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LAURA CHINCHILLA

Desafiante delicadeza Exvicepresidenta de la República y precandidata

HAZEL FEIGENBLATT | hfeigenblatt@nacion.com

Cuando tenía 19 años y los conflictos armados estallaban portoda Centroamérica, Laura Chinchilla le hizo un anuncio a suspapás: se iba de gira ella sola en bus por toda la región parasacar sus “propias conclusiones”. Y no estaba pidiendopermiso.

Trabajó envolviendo regalos en la librería Universal unaNavidad para pagar el viaje y, una madrugada, su papá, el excontralor Rafael Ángel Chinchilla,la llevó a la estación de Tica Bus con una mochila. “Diay, cuídese”, le dijo resignado.

Llegó a Nicaragua para descubrir que ahí había que pelear para conseguir un asiento de busporque los buses llegaban, pero pocos salían.

En la frontera entre Honduras y El Salvador, los militares registraron el bus mientras ella leía unlibro de Simone de Beauvoir

El soldado no sabía leer –tomó el libro al revés– pero reconocía la palabra “marxismo” y eso levalió a Chinchilla que se la llevaran a una oficina para un intenso interrogatorio. En Guatemala,durmió en covachas compartidas con desconocidos por $1 al día y vistió como indígena.

¿Se asustó en algún momento? “¡Claro! Pero si yo hubiera tenido que coger un teléfono y llamara mi familia para que hiciera algo por mí, habría considerado un fracaso mi odisea”, afirma.

Nacida en un barrio de clase media de Desamparados, donde pasó sus primeros añosjugando “quedó congelado” y “escondido” a orillas del Virilla, Chinchilla creció entre hombres,con tres hermanos y un papá que a diario ponía temas de agenda pública sobre la mesa.

Eso explica por qué se siente tan a gusto discutiendo sobre política y seguridad pública en unmundo hasta no hace mucho considerado “de hombres”, y también explica un poco el porquéde ese viaje.

Regresó decidida a estudiar Ciencias Políticas; luego fue becada a la prestigiosa UniversidadGeorgetown, en Washington DC, y trabajó como consultora en temas de desarrollo, reformajudicial y prevención del delito en Centroamérica.

Lo extraño hubiera sido que no eligiera la función pública como su siguiente paso, pero entrar alMinisterio de Seguridad Pública para una mujer de 35 años fue más duro que ir a meterse en losconflictos armados de Centroamérica para una joven de 19.

Su primer día como viceministra, le dijeron que no tenía oficina, ni plaza, ni funciones y menos uncarro asignado. La mandaron –en patrulla– a la Escuela Nacional de Policía para que hicieraalgo... si quería.

“El mensaje fue ‘¿Y qué hace esta vieja aquí?’ Tuve que hacer mi trabajo muy desde abajo y nolevantar mucho la cabeza para que no me la cortaran. Si hay una vez en mi vida donde se aplicaeso de que tuve que navegar con bandera de pendeja, fue en esa época”, recuerda.

Sin embargo, en ningún lado está escrito que la “bandera de pendeja” sea incompatible con la“bandera de la inteligencia”, y poco después de reorganizar el cuerpo de policía, Chinchilla seconvirtió en la primera mujer costarricense ministra de Seguridad.

Cada vez empezaron a ser menos frecuentes los días en que pasaba metida en discotecas,porque le encanta bailar. “Bailo hasta reggaetón , por lo menos un ratito”, dice.

Sin complejos. Y cada vez fueron más frecuentes los días en que puso a prueba su filosofía deque no importa si se es de un género o una raza, mientras no se tengan complejos.

“No recuerdo nunca haberme de pronto frenado yo misma porque sentí que no podía por elhecho de ser mujer y eso es clave”, sostiene.

Su primer día como ministra le recordó su primer día como viceministra. La Casa Presidencialconvocó a los 70 comandantes del país para presentarles a la nueva “jefa”, pero cuando laprensa se retiró y se abrió un espacio para que la felicitaran, simplemente se marcharon.

Solo cinco se acercaron y, con su ayuda, Chinchilla logró el decomiso de droga más grande enla historia del país hasta ese entonces (1.000 kilos en 1997).

Con igual éxito manejó polémicas como el patrullaje conjunto con Estados Unidos y lainvestigación de la compra de armas a Israel.

Otras cosas aprendió a tomárselas con humor. A veces llegaba a una delegación policial areunirse con algún funcionario y el oficial que la atendía le preguntaba con sonrisa y miradasugestivas: “¿Y como para qué quiere ver al comandante, reinita?”

“Porque soy la ministra de Seguridad”, respondía ella con una sonrisa que siempre provocabaun inmediato y muy respetuoso “¡Sí, señora!”

En esos años, bordeando los 40, tuvo a su único hijo, José María, para quien ella y su familiahabían comprado todo rosado porque un mal ultrasonido había confirmado que sería una niña.

Ha disfrutado tanto de ser madre que sospecha que si se hubiera embarazado más joven,ahora estaría llena de niños.

Con ese nuevo capítulo de su vida dejó atrás largos años en los que, por la mala experiencia desu primer matrimonio, evitó el compromiso de pareja y llegó a valorar ser madre soltera.

Tras de todo, le costaba darse cuenta cuando alguien le ‘daba pelota’ y nunca aprendió a flirtearporque asegura ser “miope”. O al menos, esa es la excusa.

Pero volvió a casarse, con un compañero de trabajo, el abogado criminólogo español JoséMaría Rico.

De él dice haber obtenido enseñanzas del mismo nivel de las que obtuvo de “grandeshombres”, como es el caso de Rodrigo Madrigal Nieto, Jorge Manuel Dengo y Rodolfo SolanoOrfila.

Esa es la mujer que ha hecho un recorrido político por los puestos de jefa de campaña, dirigentede partido, diputada de oposición y vicepresidenta de la República.

Hoy, a los 49 años, es la primera mujer tica con posibilidades realistas de ser presidenta. Perotambién tiene el reto de demostrar “liderazgo propio”, según dice ella misma.

“Hay personas que han querido debilitarme tratando de decir que mi liderazgo no es propio,sino heredado del arismo. Es la primera vez que yo siento un elemento sexista en mi carrera,porque yo le pregunto a la gente: ‘¿Cuándo en la historia de Costa Rica no ha habido uncandidato que aparece en escena porque tiene el respaldo de un líder del partido?’ Eso es lológico (en un partido)”, asevera.

Una renuncia anunciadaTras meses de especulación, en octubre se confirmóel deseo de la vicepresidenta del país de llegar al poderpor su propia cuenta. De este modo, se convirtió en laprimera mujer tica que lanza una aspiración presidencialcon posibilidades realistas de concretarla.Su renuncia al Gobierno y la ventaja que, según lasencuestas, les lleva a sus rivales, encendió lo que,parece, será una intensa lucha electoral en el partidoLiberación Nacional. La renuncia le permitió liberarse delas prohibiciones que tenía como funcionaria pública ydedicarse a organizar su equipo de campaña,establecer el sistema para recibir donaciones y buscar el apoyo de sus compañeros de partido para lograr lacandidatura.

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Costa Rica, Domingo 7 de diciembre de 2008

/proa

ADRIANA OVARES

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Desde su renuncia al Gobierno, en octubre pasado, se ha dedicado por completo a organizarsu equipo de campaña, a montar los sistemas de recaudación y a buscar más adhesionespolíticas. “¡Pucha! Verdaderamente estoy dedicándole esfuerzo y trabajo”, afirma.

Hasta dejó de lado su reticencia natural a cosas como ir al salón de belleza o arreglarse lasuñas y, por recomendación de sus asesores de imagen, acaba de aplicarse un tratamiento deBotox para reducir el ceño fruncido, confiesa con una sonrisa tímida, casi sonrojándose.

Su tono sobre el tema del género en los comentarios que considera sexistas no revela ni undejo de resentimiento. De hecho, cree que ser mujer es un elemento a favor en su deseo de llegar al poder, mientras se le valore por lo que ofrece y no como una causa reivindicativa de las mujeres.

En ese sentido, asegura con orgullo y mirada desafiante: “No recuerdo una sola publicación enla que se haya dicho: ‘Está ahí por la cuota’”.

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