derecho viejo.89 abril 2009

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Derecho Viejo Página 1 “DERECHO VIEJO” a la evolución destino de hombre Año 8 Nº 89 Un periódico para leer Abril 2009 “GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE) Lejos del mundo. Cerca de los hombres Sólo vengo por las ovejas perdidas (Son las que alegran al Ser) Los Padres de la Iglesia consideran a Cristo como mucho más que un “profeta” o un gran Maestro. Como Hijo de Dios y segundo Adán, Él es la Cabeza y la Vida de toda la especie humana y, como tal, es el principio del que fluye hacia nuestras almas toda la fortaleza y la luz que nos reintegra a la divina semejanza y nos hace hijos de Dios, capa- ces de conocer y amar a Dios a la luz de la contemplación y de glorifi- carlo mediante la caridad perfecta hacia otros hombres, Jesús no nos enseña sólo la vida cristiana, la crea en nuestras almas con la acción de su Espíritu. Nuestra vida en Él no es un asunto de simple buena voluntad ética. No se trata de una mera perfección moral. Es una reali- dad absolutamente nueva, una transformación interna. Ontológicamente, la fuente de esta nueva vida está fuera y sobre no- sotros, en Dios. Pero, espiritualmente, tanto la vida sobrenatural como el mismo Dios que la otorga se hallan en el centro de nuestro ser. Quien está infinitamente sobre nosotros también está dentro de nosotros, y la cumbre máxima de nuestra vida espiritual y física está inmersa en su propia actualidad. Si sólo somos genuinamente reales “en Él”, ello se debe a que Él comparte su realidad con nosotros y la hace nuestra. La realidad que por naturaleza nos sitúa en semejante dependencia ínti- ma de Él, es elevada por la gracia a una “unidad de espíritu” que, al perfeccionarse por completo, equivale a una identidad mística. Ambos aspectos de Dios –su trascendencia que lo remonta infinita- mente por encima de nosotros, y su inmanencia, que lo consagra como centro íntimo de nuestro ser personal– son experimentados separada- mente o hasta juntos en la comunión existencial a la que despiertan nuestras almas por el toque del Espíritu Santo. Pero hasta que comen- zamos a experimentar místicamente el vínculo del Espíritu de Dios con nuestro espíritu como movilizador y movilizado, la acción de la gracia tiende a hacerse sentir en nosotros como una acción propia. El ascen- so hacia la unión mística no mete una cuña entre el alma y Dios: eso no llevaría a la unión sino a la división. Por cierto, en la experiencia mística el espíritu humano se percata de la realidad de Dios como el “Otro” inmanentemente presente dentro de él, pero cuanto más cons- ciente se vuelve de su realidad y de su “otredad”, también se vuelve más consciente de la unión y de la “mismidad” que lo unen a Él, y he aquí la gran paradoja sin la cual el misticismo se volvería esquizofrenia, fragmentando la personalidad entera del hombre y destruyéndolo, en vez de unificarlo, integrarlo y perfeccionarlo en grado superlativo. Hacernos conscientes: la alegría interminable Dios se hizo hombre en Cristo; en Él, Dios y hombre ya no están separados, ni alejados uno de otro, sino que están inseparablemente unidos, sin confusión, y no obstante, sin división. En Cristo, por tanto, todo cuanto es divino y sobrenatural se hace accesible en el nivel humano a todo hombre nacido de mujer, a todo hijo de Adán. Lo que es divino se ha hecho con-natural a nosotros en el amor de Cristo, de modo que, si lo recibimos y estamos unidos a Él en amistad, Cristo, que es a la vez Dios y hermano nuestro, nos concede la vida divina de la que ahora podemos gozar en nuestro nivel humano. Nuestra vida en Cristo consiste, por lo tanto, en recibir y en dar. Recibimos de Dios, en el Espíritu, y en el mismo Espíritu damos nuestro amor a Dios, por medio de nuestros hermanos. Si tengo en mí esta vida divina ¿qué me importan las eventualidades de la pena y el placer, la esperanza y el miedo, la alegría y el dolor? No son mi vida y apenas tienen que ver con ella. ¿Por qué voy a tener miedo de algo que no puede arrebatarme a Dios? ¿Por qué voy a desear algo que no puede darme la posesión de Él? Las cosas exteriores vienen y van. ¿Por qué van a perturbarme? Por Thomas Merton Mucho más que un profeta Entrenarnos en vivir, no en el presente, sino en lo eterno. Solamente cuando hemos renunciado totalmente a nosotros mismos, Dios puede manifestarse. Piedad de Barrientos Maestro de San Pablo de la Moraleja (Hacia 1500) Escultura en madera policromada, 103 cm.

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Un periodico para pensar. Mensual.Revista de reflexion y espiritualidad pluralista.Meditación - Contemplativa - Reflexión - Filosofía Universal

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“Derecho Viejo” Página 1

“DERECHO VIEJO”a la evolución destino de hombre

Año 8 Nº 89 Un periódico para leer Abril 2009

“GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE)

Lejos del mundo. Cerca de los hombres

Sólo vengo por las ovejas perdidas(Son las que alegran al Ser)

Los Padres de la Iglesia consideran a Cristo como mucho más que un“profeta” o un gran Maestro. Como Hijo de Dios y segundo Adán, Éles la Cabeza y la Vida de toda la especie humana y, como tal, es elprincipio del que fluye hacia nuestras almas toda la fortaleza y la luzque nos reintegra a la divina semejanza y nos hace hijos de Dios, capa-ces de conocer y amar a Dios a la luz de la contemplación y de glorifi-carlo mediante la caridad perfecta hacia otros hombres, Jesús no nosenseña sólo la vida cristiana, la crea en nuestras almas con la acciónde su Espíritu. Nuestra vida en Él no es un asunto de simple buenavoluntad ética. No se trata de una mera perfección moral. Es una reali-dad absolutamente nueva, una transformación interna.

Ontológicamente, la fuente de esta nueva vida está fuera y sobre no-sotros, en Dios. Pero, espiritualmente, tanto la vida sobrenatural comoel mismo Dios que la otorga se hallan en el centro de nuestro ser. Quienestá infinitamente sobre nosotros también está dentro de nosotros, y lacumbre máxima de nuestra vida espiritual y física está inmersa en supropia actualidad. Si sólo somos genuinamente reales “en Él”, ello sedebe a que Él comparte su realidad con nosotros y la hace nuestra. Larealidad que por naturaleza nos sitúa en semejante dependencia ínti-ma de Él, es elevada por la gracia a una “unidad de espíritu” que, alperfeccionarse por completo, equivale a una identidad mística.

Ambos aspectos de Dios –su trascendencia que lo remonta infinita-mente por encima de nosotros, y su inmanencia, que lo consagra comocentro íntimo de nuestro ser personal– son experimentados separada-mente o hasta juntos en la comunión existencial a la que despiertannuestras almas por el toque del Espíritu Santo. Pero hasta que comen-zamos a experimentar místicamente el vínculo del Espíritu de Dios connuestro espíritu como movilizador y movilizado, la acción de la graciatiende a hacerse sentir en nosotros como una acción propia. El ascen-so hacia la unión mística no mete una cuña entre el alma y Dios: esono llevaría a la unión sino a la división. Por cierto, en la experienciamística el espíritu humano se percata de la realidad de Dios como el“Otro” inmanentemente presente dentro de él, pero cuanto más cons-ciente se vuelve de su realidad y de su “otredad”, también se vuelvemás consciente de la unión y de la “mismidad” que lo unen a Él, y heaquí la gran paradoja sin la cual el misticismo se volvería esquizofrenia,fragmentando la personalidad entera del hombre y destruyéndolo, envez de unificarlo, integrarlo y perfeccionarlo en grado superlativo.

Hacernos conscientes: la alegría interminable

Dios se hizo hombre en Cristo; en Él, Dios y hombre ya no estánseparados, ni alejados uno de otro, sino que están inseparablementeunidos, sin confusión, y no obstante, sin división. En Cristo, por tanto,

todo cuanto es divino y sobrenatural se hace accesible en el nivelhumano a todo hombre nacido de mujer, a todo hijo de Adán.

Lo que es divino se ha hecho con-natural a nosotros en el amor deCristo, de modo que, si lo recibimos y estamos unidos a Él en

amistad, Cristo, que es a la vez Dios y hermano nuestro,nos concede la vida divina de la que ahora podemos gozar

en nuestro nivel humano.

Nuestra vida en Cristo consiste, por lo tanto, en recibir y en dar.Recibimos de Dios, en el Espíritu, y en el mismo Espíritu damos

nuestro amor a Dios, por medio de nuestros hermanos. Si tengo enmí esta vida divina ¿qué me importan las eventualidades de la penay el placer, la esperanza y el miedo, la alegría y el dolor? No son mi

vida y apenas tienen que ver con ella. ¿Por qué voy a tener miedo dealgo que no puede arrebatarme a Dios? ¿Por qué voy a desear algo

que no puede darme la posesión de Él? Las cosas exteriores vienen yvan. ¿Por qué van a perturbarme?

Por Thomas Merton

Mucho más que un profeta

Entrenarnosen vivir,

no en el presente,sino en lo eterno.

Solamente cuandohemos renunciado

totalmentea nosotros mismos,

Dios puedemanifestarse.

Piedad de BarrientosMaestro de San Pablo de la Moraleja (Hacia 1500) Escultura en madera policromada, 103 cm.

“Derecho Viejo”Página 2

EDITORIAL

Escribe: Camilo Guerra

Pensamiento

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E-mail: [email protected] Web:www.derecho-viejo.com.ar

Directores:Dr. Camilo Guerra

Dr. Sebastián GuerraSecretario de RedacciónProf. Lic. Federico Guerra

Columnistas invitadosMons. Raúl R. Trotz

Rvdo. Hermano Eugenio MagdalenoPadre Julio, omv

Si seguimos pensando igual nunca vamos a evolucionar.Que nuestra evolución no sea decir que la democracia es lomejor o refugiarnos en dogmas, o defender un modelo defamilia de hace cincuenta años atrás. Que nuestra evolu-ción no sea “juntarnos antes de casarnos”, o “casarnoscuando tengamos hijos”; que nuestra evolución no sea te-ner un teléfono personal cada vez más sofisticado, que nues-tra evolución no sea poder detectar quién me llama paraejercer el poder de no atenderlo. Que nuestra evolución nosea vivir endeudados, ni comprar espejitos de colores; quenuestra evolución no sea pensar que se vive solamente enlas vacaciones, o en el desenfreno de cualquier adicciónprogramada. La única evolución real y posible pasa por“descubrirnos”, pasa por no buscar afuera; por descubriren mi interior lo que critico en lo externo. Si yo cambio, elmundo cambia y no hay otro modo de hacerlo.

Si sigo pensando igual nunca voy a evolucionar. ¿Hastacuándo vamos a ser pescadores de peces?

El que lucha buscando una mejoría en lo social, en lo polí-tico, en lo educacional, en lo económico, en lo religioso, estáequivocado, y está realizando una lucha estéril; luchar en lasuperficie es querer modificar una película borrando en la pan-talla. El que emite es cada uno de nosotros y yo sólo puedomodificarme a mí mismo. “¿Quieres ayudar a tu hermano aquitarse la paja de su ojo? - ¡Hipócrita, quita primero la viga detu ojo!”

La transformación del mundo empieza por mi transforma-ción. Que nuestra evolución no sea enviar naves a la luna.

Una de las leyes universales más evidentes es la que sur-ge del Evangelio: “Busquen el Reino (en su interior) y todolo demás vendrá por añadidura.

¿Hasta cuándo vamos a ser pescadores de peces?

El político, el revolucionario, el luchador, aún los purosy honestos, malgastan sus energías, porque la lucha es in-terior, la “guerra santa” es la interior, la madre de todas lasbatallas es salir del dominio del Ego (de la separatividad).Todo lo demás es añadidura.

Cualquier forma de gobierno es buena, porque el gobiernono existe, existen los hombres que forman el gobierno; si loshombres son buenos, cualquier forma de gobierno es buena.Cualquier sistema educativo es bueno, porque los sistemas noexisten: existen hombres que enseñan y hombres que apren-den; y si los hombres son buenos. La bondad del hombre sejuzga por la consciencia que tenga de sí mismo. La conscien-cia aparece cuando el hombre trasciende los opuestos.

El político, el revolucionario, el líder, el innovador de cual-quier rama de lo humano, para ser efectivo, debe de bajar delMonte de la Transfiguración. Si no perdió su forma, si nosalió de la separatividad, si no volvió a lo Uno, si no trascen-dió la superficie, ¿a dónde nos va a guiar? Si no puede conél mismo, si está sujeto a los criterios de posesividad y es unjuguete de su programación, ¿a quién va a guiar?

“Concretamente, si no encuentro la corrupción que hay enmí, no voy a poder luchar contra la corrupción de los de-más”. Esta frase es engañosa, porque yo solamente tengo podersobre mí mismo. Sólo yo puedo ser consciente de mí.

La historia del mundo ratifica todo esto. Nunca nadiepudo hacer evolucionar a nadie por decreto, bajo amenazaso a través de dogmas siempre obsoletos.

La única forma de evolución es ser consciente deque soy; y para esto ya conocemos el camino. Transitarloes ir del “Soy yo” al “Yo soy”.

La danza de lacreación

Los hindúes han creado una encan-tadora imagen para describir la relaciónentre Dios y su Creación. Dios “dan-za” su Creación. Él es su bailarín; suCreación es la danza. La danza es dife-rente del bailarín; y, sin embargo, notiene existencia posible con independen-cia de Él. No es algo que se pueda en-cerrar en una caja y llevárselo a casa.En el momento en que el bailarín sedetiene, la danza deja de existir.

En su búsqueda de Dios (o el Des-pertar o la Iluminación), el hombre pien-sa demasiado, reflexiona demasiado,habla demasiado. Incluso cuando con-templa esa danza que llamamos Crea-ción, está todo el tiempo pensando,hablando (consigo mismo o con losdemás), reflexionando, analizando,filosofando. Palabras, palabras, pala-bras... Ruido, ruido, ruido...

Guarda silencio y mira la danza. Sen-cillamente, mira: una estrella, una flor,una hoja marchita, un pájaro, una pie-dra... Cualquier fragmento de la danzasirve. Mira. Escucha. Huele. Toca. Sa-borea. Y seguramente no tardarás enverle a él, al Bailarín en persona...

Anthony de Mello

¡Oh, servidor!, ¿dónde me buscas?¡Mira! ¡Estoy junto a ti!No estoy en los templos,ni en las mezquitasni en la Kaaba, ni en Kailas.Tampoco estoy en los ritos,ni el las ceremonias,ni en el Yoga, ni en las renunciaciones.Si eres un verdadero buscador,ahora mismo, de inmediato,sin dilación,puedes verme.Dice Kabir:¡Oh, Sadhu!Dios es el alientode todo lo que respira.

Kabir

¿Dónde mebuscas?

“Derecho Viejo” Página 3

Sin magos, sin hadas, sin brujos...“El que tenga sed, que venga a mí, y beba el quecrea en mí. Así dice la escritura: de sus entrañas

manarán ríos de agua viva”.San Juan 7, 37-38

La contemplación es una pura intuición de habernacido del amor. Es un conocimiento vivencial dela realidad y una manera de entrar en comunión

inmediata con la realidad. ¿La realidad? Esoimplica gente, árboles, lagos, montañas. Puedesestudiar muchas cosas, pero en la medida en que

no entres en esta comunión intuitiva con ellas,sólo podrás saber acerca de ellas, pero noconocerlas. Darle una mirada prolongada y

afectuosa a algo... un niño, un vaso de vino, unahermosa comida... éste es un acto natural decontemplación, de afectuosa admiración... ser

capaz de hacer esto: allí está la dificultad.Durante todo nuestro paso por el colegio se nos

enseña a abstraer, pero no se nos transmiteun conocimiento amoroso”.

William Mc Namara OCD

“Me doy cuenta de que todos mis pensamientosgiran en torno de Dios, como los planetas giran

alrededor del sol, y son atraídos por él de manerairresistible. Sentiría que es el pecado más grande

oponer alguna resistencia a esta fuerza”.Carl Jung

***“Debemos orientar sinceramente la atención de las

almas hacia las condiciones requeridas para elprogreso de la gracia, las virtudes y los dones del

Espíritu Santo, cuyo perfecto desarrollo seencuentra en la vida mística”.

Benedicto XV

“Hoy en día vemos en toda religión un peligroinherente por el cual los creyentes se pueden

conformar con los adornos... en lugar de seguircreciendo a través de una búsqueda intensa,

dentro del propio corazón, del Dios salvaje deldesierto que no puede ser encasillado en

conceptos y doctrinas convenientes. La teologíaoccidental se ha reducido a una forma estática de

objetivización de la trascendencia de Dios”.George A. Maloney

“El progreso hacia la perfección consiste en laconciencia cada vez más profunda y directa

de la incomprensibilidad de lo divino”Karl Rahner

“La contemplación no es solamente real, sinoque es simple, sobria y humilde, y se integra enla vida cotidiana. La contemplación no debe ser

exagerada, distorsionada, ni hay que hacerlaparecer grandiosa. “Nadie puede acceder a ella

si no es por el camino de la oscuridad y elolvido de sí mismo. Aquel que piense que sabelo que es de antemano, se impide a sí mismo

descubrir la verdadera naturaleza de lacontemplación. Aquel que piense que

la contemplación es soberbia y espectacular,no podrá recibir la intuición de una realidad

suprema y trascendental, que es a la vezinmanente a su propio ser de todos los días”.

***“Dios se busca a sí mismo en nosotros, y la

aridez y la pena de nuestro corazón, es la penade Dios que nos resulta desconocido, que nopuede encontrarse a sí mismo en nosotros,

porque no nos atrevemos a creer ni a confiaren la increíble verdad de que Él pueda vivir en

nosotros, y hacerlo por elección y porpreferencia. Tornamos oscuros e ignominiosotodo esto, simplemente porque no podemos

creerlo, nos negamos a creerlo.”***

No seremos capaces de unirnos el uno con elotro en el nivel más profundo, hasta que el Ser

interior de cada uno de nosotros esté losuficientemente alerta como para confrontar

al ser interior del otro.Thomas Merton

“¿Dónde están hoy los padres espirituales, losgurúes cristianos, que tengan el carisma para iniciara otros en la meditación, e inclusive en el misticismo,en el cual la última realidad del hombre (la unióncon Dios) es aceptada como un coraje sagrado?¿Dónde están los que tienen coraje de ser dis-cípulos de esos padres espirituales?”

Karl Rahner

“Todos los días agradezco a Dios haber tenidola oportunidad de experimentar la realidad de la

imagen divina dentro de mí. Si esto no me hubierasido dado, ciertamente yo hubiera sido unenemigo del cristianismo y especialmente,

de la iglesia. Pero gracias a este acto de gracia,mi vida tiene sentido y mi ojo interior fue abierto

a la belleza y a la grandeza del dogma”.Carl Jung

“Algunos hablan del misticismo, pero lomalinterpretan y abusan de él. Otros, la granmayoría, ignoran totalmente el misticismo y,

aparentemente, quieren seguir así. Sólo tienencomo meta las virtudes comunes, y no tienden

a la perfección, que considerandemasiado encumbrada”.

***“Si exigimos demasiado poco de nosotros

mismos, es porque no contamos suficientementecon la gracia, porque no la pedimos en forma

suficiente. Si nuestra vida espiritual desciende aun nivel más bajo y si estamos satisfechos con

una vida enteramente natural, ésta es unaconsecuencia de creer que estamos solos

al actuar, olvidándonos de que Diosestá en nosotros y con nosotros”.

Reginald Garrigou-Lagrange

“¿Por qué vemos la contemplación infusa, laoración mística, como algo esencialmente extrañoy esotérico, reservando para una pequeña clase de

seres casi inhumanos, e inaccesible para todo lodemás? La contemplación infusa es un poderoso

medio de santificación y está íntimamenterelacionada con el amor puro y perfecto de Dios,

que es el mayor don de Dios para el alma.Por eso, si alguien pregunta:

¿quién puede desear este don y rezar por él?La respuesta obvia es: todos”.

Thomas Merton

Breve reseña del Padre Nicolás CaballeroEl Padre Nicolás Caballero oriundo de Navarra, España, pertenece a la orden de los

padres claretianos, Lic. en Ciencias de la Educación y Psicólogo Clínico.Durante muchos años se ha dedicado a enseñar a orar como lo hacían Sta. Teresa de

Ávila y San Juan de la Cruz.A esto se lo conoce como oración de recogimiento, oración de simplicidad.Ciertamente orar es un don de Dios pero es posible disponer cuerpo y mente para

recibir ese don.La oración silenciosa de recogimiento consiste en saber acallar nuestro interior y caer

en la cuenta de que estamos ante Dios.Si deseas el encuentro con tu Señor, el Padre Nicolás nos dice: 1) Cierra los ojos;

2) Deja las palabras; 2) Advierte su Presencia; 3) Permanece.

“La religión oficial se ha quedado en gran parte sin religión. La seguridadde tener a Dios le ha producido una satisfacción burguesa de “tener la

verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”. Y se ha quedado sinaspiración. No investiga, y consiguientemente, no descubre la única vía que

le podría conducir a la paz: la interioridad, y en la propia interioridad,el deseo de vitalizarla: la aspiración”.

“El hombre tiene delante de sí toda una aventura en la que cada cualconstruye su propio camino, ya que la experiencia de la propia profundidades intransferible. Cada cual tiene que hacer un descubrimiento personal deDios y ahondar en su propia mente, con un sincero deseo de encontrarlo”.

Hacia la meditación con Nicolás Caballero

1er Retiro: Entrada Salida(toma 2 días hábiles) 22 de Abril a las 18 hs. 27 de Abril a las 10 hs.

Lugar: Pueblo Esther.

2do Retiro: Entrada Salida(toma 1 día hábil) 30 de Abril a las 18 hs. 5 de Mayo a las 10 hs.

Lugar Casa de Fátima, Rosario.

Conferencias: del 6 al 8 de Mayode 19.30 a 21.30 hs.

Colegio Ntra. Sra. de la Misericordia - San Luis 2264 - Rosario

Cupos limitados – Informes e inscripcionesTeléfonos: 0341- 4514166 / 4477239 / 4248710

Próximos ejercicios espirituales y ciclo de conferencias, año 2009:

Aprender a orar es el regalo másbello que uno puede hacerse a símismo en esta vida. Un aprendizajeque requiere la armonización denuestro ser. En esa creciente armo-nía, fruto del esfuerzo inteligente yde la gracia amorosa del Espíritu, a

la persona orante se le revela elpensamiento de Dios.Podes recorrer esta experiencia dela mano de Nicolás Caballero,sacerdote claretiano, interesado encrear una pedagogía del «camino»hacia Dios.

Vida para todos

“Derecho Viejo”Página 4

La verdad central sobre laPascua cristiana y la judía, quetienen la misma raíz, es que so-mos llamados a la liberación, asícomo los judíos fueron llamadosa la liberación de su servidum-bre en Egipto. Somos llamados ala liberación de nuestras viejastradiciones del mismo modo enque la luna se desprende de susombra para surgir nueva, delmismo modo que la vida se sa-cude las sombras de la muerte.La Pascua no es la Pascua si nonos libera al menos de la tradi-ción que nos trajo estos festejos.

La Pascua nos hace sentiren nosotros un llamado a la li-beración.

De modo que experimen-tarlas no destruye nuestras tra-diciones religiosas.

Comprender estos símbolosen su sentido espiritual tras-cendente nos permite ver reno-vadas nuestras tradiciones yadueñarnos de ellas de nuevo.

La Pascua es un símbolo pri-mordial de lo que estamos en-frentando en la era espacial. Esun desafío a la vez místico y so-cial, porque nuestras ideas deluniverso han sido reordenadas pornuestra experiencia en el espacio.

La consecuencia es que ya nopodemos aferrarnos a los sím-bolos religiosos que formulamoscuando pensamos que la Tierraera el centro del universo.

El error es leer los símbo-los espirituales mitológicoscomo si fueran referencias ahechos históricos.

El Reino de Dios está den-tro de nosotros. La Pascua nosrecuerda que tenemos que dejar-nos llevar para entrar a él. La eraespacial nos pide que cambiemosnuestras ideas sobre nosotrosmismos, pero nos aferramos aellas. Es por ortodoxia anticuadaen tantas áreas. No hay horizon-tes en experiencia. No podemoslimitarnos a nosotros mismos ya nuestros grupos de pertenen-cia como lo hicimos en otro tiem-po. La era espacial lo hace posi-ble, pero la gente rechaza esta exi-gencia o no quiere pensar mu-cho en ella. Por lo cual retornan auna iglesia verdadera o poder ne-gro o sindicato o clase capitalista.

La Pascua ofrece el símboloperfecto, pues significa que so-mos llamados a una nueva vida.Esta nueva vida no está muy biendefinida, y es por eso que quere-mos aferrarnos al pasado. El viajea esta nueva vida, un viaje quetodos debemos hacer, no puedehacerse a menos que nos aparte-mos del pasado. La realidad devivir en el espacio significa quenacemos de nuevo; no nacer denuevo a una vieja religión, sinonacer a un nuevo orden de co-sas: no hay horizontes. Ese es elsentido de la era espacial. Esta-mos en una caída libre en un fu-turo que es misterioso. Es muy

fluido, lo que resulta desconcer-tante para mucha gente. Todo loque hay que saber es cómo usarun paracaídas.

San Agustín habla de la mar-cha de Cristo hacia la cruz comola de un novio hacia la novia. Ahíhay una afirmación. En el Pradohay un gran cuadro de Tizianoque representa a Simón deCirenea ayudando a Jesús atransportar la cruz. La pinturacaptura la participación libre, hu-mana, voluntaria que todos de-bemos tener en el misterio de laPascua. Es el desafío que tene-mos todos. La autopreservaciónes apenas la segunda ley de lavida. La primera ley es que yoy el otro somos uno.

En Marcos 13, Jesús dice queel fin del mundo vendrá, y lo des-cribe como una terrible crisis de

fuego y toda clase de horrores.De acuerdo entonces con las en-señanzas de la Iglesia Católica,será un hecho histórico concre-to. Y en Marcos 13,30, Jesús dice:“De cierto os digo que no pasaráesta generación, sin que todasestas cosas sean hechas”. Peroesa generación pasó, y el fin delmundo no se produjo, por lo quese lo suele llamar “el gran noacontecimiento”. No sucedió. Asíque la Iglesia Católica dijo quecuando Jesús usó las palabras“esta generación”, a lo que serefería era a la generación de lahumanidad, por lo que todavíaestá a tiempo de pasar.

En el Evangelio de Tomás, encambio, cuando los apóstolespregunta: “¿Cuándo llegará elReino?”, Jesús responde: “ElReino no vendrá cuando se loespera. No podrán decir ‘ahí está,ahí está’. El Reino del Padre estádifundido por la tierra, y los hom-bres no lo ven”. Eso es gnosti-cismo.

El gnosticismo es la contra-partida occidental del budismo.

En otras palabras, Tomás diceque hay una revelación posiblepara nosotros ahora mismo. Estáaquí. De modo que “ser feliz conÉl por siempre en el cielo” signi-fica llegar a esa profundidad aho-ra. Es un giro que lo hace total-mente diferente.

Si leemos la mitología cristia-na según la óptica gnóstica, tomaun sentido universal.

Pero como la Iglesia Católicainsiste en que la llegada del Rei-no del Padre será un hecho his-tórico, de vez en cuando, espe-cialmente cada mil años, la gentepiensa que el fin del mundo seacerca. En el año 1000, por ejem-plo, se pensó que llegaría el findel mundo, por lo que quienestenían grandes propiedades se lasentregaron a la Iglesia para ga-nar méritos. Todavía hay proce-sos en los tribunales francesespara recuperar esas propiedades.Hay quienes esperan la aniquila-ción en este segundo milenio.Estas expectativas se danautomáticamente. Siempre pue-den encontrarse señales de un fi-nal inminente. No sé cuál será la

situación en el año 3000, pero sialguno de ustedes anda por ahíen una próxima encarnación, po-drán esperar la misma especie depánico.

Es que el cristianismo nacióen un momento de pánico. En lossiglos anteriores a la era cristia-na, el Medio Oriente era una cal-dera. El imperio helenístico sedesmoronaba, Roma ascendía, yla comunidad judía estaba en con-diciones deplorables.

En el año 167 a.C Antíoco IVEpífanes, el emperador seléucidade Siria, mandó alzar un altargriego sobre el altar judío en eltemplo de Jerusalén. Al estable-cer un santuario griego en el tem-plo judío, esperaba mostrar queesa religión era una variante delo que son todas las religiones.¡Pero no, señor! Judas Macabeoy sus hermanos mataron al co-misionado que debía establecerel santuario. Hubo un levanta-miento, la revuelta de los Maca-beos, que llevó a una goberna-ción independiente del Estado ju-dío durante casi cien años, a car-go de una sucesión de sacerdo-tes reyes macabeos.

En la época de los macabeoslos líderes en Jerusalén del parti-do helenizante eran los saduceos,entre los que había familiassacerdotales que se decían des-cendientes del patriarca sacerdo-

tal Zadoc (“Saduceo” viene deZadoc”), a los que se les opo-nían principalmente los fariseoso “separatistas”, que se conside-raban de una ortodoxia más es-tricta: aunque, de hecho, habíancombinado la vieja herencia he-brea de un Día de Yahve por ve-nir con la idea del fin del mundode la escatología zoroastriana.

Durante ese período hubo unconflicto interno constante, quese intensificó en el 104 a.C.cuando el rey judío Aristóbulo dijoser, esencialmente, el Mesías.¡Herejía! Aunque reinó apenas unaño, su hijo Alejandro Janneopasó los siguientes treinta añosen una serie de guerras y supri-miendo todas las insurreccionesjudías, al frente de sus tropasextranjeras.

Y con su muerte, en el 76a.C., los fariseos subieron al po-der, y la guerra civil continuó,aunque en otra dirección. Nue-vas purgas, fratricidios, traicio-nes, liquidaciones y milagrosmantuvieron al reino en estado deagitación hasta que, tras una dé-cada de locura, la legión romanade Pompeyo fue invitada por unode los dos hermanos que enton-ces luchaban por la corona a ayu-darlo en su causa sagrada; y fueasí como la ciudad de Dios, Je-rusalén, pasó, en el año 63 a.C.,a la esfera de Roma.

Fue un período fantástico enla historia judía. Con todo estoen marcha, hubo al menos unasecta, los esenios, que pensaronque el fin del mundo estaba próxi-mo. Por lo cual fueron a un sitiocerca de Wady Qumrán, en lapunta noroeste del Mar Muerto,y construyeron un monasterio,donde se entrenaron rigurosa-mente para sobrevivir al momen-to final cuando apareciera elMesías. Nos hemos enterado dela existencia de esa comunidadesenia por los Rollos del MarMuerto, que fueron descubiertosescondidos en las cavernas deldesierto y las grietas de la roca.Estos fantásticos documentosexhiben una influencia zoroas-triana muy fuerte. Inclusive par-te del vocabulario es zoroas-triano. Uno de los rollos, por ejem-plo, prevé planes detallados parauna guerra apocalíptica de cua-renta años entre “Los Hijos de laLuz” y “los Hijos de la Sombra”.

Es en este contexto, enton-ces, precisamente en este mo-mento, el primer siglo a.C., queSan Juan el Bautista estaba bau-tizando gente apenas a unas mi-llas al norte de la comunidadQumrán. El baño ritual era un ritode Qumrán, pero Juan no era unode los esenios, que usaban ropasblancas, pues él vestía pieles deanimales y comía saltamontes ymiel silvestre. Los evangelios re-latan que Jesús fue allí, fue bau-tizado por Juan, y después fue aldesierto a tener su propia expe-riencia, conocida como “la Ten-tación en el Desierto”. Después

Llamados a la liberación

de cuarenta días en el desierto–imitando, en pequeña escala, loscuarenta años de los Hebreos–volvió y empezó a enseñar. Y ahíes donde empieza su historia.

No es distinta de la historiadel Buda, que también sale, estu-dia con los principales maestrosde su época, los supera en susausteridades, llega a la ilumina-ción, y vuelve. Que le haya su-cedido esto a uno o al otro, real-mente, queda abierto a la duda.El mito de un maestro que supe-ra a todos sus maestros es unmotivo corriente.

Simplemente no sabemos quépensaba Jesús de sí mismo. Noescribió nada. A veces hablabacomo si pensara que era el diosde los misterios griegos, quemuere y renace (muere al hoy yrenace al mañana), pero escribió,como se ha dicho, en la arena.Lo poco que sabemos de él, losabemos por los cuatro evange-lios, que son de fecha diferentey difieren considerablemente. Porejemplo, si miran en la Biblia,verán que el tema del Nacimien-to de una Virgen se encuentrasólo en el evangelio de Lucas, queera griego. En Mateo y Marcos,donde se relata en detalle la ge-nealogía de Jesús de David paraabajo, la línea termina no en Ma-ría, sino en José. Aunque no co-nocemos la fecha del nacimientode Jesús (no sabemos nada deeste nacimiento, en realidad, sal-vo lo que podemos leer enLucas), si murió, lo hizo aproxi-madamente en el 30 d.C. Losevangelios son raros. No estánde acuerdo. Lamentablemente, losescribieron cuatro personas distin-tas, y cada una dio su versión.

Lucas parece haber viajadocon Pablo, y los escritos mástempranos sobre Jesús son losde Pablo, quien nunca lo vio. Pa-blo, de hecho, formaba parte dela turba judía que mató al primermártir cristiano, San Esteban(que es el motivo, entre parénte-sis, por el que Joyce llamó a suhéroe Stephen Dedalus). Fuepoco después de este hecho, enel camino a Damasco, que tuvolugar la conversión de Pablo: tuvouna visión, se cayó del caballo,y, por así decirlo, “fundó el cris-tianismo”. Parece ser que Pablo,un judío que escribía un griegoelegante, estaba desgarrado en-tre la cultura monoteísta del ju-daísmo y la tradición griega nodualista. Por ello, lo que piensoyo es que Pablo comprendió queel catastrófico asesinato de esejoven e inspirado rabino judíopodía ser leído como una repre-sentación de la muerte y resu-rrección del héroe griego de losmisterios.

Extraído de“Reflexiones sobre la vida”

Por Joseph Campbell

Pascua Paso =

“Derecho Viejo” Página 5

La cuaresma,un itinerario espiritual

Uno de los desafíos que te-nemos que enfrentar hoy de unmodo singular, es cómo no su-cumbir ante el espectáculo deun acrecentamiento de actitu-des que muestran lo peor de lacondición humana.

Los medios de comunicaciónpor otro lado, especialmente laradio y la televisión abundan enexpresiones soeces que preten-den mostrárnosla, no sólo comoalgo natural sino como un to-que de ser progresista y de estar al día.

Tampoco es casual que la palabra peca-do ha desaparecido del lenguaje cotidia-no, especialmente en los medios antes ci-tados.

En el lenguaje se pretende camuflar estaresignación en la que nos quieren confun-dir para que no intentemos determinar, enmedio de los cambios en los que estamosinmersos, qué es bueno y qué es malo, esdecir cuáles aspectos reprobables de lacondición humana debemos rechazar y pordonde buscar lo mejor de la condiciónhumana para imitarlo.

Para asumir este desafío la Iglesia nosprepara como todos los años, a empren-der a través del tiempo cuaresmal un iti-nerario espiritual que desemboca en elacontecimiento pascual.

Estamos observando, con no poca pre-ocupación, una merma en la práctica reli-giosa del pueblo cristiano.

Mucho tienen que ver los escándalosque han ocasionados personas que con-ducían al Pueblo de Dios y las muchasincoherencias que existen entre nosotroslos cristianos.

Pero mi experiencia me ha mostrado queson muchísimos más los que se alejan dela práctica religiosa, incluso de la fe, por-que saben que su estilo de vida no con-cuerda con el plan de Dios para los hom-bres expresado en el mensaje de Jesucris-to, y terminan rechazando su voluntadsalvífica.

Los creyentes nos reunimos semana trassemana para encontrarnos con lo mejorde la condición humana, sabemosque en las palabras y en las accio-nes de Jesús, Dios nos revela aque debemos tender y cuáles sonnuestras posibilidades para ser me-jores, y en la eucaristía encontra-mos su fuerza para lograrlo.

Nuestra fe nos enseña que Je-sús revela el hombre al hom-bre.

En Él nos apoyamos para recha-zar todo lo que no es digno de uncreyente, en definitiva de cualquierhombre o mujer que aspire a lo másnoble, a lo más digno.

Al decir esto nos referimos a lasvirtudes que deben expresar laspersonas que aspiren no “sólo avivir, sino a honrar la vida”.

En este contexto, la cuaresmaes un itinerario espiritual privile-giado para enfrentar los desafíosde encontrar los caminos que de-bemos transitar para mejorar nues-tra vida, y desde nuestra conver-sión ayudar a construir un mundomejor.

Hoy escuchamos con fre-cuencia y nosotros lo hace-mos, quejas por las actitudescontrarias a la honestidad y ala probidad que frecuente-mente muestran nuestros di-rigentes, y en la mayoría delos casos responden a la rea-lidad.

Pero no siempre tenemosla valentía de hacer unaautocrítica y preguntarnoscuántas complicidades nues-

tras forman también parte del caos en quemuchos sentimos que estamos viviendo.

Qué actual me parece la respuesta quela anécdota le atribuye a San Agustín alcual en un momento (hace 1500 años)unos feligreses le expresan su disgusto portener que vivir tiempos difíciles, y éste lehabría contestado: “Los difíciles son us-tedes, cambien ustedes y cambiarán lostiempos”.

Me viene a la memoria una anécdota deun acontecimiento que me ocurrió hacemuchos años, un feligrés llegó enfureci-do porque un policía lo paró al pasar unsemáforo en rojo y tuvo que coimearlopara no pagar la multa.

Esta historia absolutamente real mues-tra la dualidad en la que vivimos muchasveces y que nos impide ser mejores per-sonas y desde esta conversión, sin lugara dudas, ayudar a transformar la socie-dad.

Un hermoso soneto nos dice “mañanate abriré, te respondía, para responder lomismo mañana”.

Que este itinerario espiritual que laIglesia nos ofrece en la cuaresma nosayude a responder hoy a la vocaciónde grandeza a la que Dios en Jesucristonos ha convocado.

La Virgen le respondió SI al ángel ycambió el rumbo de la historia univer-sal, que ella nos impulse a responderhoy con un sí.

Dios los bendiga. Felices Pascuas.

Escribe: Mons.Raúl R. Trotz

“Estrenen un corazón nuevoy un espíritu nuevo”.

(Ezequiel 18,31)

Pascua fue libertad, marcha, pasajedel Desierto a la Tierra Prometida.Pascua es tu decisión de riesgos y de viajesin regreso a la fuente corrompida.

Pascua es soñar la rosa amanecidaen la bastarda roca de tu amor sin linaje.Pascua es saber tan sólo el puerto de partidade tu navegación sin abordaje.

Pascua es tu diario caminar inciertobuscando sólo entre la espesa nieblaun rayo de esperanza para tu afán cegado.

Pascua es reflorecer tu corazón ya muerto.Es inundar de estrellas tu tinieblay anclar en Dios tu vida y tu pecado.

Resurrección“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”

(Juan 14,6)

Ya es hora, corazón... ¡Vamos!, no inventesnuevos periplos de mentido gozo.Vuelve a tu antigua guerra y al acosodiario de ser tú mismo si no mientes.

Regresa a tu raíz y, si no sientesya como ayer tu sangre en alborozo,acompasa tu ensueño sin sollozoal ritmo de tus íntimas vertientes.

Asúmete cual eres, sin dobleces.Grita tu luz con obras, aunque empiecescada mañana a recorrer tu vida.

Sé dueño de la brújula y el viaje.Y enciéndete el inédito corajede anclar tan sólo en la Verdad vivida.

En tiempos antiguos el té no se cono-cía fuera de China. Rumores de su exis-tencia habían llegado a los sabios e igno-rantes de otros países, y cada uno tratabade investigar qué era, de acuerdo con loque querían o lo que pensaban que era. Elrey de un país mandó un embajador consu comitiva a China y el emperador chinoles dio té.

Pero al ver que tam-bién los campesinos lobebían, llegaron a laconclusión de que noera digno de su amoreal y, además, que elemperador chino esta-ba tratando de enga-ñarlos, haciendo pasarotra sustancia por labebida celestial, de laque tanto habían oído.

Un filósofo, el más grande de otropaís, recolectó toda la información quepudo encontrar sobre el té y luego llegó ala conclusión de que debía ser una sus-tancia que raramente se encontraba y queera diferente de las que hasta entonces seconocían. Pues, ¿no se hacía referencia aella como una hierba, un agua verde, ne-gra, a veces amarga y a veces dulce?

En otros países, durante siglos, lagente probó todas las hierbas que podíaencontrar. Muchos fueron envenenados,todos estaban desilusionados, pues nadiehabía llevado la planta de té a sus tierras,y, por tanto, no la podían encontrar. Tam-bién inútilmente bebieron todos los líqui-dos que pudieron encontrar.

En otro territorio, una pequeña bolsade té era llevada continuamente en proce-sión, ante el público, mientras ellos cami-naban hacia sus observancias religiosas.Nadie pensaba en probarlo. En verdadnadie sabía cómo hacerlo, o que se podíahacer, todos estaban convencidos de queel té mismo tenía una cualidad mágica.Un hombre sabio les dijo: –Viertan sobreella agua hirviendo, hombres ignoran-

tes. Rápidamente lo colgaron y lo cla-varon en alto, porque hacer esto, deacuerdo con sus creencias, conduciríaa la destrucción de su té. Y esto mostra-ba, por lo menos para su propia satisfac-ción, que él era un enemigo de su fe.

Sin embargo, unos cuantos, que lo ha-bían escuchado antes de morir, pudieron

obtener algo de té y beberloen secreto. Cuando alguienles decía: –¿Qué están be-biendo?–, contestaban: Essolamente una medicina quetomamos para cierta enfer-medad.

Y así sucedía en todo elmundo. El té había sido vis-to crecer por algunos que nolo reconocían. Había sidodado a otros a beber, peroellos creyeron que era la be-

bida de la gente común. Había estado enposesión de otros, que lo veneraban, asícomo a su recipiente. Fuera de China sólounos cuántos en verdad lo bebían, y esto solamente ocultándose.

Fue entonces que vino un hombre deconocimiento profundo, y les dijo a losvendedores de té, a los que bebían té y aotros: –Aquel que prueba sabe. Aquel queno prueba, no sabe. En vez de hablar so-bre la bebida celestial, no digan nada, sinoofrézcanla a sus invitados. Aquellos a quie-nes les guste, pedirán más; aquellos a quie-nes no les guste, demostrarán que no sonaptos para ser bebedores de té.

Cierren la puerta del argumentoy del misterio. Abran la casa de téde la experiencia.

Después de esto, el té fue llevado deun punto a otro en la ruta de la seda, siem-pre que un mercader de jade, o piedraspreciosas, o seda, paraba a descansar,hacía té y lo ofrecía a quien estuviera cer-ca, así estuviese en conocimiento del té ono. Este fue el principio de las Chaikhanas,las casas de té que fueron establecidas portodo el camino desde Pekín a Bokhara y

Samarkanda; todos aquellosque probaban, sabían.

Nótese bien que al princi-pio eran solamente los podero-sos y los que pretendían serhombres de conocimientos,quienes buscaban la bebida ce-lestial y quienes también decían:–Pero esto no es sino hojas se-cas– o ¿por qué hierven agua,cuando lo único que quiero esla bebida celestial?, ¿cómo sé loque es esto?, compruébenmelo,además el color del líquido noes de color oro, sino ocre.

Cuando al fin la verdad sesupo, y cuando el té se trajopara que todo el que quisiera loprobara, los papeles cambiaron,y los únicos que decían las co-sas que habían sido dichas porlos poderosos y los inteligentes,eran los tontos de remate.

Y así es el caso hasta nues-tros días.

Del libro“Sufismo en Occidente”

La historia del Té

Por Néstor Alfredo Noriega

Pascua Liberación=

“Derecho Viejo”Página 6

Sogyal RimpochéMonje Budista Tibetano

Enseñanzas del Budismo Tibetano

Las enseñanzas nos dicen qué es loque debemos conocer, pero, para lle-gar a un conocimiento personal, tam-bién debemos emprender nuestropropio viaje. Ese viaje puede condu-cirnos a través de toda clase de sufri-mientos, dificultades y dudas, que lle-garán a ser nuestros más grandes maes-tros. Por medio de ellos aprenderemosla humildad necesaria para reconocernuestras limitaciones, y por medio de ellosdescubriremos la valentía y la fuerza in-terior que nos hacen falta para liberarnosde nuestros viejos hábitos y nuestraspautas de conducta establecidas, ypara entregarnos a la vasta visión deauténtica libertad que nos ofrecen lasenseñanzas espirituales.

Estamos tan habituados a mirar hacia afuera que hemos perdido casipor completo el acceso a nuestro ser interior. Nos asusta mirar hacia den-tro, porque nuestra cultura no nos ha dado ninguna idea de lo que vamos a encon-trar. Incluso podemos pensar que si lo hacemos nos exponemos a la locura. Éstaes una de las últimas y más logradas trampas de nuestro ego para impedir quedescubramos nuestra auténtica naturaleza.

Así pues, hacemos nuestra vida tan agitada que eliminamos hasta el menorriesgo de mirar hacia nosotros mismos. Incluso la idea de meditar puede asustar.Al oír las expresiones "ausencia de ego" o "vacuidad", se cree que experimentartales estados ha de ser algo así como ser arrojado por la escotilla de una naveespacial para flotar eternamente en un vacío oscuro y helado. Nada podría estarmás lejos de la verdad. Pero en un mundo dedicado a la distracción, el silencio yla quietud nos aterrorizan, y nos protegemos de ellos por medio del ruido y lasocupaciones frenéticas. Contemplar la naturaleza de nuestra mente es loúltimo que nos atreveríamos a hacer.

Servir al mundo por medio de la unión dinámica de la sabiduría y la compasiónequivaldría a participar de la manera más eficaz en la conservación del planeta. Losmaestros de todas las tradiciones religiosas del mundo comprenden actualmente que laformación espiritual no sólo es esencial para monjes y monjas, sino para todas laspersonas, sean cuales sean sus creencias y su forma de vida. La naturaleza del desarro-llo espiritual es intensamente práctica, activa y eficaz. Debido al peligro que nos amena-za a todos, es esencial que no sigamos concibiendo el desarrollo espiritual como unlujo, sino como un requisito para la supervivencia.

Dice una conocida enseñanza tibetana: "Cuando el mundo está lleno de males,hay que convertir todos los contratiempos en vías de Iluminación".

El momento de la muerte constituyeuna tremenda oportunidad, si compren-demos claramente lo que ocurre y noshemos preparado bien en vida. En elmomento real de la muerte, la mente-ego,la mente que piensa, muere en la esencia,y en esta verdad se produce la Ilumina-ción. Si nos familiarizamos con la verda-dera naturaleza de la mente por medio dela práctica mientras vivimos, nos vamospreparando para su revelación espontá-nea en el momento de la muerte. Enton-ces el reconocimiento se produce tannaturalmente como corre un niño haciael regazo de su madre.

Permaneciendo en ese estado, que-damos liberados.

Trabajemos en estoscambios ahora, durantela vida: ésta es la autén-tica manera de preparar-se para la muerte.

La vida puede estarllena de dolor, sufrimien-to y dificultades, perotodas estas cosas sonoportunidades que senos presentan para ayu-darnos a avanzar haciauna aceptación emocio-nal de la muerte. Sólocuando creemos quelas cosas son perma-nentes nos negamos laposibilidad de apren-der del cambio.

Cada vez que las pér-didas y las decepcionesde la vida nos dan unalección sobre laimpermanencia, nos lle-van más cerca de la ver-dad. Cuando se cae des-de una gran altura, sólohay un lugar al que sepuede ir a parar: al sue-lo; el suelo de la verdad.Y si se tiene el conoci-miento que proviene dela práctica espiritual, lacaída no es en abso-luto un desastre sinoel descubrimiento deun refugio interior.

Las personas que empiezan ameditar suelen decir que sus pensa-mientos se alborotan, que se vuel-ven más indómitos que nunca. Peroyo las tranquilizo diciéndoles que esaes una buena señal. Lejos de signi-ficar que sus pensamientos se hanvuelto más frenéticos, significa queusted se ha vuelto más sereno ypor fin se da cuenta de lo ruido-sos que han sido siempre suspensamientos. No se desaliente nise rinda. Surja lo que surja, ustedsiga estando presente, manténgasefiel a la respiración aún en medio detoda la confusión.

La auténtica gloria de la medita-ción no depende de ningún método,sino que reside en su experiencia con-tinua y viva de estar presente, en sudicha, claridad y paz, y lo más importan-te, en la completa ausencia de apego.

La disminución del apego es señalde que se está volviendo usted máslibre de sí mismo. Y cuanto más experi-mente esa libertad, más clara será la se-ñal de que el ego, junto con las esperan-zas y los temores que lo mantienen vivo,se está disolviendo, y más se acercará ala infinitamente generosa "sabiduría de laausencia de ego". Cuando more en esehogar de sabiduría, ya no encontrará nin-guna barrera entre "yo" y "tú", "esto" y"aquello", "dentro" y "fuera"; habrá llega-do por fin a su verdadero hogar, el esta-do de no dualidad.

Resulta verdaderamente extraordionario que nuestra mente no pueda estarse quietamás de unos pocos instantes sin anhelar distracción; es tan inquieta y desasosegadaque a veces pienso que, al vivir en una ciudad del mundo moderno, ya somos comolos seres torturados del estado intermedio que sigue a la muerte, donde se dice que laconciencia es angustiosamente desasosegada.

Estamos fragmentados en muchos aspectos distintos. No sabemos quién somosen realidad, ni con qué aspectos de nosotros mismos deberíamos identificarnos ni encuáles creer. Son tantos los dictados, voces y sentimientos que luchan por con-trolar nuestra vida interior que nos encontramos dispersos por todas partes, entodas direcciones, sin dejar a nadie en casa.

La meditación, entonces, es llevar la mente a casa.

Que nos tomemos la vida en seriono quiere decir que debamos pasarlameditando como si viviéramos en lasmontañas del Himalaya o en el Tibetde los antiguos tiempos. En el mundomoderno hemos de trabajar y ganar-nos la vida, pero no debemos enredar-nos en una existencia "de nueve a cin-co" sin prestar ninguna consideraciónal sentido profundo de la vida.

Nuestra tarea consiste en encon-trar un equilibrio, encontrar el ca-mino del medio, aprender a no vol-carnos en preocupaciones y activi-dades accidentales, sino a simplifi-car nuestra vida cada vez más. Laclave para encontrar un equili-brio feliz en la vida moderna esla sencillez.

Para sobrevivir en el camino espiri-tual tenemos que afrontar muchos de-safíos y tenemos mucho que aprender.Hemos de descubrir la manera de cómoenfrentarnos a los obstáculos y las difi-cultades; la manera de manejar las du-das y de reconocer las opiniones erró-neas; la manera de inspirarnos cuandomenos nos apetece, la manera de com-prendernos a nosotros mismos y nues-tros estados de ánimo; la manera de tra-bajar con las enseñanzas y las prácticase integrarlas; la manera de evocar lacompasión y de aplicarla en la vida; lamanera de transformar nuestro sufri-miento y nuestras emociones.

En el camino espiritual, no se podríainsistir lo suficiente en ello, todos necesi-tamos el apoyo y el buen fundamento queproporciona el conocer verdaderamente lasenseñanzas. Cuanto más estudiemos ypractiquemos, más encarnaremos el dis-cernimiento, la claridad y la intuición. Des-pués, cuando la verdad llame a nuestrapuerta, la reconoceremos con plena certi-dumbre y la acogeremos de buena gana,porque ya habremos adivinado que muybien puede ser la verdad acerca de quiénsomos en realidad.

A menudo la gente me pregunta:“¿Cuánto rato hay que meditar? ¿Y cuán-do? ¿Debo practicar veinte minutos porla mañana y por la noche o es mejorque haga varias prácticas cortas a lolargo del día?” Sí, es bueno meditardurante veinte minutos, aunque eso nosignifica que veinte minutos sea el lími-te. No he visto en ningún lugar de loslibros sagrados que se hable de veinteminutos. Creo que es una idea que hasurgido en Occidente, y yo la llamo “Me-ditación según el horario occidental”.

La cuestión no es cuánto tiempodura la meditación; la cuestión es si lapráctica le lleva efectivamente a ciertoestado de presencia mental, en el quese encuentra usted un poco abierto ycapaz de conectar con la esencia de sucorazón. ¡Cinco minutos de prácticaatenta son mucho más valiosos queveinte minutos de dormitar!

La iluminación es real; y todos no-sotros, seamos quienes seamos, conuna práctica adecuada y en las circuns-tancias adecuadas, podemos compren-der la naturaleza de la mente y de estemodo llegar a conocer en nosotros mis-mos aquello que es inmortal y eterna-mente puro. Esta es la promesa de to-das las tradiciones místicas del planeta,y se ha cumplido y sigue cumpliéndoseen incalculables millares de vidas hu-manas. Lo maravilloso de esta prome-sa es que no se trata de algo exóticoni fantástico ni reservado a una elite,sino que es para toda la humanidad,y cuando la comprendemos, nos di-cen los maestros, resulta inespera-damente vulgar.

La verdad espiritual no es algo com-plejo y esotérico, sino que, de hecho,es simple sentido común. Cuando secomprende la naturaleza de la mente,se desprenden las capas de confusión.En realidad, no se "convierte" uno enun buda, sino que, sencillamente, pocoa poco deja de estar engañado. Y ser uniluminado no es ser una especie de su-per-hombre espiritual omnipotente, sinollegar a ser por fin un verdadero serhumano.

Sabiduría

“Derecho Viejo” Página 7

Hace mucho tiempo, vivió en Greciaun joven rey llamado Admeto. Su reino noera grande, y sus riquezas eran modestas,pero Admeto poseía la sabiduría del buengobernante, característica que incluso hoydía es difícil de encontrar entre los quegobiernan. Una tormentosa noche, unmendigo harapiento llamó a las puertas delpalacio. El rey lo recibió, y se encargó deque fuese bañado, vestido y alimentado.Los vasallos se miraban unos a otros, con-fundidos: ¿de dónde había venido estemendigo, si en el reino de Admeto inclusoel más pobre tenía tierras y vivía tranqui-lo? El rey mismo preguntó al pobre hom-bre acerca de su patria, pero éste no quisohablar del tema: «¡Oh, magnánimo rey,que los dioses te bendigan por tu hospita-lidad! No tengo ningún lugar a dónde ir.Por favor, tómame como sirviente, aun-que sea sólo por un año. Te aseguro queno encontrarás persona más fiel».

Admeto se compadeció del mendigo,y consintió a su pedido. Pronto el rey supoque este hombre era especial: con una pe-queña cítara de madera, el otrora harapien-to mendigo comenzó a tocar música tansublime que muchos comenzaron a pen-sar que era la reencarnación del legenda-rio Orfeo.

Así pasó el tiempo, tan desapercibidocomo seguro, hasta que una noche, en laque se cumplía un año exacto de su llega-da, el misterioso extranjero anunció al rey:

—Preguntaste hace un año por mi pa-tria, buen rey. No te contesté entoncesporque mi patria no está en ningún reinomortal. Fui exiliado por haber ofendido alrey de los dioses. Pero ya he cumplido micondena, y puedo al fin reclamar mi divi-nidad. ¡Yo soy Apolo, dios de la luz!

Las sonrisas incrédulas de los corte-sanos pronto cambiaron a muecas de sor-presa cuando el pequeño hombre se trans-formó en una resplandeciente divinidad:

— De hoy en adelante, todos los dio-ses sabrán que el rey Admeto es el másjusto y hospitalario de todos los monar-cas. Si alguna vez precisas mi ayuda, sólotienes que llamarme.

Admeto era todavía joven, y cuando latranquilidad de su reino lo aburría, se es-capaba en busca de aventuras: viajó conJasón y los argonautas en busca del Vello-cino de oro, y conoció tierras lejanas quepocos griegos habían visto antes. En el largoviaje, trabó una gran amistad con el másfamoso de los héroes griegos, Hércules.

Llegó finalmente el día en que el reyse cansó de las aventuras y se dedicóde lleno al gobierno de su pueblo. Peroincluso entonces, cuando la madurez lohabía alcanzado, una última aventuraconsiguió tentarlo: Se rumoreaba queAlcestis, la hermosa princesa del reinovecino, tenía tantos pretendientes que supadre se había visto obligado a crear unadifícil y extraña prueba: sólo el hombreque pudiese atar un jabalí y un león a unmismo carro de combate y conducirlo ala ciudad, sería considerado digno de to-mar como esposa a la princesa. Admetono era demasiado fuerte ni astuto, pero sícontaba con el favor de Apolo. Convoca-do por su antiguo benefactor, el dios bajódel Olimpo, ató ambos animales a un ca-rro de oro y con su poder los hizo dóciles,permitiendo a Admeto hacer su entradatriunfal y ganar así la mano de Alcestis.

Como regalo de bodas, Apolo concedió

Admeto y Alcestis

Escribe:Federico Guerra

* Lo Sagrado (en esta historia, re-presentado por Apolo) siempre se nospresenta disfrazado, escondido bajootra apariencia (o tal vez sea que noqueremos verlo). De ahí la importan-cia de la hospitalidad de Admeto, querecibe a lo Sagrado en su hogar demanera desinteresada.

* La prueba para ganar la manode Alcestis en matrimonio es muy sim-bólica: como ya vimos en las docepruebas de Hércules, el león y el ja-balí tienen sus importantes significa-dos: El león simboliza el poder (ya seafísico, político o espiritual), mientrasque el jabalí representa las pasionesde la vida mundana. No sólo son ani-males difíciles de domar, sino que ade-más el rey debe hacer que trabajenjuntos, que empujen hacia una mis-ma meta. Es esta una metáfora de loque debe ser el gobierno de uno mis-mo: que el poder y la pasión tiren ha-cia una misma meta, siempre dirigi-dos por la mano firme del auriga (laConciencia). Para ganar el amor delmundo espiritual, el héroe debe do-minar ambas bestias: el poder no exis-tirá entonces para defenderme y sen-tirme seguro en mi propio mundo, sinopara salir afuera y conocer ese vastocosmos que es, en realidad, mi ver-dadero yo. En otras palabras, el po-der no existe para mantener esta vidasuperficial, sino para, justamente,

darnos fuerza para rasgar el velo dela apariencia y contemplar sin miedoel rostro verdadero del universo. Lomismo sucede con la pasión. La ma-yoría de nosotros, desafortunadamen-te, vivimos dejando que estos dos ani-males nos lleven adonde ellos quie-ran...

* Nadie puede morir en nuestro lu-gar. Esa es una ley que todos los hom-bres y mujeres que nos han precedi-do han tenido que experimentar encarne propia. ¿Qué significa enton-ces comprender nuestra propia muer-te, asumir que un día lo que somosdejará de ser? Y lo que muchas ve-ces deprime al hombre: saber tambiénque el mundo seguirá girando, y quenuestra muerte tendrá poco o nadade impacto en la gigantesca historiadel universo...

* Cuando la muerte viene a bus-carnos, ya estamos enfermos desdehace tiempo. Ni nuestros «padres»(nuestro pasado, nuestra experienciay conocimientos) ni nuestros “hijos”(nuestro futuro, nuestros deseos yexpectativas) ni nuestros amigos(nuestro presente; todo lo que cons-tituye mi yo presente) pueden salvar-nos de morir. Estamos enfermos detrivialidad, y para mantener esta en-fermedad, somos capaces de dejarmorir todo lo verdadero de nuestra

vida. ¿De qué vale ganar el mundo,si perdemos nuestra alma?

* Parte de nosotros teme a la muer-te. Y otra parte comprende que esinevitable. Sencillamente es una cues-tión de comprender que el miedo esalgo natural, y que, si es inevitable,entonces no hay demasiado por loque preocuparse. La muerte sólo des-truye lo que estaba destinado a serdestruido. “Cuando la muerte estápresente, yo ya no estoy; y cuandoyo estoy presente, la muerte no está”,solía decir el filósofo griego Epicuro.Sólo nuestro verdadero Ser puedehacerle frente a la muerte, mientrasel resto del mundo se desvanececomo un espejismo. El verdadero Serde Admeto está simbolizado por su es-posa, Alcestis.

* Una versión de este mismo mitodirectamente descarta la presenciade Hércules, diciendo que Alcestis fuedevuelta a la vida por la reina delInframundo, Perséfone, que se apia-dó de ella. Pero, en este caso, creoque la presencia de Hércules marcaun aspecto que no podemos dejar delado: el héroe que es el mediador en-tre Admeto y Alcestis. Sólo recuperan-do el sentido heroico de la vida (re-presentado por Hércules), puedeAdmeto reclamar aquello que había sa-crificado por miedo a lo desconocido.

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

al rey una extraña bendición: el día que lamuerte viniese a buscarlo, podría salvarsesi alguien se ofreciese a morir en su lugar.

Algunos años después, Admeto cayógravemente enfermo. Una sombra comen-zó a pulular por las calles de la ciudad,arrastrándose hasta llegar al Palacio: era laMuerte, que venía a buscar a Admeto.

Curiosamente, cuando estaba al pie dela cama del moribundo rey, la Muerte sedetuvo, como si estuviera esperandoalgo. El resto de los presentes mante-

nía una prudencial distancia de la oscura vi-sitante: «Vengo a buscar a Admeto, peroApolo me ha dicho que puedo llevar a al-guien que se ofrezca a acompañarme en sulugar».

Miró la Muerte a todos los presentes,pero sólo reinó el más pesado de los silen-cios. Los ancianos padres de Admeto seexcusaron, diciendo que todavía no que-rían morir. «Somos demasiado jóvenes...»,argumentaron a su vez los hijos. La Muer-te miró entonces a los amigos, y éstosdesviaron la mirada, argumentando que nopodían morir todavía, porque tenían sus

propias vidas de las que ocuparse. Nin-gún sirviente ni ciudadano en todo el reinoquería abandonar la vida. Jamás hubo reyque se sintiese más solo y miserable queAdmeto en ese momento, viendo cómo na-die quería dar la vida por él.

« Iré yo », dijo entonces con firmeza lareina Alcestis. Nadie de los presentes

osó mirarla a los ojos.“Muy bien. Vendré a bus-

carte mañana”, respondió laimpasible Muerte.

El rey se levantó total-mente recuperado, pero sualegría duró poco: ¿de quéservía vivir ahora si iba aperder lo más importante desu vida? Admeto no quisoabandonar a su reina, y semantuvo a su lado, lloran-do, el resto del día.

Quiso el Destino, sinembargo, que al día siguien-te llegase al reino un viejoamigo del rey, que volvía decompletar uno de sus famo-sos trabajos: Hércules. Elhéroe encontró que toda lagente del palacio estaba su-mida en el más triste luto.

Su propio amigo, Admeto apenas si esbo-zó una fugaz sonrisa al verlo.

A pesar de esto, Hércules fue recibidocon la mayor hospitalidad, y se celebró unbanquete en su honor. En medio del fes-tín, Hércules preguntó a una sirvienta lacausa del malestar general. La muchachale contó entonces acerca del sacrificio dela reina Alcestis y de cómo la muerte ven-dría a buscarla al anochecer. El héroe cayóentonces en la cuenta de la profunda hos-pitalidad del amigo que lo había recibidotan atentamente incluso en el peor de losmomentos. Hércules no podía quedarse

de brazos cruzados ante tamaña tragedia.Y así el héroe montó guardia, sin decir

nada a su amigo, en las puertas del Pala-cio. Una oscura noche sin estrellas cu-brió como un manto el reino. Hércules se-guía vigilante, su mirada tranquila pero se-ria: sabía que le esperaba una pelea difícil.

Finalmente, la vio venir. Y, ante su pre-sencia, incluso el más fuerte de los héroessintió miedo.

“¡Yo soy Hércules, hijo de Zeus! ¡Cual-quiera que quiera llevarse a la esposa demi amigo, tendrá que vencerme a mí pri-mero!”, gritó el semidios, cruzándose enel camino de la Muerte.

Superada la sorpresa inicial, la oscurafigura se abalanzó sobre él, y comenzóentonces una feroz lucha. Hércules sintiócómo las manos de la parca robaban len-tamente su vida, pero haciendo acopio detoda su fuerza, se soltó del frío abrazo ycomenzó a golpearla con su mazo. LaMuerte finalmente se rindió, cansada ydolorida, ante el primer y único mortal quela había derrotado, y prometió no llevarsea la reina hasta dentro de mucho tiempo.Un ciudadano que había visto la lucha y lapromesa, corrió y dio la buena noticia al rey.Cuando buscaron a Hércules para agrade-cerle, sin embargo, éste ya se había ido.

Admeto y Alcestis vivieron felices elresto de sus días y, en su vejez, cuando laMuerte volvió al reino, ambos decidieronacompañarla juntos.

Desde lejos nos enseñan

“Derecho Viejo”Página 8

Los ángeles armadosJunto con los españoles entró la reli-

gión católica, y es paradójico que una re-ligión que predica la paz, el amor, la bon-dad, tuviera que entrar a sangre y fuego.Es que también debo reconocer que misantepasados defendieron lo suyo hasta lamuerte y el único idioma que entendíanera el de la violencia. Entonces se com-prende que uno de los sistemas emplea-dos para la conversión fuera que el con-quistador español reuniera a toda la tribuen el pueblo recién fundado y ordenara:“Mañana a las 10, todos ustedes se bauti-zarán. El que no lo haga será pasado porlas armas”. También se entiende así, por-que en la iglesia de mi tierra los cuadrosque representan ángeles de la corte celes-tial, los muestran armados, con arcabucesy espingardas de la época.

Y es curioso el escaso número de sa-cerdotes católicos indígenas y más raroaún que haya prelados de nuestra raza.Aún en nuestros días, vemos obispos ne-gros o amarillos, pero jamás alguno de pielcobriza. Conversando y atando cabos he

llegado a la conclusión de que la IglesiaCatólica no confía en los indígenas. Pare-ce que piensa algo bastante cierto. Por másque aparentemente un aborigen esté total-mente convertido y evangelizado, en suinterior late lo que ellos llaman paganis-mo, y que se exterioriza en cualquier mo-mento. Como esos cachorros de anima-les salvajes que aún nacidos en cautivi-dad, al menor estímulo o con el paso deltiempo, manifiestan sus instintos o su fe-rocidad.

En ese sentido, la Iglesia ha tenidoamargas experiencias, que en su tiempodieron bastante trabajo a la Santa Inquisi-ción. Con muy buen criterio, la iglesiaseleccionaba a los indios más inteligentesy desde pequeños se los encaminaba en lavida piadosa y cristiana. Pero lo ancestralseguía latiendo en ellos y nunca acepta-ban completamente esa teología extraña asu modo de ser. Y con el pueblo ocurriólo mismo. Hasta ahora, se habla delsincretismo andino, de esa mezcla extra-ña de religión católica y de ritosprehispánicos, que produce esas fiestasllenas de danzas y representaciones, sim-biosis de lo español y lo indio. Eso esaceptado a regañadientes por los curas;ya los primeros misioneros se dieroncuenta de que iba a ser difícil extirpar de

las almas de sus antepasados todo lo an-terior, así que prefirieron hacer esa mez-cla que perdura. Algunos más exaltadosquisieron prohibir esas manifestaciones,con el resultado de que el indígena se apartócalladamente de la iglesia, o derivó ennuestros días hacia el protestantismo.

Este otro credo, ayudado por ilimita-dos recursos económicos, se ha lanzadoa la tarea de cristianizar a los aborígenes.Y los pastores, generalmente norteameri-canos saben que cada alma que convier-ten significa dólares. Ellos sí que quierensacar un nuevo ser, cristiano y europeo.Para eso tienen modernas técnicas, conlas que hacen un completo lavado de ce-rebro al individuo. Como resultado, unproducto indígena por afuera, pero quehabla español, a veces inglés y ha adopta-do los valores culturales europeos.

Lo peor es que son totalmente depen-dientes de sus pastores (jamás estuvo tanbien colocado el nombre) y cuando lesfaltan sus conductores, el rebaño perece.Hay entre los protestantes, pastores indí-genas, pero que sólo se limitan a repetir lo

que aprendieron de memoriao lo que les introdujeron a pre-sión. Sólo saben hablar con laspalabras de sus amos.

Para tener una idea de loque pasa con la religión en lascomunidades indígenas, esesclarecedor el libro de Mo-nast: “Los indios aimaraes”.

Y las propias palabras deun aborigen, el chiriguanoBasilio Soria, de Yacui, Salta,acerca de las prácticas religio-sas en su asentamiento indí-

gena, del cual es cacique, son: “Entrenuestra gente, por un lado están los angli-canos, y por otros lado están los que noson católicos ni anglicanos. Ellos no tie-nen problemas, no se meten con ningunode los dos. Cada religión tiene su supervi-sor y siempre andan vigilando por dóndeva la juventud, adónde va, a qué horaduerme, con quién va, o sea que ellos li-mitan la libertad del adolescente. ¿Qué pasasi no les hacen caso? Se incorporan al ca-tolicismo o se incorporan con los angli-canos. Y eso es muy común que pase, otambién que vuelvan a la parte de los noreligiosos. Esas son las tres ideas que exis-ten en la comunidad...” (Suplemento Cul-tura y Nación, Clarín, 27-5-82).

Producir muchos ceferinosLa misión católica presiona a niños y

adolescentes. La misión protestante, es-pecialmente sobre los adultos.

Ambas crean en nosotros la descon-fianza hacia nuestro propio cuerpo decreencias tradicionales.

Los misioneros protestantes actúanmás violentamente hacia la Pachamama ysus ritos.

La misión católica acelera mucho másla aculturación, pues educa a los niños yjóvenes en una comunidad de costumbres

europeas (“occidentales”), la obliga a ex-presarse en idioma español, y trata de queel indio pierda todo rasgo combativo. Elproducto final que busca es un CeferinoNamuncurá.

Los indios vivimos en una encrucijadade religiones donde se juntan las creen-cias originarias, el cristianismo católico yel cristianismo protestante.

Estos dos últimos credos, propagadospor misioneros españoles y norteameri-canos, y apoyados en el prestigio del blan-co, están acabando con las pautas ances-trales, sin conseguir tampoco que los na-turales se integren definitivamente a lasreligiones cristianas.

Los religiosos, misioneros en su ma-yoría, tienen como misión fundamentalevangelizar, no lo olvidemos. Para esoestán formados, para eso los mandan y aese fin están orientados todos los recur-sos y sus esfuerzos.

La elevación de nuestro nivel de vida,o el suministrarnos información de otrotipo, son objetivos secundarios.

Tampoco permiten que nos organice-mos, ni crean las condiciones para quenosotros mismos busquemos las solucio-nes; para ellos, aún ahora: “...los indíge-nas son como niños” (Suplemento cultu-ral Clarín, 27-9-84).

Son los mismos que se preguntabanhace siglos si los indios éramos seres hu-manos dotados de alma o si éramos paga-nos o herejes, sin saber, o quizás asabiendas, que de las respuestas depen-día el tratamiento que nos darían.

Recién en la Constitución Argentina de1949 se suprimió la cláusula que, en laConstitución de 1853, obligaba al Gobier-no Nacional a “conservar el trato pacífi-co con los indios y promover la conver-sión de ellos al catolicismo”.

Más impensable es que los misionerosprocuren hacernos revalorizar nuestropasado, o nuestra propia cultura. Implicaun riesgo muy grande para ellos, puessuponen que pueden aparecer nuestrasantiguas religiones.

Efectivamente, la iglesia, durante laconquista, gastó mucho, en sangre y di-nero, para extirpar nuestras antiguascreencias, como para darse el lujo de queafloren nuevamente..

Tal vez por eso, los misioneros ahoracatequizan en español y, sean católicos oprotestantes, ya han dado un paso ade-lante, por eso han abandonado las lenguasaborígenes que usaron como herramientade penetración al principio.

OpinionesUna opinión sobre la religión, la sumi-

nistra el presidente del centro Kolla, Asun-ción Ontiveros Yulquila: “Entre Salta yJujuy, los kollas somos aproximadamenteunas 400.000 personas. En todo el país,entre argentinos y bolivianos, los Kollasascienden a 700.000 personas. Muchoshan debido emigrar a las ciudades paraconseguir trabajo. Sin embargo, los queviven en el norte, en su mayor parte con-servan sus tradiciones y ofrendan a lapacha (La Pachamama), aunque ya no lohacen públicamente por la discriminacióncultural que hay de parte del gobierno y laIglesia. Por ejemplo, muchos curas, al lle-gar agosto, dedican sus homilías a atacar

estos actos de paganismo, satanismo yotras cosas. El kolla vive entonces muypresionado y se ve obligado a hacer unmestizaje para protegerse. Eso se da so-bre todo en el terreno religioso, dondemantiene todos sus rituales pero tambiénse persigna, reza el Padre Nuestro y to-das esas cosas”. (Suplemento semanal LaVoz, 29-05-83).

Otro parecer sobre la religión y el in-dígena, esta vez de otro lugar de la Ar-gentina: “Vemos entonces, como primerapunte, que el agregado de un nombre delsantoral católico al nombre y apellidoaraucano registra como verdadero estig-ma a llevar de por vida la impronta de aque-llo que historiadores eclesiásticos llaman‘la conquista espiritual del salvaje’. A cadaapelativo identificatorio se le anticipa elnombre provenido e impuesto desde otracultura, desde otra historia. A la vez eseestigma es el recuerdo permanente en cadauno del precio a pagar para ‘incorporarsea la civilización’, vale decir para subsis-tir. Bautizarse. Adoptar un nuevo Dios.Estructurar una familia sobre bases dis-tintas. Rezar en el idioma del conquista-dor. En la propia Constitución Nacionalesto aparece consagrado; es a la IglesiaCatólica que le corresponde la catequi-zación del indígena, único habitante dela nación para el que no rige el princi-pio de la libertad de cultos que ese mis-mo documento proclama. Este lento,persistente y constante proceso deaculturación va generando una situaciónen la que el mapuche identifica lo propiode su estirpe, de su ser social, de su pro-pio antepasado personal como ligado a lamuerte. Para seguir viviendo hay que serde otro modo, el modo del conquistador;dejar de ser lo que se es. Todos y cadauno amputados en sus propias raíces, lasque pasan a ser renegadas, repudiadas yaún desconocidas. En otro nivel se regis-tra lo contradictorio de ese proceso, por-que el sistema de creencias mapuche mes-tiza –tal como sucede en el altiplano– alcristianismo triunfante, y en secreto semantienen ritos, festividades y ceremo-nias colectivas” (“Mapuches, vida, locu-ra y muerte”. Jorge Pellegrini).

Sin embargo no todo es negativo. Haymuchos misioneros que son conscientesdel problema, y desarrollan una valiosalabor entre los aborígenes, como el R.P.Oscar Barreto en Neuquén y el R.P. Fran-cisco Nazar en Formosa. A ellos se debeel primer Encuentro de Pastoral Aborigen,donde por primera vez, se escuchó nues-tra propia voz. Se realizó en Buenos Airesen 1980; y un Segundo Encuentro enBariloche, en 1982.

Extraído de “Indiomanual”

La Iglesia y los indígenas“Francamente, por más que lo intente, no me agradan las gentes primitivas.

Me hacen sentir incómodo”.Aldous Huxley

Por Sixto Vázquez Zuleta TOQO

Oprimidos y opresores

“Derecho Viejo” Página 9

Estamos llamados a redescubrir la vo-cación cristiana y como religiosos en latercera edad. Dios llama a Nicodemo, unhombre maduro, un anciano.

La ancianidad no es sólo conclusiónde la vida. Tiene un sentido propio yhay que saber desentrañarlo. Jesús yNicodemo se encuentran y buscan en-tender el sentido del momento presen-te. ¿Quién es Nicodemo?

Hombre religioso, fervoroso. Fariseo,conocedor de la Ley, respetado, de buenaimagen. Es personaje importante entre losmismos fariseos. Tal vez demasiado pre-ocupado de su buena imagen. A los Fari-seos les gustaba encontrarse justificadospor sus cumplimientos... Aun tiene másmérito por haber permanecido fiel hasta

Encuentro de Jesús con Nicodemo (Juan 3,1-21)

Moisés, el hombre de la PascuaEs el hombre que “ha pasado” de una

experiencia a otra en su vida. Llegado a lamadurez espiritual de su ancianidad, yamás libre y purificado, Moisés puede mi-rar en dirección a la tierra prometida yvolver atrás su mirada hasta la partidadesde la esclavitud de su pueblo en Egip-to. El sendero ha sido recorrido de la manode Dios. Moisés puede recordar emocio-nado los pasos dolorosos, los aconteci-mientos desconcertantes.

Ahora, agradecido, puede mirar a suamado pueblo que, con él, “ha pasado”de una situación humillada hasta la ante-sala gozosa de su llegada a tierra madre.Dios ha pasado por su vida, el Dios de lainiciativa liberadora, y Moisés se ha unidoal paso de Dios, sin quedarse atrás y sin irmás lejos que el Señor de la Pascua.

El anciano puede ahora volver a can-tar su cántico con más amplitud y fuerzaque a orillas del Mar Rojo: “Mi fuerza ymi poder es el Señor, Él fue mi salvación”.(Exodo 15,1-4.813.17-18).

Allí en el Mar Rojo me encontraba yotambién; yo lo atravesé, yo estaba con Moi-sés. Desde mi Bautismo yo estoy invitadoa ser “hombre de la Pascua”. Ahora, yaanciano, me pregunto cuán lejos estoy demi Egipto. De ese Egipto de esclavitudesque arrastro conmigo, al mismo tiempoque me distancio de él.

¿En dónde estoy? ¿Tengo esa alegre con-fianza de Moisés, sabiendo que apenas unascolinas más me separan de la tierra prome-tida? ¿Cuál es mi situación pascual?

Moisés fue objeto de una providenciaespecial de Dios que le salva lavida. De niño, su existenciaestá en peligro. Tenía queser asesinado como losdemás niños varones de supueblo. Humanamente ha-blando, las mayores pro-babilidades estaban de par-te de la muerte. Normal-mente, hubiera podido serarrastrado por las aguas delNilo; en cambio, no sólo sesalva sino que encuentraprotección de la hija del Fa-raón y tiene la oportunidadde recibir una educación esmerada. Fue ins-truido en toda la sabiduría de los egipcios.

Desde nuestra consciencia de hombresde la tercera o cuarta edad, también pode-

Sentado y pensativo en la mesa de uncafé, miro hacia la calle cruzada por cen-tenares de personas, de un lado al otro,durante horas. Entre el mirar y el pensarhacia fuera, un mirar más profundo meatrae y me preocupa: el de mi interior, esdecir, el que me hace ver más allá de lagente y de sus actitudes y costumbres,que son una parte viviente del mundoactual.

Si tenemos en cuenta lo que nosmuestra la televisión, lo que veo en miinterior es oscuro y comprometedor. Haymalestar, angustia, inquietud, miedo, con-fusión en el fondo de esa visión interior…La sociedad es un conjunto de horrores,y no se sabe qué hacer cuando se analizaeste panorama cultural (o socio cultu-ral), con contínuos asaltos, secuestros,crímenes con inusitada violencia e im-punidad. Al mismo tiempo, vienen a nues-tra memoria los valores humanos másbellos y trascendentes, como luna cata-rata de bienes y mágicos conocimien-tos que buscaran lugar dentro y fuerade nosotros: el arte, la naturaleza, lacultura de todos los siglos.

El hombre, capacitado para vivir ce-lebrando la belleza, el amor, la conviven-cia sin los peores intereses, ¿podrá algu-na vez dar prueba de sus sublimes facul-tades, que hoy parecen sepultadas e ig-

Entre el Paraíso y la Realidad

Escribe:Alberto Luis

Ponzo

noradas? ¿Podrá hacer de la sociedad unparaíso de honradez, justicia, grandezaespiritual y fe en la condición humana?

Mientras termino mi café, lo pregun-taría a los que pasan a mi lado, poseídospor el vértigo de vivir y cumplir sus ne-cesidades elementales. Sobre ellos, comosobre mí ahora, pensativo y muy alar-mado por lo que ocurre en el mundo, nodeja de pesar toda la realidad, tal vez comoha sucedido en otros tiempos y en cir-cunstancias de nuestra historia.

Ya en la calle –un ser más que se sien-te latir entre los sucesos amenazadoresde cada día- repito una de las Voces deAntonio Porchia: CUANDO EL MALCRECE, EL PEQUEÑO BIEN SEAGRANDA.

¡Cómo reconforta pensar en este“pequeño bien” de creer y saber que sehundirá en el olvido “el mal que crece”,por obra y gracia del espíritu humano!

Una noche, mientras se hallaba en oración, el hermano Bruno se vio interrumpidopor el croar de una rana. Pero, al ver que todos sus esfuerzos por ignorar aquel sonidoresultaban inútiles, se asomó a la ventana y gritó: ¡Silencio! ¡Estoy rezando!

Y como el hermano Bruno era un santo, su orden fue obedecida de inmediato: todoser viviente acalló su voz para crear un silencio que pudiera favorecer su oración.

Pero otro sonido vino entonces a perturbar a Bruno: una voz interior que decía:"Quizás a Dios le agrade tanto el croar de esa rana como el recitado de tus salmos."

"¿Qué puede haber en el croar de una rana que resulte agradable a los oídos deDios?" fue la displicente respuesta de Bruno. Pero la voz siguió hablando: "¿Por quécrees tú que inventó Dios el sonido?"

Bruno decidió averiguar el por qué. Se asomó de nuevo a la ventana y ordenó:"¡Canta!” Y el rítmico croar de la rana volvió a llenar el aire, con el acompañamientode todas las ranas del lugar.

Y cuando Bruno prestó atención al sonido, éste dejó de crisparle, porque descubrióque, si dejaba de resistirse a él, el croar de las ranas servía, de hecho, para enriquecerel silencio de la noche.

Y una vez descubierto esto, el corazón de Bruno se sintió en armonía con el uni-verso, y por primera vez en su vida comprendió lo que significa orar.

La oración de la rana

Anthony De Mello SJ

mos mirar al niño que fuimos, al adolescen-te que desde temprana edad fue tambiénobjeto de una especial providencia de Dios...

¡Cómo no reconocer su mano en todoese largo paso de nuestra infancia, rodeadade cariño y protección en nuestra familia,en el colegio, en el seminario!... Cada unode nosotros puede leer en su propia vidalas páginas de la predilección de Dios...El sólo hecho de permanecer en la Fe sig-nifica la especial providencia de Dios, queno ha permitido fuésemos arrastrados porla corriente del mundo indiferente.

¡Qué alegría debe procurarnos expe-rimentar esta poderosa mano de Dios so-bre nuestras cabezas blancas de canas!¡Qué importante es que aprovechemosnuestra inclinación a recordar el pasado,no para nostalgias o inútiles comparacio-nes con los tiempos actuales, sino parallenar nuestra ancianidad con un profun-do sentido de gratitud!

Moisés se muestra en la mitad de suvida como un hombre generoso, que secompromete con su pueblo y con su Dios.Quiere hacer algo grande en su vida. Seentrega al servicio de la liberación de supueblo, en vez de preferir quedarse en lascomodidades que le brindaba su perma-nencia en la corte del Faraón. Se entregavalientemente al servicio de sus herma-nos de raza. Le duele la injusticia; se sien-te llamado a reconstruir la unidad de supueblo y hacerlo libre. Es el Moisés de losgrandes ideales.

Somos también nosotros, que un díatambién nos entusiasmamos por la fasci-

nante persona de Jesucris-to y quisimos poner nues-tras vidas dedicadas a laaventura de seguirlo de cer-ca. Como él, quisimos en-tregarnos al servicio denuestro pueblo. Nuestrosueño fue la pertenenciacercana a Jesús y la tareasobrehumana de la Evange-lización, hechos pobres,obedientes y castos.

Como para Moisés, fuetambién necesario para no-sotros descender de la nube

y encontrarnos con nuestro pueblo parahablarle de las cosas de Dios (Éxodo 19,25).

Extraído de“Bienaventurados los viejos”

la edad provecta... Pero hay un rechazosutil hacia los pecadores. Él piensa ser unhombre que busca la Voluntad de Dios.¿La buscan los otros que son pecadores?Los fariseos no necesitaban la gracia. Sela podían con la ética y los preceptos...

Una cosa muy buena tiene Nicodemo:se inquieta por Jesús. Necesita averiguarcuál es la voluntad de Dios en este hom-bre carismático que sana a muchos y quepredica la proximidad del Reino... Va “denoche”... ¿por miedo a perder prestigio?¿por tener mayor tranquilidad?

Inicia el diálogo expresando su certe-za de que Jesús viene de parte de Dios.Jesús no le sigue en esa pista. Lo descon-cierta, lo saca de su seguridad, de su ac-titud de hombre superior que viene a cer-

Por Esteban Gamucio

ciorarse de lo que ya sabe. Jesús le diceque “tiene que nacer de nuevo”, que tieneque entrar en el riesgo que significa en-tregarse al Espíritu de Dios que sopla pordonde quiere. Dios no es susceptible deencajonarse en preceptos y seguridadeshumanas... Hay que nacer de nuevo... Hayque abrirse a lo inesperado... El Espíritues inmanejable. Jesús lo quiere llevar a lagratuidad de Dios que nos ama y nos lla-ma...

Para nosotros, es necesario abrir losojos de un modo nuevo. También nos lla-ma a nacer, en nuestra tercera edad. Serviejo no es sólo estar en la etapa de la con-clusión de la vida. “De noche” tenemosque acercarnos a Jesús, descubrir los sig-nos, escuchar las voces profundas que

acompañan nuestro atardecer... Podemoshablar de vida ascendente. Porque a losojos de la Fe, la vida no vale por ser joveno ser viejo, no vale por nuestras segurida-des humanas; vale por ser vida, tal comoes, con nuestras limitaciones.

La Esperanza es la que le da el toquede autenticidad al proceso de envejeci-miento. La Esperanza es nacer de nuevo.

Para ello, lo primero es la aceptaciónde nuestra realidad de tercera edad. Acep-tarla como don y no como resignación ofatalidad. No ocultar mi condición de vie-jo: mis canas, mis arrugas, mis apaga-mientos... ¡Puedo nacer de nuevo!

Esteban GamucioExtraído de “Bienaventurados los viejos”

Sin principio ni final

“Derecho Viejo”Página 10

Buscando el rostro... XV - Resonancias - I -

Elevación - Salmo 41 (42), 2-6

Como la cierva sedientabusca las corrientes del agua,

así mi alma suspira por ti, mi Dios;Mi alma tiene sed de Dios,

del Dios viviente:¿cuándo iré a contemplar

el rostro de Dios?Las lágrimas son mi único pan

de día y de noche,mientras me preguntan sin cesar:

“¿Dónde está tu Dios”?Al recordar el pasado,

me dejo llevar por la nostalgia:¡cómo iba entre la multitud

y la guiaba hacia la casa de Dios,entre cantos de alegría y alabanza,

en el bullicio de la fiesta!¿Por qué te deprimes, alma mía,

por qué te inquietas?Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

“Salud de mi rostro, Dios mío”.

Resonancias pascuales...Amigas y amigos lectores: en el nú-

mero anterior hice referencia a la Pascuaque se eterniza en el símbolo del pan par-tido y compartido solidariamente, comorespuesta a la prodigalidad del Padre bue-no, que nos entregó a manos llenas el Pande la Vida de su propio Hijo, cuya Pascua(paso-pasaje) por cada corazón abierto ala trascendencia, se actualiza en el miste-rio eucarístico y se hace presente en cadamesa como el “pan nuestro de cada día”.

En este artículo, aunque parezca pa-radójico, volveremos a la Cuaresma, comotiempo litúrgico de preparación pascual.Sin embargo, como alguna vez lo expre-sé, dado que los tiempos litúrgicos vanmuchas veces a contramano o, lo que esmás preocupante aún, en contraste conlos tiempos existenciales, hablaré de la

Cuaresma como tiempo “nostálgico”, porser éste que transitamos, tiempo de crisisplanetaria y global.

En este contexto, Pascua es horizon-te, es nostalgia, es utopía... Mientras ce-lebramos durante la marcha la Pascualitúrgica, que se repite puntualmente has-ta el fin de los tiempos, y que se actualizacada vez que en el nombre de Jesucristo–único mediador entre Dios y los hom-bres, entre el cielo y la tierra– ofrecemosel pan y el vino: “fruto de la tierra, de lavid, y del trabajo del hombre” (liturgiaeucarística), la pascua real, existencial,parece alejarse cada vez más...

“Como la cierva sedienta busca lascorrientes del agua, así mi alma suspirapor ti, mi Dios...” (Salmo 41 (42), 3).Acuciado por la incertidumbre, la insegu-ridad, la discriminación, las nuevas xeno-

fobias, la carencia de recursos esencialespara la subsistencia..., la inmensa mayo-ría de la humanidad, como la cierva se-dienta, “busca las corrientes de agua...”.El agua, que es símbolo del Espíritu de-rramado en abundancia para la vida, des-de el costado abierto del Resucitado, hoyestá en manos de políticos corruptos, ymercaderes inescrupulosos, a la vez quela contaminan, la usurpan y la niegan alos más necesitados. Así la humanidad,como la cierva del salmo, experimenta elardor de la sed: “tiene sed de Dios, delDios viviente...”.

Pero, mientras tanto, la experiencia esamarga: “las lágrimas sonmi único pan de día y denoche...” (Salmo 41 (42),4). Así, mientras la Pascualitúrgica nos invita a la ale-gría, la Cuaresma exis-tencial, en estos tiempos decrisis, pareciera decirnos:¡se acabó la fiesta! Es tiem-po de responsabilidad, decuidar los dones y recur-sos que el Señor de la vidanos ha confiado. Es tiem-po de compartir lo poco omucho que tenemos y decaminar esperanzados im-pulsados por la nostalgiadel Viviente: “Al recordarel pasado, me dejo llevar por la nostal-gia: ¡cómo iba entre la multitud y laguiaba hacia la casa de Dios...” (Salmo41 (42),5)... La Pascua definitiva,plenificante, nos aguarda al final del ca-mino...

Mientras vamos andando y la miradase proyecta al horizonte, los invito a com-partir algunos pensamientos para ru-miar en el camino... Los recibí hace al-gún tiempo de parte de una persona ami-ga y se me ocurre que son muy oportu-nos y en consonancia con lo que estamosmeditando. Me llegaron a manera de “carta

de un humilde hermano para los que bus-can a Dios...” Los transmito con algunasmodificaciones:

Si estás buscando un sentido para tuvida, si sientes preocupación por la justi-cia, por la paz, por la verdad..., conscien-te o inconscientemente estás buscando aDios.

Pero piensa que Dios es silencio, uninmenso silencio y, al mismo tiempo, espalabra, la Palabra que nos ha dicho en suHijo Jesucristo.

Recuerda que Dios es luz, es claridadde presencia y, al mismo tiempo es no-che, es oscuridad, es el Dios Escondido.

Dios es bondad, cer-canía, amor, misericordiay también descubrirásque es inaccesible, lejano,hasta puede parecer au-sente.

“¿Quién puede subiral monte del Señor?”,¿quién puede entrar ensu morada santa?, sepregunta el salmista. Hade ser también tu pregun-ta, caminante, hermano-hermana, porque Dios estu nostalgia.

Buscador-buscadorade Dios, caminante delrostro del Padre, descu-

brirás que Dios es amor y que, también,es misterio.

Si quieres ser orante, haz de tu bús-queda un camino. Porque quieres cono-cerlo ansías ver su rostro, percibir su pre-sencia y sus pasos en la vida.

Camina empujado por la sed y la nos-talgia. Vívelo todo en la esperanza, en laatención, en la sencillez y la transparenciade una vida clara y luminosa. Ten los ojossiempre abiertos e iluminados por la ve.

No te desentiendas de los problemasde los hombres, y descubrirás su miradaen el hermano que está a tu lado, su mano

que se acerca a ti para pedirte ayuda o enla de quien te la ofrece a ti.

Intuirás que está en la naturaleza y enla vida, en la sonrisa de un niño y en elllanto de quien grita su dolor o su sole-dad.

Aprende a mirar, a escuchar. Buscaestar atento a la vida. Espera. Haz tam-bién silencio. Ámalo. Y, cuando puedas,búscalo. Calla a tus ruidos. Escucha a loshermanos. No te cierres en ti mismo, teharás con ello más capaz de encontrar aDios y de descubrir que Él también cami-na en la vida.

Y, mientras tanto, ama. Vívelo todo enla dinámica del amor. Un amor sencillo,concreto, entregado y atento. Un amorconvertido en algo tan elemental como elservicio y la amabilidad, o en algo tan pro-fundo como es la donación y la entrega.

Porque el Apóstol Juan, que tuvo eldon de buscar y encontrar, y la gracia depoder ser llamado “el discípulo a quienel Señor ama”, proclamó con claridad yfuerza: “Dios es amor”.

Todo lo que hagas para vivir en el amorserá camino para tu búsqueda de Dios.No te encierres en la pequeña anécdotade tus cosas. Ábrete a la trascendenciade la vida y serás capaz de percibir sumirada y su presencia cercanas y bonda-dosas.

No te creas poseedor de Dios, no tecontentes creyendo que ya lo tienes en tucorazón. Busca, en cambio, lanzarte a lainmensidad de su corazón.

Caminantes, no andan solos, los acom-paña la Madre de la Palabra y del Rostro:María del Camino, peregrina en la fe. Asílo expresa una canción litúrgica: “Mien-tras recorres la vida, tú nunca solo estás,contigo por el camino, Santa María va...”

Continuamos en el próximo número.Cordialmente

P. Julio, omv

Dios es tu nostalgia

“Derecho Viejo” Página 11

Nuestro amigo Meister Eckhart

La oración más intensa, yverdaderamente la más pode-rosa para obtenerlo todo, es laque brota de un espíritu queha renunciado a sí mismo.Cuanto más ha renunciado,más intensa es su oración, ytanto más dignas, útiles yelogiables son sus obras. Elespíritu que ha hecho renun-cia de sí lo puede todo. Nadale perturba, a nada está ligado,no ha vinculado su bien supre-mo a nada en particular, noconsidera de ninguna maneranada como suyo, se ha entre-gado por completo a la volun-tad divina y ha salido de sí.

La gente no debiera pensar tanto en lo que hace, debiera pensaren lo que es. Si las personas fueran buenas y lo fuera también sumanera de ser, sus obras deberían brillar con esplendor. Si eres

justo, tus obras también son justas. No pienses que la santidad sefunda en los actos, la santidad debe fundarse en el ser. No son las

obras las que santifican, somos nosotros quienes debemossantificar las obras. Por santas que ellas sean, no nos santificanabsolutamente nada en tanto que obras, sino en la medida en que

son santos nuestro ser y nuestra naturaleza. En esa medida losantificamos todo, ya sea dormir, velar, comer o cualquier otraactividad. Repara, por lo tanto, en el celo que es preciso poner

en ser bueno, porque ello es el fundamento de tus obras.

En todos sus actos y en cada ocasión, un hombredebiera usar su razón atentamente, siendo al mismo

tiempo sutilmente consciente tanto de sí mismo comode su naturaleza interna, dirigiéndose hacia Dios entodo momento tanto como le sea posible. El hombre

debiera ser –como el Señor dijo– «Igual a aquellos queesperan a su Señor en todo tiempo y que no

duermen». En realidad, el hombre que espera así estávigilante y en expectación, porque Él puede venir de

cualquiera parte y bajo cualquier aspecto (que a vecesnos puede parecer muy extraño), así que debiéramos

estar conscientemente vigilantes a la venidade nuestro Señor en todo momento.

Quien posee a Dios en su esencia, capta a Dios según el modode Dios. Para él, Dios resplandece en todas las cosas. Todas las

cosas tienen, para él, el sabor de Dios. Él ve su imagen en todo loque lo rodea. En él se realiza una separación y un abandono de

todo y la imagen de su Dios, bien amado y presente, se imprimeen él. Así sucede con aquel que ama a alguien ardientemente y con

todas sus fuerzas. No experimenta gusto ni pone el corazón enninguna otra cosa –sea cual fuere– piensa solamente en el amado

y absolutamente en nada más. Sin importar dónde esté y conquién esté, haga lo que haga, jamás su amor se extingue en él, en

todas las cosas encuentra la imagen de quien ama, y ellaestá tanto más presente cuanto más fuerte se torna su amor. Este

hombre no busca el reposo, porque ninguna inquietud lo agita.

Un espíritu que ha renunciadoa sí mismo es aquel al que nadaperturba, que a nada está ligado,que está totalmente inmerso en lavoluntad divina y que ha salido de

sí mismo. Debe primeramenteabandonarse a sí mismo, y así

habrá abandonado todas las cosas.La voluntad es perfecta y recta

cuando se ha desposeídototalmente, despojado de sí mismo,

modelado y formado sobre lavoluntad de Dios.

Dios es pura esencia y no hay otracosa en Él que esencia pura. Si yodigo que Dios es Dios, o es bueno,o es misericordioso, o lo que quiera

que sea lo que yo diga de Dios,no equivale a otra cosa que a decir

«Dios es». Es su divinidad, sueternidad, su omnisciencia de la que

hablo cuando afirmo que Dios esbueno o sabio. Es por eso que Él

ordenó a Moisés decir: «Aquel quese llama Yo Soy me ha enviado

hacia ti.» (Exod. 3, 14).

La esencia común a todas las criaturas es una emanación de lapura fuente de esencia divina, y es la existencia misma. Y comotodo lo que es emanado busca regresar a su origen, los ángelestanto como los hombres deben renegar de su ser propio y proyectarsecontra la corriente para remontar su camino hacia Dios, de dondeprovienen. Juntos, hombres y ángeles refluyen hacia Dios, libera-

Eckhart de Hochheim O.P.(1260-1320) Monje dominicoalemán, teólogo y filósofo.

dos de ataduras temporales. El puede entonces decir: «Quien quieravenir hacia Mí, a mi puro ser divino, que se libere de sí mismo, detodo lo que él es y que me siga, dondequiera que esté.» Quien pongaestas palabras en práctica tiene acceso al divino tesoro de perfec-ción espiritual y, perseverando, se encontrará conducido al Diossoberano que no tiene comienzo ni fin.

“Dios es”

“Derecho Viejo”Página 12

¿Hasta cuando habrá que esperar?El “Ecumenismo” no puede quedar

en mera utopía.Es muy fácil y frecuente recurrir al

mensaje divino de Jesús que “exigió quesus discípulos debían unirse yamarse”… “En esto conocerán que sonmis discípulos”. Y es evidente que fue-ra de un breve período histórico, ja-más sus llamados “discípulos” se unie-ron aún en lo esencial… y nunca se ama-ron, ni siquiera se toleraron humana-mente… Cuando el Imperio romano setransformó en el Imperio cristiano, sur-gieron toda clase de discriminaciones,esclavitudes, autoritarismos, inquisi-ciones, cruzadas, etcétera, etcétera, ennombre de Cristo. “Después queConstantino concedió la paz a laIglesia, dice S.Jerónimo, “creció enriqueza y poder, pero no en virtu-des” (Manual de Hist. de la Iglesia- Pa-dre Jesús Álvarez- pg. 82) Ya en el si-glo IV pudo reflexionar un santo obis-po, San Hilario: “La Iglesia que fuecreída cuando estaba en las cárcelesy en el destierro, obliga hoy a creeren ella mediante amenazas de cár-cel o destierro”.

Y vinieron los grandes Cismas deOriente (Focio, Cerulario…siglos IX alXI) no resueltos hasta la fecha, a pesardel “abrazo real y simbólico” del Papa PabloVI con el Patriarca Atenágoras en 1965.También en Occidente ocurrió el gran Cis-ma promovido por el austero religioso,Fray Martín Lutero, ocasionado por lapública corrupción de los Pontífices desu tiempo, hacia el año 1517.

Y vinieron las llamadas “guerras de re-ligión” que ensangrentaron bajo el nom-bre de Cristo a toda la Europa “cristiana”.Y más allá de la “buenas intenciones” delConcilio de Trento hacia el siglo XVI pararestaurar y purificar la Iglesia, llegaron lasdisposiciones más rígidas en contra de lalibertad de “los hijos de Dios”… SantaInquisición, censuras de libros, celibatoobligatorio para el clero, “obediencia de-bida”, SYLLABUS, etcétera, etcétera, ennombre de Cristo. Se cumplía lo expresa-do por el Papa Inocencio III: “… ahora,como Vicario de Cristo, estoy debajo deDios y más arriba de los hombres… na-die me puede juzgar”. El actual Código dederecho canónico post vaticano II afirmabajo la dirección del Cardenal J. Ratzinger:“La Santa Sede no puede ser juzgada pornadie” (canon 1404)

En el año 1231 el “Santo” PadreGregorio IX instituyó los Tribunales de laSanta Inquisición… y 21 años más tarde,Inocencio IV (también Santo Padre y notan inocente) admitió las torturas. La vi-gencia de estos Santos Tribunales nuncaoficialmente fueron suprimidos por la“Santa Sede”. Aquí en nuestra Argentina,fueron suprimidos por la Asamblea del año1813, sin recurrir al Vaticano. Cuando yaningún Estado admitía la competencia co-activa del Tribunal pontificio, esta SantaInstitución se fue transformando en “San-to Oficio” (SIC) y actualmente en Doc-trina católica bajo la tutoría ejecutiva delcardenal J. Ratzinger.

Toda esta historia la conocen los estu-diosos religiosos y no religiosos.

Sin embargo, también es de justicia re-conocer que durante estos negros perío-

dos de la historia eclesiástica, brotaron lai-cos, clérigos, obispos y papas que santi-ficaron con su vida la misión indestructi-ble de la presencia de Cristo en su Iglesia.Citaré para curiosidad y amor cristiano,al menos a estos dos santos cuya memo-ria sigue honrando a la Iglesia: San Igna-cio de Loyola y San Vicente de Paúl. Elprimero escribió: “Sólo hacen falta trescosas para que un Papa cambiara al mun-do; que reformase su propia persona, quereformase su casa y su familia, y que re-formase su corte cardenalicia”. Y San Vi-cente: “… el mayor enemigo de la Iglesia esel clero… y temo que este tráfico de obis-pos atraiga la cólera de Dios sobre este rei-no”. Ambos santos post Tridentinos.

Ahora me pregunto, ¿quién o quie-nes son los responsables de este “pe-cado grave” de desunión de los fielesque creen en serio en el Señor Jesús,el único Salvador? Es muy cómodo de-cir: sí, todos somos culpables… para asídiluir responsabilidades y seguir separa-dos, cada uno con sus ritos. Yo no puedoadherir a esta postura común y prefierogritar mi fe, se me escuche, se me siga ose me excomulgue. Nada de eso me im-porta. Sólo Cristo basta y sobra.

Fui gratificado por mi primer obispoMonseñor Alberto Deane de la diócesis deVilla María, quien me envió al Vaticanopara seguir un curso de Sociología pasto-ral, dirigido por el Padre Calogerus GliozzoS.J. Allí, rodeado de numerosos sacerdo-tes, tuve la dicha de ver y apreciar la pre-sencia de un Papa de Dios, Pablo VI. Loví sufrir inmensamente. Sentí su alma ycaridad en mis propias manos. Y entre mi-les de pasajes imborrables que tengo detanto pontífice, quiero ahora citar sola-mente estas palabras que dan sentido aesta pequeña investigación. Dijo Pablo VIsobre el tema del ecumenismo: “El Papa,como todos sabemos, es el obstáculo másserio en el camino del ecumenismo” ( PabloVI-Peter Hebblethwite- pg. 21) No es muycomún encontrarse tan simplemente conun Papa tan humilde… Sólo así se llega ala verdad por parte del Siervo de los sier-vos del Señor.

Ahora sí podremos buscar “puen-tes”, o mejor, brazos, o mejor, corazo-nes abiertos en el amor común a Cris-to, para cumplir el mandato de la uni-dad de todos en la fe y en el amor. Yo,como sacerdote católico, es decir “uni-versal” (no romano), admitiendo tantoserrores y pecados de mi Iglesia desde susmás altas investiduras, podré auténtica-mente dialogar con mis “hermanos sepa-rados”, llamados malamente “protestan-tes”, para decirles lo siguiente:

Primero: que Fray Martín Lutero consu “libre examen” rompió el monopoliocatólico romano… Fundó la libertad per-sonal como un atributo esencial para in-terpretar la Biblia y para la realizaciónsociopolítica de todo hombre. Así, sin pre-tenderlo, unificó en Cristo a todos los cre-yentes cristianos, ya que también noso-tros los católicos podemos interpretar laspalabras del Señor cuando confiere alapóstol Pedro la supremacía en su Igle-sia, para gobernarla racional, servicial yauténticamente. Es decir, que el libre exa-men “bien entendido” (perdóneseme el ga-licismo) no nos separa de la visión unita-

ria en Cristo aportada por el teólogoLutero. Más aún, es una base necesaria deunidad en un solo Señor que nos ordena “serUNO, como mi Padre y Yo somos UNO”

Segundo: La Santa Cena, es decir, laEucaristía, tampoco debe separarnos. Alcontrario, esa Cena es signo de unidad ne-cesaria para todos los creyentes en Cris-to. Veamos al respecto lo siguiente: no po-demos engañarnos por los hermosos cua-dros sobre la última cena del Señor. To-dos son históricamente falsos. Aún con lamejor voluntad de tantos artistas. En efec-

to. Según la narración de Mateo, Marcosy Lucas, Jesús “comió con sus discípu-los el cordero pascual”. No estaban “sen-tados alrededor de una mesa”, solamentecon un trozo de pan y una copa de vinopara celebrar la Pascua judía. Y Jesús cuan-do formula las palabras “consagratorias”sobre el pan y el vino, dice “a sus discí-pulos, haced esto en mi memoria”. Porconsiguiente ordena a “sus discípulos, va-rones y mujeres presentes” (no estabanúnicamente los apóstoles) reiterar siem-pre este acto hasta el fin de los tiempos.Pero lo más importante al respecto y con-trovertido hasta la fecha, es el “sentidoreal, literal o simbólico de esa orden deJesús. En general, nosotros los católi-cos afirmamos el sentido real, literal;los llamados protestantes, niegan engeneral, este sentido y sólo admiten elsentido “simbólico”. La Santa Cena nosune a Cristo en el amor y en el recuerdo.Esta fractura ¿es realmente insalvable?Veamos, humilde y amorosamente. Cuan-do Jesús les dice estas palabras a sus dis-cípulos presentes, ¿qué comprendieron?¿Qué podían comprender? Sin duda niPedro presente podía pensar en que enese pedacito de pan “comería” efectiva-mente a su Maestro presente… Nada deantropofagia. Pero sí podía admitir quecon esa comida “se unía efectiva y espe-cialmente a Jesús. Unión simbólica, mís-tica, como la admiten nuestros hermanos“separados”. Pero, y entonces, ¿qué ad-mitimos sobre esta “comida” los católi-cos? Creo que además de esta interpreta-ción simbólica, nosotros admitimos que“verdaderamente” comemos “ahora” elcuerpo y bebemos la sangre de Cristo perono del cuerpo y sangre del Cristo en suvida mortal, sino del Cristo “resucitado”con su único Cuerpo glorioso actual… Hayuna interpretación “literal” además de la

simbólica y mística. La Iglesia católica, porsiglos ha negado y niega en general la co-munión con el vino consagrado a los fieles,a pesar de la orden taxativa de Cristo, de“comer y beber su sangre”, “Quien no comemi cuerpo y no bebe mi sangre, no tendrávida en mí”. Aquí admite una interpretaciónsimbólica…

Hermanos “protestantes”: el misteriosagrado de la última Cena, Eucaristía, nopuede justificar ninguna separación.

Tercero: el culto mariano: finalmen-te aquí expondré el tercer óbice teológico

para impedir la unión de todos loscristianos en el llamadoecumenismo. Omito múltiples as-pectos reales que han impedido yque aún impiden la anhelada comu-nidad de los cristianos. Creo que to-dos los llamados “protestantes”(hermanos separados), omiten o nie-gan directamente el culto a María,la madre de Jesús. Acepto que sepueden y deben impugnar múltiplesformas de homenajes a María queparecen más bien cultos idolátricosque simple y especial veneración.Recuerdo que se atribuye a un San-to muy devoto de la Virgen, San Ber-nardo, la siguiente afirmación: deMaría numquam satis (acerca de laVirgen María nunca se dirá bastan-te). Sin embargo, NUNCA nuestraIglesia autorizó o recomendó la ado-ración. Las presuntas o verdaderas

exageraciones al respecto, si no fueroncondenadas, tampoco fueron aceptadas.He leído por allí que algunos fieles devo-tos de la Virgen hubieran aseverado queella hubiera preferido la “virginidad” a lamisma maternidad que le ofrecía el án-gel… porque ella había hecho voto devirginidad…hay muchos “cuentitos pia-dosos”. Los llamados “hermanos” de Je-sús según los evangelios, no justifican lanegación al debido culto a la Madre delRedentor. La sangre redentora del Hijo,también es sangre de la Madre. Honrar,adorar a Jesús omitiendo a su Madre San-tísima, es un ultraje objetivo a nuestro Re-dentor. Lo afirmo con dolor, porque sien-to en mi alma, el dolor de la Madre, nega-da sistemáticamente por tantos millonesde buenos cristianos que creen y aman asu Hijo…

Yo, como sacerdote católico, reconoz-co que la debida promoción de la mujerse debe más a los “protestantes” que a loscatólicos. El mismo Martín Lutero se casóincorporando a la mujer en la misión apos-tólica. En cambio, nuestra Alta Jerarquía,obsesionado a ultranza por la “virginidad”no publicó claramente que María era yes la más alta y digna persona por lamaternidad divina y no por su virgini-dad… Marginó por siglos a la mujer porser mujer, y aún obligó y obliga a sus sa-cerdotes a un “celibato obligatorio” en con-tra de la doctrina de libertad de Cristo.

Cuando nuestros hermanos separadosimploren las gracias y amor de María San-tísima, ya no quedarán pretextos ni moti-vos ni causas para que se continúe estagravísima ofensa al mandato de Cristo: “enesto conocerán que sois mis discípulos,si os amáis los unos a los otros”… Todolo demás, es pura literatura.

Autor: Pbro. José Amado Aguirre

...que sean Uno...

(Unirse y amarse)

“Derecho Viejo” Página 13

Los talleres continúan enlos horarios y lugares habituales.

"DERECHO VIEJO"

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Un programa de radiopara escuchar...

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CON

DU

CCIÓ

N: C

AM

ILO G

UER

RA

Vuelta a la comunidadHacia el interior

1) La experiencia destinada a quedar aislada carece de valor.2) El contemplativo siempre regresa; el hombre de oración profunda siempre

regresa. Y tiene que regresar. Tiene que hacerlo para manifestar entre loshombres una consciencia divina.

3) “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Unigénito”. Jn 3,164) Descender es una constante repetición de la encarnación de Dios. Desciende

completo el misterio de Dios y de su Hijo. Descender no significa dejar deestar con Dios, sino “encarnar” su vida en el tiempo, darle forma humana.

5) Es imposible el aislamiento de un orante; pero sí, es perfectamente compren-sible la soledad.

6) Entrenarnos en vencer la tentación de instalarnos en lo espiritual y de olvi-darse de dar la paz.

7) Cuando Dios devuelve al mundo a un hombre, amigo y profeta, no nos de-vuelve un ideólogo, ni un visionario, ni un vidente; nos regala un creyentepara que cuente lo que ha visto y oído. “Este es mi Hijo amado, escú-chenlo”. Lc 9,35

8) “Subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó doce,para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsardemonios”. Mc 3, 13-15

9) Entrenarnos en vivir con gozo y sin ningún sentido de frustración, tanto elproceso como el final de cualquier forma de actividad.

10) Entrenarnos en surgir de una aparente vacuidad y de una aparente nada,inmóviles y apacibles; donde no se trabaja, donde parece que se está perdien-do el tiempo; pero donde el orante está realmente aprendiendo una nuevaversión de la consciencia humana.

11) Entrenarnos en ser curados de la superficialidad y de la racionalidadpretenciosa; estas dos matan la capacidad contemplativa.

12) Entrenarnos en no acumular, aunque la acumulación sea de informaciónsobre Dios. Vamos siendo amigos de Dios en base a una inevitable ignoran-cia y oscuridad.

13) Entrenarnos en contar lo que hemos visto y oído. ¿Qué significa contar?14) El verdadero apostolado tiene más que ver con la inutilidad y la pobreza que

con la actividad, la agitación y el incesante trabajo.15) Entrenarnos en las condiciones del profeta: sencillez y silencio.16) Entrenarnos en experimentar que tenemos la mente de Cristo.17) Antes de que pueda ocurrir el milagro de la transformación de la mente huma-

na, egocéntrica y origen de todos los problemas de la vida personal y social,tenemos que ser reducidos a la nada.

18) La muerte que da vida al hombre, comienza cuando deja que muera la propiamente en el silencio del misterio, cuando la mente vaciada, abandona supretensión de darse seguridad a sí misma con sus pensamientos, palabras ycontroles; cuando antes de dejar de pensar como los hombres, simplementedeja de pensar.

19) De ese “no pensar” el hombre pasa a hablar palabras de Dios. Habla como elHijo y piensa como el Hijo: habla de acuerdo con la mente de Jesús.

20) Un orante que ha renovado su percepción en el silencio, aporta algo sensa-cional cuando regresa; algo que afecta a la calidad de la vida y a la calidad devida de los demás.

21) El destino final en este mundo de un hombre o mujer transformados es: llenarde sentido lo trivial y cotidiano. Somos poseedores de una miradatransformadora.

22) La vida comienza a ser vida a partir del momento en que introducimos todoen el ámbito del misterio y de la advertencia amorosa.

Obra completa de Nicolás Caballero

La luz interior estámás allá del elogio y la censura;como el espacio, no conoce límites;pero está ahí, dentro de nosotros,reteniendo siempresu serenidad y plenitud.Sólo cuando la persigues la pierdes;no puedes asirla,pero igualmente no puedesdesembarazarte de ella,y no pudiendo hacer túninguna de ambas cosas,ella sigue su propio camino.Tú callas y ella habla;tú hablas y ella enmudece;la gran puerta de la claridadestá abierta de par en par,sin ningún obstáculo enfrente.

Yung-Chia Ta-Shih

El resplandor del alma

La experiencia mística es anti-convencional y anti-dogmática, ya que se trata de una experiencia nueva

de lo numinoso. La mística siemprees revolucionaria, y por ello molesta

a las instituciones y estructuras.Los místicos de todas las épocas y de todas las

religiones hicieron la experiencia de que lo múltiplees lo Uno y de que la forma es vacío. El precio

que se paga por la identificación con lo divino,con el vacío, es la muerte del yo. El yo auténticose descubre, por decir así, a sí mismo en el vacío.Todo místico tiene que aventurarse en el camino através del desierto, de la noche oscura, del horror

vacui, para llegar allí. A menudo,por no decir siempre, la estructura religiosa

obstaculiza este despertar.

Lo Uno se manifiesta en lo múltiple, se dispersaen un sin fin de formas manifiestas, todas ellasrelacionadas entre sí y a la vez, manifestación

completamente individual de lo Uno. Al surgir laespecie humana, comenzó la tragedia originaria delaislamiento, que constituye el dolor primigenio delser humano; un dolor de separación que no cesará

hasta que la persona no haya regresado al Uno.Nos ha quedado la intuición de la totalidad, que es la

que despierta en nosotros el anhelo de la unidad.Estamos incompletos

La religión forma parte del proceso evolutivo delhombre, y por ello cambiará.

Todas las religiones conocen el gesto de juntar lasmanos; en su origen significa vencer la dualidad.

No es “te amo”, sino “amo”.La religión tiene que revisar las estructuras, ya quelas personas no entienden su significado recóndito.Habrá que re-interpretar la estructura jerárquica, lacomprensión de los sacramentos, la doctrina de la

redención y las ideas acerca de la resurrección.“Destruyan este santuario y en tres días lo

levantaré... (pero Él hablabadel santuario de su cuerpo)”. Jn 2,19-21

Fronteras y evoluciónPor Willigis Jäger

Todos los Sábadosde 8 a 12

Por AM 750:Radio del Pueblo5272-2247

www: 750am.com.ar

“Derecho Viejo”Página 14

Antes que nada yo plantearía la siguien-te pregunta: ¿la soledad es elegida, o unoes elegido por ella?. Es evidente que du-rante la existencia, los acontecimientospueden hacer de nosotros unos solitarios.En la medida en la que se trata de unasoledad profunda, de la búsqueda del fon-do, de lo esencial, creo que se es elegidopor la soledad.

Decir "Sí" a una presenciaSegún San Bernardo: «El hombre es

elegido». ¿Elegido por quién? ¿por qué?Yo diría por lo Eterno o también, por suvocación propia, su destino. San Bernar-do dirá: «El ser es tomado». El toma aquíun texto bíblico según el cual el hombrees «visto» desde el seno de su madre,amado en el seno de su madre. Es elegidoa la vez que tiene la libertad de decir «no».Se puede evocar un texto de Bernardo,concerniente a la Madre Divina. El ángelGabriel se presenta y le anuncia que va aser madre. Ella duda. Ella no conoce anadie. Y la naturaleza entera, las hojas delos arboles, la hierba, las piedras claman:«Di sí, di sí, di sí».

Cuando un ser seducido por lo Eternoes llamado hacia su fondo, todo se tam-balea. Este fondo, no puede ser nombra-do, no puede ser conocido, no se le haoído hablar nunca: ni siquiera se tiene unaexperiencia de ello. ¿Cómo decir sí?. Y sise dice «si», es un «si» que va a ser repe-tido, no todos los días, sino a cada ins-tante. Porque el misterio de la soledad, tre-mendo divino y al mismo tiempo difícilde vivir, consiste en orientarse hacia la ple-nitud de un «sí». ¿Sí a qué? A una Presen-cia. Podría también decir un «si» a algoque ignoro. A algo que nace en mi, creceen mi, se despliega en mi... y que yo nopuedo nombrar.

En la soledad el hombre compren-de que es un microcosmos, y que llevaal macrocosmos en si mismo

El riesgo de la soledad absoluta: eleventual encuentro con la locura. Quizásse tiene miedo de la soledad porque se tie-ne miedo de volverse loco. ¿Por qué loco?Porque las cosas se disipan. De repente lamirada ve, el oído escucha. Un cartujodel siglo XII lo expresa, y yo comento sutexto: «cuando me retiro, cuando estoyen soledad, cierro los ojos, no hay nadiealrededor mío, ningún ruido, ningún so-nido. Escucho el murmullo del silencio. Yese silencio es atravesado por gritos, porvociferaciones; son los animales que ten-go en mí.» En la soledad me veo. En lasoledad me encuentro, me conozco.

La soledad es un espejo. Y ¿quiénsoporta el tener un espejo ante el ros-tro? Se dice a menudo y se repite queel conocimiento de sí es el más difícilde los conocimientos; la ciencia de lasciencias, el conocimiento de los cono-cimientos. Si uno está muy sobrecar-gado, si uno ve muchos rostros, si unose mantiene en una conversación per-petua, un parloteo exterior o interior,uno no se ve. Se ve a los demás, losrostros las mímicas, pero uno no se ve.La soledad es un espejo. Un espejo ex-celente, un espejo que retiene todo.

Entonces uno se ve, y se siente ho-rror. ¡Horror de sí! ¿Por qué? Porque unove su pobreza, su miseria, cuando lo quehabría que ver sería la belleza propia. Con-vendría ver la grandeza. ¿Por qué una

grandeza? ¿Por qué el esplendor? Porqueel ser es portador de luz.

El hombre, hasta el ser humano máslastimoso, lleva en sí la imagen divina, lachispa divina. Es un recipiente de luz, debelleza. En la soledad, el hombre su cogesu acuerdo con el cosmos. Comprendeque él es un microcosmos, que él lleva almacrocosmos en sí. Él es Tierra, él esAire, Agua, Fuego. Contiene las plantas,el árbol, la flor, los animales, el pájaro y laserpiente. Es un ser humano. Él puede lle-gar a ser un ser humano completo.

El solitario no tiene nada queacumular; él se libera de estorbos

En la soledad, la dificultad consisteen comprender que lo esencial no esactuar, sino ser. Si nos encontramos aalguien y le preguntamos ¿Qué haces?él responderá precisando lo que hace;tal oficio, tal profesión.... ahora bien,la soledad enseña esto: lo importantees ser, es decir existir llegando a serauténtico.

El punto es el símbolo de todo esto.El punto es el cruce. El solitario no tie-ne nada que adquirir, solo tiene quedespojarse.

En la soledad estamos religadosEn la soledad se va a escuchar, a per-

cibir el susurro del silencio. El silencio tieneuna voz. El silencio habla. El silencio en-seña. Nos dice algo. Acuérdense de SanBernardo de Claraval. Él está en su celda,las ventanas y las puertas están cerradas.De repente, siente la llegada de una pre-sencia. Él quisiera ver, y no ve nada. Qui-siera oír; todo está mudo. Le gustaría pal-par con las manos, pero nada puede to-car. Bernardo experimenta en sí mismoalgo inusitado. El grano de mostaza delque habla la Biblia, el grano de arroz, lapresencia, misteriosa e innombrable, semueve, como si hubiera una brisa. En elGénesis, el Eterno está en la brisa. Des-pués súbitamente, la presencia desapare-ce de allí. En la soledad, en los momentosen los que uno se acerca al fondo, esta-mos religados. ¿Religados a qué? ¿aquién?. Religados al Eterno, religados aalgo innombrable.

No se puede decir nada, absolutamen-te nada.

En la soledad mis raíces ya no estánpegadas en aquello que es transitorio. Lasraíces que se sumergen para hacer subirla savia, no pertenecen ya más al mundovisible. Es el mundo invisible el que nutre;el mundo invisible que no cesa dealigerarnos del peso de las pruebas quenos pone la existencia.

Si amo, en la soledad soy un solEn algunos momentos, la soledad pa-

rece comparable a una sombra, una nie-

bla, algo denso. No se ve a unos pocosmetros por delante y uno parece enloque-cer. ¿Por qué? Porque el solitario deja,como dice Chestov, la consciencia común.La omnitud le abandona. Si por ejemploestamos sentados en un café, y escucha-mos las conversaciones ¿De qué hablan?De la ropa, del dinero, de fulanito o men-ganita ... Ustedes me dirán: «no se va aun café para hablar de cosas profundas».Quizás, pero ¿qué es lo que interesa a lamayoría de las personas?

Después de haber entrado en el jardíndel cono-cimientode sí, elsolitarioentra enla bodegadel vino.La bode-ga delvino sig-nifica elamor alotro. Unamor ex-

traordinario, un amor que es difícil ya queno sabemos amar. El solitario va a com-prender que lo importante no es ser ama-do sino amar. Y amar gratuitamente.

Se ven a veces personas depresivas yles solemos decir: «¿Pero por qué estástan hundido?». Ellas responden: «nadie mequiere, mi pareja no me quiere, mis hijosno me quieren etc...». El secreto que en-seña la soledad, la revelación de la sole-dad, es la escucha de la fuente, y la fuen-te me dice: «lo esencial no es ser amado,sino amar». Y si yo amo, en mi soledad,me convierto en un Sol.

De una mujer que se encontrara solaen un pueblecito; que no tuviera nadie aquien querer, ni siquiera un gato o un pe-rro, sus hijos estuvieran lejos –o quizásno los tuviera-, su pareja hubiera muertoo la hubiera abandonado. Diríamos: «estamujer mayor, esta solitaria que no es ama-da por nadie, ya no cuenta para nada; es

algo inútil. Sin embargo, ella esta ahí, vivaen su dimensión de profundidad, en surealidad; ella está presente a todos los se-res humanos.

El solitario es comparable a unterreno, irrigado por un río de fuego

que no viene de élNo sé si ustedes se habrán tropezado

alguna vez con solitarios. Eso me ha ocu-rrido a mí dos o tres veces. Hay en sumirada una llama. El solitario es compa-rable a un terreno, irrigado por un río defuego que no viene de él. Si se le dice:¿pero cómo puedes vivir tu soledad, comomantienes tu libertad a pesar del hecho deser o de no ser amado? Él respondería:«en la dimensión divina, he llegado a serpor la gracia, semejante a una tierra irri-gada y luminosa».

¿Cuál es el símbolo del desierto, ypor qué el desierto interiorizado nossumerge en la soledad? El desierto esuna tierra estéril, una tierra inhabitada.El desierto designa una tierra en la quese tiene sed. Hay muy pocos pozos.Entonces tenemos sed, pero ¿es que eldinero nos colma? ¿la comodidad y eldesahogo humanos nos colman? ¿es quenuestra profesión, incluso si tenemoséxito en ella, nos colma?. No, tenemossed. ¿Pero sed de que? El solitario va acomprender que tiene sed de eternidad.Tiene sed de algo que no desaparezca,de algo que no pueda morir.

Por que en el fondo, sufrimos por lamuerte. La muerte de los que amamos,nuestra propia muerte, pueden despertarnuestro temor. ¿Cómo morimos? El soli-tario desgarra el velo. El solitario súbita-mente comprende algo. Las palabras semueven, las palabras revelan su sentidosecreto.

El desierto interior es alcanzado cuan-do el hombre comprende que todo debede interiorizarse. El oído se interioriza, lamirada se interioriza. Y la soledad aviva,

El trabajo espiritual en soledad

(Continúa)

"¿Quiere Dios prevenir el mal,pero no puede?

Entonces no es omnipotente.¿Puede prevenir el mal, pero no quiere?

Entonces es maligno.Si puede y quiere, entonces

¿por qué hay mal?Si no puede ni quiere, entonces

¿por qué llamarlo Dios?" Epicuro de SamosFilósofo griego (341-270 a.C.)

En una pequeña aldea, un hombre contemplaba un pozo. Se acercó un niño:–¿Quién está ahí dentro? - preguntó el pequeño–Dios.–¿Dios está escondido dentro de este pozo?–Sí.–Quiero verlo- dijo el niño con curiosidad.El viejo lo levantó y le ayudó a apoyarse sobre el borde del pozo. Reflejadoen el agua, el niño pudo ver su propio rostro.–Pero si soy yo -gritó.–Eso mismo -dijo el hombre, volviendo a colocar delicadamente al niño enel suelo. –Ahora ya sabes dónde está escondido Dios.

El escondite de Dios

Del hacer al ser

“Derecho Viejo” Página 15

despliega el sentido de lo interior. El oído,en el desierto interiorizado, va a captar elmurmullo de las fuentes.

Nos encontramos con alguien; noshabla de cosas banales; de repente pro-nuncia una frase y nos quedamos atóni-tos. Algo ocurre, su rostro cambia. Meacuerdo de haberme encontrado con unamujer que vivía solitaria. Era extremada-mente banal, pero de repente, tuve la im-presión de que la experiencia de su dimen-sión profunda, la experiencia de su fon-do, resplandecía en su rostro. Era unamujer que quizás tendría sesenta años y,de repente parecían veinte. Ella no teníaedad, se situaba fuera del tiempo, fueradel espacio.

Todos hemos visto miradas de luz, fu-gitivas pero luminosas. De vez en cuan-do, en el rostro, algo aparece, algo semuestra. Si nos asemejamos a una tierravacía, a un desierto, si aceptamos una ver-dadera indigencia, entonces la luz llega.

Nunca tenemos que abandonar lasformas, sino aceptar que ellas nos

abandonenUna vez más, en la soledad, no hay

nada que adquirir, solamente despojarse.

Eckhart, en un poema que se le atribuye–aunque quizás no sea de él- dice: «¡Ohalma mía, sal! ¡Dios mío, entra!».

El último escollo de la soledad y deldesierto interiorizado, puede parecer cruel.Estamos atados a las formas: podemosestar estrechamente ligados a nuestra raza,nuestra patria, nuestra familia, a una tra-dición, una religión precisa. En la sole-dad, es posible que seamos abandonadospor las formas. Nunca tenemos que aban-donar las formas, sino que tenemos queaceptar que ellas nos abandonen.

Si yo abandono una forma religiosa,por ejemplo, a causa de la perversidad demi existencia, es un error. Si abandonouna forma religiosa porque me desencan-ta parcialmente –por su liturgia por ejem-plo- es un error. En la soledad hay unaarmonía.

En la soledad comprendemos quelas formas pertenecen al tiempo, queesas formas están en nosotros, y quees importante integrarlas. En la sole-dad o en el desierto interiorizado, el hom-bre va a morir, va a morir necesaria-mente. Morir a lo transitorio, morir altiempo, morir al espacio. Se va a vol-ver un hombre universal, rigurosamenteuniversal.

En la soledad tendré la clave de saberque ya somos seres universales

Yo no oigo el silencio, no percibo mifuente. ¿Por qué? Porque estoy en el par-loteo exterior. Estoy en la danza de laspalabras. Estoy en el canto de una expre-sión. Estoy en el parecer, nada más queen el parecer. Si mi oído interior nace, sien la soledad se despliega, voy a captar,voy a comprender, voy a tener una expe-riencia de la cercanía a los misterios, atodos los misterios. Yo recibo un don: lallave de la existencia, la llave del «nuevonacimiento», la llave del hombre nuevocon relación al «hombre viejo». Nosotrosya somos seres eternos, seres solares,seres luminosos. Es evidente que en ge-neral no vemos nada de eso, o tambiéncomo lo expresa El Cantar de los Canta-res, se ve a través de la celosía. La sole-dad, los desiertos provocan un despertarde la escucha. A través del oído interior,es «alguien» en nosotros quien encuentraa «alguien». No son solamente las pala-bras las que nos atacan, en una conversa-ción banal con alguien.

La profundidad brota. Hay un encuen-tro entre ese grano de mostaza que estáen el otro, y el grano de mostaza nuestro.Se descubre que el ser es mejor de lo queél dice, el ser es mejor de lo que él hace;es «desvelado» momentáneamente. Si misoledad me procura una escucha atenta ala belleza, efectuaré de una manera direc-ta, inconsciente, un cambio en las pala-

Marie-Madeleine Davy

bras, una modificación de las frases. Va ahaber una especie de metamorfosis.

No es la banalidad lo que retendrésino el sonido de la fuente. El hombreque vive el desierto interiorizado en lasoledad, percibe el murmullo de la fuenteen el otro... y se maravilla...

El trabajo espiritual en soledad(Continuación)

Los frutos del recogimientoResponsabilidad y sensibilidad

El primer fruto del recogimiento, y deretiro que ha inducido a él, es la restitu-ción del hombre a sí mismo y, más con-cretamente, el descubrimiento de la pro-pia identidad y responsabilidad, con laconsiguiente capacidad de vigilancia ysensibilidad respecto de la vida: "Sólo elhombre recogido es alguien. Sólo a élpodemos dirigirnos; sólo él tiene capaci-dad para responder. Sólo él es sensible alo que la vida aporta. Sólo el hombre re-cogido es vigilante", con esa vigilanciainterior que "es capacidad para reconocerlo esencial, para adoptar decisiones res-ponsables, la vitalidad del sentimiento y ladisponibilidad para la vida" (RomanoGuardini).

Esta combinación de responsabilidady sensibilidad como fruto de la aptitud parael recogimiento es singular; pero resultamás pertinente aún y adecuada cuando setrata de la responsabilidad del presbíteroy del consagrado. La capacidad de escu-cha del otro y la delicadeza en la aproxi-mación a la vida y a sus rupturas y con-tradicciones son características de quienha aprendido a escuchar cada día el silen-cio y a encontrarse a sí mismo en el reco-gimiento. Si responsabilidad significa lite-ralmente respons- (h)abilidad, es decir,capacidad de respuesta, es en el silencioy sólo en el silencio donde el individuo sesiente interpelado, buscado, hasta el pun-to de no poder eludir la respuesta y el co-raje de asumir su responsabilidad. En estesentido, el irresponsable es siempre alguienque nunca está solo, que llena su vida contodo lo que puede ahogar la voz que lollama e interroga. Llegando a silenciarla...

Más aún: quien acoge en su corazón

dramas y problemas ajenos se sientenaturalemente remitido al silencio de surelación con Dios, para aprender a res-ponder al dolor humano con el corazónde Dios, con su misma comprensión ybenevolencia. De este modo el contactocon el sufrimiento se convierte en unmomento altamente formativo. Sólo asílas palabras de nuestra boca no correranel peligro de convertirse en algo trivial, enuna fórmula consolatoria vacía, incapazde ofrecer verdadero consuelo.

Estabilidad y creatividad(la montaña y el árbol)

Quien se recoge habitualmente en Dios"permanece siempre estable... como elMonte Sión, que no vacila" (Sal 125/124,1), con esa estabilidad interior pro-cedente de haber descubierto y constata-do los fundamentos en los que se apoyala propia vida. De esta estabilidad brotaespontáneamente una serenidad de fondoque permite no sólo mantener una ciertacalma en todas las circunstancias, inclu-so en las adversas, sino además creer pormedio de ellas, madurar en la confianza yen la busqueda de lo esencial, arraigándo-se cada vez más en ello ("sus cimientosestán en los montes santos", Sal 87/86,1).Es bella y expresiva esta imagen de lamontaña para indicar algo o alguien quepermanece fijo y bien plantado, seguro desí mismo y relativamente imperturbableante los avatares de la vida.

Pero lo más singular es que el que serecoge habitualmente en Dios logra con-jugar la estabilidad con la creatividad. Nosólo adquiere la solidez de la montaña, sinoque, precisamente, porque está bien asen-tado en sus raíces y se siente seguro de lo

que lo sostiene, puede moverse con des-envoltura y libertad, como "el árbol plan-tado junto al arroyo, que da fruto a sutiempo" (Sal 1,3), o como "el árbol de lavida, que da doce cosechas y producefrutos todos los meses" (Ap 22,2). Dichode otro modo: es libre de crear, de inter-pretar con imaginación inteligente su fe ysu consagración, su ministerio y su ora-ción. Y es lógico que sea así: el recogi-miento pone al creyente en contacto conDios y, al mismo tiempo, le permite escu-char su mismo corazón; es inevitable queeste doble contacto haga saltar la chispade la creatividad y de la originalidad, delgusto por lo bello y del valor para produ-cirlo, para ser su artífice (o artesano) enla vida diaria, en las cosas pequeñas decada día.

Es interesante pensar que la creativi-dad no es cuestión, esencialmente, decoeficiente intelectual, sino más bien decapacidad de relación o, más exactamen-te, de capacidad de relación profunda, enprimer lugar, y luego, de amor intenso.

La creatividad es la resultante deesta mezcla formidable de contempla-ción y enamoramiento, o de visión ypasión; no es difícil, en efecto, hacerque otros amen lo que es objeto de unfuerte amor personal, porque no es di-fícil encontrar mil maneras de mostrary desvelar en su amabilidad lo que secontempla y se ama. Más aún, con todoesto, haciendo amable el objeto de suamor, la persona goza profundamente,se distiende y se recrea. Una vez más,si el amor fuerte corresponde al tiem-po concentrado, contar nuestro amorpara que los otros participen de él estiempo narrativo.

Si esto es así, la disminución actual de lacreatividad pastoral a distintos niveles esmuy preocupante y dista de ser una cues-tión puramente técnica o ligada acondicionamientos sociales, porque es ín-dice de la pobreza de visión y del amor; sediría que viviésemos tiempos en los que,como en la época de Elí y Samuel, las visio-nes son poco frecuentes (cf. 1Sam 3,1).

¿Quien sabe si es realmente así? Encualquier caso, hay un dato evidente: laspersonas más inteligentemente creativas,no los saltimbanquis del momento ni losartistas demasiado narcicistas e incom-prensibles, son precisamente las más fa-miliarizadas con el ejercicio del recogi-miento y del silencio interior y exterior.La auténtica formación permanente esformación de ambos aspectos, es autén-tico proceso educativo que acompaña atoda la vida en la medida en que hace a lapersona cada vez más recogida y máscreativa. Es la fantasía desmelenada y tran-quila en grado sumo de Dios, a imagendel Espíritu Santo.

Mi corazón abarca todas las formas,contiene un prado para las gacelas

y un monasterio paralos monjes cristianos.

Hay un templo para los idólatrasy un santuario para los peregrinos;

en él está la tabla de la Toray el Libro del Corán.

Yo sigo la religión del Amory voy por cualquier camino

por donde me lleve Su camello.Ésta es la verdadera fe;

ésta es la verdadera religión.Ibn Arabi

Fuente: Internet

El silencio es el lenguaje de Dios, ytodo lo demás es una mala traducción.

Thomas Keating

No trates de forzar nada. Deja quela vida se libere profundamente.

Ve cómo Dios abre millones de florescada día sin forzar los capullos.

Bhagwan Shree Rajneesh

Cuando se ha comprendido que Diosnos ama, sólo queda una cosa por

hacer: ofrecerse al amor para que Élhaga de nosotros lo que quiera.

Jean Lafrance

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Permanecer

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Mensaje de Derecho Viejo

a la evolución destino del hombre

Periódico mensual. Director Dr. Camilo Guerra. Almafuerte 2629 Castelar (Bs. As.)T.E. 4629-6086 / 3089. - Diseño y diagramación propios. - Coordinación y publicidad:“Derecho Viejo” Producciones. - Registro de la Propiedad Intelectual Nº 2.365.486.Impreso en: PRINCASTEL 4629-2562 - Hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Un periódico para pensar

“DERECHO VIEJO”Lejos del mundo. Cerca de los hombres

“GLORIA DEI, HOMO VIVENS” (LA GLORIA DE DIOS ES EL HOMBRE VIVIENTE)

Escribe: Sebastián GuerraAbogado - Psicólogo

Responsabilitas

“La vida se hamanifestado y damos

testimonio de ello y lesanunciamos la vida eterna.Estaba de cara al Padre y

se ha manifestado anosotros”.

1ª de Juan 1,2

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“Ofrecí mi espalda aquienes me apaleaban,las mejillas a los quemesaban mi barba;

no me tapé el rostro antelos ultrajes y salivajes”.

Isaías 50,6

“... este nacimiento acontece en el alma exactamente como lo hace en laeternidad, ni más ni menos, pues se trata del mismo nacimiento: este

nacimiento acontece en el terreno y en la esencia del alma.Dios está en todas las cosas: en el ser, en la acción, en el poder; pero sólo enel alma es procreativo; pues aunque toda criatura es un vestigio de Dios, el

alma es la imagen natural de Dios... Las perfecciones que constituyen el alma,como la luz divina, la gracia o la bienaventuranza, deben entrar en el alma eneste nacimiento y no en otro momento. Alienta este nacimiento en ti y sentirástodo el bien, toda la felicidad, todo el ser y toda la verdad. Lo que entra en tien ese momento trae el auténtico ser y la estabilidad; y lo que puedas buscar

o aferrar sin ello, perece, lo tomes como lo tomes”.

M. Eckhart

Dice la Biblia que el reino de los cielosnos pertenecerá si somos como niños.Lamentablemente en la vida cotidiana unose cruza con más “pendeviejos” que ge-nuinos niños de corazón. Una cosa esmantener –o conseguir volver a– una vi-sión esperanzada de la vida, no retorcida,no apagada, no prejuiciosa, abierta, cris-talina, y otra muy diferente es cubrirse decirugías, colágeno o botox; tanto comoregodearse en la propia ignorancia fin-giéndola de infantil o escindiéndose de todaresponsabilidad por los propios actos.

Está repleta la sociedad de estospseudos niños que sólo son tales paralo que les conviene. Adultos que come-ten todo tipo de excesos, de fraudes, quefalsean, pervierten, mienten y ocultan, peroque a la hora de ser llamados a respondersólo esbozan un tímido “yo no me di cuen-ta”, como si ese “darse cuenta” hubieradependido de alguna entelequia diferentede ellos mismos, como si no hubieran de-bido ser ellos mismos quienes –oportuna-mente– reflexionaran, volvieran sobre símismos y sus conductas.

Desde políticos que sólo elaboran po-líticas para quedar bien ellos hoy, sin im-portarles cómo están alimentando la indus-tria del juicio, o como endeudan al Estadopara las próximas generaciones, y que–simultáneamente– deslindan toda respon-sabilidad de los problemas actuales seña-lando al gobierno o gobiernos anteriores,hasta los simples plebeyos de aquí abajo;Ud. no tiene idea con qué frecuencia laspersonas se abren de toda responsabilidaddiciendo cosas como “me hizo hacer”, “mehizo firmar”, “yo no sabía”, “yo no que-ría”, “fue sin querer”… todas formas so-lapadas de irresponsabilizarse por el pro-pio hecho o por la propia omisión.

Cuando algo ocurre en el plano dela vida cotidiana uno tiene el deber pri-mero de verlo de frente, de aceptar esocomo una realidad, y luego debe pro-cesar su causa y sus efectos. Si el he-cho resulta ser perjudicial o no deseado, yla causa o concausa resulta ser una omi-sión o un acto nuestro, lo sincero, lo ra-zonable, lo obvio es hacernos cargo totalo parcialmente –según el caso– de la res-

ponsabilidad por sus consecuencias, porsus efectos.

Esto, que es tan simple que hastaun niño lo comprende, está cada vezmás lejos de la comprensión de las per-sonas. En parte esto se debe a que per-manentemente se premian y se condenanlos efectos eventuales o randómicos (ver-bigracia: se lo felicita si ud. gana en elprode o el quini6, como si ello fuera algúntipo de mérito; o se lo estigmatiza si ud.no cumple con pautas de belleza física de-terminadas e imperantes, etc. etc.), desco-nectando –así– la causa del efecto en tér-minos de recompensa o castigo social; perotambién a que, a nivel íntimo, existe unaresistencia natural al displacer, y como laaceptación de la responsabilidad por lo ma-lo suele traer aparejado el reproche es –tam-bién– natural tratar de alejar ese cáliz.

El problema es, otra vez, de oportuni-dad. Debería tratarse de evitar el reproche–en todo caso- haciendo las cosas de modotal que no trajeran como consecuencia unimpacto negativo para otra persona, nohaciéndolo y luego metiendo la cabeza entierra como el avestruz.

Y, por otro lado, una cosa es aceptar laresponsabilidad por una ocurrencia nega-tiva más o menos objetiva que nuestroaccionar u omisión pudo haber ocasiona-do, y otra muy diferente es convertirse enun siervo de las acusaciones patológicasde quien, hipersensibilizado por muchasotras causas, puede llegar a hacer foco ennosotros de todo aquello que le ha salidomal en la vida. Ni tanto, ni tan poco.

Intentar vivir conforme la rectarazón, intentando sopesar no solo elresultado inmediato de nuestras accio-nes sino también lo mediato.

Aceptarnos falibles, porque así con-servamos la humildad del niño, la cual siem-pre viene bien al momento de hacernoscargo de nuestras responsabilidades y parapedir perdón cuando hace falta. La sober-bia del adulto siempre actúa como obs-táculo para esto; y la seriedad y la adus-tez, suelen ser fachadas, mascaradas, deesa misma soberbia inútil.

Aceptarnos frágiles y débiles como ni-ños porque sabemos que los hechos delos demás muchas veces nos afectan ne-gativamente, y debemos aprender a tole-rar y a perdonar; para no convertirnos envíctimas masoquistas de aquellos a los quepedimos perdón, pero tampoco en sádi-cos perversos sometiendo o vejando a al-guien que nos pide perdón a nosotros porlo que sus falencias o yerros pudieron ha-bernos ocasionado.

En resumidas cuentas, convertirnos–poco a poco– en niños, nos aproxima aun estado en el que todo es más un juegode aprendizaje que un calvario de penas y

pesares. Un estado en el que todo serelativiza un poco más, en el que miramosmás a los ojos, en el que tenemos la sonri-sa más a flor de piel. Ser más niños esestar listos más fácilmente para dar porsupuesto el perdón ante el solo pedido yseguir jugando exactamente igual que an-tes, sin guardarnos broncas, sin rencores,con total olvido.

Ser más como niños nos debe po-ner SI o SI en situación de poner el almay la cabeza en lo que hacemos, en dedi-carnos a hacer lo que profunda yexistencialmente sentimos que quere-mos hacer, en vivir a pleno la vida, enrechazar las imposiciones externas yhacernos cargo de lo que somos, enperseguir nuestros sueños activamentesin dejarnos aplanar, sin caer en la des-esperanza y frustrada actitud del adultoque solo conoce del NO: el no podré, elno se puede, el no debo...

Dejar de ser adultos, debe ser equiva-lente a volver a estar atentos a la vida quetenemos enfrente, al aquí y ahora de losniños, al dejar de hacer las cosas en lapermanente dicotomía dualista, pasar del“HAGO PARA…” (Trabajo para ganar di-nero; voy a la reunión de padres para que

mi mujer no me recrimine; compro tal autopara ser aceptado en tal círculo social; jun-to dinero para cuando llegue mi vejez;etc.etc.), al AMAR LO QUE HACEMOSy, si no, no hacerlo. Y a pesar de que loshechos objetivos –incluso- pudieran ser losmismos, todo cambia cuando la acción esen términos de aquí y ahora.

Por fin, ser como niños hará que nues-tros errores y falencias nunca lleguen aser groseras faltas de humanidad, ni con-tra la humanidad, ni de lesa humanidad.Ser como un niño hará que las consecuen-cias de nuestros actos jamás puedan traeraparejada la destrucción de todo el planetao la muerte de nuestro congéneres, por-que es imposible para un niño que unaabstracción como pueden ser la balanzade pagos, o la crisis financiera, o el dineromismo, pudieran estar por encima de algotan concreto como que una persona nopueda comer, que un niño fallezca por notener asistencia, que un anciano muera porno tener acceso a la medicación, o que elplaneta se dañe por extraer oro a fuerzade cianuro.

Seamos cada vez más como niños.Seamos cada vez más responsables.

Creemos que las soluciones existen, pero no como las imaginamos. Buscaruna supuesta mejoría del estado actual en que vive la humanidad no puede

pasar por un perfeccionamiento de las normas que la rigen. Ellas estánagotadas, ya han cumplido su fin. No es el hecho de menospreciarlas sino de

dejar de buscar lo que no pueden ya dar más.La felicidad, la armonía, el equilibrio en la vida pasan ahora por otra

dimensión. No se ha descubierto todo un mundo nuevo para agregarlo alanterior, sino para reemplazarlo.

Mauricio Gidekel“El desafío de vivir”