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Des^eñap ^, t ^ ros Manuel MARISTANY ( texto y fotosl En su incansable circuito por los caminos (de hierro) de España, Manolo Maristany ha recalado en Despeñaperros, que es a/go así como /as Horcas Caudínas de la comunicación con Andalucía. Paso y paraje de dilatada inf/uencia en la literatura, el legendario Despeñaperros podrá dejar de ser la única y angosta puerta para la España Bética una vez que la variante Brazatortas-Córdoba sea una realidad, al comienzo de la década de 1990 (ver ínformaciones al respecto en los dos últimos números). Entre tanto, demos luz verde a M. M. para que cuente su, digamos, penúltima experiencia. L añojo con guarnición que me aca- ban de servir en el coche- restaurante- cafetería del «Torre del Oro» Barcelona-Sevilla resulta ser un sabroso estofado de ter- nera acompañado de verduras y patatas. Tampoco está mal la media botella de Valdepeñas que he pedido para amenizar el almuerzo ferroviario. Pero lo que verdaderamente acaba de dar un sabor realmente excitante al añojo son los 160 kilómetros por hora a que estamos corriendo entre Almansa y Albacete. No sé si ésta será la velocidad exacta, porque los coches del «Torre del Oro» no están equi- pados con tacómetros, pero como no tengo ningún motivo para poner en duda la palabra de RENFE, de que a partir del 1 de junio de 1986 algunos trenes que circulan por el triángulo Una nPachorra^ tirando de un Teco desdinado a Madrid. Madrid-Barcelona-Valencia van a correr a esta velocidad, me lo creo. Y será verdad, a juzgar por la meteórica celeridad con que vamos dejando atrás los prime- ros encinares castellanos. EI estado de la vía -doble vía- es impecable, y la superficie del vino en el vaso apenas se agi- ta. Las rectas son interminables y la marcha del tren no decae un solo segundo, lo cual resulta excitante en grado sumo. Hacía bastante tiempo que quería viajar a, la para mí, leja- na Andalucía. En parte por cu- riosidad y en parte para dar sa- «Descartando el desplazamiento en avión -que no es viaje, sino mero transporte-, quedan...». tisfacción a mis amigos y aficio- nados andaluces, que me ha- bían reprochado tenerles margi- nados en mis reportajes. Con toda la razón del mundo. La oportunidad se me ha presenta- do con ocasión del puente de San Juan, que en Barcelona es fiesta. Cualquier excusa es bue- na para escapar a los horrores de las verbenas sanjuaneras. Este fue el primer paso. EI se- gundo -y decisivo- fue con- sultar el mapa de la zona de Despeñaperros. Lo primero que saltó a mis ojos con el resplan- dor de un relámpago fue un nombre mágico: La Venta de Cárdenas, un caserío insignifi- cante en plena Sierra Morena, a pie de vía. Cavilé que el viaje valdría la pena, aunque sólo fuera para hacer noche en esta venta de regusto quijotesco, y con un poco de suerte aún po- dría correr alguna aventura dig- na del hidalgo manchego. En otro orden de ideas, este iaje me sirve también para constatar la encomiable deci- sión de RENFE de poner en cir- culación un tren rápido y con- fortable entre Barcelona y Sevi- Ila. Y a juzgar por el índice de ocupación del coche en que viajo, parece que el éxito ha sorprendido a la misma empre- sa. Desde niño había oído ha- blar del interminable y azaroso viaje del «sevillano», con su se- cuela de retrasos e incomodi- dades. EI «Torre del Oro» no tie- ne nada que ver con su cocham- broso antecesor. Tira de él una potente 250 alemana y forman su composición coches «nue- vemiles» y «diezmiles» climati- zados, lo cual se agradece en estos primeros días de verano. Cuando uno habla de ir a Anda- lucía en tren, la gente se Ileva las manos a la cabeza: «iPero tú estás loco!». Analicemos fría- mente la cuestión. Descartando el desplazamiento en avión -que no es viaje, sino mero transporte-, quedan el coche particular y el autobús. ^Que el 21

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Page 1: Des^eñap^, ros

Des^eñap^,t^rosManuel MARISTANY ( texto y fotosl

En su incansable circuito por loscaminos (de hierro) de España,

Manolo Maristany ha recalado enDespeñaperros, que es a/go así

como /as Horcas Caudínas de lacomunicación con Andalucía.

Paso y paraje de dilatada inf/uenciaen la literatura, el legendario

Despeñaperros podrá dejar de serla única y angosta puerta para

la España Bética una vez que lavariante Brazatortas-Córdoba

sea una realidad, al comienzo de ladécada de 1990 (ver

ínformaciones al respecto en losdos últimos números). Entre

tanto, demos luz verde a M. M. paraque cuente su, digamos,

penúltima experiencia.

L añojo conguarniciónque me aca-ban de serviren el coche-restaurante-cafetería del«Torre del

Oro» Barcelona-Sevilla resultaser un sabroso estofado de ter-nera acompañado de verdurasy patatas. Tampoco está mal lamedia botella de Valdepeñasque he pedido para amenizar elalmuerzo ferroviario. Pero lo queverdaderamente acaba de darun sabor realmente excitante alañojo son los 160 kilómetros porhora a que estamos corriendoentre Almansa y Albacete. Nosé si ésta será la velocidadexacta, porque los coches del«Torre del Oro» no están equi-pados con tacómetros, perocomo no tengo ningún motivopara poner en duda la palabrade RENFE, de que a partir del 1de junio de 1986 algunos trenesque circulan por el triángulo

Una nPachorra^ tirando de un Teco desdinado a Madrid.

Madrid-Barcelona-Valencia vana correr a esta velocidad, me locreo. Y será verdad, a juzgar porla meteórica celeridad con quevamos dejando atrás los prime-ros encinares castellanos. EIestado de la vía -doble vía-es impecable, y la superficie delvino en el vaso apenas se agi-ta. Las rectas son interminablesy la marcha del tren no decaeun solo segundo, lo cual resultaexcitante en grado sumo.

Hacía bastante tiempo quequería viajar a, la para mí, leja-na Andalucía. En parte por cu-riosidad y en parte para dar sa-

«Descartando eldesplazamientoen avión-que no esviaje, sino merotransporte-,quedan...».

tisfacción a mis amigos y aficio-nados andaluces, que me ha-bían reprochado tenerles margi-nados en mis reportajes. Contoda la razón del mundo. Laoportunidad se me ha presenta-do con ocasión del puente deSan Juan, que en Barcelona esfiesta. Cualquier excusa es bue-na para escapar a los horroresde las verbenas sanjuaneras.Este fue el primer paso. EI se-gundo -y decisivo- fue con-sultar el mapa de la zona deDespeñaperros. Lo primero quesaltó a mis ojos con el resplan-dor de un relámpago fue unnombre mágico: La Venta deCárdenas, un caserío insignifi-cante en plena Sierra Morena, apie de vía. Cavilé que el viajevaldría la pena, aunque sólofuera para hacer noche en estaventa de regusto quijotesco, ycon un poco de suerte aún po-dría correr alguna aventura dig-na del hidalgo manchego.

En otro orden de ideas, esteiaje me sirve también para

constatar la encomiable deci-sión de RENFE de poner en cir-culación un tren rápido y con-fortable entre Barcelona y Sevi-Ila. Y a juzgar por el índice deocupación del coche en queviajo, parece que el éxito hasorprendido a la misma empre-sa. Desde niño había oído ha-blar del interminable y azarosoviaje del «sevillano», con su se-cuela de retrasos e incomodi-dades. EI «Torre del Oro» no tie-ne nada que ver con su cocham-broso antecesor. Tira de él unapotente 250 alemana y formansu composición coches «nue-vemiles» y «diezmiles» climati-zados, lo cual se agradece enestos primeros días de verano.Cuando uno habla de ir a Anda-lucía en tren, la gente se Ilevalas manos a la cabeza: «iPero túestás loco!». Analicemos fría-mente la cuestión. Descartandoel desplazamiento en avión-que no es viaje, sino merotransporte-, quedan el cocheparticular y el autobús. ^Que el

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CON TrODASEGU RI ^A ^.

W

DIRECCION GENERALDE CORREOS Y TELEGRAFOS

de todos. Con seriedad y eficacia porque sabemos^ En Correos y Telégrafos trabajamos en servicio

^ que nuestro trabajo es importante. Con mediosmodernos y avanzadas técnicas para que lasdistancias no cuenten.

Mejorando, creciendo, modernizándonos díaa día para ofrecer mayor seguridad y menor costo.Para que los envíos y las comunicaciones Ileguendonde tienen que Ilegar.

Con toda seguridad .

Page 3: Des^eñap^, ros

«No cabe duda deque lo que se haperdido en poesía lohemos ganado enprosperidad yEspañaha dado unpaso de gigante».

viaje en coche no es pesado?Mil kilómetros al volante sonuna verdadera paliza, sobretodo en verano, no sólo para elconductor, sino también paralos pasajeros. En cuanto al au-tobus, ^se puede imaginar peorsuplicio que tirarse diez o máshoras con las piernas encogi-das mirando el cogote del via-jero del asiento de enfrente? EItren tiene la ventaja sobre am-bos de que el viajero no es za-randeado por los frenazos, tie-ne espacio vital a su alrededory, cuando se le antoja, puedepasearse por el pasillo o tomaruna copa en la cafetería. Apar-te, claro está, del placer intrín-seco de mirar sin sobresaltospor la ventanilla. EI tren permitereflexionar y asumir la realidadcircundante.

Catetose hipotenusa

Como tengo ocasión de com-probarlo en Albacete, la ciudadmanchega que hace medio si-glo acogió a los voluntarios delas Brigadas Internacionales yal famoso André Marty.

Tras una breve parada, reem-prendemos la marcha con rum-bo aproximado Noroeste, cuan-do lo más lógico hubiera sido ti-rar hacia el Suroeste. Estas sonlas perniciosas secuelas de unaRed ferroviaria improvisada so-bre la marcha y con un criterioradial. EI viaje de Barcelona aSevilla se podría acortar enunos 200 kilómetros en núme-ros redondos si los trenes, enlugar de subir a Alcázar de SanJuan desde La Encina, cortarandirectamente hacia Linares, evi-tando Despeñaperros al Norte.Es decir, recorrer la hipotenusadel triángulo Linares-Alcázar-LaEncina en lugar de recorrer doscatetos.

Estación de Córdoba: el «Torre delOrov, a punto de pariir.

EI HTorre del OroN Sevilla-Barcelona en las iraqosidades de Sierra Morena, entreLas Correderas y Venta de Cárdenas.

Esta interesante locomotora de la serie 278 (antigua 7800) es conocide porKLa Pachorrau o=La PanchorgaH, que no hay unanimidad al respecto.

Otro inconveniente es la se-gunda inversión de marcha quedebemos efectuar en Alcázarde San Juan. La primera fue enValencia, donde el tren se me-tió en lo más hondo de la esta-ción término y tuvo que salirmarcha atrás después de que lehubieran acoplado una nuevamáquina por cola. Los viajeros,que ya hemos aprendido la téc-nica de dar la vuelta a las bu-tacas, lo hacemos con la rapi-dez que presta la costumbre.

Alcázar de San Juan, el im-portantísimo nudo ferroviario dela mitad Sur de la Red españo-la, no tiene nada que ver con loque me había imaginado deacuerdo con la carta que meenvió doña Encarna Hernándezy que tuve el placer de reprodu-cir en mi libro «Máquinas, ma-quinistas y fogoneros». En sulimpia y aséptica playa de víasno se divisan las tradicionalescarbonilleras, que «se desple-gaban entre los vagones paradisputarse el preciado tesoro».Ni con lupa encontraríamos elmenor rastro de carbón o car-bonilla en el balasto, ni al guar-da persiguiendo a las carbo-nilleras.

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En Alcázar nos quitan la 250y nos ponen una 269, y así sali-mos entocados directamentehacia el Sur, hacia Andalucía,por una Ilanura que se pierde devista. Un molino lejano me traea la mente el recuerdo de unosversos que aprendí en el co-legio:

«Un molino, perezoso a par(de viento,

un son triste de campana,un camino que se pierde pol-

(voriento,surco estéri! de la tierra cas-

(tellana...».

Sólo que el molino no muevesus aspas, el camino que sepierde polvoriento es la bien as-faltada Nacional IV, el son tristede las campanas resulta ahoga-do por los bocinazos de los ca-miones TIR y la tierra castella-na presenta un aspecto muy lo-zano con los trigales en sazóny los viñedos perfectamente ali-neados. No cabe duda de quelo que se ha perdido en poesíalo hemos ganado en prosperi-dad y España ha dado un pasode gigante.

AI Ileqar a Valdepeñas, des-pliego el mapa y me dispongo aobservar y no perderme detalledel famoso paso de Despeña-perros, el portillo que canaliza eltráfico de la meseta al valle delGuadalquivir, la verdadera Ilavede Castilla y ruta obligada de to-das las invasiones que ha sufri-do España desde el Sur, y cuyaposesión ha ocasionado bata-Ilas tan importantes como las delas Navas de Tolosa y Bailén.

Fragosidades de SierraMorena

Despeñaperros, su especta-cular escenoqrafía, no defrau-da al viajero curioso. Es undesfiladero prototipo. Despuésde Almuradiel, el tren empieza aperder altura y hundirse en untajo que alcanza su máxima es-pectacularidad a partir de laVenta de Cárdenas, entre riscosescarpados, túneles y gargan-tas sombrías. Es un paso real-mente angosto que el tren com-parte con el río Magaña y elramal ascendente de la Nacio-nal IV, que recientemente hasido desdoblada. Es tan estrecho,que no hay espacio materialpara tender una doble vía, comohubiera sido deseable para ha-cer frente al intenso tráfico quediscurre por esta línea, prácti-

«IVO VÍun solo perro,ni despeñado ni pordespeñar...».

camente la única que comuni-ca Andalucía con el resto deEspaña. A pesar de la satura-ción de la línea, gracias a loseficientes operadores del CTCde Linares, los trenes pasan alsegundo, como tendré ocasiónde comprobar mañana.

EI tiempo que el «Torre delOro» tarda en atravesar Despe-ñaperros se me hace corto. AIcabo de unos pocos minutossalimos a unas amplias lomas,dejando atrás las fragosidadesde Sierra,Morena y el recuerdoromántico de sus bandidos. Es-tamos ya en tierras donde na-cen los verdaderos toreros.

Bastante antes de Ilegar a Li-nares, la visión de los olivares,verdaderos bosques de olivostirados a cordel, confirman alviajero que se halla en Andalu-cía. Tampoco faltan los inevita-bles cortijos de paredes enca-ladas. Uno es de ideas estereo-tipadas y le gusta que la reali-dad responda exactamente a loque se había imaginado o le ha-bían explicado. Con lo que nocontaba era con los inmensoscampos de amarillos y disci-plina^os girasoles. Poco des-pués damos vista al Guadalqui-vír, que baja crecido y terroso,y cuyo curso no dejaremos has-ta Córdoba, donde me apeo del«Torre del Oro» dando por con-cluido el viaje.

En el andén me esperan misbuenos amigos Juan Afán,ferroviario insigne, y`Luis Barro-so, presidente de la AsociaciónCordobesa de los Amigos delFerrocarril, que, tras los saludosde rigor, se apresuran a Ilevar-me a la sala de actos del Regi-miento de Ferrocarriles paraproyectarles mis películas detrenes de vapor.

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EI único inconveniente deviajar en tren es que despuésuno no tiene vehículo para ca-zarlo. Afortunadamente, sí lo tie-ne Luis Barroso, el cual, junta-mente con Juan Afán, meacompañaron a Despeñaperrosy me hicieron de guías. Duranteel viaje, este último no deió de

rtDespeñaperros, en Sierra Morena (del lado de La ManchaJ^. Grabado deGustavo Doré, en HViaje por Españau, i862-73.

EI expreso Barcelona-Almería, cruzando un puente sobre el río Magaña.

ilustrarnos con su ciencia y susrecuerdos ferroviarios. Lástimano haber tenido un magnetófd-no a mano; se habría podido es-cribir un libro con lo que nos Ile-gó a contar. EI viaje de Córdo-ba a Despeñaperros, más de100 kilómetros, se nos hizo cor-to. Ya en plena faena, en lascercanías de Las Correderas, lavisión de una casilla abandona-da junto a la vía le inspiró gra-tas reflexiones:

-iQué bien se lo pasaría aquíun matrimonio viendo pasar lostrenes!

Santo optimismo. Nos teme-mos que las ilusiones de donJuan Afán -que creció y secrió en una casilla semejante-no se correspondan con las dela gente contemporánea, quelas cifra en vivir amontonadosen grandes ciudades. Me temoque ningún ferroviario contem-poráneo estaría dispuesto a vi-

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^ DOBLE VIA " r

^ VI/IyUNICX h ^^

^ ^,^:: OO^LE VIA ELECTRtFÍCADA^_ _̂ )^^ -V^IA UNICA ELECTRIFlCIADA

- ^ VIA ESTRECHA ^r `+^^......^.....w SUSPENDIDO E RVIGODE

+

nRecorrer la hipotenusa del triángulo Linares-Alcázar-La Encina en lugar de recOrrer dos catetos...^,sugiere M. M. (Mapa de L. Biela.)

vir en una casilla. Lo que ocurrees que Juan Afán es un ferro-viario de corazón, visceral, ysólo ve la vida a través del pris-ma del ferrocarril. Cuando meacompañó a visitar la estaciónde Córdoba -donde tiene varaalta-, sus antiguos compañe-ros le gastaban bromas de bue-na Iey:

-^Para esto te has jubilado?iSi te pasas el día en la estación!

VIAJER06 Y r^CANGAS^;

Juan Afán lleva el trenen la sangre

Don Juan Afán no lo puederemediar. Lleva el tren, el trende vapor, para ser exactos, enla sangre; se ha identificado consu profesión. Lo cual es unaventaja, pues siempre será másfeliz y eficiente un hombre asíque el que ejerza su profesióna regañadientes.

Pasamos una mañana muyamena y divertida en Despeña-perros, donde cazar trenes e ŝrelativamente fácil. Desde el ra-mal descendente de la Nacio-nal IV, el primitivo, el que dis-curre por lo alto, se tienen va-rios y excelentes puntos de vis-ta. Incluso hay un mirador, queparece construido ex profesopara los aficionados al ferro-carril, desde el que se tiene unavista de todo el desfiladero y lavía. EI tren pasa a nuestros piescomo una maqueta ferroviaria.

Por la noche se volvieron aCórdoba y yo me instalé en laVenta de Cárdenas, que no erael mesón quijotesco que me ha-bía imaginado, sino un vulgarparador de carretera con la te-levisión emitiendo a tope lospartidos del Mundial de Méjico,al unísono con el tableteo de lasmáquinas tragaperras y los au-

Ilidos de las naves espacialesderribadas por los marcianitos.EI mare mágnum acústico re-sultaba aturdidor, pero no pare-cía afectar a los camioneros,que no apartaban los ojos de lapequeña pantalla. No cabeduda de que el hombre, parasobrevivir, desarrolla mecanis-mos de defensa frente a laagresión acústica y pasa detodo.

Afortunadamente, a las sietede la mañana del día siguiente,cuando me puse en camino, elsilencio era absoluto, el cieloterso y la sierra olía gloriosa-mente a jara, todo lo cual me re-concilió con la vida. Me eché lamochila al hombro y tiré víaabajo, en busca de puntos devista de estos que se han de ga-nar a pulso. Fue una jornada

«... Un mirador queparece construidopara los aficionadosal ferrocarril, desdeel que se tíene unavista de todo eldesfiladero y la vía».

bien aprovechada, pero muycalurosa a partir del mediodía.Los rigores climáticos de Anda-lucía no son ningún mito, comotuve ocasión de comprobarmientras pateaba el balastobajo un sol de justicia, el mismosol que, siglos ha, hizo dar me-día vuelta a los guerreros nor-europeos que habían acudidoa echar una mano a Alfonso VIIIy Sancho de Navarra para con-tener a los salvajes almohadesy no pudieron resistir el calor in-fernal de sus cotas de malla.Otra constatación: no vi un soloperro, ni despeñado ni por des-peñar. Vi, en cambio, multitudde conejos, algunos de los cua-les Ilevaban su desverg ŭenzahasta el extremo de corretearpor el balasto. Los trenes pasa-ron todos al segundo, lo cual esde agradecer.

A las siete de la tarde, deshi-dratado y hambriento, esperabasentado sobre unas traviesascreosotadas de la desierta yabandonada estación de Ventade Cárdenas el tren que mereintegraría a la civilización. EIreloj estaba parado a las 14.35,y desde un «poster» desteñido,agentes y azafatas «renferos»me deseaban cordialidad. A las19.55 subía a una unidad 600verde y plata, el único tranvíacon destino a Linares (el únicotren, para ser exactos) que pa-raba en la estación.

Una hora más tarde me apea-ba en el muy importante nudoferroviario de Linares-Baeza y,tras consultar el horario de tre-nes, me enteraba de que lapróxima circulación a Córdobaera el Irún-Algeciras, a las12.45, el «tren de los moros»,como lo he oído Ilamar. En es-tas situaciones, el cazador detrenes ha de saber tomarse lascosas con filosofíá. Cené enuna fonda de la plaza y des-pués, sentado en un banco dela estación, me entretuve con-templando el tráfico ferroviario ylas maniobras de los trenes demercancías. En un vagón pudeleer una pintada con «spray»:«iEn catalá!», lo cual, a las docede la noche, muerto de sueño yen plena Tierra de María Santi-sima, resultaba subliminal.

EI Irún-Algeciras Ilegb conunos pocos minutos de retraso,pero tuve suerte y pude insta-larme en un departamento casivacío. A las tres menos diez Ile-gaba a Córdoba la Morisca, talĉomo la adietivó el qran Anto-nio Machado. M. M.

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