detrás de los dictadores

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) 1 L. H.' LEfIMANN DE· TRAS DE LOS D 1 c ,T A D O R E S 'i AnáJisis de hechos concernientes a las relaciones entre el nací-fas- . cismo y el cato1icismo romano . MEXICO 1 9 4 5 ·------------------------------- ......

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Un Documento único en su especie. Revela con fundamentos irrefutables sobre el orígen Jesuita de la Segunda Guerra Mundial. Imparable como sus engaños, el Papado no frenará su búsqueda de supremacía final.

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Page 1: Detrás de Los Dictadores

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1

L. H.' LEfIMANN

DE·TRAS DE LOS D 1 c ,T A D O R E S 'i

AnáJisis de hechos concernientes

a las relaciones entre el nací-fas­

. cismo y el cato1icismo romano .

MEXICO 1 9 4 5

·-------------------------------......

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' 1

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L. H. LEHMANN

:Jo.se ~. GAL-WA*

DETRAS DE LOS D 1 C TA DO R,E S

'

. Análisis de hechos concernientes a las relaciones el)tre el naci-fas­ciamo y el catolicismo romano.

Traducido de la segunda edición inglesa

MEXIC O, D. F. l 9 .4 5

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JMPRF.SO EN MEXlCO PRINTED IN MEXICO

.: .

JMPRENTA "GRAFOS" Ca1le del 57, Núm. 10.B

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El autor El Dr. L. H. LEHMANN TUJ,Ció en Dublin, Irlanda, y recibió su

educación primaria allá en las escµ,elas de monjas y Hermanos Cri.s­ti,anos. Principió sus estudios para el sacerdocio en el Colegio Mun­gret de Limerick y en el colegio de "All Hallows", Dublin. En 1918 /ué a terminar sus estudios teológicos en /,a Universidad de Propa-' ganda Fide, en Roma, en donde fué ordenado sacerdote en 1921.

Después de servir como sacerdote por cuatro años en la Colonia del Cabo, A/rica del Sur, el Dr. Lehmann fué lfumado a Roma para continuar negociaciones en las Cortes del Vaticano refucionadas con un legado y del que él se había ocupado antes mientras vivía como estudiante en Roma. El legado estaba en disputa entre muchos obis­pos y sacerdotes americanos y los jesuitas. Más tarde regresó al Sur de A/rica siendo después trasladado a los Estados Unidos en 1927 y nombrado pastor en Gainesville, la ciudad universitaria de Florida.

El Dr. Lehmann es ahora director de la Misión Cristiana de /,a ciudad de Nueva York y jefe de redacción de The Converted Catho­lic Magazine.

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CAPITULO l.

JESUITAS, JUDIOS Y FRACMASONES

Es imposible entender plenamente lo que ha venido teniendo lu­gar en el mundo durante los últimos veinticinco años a menos que seamos capaces de comprender el significado fundamental de lo que aparece en la superficie. Es indispensable penetrar las escenas de los acontecimientos diarios y examinar completamente las fuerzas activas y planear los objetivos que son responsables de todo lo que, ha sucedido tan rápidamente en los últimos años. .

El siglo XIX nos dejó lamentablemente ignorantes de los cono­cimientos verdaderos de historia en los conflictos entre la Iglesia y el Estado. Los hechos de los . desenvolvimientos humanos desde la Reforma se han presentado tan confusos y enredados que hemos abandonado la idea de desentrañarlos. Nos contentamos, en los Es­tados Unidos, con 1in conocimiento superficial de los hechos y las . conclusiones a que llegamos, lejos de ayudarnos a descubrir la ver­dad, nos alejan de la verdadera comprensión del significado de es- . tos hechos. Demasiado énfasis se ha dado al aspecto.. meramente eco-. nómico de la situación mundial. El origen ideológico y teológico• del Nazi-Fascismo, en consecuencia, se ha descuidado casi por com ..

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L. H. LEHMANN

pleto. Se necesita una verdadera investiga<Jión para descubrir el pun· to en que los conflictos sociales, políticos y Yeligiosos se cruzan. Hay abundancia de pruebas irrefutables de que las fuerzas de la religión representadas por la Iglesia Católica han logrado dominar el campo político y social y de que existe un enlace estrecho entre ellos y el origen, los métodos y objetivos de todo el movimiento Nazi-Fascista en Europa. Además, esta dominación se ha comenzado a extender ya en la América. La historia nos demuestra que, en un intento hecho durante el último medio siglo contra el progreso liberal de la humanidad, la Orden de los Jesuitas, que es la que dirige la ac­ción católica, ha venido jugando papel decisivo. Podemos llegar hasta afirmar que el Naci-Fascismo tuvo su origen en la Sociedad de Jesús, y que a semejanza de otros movimientos observados anterior­mente análogos al Fascismo de lwy, fué planeado para servir los pro­pósitos tradicionales de los discípulos de l gnacio de Loyola.

Mientras este lado oculto de la conspiración contra el liberalis­mo democrático . permanezca sin ser descubierto, el Fascismo sobre­vira. Los defensores de la ideología democrática no saldrán victo· riosos hasta que no se enfrenten con su verdadero enemigo: los Ca­balleros de la Cruzada Negra.

Los Jesuitas fueron · ea cierta ocasión expulsados inexorablemen­te de todas las naciones de Europa y de la misma Iglesia Católica

¡por el Papa Clemente XIV en 1773 y el único refugio que pudieron ~hallar, durante sus cuarenta años de destierro, fué con la impía Ca­talina de Rusia. Estando juramentados a obedecer y defender al Papa en todo, tuvieron gran dificultad (aún como Jesuitas ) para descu­

:brir un medio de salir del dilema de ser protegidos de una reina •que se burlaba del Papa para poder defenderse contra la ira de éste. :A fin de no aparecer culpables, los Jesuitas, c-0n toda política y di­plomacia, protestaron ante Catalina por su desobediencia al Papa. y habiendo satisfecho de este modo los requisitos de su juramento procedieron con limpia conciencia a aceptar su hospitalidad. La ver· dad ·del caso es que los Jesuitas no están juramentados para pro­teger a ningún Papa individual, sino más bien .la institución del Pa-

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DET~ DE.·L.0$ - DICTADORES 9

pado. Mediante esta distinción jesuítica se consideran libres para oponerse a cualquier Papa que no siga sus dictados. Ni lamentarían tampoco que tal personaje se apresurara "providencialmente" en su camino hacia el cielo. Son ellos, de .hecho, los que limitan el Pa­pado. Su propósito inalterable es restituir las nac;iones del mundo al dominio de la Iglesia Católica ..

Tan reciente como en 1886 la, prensa pública habló francamen­te y sin temor.es de la amenazadora táctica de los Jesuitas para ase­gurar el dominio del mundo por el Papado. El periódico New York Tribune de Septiembre 19 de ese. año, en un despacho de Roma en que se comunicada la seria enfermedad del Papa· León XIII y su rápido restablecimiento que siguió, afirmaba que el diario London Ti­mes se refería en , un editorial a los rumores de que el peligro de la muerte del Papa Leon XIII "se debía a cierto veneno administrado ' por los Jesuitas."

Se dice que, después de su rápido restablecimiento, el Papa es- . tableció una nueva política de la iglesia hacia los Jesuitas, "y que

, esta nueva línea de conducta es el precio por el que pudo procu­rarse el antídoto que sólo ellos podían swninistrar." El periódico The Tribune publicó lo siguiente:

"A los tres dias del restablecimiento -de su enfermedad, el Pa­pa publicó una Bula restaurando todos los privilegios, inmunida­des, eicepciones e indulgencias anteriormente concedidos a la So­ciedad de Jesús, declarando nulos y sin valor todos los documentos que sus predecesores hubiesen escrito contra dicha orden. El hecho es que Leon XIII restableció la orden a lo que era anteriormente en los días de su poder supremo, y esto es más que sl}.ficiente para acabar con toda esperanza de una ·. determinación pacífica entre el Vaticano y el Quirinal; porque los ! esuitas constituyen el elemento beligerante del Catolicismo y son absolutamente intransigentes en el asunto del poder temporal del mundo que trata de escaparse del dominio de la iglesia. • • " ; ·

Lejos esté de nosotros el dudar de la sinceridad de los Jesuitas y de sus servidores cuando creén· que. el dominio del mundo por la

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10 L. H. l...EHMANN

Iglesia Católica es la única solución para 108 males que aquejan a la humanidad. V aya,n norabuena con sus convicciones, y son libres en los Estados Unidos de América para propagar sus enseñanzas y llevar sus actividades hacia aquel fin. La manera tradicional con que realizan sus designios, sin embargo, preocuparía a todos los que luchan por sostener la ideología democrática y los principios de li­bertad y tolerancia tan ahamente estimados en el país.

Con el fin de alcanzar sus objetivos emplean todos sus energías (como lo hacen los Nací-Fascistas) contra dos factores que consi­deran contrarios a su causa: el Judaísmo y la fracmasonería. Des­de su fundación fu Orden de los Jesuitas ha combatido por todos los medios posibles, contra estas dos doctrinas, porque ambas son de­fensoras importantes de la tolerancia y de la libertad de los hombres. Mediante la violenta eliminación de Judíos y Fracmasones en tantos países de Europa, los Nazi-Fascistas no han hecho sino llevar a la práctica lo que los jesuitas han planeado y por lo que han traba­jado durante muchos siglos.

En Francia, Alemania, Hungría, Polonia, España, Bélgica e Italia, los jesuitas, durante muchos años antes de Mussolini y de Hi- . tler, dirigieron la lucha contra los judíos y fracmasones. En cada uno de estos países fué el sacerdote Católico (prototipo del Padre Coughlin) el que jugó el papel de cabeza de lanza en el ataque de los Fascistas tanto contra los judíos como contra los fracmasones. En Francia fué el padre jesuita Du Lac con su Ligue Nationale Anti-. semitique de France; en , Alemania los padres jesuitas Overmanns, Muckermann, Loffler y Pachtler; en Hungría fué el padre Adalhert(} Bangha y el padre Bresciana en Italia. Todos estos trabajaron baj(} el estandarte de El Cristianismo Positivo y el Frente Cristiano para combatir el judaísmo y la fracmasonería, con el fin de conse,guir que los millones de los sinceros no-Católicos les sirvieran para con-. seguir sus fines. Todos ellos proclamaban una cruzada para "La Reformación Cristiana de los Estados del Mundo." (1). El padre

1 P. LOffler, S. J. Zur Jubelfeier der Marianischen Kongregationen Freiburg,_ pp. 21, 47: O. M. Pachtler, S. J., Der Stille Krieg gegen Thron und Altar. (La,

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• DETRAS DE LOS DICTADORES 11

Overmanss (2) dice que " la roca de la ley positiva cristiana y mo­ral"(3) es la mejor fundación para la creación de organizaciones capaces de reunir los miembros de todas las religiones cristianas.

El Padre Hugger, S. J., poco después del establecimiento de la República Alemana escribió (en Stimmen der Zeit, junio 1919, p. 171):

"Nos estamos enfrentando con un estado ruinoso de COilas." Otta vez más la obra de restauración tendrá que ser llevada a · cabo por la juventud. lNo saldrán al frente las Congregaciones de María por la tercera vez como el instrumento áe reconstrucción escogido por la Divina Pro­videncia?"

Hitler (4), identifica también su Partido Nacional Socialista con "el Cristianismo .Positivo." En su libro Mein Kampf ( 5), afir­ma que él se compenetró de su anti-semitismo y de su odio a la masonería por parte del Partido Católico Social Cristiano de Lue­ger, en 'aquella época alcalde de Viena, cuando él fué allá en su

\j uventud. "Combatiendo los judíos" dice él, "yo estoy fomentan­~ la obra del Señor".

Esta "Reforma Cristiana de Estado," que es también el asunto de la famosa encíclica del último Papa Quoilragesimo Anno no es otra sino el establecimiento del Fascismo del Estado Corporativo en los cuales ni judíos ni fracmasones tendrán lugar. Inútil es afir­mar que es también anti-protestante.

Los padres jesuitas Pachtler y Muckermann proclamaron las doctrinas Fascistas del Nazismo antes que se supiera algo de Hitler.

Guerra Silenciosa c.onrra el Trono y el Altar) , 1876; P. Bresciani, S. J., The New of Verana y The Roman Republic, publicado en la revista Jesuítica Civilita Cattolica, Roma.

2 En Stimmen der Zeit (revista jesuítica) febrero de 1918,· p. 182 y si­guientes.

a Para los jesuitas, "cristiano" es sinónimo de "Católico Romano". 4 Compárese el artículo 24 de "El Programa del Partido Nacional Socia­

lista": "Die Partei als solche vertritt den Standpunkt eines positiven Chris· tentums."

s P. 70, 1931, edición alemana.

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12 .. L. H. LEHMANN

El padre Muckermann escribió prolíficamente en favor de la euge­nesia racial y de la esterilización, (6) y continuó haciéndolo a pe· sar de haber sido condenada la esterilización en la encíclica Casti Connubii dei Papa Pius XI en 1929.

Jules Michelet, el . gran historiador francés, en su Histoire de France, y el historiador alemán, Wilhelm Herzog, (7) dan énfasis al hecho de que los que dirigieron al anti-semitismo en la época del Caso Dreyf us dependían de las instrucciones y sebre todo del apoyo financiero de los jesuitas. La uz de Hierro y el Partido Francés en Francia y el Partido Rexista Católico de Bélgica tenían también el apoyo de los Jesuitas. El Libre Parole, Diario anti-se­mítico, fué fundado con dinero de los Jesuitas y su tesorería siem­pre fué abastecida por ellos. (8). Los jefes anti-semíticos del Caso Dreyfus, que fué también un atentado contra la República Francesa, fueron producto de las escuelas jesuíticas o tenían sus confesores jesuitas. En Francia, como en otras partes, las campañas anti-se­míticas y· antimasónicas tomaron el aspecto de "nacionalisko in• tegrado." (9). Implicaban la expulsión de judíos y de fracma­sones, el derrumbamiento de la República Francesa y el estableci­miento de un "Estado Nacional." El Partido de Henlein en Che­coeslovakia, de un modo semejante, proclamaban las doctrinas de Othmar Spann, el teorizante del estado Corporativo y protegido de los jesuitas. Uno de los primeros actos del Padre Josef Tiso (aho­ra Monsignor) cuando vino a ser premier Nazista de Slovakia, fué la destrucción de todas las logias masónicas.

En su obra Mein Kampf Hitler repite estos principios de los je­suitas contra el judaísmo y la fracmasonería como un bien entre-

6 Compárese Muckerrnann, Hermano, S. J.: Vo!kstum, Staat und Nation eugenísch gesehen (El Público, el Estado y la Nación desde el punto de vista eugenésico"); véase también su Rassensf.orschung und Volk Zukunft, Berlín, 1932, en el cual expresa el deseo de que la doctrina racista penetre la conciencia nacional como una religión (p. 81).

7 Der Kampf einer Republik - die Affiire Dreyfus, p. 34, et passim. s Compárese Herzog, obra citada, pp. 27, 52. e Idem, pp. 26, 326.

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DETRAS DE LOS DICTADORES 13

nado perico. Todo lo que él dice contra los judíos y la revolución en Alemania después de la guerra, acerca del Sionismo, la explota­ción judaica de la indecencia y · la obscenidad en literatura, en las películas, en el teatro y en la prensa, la parte que toman en la or­ganización del vicio, la prostitución y la · trata de esclavas blancas, fué tomado casi palabra por palabra de los escritos oficiales de los jesuitas. De igual modo, todo lo que dice contra los fracmasones, su lucha por la tolerancia religiosa, sus esfuerzos por destruir las barreras raciales- y religiosas, así como su alegada de:>lealtad a Ale­·mania durante la última gran guerra, está en perfecta armonía con , las enseñanzas de los jesuitas y de los Papas en sus encíclicas con-tra la masonería. El Padre Jesuita Bea, (10), poco después de la revolución en Alemania, escribió:

., '""""

"La parte que han tomado muchos judíos durante la revolución .•. el movimiento Zionista. . . todo ~sto deltería ser una lección para aquéllos que toman su religión y su país seriamente :para ponerse resueltamente a la defensiva. La multiplicación de la literatura anti-semítica y la organi­zación anti-semítica son una prueba de que el público ya está listo para emprender la lucha contra el judaísmo." '

Desde el año de 1911 ei Padre Overmanns, escribiendo en Sti­'mmen aus Maria Leach, dice:

"Es imposible negar la perqiciosa influencia de los judíos en el ideal que deseamos en nuestra literatura ... Los judíos hacen uso de la gran amplitud dé su influencia para esparcir principios corrompidos y obscenos causando as.í gran daño en la vida espiritual. Todos pueden ver que produ­cen muchas obras literarias que están inspiradas por ideas bajas y munda­nas ... Los libros de estos escritores están llenos de los bajos placeres de la vida, de una vil sensualidad y de un puro naturalismo. El sentido comercial de los judíos no se ofende con 'las peores obscenidades tales como la trata de blancas, la prostitución y la inmoralidad de toda clase ... "

• Los papas antes de Hitler proc1amaron esto en términos aú:n

más brutales. El papa Pío VII, que restituyó los jesuitas a la Igle­sia Católica lo mismo que a las naciones de Europa, después de la

'.lo En Stimmen der Zeit, (revista jesuítica), 1921, p. l 72. -

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caída de Napoleón en 1814, publicó una Bula. en 1821 contra los fracmasones. El llama la Fracmasonería "cáncer y enfermedad mor· tal de la sociedad." Y la razón que él da es que las logias masó· nicas sostienen el principio de la tolerancia religiosa: " . .. reciben en su orden a todas las clases sociales de todas las nacionalidades y favorecen toda clase de códigos morales y toda forma de culto."

El punto culminante en la lucha del V atjcano contra los judíos y los fracmasones puede hallarse en la encíclica del Papo Pío IX y de León XIII. El Papa Pío IX llama las logias masónicas "sinago­gas de Satanás," y las acusa de haber fomentado guerras y revolu­ciones que sometieron a Europa al fuego y a la espada. El Papa León XIII en su encíclica Humanum Genus (1884) llama a la ma· sonería "obra del Diablo" y "una epidemia impura." Acusa a la fracmasonería de pretender destruir las iglesias, el estado y el bienes· tar público.

Afirma que entre las principales raZones por las que los frac­masones y la democracia deben ser condenados están los siguientes:

"Enseñan que todos los hombres tienen los mismos derechos, y qae son perfectamente iguales en condición; que todo hombre es naturalmente libre; que ninguna persona tiene derecho de mandar a otros; que es una tiranía cwnservar a · los hombres sujetos a cualquiera otra autoridad que no emane de ellos mismos. Por lo diismo, sostienen que el pueblo es soberano, que los que gobiernan no tienen ninguna otra autoridad sino la que les imparte y concede el mismo pueblo, de modo que pueden ser depuestos voluntaria o involuntariamente según los deseos del pueblo. De aquí que el origen de todos los derechos y deberes civiles están en el pueblo o en el estado que está gobernado por los nuevos principios de . libertad. Sos­tienen que el Estado no debe estar unido a la religión; que no hay ral!Ón para que una religión sea preferida a cualquiera otra y que todas deben ser tenidas con la misma estimaéión."

Termina su encíclica invitando a todo el clero católico, así co· mo a todo el mundo laico, para exterminar a los Íracmasones sin pompasión alguna. ( 11) .

11 La revista del Padre Cot¡ghlin So@ial. Iiutice de octubre-noviembre de 1939, reitera todo esto en una serie de tres artículos La Fracmasonería en el.

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Todo esto ·constituía el plan de Mussolini y de Hitler expresado y puesto en práctica por el Nazi-Fascismo. Las circunstancias ha.n permitido que vaya mucho más allá de lo que alca~zaron los Pa­pas y que divulgue sus principios por medio de propaganda de in­vasión y de guerra en todo el mundo. Al socavar la posición que los judíos y los fracmasones alcanzaron desde la Revolución Fran· cesa amenaza con destruir toda la obra de libertad política y reli­giosa iniciada por la Reforma Protestante. En tal caso fomenta los propósitos de la Iglesia Romana y de la Sociedad de Jesús, funda­da ésta especialmente para llevar a cabo la obra de la Contra.Re­forma. Porque tanto el Eclesiasticismo Romano como el Naci-Fas­cismo consideran las ideas que se originaron en la Reforma y en la Revolución Francesa como la fuente principal de todos los males de nuestra época, males que juzgan originados en las mentes de Rousseau, Calvino, Lutero, Juan Huss y Wycliffe, en París, Gine­bra, Wittenherg, Praga y Londres.

Todo esto puede hallarse, además, en los "Protocolos de los -An­cianos de Sion." Al examinar este asunto en un capítulo próximo

..,__, mostraremos de un m0do concluyente que este infame fraude no es la obra de nadie más que de los discípulos de Ignacio de Loyola.

Programa de Satanás. Repiten aqu í la afirmación papal de que la Fracmasonería está aliada con los judíos y los comunistas, y terminar; llamándola con las palabras del Papa Pío IX "La Sinagoga de Satanás ."

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· CAPITULO JI.

LOS JESUITAS Y LOS PROTOCOLOS DE SION.

Toda persona inteligente conviene en que los llamados "Proto­colos de los Sabios de Sion" son invenciones criminales, y que nin­guno pudiéra haher sido escrito ni por ningún grupo de judíos ni tampoco de fracmasones. Sin embargo, los verdaderos· autores per­manecen .desconocid_os. Lo más sorprendente es que este fantásti­co fraude ha alcanzado éxito en el plan que perseguía de desterrar toda influencia judío-masónica en la Europa Central, usando méto­dos que harían ruborizarse al mismo Torquemada.

El contenido de estos preten.didos protocolos es bien conocido, y ha sid~ difundido por todas partes por los Naci-Fascistas y por el Catolicismo Romano mediante agentes en todo país, que han in­formado verbalmente -proces verbaux- de conferencias secretas en las que ciertos caudillos judíos formularon planes para la for­mación de un gobierno mundial invisible. Con la ayuda de las Lo­gias Masónicas y de los partidos liberales, democráticos, sociales y comunistas, estos "Ancianos de Sion" se dice que han conspirad0> para derrocar a todos los gobiernos no judíos y destruir todas las religiones, exceptuando la judaica. Todo medio despreciable para

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18 L. H. LEHMANN

debilitar las instituciones cristianas viene a formularse por estos cau­dillos imaginarios en esta vasta conspiración.

Todo esto debe llevarse a cabo especialmente por medio de las ór­denes masónicas en todo el mundo como imbéciles, ciegos y volunta­rios instrumentos de este pretendido super-imperialismo de los judíos. pretende dar crédito a los judíos de haber instigado prácticamente todos los movimientos revolucionarios en el siglo pasado, todos los asesinatos de gobernantes y de jefes de estado, todas las guerras. civiles, raciales e_ internacionales y todos los levantamientos en las naciones, comenzando con la Reforma Protestante hasta llegar a las condiciones económicas que resultaron de nuestra depresión econó­mica. Tras todo esto se describen los cálculos fríos, los planes poco escrupulos~s y el fanatismo criminal de estos "Ancianos de Zion." El Protocolo Número Uno nos habla de un inmenso ejército de éspías y de agentes secretos bien provistos de fondos, que se mueven por dentro, creando disensiones y revoluciones en todos los países. El sostenimiento de movimientos anarquistas, comunistas y socialistas, para la destrucción de la civilización cristiana, viene a bosquejarse en el Protocolo Número Tres, así como la degradación y la ruina del sistema monetario actual para llegar a una crisis econó­mica mundial. Guerra universal contra toda nación o grupo de na­ciones que no respondan a este llamado, aparece planeado en el Protocolo Número Siete. El Protocolo Número Diez contiene de­talles de como toda moralidad debe ser eliminada y los estadistas principales extorsionados, calumniados y obligados a transar y ha­cerlos servir a los fines de los conspiradores.

El cónclave secreto en que estos monstruosos planes fueron arreglados se dice que tuvo lugar, bajo los auspicios de "uno de los jefes más influyentes y de más alta jerarquía de los 'íracmasones"; se dice también que fueron "firmados por representantes de Zion del Grade Treinta y Tres."

Ningún grupo ni organización p11do haber sido más perverso y satánico que lo que estos "Ancian~ de Zion" judío-masónicos lo representan. Son el apoteosis del Anticristo y sólo pudieron haber

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DETRAS DE LOS DICTADORES 19

sido formulados por mentes teológicas imbuidas en la terrible espe­ranza de la venida accidental de un Anticristo.

Debe admitirse que hay cierta semejanza entre este plan revo­lucionario de acción y el programa bolchevique que siguió al ase.>

sinato del Czar de Rusia y al derrumbamiento del régimen de Ke­rensky. Pero de los diecisiete miembros del Concilio de los Comi­sarios del Pueblo del gobierno soviético en esa época sólo uno, Trostky, era judío. Tampoco los masones han sido jamás influyen­tes en Rusia ni bajo el gobierno de los Czares ni bajo el régimen soviético. Una depresión mundial económica se ha visto también desde entonces, algo semejante a la que se pretende planeada par estos "Ancianos de Zion." De ningún modo, sin embargo, han do­minado completamente las finanzas del mundo ni los judíos ni los masones. Han sufrido éstos tanto como los demás como resultado del desquiciamiento económico de 1929.

Los Naci-Fascistas que con todo éxito han explotado estos pro­tocolos para llevar adelante sus planes y que han usado estos frau­des criminales a fin de alcanzar su objetivo primario, muy bien po­drán ser acusados de ser sus autores. Pero su publicación fué an­terior a la organización del Fascismo como un cuarto de siglo, cuan­do Hitler y Musolini eran sólo niños que asistían a la escuela para aprender su tabla de multiplicar y Franco balbucía en las rodillas de su madre el "Ave María."

Por otra parte, el autor de un documento anónimo se puede descubrir mejor estudiando el mismo documento según la causa que favorezca y los enemigos que denuncia. Esto aparecerá clara- -mente aún cuando se coloque al revés. Una muestra clara de esto puede verse del análisis de una parte de estos protocolos de Zion que tengo a la vista. Es una reproducción 'de The Cathol-ic Gazette de febrero de 1936, publicación mensual ésta de la Sociedad Misio­nera Católica de Londres, Inglaterra. El espacio de que dispone­mos sólo nos permite citar unas cuantas líneas de ese nefando do­cumento.

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20 L. H. LEHMANN

Hablan los conspiradores judío-masónicos: "Mientras permanezca entre los gentiles cualquier concepto moral

del orden social, y hasta que toda fe, todo patriotismo y toda dignidad sean desarraigados, no podrá sobrevivir en el mundo nuestro reino ...

Tenemos todavía que andar mucho antes que podamos derrocar a nuestro opositor principal, la Iglesia Católica ...

Siempre debemos tener presente que la Iglesia Católica es la única institución que ha permanecido firme y qu~ permanecerá mientras exista obstruyendo nue&tro camino. La Iglesia Católica, con su trabajo metódico Y sus enseñanzas morales y edificantes, siempre conservará a sus hijos en tal estado mental que sean respetuosos de sí mismos y .que se opongan a ceder a nuestro dominio, resistiéndose a obedecer al futuro Rey de Israel. ·

Por esta . razón es que hemos estado luchando para descubrir el mejor medio de sacudir a la Iglesia Católica desde sus mismos cimientos ..•

Hemos manchado a la Iglesia Católica con las más ignominiosas calumnias; hemos manchado su historia y hemos desgraciado sus más nobles actividades .. Le hemos imputado los males de sus enemigos y hemos traído todo esto para estar muy cerca a nuestro lado. . . Hemos transfor­mado su clero en objeto de odio y de ridículo y lo hemos sujetado al desprecio de los multitudes ... Hemos hecho que la práctica de la reli­gión católica sea considerada fuera de tiempo y una simple pérdida de tiempo ...

Uno de los muchos triunfos de nuestra fracmasonería es que . esos gentiles que se han hecho miembros de nuestras logias nunca sospechen que los estamos utilizando para construir sus propias cárceles en cuyás alturas levantaríamos el trono de nuestro Rey Universal de Israel ...

"Hasta ahora hemos considerado nuestra estrategia en nuestros .ata­ques contra la Iglesia Católica por el exterior. . . Expliquemos ahora cóm0 hemos continuado nuestra obra para apresurar la ruina de la Iglesia Ca­tólica. . . y cómo hemos traído una parte del clero para ser vanguardistas de nuestra causa. .

"Hemos inducido a algunos de nuestros hijos a que se unan al cuerpo católico con la consigna de que ellos trabajarían de un modo más eficiente para la desintegración de la Iglesia Católica ...

"Somos los Padres de toda F.evolución, aún de aquellas que suelen voltearse contra nosotros mismos. Somos los amos supremos de la paz y de la guerra. Podemos. jactarnos de ser los Creadores de la REFORMA. (sic). Calvino era uno de nuestros hijos; era de descendencia judaica y fué inducido por autoridades e instruido por influencias de la misma clase para formular su plan de Reforma.

"Martín Lutero cedió a influencia de sus enemigos judíos, y además por autoridad judaica y el apoyo económico judío, su plan contra la Iglesia Católica alcanzó éxito ...

"Gracias a nuestra propaganda, a nuestras teorías de LIBERALISMO y a nuestra MALA !NTERPRETACION DE LA LIBERTAD (sic), la

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mente de muchos gentiles estuvo lista para dar la bienvenida a la Refor• ma. Se separaron de la iglesia para caer en nuestras garrras. Y de este modo la Iglesia Católica ha sido sensiblemente debilitada y su autoridad sobre reyes y cobre los gentiles ha sido reducida casi a nada ...

"Estamos agradecidos a los PROTESTANTES por su lealtad a nuestros deseos, aunque la mayor parte de ellos, en la sinceridad de su fe, no se han dado cuenta de su lealtad hacia nosotros ..•

"Francia, con su gobierno masónico, está bajo nuestro dominio. In­glaterra, dependiendo de nuestras finanzas, la tenemos bajo nuestras plantas; en su protestantismo se funda nuestra esperanza para la des­trucción de la Iglesia Católica. España y México no son sino juguetes en nuestras manos. Y muchos otros países, incluyendo los Estados Unidos del Norte, han caído ya ante nuestros planes ...

"De un modo semejante, en cuanto a nuestros planes diplomáticos y al poder de nuestros planes diplomáticos y al poder de nuestras so.­ciedades secretas, no hay ninguna organización que nos iguale. Los jesuítas son los únicos que pu.eden compararse con nosotros. Pero hemos tenido gran éxito en nuestra campaña de desprestigiarlos.. . . porque ellos son una organiz~ción visible mientras que nosotros estamos seguramen.te ocultos en la forma de nuestras organizaciones secretas.

"Pero la Iglesia Católica está viva todavía .•. " "Tenemos que destruirla sin dilación alguna y sin ninguna compa­

sión... Intensifiquemos nuestras actividades en envenenar la moralidad de los gentiles. Divulguemos el espíritu de la revolución en la mente de toda gente. Debemos conseguir que todos desprecien el patriotismo y el amor de la familia y que consideren toda fe como una farsa • .• Ha­gamos imposible que los cristianos fuera de la Iglesia Católica se unan a esa iglesia, pues de otro modo la más grande obstrucción a nuestro dominio será fortificada y destruída toda nuestra obra ...

"Recordemos que, mientras permanezcan activos los enemigos de la Iglesia Católica, podemos esperar convertirnos en los amos del Mundo . . . . Y recordemos siempre que el futuro Rey de los Judíos nunca reinará en el mundo antes que el Papa de Roma sea destronado .•.

"Cuando llegue el tiempo y el poder del Papa sea quebrantado, los dedos de una mano invisible llamarán la atención de las masas del pueblo a la corte del Soberano Pontífice para hacerle saber que hemos logrado minar el poder del Papado .•• El Rey de los Judíos será entonces el Papa real y el Padre de la Iglesia Mundial Judía."

Cuando todo esto se mira al rev~s aparece lo siguiente:

La Iglesia Católica es la única sostenedora de la moralidad y del orden social, de la fe, del patriotismo y de la dignidad ...

La Iglesia Católica es la única institución que ha permanecido y siempre permanecerá contra el Anticristo.

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La Iglesia Católica es el gran modelo de trabajo metódico y de enseñanzas edificantes y morales; siempre conserva a sus hijos respetuosos y nunca se doblegará ante las acechanzas satánicas.

Solamente cuando los católicos se avergüencen de profesar los prín• cipios de la iglesia y de obedecer sus mandamientos, conseguiremos la difusión de la revuelta y del falso liberalismo.

La Iglesia Católica ha sido manchada con las calumnias más igno­miniosas; su historia ha sido manchada y sus más nobles actividades desacreditadas. Las prácticas de la Iglesia Católica no están fuera de lugar, fuera de época ni constituyen una simple pérdida de tiempo.

La fracmasonería está aliada con Satanás contra la Iglesia Católica. No se debe confiar en todos los sacerdotes; los sacerdotes católicos libe­rales solamente sirven a la obra del diablo.

La Reforma fué la obra de los consp;radores malvados, Calvino y Lutero, y fué sostenida por ellos para destruir la Iglesia Católica.

La libertad y la independencia son simples representaciones del bien. Los protestantes ayudaron sin pensarlo, para traer todos los males en nuestro mundo actual. La Inglaterra Potestante ptetende destruir . a la Iglesia Catóiica. Todo eso puede tener lugar en España o en México, y es una parte de la conspiración contra la religión católica.

Los jesuítas no son una organización secreta, sino todo lo que hacen es público y conocido de todos. Los jesuítas ·constituyen la única organiza­ción, sin embargo, capaz de destruir las fuerzas del mal en el mundo.

FINALMENTE: Mientras el Papa permanezca con su cetro en Roma el mundo estará a salvo ...

Esto es exactamente lo que se enseña en todas las escuelas ca­tólicas. Toda enseñanza y toda misión dada a los sacerdotes y el público laico principia con el cuadro de San Ignacio de "Los Dos Campos": la Iglesia Católica baj,o la dirección de Dios, en una al­tura y en la otra, una combinación · de protestantes, judíos, maso­nes, comunistas, socialistas y ateos dirigidos por Satanás.

Y todo esto puede encontrarse en la revista Social !ustice del pa­dre Coughlin. En su número de febrero 5 de 1940, por ejemplo, él vuelve a afirmar que la Iglesia Católica es "el frente ideal cris­tiano'', y proclama que todos los que se le opongan o no estén con él pertenecen al grupo de Anticristo que muy pronto "aparecerá en­carnado en f,a persona del Anticristo mismo." Afirma él que la "di­rección laica cristiana en asuntos sociales debe ser condenada". En el mismo número, un corresponsal especial de esta revista en Roma

' escribe un artículo bajo el título de "La Unica Esperanza de la Eu-

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ropa Cristiana está en Roma," y -que Europa solamente puede sal­varse por la restitución del Santo Imperio Romano; que Inglaterra, que "más que ningún otro país representa ah-0ra el espíritu neoj u­dío y anticatólico," será destruida por Alemania e Italia.

En otra parte de esta publicación los sacerdotes liberales ca­tólicos, como Monseñor John A. Ryan, son llamados "Clérigos a Sueldo", pagados por grupos izquierdistas revolucionarios. Hacia el final hay un cuestionario capcioso que implica veinte contesta­ciones destinadas a asegurnr una encuesta pública de sus lectores condenatoria a la democracia. .

Aún cuando fueron primeramente publicados en Rusia en 1903, los Protocolos de Zion tuvieron su origen en Francia y se remontan a la época del Caso Dreyfus, en el cual los jesuitas fueron los prin­cipales instigad~res. También fueron planeados para tener su efecto primeramente en Francia, mediante el derrumbamiento del gobierno judío-masónico de la República Francesa. Pero el descubrimiento del fraude gigantesco de Leo Taxil, quien había sido públicamente sostenido por los jesuitas, la consumación ·de la Alianza Franco-rusa, así como las dificultades surgidas entre el Vaticano y el Gobierno Francés en esa época, hicieron que fuera más oportuno 1rue estas publicaciones aparecieran primero en Rusia.

Estos protocolos de los supuestos jefes judíos no son 'os primeros documentos de su clase fabricados por los jesuitas.

Por más de cien años antes de que estos protocolos aparecieran, los jesuitas habían continuado haciendo uso de fraudes semejantes llamados "Los Secretos de los Ancianos de Bourg-Fontaine" contra: los jansenistas, el movimiento Francés Católico anti-jesuita entre el clero secular. La analogía entre estas dos creaciones fraudulentas es perfecta; la asamblea secreta en los bosques de Bourg-Fontaine; el plan de los conspiradores para destruir al papado y establecer la tolerancia religiosa entre todas las naciones; la alegada conspira­ción contra el Trono y el Altar y el establecimiento de un gobierno mundial opuesto a la Iglesia Católica. Aparece allí la misma dra­matización del polo negativo de evolución histórica del mundo, para

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.sacar, por contraste el polo positivo Cristiano (Católico) , al.tededor del cual todas las fuerzas conservadoras, la monarquía y la aristo­cracia, el ejército y el clero deberán converger para salvar al mundo de la destrucción satánica. .

Analizando, por lo mismo, los fines perseguidos por estos Pro­tocolos de Zión, los medios que han de emplearse, las fuerzas califi­cadas de malas y las que deben considerarse como buenas, tenemos que llegar a la conclusión de que solamente aquéllos a cuyos propó­sitos claramente habrían de servir estas publicaciones fraudulentas, pudieron haber sido sus verdaderos autores.

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EL EXTRAÑO CASO DE LEO TAXIL

LA MOTIVACION PRIMORDIAL de la Acción Católica es su complejo escatológico de que el Vaticano, como el designado cam­peón de Dios, deberá llevar a cabo toda batalla abierta contra las fuerzas de Satanás antes de que venga el fin del mundo. La presente condición del mundo ha convencido a los caudillos católicos de que el tiempo del Armaguedón se está aproximando rápidamente. En sus mentes no hay la menor duda dé q~e la victoria completa y final será suya. Ni tampoco tienen duda alguna de quiénes componen estas fuerzas de Satanás. Actualmente mencionan el comunismo co­mo el término genérico para cuyo objeto las varias fuerzas que están al lado de Satanás luchan contra la Iglesia Católica. Y al creer esto de que todos los que no están ciento por ciento al lado de la Igle­sia Católica, están en su contra, los liberales de todos matices son colocados bajo la bandera del comunismo. La jefatura de esas fuerzas combinadas del mal se atribuye al mundo de los judíos y la frac­masonería.

"Los Protocolos de. Sión" fueron precedidos por una factura semejante a "Los Secretos de los Ancianos de Bourg-Fontaine". Han

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diiundido esta creencia entre los católicos en todas partes. Claras falsificaciones aún cuando se admiten que sean, muy seguramente puede afirmarse que nada ha contribuido más a las rápidas victorias del Fascismo sobre las fuerzas de la libertad y de la tolerancia que estos pretendidos protocolos de Ancianos de Sión. Como ya se ha indicado, insidiosamente representan a los judíos y a los masones del mundo conspirando para establecer el reino de Satanás sobre la tierra, y por contraste, la Iglesia Católica como el único baluarte y como la única 'fuerza que finalmente resultará triunfante. De acuerdo con lo que se ha empleado e~ el Nací-Fascismo en los últimos diez años, este fraude fantástico y audaz ha tenido ya éxito para desacre­ditar las instituciones y los gobiernos democráticos aún en los Es­tados Unidos del Norte y para glorificar el dominio autoritario de la fuerza y de la brutalidad.

Nadie puede negar el papel principal que la Iglesia Católica ha jugado en estos acontecimientos y todo lo que ha conducido a ellos durante el último medio siglo. El Papa Pío IX llama a la francma­sonería la "sinagoga de Satanás" ... cuyo objeto es destruir la Iglesia de Cristo, si fuera posible, desarraigándola de la faz de la tierra". Pío X dice:

"Tan extremos a la perversión general, que hay lugar para temer que estamos experimentando los 1:lnuncios y los principios de los males que han de venir al final de los tiempos y que el hijo de Perdición, de que habla el Apóstol, ya ha llegado a la tierra."

Se ha demostrado en un. capítulo anterior que los Papas <le Roma condenan a la masonería por estar aliada al judaísmo, princi­palmente porque enseña la tolerancia de todas las religiones y traba-

1 Compárese Brief de noviembre de 1865. Estas y otras cuestiones han sido publicadas varias veces en la revista Social ]ustice del Padre Coµghlin y en otros escritos e impresos mimeografiados que han sido repartidos de su Shrine en Royal Oak, Michigan. Uno de estos se llama The Malist - Por The Honest and Honorable.

2 Compárese Suprema Apostolatus, 1903.

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ja para el establecimiento de gobiernos populares, de educación se­cular y de la confraternidad internacional. No hay nada demasiado fantástico que los papas y la Iglesia Católica -no hayan creído y propagado contra los propósitos y actividades judío-masónicos. Lo más sorprendente y desastr-0so fué lo de las revelaciones preten­didas por el gran impostor Leo Taxil hacia fines del siglo pasado. Tan grande fué la decepción 4el Papa mismo y de todo el mundo católico, que el padre Herbert Thurston, S. J., fué obligado a deplorar el hecho de que ciertas muestras de "excesiva credulidad han sido aus­piciadas lamentablemente en nuestra generación por las atroces im­posturas de Leo Taxil". (3).

El verdadero nombre de Taxil era Jogand Pages, y es descrito por el padre Thu'rston (loe. cit.) como "el más blasfemo y obsceno de los escritores anticlericales de Francia". En cierta ocasión fué encarcefado por haber publicado un libro con el título de "Les Amours de Pius IX" ("Los Amores del Papa Pío IX). Esto fué antes de su conversión a la Iglesia Católica. Fué entonces cuando principió a hacer sus pretendidas revelaciones acerca de la frasmasonería y a pu­blicar un gran número de libros acerca de éstos, cada uno de los cua­les eran más sorprendente que los anteriores. ,

Dándose cuenta del complejo demoníaco de la Iglesia Católica, Taxi! exhibió ésto con arte consumado. En muchas de sus novelas que fueron publicadas por la prensa católica en todo el mundo, Taxil da importancia al culto de los demonios, o a lo que él llama Satanismo. El describe a los fracmasones practícando el culto del diablo, y los acusa de asesinatos, orgías sexuales y trata de blancas. Afirma que los fracmasones procuraron apoderarse de la mujer hasta el punto de llegar a obligarla a tener comercio con el diablo. Como prueba de que la fracmasonería estaba secretamente dominada por los ju­díos presenta sus pretendidas prácticas de los rituales judaicos.

El clero católico, en todas partes, se sintió deleitado con la si­niestra novela de Taxil llamada Palladismus,

1

que es la historia de

3 Confróntase Catholic Encyclopedia, Vol. VII, pp. 701-703.

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Diana Vaughan, quien, según él, fué el resultado de una umon de su madre con un diablo llamado Bitrón. Estas revelaciones fantás­ticas convencieron a muchos de que la jerarquía católica estaba en contacto directo con esta hija del diablo por la mediación de Leo Taxil, que era ahora su protegido. El Papa León XIII recibió a Taxil en audiencia privada, le dió su bendición, asegurándole que había leído sus libros contra la fracmasonería con gran interés y que sus escritos eran sumamente benéficos para la causa de la Iglesia Católica. Paso por alto la importante pregunta de cómo el papa infalible pudo haber sido tan completamente engañado por uno de los impostores más atroces que han vivido. Fué esta una época en que los jesuitas fueron también dominados.

Por mucho tiempo Leo Taxil disfrutó del fácil éxito que había alcanzado jugando con la credulidad del clero católico y de los creyentes católicos. Más tarde llegó el gran denuncio, planeado y realizado por él mismo como si dijéramos, por la curiosidad que en sí entrañaba; con el fin de gozarse en su victoria sobre los jesui­tas hasta el extremo, convocó a una reunión pública en París el día 10 de abril de 1894 y anunció, produciendo consternación en sus oyentes, que todas sus actividades, sus libros y folletos, así como su historia de Diana Vaughan, la hija del diablo que había sido con­vertida a la Iglesia Católica, no eran sino un gran chiste fríamente inventado y ejecutado por él mismo. Con toda calma les dijo que Diana V aughan era solamente el nombre de su mecanógrafa.

El punto interesante y serio en todo este asuato es el hecho de que fueron los jesuitas los que tradujeron las novelas de Taxil al alemán. El padre jesuita Gruber, cuyo artículo sobre la fracmasonería en The Catholic Encyclopedia no es sino una repetición de lo que Taxil dice sobre esta institución, dió amplia difusión a sus libros. Y continúan afirmando que lo que él había escrito estaba en perfecta armonía con los hechos, aún después de que él había destruido todo con la exposición dramática que hizo en público.

4 Compárese Hoensbroech, Der Jesuitenorden, Band II, Seite, 504.

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Y hasta el día de hoy, en los Estados Unidos, la Iglesia Cató­lica continúa publicando y difundiendo los fraudes de Taxil contra la fracmasonería y su pretendida alianza con el mundo judío. The New W odd, órgano oficial de la Arquidiócesis Católica de Chicago, en su edición de marzo 26 de 1910, publica un artículo Freemasonry­The Open Door To Damnation, artículo difamatorio y fantástico como lo mejor que Leo Taxil escribiera. Fué reproducido como una muestra de la animosidad de los católicos hacia los masones y los ju­díos, en la edición conmemorativa de Lije and Action durante el cónclave de los Caballeros Templarios durante el mes de agosto de este mismo año. Afirma que "los judíos son el espíritu director de la orden masónica", que "la fracmasonería fué fundada y organizada por los judíos cori la vana esperanza de destruir el cristianismo", que ellos pretende.n asesinar a hombres prominentes, aún en los Estados Unidos de América, corrompiendo al departamento judicial para que dejen en libertad a los asesinos. Reminiscencia de la con­denación de la masonería del Papa León es la Bula Humanum Genus, en la que dice lo siguiente:

"Una sociedad que admite como miembros a cristianos, turcos, judíos y chinos y cualquier otra especie de barbari6mo, amalgamándolos todos, o la mayor parte de ellos en un ejército de infieles y de ateos, debe ser inspirada y dominada por la malevolencia y la malicia del espíritu malo. No hay razón para dudar que el 1udío que aborrece al Cristo es la cabeza de la orden masónica en esta época y en todos tiempos."

No hay necesidad de dar énfasis al hecho de que, cuando viene a atacar al judaísmo y a la fracmasonería, Leo Taxil no dice nada del padre Coughlin. Este sacerdote y sus poderosos sostenedores entre el clero católico y entre los creyentes católicos de los Estados Unidos, están copiando los métodos de Hitler y de los otros dicta­dores que bárbaramente han aniquilado a la fracmasonería y el ju­daísmo de todos los estados de la Europa Central. Realmente, no son tan imitadores de Hitler, de Mussolini y Franco como los suce­sores de los papas, los jesuitas y los Leo Taxils, quienes iniciaron

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esta campaña más de medio siglo antes del Naci-Fascismo. Su pro­pósito era, y lo e8 todavía, destruir los efectos de la Reforma ·y esta· blecer el Santo Imperio Romano de la Nación Germana.

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CAPITULO IV

EL RESTABLECIMIENTO DEL . SANTO IMPERIO ROMANO

La tragedia europea, en op1mon de los católicos, se debe al hecho de. haber destruido el gran dominio papal en los estados con­federados por medio de· la Reforma Protestante. Desde entonces, todos los esfuerzos de la Iglesia Católica se han dirigido a preve.r la contra-Reformación para restablecer el orden social y político de los tiempos anteriores a la Reforma. Aquel orden en los estados era jerárquico y no democrático, y era dirigido en las altas esferas por la doble s~beranía del Papa y d Emperador, mediante la unión de la autoridad de la Iglesia-Estado. El orden social político que emanó ·de la Reforma, tanto en Europa como en Américá, es con­siderado por la Iglesia Católica como pagano y anticristiano; ellos le dan el nombre de "pseudo-democrático".

Todo esto se encuentra en los escritos oficiales católicos, y es el tema obligado de todas las encíclicas papales. El semanario je­~mita América, (1) por ejemplo, nos dice que los males de nuestra ·época deben atribuirse a esta "pseudo-democracia, que es pagana en su ori-

1 Abril 13 de 1940.

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gen remoto y conduce a un sistema de salarios inhumanos, a un pro­letariado profundo y paupérrimo". Continúa todavía diciendo: "Protestante, racionalista y ahora definitivamente anticristiano en su profesión, no tiene por fruto sino el socialismo", y clama por "la vuelta a un orden social integral, cuyos principios se conservan to­davía en nuestra lánguida memoria de los experimentos de la gra:a edad media".

Pocas personas se dan cuenta del odio profundo de los escrito· res oficiales de la Iglesia Católica para la democracia y el mod0 de vivir en los Estados Unidos de América. Esta misma revista jesuita América (que se anuncia a sí misma como "la revista católica más influyente de los Estados Unidos") publicó lo siguiente en su edición de mayo 17 de 1941, seis meses antes de Pearl Harbor:

"Cómo nosotros, los católicos, hemos odiado y despreciado esta c1v1• lización diabólica, esta creación realista de estos hombrecillos que se rehusan a doblar la rodilla o inclinar la cabeza en sumisión a las altas autoridades... Hoy, a los católicos de los Estados Unidos se les pide derramar su sangre por tal o cual civilización secularista que ellos han estado sistemáticamente repudiando por cuatro siglos. Esta civilización se llama ahora democracia, y se hace la sugestión de que enviemos nuestros yanquis a Europa para defenderla. lRealmente vale la pena defenderla? ¿Qué es la suma y la substancia de todo e$to? Todos los yanquis de los Estados Unidos serán incapaces de librarla de su desintegración. A menos . de que venga un milagro, está condenada, definitiva e irrevocablemente condenada. El Nuevo Orden en Europa tendrá que ser nacista o totali­tarismo británico, o una combinación de ambos ...

"La democracia americana se está desintegrando, se está desmoro­nando en su interior. La fatiga, la desilusión, el temor a la guerra y el temor a la banca, la falta de seguridad, la revolución tecnológica que ha sido más allá de ser un instrumento bajo el dominio social perfectamen• te arraigado, el odio anarquista de un orden social que por mucho tiempo ha negado el principio de la justicia social, la rebelión de las masas y la nivelación de todos los valores, la ausencia de toda base común; estas éticas son solamente algunos de los muchos factores que figuran en la decadencia que nos está amenazando."

"La jefatura en esta crisis no vendrá nunca de los laicos. No proce­derá nunca de la base de la pirámide católica. Sólo podrá venir de la cumbre de la jerarquía. La Revolución Cristiana principiará cuando nos resolvamos a desligamos por completo de este orden social existente antes de ser sepultados con él."

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DETRAS DE LOS DICTADORES . 33

A pesar de la opinión que la Iglesia Católica pueda ahora ex­presar acerca de Hitler y de su Naci-Fascismo, está ciento por ciento con ellos y con los demás dictadores Fascistas en este juramento ob­jetivo de destruir el orden social y político que procede de la Reforma, substituyéndolo por una confederación integral de estados de jerar­quía positivamente cristiana, semejante a la que existía antes de que el protestantismo destruyera el orden de cosas autoritarias que existía en la Europa Central. Hitler lo asentó en el artículo 24 del Programa del Partido Nacional So.cialista diciendo que "el Partido, como tal, parte del punto de un cristianismo positivo". Este es específicamente el principio jesuítico de acción con el objeto final de incluir toda secta cristiana unida a la Iglesia Católica para formar una "reforma cristiana de estados", el establecimiento de un' grupo jerárquico de estados corporativos, libres completamente de toda influencia judía­masónica o protestante. El Obispo Hudal (2) y otros prelados alemanes han señalado la identidad de los principios fundamentales del Socia­lismo Nacional y del Catolicismo. El padre <;oughlin y sus sostene­dores jesuitas han venido predicando lo mismo en los Estados Uni­dos. Hasta la fecha, los movimientos relámpagos de Hitler han veni­do realizando sus conceptos ideológicos para formar "un nuevo orden" en toda Europa, después de su despiadada destrucción de los judíos y de la masonería.

Durante siglos, la política del Vaticano se ha fundado en la esperanza de la restauración de su dominio sobre todas las naciones de Europa, apoyándose en una Alemania militante y fuerte, que sea capaz de limpiar el Continente de la influencia del protestantismo británico en el Occidente, y sobre todo; librarlo de la influencia Ru­so-slávica y su invasión del Oriente. Una Alemania más grande, en otras palabras, deberá ser hecha el centro de un nuevo Santo Im­perio Romano.

Es muy significativo que el Papa León XIII tratara de imponer este plan sobre la mente del Kaiser Guillermo II durante la última

2 Die Grundlagen des Nationahozialismus, p. 15.

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visita que éste hizo al Vaticano. El Kaiser, en sus Memoirs, (3) describe con vivos colores el brillante y solemne cuadro en que tuvo lugar la entrevista, afirmando que él anotó lo que se decía para una referencia ulterior. Lo que a él más le interesó fué la insistencia del Papa León de que por medio de la guerra, si fuera necesario, el Santo ImperiO' Romano fuera establecido y que para este fin "Akmania se conver­tiría en la Espada de la lgksia Católica". Reproduéimos en seguida las palabras mismas del Kaiser:

"Fué de mucho interés para mí lo que el Papa me dijo en esta ocasión relativo a que Alemania debería convertirse en la espada de la Iglesia Católica. Le dije yo que el antiguo Imperio Romano de la Nación Alemana no existía ya y que las condiciones del mundo habían ·cambiado. Pero él permaneció firme en sus palabras."

Hitler sucedió al Kaiser y por medio del poder militar alemán barrió de t-0da Europa los gobiernfls populares, la fracmasonería y todas las libertades democráticas, contra las cuales el Papa León XIII y todos los papas del siglo diez y nueve habían fulminado sus ana­temas.

Los propagandistas católicos en los Estados Unidos, a pesa!' de publicar opiniones_ en contrario, no se han dado cuenta de la iden­tidad de intereses entre los Nací-Fascistas yr los católicos que diplo­máticamente, pero de un modo definido, han estado luchando por su realización. La conquista que al principio hizo Hitler de Austria y de Checoslovakia fueron aplaudidos como "un reajuste natural en Europa" por el Magistrado Católico Herbert O'Brien de Nueva York, en un artículo declaratorio publicado en el New York HerakJ, Tribune el día 29 de marzo de 1938. Por demás es decir que sus opiniones no son solamente propias de él, sino que fácilmente ~ se ve que fueron dictadas por una autoridad oficial católica. Aprovechándose de la ocasión para amonestar a los Estados Unidos contra la idea de par­ticipar en la guerra al lado de Inglaterra y de Francia, el Magistrado

3 Véase The Kaiser's Memoirs, de Guillermo II, traducido por Thomas R. Ybarra, p. 211, Harper & Bros. 1922.

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O'Brien afirma que tal guerra sería injusta porque su propósito sería "oponerse a ciertos reajustes políticos y cambios en la Europa Central que resultarían en una confederación económica y nacionalista que existió por muchas generaciones antes de la gran guerra mundial . .. y también se opondría a la gran confederación de grupos pequeños que hasta el principio de la gran guerra mundial habían vivido bajo la benéfica influencia de los Hapsburgos en gran prosperidad comer­cial, independencia y paz•. Prosigue con las siguientes palabras :

"La· oposición a este reajuste del púb!ico a!emán con a!gunos de los grupos del antiguo Imperio Austriaco .. . procede de Inglaterra y de Frarv cía. Estas dos naciones han expresado su amargo resentimiento sobre estos cambios como una perturbación .de !a "balanza del poder" en Eu­ropa, y tienen temor de que Alemania, en unión de una Austria reor• ganizada, coloque al público a!emán en plano ascendente con poder suficiente para. mantener esta posición, y a!iándose con Italia, acabar con la supremacía sola de Inglaterra en el Mediterráneo efectuando directamen­te su único dominio sobre India, Egipto y las Colonias Británicas Afri­canas. 11

Escribió también que "el desme~ramiento del Imperio Aus­triaco fué el más trágico error del siglo veinte. Cuando Inglaterra y Francia desmebraron a Austria, arruinaron a Europa". Aplaudió el éxito que Hitler tuvo al destruir la hegemonía Protestante Britá­nica en el contro de Europa, lo que le había asegurado la vuelta de una organización política y social, mediante la unión de los estados corporativos, reviviendo así la Santa Confederación Romana:

"Lo que k>s Estados Unidos están presenciando es la unión normal de estas diversas partes para formar esta estructura original y viviente. Tenía que suceder. No podría evitársele. En justicia a los cien millones

· de habitantes del centro de Europa, lpor qué habría quién se opusiera a esto?"

Descubrió él toda la pretendida op1mon del catolicismo oficial aún a las persecuciones raciales y religiosas de Hitler tanto como a sus "protectorados" sobre las naciones no-alemanas en los siguientes términos:

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"Así tuvo que haber sucedido sin Hider 'Y a pesar de Hitler. Y con la inclusión de estos grupos no-Germánicos, la persecuciones raciales 'J anti-religiosas de Hitler deben terminar 'Y desaparecer. Hitler pasará, pero el gran restablecimiento de esta unión, aYÍ como la libertad religiosa, tendrán que sobreviVir."

Lo que la Iglesia Católica espera y para lo que está trabajando como ~esultado de la presente lucha mortal entre el Fascismo y los bloques democráticos es el restablecimiento en Europa ele un "Estado Real'', un sistema jerárquico rígido en el cual los inferiores estén sujetos a los superiores. En este sistema cada individuo, a semejanza de las células del cuerpo tendrá que sujetarse humildemente a su suerte y ocupar su "lugar natural" que le corresponde por nacimien­to, poniendo a un lado el deseo de salirse de este lugar. Las bases de esta estructura social no son antijudaicas, sino también antipro· testan tes.

Corresponde al sistema de la Orden Jesuita misma según fué fundada por Ignacio de Loyola, pues su punto esencial consiste en una estructura jerárquica de ideas, y es característica de todo el pensamiento político ( 4) . Esta jerarquía opuesta al sistema democrático protestante consiste en que las diferentes razas constituyen los pasos jerárquicos de un sistema cósmico que nadie tiene derecho a mo· dificar o cambiar, ya sea por voluntad individual o colectiva.

El padre jesuita Muckermann, en sus diversas obras sobre la higiene de la raza, explica ampliamente esta -ideología que forma la base de todos los propósitos y actos de los Nací-Fascistas. La mez­cla de razas, afirma él, produce descendientes "discordantes" que tie­nen dificultad en dejarse absorber para formar una unidad nacional. Es bien sabido que la mezcla de razas produce fuertes individuos y éstos, desde el punto de vista jesuítico, romperían la "armonía'" es­tática que ellos desean ver entre tod~ los públicos y todas las na· ciones, y nulificarían también el instinto gregario que los jesuitas se proponen favorecer. De acuerdo con esta idea, "la armonía" es

4 Confróntese René Müller, Macht und Geheimnis der ]esuiten, p. 41; tam­bién su Rassenheirarchie als Kirchliche Lehre, pp. 42, 204.

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un estado en el cual cada quien se coloca humilde e involuntaria­mente en el nicho orgánico que le asigna la suprema autoridad, sin dar lugar a una "discordancia diabólica" al pretender abandonarlo. Este es el modo en que ha sido organizada la orden jesuítica, y es­te el fin ideal católico para todo estado o grupo de estados en el orden político y social. Este es el sistema orgánico, estático, jerár­quico, integralista y corporativo de las enseñanzas Naci-Fascistas, que está ya en práctica en muchos países de Europa. Está en opo­sición directa con el concepto desintegralista, dinámico, liberal, li­bre y democrático del orden político y social.

La Orden de los Jesuitas tiene su "párrafo ario" que correspon· de exactamente al del Hitlerismo. Su Constitución contiene seis im­pedimentos que se oponen a la admisión en la orden, primeramente de las personas d.e descendencia judía hasta la cuarta generación. Si se descubriera descendencias judías después de que el candidato ha· ya sido admitido, se evita su "radiación." Este párrafo ario apare­ció primero en los estatutos de la Orden de 1593, fué confirmado en 1608 y puede hallarse ahora en la última edición oficial publicada en Florencia en 1894. Los concilios generales de la orden han pro­clamado muchas veces que la descendencia judaica deberá ser con­siderada como "una impureza escandalosa, deshonrosa e infame."(5) Surárez, notable teólogo jesuita, afirma también que la descenden­cia judía es una impureza de tal carácter indeleble que basta para evitar su admisión en la Orden. (6).

Esta identidad de intereses entre los Naci-Fascistas y el Cato­licismo Jesuítico en lo relativo a oponerse a la mezcla de razas y de religiones, es algo que no puede negarse. Y esta ideología es la causa primordial de la guerra que está devastando actualmente al mundo. Hitler, el fanático, ha ido demasiado lejos en sus pro­pósitos de realizarlo. Si él tuviera éxito en hacer esto permanen­te, el "nuevo orden': que él se ha comprometido a establecer en Eu-

5 Institutum, S. J., p. 278, 302; también Jesuit Lexiccm, p. 939. 6 Suárez, Tractatus de religione Societatis Jesu, p. 34.

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ropa sería el que la Iglesia Católica ha estado buscando con trabajo activo durante los últimos cuatro siglos. Como resultado, la. Eu­ropa quedaría enteramente libre de ese "liberalismo pseudo-demo­crático" tan perjudicial al Catolicismo oficial. Con Hitler o sin él, como dice el Magistrado O'Brien, tendrá que venir. Y sus prin­cipios sólo pudieron haberse llevado a cabo mediante la inhumana guerra que ahora está sosteniendo el Naci-Fascismo, hecho que sus promotores jesuitas han concebido ampliamente durante sus varios siglos de actividad contra la Reforma. Pero solamente enfrentán­dose con este hecho y olvidando la propaganda católica romana en los periódicos diarios que se publican en los Estados Unidos, po­demos entender por qué la victoria de una Alemania autoritaria. y nunca su derrota completa por las democracias aliadas, ha sido fervientemente acariciada por el Vaticano.

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CAPITULO V.

HITLER Y LA IGLESIA CATOLICA.

Hitler es un producto de la Iglesia Católica. El nunca ha re­nunciado a sus doctrinas religiosas ni condenado los fines y aspira­ciones políticas de la iglesia en que él nació y fué bautizado. Así como su padre consideró el sacerdocio católico como el estado más elevado a que una persona pueda aspirar, así él, como niñ.o, tuvo ante su imaginación el sacerdocio como el sér humano ideal. En su autobiografía Hitler dice que él fué profundamente impresiona­do por las ceremonias religiosas de la Iglesia Católica y que era miembro del coro en su iglesia parroquial. En sus horas de ocio se dedicaba a tomar lecciones de canto en los monasterios vecinos. "Esto," dice él, "me proporcionó la mejor oportunidad de bañarme con la magnificencia solemne de las fiestas brillantes de la Igle­sia." (1).

Estas tempranas emociones nunca desaparecieron completamen­te, y siempre ha permanecido consciente del valor extremadamente sugestivo de la atmósfera eclesiástica. Hacia el final de su libro describe "las condiciones psicológicas que tienden a crear esa me-

1 Compárese Mein Kampf, p. 4.

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dia-luz artificial y misteriosa en las iglesias católicas: las velas de cera, el incienso ... " De hecho, en su M ein Kampf, Hitler aprue­ba todo lo que particularmente se relaciona con el Catolicismo Je­suítico en oposición al Protestantismo. Aprueba los dogmas indis­putables del catolicismo (2), la actitud intoleral).te de la educación católica ( 3) , la necesidad de una fé ciega ( 4) , la infalibilidad per­sonal del Papa, impuesta a la Iglesia Católica por ·los jesuitas en 1870, ( 5), y el celibato obligado al clero católico. Todas estas co­sas constituyen radicalmente diferente a la Iglesia Católica de to· das las demás iglesias de la Cristianidad. En su expresión abierta y profética con que declara su admiración por la Iglesia Católica dice así: (6) . .

"De este modo la Iglesia Católica está más segura que' nunca. Bien puede predicarse que a medida que ciertos fenómenos se disipan, ella permanecerá corno un farol entre todos estos elementos c¡ue se desvanecen atrayendo hacia sí a muchos ciegos adherentes en número siempre cre­ciente.,,

Esta declaración entusiasta del Fuehrer no es solamente la ex­presión del sentido profético que generalmente le atribuyen, sin? la manifestación de un deseo firmemente arraigado en su alma. Co­"nC todos los católicos de la Europa Central fué educado para opo­nerse al Protestantismo, el enemigo , histórico que siempre se ha propuesto separar al gobierno y a la gente de la influencia reli­giosa y política de la Iglesia Romana. En ninguna parte de su libro se halla una palabra en que se desapruebe la campaña de los jesuitas contra las diversas formas del Protestantismo. Es verdad

2 P. 293. a P. 385 .

.4 P. 417. ~ Compárese -Mein Kampf, p. 507. s Véase la Iglesia. Católica. en el "Mein Kampf" de Hitler; 15c Agora Pu­

blishing Co. Fué el Padre Staempfle, y no Hitler, que realmente ·escribió "Mein Kampf."

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que en algunos lugares él afirma que tanto el Protestantismo como el Catolicismo, como unidades religiosas, son de igual valor en lo que se refiere a su Socialismo Nacional. Pero al analizar sus afir­maciones especiales referente a los dos sistemas religiosos, inmedia· tamente se ve con cuánta espontaneidad se aferra al ultramontanis· mo católico. En cuanto a racismo y a antisemitismo, Hitler clara· mente indica su hostilidad hacia el Protestantismo. El se expresa del siguiente modo: (7).

"El Protestantismo se opone de una maPera ext,remadamente vigorosa a t-0da tentativa de librar a las naciones de su peor enemigo. De hecho, la opinión del Protestantism(') en lo que se refiere a los judíos, es más o menos dogmáticamente fija. Pero no hemos llegado al punto en que este problema tendrá que ser resuelto; pues de otro modo, todos los esfuerzos al renacimiento de Alemania y a su regeneración nacional serán del todo inútiles."

Es verdad que el Protestantismo nunca puede asociarse con el racismo jesuita. La protesta ante Hitler de la Iglesia Alemana Con· fesional en 1936 aclara este punto: "El antisemitismo," dice, "con frecuencia provoca excesos que nada puede justificar y que no son sino el resultado de odio hacia las minorías judías." (8).

La identidad de la ideología de Hitler con la tradicional del Catolicismo Jesuita no puede negarse, ni tampoco puede negarse que por medio de despiadadas persecuciones y de las fuerzas armadas en colaboración con los demás dictadores católicos, él ha venido fomentando el objetivo último de la Iglesia Católica. Hitler, Mu­ssolini, Franco y Salazar (dictador católico de Portugal) desterra­ron la influencia judía, masónica y protestante de toda Europa des­de el Artico hasta el Mediterráneo: A pesar de esto, sin embargo, en los Estados Unidos muchos permanecen excépticos de que exista conexión predeterminada entre el Nací-Fascismo y el Catolicismo Jesuita. Ellos mencionan la persecución de la Iglesia Católica en

1 P. 123.

s Confróntese Basler National Zeitung, julio 20 de 1936.

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Alemania y la profesión de fé en la democracia por algunos escri­tores católicos en los Estados Unidos de América.

Aquí se presenta un caso de obvia contradicción entre la rea­lidad y la apariencia. En primer lugar, la oposición nacista a la Iglesia Católica en Alemania se ha concretado completamente a los elementos "liberales," y los jefes del Catolicismo siempre se han opuesto a estos más que a nadie. El Partido Jesuita por mucho tiempo ha temido la infiltración del Protestantismo y de las ideas liberales en la mente católica alemana. Durante los años de la post­guerra, cuando Alemania era: una república' democrática, algunos miembros del clero secular ordinario y algunas de las órdenes reli­giosas, se enamoraron del liberalismo, de su espíritu secularizador. Llegaron a formar la columna vertebral del Partido Central Cató­lico que fué el último baluarte contra la elevación al poder de Hi­tler. Pero este elemento liberal en Alemania fué disuelto por orden del Papa Pío XI como una condición estipulada en el concordato del Vaticano con el Fascismo. Su jefe, Klausener, fué asesinado en la "purga de sangre" de julio 30 de 1934. El último partido liberal de Italia, también encabezado por el sacerdote desterrado Don Stur­zo, corrió la misma suerte en manos del mismo Papa Pío XI. No es nada nuevo en la historia del Catolicismo el que los reformado­res sociales y religiosos dentro de la Iglesia sean los primeros en sufrir su enemistad. Los herejes de la historia, entregados por la iglesia al poder de la autoridad civil para ser quemados y encar­celados, son testigos mudos de esta política inalterable de la in­transigencia del Catolicismo.

Fácihnente puede verse que la identidad de la política jesuita con los objetivos del Naci-Fascismo constituye una razón para ocul­tarla del público de los Estados Unidos. Si fuera de otro modo, la Iglesia Católica sufriría una gran pérdida en su prestigio en los Estados Unidos ante los ojos de los católicos, lo mismo que de los no-católicos. No es sorprendente, por lo tanto, el que las siguien­tes contradicciones evidentes puedan fá~lmente notarse en la pro­paganda de la Iglesia Católica:

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1.-Las opiniones contradictorias de algunos autores jesuitas en lo que se refiere a ciertas cuestiones políticas, económicas y aún de carácter religioso;

2::-La adopción de peculiaridades nacionales en todos los paí­ses, aún en tierras paganas;

3.-El combatir con una mano el socialismo y con la otra ofrecerle amistad;

4.-El favorecer aspectos nacionalistas exagerados así como ten­dencias pacifistas internacionales;

5.-El hacer declaraciones elocuentes en favor de la democra­cia y al mismo tiempo aprovechar todos los medios que se pre­senten para minarla y arruinarla;

6.-La creación de situaciones aparentemente contradictorias. Además de todo esto, no hay nada falto de sinceridad de par­

te de los directores del pensamiento católico. Las fuerzas directri­ces del catolicismo moderno son tan sinceras en sus convicciones, como lo fueron sus predecesores en la antigüedad, en el sentido de qúe nada bueno puede resultar de los regímenes sociales del líber~ lismo político. El liberalismo en religión es para ellos anatema y

-constituye su peor enemigo. Ellos desean la paz, pero de acuerdo con los Naci-Fascistas, esa paz sólo puede adquirirse por medio rus la guerra con todas sus dolorosas consecuencias, como un mal ne-­cesario. Sostienen ellos que sólo mediante una guerra triunfante pueden los hombres y las naciones someterse a la idea jerárquica de un orden mundial de estados, razas e individuos. Tienen la con­vicción de que la paz solamente puede venir de aquel consentimien­to '~armonioso" de los hombres atados a su "lugar natural" en Ja sociedad y en la religión. Desde el vértice de esta pirámide de u­tados deberá ser regida por instituciones teocráticas de In, lg'lesÜJ .Católica, con el Papa de Roma como Vicario de Jesucristo y como el único intermediario del Dios Todopoderoso.

Por sí mismo y sin ninguna dirección bien planeada, Adolfo Hitler nunca pudo haber realizado lo que él realizó para conseguir este fin. Todo el mundo está hoy convencido de que él · no era un

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soñador fantástico, ni tampoco un pobre tapicero, cuando dió al mundo ·su putsch en el salón cervecero de Munich. Sus visiones fueron bosquejadas con toda realidad por aquellos que dirigieron su juventud, y la grandeza de sus ideas relativas a un mundo tota· litario, simbolizado por ceremonias ritualistas celebradas por cate­drales e iglesias, lo impulsaron a emprender estl,l campaña.

Cuando Hitler unió a Austria en su confederación jerárquica, su hazaña fué saludada con Vivas por los prelados de la Iglesia Ca­tólica. Después de su pacífica absorción de Checoeslovaquia, de Austria y de los odiados Hussitas, hubo también grandes regocijos en el seno del mundo católico. Una queja muy débil y muy fácil­mente contestada procedió del Vaticano, después de que mediante su campaña re~ámpago redujo la católica Polonia a la órbita de una Europa dominada por centralización. Una negativa definitiva fué lo que obtuvo la súplica que el Presidente Roosevelt, por me· dio de su '"embajador de paz" hizo ante el Vaticano de que el Papa Pío XII condenara la invasión de Hitler de los países protestantes de Dinamarca y Noruega.

Sólo los americanos miopes e idealistas pueden dejar de com· prender que Hitler y los jefes intransigentes del Catolicismo Ro­mano estaban unificados con Mussolini cuando declaró:

"El capitalismo, el palamentarismo, la democracia, el so· cialismo, el comunismo y cierto catolicismo vacilante con el cual, tarde o temprano, tendremos que habérnosla a nuestro estilo, está contra nosotros."

Todo esto, y especialmente lo último, son las fuerzas que los jesuitas, con su contrarreforma, han venido combatiendo (y de lo que han hecho uso) desde el tiempo de Martín Lutero y sus aso· ciados.

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CAPITULO VI.

LA IGLESIA CATOLICA Y EL ESTADO CORPORATIVO.

Hace algunos años que los americanos c-0nsideraban increíble el que la Iglesia Católica pudiera estar a favor del estado corpora­tivo fascista y mucho menos que de algún modo fueron responsa· bles del origen y de la difusión del Corporativismo. Se rehusaban a creer que la pretenciosa encíclica Qlladragesimo Anno del Papa Pío XI era una aprobación del objetivo Nazi-Fascista de desacredi­tar y destruir la estructura del estado liberal democrático y de co­lot:ar en su lugar regímenes autoritativos y jerárquicos. Sin em­bargo, esta encíclica encerraba todo el propósito de la Iglesia Ca­tólica durante medio siglo antes que se levantara el Fascismo; es decir, la total reconstrucción del orden social que entonces existía, dándole carácter Católico Fascista. El título real de esta encíclica es: "Sobre la Reconstrucción del Orden Social," y su plan es ac-­tualmente la contraparte eclesiástica de la matanza militar fascista contra el liberalismo y la democracia.

Los americanos oyeron al padre Coughlin predicar esto por ocho años, pero apenas se encogí~n de 'hombros y daban por ·sen­tado que sus escarceos eran los de un fanático y nada tenían que

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ver con los verdaderos propósitos y actividades de la Iglesia Cató­lica. Ahora puede verse que este plan del Vaticano, aunque dis­frazado en términos tales de apaciguar los temores de los america­nos, se ha estado llevando a cabo oficialmente en la Iglesia Cató­lica en los Estados. Unidos de un modo tan vigoroso como en los países europeos.

En nuestra primera edición de The Converted Catholic Maga­zine, (1), se llamó la atención al plan formulado baj-o los auspicios de la Conferencia Nacional Católica de Bienestar y firmado por 131 prelados y notables laicos católicos, Se proponía un cambio en la Constitución de los Estados Unidos para que se permitiera la pro­mulgación de las recomendaciones del Papa Pío XI como parte de la ley del país. Se aplaudía la N.R.A. que ahora se conviene que estaba calcada en los principios del Corporativismo Fascista, (2), y que fué abolida por voto unánime de la Suprema Corte de los Es­tados Unidos por considerarla destructora de la democracia ameri­cana. Sin embargo, a pesar de ésto, en la propaganda de la lgle• sia Cátólica se dice lo siguiente: "Si se hu.hiera permitido que con­tinuara la N.R.A., pronto se hubiera convertido en el orden indus­trial recomendado por el Santo Padre."

Tan cautelosamente había sido introducido este plan en los F.stados Unidos que no fué hasta que la jerarquía Católica Romana en 1940 publicó su declaración de "La Iglesia y el Orden ·social" (3) cuando la prensa oficialmente pudo ponerle títulos llamativos al dar la noticia de que "la Jerarquía Católica Pide el Sistema Corporati­"º para los Estados Unidos." (4) Extraño nos parece que no hu-

1 Enero 1940, p. 6. 2 Compárese John T. Flynn en N. Y. World Telegram, julio 12 de 1940,

en donde afirma él que mediante la NRA el Presidente Roosevelt torpemente "pretendió introducir este aspecto del Fascismo en nuestro país."

3 Febrero 8 de 1940 El N. C. W. C. lo llamó "la declaración más i~ JIOrtante hecha por ·la jerarquía Católica desde el programa de reconstrucción de sus obispos en 1919."

4 Confróntese Richmond Times Dispatch, febrero 9 de 1940.

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hiera entonces protestas públicas. Y aún hoy, cuando los ameri­canos patriotas están arrojando sus fanales exploradores para des­cubrir cualquier signo de subversión económica y política~ el gran Caballo de Troya de todos ellos continúa exhibiéndose sin ser mo­lestado absolutamente por sus fanales buscadores. En las oficinas de los periódicos, este Caballo de Troya del Catolicismo Jesuita, se considera todavía corno la "vaca sagrada" temida e intocable.

La · falsa concepción de que aquí el sistema corporativo es sim­plemente un asunto económico, ha cegado a la prensa americana y al público en general para no ver el verdadero m.óvil que está de­trás de la propaganda católica: El corporativismo es realmente el ingrediente económico del Fascismo, pero es también el elemento esencial del Fas cismo, siendo como es que el sistema corporativo hace inútiles al Parlamento o al Congreso. Mediante estos corporativos "el Jefe" ejerce sus facultades dictatorialmente. Fué por esto precisa­mente por qué la Suprema Corte de E. U. resolvió que mediante la N.R.A. el Congreso había abdicado de sus poderes y estaba así pa­vimentando el camino para establecer el Fascismo por lo que se tomó una acción vigorosa contra aquel proyecto. Toda la ideolo­gía del Fascismo y del Nazismo en asuntos sociales, económicos, edu­cativos, religiosos y militares está contenida en el Sistema Corpora· tivo. El Corporativismo es el Fascismo.

Los obispos católicos romanos, aunque muy cautelosamen_te, han hablado, sin embargo, bien claro a favor de la ideología Naci-Fas· cista a semejanza del alto clero de Italia, España y Alemania. A semejanza de Hitler y de Coughlin parten desde el punto del "Cris· tianismo positivo" y piden un "programa comprensivo para resta· blecer a Cristo en el verdadero lugar que le corresponde en la so­ciedad humana," luchando por "una reforma de la moral y una completa renovación del espíritu humano que debe preceder a la reconstrucción social." Es fundamental en esto la condenación acostumbrada anti-semítica y fascista de las "plutocracias masónico­judías" que descansan sobre un fundamento inmoral y anticristiano.

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48 L. H. LEHMANN.

Fué de este modo que los obispos católicos romanos de Italia, España y Alemania sostuvieron el levantamiento del Fascismo y del Nacismo en sus resp€otivos países. En la carta pastoral de Fulda en agosto 30 de 1936, la jerarquía católica de Alemania declaró so­lemnemente al pueblo:

"No hay necesidad de hablar extensivamente de la tarea que nuestro pueblo y nuestro país están llamados a acometer. Que nuestro Fuehrer, con la ayuda de Dios, tenga éxito en esta obra extraordinaria y dificultosa. Lo que deseamos es que la creencia en Dios que enseña el Cristianismo no sea obstruccionada, sino que sea universalmente reconocida, que esta fe constituye el único fundamento seguro sobre el que invulnerable deberá levantarse el poderoso baluarte destinado a detener las fuerzas del Bol­che1;ismo. •" "

Toda duda en cuanto al sostenimiento completo del programa de Hitler desde el principio, por la jerarquía católica de Alemania, desaparecen examinando los discursos y los escritos del obispo Aloysius Hudal, Rector del Colegio Teutónico de Roma y uno de los más íntimos consultores de la Santa Sede sobre asuntos alemanes y austriacos. En su obra "Los Fundamentos del Socialismo Nacio­nal," repite él el contenido de mu~has de sus alocuciones a la colo­nia alemana de Roma. Citemos aquí un ejemplo:

"Veamos, pon ejemplo, qué interesantes son algunos de los objetivos del programa Nacional Socialista: unidad popular en oposición a todo lo que sea disolvente; el idioma como una liga espiritual de la nación; conciencia plena del destino histórico de Alemania; un sentimiento vivo de la conciencia de raza; una campaña para resolver el problema judío; el aseguramiento de una reproducción absolutamente germana; la des• trucción de los partidos; cultura de la familia y el ideal de familias nu• merosas considerado como un asunto de honor y de orgullo nacional; la militarización de la nación ... ; un nuevo sistema. de instrucción y de educación; la idea del corporativismo; el principio aristocrático de un gobierno a cargo de un Jefe. Y sobre t«>do, el público alemán es deudor de este movimiento espiritual a la lenta destrucción de la ideología de los derechos del hombre, sobre los cuales se ha fundado el edificio de Weimar, así como la destrucción de la fe en las constituciones formales jurídicas, de los procedimientos parlamentarios dialécticos. • • así también de la democracia."

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Con el fin de probar la identidad de intereses entre el Catoli­cismo y el Socialismo Nací, el Obispo Hudal ( 5), cita al historia­dor católico alemán, Joseph Lortz, de Mu'nster, quien en su obra Historia de las Iglesias (6), muestra que el Catolicismo y el Naci­Socialismo están de acuerdo en los siguientes puntos:

"1. Ambos son enemigos mortales del Bokheismo, del liberalismo y del Relativismo; es decir, de los tres males mortales que aquejan a la época en que vivimos y que atacan con fiereza la obra de la Iglesia. Las ideas esenciales del Naci-Socialismo, así como el principio de libertad limitado por la autoridad, corresponde exactamente a las ideas que los Papas Gregorio y Pío IX se esforzaron por imponer en el siglo XIX ante un mundo que se llamaba progresista, recibiendo sus enseñanzas con sonrisas sarcásticas. A todo esto debe añadirse su lucha común contra la Fracmasonería.

"2. Su lucha común contra el movimiento sin-Dios; contra la inmo­ralidad pública; contra la estúpida doctrina de la igualdad que es des­tructiva de la vida; su lucha por una estructura racional y fértil de la sociedad humana como Dios la desea, y por la estructura c01"porativa del estado propuesta por los Papas León XIII y Pío XI (Cuadragésimo Anno): su lucha común contra la forma de vida contranatural y carente de todas las tradiciones higiénicas que se encuentra en las grandes ciu-dades modernas y en los barrios de obreros. ·

"3. Por el principio de autoridad y de gobierno presidido por un Jefe, principio sobre el cual descansa la vida nacional. El Socialismo Nacional combina la actitud hacia la vida humana de Alemania y de la Iglesia Católica.

"4. Lo más importante de todo es esto: El Socialismo Nacional es una confesión de fe; oponiéndose, como lo hace, a ia incredulidad y a la duda destructora, ha llegado a convencer a todas las clases sociales de que la mira del creyente no es, como lo enseña el liberalismo, una actitud de inferioridad sino una actitud que lleve al hombre hacia la conquista completa de su destino. Y aunque la Iglesia Católica nunca debe identificarse con ningún movimiento, no puede dejar de aprovechar la oportunidad de aceptar con agradecimiento la ayuda de esta poderosa aUada en la lucha que ella ha venido sosteniendo contra el racionalismo ateo."

Este historiador católico llama la atención al hecho de que los observadores en los Estados Unidos no han visto que el Nací-Fas-

5 Obra citada p. 236 y siguientes. 6 p, 291 y siguientes.

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cismo no es sino el desarrollo de los hechos en los que la Iglesia Católica ha venido jugando un papel importantísimo durante siglos. El afirma que el Nacional Socialismo es el "cumplimiento del des­tino," y continúa diciendo:

"Nació originariamente en las tendencias más profundas de la época, de los cuales es su verdadera culminación. Indudablemente tenemos ahora derecho de ht:iblar de una transformación esencial, del nacimiento de una nueva era verdadera, cuyo perfeccionamiento será permanente. Prin­cipia una nueva época que servirá a la religión y a la Iglesia, y que estará ampliamente armada para sostener la batalla contra el ateísmo."1

Esto y mucho más está citado por el Obispo Hudal para pro­bar la identidad fundamental de los fines y propósitos del Catolicis­mo y del Nací-Socialismo. Los obispos católicos de los Estados Unidos no pueden dejar de ser francos al sostener la ideología del Nací-Fascista en ese país. Ellos no pueden dejar de admitir, sin embargo, que sus camaradas obispos en los países Nací-Fascistas han tenido razón en los análisis que han hecho de los beneficios que esta ideología anti-liberal y anti-democrática traerá a la orga­nización del Catolicismo Romano.

7 Franz von Papen, un Caballero papal y el ayudante más importante de Hitler, declaró en Der Volkischer Beobachter de enero 14 de 1934: Et Tercer Reich es el primer poder que no solamente reconoce, sino que pone en práctica, los altos principios del Papado."

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CAPITULO VII

EL MAS GRANDE CABALLO DE TROYA DE TODOS ELLOS

Una ingeniosa mascarada ha sido siempre característica de las actividades políticas del Catolicismo Jesuita. El j~suitismo se de­fine en todos nuestros diccionarios como sinónimo de duplicidad sutil, movimientos indirectos y disfrazados. La historia es testigo del hecho innegable de que la Orden de los Jesuitas fundada en 1540 con el fin expreso de foment.ar la contra-Reforma, ha excedido en

r1 mucho al orden maquiavélico de la duplicidad. (1). Es una or­ganización fundada con bases militares para luchar por la restaura­ción política del Papado Romano y es la única orden en la Iglesia Católica que obliga a 'todos sus miembros a un solemne juramento relativo a ésto. Utiliza las necesidades religiosas profundamente arraigadas en el corazón humano para llevar adelante su plan que es claramente político y reaccionario, juzgado desde el punto de vis­ta de asuntos sociales.

1 Confróntese el bien conocido proverbio jesuíta: "Suaviter in modo, forti­ter in re", "Ser suaves en la forma y agresivos en el acto."

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Este es un hecho que· deberá tenerse siempre presente para en· tender lo que está detrás del programa destructor que conocemos con el nombre del Naci-Fascismo, contra las instituciones liberales de los países democráticos protestantes. Los acontecimientos del día se presentan como un cúmulo de contradicciones y de parado· j as confusas que, si han de ser completamente entendidas, requieren el análisis más minucioso. Con el objeto de descubrir las fuerzas reales que están en actividad con fines ulteriores e~ este juego, no basta examinar la apariencia de las cosas tal como suceden. Es indispen· sable descubrir al que está moviendo los hilos detrás de los bastido­res. De otro modo no llegaremos a descubrir a los verdaderos cul- · pables, sino solamente a los títeres que salen al frente movidos por sus amos políticos para encubrir y evitar los golpes en un ataque inicial.

Todos los esfuerzos que en los Estados Unidos se han hecho para combatir las fuerzas del Fascismo, del Nazismo y del Comu­nismo, a fin de proteger las conquistas del Jiberalismo y de la de­mocracia, han sido frustrados por el hecho de que muy pocos se han dado cuenta de que su fuerza radica en su ideología. Sola­mente en los últimos años nos hemos venido dando cuenta de que nunca podrán ser destruídos, combatiéndolos solamente en su. as­pecto de intereses económicos. Pero todo lo que aparece con el nombre de Fascismo nunca podrá combatirse hasta que se llegue a Ja conclusión de que el fundamento esencial de sus factores ideoló­gicos tiene sus raíces afianzadas en el pasado. Los habitantes de la América nunca tendrán éxito contra estos males hasta que saquen a luz las fuerzas activas que existían mucho antes que aparecieran Mussolini y Hitler, y que tenían por objeto suspender y finalmente destruir el progreso que se fundaba en la Reforma Protestante y en las revoluciones Americanas y Francesa. El Naci-Fascismó no es simplemente "un Kaiserismo grosero." Es la punta de lanza de una fuerza oculta que se esgrimió hace tiempo para imponer una nueva ideología en el mundo posterior a la Reforma.

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...

-.

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La religión, que siempre ha sido usada por los precursores am· hiciosos a fin de utilizarla en su poder político, es la máscara para ocultar sus planes y su acción. Aunque la religión es la más sa­grada de las necesidades del hombre, es la capa más fácil y más efectiva para ocultar el puñal envenenado del enemigo. Siempre ha sido usada por el catolicismo político como un caballo de Troya con todos los elementos de guerra hábilmente ocultos en su inte­rior. Este es especialmente el caso en los países liberales democrá­ticos como los Estados Unidos del Norte en donde una organización rica y poderosa como la Iglesia de Roma no solamente está a cu­bierto contra todo ataque, sino hasta contra toda crítica justa y se­rena. La tolerancia en los Estados U nidos, inclinándose hacia atrás, ha forzado una política rígida en las oficinas de los principales pe­riódicos y en las de información pública de modo de tratar a la Iglesia Católica como una '~vaca sagrada". Así como los troyanos, sin sospecha alguna, aceptaron el misterioso caballo que arrojaron a sus puertas los astutos griegos, de un modo semejante los habitan· tes de los Estados U nidos se han quedado absortos ante la "vaca sagrada" del Catolicismo y ni siquiera se han atrevido a investigar su presencia. Los norteamericanos están siempre temerosos de ser acusados de egoístas en religión e intolerantes, porque siempre se han jactado de garantizar la libertad religiosa y la libertad de ex· presión para todos los emigrantes. Han estado así sin m~dios de emprender una justa _investigación abierta de alguna organización sospechosa que pueda ocultar depósitos de dinamita, la que tocada por otras fuerzas extrañas, pueda hacer explosión entre ellos y des­truir la misma constitución que les ha puesto en condiciones de per­manecer seguros, prósperos y tolerantes de la nlisma Iglesia Cató·

lica. Los ohesrvadores en las torres de marfil de los Estados Unidos

han estado ciegos ante los verdaderos "hechos que en las actuales condiciones amenazan acabar en el mundo con todo vestigio de li- · heralismo post-Reforma. Esto se debe especialmente a la sutil du- . plicidad que ha puesto en condiciones al Catolicismo Jesuita de pa-

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' l

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vimentar el camino y cooperar con los Naci-Fascistas en sus propÓ· · sitos de imponer en el mundo una ideología enteramente nueva, mien­

tras que al mismo tiempo pretenden lw,cer aparecer en los ¡xiíses protestantes que W, .Iglesia Católica está al Uido de Uis democracws r que es de hecho uno de los grandes baluartes de /,a democrac~ Sin embargo, su fin real y su propósito sólo pueden descubrirse examinando sus actividades antes de la aparición del Fascismo y después de que éste apareció.

Los jesuitas otorgan el solemne juramento de pelear en la cru­zada por "La Restauración Católica," cuyo éxito ~pende siempre primeramente de la completa destrucción del protestantismo y de los crecientes efectos liberalistas en la vida política y social dif un­didos durante los últi.Inos cuatrocientos años, porque fué el protes­tantismo el que minó el poder del papado en la época péjsada. Hi­zo de la religión un asun~o de elección individual; libró al indi­viduo del poder autoritario de reyes y de papas; libró al estado ci­vil de la intrusión eclesiástica; hizo que los gobiernos no católicos negaran abiertamente la pretensión de la Iglesia de Roma de ser por derecho divino una entidad universal independiente y superior a cualquiera otra forma de gobierno. Arrebató a la Iglesia Católica el dominio directo de todas las instituciones que contribuyen a f or­mar la vida del hombre, tales como el matrimonio, la educación, la caridad, la cultura y las actividades recreativas. Se le acusa hoy día por los defensores del catolicismo de ser el instigador del co­munismo y del ateísmo, y un aliado ~undial de los judíos y de los fracmasones.

El espacio de que disponemos sólo nos permite un resumen muy breve de las actividades de la contra-Reforma del catolicismo jesuita que condujo al levantamiento y éxito actual del Naci-Fas­cismo contra los efectos libertarios de la Reforma Protestante. La Guerra de Treinta años, el reinado del asesino Duque de Alba en los Países Bajos, la matanza de San Bartolomé y los intentos san­grientos de la restauración católica en Inglaterra, son ejemplos vi­sibles y aterradores de las actividades anti-protestantes de la orden

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de los jesuitas en lo pasado. Fueron ello los instigadores del caso Dreyfus, juzgándolo como un medio para destruir a la República Francesa, nulificando así los efectos de la Revolución Francesa de 1789 y 1848. Porque. todo. esto, en opinión de· los jesuitas, fué también resultado de la Reforma Protestante.

"Las Revoluciones de 1789 y 1848," dice el padre jesuíta Hammers.­tein," 2 fueron el resultado de la Reforma. Y actualmente nos enfrenta .. mos con una alternativa en la que tendremos que escoger: o vivir en un socialismo, durante estos últimos años de herejía (el protestantismo) o inyectar en la vida pública los principios del Cristianismo, es decir: "Principios Católicos." Cualquiera otra cosa es solución a medias."

Hitler mismo admite que fué ayudado por los métodos de la contra-Reforma jesuita para llevar a cabo su guerra ideológica. El uso que él hizo de fuerza bruta contra toda convicción u opinión filosófica que se le opusiera, es el resultado de un hecho, dice él ( 3) que "yo hice un análisis riguroso de casos análogos con los que tenemos que encontrarnos en la historia, especialmente en el d01ni­nio de la religión".

Pero no fué sino hasta después de la guerra mundial que el . plan activo para la restauración católica principiara a tomar f or­

ma. Antes de la venida del Papa Pío XI en 1922, la Iglesia Ca­tólica había sido obligada a asumir una posición más o nienos de­fensiva hacia el espíritu liberal de los tiempos modernos. Pero con la elección. de este reconocido Papa pro-jesuita y pro-fascista, Mussolini y Hitler aparecieron también en la escena y en combina­ción con ellos, la Iglesia Católica asumió la ofensiva. Lo que pu­blicamos en seguida, tomado de la obra histórica de Karl Boka, ( 4) un ardiente defensor de la restauración católica, robustece esta idea:

2 En su libro La Iglesia y el Estado, p. 132, publicado antes de la guerra mundial en Inglaterra, cuando era Profesor de Derecho Canónico en Dutton 1

Hall. s Compárese Mein Kampf. P. 186. 4 Staat und Parteien, P. 75, Max Niehans Verlag, Zurich y Leipzig .

·. ·.=

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"En este momento decisivo el Papa tomó las riendas y echó mano del dominio unificado en todos los campos de lucha en que sus prede .. cesores se habían distinguido.

Esto fué el principio de la importante Acción Católica de grandes alcances con la entrada de la Iglesia a la lucha abierta de la campaña por la renovación moral y religiosa para la reforma de las instituciones sociales. Y esta intervendón tenía por fin la destrucción del espíritu Liberal del siglo XIX y el triunfo de la idea cristiana.

Desde entonces hemos presenciado la defensa abierta del cato­licismo de toda medida tomada por el Naci-Fascismo para impo­ner regímenes autoritarios sobre todos los pueblos; su activa coope­ración en la opresión sistemática ejercitada por el régimen fascista en Italia misma; su convenio secreto con el Nacional Socialismo de Hitler (el Vaticano fué el primero en reconocer el régimen de Hitler) ; su aprobación y ~poyo de la vergonzosa conquista de Etio­pía hecha por Mussolini y aún de la invasión de China por Japón; su alianza pública con Franco en su rebelión contra la República Española; su gozo por la anexión de Austria a la Alemania N acis­ta y la conquista de la democrática Checoeslovaquia; la parte que tomó en el triunfo final del Partido Rexista de León Degrelle en Bélgica, y su ruidoso aplauso por la formación del Estado Franco .. Fascista que bajo la dirección del "buen Mariscal Petain," tomó el lugar de la destruída República Francesa. Después de Pearl Har­bor, el Vaticano aceptó al General Ken Harada como embajador de Tokio ante la Santa Sede.

Todavía tendrá que escribirse una descripción completa de lo ~ue aconteció en Alemania desde 1918 hasta el encumbramiento de Hitler en el poder. Pero no puede negarse que estos acontecimien­tos fueron hábihnente manejados, hasta su culminación, por maqui· naciones jesuíticas. Las clases acomodadas, cuyo liberalismo era menos una expresión de convicciones ideales que de intereses mate· riales, fueron atrapadas bajo el temor del crecimiento del Socialis­ino en la República de Weimar. Por una hábil propaganda, las fuer .. zas Católicas Romanas tuvieron éxito en convencerlos de que una iglesia jerárquica era su mejor protección contra los ataques de las

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"clases bajas." Por otra parte, utilizaron el antiliberalismo de los socialistas aleman~ para probar a estos últimos que la política ca­tólica y el movimiento socialista se oponían ambos a este libera­lismo y que podían formar una hase sólida de acción común en el dominio de una acción política.

La coalición entre los Social-Democráticos y el Partido Central Católico fué el resultado de esta maniobra; en realidad f ué la su­misi@n inconsciente de los primeros con el Catolicismo Jesuita que por este medio estuvo en condiciones de usar a los políticos cató­lico-democráticos y los anti-jesuitas para conseguir sus proprios fi. nos. Fué hecho esto de un modo tan astuto que los propósitos. reales de los jesuitas no fueron comprendidos hasta que el Papa Pío XI disolvió al Partido Central Católico dejando así libre el ca· mino para que Hitler ascendiera al poder. En todo esto, Hitler tu­vo la cooperación de Monseñor Kaas, jefe real del Partido Central Católico. El papel desempeñado por el Canciller Brüning, j eíe po· lítico del Partido, está tan obscuro como el de su desdichado cole­ga Schuschnigg. El papa actual Pío XII era nuncio papal en Ba­varia en esta época; era bien sabido que era enemigo de la Re­pública Alemana. Después que Hitler ascendió al Poder, fué en­viad~ como nuncio a Berlín y arregló inmediatamente un concorda­to entre Hitler y Pío XI. El astuto Franz von Papen, protegido favorito de los jesuitas, jugó también un papel importante al pre­parar el camino para la victoria final de Hitler sobre los Social-De­mocráticos y sobre todos los demás partidos del Reichstag.

Y si vemos detenidamente los hechos actuales en nuestro pro­pio he1nisf erio occidental no podemos dejar de notar cierta precau­ción, y sin embargo, una inclinación agresiva pro-Fascista y anti· Libe.ral en todas las publicaciones oficiales católicas.

El mayor peligro que corre la democracia en los Estados Uni­dos es la penetración fascista en las Repúblicas Latino-Americanas, cuyo modo de vivir había sido simpre dominado por la Iglesia de Roma. Abundan las evidencias de que la penetración de este Na-

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58 L. H. LEHMANN

.REPRODUCCION DE LOS ENCABEZADOS DE ALGUNOS AR .. TICULOS PUBLICADOS EN LA PRENSA DE

LOS ESTADOS UNIDOS

CATHOLIG SUPPORT OF NAZIS INDICATED Statement by Reich Bishops' j

Conference Is E'xpected to Revisa Chllrch Stand

DUE EARL Y 11'( SEPTEMBER

ci~Fascismo tiene el apoyo de la Iglesia Católica. ( 5). La prensa católica de los Estados Unidos ridiculizaba y abiertamente combatió. el esfuerzo de los Estados Unidos para "imponer su voluntad" en la.

5 Cf. N. Y. Times Reportaje de Bogotá, Colombia, junio 3 de 1940.

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. Conferencia Pan-Americana celebrada en la Habana en 1942, a fin de ~ontrarrestar los esfuerzos Naci-Fascistas que se observan en los países de la América del Sur .. El observador cuidadoso no puede dejar de notar e.l notable tono anti-semítico, anti-masónico y anti­británico, así como el tono pro-Fascista de las revistas y periódicos católicos oficiales. Ellos también se burlaron de la necesidad de la instrucción militar obligatoria en los Estados U nidos y dieron instrucción al pueblo católico para que escribieran a sus senadores y diputados en Washington protestando contra los esfuerzos que se hacían para aprobar la ley Burke-W adsworth. Acusan a los judíos, así como a las organizaciones liberales, de ser los verdaderos "quin­ta columnistas" contra quienes el Sr. Hoover y su FBI debiera to­mar acción. (6). El Alcalde católico de Montreal, Houde, en 1940 atacó públicamente la Ley de Canadá que requería el registro na­cional para la defensa del país y exhortó a los ciudadanos de Ja ciudad más grande del Canadá a que desobedecieran esa ley.

El eclesiasticismo político que de este modo hace uso de la necesidad que el hombre tiene de la religión para satisfacer su sed de poder, renuncia al derecho de ser llamado religioso.

6 Como confirmación de estos hechos, véanse los números de la revista jesuítica America, N. Y. Catholic News, Brooklyn Catholic Tablet y SoeíiJl Justice, por los años de 1940-41.

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CAPITULO VIII

EL NAZI SOCIALISl\tlO Y LA RESTAURACION CATOLICA

La "Acción Católica" instituída por el Papa Pío XII, es un término genérico de reforma y reconstrucción católica: la res­tauración del Catolicismo al puesto de autoridad que mantuvo so­bre las naciones antes de la Reforma. Tiene un doble objeto; una purga de Jos elementos liberales que se hallan dentro de la Igle­sia misma y la completa destrucción del Protestantismo y sus efec­tos libertarios en aquellos países que sacudieron el yugo del Papa­do en la época pasada. La Acción Católica surgió a la vida coin­cidiendo con la aparición del Naci-Fascismo, y fué después conso­lidada con el Pacto Lateranense con Mussolini en 1929 y mediante el concordato con el Nací-Socialismo en 1933. Ha conseguído sus propósitos en gran parte por medio de la fuerza militar y de los métodos quinta-colun1nistas de su compañero el Nací-Fascismo.

Puede seguramente decirse que el Naci-Fascismo y el jesuitis­mo son las dos más grandes fuerzas reaccionarias del mundo mo· derno; son solamente dos facetas de la misma unidad: una civil y la otra eclesiástica. Porque un estado civil autoritario no puede

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funcionar debidamente sin la ayuda de un sistema eclesiástico au­toritario. Sin embargo, es verdad, aunque no suficientemente re­conocida, que un estado electoral libre es imposible, sin el apoyo y la nutrición de una iglesia libre.

La ideología Nací-Fascista anti-semítica y sus actividades an­ti-masónicas y anti-democráticas~ sus métodos de propaganda, la es­tructura jerárquica de sus organizaciones y aun su programa de gue­rra, fueron copiados de la orden de los jesuitas. Las cruzadas de la edad media principiaron también con la persecución de los ju­díos, y fueron precedidas por una purga dentro de la Iglesia mis­ma. De modo semejante, la depuración brutal del Catolicismo pre­cedió a las guerras de religión instigadas per los jesuitas durante los siglos 16 y 17. Su objeto era librar . al Catolicismo de la in­fluencia herética protestante que se había levantado dentro de la organización de la Iglesia antes y después de la época de Martín Lutero. E~ a la luz de estos acontecimientos como la lucha del Naci-Socialismo contra todas las iglesias en Alemania debe ser con­siderada. Por una parte, es una purga bastante amplia de elemen-.tos recalcitrantes dentro de la Iglesia Católica, que había sido in­fectada de ideas liberales y protestantes durante los años de la post­guerra en Alemania, bajo la República de Weimar. Por otra par~ te, era una lucha contra el Protestantismo y sus instituciones libe­rales a las que se había dado mayor valor pará el desarrollo des­pués de la caída de la monarquía en 1918. La lucha fué desarro­llada en ambos casos de acuerdo con los métodos tradicionales de la estrategia jesuita.

l\'Iochos americanos, sin embargo, no lo ven de este modo. Ellos solamente piensan en el hecho de que el régimen de Hitler desde. el principio internó sacerdotes católicos en campos de con­centración porque se rehusaron a obedecer sus dictados; que ciertos jefes de órdenes religiosas fueron sometidos a juicio por sacar di­nero de contrabando fu era del país; . que algunos miembros de ór­denes religiosas fueron arrestados y declarados culpables de críme­nes contra la moral; que algunos sacerdotes fueron echados en las

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cárceles por haber ocultado a los comunistas; que los hitleristas se voltearon contra los cardenales Faulhaber e lnnitzer y contra el Obispo de Salzburg; que la educación pública fué arrebatada de las manos de los sacerdotes en Austria; que el Partido Central Ca­tólico f ué aniquilado y sus miembros perseguidos; que su jefe el Dr. Klausner fué asesinado en junio 30 de 1934 en la "purga de sangre" que hizo Hitler. Todos estos y otros hechos más son cita­dos para demostrar que el Nací-Socialismo parece que está activa .. mente opuesto a la Iglesia Católica. Estos hechos son, sin embar· go, algo cuyo significado está detrás de ' lo que parece. En realidad no son indicaciones de una guerra contra la 1 gles"ia Católica como un todo, sino solamente contra ciertos grupos que se oponen a un plan semejante de reconstrucción, a un régimen fascista instituído al mismo tiempo por el Papa Pío , XI dentro de la l glesia misma. Hitler, Goebbels, Von Papen y la mayor parte de los altos funcio­narios del tercer Reich son católicos por nacimiento y por educa­ción. La confusión popular relativa a las relaciones entre la igle­sia católica y el nací-socialismo se debe al hechD de que muy pocas personas tienen conocimiento preciso del modo de obrar interno de la iglesia católica. Se les ha hecho creer que el catolicismo es rígidamente un sistema uniforme. La verdad de las cosas es que no es la inaravillosa unidad que generalmente se le supone ser. Co­mo todos los fenómenos históricos naturales, la iglesia católica está también sujeta a la ley de la polaridad y de las contradicciones fi .. losóficas. Siempre ha tenido sus elementos conservadores y reac­cionarios emboscados contra grupos liberales opuestos. Por lo mis­mo, para entender plenamente el estatuto de la igle'sia católica en :relación con el nací-socialismo es necesario conocer los detalles de estas tendencias y fuerzas opuestas dentro de la organización de la iglesia. La Historia solamente puede suministrar la clave de este misterio.

Un notable historiador católico, José Schmidlin, bosqueja una pintura clara de las diferentes facciones que existían dentro de la iglesia católica hacia fines del siglo XIX y cómo la victoria a favor

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del partido jesuita intransigente contribuyó al levantamiento del fascismo. Lo que sigue, tomado de "La Historia de los Papas en los Tiempos Modernos' ( 1), viene aquí al caso:

"La historia de los Papas durante el siglo XIX presenta una serie de sistemas que se sucedí.an como un juego de ~lementos opuestos y de fuerzas antagónicas que luchaban para obtener la preponderancia, dándose el caso de que unos ganaran primero. y otros después. De un lado están los celotes luchando de una manera intolerante e intransigente para preservar las tradiciones fijas y la ortodoxia, las cuales toman siempre una actitud hostil hada los progresos de la civilización moderna y hacia las victorias liberales que siguieron siempre a las grandes revo ..

· luciones. Son ellos enemigos jurados de la Iglesia (católica), el Estado, y el principio de autoridad. Por otra parte están los liberales, que movidos por un st:ntido- político más. estable, se preocupan por librarse de las restricciones tradicionales atadas a las ideas antiguas, procurando recon .. ciliarse con el progreso moderno para vivir en paz con los estados libe­rales y con los gobiernos y para integrar la iglesia como una fuerza espiritual en la civilización contemporanea.

Desde el principio, este juego a manera de guerra de oposición, ha continuado activo dentro de la curia romana, especialmente dentro del Colegio de Cardenales. Es muy evidente en los cónclaves papales que vienen a ser el escenario para este juego de tendencias divergentes que son después expresadas abiertamente en las actitudes de los pontífices que se suceden. Porque los papas sostienen una u otra de estas tendencias y las personifican por su conducta en la política interna y extranjera des .. pués de ascender al trono papal.''

De este modo puede verse que la iglesia católica ha estado lu· chando entre dos facciones irreconciliables correspondiendo a las dos ideologías del fascismo y de la democracia, las que están en lucha a muerte actualmente en todo el mundo. Son dos partidos diferentes cuyos efectos se sienten en los grupos eclesiásticos dentro de la Iglesia. Están especialmente activos durante las elecciones papales y en todo tiempo salen del campo religioso afectando profundamente los asuntos políticos y sociales. Sus efectos pueden fácilmente observarse en todo aspecto de vida social y política en los Estados Unidos de América (2).

1 Vol. III, p. I. 2 Compárese "La Iglesia Católica en la Política," una serie de seis artículos

de hechos publicados por L. O. Lehmann en The New RepubUc. Nov~Dic. 1938.

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La lucha entre estas dos facciones opuestas ha sido muy evidente desde la época de los enciclopedistas. El espíritu progresista se desa· rrolló tan poderosamente en el siglo XVIII aún dentro de la iglesia católica, que el Papa Clemente XIV pudo triunfar cuando otros papas habían fracasado en suprimir completamente a la sociedad de los je-

THE ENQUIRER, CINCINNA1'1, TUESDAY, SEPTEMBER 17, 1940

CATHOLICISM Public Enemy No. 1,

Melhodisl Minisl•:r Declms -(burch Blanu·d Fur Totalílariaa· •

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VATICAN RADIO BITS U. S. DRAff De

1/CATHOLIC BISHÓP sÁrs1;

NAZIS WA~E'JUSTJVAR' Army Aid1 Praim 'Christian Attit11d1' of T1oops in Battlt

Periódico « The Enquirer», Cincinnati, jueves 17 de geptiembre de 1940

suitas que representaba entonces como ahora, el elemento intolerante e intransigente del catolicismo. A pes.ar del decreto irrevocable del Papa Clemente, sin embargo, los jesuitas fueron nuevamente restituídos al poder por el Papa Pío VII después de la caída de Napoleón en 1814. (3)

Pero los grupos católicos liberales que reconocieron hasta cierto punto las victorias de la Revolución Francesa se dieron habilidad a existir lado a lado del grupo reaccionario jesuita que siempre ha considerado el progreso liberal de la civilización como pernicioso y diabólico. El grupo progresista hizo todo lo que pudo para llevar 'las

a Los jesuítas tuvieron muy grandes pérdidas durante los 40 años de destierro. Antes de su supresión ellos dominaban prácticamente toda la labor educativa en los países católicos europeos. En 1749 tenían 639 Colegios con ·más de 2,000 alumnos cada uno; solamente en Francia tenían como 40,000 estudiantes.

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enseñanzas de la iglesia en línea con las doctrinas filosóficas modernas y por ésto se echó encima la enemistad de la facción jesuita. Se mos­traron escépticos del culto a las reliquias y a los santos y del sen­timentalismo religioso en general; además, no hicieron un secreto de su hostilidad a los jesuitas. La orden de los Benedictinos, que fué muy anterior a la de los jesuitas, indignó muchísimo a éstos por sus esfuerzos en promover lo· que se ha llamado el "movimiento litúr .. gico". Una vuelta al cristianismo evangélico y un esfuerzo para lim­piar el culto católico de las innovaciones y supersticiones modernas, tales como el culto y la devoción de los santos milagrosos. Preten­dían hacer ésto especialmente contra la devoción predilecta de 'los jesuitas del "Sagrado Corazón", y sin embargo, ha sido sobrepasada por más recientes fetiches, tales como la devoción a la "Pequeña Rosa".

Los jesuitas combatieron valiéndose de sus mode>s usuales di­rectos de obrar sobre los temores de los obispos y de los .sacerdotes seculares y aún enviando miembros de su orden disfrazados de laicos para espiar a los Benedictinos, como aconteció en la abadía Benedic­tina de María Laach, cerca de Colonia.

Un golpe duro contra las esperanzas de los grupos liberales ca­tólicos fué el Syllabus de Errores decretado por el Papa Pío I.X a instancias de los jesuitas. Uno de estos "errores" en particular, se originó a los pies de los que habían luchado para establecer un ca­tolicismo más progresivo y liberal. En perfecta concordia con la in­transigencia jesuítica tradicional, el Papa Pío IX solemnemente con­denó la proposición de que "el Pontífice Romano puede y debe recon­ciliarse y convenir con la civilización moderna y el liberalismo"'.

La historia de la Iglesia Católica entró en una nueva fase con la proclamación del dogma de la infalibilidad personal del Papa, que fué también fraudulentamente aprobada en el concilio del Vaticano en 1870, por maquinaciones de los jesuitas. Este fué el golpe más duro a los elementos liberales; y ciertos grupos hostiles a los jesuitas, bajo la dirección de Doellinger, se separa.ron de la iglesia y se esta­blecieron con el nombre de Iglesia Católica Cristiana. Pero la vasta

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mayoría de los que habían luchado contra los jesuitas, oponiéndose al dogma de la infalibilidad, doblegaron sus cabezas y se sometieron con resignación. El obispo Fitzgerald de Little Rock, Arkansas, se sostuvo hasta el fin vetando en contra. El Arzobispo Kernick de San Luis y cinco obispos americanos más, abandonaron el concilio y se regresaron a sus casas sin haber votado. Desde entonces, las fuerzas reaccionarias se han mantenido en lucha invisible para el ex­terior, pero mucho más efectivas porque se han valido de la intriga y el fraude. Los Papas mismos con frecuencia han ayudado a este trabajo subterráneo. Algunas veces han encubierto la intención real de los jesuitas, y otras veces los reprimen temo rosos de que su exce­sivo celo pudiera perjudicar otras maniobras políticas del Vaticano. A fin de evitar que se divulguen las noticias de estas amargas controversias, siempre crecientes dentro de los cónclaves papales, el Papa Pío X impuso el juramento de un silencio perpetuo a todo aquél que estuviera con ellos en el futuro.

Todos estos acontecimientos pavimentaron el camino para el sos· tenimiento eclesiástico del Vaticano a la nueva doctrina fascista. Apareció entonces una corriente creciente en la Acción Católica a favor de la política rigurosa, autoritaria, conservadora y absoluta­mente jerárquica. El ceder aparentemente a las políticas contrarias de los países democráticos no pudo afectar de ningún modo el fin propuesto. Solamente sirvió para afianzarlo, porque estaba en con· diciones de emplear lo que ahora se llama los métodos quinta-co­lumnistas, usando para sus propios propósitos la libertad de pen· samiento y la tolerancia religiosa en esos países. Una vez abolida la democracia y la libertad de pensamiento por la fuerza militar, como ha pasado en los países de Europa dominados por el nací-fascismo, la verdadera naturaleza autoritaria e intolerante de los católico-je­suitas viene a la luz. Se proclama inmediatamente como la contra­parte eclesiástica de la dictadura civil. Lo que ha pasado en Fran­cia desde la capitulación a Hitler y a Mussolini, es un ejemplo de esto. Del mismo modo, en Alemania, los obispos católicos en 1940

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decretaron un juramento solemne de lealtad al naci-socialismo, (4) y en Eslovaquia, el mismo año la estructura gubernamental de ese país fué pública y oficialmente declarada de estar en combinación con el naci--socialismo y el catolicismo romano.

Los historiadores ·católicos no se molestan en negar que el éxito del fascismo se debe en gran parte a la política reaccionaria del último Papa Pío XI. José Schrnidlin, citado antes, a pesar de la prudencia que usa en este asunto, dice lo siguiente:

"Esta herencia conservadora aparece no solamente por el hecho de que el Papa (Pío XI) formó alianza de la Iglesia con el Estado fascista, sino que también por el hecho de que buscó privar al clero y al cato .. licismo de toda actividad política sosteniendo vigorosamente La Acción Católica que se basa en los principios de una jerarquía absoluta."

Schmidlin indica también que los grupos liberales católicos du­rante el reinado de Pío XI habían puesto su última y única espe­ranza en la elección de un Papa liberal que lo sucediera. Debido a la elección del aristocrático y conservador Cardenal Pacelli con el n~mbre de Pío XII, esa esperanza se vió para siempre frustrada.

Las políticas fascistas del V atic~no pueden muy bien observarse por los cuatro siguientes puntos:

l. En la aplicación de métodos "modernos" de acción política, es decir, métodos fascistas.

2. En la oposición al partido político (popular) que en un tiempo fué católico.

3. En la desconfianza al bajo clero, por causa de su actitud demasiado tolerante hacia las ideas pre-fascistas de los de­rechos y libertades individuales.

4. En la creación de un movimiento de restauración, La Ac­ción Católica, dependiendo enteramente de la burocracia del Vaticano .

4 Un telegrama dirigido al N. Y. Times, en septiembre 17, de 1940 dice que el Papa había decidido que era más práctico posponer una declaración oficial sobre este juramento hasta el final de la guerra.

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Gran parte de las relaciones misteriosas del Vaticano y los na­ci-fascistas pueden explicarse de este modo. La persecución de la Iglesia Católica en Alemania solamente se ha dirigido contra aque­llos elementos que no se sometieron incondicionahnente a la centra­lización siempre creciente de la autoridad en la Iglesia y del Estado. Para este fin., el Vaticano ayudó a desmenuzar los partidos liberales católicos tanto en Italia como en Alemania, centralizando todos los asuntos políticos en Roma. Esto aseguró a los dictadores toda li­bertad de intervención popular de pa11e del catolicismo; estableció un régimen dictatorial más completo dentro de la Iglesia Católica misma; puso al Vaticano en condiciones de entrar en un concordato secreto con los países fascistas ya existentes, y con ciertos países de­mocráticos, , como España, Francia, Bélgica y Portugal, después de la destrucción de sus gobiernos democráticos mediante revoluciones violentas. Finalmente, preparó el camino para la armonía y unión completas entre el nacl-fascismo y el catolicismo jesuita .

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CAPITULO IX

LA GUERRA DE HITLER CONTRA LA IGLESIA

Está todavía por escribirse la historia completa de la aparición del naci-fascismo. Cuando se escriba causará sorpresa a la mayor parte de los nortean1ericanos el descubrir la parte que tomó en esta organización la Iglesia Cristiana: la protestante lo mismo que la ca­tólica, porque el nací-fascismo fué un tanto producto de la Iglesia como del Estado y un movimiento hacia el autoritarismo político y social, lo mismo que religioso. Los historiadores católicos europeos reconocieron inmediatamente como el hecho final del plan jesuítico de la contrarreforma instituí da exactamente hacía 400 años en 1840.

Los norteamericanos nunca entenderán completamente los ver­daderos propósitos y actividades de la Iglesia Romana, mientras con­tinúen considerando al catolicismo desde el punto de vista norteameri­cano. En este lado del Atlántico se concentró la atención especial­mente en los propósitos de unos cuantos escritores liberales católicos para poner en armonía su iglesia con el modo de vivir de los nor­teamericanos. Son éstos sinceros al pensar que el autoritarismo ca-

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tólico puede reconciliarse con los principios liberales y tolerantes de la democracia norteamericana. ( 1)

Este asunto ha sido combatido acremente P-n Europa entre el na­ci-fascismo y la Iglesia Cristiana. En cuanto a Europa, ya terminó la lucha contra la victoria al lado del nazi-fascismo y del catolicismo ultra1nontano, en Italia, España, Austria, Polonia, Portugal, Francia y Bélgica; sólo se trata del catolicismo. En Alemania, sin embargo, tanto las iglesias protestantes como católicas han jugado su parte correspondíente. Allí las luchas fueron tan amargas y las purgas tan sangrientas dentro de la iglesia misma como dentro del Estado. Fue­ron mucho más severas y sangrientas dentro del protestantismo que dentro del catolicismo; n1uchos más líderes liberales protestantes que, católicos fueron liquidados o arrastrados a los campos de concentra· ción por haberse rehusado a hacer concesiones al nacismo. Las igle­sias protestantes evangélicas se dice que han preparado el camino para el éxito del movimiento de "el Cristianismo Germano". Estos "c~istianos germanos" -protestantes fascistas- pretenden conside­rar necesario someterse a la dirección espiritual con el fin de librar al protestantismo de las ideas liberales y racionalistas. De este modo vinieron a envolverse con el catolicismo fascista que, apoyando la cruzada de la Acción Católica del Papa Pío XI, estaba sacrificando todo vestigio de liberalismo y democracia dentro del clero católico y estaba guiando a la Iglesia Católica de Alemania para estar en línea con el puro absolutismo del Vaticano. Gonzague de Reynold, ardiente reformador católico jesuita, en su libro ''Europe Tragique", (2) dice:

"Se ha desatado una verdadera lucha dentro del protestantismo. Los protestantes evangélicos se rehusan a hacer concesiones y establecieron una iglesia confesional en oposición a la establecida por el Estado. Estamos a las puertas de un cisma religioso. Estas son las repercusiones finales de la Reforma. Estamos presenciando una fase de la disolución (del Pro-

1 Compárese por ejemplo, el artículo del Rev. John F. Cronin S. S. Roma, Aliada de la Democracia? en la Revista Common Sense correspondiente a oc­tubre de 1940.

2 P. 329.

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testantismo). Muchos protestantes alemanes creen que el rechazar una autoridad puramente religiosa como la del Papado vendrá a constituir un peUgro para la Iglesia y para el Cristianismo."

A fin de entender lo que aconteció a la Iglesia Católica Alemana es necesario volverse a los tiempos del Papa León XIII, bien cono­cido por su implacable antagonismo hacia la constitución de estados liberales. ( 3) Con el fin de contrarrestar la influencia creciente del li-

' heralismo del siglo XIX en los países católicos, el Papa León XIII exhortó a los líderes católicos en todo el mundo para que formaran partidos políticos católicos. Creía él que si tales partidos políticos tomaban una parte activa en la política de parlainento, asegurando la balanza del poder, ellos alcanzarían a obtener la victoria a favor de la Iglesia. Aún llegó a esperar . que estos partidos políticos católicos alcanzaran las mayorías mediante un modo democrático, para po­nerlos en aptitud de apoderarse compietamente de los gobiernos. Lo que realmente sucedió, sin embargo, fué todo lo contrario. Los par .. tidos católicos gradualmente se sometieron a la influencia de sus opositores liberales y copiaron muchas de sus ideas. Así pasó en Italia donde el partido católico se convirtió en partido liberal "popu­lar", dirigido por el sacerdote que ahora está en el destierro, Don Sturzo; en Alemania se convirtió en el partido liberal "del Centro".

Esta influencia liberal de los partidos católicos llegó a ser tan grande que la Santa Sede principió a considerar la dirección política del partido católico como un grave peligro que entonces amenazaba la unidad política y jurídica de la Iglesia misma. Estos partidos ca­tólicos se vieron infiltrados con el espíritu liberal de la Revolución Francesa de 1789. Las ideas de los derechos del hombre, de la tole­rancia religiosa, de la libertad de conciencia y de prensa, fueron adop­tados por un gran número de políticos católicos y por muchos miem­bros del bajo clero.

Tan pronunciada llegó a ser esta dirección de la política liberal católica en los Estados Unidos, por ejemplo, que cuando Alfredo E.

a Cf. Grandes Cartas Encíclicas de León XIII. También The Converted Chatolic, de Octubre de 1940.

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Smith fué postulado para la Presidencia en 1928, el Vaticano y los obispos católicos de Europa quedaron sorprendidos al haber oído que el Sr. Smith había sido inducido por los sacerdotes para proclamar que estos principios no deben ser considerados como una simple tolerancia o "favor" (como él lo afirma) sino también como un "de­recho innegable" ( 4) Esto era herejía verdadera y después de la derrota del Sr. Smith en las elecciones de 1928, el Vaticano reprendió a aque­llos que habían inducido al antiguo gobernador de Nueva York para proclamar doctrinas del todo contrarias a las enseñanzas oficiales del Catolicismo.

Hacia el final de la primera guerra mundial, los partidos polí­ticos católicos habían principiado a perder la importancia que habían tenido a los ojos del Vaticano, cuando fueron al principio organiza­dos. Se vieron tan mezclados con el estado democrático, aun cuando habían sido fu!ldados como compromiso político con la tolerancia y la idea de igualdad, que causaba cdnfusión el notar la alianza que habían hecho algunos partidos católicos con los grupos burgueses, y otros con grupos socialistas. Se había visto aparente que el domi­nio de la política católica lo estaba perdiendo la Santa Sede de Roma. El plan del Papa León XIII había fracasado y se había convertido en un bumerán contra los propósitos reales de la Iglesia que antes habían sido proclamados. La acción política católica había adqui­rido independencia que venía a ser una amenaza, más bien que un instrumento dócil, para el Vaticano. El catolicismo liberal, de hecho, que según toda apariencia había recibido el golpe de muerte por de­creto de la infalibilidad del Papa hacia fines del siglo XIX, ya tomaba un nuevo aspecto de vida por medio de los partidos políticos cató­licos verdaderos que habían sido establecidos y sostenidos por el Papa León XIII para oponerse a las odiosas constituciones liberales de los estados democráticos.

4 Compárese la réplica de Alfredo E. Smith a la Carta Abierta del finado Carlos E. Marshall, en la Revista Forum de Marzo de 1928. También la inte-­resante obra del Sr. Marshall "The Roman CathoLic Church in the Modern States.

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· Así es como lo vió el Vaticano después de la primera guerra mundial y las conclusiones que sacó de sus observaciones sobre el asunto llegaron a ser los primeros pasos hacia la formación de lo que ahora se llama el fascismo.

Muchas de las órdenes religiosas no jesuitas en Alemania, es­pecialmente . los Franciscanos y los Benedictinos, empezaron movi­mientos que desagradaron al Vaticano. "El Movimiento Litúrgico" de los Benedictinos; su intento de establecer contacto con el Movi­miento Evangélico Eucuménico y sus esfuerzos hacia la unión de todas las iglesias cristianas; la actitud de los Patres Union (padres de la unión), quienes aun estaban preparados para modificar el dog­ma de . la Infalibilidad Papal y de la Inmaculada Concepción, a fin de favorecer su obra de unión; sus negociaciones secretas y abiertas con grupos de las iglesias anglicanas bajo la guía del últimamente fallecido Cardenal Mercier, todos estos movimientos reformistas li­berales fueron considerados como que manchaban al ha jo clero y a los laicos inteligentes, con la herejía del liberalismo y del protestan­tismo. El Vaticano consideraba su autoridad seriamente amenazada por todo ésto, y determinó declarar enérgica guerra contra este libera­lismo creciente en política y en asuntos espirituales.

No sería sorprendente que Roma se sintiera perturbada ante el prospecto de un avivamiento de la Reforma Luterana. Era especial­mente notable en Ale.mania. Federico Heiler ( 5) tenía que decir sobre este punto lo siguiente:

"Estas tendencias recientes del catolicismo se han extendido, hasta cierto punto, en Alemania. El catolicismo alemán es de hecho una clase especial de catolicismo, debido al hecho de que ha estado sujeto conti .. nua, aunque no visiblemente, a las influencias de las iglesias reformistas de la cristiandad y ha absorbid0 constantemente estas características per .. tenecientes al Cristianismo Evangélico."

Pero los Estados democráticos eran los más poderosos del mundo. Los partidos políticos católicos se habían hecho demasiado fuertes pa·

5 Profesor de la Universidad de Marburgo en su obra Im Ringen um die Kirche, p. 175 et seq.

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. ra ser detenidos po'r medio de bondadosas protestas y aún por cartas encíclicas de Roma. Una acción represiva, llevada a cabo con la ayuda de regímenes seculares autoritarios, era necesaria. De este modo, las dos grandes facciones opuestas dentro de la Iglesia Cató­lica vinieron a unirse otra vez en una lucha gigantesca: la una in­fluenciada por la idea del Catolicismo Evangélico profundamente arraigada en el corazón de los verdaderos creyentes cristianos; la otra, la que era fríamente imperialista, el partido romano sectarista e intransigente representado por la Santa Sede bajo la dominación de la Sociedad de Jesús.

Es a la luz de estos hechos como debe juzgarse la campaña de Hitler contra la Iglesia. Ni Hitler .ni los jesuitas podían perdonar a los sacerdotes y a los obispos de Alemania que se hubieran ido al lado de la causa del liberalismo y de la democracia durante la RepÚ· hlica de Weimar. Fueron contra ellos todos los actos represivos ca­tólicos. Hitler y el Papa Pío XI obraron en concierto para destruir todo vestigio de liberalismo en Alemania; el uno en la vida social y política, el otro en la esfera de la religión. Devolviendo el partido Católico del Centro, el Papa removió el último obstáculo para la ele­vación de Hitler al poder, y privó también al pueblo católico y al clero de Alemania de toda expresión en asuntos políticos. Había hecho lo mismo a favor de Mussolini en Italia mediante la disolución del Partito Popolare y el destierro de su caudillo el sacerdote Don Sturzo. Mediante su Acción Católica concentró todo el poder político católico en la Santa Sede. Desde entonces el Vaticano quedó libre para hacer concordatos arbitrarios con las dictaduras fascistas.

El bajo clero de Alemania no cedió sin luchar; muchos de ellos desafiaron tanto a Hitler como al Papa. Algunos sacerdotes fueron reducidos a prisión. Aún cuando el prístino ardor del Cardenal In­nister por Hitler y el Naci-Socialismo daban señales de enfriamiento, se dirigían hostilidades hacia ellos. Las escuelas católicas, en su mayor parte bajo la dirección de liberales y de órdenes religiosas no jesuitas, fueron clausuradas; algunos jefes de estas órdenes religio· sas antijesuitas, fueron encarcelados por haber intentado salvar sus

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dineros llevándolos furtivamente al extranjero. En la prensa de los Estados Unidos fué llamado esto "la persecución de Hitler contra la Iglesia Católica", y sirvió para ocultar el propósito común del Naci­Socialismo y del Catolicismo Ultramontano. Hubo ciertas débiles pro­testas de Roma, pero no se efectuó ninguna acción contraria. Aún la clausura de escuelas católicas en Austria se llevó a cabo sin protesta al­guna. Todo esto fué considerado por el Vaticano como pequeña pér­dida comparada con lo que se había ganado en la eliminación del cle­ro recalcitrante y de sus miras liberales. El concordato Nací-Vati­cano continuó en vigor y en funciones.

Con la extinción del catalicismo liberal y con la prisión de los jefes liberales protestantes, quedó triunfante el absolutismo del Va­ticano. Es de suprema satisfacción para la facción católica jesuita el conocimiento de la disolución aparente del protestantismo en Ale­mania, y el hecho de que el protestante pro-naci ("cristiano alemán") fuera obligado a comprender, como lo indica Gonzague de Reynolds, que "el rechazar una autoridad puramente religiosa, como el papado, constituía un peligro para la iglesia y para el cristianismo" .

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CAPITULO X

EL NACIONAL SOCIALISMO Y LA ACCION CATOLICA

La Acción Católica -la cruzada para la Reforma Católica Je­suita-tiene las siguientes características:

1-Su dirección, según fué establecida por el Papa Pío XI en su Encíclica Quadragésimo Anno, explícitamente fué confiada a la Sociedad de Jesús.

2-Sus fines son: la exterminación del odiado espíritu liberal del siglo XIX; la formación de una cruzada mundial contra el Socialismo y el Comunismo, y el éxito de la contra.-reforma.

3-Los medios que deben usarse para obtener estos fines son: la aniqui .. ladón de los antiguos partidos políticos cat6licos que habían sido impregnados con la idea democrática y 18: depuración del clero secular de las órdenes religiosas y de los simples creyentes, en cuanto sosten.­gan sus opiniones no jesuitas en asuntos de política eclesiástica.

4-El régimen político más adecuado para asegurar el éxito de esta cruzada para la reconstrucción católica, es la forma litúrgica y auto .. ritaria del estado fascista o del Naci.-Socialismo.

El clero secular de la Iglesia Católica en Alemania y en otros países europeos, siempre ha aceptado secretamente una tradición de­mocrática, y por muchos años consideraron como su tarea principal

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· el vivir en paz con el protestantismo y con las instituciones liberales del mundo moderno. Por esta razón llegaron a constituir el obstáculo principal en los propósitos del movimiento de reconstrucción católica iniciado por el últimamente fallecido Papa Pío XI. Ellos no se mostraban amigables con la idea del estado corporativo, con el plan de la nueva cruzada, ni con el propósito del Vaticano de establecer un absolutismo papal completo. A diferencia del dominado clero irlan­dés en los Estados Unidos, el clero católico de Francia, de Alemania y de otros países europeos, nunca se han identificado completamente con el papa mismo en cuanto a que el asiento del poder esté en Roma. Ellos estuvieron de acuerdo en tomar su religión de Roma, pero no su política, no en aceptar la dirección del Vaticano en asuntos no espirituales pertenecientes a sus diversos países.

En los tiempos modernos el clero católico europeo se volvía cons­tantemente hacia la idea de que era recomendable el fo mentar la to­lerancia cristiana y las relaciones amigables co~ todas las sectas re­ligiosas aún con aquellas que no pertenecían a ninguna iglesia. Mu­chos estaban persuadidos de que iba a llegar el día en que todas las iglesias cristianas estuvieron unidas en una reforma evangélica uni­versal contra la iglesia católica. Esta reforma liberal debiera enca­minarse a la destrucción de la jurisdicción papal con su Curia Ro .. mana política no secular y con sus pretensiones de absolutismo ecle· siástico; esto sería una reforma del imperialismo papal, de la disci­plina jesuita fascista y del dominio absoluto. Pretenderían establecer un papado evangélico en que, libre de ambiciones políticas, funcio­nara como un centro de universalidad evangélica para todas las igle­sias de la cristiandad. Esto sería realmente una verdadera reforma católica -una segunda reforma- el establecimiento de un catolicismo evangélico. Esto significaría la disolución de las acreciones medio· evales de doctrina y de liturgia y por supuesto, el destierro completo de nuevo de los jesuitas de entre la iglesia y el mundo como fué llevada a cabo por el Papa Clemente XIV en 1773.

Todos estos propósitos y planes de una reforma liberal evangé­lica, sin embargo, cayeron bajo la condenación general de tolerancia

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Esia f olografía del Vaticano da a conocer a los dos Cardenales Católicos Romanos con el Jefe de Estado Mariscal Peiain y el .!~fe de Gobierno Pierre Laval revistando una parada de las tropas .fran­cesas de Vichy. - De izquierda a derecha: el Mariscal Pelain; el Cardenal Suhard, Arzobispo de París; el Cardenal Gerlier, Arzobis­po de León (zona anteriormente·ocupada) y Pierre Lmial.

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La Jerarquía Española Católica haciendo el salndo Fascista en Santiago de Composíela en 1937; de izquierda a , derecha: el Obispo de Lugo, el Arzobispo de Santiago, el Canónigo de Santiago,

el General Aranda, el General Dávila, el Obispo de Madrid.

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El Pequeño Dollfus r,on el Cardenal I nnitzer a la derecha, presen­ciando la proclamación de la nueva Constitución Cle-

rical Fascista en 1934.

De izquierda a derecha: el Dr. Schuschn igg~ Pn~ce Slaremberg y el Cardenal lnn"itzer que se sonríe como apro­

bación de Dolljuss.

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Esta fotografía jué encontrada entre otros documentos comprometedores en k!adrid, por_ los leales espafí.oles~ fn el palacio del Conde Vallellano, un financiero que apoyaba a los rebeldes de Franco. Fué

indudablemente lómada durante los preparativos para el levantamiento fascista.

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religiosa y liberal de idea democrática, por los papas dominados por jesuitas durante los últimos 150 años. El últiino general de los jesui­tas; Wernz, eri su tratado de Derecho Canónico, ( 1) dice:

"En cuanto a las relaciones de la Iglesia Católica con otras aºsocia ... ciones religiosas, no hay duda de que todas las asociaciones religiosas de descreídos, y todas las sectas cristianas, son consideradas por la Iglesia Católica como enteramente ilegítimas y privadas de todo derecho a la existencia. Estas organizaciones son realmente rebeldes contra la Iglesia. En consecuencia, está en grave error el que cree que las diversas sectas religiosas, como por ejemplo, las Anglicanas, las Luteranas y las Católico Ortodoxas, constituyen partes legítimas de una iglesia universal de cris-­tianos y de que en cierto modo son ramas colaterales de la iglesia católica e iglesias hermanas."

Contra esta esperanza de una verdadera reí orma católica que pudo haber producido una Iglesia Cristiana Católica Evangélica, los jesuitas allanaron los campos para establecer una organización totalitaria absoluta en el catolicismo que debiera de ir de la mano con el régimen Nací Fascista en el orden secular. A su lado tenían a Hi­tler mismo quien, al referirse a la condenación de la tolerancia reli­giosa, ha dicho siempre que es mejor católico que los sacerdotes or· dinarios europeos y que muchos obispos. En su obra M ein Kampf lo sostiene y aprueba la intolerancia dogmática del partido del Va­ticano dentro de las iglesias católicas; a semejanza de los jesuitas que consideraron la tolerancia religiosa como un instrumento efec­tivo para el establecimeinto y el sostén de los fines religiosos de los judíos y de los fracmasones, (2) la causa principal de su queja contra el clero del Partido del Centro en Alemania, es que éste se había permitido aparecer convencido de la idea de tolerancia y de que había hecho alianza con estos enemigos mortales de la religión católica: sos­tiene él que su tarea principal es combatir esta situación deplorable por la que constantemente ha sufrido la religión; ( 3) condena enérgica-

1 Compárese su Jus Decretalium, Vol. I, p. 13. 2 Compárese Edición Alemana. P. 345.

a lb., p. 294.

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mente el protestantismo por persistir en su actitud de tolerancia hacia :el judaísmo; sin embargo, añade que

"el creyente protestante que pertenece al Nacional-Socialismo podría existir lado a lado con el católico ferviente sin que sus convicciones reli~ giosas sean afectadas de ningún modo por eso".4

El ceder de este modo los católicos a las tendencias liberales de la tolerancia religiosa era considerado por los jesuitas como "pro­testantizar" al cate>licismo; para corregir esto sostenían que deberían de tomarse forzosamente medidas punitivas drásticas. El Cardenal jesuita Billot expresa verdadero desprecio por la idea de que el clero secular ceda a las tendencias liberales y sostiene además que debiera reprimirse esto con toda severidad cuando dice lo siguiente:

"El pobre sacerdote parroquial que llena la mayo parte de nuestras revistas religiosas y periódicos con sus discursos para crear una nueva apología que ha de tomar el lugar de los milagros del siglo XIX no puede ya extenderse. No hay sino dos contestaciones que dar a esto: la primera es eL látigo." 5

Esto está en perfecta armonía con el símbolo de Mussolini de las fasces de un manojo de varas, como lo hace él y su compañero nací empleándolo tan bruscamente para azotar a Europa y liberarla de todo Yestigio de libertad y de tolerancia. Así, el programa de Hitler de "represión" no es sino la ejecución de las medidas punitivas jesuitas y una parte del plan de la reforma católica contra aquellos miembros del clero católico en todos los países en que se han opuesto a la he­gemonía jesuita sobre asuntos católicos. ( 6)

4 lb., p. 632. 5 Die erste ist die Peitsche en la obra de Hugo Koch Katholizismus und

]eseuitismus, p. 53. s Los obispos alemanes, la Asociación Popular Católica y el Partido del

Centro se opusieron al regreso de los jesuítas a Alemania en 1910. A causa de esto los jesuítas consideraron a los obispos alemanes como "recalcitrantes•'; com ... párese Hoensbroech, The Jesuit Order, p. 248.

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La Acción Católica, a semejanza del Naci-Fascismo, procedió ostensiblemente en una cruzada contra el comunismo ateo que, afir­man los jesuitas, no es sino la aplicación radical de los principios pro­testantes de la separación de la Iglesia y el Estado. Sostienen ellos que el comunismo es el extremo del protestantismo anunciado por los jesuitas desde su fundación por Ignacio de Loyola, para combatir la reforma de Martín de Lutero, y es el resultado de los principios erróneos de que la vida interna del individuo es el único lugar en

11 donde él deberá buscar satisfacción para sus necesidades religiosas~

Por tanto, los jesuitas rompieron su nueva ofensiva especiahnente con· tra la República Soviética, el primer país, después de la guerra re­ligiosa, que amenazaba seriamente minar la obra de la contra-Re­f orma. Lo han hallado como mayor amenaza para sus propósitos que lo que era la Inglaterra Protestante durante los siglos XVI y XVII. Separando completamente el Estado de influencias religiosas de cual­quier forma, los comunistas han procurado hacer de la religión un asunto puramente privado y por estos medios adquirir la completa libertad del individuo tratando los asuntos civiles libres de toda in­fluencia eclesiástica. A consecuencia de esto, los jesuitas identifican el protestantismo y la democracia con el socialismo y el comunismo y procuran destruirlos completamente con todos los demás movimien­tos que aparecen a la izquierda del Fascismo y del Nacismo.

La Acción Católica, a semejanza del Nací-Fascismo, no se con­tentará con una reforma a medias del Catolicismo. Así como nna guerra brutal contra las naciones democráticas ha sido considerada necesaria en la política del Naci-Fascismo, tan brutal así se requiere una limpia dentro de la misma iglesia aún a riesgo de algunas pér­didas para el catolicismo como un todo, pues esto es una parte nece­saria del programa jesuita de la Reconstrucción Católica. Gonzague de Reynolds, uno de los más ardientes celotes del movimiento a quien ya hemos citado en páginas anteriores, francamente admitía que el barrer con todas estas tendencias protestantes (liberalismo y socia­lismo) constituye el primer problema de la religión, es decir, del Ca­tolicismo Romano, y de que el nuevo "régimen cristiano" que resul-

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taría de esta deseada Reconstrucción Católica del orden social, ten­. dría que ser Fascista, porque dice él, "el Fascismo ha sido el único

intento que ha tenido éxito para crear un nuevo régimen". (7) El so­cialista italiano L. Segni ( 8) confirma esto cuando dice:

"El Fascismo es un epifenómeno que va en armonía con la evolución de la Iglesia Católica, según los deseos de la táctka de los jesuítas."

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1 "L'Europe Tragique", p. 93. a En su libro "L'Esprit du Fascisme" p. 15 y seg.

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CAPITULO XI

EL REXISMO Y LA ACCION CATOLICA

En ninguna parte se ha mostrado la Acción Católica más en ar­monía con el Naci Fascismo que en Bélgica, en donde el partido re­xista de León Degrelle ha venido ahora a tomar su propia vida. El Papa Pío XI dió el grito de Christus Rex (1) "Cristo Rey" de los jesuitas a la Acción Católica, como el grito de guerra para su cruzada en la reconstrucción católica del orden social. El mismo grito Viva Cristo Rey es usado por los Fascistas de Franco en su guerra contra el go­bierno republicano legítimo de España. Fué usado también como grito de guerra 'por los individuos fanáticos mexicanos que fueron azuzados por los jesuitas para cometer actos de sabotaje contra el go­bierno de la República de México. Es también el grito de guerra de los oficiales rebeldes españoles que con la ayudat de las tropas moras torturaron, violaron y asesinaron a cerca de quince mil hon1bres, mujeres y niños en Badajoz.

Los rexistas de Bélgica reclaman el honor de haber sido los primeros frutos de la Acción Católica, las "fronteras cristianas" de

1 Este grito pertenece a los ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola, fundador de los J esuítas.

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Bélgica. Su jefe, León Degrelle-los campesinos belgas lo apellida­ron "Adolfo" Degrelle- fué invitado para incorporarse al movimien· to por Monseñor Picard, cuando era estudiante en la Universidad de Louvain. Tanto él como su ayudante son productos de la educación jesuítica. (2) El se convirtió en el gran "apóstol" de Acción Católica en la campaña de los jesuitas para incorporar la Iglesia Católica a los planes del Nací-Fascismo para establecer el "nuevo orden" en Euro­pa, después de la destrucción del liberalismo y de la democracia.

A medida que crecíán las actividades de Degrelle, su movimien­to de Cristo Rey fué temporalmente separado de la Acción Católica en Bélgica con el consentimiento de la jerarquía eclesiástica. Este movimiento tenía por objeto dar a los rexistas mayor libertad de ac­ción para ejecutar la política Naci Fascista. - De aquella nació la independencia aparente del "Frente Popular Rexista" ostensiblemente con el fin de combatir "el comunismo judío" de una manera del todo semejante al Frente Cristiano del Padre Coughlin en los Estados Unidos. El oficial principal de Dregrelle era el ruso blanco Denizoff, que era Secretario del último Presidente del Consejo del Régimen de los Czaristas. Hoy Degrelle es el brazo derecho de Hitler en Bél­gica ocupada por los N azistas en donde no aparece signo alguno de desacuerdo entre la Jerarquía Católica y los invasores Nacistas. (3) El ha organizado sus propias tropas de asalto que él llama formaciones de combate, y a toda prisa está llevando a Bélgica en estrecha cola­boración con el nuevo orden de Hitler. En un telegrama muy censu­rado procedente de Lieja dirigido al New York Times el 6 de Enero de 1941, Degrelle dice:

2 "León Degrelle es discípulo de estos caballeros (los jesuitas); también lo son todos sus colegas" R. A. Dior, en Le Vatican, París 1937, p. 42.

a En su carta pastoral unida de octubre de 1940, los obispos Católicos de Bélgica decidieron instruir a sus fieles en los términos siguientes: "Es induda .. blemente necesario el reconocer los poderes de ocupación como poder de facto y obedecerlos dentro de los límites de las convenciones internacionales" (citado de la Revista de los jesuitas de América, del 22 de febrero de 1941).

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"Tendremos que hacer ahora nueva elección; tenemos fe en el Fuehrer como el hombre más grande de nuestros tiempos. Confiamos en su espí..­ritu, su genio, y tenemos fe en la Europa que él reconstruirá. Toda la juventud de Europa hoy está luchando hombro con hombro para estable..­cer un nuevo orden bajo la dirección Alemana. Las armas alemanas triunfarán porque están defendiendo una causa justa. Hitler sirvió a Europa, y en lo futuro Bélgica puede (varias palabras suprimadas) dar su cooperación al Reich."

Nunca ha habido secreto alguno relativo a la colaboración de Degrelle con Hitler. En su edición del día 20 de Mayo de 1936 el periódico de París Le T emps llamó la atención a estas estrechas relaciones entre el Partido Rexista y el Nacional-Socialista de Hitler, y un poco antes de las elecciones en Bélgica que tuvieron lugar en Mayo de 1936, Degrelle fué a Alemania para "estudiar" los métodos N acistas de propoganda. Siguiendo el ejemplo del Füehrer alemán (y del Padre Coughlin} él procuró rodearse de todos los elementos descontentos de la clase media. A imitación de Goehbels, se atrajo el favor de los obreros aparentando estar a su lado en las huelgas. El punto principal de comparación, sin embargo, entre el Rexismo y el Naci-Fascismo, es el que ambos declararan la guerra a las ten­dencias liberales católicas, tanto entre el clero como entre los laicos, con el fin de establecer el control autoritario de los jesuitas de las actividades católicas. Esta es la razón verdadera por qué la Acción Católica fué instituída por el Papa Pío XI.

No está fu era de lugar el repetir las razones fundamentales en que se fundaba este deseo de abolir toda la política católica anterior a Hitler por toda Europa -aquello que los jesuitas por muchos años habían deseado ardientemente que se llevara a cabo. Como ya se ha indicado, los antiguos partidos católicos se habían unido enteramen­te con las constituciones liberales de los Estados, en las que todos los partidos y las religiones tenían· derecho de existir libremente. Ade­más, la ideología del estado liberal democrático con sus principios de tolerancia religiosa y' racial, estaba ampliando la mira política y so­cial de estos partidos políticos. La fraternización del clero secular con los laicos en estos partidos políticos daba ímpetu al espíritu de:

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tolerancia en oposición a la intolerancia tradicional del dogma Ca­tólico.

Por otra parte, deberá recordarse también que en Alemania los ·dos partidos políticos católicos; el Partido del Centro y el Partido Popular Bávaro, a consecuencia de sus estrechas relaciones con la Iglesia Católica, habían encontrado fuerte oposición en la parte pro­testante de ·la población. Como consecuencia, la continuada existen­cia de estos partidos amenazaba traer una complicación entre la Ac­ción Católica que debería de usar Alemania como instrumento para efectuar sus designios de contra-Reforma. Así es que era necesario para la nueva política Católica disfrazarse como movimiento nacional y aparecer como el único partido que representaba la nación como un todo.

De este modo puede verse por qué la abolición cl.e los partidos políticos católicos anteriores a Hitl.er, en Alemania, tenían la aproba­ción del movimiento de Reconstrucción Católica. He aquí lo que Gonzague de .Reynold tiene que decir sobre este punto: ( 4)

"El Partido del Centro que Hitler combatió con todas sus fuerzas, fué obligado a suicidarse. Era un partido que anteriormente había dado señales de deterioro, que había cometido muchos errores y al que la juventud en general estaba volteando la espalda. Las noticias de que pronto podrían tomar parte en la Acción Católica real, sin admitir polí .. tica partidarista, produjo gran entusiasmo."

Por la misma razón, el Partido Rexista en Bélgica, brote directo -de Acción Católica, declaró de un modo semejante:

"Todos los partidos católicos son el resultado de una situación his .. tórica fija y tienen ventajas y desventajas para la Iglesia. Cuando estas situaciones históricas dejan de existir los partidos católicos pierden su derecho a la existencia. Esto se aplica igualmente al Partido Católico de Bélgica. Hasta el presente se podrían obtener diferentes opiniones en cuan ... to a su utilidad y a su derecho a la vida. Sin embargo, hoy son anacro ... ·.nismos, como lo fueron el Partido Alemán del Centro y el Partido Po .. pular de Italia.

4 L'Europe Tragique, p. 333

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DETRAS DE LOS DICTADORES 89

"El Partido Católico no intentó la nueva 'misión histórica', el mo .. vimiento confesional no se transforma en un movimiento nacional. A causa de estas deficiencias desaparece como todos los demás partidos. El Partido Rexista tomará ahora la defensa de los intereses católicos y eclesiásticos. No solamente pretende defender la Iglesia, sino también sacar de la polí .. rica todas las cuestiones religiosas. Llevará esto a cabo mediante la ga .. rantía Constitucional de los derechos de la Iglesia Católica y constituyendo un concordato para defender las relaciones entre el Estado y la Iglesia." 5

Así, de acuerdo con esta nueva política católica, no deberá haber ninguna separación aparente entre la Acción Católica y el Na­cí-Fascismo que servirá para el establecimiento del "nuevo orden" en Europa. Al Partido Rexista le es asignada la tarea de reglamentar las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado Fascista de Bélgica, mediante un concordato, como fué hecho en Alemania por medio de Von Papen y el presente Papa Pío XII, en aquella época nuncio papal en Alemania. Esta "nueva misión histórica" de la Iglesia de Roma, iniciada por el Pacto Luterano y el Concordato de 1939 entre el Vaticano y la Italia Fascista, demanda colaboración con los dictadores Nací-Fascistas no interrumpida por prácticas o interferen­cias del pueblo y del bajo clero. Los principios liberales y la liber­tad popular tendrán que ser destruídos compl~tamente, tanto en la Iglesia como en el Estado.

En los Estados Unidos estamos ahora principiando a ver clara­mente cómo se formó el lazo corredizo para estrangular todas las f or­mas de liberalismo y de la democracia en la Europa anterior a Hitler con el fin de preparar el camino para agrupar las naciones y los individuos de un inodo jerárquico Nací-Fascista a semejanza de la restauración del Imperio Romano de la nación Alemana. Y la fuerza real que movía todo esto ha sido confiada a la contra-Reforma je­suítica anterior a todos los dictadores, la que pretendía borrar de la existencia los odiados principios liberales de las democracias pro­testantes. Ha sido realmente una combinación antideísta, que se llevó a cabo para conseguir este objetivo: el movimiento Católico de Re-

5 Vaterland, Lucerne, Agosto 14 de 1936.

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construcción de Pío XI, el Fascismo Italiano, el Nacional Socialista de Hitler, las Ligas Francesas Antisemíticas, La Rocque y los Cagou­lards, el Rexismo Bélgico, el movimiento racista Húngaro del Padre

· Bangha, la asociación de Rusos blancos, las asociaciones Croatenses cuyas manos aparecían en el asesinato del Rey Alejandro de Servia y del Ministro de Relaciones exteriores de Francia, Barthou; -los separatistas Eslovacos dirigidos por el padre, jesuita Antón Koroshetz, quien se abrió camino hasta la Presidencia del senado en Y ugoeslavia, los prelados católicos y p0líticos de la antigua Austria, Monseñor Seipel, Dollfuss, etc., los sacerdotes políticos de Eslovaquia, Carpato­U crania y Bohemia- padres Hlinka y Tisco, -sin olvidar a Franco y a sus Generales Fascistas de España y a la pandilla de Laval-Petain en Francia.

Todos estos trabajaron juntos y estaban enlazados con la Iglesia Católica para trabajar buscando el mismo fin: la destrucción de la estructura post-Reforma en Europa y en el mundo entero.

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CAPITULO XII.

EL PRO GERMANISMO DEL PAPA PIO XII.*

No son conocidas generalmente las razones que hicieron que los aliados excluyeran al Papa de la Conferencia de Paz después de la primera guerra mundial y que estaban relacionadas con las actividades de Monseñor Eugenio Pacelli, más tarde Papa Pío XII.

SUS DOCE AÑOS EN ALEMANIA.

La vida de Monse~or Pacelli ha sido dividida entre su país na­tivo, Italia, y Alemania, en donde pasó 12 años decisivos en su vida. Siendo Nuncio en Munich en 1917 trató con el Kaiser y con la República, con los comités revolucionarios y los conspiradores na­cistas. Fué amigo de Federico Ebert, primer presidente de la Re­pública Alemana, y fué también íntimo del monumental Hinden-

"' Este artículo se publicó en la revista The Converted CathoUc Magarine, correspondiente a abril de 1943. Su autor Pierre VOurson estuvo durante muchos años conectado cqn la Liga de las Naciones en capacidad política de res­ponsabilidad.

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hurg de Alemania, bajo cuya presidencia concertó un concordato con Prusia. Presenció los principios tempestuosos de Hitler en Mu·

.. ních y las maquinaciones de sus agentes en Berlín. El Vizconde d'Abernon, primer embajador Británico ante la República de Wei· mar, en sus memorias, llama a Pacelli "el hombre mejor informado en todo el Reich."

Su misión en Munich en 1917 no fué el principio de su carre­ra en Alemania. Aún antes de la primera guerra mundial, Monse­ñor Pacelli fué el más aceptado experto en asuntos alemanes de Gasparri, Secretario de Estado Papal. No fué un simple acciden­te el que en los primeros meses de la guerra fuera invitado a Sui­za en donde principió, con gran devoción, tacto y celo en un mo· vimiento humanitario verdaderamente cristiano: el intercambio de prisioneros de guerra. Aún estando allí, tuvo contacto frecuente con el jefe de propaganda del Kaiser, su antiguo conocido Ma­tthías Erzberger, que por muchos años fué miembro prominente del Reichstag representando al Partido Católico del Centro. Fué con Matthías Erzberger con quien Pacelli entró en Suiza en nego­ciaciones que conmovieron profundamente al Gobierno Liberal de Italia y fué la causa principal de que éste se opusiera a que el V a­ticano participara en los últimos arreglos de paz.

Durante toda su vida, Eugenio Pacelli ha tomado una parte activa en algunas de las intrigas más secretas de nuestros tiempos: la paciente lucha del Papado para recuperar y ampliar su poder tem· poral. En esta lucha de los últimos setenta años siempre que se presentó un problema mayor de política internacional, el Vatica­no ató su estrella al j agannáh alemán.

SU COMPROMISO CON EL F ASCIS1\i10.

El Tratado Laterano de 1929, entre el Vaticano y Mussolini, restituyó la soberanía del Papa constituyéndose en aliado el Vati­cano del Gobierno Italiano Fascista. Esto trajo también una coor-

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DETRAS DE LOS DICTADORES 93

dinación de potencias autoritarias de tipo corporativo y racional en todo el mundo y la entrada eventual de Italia en el campo del Naci-Germanismo. De este modo en 1940, después de la caída de Francia y de la proclamación del Estado Fascista del Mariscal Petain, aparecía como que la política del Vaticano de la presente Guerra Mundial adquiría notables progresos contrastados con sus fracasos de la primera guerra.

Y al final de esta guerra, cuando los delegados de todos los 1c· países se congreguen en una conferencia interpacional de paz, el

Papa, por primera vez durante más de cien años, será nuevamente representado como un monarca en ejercicio, siempre que su pe­queñísimo Estado permanezca intacto. El espera ejercer su auto­ridad, aún cuando como jefe temporal su influencia será menor que la del Papa Pío VII en el Congreso de Viena en 1815. Hoy, como jefe de Estado de la ciudad del Vaticano, sólo posee un estatuto jurídico formal, por el que tendría poder real a consecuencia de su estatuto autoasumido como "Jefe de la Cristiandad," una no­ción hábilmente introducida durante más de diez años en las dis­cusiones públicas internacionales, después de haber pasado siglos de extinción, siendo ahora admitido aún en países no católicos. Co .. mo "Jefe de la Cristiandad" el Papa tomará rango sobre todos los otros jefes de Estado, del mismo modo que el nuncio papal lo es así en el continente de Europa, lo mismo que en la América Lati­na, convirtifa1dose automáticamente en "decano" de los cuerpos di .. plomáticos.

"JEFE DE LA CRISTIANDAD"

La idea de un Jefe de la Cristiandad, siendo a la vez Jefe de Estado, presidiendo una asamblea de jefes de Estado, es una con­cepción medioeval que no debe tener lugar en el mundo democrá .. tico del siglo veinte. Ha sido revivida por razones políticas, y a menos que sea denunciada, llegará a ser una amenaza poderosa pa .. ra la libertad y el progreso. Porque así como la igualdad de los in-.

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dividuos, la igualdad de las naciones es un principio fundamental de la democracia.

El reconocer un jefe de Estado como primero y como jefe j erár· quico permanente, de todos los demás Estados equivaldría a esta­

EUGENIO PACELLI - AHORA PAPA PIUS XII

« .•. Siempre ha sido conocido pol' sus grandes inolinaciones hacia Alema­nia>>, dice su biógrafo católico oficial,

Kees van Hock.

blecer una monarqui,a mundial au· toritaria, aún cuando el término "monarquía" no sea usado. Cé­sar Augusto en la antigua Roma rechazó el título impopular de rey y prefirió ser llamado "em· perador," dignidad que la Re­pública Romana usó para distin­guir temporalmente al Jefe Su­premo nombrado en una emer­gencia nacional. Hitler empleó el mismo plan en Alemania. Hu­biera sido tan fácil para él haber sido coronado Emperador. En lugar de esto, halló mucho más práctico el dejar la Constitución de la República de W eimar vigen­te, asumiendo el nombre menos ..! conspicuo de Fuehrer o ! efe: "Mein Fuehrer" 'es usado en lu­gar de la frase antigua "Vuestra lVlajestad" o "Sire."

Es de esperarse que las na-ciones protestantes no acepten es­

te nuevo grito de guerra internacional, "Jefe de la Cristiandad," que. la Santa Sede está procurando introducir furtivamente en la opinión general. Cualquiera que sea la ilusión de los políticos clericales que crean en el restablecimien~o del gobierno supra-nacional del papado, sus planes contribuirán para dar empuje a la imperialista Alemania.

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DETRAS DE LOS DICTADORES 95

Las declaraciones recientes de Míster Elmes Davis, así como la actividad diplomática del Vaticano, parecen in~icar que las Po· tencias del Eje siguieran buscando la mediación de la Santa Sede. Si el Gobierno del protestante Kaiser procuró asegurar el apoyo del Vaticano, no hay -razón por la que, la más grande Alemania Católica de Hitler, se abstenga de apelar al Papa, ahora que aún los más fanáticos nacistas no pueden esperar más el que se termine la guerra mediante una batalla triunfal del Eje. La última vez, la colaboración del Papa en los arreglos post.bélicos fué imposible por el Artículo 15 del Tratado Secreto de Londres entre Italia y los Aliados. Esta exclusión explícita del Papa de la Conferencia de Paz ha sido desde entonces llamado por los políticos católicos como una maniobra villana de la fracmasonería internacional. Aún hoy señalan la ausencia de un delegado de la Santa Sede en V ersalles y en Neuilly en 1919 como la consecuencia profunda del fracaso de los tratados de paz y de la Liga de las Naciones.

EL TRATADO DE LONDRES.

La historia verdadera del Artículo 15 del Tratado de Londres y las razones por qué se excluyera al Papa ele la Conferencia ele Paz, nunca ha sido plenamente entendida en los Estados Unidos. El público de este país no sabe que Italia demandó y que los aliados aceptaron la exclusión del papa del futuro arreglo de paz porque tenían la evidencia de que algunos de los más prominentes clérigos de la Santa Sede estaban favoreciendo a los Estados Centrales y por varios meses habían discutido los planes secretos propuestos por Alemania para reconstituír en Roma un Estado Papal con garantía internacional y con acceso al mar.

En vista de estos hechos irrefutables que, en medio de aquella terrible guerra, los políticos del Vaticano estaban abusando del apostolado de paz cristiana del Supre1no Pontífice para promover :sus intereses temporales y extender su poder aún a costa de su pro~

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pia patria (esto~ políticos papales eran todos italianos), los alia­dos convinieron con la demanda de Italia. Aún desde el principio

· de la guerra era obvio que las simpatías del Vaticano no podían haber estado al lado de los protestantes ingleses, de la Francia anti­clerical ni de la Rusia Ortodoxa. Estadistas aliados, algunos de los cuales eran católicos devotos, hallaron que era difícil creer que la diplomacia papal colocara sus intereses políticos antes que los de millones de católicos franceses y belgas que habían sido víctimas de la agresión alemana.

MATTHIAS ERZBERGER

La historia de la colaboración de Alemania con el Vaticano en la ~ltima guerra ha sido referida, como muchas veces antes, por católicos romanos devotos· que habían estado dentro de la intriga y quienes, vanos por naturaleza y amargados por decepciones, ha· blaron en público cuando sintieron que habían sido abandonados por sus antiguos asociados. Nuestro testigo no es otro que Matthías Erzberger, miembro prominente del Partido Católico del Centro, militante imperialista de Alemania en 1914, propagandista extran­jero en jefe de Alemania hasta 1917 cuando fué ascendiendo en la famosa resolución de · paz del Reichstag, al pasar de sub-secreta­rio imperial de Estado, jefe (delegado) de la delegación de armis· ticio de Alemania, Ministro de Hacienda y uno de los padres de la República de Weimar. Fué asesinado en 1921 por jóvenes p.a­cionalistas alemanes algunos ineses después de que salió a luz su famoso libro My Experiences in the World War. (1) .

. '

1 Ehlebnisse im Weltkrieg, von Reichsfinanzminister A. D. Matthias Erzber .. ger, Deustsche Verlagsanstalt, Stuttgart, BerLin, 1920.

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LOS SECRETOS DEL VATICANO CON ALEMANIA

Uno de los objetivos principales de Erzberger fué el conseguir la inmunidad diplomática y los derechos extra-territoriales para la Santa Sede. Con anterioridad de octubre de 1914, algunas sema­nas después de su nombramiento como Jefe de Propaganda Extran­jera, sugirió el establecimiento de un pequeño Estado Papal neutral en aquella parte de Roma que está en la margen izquierda del río­Tíber, con un corredor hacia el mar y un puerto. Sus negociacio­nes alcanzaron finalmente la redacción de un tratado "rela~ivo al reconocimineto del poder temporal del Papa." Este tratado, *dice él, tenía la aprobación de "personalidades competentes de la Ofici­na de Relaciones Exteriores." La primera versión fué sometida con anterioridad a inspección por Ezberger y sus amigos, a los círculos del Vaticano a principios de 1915. El tratado fué con­feccionado con pretensiones de perfección.

Los siguientes extractos de este tratado secreto son tomados del libro de Erzberger p. 127 y siguientes:

ARTICULO I

El poder temporal del Papa es reconocido por las Altas Potencias Con ... tratantes y se extiende sobre un territorio que incluye la colina del Vaticano y una faja de tierra que lo conecta con el Tíber y por medio del ferrocarril a Viterbo, y será conocido con el nombre de Estado Iglesia . ••

ARTICULO II

El Estado Iglesia será permanentemente independiente y neutral; su independencia y neutralidad son garantizadas por las Altas Potencias Contratantes.

ARTICULO III

El Soberano de este Estado Iglesia sed. el Papa. Cuando quede vacante la Silla Apostólica la soberanía se ejercerá

por el Colegio de Cardenales.

ARTICULO IV

Los ciudadanos de este Estado Iglesia son: los delegados papales,. nuncios e internuncios, los miembros de la Corte Papal, oficiales de la

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I

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administración y de los palacios del Estado Iglesia, los guardas del Palacio así como los eclesiásticos con permanente residencia en el Estado lgle ... sia ...

• ARTICULO V

El Rey de Italia se compromete a conservar navegable el río Tíber para los buques de alto calado .con una profundidac\ de cinco metros por la orilla del Estado Iglesia, y de allí al mar, dentro de dos años desde la ratificación del presente tratado.

Los buques papales podrán en todo tiempo navegar por el río Tíber de entrada y de salida al mar, sin estar sujetos a la autoridad del Estado Italiano. En caso de que Italia estuyiera en guerra y que por otras razones se creyese necesario clausurar la ruta del Tíber, el tráfico general, se conservará un canal libre para los buques del Papa, y los pilotos del río estarán siempre a su disposición. ·

ARTICULO VI

El Rey de Italia pagará a la Santa Sede dentro de seis meses después de la ratificación del presente Tratado, la suma de quinientos millones de liras para cubrir los gastos de la Corte Papal y de la administración del Estado Iglesia.

ARTICULO VII

La soberanía del Estado Iglesia incluyen la hacienda y la jurisdicción.

ARTICULO VIII

Los representantes diplomáticos de potancias extranjeras acreditados ante la Santa Sede gozarán, dentro del territorio del Rey de Italia, los mismos privilegios y excepciones que los representantes diplomáticos del mismo rango acreditados ante el Rey de Italia... en caso de un estado de guerra y de la ruptura de relaciones diplomáticas entre las potencias que representen y el Rey de Italia, tendrán que establecer su residencia en el Estado Iglesia ...

ARTICULO IX

Las Altas Potencias Contratantes, después de ratificado el presente Tratado, invitarán a todas las potencias ql).e no hayan firmado este tratado a que reconozcan el poder temporal del Papa sobre el territorio designado en el Artículo I, así como el estadp extra ... territorial de los buques del Papa mencionados en el Artículo V.

ARTICULO X

Este Tratado será ratificado tan pronto como sea posible. La ratificación de estos documentos se-rán depositados en la Santa

Sede. El Tratado entrará en vigor el mismo día que estos documentos

hubieren sido depositados.

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No es sorprendente que el Gobierno liberal de Italia hubiese re­sentido esta proyectada infracción de la soberanía de su país por Alemania y por el Vaticano. Y no fué esto todo. Alemania nunca ha dado algo sin recibir. Sólo de un modo indirecto Herr Erzber­ger informa a sus lectores de la ayuda que Alemania había recibi­QO y estaba para recibir de la Santa Sede. 1

COMITE CATOLICO INTERNACIONAL

Después que Italia entró a la guerra al lado de los aliados, Erzherger, siendo jefe de propaganda del Kaiser, organizó, en co­laboración con un emisario del Secretario de Estado del Papa, un Comité Católi~o Internacional en el que cada país estaba represen­t~do por 5 o 7 delegados. Su objeto era hacer presión en todos los beligerantes para que la independencia territorial y la libertad po­lítica de la Santa Sede fu era garantizada en la paz futura. Este Comité Católico Internacional y varios de sus subcomités, se reu­nieron varias veces en Suiza y Holanda. Su objeto era explicar el punto de vista alemán al mundo entero. Erzberger nos dice que el alto empleado de la Curia Romana, con quien trató él en Suiza, estaba encargado del intercambio de prisioneros de guerra. Este personaje era Monseñor Eugenio Pacelli, el actual Papa Pío XII.

OFENSIVA DE PAZ PAPAL.

Las negociaciones entre Erzberger y Pacelli continuaron du­rante todo el año de 1916. En junio de aquel año, Erzberger reci­bió orden del "Secretario de Estado de Alemania, de inf oqnar al Vaticano que el Gobierno Alemán estaba listo para aceptar los bue­nos servicios del Papa en el asunto de la paz y que lo apreciaría debidamente." El inmediatamente consultó con su amigo "el re­presentante del Secretario de Estado Papal en Suiza" (Pacelli)

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quien creía que había llegado el tiempo para "ganar la paz." Pero después de que el movimiento de paz del Vaticano había producido sus primeros resultados, fué reprimido por una intervención para­lela de la Oficina de Relaciones Exteriores Alemana, por medio de España. Los resultados que Berlín deseaba obtener en 1916 sólo eran de naturaleza diplomática y psicológica. Alemania, de hecho, sólo estaba proc.urando desintegrar el frente democrático de los

aliados para obtener un cuadro claro de la situación política en el campo de los aliados. De este modo, la paz del Papa venía a llenar los propósitos del Kaiser.

En 1917, después de que Eugenio Pacelli había sido nombrado Nuncio en Munich, Guillermo 11 se hizo más franco en sus deman­das. Según la biografía oficial del Papa Pío XII escrita por Kees van Hoek (publicada en Londres en 1939 por Burns, Oates & Washburn, Ltd., Publicista de la Santa Sede), el Kaiser dijo a Mon­señor Pacelli "que ·el Papa debería movilizar su episcopado en todo el mundo en forma de una ofensiva moral de paz principiando por­emplear su influencia especial en los Estados Católicos promoviendo la paz (separada) entre Italia y Alemania."

LA PROPAGANDA JESUITICA ENTRE LOS PROTESTANTES.

La misión de propaganda de Erzberger terminó poco después de que Pacelli había establecido su residencia en Alemania. Con laudable franqueza Erzberger nos dice (página 7) que él había si­do ayudado por "cierto número de sacerdotes jesuitas que nos su­ministraron muy valiosos servicios para iluminar a los países ex­tranjeros." Ni tampoco se limitaron estas actividades de propa­ganda a los círculos católico~. Debe ser interesante a los protes­tantes de los Estados Unidos el descubrir que los políticos promi­nentes católicos romanos, obrando enteramente de acY.erdo con los altos dignatarios del Papa, también organizaron lo que se llamó

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"Cartas Semanarias Evangélicas"; estas cartas fueron editadas por el Dr. Deissmann, Profesor de Teología Protestante en la Universi­dad de Berlín y fueron dirigidas especialmente a los protestantes de Estados Unidos. "El Profesor Deissmar," dice Erzberger, "fué muy hábil al formular sus listas de correos." Adaptamos el con-: tenido de estas cartas cuidadosamente a los intereses de los ameri­canos. El Profesor Deissmar tenía razón para estar satisfecho de los resultados. El Secretario General del Consejo de la Federación de Iglesias de Cristo en los Estados Unidos, que representaba trein .. ta organizaciones de Iglesias Evangélicas con ciento veinticinco mil comunidades, mantuvieron muy estrechas relaciones con él."

Este caballero no pudo haber obrado como lo hizo si hubiese eahido que estas "Cartas Semanarias Evangélicas" eran pagadas, y lo fueron hasta el fin, directamente por el jefe de propaganda Erz­herger y sus ayudantes jesuitas.

El asesinato de Erzberger en 1921 había sido planeado por bastante tiempo. Los jóvenes fanáticos que lo mataron no fu e ron sino instrumentos de otros que deseaban eliminar a este hombre que sabía demasiado, quien también había hablado demasiado, y quien había estado estrechamente relacionado en los acontecimientos con los promotores de la presente guerra mundial que vieron la humi­llación de Alemania.

LAS ACTIVIDADES DE PACELLI DESPUES DE LA GUERRA

La permanencia de Monseñor Pacelli en Alemania duró algo más de doce años. Estuvo en Munich ha jo la efímera República Bá-

1 vara Soviética, la que él combatió en la época de la primera re­vuelta de Hitler en 1923. Cuando Francia ocupó el valle índus­trial del Ruhr, a causa de que Aleipania se rehusaba a continuar pagando las reparaciones, el Nuncio, aún cuando no estaba acredi­tado en Prusia, ostensiblemente voló de la capital de Bavaria a

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Duesseldorf en la Rhinelandia Prusiana, e indujo a su amigo Achi­lle Ratti, en esa época Papa Pío XI, a hacer una condenación pÚ· blica de la "aventura del Ruhr." En 1925 celebró un concordato con Bavaria, un concordato con Prusia en 1929, después de su nom· bramiento como Nuncio en Berlín y en 1933, el famoso concorda­to con toda la Alemania de, Hitler.

"El Cardenal Pacelli,'' escribió Kees van Hoek en su biografía católica oficial en 1939, "siempre ha sido conocido por sus fuertes inclinaciones a Alemania."

Así es como los aleioones y los italianos ten~an ahora buenas razones para dirigir sus miradas llenas de esperanzas a la mediación de Pío XII a su favor. Porque su historia pasada demuestra que, en lugar de condenar a Hitler, a quién conoció perfectamente du­rante más de siete años de su permanencia en Munich, él negoció un concordato con los N acis, exactamente como negoció otro con la Alemania del Kaiser durante la última guerra. El teme a los ra­dicales alemanes tanto como sus predecesores temieron a los bol­cheviques. A semej ailza de Pío XI, está enteramente relacionado con la burguesía fascista por medio de su familia. Su tío, un fa­moso banquero, f ué el fundador y el guía espiritual del Banco de Roma, uno de los más grandes bancos de Italia y de los más gran .. des inversionistas. Su hermano, Francisco Pacelli, el que redactó el Tratado Laterano con el Fascismo, tuvo más de cien conferen .. cias secretas con Mussolini antes de fjrmar este Tratado.

Indudablemente que el Papado puede sobrevivir y sobrevivirá al presente régimen Fascista de Italia, pero durante la yida de Eu .. genio Pacelli continuará sosteniendo los intereses creados de Italia y continuará siendo pro-alemán en cualquier clase de régimen, siem .. pre que este no sea anticatólico.

Hoy, la diplomacia papal está activamente ocupada en el es .. cenado. A juzgar por su historia en la última guerra y por las inclinaciones personales del presente papa y de sus consejeros je· suitas, la curia no es el tribunal desinteresado y elevado que se hi·

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DETRAS DE LOS DICTADORES 103

zo aparecer ante los Estados Unidos. También el Papa tiene su hacha que afilar.

pivulgando la idea de que el Papa. es "el Jefe de la Cristian­dad" deberá ser decano y árbitro en las futuras conferencias de Paz; los políticos clericales, sin embargo, pueden ocasionar perjui­cios a su causa. Los protestantes tanto como los Católicos Orto­doxos que no creen en "el Jefe de la Cristiandad," pueden llegar a saber que los aliados de Londres en 1915, después de todo, no ha­bían sido nunca mal informados.

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APENDICE

CONDICION VITAL PARA LA PAZ PERMANENTE

Por Leopoklo Mannaberg, Dr. en Filosofía.

El autor de este artículo, que ha trabajado toda su vida en la Europa Central como Ingeniero Civil y como jefe iruJustrial, obtu­vo su grado de Doctor en Filosofía en 'la UniversUlad de Heidelberg, Alemania. Su posición y sus conexiones personales le proporciona· ron excelente oportunUlad para seguir muy de cerca los sucesos de los últimos 25 años.

Este artículo fué cablegrafiado a MÓscú y reproducido en los periódicos el día 8 de febrero de 1944 para substanciar la acusación de la Rusia Soviética de la actitud Pro-.Pascista del Vaticano. Pué publicado en forma de folletos con el título de "la Política del Poder del Vaticano en Euro .. pa", y recibió gran circulación en la prensa de los Estados Unidos e Inglaterra. •

Aún cuando la victoria de las Naciones U ni das está distante, numerosos libros y muchas publicaciones se han publicado presen­tando planes para la economía que ha de venir después de la guerra y para la reconstrucción moral y política de Europa. Estas vivas discusiones de los problemas por escritores de los Estados Unidos

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son una prueba de la muy extendida convicción de que el futuro de Europa no es de menor importancia para la A111érica, lo mismo que para Europa misma.

De muchas de las contribuciones que sobre esta cuestión se han hecho, sin e1nbargo, se puede tener la impresión de que Europa continental está tan profundamente depravada que un estado de paz permanente no puede ser asegurado a menos que la reconstruc .. ción vaya precedida de una gran demolición social y política. Me aventuro a afirmar que este cuadro es demasiado negro. Juzgo que la mayor parte de Europa es suficientemente vigorosa para labrar su propio futuro. Estas creencias se basan, en parte, en mi expe­riencia personal, y principalmente en la gran resistencia que se ha opuesto a los opresores de parte de los cuerpos políticos fastidia­dos después de muchos años de tortura horrorosa. La Guerra Ci .. vil de España nos ofrece una prueba de la bravura y de la vigoro­sidad del espíritu del pueblo español. Desde el principio de la Gran Guerra Mundial II hemos venido viendo en todas partes del continente de Europa, el propósito del pueblo para resistir brillan .. temente aún en presencia de la muerte. Esta no es una reacción de espíritus depravados ni de cuerpos que sucumben víctimas de fa .. tal enfermedad. Por lo mismo afirmo que los planes para la re .. construcción son necesariamente radicales y algunos de ellos hasta

. son peligrosos. Tomemos, por ejemplo, la sugestión contenida en Los Problemas

de la Paz Permanente de Herbert Hoover y H. Gibson de que, en al .. gunos casos, los problemas de los habitantes mezclados de la frontera "no deben resolverse por remedios heroicos de trasladar poblaciones". Y o juzgo que este remedio no es en nada heroico sino al contrario, casi bárbaro. Además de ésto, sería inútil, porque las fronteras po­bladas con gente de distintas razas son la regla genera!' y no la ex­cepción, como aparece implicado en los remedios heroicos propues-, tos. El mejor y más óbvio sería suprimir completamente estas fron-teras. ·

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Para la reconstrucción de Europa, una mano enérgica· y mucho sentido común, son más esenciales que los planes de gran alcance. Tengamos presente que los habitantes de Europa han sufrido directa­mente el tremendo ataque que se dirigía al mundo entero. Ellos tro­pezaron y cayeron porque el resto del mundo no los ayudó a tiempo. Han tenido ellos toda la parte que les correspondía en el tumulto y en la agonía; lo que ahora necesitan es reposar. Ellos pasaron por una pesadilla de injusticia y de desorden; lo que ahora necesitan es justicia y ley. Cayeron víctimas del terror y de la extorsión; dadles una protección adecuada contra ambas, y la paz será duradera.

Al presente, más de media docena de naciones europeas están ansiosas esperando su libertad. Como se diferencian, n¡.ás o menos, en su organización política y en su estructura social, los constructo­res de una paz permanente verán en cada uno de ellos una perspec­tiva diferente del problema. Esta es la razón por qué sólo se pueden trazar anticipadamente reglas generales para establecer la paz. Pero hay un principio dt'. validez general: el medio más corto y más rá­pido para establecer la paz será indudablemente el mejor.

EL PAPADO PONE EN PELIGRO LA PAZ

Se conviene ahora,. generalmente, que la Europa de la post-gue­rra deberá ser protegida mediante cierta protección general que com­prenda a todos los países, como garantía de su promesa común de observar una buena política de vecindad. No deberá ser un super­parlamento bastante discutido tal como la Liga de las Naciones que se agotó hablando antes de obrar, sino una corte sobria para arbitrar las disputas internacionales; un perro guardián de la paz que ladre a toda sombra de agresión y que sea capaz de morder al enemigo si fuera necesario. Deberá ser un cuartel militar de las libertades de Europa con un jefe de policía internacional y sus disposiciones bas­tante fuertes para dominar todo intento de agresión dentro del des­armado Continente.

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La instalación de este motor contra incendio europeo deberá _ ir acompañada y precedida de una completa limpieza a fin de asegu· rar su efectividad. Los rincones deberán ser despojad os de toda subs­tancia inflamable a fin de estar seguros de que las medidas contra el incendio son efectivas. El continente de Europa necesita urgente­mente este aseo minucioso, puesto que en los alrededores existen fá­bricas de explosivos que no se reconocían como tales, y por lo tanto, son mucho más peligrosos para el desarrollo de la paz en la república europea.

ME REFIERO AL VATICANO QUE ES LA RESIDENCIA DEL PAPADO

Estas revelaciones pueden venir como una sorpresa y no es raro que así sea. Los norteamericanos sólo conocen una cara del Papa: su autoridad espiritual sobre una hermosa iglesia antigua. Pero nos­otros los europeos, nos hemos familiarizado por la historia y la ex· periencia con otro aspecto del Papa; a saber, como jefe de una orga­nización política internacional reconocida, anti-democrática y anti· liberal. Las tendencias tradicionales de la política del Vaticano, son confirmadas de nu~vo por el mensaje de Año Nuevo de 1943 del Papa Pío XII. No contenía éste una sola palabra de simpatía para la causa que defendían las Naciones Unidas, sino por otra parte, no se eximió del ataque acostumbrado sobre el socialismo y sobre el comunismo. Esto pasaba en un momento en que nuestra lucha mor· tal contra el Eje necesita el apoyo de todos los hombres de buena vo­luntad, sin distinciones ningunas políticas ni religiosas. Dirigido hacia nuestra aliada, la Unión Soviética, el ataque del Papa fué sin duda una actitud nada amigable para la causa de las Naciones Unidas

Esta actitud nada amigable se hace aún más clara y definida por el anuncio oficial de la "estricta neutralidad" del Papa en la guerra. De un modo ostentoso se vió esto, en el acto de la presen­tación del Embajador japonés ante el Vaticano en el otoño de 1924; fue sin duda dirigida para la información del pueblo de los Estados Unidos y como una excusa de las relac~ones amigables del Vaticano

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DETRAS DE LOS DICTADORES 109

con el Gobierno japonés. Qui s' excuse, s' acusse. Esta extemporá­nea exhibición de amistad hacia el Japón equivale a otro reto a las Naciones Unidas. Contrastando la actitud moral de los poderes del Eje con los principios claros predicados por la Iglesia Católica, po­demos muy bien afirmar que al hacer sus declaraciones de amistad era impulsado por su celo político hasta herir su propia cara reli­giosa.

Ha habido otras muchas ocasiones en que la simpatía del Vati­cano con el Eje se rebeló claramente. Como por ejemplo, su actitud hacia la guerra con Abisinia y hacia la Guerra Civil en España. No hubo en estos casos neutralidad del Papa en una ni en otra ocasión. Al contrario, hizo cuanto pudo para reanimar a los agresores. Fe­licitó a Mussolini y distribuyó amuletos sagrados a las tropas ita­lianas que iban a Etiopía. Envió al Generalísimo Franco sus bendi­ciones en la Guerra Civil de España y obsequió a sus soldados ~n medallas honoríficas de victoria.

En Octubre 13 de 1935, el finado Cardenal Hinsley, Arzobispo Católico, de Westminster, agente principal del Papa en Inglaterra pro­nunció un discurso en defensa de la actitud amigable asumida por el Vaticano hacia el Fascismo en su guerra contra Abisinia, termi­nando con las siguientes palabras:

"Aun cuando yo tlO apruebo en priscipio, las doctrinas del Fascismo, sí digo que si el Fascismo se pierde en Italia, entonces nada podrá salvar al país del caos. Con él, los asuntos de Dios también se hundirán."

Para algunos este discurso podrá parecer blasfemo, pero no lo es, porque el Cardenal Hinsley era un hombre muy religioso. El simple­mente confundió los asuntos de Dios con los negocios del Papa, con­fusión muy natural para un Cardenal de la Iglesia Católica Romana.

En Agosto 25 de 1936 el Carde.r{al Arzobispo Roey de Malines (el general del Papa en Bélgica) amonestó a los católicos belgas con­tra la idea de participar en el Congreso Internacional de la Paz pro­yectado para principiar en Bruselas el 3 de Septiembre de 193~, bajo la protección de M. Herriot, presidente . del Senado Francés. "Esto

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no quiere decir'', decía él, "q~e los católicos belgas no estén llenos de un gran amor para la paz, sino que deben protegerse a sí mismos contra las ideas políticas de los organizadores del Congreso".

En Septiembre 6 de 1936, una declaración del obispo de Berlín, el Conde von Preysing, fué leída desde los púlpitos de la diócesis. Según ~stas declaraciones, el Santo Padre había informado al obispo "que toda conexión o punto de contacto con estas corrientes izquier-< distas está prohibido a los Católicos Romanos y deberá ser vigorosa,. inente combatida por la l glesia".

Estas citas, tomadas ligeramente del ' numeroso arsenal de de­claraciones papales de los últimos años, dan una amplia evidencia de las simpatías del Vaticano hacia los Rexistas y Fascistas en la época crítica, antes del pacto de Munich. Estamos, p,or lo mismo, jus­tificados en considerar "la estricta neutralidad" del Papa en la segunda Guerra Mundial, como algo poco serio. No es sino una humareda estratégica que tiene por objeto encubrir sus relaciones con el ene­migo, las que ni tuvieron el trabajo de ocultar hasta que los Estados Unidos entraron a la presente guerra. Parece ahora natural el pre­guntar, ¿desde cuándo pueden descubrirse estas relaciones? En otras palabras, ¿qué parte ha tenido el papado político con la tragedia de Europa de los últimos veinte años?

EL ALINEAMIENTO DEL VATICANO CON EL FASCISMO

Una vista superficial del Nacismo y del Fascismo demuestran, además, que la coincidencia de tantos caracteres comunes y tanta semejanza es más que una simple coincidencia. Cuanto más detenida­mente se examinen estos dos mo~imientos, tanto más se hallará que parecen hijos del mismo espíritu. Procuremos aeercanos más a su espíritu, analizando su desenvolvimiento.

Ambos movimientos principiaron no en forma de erupción re­volm;jonaria procedente de abajo, sino en forma de contrarrevolución

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DETRAS DE LOS DICTADORES

EL DUCE MUSSOLINI

El Papa Pío XI llamaba a Mus­solini •.. «Un don de la Providen­cia, un hombre libre de los pre­juicios de los políticos de Ja es-

cuela liberal».

- .... EL PAPA PIO XI

« ••• Mucho más que un Mus­solini, y un dictador autócrata más que MussoJ.ini mismo» . -William Teeling, autor católico.

pretendiendo claramente ser la salvación del Estado, de la sociedad y de la religión, del peligrp de la ola liberal que inundaba el Con­tinente Europeo durante los años de la primera Guerra Mundial. De acuerdo con este programa, los- dos campos opuestos fueron clara­mente delineados. De un lado, la alianza de conservadores y reac­cionarios, y del otro lado, los liberales y los socialistas. Este carácter anti-democrático, tanto del Nacismo CQillO del Fascismo, no obstante su disfraz :nacionalista, se prueba no solamente por el rango y ca­racter de los simpatizadores en ambos lados del Atlántico, sino por el modo más sobresaliente aún de su propia actividad. Sabemos que la primera furia _de ambos movimientos se dirigió contra los adheren­tes de la democrcia y del liberalismo, contra el trabajo organizadt> y contra el comunismo, y por supuesto, contra los judíos, el tradicional aperitivo en la mezcla de platillos de un motín.

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-l.12 L. H. LEHMANN

El carácter anti-democrático tanto del Fascismo como del Na­·cismo revelan además que su origen no pudo haber sido de baja estirpe. Su inspiración no pudo haber nacido en los barrios bajos de donde salieron Hitler y Mussolini. Además, desde los primeros años después de la primera guerra mundial, aún el gobierno alemán, a semejanza de otros, estuvo bajo la influencia del liberalismo. Una garantía de estos dos movimientos por un gobierno de cualquier país europeo, está fuera del problema.

Bajo estas circunstancias hubiera sido imposible para persona­lidades obscuras como eran Hitler y Mussolini, haber movilizado las masas populares para emprender una sangrienta cruzada contra las multitudes de su gobierno liberal, a menos que estuviera:t;t apoyados por alguna fuerza política de extraordinarias cualidades; fuerza que alcanzara a las cumbres de la sociedad tanto como a sus negras pro· fundidades, fuerza que tuviera una gran influencia en la arena ínter· nacional manteniéndose en las sombras.

No hay sino una fuerza que tenga· estas extraordinarias cuali­dades, y ésta es la política papal centralizada en el Vaticano.

Después de esta excursión de carácter general, volvamos en busca de pruebas. Los diferentes hechos antes mencionados son realmente significativos; pero realmente no prueban con evidencia suficiente la colaboración entre el Vaticano y el Eje. Ellos solamente confirman lo que sabe todo estudiante de historia, que el. papado es y ha sido siem· pre anti-democrático y anti-liberal. Pero no prueba que el Vatica­no haya tomado parte en la conspiración mundial emprendida por el Nacismo y el Fascismo contra la democracia y la libertad. Supremo maestro de intrigas políticas, como lo es el Vaticano, se dificultará grandemente el hallar pruebas documentarías. Solamente podremos esperar el coger aquí y allá algunos vislumbres que se escapen por las rendijas políticas de las paredes. Los obispos en política, como ciertas piezas del ajedrez, se mueven oblicuamente.

Una penetración interna fué suministrada por The Catholic lnter­national, un nuevo periódico publicado últimamimte en Nueva York. Se daba a conocer el mismo como "una revista de decencia cristiana

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para los hogares cristianos, editada con dirección clerical". Esta re­vista contenía el siguiente comentario relativo a la caída de Francia: "El desastre ha sido una bendición celestial. Los días del Socialismo y de la Frac-Masonería han desaparecido para siempre en Francia ... ¿No es todo ésto realmente glorioso? Y refiriéndose a Italia, conti­nuaba: "Y en Italia también ... El bajo maestrito de escuela ateo ha sido echado a puntapies para siempre, y los ·monjes y las monjas están encargados ahora de la enseña1Vza en la Península"

Como en todas las notas poco acertadas, estas palabras tenían la desventaja de la indiscreción. NC\ solamente ofrecian un testimonio oficial de la intolerancia y del odio hacia la educación pública, sino también expresaba regocijo por el Nuevo Orden establecido por el Fascismo tanto en Italia como en Francia. Probaban ellas también que los intereses del . Vaticano han ((Stado al lado de los dictadores durante estos últimos veinte años.

¿Era esta comunidad de. intereses una simple coincidencia o estaba fundada en coaliciones premeditadas? La contestación a esta pregunta debe estar necesariamente oculta en la raíz de la Guerra Mundial 11. Con el fin de descubrirlas deberán revisarse los aconteci­mientos de los últimos veinticinco años a la luz del papel que el Vaticano ha venido buscando detrás de los bastidores Europeos. De­beremos comenzaa- con la Revolución Rusa de 1917-18, porque fué en relación con esta revolución el que la contrarrevolución contem­poránea probara a desarrollarse. Aún cuando la primera Guerra Mundial tenga que pasar a la historia como una simple necedad, ten­drá que seguir muy alto en la historia de la humanidad por haber patrocinado la Revolución Rusa, un levantamiento social de más importancia y de mayores consecuencias que aún la misma Revolu­ción Francesa de 1789.

La pequeña planta de la Libertad Rusa creció en condiciones tan favorables por recibir tan amorosos cuidados hasta permitir a la tierna planta, veinticinco años después solamente, el unirse a las Naciones Unidas para pelear contra la esclavitud y para hacer una obra altamente eficiente y de gran éxito. No hay exageración al de-·

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cir que la Unión Soviética nacida en la primera guerra mundial, se convirtió en la salvadora de la libertad en la Guerra Mundial II.

Me agrada creer que la humanidad tiene una salvaguardia seme-. jante al escuadrón de células de emergencia que tiene el cuerpo hu­

mano que acuden a su defensa cuando hay alguna herida o cuando sobreviene una fiebre. Me agrada el creer que el nacimiento de la República Rusa en 1917 se deba a planes providenciales a fin de te­ner una salvaguardia de la libertad a la mano en 1941. Esta creen­cia romántica está ampliamente sostenida por las circunstancias poco usuales que prepararon el camino para el nacimiento de la Unión Soviética. Porque fué el Alto Comando Alemán de la Primera Gue­rra Mundial el que en 1917 envió a Lenin y a sus ayudantes del des­tierro que tenían en Suiza a la frontera rusa en un carro sellado, a fin de que promovieran la rev<>lución que trajo como consecuencia la caída de la Rusia Imperial.

La erupción social había estado hirviendo en el Estado Ruso por muchas décadas, como consecuencia de la opresión brutal y de la explotación de las masas por los terratenientes, por los burócratas y por el clero depravado. Mientras prevalece la paz, no podremos al­<:ami:ar nada. Pero en la primera Guerra Mundial los soldados Rusos acercaron su chispa al combustible, cuando después de tres años de terribles pérdidas y penalidades fueron llevados a latigazos a las lí­neas alemanas sin alimentos y sin municiones. Es posible que la re­voluci\)n hubiera principiado sin Lenin y sus amigos; pero sin duda hubiera sucumbido antes de mucho sin su dirección intelectual.

Después de haber derrotado al Zar y establecido un gobierno pro­pio, el pueblo ruso se dedicó a la mucho más ardua tarea de recons­truir su tierra completamente agotada.

No hay nadie que no admita que la Revolución Rusa estuvo moralmente justificada y que tiene derecho, de acuerdo con los prin­cipios internacionales, a ser considerada como un asunto puramente interno de Rusia sola sin la intervención del exterior. Pero aunque se. trataba de un pueblo que luchaba contra sus injustos opresores, las cancillerías conservadoras de Europa creyeron conveniente inter-

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venir, como lo habían hecho en la Revolución Francesa de 1792. Aún cuando estaban peleando unas contra otras, no se necesitó mucho tiempo para ponerse de acuerdo sobre esto. Los sangrientos enemi­gos de ayer hicieron causa común para aplastar a la joven Unión Soviética. Estos "Guardianes Blancos" invadieron a Rusia por el norte y por el sur simultáneamente, devastando el país y cometien­do atrocidades contra los habitantes. Pero esta vez, teniendo en peligro la libertad, los soldados rusos pelearon como héroes y tuvie­ron éxito después de un año de feroces luchas en hacer retroceder a los invasores, desalojándolos de su país. Ent~nces volvió el pue­blo ruso~ dejar las armas y a tomar la hoz y el martillo para con~ tinuar su obra de reconstrucción.

CONSPIRACION MUNDIAL CONTRA LA UNION SOVIETICA.

El primer ataque a la Unión Soviética fracasó, en parte por la razón de que los enemigos de esta Unión en esa época, estaban muy ocupados en sus propios asuntos domésticos. Cuatro años de una guerra devastadora no solamente habían consumido las fuerzas eco­nómicas de los peligrosos países, sino que habían agitado la mente de los habitantes. Como una especie de compensación por la san­gre que se había derramado y las penalidades que habían sufrido, los hombres de la calle tuvieron ahora, de la noche a la mañana, gran peso político. La balanza del poder político comenzó agitán­dose de derecha a izquierda. Lejos de oponerse a este movimiento los partidos de la derecha se sinti~ron demasiado felices en ausen­tarse del escenario público. Aún cuando eran responsables del des­encadenamiento de la guerra, no expresaban la idea de firmar la paz. Sabían ellos que era una labor suicida y prefirieron que lo hicieran los hombres de la izquierda. Además, la construcción eco­nómica de la post-guerra era una labor dura, tanto difícil como des­graciada. Estos requerimientos no convenían a los reaccionarios.

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Ellos, en lo general, pretendían tomar un país rico y explotarlo; en - seguida, dejar a que otro tome su turno.

De acuerdo con esta política los reacci<marios modestos se hi­cieron atrás y dejaron a los socialistas asumir el frente. Esta era su fórmula parn el estbiecimiento del llamad<'I Gobierno Nacional, el que había de comprender a los hombres de la izquierda, a fin de que todos cooperaran en la ;reconstrucción. Por regla general, los jefes de éste fueron escogidos de la izquierda. De hecho, en este tiempo todo el continente de Europa parecía como una sociedad de naciones progresistas y amigas de la paz. Pero la modestia política y la ab­negación de los reaccionarios no era sino una maniobra inteligente. Al retirarse de la escena se estaban preparando, a la vez, para el ata­

que futuro. Teniendo en el gobierno personas de su propio partido, no tenían sino esperar la oportunidad para presentarse, después que su resistencia pasiva hubiera agotado la ola del liberalismo.

No tenían miedo a los socialistas, aunque éstos habían tenido éxito al congregarse bajo el estanda:cte de las masas de obreros de las grandes ciudades y de los centros industriales. CuaNdo los socialistas y l9s liberales tomaban la mayoría de los lugares urbanos, el fach:ir decisivo para obtener uná mayoría en el parlamento era los distrit<'>s rurales, y aquí los liberales eran impotentes contra la influencia de los amos políticos tradicionales, el Papa y sus partidos reaccionarios. C0mo el más grande terrateniente de toda la Europa Católica, el Papa ejerció p0r este hecho, desde tiempo inmem0rfal, un dominio ec0nó­mico y político sobre, la población rural en cuyas mentes, la tradi­ción del sistema feudal es todavía más fuerte que la ley escrita. Sus periódicos _ salieron prescribiendo a la población rural su dieta men­tal; los sacerdotes dominaban tanto al maestro de escuela como al bqrgomaestro y ¡ay del hombre de negocios provinciano o comer­ciante que se atreviera a -sascribirse a alguno de los periódicos de la capital! Estigmatizados como herejes, perdían n<:> solamente el patronato lucrativo de los monasterios y de las abadías ricas de las comarcas, sino que eran además aislados de toda la comunidad. A

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los campesinos se les amonestaba para que se libraran del socialismo, por ser éste enemigo de Dios y de la religión, y condenación eterna.

Ningún partido político ordinario podía atreverse a sostener la vasta organización necesaria para mantener dominio político. Sólo el Papa tenía su iglesia bien organizada en todos los países del mundo, hasta las más apartadas aldeas, así come un ejército bien. organizado y disciplinado: _cada sacerdote era un soldado entrenado en la obe­diencia ciega a los obispos, los que eran empleados del Papa.

Fué por estos medios como los obreros y los campesinos fueron conservados en campos políticos opuestos; por la coordinación de la presión económica y religiosa.

Esta política papal ha sido sostenida por los reaccionarios de Europa desde los tiempos de la Revolución Francesa con éxito per­manente. Fué el gobierno de la joven Unión Soviética el que se opuso a esa política por la primera vez en la historia de Europa. Aún cuando decretó la libertad de cultos en toda la Unión, al mismo tiem­po prohibió al clero que hiciera mal uso de la religión en la política y que se mezclara en la educación pública, siendo sus actividades estrictamente limitadas a sus servicios espirituales dentro de la igle­sia. Hizo de la religión un asunto meramente privado. Esta medida era indispensable para la dotación mental de la juventud en la joven República.

Deberá proveerse un sistema de educación pública en el cual la juventud pueda formarse con una apreciación general y con celo pre­servativo de la libertad, libre de toda influencia reaccionaria. Los jefes de la Unión Soviética se dieron cuenta de que la libertad es insegura y muy propensa a perderse, a menos que la juventud sea provista de cierto armamento mental por medio de la escuela pública.

Los reaccionarios fueron heridos seriamente por este decreto del Gobierno Ruso. Esto quería decir que ciento sesenta millones de ha­bitantes estaban en camino hacia la verdadera libertad de cuerpo y alma. No hay que decir de las repercusiones peligrosas que esto po­dría tener en la mente de la Europa Oriental y Central, si la influencia amedrentadora del Oriente no se detenía desde luego. Fué por lo

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tanto un asunto de vida o muerte para los reaccionarios y para la Igle­sia Católica, el que la Revolución Rusa fuera estrangulada. Toda Eu­

. ropa debe movilizarse formando una cruzada con tal fin. Lo primero que había que hacer era descontinuar su vocación política y hacerse del poder bien afirmado interiormente. Entre tanto, había que sal­vaguardar a Europa contra la contaminación mental y con este fin ha­bía que colocar a Rusia en una ~uarentena permanente. La sombra de la Guerra Mundial lI principié a proyectarse.

De acuerdo con estas decisiones, los reaccionarios comenzaron la campaña de difamación por todo el mundo, contra la Unión So­viética y contra su gobieron excepcional ,en toda la extensión de ferocidad. No hay crimen ni blasfemia de que no fueran culpables los hombres del Kremlin. Ellos asesinaron a millones de rusos y obli­garon a las masas a aceptar un comunismo "ateo". No es necesario el profundizar más este asunto de la campaña difamatoria. Todos nosotros la hemos presenciado y muchos de nosotros hemos sido víc­timas de ella. Fué necesario que viniera la segunda Guerra Mundial para levantar la excomunión después de veinte años.

Los partidos reaccionarios se vieron ahora seriamente ocupados con sus políticas internas. Su estratagema de una abstención temporal de la política activa había obrado de acuerdo con su plan. La segunda cosecha de la Primera Guerra Mundial había hecho que la vida para la gran masa del pueblo fuera extremadamente difícil. La escasez de alimentos y la inflación caían pesadamente sobre sus hombros a causa del enorme costo que la guerra no había podido distribuir. Los hacendados y los indNstriales habían obrado a tiempo para librarse de los préstamos de la guerra pagando anticipadamente sus hipotecas, ampliando sus establecimientos fabriles y equipándolos a costo me­nor, mientras los obreros y empleados luchaban sin esperanzas con­tra la tremenda corriente de la inflación. La capa económica de las naciones europeas se abotonaba oblicuamente y necesitaba, de acuer­do con la famosa fórmula del Príncipe de Bismarck, el desabrocharse y abotonarse de nuevo. Los socialistas que estaban en el gobierno no estaban ciegos ante ese peligro. Ellos vieron la necesidad de me-

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didas enérgicas, pero todos sus esfuerzos, para hacer algo efectivo, eran frustrados por los otros partidos de la coalición. En lugar de cooperar con los liberales para el bien de la nación, estos partidos, Na­cionalistas y Clericales, vieron ahora la oportunidad a la mano para apuñalar a los liberales por la espalda, y no vacilaron en hacerlo, a pesar de los intereses públicos.

El ataque general contra la Democracia y la Libertad estaba para principiar.

LA LIBERTAD DESCIENDE EN ITALIA

Principió en Italia con los camisas negras de Benito Mussolini. Originariamente éste era un escritor oscuro en el campo socialista; cambió de casaca a tiempo, y para esto se separó del partido socia­lista y consagró su habilidad y su incansable actividad a favor del Nacionalismo Radical. Entonces se vió un súbito ascenso, semejante al de un cohete, hasta llegar a la jefatura del partido. Nadie supo quién era el que lo sostenía; pero, indudablemente ésta era una fuerza de gran importancia. Se sabía generalmente que sus recursos per­sonales apenas le permitían comprar una media docena de camisas; negras para sí mismo y mucho menos estaba en condiciones de equi­par y pagar las de sus seguidores. Lo que se adivinaba en esa época es que algunos industriales ricos eran los que lo apoyaban. Pero en seguida vino su famosa marcha hacia Roma que destruyó esta con­jetura. Su amo debería buscarse en las regiones superiores.

El pueblo italiano es muy amante de representaciones teatrales,. pero la marcha h~cia Roma era de baja calidad y no agradó al pue­blo. Mussolini no participó en la marcha. El hizo el viaje por fe­rrocarril. Nadie fué por esto engañado. Aquellos fusiles habían sido alquilados y se habían pagado en efectivo. La guarnición de Roma pudo haber aniquilado esta mascarada en unos cuantos minutos. Pero en lugar de que los camisas negras hubieran sido arrojados de la ca­pital, el Rey se sentó con Mussolini para discutir amigablemente los.

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asuntos de su reino, y sin más dificultad entregó el manejo y el fu. turo de su reino al que hizo el levantamiento, reservándose sólo para sí el título de Rey. Mussolini se convirtió en el Dictador de Italia de la noche a la mañana; ningún cuento de hadas pudo haher sido más fácil, pero ¿quién era el mago? Realmente no era el Rey, que aparecía aquí como un actor de segundo orden y de papel secunda­rio en el melodrama, encargado además de un papel demasiado em­barazoso. ¿Quién era el personaje que 'ocupara tal posición que pu· diera obligar al Rey a desempeñar este papel?

El nuevo Jefe de Italia tenía en la mente asuntos urgentes. Lo primero que tuvo que hacer fué acabar por completo con toda apa­riencia de liberalismo y democracia a fin de consolidar su propio régimen. Los comunistas, socialistas, liberales e intelectuales fueron todos ellos víctimas de la purga, Sus organizaciones fueron disueltas y sus jefes desterrados o asesinados. Algunoi:l años más tarde pudo decirse por todo el país: "El bajo maestrito de escuela ateo fué eli­minad@ y fos monjes y las monjas principiaron a encargarse de nue­vo de la enseñanza en la Península".

El pueblo italiano es esencialmente demócrata y de mente libe­·ral. P<!>r lo mismo, necesitó Mussólini varios años para exterminar el socialismo y el liberalismo. No fué, sino hasta que el escenario

·de esta comedia política estuvo Íinahnente arreglado, cuando apare­, ció el autor en escena, cuando · en 1929 el Concordato Laterano entre · el Papa y el Gobierno Fascista se dió a la publicidad. Llegó el tiempo para que Mussolini pagara el señorío que se había convenido con el autor. Además de recibir de Mussolini 750 millones de liras en efectivo y 1,000 millones de liras en bonos del Gobierno Fascista,

, el Vaticano obtuvo una soberanía pequefía pero substancial, arran­•cada del corazón de Italia; un tratado y un concordato que hacían del Catolicismo la única iglesia del reino, concediendo al clero completo duminio sobre la educación del pueblo. La unión entre el Vaticano y el Fascismo fué sellada públicamente. El Vaticano pudo ahora, después de muchos años, disfrutar otra vez de los atributos y pri­vilegios de una soberanía diplomática que es de inestimable valor

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•en el juego de la política internacional, aún cuando sea sin ningún significado para la religión y aún incompatible con ésta.

Este famoso tratado de 1929 no solamente reveló al pueblo quién ·era el verdadero amo del Fascismo; ·apareció claro que la política ·del Papado venía otra vez a ser la dominante. Los conocedores de la historia predijeron en esa época aún más serios acontecimientos polí­ticos que habían de verse en un futuro próximo. Esos vaticinios es·

-taban fundados.

LA DEMOCRACIA EN ALEMANIA SIGUIO EL MISMO CAMINO

La guerra con Rusia sin la ayuda del Reich alemán era una ·empresa sin esperanza. De hecho Alemania era triunfos, y por lo mis­mo tenía que convertirse en el centro de la cruzada contra los infieles

·de Moscú. Las cosas aparecen en Alemania muy propicias. Un le­vantamiento político fué precipitado por las consecuencias ruinosas de una gran inflación de la moneda en Alemania. Era especialmente la clase media la que se consideraba económicamente arruinada y degradada. Como esta gente se vió privada de su propiedad, su hon­radez tradicional se vió seriamente sacudida. De este gran tumulto social se vió surgir el radicalismo por ambos lados; pero fué el par­tido Nacional Socialista el que absorvió la mayor parte de la deses­perada clase media, combinando en su verdadero nombre las atrac­ciones tanto de la derecha como de la izquierda. Este partido vino a tener la supremacía para su propaganda y en sus actividades terro­ristas. Armados de garrotes y pistolas materialmente conquistaron todas las calles, casa por casa y por medio del terror se hicieron amos de la situación. De hecho esto venía a ser un nuevo tipo de guerra civil y los socialistas sacaron la · peor parte por todas razones: su organización carecía de dinero y además, no tenían el espíritu de ma­

;tar.

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XCSIMlf; DE · TI'l D IOI c;nrru~----

OFICIAL DEL CONCORDATO ENTRE LA SANTA SEDE Y EL REICH DE HITLER, FIRMADO EL 20 DE JULIO DE 1933 POR EUGENIO CARDENAL PACELLI (AHORA PAPA PIO XII) Y FRANZ VON PAPEN.

l"iJ~n "''•&c•ll5n. 61"'1! ub ~•ni ~•ti .. • litfl4

(l.t. f.>iill1t«1.11o.~t110XI. ... kr~rlifi.kl'lbutlnlf'6<1l!l:(i~. i~!• ,_ mut4' 1dnttt -.;, /.<J4n ,,..

,.¡, h .. ])tul~*" !t11d/. h~i!¡cftbn !n>i•)o.

Los textos terminan diciendo: "Firmado por duplicado en la ciudad del Vaticano el 20 de Julio de 1933". - EUGENO CARDE­NAL PACELLI. - FRANZ VON PAPEN".

El artículo 16 del concordato que antecede entre Hitl~r y el Va­ticano contiene las palabras de un juramento que todos los obispos alemanes están obligados a otorgar ante el Reichstatthalter, del modo siguiente:

"]uro ante Dios y ante los Santos Evangelios y prometo, como corres­ponde a un obispo, el ser leal al Reich Alemán y al Estado. Juro y pro­meto respetar el Gobierno constitucional y hacer que lo respete todo mi Clero."

Poco tiempo después de que fué firmado el concordato por el Cardenal PaGelli y el Católico Franz von Papen, el Cardenal Bertram de Berlín le escribió a Hitler en los términos siguientes:

1 r

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l'!"'!~~""""",....,!3A'!~:11:P<l4'r'l<'ll~~~""'~a se"'J111Wtie~veir-JJOI"..,.."'"'!'"""'~,.....,, sus declaraciones públicas, tuvieron gusto en expresar, tan pronto como. fué posible, después de los cambios recientes en la situación. política. mediante las declaraciones de Vuestra Excelencia, su sincera prontitud para cooperar con su mayor habilidad con el nuevo gobierno que 1ut proclamado como su mira promover la educación cristiana, declarar guerra contra la impiedad 'Y la inmoralifid, fortifici:ar el espíritu de sacrificio para el bien común 'Y proteger los derechos de la Iglesia" (Tomado de Catholic Universe (Londres), agosto 18 de 1933."

Sea lo que fuere lo que la iglesia Católica piense ahora de Hitler y de todo el sistema Naci-Fascista del Eje, no hay duda de que el Vaticano era aliado de Hitler desde el principio. Fritz Thyssen, rico magnate católico que apoyó financieramente a Hitler, (1) dá testimonio. de esto. Después de que fué a Suiza en 1940, Thyssen escribió un artículo en el Arbeiterzeitung suizo titulado: "PIO XII COMO NUN~ CIO, ELEVO A HITLER AL PODER". En este artículo afirma cla­ramente que los propósitos de Hitler eran también los planes del Va~ ticano. Dice él:

"La idea era de tener una especie de Estado Cristiano Corporativo. organizado de acuerdo con las clases, que sea apoyado por las iglesias: en Occidente por la Católica, en el Oriente por la Protestante, y también 'por el Ejército."

FILIACION RELIGIOSA DE LOS DICTADORES NACISTAS Y FASCISTAS CON SUS PELELES QUISLINGS Y

COLABORADORES

Los hechos siguientes han sido cotejados con las publicaciones o/ i· ciales 'Y con los centros de información:

Adolfo Hitler, Fuehrer Naci . . . . . . . . Católico Romano Benito Mussolini, Duce Italiano . . . . . . . . . . Católico Romano Francisco Franco, Caudillo Español . . . . • . • . Católico Romano Antonio Salaz.ar, Dictador Portugués . • • • • • • Católico Romano Henri P. Petain, Jefe de Estado en Vichy . • . . Católico Romano Pierre Laval, Jefe de Gobierno en Vichy . • • • . Católico Romano Josep Tiso, Jefe de Estado Eslovaquia •••••. Sacerdote Católico R. Vidkun Quisling, Premier Noruego de ocupación. Protestante Anton A. Mussert, "Quisling" de ocupación en

Holanda . . . . . . . . . . • . • • • . • • . . . . Protestante Emil Hacha, Presidente Nací de Bohemia Mo·

ravia . . • • . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . Católico Romano Konrad Henlein, "Quisling" de Sudelandia • . . Católico Romano Leon M. Degrelle, Jefe Rexista de Bélgica .. Católico Romano Ante Pavelich, Jefe Croata Poglavar • • . . . • . . C:itólico Romano

• Véase el libro de Thyssen, I paid Hitler, publicado en los Estados Unidos en 1941.

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Por otra parte, Hitler y su partido tenían bastante dinero para llevar a cabo su propaganda y para mantenerse con su campaña te-

· rrorista en escala siempre ascendente. No solamente procedía esto de los conservadores alemanes sino de todo el campo reaccionario exterior. Vieron en Hitler su campeón, a medida que éste prometía el barrer de la tierra tanto a los socialistas como a los comunistas. Un terror sangriento apoyado por montones de dinero y el descu­brimiento de la simpatía de que gozaba en círculos políticos influyen­tes vino a ser irresistible hasta el . fin. Finalmente, hasta la policía y los jueces cedieron a la presión y el desorden comeI?zÓ a extenderse como aparecen los hongos en lugares húmedos y oscuros. Los ciu dadanos honetsos principiaron a ser tratados como fuera de la ley en caso de que trataran de oponerse.

Esta triste historia ha sido repetida antes muchas veces. Lo que no ha sido dicho o que puede haberse olvidado es la historia del cómo llegó Hitler al poder supremo a fines de enero de 1933. Es muy sig­nificativo el que diez años de establecido este régimen de estrategia sangrienta y si:r.i ley, no trajo la victoria al partido Nacista por me­dio de una elección. Creo que debemoi;; dar crédito al pueblo ale­mán en esta prueba de su determinación de resistir el mal aún contra todo obstáculo. El hecho es que en 1932 la ola nacista realmente co­mienza a bajar. Hitler gradualmente perdió terreno en diversas elec­ciones. Sus cajas de dinero principiaron a agotarse. Era evidente que el pueblo alemá,n estaba recuperándose de su apatía y de su míe· do. Hitler tenía que darse cuenta de que su lucha contra el pueblo alemán estaba perdida. En estos :momentos críticos, cuando los jefes del Partido Nacista principiaban a desconfiar del futuro, vino en su auxilio una mano poderosa. Los señores Hugenberg y Franz von Papen, dos ases políticos y sociales, ambos dos notables camareros del Vaticano hicieron su parte. Como el pueblo alemán no podía ser persuadido ni obligado a aceptar la dírecció,n de Hitler tenía que hacerse de otrn modo: persuadiendo al anciano Mariscal Hinden­burg a que nombrara a Hitler su Canciller.

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Estos dos hombres arreglaron un ataque sangriento y concen­trado sobre la mente del anciano caballero. Una de las siguientes elecciones regionales que tuvo lugar en el pequeño principado de Lippe-Detmold, les dió la oportunidad de proveer para el Partido Nacista la victoria ganando con 40% de los votos a su favor. Con mucho dinero y gran presión política llevaron esto a cabo. Esto fué solamente un suceso local insignificante, pero fué suficiente pa­ra que los dos agentes se echaran encima de Hindenburg. Se es­forzaron en hacer creer al anciano que era la voz popular la que se expresaba en aquella elección y que estaba pidiendo la dirección de Hitler. Sus insinuaciones amenazadoras eran apoyadas por dos partidos políticos muy influyentes: el Partido Bávaro ultra-clerical y el Partido Católico del Centro, al que pertenecían los grandes in­dustriales en Rhinelandia. Los consp)radores aún habían tenido éxito haciendo un regalo de una hacienda para obtener la coopera­ción del sobrino del Mariscal, el Coronel von Hindenburg, quien disfrutaba de toda la confianza de su tío.

Estas fuerzas combinaron un asalto unido sobre el anciano Presidente y lograron dominar su desconfianza para Hitler, después de haber agotado tanto su cuerpo como su alma. El · anciano des­tituyó del gabinete al General Schleicher y nombró canciller en su lugar a Hitler.

Al fin había sido dominado el pueblo alemán. Pero tenga­mos presente que esto nunca pudo haberse verificado sin la ayuda deliberada de la organización política del Vaticano en Alemania.

POLONIA Y HUNGRIA.

Ambos países son especialmente agricultores de la clase típica europea con millones de pequeños agricultores pobres que se afanan con sus familias trabajando extremadamente duro para prolongar la vida de éstas con sus cuerpos prematuramente agotados y con su mente abrumada por la opresión mental de siglos. De un modo ge-

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• ¡

í

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neral estos países son un campo apropiado para el trabajo de los reaccionarios. Sus pobres escuelas son de muy poca utilidad con· tra· el analfabetismo, y sus pequeños agricultores, lo mismo que los

. obreros rurales, están viviendo hoy de un modo semejante a como vivían sus antecesores hace siglos bajo las reglas estrictas de la aris­tocracia, de la iglesia Católica y de los grandes terratenientes. El Papa es, por supuesto, en ambos países el más grande terrateniente privado y por lo mismo goza de supremo poder político. La de­mocracia, la libertad y la independencia política podrán estar con­signadas por escrito en las páginas de algnna constitución; prácti­camente todo es un espectro que nunca llega a tocar a los distritos rurales.

Además, hay ciudades y centros industriales con obreros orga­nizados. Pero su número no tiene ninguna importancia y su voz no puede llegar nunca a los que viven en los campos. Porque es­ta gente, los siervos de los campos, han sido substituídos por aque­llos que dependen, sin esperanz~ alguna, de los grandes latifundis­tas. Nada sino una reforma radical de la tierra puede traerles in­dependencia económica que tendría que .ser la vanguardia de la libertad democrática.

Estas condiciones se apreciarán mejor en números precisos por un informe oficial relativo a la distribución de la tierra en Hungría, a fines de 1939.

De un total de 16,162.589 Katastraljoch (un J och es igual a 40.4 7 áreas) estaban distribuídos de la manera siguiente:

El Estado y las comunas políticas locales . 750,000 J ochs El Papa .............................. 1,100,000 Jochs 1,200 terratenientes .................... 3,900,000 J ochs El resto de la tierra se dividía entre 1,200,000 parcelas de cam­

pesinos cada una compuesta de una superficie de medio j och o una centísima parte de j och, mientras existían 500,000 campesinos sin un centímetro de tierra.

_Mientras estos números típicos de todos los países católicos de Europa revelaban la estructura económica de los países menciona-

•;1

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do.i; dan también un cuadro claro de su estado político. Los .cam· pesinos sin tierra y un gran número de pequeños propietarios, no están hoy mejor que sus antepasados como siervos, hace 100 años. Tenían que vagar como nómadas sobre todo el país en busca de tra· bajo y de abrigo como recolectores de cosechas en las grandes ciu­dades. La distribución medioeval de la tierra tiene sus indispen· sables efectos políticos que no pueden ser contrarrestados por nin· guna declaración democrática en el papel. Esta gente es comple­tamt')nte dependiente, tanto de cuerpo como de alma, de los que los emplean.

Tanto en Polonia como en Hungría, la ola de liberalismo pro· gresivo cubría el continente de Europa en las postrimerías de la primera gran Guerra Mundial que procuró remediar estos abomina· bles males; pero fué aplastada en poco tiempo por las organizacio­nes profundamente arraigadas y por la presión económica de los partidos reaccionarios.

FRANCIA.

La desgraciada suerte de Francia en 1940 no causó gran sor· presa a ninguna persona que estuviera familiarizada con el estado de cosas que prevalecían en el país. La Tercera República fué hun· dida porque no representaba una nación francesa unida sino mil corrientes políticas sociales y discriminaciones religiosas, y estas corrientes habían roído anteriormente las raíces de la República Y' habían destruido los fundamentos de la estructura nacional. En estas condiciones, Francia no podía resistir el golpe de la agresión .alemana. Ahora venimos a enfrentarnos con la tarea de explicar las fuentes de sus corrientes disolventes.

La Revolución Francesa de 1789 dejó a Francia sin las armas indispensables para la defensa de su libertai:l y democracia recién conquistadas. Tales armas sólo pueden suministrarse a una nación mediante ttn sistema de educación pública eficiente. Pero esto nun·

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ca fqé realizado, y este fracaso explica el porqué Francia nunca pu-­-do tener éxito en transformarse en una nación unida, tanto en su vida política como en su vida social.

Había dos Legislaturas y en ambas los partidos clericales diri­gidos por el Vaticano tenían una posición decisiva entre la derecha y la izquierda, inclinando la balanza política a voluntad en cual­quiera cuestión importante. Estos partidos del Vaticano conside­rados serenamente en los conflictos de izquierda y derecha, atizaban el fuego y ampliaban la división entre los dos campos políticos con el fin de aumentar . el tumulto político nacional.

Una de las cuestiones más importantes para ellos era el asunto de las escuelas públicas. Sostenidas por los partidos de la dere­cha, ellos procuraban que las escuelas públicas estuvieran pobremen­te equipadas y de que los salarios de los maestros nunca se elevaran sobre un mínimo; pero al mismo tiempo el Vaticano continuó siem­pre ensanchando su vasto sistema de escuelas particulares afiliadas a los conventos y a las ordenes religiosas.

Estas escuelas particulares de la iglesia estaban mejor equipa­das que las escuelas públicas nacionales, y de un modo general, eran más exclusivas socialmente a causa del alto precio de las cole­giaturas. Su exclusivismo alargaba y mantenía viva la vanidad so­cial de las clases profesionales francesas. Como resultado, estas es­cuelas de la iglesia eran preferidas por la clase media, la que se consideraba orgullosa cuando sus hijos se sentaban en la misma ban­ca con los jóvenes de la aristocracia y de las familias ricas. No hay ni que decir que la aristocracia francesa, por muy buenas razo· nes, enviaba siempre a sus hijos a las escuelas clericales, y de este modo se formaba un círculo cerrado.

A estos halagos psicológicos se añadían las solemnes prédicas desde los púlpitos de qm~ los cristianos no enviaran sus hijos a las escuelas públicas "en donde se empleaban maestros ateos." El espí­ritu que se transmitía a los niños en la escuela clerical no estaba en armonía con el lema de la república: "Libertad, Igualdad y Fra­ternidad."

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La cosecha política ~e la iglesia, mediante este sistema educa­tivo particular, aparece claro si se tiene presente que los graduados de estas escuelas particulares clericales estaban destinados a ser el

, sostén de la administración pública del país. Mediante un diploma de una de estas escuelas clericales estaban seguros de ser preferi­dos; y este sistema, de generación en generación, había logrado do­minar todo el amplio campo de la administración con una red de empleados reaccionarios para quienes las direcciones que procedían del más próximo obispado significaban mucho más que los prin· cipios de la República. ·

Añádase a esto la amplia influencia de las mnas y de las futu­ras esposas y madres que salían de las escuelas conventuales, y po· drá entenderse cómo llegó a ser esta la parte que más influencia ejercía en la nación francesa, estando sistemáticamente imbuída con el espíritu de indiferencia, o más bien hostil, a los principios de la República.

De este modo el Vaticano tenía una garra firme en la adminis­tración y en el espíritu de Francia y continuará teniéndola en tanto que la educación de la juventud francesa no sea privilegio exclusivo del Estado. Esta es la razón principal por la que la unidad na­cional de la Nación Francesa no puede llevarse a cabo. Esta es la razón por la que la República Francesa nunca ha sido una repúbli­ca popular.

Con frecuencia se ha dicho que Francia estaba regida por unas doscientas familias aristocráticas y ricas, pero entre estas familias siempre se había destacado la poderosa organización del Vaticano dirigiéndolas de acuerdo con su estrategia política. Estas familias gobernantes de Francia estaban demasiado listas para ser guiadas de ese modo, porque ellas sabían. que tenían una causa común y que su dominio sobre Francia no podía ser desafiado con · éxito por el ,pueblo, siempre que siguieran las direcciones del Vaticano. De es­te modo los partidos reaccionarios de Francia tenían en mano el timón del Estado dirigiendo la nave como ellos querían. El nue­vo orden de Hitler encontró en sus almas un ~(:Q de gran simpatí&.

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y no es de sorprender que los obispos de Francia saludaran con entusiasmo el nuevo orden de Hitler y prometieran al Gobierno de Vichy amplia colaboración. Para ellos la caída de la Tercera Re­pública fué realmente una "bendición celestial.?'

CHECOESLOVAQUIA:

Después que el Maestro Jan Hus, el primer checo anti-papista, fué quemado en 1415, las relaciones entre la nación Checa y el Pa­pa han estado tirantes y desde entonces se ha sentido la mano del Vaticano gravitar pesadamente sobre sus espaldas. Cada nueva centuria traía consigo nuevas instalaciones de sa~gre de algún feudo espiritual permanente, en cuyo fondo yacía el espíritu indomable de los checos que luchaban por su independencia y por la libertad, demanda que ningún Papa quería oír y mucho menos considerar. Por tanto, vemos al través de los siglos la senda sangrienta del pa­pado invadiendo el país de los checos una y otra vez. Cada nueva centuria traía una nueva instalación del enojo del Papa y el siglo diecinueve no fué una excepción. Su contribución de ningún mo­do foé la menor. Esperamos que sea la última.

Después de la Primera Guerra Mundial, el gobierno de la pro­metedora joven democracia se dió cuenta del peligro que la ame­nazaba de parte del Vaticano y procuró evitarlo. Pero sus esfuer­zos no fueron suficientemente atrevidos ni valientes. Se celebró con el Vaticano una especie de compromiso a fin de establecer un modus vivendi. Esto fué un gran error. Los jefes de los checos debieron haber sabido que un modus vivendi con el Vaticano sig· nifica la muerte. Los que están bien versados en la historia de Eu­ropa debieron haber recordado el antiguo proverbio francés: Qui mange du pape, en meurt -lo que literalmente significa: el que co­me del Papa, muere. Y así sucedió en 1938, cuando la campaña de Hitler contra Checoeslovaquia llegq a su clímax, con el puebfo che­co; fué apuñalado por la espalda por l~ formación de un Estado

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,.. El Reich Fuehrer Hitler saluda al Muy Reverendo Mons. Joseph Tiso, Jefe Eslovaco de Estado, Chamberlain papal y Sacerdote Católico Romano en el cuartel general del campo de Hitler en la frontera

oriental, en octubre de 1941.

independiente de Eslovaquia en la que el pueblo checo mismo no tenía nada que hacer. Este hecho asqueroso había sido preparado para el Padre Hlinka, jefe del partido Eslovaquio del Vaticano, y ejecutado por su sucesor Mons. Josef Tiso. Guardias de Hlinka armados invadían el país, aplastando con crueldad nacista todo in­tento de resistencia, destruyendo completamente la unidad nacional, confundiendo y desmoralizando al pueblo en los precisos momentos en que las tropas alemanas, en la frontera austriaca y en Bratisla­va, estaban listas para la ocupación de la capital de Eslovaquia.

Esta puñalada fué calculada perfectamente a tiempo, en armo­nía con los ataques que de Berlín se dirigían a Checoeslovaquia,

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cuando Hitler y Musolini no podían menos que recordar agrade­cidos su compañerismo con el Vaticano cuando ellos firmaron el pacto de Munich.

AUSTRIA.

Austria es el único país de la Europa Central en donde los socialistas, después de la Primera Gran Guerra, lograron ob­tener notables éxitos. Esto se debió principalmente a la mayoría electoral de Viena que completa casi una tercera parte de la pobla­ción de Austria, pero fué principalmente por la energía y la inte­gridad de sus directores. Además, algunos tuvieron éxito en apro­ximar y atraer a los campesinos de las provincias. Sostenidos por intelectuales y científicos liberales, principiaron a fundar bibliote­cas públicas en muchas comunidades pequeñas estimulando de ese modo el apetito por la lectura y por el saber, verdadero festín que antes había sido desconocido a los habitantes de los campos.

Este desarrollo de un progreso pacífico llegó a una interrup­ción final en Febrero de 1934, cuando los otros dos partidos del "Gobierno Nacional," los Socialistas Cristianos (el partido del Pa­pa) y los Nacionales Germanos se unieron para llevar a cabo su sangriento coup d' etat que acabó por sepultar la República. Este ataque fué cuidadosamente preparado durante algunos años por el Canciller Mons. Ignacio Seipel, un sacerdote católico romano. El destruyó el Gobierno Nacional y combinando el partido Socialista Cristiano con los Nacionales Germanos contra los socialistas, prin­cipiaron a empujar a Austria hacia la guerra civil.

Los Nacionales Germanos habían sido tradicionalmente ene­migos de la iglesia católica. Ellos odiaban al Cristianismo en ge­neral y a la iglesia en particular. Por más de cincuenta años el grito de guerra en sus luchas, porque no eran numerosos sus par­tidos, había sido "Los V on Rom" que significa: "Lejos de la Igle­sia Romana". Sin embargo, Mons. Seipel rechazaba constante­mente las repetidas proposiciones de los socialistas para una inte-

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ligencia permanente como base de un gobierno sólido, la única segu­ridad que podía tenerse de un futuro pacífico. Seipel aceptó a los Nacionales Germanos como sus aliados en 1930 y la lucha interna continuó cuando Mons. Seipel murió, ocupando su lugar un hom­bre que él mismo había escogido: Endelberto Dollfuss; instruído y educado por los jesuitas. Fué Dollfus el que en mayo de 1932 su­primió la constitución republicana y estableció un gobierno autori­tario. 'En el parlamento él consiguió tener mayoría de uno, pe­ro no vaciló en abolirlo completamente cuando llegó el empate, que naturahnente tenía que venir. Confiando en la organización arma­da de los Nacionales Germanos les permitió, y hasta los incitó pa­ra que atacaran intencionahnente a los obreros en sus organizacio­nes. La señal para los asesinatos fué dada en 12 de febrero de 1934. Los obreros trataron de resistir, pero tuvieron que ceder cuando el ejército nacional bombardeó sus organizaciones.

Austria se convirtió ahora en estado eclesiástico con una en­cíclica papal como constitución y el Arzobispo de Viena, el Dr. Innitzer (hecho Cardenal después de los asesinatos) como su jefe virtual. No necesitó el nuevo gobierno mucho tiempo para desple­gar sus verdaderos colores. Desde el primer momento de la victo­ria, tuvieron ciertas disensiones los dos partidos del gobierno, y la administración pública principió a dar señales de deterioro. La corrupción y el nepotismo se extendieron tan rápidamente que antes de mucho vinieron a ser las únicas llaves para alcanzar cualquier puesto en los servicios públicos. Al mismo tiempo, el despilfarro inmoderado de los fondos se desarrolló a beneficio de los jefes del partido, por un lado, y por el otro de los monasterios y las aba­días. Las horas de trabajo fueron extendidas y los salarios fueron reducidos. La deuda del Estado y de las municipalidades continuó elevándose a pesar de las muy elevadas contribuciones. En resu­men: esta administración lo hizo tan bien que consiguió, en menos de dos años, el acaparar y concentrar sobre sí todo el odio popular. Me acuerdo de una exclamación de un hotelero de la provincia de Carinthia, en el verano de 1936: "¡Cualquier cosa será mejor que

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esta peste clerical!" No todos se expresaban tan francamente así, pero el sentimiento era en lo general el mismo. En estas circuns­tancias no parecía sino natural que la propaganda nazi principiara a hacer rápidos progresos en Austria.

Después sobrevino el asesinato de Dollfuss. Schuschnigg, otro de los alumnos de Mons. Seipel educado jesuíticamente ,ocupó su lugar. Desde el principio estuvo éste a merced de los Nacionales Germanos en el Gobierno. Jactándose públicamente de sus relacio­nes con Berlín, continuaron exigiendo más y más concesiones de él a favor del Partido Nacista en Austria. En su situación desespe­rada Schuschnigg se dirigió a Mussolini pidiéndole auxilio. Musso­lini con frecuencia había declarado estar dispuesto a pelear por la independencia de Austria, porque le repugnaba el ver más soldados alemanes en el Brenner. Pero esta vez las cosas eran diferentes; Mussolini manifestó a Schuschnigg en junio de 1937 que Italia es­taba ahora desinteresada en la independencia de Austria. Y de es­te modo llegó el fin trágico.

El 13 de marzo de 1938, Hitler a la cabeza de una gran fuerza militar hizo su entrada cautelosa en Austria y en Viena. Grandes bombarderos rugieron día y noche sobre la ciudad. La población atemorizada, no se atrevía ni a salir de sus casas. La mayor par­te de la frenética juventud, vitoreando a Hitler en las calles de Viena, habían precedido a los alemanes, "como turistas."

Cinco días más tarde llegó el desenlace político, cuando los austriacos se encontraron una mañana grandes cartelones por todas partes. Era esto una proclama "Al pueblo católico de Austria!," firmado por todos los Obispos y Arzobispos del país encabezados con el nombre del Cardenal lnnitzer, Arzobispo de Viena. Los pre­lados firmantes declaraban allí que ellos habían considerado pro­fundamente la situación y habían resuelto que Adolfo Hitler había demostrado ser el protector de los derechos y la cultura de Alema­nia. Expresaban su convicción de que su dirección garantizaría el bienestar moral y material del pueblo alemán en lo futuro, y por

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lo tanto, encarecían la fidelidad popular y exhortaban a que con toda confianza siguieran al Fuehrer.

ESPA~A

El cadáver de Austria era un puente indispensable para la coalición militar entre el Nacismo y el Fascismo. Pero esta frater­nidad armada se puso en práctica por primera vez en los campos de España, cuando principió en 1936 la rebelión de Franco contra el gobierno legal de España. Este fué el primer movimiento unid() de la coalición reaccionaria contra la democracia y la libertad. Fué la primera prueba práctica de la' coalición y ofreció a los bombarderos de Alemania e Italia una oportunidad para practicar en blancos "rojos" vivientes. Ambas pruebas dieron resultados sa­tisfactorios. Los bombarderos alemanes e italianos hicieron una verdadera devastación en nombre de Franco, mientras las grandes democracias continuaban como en una orquesta bien dirigida, to­cando aires de paz y de no intervención, no tomando en cuenta el hech<> de que la guerra de España era, en realidad, una guerra con-tra ellos mismos. '

El papel que jugó el Vaticano en la guerra civil de España es generalmente conocido; no hay necesidad por lo tanto de explicarlo detalladamente aquí. Fué ésta realmente la guerra del Vaticano. Además de satisfacer el deseo de matar la joven República Española, el Vaticano tenía una animadversión material contra su gobierno.

El gobierno democrático se había atrevido a abolir la exención de contribuciones de las vastas propiedades del Papa y hasta don­de sabemos, el papado había siempre resentido este asunto de di­nero y de contribuciones. El victorioso Franco determinó resta­blecer la exención de contribuciones, volvió a admitir a los jesui­tas, y la Iglesia Católica volvió a gozar de todos los impuestos ecle­siásticos en España, al mismo tiempo que el pueblo español se mo· ría de hambre.

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. EL ERROR DE HITLER.

Al firmar el pacto de Munich y con la invasión del territorio checo en mayo de 1939, el escenario para matar la Unión Soviéti· ca se formuló definitivamente. Si Hitler se hubiera lanzado en­tonces contra Rusia probablemente la historia se hubiera escrito de otro modo. Pero el "hechice~o aprendiz," evidentemente embria­gado por sus éxitos, se volvió loco, atacado de megalomanía y arrojo. Resolvió hacer de Rusia el último bocado del pastel europeo y ata­có a Polonia, cuyo gobierno era de su propia carne fascista, y por eso, obligó a Francia y a Inglaterra a tomar las armas contra él. Entonces comenzó la GEterra Mundial ll.

SUGESTIONES PARA REMEDIAR EL MAL

Aquí terminamos nuestra jornada retrospectiva por Europa y podemos ahora considerar las conclusiones de nuestra inspección. Me aventuro a afirmar que los acontecimientos históricos y los he­chos amigables señalados en nuestro camino suministran pruebas evidentes de la actividad política del Vaticano y muestran, además, a qué desastre condujo esta actividad. Hemos visto al Vaticano co­mo permanente sostenedor del Fascismo, formando y extendiendo disenciones entre las naciones, provocando derramamientos de san­gre y guerras. En resumen, violando, mediante actividades políti­cas, los principios religiosos de la Iglesia Católica. Ahora podemos valorizar el verdadero significado de las relaciones amigables entre el Vaticano y el Japón y las declaraciones del papa de "estricta neu­tralidad" en la Guerra Mundial 11 a favor de los derechos y de las libertades humanas. Ambas cosas fueron de naturaleza altamente política y fuertemente nocivas para la causa de las Naciones Unidas. Arrojan una sombra de desconfianza en el alma de millones de gen­tes sencillas en lo que se refiere a la justicia de nuestra causa, Pe-

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ro sintiendo que ese ataque procedía de un fin político, están auto­rizados para devolver el golpe. Es aún deber nuestro hacer una explicación a todo ese pueblo de que la opinión política publicada por el Vaticano o cualquier alto prelado c~tólico no puede esperarse que necesariamente vaya de acuerdo con el espíritu religioso de la iglesia, y por lo mismo, no debería ser aceptado ciegamente sin ser analizado y pesado cuidadosamente, aplicando la razón y la con­ciencia. La actividad del Papado político está escrita con sangre en cada página de la historia de Europa.

Cuando llegue el tiempo de que las Naciones Unidas despejen la escena europea para establecer una paz duradera, su principal problema será, por lo mismo, el restringir la actividad política del Vaticano mediante medidas legales apropiadas. Ninguna clase de organizaciones post-guerra en Europa puede asegurar la paz dura­dera mientras la producción incendiaria del Vaticano no haya sido detenida. El problema consiste en cortar los hilos que son movi­dos por el Vaticano para sus fines polítios. Con este fin me per­mito recomendar lo siguiente:

1) Separación absoluta entre el Estado y la Iglesia.

2) Separación absoluta entre !a Escuela y !a Iglesia.

3) Toda comunidad religiosa deberá constituir una corporación autónoma e independiente sujeta siempre a la ley .

4) El gobierno de cada país tomará dentro de su territorio todas !as tierras de agricultores poseídas o tomadas por el Vaticano, ya sea directamente y por medio de corporaciones religiosas, para destinarlas a! beneficio de los pequeños campesinos )' agricultores sin tierras.

5) La democratización de !a Iglesia Católica por una representación pro­porciona! de Cardenales procedentes de los países democráticos, y

dando a! pueblo católico voz en la elección de obispo y en el manejo de las propiedades de la iglesia.

Estas proposiciones son una condición vital par ala paz dp.ra­dera en Europa. No necesitan comentarios. La necesidad de cada una de ellas puede verse directamente e interpretándose una por una

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a la luz de los acontecimientos históricos y hechos que antes se han re\,'."elado. Al ponerlos en vigor tendrán grandes alcances para des­pejar la atmósfera y el terreno a fin de que pueda existir una paz permanente en Europa. De otro modo serían dificultades serias inevitables en lo futuro.

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