PEA formal se encuentra gozando de este tipo de inserción laboral. Sin embargo, son más los hombres en esta situación (63.6%) que las mujeres (59.8%). El 37.4% del resto de la PEA formal trabaja en condiciones de subempleo. El 19.4% labora en subempleo visible, que significa que trabaja menos de 40 horas a la semana y tiene un ingreso inferior al establecido para la rama donde labora. Las mujeres (25.1%) más que los hombres (17.4%) trabajan en estas condiciones. Otro grupo de la PEA formal, que representa un 18% del total, labora en condiciones de subempleo invisible, es decir, trabaja más de 40 horas a la semana y recibe ingresos inferiores a la rama económica donde desempeña sus labores. En esta situación se ubican más hombres (19%) que mujeres (15.1%). A manera de resumen se puede afirmar, que si bien es cierto a nivel general, la PEA formal trabaja en un alto porcentaje en condiciones de pleno empleo, los datos muestran una brecha de género. Las mujeres tienen menor acceso a empleos plenos y son más afectadas por el subempleo que los hombres. Si esta situación de menores oportunidades para las mujeres en el sector formal no es explicada por el factor de educación, -las mujeres tienen mayores niveles educativos que los hombres-, la explicación quizás se encontrará, por la ubicación que tengan las mujeres en las ramas económicas donde desarrollan su trabajo.

CALIDAD DEL EMPLEO DE LA PEA FORMAL Calidad del Empleo Hombre Mujer Total

Pleno Empleo 63.6 59.8 62.6Sub empleo Visible 17.4 25.1 19.4Sub empleo Invisible 19.0 15.1 18.0Total 100.0 100.0 100.0

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Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

3. Ubicación de la PEA por Rama de Actividad Económica

Las ramas de actividad económica donde mayormente está ubicada la PEA formal es en la agricultura (39.2%), en los servicios (21.3%) y en la industria manufacturera (12%). Esta misma ubicación la muestran los hombres, no así las mujeres. De hecho, los hombres se ubican en un 49.1% en la agricultura, en un 12.5% en los servicios y en un 10.8% en la industria manufacturera. Las mujeres por su parte, muestran su mayor ubicación en los servicios (45.7%), luego en la industria manufacturera (15.2%) y en comercio (13.1%).

De hecho, los hombres están ubicados mayormente en el sector primario (49.1%) y terciario (32.3%), mientras las mujeres en el sector terciario (72.6%) y luego en el secundario (16%). Es decir, que las mujeres están ubicadas mayormente en el sector menos dinámico de la economía nicaragüense y su ubicación en el sector secundario es mayormente en el de maquiladoras.

NICARAGUA: CARACTERÍSTICAS LABORALES DEL SECTOR FORMAL INEC 2001

Hombre Mujer Total Rama de Actividad Económica 100.0 100.0 100.0Agricultura, Sivicultura. Caza, Pesca 49.1 11.5 39.2Explotación de Minas y Canteras 1.0 0.0 0.8Industria Manufacturera 10.8 15.2 12.0Construcción 6.9 0.7 5.2Electricidad, gas, agua 1.7 0.9 1.5Comercio, Hoteles y Restaurantes 8.2 13.1 9.5Transporte y Comunicaciones 2.9 1.2 2.5Establecimientos financieros 0.7 1.7 1.0Servicios Comunales, Sociales y Personas 12.5 45.7 21.3Administración Pública 6.2 9.9 7.2SECTORES Primario 49.1 11.5 39.2Secundario 18.6 16.0 17.9Terciario 32.2 72.6 42.9Total 100.0 100.0 100.0Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

4. Posición Ocupacional de la PEA La PEA formal en Nicaragua es esencialmente asalariada. El 86.8% viven de vender su fuerza de trabajo por un salario. Las mujeres muestran mayores porcentajes en esta posición (90.9%) que los hombres(85.3%).

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La brecha de género más notoria en la posición que hombres y mujeres tienen frente a los medios de producción, es que hay un mayor porcentaje de hombres que son patrones o empresarios (11.7%) que mujeres en esta posición (3.3%). NICARAGUA: CARACTERÍSTICAS LABORALES DEL SECTOR FORMAL

INEC 2001 Hombre Mujer Total

Posición Ocupacional 100.0 100.0 100.0Empleado/Obrero 52.1 83.8 60.5Jornalero/Peón 33.2 7.1 26.3Cuenta Propia 1.8 3.4 2.3Patrón o Empresario 11.7 3.3 9.5Miembro Cooperativa 0.2 0.1 0.2Familiar no remunerado 1.0 2.2 1.3Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

5. Grupos de Ocupación de la PEA Aún cuando las mujeres que laboran en el sector formal de la economía se ubican mayormente en el sector terciario, con mayor nivel de subempleo y como asalariadas, la pirámide de la calidad de las ocupaciones que desempeñan en su trabajo no se achica en la cúspide. Las ocupaciones donde las mujeres muestran mayores niveles de ocupación son como técnicos y profesiones de nivel medio (28.1%), mientras los hombres se destacan en mayores porcentajes como trabajadores no calificados (47.9%). Las mujeres que trabajan en ocupaciones no calificadas son apenas el 17.6% del total. Se puede afirmar entonces, que las mujeres que laboran en el sector formal de la economía desempeñan ocupaciones de mayor calificación que las ocupaciones que desempeñan los hombres. Es así, que las mujeres muestran un porcentaje un poco más alto que los hombres ocupaciones como directores y administradores (6.9 versus 6%); profesionales (10.8 versus 5%); técnicos 28.1 versus 6.1%); empleados de oficina (10.3 versus 2.7%). Es decir, que existe una brecha de género en las ocupaciones de las personas que trabajan en el sector informal y que esta brecha muestra a las mujeres en una mejor posición ocupacional que los hombres.

NICARAGUA: CARACTERÍSTICAS LABORALES DEL SECTOR FORMAL INEC 2001

Hombre Mujer Total Grupos de Ocupación 100.0 100.0 100.0Directores y Administradores 6.0 6.9 6.2Profesionales, Científicos e Intelectuales 5.0 10.8 6.6Técnicos y Profesionales de Nivel Medio 6.1 28.1 12.0Empleados de Oficina 2.7 10.3 4.7Trabajador de Servicios y Vendedor de Comercio 3.2 12.1 5.6

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Agricultores y Trabajadores calificados agropec. 12.7 2.1 9.9Oficiales, operarios y artesanos de artes 9.4 6.9 8.8Operadores de instalaciones de máquina 6.8 5.3 6.4Trabajadores no calificados 47.9 17.6 39.8

Las empresas en que mayormente laboran las mujeres (31.2%) son grandes (más de 100 personas), mientras la mayor cantidad de hombres (31%) trabaja en empresa pequeñas y medianas. La empresa privada es la que proporciona la mayor cantidad de empleos para los personas que laboran en el sector formal de la economía. En efecto, el 77% de las personas trabajan en la empresa privada, siendo los hombres (85.1%) los que muestran mayores porcentaje de ubicación que las mujeres (55.3%) en este tipo de empresas. El gobierno es el segundo gran empleador en el sector formal (12.3%), ubicándose las mujeres (26.6%) en mayores proporciones que los hombres (7.2%) en los puestos de trabajo que proporciona el gobierno. Cabe resaltar que las ONGs proporcionan empleo al 3.1% de las personas que laboran en el sector formal, y son las mujeres (5.1%), las que se ubican más que los hombres (2.4%) en estas organizaciones de la sociedad civil.

NICARAGUA: CARACTERÍSTICAS LAS EMPRESAS EN QUE LABORAN LOS

TRABAJADORES DEL SECTOR FORMAL - INEC 2001 Hombre Mujer Total Tamaño de la Empresa 100.0 100.0 100.0Trabaja Solo y/o Sola 1.1 2.0 1.3De 2 a 5 personas 31.0 7.4 24.8De 6 a 10 personas 22.1 18.8 21.2De 11 a 30 personas 15.6 21.9 17.3De 31 a 50 personas 7.2 9.8 7.9De 51 a 100 personas 6.4 8.9 7.0De 101 y más 16.7 31.2 20.6Lugar de Trabajo 100.0 100.0 100.0Empresa del Estado 2.6 6.1 3.5Gobierno 7.2 26.6 12.3Actividad Privada 85.1 55.3 77.2Ente Autónomo 1.1 4.4 1.9Gobierno Municipal 1.3 2.2 1.5Cooperativa 0.4 0.2 0.3ONG´s 2.4 5.1 3.1

6. Niveles de Ingreso de la Población Ocupada En el sector formal de la economía los ingresos promedios reportados andan por el orden de C$2,131.5 córdobas mensuales. Los datos muestran diferencias, aunque no significativas, entre los ingresos promedios de los hombres y las mujeres. El ingreso

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promedio de las mujeres se encuentra en un 5.1% por debajo del ingreso promedio que perciben los hombres (C$2,160.6 versus C$2,049.7). Las desigualdades en el acceso a los ingresos se reflejan en la medida que mientras el 20% de las personas ocupadas en el sector formal con menores ingresos, muestran ingresos promedios mensuales de C$441.2 córdobas; en contraste, el ingreso promedio del 20% de los y las personas ocupadas con mayores ingresos es de C$5,685.5 córdobas. Esto refleja que el ingreso del 20% con más altos ingresos es 13 veces mayor que el 20% de los que tienen menores ingresos. La concentración de los ingresos es similar para hombres y mujeres. En cuanto a la concentración de los ingresos, los datos indican que existen diferencias significativas en los diferentes estratos de la población ocupada en el sector formal. Mientras el primer 20% de las personas ocupadas que tienen más bajos ingresos concentra apenas el 3.2% del total de los ingresos, el 20% de las personas ocupadas que perciben más altos ingresos acumula el 60.7% del total de los ingresos reportados. Las brechas de género en la concentración del ingreso muestra que las mujeres con mayores ingresos acumulan el 58.6% del total de los ingresos, cifra que se incrementa en los hombres que acumulan el 61.4%.

Niveles de Ingreso de la Población Ocupada en el Sector Formal

INGRESOS Hombre Mujer Total Ingreso Promedio 2160.6 2049.7 2131.5

Ingresos por Quintiles Primer Quintil 453.4 392.2 441.2Segundo Quintil 776.9 779.9 777.7Tercer Quintil 1129.9 1116.3 1125.6Cuarto Quintil 1723.3 1717.6 1721.8Quinto Quintil 5909.4 5086.6 5685.5Distribución de la Masa de los Ingresos Primer Quintil 3.5 2.2 3.2Segundo Quintil 6.6 6.2 6.5Tercer Quintil 10.4 14.2 11.3Cuarto Quintil 18.1 18.9 18.3Quinto Quintil 61.4 58.6 60.7Total 100.0 100.0 100.0Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

7. Situación de Pobreza de la Población Ocupada en el Sector Formal Según la encuesta de nivel de vida del INEC del 2001, la pobreza afecta al 38.4% de la población ocupada en el sector formal de la economía. Los hombres se muestran significativamente más afectados por la pobreza que las mujeres (43.5%% y 24.1% respectivamente). Los hombres también son más afectados que las mujeres por la

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intensidad de la pobreza. Los datos reflejan que los hombres que viven en pobreza extrema son el 16.3% del total de los pobres, y las mujeres son apenas el 5.8%. Los datos continúan reforzando que por metodologías tradicionales, las mujeres no son más pobres que los hombres y reiteramos que la pobreza de las mujeres es su exclusión a otras y nuevas oportunidades, como es su mínima presencia en el sector formal de la economía.

SITUACIÓN DE POBREZA DE LA PEA FORMAL

SECTORES Hombre Mujer Total Pobre Extremo 16.3 5.8 13.5Pobre no Extremo 27.2 18.3 24.9No Pobre 56.4 75.9 61.6Total 100.0 100.0 100.0Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

La pobreza como aquella situación donde las personas viven con menos de U$2 al día, refleja otra situación totalmente diferente a la anterior. En efecto, el 64.7% de la PEA ocupada en el sector formal aparece viviendo con menos de 2 dólares al día, lo que significa que viven en pobreza, reduciéndose los no pobres a sólo el 35.3% de los ocupados formales. Los hombres muestran una pobreza del 69% y las mujeres del 53%%. Porcentaje Personas Ocupadas en el Sector Formal que viven diariamente con determinada cantidad de dólares

Hombre Mujer Total Ingreso Per cápita al Día en Dólares 100.0 100.0 100.0De 0 a 0.99 dólares al día 38.7 23.8 34.7De 1 a 1.99 dólares al día 30.3 29.2 30.0De 2 a 2.99 dólares al día 12.7 19.1 14.4De 3 a 3.99 dólares al día 5.5 9.3 6.5De 4 a 4.99 dólares al día 3.9 5.5 4.3De 5 y más dólares per cápita al día 8.9 13.2 10.1Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

D. CARACTERÍSTICAS DEL SECTOR INFORMAL DE LA ECONOMÍA 1. Características Sociodemográficas de la Población � Los Jóvenes, los niños y niñas, constituyen la mitad de la fuerza de trabajo informal Las personas entre los 10 y los 24 años constituyen más de la mitad de la fuerza de trabajo del sector informal de la economía. En efecto, el 47.9% del total de los

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ocupados en este sector se encuentran en edades entre los 15 y los 24 años de edad, y el 9.4% son menores de edad. Los datos muestran diferencias por género y por área geográfica según grupos etareos. Los hombres jóvenes (15-24 años) representan el 50.2% del total de la PEA informal, mientras las mujeres en estas edades son el 44.2%. Los niños (10 a 14 años) constituyen el 11.3% de la PEA, y las niñas el 6.2%. Es decir, que en el sector informal, la población joven de hombres alcanza porcentajes del 61.5%, mientras las mujeres lo hacen en un 50.4%. Un elemento que podría estar incidiendo en que las mujeres jóvenes se encuentren en menores porcentajes que los hombres en el sector informal, es el hecho, de la apertura de zonas francas en el país, que demanda mano de obra femenina y joven, lo que se estaría convirtiendo bajo estas circunstancias, en una ventaja para que muchas mujeres puedan insertarse en el sector formal a través de estas empresas. Esta tendencia se presenta también en las zonas urbanas y rurales, donde los jóvenes y menores de edad se constituyen en más de la mitad de la PEA informal, mostrando los hombres porcentajes más altos que las mujeres dentro de estos grupos etareos. Las personas que se encuentran en su plena capacidad productiva en edades entre los 25 y 44 años, representan solamente el 24.2% de la PEA informal. No obstante, en este grupo los datos dan cuenta de una diferencia significativa entre hombres y mujeres. En efecto, las mujeres en estas edades alcanzan una participación del 31.3%, mientras los hombres solamente muestran porcentajes del 19.8% dentro de este grupo. La misma tendencia se muestra en las zonas urbanas y en las zonas rurales. Los adultos mayores (65 y más años) representan el 5.3% del total de la PEA informal, elevándose esta participación al 5.7% en los hombres y reduciéndose en las mujeres al 4.6%. En las zonas urbanas este grupo observa una participación del 5.7%, mostrando los hombres una mayor participación (6.1%) que las mujeres (5.2%). En las zonas rurales, del total de la PEA informal, los adultos mayores tienen una participación del 5%, y son los hombres (5.5%) los que observan una mayor participación que las mujeres (3.5%). Los datos anteriores dan algunas señales de posibles interrelación que podrían estar dándose entre edad, sexo y mercado informal. Algunas de estas interrelaciones se plantean a continuación: - Los niños y niñas encuentran en el mercado informal oportunidades para adelantar o apresurar su incorporación laboral, a fin de apoyar a sus familias en la generación de ingresos, situación que se presenta con mayor fuerza en los niños que habitan en las zonas rurales. De hecho, en las zonas rurales los niños van desde muy pequeños a apoyar las labores agrícolas, mientras las niñas apoyan el trabajo de la casa y algunas actividades relacionadas con la producción. Sin embargo, actividades que generalmente realizan las niñas como acarrear el agua, halar la leña, desgranar el maíz, hacer la cuajada, ayudar en la elaboración de nacatamales, y rosquillas, etc., no son contabilizadas como actividades productivas, sino como domésticas y por lo

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tanto, mucho del trabajo que realizan las niñas en las zonas rurales queda totalmente invisible en las estadísticas tradicionales. - Las personas adultas mayores encuentran en el mercado informal una forma de prolongar su estadía laboral, ya que localizan nichos donde pueden desempeñar una actividad, sin que nadie les cuestione o presione para salir. Las zonas urbanas son las que proporcionan mayores oportunidades a los adultos mayores para continuar activos en el mercado laboral. La venta de golosinas, frutas, nacatamales, etc., en la puerta de una casa, es el caso típico que se puede encontrar en cualquier barrio de cualquier ciudad en Nicaragua. Asimismo, la venta ambulante de lotería, alimentos, música, etc., es común entre hombres y mujeres en estas edades. “Yo tengo 75 años y 10 años de andar vendiendo bolsitas de rosquillas Somoteñas por varias instituciones de la ciudad. Me vine hace unos 12 años de mi lugar. Yo tengo unas tierritas en San Francisco del Norte, pero la agricultura es macana, piocha, machete y eso es muy duro a mi edad y por eso se les dejé a mis hijos. Andar vendiendo rosquillas es peligroso, pero más fácil. Cuando me vine de mi lugar llegué donde una hija, pero no me gusta ser arrimado y mi yerno me enseñó como era este oficio, porque él hace lo mismo, pero trabaja más horas. Tengo una ganancia de 20 córdobas diarios. Con eso me alimento y voy guardando para pagar el agua y la luz, ya que ahora vivo solo, no quiero ser estorbo de nadie. 15”

- Los jóvenes son mayoría en el sector informal, situación que se torna preocupante desde dos aspectos. Por un lado, estos adolescentes no tendrían que estar en el mercado laboral sino en las aulas de estudio en niveles técnicos, secundaria o universidad, lo que refleja la difícil situación económica y social que atraviesa el país, donde cientos de adolescentes abandonan sus estudios para llevar ingresos a los hogares. Por otro lado, estos jóvenes que necesitan llevar ingresos a sus hogares, no están encontrando oportunidades de empleo en sectores dinámicos de la economía, sino en el sector informal. “Tengo 19 años, luché mucho para poder bachillerarme, a las mujeres nos cuesta mucho porque tenemos demasiadas responsabilidades en la casa. Mi sueño era entrar en la universidad, pero mi papá me dijo “o estudias vos, o dejan de comer tus hermanos”. Qué puedo hacer, aquí estoy ayudando en el tramo del mercado a mi mamá. Aprendí que en primer lugar está la sobrevivencia y en segundo plano o para nunca jamás quedan los sueños de llegar a ser alguien en la vida. Testimonio de Joven de 19 años de Estelí.”16

- Las mujeres adultas, en edades de pleno desarrollo de su capacidad productiva (25-44 años), se constituyen en un grupo significativo dentro del sector informal, lo que

15 Persona de la tercera edad de San Francisco del Norte. Chinandega, entrevistada por Sonia Agurto para una consultoría del PNUD como insumo para el informe de Desarrollo Humano 2000.

16 Joven de la ciudad de Estelí participante en seminarios de capacitación de Fideg. Testimonio reflejado en consultoría del PNUD como insumo para el informe de Desarrollo Humano 2000.

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muestra que la edad adulta, se traduce en las mujeres, más que en los hombres, en una forma de exclusión al limitar sus oportunidades para insertarse en sectores de mayor dinamismo, tanto en las zonas urbanas como en las zonas rurales. “Yo soy contadora y me acogí al Plan de Conversión Ocupacional como en 1995, y con el dinero que me dieron puse un tramo de ropa en el mercado. Yo quiero trabajar en mi profesión, salir del mercado, por eso busco y busco empleo, pero ahora solamente contratan a muchachas jóvenes, ya las mujeres como yo de 35 años, nadie les quiere dar trabajo. Parece que mi destino es quedarme en el mercado.”17

Sector Informal: Estructura de Edades de la PEA. INEC 2001 Sectores Hombre Mujer Total

NACIONAL 100.0 100.0 100.0 Entre 10 – 14 11.3 6.2 9.4 Entre 15 – 19 31.6 21.2 27.6 Entre 20 – 24 18.6 23.0 20.3 Entre 25 – 44 19.8 31.3 24.2 Entre 45 – 64 13.0 13.7 13.2 De 65 y más años 5.7 4.6 5.3 URBANA 100.0 100.0 100.0 Entre 10 – 14 7.9 4.4 6.2 Entre 15 – 19 28.1 19.9 24.1 Entre 20 – 24 20.3 23.3 21.8 Entre 25 – 44 24.0 32.6 28.2 Entre 45 – 64 13.6 14.6 14.1 De 65 y más años 6.1 5.2 5.7 RURAL 100.0 100.0 100.0 Entre 10 – 14 13.8 9.7 12.7 Entre 15 – 19 34.1 23.7 31.3 Entre 20 – 24 17.3 22.5 18.7 Entre 25 – 44 16.8 28.7 19.9 Entre 45 – 64 12.5 11.9 12.4 De 65 y más años 5.5 3.5 5.0

� PEA informal con nivel educativo bajo, pero con diferencias de género y geográficas La PEA informal se caracteriza por tener un bajo nivel de educación, siendo los hombres los que muestran mayor desventaja, así como las personas que habitan en las zonas rurales del país.

17 Mujer participante en los seminarios de FIDEG con mujeres de los mercados. 2001.

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El 25.7% de la PEA informal no tuvo acceso a ningún nivel de educación, siendo los hombres (28.7%) más que las mujeres (20.8%) los que se encuentran en esta situación. En las zonas urbanas el grupo sin ningún nivel educativo se reduce al 15.9% y se incrementa al 36% en las zonas rurales. Tanto en el área urbana como en el área rural, hay un mayor porcentaje de hombres que de mujeres, que no tuvieron acceso al sistema escolar. El 50.5% de la PEA que trabaja en el sector informal solamente logró alcanzar algún nivel de la escuela primaria, y también en este nivel, son los hombres los tienen un mayor peso (51.7%) que las mujeres (48.5%). En las zonas urbanas las personas en este nivel se reduce al 47.6% y se incrementa en las zonas rurales al 53.5%. Los niveles de educación secundaria fueron alcanzados por el 18.6% de la PEA informal. En este grupo son las mujeres (24%) las que muestran un mayor acceso a la educación secundaria que los hombres (15.2%). En las zonas urbanas como en las zonas rurales hay un mayor porcentaje de mujeres que de hombres que alcanzaron algún nivel de la educación secundaria. Sin embargo, en las zonas urbanas es donde las mujeres muestran los mayores porcentajes de participación. El 2.4% de la PEA informal alcanzó algún nivel de educación universitaria, porcentaje influido por las mujeres, que en un 3.2% alcanzaron este nivel de estudio, mientras los hombres lo hicieron en un 2%. La PEA informal con mayor nivel de estudios universitarios se encuentra ubicada mayormente en las zonas urbanas del país (4.5%), que en las zonas rurales (0.3%). Corolario de lo anterior, se puede afirmar que las personas que trabajan en el sector informal muestran un bajo nivel educativo. La pirámide educativa pierde fuerza en la cúspide, sin embargo, es válido señalar, que también hay un porcentaje de personas con educación secundaria y universitaria dentro de este sector, personas que con la reducción del Estado en los 90s se trasladaron a este sector y abrieron sus propios empleos. "Yo estudie, me gradúe, tuve un excelente trabajo y desde que me compactaron deje de trabajar y no he vuelto a tener un trabajo; he hecho de todo para sobrevivir. Ultimamente estoy haciendo tacos. Uno hasta burlas tiene que aguantar. En el barrio me apodaron "la licenciada taco", ahora creo que me dicen la licenciada barro, porque trabajo haciendo cerámicas con barro." 18

En resumen, los datos muestran que las mujeres muestran niveles superiores de educación que los hombres, tanto en las zonas urbanas como en las zonas rurales, lo que indica una brecha educativa de género, donde son los hombres los que muestran menores oportunidades educativas que las mujeres.

Sector Informal: Nivel Educativo de la PEA INEC 2001 Sectores Hombre Mujer Total

18 Testimonio de una participante en seminarios realizados por FIDEG.

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NACIONAL 100.0 100.0 100.0 Ninguno 28.7 20.8 25.7 Preescolar 0.2 0.2 0.2 Educación de Adulto 1.2 1.0 1.1 Primaria 51.7 48.5 50.5 Secundaria 15.2 24.0 18.6 Técnico Básico 0.3 0.3 0.3 Técnico Medio 0.4 1.2 0.7 Formación Docente 0.1 0.5 0.3 Técnico Superior 0.2 0.3 0.3 Universidad 2.0 3.2 2.4 Maestría 0.0 0.0 0.0 Doctorado 0.0 0.0 0.0 URBANO 100.0 100.0 100.0 Ninguno 15.7 16.1 15.9 Preescolar 0.1 0.1 0.1 Educación de Adulto 1.1 0.6 0.8 Primaria 49.9 45.2 47.6 Secundaria 27.1 30.1 28.6 Técnico Básico 0.4 0.4 0.4 Técnico Medio 0.9 1.7 1.3 Formación Docente 0.2 0.7 0.4 Técnico Superior 0.4 0.5 0.5 Universidad 4.3 4.7 4.5 Maestría 0.1 0.0 0.0 Doctorado 0.0 0.0 0.0 RURAL 100.0 100.0 100.0 Ninguno 38.2 30.0 36.0 Preescolar 0.3 0.6 0.3 Educación de Adulto 1.3 1.8 1.4 Primaria 53.0 54.9 53.5 Secundaria 6.6 12.1 8.0 Técnico Básico 0.2 0.1 0.2 Técnico Medio 0.1 0.1 0.1 Formación Docente 0.1 0.1 0.1 Técnico Superior 0.1 0.0 0.0 Universidad 0.3 0.3 0.3 Maestría 0.0 0.0 0.0 Doctorado 0.0 0.0 0.0

2. Calidad del Empleo de los Ocupados en el Sector Informal Uno de los problemas que mayormente enfrentan las personas que trabajan en el sector informal es el subempleo, es decir, que un porcentaje significativo realiza actividades que no llenan los requerimientos establecidos ni en horas de trabajo, ni en ingresos establecidos para las ramas económicas en las que realizan sus actividades. El 72.3% de la PEA que trabaja en el sector informal trabaja en condiciones de subempleo, de ellos el 38% es afectado por el subempleo visible (trabaja menos de 40 horas a la semana y tiene un ingreso inferior al establecido para la rama donde labora) y el 34.3% por el subempleo invisible (trabaja más de 40 horas a la semana y recibe ingresos inferiores a la rama económica donde desempeña sus labores).

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El subempleo es más profundo en las zonas rurales (80.3%) que en las zonas urbanas (64.7%). Sin embargo, las diferencias de género se muestran en las ciudades, donde las más afectadas por esta situación son las mujeres (68.5%), que los hombres (61.1%). Se puede decir entonces, que solamente el 27.7% de la PEA informal goza del derecho de trabajar en pleno empleo, es decir, de desempeñar trabajos con las horas semanales establecidas (40 horas) y devengar ingresos establecidos para la rama de actividad en la cual trabajan, lo que significa que solamente un reducido grupo de los y las trabajadoras informales del campo y la ciudad trabajan en condiciones dignas y con salarios acordes a los trabajos que realizan, el resto, vive de la rebusca y resignándose a obtener ingresos que les permitan, al menos sobrevivir, sin importar sus niveles educativos, ni sus sueños laborales, sino solamente la sobrevivencia. "Yo salgo de mi casa a trabajar al mercado a las 6 de la mañana y regreso cuando ya ha oscurecido. No es que tenga muchos clientes que atender, ni mucho trabajo que hacer. Más bien me la paso esperando que alguien me llegue a comprar, esperando al último cliente. Muchas veces no vendo ni para comprar la comida y regreso a la casa sólo con el pasaje del bus para comenzar de nuevo al día siguiente.." 19(Subempleo Invisible). “Los muchachos no están trabajando tranquilamente, porque no hay trabajo, la situación entre más días, más dura va. No trabajan como siempre lo han hecho, consiguen un rumbito ahora, y hasta la otra semana consiguen otro. Entonces no se trabaja diario, pero diario se come, pero si no se trabaja diario, no se come diario. Entonces uno tiene que ir poco a poco, a como Dios le ayuda”20 (Subempleo Visible)

Calidad del Empleo en los Ocupados del Sector de la Economía Calidad del Empleo Hombre Mujer Total

Nacional 100.0 100.0 100.0Pleno Empleo 27.8 27.5 27.7Sub empleo Visible 32.2 47.3 38.0Sub empleo Invisible 40.0 25.2 34.3Urbano 100.0 100.0 100.0Pleno Empleo 38.9 31.5 35.3Sub empleo Visible 30.1 43.5 36.7Sub empleo Invisible 31.0 25.0 28.0Rural 100.0 100.0 100.0Pleno Empleo 19.6 19.7 19.7Sub empleo Visible 33.9 54.7 39.3Sub empleo Invisible 46.5 25.6 41.0Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

19 Testimonio de una mujer participante en seminarios de FIDEG: devolución de los resultados de la investigación, 1997.

20 Mujer rural, en entrevistas de Fideg. 2001.

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3. Ubicación de la PEA por Rama de Actividad Económica Las ramas de actividad económica que generan mayor empleo para la PEA informal son la agricultura (40.2%), el comercio (28.9%) y en los servicios (14.3%). La industria manufacturera (8.5%) y la construcción (4.4%), generan empleos en menores proporciones. Los empleos por rama de actividad económica muestran diferencias por sexo y por área geográfica. En las ciudades la PEA informal se ubica en mayores porcentajes en comercio (44.5%), en servicios (20.8%), en la industria manufacturera (12.3%) y en menor medida en la construcción (6.7%). Sin embargo, los datos muestran diferencias significativas por género. Mientras el 85.4% de las mujeres trabajan en comercio y servicios y el 12.5% en la industria manufacturera; los hombres lo hacen en un 46% en comercio y servicios, el 18.8% en agricultura, el 13.1% en la construcción y el 12.1% en la industria manufacturera. En las zonas rurales el 57.2% de las mujeres trabajan en comercio y servicios y el 31.8% en la agricultura. Los hombres por su parte se dedican en un 86.2% a las actividades agrícolas y solamente el 6.6% a actividades de comercio y servicios. Los datos indican que las mujeres que trabajan en el sector informal tanto en las zonas urbanas como en las rurales, se ubican mayormente en el sector terciario, en actividades de comercio y de servicios. La ubicación de los hombres en el sector informal muestra diferencias según zona geográfica. Los hombres que viven en las zonas urbanas, trabajan en un 55% en el sector terciario, sin embargo, el restante 45% se ubica en sectores más dinámicos de la economía como es el sector secundario (26%) y primario (18.8%). La situación más precaria la padecen los hombres que habitan en las zonas rurales, ya que se ubican en más del 80% en el sector primario agrícola. Esta situación sería de mucha ventaja si la situación económica rural no estuviese extremadamente deprimida. No es fortuito, que las actividades informales de comercio y servicio en manos de mujeres, hayan surgido en las zonas rurales. Estudios de FIDEG han mostrado que las mujeres rurales se dedican a realizar diversas actividades económicas de procesamiento de alimentos, comercio y servicios con el fin de complementar los ingresos agrícolas que no logran cubrir las necesidades de las familias rurales. De esta manera, es común encontrar pequeñas unidades campesinas que hoy en día financian sus actividades agropecuarias con la realización de actividades informales en sectores de comercio, servicio y pequeña industria artesanal. Los ingresos generados por los subproductos agropecuarios de una unidad campesina: procesamiento de leche en cuajada, de maíz en rosquillas, güirilas, atol, tamales, nacatamales, tortillas, cosa de horno, pinol, pinolillo, etc., que luego comercializan generalmente las mujeres, ha permitido a muchas unidades de

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producción campesina, conservar el recurso tierra y así poder continuar produciendo aquellos alimentos que les garantizan la seguridad alimentaria de la familia. " Con lo que yo gano haciendo rosquillas y cosas de horno muchas veces compramos la semilla para sembrar..." Con lo que deja mi pulpería pagamos algún mozo que ayude a la deshierba y cosecha del frijol.." 21

“Yo soy agricultor, pero últimamente me ha ido mal. Sembré maíz y todo se perdió. Nosotros nos defendemos porque mi hijo que está trabajando en Costa Rica nos mandó unos realitos y con la venta de una chanchos ajustamos y pusimos esta ventecita”22

Asimismo, la proliferación del pequeño comercio de alimentos, abarrotes; servicios de costura, peluquerías; procesamiento del barro, piedra, madera, manila, pita, cuero, son entre otras, actividades que se llevan a cabo en pequeñas unidades familiares rurales, que funcionan en algunas casos para complementar los ingresos agropecuarios y en otros, como únicas fuentes de ingresos familiares (Renz

NICARAGUA: RAMA DE ACTIVIDAD ECONOMICA DEL SECTOR INFORMAL – INEC 2001

Hombre Mujer Total NACIONAL 100.0 100.0 100.0Agricultura, Sivicultura. Caza, Pesca 57.8 11.6 40.2Explotación de Minas y Canteras 0.6 0.1 0.4Industria Manufacturera 6.5 11.8 8.5Construcción 7.0 0.1 4.4Electricidad, gas, agua 0.0 0.0 0.0Comercio, Hoteles y Restaurantes 17.5 47.4 28.9Transporte y Comunicaciones 4.8 0.4 3.1Establecimientos financieros 0.1 0.1 0.1Servicios Comunales, Sociales y Personas 5.7 28.4 14.3Administración Pública 0.0 0.0 0.0URBANA 100.0 100.0 100.0Agricultura, Sivicultura. Caza, Pesca 18.8 1.3 10.2Explotación de Minas y Canteras 0.8 0.2 0.5Industria Manufacturera 12.1 12.5 12.3Construcción 13.1 0.0 6.7Electricidad, gas, agua 0.1 0.0 0.0Comercio, Hoteles y Restaurantes 35.2 54.2 44.5Transporte y Comunicaciones 9.0 0.5 4.9Establecimientos financieros 0.1 0.2 0.1Servicios Comunales, Sociales y Personas 10.8 31.2 20.8Administración Pública 0.0 0.0 0.0RURAL 100.0 100.0 100.0Agricultura, Sivicultura. Caza, Pesca 86.2 31.8 71.8Explotación de Minas y Canteras 0.5 0.1 0.4Industria Manufacturera 2.5 10.4 4.6Construcción 2.5 0.3 1.9

21 Comentarios de mujeres entrevistadas en encuesta de FIDEG, referidos en el libro “La Esperanza tiene nombre de Mujer. Renzi, Agurto 1997 22 Hombre rural, entrevistado por Fideg. 2001

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Electricidad, gas, agua 0.0 0.0 0.0Comercio, Hoteles y Restaurantes 4.6 34.3 12.4Transporte y Comunicaciones 1.7 0.1 1.3Establecimientos financieros 0.1 0.0 0.0Servicios Comunales, Sociales y Personas 2.0 22.9 7.5

Ubicación de la PEA Ocupada en el Sector Informal por Sector Económico

SECTORES HOMBRE MUJER TOTAL Nacional 100.0 100.0 100.0Primario 57.8 11.6 40.2Secundario 14.1 12.1 13.3Terciario 28.1 76.4 46.4Urbano 100.0 100.0 100.0Primario 18.8 1.3 10.2Secundario 26.0 12.7 19.5Terciario 55.2 86.0 70.3Rural 100.0 100.0 100.0Primario 86.2 31.8 71.8Secundario 5.4 10.9 6.9Terciario 8.4 57.4 21.3Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

4. Posición Ocupacional de la PEA La población ocupada que trabaja en el sector informal de la economía en Nicaragua trabaja esencialmente como cuenta propia (44.5%) y como trabajador familiar no remunerado (30.6%), acoplándose los cuenta propia con los familiares sin remuneración, como un binomio estratégico que les permite realizar sus actividades y reducir los costos. Solamente el 21.1% de la PEA informal vende su fuerza de trabajo por un salario y el 3.6% trabajan como patrones o empresarios. Las diferencias entre los ocupados del sector informal se presentan por género y por área geográfica. En las ciudades hay una mayor presencia de mujeres (48.9%) que de hombres (38.5%) que trabajan como cuenta propia. El trabajo asalariado es mayor en los hombres (33.2%) que en las mujeres (29.5%). Los hombres 8.8%) tienen una mayor presencia como patrones y empresarios que las mujeres. Mientras que las personas que son familiares y no tienen remuneración muestran cifras similares entre hombres y mujeres (19.3 y 18.2% respectivamente). En las zonas rurales hombres y mujeres muestran una mayor presencia en trabajos como cuenta propia, mostrando una leve ventaja los hombres (46%) sobre las mujeres (43.8%). La mayor diferencia se presenta en el trabajo asalariado, donde son las mujeres (21.2%) las que muestran mayores porcentajes que los hombres (6.6%), así como en los familiares no remunerados, donde los hombres muestran mayores porcentajes (46.4%) que las mujeres (34.5%).

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Llama mucho la atención los datos que muestran los ocupados del sector informal en las zonas rurales, especialmente en lo relacionado con el trabajo asalariado y con los familiares no remunerados. Estudios de FIDEG mostraban que hasta 1995 las mujeres se ubican en mayores porcentajes como cuenta propia y como trabajadoras no remuneradas. Sin embargo, el rápido crecimiento de mujeres asalariadas y la reducción de las familiares no remuneradas, en las zonas rurales, podría estar indicando que muchas mujeres han tenido que buscar trabajo en pequeñas unidades de producción o en pequeños negocios de comercio o servicios, con el fin de complementar los ingresos en sus hogares, seguramente bajo la lógica patriarcal que las mujeres “están mejor preparadas” para encontrar trabajos, la mayoría de ellos, con características del que han desarrollado en la esfera reproductiva. “El problema más grande en el campesinado es que la mujer trabaja, ya sea aquí cerca o se va a la ciudad buscando el sustento de la comida del día y el marido se tiene que quedar trabajando en la huerta”23

NICARAGUA: POSICIÓN OCUPACIONA DE LOS TRABAJADORES DEL SECTOR INFORMAL

INEC 2001 Hombre Mujer Total NACIONAL 100.0 100.0 100.0Empleado/Obrero 17.5 26.6 20.9Jornalero/Peón 0.3 0.0 0.2Cuenta Propia 42.8 47.2 44.5Patrón o Empresario 4.3 2.4 3.6Miembro Cooperativa 0.0 0.0 0.0Familiar no remunerado 35.0 23.7 30.6URBANA 100.0 100.0 100.0Empleado/Obrero 33.0 29.4 31.2Jornalero/Peón 0.2 0.1 0.1Cuenta Propia 38.5 48.9 43.6Patrón o Empresario 8.8 3.5 6.2Miembro Cooperativa 0.0 0.0 0.0Familiar no remunerado 19.3 18.1 18.8RURAL 100.0 100.0 100.0Empleado/Obrero 6.2 21.2 10.1Jornalero/Peón 0.4 0.0 0.3Cuenta Propia 46.0 43.8 45.4Patrón o Empresario 1.1 0.4 0.9Miembro Cooperativa 0.0 0.0 0.0Familiar no remunerado 46.4 34.5 43.2

23 Hombre campesino, entrevistado por FIDEG 2001.

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5. Grupos de Ocupación de la PEA El 43.9% de la PEA informal trabaja en ocupaciones que no requieren ningún tipo de calificación, situación que se agudiza más en las zonas rurales (49.4%) más que en las zonas urbanas (38.7%) Las diferencias se muestran por género y por zonas geográficas. En las ciudades el 46.1% de las mujeres trabaja en ocupaciones de comercio y servicios y el 40.3% en ocupaciones sin ninguna calificación. Los hombres por su parte se ubican en mayores porcentajes en ocupaciones sin calificación (37.2%), luego en artesanos (23.2%) y en comercio y servicios (15.5%). En las zonas rurales la mitad de las mujeres trabajan en ocupaciones sin ninguna calificación, el 30.9% en comercio y servicios y un 9% en la agricultura. Los hombres en trabajos no calificados alcanzan porcentajes del 48.9% y el 42.6% en trabajos agrícolas. .Sin embargo, es válido resaltar que en las ciudades hay un pequeño porcentaje de hombres y mujeres que desempeñan en el sector informal trabajos como técnicos y empleados de oficina.

NICARAGUA: OCUPACIÓN DE LOS TRABAJADORES

DEL SECTOR INFORMAL INEC 2001 Hombre Mujer Total NACIONAL 100.0 100.0 100.0Directores y Administradores 0.3 1.1 0.6Profesionales, Científicos e Intelectuales 0.7 0.4 0.6Técnicos y Profesionales de Nivel Medio 0.5 1.2 0.8Empleados de Oficina 0.3 1.0 0.5Trabajador de Servicios y Vendedor de Comercio 8.0 40.9 20.5Agricultores y Trabajadores calificados agropec. 29.6 3.3 19.6Oficiales, operarios y artesanos de artes 12.1 7.7 10.4Operadores de instalaciones de máquina 4.5 0.5 3.0Trabajadores no calificados 44.0 43.8 43.9URBANA 100.0 100.0 100.0Directores y Administradores 0.7 1.7 1.2Profesionales, Científicos e Intelectuales 1.3 0.7 1.0Técnicos y Profesionales de Nivel Medio 1.2 1.3 1.2Empleados de Oficina 0.6 1.5 1.1Trabajador de Servicios y Vendedor de Comercio 15.5 46.1 30.5Agricultores y Trabajadores calificados agropec. 11.8 0.4 6.2Oficiales, operarios y artesanos de artes 23.3 7.7 15.7Operadores de instalaciones de máquina 8.4 0.5 4.5Trabajadores no calificados 37.2 40.3 38.7RURAL 100.0 100.0 100.0Directores y Administradores 0.1 0.0 0.0Profesionales, Científicos e Intelectuales 0.2 0.0 0.2Técnicos y Profesionales de Nivel Medio 0.1 1.0 0.3Empleados de Oficina 0.0 0.0 0.0Trabajador de Servicios y Vendedor de Comercio 2.5 30.9 10.0Agricultores y Trabajadores calificados agropec. 42.6 9.0 33.7

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Oficiales, operarios y artesanos de artes 3.9 7.8 4.9Operadores de instalaciones de máquina 1.7 0.6 1.4 Trabajadores no calificados 48.9 50.7 49.4

En cuanto al tamaño de las empresas en que realizan sus trabajos las personas que laboran en el sector informal, los datos muestran que son las empresas entre 2 a 5 trabajadores las que tienen un mayor peso (67.1%). Esta misma situación se refleja en las zonas urbanas (64.2%) y en las zonas rurales (70.2%). Sin embargo, hay un dato que es significativo relevar. La proporción de mujeres que trabajan solas es el doble que la proporción de hombres que trabajan solos. Esta es una característica tanto en las ciudades como en las zonas rurales. De hecho, en las ciudades las mujeres que trabajan solas muestran porcentajes del 45.5%, mientras los hombres del 25.7%. En las zonas rurales la relación entre hombres y mujeres es de 39% y 19.5% respectivamente. Estos datos son coherentes con las características de los trabajos que realizan las mujeres, la que se ubican mayormente en actividades de comercio y servicio, donde no necesitan más fuerza de trabajo para llevarlo a cabo.

NICARAGUA: TAMAÑO DE LAS EMPRESAS EN QUE LABORALES LOS TRABAJADORES DEL SECTOR INFORMAL

INEC 2001 Hombre Mujer Total

NACIONAL 100.0 100.0 100.0Trabaja Solo y/o Sola 22.1 43.3 30.1De 2 a 5 personas 74.1 55.5 67.1De 6 a 10 personas 3.5 1.2 2.6De 11 a 30 personas 0.1 0.0 0.1De 31 a 50 personas 0.2 0.0 0.1De 51 a 100 personas 0.0 0.0 0.0De 101 y más 0.0 0.0 0.0

URBANA 100.0 100.0 100.0Trabaja Solo y/o Sola 25.7 45.5 35.4De 2 a 5 personas 73.6 54.3 64.2De 6 a 10 personas 0.7 0.2 0.4De 11 a 30 personas 0.0 0.0 0.0De 31 a 50 personas 0.0 0.0 0.0De 51 a 100 personas 0.0 0.0 0.0De 101 y más 0.0 0.0 0.0

RURAL 100.0 100.0 100.0Trabaja Solo y/o Sola 19.5 39.0 24.6De 2 a 5 personas 74.5 57.7 70.2De 6 a 10 personas 6.0 3.3 5.2De 11 a 30 personas 0.0 0.0 0.0De 31 a 50 personas 0.0 0.0 0.0De 51 a 100 personas 0.0 0.0 0.0

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6. Niveles de Ingreso de la Población Ocupada Los datos de la encuesta de nivel de vida de INEC indican que los ingresos promedios de las personas que trabajan en el sector informal andan por el orden de C$1,636.5 córdobas mensuales. Existen diferencias entre los ingresos promedios de los hombres y las mujeres. En efecto, el ingreso promedio de las mujeres se encuentra en un 11% por debajo del ingreso promedio que perciben los hombres (C$1,717.9 versus C$1,529.3). Las diferencias de los ingresos muestran fuertes diferencias por área geográfica, estando el ingreso promedio de las personas que habitan en las zonas rurales en un 39.35% por debajo de los ingresos de las personas que habitan en las zonas urbanas del país. Esta brecha se presenta también entre las mujeres y hombres según zona geográfica. El ingreso de las mujeres rurales se encuentra en un 23.9% por debajo de los ingresos de las mujeres que viven en las zonas urbanas. El ingreso promedio de los hombres que viven en las zonas rurales está en un 48.8 por debajo de los ingresos de los hombres que viven en las ciudades.

Al interior de las zonas geográficas también se reflejan brechas de género. En las ciudades el ingreso de las mujeres se encuentra en un 25.7% por debajo del ingreso que perciben los hombres. En las zonas rurales las mujeres reportan mayores ingresos promedios que los hombres, estando el ingreso de los hombres en un 10.37% por debajo del ingreso de las mujeres. Esta situación se explica por el ingreso que generan 5 mujeres que se dedican a actividades de comercio no agrícolas, y que oscilan entre los 15,000 y los 10,200 córdobas al mes. Este hecho, se refleja también en los ingresos máximos que hombres y mujeres generan en las zonas rurales, siendo para los hombres de 18,900 córdobas y par las mujeres de 15,000 córdobas. Si se analiza la distribución de toda la masa de ingresos que se genera en las zonas rurales, los datos muestran que los hombres generan el 65.6% y las mujeres el 34.5%. Estos datos demostrarían que los ingresos de las mujeres en las zonas rurales es menor que el de los hombres, pero por otra parte, se visibiliza que las mujeres en las zonas rurales están generando importantes ingresos para la sobrevivencia no solamente de la familia, sino muchas veces de la unidad de producción agropecuaria. Por otra parte, los datos reflejan que mientras el 20% de las personas ocupadas en el sector informal con menores ingresos, muestran ingresos promedios mensuales de C$347.3 córdobas; el ingreso promedio del 20% de las personas con mayores ingresos es de C$5,084.8 córdobas. La distancia del ingreso del 20% de los ocupados informales con más altos ingresos es 14.6 veces mayor que el 20% de los que tienen menores ingresos. La concentración de los ingresos es mayor en los hombres que en

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las mujeres. Los hombres muestran una distancia entre el primer y quinto quintil de 15.8 veces, las mujeres lo hacen con 13.2 veces. Los datos indican una concentración significativa de los ingresos en los diferentes estratos de los ocupados informales. El primer 20% de las personas que tienen más bajos ingresos concentra el 6.3% del total de los ingresos y el 20% con más altos ingresos acumula el 53.9% del total de los ingresos reportados. Las brechas de género en la concentración del ingreso son menores en las mujeres que en los hombres. El 20% de las mujeres con mayores ingresos concentra el 49.3% del total de los ingresos, y los hombres lo hacen en un 57.1%. En las zonas urbanas son los hombres los que indican una mayor concentración de los ingresos. En las zonas rurales, aún cuando las mujeres muestran un ingreso promedio mayor que el de los hombres, la concentración de los ingresos no muestra diferencias significativas entre hombres y mujeres.

Niveles de Ingreso de la Población Ocupada en el Sector Informal INGRESOS Hombre Mujer Total NACIONAL Ingreso Promedio 1717.9 1529.3 1636.5Ingresos por Quintiles Primer Quintil 325.2 375.9 347.3Segundo Quintil 778.5 787.4 782.7Tercer Quintil 1137.7 1138.6 1138.1Cuarto Quintil 1765.5 1738.1 1754.1Quinto Quintil 5148.9 4978.7 5084.8Distribución de la Masa de los Ingresos Primer Quintil 5.6 7.3 6.3Segundo Quintil 7.6 9.9 8.5Tercer Quintil 10.9 14.0 12.2Cuarto Quintil 18.9 19.5 19.1Quinto Quintil 57.1 49.3 53.9Total 100.0 100.0 100.0URBANO Ingreso Promedio 2211.6 1641.5 1926.6Ingresos por Quintiles Primer Quintil 355.9 392.2 377.7Segundo Quintil 787.3 789.5 788.5Tercer Quintil 1151.9 1134.5 1142.4Cuarto Quintil 1773.1 1755.7 1765.8Quinto Quintil 5604.5 5098.4 5402.1Distribución de la Masa de los Ingresos Primer Quintil 2.8 6.3 4.3Segundo Quintil 6.0 9.2 7.3Tercer Quintil 8.9 14.2 11.2Cuarto Quintil 18.8 18.4 18.7Quinto Quintil 63.5 51.9 58.5

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Total 100.0 100.0 100.0RURAL Ingreso Promedio 1130.6 1247.9 1168.4Ingresos por Quintiles Primer Quintil 310.3 347.7 321.3Segundo Quintil 768.0 782.3 773.3Tercer Quintil 1119.4 1153.1 1129.5Cuarto Quintil 1747.9 1693.2 1726.1Quinto Quintil 4007.9 4534.1 4171.1Distribución de la Masa de los Ingresos Primer Quintil 11.9 10.6 11.4Segundo Quintil 11.3 12.3 11.7Tercer Quintil 15.7 13.2 14.8Cuarto Quintil 18.9 23.1 20.3Quinto Quintil 42.2 40.9 41.8Total 100.0 100.0 100.0Fuente: Elaboración Propia en base a datos de la Encuesta de Nivel de Vida. INEC 2001

7. Situación de Pobreza de la Población Ocupada Los datos de INEC del 2001 muestran que la pobreza afecta al 49.3% de la población ocupada en el sector informal, siendo los hombres más afectados por la pobreza que las mujeres (54.9% y 39.9% respectivamente). La intensidad de la pobreza extrema afecta al 16.8% del total de los pobres, en este grupo son también los hombres los más afectados con un 20.3% mientras las mujeres con un 10.9%. En las zonas rurales la pobreza es más profunda que en las ciudades. De hecho, el 66.7% de las personas que trabajan en el sector informal y que viven en las zonas rurales, viven en pobreza, mientras en las ciudades solamente el 32.7% de los informales padecen y viven en pobreza. Tanto en las zonas urbanas como en las rurales son los hombres los que padecen más fuertemente la pobreza. Esta situación ya se ha tratado de explicar a lo largo del documento, pero vale reiterar que investigaciones de FIDEG han encontrado que las mujeres contribuyen a disminuir el flagelo de la pobreza, cuando destinan el 100% de sus ingresos a suplir las necesidades de sus hogares, acción que no es realizada por los hombres.

Sector Informal: Situación de Pobreza de la PEA Según encuesta de nivel de vida de INEC 2001

Sectores Hombre Mujer Total NACIONAL 100.0 100.0 100.0 Pobre Extremo 20.3 10.9 16.8 Pobre No Extremo 34.6 29.0 32.5 No Pobre 45.0 60.2 50.8 URBANA 100.0 100.0 100.0 Pobre Extremo 7.5 7.0 7.2

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Pobre No Extremo 27.5 23.3 25.4 No Pobre 65.0 69.8 67.3 RURAL 100.0 100.0 100.0 Pobre Extremo 29.7 18.5 26.8 Pobre No Extremo 39.8 40.1 39.9 No Pobre 30.5 41.3 33.3

La población ocupada que trabaja en el sector informal que vive con menos de U$2 dólares al día representa el 77% del total. Es decir, que solamente el 23% de las personas de este sector viven fuera de la pobreza. La pobreza se agudiza aún más en las zonas rurales donde el 88.7% del total de los ocupados en actividades informales vive en pobreza, así como el 65.8% de los que habitan en las zonas urbanas. Bajo esta metodología, también son los hombres los que muestran un mayor grado de pobreza que las mujeres, tanto en las zonas urbanas como en las zonas rurales.

Sector Informal: Ingreso Per cápita al día en U$ de la PEA Según Encuesta de Nivel de Vida, INEC 2001

INGRESO PER CÁPITA AL DIA EN

DOLARES HOMBRE MUJER TOTAL

NACIONAL 100.0 100.0 100.0De 0 a 0.99 dólares al día 53.6 39.2 48.1De 1 a 1.99 dólares al día 26.9 32.1 28.9De 2 a 2.99 dólares al día 9.4 12.6 10.6De 3 a 3.99 dólares al día 3.8 5.5 4.5De 4 a 4.99 dólares al día 2.3 3.6 2.8De 5 y más dólares per cápita al día 4.1 7.0 5.2

URBANA 100.0 100.0 100.0De 0 a 0.99 dólares al día 35.7 32.1 33.9De 1 a 1.99 dólares al día 31.2 32.6 31.9De 2 a 2.99 dólares al día 14.8 14.4 14.6De 3 a 3.99 dólares al día 6.9 7.2 7.1De 4 a 4.99 dólares al día 4.2 4.4 4.3De 5 y más dólares per cápita al día 7.2 9.4 8.3

RURAL 100.0 100.0 100.0De 0 a 0.99 dólares al día 66.6 53.0 63.0De 1 a 1.99 dólares al día 23.7 31.3 25.7De 2 a 2.99 dólares al día 5.4 9.1 6.4De 3 a 3.99 dólares al día 1.6 2.2 1.8De 4 a 4.99 dólares al día 1.0 2.1 1.3De 5 y más dólares per cápita al día 1.8 2.4 1.9

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8. Los Pequeños Negocios Informales Los negocios manejados por mujeres son significativamente más pequeños que los manejados por hombres, en relación al número de trabajadores que se involucran directamente en los mismos. De hecho, en las zonas urbanas los negocios donde trabajan 1 y 2 personas representan el 67.5% de negocios en manos de mujeres, cifra que se reduce al 55.4% en el caso de los hombres. La situación de los negocios de las mujeres es similar en las áreas rurales (62% y 49.5% respectivamente). En Nicaragua, un negocio donde se involucran 1 o 2 personas son generalmente negocios no solamente pequeños en cuanto al número de trabajadores, sino pequeños en todas sus dimensiones, pasando por las existencias que manejan hasta por los ingresos que perciben. Por lo general, son pequeñas pulperías, venta de alimentos, tramos en los mercados, salas de belleza, tortillerías, ventas ambulantes, etc. En las áreas urbanas como en las rurales, son los hombres los que muestran una mayor permanencia en su negocio. De hecho, los hombres que habitan en las zonas urbanas y que tienen más de 7 años de trabajar en su negocio alcanza porcentajes del 35.1% y en las zonas rurales del 44%:. Las mujeres con negocios en las zonas urbanas muestran un mayor porcentaje con negocios que llevan entre 1 y 3 años, mientras las mujeres de las zonas rurales tienen negocios con una mayor permanencia. La mayor presencia de mujeres con negocios nuevos podría explicarse por la difícil situación que enfrentan las personas que trabajan en el sector informal. Muchas personas y en gran medida las mujeres cambian permanentemente el tipo de su negocio, acomodándolo a las demandas de “temporadas”. La “versatilidad” de las mujeres las hace cambiar de actividad a fin de no salir del mercado de trabajo. En entrevistas de FIDEG se ha encontrado que muchas mujeres pasan de cuenta propia a asalariadas y de comercio a servios a lo largo de un año. Por ejemplo, son muchas mujeres que para la época escolar venden uniformes y cuadernos; en Semana Santa se dedican a vender toallas, chinelas, bronceadores, comidas enlatadas, etc.; para las fiestas de las madres y padres regalos afines a la celebración, para las fiestas Patrias y en las manifestaciones políticas se convierten en vendedoras de alimentos, refrescos, sombreros, raspados, y así, hasta llegar a la Navidad, donde venden productos alusivos a las fiestas navideñas como juguetes, arbolitos, luminarias, etc. Este es el concepto de “rebusque” tan ya conocido en América Latina, una economía que no permite empleos estables, sino que las personas y en especial las mujeres, se las ingenian para permanecer en el mercado laboral a través de una movilidad en las actividades que desarrolla. Esta forma de trabajar es la que provoca o influye a que los controles contables tengan una importancia poco relevante. De hecho, solamente alrededor de un tercio de las personas que tienen un negocio llevan una contabilidad para calcular sus costos y ganancias. De este tercio de personas que afirman llevar controles contables, porcentajes por encima del 50% lo hacen con cuadernos informales y un tercio de

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ellos lleva una contabilidad “al ojo”, que significa que es en su memoria, donde llevan las cuentas. Dicho de otra manera, el cuaderno se utiliza para anotar las cuentas que “dan al fiado, para anotar a las personas que les deben” y en la cabeza, es una forma de expresar, que la experiencia y la buena suerte, les ha permitido no fracasar. Cabe destacar que solamente el 3% de los negocios pagan a un contador para que les lleve las cuentas y son las mujeres las que reflejan un mayor porcentaje (3.2%) que los hombres (2.6%).

TAMAÑO Y TIEMPO DE ESTABLECIDOS LOS NEGOCIOS Y CONTROLES CONTABLES URBANO RURAL TOTAL

Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total Tamaño 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0y 2 trabajadores 55.4 67.5 61.2 49.5 62.0 54.5 51.9 64.7 55.43 y 5 trabajadores 44.6 32.5 38.8 50.5 38.0 45.5 48.1 35.3 44.6

Tiempo en el negocio 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0Menos de 1 año 16.8 20.2 18.4 11.4 14.6 12.7 13.6 17.4 16.8De 1 a 3 años 29.0 32.4 30.7 28.4 31.2 29.5 28.7 31.8 29.0De 4 a 6 años 19.1 18.6 18.8 16.2 20.4 17.9 17.4 19.5 19.1De 7 y más 35.1 28.8 31.1 44.0 33.8 39.9 40.3 31.3 35.1

Lleva controles Contables 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0Si 30.2 32.3 31.3 22.7 28.4 25.0 25.7 30.4 30.2No 69.8 67.7 68.7 77.3 71.6 75.0 74.3 69.6 69.8

Tipo de control que llevan 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0Con Contador 7.6 3.5 5.5 0.0 2.3 1.0 3.5 3.0 3.3Ellos mismos, con libros contabilidad 13.3 4.3 8.6 4.1 0.0 2.4 8.4 2.5 5.6Con cuadernos informales 54.3 70.4 62.7 59.5 64.4 61.5 57.1 67.8 62.1En su memoria 24.8 21.7 23.2 36.4 33.3 35.1 31.0 26.7 29.0

FIDEG, 2001

Acceso al crédito de los pequeños negocios Históricamente el pequeño negocio no tuvo acceso al crédito bancario debido a las barreras impuestas por las garantías exigidas por los bancos para poder ser un cliente

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solvente. En la actualidad son las microfinancieras las que están proporcionando el crédito a los pequeños establecimientos. En una investigación reciente24, con prestatarios de las microfinancieras, los datos reflejan que las mujeres representan el 66.2% del total de las prestatarias y los hombres el 33.8%. De estas mujeres, el 50% son jefas de hogar. Este dato daría pautas para afirmar que los hombres están en desventaja en las microfinancieras. Sin embargo, si se analiza la masa total de dinero entregada al total de personas entrevistadas, se observa que las mujeres se llevan el 53.4% de la masa de dinero, sin embargo, si las relaciones de entrega de dinero fueran equitativas, las mujeres tendrían que llevarse una mayor proporción de esta masa de dinero. La explicación a este fenómeno se expresa en los montos promedios diferenciados entregados a hombres y mujeres. Mientras el monto promedio entregado a los hombres es del C$19,387.2 córdobas el de las mujeres es de C$11,297.5 córdobas, lo que significa que los montos promedios de las mujeres se encuentran en un 41.7% por debajo de los montos promedios entregados a los hombres. Esta afirmación encuentra asidero en los montos que fueron reportados como mínimos y máximos. El monto mínimo para los hombres es de C$1,000 el de las mujeres es de C$400. En el otro extremo se observa que los hombres tienen montos máximos de C$144,000 y las mujeres de C$98,000 córdobas. Otro dato que muestra las desigualdades de género en la distribución de la masa de crédito entregada a las personas entrevistadas, es el hecho que mientras el 20% de los prestatarios con más bajos montos de crédito concentra apenas el 3.5% del total del crédito entregado, siendo en este grupo las mujeres las que muestras una mayor presencia (4.9%). En el otro extremo se encuentra el 20% de los prestatarios con los montos de crédito más altos, que representa el 61.1% del total del crédito entregado. En este grupo los hombres se llevan el 74.9% del total de la masa de crédito y las mujeres el 49%. Se podría afirmar entonces que las microfinancieras al igual muchos otros programas estatales y privados toman en cuenta en sus políticas a las mujeres, pero dichas políticas son desiguales, siendo la mujer la que queda en situación de desventaja, por lo tanto, cualquier programa que pretenda establecer relaciones de equidad, debería de dar un salto cualitativo y no pensar en las mujeres “en pequeño”, sino verlas como las han visibilizado investigaciones a nivel internacional y sobre todo nacional. Estas investigaciones25 han mostrado que las mujeres contribuyen en un 40% en la generación del PIB y en el sector terciario con el 48%. Es decir, que la mujer es generadora de riqueza y está comprobado que cuando se le da trabajo a una mujer, se le está garantizando la vida a una familia.

DISTRIBUCIÓN DE LOS MONTOS DE CREDITO SEGÚN LA PERSONA BENEFICIADA

HOMBRE MUJER TOTAL Numero de clientes 33.8% 66.2% 100% Montos totales otorgados 46.6% 53.4% 100%

24 Impacto Social del Microcrédito en Nicaragua, realizado por Sonia Agurto y Alejandra Guido, investigadoras de FIDEG para WCCC, Wisconsin 2002. 25 FIDEG. La Esperanza tiene nombre de Mujer. La economía nicaragüense desde una perspectiva de género

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Monto promedio C$ 19,387.2 C$ 11,297.5 C$ 14,027.8Monto mínimo C$ 1,000 C$ 400 C$ 400Monto máximo C$ 144,000 C$ 98,000 C$ 144,000Distribución de la Masa de Crédito por Quintiles 100.0% 100.0% 100.0%Primer 20% de prestatarios con montos más bajos 2.0% 4.9% 3.5%Segundo 20% de prestatarios con montos bajos 4.4% 9.0% 6.9%Tercer 20% de prestatarios con montos medios 10.4% 17.6% 14.2%Cuarto 20% de prestatarios con montos altos 8.2% 19.5% 14.3%Quinto 20% de los prestatarios con montos más altos

74.9% 49.0% 61.1%

FUENTE: Encuesta Evaluación de Impacto del WCCN- NICA Fund. (2002)

Otro dato importante de la investigación en mención, es que los préstamos recibidos por los y las prestatarias han venido a potenciar los negocios, lo que se ve reflejado en la reducción de los negocios manejados por una persona y el incremento de negocios que tienen que contratar mano de obra. Dicho de otra manera, los préstamos hacen crecer los negocios, y éstos a su vez, se convierten en fuentes generadoras de empleo. Cabe señalar que no son solamente fuentes de empleo familiar, sino también son nuevas plazas de empleo que se abren para absorber mano de obra que busca incorporarse al mercado de trabajo.

TAMAÑO DE LOS NEGOCIOS ANTES Y DESPUÉS DE RECIBIR EL PRESTAMO

No. de Personas que trabajan en los negocios

entrevistados

DESPUÉS DEL PRESTAMO ANTES DEL PRESTAMO

Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total 1persona 22.8 40.8 34.7 35.7 47.9 43.82 personas 28.1 28.0 28.0 25.6 27.7 27.0Entre 3 y 5 personas 36.8 27.7 30.8 28.6 22.0 24.2Más de 5 personas 12.3 3.5 6.5 10.1 2.4 5.0Total de Personas 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

FUENTE: Encuesta Evaluación de Impacto del WCCN- NICA Fund. (2002)

PARTE III: APORTE DEL TRABAJO DE LAS MUJERES A LAS CUENTAS NACIONALES 1. Principales Problemas que se enfrentan para la Cuantificación del Trabajo de las Mujeres Las Cuentas Nacionales que anualmente se construyen en nuestros países a fin de mostrar el grado de crecimiento de sus economías, subvaloran el aporte económico que realizan las mujeres en la generación de la riqueza. Las mujeres realizan trabajos desde la esfera productiva y reproductiva, sin embargo, este trabajo es invisible, no valorado y por lo tanto, no reconocido para ser contabilizado en dichas cuentas. Una de las razones que se aducen para no contabilizar el trabajo de las mujeres, es que en las economías en desarrollo, como es el caso de Nicaragua, se dificulta separar las

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funciones productivas de los hogares de las que son de carácter reproductivo. De allí que la subvaloración u omisión del aporte económico de las personas es mucho más marcado. Más aún, "los economistas que han intentado medir la importancia del sector no mercantil en relación a la actividad económica total, coinciden que, incluso en las economías más avanzadas, este sector contribuye de forma considerable a la producción total".26

Un caso ilustrativo al respecto, es el caso del aporte de la mano de obra en el sector rural nicaragüense, donde la subvaloración es más aguda, pues es común confundir la población económicamente activa con las inactivas, como es el caso específico de las mujeres y l@s jóvenes y niñ@s, cuya contribución a las tareas productivas de la finca y parcela no es despreciable. De igual manera, como no toda la producción del sector rural se vende en el mercado, sino que una parte importante es para autoconsumo de las familias campesinas, ese valor agregado que realizan esas unidades familiares, prácticamente se omiten del cálculo de la contabilidad nacional. Una situación similar se observa en el sector urbano, donde en muchos casos las personas trabajan en el sector informal o realizan múltiples actividades económicas que suelen trastocar el espacio mercantil (mercado) con el del hogar. En estos casos, por la dificultad de captar la información acerca del volumen de bienes y servicios que se realiza en el mercado a través de un sinnúmero de pequeñas empresas que a veces son de carácter unipersonal, tampoco son recogidas en las Cuentas Nacionales en su verdadero valor. Esta subvaloración del trabajo de las mujeres tiene su asidero, entre otras cosas, en aspectos culturales, en las definiciones convencionales sobre fuerza de trabajo, en los instrumentos de recolección de la información, en la sensibilización de las personas encargadas de recolectar la información y en especial, en la ausencia de una voluntad política de reconocer que las mujeres trabajan y aportan con su trabajo al desarrollo de nuestros países. 1.1 Definiciones convencionales sobre Fuerza de Trabajo Hasta 1982, estaba vigente la definición de fuerza laboral que databa de 1954 y en la que sólo se incluía como fuerza de trabajo a las personas que desempeñaban algún trabajo remunerado, durante un determinado período de breve duración. En los últimos años se han dado avances conceptuales, sin embargo, aún persiste la omisión del aporte económico de un sinnúmero de actividades en las Cuentas Nacionales. En la mayoría de los países, como es el caso de Nicaragua, sigue sin reconocerse el valor económico de actividades que se realizan en el espacio de la reproducción de la fuerza de trabajo familiar, tales como: recoger leña, halar el agua, la crianza de gallinas, cerdos, cabras, las actividades llamada de patio, entre muchas otras.

26. El Trabajo Doméstico. Un análisis económico. Cristina Carrasco. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social,

Madrid 1991.

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En 1993, la revisión del sistema de cuentas nacionales de las Naciones Unidas, amplió el concepto y por primera vez se incluyeron las actividades económicas que se realizan en el hogar para la producción de bienes (sean o no vendidos en el mercado) y las de servicios, siempre que no estuvieran destinados a las mismas personas que los producían o prestaban. Sin embargo, en la última revisión del sistema de Cuentas Nacionales, se excluyó nuevamente del cálculo del producto la prestación de servicios dentro del hogar como: la preparación de comidas, atención de niños y ancianos, limpieza y demás tareas domésticas. Entre las causas argumentadas para ello, destacan las que se refieren a la dificultad que plantea la valoración de estas actividades, debido a que se trata de servicios prestados a los miembros del hogar que no suponen una remuneración monetaria. Y por ende, la dificultad de comparar actividades que se realizan en el mercado con los que se realizan en el hogar, aunque se reconoce que en los países más desarrollados es más común la contratación de personas y empresas para su prestación y algunos de ellos son prestados por los Estados. El nuevo sistema de cuentas nacionales de Naciones Unidas (1993) recomienda el empleo en cuentas satélites o complementarias que, sin modificar la estructura del sistema, pueda relacionarse con las cuentas centrales, lo que facilitaría la valoración del trabajo doméstico. Para ello, se sugiere utilizar el uso del tiempo y crear cuentas de producción doméstica que podrían vincularse con las cuentas nacionales recurriendo, por ejemplo, a la medición de los aportes de mano de obra. 1.2 Deficiencias en la Recolección de Información Para capta la realidad de manera más objetiva sobre el peso real de la contribución de la mujer a la economía, se tienen que elaborar instrumentos de recolección de datos que incluyan una batería de preguntas que logren romper los esquemas culturales que aún prevalecen en muchas mujeres. Por otro lado, no es menos importante, la sensibilización de las personas que recolectan la información, para que puedan tener la suficiente habilidad de auscultar sobre las actividades que realizan las mujeres y que continúan ocultas. Al respecto, las encuestas de FIDEG27, han mostrado que si se implementa una metodología sensible a la discriminación de género, la realidad muestra a mujeres que además de ser “amas de casa”, también realizan una serie de actividades económicas, que en algunos casos aportan ingresos sustantivos al hogar. “Yo me presenté en este seminario como Ama de Casa”, lo hice porque así nos han enseñado, pero yo además de las tareas del hogar, crío y mato cerdos; el cuero lo hago chicharrones; ni la sangre pierdo porque hago moronga; con la carne y la manteca hago nacatamales, frito y los vendo en el mercado. Los domingos hago enchiladas y me voy

27 Encuesta de Nivel de Vida, que se levantan anualmente a una muestra Panel de 1,600 hogares urbano y rurales (1995-2002)

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al campo de base ball y le vendo a los hombres que llegan a ver el juego. También crío ovejas peliguey para venderlas cuando estén grandes. Ahora me doy cuenta que soy Ama de Casa, pero nunca más volveré a presentarme de esa manera, de ahora en adelante cuando alguien me pregunte si trabajo, le diré que sí, que no solamente trabajo, sino que tengo varios trabajos”. Participante en Grupos Focales de FIDEG. 1.3 Ausencia de Voluntad Política para Reconocer el Trabajo de la Mujer Si bien en cierto, las mujeres nicaragüenses han sido visibilizadas en una mayor proporción como PEA, aún persisten esquemas culturales que la invisibilizan o en el mejor de los casos, la toman en cuenta para ser beneficiaria de proyectos asistencialistas para su familia. En otros casos, las mujeres son vistas como trabajadoras, sin embargo, los recursos que reciben son muy limitados, ya que detrás de ello, prevalece el esquema que la “mujer no está apta para proyectos grandes”, de ahí nacen los proyectos de traspatio con limitados recursos. Numerosos estudios han mostrado que la mujer juega un rol determinante en la generación de ingresos, pero los tomadores de decisiones siguen pensando en la mujer como apoyo a programas o como agente activo de microdesarrollo. Es decir, que con todo y el cúmulo de estadísticas que existen en el país sobre el rol económico de las mujeres, los esquemas culturales continúan prevaleciendo y marginando a las mujeres a pequeños proyectos de sobrevivencia.

2 Aporte del trabajo de las Mujeres desde la Esfera Productiva Entre 1995 y 1996, FIDEG se planteó el reto de realizar una investigación a fin de contabilizar el aporte del trabajo de las mujeres al PIB28 . FIDEG hizo contactos con funcionarios del Banco Central de Nicaragua, quienes contribuyeron y aportaron a la reflexión conceptual sobre el instrumento que se aplicaría en el trabajo de campo, así como la información necesaria cuantificar el trabajo de las mujeres con relación a las cuentas nacionales.

Desde el punto de vista de la investigación, una correcta valoración del trabajo en cualquier actividad productiva requiere disponer del costo de todos los insumos físicos para cada producción. En lo relativo a la mano de obra, debería tomarse el valor del trabajo remunerado y no remunerado. Dadas las características del sector rural nicaragüense, en donde prevalecen unidades productivas de pequeño tamaño (el 73% de los hogares de la muestra con disponibilidad de tierras, corresponden a fincas de menos de 5 mzs.) y en condiciones de elevada pobreza, una gran parte de l@s informantes de los hogares entrevistados, declararon trabajar la tierra con sus propios recursos y particularmente con mano de obra familiar. La contabilización de ello permitió identificar el total de tiempo requerido para producir una manzana de cada producto.

28 Renzi María Rosa y Agurto Sonia. “La Esperanza tiene nombre de Mujer. La Economía nicaragüense desde una perspectiva de género” 1997

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Los datos de FIDEG fueron procesados de tal forma que permitieran contabilizar el tiempo promedio invertido por hombres y mujeres en las diferentes actividades productivas y no productivas.

2.1 Aporte desde el Sector Primario � Granos básicos En la producción de los granos básicos, de acuerdo al tipo de tecnología utilizada, se registraron diferencias tanto en la participación del aporte de las mujeres y hombres, así como en el valor del trabajo no remunerado en relación al costo de producción. Cabe señalar que el trabajo no remunerado no es un elemento exclusivo de las mujeres sino que en ello también influye particularmente el aporte de los niñ@s. En términos generales, el aporte de las mujeres en función del tiempo dedicado a la producción de una manzana de granos básicos varía en promedio entre un 17% en frijol y sorgo y el 21% en la producción de maíz y arroz. Sin embargo, el monto monetario del trabajo no remunerado presenta variaciones mucho más fuertes según el tipo de producto y la tecnología utilizada. El valor del trabajo no remunerado con relación al costo de producción fluctúa entre un 25% y 35% en el maíz y frijol y un 40%-50% en sorgo y arroz. En términos generales, en la producción de granos básicos se logró identificar una cierta división del trabajo entre los hombres y las mujeres. Por ejemplo, los hombres tienen un mayor peso en todos los casos. Sin embargo, éstos adquieren una mayor importancia relativa en las actividades de presiembra (rozar, barrer y quemar), mientras que en el caso de las mujeres aparece como una actividad muy propia de ellas la preparación de alimentos para los mozos, pero también otras actividades como son: siembra, deshierba, arranca, tapisca, dobla, recolección y tandaleo. Adicionalmente, las mujeres aumentan su participación en actividades que están vinculadas a la primera fase de procesamiento de los granos básicos y previos a la comercialización (secado, lavado, etc.). Un hecho que llamó particularmente la atención, es que en todos los casos la comercialización de los granos básicos fue declarada como una actividad de los hombres. Esto dio indicaciones que las mujeres no estaban interviniendo en la etapa de toma de decisiones sobre el destino de la producción de la finca o parcela y por lo tanto, de ello se derivaría que el control de los ingresos de la actividad productiva es una cuestión de dominio de los hombres. � Productos de exportación Al igual que en los granos básicos, para la producción de rubros de exportación (principalmente café y ajonjolí)1 el aporte de las mujeres y hombres varía de acuerdo a la tecnología utilizada y las diferentes actividades que involucra la producción. En promedio, el aporte de las mujeres en función del tiempo dedicado a la producción de una manzana de café y ajonjolí varía de 25% y el 35% respectivamente.

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A diferencia de lo observado en los granos básicos, el valor del trabajo no remunerado en este tipo de producción disminuye significativamente, lo que podría explicarse al hecho de que la mayor parte de la producción de estos cultivos es para su realización en el mercado (venta), mientras que en el caso de los granos básicos por lo general la producción es para el autoconsumo y por tanto, contiene una mayor proporción de trabajo familiar y no remunerado.

En la producción de bienes de exportación también se observa cierta división en el trabajo de hombres y mujeres. Sin embargo, pareciera que ésta es un poco más difusa y no tan clara como lo observado en la producción de granos básicos. Por ejemplo, la producción de café y ajonjolí con maquinaria, hay una mayor intensificación del uso de la fuerza de trabajo femenina en comparación con la tecnología tradicional. En la producción del ajonjolí, la participación de las mujeres es mayoritaria por ejemplo en el gradeo, 55% del tiempo dedicado a esa actividad para la producción de una manzana de ajonjolí tecnificado. En este cultivo, también resalta que las mujeres participan con casi un 40% del tiempo requerido para la producción de una manzana de ese producto, en actividades como aplicación de herbicidas e insecticidas y deshierba, además de constituir una parte importante de la mano de obra para actividades como el raleo, aporreo, corte, emparve, traslado, entre otras. En el caso de la producción de café tradicional, la participación del trabajo de las mujeres se eleva en la fase de corte y en actividades de apoyo a la producción (alimentación para los mozos), mientras que en la producción de café tecnificado, las mujeres tienen una alta participación en esas mismas actividades, a las que se agrega el de aplicación de fertilizantes y caseo para fertilización, principalmente. Los resultados de esta investigación por otra parte, son consistentes con otras evidencias empíricas realizadas en 1992, en donde se constató que las mujeres constituían una parte importante de la fuerza de trabajo en las actividades de producción de cultivos exportables, siendo el 38% de la fuerza laboral en la producción de café, incrementándose al 70% en época de cosecha.1

De los cálculos anteriores, se logra identificar que la contribución de las mujeres es de aproximadamente una cuarta parte del producto agrícola generado en 1995, mientras que la participación en la generación de producto pecuario es casi una tercera. En este último influye de manera notoria la participación del trabajo de las mujeres en la crianza de aves y otros animales domésticos, en tanto la participación de éstas es cercana al 20% en actividades vinculadas a la ganadería mayor.

2.2 Aporte desde el Sector Secundario y Terciario

En el caso de las actividades secundarias y terciarias del PIB, la comparación entre los resultados de la investigación aplicada de FIDEG y los datos del BCN fue más compleja dado que este último no dispone de la información desagregada por actividad económica específica y a valores corrientes que pudieran ser comparados para los fines de la presente investigación.

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Las estimaciones del valor agregado en las diversas actividades del sector secundario y terciario del PIB, se hicieron a partir de contabilizar el tiempo reportado por todas las personas que de una u otra forma aportan para el desarrollo de dichas actividades. El trabajo de campo del estudio mencionado, se identificó una gama muy amplia de actividades, las cuales para fines de simplificación se agruparon en cuatro grandes categorías: industria manufacturera que engloba: actividades de artesanías (de bambú, de barro, de cuero, de madera, de mecate), costura, procesamiento de alimentos, trabajos en distintas ramas del sector industrial, entre otros, construcción, comercio (incluye todo tipo de comercio, sea de productos finales, de bienes intermedios, de equipo, de productos nacionales o importados) y servicios (incluye servicios personales, prestación de servicios públicos, reparación de equipos, etc.). Dada la complejidad de actividades y tareas involucradas en cada tipo de actividad y la dificultad de su comparación entre tan amplia gama de producciones, se establecieron dos grandes niveles de agregación: actividades administrativas, que involucra tareas de gerencia, contabilidad y administración; y las actividades productivas, que son aquellas más vinculadas al giro principal del negocio. •••• Intensidad de la jornada laboral Partiendo de la división del trabajo (entre actividades administrativas y estrictamente productivas) en los sectores secundarios y terciarios del PIB, la investigación de campo refleja en términos generales que la mayor parte del tiempo de las personas que trabajan en estos sectores, lo destinan a las actividades propias del negocio, es decir, con un menor peso relativo en lo que se consideran aspectos administrativos. En base al número de horas promedio reportadas por las personas que trabajan en estas actividades económicas, se confirma que existen jornadas laborales muy extensas. Con excepción de los servicios -donde se obtuvo un promedio de 7 hs. diarias-, todas las otras actividades absorben más de 8 hs., destacándose entre ellas, el trabajo en la construcción, actividades artesanales y en la industria manufacturera. Lo extensivo de las jornadas laborales, podría explicarse al hecho de que son actividades que principalmente se realizan en el sector informal, el que en los últimos años ha experimentado un crecimiento acelerado. El bajo poder adquisitivo de la población que demanda este tipo de bienes y servicios, hace al mercado informal un espacio muy competido y por tanto, para lograr los ingresos que permita la sobrevivencia de las familias, exige de una mayor cantidad de horas en actividad. Por otra parte, la investigación, refleja que mayoritariamente esa situación recae sobre las mujeres. En efecto, del total de la población dedicada a actividades dentro de los dos grandes sectores del PIB, el mayor porcentaje se concentra en las actividades de comercio, servicios e industria. De acuerdo al tiempo invertido por mujeres y hombres en cada una de estas actividades, con excepción de servicios, el tiempo de las mujeres constituye la mayor proporción en esas actividades económicas.

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La medición del valor agregado derivado del trabajo de mujeres y hombres en los sectores económicos secundario y terciario, se hizo a partir de contabilizar el número de horas dedicadas a las diferentes tareas involucradas en las respectivas actividades económicas. En este caso la ocupación se clasificó en tres grandes grupos según la categoría ocupacional: cuenta propia, asalariados, trabajadores no remunerados.

� Sector Secundario (Industria y Construcción) De acuerdo al tiempo invertido por las personas involucradas en esas categorías ocupacionales, se observan importantes diferencias de género, siendo más marcada la segmentación de algunas categorías. En efecto, más del 45% del tiempo que las mujeres dedican al trabajo en la esfera productiva en el sector secundario, lo hacen como familiar no remunerado y en un 37.9% como cuenta propia, lo que indica que no gozan de los beneficios laborales y sociales que sí pueden tener los que trabajan en relación de dependencia (asalariados), donde se observa una mayoría absoluta de hombres. � Sector terciario (Comercio y Servicios) En las actividades de comercio y servicios, las mujeres y los hombres presentan una distribución de su tiempo bastante similar. Sin embargo, llama particularmente la atención el peso que adquieren las mujeres dentro de la categoría de asalariadas. Esto se explica principalmente al peso que tiene la ocupación de mujeres dentro de los sectores de educación y salud que están incluidas en la agrupación de servicios. Asimismo, aunque en el total sectorial, los hombres aparecen con una proporción mayor como trabajadores no remunerados, ello se explica principalmente por su elevado peso en las actividades de servicios, mientras que en el comercio es mayoritario el número de mujeres como trabajadoras no remuneradas. 2.3 Balance Global de la participación de las Mujeres y Hombres en la generación del PIB La sistematización de la información de la investigación de FIDEG, permitió aproximar una cuantificación de lo que significa el trabajo de mujeres y hombres en la generación del PIB de Nicaragua en 1995. Los datos varían según se tome en cuenta el aporte de la mano de obra remunerada y no remunerada. Sin embargo, partiendo del principio de que ambos esfuerzos contribuyen en similares condiciones a la generación de la riqueza, se tomaron en cuenta para el cálculo del aporte diferenciado de mujeres y hombres. Dentro del sector primario que representó el 28,3% de la generación del PIB de 1995, las mujeres con su trabajo contribuyeron aproximadamente en la generación del 26% y los hombres con el 74%. Al interior del sector se observan diferencias por actividades económicas. De cada 100 córdobas producidos en el sector primario, C$ 71

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corresponden al sector agrícola y C$ 23 a las actividades del sector pecuario (ganadería mayor y menor), el resto corresponde a la producción del sector pesca y silvicultura. En estos últimos la participación del trabajo de las mujeres es bastante marginal, de allí que no amerite mayores comentarios. Del valor agregado generado por la producción agropecuaria, el aporte de las mujeres es del 24% en el sector agrícola y del 33% en el sector pecuario. En las actividades del sector secundario (que incluye: industria manufacturera, construcción y minería), que aportan en una quinta parte a la generación del PIB nacional, las mujeres tienen una importante participación. En efecto, del total del valor agregado por ese sector, el 36% corresponde a mujeres y el 65% a los hombres. La segmentación del mercado laboral, se refleja claramente en la composición del PIB sectorial según la participación de las mujeres y hombres. En la industria manufacturera, las mujeres contribuyen con su trabajo en la generación del 47% del producto específico, siendo muy minoritaria su participación en las actividades de construcción y minería. El sector terciario que representa la porción mayoritaria del PIB nacional (51%) y que concentra las actividades de comercio y servicios, sean del sector público o privado, muestra una más marcada participación de las mujeres, quienes contribuyen con el 41% y el 59% corresponde a los hombres.

Aportes del Trabajo de las Mujeres y Hombres

en la generación del PIB 1995

36 64

26 74

36 64

41 59

0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

Aporte Total

Primaria

Secundaria

Terciaria

Mujeres Hombres

3 Aporte del Trabajo de las Mujeres desde la Esfera Reproductiva La elección de una metodología u otra para medir el trabajo que realizan las personas en la esfera reproductiva, depende fundamentalmente del uso que se quiera dar a los resultados y del tipo y calidad de la información que se disponga. En la investigación de FIDEG se utilizó principalmente el método del uso del tiempo. Es decir, a partiendo de tomar un día típico en el sector rural y urbano de Nicaragua de las familias entrevistadas, se procedió a hacer una contabilización matemática de los minutos destinados por cada uno de los miembros de la misma, para el desarrollo de diferentes actividades a lo largo de ese día típico. En el caso del sector rural, debido a la

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estacionalidad de la producción y el involucramiento de las personas en ese ámbito, al cual ya se hizo referencia, se diferenció la distribución del tiempo entre un día típico en época de cosecha y en época de no cosecha. Para la valoración del trabajo doméstico se utilizó el método de "Valor de los Insumos Laborables", el cual se estableció a partir del método de costo global de mercado reportado por las personas entrevistadas de las actividades domésticas conocido como el costo de reemplamiento y por el “costo de oportunidad” La utilización del método del costo de oportunidad fue más adecuado para medir el grado de bienestar de la familia que se deja de percibir, debido justamente a la obligatoriedad que se le impone a las mujeres por la construcción de roles en la sociedad, lo que limita la utilización de sus capacidades en la esfera productiva. Para la cuantificación económica del trabajo doméstico por el método del costo de reemplazamiento, se calculó el valor promedio ponderado reportado en cada caso según la localidad donde se hizo la investigación de campo, expresado en lo que costaría pagar a una tercera persona para realizar las tareas domésticas reportadas en cada caso. Para el cálculo por medio del costo de oportunidad, se hizo una relación de lo que cada persona involucrada en actividades domésticas devengaría si ese tiempo lo hubiese dedicado a actividades en la esfera productiva. En este caso, el valor del trabajo en la esfera reproductiva se estableció a partir de utilizar dos parámetros: el rango de edad y el nivel educativo. El valor del costo de oportunidad se definió otorgándole un salario o remuneración al tiempo destinado a las actividades domésticas, equivalente al que esa persona con esa edad y ese nivel educativo hubiese recibido en una actividad en la esfera productiva como cuenta propia en su misma localidad. El instrumento de recolección de la información primaria sobre el trabajo doméstico presentaba una gama amplia de actividades vinculadas a la esfera doméstica y otras clasificadas como actividades de patio, complementarias a la producción de finca o de otro tipo de actividad económica en el sector rural y urbano respectivamente. Dado que dentro del listado de actividades o tareas realizadas por las personas del hogar suele darse la simultaneidad de las mismas, se hizo un esfuerzo de agregación de algunas de ellas evitando la duplicación del tiempo imputado a actividades domésticas. De esta manera, las tareas en la esfera reproductiva quedaron estructuradas en 9 actividades (preparar alimentos, cuidar niños, halar agua, limpiar la casa, lavar y planchar, acarrear leña, hacer las compras, remendar ropa y llevar comida a la parcela o actividades de patio, según fuera el caso). Para el cálculo de las cuentas nacionales aquellas actividades que se realizan en el espacio reproductivo - aunque tienen un valor económico - no se toman en cuenta. Esas actividades por lo general, son consideradas dentro de las transacciones intrafamiliares y por tanto no se expresan contablemente. De allí que para dimensionar el trabajo doméstico en las cuentas nacionales, se optó por hacer la relación con el valor del

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consumo privado del PIB, que constituye uno de los componentes más importantes (70%) del destino del producto que se generó en 1995. En términos generales, se puede afirmar que el aporte económico de las personas en la esfera reproductiva, da indicaciones bastante aproximada de la subestimación del PIB. A nivel nacional, el valor del trabajo en la esfera reproductiva (según el costo de reemplazamiento), representa el 39,9% del consumo privado, correspondiendo el 33,15% a las mujeres y apenas el 5,7% a los hombres, que como vimos anteriormente, está fundamentalmente determinado por la participación de los niños y jóvenes en menor medida. Por medio del método de costo de oportunidad, esa contribución se eleva al 44,42% del consumo privado nacional, correspondiendo el 39,57% como aporte de las mujeres y 4,85% fue el aporte de los hombres. Posiblemente influido por la mayor concentración de la población en el sector urbano y a las características sociales de la vivencia en zonas urbanizadas que por lo general son más complejas que en las zonas rurales, existe un mayor número de personas y de tiempo dedicado a actividades domésticas en el sector urbano.29

De acuerdo a la valoración del trabajo doméstico según el costo de reemplazamiento, la contribución del sector urbano es el 28,0% del consumo privado y del 10,82% corresponde al trabajo doméstico de personas con residencia rural. Esas proporciones se elevan cuando se analiza la contribución del trabajo en la esfera reproductiva por el método del costo de oportunidad en el sector rural, y contrario a lo esperado, se produce una ligera disminución en el caso del sector urbano. Aporte del Trabajo Doméstico en relación al PIB, por sexo

29 En gran medida eso está determinado por la mayor concentración de población en las zonas urbanas del país, aún cuando en términos promedio por día se haya observado una relación inversa.

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23

4

27

3100

0102030405060708090

100

Costo de Remplazo Costo de Oportunidad Monto PIB

Mujeres Hombres

4 Peso Específico de las Actividades Productivas y Domésticas en la Generación del PIB Si en la sociedad en que vivimos se establecieran relaciones más equitativas de género y el trabajo de la mujer fuese valorado en su verdadera dimensión, el aporte de las mujeres a la economía de nuestros países sería sumamente relevante. De hecho, el estudio de FIDEG mostró que con su trabajo productivo las mujeres aportaron en 1995 al 36% en la generación del PIB. Si a este aporte se le sumara el valor del trabajo doméstico que realizan las mujeres desde la esfera reproductiva, su aporte al PIB se incrementaría al 58%. De esta manera, aunque el trabajo de las mujeres no es reconocido, está plenamente demostrado que su trabajo juega un rol determinante en el desarrollo de Nicaragua.

Aporte de Mujeres y hombres en una Nueva Conceptualización del PIB

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36

64

58

42

0

20

40

60

80

100

Cuenta Tradicional Cuenta Nueva

Mujeres Hombres

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PARTE IV: RESPUESTA PÚBLICA Y PRIVADA A LA GENERACIÓN DE EMPLEO O INGRESOS Este acápite contiene una descripción valorativa preliminar de los principales esfuerzos vigentes en el país, para el fomento de la generación de empleos o ingresos, impulsados tanto por el sector público como por el privado. La información recopilada, vía revisión documental y entrevistas a funcionarios (as) de instituciones vinculadas a la temática, revelaron la existencia de un cúmulo de acciones de diversa naturaleza y alcance que son expresiones de las políticas de mercado existentes en el país. En relación a su naturaleza, las acciones de generación de empleo o ingresos impulsadas pueden ubicarse en lo que se denominan Políticas Pasivas y Activas de empleo. Las primeras son medidas asistenciales que tratan de mitigar la situación de pobreza asociada al desempleo. Consisten en el otorgamiento directo de prestaciones: alimentos, vivienda, salud entre otras, a poblaciones desempleadas, para mitigar los efectos de la pérdida de ingresos por desastres naturales o sociales. Pueden o no tener como requisito, que los receptores de la ayuda realicen trabajos de beneficio social en sus comunidades. Las llamadas Políticas Activas de empleo, son acciones que pretenden reducir el desempleo estructural, tratando de incidir, directa o indirectamente, en la oferta o en la demanda de trabajo. Tres ejes fundamentales suelen tener estas Políticas a criterio de varias analistas del tema: 1) Incrementar la demanda de trabajo a través de políticas que fomenten éste. 2) Mejorar la calidad de la oferta de trabajo y 3) Facilitar el encuentro entre trabajadores (as) y puestos de trabajo.1

Respecto a su alcance, las acciones identificadas en el sondeo corresponden a lineamientos nacionales y acciones de niveles meso y micro sociales. La información se presenta analizando primeramente algunas políticas macro económicas vinculadas estrechamente con el estímulo al empleo o la generación de ingresos, posteriormente, las acciones sectoriales o institucionales, públicas y privadas, que con similar objetivo están concretadas en programas y proyectos. 4.1 Los Planes de Desarrollo y las Políticas de Fomento al Empleo Los esfuerzos de generación de empleo o ingresos del nivel nacional corresponden a lo que especialistas del tema conocen como Políticas Nacionales de Empleo. Éstas son entendidas como el conjunto de mecanismos y medidas de orden económico, social, jurídico y político que los gobiernos impulsan para estimular, directa o indirectamente la creación plazas de trabajo o la generación de ingresos1.

Las políticas de empleo tienen que ver con todo el contexto económico y social, son políticas públicas de nivel macro que pueden estar o no explicitadas en la estrategia de desarrollo de un país. Independiente de ello, suelen estar inmersas o integradas en ellas. Esta “integración” es coherente con el modelo de una economía de mercado en

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el cual el papel del estado es básicamente de “facilitador” más que de “generador” directo de empleos. Es este sentido, trata estimular a través de leyes y políticas macroeconómicas (salarial, fiscal, monetaria, precios y sectoriales) la inversión nacional y extranjera, así como las exportaciones, para la generación de empleos productivos y estables. En el caso de Nicaragua, no ha habido una política nacional de empleo formalizada, lo que no significa que no ha existido como tal. De hecho todos los planes de desarrollo económico impulsados por los gobiernos de las últimas décadas, han tenido entre sus ejes más importantes el fomento del empleo o el ingreso, por considerarlos factores esenciales para mejorar las condiciones de vida de la población. La situación es similar con el gobierno actual, las políticas de empleo están subsumidas en la conducción de la política económica y social. Conviene señalar que el país no cuenta realmente con una Estrategia Nacional de Desarrollo definida en el país1. Recién en el seno del CONPES se están abriendo espacios de reflexión al respecto con participación de representantes de la sociedad civil y hay avances de propuestas borradores.1

No obstante, el actual gobierno cuenta con instrumento de planificación económica –social, publicado oficialmente y presentado ante la comunidad donante, que es la “Estrategia Reforzada de Crecimiento Económico y Reducción de Pobreza” (ERCERP). Podría decirse que ésta constituye el eje vertebrado de los esfuerzos nacionales de desarrollo y de la cooperación externa. La Estrategia Reforzada de Crecimiento Económico y Reducción de Pobreza Poco tiempo después de la inclusión de Nicaragua en la Iniciativa de los Países Altamente Endeudados (HIP), en 1998, los organismos financieros internacionales “ orientaron” la elaboración de una estrategia de reducción de la pobreza, con un fuerte contenido de acciones para el desarrollo de capital humano y protección de grupos vulnerables. Una primera versión de esta Estrategia fue formulada por la pasada administración de gobierno, luego de un proceso de consulta a la sociedad civil y presentada en junio 2001. El nuevo gobierno, del Ing. Enrique Bolaños, a través del Consejo Nacional de Planificación (CONPES), amplió el proceso de consulta con la sociedad civil organizada en busca de un consenso nacional y adecuó ésta a nuevos requerimientos económicos de los organismos financieros internacionales. La ERCERP establece como principales lineamientos de Política Económica el “Mantener la estabilidad y el crecimiento económico” y “Continuar la transformación hacia una economía de mercado”. Asimismo, se plantea objetivos de incrementar de la producción, la productividad y el empleo, vistos como condiciones esenciales para reducir la pobreza.1

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Siendo Nicaragua el segundo país más pobre de América Latina, la Estrategia se plantea como eje fundamental el logro de “... un crecimiento económico de base amplia con predominio en lo rural, dado que ¾ partes de los pobres extremos del país viven en el campo”1. Además del crecimiento de base amplia la ERCERP tiene otros tres pilares: inversión en recursos humanos, atención a grupos vulnerables y gobernabilidad. Asimismo, ha establecido tres enfoques transversales: vulnerabilidad ambiental, equidad social y descentralización. La Estrategia establece un grupo de metas al 2005, en el marco de las metas internacionales al 2015. La principal es reducir en un 50% la pobreza extrema en el país para ese último año. Las restantes metas están dirigidas a mejorar las condiciones de vida de los sectores pobres, particularmente en las áreas de salud, educación, desarrollo local y atención a sectores vulnerables: niñez en riesgo, adultos (as) mayores, personas discapacitadas y madres adolescentes. Una revisión detenida de directrices, objetivos y acciones de Política de cada uno de los pilares y temas transversales de la ERCERP, muestra que es un abordaje bastante integral de lucha contra la pobreza. Mayoritariamente las acciones contempladas se inscriben en una concepción de Políticas Activas de empleo, tratando de incidir en aspectos estructurales para desarrollar capacidades de la economía para generar empleo o autoempleo, entre las que se contempla la inversión en capital humano (ampliación de cobertura de políticas sociales para la población en extrema pobreza). La Inversión Pública y Privada y su impacto en el empleo Dado el vinculo directo entre inversión y trabajo se examinan brevemente los principales esfuerzos de inversión pública y privada realizados en el país y su repercusión en el empleo y la productividad. En el país, la inversión pública y privada anual de los últimos años ha experimentado un crecimiento sostenido, correspondiendo a un poco más del 30 por ciento del PIB. Esto ha propiciado un crecimiento del empleo, pero es altamente insuficiente. Existe un fuerte déficit de generación de empleos partiendo solamente del crecimiento constante de la PEA. Según estimaciones oficiales, 80 mil nuevas personas ingresan a la PEA anualmente, mientras, por ejemplo en el año 2001, la capacidad de respuesta del gobierno y el sector privado generó apenas 60 mil empleos, la mayor parte de ellos esporádicos y precarios.

Tabla de Inversión Pública y Privada (millones de dólares)

Conceptos 1996 1997 1998 1999 2000 2001 PIB 1,920.9 1,968.8 2,316.0 2,765.6 3,253,6 3,599.2 Inv. Total 518.8 623.7 782.0 1,197.5 1,143.2 1,194.5 Pública 228.0 192.1 205.4 375.7 445.0 447.8 Privada 290.8 431.6 576.7 821.8 698.3 746.6 Priv. Nac. 193.8 258.5 393.0 521.8 433.3 614.6 Inv. Extr. 97.0 173.1 183.7 300.0 265.0 132.0 Fuente: Banco Central de Nicaragua (BCN), http:/www.bcngob.ni. Citada por PNUD-SETEC, en “El Desarrollo Humano en Nicaragua 2002”.

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En el contexto de la actual recesión económica, esta tendencia de crecimiento de la inversión se está revirtiendo. Datos oficiales revelan una drástica reducción de gastos de capital de parte del estado, en el 2002 y en lo previsto para el 2003. En el 2001, el presupuesto en inversiones públicas fue de C$ 6,058 millones de córdobas. La reducción, con relación al presupuesto del 2002, fue casi de C$ 2 mil millones, equivalente en términos porcentuales a –32%. El 2003, significará el segundo año consecutivo de reducción de las inversiones públicas lo que reducirá la capacidad de empleo de la economía; a menos que el crecimiento de la inversión privada compense la disminución del gasto público, que es la apuesta del gobierno. Con referencia a la influencia de las inversiones en el mejoramiento de la productividad, si bien la inversión total experimentó un crecimiento sostenido hasta el 2001, éste no se ha traducido en mayores niveles de competitividad en los diferentes sectores económicos, con excepción de la pesca. Así por ejemplo, en el sector agro previa la crisis cafetalera, la generación de empleos se había mantenido, sin embargo, la productividad no había experimentado crecimiento, lo que dificultó el aumento de la demanda de empleos en este sector. Como bien señala el PNUD en informe sobre El Desarrollo Humano en Nicaragua 2002, la productividad guarda estrecha relación con el nivel de calificación de la fuerza laboral, que a su vez está determinada por los años de educación formal y las oportunidades de capacitación laboral y transferencia de tecnología de punta para el mejoramiento de los sistemas productivos. En acápites posteriores se analiza brevemente la cobertura y calidad de estas oportunidades. A. La Inversión Extranjera y el empleo en Zonas Francas

Los bajos costos de mano de obra y la seguridad ciudadana junto a la cuota de exportación que tiene el país a EU, son el principal atractivo para la inversión extranjera en maquilas en Nicaragua. Dicha inversión se ha convertido, a nivel nacional, en una de las más importantes fuentes generadoras de empleos directos desde 1990, en que comenzó a reactivarse este sector industrial. A inicios del 2002, existían 54 empresas con aproximadamente 40,000 trabajadores directos, que significaron exportaciones por un monto de $296.2 millones de dólares en el 20011. Estas empresas en su gran mayoría son de procedencia taiwanesas, coreanas y estadounidense. En las maquilas el 70% de la fuerza laboral son mujeres jóvenes, en edades entre 18 y 30 años. La evidencia obtenida en investigaciones empíricas 1 realizadas es coincidente en señalar que si bien las maquilas son una respuesta importante y rápida al desempleo especialmente urbano, la calidad del empleo dista mucho de ser considerado un “trabajo decente”, dadas las precarias condiciones y relaciones laborales que prevalecen en estos parques industriales.

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El gobierno de Nicaragua ha establecido un marco legal e institucional proteccionista para el surgimiento y desarrollo de la industria maquiladora. Las maquiladoras gozan de un régimen de excepción fiscal. Entre las leyes y decretos que establecen ese trato preferencial se encuentran: la Ley de inversiones extranjeras y su Reglamento (Ley # 127- 1992) y los decretos números 4691y 3192 sobre Zonas Francas Industriales de exportación. Las microempresas como generadoras de ingresos El análisis de la economía informal realizado en acápites anteriores, evidenció que las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMEs) constituyen en la actualidad una de las más importantes fuentes de empleo e ingresos de la nación. Existe consenso entre estudiosos del tema de que ellas constituyen el principal refugio del desempleo abierto. Especialmente los micro emprendimientos constituyen la estrategia de sobrevivencia de grandes segmentos de población sumidos en pobreza y desempleo. Las estadísticas oficiales muestran que las micro empresas tienen un importante protagonismo como generadora de autoempleo y empleo. Los establecimientos de 1 a 5 trabajadores (as) generan el 53% del empleo en Managua y este porcentaje sube en el resto de las ciudades, hasta llegar al 74% en el área rural. Es decir en el sector rural el peso de las micro empresas es aún mayor que en las zonas urbanas.

4.2. Políticas y Programas de Generación de Empleo e Ingresos Son políticas de mercado de trabajo de niveles meso y micro social, orientadas al fomento del empleo o la generación de ingresos, promovidas por el Estado o la iniciativa privada.

4.2.1 Programas de Generación Directa de empleos El sondeo documental y empírico realizado evidenció que los programas de generación directa de empleo, han sido promovidas por los diferentes gobiernos en la última década través de la construcción de obras públicas. Se identificaron dos tipos de acciones de generación directa de empleos. Uno, la generación de plazas de trabajo temporal para la construcción de obras públicas, especialmente de infraestructura social. El otro tipo, corresponde a programas de Trabajo por Alimentos que dan trabajo temporal a poblaciones pobres para enfrentar situaciones de emergencia nacional. En estos casos los trabajadores (as) no reciben un salario sino un pago en especie, consistente en comida, ropa, atención médica, materiales para vivienda etc. Estos acciones de generación directa de empleos, que corresponden a políticas activas y pasivas de empleo, han estado a cargo de instituciones gubernamentales como: FISE, INIFOM, IDR y MAGFOR.

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El Fondo de Inversión Social de Emergencia (FISE), institución creada para gestionar y administrar recursos financieros nacionales y extranjeros, tiene como misión la construcción de infraestructura social, fortalecimiento de gobiernos locales y atención a grupos vulnerables. Cabe mencionar que una de las pocas instituciones estatales que contempla explícitamente entre sus objetivos la generación de empleo para estratos sociales de bajos ingresos. El Informe oficial de la gestión de gobierno de Arnoldo Alemán, señala que esta institución entre 1997-2001, ejecutó un total de 3,609 proyectos valorados en $106 mil millones, referidos a construcción y rehabilitación de escuelas, centro de salud, letrinas, proyectos de aguas negras; sin embargo no presentan estimación del número de plazas de trabajo temporal generados por éstos. Funcionó también en el pasado gobierno la Secretaria de Acción Social (SAS), quien tuvo a su cargo junto con el FISE, el desarrollo de Programas de Empleo Comunitario del tipo trabajo por comida. Estos programas fueron implementados como medidas de emergencia en situaciones de desastres, como el huracán MICHT en 1998, las sequías en la zona seca del país en 1999-2000 y la atención al desempleo masivo de obreros (as) agrícolas del norte del país, producida por la crisis del café en el 2001. Se informa de un total de 1,187 obras, que generaron más de 70 mil empleos- mes para sectores pobres. Cabe mencionar, que la SAS fue cerrada en el actual gobierno por tener funciones superpuestas con otras instituciones y sus acciones fueron asumidas por el FISE, IDR y MAGFOR. El FISE en el gobierno actual, ha programado para el período 2002-2004 una inversión de US$ 100 millones para financiar la ejecución de proyectos de infraestructura solicitados por las alcaldías. En el 2002, informan haber ejecutado 340 obras ubicadas en comunidades pobres, generando 155,000 empleos/ mes directos e indirectos.1

En el presente año, a raíz de las modificaciones que hizo la Asamblea Nacional al Presupuesto General de la República 2003, el FISE publicó en los diarios un campo pagado, aclarando las consecuencias negativas del traslado de 63 millones de su presupuesto directamente a las alcaldías. Señalan que se vería afectada la inversión en infraestructura social básica programada para el período 2003-2005, en el marco de la ERCERP. Ésta consiste en más de 1,000 proyectos a realizarse con fondos provenientes de recursos externos (préstamos y donaciones), con los que esperaban generar 135,530 empleo-mes, directos e indirectos.1

El Ministerio Agropecuario y Forestal (MAGFOR). Entre sus muchas atribuciones, tiene la de identificar y priorizar las demandas de la producción agropecuaria y forestal (crédito, asistencia tecnológica, distribución y uso de tierras rurales del Estado, trabajo etc.). En el marco de este mandato ha asumido en el actual gobierno la coordinación de la respuesta gubernamental a la crisis del café.

En el transcurso de 2002, con la agudización de esta crisis, se generaron protestas de centenares de obreros (as) agrícolas abatidos por el desempleo y el hambre1, el nuevo

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gobierno de Enrique Bolaños, a través de este Ministerio y con apoyo del PMA, implementó un Programa de Alimentos por Trabajo que ha dado empleo a 13,000 familias afectadas por la crisis. “ ...Sabemos que esta solución es temporal, la solución definitiva es más justicia en los precios internacionales,” señaló el Ministro de Agricultura, en una entrevista a un diario local.

4.2.2 Programas de Capacitación Laboral y Asistencia Técnica para Generación de Empleos o Ingresos

El apoyo a la generación de empleos o ingresos vía servicios de capacitación y asistencia técnica, es realizado en el ámbito de gobierno por instituciones como: INTA, INATEC, MECD y MIFIC. El Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria (INTA), institución de gobierno cuya misión es generar y transferir tecnología a pequeños y medianos productores agropecuarios utilizando diversas modalidades de asistencia técnica aglutinadas en tres Programas: Investigación y Desarrollo de Tecnología, Extensión Agropecuaria en Fincas con recursos mínimos y en Sitios Marginales con degradación de su medio ambiente. Entre 1997 y 2001, refieren haber capacitado con diferentes modalidades de Asistencia Técnica a un total de 50,000 familias. Además promocionó la organización de jóvenes en “Club 4S”, organizándose 45 de estos grupos integrados por aproximadamente 1000 jóvenes rurales. En el Proyecto de Producción Animal, se realizaron acciones de mejoramiento de la producción avícola que benefició 1,141 familias, siendo mayoritariamente mujeres quienes asumieron responsabilidad de ejecución de dichas acciones. Es importante señalar que el INTA, cuenta con una División de Género que ha venido desarrollando desde 1994, un proceso sistemático para incorporar el enfoque de Equidad de Género en el quehacer institucional. Los principales logros de este proceso se han dado en los servicios de transferencia de tecnología, habiendo incrementado la “ clientela femenina”, de un 8% en 1995 a 27% en el 2001.1.

El Ministerio de Educación Cultura y Deportes (MECD) su aporte a la generación de empleo e ingresos, se da básicamente en el área de educación vocacional. Los principales logros del periodo (97-2001) pueden resumirse en la adecuación del Currículo del Programa de Educación de Adultos, en lo referido a la capacitación laboral, con el apoyo del INATEC. Esto es parte de un proyecto más amplio denominado “Diseño de la Reforma Educativa Básica y Media en Orientación y Habilitación Laboral”, que está iniciando su ejecución en dicha modalidad educativa. También informan la capacitación de 700 alumnos de la modalidad de Primaria Acelerada en oficios varios. Instituto Nacional Técnico (INATEC), es el ente estatal responsable de coordinar el subsistema de la Educación Técnica en el país. La oferta pública educativa de este

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subsistema es limitada. En el 2001, se contaba con 30 centros estatales (12 agropecuarios, 4 industriales y 14 comerciales), ubicados en su mayoría en las ciudades. La oferta privada era mucho mayor, un total de 283 centros fueron contabilizados.1

La educación técnica es considerada en el Plan Nacional de Educación 2001-2015 (PNE), un componente estratégico de la estrategia educativa, clave para acercar el aprendizaje o formación a la producción, especialmente en países como Nicaragua, donde la educación Media o Técnica constituye el máximo nivel de escolaridad que alcanza la mayoría de los estudiantes antes de incorporarse al mercado laboral. A pesar de lo anterior, las estadísticas oficiales muestran que este tipo de formación no es la opción educativa con más demanda entre la juventud nicaragüense, si se compara con la escuela secundaria. En el 2001 ingresaron a la educación técnica 16,000 personas, que representa el 1.4 % de la población entre los 15 y 24 años. Ese mismo año la matricula de la educación secundaria fue de 354,750 jóvenes. Otro elemento de información es que los egresados de la educación técnica tienen más posibilidades de encontrar trabajo que los bachilleres, sin embargo las diferencias de matrícula son marcadas. Más que razones económicas, hay consenso de que el factor cultural (prejuicios sobre este tipo de educación) es el que explica esta diferencia. “Existe una subvaloración de la formación de técnicos de parte de la sociedad nicaragüense..”, señala el Plan Nacional de Educación. La subvaloración antes referida, parece estar vinculada con el poco reconocimiento social y económico que han recibido los graduados (as) de este nivel en el país, de modo que los y las jóvenes prefieren entrar en la secundaria con la esperanza de llegar a la universidad y obtener una mejor inserción en el mercado laboral; lo que no se hace realidad para muchos de ellos, dados los altos niveles de pobreza de las familias que inciden en los problemas educativos de deserción, ausentismo y promoción escolar. Para contribuir a superar esta situación el INATEC en el presente año, inició la ejecución de un proyecto piloto el Bachillerato Técnico, que permitirá a 11 especialidades, de las 20 que ofrecen, graduarse a la vez como técnico y como bachiller, para que pueda optar a estudios superiores. Con referencia a igualdad de oportunidades de las mujeres a la educación técnica, hay sesgos de género en la selección de las carreras. Los hombres se concentran en las especialidades agropecuarias, forestales, industria y construcción y las mujeres en las de comercio y servicios, como puede observarse en el siguiente cuadro con información de la matrícula en los últimos años.

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Matricula INATEC 1999-2001 Matricula inicial del Inatec 1999 2000 2001 %(mujeres)

(2001) Agropecuario y forestal 1086 1529 1529 19 Industria y construcción 2426 2538 2540 6 Comercio y servicios 10283 11745 8304 70 Total 13795 15812 12373 50

Fuente: INATEC, Dirección de Planificación (2001), Boletines de INATEC, 1999-2001, citado en El Desarrollo Humano en Nicaragua 2002, PNUD.

Precisamente las especialidades en que más se concentran las mujeres son las que tiene menos potencial de empleo en la actualidad. Funcionarios (as) entrevistados en esta institución, señalaron que las carreras técnicas con más posibilidades de trabajo en la son las ligadas al sector agropecuario y forestal, donde puede darse hasta un 80 % de ocupación. Sin embargo, la matrícula de estas carreras es la más baja y las mujeres son minoría. “Las carreras de comercio y servicio registran las matrículas más altas, tienen mayor concentración de mujeres y son las que menos posibilidades de trabajo ofrecen en la práctica. El porcentaje de ocupación de ellas puede andar por el 40%, porque el empleo en esa área es restringido en el país”, expresó una docente de INATEC entrevistada. Lo anterior hace pensar que se requiere de parte del Estado una mayor divulgación sobre la importancia y ventajas de la educación técnica, así como para desterrar prejuicios sobre este tipo de educación y cambiar imaginarios sociales de género que inciden en la selección de las carreras. El Ministerio de Fomento, Industria y Comercio (MIFIC) tiene entre sus funciones impulsar la productividad de la industria, en la línea de transferencia de tecnología y capacitación, con énfasis en la pequeña y mediana industria. El informe la gestión de gobierno del gobierno pasado (1997-2001), refiere la realización de “53 proyectos de capacitación a este tipo de empresas”. Obviamente es una cobertura ínfima si tomamos en consideración el universo de MIPYMES existentes en el país. Podría ser que esta información esté incompleta y no incluya por ejemplo la labor de capacitación y asistencia técnica que realiza el INPYME, que es un ente estatal descentralizado. La oferta privada de servicios de Capacitación laboral y de Asistencia Técnica es muy significativa. Lamentablemente, las coordinadoras de ONGs no tienen datos sobre tamaño y contenidos de estos servicios. Se conoce que existe un considerable grupo de ellas, además de gremios y cooperativas que realizan acciones sistemáticas de este orden, mayoritariamente a microempresas urbanas y rurales y a la pequeña producción campesina. Una rápida mirada a los datos agregados provenientes de las encuestas de nivel de vida del INEC, muestra la importancia de la capacitación y la asistencia técnica tanto para la mano de obra ocupada como la desempleada.

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Datos de INEC 1998 y 2001 muestran que existe un predominio del trabajo no calificado en el mercado de trabajo nacional. Casi la mitad de la fuerza laboral, un 48% no ha completado la primaria. Ese porcentaje asciende al 68% si se adicionan los trabajadores (as) con primaria aprobada. El problema de la baja calificación es más agudo en el área rural, más del 70% de la fuerza laboral que no ha aprobado primaria se ubica en esta área. Varios análisis estadísticos de las encuestas han evidenciado, la existencia de una relación directamente proporcional entre Escolaridad –Ingresos e Inserción laboral. La educación formal determina las posibilidades y características de inserción en el mercado de trabajo. De ahí que el reto sea incrementar la inversión en educación formal e informal. En relación a estas últimas, los programas de capacitación para el empleo o autoempleo deben ser uno de los ejes fundamentales de una política activa de empleo en el país. 4.2.3 Programas que apoyan la Inserción de las Mujeres en el Mercado Laboral La respuesta que existe en este aspecto es mayoritariamente gubernamental. Las principales acciones han estado bajo la responsabilidad de MIFAMILIA y el INIM que es un ente autónomo supeditado al primero. El Ministerio de la Familia (MIFAMILIA), con funciones de promover soluciones integrales que fortalezcan la unidad familiar, con énfasis en familias vulnerables, informa la ejecución de acciones que pueden contribuir a la incorporación de las mujeres en el mercado laboral, tales como: • Programa de Fortalecimiento de Centros de Cuidado Infantil. Los hay de

dos tipos: Centros Infantiles Comunitarios (CICOS) y de los Centros de Desarrollo Infantil (CDI). En relación a estos últimos, existen solamente 29 CDI a nivel nacional, de los cuales 13 son atendidos por MIFAMILIA, el resto son privados. • Programa de Niños y Niñas Adolescentes Trabajadores, en el que se han

atendido 5,809 niños y niñas, de éstos 2,803 hombres y 3,087 mujeres. La atención incluye educación formal, no formal y vocacional. Algunos de estos proyectos tienen también el componente de crédito revolvente para las madres y padres de los niños, niñas y adolescentes atendidos. • Programa de Protección Familiar, recepciona y apoya trámites de pensiones

alimenticias que se logran negociar de mutuo acuerdo. No fue posible obtener datos de cobertura e impacto de este servicio, de suma importancia para muchas mujeres, dado el alto nivel de irresponsabilidad paterna prevaleciente en el país. No obstante, se obtuvo la valoración de abogados(as) que llevan juicios de pensión alimenticia, en bufetes jurídicos de centros de derechos humanos. Éstos coincidieron en señalar la necesidad de revisar la legislación al respecto, para agilizar los procedimientos judiciales que con frecuencia desincentivan a muchas mujeres a reclamar el cumplimiento de obligaciones paternas.

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• Programa de Atención del Adulto Mayor, ejecutado mediante el apoyo a 18 centros o asilos, la mayoría de ellos de iniciativa privada pero con subvención económica y técnica por parte del estado. El Programa atendió 2,200 ancianos, en sus dos modalidades de permanencia y de no permanencia. Obviamente, es una cobertura muy limitada tomando en cuenta la demanda existente y la baja cobertura del seguro social. • Programa PAININ, es una de los proyectos contemplados en la ERCERP,

consistente en atención en salud, comida y educación a menores de seis años, de familias o sectores en extrema pobreza. Refieren la existencia de 1,827 comedores infantiles a nivel nacional, buena parte de ellos organizados por las comunidades con el apoyo de ONGs y la solidaridad internacional. • Programa de Atención a personas Discapacitadas. En el período, 1997-

2001, refieren la atención 759 personas, de ellos 511 niños y niñas en centros escolares especiales. Varios de estos centros han sido organizados por iniciativa de una ONG conformada por padres y madres de estos niños y niñas, denominada “Los Pipitos”. • Programa Red de Protección Social. Es otro de los programas de la

ERCERP en el eje de atención a grupos vulnerables. Se ejecuta en municipios rurales de extrema pobreza y consiste en apoyo monetario a familias indigentes con niños y niñas menores de 10 años, por un monto de $361 dólares por familia, para alcanzar objetivos de mejorar acceso y calidad de la educación, salud y alimentación de infantes en ese rango de edades. La primera fase de este programa (2000-2001), estuvo bajo la responsabilidad del FISE y se informa que benefició un total de 10 mil familias. En su segunda fase, bajo la responsabilidad de MIFAMILIA se tiene programado ampliar la cobertura y la inclusión de componentes nuevos, para superar su corte asistencial, como la capacitación a las madres para la generación de ingresos. La valoración de la cobertura de los programas que desarrolla MIFAMILIA es insuficiente, por consiguiente su impacto es poco significativo. La Política Social de los últimos gobiernos en Nicaragua, progresivamente ha venido reduciendo la cobertura y calidad de estos programas, consecuencia de la aplicación a lo largo de la década de los 90 de programas de ajuste estructural, que han recortado del gasto público y por ende éstos y otros servicios sociales como educación y salud. En esta línea, los programas gubernamentales de cuido infantil, son una especie en atención a la niñez en riesgo, adultos mayores, discapacitados entre otros, son de cobertura muy reducida si se compara con la demanda de la PEA femenina en condiciones de pobreza, incorporada o tratando de incorporarse al mercado de laboral.

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Las perspectivas de fortalecimiento de estos programas a corto y mediano plazo son mínimas. Las condiciones recesivas de la economía, las exigencias de mayor recorte del gasto público por parte del FMI no dejan margen para ello. Una esperanza se vislumbra para familias rurales en extrema pobreza, si se logra concretizar las acciones de inversión en capital humano, atención a grupos vulnerables y equidad social previstas en la ERCERP.

4.2.4 Programas de Seguridad Social El Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), con sus prestaciones sociales de maternidad, enfermedad, invalidez, vejez y muerte, ha contribuido a mejorar las condiciones de trabajo de la PEA ocupada en el sector formal de la economía. Lamentablemente dicha proporción es muy reducida. Según datos de INEC 2001, la cobertura de la Seguridad Social de la PEA ocupada es del orden del 16.7 %. Esto es equivalente a una cobertura nacional de la seguridad social menor del 10%. Como se hizo mención en acápite anterior, el empleo formal cubierto por la seguridad social se ha visto afectado por la crisis de la economía nacional y los recortes en el empleo público. En la primera mitad de la década de los 90, las empresas formales disminuyeron en aproximadamente 58,000 puestos de trabajo. Pero a partir de 1995 el empleo formal comenzó a experimentar crecimiento ligado al crecimiento de la economía, hasta llegar en el 2001 a 316,700 trabajadores (as), equivalente al porcentaje de la PEA cubierta con seguridad social. La desagregación por sexo la cobertura de seguridad social de la PEA ocupada, es un 9% hombres y un 8% a mujeres. Una brecha aunque no muy marcada. Si tenemos en cuenta que el acceso a la seguridad social es uno de los indicadores básicos de la calidad del empleo, esta reducida cobertura del seguro social muestra la precariedad del empleo en el país. En el caso de las mujeres, insertadas mayoritariamente en el sector informal, como cuentapropistas, empleo doméstico y microempresas urbanas y rurales, están excluidas de estos sistemas convencionales de protección social.

4.2.5. Programas de Acceso a Recursos Productivos A ) Programas de distribución y titulación de tierras agrícolas Varios estudios en el país han evidenciado que las mujeres siempre han trabajado la tierra, pero muy pocas han sido dueñas de este medio de producción. De ahí que el acceso de la mujer a la tierra en la década de los 80s con la Reforma Agraria implementada en ese período. A pesar que esta Reforma es considerada como una de las más avanzadas en América Latina, en la medida que contempla la plena igualdad de las mujeres para tener acceso a la tierra, la realidad mostró que solamente un 8% de las personas beneficiarias de tierras, fueron mujeres. Se considera que las trabas

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culturales de género bloquearon en buena medida el acceso de las mujeres a este medio de producción. En la década de los 90,s se implementan políticas agrarias a través de las cuales las mujeres tienen la posibilidad de tener acceso a la tierra, a través de un proceso de legalización de la tierra, tanto la entregada en la década de los 80s como en los inicios de la década de los 90s. Lo que pretendía el gobierno de Violeta Chamorro era hacer conciencia en los hombres, para que al momento de legalizar sus títulos de propiedad, incluyeran a su mujer en un título bajo la modalidad Mancomunado. Sin embargo, pese a los esfuerzos realizados por el gobierno a través del Instituto Nicaragüense de la Mujer y de la Oficina de Titulación Rural, fueron muy pocos los títulos donde las mujeres fueron incluidas, situación que estuvo matizada principalmente por prejuicios de género, ya que los hombres continúan sintiéndose que la tierra es de ellos y que sus mujeres solamente son “ayuda” para realizar sus trabajos agropecuarios1.

Vale mencionar que existen además de los programas del gobierno, organizaciones de productores y productoras que han apoyado el acceso de la mujer a la tierra. De esta manera, los datos de FIDEG muestran que aún cuando las mujeres tienen poco acceso a la tierra, en los últimos años su participación ha ido creciendo.

68 13 3 16

70 15 4 11

64 19 4 13

0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%

95/96

2000

2001

Nicaragua: Tenencia de la tierra 1995-2001 (FIDEG)

Hombre Mujer Ambos Otros

La necesidad de políticas agrarias integrales para la mujer Las investigaciones de FIDEG evidencian, que el hecho que la mujer sea dueña de un recurso, por ejemplo la tierra, esto no hace que de manera automática, la mujer tome mayor conciencia o alcance una mayor participación en la toma de decisiones en su hogar, o en relación al recurso del que es dueña o propietaria. Este insuficiente poder de decisión sobre los recursos, limita el avance hacia la equidad de género. Los estudios antes referidos han mostrado que no todas las mujeres dueñas de la tierra toman las decisiones que tienen que ver con su parcela. Qué productos sembrar, qué

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insumos comprar, a quién vender los productos, a qué precio venderlos, cómo gastar el dinero que genera la venta de los producto, solicitar el crédito, asistencia técnica e información sobre los precios de los productos que se sembraron, son decisiones que solamente en parte, hace la mujer dueña de la tierra. La otra parte de las decisiones las hace su cónyuge, su hijo, su suegro, o cualquier hombre que esté a su lado. Muchas mujeres que han logrado tener acceso a la tierra, la trabajan de forma eficiente. Sin embargo, muchas de las decisiones que se tienen que tomar, ya sean al interior de la unidad de producción como fuera de ella, es un paso que algunas mujeres quieren obviar. Pensamientos como “soy ruda”, “me da miedo”, “me pueden ver como mujer fácil”, “qué va a decir la gente”, “lo hace mejor el hombre”, son barreras que construyen muchas mujeres y cuya base real es el estado de sumisión y subordinación en el que han estado sometidas. Es válido recordar, que existe un movimiento de mujeres campesinas que trabajan de forma individual y en colectivo la tierra, que han logrado derribar muchas barreras culturales y son eficientes productoras agropecuarias, con unidades de producción modelos. El secreto de estas mujeres ha sido el acceso al recurso tierra acompañado de capacitación, crédito, renovación tecnológica y gestión. Lo anterior nos indica, que cuando se diseñen políticas públicas que pretendan beneficiar a las mujeres, éstas deben ser políticas integrales que deberían ir acompañadas de capacitación con enfoque de género y reflexión sobre la importancia de participar activamente, no solo en el trabajo físico, sino en las diferentes fases el proceso productivo.

42.3 24.2 19.2 14.1

42.7 24 18.7 14.7

45.3 24 18.7 12

45.3 24 17.7 12

48 22.7 18.7 10.7

46.6 25.9 20.7 6.9

48.8 16.3 22.5 12.5

0% 20% 40% 60% 80% 100%

Prod.Sembrar

Compra Insumosq

Vta Produc.

Precio Vta

Gastar Dinero

Sol.Crédito

Inf.Precios

Mujeres Dueñas de Tierra: Poder de decisión y control de los recursos

Mujer Cónyuge Ambos Otros

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2 72 21 5

2 71.8 20.6 5.5

2.7 70 22.2 5.1

3.7 69.4 21.4 5.4

3.4 65.5 26.6 4.4

4.6 63.4 25.3 6.7

4.4 59.4 30.9 5.4

0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%

Prod.Sembrar

Compra Insumosq

Vta Produc.

Precio Vta

Gastar Dinero

Sol.Crédito

Inf.Precios

Hombres Dueños de Tierra: Poder de decisión y control de los recursos

Mujer Cónyuge Ambos Otros

B ) Programas de Crédito En Nicaragua las oportunidades crédito son muy limitadas. Según CENAGRO 1, del total de pequeñas y medianas empresas agropecuarias del país, solamente un 15% han tenido acceso a financiamiento y de estos sólo el 2% recibe financiamiento del sistema bancario formal. Si las oportunidades de crédito de la banca formal son escasas para hombres y mujeres, en el caso de éstas últimas se reducen mucho más. Hasta hace poco tiempo este bien escaso había sido un recurso destinado a los hombres. De hecho, si las mujeres no han sido dueñas de los recursos, los grandes bancos no visibilizaban a las mujeres como sujetos potenciales beneficiarias del crédito. En la década de los noventa, con la desaparición de la banca estatal y el surgimiento de los grandes bancos privados, quedan sin acceso al crédito miles de pequeños y medianos productores de alimentos y de productos de exportación que no cumplían con el perfil de la nueva banca. En esa misma década surgen los pequeños bancos que tienen como objetivo llenar el vacío dejado por la banca estatal y beneficiar a los pequeños productores y empresarios, pero en especial a las mujeres. Con el propósito de beneficiar a las mujeres se diseñaron nuevas políticas bancarias cuyo objetivo era atenuar las barreras que hasta el momento habían impedido que las mujeres tuviesen acceso al crédito. Una de las políticas con enfoque de género fue el cambio de la prenda bancaria. Si las mujeres no eran las dueñas de los recursos, habría que crear otro tipo de prenda bancaria, y esta fue la fianza solidaria. Asimismo, se

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redujeron los intereses y se diseñaron formas de pago semanal y mensual, tratando de acomodarse a la forma de trabajo de las mujeres. La comparación de resultados del acceso al crédito diferenciado por sexo, en las encuestas de FIDEG 1995 y 2001, muestra cambios preocupantes en relación a la equidad de género: 1. Las diferencias de género en el acceso al crédito son notorias. Los montos promedios de crédito recibidos por las mujeres son sustancialmente más pequeños que los recibidos por los hombres, brecha que se ha profundizado entre 1995 y el 2001. En efecto, mientras el monto promedio entregado a las mujeres se encontraba en 1995 en un 51% por debajo de los montos promedios entregados a los hombres, en el año 2001 esta brecha se elevó al 70%. 2. En 1995, las mujeres representaban el 59% del total de las prestatarias y los hombres el 41%, participación que se ha revertido negativamente hacia las mujeres que muestran en el año 2001 una participación del 46.4% y los hombres del 53.5%. 3. En 1995, las mujeres se llevaban 48.4% de la masa de dinero, sin embargo, en el año 2001 solamente están recibiendo solamente el 20.7% del total de la masa crediticia entregada por diferentes fuentes de financiamiento. 4. Mientras en 1995 los hombres obtenían más del 80% del crédito de la banca convencional, en el año 2001 reciben crédito por esta vía solamente en un 41,3% y un 33.9% por la banca no convencional. Por su parte, las mujeres han duplicado su acceso al crédito de la banca no convencional, pasando del 33% al 66.2% en ese período. En resumen, las oportunidades de crédito son escasas para ambos sexos, pero es más pronunciada en el caso de la mujer. Hay una reducción de porcentaje de mujeres con acceso al crédito entre 1995 y el 2001, según encuestas de FIDEG. Las microfinancieras son las que están resolviendo en parte el acceso al crédito de hombres y mujeres pobres. Especialmente a estas últimas, les están proporcionado un recurso que se les negó durante décadas, sin embargo persisten discriminaciones de género en los montos de crédito incluso en este tipo de banca no convencional. Esto se ve en detalle en el análisis que se hace del mercado laboral informal. Convendría sólo recordar que las microfinancieras son las fuentes que mayormente le están proporcionando crédito a las mujeres pobres. Un estudio ya mencionado, realizado conjuntamente por FIDEG y WCCN1 evidenció un impacto social significativo de estas instancias de crédito no convencional, para incrementar el empleo y la generación de ingresos de hombres y mujeres mayoritariamente de sectores pobres. Sin embargo, se comprobó que persisten brechas de género en su accionar en detrimento de la igualdad de oportunidades de las mujeres, en los montos de los créditos asignados a ambos sexos.

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ACCESO AL CREDITO DE LA POBLACIÓN OCUPADA 1995 - 2001 ACCESO AL CREDITO HOMBRE MUJER TOTAL

1995 Monto Promedio (Córdobas) 5,089.5 2,510.5 3,982.5Composición de los Beneficiarios (%) 41.1 58.9 100.0Distribución de la Masa de Dinero(%) 51.5 48.5 100.0Procedencia del Crédito 100.0 100.0 100.0Bancos Privados 31.5 23.7 30.0Bancos Estatales 51.6 17.0 45.0ONGs, Proyectos, Microfinancieras 10.6 33.0 15.0Prestamistas 6.3 26.3 10.0

2001 Monto Promedio (Córdobas) 18,936.5 5,712.1 12,803.4Composición de los Beneficiarios (%) 53.6 46.4 100.0Distribución de la Masa de Dinero(%) 79.3 20.7 100.0Procedencia del Crédito 100.0 100.0 100.0Bancos Privados 41.3 31.4 39.2Bancos Estatales 8.3 0.8 6.8ONGs, Proyectos, Microfinancieras 33.9 66.2 40.6Prestamistas 16.5 1.6 13.4Fuente: Fideg. Encuesta Anual 1995 y 2001.

PARTE V: PRINCIPALES DISCRIMINACIONES Y BRECHAS DE GENERO 1. Brechas de Género entre la Población Ocupada en el Sector Formal e Informal de la Economía � Hombres y mujeres se insertan al mercado de trabajo formal e informal de forma diferente y con muchas desigualdades, que colocan a la mujer en una posición de desventaja frente a los hombres. Mientras las mujeres se ubican mayoritariamente (70.4%) en el sector informal y minoritariamente en el sector formal (29.6%); los hombres se ubican en los dos sectores con un mayor equilibrio (58.3% en el sector informal y el 41.7% en el sector formal). Trabajar en el sector informal implica que además de trabajar en un sector de menor dinamismo económico, se pierden todos los beneficios económicos y sociales que proporciona el sector a sus trabajadores, como es tener un ingreso seguro y con ello tener acceso a seguridad social, a décimo-tercer mes, vacaciones pagadas o descansadas, subsidios de maternidad y enfermedad. La brecha de género muestra una afectación negativa hacia las mujeres en relación a los hombres, ya que son las mujeres las que se concentran en un sector que no les proporciona mayores beneficios económicos y sociales, y como ellas mismas expresan “el día que no se trabaja, ese día no se gana, no se come”. � En las zonas urbanas del país, es donde las mujeres encuentran mayores oportunidades de empleo, ya sea en el sector formal como en el informal. Para los hombres la inserción laboral no está tan marcada como para las mujeres por el área geográfica. De hecho el 77.3% de las mujeres que trabajan en el sector formal y el 66.2% de las que trabajan en el sector informal desarrollan sus actividades en las

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ciudades; mientras los hombres encuentran empleo en el sector formal en similares proporciones en las zonas urbanas como rurales (52.7% versus 47.3%), y en el sector informal se ubican en un 42.2% en las ciudades y en un 57.8% en las zonas rurales. Se puede afirmar entonces, que otra desigualdad que enfrentan las mujeres al incorporarse al mercado de trabajo, es que las mayores oportunidades de empleo las encuentran en las ciudades. De hecho, son muchas las mujeres que tienen que viajar o trasladarse a las ciudades a trabajar, porque no encuentran oportunidades de trabajo en sus zonas de origen. Esta situación repercute profundamente en la vida de las mujeres rurales, especialmente cuando se trasladan solas a las ciudades sin poder llevar con ellas a los miembros de su familia. Esta búsqueda de nuevos horizontes para las mujeres genera serios conflictos en las relaciones familiares (separaciones, divorcios, hijos socialmente inadaptados, etc.), situación no la padecen los hombres, ya que el cuido de los hijos, culturalmente es “responsabilidad” de las mujeres. � El mercado formal e informal está generando empleos mayoritariamente para las personas jóvenes. Sin embargo, en el sector formal los jóvenes encuentran mayores oportunidades de empleo que en el sector informal. Mientras en el sector formal los hombres y mujeres jóvenes se incorporan en porcentajes cercanos al 60%, mostrando las mujeres una leve ventaja que los hombres (58.7% y 57.1%), el sector informal proporciona oportunidades al 50.2% de los hombres y al 44.2% de las mujeres jóvenes. � La brecha más significativa se muestra entre las mujeres jóvenes según el sector donde trabajan. De hecho, en el sector formal las mujeres jóvenes están encontrando mayores oportunidades de empleo que en el sector informal (58.7% versus 44.2%), lo que muestra que la juventud, se ha convertido especialmente en las mujeres, en una ventaja competitiva en el sector formal más que en el sector informal. Esta situación podría tener asidero en los puestos de trabajo que se abren en este sector formal (zonas francas y sistema financiero, entre otros), donde la edad de las mujeres es determinante para su contratación. El capital requiere de fuerza de trabajo joven y fuerte. Seguramente, que si se continúan abriendo puestos de trabajo en el sector formal, serían puestos de trabajo para jóvenes, no para los otros estratos de la población. � El nivel educativo de las personas que trabajan en el sector formal es más alto que el de las personas que trabajan en el sector informal. Sin embargo, las brechas de género se muestran en los dos sectores a favor de las mujeres. Tanto en el sector formal como en el informal, las mujeres muestran mayores niveles educativos que los hombres. No obstante, son las mujeres del sector formal las que muestran mayor nivel educativo que las mujeres del sector informal. � El subempleo es un fenómeno que se presenta de forma más dramática en el sector informal que en el formal. De hecho, el 72% de los hombres y mujeres que trabajan en el sector informal lo hacen en condiciones de subempleo, mientras esta situación afecta al 40% de las mujeres y al 36.4% de los hombres del sector formal. Es decir, que la brecha aquí no es de género, sino de ubicación laboral. Sin embargo, es válido señalar, que las mujeres del sector formal son más afectadas por el

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subempleo que los hombres, a pesar que sus características educativas son de un mayor nivel que la de los hombres. � En el sector terciario de la economía es donde las mujeres encuentran mayores oportunidades de empleo, ya sea en el sector formal como en el informal, mientras la incorporación de los hombres, dividen su incorporación en los tres sectores, aunque muestran una mayor participación en el sector primario. De hecho el 72.6% de las mujeres que trabajan en el sector formal y el 76.4% de las que trabajan en el sector informal desarrollan sus actividades en el sector terciario de la economía; mientras el 49% de los hombres del sector formal y el 57.8% del informal se ubican en el sector primario. El resto de hombres se coloca en el sector terciario y luego en el secundario. Se puede decir entonces, que otra brecha que enfrentan las mujeres, es que sin importar el sector económico en que se encuentren desarrollando sus labores, la mayoría se ubican en actividades del sector terciario. � La ocupación que desempeñan hombres y mujeres muestra serias diferencias de género a favor de las mujeres. En efecto, en el sector formal, el 47.9% de los hombres realiza ocupaciones sin ninguna calificación, mientras el 45.8% de las mujeres que trabajan en este mismo sector, sus ocupaciones se relacionan con cargos de profesionales y técnicos. En el sector informal, hombres y mujeres se desempeñan en iguales porcentajes en ocupaciones sin ninguna calificación (44%). Es decir, que la mayor brecha no es de género, sino que una brecha entre mujeres, según sea el sector donde están ubicadas. � La posición de las personas frente a los medios de producción, muestra diferencias entre las personas que trabajan en el sector formal y el informal. Mientras en el sector formal porcentajes cercanos al 90% son asalariados, en el sector informal porcentajes cercanos al 50% son cuenta propia. De hecho, hombres y mujeres que trabajan en el sector formal (85.3% y 9.9% respectivamente), venden su fuerza de trabajo como asalariados, mientras en el sector informal lo hacen, aunque no de forma tan pronunciada, como cuenta propia (42.8% los hombres y 47.2% las mujeres). Las brechas de género se presentan en el sector informal, donde las mujeres muestran mayores porcentajes como asalariadas que los hombres y los hombres mayores porcentajes como trabajadores familiares no remunerados. Significa esto, que las mujeres que fueron la que históricamente se aglutinaban como la mayor cantidad de “fuerza no remunerada”, han tenido que salir a asalarizarse para llevar ingresos a los hogares. Esta situación es una prueba más de la invisibilización del aporte del trabajo de las mujeres a la economía. � Las personas que trabajan en el sector formal tienen mayores ingresos promedios que las que se ubican en el sector informal, colocándose los ingresos de los ocupados informales en un 23.2% por debajo de los ocupados formales. Las brechas de género a partir de los ingresos se dan en los dos sectores. Los ingresos de las mujeres que trabajan en el sector informal se encuentran en un 5.1% de los ingresos que perciben los hombres en ese sector, mientras en el sector informal esta brecha es de 11% con desventaja para las mujeres.

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� La pobreza definitivamente se anida con mayor intensidad en los hogares de las personas que trabajan en el sector informal que en el formal. Sin embargo, la brecha de género muestra una posición de cierta desventaja de los hombres en relación a las mujeres, sean estos del sector formal o del informal. La profundidad con que se muestra la pobreza afecta más a las personas del sector formal que a las del informal, pero las mujeres son un poco menos afectadas que los hombres.

2. Brechas de Género entre Hombres y Mujeres al interior del Sector Informal de la Economía en las áreas urbanas y rurales � El sector informal es el que genera las mayores oportunidades de empleo para las personas que habitan en las zonas urbanas y rurales de Nicaragua. Sin embargo, tanto en las zonas rurales (78%) como en las urbanas (67.1%), son las mujeres las que encuentran mayores oportunidades de empleo en este sector, mientras los hombres se incorporan al mercado informal en un 52.8% en las ciudades y en un 63.1% en las zonas rurales. Estos datos reiteran los planteamientos, que el sector informal ha sido el refugio que las mujeres del campo y la ciudad han encontrado para generar ingresos, aunque ello conlleve a no tener acceso a muchos beneficios sociales. � El sector informal urbano y rural es el que genera la mayoría de empleos para los jóvenes, sin embargo, los hombres muestran mayores porcentajes que las mujeres en las zonas urbanas y con mayor incidencia en las zonas rurales. Por otra parte, es en el sector informal urbano y rural, donde las personas en edad de mayor desarrollo de su fuerza productiva (25-44 años), se pueden insertan en mayores proporciones, siendo las mujeres las que muestran una mayor participación que los hombres en las dos zonas geográficas. Asimismo, las niñas, pero en mayor proporción los niños encuentran un el sector informal urbano y especialmente rural, condiciones para generar ingresos. � En el sector informal el nivel educativo es bajo, más en las zonas rurales que en las zonas urbanas. Sin embargo, en las dos zonas, las mujeres muestran una brecha de género donde son los hombres los más afectados, al mostrar las mujeres, una educación de mayor calidad que los hombres. � Trabajar en condiciones de subempleo es una situación que enfrenta un porcentaje significativo de la población ocupada en el sector informal. Sin embargo, existen diferencias en la calidad del empleo entre las personas que trabajan en las zonas urbanas y rurales. De hecho, las personas que trabajan en las zonas urbanas, experimentan el subempleo con menor intensidad de las personas que trabajan en las zonas rurales. En las zonas urbanas los hombres (61.1%) se ven menos afectados que las mujeres (68.5%) por el subempleo. La situación de subempleo se agudiza en las zonas rurales, donde hombres y mujeres son afectados en igual magnitud (80.4 y 80.3% respectivamente). Es decir, que la brecha de género que pone en desventaja a las mujeres a partir de trabajar en condiciones de mayor subempleo, se presenta en las

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zonas urbanas, ya que en las zonas rurales, la situación es precaria para hombres y mujeres. � En el sector terciario de la economía es donde las mujeres encuentran mayores oportunidades de empleo, tanto las que trabajan en las ciudades como en las zonas rurales. En efecto, el 86% de las mujeres que trabajan en las ciudades y el 57.4% de las que trabajan en el sector informal desarrollan sus actividades en este sector. La ubicación de los hombres no está tan marcada por sector económico. En las ciudades el 55% trabajan en el sector terciario, y el resto se distribuye en el secundario y primario, mientras en las zonas rurales están concentrados en el sector primario (86.2%). Otra desigualdad que enfrentan las mujeres al incorporarse al mercado de trabajo, es que las mayores oportunidades de empleo las encuentra en el sector terciario de la economía y no en las ramas de mayor dinamismo económico. � Según la ocupación que desempeñan las personas, se muestras algunas

diferencias y similitudes según zonas geográficas. Lo que caracteriza a la mayoría de hombres y mujeres ocupadas en las dos zonas, es que trabajan en porcentajes significativos como trabajadores no calificados. Sin embargo, en las ciudades hay un porcentaje mayor de hombres que de mujeres en esta situación y en el sector rural hay más mujeres que hombres en esta situación. Lo relevante en las ocupaciones, aunque no es en porcentajes significativos, es que las mujeres que trabajan en el sector urbano se muestran (3.7%) más que los hombres (3.2%) en ocupaciones donde se necesita una mayor calificación. Sin embargo, sobresale que en el sector urbano las mujeres (46.1%) trabajan en ocupaciones de comercio y servicio y los hombres sobresalen como oficiales, operarios y agricultores (35.1%). � La posición frente a los medios de producción de las personas que habitan en las zonas urbanas y rurales muestra significativas diferencias. En las ciudades es el trabajo por cuenta propia y el trabajo asalariado lo que predomina, frente a posiciones ocupacionales en las zonas rurales donde se combina el binomio estratégico del trabajo por cuenta propia y el de familiares no remunerados. Sin embargo, las brechas de género se muestran en las ciudades, cuando las mujeres se muestran más como cuenta propistas que los hombres. En las zonas rurales, las mujeres se distribuyen entre cuenta propia, familiares no remuneradas y asalariadas y los hombres como cuenta propia y familiares no remunerados. De hecho, que tanto en las ciudades como en el campo, las mujeres muestran diferencias a su favor, en la medida que han disminuido su participación como trabajadoras familiares no remuneradas, posición a través de la cual se habían visibilizado y por lo tanto, se ocultaba su rol económico. � Otra brecha de género mencionada en muchas investigaciones, es que el ingreso promedio de las mujeres está muy por debajo de los ingresos promedios de los hombres. En el sector urbano el ingreso de las mujeres se encuentra en un 25.7% por debajo del ingreso promedio de los hombres que también trabajan en la ciudad. Sin embargo, en las zonas rurales, las mujeres reportan un mayor ingreso promedio que los hombres, situación que se explica por los altos ingresos de 5 mujeres rurales que se dedican a comercio no agrícola. Es decir, se comienza a vislumbrar actividades de

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mujeres que realizan trabajos exitosos, sin embargo, esta situación no refleja la verdadera situación de las mujeres rurales. � La pobreza es más profunda en las zonas rurales que en las zonas urbanas. Sin embargo, las mujeres muestras menor afectación que los hombres en las dos zonas geográficas. Se ha dicho mucho, que la medición de la pobreza por métodos convencionales no refleja la verdadera pobreza de las mujeres, que se relaciona a la exclusión de los recursos productivos. Asimismo, otro elemento que abona a entender que las mujeres aparecen menos pobres que los hombres es porque las mujeres nicaragüenses destinan el 100% de sus ingresos a resolver las necesidades de consumo de su familia, practica que no caracteriza a los hombres, que solamente destinan una parte de sus ingresos al consumo de sus familias. � La profundidad de la pobreza es drástica en las zonas rurales, donde el 90.3% de los hombres y el 84.3% de las mujeres sobreviven con menos de U$2 al día. 3. Brechas de Género en el Aporte del Trabajo de las Mujeres a la Generación del PIB � Dentro del sector primario que representó el 28,3% de la generación del PIB de 1995, las mujeres con su trabajo contribuyeron aproximadamente en la generación del 26% y los hombres con el 74%.

� En las actividades del sector secundario, que aportan en una quinta parte a la generación del PIB nacional, las mujeres aportaron con el 36% y los hombres con el 65%.

� El sector terciario que representa la porción mayoritaria del PIB nacional (51%) y que concentra las actividades de comercio y servicios, sean del sector público o privado, muestra una más marcada participación de las mujeres, quienes contribuyen con el 41% y el 59% corresponde a los hombres. � El aporte total que las mujeres hicieron al PIB a través de su trabajo productivo fue en 1995 al 36% en la generación del PIB y los hombres del 64% � En la esfera reproductiva, el valor del trabajo de las mujeres (según el costo de reemplazamiento), representa el 39,9% del consumo privado, correspondiendo el 33,15% a las mujeres y apenas el 5,7% a los hombres. � Si las relaciones de género fueran equitativas y el trabajo de la mujer fuese valorado en su verdadera dimensión, el aporte de las mujeres a la economía sería sumamente relevante. La sumatoria del aporte del trabajo productivo las mujeres (36% en la generación del PIB), mas el aporte del valor del trabajo doméstico que desde la esfera reproductiva, el aporte total de las mujeres al PIB se incrementaría al 58%. Sin embargo, estas cifras reales se convierten en utopía para muchas mujeres que desearían que los tomadores de decisiones en el país, reconocieran el verdadero valor que tiene el trabajo de las mujeres en la generación de la riqueza que se produce

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año con año en el país y de esta manera, compartiera los beneficios del desarrollo económico y social.

4. Brechas en la Respuesta Pública y Privada a la Generación de Empleo o Ingresos � El análisis de los principales esfuerzos del sector público y privado realizados en

el país para el fomento de empleos e ingresos, reveló la existencia de una respuesta insuficiente, en las que coexisten políticas activas y pasivas de empleo que contienen sesgos de género en detrimento de las mujeres. En otras palabras, en su mayoría son política que ignoran las implicaciones de determinantes de género en la pobreza y el acceso al trabajo decente.

� Los programas gubernamentales de generación directa de empleo, a través de la

construcción de obras públicas, benefician en su casi totalidad a hombres. Además, por su carácter temporal y de escasa cobertura, no constituyen una respuesta estructural al problema del empleo en el país.

� Los programas de Trabajo porAlimentos implementados por los gobiernos de la

década de los noventa , como medidas de emergencia para enfrentar desastres naturales y sociales, son acciones asistenciales que tienden a reforzar los roles tradicionales de género.

� Muchos de las acciones enmarcadas dentro de políticas activas de generación de

empleo o ingresos, tienden a reproducir inequidades de género. Las mujeres presentan una situación de desigualdad en relación a los hombres en el acceso a recursos productivos, tales como: tierra agrícola, crédito, asistencia técnica y capacitación para desarrollar habilidades que faciliten su incorporación laboral.

� La creciente reducción de cobertura y calidad de los servicios públicos de salud y

educación, establecen limitaciones en la inversión en capital humano, requeridas para el incremento de la producción y la productividad.

� Los servicios gubernamentales de atención a la niñez, adultos (as) mayores, personas discapacitadas y otros grupos en situaciones de alta vulnerabilidad (drogo-dependencia, niñez en orfandad, madres adolescentes entre otros), por su limitada cobertura no contribuyen significativamente a la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo en igualdad de condiciones que los hombres. Éstas continúan enfrentando solas las restricciones que les imponen sus responsabilidades reproductivas y los imaginarios sociales sexistas, que le atribuyen un significado inferior al trabajo femenino realizado

tanto en el ámbito público como privado.

� Los programas el eje de Atención a Grupos Vulnerables de la ERCERP, focalizados en familias de extrema pobreza, son estrictamente compensatorios y tienden a reproducir inequidades de género. Subyace en ellos una concepción de

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la mujer como mero instrumento para el bienestar familiar, siendo escasas las acciones que promueven la habilitación de ellas para insertarse en el mercado laboral.

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B. RECOMENDACIONES

¿Qué hacer?, ¿Cuál es la salida para las mujeres que se insertan en un mercado laboral que no les ofrece las mismas oportunidades que a los hombres, lo que se convierte en grandes desigualdades, siendo la más relevante, su presencia mayoritaria en el sector informal de la economía?. Los datos presentados a lo largo del trabajo son muy elocuentes y dan algunas pistas de algunas acciones a realizar para encontrar una salida para miles de hombres y especial de mujeres nicaragüenses, que trabajan en condiciones que erosionan sus derechos laborales.

� Las políticas de empleo y combate a la pobreza deberían incorporar un enfoque de equidad de género para enfrentar de manera más eficiente estas problemáticas. En este sentido, es fundamental incrementar la inversión en capital humano, no sólo para elevar la escolaridad de hombres y mujeres, sino su calificación para el mercado de trabajo, con igualdad de oportunidades.

� Adoptar una perspectiva de equidad de género en las políticas de empleo y combate

a la pobreza, pasa por implementar acciones afirmativas hacia las mujeres, como medio para acelerar la superación de brechas de género. De la misma forma, es necesario incidir en diferentes niveles, en el cambio de los imaginarios sociales de género, que atribuyen un significado inferior al trabajo realizado por las mujeres, determinando la segregación de género en los mercados laborales.

� Es necesaria una política social que de la oportunidad a mujeres y hombres que

trabajan en el sector informal, a incorporarse al sistema de seguridad social, sin que ello les conlleve a grandes costos económicos. Son miles de mujeres las que enfrentan la indefensión tanto al momento de una enfermedad como por una vejez totalmente insegura.

� Los pequeños negocios, especialmente en manos de mujeres, han servido como

un colchón que ha amortiguado la crisis económica que atraviesa el país. De esta manera, una política adecuada para salvar, dinamizar y capitalizar estos negocios, debería contemplar que estos pequeños negocios tengan acceso a crédito diferenciados, es decir, con tasas de interés más bajas y con períodos de pagos más largos.

� Las actividades informales en las zonas rurales especialmente en manos de

mujeres, han venido cumpliendo la función de servir de oxigeno para que las pequeñas unidades campesinas no colapsen ante la crisis que los ha agobiado en los últimos años. De esta manera, debería contemplarse una política de empleo rural, donde las pequeñas unidades campesinas puedan combinar el trabajo agropecuario con actividades artesanales y de comercio, a fin de generar los ingresos suficientes para solventar las necesidades de los grupos familiares.

� En las zonas rurales, sería adecuado promover mercados móviles, donde mujeres

y hombres puedan vender sus productos directamente al consumidor, evitando de

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esta manera, la intervención de los intermediarios que se quedan con gran parte de la ganancia de las pequeñas unidades campesinas.

� Si a través de las actividades de comercio y servicio, las mujeres están generando

ingresos para la manutención de sus hogares, una política laboral de gran apoyo, estaría encaminada a orientar recursos para capacitar a las personas en los trabajos que realizan para que puedan integrarse brindando servicios en sectores más dinámicos de la economía, como podría ser el turismo.

� Es necesario la creación y ampliación de programas de capacitación a mujeres

pobres tanto urbanas como rurales con un enfoque de “empoderamiento,” no sólo en términos cognitivos y económicos, sino también psico-sociales. En relación a lo último, la capacitación debe convertirse en un instrumento de cambio cultural que favorezca la equidad de género.

� Aceptando que las mujeres nicaragüenses aportan con su trabajo

significativamente al PIB, las instituciones privadas y estatales deberían crear políticas que propicien la igualdad de oportunidades de hombres y mujeres, en lo relacionado al salario, oportunidades de capacitación, crédito y asistencia técnica.

� El Ministerio del Trabajo de Nicaragua, debe realizar mayores esfuerzos para

mejorar la calidad del trabajo en las zonas francas industriales, haciendo cumplir la legislación laboral nacional y los convenios internacionales de OIT suscritos por el Estado.

� Es esencial incrementar cobertura y calidad de las políticas públicas de salud,

educación y vivienda, así como los programas sociales que apoyan la inserción laboral de las mujeres al mercado laboral, particularmente los referidos al cuidado infantil.

� La ERCERP de Nicaragua debe procurar la incorporación transversal del

enfoque de equidad de género en los programas y proyectos no sólo de los ejes de desarrollo social ( inversión en capital humano, atención a grupos vulnerables y gobernabilidad ) , sino en el que apunta al crecimiento económico y la generación de empleo y autoempleo.

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ANEXO 1

CUADROS RESÚMENES CON BRECHAS EN EL MERCADO LABORAL

Principales Brechas de Género en el Sector Formal e Informal FORMAL INFORMAL

Hombre Mujer Hombre Mujer Peso por Sector 41.7 29.6 58.3 70.4Ubicación Geográfica 100.0 100.0 100.0 100.0Zona Urbana 52.7 77.3 42.2 66.2Zona Rural 47.3 22.7 57.8 33.8Estructura de Edades 100.0 100.0 100.0 100.0Entre 10 – 14 3.2 1.3 11.3 6.2Entre 15 – 24 57.1 58.7 50.2 44.2Entre 25 – 44 25.8 31.7 19.8 31.3Entre 45 – 64 10.9 7.2 13.0 13.7De 65 y más años 3.2 1.2 5.7 4.6Nivel Educativo 100.0 100.0 100.0 100.0Ninguno 22.7 8.3 28.7 20.8Primaria 42.1 22.7 51.7 48.5Secundaria 21.4 32.7 15.2 24.0Universidad 9.3 18.8 2.0 3.2Otros niveles 4.5 17.5 2.4 3.5Calidad del Empleo 100.0 100.0 100.0 100.0Pleno Empleo 63.6 59.8 27.8 27.5Subempleo 36.4 40.2 72.2 72.5Sector Económico 100.0 100.0 100.0 100.0Primario 49.1 11.5 57.8 11.6Secundario 18.6 16.0 14.1 12.1Terciario 32.2 72.6 28.1 76.4Ocupación 100.0 100.0 100.0 100.0Directores, Profesionales, Técnicos 17.1 45.8 1.5 2.7Empleados de oficina 2.7 10.3 0.3 1.0Trabajador de Servicios y Vendedor de Comercio 3.2 12.1 8.0 40.9Agricultores y Trabajadores calificados agropec. 12.7 2.1 29.6 3.3Oficiales, operarios y artesanos de artes 9.4 6.9 12.1 7.7Operadores de instalaciones de máquina 6.8 5.3 4.5 0.5Trabajadores no calificados 47.9 17.6 44.0 43.8Posición Ocupacional 100.0 100.0 100.0 100.0Asalariados(Empleado/obrero/jornalero/peón) 85.3 90.9 17.8 26.6Cuenta Propia/Cooperativa 2.0 3.5 42.8 47.2Patrón o Empresario 11.7 3.3 4.3 2.4Trabajadores no Remunerados 1.0 2.2 35.0 23.7

Ingreso Promedio 2,160.6 2,047.7 1,717.9 1529.3Ingreso Máximo 180,000 66,500 74,700 33,600Porcentaje de los Ingresos Totales 74.8 25.2 59.6 40.4Pobreza 100.0 100.0 100.0 100.0No Pobres 56.4 75.9 45.0 60.1Pobres 43.5 24.1 55.0 39.9Profundidad de la Pobreza 100.0 100.0 100.0 100.0Viven con menos de U$2 al día 69.0 53.0 80.5 71.3Viven con más de U$2 al día 31.0 47.0 19.5 28.7

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Principales Brechas de Género en el Sector Informal Urbano y Rural URBANO RURAL

Hombre Mujer Hombre Mujer Peso por Sector 52.8 67.1 63.1 78.0Estructura de Edades 100.0 100.0 100.0 100.0Entre 10 – 14 7.9 4.4 13.8 9.7Entre 15 – 24 48.3 43.2 51.4 46.2Entre 25 – 44 24.0 32.6 16.8 28.7Entre 45 – 64 13.6 14.6 12.5 11.9De 65 y más años 6.1 5.2 5.5 3.5Nivel Educativo 100.0 100.0 100.0 100.0Ninguno 15.7 16.1 38.2 30.0Primaria 49.9 45.2 53.0 54.9Secundaria 27.1 30.1 6.6 12.1Universidad 4.3 4.7 0.3 0.3Otros niveles 3.0 3.9 1.9 2.7Calidad del Empleo 100.0 100.0 100.0 100.0Pleno Empleo 38.9 31.5 19.6 19.7Subempleo 61.1 68.5 80.4 80.3Sector Económico 100.0 100.0 100.0 100.0Primario 18.8 1.3 86.2 31.8Secundario 26.0 12.7 5.4 10.9Terciario 55.2 86.0 8.4 57.4Ocupación 100.0 100.0 100.0 100.0Directores, Profesionales, Técnicos 3.2 3.7 0.3 1.0Empleados de oficina 0.6 1.5 0.0 0.0Trabajador de Servicios y Vendedor de Comercio 15.5 46.1 2.5 30.9Agricultores y Trabajadores calificados agropec. 11.8 0.4 42.6 9.0Oficiales, operarios y artesanos de artes 23.3 7.7 3.9 7.8Operadores de instalaciones de máquina 8.4 0.5 1.7 0.6Trabajadores no calificados 37.2 40.3 48.9 50.7Posición Ocupacional 100.0 100.0 100.0 100.0Asalariados(Empleado/obrero/jornalero/peón) 33.2 29.5 6.6 21.2Cuenta Propia/Cooperativa 38.5 48.9 46.0 43.8Patrón o Empresario 8.8 3.5 1.1 0.4Trabajadores no Remunerados 19.3 18.1 46.4 34.5

Ingreso Promedio 2211.6 1641.5 1130.6 1247.9Ingreso Máximo 74,700 33,600 18,900 15,000Porcentaje de los Ingresos Totales 54.4% 42.6% 65.6% 34.4%Pobreza 100.0 100.0 100.0 100.0No Pobres 65.0 69.8 30.5 41.3Pobres 35.0 30.2 69.5 58.7Profundidad de la Pobreza 100.0 100.0 100.0 100.0Viven con menos de U$2 al día 66.9 64.7 90.3 84.3Viven con más de U$2 al día 33.1 35.3 9.7 15.7