descolonizar el género - silvia rivera cusicanqui
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7/28/2019 Descolonizar el género - Silvia Rivera Cusicanqui
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Descolonizar el género
Por:SILVIA RIVERA CUSICANQUI
http://www.lostiempos.com/noticias/20-06-06/20_06_06_pv1.php
¿Nos podremos descolonizar indios y mujeres con esa caricatura de la conducta de los opresores? ¿Será posible hacerlo a través de artificios burocráticos o de las artes de la palabra, en la que también estaremos condenados a imitarlos? ¿Se podrá descolonizar Bolivia si otros son quienes elucubran, cocinan y nos dictan los contenidos de la Constituyente, si no podemos ejercer en la práctica, una nueva forma de comunicación y de conducta, una ética del pachakuti?
En la comunidad de Manasutiyux en los Yungas de Apolobamba, unasentamiento que data de hace dos décadas, con sólo 50 habitantes, el 75 por
ciento son varones y el 25 mujeres. Allí se ha dado en años recientes unasituación curiosa: las mujeres han tomado el poder, y una de ellas tiene uncontrol casi total de la vida orgánica del Sindicato. En Manasutiyux habitancinco madres de familia, pero sólo dos tienen compañero. Una de ellas es laesposa del Secretario General. Tiene un solo hijo y no puede tener más, tal vezpor ello goza de más tiempo libre y lo dedica a la política. Se crió como la únicamujer en una familia de seis hermanos, quizás por eso se defiende del mundomasculino con más fiereza. En la comunidad, ella es la única que ha cambiado,de pollera a vestido.
Hace algunos años, intentó tomar el poder en la comunidad, y lo logróasumiendo el control de las decisiones en el Sindicato. El mecanismo fuesencillo: se apropió del sello, el libro de actas, y la caja de recaudaciones. Nohay decisión que pueda aprobarse sin su venia, y ha logrado intimidar a lacomunidad para evitar la crítica. Mientras su esposo se ocupa de las chacras ylas formalidades de su cargo, ella se ausenta con el dinero de las cuotas, yrealiza en la capital provincial o en la ciudad, negocios personales de variadocalibre.
¿Es esta una mujer liberada, un prototipo de feminista práctica, de aguerridaluchadora del género oprimido? No lo creo. En ella, como en el indio aculturado
hay un ser colonizado por el otro, por el dominador. El indio colonizado tienevergüenza de su origen e imita la prepotencia del q"ara , se vuelve llunk"u delos poderosos y solapado para engañar a los suyos. El indio y la mujercolonizad@s tienen conductas contradictorias: descargan en su compañera oen sus hijos las iras de su frustración como personas sexuadas y comociudadan@s.
Tanto en la poderosa dirigente de Manasutiyux, como en el indio desleal a losvalores y normas éticas de su colectividad, anidan un ser profundamentedesgraciado, que ha internalizado las formas de dominación del enemigo. En elfondo, ambos sufren de un severo malestar moral, que surge de su enemistad
consigo mismos. El haber internalizado al otro -al macho, al jefe; al q"ara , al"decente"-- como modelo de conducta, equivale a admitir que son inferiores. Se
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esfuerzan entonces por parecerse al enemigo, por aprender sus mañas yusufructuar sus privilegios. Similares personajes, en la ciudad, suelenencubrirse con una retórica de derechos étnicos, derechos femeninos y hastade posturas anticoloniales. Pero en el caso de la dirigente de nuestra historia,ella se encubre de un modo más prosaico. Con la sola fuerza de su
personalidad para dominar al mini- estado de Manasutiyux, en lo más remotode los Yungas de Apolobamba.
¿Nos podremos descolonizar indios y mujeres con esa caricatura de laconducta de los opresores? ¿Será posible hacerlo a través de artificiosburocráticos o de las artes de la palabra, en la que también estaremoscondenados a imitarlos? ¿Se podrá descolonizar Bolivia si otros son quieneselucubran, cocinan y nos dictan los contenidos de la Constituyente, si nopodemos ejercer en la práctica, una nueva forma de comunicación y deconducta, una ética del pachakuti, en la que la autoridad deje de serdominación y engaño, y vuelva a ser servicio a la colectividad?
No creo que lo logremos, si en los procedimientos, en los discursos, en lossellos y en los enredos burocráticos, nos refugiamos en la maniobra o lasoberbia del dominador. No lo lograremos, si en la algarabía de palabras queserá la Constituyente, dejamos de escuchar a las colectividades concretas ynos volvemos sord@s al susurro nuestro ser más íntimo. En esto, las mujerestenemos una enorme responsabilidad. Descolonizar el género no es dar lavuelta la tortilla. Es recuperar la dignidad de lo femenino y de lo indígena, suética de responsabilidad hacia el mundo de los vivos -human@s, animales, lapacha . De este profundo respeto y humildad frente al mundo -en susdimensiones materiales y sagradas--, emergerá un modo diferente deconvivencia y organización social. Nacerá un poder muy distinto del queejercen (o creen ejercer) las y los colonizados.
Y quizás, si le metemos mucho espíritu comunitario a este proceso dedescolonización, podremos al fin derribar las palabras vacías y construir unanueva ética, un poder que sea de función, no de dominación, capaz de refundarla noción de quienes somos, redefinir nuestra condición, primero comopersonas y luego como ciudadan@s libres, habitantes colectivos de un paísdescolonizado. ¿Será mucho pedirnos?
La autora es socióloga