Destierro A mi madre He puesto mi cuerpo a echar su sombra sobre otra tierra. Tengo otras costumbres, como de otros platos. Miro con mis antiguos ojos las cosas que suceden, pero, es en otra tierra. Y mi raíz se agita, no descansa, prosigue, da vueltas en mi cuerpo, me interrumpe los sueños, dispara su fusil estérilmente. No puedo. Ah, no puedo, no puedo, volver hacia mi origen. Y pienso en las ciudades que conozco, en la gente con que hablo por la noche como un ladrón, esperando el silencio para mirar los ojos de mi pueblo. Mi tribu innumerable de polo a polo mi gente con sus pequeñas cazuelas, mis amigos desconocidos con su pan. Y yo, aquí. No es pues la soledad, no es pues la lejanía, la distancia, el crepúsculo mío, mi ciudad, es todo lo que sube y lo que llega, es piedra y es raíz trocada en vano, es fruto y es dolor de igual medida, es tiempo en otro tiempo convertido, es día en otra mano, es mano en otro pecho, es pecho sobre el cuerpo de una ciudad extraña. No es pues la lejanía. Es todo, todo.