destrucción de la familia

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Page 1: Destrucción de la familia

HUMANAMENTE HABLANW

I - POR HELENO S A ~ A

E 1 triunfi, cada vez más arrolla- dor del individualismo posesi- vo y abstracto ensalzado por el sistema como la más alta expre- sión de la autorrealizaaón está

conduciendo a la destrucción de la fami- lia, hasta hace pocas décadas el fundamen- to más sólido de la sociedad y del propio in- dividuo. Adondequiera que dirijamos la mirada, vemos siempre lo mismo: matri- monios rotos, familias deshechas, niños traumatizados por las crisis y los e&nta- mientos conyugales. La descomposiaón ca- da vez más acelerada del hogar tradicional es el testimonio más rotundo del carácter irracional, inhumano y nihilista de la s e ciedad de consumo y del Estado de Bienes- tar que los voceros del orden reinante glo rifican como el cenit de la civilización. La desunión y discordia que imperan en el s e no de muchas familias no es sino el reflejo de la lucha hobbiana de todos contra todos que rige las relaciones sociales, y que no d e jade ser menos destructiva por el hecho de que el sistema la defina eufemisticamente como competencia.

n MAL EMPIEZA CON LA FETICHIZM~~N de la independencia y emancipaaón personal como el objetivo máximo de la persona. Aparte de que en una sociedad estnictural-

"EN UNA SOCIEDAD ESTRUCNJRALMENTE REPRESIVA Y CONFLICTIVA COMO LA NUESTRA NO PUEDE EXISTIR VERDADERA INDEPENDENCIA" mente represiva y conflictiva como la nues- tra no puede existir verdadera independen- cia y emancipación para nadie, resulta que la persona no es una substancia o mónada solitaria, sino que es esencialmente relacie nalidad, y, por ello, automáticamente, res- ponsabilidad frente a los otros, en el caso que nos ocupa, ante el cónyuge, la pareja o los hijos, también ante los propios padres y ancianos. Quien concede prioridad al desa- rrollo de la propia individualidad y olvida sus deberes relacionales se daña tanto a si mismo como a la familia a la que pertene ce; a sí mismo, porque toda emancipación basada en una actitud solipsista es una fal- sa emancipación; a la familia, porque no aporta a eila todo el calor y la dedicación que ésta exige. La mujer sigue siendo la que,

por término medio, más abnegación consa- gra a la familia, pero su incorporaaón en masa a la vida laboral la enfrenta a un con- flicto de diñcil solución: el de atender a la vez su trabajo y a su familia. Muchas lo l e gran, otras no, y el número de estas últimas va en progresión. Su capacidad para ganar- se el sustento por sí misma la ha liberado de la dependencia económica que antes la ataba al varón, pero su independenciagn, fesional va al mismo tiempo en detrimento de su función como madre y esposa. No se trata sólo de las horas que pasa fuera de ca- sa, sino del estrés que generalmente tiene que soportar durante su jornada de traba- jo, o también concluida ya ésta, a su regre- so al hogar, donde no pocas veces le esperan conflictos con el marido o los hijos. Estos y otros problemas son el motivo de que mu- chas mujeres renuncien a la maternidad, no casualmente y de manera especial en nuestro país. No necesito subrayar que los 2.500 euros que el Gobierno zapaterista ha decidido destinar al fomento de la natali- dad no contribuirán para nada a la supera- ción de la profunda crisis que atraviesa la familia española. El primer error es creer que un problema tan complejo, delicado y de tal envergadura pueda ser reducido a la burda lógica de los números. Baste recor- dar en este contexto que la mayona de ni-

28 la clave

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1 ños nacidos en nuestro país en los últimos siglos procedían de familias pobres, lo que en parte reza tambikn para hoy. Los matri- monios o parejas que sientan la necesidad

i de tener hijos los tendrAn, por muy modes- tos que sean sus ingres0s.Y en el caso de que exista un problema económico -que efec-

i tivamente existe- la recompensa material prevista por los estrategas ministeriales (un tercio de los ingresos mensuales del señor

i Zapatero) no bastará, ni delejos, para afron- I

tar los gastos que ocasiona el nacimiento de un hijo ni liberará a los padres de su preca- riedad social. Y éste es el momento adecua- do para señalar que la tarea a cumplir por un Gobierno que presume de socialista no es la de dar limosnas ocasionales a los pe bres, sino la de suprimir la pobreza.

clusivamente y de la manera más impúdica e irresponsable el egoísmo, el hedonismo, el culto a Mammon o el éxito a toda costa está irrevocablemente condenada a des- truir los atributos intersubjetivos y comu- nitarios de la persona y a convertirla en un autómata sin otra preocupación que la de satisfacer sus instintos más bajos y primi- tivos, que no son precisamente los atribu- tos idóneos para la fundación y la conserva- ción de una familia.

COMOTODOS WSGRANDESPROBEMAS, las raí- ces del problema de la familia son de orden moral. Una sociedad que fomenta casi ex-

La clave 29