destellos 169

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Núm. 169 Colima, Col., lunes 27 de octubre de 2014 Nada puede durar tanto, no existe ningún recuerdo por intenso que sea que no se apague. JUAN RULFO. Pedro Páramo.

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Suplemento de lengua y literatura la Facultad de Letras y Comunicación.

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Núm. 169Colima, Col., lunes

27 de octubre de 2014

Nada puede durar tanto, no existe ningún recuerdo por intenso que sea que no se apague.Juan Rulfo. Pedro Páramo.

Universidad de Colima

Director: Carlos Ramírez Vuelvas

Consejo Editorial: Ada Aurora Sánchez, Hilda Rocío Leal Viera,

Víctor Gil Castañeda, Gloria Vergara, Krishna Naranjo, Fernanda Fernández

Coordinación: Abelina Landín.

Diseño: Karina Sánchez, César Ávila, Paola Buenrostro

Impreso en el periódico“El comentario”

Daniel Peláez CarmonaDirector

eFacebookfDestellos Falcom

[email protected]

[email protected]

la opinión aqUí expresada es responsabilidad de los aUtores

El ensayo como identidad Félix Alejandro Delgadillo Zepeda

La literatura sorprendeAnahí Casillas Palomino

Un medio sin total atenciónEva Abigail Preciado López

El Chac Mool del siglo xxiMaría del Carmen Ureña Cuevas

El imaginario simbólico en “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo” de GabrielGarcía MárquezMaría de la Concepción Torres Rivera

Contenido

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PresentaciónCristóbal Ruiz Gaytán Trujillo

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Expresión. Expresión en su más pura esencia. Si tuviese que elegir palabras para definir al ensayo, sin duda serían éstas. Lo que se presenta aquí refleja precisamente lo señalado, pues se trata de la expresión de una juventud reducida a las ideas más básicas, intentando demostrar su capacidad de sobrepasar dichas cadenas.

Destellos ofrece en esta ocasión tres ensayos creativos (y breves) que reflexionan acerca de temas como la identidad, la escritura y la literatura. También se incluyen otros dos textos más en que se comentan cuentos de dos grandes literatos: Gabriel García Márquez y Julio Cortázar. Todos los textos se hallan escritos por alumnos de la licenciatura en Letras Hispanoamericanas de la Universidad de Colima.

Si alguna vez cae en tus manos este ejemplar, lector, te pedimos que leas al menos unos cuantos de los textos aquí incluidos y des a los autores la oportunidad de cumplir con el fin de sus ensayos: la oportunidad de expresarse.

*Créditos imagen de portada:Volcán de Paricutín. Fotografía. Juan Rulfo.For the Desk Drawer.

El ensayo como identidadFélix Alejandro Delgadillo Zepeda

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Ensayo

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El ensayo reflexiona acerca del bien y el mal, las costumbres, la moral propia del hombre con todos sus rostros. Los cambios culturales más fuertes son los que ocurren y afectan en la vida diaria. El ensayista tiene como problemática definir su propio mundo y actuar a lo largo de su vida como reflejo de lo que mejor se conoce, o desconoce, en una reafirmación de su identidad, mirarse a sí mismo ocupando su lugar como individuo en un grupo cultural; es una autorreflexión, un autoconstruirse y a su vez aceptación.

En el ensayo, como en la poesía, se dice quién es el hombre; se le da identidad en la intimidad de la creación de un mundo propio. El hombre se da rostro cuando se nombra. Es un diálogo de su propia creación, destrucción y decadencia; en el diálogo que lleva el hombre desde hace tiempo es el de invocar a los Dioses y nombrar las cosas: dar origen.

El origen de algo es la fuente o esencia de su existir. El artista es el origen de la obra y la obra es el origen del maestro del arte: el artista; ninguno es sin el otro, ni sobrevive sin el otro, lleva entre sí un cordón umbilical invisible toda la vida.

La intención del ensayo es revelar los significados espirituales. Theodor Adorno nombra al ensayo como la espontaneidad de la fantasía, como reflejo del ocio de lo infantil por toda la capacidad de asombro que lleva el ensayista: sensibilidad ante lo real, abierto al mundo; humildad, paciencia y apertura al descubrimiento, al misterio y a la trascendencia.

El ensayo tiene por conexión inmediata y universal a las ciencias, el arte, la mitología, la religión, la política, entre otras. El ensayista ha de excluir algún tema según su ímpetu espiritual, con él se revela el surgimiento de una reflexión con el fin de aclarar sus propios conceptos, que pueden acercarnos al sentido total, verdadero y profundo de la existencia en el mundo. El ensayista desnuda al hombre, al trascender sus fronteras a través de él, ya Theodor Adorno , citando a Lukács, explicaba sobre Montaigne en Notas sobre la literatura:

No leemos a otros: nos leemos en ellos.Me parece un milagro

que algún desconocido pueda verse en mi espejo.

José Emilio Pacheco

El ensayista rechaza sus propias orgullosas esperanzas que sospechan haber llegado alguna vez cerca de lo último: las que él puede ofrecer no son más que explicaciones de poemas de otros y, en el mejor de los casos de explicaciones de sus propios conceptos; eso es todo lo que él puede ofrecer. Pero él se sume irónicamente en esa pequeñez, en la eterna pequeñez del más profundo trabajo mental frente a la vida, y aun así la subraya con irónica modestia.

El objetivo del ensayo, ya lo definía Arenas Cruz, es establecer la credibilidad de una idea u opinión mediante pruebas retorico-argumentativas que son aquellas premisas probables o verosímiles las cuales están determinadas por la subjetividad y la imaginación. En ellas el ensayista pone como prueba de su credibilidad sus vivencias personales, las vivencias de otros, sus interpretaciones subjetivas y argumentos retóricos de sus lugares de preferencia desde un punto de vista personal. Se da en un fluir de ideas y reflexiones libres, cuestionándose con el azar de la espontaneidad de su discurso. En el ensayista convergen su pesimismo y su actitud para eliminar la soberbia con la naturalidad de sus ensayos; nombra un yo en sus ensayos que se convierte en una mirada universal, en un nosotros, como un yo colectivo –a lo que mejor se definiría como intersubjetividad– que tendrá un diálogo íntimo entre el ensayista y lector, compartiendo la misma percepción de una realidad. El hombre, si sabe mirar, no sólo hacia fuera sino también hacia dentro de sí en su existencia, siempre tendrá el poder de asombrarse.

BibliografíaAdorno, T (2003). El ensayo como forma. En Notas sobre literatura. España: Ediciones Akal.Cruz, E. A. (2005). El ensayo como clase de textos del género argumentativo: un ejemplo de Ortega y Gasset. En Vicente Cervera, Belén Hernández y María Dolores Adsuar (Eds.), El ensayo como género literario. España: Universidad de Murcia.

Adonis and the narcisism.

Fotografía. Nikolas Brummer.Images Palace

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La literatura sorprendeAnahí Casillas Palomino

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Ensayo

“Continuidad de los parques” es un cuento del escritor Julio Cortázar en que se muestra al lector desde una perspectiva más crítica con respecto a la complejidad que implica el acto de leer. En primer lugar se expone la vida de un lector, como personaje principal, quien en medio de la cotidianidad se deja llevar por la literatura como medio de distracción. La forma en que Julio Cortázar recupera la figura del lector es para mí una representación de la grandeza de la literatura frente al ser humano, ya que ésta tiene la capacidad de, no sólo persuadir y tomar su atención, sino que llega a hacerlo parte de sí misma. La literatura aprehende al lector y a través de él vive; como también el lector, muchas veces sin saberlo, está siendo ya el personaje principal de una historia que lee y le permite vivir una nueva existencia.

Julio Cortázar, en este cuento de carácter metaficcional, se mantiene en una especie de goce por el juego de tiempos y espacios que maneja. En “Continuidad de los parques” convierte al lector en uno de los personajes, impactando la visión general de lo que significa leer y del texto mismo como una realidad latente y transformadora. Lo más maravilloso es que el manejo detallado de los objetos y las acciones que incluye Cortázar mantienen al lector de carne y hueso totalmente a salvo y en su tranquilidad de observador literario sin pretender siquiera la sorpresa final, no obstante que en el cuento se hable de un lector que lee acerca de un lector al que alguien quiere asesinar:

Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles (Cortázar, 1996, p. 291).

Además de lo anterior, considero que Julio Cortázar tiene el objetivo de mostrar a un lector que se encuentra en la comodidad de su vida rutinaria y que es preciso sorprenderle no sólo por

Los divido en libros que leo sentado y libros que leo de pie. Los primeros pueden ser amenos, instructivos, bellos, ilustres o simplemente necios y aburridos; pero unos y otros, incapaces de arrancarnos de la actitud normal. En cambio los hay que, apenas comenzados, nos hacen levantar, como si de la tierra sacaran una fuerza, que nos empuja los talones y nos obliga a enderezarnos como para subir (Vasconcelos, 1922, p. 3).

Las realidades diversas que se manejan en el cuento, por cuanto se alude a un lector que se desdobla, lograron en primera instancia la continuidad de un texto sin sobresaltos, que después nos llevó a un plano nuevo y nos encontró con nosotros mismos. Cabe preguntarse, sin embargo, si somos lectores pasivos o activos de forma habitual en nuestros respectivos contextos.

Habrá que preguntarse asimismo si es que mientras leíamos “Continuidad de los parques” esperábamos la sorpresa del final y si mientras gozábamos de la lectura en la comodidad nos convertimos en ese lector que describe Cortázar y que después de leerle ya no podremos consentir la literatura como algo simple, que termina cuando se acaba el texto, sino que nos sigue y que de alguna manera puede que nos tenga situados dentro de una realidad literaria sin darnos cuenta. He aquí una literatura que sorprende, como la vida.

un gusto propio al impacto, sino más bien por la necesidad de exponer esta actitud tan indiferente con respecto al texto, necesitando así dar un tipo de empujón al lector que de alguna forma lo obligue a levantarse y ponerse a sentir la lectura, a encontrar las revelaciones que dentro de ésta se encuentren.

José Vasconcelos en “Libros que leo sentado y libros que leo de pie”, habla de la observación del texto y la apropiación de éste, del lector que está sentado (como el personaje de Cortázar en un sofá) y se mantiene en la comodidad interna de sólo leer, sin alterar su espacio.

La cotidianidad es sin duda lo que se expone al comienzo de la lectura, cuando el personaje principal se muestra como un hombre que, atareado por los negocios, no se permitía darle la seriedad precisa a la literatura a pesar de estar interesado en la novela y en su fin, ya que era la última parte la que le faltaba.

Cuando un libro se lee sentado, según Vasconcelos, quiere decir que es un libro que nos mantiene en una cordialidad y armonía esperadas, o a veces en una “normalidad aburrida”. Claro que esto no siempre puede ser a causa del texto, sino que en gran parte tiene que ver con la intensidad con que se aprecie un libro por parte del lector.

El texto que se lee parado es aquel que te muestra una verdad, que llega al alma y no te revela solamente un destino al que tienes que llegar, es un texto que te impacta desde el principio y te hace seguirlo y cuando menos lo piensas estás parado dando vueltas alrededor de la sala y del comedor. Dice Vasconcelos:

La literatura sorprende. Dibujo.

Anahí Casillas Palomino.

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Un medio sin total atenciónEva Abigail Preciado López

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Ensayo

BibliografíaCorTázAr, J. (1996) “Continuidad de los parques”. En Cuentos completos I (pp. 291-292). México: Alfaguara.VAsConCElos, J. (1922). De José Vasconcelos: Libros que leo sentado y libros que leo de pie. Claridad 3 (80). Recuperado de: http://www.cuadernosjudaicos.cl/index.php/CLR/rt/

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En pleno siglo xxi me parece sorprendente encontrar temas de interés similares en la literatura antigua, encontrar sentimientos y emociones universales de los seres humanos. La simbólica imagen de alguna persona escribiendo a lo largo del tiempo y en diferentes espacios me parece sorprendente. Pienso que las mejores conversaciones humanas se manifiestan en soledad; conversamos con lo desconocido, como si fuéramos dos seres con un espejo de intermedio, uno somos nosotros frente a la multitud, el otro es quien se mantiene silencioso, esperándonos.

La literatura, así como todas las artes, es un medio ficcional que es más crudo y “tangible” que “la realidad” porque sentimos empatía por los personajes, las historias, los ideales y los pensamientos. Bien lo dijo René Descartes: “Leer es conversar con las mentes del pasado”. Muchos escritores han problematizado sus vivencias personales, así como también problemas de identidad –desacuerdos sociales, religiosos, antropológicos, filosóficos, etcétera– con el fin de agregar una solución, o estar conscientes y hacer trascender la existencia de estas preocupaciones o méritos de alguna manera relacionados a la vida cotidiana y universalmente a la humanidad, pero ¿acaso es que han puesto solución por medio de problematizaciones? Así puedo encontrar que existen dos tipos de problemas en la humanidad, uno se encuentra dentro de la dimensión física, material y la otra se encuentra en lo metafísico, en el espíritu.

La verdad y la belleza se encuentran en las cuestiones, hay preguntas que jamás podrán tener una respuesta absoluta, no existirán nunca los métodos para resolver esas inquietudes del espíritu, del alma; procesarlas por medio del arte tampoco es la solución, pero es una excelente manera de eternizarlas y reflejarlas a través del tiempo.

Los problemas físicos y metafísicos serán siempre los mismos en cualquier época de la humanidad, además de que son consecuentes entre sí. Es por eso que las palabras en Eclesiastés nos causan un eco sonoro de identidad humana, aunque existan desde aproximadamente 900 años a.C.: “Porque en la mucha sabiduría hay mucha pesadumbre y quien añade ciencia, añade dolor”… “Vanidad de vanidades”, dijo el Predicador, todo es vanidad.

¿Dimensión física? La historia de la humanidad se ha venido forjando de esta manera: a quien es sabio o “profeta” no lo quieren, o sólo unas cuantas personas, aunque hable de soluciones y se cuestione ante las injusticias sociales; así, hay un necio seguido por otros necios, gritando órdenes y maldades que, si lo vemos –fríamente– podrían parecernos sin sentido. Abro un paréntesis aquí recordando un ensayo de León Tolstói en el siglo xix (No puedo callarme) que habla sobre la sociedad rusa. Cuando en ella se implementa la pena de muerte hacia los criminales, después el poder corrompe la justicia inculpando a los pobres obreros de robos y asesinatos. La sociedad sabe bien que esa no es la verdad pero a pesar de todo la guillotina está en medio del pueblo y degüellan a los inocentes para así obtener la seguridad de los habitantes. Esto lo aplican en el nombre de Dios y también de la razón. Tolstói se hunde en una inmensa depresión porque sabe que él es parte de los habitantes y están matando personas para que él tenga “seguridad”; es por eso que pide que a él lo maten o lo encarcelen, para que así no viva con la culpa de ser parte de una sociedad injusta.

El problema que Tolstói expone ¿podría enfocarse hacia lo físico? No. Es una problematización del espíritu. No estoy consciente del impacto social que causó en su presente. Aunque en la actualidad ya no exista la guillotina en Rusia, no significa que el cambio haya sido provocado por Tolstói, pero la trascendencia de su pensamiento permanece en la actualidad para recordarnos los valores que serán universales en la humanidad. Porque no es sorprendente ni innovadora la injusticia. Leer a grandes pensadores y tener conciencia de los problemas del pasado es conocer nuestro presente y nuestro futuro; cultivarnos en el espíritu, tener inteligencia y dejar de ser parte del abuso. Aunque parece que tenemos una atracción poderosa hacia los errores.

(Continúa en la siguiente página)

Grande hazaña, con muertos. Papel avitelado ahuesado grueso.rancisco de Goya. Museo Nacional del Prado.

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El Chac Mool del siglo xxi

Ensayo

María del Carmen Ureña Cuevas

Los problemas, como lo dije anteriormente, siguen y seguirán siendo los mismos en la humanidad. ¿Acaso Tolstói o el Rey Salomón dieron solución a este problema? No lo creo. Es una secuencia que se vendrá reproduciendo, como lo dijo Rousseau en el siglo xViii (en su Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres), desde que el primer hombre tomó un terreno y lo privatizó, creyéndose así dueño de esa tierra y de los frutos que brotaban. ¿Podríamos culpar a ese hombre de todo mal de la naturaleza, así como el mito de Adán y Eva? ¿O es acaso la naturaleza de la humanidad? Así Rousseau mantiene firme la idea de que esa ubicación prehistórica fue similar a la perfección humana –el mito del buen salvaje–, porque si bien no había desigualdad –los grupos de hombres estaban en grupos cazando, ayudándose entre sí, y si encontraban a otro grupo se unían para fortalecer sus aptitudes– fue hasta el periodo del desarrollo de la agricultura cuando comenzó a cambiar aquella unión. Aunque sea absurda y aunque no tenga sentido que una población de Somalia muera de hambre a cada minuto, mientras que el presidente de nuestro país, aún sin ser primermundista compre un avión de 580 millones de dólares con una vida útil de 25 años.

He divagado entre problematizaciones ajenas, pero con las cuales me identifico, sólo para reiterar en mi conciencia que la verdad existe. Tener acceso a las palabras que meditaron los sabios en la tierra es una especie de religión, es tener fe en algo que quizá nunca existirá, que se encuentra inmerso en una realidad no tangible. Aunque la literatura puede no dar una solución absoluta, nos hace mantener la calma, confiar en que no somos los únicos en tener ideales y sufrimientos aunque miremos cada vez más lejos las utopías. Melancolía brota, melancolía del pasado, del tiempo anterior a nuestro nacimiento, melancolía a imágenes creadas a partir de ella, la literatura. No podremos curar nuestras angustias, nuestros temores, las injusticias; sin embargo no estamos solos.

Siglo xxi, ya nada es igual en el mundo. Los días pasan y cada uno de estos forman esa larga historia de millones y millones de años que resguarda nuestro tiempo en el mundo y en lo que nos ha convertido: en lo que fuimos, somos y pretendemos ser. Ya no sabemos cuál es nuestro verdadero rostro, pues llevamos encima una máscara de tantas culturas que nos han invadido y transformado en un ser amorfo. Pienso que, como mexicanos, todos hemos sido víctimas de este proceso y aunque pensemos que podemos escapar de él, como en este momento creo hacerlo yo, es inútil.

Volviendo al pasado, cuando el México prehispánico se levantaba con sus grandes gobernantes aztecas –que todo lo tocaban y se hacía parte de ellos– era la propia esencia del ser mexicano la que se mostraba al formar parte de una civilización donde el sol siempre estuvo encima de ellos. Los ojos de los grandes “señores” todo lo veían y abrazaban con sus rayos.

Durante esta época no se contaba con una asombrosa tecnología, pero teníamos lo necesario para vivir adecuadamente: los drenajes, la herbolaria –que después se introdujo a la medicina europea–, el calendario, la invención del número 0. Además, los conocimientos en el campo de la astronomía y la educación impulsaron avances en la sociedad que contaba con un sistema de gobierno en el que los gobernantes se caracterizaban por su educación y sabiduría. ¿Esto se antoja novedoso? Por una parte sí, pero eso ya quedó en el pasado (y vaya que muy pasado). “¡Hoy, el presente del presente es el México moderno, el México que todos hemos soñado y que estamos construyendo!” –Palabras de nuestros amados gobernantes–. Hoy en día el ser del hombre y el de la naturaleza ya no son uno solo; ahora la naturaleza se ha convertido en un vasallo sometido, abusado y ultrajado. ¡Pobre de su existencia! Sin embargo, en algunas selvas muy recónditas de la parte del sur del país subsisten grupos indígenas que siguen preservando los conocimientos mencionados con anterioridad así como

su lengua junto con el mayor vestigio de sus antepasados: el conocimiento resguardado a través de ella. Lo de hoy es aprender el idioma de los países desarrollados para tu propia subsistencia. Ahora el mexicano no habla español, sino “spanglish”, y la sustitución de varias palabras por las del idioma inglés hace lucir a las personas de hoy en día más agradables, a la moda, “cool” y con un poco más de cultura (si es que la tienen o la aparentan). Si no dominas el inglés no puedes ir a “Applebee’s” ni a “Starbucks” porque si los nombras incorrectamente o no sabes qué son, ya te dijeron “indio”, “pinchi naco” o que “tienes el nopal pegado en la frente”. Estos parecen ser los mejores adjetivos calificativos del mexicano promedio que se burla de su pasado.

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Chac Mool. Archivo DIGITAL MNA.

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Ensayo

El escritor colombiano Gabriel García Márquez fue un gran exponente del realismo mágico, corriente literaria asociada a la narración de hechos insólitos, fantásticos e irracionales pero bajo un contexto realista.

El cuento que analizaré en las siguientes líneas es "Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo" y fue publicado por primera vez en 1955. En el desarrollo de la historia y en el título mismo de la narración, se distingue precisamente la referencia al pueblo de Macondo, ese espacio mítico que creó García Márquez, a semejanza de lo que hiciera Juan Rulfo con Comala (ya se conoce que no es el municipio de Colima).

Un elemento simbólico que se encuentra muy marcado en el cuento es el agua, la cual es descrita de forma poco común, debido a que se encuentra invadiendo un espacio y tiene la fuerza suficiente de quitar las vías del tren, matar animales y sacar a los muertos de sus tumbas en tan solo cinco días. La lluvia comienza en la mañana del domingo después de salir de misa y termina hasta el día jueves. Es allí donde lo imaginario recurre a lo simbólico.

En el cuento, Isabel, la protagonista, se encuentra embarazada y mientras observa llover va construyendo un monólogo. El agua es considerada como una fuente de vida, pero también como un medio de purificación. La protagonista ve alrededor de ella un agua viscosa y muerta que lleva a cabo una limpieza en Macondo, dicha limpieza (Isabel veía al lodo como jabón) queda más clara con los muertos del panteón, pues al haber penetrado el agua en sus sepulturas, los saca de ellas y los pone a flotar. Así que después de la tormenta la ciudad queda purificada y más limpia, debido a que las personas tienen que volver a acomodar adecuadamente las cosas y no sólo dejarlas en el olvido, como estaban antes de la lluvia. De igual forma en la misa del domingo el sacerdote y el padre dicen que las lluvias de mayo son provechosas

¿México está perdiendo su identidad? ¿Quién dijo eso? Esto me recuerda a un cuento del escritor Carlos Fuentes, titulado “Chac Mool”. Esta figura de piedra es adquirida por un burócrata de nombre Filiberto y a partir de su adquisición comienzan a sucederle cosas extrañas. Después la figura cobra vida con la figura de un hombre prehispánico que controla la vida de Filiberto y con el tiempo se va humanizando. Recuerdo parte de un fragmento del cuento donde decía que el “Chac Mool” despedía un olor a loción barata, quería cubrirse las arrugas con la cara polveada; tenía la boca embarrada de lápiz labial mal aplicado, y el pelo daba la impresión de estar teñido. Los mexicanos estamos perdiendo parte de nuestra cultura porque siempre hemos pretendido ser algo que no somos. Por más refinados que seamos, siempre tenemos algo que nos revela nuestro propio ser de identidad que ningún otro individuo fuera del país lo puede tener. Siempre nos hemos estado adaptando a las circunstancias que nos rodean, ¿De quién viene toda esa influencia?, de los gringos que los tenemos al norte del país; y ¿hacia el sur? Creo que a nadie le importa lo que Guatemala aporte al país; el primordial es Estados Unidos como máxima potencia mundial y controladora de todo lo que gira a su alrededor, porque ha impuesto su cultura sobre la nuestra, que es lo peor del asunto. Puedo imaginar a la gran Ciudad de Tenochtitlán, donde los grandes templos sagrados-ceremoniales se alzaban hacia los cielos y los señores ofrecían sacrificio a sus dioses, pero en la actualidad ya no tienen la misma relevancia. Ahora lo que se pretende es construir un “McDonald’s” en la cima de una pirámide para hacer que los obesos y demás suban y con ello hagan algo de ejercicio y después ingieran su producto sintético y vuelvan a bajar, y con ello decir que están ayudando a mantener estable la salud en México. ¡Si esos gringos son bien listos! Tal vez esto ocurra dentro de algunos años –o quién sabe si mañana mismo– ahora que Zuckerberg se encuentra en México, tal vez le compre a Peña nuestro país. Siempre se busca hacer de lo pasado algo práctico y novedoso. Somos el Chac Mool pero del siglo xxi. Fuimos una cultura próspera, llena de principios y admirados por muchos por nuestra capacidad; pero con el paso del tiempo ese pasado quedó dormido en lo profundo de nuestra alma. Con todos los cambios que se han suscitado, dejamos de lado nuestra verdadera identidad y nos transformarnos como algo nuevo, por la curiosidad de abrirnos paso ante el nuevo mundo que nos rodeaba y convertirnos en algo que no éramos; pero lo quisimos hacer por el hecho de ser aceptados por los demás. Todo ello para que el estigma que prevalece entre nosotros desaparezca y nos formemos en algo previamente nuevo y mejorado, aunque nos veamos como el Chac Mool.

El imaginario simbólico en “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo”

María de la Concepción Torres Rivera

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El agua sobresale en hacer el bien. Si se le opone un dique, se detiene. Si se le abre un camino, discurre por él. He aquí por qué se dice que no lucha. Y sin embargo, nada le iguala en romper lo fuerte y lo duro. En el aspecto destructor de los grandes cataclismos, no cambia el simbolismo de las aguas, sólo se subordina al símbolo dominante de la tempestad [...] El agua simboliza la vida terrestre, la vida natural, nunca la vida metafísica (Cirlot, 2004, p. 70).

En cuanto al realismo mágico, la descripción del lugar y los acontecimientos antes y en el inicio de la lluvia son muy reales, las personas actúan de forma normal, se cubren del viento, se mueven deprisa, piensan en una buena temporada por la lluvia en mayo. García Márquez lo hace más real al nombrar a los guajiros, una tribu de pastores que habitan en la árida península de La Guajira, en el norte de Colombia y noroeste de Venezuela. Por la ubicación de ellos se ve un poco las experiencias del autor impresas en la obra. En esto intervine lo extraliterario de la obra, el lector hace una concretización de los espacios expuestos por el autor y lo que está fuera de la obra se hace presente. (Continúa en la siguiente página)

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Ensayo

El lado mágico del cuento se presenta cuando la lluvia sigue un mismo ritmo y la presencia de una vaca estática es inesperada, así como el hecho de que sus pezuñas se quedan atrapadas en el lodo esperando la muerte, pero por la costumbre de vivir no cede tan fácilmente. También los muertos flotando, el agua viscosa, los personajes que aparecen y desaparecen, las repentinas muertes y las vías del tren, logran sacarnos de la “realidad” del cuento y nos trasportan a la fantasía.

En el realismo mágico confluye el psicoanálisis y el surrealismo europeo. "El psicoanálisis trata sobre los sueños y objetos culturales afines a ellos, considerándolos manifestaciones simbólicas de profundos conflictos " (García Peña, 2007, p. 26).

Por eso es que en la parte final, los sueños de Isabel se vuelven más centrales en la historia. El sueño de ella fue tan real que pensó estar muerta mientras dormía. Y en el desenlace de la historia se vuelve una especie de regresión que no queda del todo claro si la historia va a volver a ocurrir o si simplemente fue un déjà vu. Pero con la presencia de una alberca que tiene encerrada el agua podría ser una regresión que ella ya vivió en su sueño.

Ahora bien, si se toma en cuenta toda esa red de ideas, también se podría entrelazar con el diluvio en la religión, porque también Noé soñó una fuerte lluvia a partir de la cual iban a morir muchas personas, animales, y solo su familia y las parejas de animales iban a lograr sobrevivir dentro de su barca. Asimismo, se alude a la esperanza, por cuanto se espera que deje de llover. La religión aparece tematizada en el inicio del cuento al hacerse mención de una misa y al final con la alusión a Dios. Resumiendo, es un tiempo apocalíptico y un diálogo interior lo que se expone:

En el caso de la relación del monólogo con el diluvio se mezcla por los fenómenos simbólicos que nos llevan al mismo resultado: la purificación y la vida de un lugar. En el cuento el espacio es Macondo, como señalé, e incluso Isabel y su madrastra hacen oración por los muertos.

Para concluir, señalo que lo imaginario simbólico es en lo se encuentran inmersas la organización social y cultural, y que en el caso de “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo” se ejemplifica, desde el realismo mágico, cómo cobra fuerza el agua como elemento de destrucción y reconstrucción.

La principal característica de los fenómenos simbólicos que interesa a Geertz es su carácter público y social. Se trata de elementos de sentido que constituyen “formulaciones tangibles de ideas, abstracciones de la experiencia fijadas en formas perceptibles, representaciones concretas de ideas, actitudes, de juicios, de anhelos o de creencias [...] Los actos culturales (García Peña, 2007, p. 29). Graveyard hair.

Ilustración. Fernanda Maya. Wassermoth’s Illustrations

BibliografíaCorT CirloT, J. E. (2004). Diccionario de símbolos. España: Siruela.GArCíA MárquEz, G. (s.f.). Literatura. us. Recuperado el 9 de octubre de 2014, de Literatura. us: http://www.literatura. us/garciamarquez/isabel.htmlGArCíA PEñA, l. l. (2007). Etnoliteratura. México: Universidad

de Colima.

Te invitamos a asistir a los eventos organizados en la

Semana Falcom

que se llevarán a cabo desde el

lunes 27 de octubre* al

viernes 31 de octubre

en las instalaciones de la Facultad de Letras y Comunicación.

*Consulta el programa