democracia conocimiento y cultura

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    Democracia, conocimiento y cultura

    SerieP C S,

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    Comit cientfico del simposio

    Pensar el mundo desde las Ciencias Sociales, hoy

    Marina Ariza CastilloGuillermo Boils Morales

    Rebeca de Gortari RabielaSilvia Incln Oseguera

    Regina Jimnez de OttalengoHugo Jos Surez Surez

    Ral Trejo DelarbreFrancisco Valds Ugalde

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    Democracia, conocimiento y cultura

    Rosalba Casas GuerreroHubert Carton de Grammont

    (compiladores)

    ARTIGAS

    EDITORES

    BONILLA

    Lb C 80 A

    I I S

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Bonilla Artigas Editores

    Mxico, 2012

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    JC423

    D4 Democracia, conocimiento y cultura / Rosalba Casas Guerrero, Hubert

    Carton de Grammont. Comp. Mxico : UNAM, 2012

    410 p. (Serie : Pensar el mundo desde las ciencias sociales hoy)

    isbn978-607-02-3210-7

    1.- Democracia. 2.- Democracia Mxico.1.-Casas Guerrero,

    Rosalba.ii.- Carton de Grammont, Hubert

    Este libro fue sometido a un proceso de dictaminacin por acadmicos externos alInstituto, de acuerdo con las normas establecidas por el Consejo Editorial de lasColecciones de Libros del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad NacionalAutnoma de Mxico.

    Derechos exclusivos de la edicin quedan reservados para todos los pases de hablahispana. Prohibida la reproduccin parcial o total, por cualquier medio, sin elconsentimiento por escrito de su legtimo titular de los derechos.

    Primera edicin: 30 de abril de 2012.

    D.R.2012, Universidad Nacional Autnoma de MxicoInstituto de Investigaciones SocialesCiudad Universitaria, 04510, Mxico, D.F.

    Bonilla Artigas Editores, S.A. de C.V.Cerro Tres Maras nm. 354Colonia Campestre Churubusco, C.P. 04200Mxico, D.F.

    Coordinacin editorial: Berenise Hernndez AlansCuidado de la edicin: Hortensia MorenoIncorporacin de correcciones: Anglica Nava FerruzcaDiseo de portada: Mara ArtigasCollage de Cynthia Trigos Suzn

    Impreso y hecho en Mxico 978-607-02-3210-7 () 978-607-7588-61-0 (B A E)

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    ndice

    Presentacin

    Rosalba Casas Guerreroy Hubert Carton de Grammont. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

    S,

    C . Du plus intime au plus global en passantpar les identits: les dfis de la dmocratieMichel Wieviorka . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

    C . Sociedad y democracia: unarelacin conflictivaVctor Manuel Durand Ponte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43

    C . Desigualdad econmica, social y polticaFernando Corts . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

    C . Desigualdad y democracia en ciudadesmexicanas. Anlisis de la accin pblica localen municipios urbanos marginadosEnrique Cabrero Mendoza, Ana Daz Aldrety Dionisio Zabaleta Sols . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93

    C . Democracia y desigualdad.La democracia argentina en el contexto regionalLiliana De Riz Conicet . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125

    C . Igualdad: dimensiones,luchas y pactos socialesManuel Antonio Garretn M. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

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    C,

    C . Internacionalismo cientfico en laproblemtica socioambiental y una nueva agendapara las ciencias socialesHebe Vessuri . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173

    C . El papel de los acadmicos de cienciassociales en una sociedad del conocimientoMarc Jacquemain . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197

    C . La dinmica de la universidad, losdesafos del conocimiento y el desarrollo localHumberto Muoz Garca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209

    C . Ciencias sociales ante el entornodigital. Para una sociologa de FacebookRal Trejo Delarbre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229

    C . La articulacin de diferentes tipos

    de conocimiento: condicin para transitar haciasociedades de conocimientosLen Oliv . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251

    C . Sharing Resources and Knowledge:e Role of Collective Action and Property RightsRuth Meinzen-Dick y Helen Markelova . . . . . . . . . . . . . . . . . 275

    I,

    C . Democracia y cultura: Las leccionesdel populismoRoger Bartra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299

    C . De la multiculturalidad a lainterculturalidad: nuevos planteamientos sobrela dinmica cultural y el derecho a la culturaGilberto Gimnez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 321

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    C . Penser globalement le monde actuel,

    lcart de la totalit et de lmiettement postmodernePhillippe Corcuff . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341

    C . Ciudadana, modernidad y diversidadtnico-cultural: desafos poscolonialesGuillermo de la Pea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 369

    C . Identidad, cultura y diversidad comoparmetros reflexivos

    Judit Bokser Liwerant . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 389

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    Presentacin

    R C G*

    H C G**

    El Instituto de Investigaciones Sociales celebr en abril del 2010su 80 Aniversario, que representa ocho dcadas de investigacio-nes enfocadas al anlisis de los problemas sociales y a la produccinde conocimiento.

    Desde su instalacin en 1930, su primer director, el abogado yposteriormente arquelogo Alfonso Caso, expresaba que con lacreacin del Instituto se iniciaba una labor que tendra una incal-culable trascendencia para la solucin de los problemas mexicanos

    y la vida misma del pas, labor que no se ha interrumpido y queha dado a nuestro Instituto una caracterstica de permanencia en lainvestigacin en Ciencias Sociales.

    El Instituto fue el primero en crearse en el mbito de las Humanida-des y las Ciencias Sociales en nuestra Universidad, fundado slo veinteaos despus de la creacin de la Universidad Nacional en 1910.

    * Investigadora Titular y Directora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UniversidadNacional Autnoma de Mxico.

    **Investigador Titular del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Au-tnoma de Mxico.

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    Como resultado de las orientaciones que adquiri el Instituto, a

    partir de su primera organizacin, qued plasmada su especificidad enla investigacin social en Mxico y se definieron las bases de su identi-dad institucional. Entre otras, parece importante sealar al menos trescaractersticas que han prevalecido a lo largo de los aos y que siguendando lugar a la innovacin institucional: la investigacin multidisci-plinaria, el dilogo entre anlisis terico e investigacin emprica, y laconcentracin en ciertas temticas de investigacin.

    ) L

    Esta caracterstica lo distingue de otras instituciones que se funda-ron posteriormente, al dedicarse al anlisis de los problemas socialesen una perspectiva integral. A diferencia de otros institutos quefueron creados posteriormente en nuestra Universidad, no tuvoen su definicin una perspectiva disciplinaria. No obstante, con la

    creacin de la Escuela Nacional de Ciencias Polticas y Sociales en1951 y el establecimiento de la carrera de sociologa, se dara unfuerte nfasis en la dcada de 1960 a la investigacin sociolgicaen el Instituto.

    ) L

    Durante sus primeros cuarenta aos, que incluyen las direccionesrotativas de Alfonso Caso, Narciso Bassols, Vicente Lombardo Tole-dano y Luis Chico Goerne, as como la direccin de Lucio Mendietay Nez, y de Pablo Gonzlez Casanova, el Instituto estuvo marcadoexpresamente por una combinacin entre investigacin terica conuna orientacin aplicada. Mendieta y Nez, en 1955, afirmabaque: Salvo uno que otro socilogo purista, los autores modernosestn de acuerdo en que la sociologa tiene, indudablemente, un fin

    prctico, si bien es verdad que debe tenerse cuidado sumo en separarestrictamente la construccin cientfica de carcter general, de las

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    consideraciones relativas a la aplicacin concreta (Loyo, Guadarra-

    ma y Weissberg, 1990: 233).Ms adelante, cuando Pablo Gonzlez Casanova asumi la direc-

    cin del Instituto en 1965, y en relacin a la segunda re-organizacingeneral de esta entidad, afirmaba que: No se organizar o dividirel trabajo pensando en estudios de sociologa aplicada y estudiosbsicos. La inmensa mayora de las investigaciones ser de sociologaaplicada [].As, la investigacin terica original depender, en ge-neral, del planteamiento informado de investigaciones de sociologa

    aplicada y de las experiencias de su realizacin []. Los proyectostendrn un carcter integral e interdisciplinario, e intentarn relacio-nes entre variables, que corresponden a la actual divisin del trabajocientfico: demogrficas, culturales, polticas, econmicas (Loyo,Guadarrama y Weissberg, 1990: 230).

    ) L

    En estos ochenta aos, el Instituto ha privilegiado en sus diferentesetapas un conjunto de temticas, lneas de investigacin y enfoquesque se han originado en la problemtica en la que se ha desenvueltonuestro pas, Amrica Latina y en general las sociedades en el planointernacional, as como en los paradigmas existentes en las CienciasSociales.

    Del estudio del ejido en la dcada de 1930, se transit durante lasde 1950 y 1960 a la consideracin de problemas tales como la crimi-

    nalidad (1952), la educacin (1953), la economa (1954), la ruralidad(1955), los procesos urbanos (1956), el derecho (1957), la Revolucin(1958), la planificacin (1959), la poltica (1960), el trabajo y el ocio(1961), el desarrollo (1962), la seguridad social (1963), la reformaagraria (1964), y el conflicto y la cooperacin (1965).

    A partir de 1965 se enfatiz el problema del desarrollo, las clasessociales, el Estado y la ideologa, as como el ejercicio para pensar enel futuro de Mxico, con la publicacin en 1970 de tres volmenes

    sobre El perfil de Mxico en 1980, coordinados por Pablo GonzlezCasanova.

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    En la dcada de 1970 la ptica de anlisis estuvo centrada en

    el subdesarrollo, la dependencia y los grupos sociales, y en una vi-sin histrico-estructural desde la perspectiva de la dependencia.El dilogo con Amrica Latina y Europa fue caracterstico de esteperiodo. En la dcada de 1980 se observa la preponderancia de losanlisis polticos, el Estado, las estructuras de poder, el desarrollode partidos polticos, empresarios, elecciones y grupos de presin.Hay un cambio en la orientacin y ampliacin de las fronteras deinvestigacin. Los temas de la crisis, la democracia y la sociedad civil

    pasan a ocupar un lugar central en las investigaciones a mediadosde esa dcada. Las preferencias analticas estuvieron orientadas, talcomo lo afirma Aurora Loyo, a reconstruir la historia contempor-nea, la vocacin latinoamericanista, la preeminencia de la sociologapoltica, la aproximacin crtica a los logros de los regmenes post-revolucionarios, el rescate del olvido de movimientos sociales, y laspreocupaciones polticas y culturales sobre los sectores medios urba-nos (Loyo, Guadarrama y Weissberg, 1990).

    En 1990 se inaugura una dcada que estara llena de cambios en laspolticas para la educacin superior y en particular para las universida-des. Las polticas educativas y de ciencia y tecnologa que se pusieronen prctica en esa dcada, y que hoy estn presentes en nuestras institu-ciones, introdujeron varios puntos de inflexin que han transformadoa nuestras instituciones y, en cierta forma, la prctica acadmica. Entreotras, destacan las polticas de evaluacin, el imperativo de fortale-cer la docencia desde la investigacin, la rendicin de cuentas ante lasociedad y con ello el requerimiento a nuestras instituciones de pro-

    curar datos sobre los resultados del trabajo, que generaron una mayorcomplejidad en la gestin acadmica y un conjunto de funciones yrequerimientos sobre el desarrollo de la investigacin, tanto en el pla-no individual como en el institucional (Casas y Luna, coords. 1997).Tal como se afirma en el documento del Diagnstico realizado porla Comisin de Evaluacin Institucional de este Instituto en 2009,estas polticas pusieron en cuestin algunas de las formas de trabajolargamente establecidas en el Instituto y condujeron al fin de los

    grandes relatos en las ciencias sociales y al empuje hacia la investiga-cin especializada (Comisin de Evaluacin Institucional, 2009).

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    En ese contexto, en la dcada de 1990 la investigacin en el Insti-

    tuto experiment una renovacin importante, con la incorporacinde ms de una decena de nuevos investigadores, lo que implic laintroduccin de nuevas temticas en la agenda de investigacin, in-corporndose problemas como la cultura poltica y la ciudadana, lapoltica electoral, la participacin social y comunitaria, las mujeresindgenas, la reforma del Estado, el anlisis de la modernizacin, lainnovacin tecnolgica, los efectos sociales de la globalizacin, la ca-lidad de la educacin bsica y media, el estudio de la iglesia catlica,

    los estudios sobre la tercera edad, el anlisis social de la violencia, lasidentidades y las percepciones de la democracia, entre otros.

    En la primera dcada del siglo , el Instituto continu con larenovacin temtica, mediante la incorporacin de otra decena deinvestigadores que vinieron a fortalecer las lneas sobre democra-tizacin; pobreza, desigualdad y exclusin social; construccin dela ciudadana; reforma del Estado y poder judicial; transparencia yrendicin de cuentas; movimientos sociales; memoria e identidad;

    sociologa de la religin; Estado y patrimonio cultural, y migracininternacional y mercados laborales.Lo anterior ha permitido fortalecer sus siete reas temticas de

    investigacin e integrar los proyectos en una treintena de lneas de in-vestigacin institucionales, algunas de ellas transversales a varias reastemticas.

    Al inicio de la segunda dcada del siglo , el Instituto transita,como en general lo hacen las Ciencias Sociales en el mundo, por unaetapa de bsqueda de nuevos derroteros y esquemas alternativos para

    explicar los nuevos problemas sociales y tratar de aportar solucionestanto a stos como a los viejos fenmenos que prevalecen.

    Hoy, ms que nunca, el papel de las Ciencias Sociales debe seranalizado a profundidad, para encaminar las polticas institucionalesa la produccin de conocimiento cientfica y socialmente relevan-te, en una realidad que requiere de nuestra participacin activa. Enuna sociedad cada da ms convulsionada por la inequidad social,las crisis econmicas y polticas, y por la presencia de nuevas crisis

    sanitarias, la participacin de nuestras disciplinas en la generacinde conocimiento, as como en la formacin de recursos humanos

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    con nuevos enfoques, y la interaccin dinmica con diversos sectores

    sociales, son indispensables.En esa bsqueda se ensayan enfoques novedosos, se debaten nuevos

    conceptos y se ponen en prctica formas originales de acercamiento alos actores sociales. Asimismo, se manifiestan otras preocupaciones:las especificidades de los problemas sociales a nivel regional y local,y el dilogo necesario con los avances en nuestras disciplinas en otraspartes del mundo; el cruce de las fronteras disciplinarias, no solo entrelas Ciencias Sociales, sino con las Ciencias Naturales y Exactas; el uso

    de las nuevas para hacer ms gil la interaccin y el intercambiocon colegas de otras regiones del mundo; el debate sobre las formasde evaluacin de la investigacin, considerando sus pros y contras; labsqueda de fuentes de financiamiento que permitan realizar investi-gacin emprica a profundidad; la difusin del conocimiento generadoa los diversos sectores de la sociedad, y la posibilidad de influir en laspolticas sociales a partir de la investigacin.

    En el marco de nuestro 80 aniversario, el Instituto se plante va-

    rios propsitos: fortalecer nuestro intercambio acadmico interno yexterno; reflexionar sobre nuestro futuro y nuestras agendas de in-vestigacin, y tambin impulsar de manera renovada la reflexin y elanlisis de los problemas que aquejan a nuestras poblaciones en unaperspectiva global, destacando las aportaciones de las Ciencias Sociales.

    Con esta idea y con el propsito de contar con un importanteforo acadmico en este aniversario que coincidi con el Cente-nario de nuestra Universidad Nacional, fundada en 1910, con elBicentenario del inicio de la Independencia y con el Centenario del

    inicio de la Revolucin Mexicana, la Direccin del Instituto con-voc, a finales de 2009, a un grupo de investigadores que conformel Comit Cientfico para trabajar en la propuesta que dio lugar alSimposio Pensar el mundo desde las Ciencias Sociales, hoy, rea-lizado en abril del 2010, con el objetivo de discutir algunos de losproblemas ms graves que enfrentan nuestras sociedades. DichoComit estuvo conformado por los doctores Marina Ariza Castillo,Guillermo Boils Morales, Rebeca de Gortari Rabiela, Silvia Incln

    Oseguera, Regina Jimnez de Ottalengo, Hugo Jos Surez, RalTrejo Delarbre y Francisco Valds Ugalde.

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    Como resultado de diversas reuniones de trabajo, el comit

    defini tres temticas centrales para este Simposio: democracia, co-nocimiento y cultura, alrededor de las cuales se invit a acadmicosnacionales y de otros pases. Se reuni a ms de 25 investigadoresquienes, a lo largo de seis mesas magistrales, analizaron y discutierondichos temas desde diversas perspectivas analticas.

    Durante el Simposio se discutieron aspectos prioritarios y pro-blemas del mundo en general; se hizo referencia a distintas regionesy distintas dimensiones analticas: lo global, lo nacional y lo local;

    se combin la reflexin crtica con la investigacin puntual y decalidad; los trabajos consideraron diversos enfoques, marcos con-ceptuales, dimensiones y abordajes; se reiter la preocupacin porconstruir nuevos enfoques o combinar los existentes. El evento fueplural en cuanto a posiciones.

    Entre las principales preocupaciones presentes en las discusionesfiguraron:la reconstruccin de las relaciones entre Estado y sociedad;la refundacin de los estados nacionales basados en la igualdad; la ne-

    cesidad de pensar actualmente en una sociedad igualitaria en trminosde redistribucin; la necesidad de un pacto social por la igualdad; laspolticas de participacin social, la accin pblica local, el cambio dediseo institucional para potenciar la participacin de los ciudadanosen la toma de decisiones. Tambin se expresaron preocupaciones porel papel de las Ciencias Sociales y de la universidad en el cambio socialcon temas tales como: la democratizacin de la ciencia enfatizando elinters en lo local, la recuperacin de los saberes locales, los desafosdel conocimiento local y tecno-cientfico,elpapel del acadmico en

    los medios pblicos y el debate pblico, cmo combinar los papelesde cientfico y de ciudadano, la nueva organizacin del trabajo acad-mico en las universidades y el papel de stas en el desarrollo local, lasnuevas temticas para las Ciencias Sociales.

    En este libro, conmemorativo del 80 Aniversario del Instituto, seincluyen diecisiete trabajos que fueron revisados por sus autores ala luz de las discusiones e intercambios que se generaron durante elSimposio.

    El libro est organizado en tres secciones, siguiendo los temascentrales para los que fue convocado el Simposio.

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    En la primera seccin, Sociedad, desigualdad y democracia, se

    incluyen los trabajos de Michel Wieviorka, Vctor Manuel Durand,Fernando Corts, Enrique Cabrero, Ana Daz Aldret, DionisioZabaleta Sols, Liliana de Riz, y Manuel Antonio Garretn, queanalizan respectivamente: los retos de la democracia en el marco delindividualismo y la globalizacin; las dimensiones social, econmicay cultural de la desigualdad social; las relaciones entre desempeoeconmico y democracia, as como entre desigualdad y democra-cia en una perspectiva local; los cambios en la democracia para dar

    respuestas con justicia a la pobreza y la desigualdad y pavimentar elcamino hacia la buena sociedad, haciendo alusin al caso de Argen-tina; las relaciones entre sociedad y democracia como una relacinconflictiva, y la discusin sobre las diversas dimensiones del concep-to de igualdad.

    En la segunda seccin Conocimiento, sociedad y universidad,se incluyen trabajos elaborados por Hebe Vessuri, Marc Jacquemain,Humberto Muoz, Ral Trejo Delarbre, Len Oliv y Ruth Meinzen-

    Dick en co-autora con Helen Markelova, que analizan y discutenrespectivamente los siguientes asuntos: la importancia de los procesosde colaboracin en la ciencia y la interaccin de conocimientos entrelas ciencias naturales y sociales ante la problemtica socio-ambiental,y que plantean la necesidad de revisar la naturaleza del universalismoepistemolgico de las Ciencias Sociales; la situacin de los acadmicospara participar en los debates pblicos que animan a la sociedad yla discusin sobre las condiciones en que la prctica de las CienciasSociales es compatible con el hecho de estar involucrado en el mbito

    poltico-social; los esfuerzos de la universidad para construirse comouna institucin centrada en el conocimiento aplicado y su necesariaapertura hacia la sociedad para promover un desarrollo social endge-no a nivel local; la importancia para las Ciencias Sociales de considerarnuevas temticas de estudio tales como elgooglismo, a travs de cuyoproceso se pueden comprender las nuevas relaciones sociales y las for-mas de produccin y circulacin del conocimiento; la importanciasocial de todos los conocimientos, tanto los cientfico-tecnolgicos

    como los llamados locales y los tradicionales, en la conformacinde sociedades de conocimientos; y el enfoque conceptual para entender

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    la relevancia de la accin colectiva y de los derechos de propiedad y

    cmo estos conceptos pueden extenderse a la accin colectiva para lacomunicacin y para el intercambio de conocimientos.

    En la ltima seccin, Identidad, cultura y multiculturalidad,se incluyen los trabajos de Roger Bartra, Gilberto Gimnez, Phi-llippe Corcuff, Guillermo de la Pea y Judit Bokser, que discutenrespectivamente: la relacin entre democracia y cultura, as como lospeligros del populismo; los nuevos planteamientos sobre la dinmicacultural y el derecho a la cultura, tales como el nuevo paradigma

    de la multiculturalidad y la interculturalidad; las fragilidades cons-titutivas de las Ciencias Sociales; la pretensin de totalizacin y ladisgregacin posmoderna, lo que llama a un dilogo renovado sobrela base de una autonoma respectiva entre Ciencias Sociales y Filo-sofa; los debates sobre el concepto de ciudadana tnica en el marcode la corriente analtica sobre la antropologa poscolonial, que seejemplifica con narraciones etnogrficas situadas en el occidente deMxico; y la discusin sobre las relaciones entre identidad, cultura

    y diversidad como parmetros reflexivos desde un nuevo posiciona-miento epistemolgico.Agradecemos la colaboracin de los veinte autores de este libro y

    refrendamos el compromiso de este Instituto por continuar, de ma-nera anual, la discusin de los principales problemas que afectan almundo de nuestros das, desde la perspectiva de las Ciencias Sociales.

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    B

    C, Rosalba y Matilde Luna (coords.). 1997. Gobierno, academiay empresas en Mxico: hacia una nueva configuracin de relaciones.Mxico: - / Plaza y Valds, 1 edicin (2 edicin, 2000).

    C de Evaluacin Institucional. 2009. Informe final.Mxico: Instituto de Investigaciones Sociales, .

    L, Aurora, Gustavo Guadarrama y Katia Weissberg. 1990. ElInstituto de Investigaciones Sociales y la sociologa mexicana

    (1930-1990). En La Sociologa Mexicana desde la Universidad.Mxico: Instituto de Investigaciones Sociales, .

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    Du plus intime au plus global en passant parles identits: les dfis de la dmocratie

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    Depuis une trentaine dannes, deux tendances puissantes, etapparemment sans lien entre elles, modifient considrable-ment le monde tel quil est, et les modes dapproche qui en sontproposs. Dune part, lindividualisme comporte dimportantes di-mensions qui renvoient lide de Sujet, lourd quil est de processusde subjectivation et de dsubjectivation, tandis que dautre part, laglobalisation est devenue une ralit bien plus massive qu lpoquede la guerre froide.

    . I

    Ces deux phnomnes mritent dabord dtre prciss, mme si lalittrature des sciences sociales, juridiques et politiques en traite enabondance. Ils appellent aussi tre penss dans leur articulation, defaon rduire le grand cart qui semble simposer qui veut ne pas

    * Administrador de la Fondation de la Maison des Sciences de lHomme.

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    M W

    dissocier lun et lautre, le sujet dans ce quil a de plus personnel, de

    plus intime, et le global , dans ce quil prsente de plus mondialou de plus gnral.

    Lindividualisme prsente, en premire approximation, deux facesdistinctes. Lune est celle de la consommation, de laccs person-nel aux fruits de la modernit, largent, lemploi, la sant, lducation pour ses enfants, etc. Ici, lindividualisme peut ne pastre trs loign de lhdonisme et de lgosme : il est fait de calculs,plus ou moins russis, de stratgies individuelles, de mobilisation

    de ressources pour parvenir satisfaire la soif de consommer, dedisposer dargent, etc. Il est vite, en un mot, instrumental. Lautreface est celle du Sujet, de la capacit dagir, de matriser son exis-tence, dexercer sa libert, de faire des choix et de se construire,de saccomplir. Cette deuxime face est elle-mme plus complexeque ce quen disent trop souvent ceux qui ont recours la notionde Sujet et qui nen voient que cette capacit, cette virtualit, quidbouche sur laccomplissement et la recherche de soi-mme ; car

    le Sujet peut dabord tre galement fragile, vulnrable, malade,par exemple. Il peut ensuite tre interdit daction, ne pas pouvoirse raliser, par exemple du fait du racisme, de la discrimination, delexclusion sociale. Il peut encore prendre lallure de lanti-sujet, quine se construit que dans la ngation de lAutre, par exemple dans lacruaut, la violence pour la violence ou le sadisme.

    La globalisation est une catgorie ambivalente. Dun ct, elle sert rendre compte de ltat du monde, elle est utilise pour formulerun diagnostic historique. Le monde se globalise, cela veut dire alors

    que les flux financiers et commerciaux, les marchs se jouent destats et des frontires. La globalisation a dabord t dcrite com-me un phnomne conomique, elle est de plus en plus prsentecomme un phnomne total, concernant tous les domaines de la viecollective : la culture se globalise, comme la bien montr, parmi lespremiers, Arjun Appadurai, et la religion est un phnomne globalqui mriterait dtre davantage analys sous cet angle ; le terrorismeislamiste, surtout depuis les attentats du 11 septembre 2001, est

    bien des gards lui aussi global, tandis que les migrations interna-tionales ne se rduisent pas limage classique dun dpart et dune

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    arrive dans une socit o il sagit pour le migrant de sintgrer.

    Dans ce cas, il est de plus en plus question de transnationalisme,de logiques diasporiques, de transit et de circulation toutes di-mensions que lide de globalisation peut assez facilement fdrer.Dun autre ct, la globalisation peut devenir un concept pour pen-ser le rel, une catgorie non pas ou pas seulement historique,concrte, mais analytique : un outil pour aborder un problme ouune situation et lclairer. Dans ce cas, il sagit de penser global ,ce qui est une faon de sloigner des modes traditionnels utiliss

    gnralement par les sciences sociales, juridiques ou politiques, quiclassiquement fonctionnent dans le double cadre de ltat-nation, etde son complment, les relations dites, prcisment, internationa-les. Penser global, cest prendre ses distances avec le nationalismemthodologique critiqu depuis plusieurs annes par le sociologueallemand Ulrich Beck, pour adopter une autre perspective ; Beck,pour sa part, propose de se rclamer du cosmopolitisme m-thodologique , une expression qui renvoie une grande tradition

    philosophique, kantienne notamment, mais qui, dans mon paystout du moins, est disqualifie en raison de lusage quen ont faitles antismites dans lentre-deux-guerres, dnonant les Juifs commedes cosmopolites sans terre ni racines.

    Penser global ninterdit videmment pas denvisager dautresniveaux danalyse que celui du monde ou de la plante, lessentieltant darticuler ces niveaux, par exemple du plus large, mondial,au plus local, en passant par celui, qui demeure incontournable,de ltat-nation, mais sans lui confrer un quelconque monopole.

    Cest pourquoi, dans les annes 1990, Roland Robertson a proposle nologisme de Glocalisation , avec lide que le global et le localdoivent tre envisags en un seul et mme mouvement.

    Penser global, cest aussi intgrer des scientifiques et dautresacteurs professionnels, dans une mme logique de coproductionde connaissances, afin de pouvoir affronter les grands problmesdu monde contemporain, comme les catastrophes dites naturellesalors quelles ne le sont que partiellement, les questions de leau, de

    lenvironnement, du climat, de la sant, des pidmies, etc.

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    premire vue, les deux phnomnes semblent distincts, et fortloigns lun de lautre. Mais en fait, ils salimentent mutuellement.La mondialisation, et en particulier la formidable double compres-sion du temps et de lespace quelle implique, selon une clbreexpression du gographe David Harvey, met le monde entier en con-tact immdiat avec la plante, et en particulier avec le spectacle de

    la consommation qui, en stalant sur Internet, la tlvision et aucinma, ne peut quaiguiser le dsir de consommer. Domine par lespuissances de largent et de la finance, la mondialisation tend dis-soudre et affaiblir les mdiations qui sparent chacun de luniversde la consommation et de laccs le plus direct et immdiat quil sepeut aux biens et services, mais aussi la culture ou la foi. Les insti-tutions classiques sont mises en cause par ces processus, tout comme bien des gards les tats et leurs frontires, mais aussi les systmes

    politiques, y compris lorsquils sont dmocratiques. Il est vrai que lamondialisation suscite aussi, en retour, des phnomnes de fragmen-tation et de fermeture identitaires, mais ceux-ci doivent galementtre lus comme lis la pousse de lindividualisme et plus prci-sment de la subjectivit personnelle des individus : aujourdhui,chacun choisit son ou ses identits particulires, en tous cas biendavantage que par le pass, quand les identits se reproduisaient bienplus quelles ntaient produites. Dsormais, par exemple, on fait lechoix dtre musulman l o hier, on ltait parce que les parents,

    les grands parents, etc. ltaient. Dailleurs, il y a de plus en plus deconversions lislam dans des pays occidentaux, comme la France,et ce phnomne nest pas seulement apport de lextrieur par desmigrants. Les migrations elles-mmes sont portes par des logiquesrapidement devenues globales, en mme temps quelles doiventbeaucoup la subjectivit des migrants, qui veulent construire leurexistence au-del de la russite conomique : de plus en plus du-qus, et avec parmi eux de plus en plus de femmes, les migrants

    contemporains sont connects , en lien avec bien des rseaux pla-ntaires, tout en tant des acteurs individuels de leur existence.

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    Plus les mdiations, les institutions, les tats, les systmes po-

    litiques classiques saffaiblissent et plus chacun est susceptible desappuyer sur sa subjectivit personnelle, quitte tenter de sinscriredans des rseaux ou des communauts, pour faire face aux normes,aux besoins, aux espoirs, aux dsirs suscits par la globalisation maisaussi pour affronter les dgts quelle peut causer, laccroissement desingalits, lexclusion, la prcarit. Une telle volution a des implica-tions majeures pour la dmocratie, tant au niveau, au sein dun pays,de sa capacit assurer le traitement interne des questions sociales et

    politiques, qu celui de la vie mondiale quil nest plus possible derduire aux seules relations internationales.

    . L

    Dans les annes 1960 et 1970, la dmocratie tait avant tout lecontraire des systmes, aspirations ou modles politiques dune au-

    tre nature. Elle se dfinissait, avec plus dardeur polmique que devolont den approfondir le concept, comme le contraire du com-munisme, de la dictature, ou des projets rvolutionnaires. Il ntaitpas ncessaire den donner une dfinition plus prcise, et souvent,on se contentait dune phrase clbre de Winston Churchill, affir-mant que la dmocratie est le pire des rgimes lexception de tousles autres .

    Puis les rgimes autoritaires se sont crouls, la guerre froide sestsolde par la dfaite de lUnion sovitique, dans quelques pays la

    Rvolution est devenue islamique (Iran) ou synonyme de terrorisme,ce qui a affaibli partout dans le monde dmocratique les idologiesqui sen rclamaient. Du coup, de bons esprits ont parl de triom-phe gnralis de la dmocratie, et Francis Fukuyama, au momento tombait le mur de Berlin, a proclam la Fin de lhistoire ,cest--dire le triomphe du march et de la dmocratie. En labsencedopposition, la dmocratie tait lavenir politique tandis quau ni-veau conomique, le march devenait la seule perspective raliste ; la

    raison et le droit, les valeurs universelles, devaient continuer affai-blir les particularismes culturels et religieux. Une certaine conception

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    de la modernit tait alors son apoge, qui ne tenait gure compte

    de la mondialisation, et pas davantage de la monte en puissance delindividualisme et de la subjectivit personnelle des individus.

    Un demi-sicle plus tard, nous sommes bien loin de cet apo-ge. Si la dmocratie na plus sopposer au communisme ou auxidologies rvolutionnaires, elle est bien davantage confronte elle-mme. Mais au lieu dtre plus forte que jamais, vivante, sre delle,elle semble souvent faible, hsitante, incertaine, en mme tempsquincapable de faire face des enjeux nouveaux. Et partout, dans les

    socits dmocratiques, on parle de difficults, de crise et de dclinde la dmocratie.

    a. La crise de la dmocratie

    Longtemps, la dmocratie a t ou bien directe, ou bien reprsentative.La dmocratie directe se passe de mdiation entre les citoyens et

    le moment o est prise la dcision politique, elle procde par rf-rendums, par ptitions dinitiative populaire, par plbiscites ; elle

    mobilise lensemble du corps lectoral pour prendre des dcisions sansse proccuper du Parlement ou des partis politiques, ce qui la renddifficilement applicable de grandes units territoriales, du moins silsagit den faire la forme principale de dcision politique. La dmocra-tie directe critique et rejette toute ide dintermdiaires entre le peupleet le pouvoir, elle est constamment tente par lantiparlementarismeet lantisystme de partis, et, de l, elle peut prendre des allures depopulisme. Le populisme dnonce les gros au nom des petits , ilconsidre que les acteurs politiques forment une lite coupe du peu-

    ple et rapidement corrompue, quelles que soient les orientations deses membres, et il prfre des choix lmentaires et des formulationssimples la discussion des dossiers complexes sur lesquels pourtantla politique doit souvent se prononcer. La mondialisation, en flattantles tendances au repli communautaire ou identitaire, est vite un en-couragement au populisme et lappel des procdures de dmocratiedirecte. On en a de nombreuses expressions avec la monte des droitesradicales en Europe, ou bien encore avec les tendances croissantes

    la xnophobie et au racisme, qui se sont traduites par la votation suisse contre la construction de mosques le 29 novembre 2009.

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    De faon trs diffrente, la dmocratie reprsentative a longtemps

    constitu la formule-reine de la dmocratie, et sil est si souventquestion dune crise de la dmocratie, cest en fait dune crise de lareprsentation quil sagit dabord. Dans la reprsentation, la volontdes citoyens sexprime par la mdiation de reprsentants lus. Ceux-ci incarnent la volont gnrale ; ils dsignent, le cas chant, lepouvoir excutif qui sera ventuellement soumis leur contrle.

    La dmocratie reprsentative repose sur un systme de partispolitiques et sur des institutions, notamment un Parlement. Elle

    nest jamais aussi forte que lorsque le systme politique est orga-nis autour dun conflit opposant deux forces sociales principales,et quil les reprsente, ce qui fut le cas dans les socits nationalesindustrielles europennes, la gauche assurant le traitement politi-que des demandes manant du monde ouvrier, la droite incarnantlordre, la bourgeoisie. La dmocratie reprsentative a toujours tmoins forte dans les pays o cette structuration conflictuelle ntaitpas elle-mme aussi marque, et o la vie politique ntait pas large-

    ment alimente par les demandes sociales manant de deux classesen conflit.Moins le systme politique est capable de reprsenter les deman-

    des sociales, et plus la dmocratie repose sur ltat, et sur des jeuxpurement politiques. Le Parlement, les partis existent alors, mais lareprsentation est coupe de la socit civile, ou, en tous cas, ce nestpas cette dernire qui la structure. Le propre de la situation actuelle,dans bien des pays, est que les demandes qui proviennent de la so-cit civile ne semblent pas susceptibles dalimenter une image claire

    dun conflit gauche/droite. Cette dimension de la crise de la repr-sentation politique est dautant plus aigu que ltat lui-mme estaffaibli, en peine dimposer les rgles dun tat de droit, corrompu,incapable dapporter les conditions favorables au bon fonction-nement dun systme politique dmocratique au point de confiercertaines fonctions rgaliennes des oprateurs privs, comme on leconstate de plus en plus souvent avec la privatisation de la scurit,qui met en cause le clbre principe nonc par Max Weber (dans

    une confrence de 1919 publie sous le titre Le savant et le politi-que), selon lequel ltat dispose du monopole lgitime de la force ;

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    la reprsentation politique a besoin dun tat solide et dinstitutions

    qui fonctionnent bien.Les demandes qui manent de la socit civile ne sont plus les

    mmes quil y a vingt ou trente ans. Ces demandes comportent deplus en plus dexigences qui, toutes, dstabilisent la reprsentationpolitique classique.

    Elles sont tout dabord domines par la mondialisation, quifait, on la dit, que tous les grands problmes contemporains pr-sentent des dimensions globales, mondiales, souvent dcisives. Ce

    phnomne est videmment renforc par les technologies moder-nes de communication, par Internet. Ce phnomne est galementexacerb par la prise de conscience du caractre global, plantaire,des questions denvironnement, de climat et deau par exemple, quiappellent des rponses politiques portant au-del de ltat-nation.Or, la reprsentation politique est traditionnellement organise dansce cadre et na pas ou trs peu demprise sur les logiques globales.Les demandes sociales et culturelles, aujourdhui, sont galement

    soumises la pousse de lindividualisme. Plus les citoyens se viventcomme des individus, et plus les vastes ensembles sur lesquelles seconstruisait la reprsentation politique perdent de leur importance.Les classes sociales se diluent, les grandes idologies unificatricesperdent de leur influence, la vie collective se fragmente. La politiqueest alors comme ballote par les motivations et les motions per-sonnelles des individus, qui sont plus ou moins orchestres par lesmdias modernes, et qui envahissent lespace public l encore, lareprsentation politique est dstabilise.

    En matire conomique, la dmocratie est sinon impuissante,du moins gure son aise quand il sagit non plus de rpartir plusjustement les ressources ou de dvelopper ltat-providence, maissimplement de faire face lexclusion sociale, aux suppressionsdemplois, la baisse de la croissance, la fermeture des entre-prises phnomnes qui tous, sont, l encore, exacerbs par lamondialisation.

    Il en va de mme en matire culturelle. Dune part, il existe des re-

    vendications en matire didentits collectives ; ces dernires veulenttre reconnues, obtenir des droits particuliers, elles demandent que

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    les drames historiques dont elles ont t victimes dans le pass, gno-

    cides, massacres de masse, esclavage, etc., soient pris en considration.Dans certains cas, elles revendiquent lindpendance politique, ouen tous cas une trs grande autonomie. De telles demandes peuventremettre en cause lintgrit de la Nation, ou branler le principedgalit des individus face la loi, qui se trouve au cur de la dmo-cratie ; mais si elles ne sont pas entendues et traites politiquement,ceux qui les portent en prouvent un vif sentiment dinjustice etpeuvent tre tents par le retrait ou la radicalit, voire la violence.

    Face ces demandes culturelles, les partis politiques sont diviss, ilspeinent y voir clair, les repres se brouillent. Il en est de mme enmatire religieuse. Dans les annes 1960 et mme 1970, on pouvaitcroire, sous leffet de la raison, au dsenchantement du monde , la scularisation, au dclin des religions. Mais depuis, il faut bienadmettre que la religion fait partie de la modernit, quelle nen estpas loppos. Mais quelle place lui accorder ? L encore, la reprsen-tation politique est mal laise. Et rptons quil ne faut pas opposer

    la pousse de lindividualisme et celle des identits collectives, aucontraire : la premire nourrit la seconde, car cest par des choixindividuels, hautement subjectifs, que des identits se renforcent etnon par des logiques de reproduction.

    b. Nouvelles perspectives : la dmocratie renouvele

    Dans une telle situation, une rponse constructive consiste tenterdenrichir la dmocratie en compltant la dmocratie reprsentativepar dautres formules, voire mme, si lon adopte une pense plus

    radicale, en la substituant par ces formules.Une premire piste est celle de la dmocratie participative. Il sagit

    de permettre aux citoyens de participer la prise de dcision, au mo-ment o celle-ci a effectivement lieu, ou mieux encore, en amont,alors quelle se prpare dans le cadre dun dbat exigeant et constructif.Cest ainsi que depuis les annes 1960, des expriences ont t tentesdans divers pays, la plus clbre tant celle de Porto Alegre au Brsil,o compter de 1989, le pouvoir politique a confi la dcision relative

    une partie du budget municipal aux habitants concerns : ceux-ci serunissent par quartiers pour dfinir les projets prioritaires financer

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    et leurs dlgus ngocient avec ladministration municipale. On a

    surtout vu se dvelopper, sous des modalits et des appellations di-verses (confrences du consensus, jurys citoyens, etc.) des rencontresentre citoyens, experts et acteurs politiques (ou autres), destines clairer la dcision politique par un dbat exigeant, au cours duquel,sur un enjeu donn, les citoyens interpellent et interrogent ceux quidisposent des comptences et du savoir jusqu ce que se dessinentclairement les choix possibles, leurs avantages, leurs inconvnients, leszones dincertitude. La participation, ici, nest pas oppose la repr-

    sentation, elle la complte, elle lclaire, dans un sens qui corresponddassez prs la philosophie de Jrgen Habermas. Internet peut iciconstituer un instrument important, comme la trs bien comprisBarack Obama, on la vu, lors de sa campagne pour llection prsi-dentielle, avec notamment la complmentarit de laction concrte surle terrain et de la mobilisation on line.

    Deuxime piste, dinspiration en fait assez proche : la dmo-cratie dlibrative ; les citoyens jouent un rle constructif dans la

    formulation des termes du dbat public, en mme temps quils seconstruisent eux-mmes dans ce dbat, quils apprennent les uns desautres, quils faonnent leurs valeurs, leur comprhension du monde,leurs convictions, quils utilisent et aiguisent leur esprit critique au fildes interactions avec les autres participants la discussion publique,ce qui inscrit cette orientation dans une tradition philosophique queles auteurs contemporains font parfois remonter John Dewey.

    Pour fonctionner, la dmocratie participative et la dmocratiedlibrative exigent que certaines conditions soient remplies : accs

    galitaire de chacun aux espaces de participation et de discussion,transparence des procdures et du dbat, possibilit pour chacun desexprimer sans courir de risque de reprsailles, capacit pour chacunnon seulement dintervenir dans la discussion, mais aussi de sy faireentendre. Toutes deux sinscrivent ainsi dans un renouveau profondde la dmocratie, qui accorde une grande importance la vie locale,et se mfie des instances centrales et de ltat, trop souvent tentdimposer ses rgles, ses normes, ses conceptions du juste, du bien

    ou du bon ce nest pas un hasard si elles sont lune et lautre parfoisportes par des ONG, qui en font le principe central de leur vie

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    interne, et qui alors deviennent paralllement un vecteur dcisif de

    lesprit dmocratique renouvel.Ce renouveau est-il une extension de lide dmocratique telle

    quelle fut invente par les anciens Grecs, et dveloppe dans lemonde dit occidental avant de stendre la plante entire ? Cettevision est contestable, elle ignore les pratiques, souvent anciennes,qui caractrisent par exemple lAfrique, ou lInde, ou le monde arabeet dont Amartya Sen sest fait lcho (dans La dmocratie des autres.Pourquoi la libert nest pas une invention de lOccident,Paris, Payot,

    2005). Dailleurs, note Sen, les anciens Grecs sintressaient la pen-se gyptienne, indienne ou persane. Pour le prix Nobel dconomie1998, la dmocratie ne se limite pas la reprsentation politiqueet au respect de la rgle de la majorit, elle implique galement laprotection des droits et des liberts des individus, laccs de tous auxprestations sociales, ainsi que le droit daccder linformation et departiciper activement la dlibration publique.

    Revenons sur un point qui mrite dtre soulign : aussi bien

    la dmocratie participative que la dmocratie dlibrative relventdorientations qui privilgient les logiques qui vont de bas en haut ;des individus, sujets de leur existence, sont capables de produire, parleurs dbats et leur participation, jusquaux rgles de la vie collec-tive, jusquaux conceptions de la justice. Ce qui soppose dautresorientations, plus favorables lide de naccepter que la dmocratiereprsentative, qui accordent ltat, ses rgles et ses institutions,une importance beaucoup plus grande, orientations qui privilgientdes logiques allant du haut vers le bas, de ltat vers les individus.

    Dans la pratique, il peut exister une tension entre les deux grandesfamilles de la dmocratie, mais aussi une complmentarit. La re-naissance de la dmocratie dans le monde nest pas un phnomneunidimensionnel, qui devrait tout aux seuls tats, ou au contraire auseul jeu des acteurs den bas, elle procde parfois des uns, parfois desautres, parfois dune dialectique entre les deux.

    c. La post-dmocratie

    Lhypothse dune dmocratie renouvele est sduisante, et cest ellequil faut dfendre. Mais ne faut-il pas tre plus raliste, et examiner

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    lavenir la lumire dautres tendances, beaucoup plus sombres, et

    qui font que lon peut parler, comme le faisait le politologue russeYouri Levada, de dmocratie contemplative , ou, expression moinsimage mais peut-tre encore plus inquitante, utilise par exemplepar le sociologue britannique Colin Crouch, de post-dmocratie (dans Post-Democracy. Temes for the 21st Century, London, PolityPress, 2004) ? Dans cette perspective, la dmocratie, victime no-tamment de la mondialisation, au lieu de se renouveler et slargir,perd de ses qualits, devient de moins en moins capable dorganiser

    la vie collective, dprit, se vide de tout contenu, intresse de moinsen moins les individus qui sen dtournent. La politique, de ce pointde vue, serait confisque par les experts, avec largument selon le-quel les questions daujourdhui sont bien trop compliques pourtre dbattues dans lespace public ; les mdias, soumis de plus enplus au pouvoir et aux groupes dintrt, faonneraient lopinionen jouant sur les motions plus que sur la raison, et seraient eux-mmes incapables de proposer une information prcise, diversifie,

    et bien documente. La dlibration et la participation ne fonction-nant gure, les attributions du Parlement et, plus largement, dusystme des partis et de la reprsentation politique, deviendraientartificielles, et les citoyens deviendraient des spectateurs passifs, ai-sment manipulables, qui sabstiendraient de voter. La politique, enpost-dmocratie, est confisque par un pouvoir de plus en plus au-toritaire, ou livre en fait au jeu opaque des lobbies et des groupes depression, sans sparation des pouvoirs, sans contrle de lexcutif parle lgislatif, sans autonomie du judiciaire. Ou bien encore, la dci-

    sion politique est subordonne des forces extrieures, aux logiques,par exemple, de la globalisation conomique ; les lois et les dcisionsimportantes viennent dailleurs, notamment de lONU, du FMI,de la Banque mondiale, de lUnion europenne et le Parlement secontente de les avaliser, la gouvernance devenant mondiale, et bienpeu dmocratique.

    Ainsi, dans un monde o sont luvre les forces de la globalisa-tion dun ct, et des logiques individuelles de subjectivation et de

    dsubjectivation de lautre, il ny a pas un seul avenir possible pourla dmocratie, comme le voulait la pense arrogante de ceux qui,

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    au moment de la chute du Mur de Berlin, proclamaient la Fin de

    lhistoire ; comme il ny a pas eu, au cours de lhistoire davantage,de monopole occidental de lide ou de lesprit dmocratique. Lesvoies possibles sont nombreuses, varies, elles peuvent aller de bas enhaut, ou de haut en bas, elles peuvent aussi se perdre dans les sablesmouvants de la post-dmocratie : la dmocratie, comme lcrivait lesociologue franais Alain Touraine (dans Quest-ce que la dmocratie?Paris, Fayard, 1994), doit imprativement demeurer une ide neuve.

    . C :

    Le renouveau de la dmocratie renvoie bien davantage des niveauxterritoriaux locaux et nationaux qu des niveaux proprement mon-diaux. Or, ici aussi, les enjeux sont considrables : comment faire ensorte que lesprit dmocratique, le sens de la justice, le respect desvaleurs universelles du droit et de la raison puissent jouer dans ces es-

    paces surtout peupls pour linstant par les forces de la globalisation ?Une premire rponse est apporte par des acteurs sociaux etculturels qui dessinent une sorte de socit civile globale. Les ONGsont ici en premire ligne, surtout lorsquelles sont mobilises sur desenjeux globaux, ou glocaux . En effet, elles imposent des dbats,elles provoquent des conflits qui pourraient contribuer, terme, ce que de nouvelles formes de rgles et dinstitutions organisent cetespace supranational ; ce niveau, elles sont des facteurs importantsde conflictualisation et de politisation. Cest ainsi que lalter-mon-

    dialisme, en cessant dtre pure opposition la mondialisation, et enaffirmant un autre monde est possible , constitue un mouvementimportant, qui non seulement politise laction un niveau suprana-tional, mais aussi oblige ses adversaires (entreprises multinationales,institutions internationales) se positionner sur ce terrain et contri-bue par consquent crer lespace politique dans lequel il lui fautse battre.

    Une seconde rponse pourrait tre apporte par les organisations

    internationales officielles, condition quelles soient capables dac-qurir une lgitimit renouvele (pensons en particulier lONU,

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    dont le Conseil de scurit pourrait tre largi, et dont lAssemble

    gnrale semble dote de pouvoirs trs insuffisants), et de dvelop-per des institutions juridiques rellement internationales (la Courpnale de La Haye, cre en 2002, reste consolider). Les instancesqui rgulent la vie conomique internationale semblent elles aussipeu performantes, quand elles ne sont pas souponnes de fonction-ner au profit du capitalisme le plus nolibral comme la montr,dans les annes 1990, la critique du Consensus de Washington .Le renforcement des institutions onusiennes, ou de type onusien,

    pourrait tre une contribution significative face aux difficults quily a rguler et rglementer la mondialisation.Les individus, en tant que sujets devenant acteurs, par exemple

    dans lalter-mondialisme, et les tats, en acceptant que se construiseau-dessus deux, et ventuellement avec eux, des espaces supranatio-naux de droit et de politique, peuvent contribuer transformer cesespaces, encore bien peu peupls de rgles, de formes de rgulationou de justice et dinstitutions : l encore, on peut penser quentre

    les forces les plus vives de la mondialisation, et les sujets personnelssinguliers, des formes nouvelles ou renouveles de vie dmocratiquepourraient voir le jour. Il y a mme l une urgence.

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    Sociedad y democracia:una relacin conflictiva

    V M D P1

    . I

    La sociedad2siempre ha tenido una relacin compleja y compli-

    cada con la democracia.3La complicacin radica en el hecho deque la sociedad est conformada por las ms diferentes desigualdadesy distinciones, muchas de ellas conflictivas entre s; en cambio, la de-mocracia presupone la igualdad de los que conforman la comunidadpoltica en cuanto ciudadanos y de los ciudadanos ante el Estado yla ley; es decir, presupone el Estado de derecho.

    La igualdad formal, la igualdad definida por el derecho, es per-

    manentemente negada por las desigualdades reales que fragmentany oponen a sectores de la sociedad. La democracia se ubica dentro de

    1 Investigador Emrito del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Au-tnoma de Mxico, contacto [email protected].

    2 La sociedad es la suma de lazos y relaciones entre los individuos y los acontecimientos econ-micos, morales y polticos, dentro de un territorio ms o menos gobernado por sus propias leyes (Rose,2007: 2).

    3 La democracia es un rgimen poltico que se desenvuelve en un Estado y una nacin quedetermina una poblacin, un territorio y el poder que se ejerce en su interior. Ese rgimen contieneun conjunto de instituciones y procedimientos que definen las reglas y los canales de acceso a las prin-cipales posiciones del estado, el ejercicio del poder estatal y el proceso de toma de decisiones pblicas(, 2004: 53).

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    S :

    esta oposicin y es por ello que se le considera un medio eficaz para

    gobernar racionalmente a las sociedades modernas.La tensin ya est presente en la preocupacin de Tocqueville

    (1957: 190-195) acerca de la situacin del criado y el patrn: le-galmente el criado es igual al patrn, econmicamente el criado esun subordinado (una confusin que crea un impreciso e imperfectofantasma de la igualdad). Traduciendo la igualdad legal en lo p-blico, lo universal, y lo econmico como lo privado, lo particular,reflexiona Tocqueville, esa distincin se confunde fcilmente cuando

    la ambigedad sirve a los intereses del criado, el cual puede protes-tar en contra de su subordinacin en el mundo privado y asumirrpidamente un carcter poltico. Esta tensin poda derivar eninestabilidad poltica y en prdida de libertad de los ciudadanos.La democracia, insisto, puede ser concebida como un medio pararesolver esa tensin. La democracia es una forma racional, civilizada,de resolver los conflictos sociales, aun cuando mantenga la incerti-dumbre de los resultados (Przeworski, 1994).

    As, la relacin entre sociedad y democracia es, al mismo tiempo,provechosa para la sociedad y para su funcionamiento. Representa ocontribuye a crear la posibilidad de desarrollarse con orden, con jus-ticia social, y de resolver sus conflictos internos de manera civilizada,preservando la libertad de los ciudadanos.

    La relacin entre ambos trminos ha cambiado mucho a lo lar-go de la historia. Considerando solo el periodo que arranca con laconformacin de los estados-nacin, de finales del siglo enadelante, la democracia se ha ido adaptando a los cambios de la so-

    ciedad. De la democracia censitaria que restringa la participacina los hombres propietarios, en los inicios del capitalismo, se pas ala democracia basada en el sufragio universal que responda a la so-ciedad de masas y sus conflictos, para alcanzar la democracia social,basada en los derechos sociales universales que limitaban la desigual-dad social y garantizaban la dignidad de las personas.

    En los estados-nacin, la sociedad se identific con los miembros,los habitantes, los ciudadanos de esos estados; la sociedad aparece

    como si fuera una comunidad real, los nacionalismos se encargan decrear una identidad comn, que se opone a las otras naciones (en la

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    guerra entre ellas se alcanza los niveles ms altos y radicales de esa

    identidad, llegando al patrioterismo y a la xenofobia) y a otras iden-tidades particulares. La economa, la poltica, la cultura, se suponeque estn al servicio de la sociedad nacional, de su bienestar. Tambines en el Estado-nacin en donde el modelo democrtico de Estado yde gobierno alcanza su mayor desarrollo como sistema de representa-cin y de participacin de los ciudadanos. Quizs la definicin msrelevante sea que la libertad de los ciudadanos es considerada comodeterminada por la igualdad social, por la existencia de condiciones

    materiales y culturales bsicas que posibiliten a todos los ciudadanosel ejercicio de su libertad.

    . C E -

    Sin embargo, la armona aparente que se haba alcanzado durante

    el periodo del Estado de bienestar, de los treinta aos gloriosos queseala Castel (1997) entre la sociedad y la democracia, llega a sufin y se inicia un nuevo periodo de cambios y transformaciones enel cual se vuelve a enfrentar la sociedad con la democracia.

    En la segunda mitad de la dcada de 1970 se hacen evidentesesas transformaciones que van a afectar a todos los mbitos de lasociedad. Se puede afirmar que es la crisis del Estado-nacin.4

    Sin el afn de proporcionar una enumeracin exhaustiva de todoslos cambios, me parece indispensable sealar, dada su magnitud e

    importancia, los siguientes.En el plano de la economa, se transforma el capitalismo basan-

    do su nuevo desarrollo en el binomio ciencia-tecnologa, que elevaradicalmente la productividad de los nuevos sectores de la produc-cin y de los servicios, diferencindolos de los tradicionales sectoresindustriales. Gracias al desarrollo de las nuevas tecnologas de co-municacin y transmisin de datos, la economa, pero sobre todo

    4 En su momento Offe, 1990; Dalh, 1982; Hirschman, 1991, entre otros, dieron cuenta de loscambios.

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    el sector financiero, se integra mundialmente y funciona en tiempo

    real dentro de una comunidad virtual, cuya realidad es desterritoria-lizada; el Estado-nacin deja de ser un referente vlido para entenderel desarrollo de la economa y para definir los actores ms relevantes,sus decisiones y los efectos mundiales, tambin nacionales, de lamisma. Un ejemplo de esa trasformacin es la desaparicin de lasllamadas burguesas nacionales.

    Los cambios en la economa afectan el mercado de trabajo a ni-vel mundial y separan definitivamente su operacin de los mbitos

    nacionales; su funcionamiento deja de estar referido a la sociedad oa lo social dentro de los estados-nacin. La definicin clasista de lassociedades pierde relevancia y centralidad. En trminos de la teo-ra de sistemas se puede decir que, de manera distinta al modeloanterior, en que se diferenciaba para incluir mayor diferenciacindel mercado, mayor especializacin, pero tambin mayor inclusine interdependencia, ahora se diferencia para excluir (Cohn, 1999),como refiere el concepto de desafiliados de Castel (1997).

    De la misma manera, los estados nacionales pierden capacidadpara controlar sus economas, se vuelven dependientes de lasgrandes empresas multinacionales, cada vez ms concentradas ypoderosas. El nuevo capitalismo pasa a funcionar en una red de ciu-dades o de regiones nacionales (como los valles que concentran lasempresas de alta tecnologa) en competencia por las inversiones y lasede de esas compaas. La mayora de los estados nacionales pierdenautonoma y soberana. Uno de los efectos ms negativos se refierea las consecuencias colaterales o no controladas de las decisiones de

    los grandes actores internacionales que definen nuevos riesgos quesufren, sin poder evitarlo, los estados nacionales. El mapa de riesgosa nivel mundial (Beck, 2002) est lleno de esos efectos colaterales.

    En el plano jurdico internacional, la promulgacin de los dere-chos humanos, en 1948, rompe la identidad Estado-derechos civilesy obliga a los estados a asumir y respetar, al menos formalmente,los derechos humanos promulgados como deber ser internacional.La definicin de ciudadana, como la situacin que corresponde a

    los miembros de una nacin, da lugar a aquella que reconoce comoportador de los derechos a cualquier ser humano. En este proceso

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    se define la ciudadana internacional. Un ejemplo muy relevante

    de este proceso es el de las comunidades de inmigrantes entre pasescuya situacin jurdica en el pas de llegada es siempre precaria y enmuchas ocasiones lamentable (Soysal, 1994).

    En el plano cultural, encontramos que la identidad nacional elnacionalismo empieza a ser erosionada por sectores o grupos dela sociedad que reclaman el derecho a la diferencia, que se niegan aser subsumidos en la identidad nacional dado que sta los coloca enposicin de inferioridad, de dominacin y negacin. Los movimien-

    tos feministas exigen el fin de la dominacin basada en el gneroen todos los mbitos, desde los polticos, econmicos y familiares;los movimientos nacionales reclaman su autonoma e incluso seseparacin para conformarse como nuevo Estado-nacin; las co-munidades tnicas demandan el reconocimiento de su diferencia,de su autonoma y de capacidad para reproducirse como tales, po-niendo fin a las ideas de mestizaje e integracin nacional. Lo mismosucede con los movimientos de razas oprimidas, especialmente los

    negros. En los casos extremos, encontramos a los movimientos na-cionales que quedaron atrapados en la definicin geopoltica de lasnaciones y que buscan su independencia, su separacin de la nacinque los oprime.

    En sntesis, la pluralidad social, sus diferencias y desigualdades, ganael espacio pblico, debilita la identidad nica nacional, la enriquececon su pluralidad e impone nuevos requerimientos a la representacinsocial y poltica.

    Junto al surgimiento de esos grupos, se presentan otros cuya

    existencia era negada, soterrada en el mundo de lo privado y estig-matizada moralmente. Los movimientos de grupos con preferenciassexuales diferentes, homosexuales, lesbianas, transexuales, ganan elespacio pblico y luchan por su reconocimiento y respeto.

    La identidad social nacional pierde fuerza, se conjuga con otrasidentidades, los individuos, mujeres y hombres, tienen ahora mlti-ples identidades.

    Los grupos que se sienten afuera de la comunidad poltica, repre-

    sentada en el Estado nacional, crecen y presionan para ser incluidos.Todos ellos tienen el reconocimiento de sus derechos dentro de la

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    legislacin internacional y, en muchos casos, nacional, aunque su

    situacin real poco haya cambiado.Como resultado de este proceso de cambio se puede decir que

    la sociedad aparece como es, despojndose de su aparente unidad ycoherencia nacional.

    He dejado para el final de esta rpida exposicin los cambios enel Estado y en los gobiernos, dado que esos cambios nos colocanfrente a las mayores dificultades que enfrenta la relacin sociedad-democracia actualmente.

    El malestar que gener el estado benefactor dio lugar primeroa una serie de crticas y despus a cambios radicales. Las crticasvan desde la acusacin de que interfieren en el funcionamiento delmercado y que, dados sus altos costos, limitan la competitividad delas economas nacionales. Tambin desde la derecha se acusa a laspolticas de bienestar de fomentar la dependencia de los pobres e in-capaces de valerse por s mismos. Los liberales retoman la demandapor la libertad y se oponen a que el Estado de bienestar la subsuma

    a la desigualdad social; la justicia social debe surgir del mercado, nodel Estado. La izquierda pone nfasis para sus crticas en el burocra-tismo desmedido y en la interferencia del Estado en la vida de losciudadanos. En general, las crticas confluyen en el debilitamientode la legitimidad de lo social como base o fundamento de las po-lticas pblicas. De ahora en adelante, la racionalidad del gobiernodebe basarse en nuevos parmetros.

    Las transformaciones ms evidentes del Estado de bienestar, o desus remedos,5son bien conocidas. La privatizacin de empresas, elec-

    tricidad, gas, telefona, etc., y servicios pblicos, pensiones, salud,distribucin de agua potable, administracin del drenaje, recolec-cin y tratamiento de la basura, etc., reformas al sistema educativo,especialmente el superior, para que las unidades compitan entre s,sean ms competitivas y eficientes para satisfacer las demandas delmercado; la reforma de la legislacin laboral para flexibilizar el tra-bajo, bajar los costos (al final, la precarizacin del trabajo de amplios

    5 Me refiero a los casos nacionales, como el mexicano, con desarrollos institucionales limitadosen su eficiencia y cobertura.

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    sectores de la poblacin), con el fin de hacer ms competitiva a la

    economa nacional.

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    Con el fin de lo social como principio legitimador y con el adel-gazamiento del Estado, se procesa un cambio en la responsabilidadfrente a los riesgos (pienso en los riesgos ligados a la seguridad social)

    que el futuro coloca ante los ciudadanos. En el Estado benefactor,la responsabilidad era del Estado, de las instituciones pblicas quedeban garantizar a los ciudadanos su bienestar y el de sus familias(salud, educacin, habitacin, desempleo, jubilacin, etc). Ahora,la responsabilidad para sortear los riegos pasa a ser del ciudadano,depende de su capacidad de prever, de tomar las decisiones correc-tas, de comprar los servicios privados que satisfagan sus intereses ynecesidades, as como los de sus familias. Si tiene una mala vejez

    o un cuidado deficiente de su salud o sus hijos tuvieron una malaeducacin, la culpa es de l.Ello exige una nueva cultura del autocontrol, del autocuidado, el

    individuo debe ser autnomo y racional.Asimismo, el Estado, que ha abandonado la referencia universal

    de lo social, ahora se refiere a grupos o comunidades especficas.Las comunidades son de todo tipo y conforman una gran variedad:la vieja clase obrera, ahora fraccionada en comunidades de fbricao sindicales, agrupaciones campesinas; las comunidades de barrios

    urbanos o rurales; las comunidades gay o lesbianas, las comunidadesindgenas, las comunidades raciales, las comunidades de enfermosdel sida o de otras enfermedades, las comunidades de mujeres, lascomunidades de jvenes, hasta comunidades virtuales de todo tipode internautas. Lo general da lugar a lo particular.

    En consecuencia, las polticas pblicas van dirigidas a estas comu-nidades y reclaman de ellas corresponsabilidad. Se trata de gobernarsin gobernar, de gobernar por medio de esas comunidades especfi-

    cas, de empoderarlas para que sean capaces de resolver sus problemasy necesidades.

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    Al respecto afirma Nicols Rose (2007: 1):

    En el nivel de la gubernamentalidad en el sentido que esta palabrafue usada por Foucault: las deliberaciones, las estrategias, las tcticas ylos dispositivos utilizados por las autoridades para crear y actuar sobreuna poblacin y sus componentes, de modo de asegurar su bien y evitarsu mal, parece como si estuviramos asistiendo a la emergencia de unrango de racionalidades y de tcnicas que tratan de gobernar sin gober-nar a la sociedad; gobernar a travs de las elecciones reguladas hechas

    por actores singulares y autnomos, en el contexto de sus compromisosparticulares con sus familias y comunidades.

    Los individuos responsables de s mismos y sus familias, lo serntambin de sus comunidades y contarn con ellas para afrontar losriesgos.

    Esto tiene dos consecuencias que son muy importantes para ana-lizar las relaciones entre las sociedades modernas y la democracia. La

    primera hace referencia a la clasificacin de los ciudadanos derivadade esa exigencia de responsabilidad. La segunda, a las nuevas deman-das a la democracia y a la ciudadana que deben acompaarle.6

    Respecto a la primera, los ciudadanos son clasificados comocapaces, como competentes para responsabilizarse de su vida yhacer frente a los riesgos que les acompaan, as como los de sufamilia y los de su comunidad o sus comunidades; por el otro ladoestn los ciudadanos incompetentes, incapaces de responsabilizar-se de sus vidas y las de los suyos, en trminos norteamericanos

    conforman la infraclase; en la terminologa norteamericana, Roseles llama abyectos, sin por ello identificarse con ese tratamiento;ms comnmente son conocidos como los nuevos excluidos, losmarginales.

    Al trmino desigualdad, que fija referentes sociales, estructura-les, determinantes, se le substituye por el de equidad, que pretendeigualar a los individuos con independencia de sus anclajes sociales(Garretn, 2012).

    6 El segundo punto lo desarrollamos en el quinto inciso.

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    Esa clasificacin acerca de los ciudadanos no es apenas nominal

    o conceptual; es tambin objeto de polticas pblicas y de relacionessociales que apartan a esos sectores de la sociedad, a los ciudadanoscompetentes de los abyectos; los asla.

    Quizs la caracterizacin que realiza el analista hind ParthaChatterjee (2004) nos ayude a ejemplificar la separacin entre lostipos de ciudadanos. l habla de que en las sociedades poscolonialesse da una divisin entre los ciudadanos, que conforman la sociedadcivil y que actan conforme a derecho y los principios de la civili-

    dad, y las poblaciones conformadas por individuos que no puedencomportarse conforme a las leyes y costumbres cvicas, que l afirmaque constituyen la sociedad poltica. La forma en que el gobiernose relaciona con uno y otro grupo es totalmente diferente; con el pri-mero rige el Estado de derecho y los ciudadanos tienen canales paracomunicarse y demandar la solucin de sus problemas. Los segundosno, ellos se relacionan mediante la excepcin de la ley, mediante ne-gociaciones prepolticas, que incluyen el clientelismo y la violencia;

    ellos viven en la ilegalidad y no pueden acudir al derecho. Simple-mente no son ciudadanos, no pueden cumplir con sus obligaciones,dependen del Estado para sobrevivir, pero hacen poltica, participancomo clientelas en los procesos electorales.

    En el sentido que hablamos antes de las comunidades, los exclui-dos conforman comunidades marginales, la infraclase, que debe seradministrada por el gobierno. Son la excepcin al nuevo individua-lismo responsable, son los habitantes de los guetos, de los barriosurbanos miserables y degradados. No obstante, aun en su caso, los

    gobiernos neoliberales o postsociales buscan la intervencin de organi-zaciones sociales para hacerse cargo de ellos, buscando empoderarlos,incluirlos, dotarlos de oportunidades, proporcionarles las capacidadesnecesarias para un arranque parejo, incluso promoviendo su par-ticipacin en el mercado, como mercaderes de productos ilegales opiratas, de vendedores de calle, por no hablar del crimen organizado,de la distribucin al menudeo de narcticos que ya es otra historia.

    En el colmo de la separacin socioespacial, los ciudadanos com-

    petentes buscan aislar sus barrios, cierran arbitrariamente el acceso asus calles, desarrollan la arquitectura del miedo con barras y barreras

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    para proteger sus propiedades de la intrusin de los marginales, y, al

    mismo tiempo, presionan para que a los marginales se les crimina-lice, para que se les restrinjan sus derechos, para que se impida quese les acerquen.

    La desigualdad social se reproduce tambin como desigualdadjurdica, el Estado de derecho se vuelve una excepcin permanenteen el sentido que le dio Walter Benjamin (1987); la falta de justiciareproduce la desigualdad y la desgracia de los desposedos.

    La sociedad, repetimos, se presenta ahora en toda su pluralidad,

    su terrible desigualdad y separacin. El multiculturalismo, al mismotiempo que es el reflejo de la pluralidad y del derecho a la diferencia,es tambin el reflejo de la separacin, de la incomunicabilidad, dela indiferencia por el otro, lo que ya nos acerca a la barbarie (Cohn,1999). Por dems est sealar que la desigualdad social crece en lagran mayora de los pases, lo mismo que se incrementan las tasas depobreza y pobreza extrema.

    En el plano cultural, los sectores excluidos modifican sus valores

    y orientaciones, las viejas formas de insercin en la sociedad como:pobre pero honrado, o slo el trabajo dignifica al hombre, pier-den significado; ahora cobra sentido otro dicho: ms vale un dacomo rey que una vida como gey. Hay un rechazo al modo de vidade los padres, la resignacin ante el futuro es abandonada, ahora slocuenta el disfrutar la vida presente, no hay esperanza.

    Quiero terminar este apartado aludiendo a un cambio central enla nocin propia de libertad individual que est en el fondo de lascrticas al modelo anterior y que se define como el gran valor de la

    sociedad moderna. Ya seal que sta resurge frente a la crtica alEstado de bienestar, a las limitaciones que sta impona a la libertadde los actores. Esa libertad que, segn los liberales o neoliberales,aseguraba el mercado, se ha visto cuestionada y reformulada por elterrorismo o por el crimen organizado, por la violencia que amenazala seguridad de los individuos; desde luego, el hecho que marca lainflexin es el ataque a las Torres Gemelas del Word Trade Center deNueva York el 11 de septiembre de 2001.

    El triunfo de la libertad individual, tanto en el interior de lasnaciones como en el plano universal o global, se vio rpidamente

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    restringido ante la amenaza terrorista; se opuso a la libertad la se-

    guridad y los ciudadanos de todo el planeta se vieron confrontadoscon la necesidad de restringir derechos civiles para obtener mayorseguridad, disminuir el riesgo. El cambio es radical pues limita losavances de la ciudadana global y de las nacionales, limita el centrodel concepto de la ciudadana, que son los derechos civiles.7

    De la misma manera, los problemas de seguridad redefinen lamirada a lo social, en la medida en que los ciudadanos defectuosos,la infraclase, se presentan como posible fuente de terroristas o de

    criminales; la poltica social estatal vuelve a entrar con urgencia enlas polticas pblicas, lo social se mete por la ventana y el Estadolocal nacional cobra nuevo impulso.

    . L

    Esa sociabilidad rota ha sido una y otra vez objeto de enormes es-

    fuerzos por muy diferentes cientficos sociales para superarla, parareponer otra unidad que d lugar a una sociabilidad superior, real,no ficticia como la creada por el nacionalismo de los estados nacio-nales, sino que retome a la sociedad como ella es.

    Hemos asistido a la promocin de los movimientos sociales, de lasociedad civil, de las , que buscaron intilmente recrear desdeabajo la unidad de la sociedad, de unir las partes. Al final se mostra-ron incapaces de reunificar a la sociedad ante el Estado.

    Los movimientos sociales, en la concepcin de Touraine o de Me-

    lucci, es decir, portadores de un proyecto social, fueron impotentespara definir e implementar la anunciada transformacin. El propioTouraine declar el fin de los movimientos y de la propia sociedad(1997).

    Los tericos de la sociedad civil, basados en la filosofa haberma-siana, contribuyeron a la crtica del Estado interventor y postularonla participacin de sus organizaciones como una forma ms racionaly directa de ejercer la democracia; de hecho, su participacin en la

    7 Al respecto puede verse el interesante artculo de Gnther, 2009.

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    definicin y ejecucin de las polticas pblicas era una posibilidad

    de representar a los diferentes segmentos de la sociedad; sin embar-go, ello no avanz ms all del presupuesto participativo en algunasciudades, pues languideci en parte por los conflictos internos de lapropia sociedad civil. En muchos casos, las asociaciones acabaronpor ser eslabones de otras organizaciones ms poderosas como igle-sias, partidos polticos o fundaciones controladas por multinacionaleso, contradictoriamente, de agencias gubernamentales.

    Tambin se desarrollaron importantes cuerpos tericos que bus-

    caban por una parte definir una nueva forma de articular lo social ypor la otra democratizar la democracia como lo plante BoaventuraDos Santos (2004) quien piensa que el Sur los que sufren, losexcluidos debe desarrollar sus nuevas formas de sociabilidad y derepresentacin; junto a este autor destacan los tericos del neoco-lonialismo (desarrollado originalmente por pensadores hindis), ascomo los anlisis acerca de la multitud de Hart y Negri (2004).

    Asistimos tambin a la promocin del capital social, de la bsque-

    da de reproducir el crculo virtuoso, encontrado por Putnam (1993)en el norte de Italia, como frmula para potenciar a las comunidadesy a sus miembros, para asegurar su autodesarrollo; sin embargo, elcapital social se resiste a ser producto de polticas pblicas localiza-das, por ms que sean impulsadas por el tercer sector, e insiste enser un producto histrico de larga data.

    Ahora estamos inmersos en la bsqueda de la cohesin social,corriente desarrollada en el seno de la Unin Europea que se intentaimplantar en Amrica Latina, colocada desde planteamientos econo-

    micistas; en verdad, nada prometedores (Martuccelli, 2007).Lo que la poltica gubernamental ya no ha podido o no ha queri-

    do hacer, generar una sociabilidad bsica, garantizar la dignidad detodos los ciudadanos, su inclusin social y el disfrute de una vidadigna, lo realiza, segn los tericos liberales y neoliberales, el mer-cado; los ciudadanos de todo tipo se realizan como consumidoresde mercancas de moda, sin importar su calidad ni su procedencialegal. El mercado, al final, es el espacio ideal de la realizacin del in-

    dividualismo responsable. Por supuesto, en este espacio tambin hayciudadanos defectuosos; la infraclase contina siendo un problema.

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    Los cambios en las sociedades nacionales, que por ello van dejandode serlo, se reflejan necesariamente en la democracia, en su capaci-dad de representar a la re-surgida pluralidad.

    Un indicador de ello son las trasformaciones que ha tenido el tr-mino de ciudadana: a la concepcin clsica marshaliana, que anaa la pertenencia a una nacin el tener derechos civiles, polticos ysociales, la ha engordado con los derechos culturales particulares,

    de grupos o categoras sociales que reclaman su reconocimiento, laidentidad, etctera, dejando en un segundo plano la universalidad(todos los miembros de una nacin) y dando lugar a un sinn-mero de derechos particulares tanto individuales como colectivos(Kymlincka, 1996).

    Al mismo tiempo, los derechos que dan contenido particular a laciudadana, los derechos ciudadanos, se alejan del mbito nacionaly se afirman en el derecho internacional; son derechos particulares

    con un carcter pretendidamente universal en los planos mundiales.Falta saber quin ser el rgano encargado de hacerlos vlidos en laprctica local. Pese a ello, se habla ya de una ciudadana global.

    Los efectos de las transformaciones sociales tambin son muyevidentes en los regmenes democrticos. No slo en lo que se refie-re a la trasformacin en las instituciones del Estado de bienestar,en especial la disminucin de derechos sociales, su privatizacin, eincluso de algunos derechos civiles, sino, sobre todo, en las concep-ciones de lo que debe ser la democracia y cmo debe contribuir a

    resolver los nuevos problemas.Las dificultades y problemas de funcionamiento de los regmenes

    democrticos son bien conocidos; me refiero a la cada en las tasasde participacin electoral, la baja en la confianza en las institucionespolticas y el desprestigio de la poltica y de los polticos, los cua-les seguramente tendrn alguna relacin con los cambios socialessealados, pero no puedo detenerme en ello; lo nico que quierorecordar es que la poca del acontecimiento es la misma.

    La discusin acerca de las bases de la democracia se ha traducidoen la definicin de modelos alternativos de democracia, modelos

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    que van desde propuestas que buscan recuperar la tesis clsica del

    liberalismo (Locke, 1966), muy favorecidos por el predominio dela ideologa neoliberal acerca de la primaca del mercado y de lalibertad individual, en especial los trabajos de Rawls (1971), quepropone una explicacin de la relacin entre liberalismo y justiciasocial, teniendo siempre al individuo y su libertad como base; enla misma lnea o corriente, vale la pena mencionar los trabajos deKymlincka (1996), que justifica la inclusin de derechos colectivos(claramente en relacin con grupos tnicos y nacionalidades dentro

    de otra nacin) dentro del liberalismo, y en especial las formulacio-nes de Rawls.Pese a la gran calidad de este autor y a su importancia para el

    pensamiento social, el llamado Consenso de Washington represen-ta el documento ms influyente como sntesis del neoliberalismoy como programa de accin. Este documento no define slo laspolticas econmicas, que son las ms conocidas, tambin incluye po-lticas como la democratizacin y la defensa de los derechos humanos,

    incluyendo los colectivos.En oposicin a la formulacin liberal y sustentados en la idea de unbien comn construido desde abajo, podemos mencionar, siguiendoel anlisis de lvaro Moiss (2005) el caso de los comunitaristas, queanteponen el bien comn a los derechos e intereses de los individuos yque demandan la vuelta a los valores morales de la repblica y el buenciudadano, hasta otros ms radicales que reivindican la posibilidadde prescindir de la idea de bien comn, como comunidad origina-ria como la revindicada por Rousseau (1969) y se proponen

    construirla mediante la interrelacin de los diversos sujetos, dentro dereglas compartidas.

    Entre los comunitaristas, de acuerdo con lvaro Moiss (2005),se parte de una crtica al modelo liberal clsico. Para ellos, dichatradicin releg las preocupaciones normativas de la poltica al cam-po de la moralidad privada. La poltica habra sido privada de sucomponente tico (la civilidad es un asunto privado); la concepcinliberal privilegi una concepcin fundamentalmente instrumental,

    orientada fundamentalmente a la realizacin de los intereses priva-dos, definidos con independencia de la discusin pblica.

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    Este procedimiento vaci, segn los comunitaristas, la nocin de

    ciudadana de la propensin natural de los ciudadanos a juntarsepara definir la accin colectiva, dando con ello lugar a una con-cepcin del ser poltico sin compromiso que empobrece la nocinde ciudadana como comunidad constitutiva. As, los liberales soloreconoceran la existencia de una comunidad instrumental en la cuallos individuos participan con intereses previamente conformados,sin ningn vnculo o raz social (comunidades), lo que minimizala importancia de la esfera pblica para el desarrollo de las virtudes

    cvicas (participacin y responsabilidad) necesarias para el funciona-miento del buen gobierno.Para superar esas limitaciones, proponen el regreso a la visin

    cvico-republicana del bien pblico que slo es alcanzable mediantela participacin directa y activa de los ciudadanos en la toma dedecisiones colectivas pblicas y no slo por la representacin. La res-ponsabilidad ciudadana y su compromiso con el bien pblico (comoexpresin del inters de todos) es la condicin del buen gobierno, as

    como del poner lmites a otros ciudadanos ambiciosos.La propuesta comunitarista ha sido criticada por su concepcinesencialista del bien comn, nocin pre-poltica, incompatible conlas caractersticas de la sociedad moderna, y el reconocimiento deque la sociedad civil es expresin de la diversidad de intereses y obje-tivos muchas veces contrapuestos. De la misma manera, se les criticapor dejar de lado las conquistas democrticas, como las libertadesindividuales y la disolucin de la certidumbre (Lefort) que daba ladominacin tradicional, respeto a la autoridad y al mando, para en

    su lugar colocar la disputa por el poder en el terreno de la indetermi-nacin de los resultados.

    Frente a a los los modelos anteriores cabe destacar las propuestasde Chantal Mouffe (1992) y de Nancy Fraser