democracia participativa y comunal en bolivia

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Breve texto que reflexiona sobre las tensiones entre democracia liberal y la democracia comunal en Bolivia, apoyada en el libro Violencias (re)encubiertas en Bolivia de Silvia Rivera Cusicanqui

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Colegio de Estudios LatinoamericanosTeoras polticas contemporneas 2Erendira Trejo Esquivel

Democracia representativa y democracia comunal: entre la oposicin y la articulacin

Abordando el antagonismo entre las democracias representativa y comunal en el norte del departamento de Potos[footnoteRef:1], Silvia Rivera Cusicanqui argumenta la existencia de una dinmica de mutua negacin entre indgenas y sociedades dominantes. Desde los primeros como un reflejo ante las agresiones sobre los ayllus, parte del largo esfuerzo civilizatorio que hicieran las segundas, desde el cual marginaron toda experiencia que atentara el proceso modernizante de Bolivia[footnoteRef:2]. Con el sustrato colonial de esta confrontacin como fondo y su revitalizacin en las distintas etapas de este proceso (liberal, nacin-desarollistas), vislumbramos la puesta en escena de esta oposicin. [1: Silvia Rivera Cusicanqui, Violencias (re) encubiertas en Bolivia, 1a edicin (La Paz: La Mirada Salvaje, 2010).] [2: Ibd., p. 171]

De manera primordial, la fuente de esta contradiccin parte de las concepciones de igualdad y de ciudadana que desde la poltica gubernamental fueron significadas de manera tal que las prcticas disidentes del modelo de democracia dominante hayan sido condenadas a la marginalidad y a la clandestinidad, bajo el mismo mecanismo de exclusin que caracteriz a la relacin colonial primigenia entre espaoles e indios[footnoteRef:3]. [3: Ibd., p. 175]

Desde este ptica percibimos un cariz excluyente y autoritario en la democracia liberal en Bolivia que corresponde al proyecto civilizatorio en que se enmarca y del que emana el reconocimiento de ciertos derechos polticos bajo condiciones concretas, como es la propiedad privada en desmedro de la comunitaria y con ella sus implicaciones econmicas y culturales: la mercantilizacin de la tierra y la centralidad del individuo, entre otras cosas. Condiciones tales que, a partir de la Ley de Exvinculacin de 1874, coadyuvaron al despojo masivo de los territorios indgenas[footnoteRef:4]. [4: Ibd., p. 207]

La construccin del Estado-nacin boliviano ha estado signada por una serie de contradicciones que han derivado en un relativo fracaso del intento de imposicin de las formas polticas y econmicas occidentales, de manera que la dominacin colonial que las lites ejercieran fuera reactualizada constantemente, dando origen a procesos de democratizacin particulares donde elementos de las estructuras organizativas indgenas subsistieran[footnoteRef:5]. La resistencia ha sido la respuesta ante los embates modernizadores de un Estado centralista y etnocntrico. [5: Ibd., p. 138]

En lo anterior encontramos la postergacin indefinida de una articulacin de diferentes sociedades coexistentes y, por tanto, de diferentes modelos democrticos que, contrario a lo que puede parecer segn lo dicho hasta aqu, es posible en tanto se postule la nocin de complementariedad que en la forma comunal subsiste en confrontacin con la competencia y la divisin propias de la estructura liberal.Toda introduccin de democracia comunal en los sistemas polticos occidentales contemporneos pasa necesariamente por la reestructuracin de stos, y de manera ms particular, del funcionamiento de la democracia representativa con la que ha de coexistir. En estos trminos pensamos que el antagonismo entre ambas formas de democracia no es insuperable, siempre y cuando no se pierda de vista que su puesta en prctica trasciende la arena poltica para insertarse tambin en otras esferas de la vida cotidiana.Aunque nos encontramos con que la supresin del carcter subalternizante de las prcticas institucionales es fundamental en una reforma que se pretenda autnticamente democrtica; que conduzca a la refundacin de la base ideolgica en la que estn sustentadas nuestras instituciones democrticas[footnoteRef:6], se nos presenta otra cuestin a considerar en torno a las posibilidades de articulacin del modelo representativo con el comunal, a saber, la coherencia que puede tener la puesta en prctica de las formas consensuales inherentes a la democracia directa con las formas de vida insertas en las dinmicas del capital y las sociedades industriales. [6: Ibd., p. 176]

El problema, entonces, va ms all de las instituciones democrticas, razn por la cual proponemos pensar no solamente en la dimensin poltica de la reestructuracin de las sociedades, sino en todas las actividades de los ciudadanos. La articulacin en complementariedad de ambos modelos democrticos no ha de fundarse en la adecuacin de uno al otro (sin que por ello deje de ser necesario), sino en una revolucin multidimensional que lleve en sus entraas un proceso de descolonizacin, sentando como condicin ineludible el reconocimiento de la pluralidad de la ciudadana lo mismo que el de la autonoma de su comunidades indgenas y no indgenas.2