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DESARROLLO LOCAL, COMPETITIVIDAD Y CLUSTERS Armando Heredia González División de Estudios de Posgrado e Investigación Instituto Tecnológico de Tehuacán Libramiento Tecnológico S/N, A. P. 247. C. P. 75770 Tehuacán, Puebla [email protected] Maricela Castillo Leal Departamento de Ciencias Económico-Administrativas Instituto Tecnológico de Nuevo León Av. Eloy Cavazos 2001. Col. Tolteca. C. P. 67170 Guadalupe, Nuevo León. [email protected] Senén Juárez León División de Estudios de Posgrado e Investigación Instituto Tecnológico de Tehuacán Libramiento Tecnológico S/N, A. P. 247. C. P. 75770 Tehuacán, Puebla [email protected] Mesa de trabajo: Intervención y Cambio Organizacional

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DESARROLLO LOCAL, COMPETITIVIDAD Y CLUSTERS

Armando Heredia González División de Estudios de Posgrado e Investigación

Instituto Tecnológico de Tehuacán Libramiento Tecnológico S/N, A. P. 247. C. P. 75770

Tehuacán, Puebla [email protected]

Maricela Castillo Leal

Departamento de Ciencias Económico-Administrativas Instituto Tecnológico de Nuevo León

Av. Eloy Cavazos 2001. Col. Tolteca. C. P. 67170 Guadalupe, Nuevo León.

[email protected]

Senén Juárez León División de Estudios de Posgrado e Investigación

Instituto Tecnológico de Tehuacán Libramiento Tecnológico S/N, A. P. 247. C. P. 75770

Tehuacán, Puebla [email protected]

Mesa de trabajo: Intervención y Cambio Organizacional

DESARROLLO LOCAL, COMPETITIVIDAD Y CLUSTERS

Armando Heredia González1 Maricela Castillo Leal2

Senén Juárez León 3

RESUMEN

El presente trabajo tiene como finalidad plantear la situación en la cual el desarrollo local puede generar las condiciones necesarias para la atracción de inversiones para el sector productivo y como las empresas encaran, en función del entorno globalizado y con alto nivel de incertidumbre, enfrentan los desafíos de la competitividad, en las últimas dos décadas se ha considerado como una alternativa estratégica la formación de clusters los cuales generan encadenamientos productivos y que a través de éstos se incrementa la competitividad con una incidencia positiva en el nivel de desarrollo económico. Esto a su vez influye en el desarrollo local a través del impulso y fortalecimiento de las relaciones entre los diferentes agentes económicos para impulsar el desarrollo empresarial, socioeconómico y local.

1. DESARROLLO LOCAL

En la forma tradicional de enfocar el desarrollo por parte de la economía

neoclásica es hacer depender el desarrollo de los recursos financieros

(inversiones), sin embargo, la disponibilidad de los recursos financieros no es

suficiente para detonar el desarrollo. Competir por inversiones para promover un

desarrollo local a través de programas tendientes a la creación de regiones con

sistemas productivos modernos, genera polarización, por una parte, se observa

crecimiento de los indicadores económicos y, por otra parte, altas tasas de

1 Profesor-Investigador del Instituto Tecnológico de Tehuacán 2 Profesora-Investigadora del Instituto Tecnológico de Nuevo León 3 Profesor-Investigador del Instituto Tecnológico de Tehuacán.

desempleo y desintegración social; esta tendencia genera un crecimiento local sin

desarrollo humano. Para que realmente se hable de desarrollo local se debe de

generar paralelamente un desarrollo humano (Alburquerque, 2003).

Es decir, el desarrollo local debe tender a generar elevar las condiciones de

vida de la población utilizando eficientemente los recursos locales y,

paralelamente, promover la creación de nuevas empresas y empleos.

Aprovechando las tecnologías de información y comunicación como la

reorganización del proceso productivo para elaborar productos que satisfagan de

una mejor manera las necesidades del mercado. Paralelamente se deben crear

servicios de apoyo a las nuevas necesidades industriales para que sean cubiertas

adecuadamente. (Alburquerque, 2003).

Sin embargo, habría que considerar que la inversión a la que nos estamos

refiriendo es la inversión interna pues en el caso de la inversión externa

(extranjera) tiene otra dinámica y a final de cuentas es menos (o mejor dicho nada)

proclive a generar mejorar las condiciones del entorno en donde se establecen.

Esto tiene que ver con la falsa hipótesis de “que el desarrollo económico local se

logra siendo exitoso en la competencia (con otros municipios como contrincantes)

por la atracción del capital global, el capital que viene de afuera. Que esa inversión

“externa” nos ubicará como ciudadanos y gobernantes en el mundo global, será

portadora de la nueva modernidad, del empleo de calidad, de los ingresos

tributarios. Que el desarrollo económico local, de producirse, va a venir de afuera”

(Coraggio 2001). Siguiendo el pensamiento de Coraggio (2001) nos señala que

“es desde adentro y abajo (no desde afuera y arriba), y en confrontación o

negociación fuerte con las fuerzas externas, que el desarrollo va a surgir. Y

gracias a ese desarrollo es que van a venir aquellas inversiones que realmente

queremos atraer, las que no expolian como gigantescas aspiradoras las

capacidades e identidades de los trabajadores ni nuestros ecosistemas, ni

pretenden ganar a costa de la destrucción del tejido social, la ética pública y la

dignidad humana. Y los queremos porque pueden hacer contribuciones muy

importantes al desarrollo local y a la integración a la nueva sociedad global. Las

condiciones de esa incorporación deben ser dictadas por acuerdos confiables y

que den garantía a ambas partes, y ellos requiere como condición la existencia de

una democracia participativa, donde los contratos que hace el gobierno están

sustentados en un consenso explícito y una política de Estado y no en

negociaciones con tecnócratas del gobierno de turno, hechas detrás de las

bambalinas del escenario público, muchas veces con una dosis de beneficio

privado de políticos y funcionarios”.

Por tanto, la dinámica desarrollo local se va generando a partir del

aprendizaje y la acumulación de conocimientos en el quehacer cotidiano, tanto

desde el punto del trabajador como del sector empresarial realizar esquemas de

innovación en sus diferentes tipos (de producto, de proceso, de servicio,

organizacional, etc.) con los recursos con lo que disponen las ciudades o regiones

a nivel local para después proponer alternativas de desarrollo que realmente

involucren eficientemente los recursos con los que se cuentan. Esto es, partir de

un nuevo paradigma de desarrollo en donde los recursos internos o locales sea lo

más importante a considerar, siguiendo este razonamiento se puede esperar

realmente no sólo un desarrollo económico sino un desarrollo humano que no

atente contra el ecosistema existente y se pueda constatar una mejoría en los

niveles de vida de la población.

En este sentido, para Coraggio (2001) “El objetivo trascendente es el

desarrollo, y en particular el desarrollo humano. Pero no en la versión que de

hecho ve al desarrollo humano como la satisfacción aparente de unas

necesidades mínimas, o el incremento de ciertos indicadores sociales. Por

desarrollo humano nos referimos a la reproducción ampliada de la vida, la

reproducción sin limites de la calidad de vida, que es la única fuerza que puede

contraponerse a la fuerza del capital que acumula sin limites, o a la fuerza del

poder que también acumula sin limites. Hace falta esa fuerza equivalente para

contraponerla a la lógica del capital político y a la lógica del capital dinero. Para

denotar esa pretensión es que aceptamos usar el término de ‘capital’ humano”.

Boisier2 (2003) comenta que “en el “desarrollo a escala humana” se avanza

en la subjetivización del desarrollo, se categorizan los recursos no convencionales

(notablemente similares a las varias formas de “capital intangible” de Boisier) y se

hace hincapié en la utilización de la sinergia como motor de desarrollo. Tales

similitudes hablan por sí mismas de una época de transición paradigmática, como

lo sostendría seguramente Kuhn, transición caracterizada por el hecho de que

miembros de una misma comunidad de saberes, sin contacto entre sí, comienzan

a plantear las mismas dudas, a explorar los mismos nuevos senderos, a inventar

similares neologismos, a formular nuevas y parecidas propuestas”.

Vázquez-Barquero (1988) conceptualiza el desarrollo local como “un

proceso de crecimiento económico y de cambio estructural que conduce a una

mejora en el nivel de vida de la población local, en el que se pueden identificar tres

dimensiones: una económica, en la que los empresarios locales usan su

capacidad para organizar los factores productivos locales con niveles de

productividad suficientes para ser competitivos en los mercados; otra,

sociocultural, en que los valores y las instituciones sirven de base al proceso de

desarrollo; y, finalmente, una dimensión político-administrativa en que las políticas

territoriales permiten crear un entorno económico local favorable, protegerlo de

interferencias externas e impulsar el desarrollo local”.

El desarrollo local debe elevar las condiciones de vida de la población

utilizando eficientemente los recursos locales y promover la creación de nuevas

empresas y empleos. Aprovechando las Tecnologías de Información y

Comunicación como la reorganización del proceso productivo para elaborar

productos que satisfagan de una mejor manera las necesidades del mercado.

Paralelamente se deben crear servicios de apoyo a las nuevas necesidades

industriales para que sean cubiertas adecuadamente.

En el contexto del desarrollo local y del desarrollo endógeno el Estado tiene

que asumir otras funciones, por tanto, Boisier (2000b) señala que el Estado debe

modernizarse, esto es, mejorar su administración en cuanto a la conducción

política y su capacidad de negociación lo que le permitirá gobernar de una manera

más eficiente considerando los diferentes agentes económicos, políticos y sociales

de los niveles nacional, estatal, regional y locales.

En este sentido, Silva (2003) señala que “se hace imprescindible diseñar

instrumentos y políticas públicas de gestión dirigidas a estimular el

aprovechamiento de los recursos locales endógenos para impulsar nuevos estilos

de desarrollo basados en las potencialidades de las economías locales como

complemento indispensable de las políticas nacionales de desarrollo. En general

los procesos de desarrollo territorial tienen como objetivos principales la

transformación del sistema productivo local, el crecimiento de la producción, la

generación de empleo y la mejora en la calidad de vida de la población”. Se

requiere del fortalecimiento institucional a nivel local que permita la creación de

redes cooperativas entre los distintos actores de la sociedad, que genere una

integración social y cultural, apoyar las instituciones locales, la descentralización

administrativa, esto permitirá enfrentar de una mejor manera la globalización

económica y el desarrollo empresarial. (Alburquerque,1999).

Dentro del estudio de lo local un punto importante a destacar es el que el

Desarrollo local es una modalidad de desarrollo que busca responder “desde

abajo” a la crisis estructural del ajuste propio del capitalismo tecnológico actual y

que busca también superar la “crisis de proximidad” producida por la

modernización. El desarrollo local es un proceso que utiliza el potencial

económico, político, cultural, social e institucional del territorio para generar el

bienestar en la población local y economías de escala. (Vázquez –Barquero.

2000).

El desarrollo local constituye un modelo alternativo al propuesto por el

paradigma neoclásico, dominante durante los años cincuenta y sesenta, según el

cual el crecimiento se apoyaría en la industrialización (en el caso de los países

subdesarrollados en la sustitución de importaciones) y la concentración de la

actividad productiva, a través de la gran empresa, creándose un pequeño número

de megalópolis urbanas, a través del mercado se expandirían y, posteriormente,

coadyuvar al desarrollo de las ciudades y regiones del entorno.

Un aspecto esencial en el funcionamiento del desarrollo local es la

descentralización, pues esta se debe manifestar en una creciente autonomía

respecto de los centros decisorios, en aspectos tan básicos (como los indicadores

mínimos del bienestar, como son la salud, la educación, alimentación, etc.) para

detonar el incremento en los niveles de bienestar. En este sentido, la

descentralización debe ser entendida como un factor imprescindible para que se

apuntalen las políticas destinadas a fomentar y crear las condiciones suficientes

para el desarrollo local desde la toma de decisiones locales. (Alburquerque, 1999).

En la discusión de la descentralización se han generado diferentes

interpretaciones incluso confusiones entre los conceptos como puede observarse

con desconcentración y descentralización, al respecto Boisier (2002) plantea que

“debe ser claro que aún cuando los procesos de desconcentración y

descentralización se encuentren frecuentemente en un mismo continuo, el primero

de ellos alude a una cesión de capacidad de decisión desde un nivel jerárquico

dado a otro inferior dentro del mismo organismo, tratándose en consecuencia de

una cuestión interna que no requiere sino la voluntad del nivel jerárquico superior;

el segundo, la descentralización, supone la creación de un ente distinto de aquél

del cual se va a transferir capacidad decisoria y ello a su vez supone la concesión

de personalidad jurídica propia, de recursos y de normas propias de

funcionamiento”.

En suma, la nueva posición del Estado en el diseño de políticas públicas

que aprovechen los escasos recursos locales, lo que se sustentarán en nuevos

estilos de desarrollo basados en las potencialidades de lo local

complementándose con las políticas públicas nacionales. Ésta política pública

tenderá a inducir el desarrollo de redes de empresas que permitan la

conformación de los aspectos de cooperación y asociacionismo entre ellas para

impulsar su competitividad. Con respecto a esto, el nuevo papel del Estado debe

estar colocado en los planos micro, mesoeconómico e impulsando una estrategia

de articulación entre lo publico-privado para ir generando los espacios para el

incremento de la competitividad de las empresas locales. (Silva 2003).

La teoría de desarrollo local desde siempre ha tenido un basamento

territorial y se ha ido haciendo más evidente con los resultados exitosos de los

distritos industriales en Italia, Alemania, España. Sus orígenes teóricos se

remontan a las teoría de Marshall, Ferraro (2003) argumenta que “para Marshall,

los distritos son una concentración geográfica de empresas especializadas que,

aprovechando la división del trabajo en fases productivas y la especialización

sectorial, consiguen ventajas de escala frente a la gran firma integrada”. Se puede

inferir algunos aspectos de los distritos industriales que tienden a sobresalir como

es lo territorial y que está integrado por PYMES.

La teoría marshalliana atribuye a las economías de aglomeración la ventaja

de la cercanía geográfica para el desarrollo económico. Los más recientes aportes

al estudio de los distritos industriales, en especial los de investigadores italianos,

encuentran que la cercanía facilita el desarrollo de relaciones sociales

cooperativas, basadas en la confianza, y plantean que estos elementos son

determinantes para explotar las ventajas competitivas que genera una

organización industrial altamente descentralizada y especializada. Para los

neoschumpeterianos, en cambio, la importancia de la cercanía física radica en que

estimula los procesos de cambio tecnológico. (Ferraro, 2003).

En el desarrollo local se observa que el conjunto de micro, pequeñas y

medianas empresas locales encabezan la dinámica de crecimiento a través de la

generación de economías de escala y la reducción de los costos de transacción

(por la complementariedad en sus actividades y por su cercanía); los salarios son

bajos debido a la flexibilidad en los mercados de trabajo, lo que conduce a la

reducción de costos de producción; los individuos locales tienen una gran

participación y control en el proceso de desarrollo local.

Por tanto, en los últimos años los sistemas productivos se desarrollan a

través de redes de agrupaciones de empresas permitiendo analizar los

encadenamientos productivos para explicar la forma en que el sistema económico

se desarrolla. Se desprende la relevancia de estimular el desarrollo de las

localidades y regiones a través del impulso y fortalecimiento de la infraestructura,

de lo cultural y de los procesos productivos, mejorando las relaciones de

cooperación y confianza entre los diferentes agentes económicos privados,

públicos e institucionales. Esto es, enfatizando los esfuerzos en las relaciones

entre los diversos agentes económicos lo que genera el detonar el desarrollo

empresarial, cultural, socioeconómico y local. De tal forma que esta dinámica no

sólo se observe en el crecimiento del producto interno, ingreso, sino también en la

calidad de vida de la sociedad, es decir, un desarrollo humano. Entonces es por

medio del proceso del desarrollo local como las economías locales tenderán a

proponer maneras alternativas de desarrollo a través de la potencialización en el

uso de sus recursos y en todas sus actividades y encarar de forma exitosa la

globalización mundial a través del incremento de su competitividad.

3. CLUSTERS

La teoría del cluster de Michael Porter, está basada en la teoría de la

competitividad local, estatal y nacional dentro del contexto de la economía global

(Porter, 1990). De acuerdo con Porter, ser competitivo para las firmas es mejorar

continuamente la efectividad operacional en sus actividades mientras

simultáneamente siguiendo diferentes más bien que posiciones estratégicas

imitativas. Su argumentación es que la existencia de los clusters geográficos

alientan ambos de esos requerimientos para la competitividad de la firma,

alentando la formación de activos relacionales basados regionalmente a firmas

individuales pero de su principal beneficio a su desempeño competitivo. (Martin

2001).

Entre la variedad de estrategias posibles, una de las más viables para

enfrentar la competencia derivada de las aperturas económicas, es el esquema de

asociatividad bajo el modelo de Distritos Industriales, Aglomeraciones,

Agrupamientos productivos y Clusters. Estas asociaciones generan un tipo de

ámbito competitivo donde las interacciones entre las empresas micro, pequeñas

(MiPymes), medianas en algunas ocasiones, en conjunto con las grandes

empresas facilitan la existencia de una gran rivalidad y diversidad competitiva de

forma que los resultados son altamente competitivos para tales asociaciones

productivas.

Las aglomeraciones no se pueden identificar con las definiciones

tradicionales de industria, pero si se pueden describir sus límites, de forma que

sea posible realizar su estudio significativo. El hecho que las empresas compartan

una dotación de recursos hace que la rivalidad se intensifique y que se produzca

un alto nivel de variedad estratégica. A partir de un nivel de estrategia colectiva,

las organizaciones comparten los mismos objetivos y dan respuesta conjunta a las

demandas de su entorno, vinculadas entre sí por lazos permanentes,

compartiendo los mismos nichos de recursos.

Con la agudización de la competitividad, los clusters, las agrupaciones

productivas de empresas resultan ser beneficiadas debido a su singularidad,

basada en sus capacidades locales y endógenas. El cambio tecnológico, la

innovación y la difusión, son categorías relacionadas directamente con el tejido

social en el que se ubica. En el contexto de acelerado cambio económico y

tecnológico, las empresas necesitan desarrollar una capacidad dinámica para

renovar, aumentar y adaptar sus habilidades para mantenerse en el mercado. Por

consiguiente, la innovación y el aprendizaje son fundamentales para el

sostenimiento de las empresas en el mercado, estos dos aspectos combinan

diversos conocimientos tecnológicos, organizacionales y de mercado.

Desde que en 1990 Porter publicara su libro La ventaja competitiva de las

naciones, el análisis de clusters se ha expandido vertiginosamente. En ello influyó,

por un lado, la aparición o desarrollo, desde mediados de los años 80, de una

serie de corrientes económicas, a saber:

• Dentro de la economía de la innovación, el enfoque de los sistemas

nacionales, regionales y sectoriales de innovación,

• De la geografía económica e industrial (especialmente la corriente

neomarshalliana de los distritos industriales),

• Dentro de la economía tradicional, las nuevas teorías del crecimiento

económico y del comercio internacional,

• Y dentro de la economía organizacional, los llamados costes de

transacción, de la teoría de la firma y de la literatura basada en los

recursos. (Véase Dahl 2001).

Entre las corrientes económicas destacan la complejidad en la formación de los

conglomerados, la cual ha sido confiada a un conjunto de decisiones colectivas

que surgen de la colaboración entre actores públicos y privados, asociados a la

interrelación existente entre política industrial y territorio, concurriendo de un modo

relevante a determinar el destino de los contextos locales y regionales.

3. COMPETITIVIDAD

Los cambios observados en el contexto internacional a partir de la década

de los ochenta, han estado caracterizados por la integración de las economías a

través del fenómeno de la globalización de la economía mundial. Así, en la

globalización económica a nivel mundial no se compite bajo el esquema tradicional

de empresa versus empresa, sino en un nuevo modelo de cadena empresarial

versus cadena empresarial, cluster versus cluster, región versus región, país

versus país. (Villarreal, 2002).

Uno de los retos para las regiones mexicanas es competir en los mercados

nacionales e internacionales a través de la ventaja competitiva, la cual no sólo

consiste en utilizar la tecnología más avanzada y adecuada, sino también en una

organización eficiente del trabajo, satisfaciendo de manera adecuada las

necesidades de los clientes. En otras palabras, se tiende a modernizar los

procesos productivos, administrativos, comerciales, de capacitación del personal y

de calidad de los productos, para competir tanto en el mercado nacional como en

el internacional.

La competitividad es un proceso dinámico, resultado del esfuerzo de una

gran cantidad de empresas por destacar unas frente a otras en el mercado.

(SECOFI, OMPI, 1992). Considerando a la competitividad como un proceso

dinámico, Pérez (1996) dice que la “definición de competitividad varía

históricamente. En diferentes periodos, son elementos distintos lo que determinan

la capacidad para ingresar con éxito al mercado, para obtener una participación y

sostenerla o incrementarla con el tiempo. Hasta hace poco, por ejemplo, las

economías de escala y la productividad eran primordiales; conforme al nuevo

paradigma, la calidad, la flexibilidad, la adaptación al cliente y la oportunidad en la

entrega cobran creciente importancia”.

Algunos autores han estudiado la competitividad como un elemento

relevante para que las empresas puedan permanecer, aumentar o acceder a

nuevos espacios en los mercados. Di Filippo (1991) define a la competitividad

como “un incremento o al menos un mantenimiento en la participación en el

volumen transado internacionalmente o para determinadas áreas o segmentos del

mercado mundial en el que el producto está compitiendo. Álvarez (1998), define a

la competitividad como la “capacidad que tiene una organización para incrementar,

consolidar y mantener su presencia en el mercado”. Estas dos últimas

consideraciones sobre competitividad se analizan desde perspectivas

diametralmente diferentes, por un lado, Di Filippo lo hace macroeconómicamente

mientras Álvarez desde el ángulo microeconómico de la organización.

Por su parte la OCDE (1995) señala que la “competitividad de la PyMES

viene determinada por el juego de toda una gama de factores cuya combinación

varía sensiblemente de un país a otro y de una empresa a otra”. Como puede

apreciarse, los determinantes de la competitividad no son estáticos sino que

manifiestan una dinámica de acuerdo a los cambiantes micro y macroambientes.

A nivel de empresa, existe una comprensión clara de la competitividad

basada en la habilidad de las empresas para consistente y rentablemente producir

bienes y servicios reuniendo los requerimientos del mercado en términos de

precio, calidad, etc. Cualquier empresa debe reunir esos requerimientos si espera

quedarse en el mundo de los negocios, y cuanto más competitiva sea una firma

respecto a sus rivales más grande será su posicionamiento en el mercado. Por el

contrario, las firmas no competitivas verán reducir su participación en el mercado

con la tendencia a salir del mercado. Por su parte, al nivel macro-económico el

concepto de competitividad no esta suficientemente claro, sin embargo, se puede

decir que un incremento en la competitividad regional o nacional frecuentemente

es presentado como una meta de política económica. (Martin, 2001; 2.1).

Ahora se presentan las siguientes definiciones de competitividad, así el The

Report of the President’s Commission on Competitiveness (1984), considera que

“la competitividad de una nación es el grado en el cual puede, bajo condiciones

libres y justas de mercado, produce bienes y servicios que reúnen la prueba de los

mercados internacionales mientras simultáneamente expandiendo los ingresos

reales de sus ciudadanos. La competitividad a nivel nacional esta basada en un

desempeño superior de la productividad y la habilidad de la economía a cambiar

producto a actividades de productividad alta las cuales en cambio pueden generar

altos niveles de ingresos reales. La competitividad esta asociada con incrementos

en los estándares de vida, expandiendo las oportunidades de empleo, y la

habilidad de una nación a mantener sus obligaciones internacionales. Esto no es

justo una medida de la habilidad de una nación a vender al extranjero y mantener

un equilibrio comercial”.

En el accionar actual de las empresas, es cada vez más difícil llevar a cabo

actividades de innovación de manera aislada, en cambio se observa de forma

creciente la conformación de alianzas estratégicas con proveedores,

consumidores, competidores con otras instituciones de apoyo como bancos

universidades, instituciones de transferencia de tecnología y otros. En este

sentido, se asume que la competitividad de las empresas depende de la

competitividad de la región en donde realizan sus actividades. La competitividad

no solamente debe de ser estudiada por el desarrollo de sus exportaciones, sino

también tiene que ver con aspectos administrativos, organizacionales, la

Investigación y Desarrollo (I &D) y el desarrollo de las habilidades y aptitudes de la

mano de obra, así como por aspectos de ubicación y de infraestructura.

De acuerdo con Porter (1990), las empresas alcanzan ventajas competitivas

mediante acciones de innovación en su sentido más amplio, incluyendo tanto

nuevas tecnologías como nuevas formas de hacer las cosas. Perciben nuevas

bases para competir o encontrar mejores formas para competir de acuerdo a

modos antiguos. Se puede lograr una ventaja competitiva si se tienen menores

costos que la competencia, o si se tiene la habilidad suficiente para diferenciarse

y lograr un premio en precio sobre los de la competencia, es decir, una empresa

logra mayor rentabilidad si tiene precios o costos menores que los de la

competencia.

Por su parte The Sixth Periodic Report on the Regions (1999),

“[Competitividad es definida como] la habilidad a producir bienes y servicios las

cuales reúnen las pruebas de lo mercados intencionales, mientras al mismo

tiempo mantienen altos y sustentables niveles de ingreso o, más generalmente, la

habilidad de (las regiones) a generar, mientras estar sin protección a la

competencia externa, relativamente altos niveles de ingresos y de empleo”, y “en

otras palabras, para una región ser competitiva, es importante asegurar ambos

calidad y cantidad de trabajos”.

La Comisión Europea, conceptualiza la competitividad regional, de que a

pesar de que en cada región existen empresas competitivas y no competitivas,

hay características comunes dentro de una región la cual afecta la competitividad

de todas las firmas localizadas en ese espacio. Un aspecto esencial que sobresale

claramente es la productividad, por tanto, la mejora en la comprensión de cuáles

son los factores elevan la productividad es un elemento esencial para desarrollar

estrategias para la competitividad regional (Martin 2001). Por tanto, en la

economía regional se caracteriza por la habilidad para optimizar sus activos

locales para competir y prosperar en los mercados nacionales y globales y

adaptarse a los cambios en esos mercados.

4. CONCLUSIONES.

El funcionamiento de la economía se sustenta en el hecho de que la

producción de bienes y servicios se elaboran espacialmente en el territorio y

cuando se internaliza este proceso se genera un desarrollo local. El desarrollo

local se caracteriza por la cooperación y confianza entre las micro, pequeñas y

medianas empresas y que además por su cercanía generan economías de

aglomeración y rendimientos crecientes (genera la conformación de clusters).

El desarrollo local fundamenta su dinámica a la innovación tecnológica

introducida en los diferentes procesos productivos locales incidiendo en un

incremento de su productividad. Aunado a esta situación se deben fortalecer las

cadenas productivas para generar sinergias entre los distintos sectores

económicos. Por otro lado, la gestión del conocimiento y de la información serán

elementos imprescindibles para poder contribuir al logro del funcionamiento más

eficaz y eficiente de las organizaciones productivas.

La conjunción de todos estos factores tenderá a incrementar la

competitividad de las empresas locales. Esta competitividad puede darse no sólo a

nivel local, regional sino también nacional e internacionalmente. Una de las

formas actuales en que se esta gestando actualmente el desarrollo local es por

medio de la constitución de distritos industriales y más recientemente a través de

clusters para que las empresas incrementen su competitividad.

Concluyendo se puede argumentar que a través del proceso del desarrollo

local es como las economías locales tenderán a generar formas alternativas de

desarrollo a través de la potencialización de todas sus actividades empresariales

productivas y encarar de forma exitosa la globalización mundial. El desarrollo local

es una manera de hacer un uso óptimo de los recursos con las que cuentan las

economías locales (considerando un pacto entre los agentes económicos,

privados, públicos y sociales, sustentado en relaciones de cooperación y

confianza) para generar un desarrollo local que les permita no sólo ser competitivo

a nivel productivo sino que se genere un incremento en los niveles de bienestar de

la sociedad local. No se puede hablar de un desarrollo local solamente

considerando los incrementos en los índices competitivos sin tomar en cuenta el

aumento en los índices de bienestar de la sociedad.

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