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LA EDUCACIN encierra un tesoro Informe a la UNESCO de la Comisin Internacional sobre la educacin para el siglo XXI, presidida por JACQUES DELORS ln'am Al Mufti * lsao Amagi *Roberto Cameiro *Fay Chung * Bronislaw Geremek William Gorham * Aleksandra Kornhauser * Michael Manley *Marisela Padrn Quero Marie-Anglique Savan * Karan Singh * Rodolfo Stavenhagen Myong Won. Suhr * Zhou Nanzhao Santillana Ediciones UNESCO

Los miembros de la Comisin son responsables de la eleccin te informe Y presentacin de los hechos expuestos en es y de las opiniones que en l se expresan, que no coi nciden necesariamente con las de la UNESCO ni comprometen la responsabilidad de la Orga nizacin. UNESCO, 1996 Santillana, S.A., 1996, para esta edicin Elfo, 32 - 28027 Madrid PRINTED IN SPAIN Impreso en Espaa por Grfica internacional, S.A. San Dalmacio, 25 - 28021 Madrid Depsito legal: M-37.742-1996 ISBN 92-3-303274-4 (UNESCO) ISBN 84-294-4978-7 (Santillana)

I n d i c e La educacin o la utopa necesaria por Jacques Delors El marco prspectivo 14 Las tensiones que han de superarse ....... .. 16 Pensar y edificar nuestro futuro comn ..................... . 18 Implantar la educacin durante toda la vida en el seno de la sociedad .. 21 Reconsiderar y unir las distintas etapas de la educacin .. . 24 Aplicar con xito las estrategias de la reforma . 28 Extender la cooperacin internacional en la aldea planetaria 33 p r i m e r a p a r t e Horizontes c a p t u l o 1 De la comunidad de base a la sociedad mundial Un planeta cada vez ms poblado . .. .... 39 Hacia una mundializacin de los campos de actividad humana. 41 La comunicacin universal . ...... . 43 Las mltiples caras de la interdependencia planetaria 44 Un mundo sujeto a muchos riesgos . .............. 47 Lo local y lo mundial .. . 49 Comprender el mundo, comprender al otro . .... 51 Pistas y recomendaciones. . 54 c a p t u lo 2 De la cohesin social a la participacin democrtica La educacin frente a la crisis del vnculo social 56 La educacin y la lucha contra las exclusiones 59 Educacin y dinmica social: algunos principios de accin . 61 La participacin democrtica .......... 65 Educacin cvica y prcticas ciudadanas. . 65 Sociedades de la informacin y sociedades educativas 68 Pistas y recomendaciones . .. 72 c a p t u l o 3 Del crecimiento econmico, al desarrollo humano Un crecimiento econmico mundial muy desigual . . 75 Demanda de una educacin con fines econmicos . .. 76 Distribucin desigual de los recursos cognoscitivos.............. 78 La participacin de la mujer en la educacin, palanca esencial del desarrollo 82 Un cuestionamiento necesario: los daos causados por el progreso . 85 Crecimiento econmico y desarrollo humano . . 87 La educacin para el desarrollo humano .... 88 Pistas y recomendaciones . 92

segunda parte Principios c a p t ul o 4 los cuatro pilares de la educacin Aprender a conocer . 96 Aprender a hacer .................................. .. 99 De la nocin de calificacin a la de competencia ... 100 La desmateralizacn del trabajo y las actividades de servicios en el sector asalariado ... El trabajo en la economa no estructurada. . . . . Aprender a vivir juntos, aprender a vivir con los dems . El descubrimiento del otro Tender hacia objetivos comunes Aprender a ser ........... Pistas y recomendaciones c a p t u l o 5 la educacin a lo largo de la vida Un imperativo democrtico . Una educacin pluridimensional......... Tiempos nuevos, mbitos nuevos la educacin en el centro mismo de la sociedad. . Hacia sinergias educativas Pistas y recomendaciones t e r c e r a p a r t e Orientaciones c a p t u lo 6 De la educacin bsica a la universidad Un pasaporte para toda la vida: la educacin bsica La educacin de la primera infancia Los nios con necesidades especficas La educacin bsica y la alfabetizacin de adultos. Participacin y responsabilidad de la colectividad La enseanza secundaria, eje de toda una vida La diversidad en la enseanza secundaria La orientacin profesional ................ 101 102

103 . . 104 ... 105 .. 106 ............ 109 . 112 . 115 . 116 . 118 ...................... 124 . 126 131 . 137 .... 137 139 . . . 139 . 141 143 . 147 Las misiones tradicionales y nuevas de la enseanza superior 148 Un lugar en el que se aprende y una fuente de saber. 150 La enseanza superior y la evolucin del mercado laboral 152 La universidad, espacio de cultura y de estudio abierto a todos 153 La enseanza superior y la cooperacin internacional 154 Un imperativo: combatir el fracaso escolar .. 155 Reconocer las competencias adquiridas gracias a nuevos modos

de titulacin . . 158 Pistas y recomendaciones . 159 c a p t u l o 7 El personal docente en busca de nuevas perspectivas Una escuela abierta al mundo 162 Expectativas y responsabilidades .. ............... 165 Ensear: un arte y una ciencia . 166 La calidad del personal docente ..... 167 Aprender lo que habr que ensear y cmo ensearlo . 171 El personal docente en accin . 173 La escuela y la colectividad ........... .173 La administracin escolar . 173 Hacer participara los docentes en las decisiones relativas a la educacin ... 175 Condiciones propicias para una enseanza eficaz 175 Pistas y recomendaciones . 176 c a p t u l o 8 El papel del poltico: tomar decisiones en educacin Decisiones educativas, decisiones de sociedad . 180 La demanda de educacin ............. 180 Evaluacin y debate pblico . .... 181 Posibilidades que ofrecen la innovacin y la descentralizacin 182 Asociara los diferentes agentes al proyecto educativo 182 Favorecer una verdadera autonoma de los establecimientos 184 Necesidad de una regulacin general del sistema .................. 185 Decisiones econmicas y financieras . 188 El peso de las limitaciones financieras . 188 Orientaciones para el futuro .... 192 Utilizacin de los medios que ofrece la sociedad de la informacin 198 Repercusin de las nuevas tecnologas en la sociedad y en la educacin .. 198 Un debate que concierne en gran medida al futuro 200 Pistas y recomendaciones .. 206 c a p t u l o 9 La cooperacin internacional: educar a la aldea planetaria las mujeres y las muchachas: una educacin para la igualdad 211 La educacin y el desarrollo social . 212 Fomentar la conversin de deudas en beneficio de la educacin 213 En pro de un observatorio UNESCO de las nuevas tecnologas de la informacin.. 214 De la asistencia a la colaboracin en pie de igualdad ............. 216 Los cientficos, la investigacin y los intercambios internacionales 219 Una misin renovada para la UNESCO ..... 221 Pistas y recomendaciones .. 223

e p l o g o La excelencia en la educacin: hay que invertir en el talento, por ln'am Al Muffi. . 229 Mejorar la calidad de la enseanza escolar, por Isao Amagi 237 La revitalizacin de la educacin y las comunidades humanas: una visin de la escuela socializadora del siglo XXI, por Roberto Carneiro 241

La educacin en frica en la actualidad, por Fay Chung 247 Cohesin, solidaridad y exclusin, por Bronislaw Geremek . 251 Suscitar la ocasin, por Aleksandra Kornhauser 257 Educacin, autonomizacin y reconciliacin social, por Michael Manley 265 Educar para la sociedad mundial, por Karan Singh . 269 La educacin para un mundo multicultural, por Rodolfo Stavenhagen 273 Abramos nuestras mentes para vivir todos mejor, por Myong Wn Suhr 279 Las interacciones entre la educacin y la cultura con miras al desarrollo econmico y humano: un punto de vista asitico, por Zhou Nanzhao 285 a n e x o 1 . La labor de la Comisin ....... 297 2. Miembros de la Comisin ........ 299 3. Mandato de la Comisin . 301 4. Asesores extraordinarios 305 5. Secretara ...... . 307 6. Reuniones de la Comisin . . 308 7. Personas e instituciones consultadas . 309 8. Seguimiento ... ..... 317 Al concluir nuestros trabajos, quisiramos expresar nuestro ms profundo agradecimie nto a Federico Mayor, Director General de la UNESCO. Admiramos sus convicciones y comp artimos su voluntad de reanimar el entusiasmo gracias al cual se cre esta Organizacin, al ser vicio de la paz y el entendimiento internacional mediante la difusin de la educacin, la ciencia y la cu ltura en provecho de toda la humanidad. La idea de este informe es suya y l fue quien, al asgnarnos este mandato, inscribi nuestra misin en el marco general de la accin que ejerce al frente de la UNESCO. Gracias a su a poyo constante, hemos podido realizar nuestros trabajos en las mejores condiciones posibles y co n plena independencia intelectual, Esperamos que el resultado est a la altura de la inspiracin que lo gu i. S, como deseamos, este informe contribuye a suscitar en cada pas y en la comunidad internacional un debate que nos parece fundamental sobre el futuro de la educacin, consideraremos entonces que he mos sido dignos, al menos en parte, de la confianza que deposit en nosotros el Director General de la UNESCO. Los miembros de la Comisin

La educacin o la utopa necesaria por Jacques Delors Frente a los numerosos desafos del porvenir, la educacin constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justi cia social. Al concluir sus labores, la Comisin desea por tanto afirmar su conviccin respecto a la funcin esenc ial de la educacin en el desarrollo continuo de la persona y las sociedades, no como un rem edio milagroso -el brete Ssamo de un mundo que ha llegado a la realizacin de todos estos ideales- sino c omo una va, ciertamente entre otras pero ms que otras, al servicio de un desarrollo humano ms armonioso, ms genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusin, las incomprensiones, la s opresiones, las guerras, etc. La Comisin desea compartir con el gran pblico esta conviccin mediante sus anlisis, s us reflexiones y sus propuestas, en un momento en que las polticas de educacin son ob jeto de vivas crticas o son relegadas, por razones econmicas y financieras, a la ltima categora de prioridades. Quizs no sea necesario recalcarlo, pero la Comisin ha pensado ante todo en los nios y los adolescentes, en aquellos que el da de maana tomarn el relevo de las generaciones a dultas, demasiado inclinadas a concentrarse en sus propios problemas. la educacin es tamb in un clamor de amor por la infancia, por la juventud que tenemos que integrar en nuestras socie dades en el lugar que les corresponde, en el sistema educativo indudablemente pero tambin en la familia , en la comunidad de base, en la nacin. Hay que recordar constantemente este deber elemental para que inclusive las decisiones polticas, econmicas y financieras lo tengan ms en cuenta. Parafraseando las palabras del poeta, el nio es el futuro del hombre. Al final de un siglo caracterizado por el ruido y la furia tanto como por los pr ogresos econmicos y cientficos -por lo dems repartidos desigualmente-, en los albores de un nuevo sigl o ante cuya perspectiva la angustia se enfrenta con la esperanza, es imperativo que todos lo s que estn investidos de alguna responsabilidad presten atencin a los objetivos y a los medios de la ed ucacin. La Comisin considera las polticas educativas como un proceso permanente de enriquecimiento d e los conocimientos, de la capacidad tcnica, pero tambin, y quizs sobre todo, como una estructuracin priv ilegiada de la persona y de las relaciones entre individuos, entre grupos y entre naciones. Al aceptar el mandato que les fue confiado, los miembros de la Comisin adoptaron explcitamente

esta perspectiva y, apoyados en argumentos, destacaron la funcin central de la UN ESCO conforme a la idea fundacional que se basa en la esperanza de un mundo mejor, capaz de respeta r los derechos humanos, practicar el entendimiento mutuo y hacer del progreso del conocimiento un instrumento de promocin del gnero humano, no de discriminacin. Sin duda para nuestra Comisin resultaba imposible superar el obstculo de la extrao rdinaria diversidad de las situaciones del mundo a fin de llegar a anlisis vlidos para todo s y a conclusiones tambin aceptables por parte de todos. Sin embargo, la Comisin trat de razonar dentro de un marco prospectivo dominado po r la mundializacin, de seleccionar las buenas preguntas que se nos plantean a todos, y de trazar algunas orientaciones vlidas a nivel nacional y a escala mundial. El marco prospectivo) Este ltimo cuarto de siglo ha estado marcado por notables descubrimientos y progr esos cientficos, muchos pases han salido del subdesarrollo, el nivel de vida ha continuado su prog resin con ritmos muy diferentes segn los pases. Y sin embargo, un sentimiento de desencanto parece domi nar y contrasta con las esperanzas nacidas inmediatamente despus de la ltima guerra mundial. Podemos entonces hablar de las desilusiones del progreso, en el plano econmico y social. El aumento del desempleo y de los fenmenos de exclusin en los pases ricos son prueba d e ello y el mantenimiento de las desigualdades de desarrollo en el mundo lo confirma(1). Des de luego, la humanidad est ms consciente de las amenazas que pesan sobre su medio ambiente natu ral, pero todava no se ha dotado de los medios para remediar esa situacin, a pesar de muchas reuniones

internacionales, como la de Ro, a pesar de graves advertencias consecutivas a fenm enos naturales o a accidentes tecnolgicos. De todas formas, el crecimiento econmico a ultranza no se pu ede considerar ya el camino ms fcil hacia la conciliacin del progreso material y la equ idad, el respeto de la condicin humana y del capital natural que debemos transmitir en buenas condici ones a las generaciones futuras. Hemos sacado todas las conclusiones, tanto respecto a las finalidades, las vas y l os medios de un desarrollo duradero como respecto a nuevas formas de cooperacin internacional? Cie rtamente no! Y ste ser entonces uno de los grandes desafos intelectuales y polticos del prximo siglo . Esta constatacin no debe llevar a los pases en desarrollo a descuidar los motores clsicos del crecimiento, y concretamente el indispensable ingreso en el mundo de la ciencia y la tecnologa con todo lo que ello implica de adaptacin de las culturas y modernizacin de las mentalidade s. Otro desencanto, otra desilusin para quienes vieron en el final de la guerra fra l a perspectiva de un mundo mejor y pacificado. No basta repetir, para consolarse o encontrar justi ficaciones, que la Historia es trgica. Todo el mundo lo sabe o debera saberlo. Si la ltima gran guerra ocasion 50 millones de vctimas, cmo no recordar que desde 1945 ha habido unas 150 guerras que han causado 20 millones de muertos, antes y tambin despus de la cada del muro de Berln. Nuevos ri esgos o riesgos antiguos? Poco importa, las tensiones estn latentes y estallan entre naci ones, entre grupos tnicos, o en relacin con injusticias acumuladas en los planos econmico y social. Me dir estos riesgos y organizarse para prevenirlos es el deber de todos los dirigentes, en un contexto marcado por la interdependencia cada vez mayor entre los pueblos y por la mundializacin de los p roblemas. Pero, cmo aprender a vivir juntos en la aldea planetaria si no podemos vivir en las comunidades a las que pertenecemos por naturaleza: la nacin, la regin, la ciudad, el pueblo, la vecindad? El interrogante central de la democracia es si queremos y si podemos participar en la vida en comunidad. Quererlo, no lo olvidemos, depende del sentido de responsabilidad de cada uno. Ahora bien, si la democracia ha conquistado nuevos territorios hasta hoy dominados por el to talitarismo y la arbitrariedad, tiende a debilitarse donde existe institucional mente desde hace decenas de aos, como si todo tuviera que volver a comenzar continuamente, a renovarse y a inventarse de nuevo. Cmo podran las polticas de la educacin no sentirse aludidas por estos tres grandes de safos?

Cmo podra la Comisin no recalcar en qu pueden estas polticas contribuir a un mundo me or, a un desarrollo humano sostenible, al entendimiento mutuo entre los pueblos, a una re novacin de la democracia efectivamente vivida? Las tensiones que han de superarse A este fin conviene afrontar, para superarlas mejor, las principales tensiones q ue sin ser nuevas estn en el centro de la problemtica del siglo XXI. La tensin entre lo mundial y lo local: convertirse poco a poco en ciudadano del m undo sin perder sus races y participando activamente en la vida de la nacin y las comunidades de b ase. La tensin entre lo universal y lo singular: la mundializacin de la cultura se real iza progresivamente pero todava parcialmente. De hecho es inevitable, con sus promesas y sus riesgos, entre los cuales no es el menor el de olvidar el carcter nico de cada persona, su vocacin de escoger su destino y realizar todo su potencial, en la riqueza mantenida de sus tradiciones y de su propia cul tura, amenazada, si no se presta atencin, por las evoluciones que se estn produciendo. (1) Segn estudios de la UNCTAD, el ingreso medio de los pases menos adelantados (5 60 millones de habitantes) esta disminuyendo, y se situara en 300 dlares anuales per capita, en c omparacin con 906 dlares en los dems pases en desarrollo y 21.598 dlares en los pases industrializados

La tensin entre tradicin y modernidad pertenece a la misma problemtica: adaptarse s in negarse a s mismo, edificar su autonoma en dialctica con la libertad y la evolucin de los de ms, dominar el progreso cientfico. Con este nimo conviene enfrentarse al desafo de las nuevas tecn ologas de la informacin. La tensin entre el largo plazo y el corto plazo, tensin eterna pero alimentada act ualmente por un predominio de lo efmero y de la instantaneidad, en un contexto en que la pltora de informaciones y emociones fugaces conduce incesantemente a una concentracin en los problemas inme diatos. Las opiniones piden respuestas y soluciones rpidas, mientras que muchos de los proble mas encontrados necesitan una estrategia paciente, concertada y negociada de reforma. Tal es pre cisamente el caso de las polticas ' educativas. La tensin entre la indispensable competencia y la preocupacin por la igualdad de o portunidades. Cuestin clsica, planteada desde comienzo de siglo a las polticas econmicas y sociale s y a las polticas educativas; cuestin resuelta a veces pero nunca en forma duradera. Hoy, l a Comisin corre el riesgo de afirmar que la presin de la competencia hace olvidar a muchos directivo s la misin de dar a cada ser humano los medios de aprovechar todas sus oportunidades. Esta constatac in nos ha conducido, en el campo que abarca este informe, a retomar y actualizar el concepto de educa cin durante toda la vida, para conciliar la competencia que estimula, la cooperacin que fortalece y la solidaridad que une. La tensin entre el extraordinario desarrollo de los conocimientos y las capacidad es de asimilacin del ser humano. La Comisin no resisti a la tentacin de aadir nuevas disciplinas como el conocimiento de s mismo y los medios de mantener la salud fsica y psicolgica, o el aprendizaje para conocer mejor el medio ambiente natural y preservarlo. Y sin embargo los program as escolares cada vez estn ms recargados. Por tanto, ser necesario escoger, en una clara estrategia de re forma, pero a condicin de preservar los elementos esenciales de una educacin bsica que ensee a viv ir mejor mediante el conocimiento, la experimentacin y la formacin de una cultura personal. Por ltimo, la tensin entre lo espiritual y lo material, que tambin es una constatac in eterna. El mundo, frecuentemente sin sentirlo o expresarlo, tiene sed de ideal y de valores que vamos a llamar morales para no ofender a nadie. Qu noble tarea de la educacin la de suscitar en ca da persona, segn sus tradiciones y sus convicciones y con pleno respeto del pluralismo, esta elevacin del

pensamiento y el espritu hasta lo universal y a una cierta superacin de s mismo! la supervivencia de la humanidad -la Comisin lo dice midiendo las palabras- depende de ello. Pensar y edificar nuestro futuro comn) Nuestros contemporneos experimentan una sensacin de vrtigo al verse ante el dilema de la mundializacin, cuyas manifestaciones ven y a veces sufren, y su bsqueda de races, r eferencias y pertenencias. La educacin debe afrontar este problema porque se sita ms que nunca en la perspecti va del nacimiento doloroso de una sociedad mundial, en el ncleo del desarrollo de la per sona y las comunidades. la educacin tiene la misin de permitir a todos sin excepcin hacer fruc tificar todos sus talentos y todas sus capacidades de creacin, lo que implica que cada uno pueda re sponsabilizarse de s mismo y realizar su proyecto personal.

Esta finalidad va ms all de todas las dems. Su realizacin, larga y difcil, ser una co tribucin esencial a la bsqueda de un mundo ms vivible y ms justo. La Comisin desea recalcarlo enfticamente en un momento en que ciertas mentes se ven embargadas por la duda re specto a las posibilidades que ofrece la educacin. Por supuesto, hay muchos otros problemas que resolver. De ello hablaremos ms adel ante. Pero este informe se redacta en un momento en que la humanidad duda entre acompaar una evolucin que no se puede controlar o resignarse, ante tanta infelicidad causada por la guerra , la criminalidad y el subdesarrollo. Ofrezcmosle otro camino. Todo convida entonces a revalorizar los aspectos ticos y culturales de la educacin , y para ello dar a cada uno los medios de comprender al otro en su particularidad y comprender el mundo en su curso catico hacia una cierta unidad. Pero hace falta adems comenzar por comprenderse a si mismo en esta suerte de viaje interior jalonado por el conocimiento, la meditacin y el ejercici o de la autocrtica.

Este mensaje debe guiar toda la reflexin sobre la educacin, juntamente con la ampl iacin y la profundizacin de la cooperacin internacional con que terminarn estas reflexiones. En esta perspectiva, todo se ordena, ya se trate de las exigencias de la ciencia y la tcnica, del conocimiento de s mismo y de su medio ambiente, de la creacin de capacidades que p ermitan a cada uno actuar como miembro de una familia, como ciudadano o como productor. Esto significa que la Comisin no subestima de ninguna manera la funcin central de la materia gris y de la innovacin, el paso a una sociedad cognoscitiva, los procesos endgenos que permiten acumular los conocimientos, aadir nuevos descubrimientos, ponerlos en aplicacin en los dife rentes campos de actividad humana tanto la salud y el medio ambiente como la produccin de bienes y servicios. Tambin conoce los lmites, cuando no los fracasos, de los esfuerzos por transferir las te cnologas a los pases ms desprovistos, precisamente a causa del carcter endgeno de los mecanismos de acum ulacin y de aplicacin de los conocimientos. De all la necesidad, entre otras, de una iniciacin temprana respecto a la ciencia, a sus formas de aplicacin, al difcil esfuerzo por dominar el progreso dentro del respeto de la persona humana y su integridad. Aqu tambin debe estar presente la preocupacin tica. Esto tambin significa recordar que la Comisin es consciente de las misiones que de be cumplir la educacin al servicio del desarrollo econmico y social. Demasiado frecuentemente se responsabiliza del desempleo al sistema de formacin. la constatacin es slo parcialmente justa y so bre todo no debe ocultar las dems exigencias polticas, econmicas y sociales que hay que satisfacer p ara realizar el pleno empleo o permitir el despegue de las economas subdesarrolladas. Ahora bien, la Comisin piensa, volviendo al tema de la educacin, que un sistema ms flexible que permita l a diversidad de estudios, pasarelas entre diversos campos de enseanza o entre una experiencia pro fesional y un regreso a la formacin constituye una respuesta vlida a las cuestiones planteadas p or la inadecuacin entre la oferta y la demanda de trabajo. Un sistema as permitira tambin reducir el fracaso escolar, causante de un tremendo despilfarro de recursos humanos que todo el mundo debe m edir. Pero estas mejoras deseables y posibles no dispensarn la innovacin intelectual y l a aplicacin de un modelo de desarrollo sostenible de acuerdo con las caractersticas propias de c ada pas. Todos debemos convencernos de que con los progresos actuales y esperados de la ciencia y la tcnica y la creciente importancia de lo cognoscitivo y lo inmaterial en la produccin de biene s y servicios, conviene reconsiderar el lugar del trabajo y sus diferentes estatutos en la sociedad de m aana. La imaginacin

humana, precisamente para crear esta sociedad, debe adelantarse a los progresos tecnolgicos si queremos evitar que se agraven el desempleo y la exclusin social o las desigualda des en el desarrollo. Por todas estas razones, nos parece que debe imponerse el concepto de educacin du rante toda la vida con sus ventajas de flexibilidad, diversidad y accesibilidad en el tiempo y el espacio. Es la idea de educacin permanente lo que ha de ser al mismo tiempo reconsiderado y ampliado, po rque adems de las necesarias adaptaciones relacionadas con las mutaciones de la vida profesion al, debe ser una estructuracin continua de la persona humana, de su conocimiento y sus aptitudes, pero tambin de su facultad de juicio y accin. Debe permitirle tomar conciencia de s misma y de su me dio ambiente e invitarla a desempear su funcin social en el trabajo y la ciudad. Se ha podido evocar a este respecto la necesidad de dirigirse hacia una sociedad educativa. Es verdad que toda la vida personal y social puede ser objeto de aprendizaje y de a ccin. Grande es entonces la tentacin de privilegiar este aspecto de las cosas para recalcar el po tencial educativo de los medios modernos de comunicacin o de la vida profesional, o de las actividades cul turales y de entretenimiento, hasta el punto de olvidar por eso algunas verdades esenciales. Porque, si bien hay que aprovechar todas estas posibilidades de aprender y perfeccionarse, no es menos c ierto que para poder utilizar bien ese potencial la persona debe poseer todos los elementos de una ed ucacin bsica de calidad. Mejor an, es deseable que la escuela le inculque ms el gusto y el placer de aprender, la capacidad de aprender a aprender, la curiosidad del intelecto. Imaginmonos inclus ive una sociedad en que cada uno sera alternativamente educador y educando. Para ello, nada puede reemplazar al sistema formal de educacin en que cada uno se inicia en las materias del conocimiento en sus diversas formas. Nada puede sustituir a la rela cin de autoridad, pero tambin de dilogo, entre el maestro y el alumno. Todos los grandes pensadores clsicos que han estudiado el problema de la educacin lo han dicho y lo han repetido. Es el maestro quien ha de transmitir al alumno lo que la huma nidad ha aprendido sobre ella misma y sobre la naturaleza, todo lo que ha creado e inventado de ese ncial.

Implantar la educacin durante toda la vida en el seno de la sociedad

La educacin durante toda la vida se presenta como una de las llaves de acceso al siglo XXI. Esta nocin va ms all de la distincin tradicional entre educacin bsica y educacin permanen y responde al reto de un mundo que cambia rpidamente. Pero esta afirmacin no es nuev a, puesto que en anteriores informes sobre educacin ya se destacaba la necesidad de volver a la escuela para poder afrontar las novedades que surgen en la vida privada y en la vida profesional. E sta necesidad persiste, incluso se ha acentuado, y la nica forma de satisfacerla es que todos aprendamos a aprender. Pero adems surge otra obligacin que, tras el profundo cambio de los marcos tradici onales de la existencia, nos exige comprender mejor al otro, comprender mejor el mundo. Exige ncias de entendimiento mutuo, de dilogo pacfico y, por qu no, de armona, aquello de lo cual, precisamente, ms carece nuestra sociedad. Esta posicin lleva a la Comisin a insistir especialmente en uno de los cuatro pila res presentados e ilustrados como las bases de la educacin. Se trata de aprender a vivir juntos con ociendo mejor a los dems, su historia, sus tradiciones y su espiritualidad, y a partir de ah, crear un espritu nuevo que impulse la realizacin de proyectos comunes o la solucin inteligente y pacfica de lo s inevitables conflictos, gracias justamente a esta comprensin de que las relaciones de interde pendencia son cada vez mayores, y a un anlisis compartido de los riesgos y retos del futuro. Una uto pa, pensarn, pero una utopa necesaria, una utopa esencial para salir del peligroso ciclo alimentado por el cinismo o la resignacin. En efecto, la Comisin piensa en una educacin que genere y sea la base de este espri tu nuevo, lo que no quiere decir que haya descuidado los otros tres pilares de la educacin que , de alguna forma, proporcionan los elementos bsicos para aprender a vivir juntos. Lo primero, aprender a conocer. Pero, teniendo en cuenta los rpidos cambios deriv ados de los avances de la ciencia y las nuevas formas de la actividad econmica y social, conv iene compaginar una cultura general suficientemente amplia con la posibilidad de estudiar a fondo un nmero reducido de materias. Esta cultura general sirve de pasaporte para una educacin permanente, e n la medida en que supone un aliciente y adems sienta las bases para aprender durante toda la vida. Tambin, aprender a hacer. Conviene no limitarse a conseguir el aprendizaje de un oficio y, en un sentido ms amplio, adquirir una competencia que permita hacer frente a numerosas situaciones,

algunas imprevisibles, y que facilite el trabajo en equipo, dimensin demasiado ol vidada en los mtodos de enseanza actuales. En numerosos casos esta competencia y estas calificaciones se hacen ms accesibles si alumnos y estudiantes cuentan con la posibilidad de evaluarse y de enriquecerse participando en actividades profesionales o sociales de forma paralela a sus est udios, lo que justifica el lugar ms relevante que deberan ocupar las distintas posibilidades de alternancia e ntre la escuela y el trabajo. Por ltimo, y sobre todo, aprender a ser. ste era el tema dominante del informe Edg ar Faure publicado en 1972 bajo los auspicios de la UNESCO. Sus recomendaciones conservan una gran actualidad, puesto que el siglo XXI nos exigir una mayor autonoma y capacidad de j uicio junto con el fortalecimiento de la responsabilidad personal en la realizacin del destino colec tivo. Y tambin, por otra obligacin destacada por este informe, no dejar sin explorar ninguno de los talent os que, como tesoros, estn enterrados en el fondo de cada persona. Citemos, sin ser exhaustivos, la mem oria, el raciocinio, la imaginacin, las aptitudes fsicas, el sentido de la esttica, la facilidad para comun icar con los dems, el carisma natural del dirigente, etc. Todo ello viene a confirmar la necesidad de comprenderse mejor uno mismo. La Comisin se ha hecho eco de otra utopa: la sociedad educativa basada en la adqui sicin, la actualizacin y el uso de los conocimientos. stas son las tres funciones que convie ne poner de relieve en el proceso educativo. Mientras la sociedad de la informacin se desarrolla y mu ltiplica las posibilidades de acceso a los datos y a los hechos, la educacin debe permitir que todos puedan aprovechar esta informacin, recabarla, seleccionarla, ordenarla, manejarla y util izarla. Por consiguiente, la educacin tiene que adaptarse en todo momento a los cambios d e la sociedad, sin por ello dejar de transmitir el saber adquirido, los principios y los frutos de la experiencia. Por ltimo, qu hacer para que, ante esta demanda cada vez mayor y ms exigente, las po lticas educativas alcancen el objetivo de una enseanza a la vez de calidad y equitativa? la Comisin se ha planteado estas cuestiones con respecto a los estudios universitarios, los mtodos y los contenidos de la enseanza como condiciones necesarias para su eficacia.

Reconsiderar y unir las distintas etapas de la educacin Al centrar sus propuestas en torno al concepto de educacin durante toda la vida, la Comisin no ha querido decir con ello que este salto cualitativo dispensara de una reflexin sobr e las distintas etapas de la enseanza. Al contrario, se propona confirmar ciertas grandes orientaciones defi nidas por la UNESCQ por ejemplo la importancia vital de la educacin bsica y, al mismo tiempo, d ar pie a una revisin de las funciones desempeadas por la enseanza secundaria, o incluso responde r a los interrogantes que inevitablemente plantea la evolucin de la enseanza superior y, s obre todo, el fenmeno de la masificacin. La educacin durante toda la vida permite, sencillamente, ordenar las distintas et apas, preparar las transiciones, diversificar y valorizar las trayectorias. De esta forma, saldramos del terrible dilema que se plantea entre seleccionar, y, con ello, multiplicar el fracaso escolar y los rie sgos de exclusin, o igualar, pero en detrimento de la promocin de personas con talento. Estas reflexiones no restan nada a lo que se defini tan bien durante la Conferenc ia de Jomtien en 1990 sobre la educacin bsica y sobre las necesidades bsicas de aprendizaje. Estas necesidades abarcan tanto las herramientas esenciales para el aprendizaje ( como la lectura y la escritura, la expresin oral, el clculo, la solucin de problemas) como los cont enidos bsicos del aprendizaje (conocimientos tericos y prcticos, valores y actitudes) necesarios par a que los seres humanos puedan sobrevivir, desarrollar plenamente sus capacidades, vivir y traba jar con dignidad, participar plenamente en el desarrollo, mejorar la calidad de su vida, tomar dec isiones fundamentadas y continuar aprendiendo. Esta enumeracin puede parecer impresionante y, de hecho, lo es. Pero de eso no se ha de inferir que lleve a una acumulacin excesiva de programas. La relacin entre profesor y alum no, el conocimiento del medio en el que viven los nios, un buen uso de los modernos medi os de comunicacin all donde existen, todo ello puede contribuir al desarrollo personal e intelectual del alumno. As, los conocimientos bsicos, lectura, escritura y clculo, tendrn su pleno s ignificado. La combinacin de la enseanza tradicional con enfoques extraescolares tiene que permit ir al nio acceder a las tres dimensiones de la educacin, es decir, la tica y cultural, la cientfica y tecnolgica, y la econmica y social. Dicho de otro modo, la educacin es tambin una experiencia social, en la que el nio va conocindose, enriqueciendo sus relaciones con los dems, adquiriendo las bases de l

os conocimientos tericos y prcticos. Esta experiencia debe iniciarse antes de la edad escolar oblig atoria segn diferentes formas en funcin de la situacin, pero las familias y las comunidades locales deben involucrarse. A esta altura hay que aadir dos observaciones, que son importantes en opinin de la Comisin. La educacin bsica tiene que llegar, en todo el mundo, a los 900 millones de adulto s analfabetos, a los 130 millones de nios sin escolarizar y a los ms de 100 millones de nios que aba ndonan la escuela antes de tiempo. A ellos deben dirigirse de forma prioritaria las actividades de asistencia tcnica y de coparticipacin en el marco de la cooperacin internacional. La educacin bsica es un problema que se plantea, lgicamente, en todos los pases, inc luidos los industrial izados. Desde este nivel de la educacin, los contenidos tienen que fom entar el deseo de aprender, el ansia y la alegra de conocer y, por lo tanto, el afn y las posibilida des de acceder ms tarde a la educacin durante toda la vida. Llegamos as a lo que representa una de las principales dificultades de toda refor ma, es decir, cul es la poltica que se debe llevar a cabo con respecto a los jvenes y adolescentes q ue acaban la enseanza primaria, durante todo el periodo que transcurre hasta su entrada en la vida profesional o en la universidad. Nos atreveramos a decir que estos tipos de enseanza llamada secunda ria son, en cierto sentido, los impopulares de la reflexin sobre la educacin? De hecho, son obje to de innumerables crticas y generan buen nmero de frustraciones. Entre los factores que perturban se pueden citar las necesidades en aumento y ca da vez ms diversificadas de formacin, que desembocan en un rpido crecimiento del nmero de alu mnos y en un atascamiento de los programas. Aqu est el origen de los clsicos problemas de masifi cacin, que los pases poco desarrollados tienen gran dificultad en resolver tanto a nivel financi ero como de organizacin. Tambin se puede citar la angustia del egreso o de las salidas, angust ia que aumenta la obsesin de acceder a la enseanza superior, como si se estuviese jugando a todo o n ada. El desempleo generalizado que existe en muchos pases no hace ms que agravar este malestar. la C omisin destac

lo preocupante de una evolucin que lleva, en medios rurales y urbanos, en pases en vas de desarrollo e industrializados, no slo al desempleo sino tambin al subempleo de los recursos h umanos. En opinin de la Comisin, slo se puede salvar esta dificultad mediante una diversifi cacin muy amplia en la oferta de trayectorias. Esta orientacin se corresponde con una de la s principales preocupaciones de la Comisin, que consiste en valorar los talentos de todo tipo, de forma que se limite el fracaso escolar y se evite el sentimiento de exclusin y de carecer de futuro a un grupo de adolescentes demasiado numeroso. Entre las distintas vas que se ofrecen deberan figurar las ya tradicionales, ms ori entadas hacia la abstraccin y la conceptualizacin, pero tambin las que, enriquecidas por una alterna ncia entre la escuela y la vida profesional o social, permiten sacar a la luz otro tipo de tal entos y gustos. En cualquier caso habra que tender puentes entre esas vas, de manera que se pudieran corregir l os errores de orientacin que con demasiada frecuencia se cometen. Por lo dems, y en opinin de la Comisin, la perspectiva de poder regresar a un ciclo educativo o de formacin modificara el clima general, al garantizar al adolescente que su suert e no est echada definitivamente entre los 14 y los 20 aos. Desde este mismo punto de vista habr que ver asimismo la enseanza superior. Lo primero que hay que sealar es que, en muchos pases, junto a la universidad exis te otro tipo de centros de enseanza superior. Unos se dedican a seleccionar a los mejores, otros se han creado para impartir una formacin profesional muy concreta y de calidad, durante ciclos de do s a cuatro aos. Sin duda esta diversificacin responde a las necesidades de la sociedad y la economa, e xpresadas a nivel nacional y regional. Respecto a la masificacin que se observa en los pases ms ricos, no se puede hallar una solucin poltica y socialmente aceptable en una seleccin cada vez ms severa. Uno de los prin cipales defectos de esta orientacin es que son muchos los jvenes de ambos sexos que se ven excluido s de la enseanza antes de haber conseguido una titulacin reconocida y, por lo tanto, en un a situacin desesperante, puesto que no cuentan ni con la ventaja de una titulacin ni con la compensacin de una formacin adaptada a las necesidades del mercado de trabajo. Hace falta, por consiguiente, una gestin del desarrollo de los recursos humanos, aunque tenga un alcance limitado, mediante una reforma de la enseanza secundaria que adopte las g randes lneas

propuestas por la Comisin. La universidad podra contribuir a esta reforma diversificando su oferta: -como lugar de ciencia y fuente de conocimiento que llevan a la investigacin teric a o aplicada, o a la formacin de profesores; - como medio de adquirir calificaciones profesionales conforme a unos estudios u niversitarios y unos contenidos adaptados constantemente a las necesidades de la economa, en los que se anen los conocimientos tericos y prcticos a un alto nivel; - como plataforma privilegiada de la educacin durante toda la vida, al abrir sus puertas a los adultos que quieran reanudar los estudios, adaptar y enriquecer sus conocimiento s, o satisfacer sus ansias de aprender en todos los mbitos de la vida cultural; - como interlocutor privilegiado en una cooperacin internacional que permita el i ntercambio de profesores y estudiantes, y facilite la difusin de la mejor enseanza mediante ctedr as internacionales. De esta forma la universidad superara la oposicin que enfrenta errneamente la lgica de la administracin pblica y la del mercado de trabajo. Adems encontrara de nuevo el senti do de su misin intelectual y social en la sociedad, siendo en cierto modo una de las institucio nes garantes de los valores universales y del patrimonio cultural La Comisin cree que stas son razones pertine ntes para abogar en favor de una mayor autonoma de las universidades. La Comisin, al formular estas propuestas, destaca que esta problemtica reviste una dimensin especial en las naciones pobres, donde las universidades deben desempear un papel determinante. Para examinar las dificultades que se les presentan en la actualidad, aprendiend o de su propio pasado, las universidades de los pases en desarrollo tienen la obligacin de realizar una i nvestigacin que pueda contribuir a resolver sus problemas ms graves. Les corresponde, adems, proponer nu evos enfoques para el desarrollo que permitan a sus pases construir un futuro mejor de forma ef ectiva. Tambin es de su incumbencia formar, tanto en el mbito profesional como en el tcnico, a las futu ras lites y titulados de grado superior y medio que sus pases necesitan para lograr salir de los ciclos de pobreza y subde

sarrollo en los que se encuentran atrapados actualmente. Conviene, sobre todo, d isear nuevos modelos de desarrollo en funcin de cada caso particular, para regiones como el frica subsa hariana, como ya se hizo para los pases del Asia Oriental Aplicar con xito las estrategias de la reforma Sin subestimar la gestin de las obligaciones a corto plazo ni descuidar la necesi dad de adaptarse a los sistemas existentes, la Comisin desea hacer hincapi en la importancia de adopt ar un enfoque a ms largo plazo para llevar a cabo con xito las indispensables reformas. Por esa mi sma razn, previene sobre el hecho de que demasiadas reformas en serie anulan el objetivo perseguido , ya que no dan al sistema el tiempo necesario para impregnarse del nuevo espritu y lograr que todos los agentes de la reforma estn en condiciones de participar en ella. Adems, como demuestran los frac asos anteriores, muchos reformadores adoptan un enfoque demasiado radical o excesivamente terico y no capitalizan las tiles enseanzas que deja la experiencia o rechazan el acervo positivo heredado del pasado. Ello perturba a los docentes, los padres y los alumnos y, por consiguiente, condicion a su disposicin a aceptar y, ulteriormente, llevar a la prctica la reforma. Tres agentes principales coadyuvan al xito de las reformas educativas: en primer lugar, la comunidad local y, sobre todo, los padres, los directores de los establecimiento s de enseanza y los docentes; en segundo lugar, las autoridades pblicas y, por ltimo, la comunidad int ernacional. En el pasado, la falta de un compromiso firme por parte de alguno de los protagonistas mencionados provoc no pocas exclusiones. Resulta evidente, adems, que los intentos de imponer las re formas educativas desde arriba o desde el exterior fueron un fracaso rotundo. Los pases en los que este proceso, en mayor o menor grado, se vio coronado por el xito son aquellos que lograron una particip acin entusiasta de las comunidades locales, los padres y los docentes, sustentada por un dilogo permanen te y por diversas formas de ayuda externa, tanto financiera como tcnica y profesional. En toda estr ategia de aplicacin satisfactoria de una reforma es clara la primaca de la comunidad local. La participacin de la comunidad local en la evaluacin de las necesidades, mediante un dilogo con las autoridades pblicas y los grupos interesados dentro de la sociedad, es un a primera etapa fundamental para ampliar el acceso a la educacin y para mejorarla. La continuacin de este dilogo a travs de los medios de comunicacin, en debates dentro de la comunidad y mediante l a educacin y la formacin de los padres, as como la capacitacin de los docentes en el empleo suele c ontribuir a una mayor toma de conciencia e incrementa el discernimiento y el desarrollo de las c

apacidades endgenas a nivel comunitario. Cuando las comunidades asumen ms responsabilidades en su pro pio desarrollo aprenden a valorar la funcin de la educacin, concebida a la vez como un medio para alcanzar determinados objetivos sociales y como una mejora deseable de la calidad de vida . En ese sentido, la Comisin destaca la conveniencia de una descentralizacin intelig ente, que permita incrementar la responsabilidad y la capacidad de innovacin de cada establ ecimiento escolar. En todo caso, ninguna reforma dar resultados positivos sin la participacin activa del cuerpo docente. Por esa razn, la Comisin recomienda que se preste una atencin prioritaria a la situacin social, cultural y material de los educadores. Se exige mucho al docente, incluso demasiado, cuando se espera que colme las car encias de otras instituciones tambin responsables de la enseanza y la formacin de los jvenes. Mucho se le pide, mientras que el mundo exterior entra cada vez ms en la escuela, en particular a t ravs de los nuevos medios de informacin y comunicacin. As pues, el maestro se encuentra ante jvenes men os apoyados por las familias o los movimientos religiosos pero ms informados. Por co nsiguiente, debe tener en cuenta ese nuevo contexto para hacerse escuchar y comprender por los jve nes, para despertar en ellos el deseo de aprender y para hacerles ver que la informacin no es conocim iento, que ste exige esfuerzo, atencin, rigor y voluntad. Con o sin razn, el maestro tiene la impresin de estar solo, no nicamente porque eje rce una actividad individual, sino debido a las expectativas que suscita la enseanza y a las crticas, muchas veces injustas, de que es objeto. Ante todo, desea que se respete su dignidad. P or otra parte, la mayora de los docentes pertenecen a organizaciones sindicales a menudo poderosas y en l as que existe ~por qu negarlo- un espritu corporativo de defensa de sus intereses. Sin embargo, es ne cesario intensificar

y dar una nueva perspectiva al dilogo entre la sociedad y los docentes, as como en tre los poderes pblicos y sus organizaciones sindicales. Debemos reconocer que no es fcil renovar la naturaleza de dicho dilogo, pero es in dispensable para disipar el sentimiento de aislamiento y de frustracin del docente, lograr la aceptacin de los cuestionamientos actuales y hacer que todos contribuyan al xito de las indispensa bles reformas. En ese contexto, convendra aadir algunas recomendaciones relativas al contenido, d e la formacin de los docentes, a su pleno acceso a la formacin permanente, a la revalor izacin de la condicin de los maestros responsables de la educacin bsica y a una presencia ms acti va de los docentes en los medios sociales desasistidos y marginados, donde podran contribui r a una mejor insercin de los adolescentes y los jvenes en la sociedad. Es ste tambin un alegato en favor de que se dote al sistema de enseanza no slo de ma estros y profesores adecuadamente formados sino tambin de los elementos necesarios para im partir una enseanza de calidad: libros, medios de comunicacin modernos, entorno cultural y ec onmico de la escuela, etc. Consciente de las realidades de la educacin actual, la Comisin hizo particular hin capi en la necesidad de disponer de medios cualitativos y cuantitativos de enseanza, tradici onales (como los libros) o nuevos (como las tecnologas de la informacin), que conviene utilizar con discernimiento y promoviendo la participacin activa de los alumnos. Por su parte, los docentes deb eran trabajar en equipo, sobre todo en el nivel de enseanza secundaria, principalmente para contri buir a la indispensable flexibilidad de los programas de estudio. Ello evitar muchos fracas os, pondr de manifiesto algunas cualidades naturales de los alumnos y, por consiguiente, faci litar una mejor orientacin de los estudios y la trayectoria de cada uno, segn el principio de una educacin impartida a lo largo de toda la vida. Considerado desde este punto de vista, el mejoramiento del sistema educativo obl iga al poltico a asumir plenamente su responsabilidad. En efecto, ya no puede comportarse como si el mercado fuera capaz de corregir por s solo los defectos existentes o como si una especie de aut orregulacin bastara para hacerlo. La Comisin ha hecho tanto ms hincapi en la permanencia de los valores, las exigenci as del futuro y los deberes del docente y la sociedad cuanto que cree en la importancia del responsable poltico.

nicamente l, tomando en consideracin todos los elementos, puede plantear los debate s de inters general que son vitales para la educacin. Es que este asunto nos interesa a todos , ya que en l se juega nuestro futuro y puesto que, justamente, la educacin puede contribuir a mejorar l a suerte de todos y cada uno de nosotros. Y ello, inevitablemente, nos lleva a poner de relieve la funcin de las autoridade s pblicas, encargadas de plantear claramente las opciones y, tras una amplia concertacin con todos los interesados, definir una poltica pblica que, sean cuales fueren las estructuras del sistema (pbl icas, privadas o mixtas), trace las orientaciones, siente las bases y los ejes de aqul y estable zca su regulacin introduciendo las adaptaciones necesarias. Por supuesto, todas las decisiones adoptadas en ese contexto tienen repercusione s financieras. La Comisin no subestima este factor. Pero considera, sin adentrarse en la compleja d iversidad de los sistemas, que la educacin es un bien colectivo al que todos deben poder acceder. Una vez admitido ese principio, es posible combinar fondos pblicos y privados, segn diversas frmulas que toman en consideracin las tradiciones de cada pas, su nivel de desarrollo, estilos de vida y distribucin de ingresos. De todas maneras, en todas las decisiones que se adopten debe predominar el prin cipio de la igualdad de oportunidades. Durante los debates mencion una solucin ms radical. Habida cuenta de que poco a poc o la educacin permanente ir ganando terreno, podra estudiarse la posibilidad de atribuir a cada joven que est por comenzar su escolaridad un crdito-tiempo, que le diera derecho a cierto nmero de aos de enseanza. Su crdito se consignara en una cuenta en una institucin que, de alguna for ma, administrara un capital de tiempo elegido, por cada uno, con los recursos financi eros correspondientes. Cada persona podra disponer de ese capital, segn su experiencia escolar y su propi a eleccin. Podra conservar una parte del mismo para poder, una vez terminada su vida escolar y ya siendo adulto, aprovechar las posibilidades de la formacin permanente. Tambin podra aumentar su ca pital mediante contribuciones financieras -una especie de ahorro previsional dedicado a la educ acin- que se acreditaran en su cuenta del banco del tiempo elegido. Tras un pormenorizado debate , la Comisin

respald esta idea, no sin percatarse de sus posibles derivas, que podran ir inclus o en detrimento de la igualdad de oportunidades. Por esa razn, en la situacin actual, podra otorgarse a tt ulo experimental un crdito-tiempo para la educacin al finalizar el periodo de escolarizacin obligato ria, que permitira al adolescente elegir la orientacin que desee sin hipotecar su futuro. Pero en resumidas cuentas, si tras la etapa fundamental que constituy la Conferen cia de Jomtien sobre Educacin para Todos fuera necesario definir una urgencia, deberamos concentr arnos sin duda en la enseanza secundaria. En efecto, entre el egreso del ciclo primario y la incorp oracin a la vida activa o el ingreso en la enseanza superior, se decide el destino de millones de jvenes, varones y nias. Y es se el punto flaco de nuestros sistemas educativos, por un exceso de elitismo, por que no logran canalizar fenmenos de masificacin o porque pecan de inercia y son refractarios a c ualquier adaptacin. Justamente cuando los jvenes se enfrentan con los problemas de la adole scencia, cuando en cierto sentido se consideran maduros pero en realidad sufren de una falta de madurez y el futuro suscita en ellos ms ansiedad que despreocupacin, lo importante es ofrecerles lugar es de aprendizaje y de descubrimiento, darles los instrumentos necesarios para pensar y preparar su porvenir, diversificar las trayectorias en funcin de sus capacidades, pero tambin asegurar que las perspectiv as de futuro no se cierren y que siempre sea posible reparar los errores o corregir la trayectoria. Extender la cooperacin internacional en la aldea planetaria

En los mbitos polticos y econmicos la Comisin observ que, cada vez ms frecuentemente, se adoptan medidas a nivel internacional para intentar hallar soluciones satisfacto rias a problemas que tienen una dimensin mundial, aunque slo sea debido a ese fenmeno de interdependenci a creciente, tantas veces destacado. La Comisin lament tambin el hecho de que hasta el momento s e hayan obtenido muy pocos resultados y consider necesario reformar las instituciones int ernacionales, con objeto de incrementar la eficacia de sus intervenciones. Este anlisis es vlido, mutatis mutandis, para los mbitos que abarcan la dimensin soc ial y la educacin. De all que se destacara la importancia de la Reunin Cumbre de Copenhague de marzo de 1995, dedicada a las cuestiones sociales. La educacin ocupa un lugar privilegiado entre las orientaciones adoptadas. En ese contexto, la Comisin formul las siguientes recomen daciones: - desarrollar una poltica extremadamente dinmica en favor de la educacin de las nias y las mujeres, conforme a la Conferencia de Beijing (septiembre de 1995);

-utilizar un porcentaje mnimo de la ayuda para el desarrollo (una cuarta parte de l total) para financiar la educacin; este cambio en favor de la educacin debera tambin producirse a nivel de las instituciones financieras internacionales y en primer lugar en el Banco M undial, que desempea ya una funcin importante; -desarrollar mecanismos de trueque de deuda por educacin (debt-for-education swaps) con objeto de compensar los efectos negativos que tienen las polticas de ajuste y la reduccin de los dficit internos y externos sobre los gastos pblicos de educacin; - difundir las nuevas tecnologas llamadas de la sociedad de la informacin en favor de todos los pases, a fin de evitar una agudizacin an mayor de las diferencias entre pases ricos y pobres; -movilizar el enorme potencial que ofrecen las organizaciones no gubernamentales y, por consiguiente, las iniciativas de base, que podran prestar un valioso apoyo a las actividades de cooperacin internacional. Estas propuestas deberan desarrollarse en un marco asociativo y no de asistencia. Es la experiencia la que, despus de tantos fracasos y derroches, nos induce a ello. La mundializacin nos lo impone. Podemos citar algunos ejemplos alentadores, como el xito de las actividad es de cooperacin e intercambio realizadas a nivel regional. Es el caso, en particular, de la Unin Eu ropea. El principio de asociacin encuentra tambin su justificacin en el hecho de que puede llevar a una interaccin positiva para todos. En efecto, si los pases industrial izados pueden a yudar a las naciones en desarrollo compartiendo con ellas sus experiencias positivas, sus tecnologas y su s medios financieros y materiales, a su vez pueden aprender de esos pases modos de transmisin del patrimo nio cultural, itinerarios de socializacin de los nios y, ms esencialmente, formas culturales e id iosincrasias diferentes. La Comisin desea que los Estados Miembros de la UNESCO doten a la Organizacin de l os recursos necesarios para animar el espritu y las actividades de asociacin propuest as en el marco de las orientaciones que somete a la Conferencia General de la UNESCO. la Organizacin lo har difundiendo

las innovaciones exitosas y contribuyendo al establecimiento de redes sustentada s en iniciativas de las ONG, con miras a desarrollar una enseanza de calidad (Ctedras UNESCO) o a fomentar las asociaciones en el mbito de la investigacin. Por nuestra parte, asignamos tambin a la UNESCO una importancia fundamental en el desarrollo adecuado de las nuevas tecnologas de la informacin al servicio de una educacin de c alidad. Fundamentalmente, la UNESCO contribuir a la paz y al entendimiento mutuo entre lo s seres humanos al valorizar la educacin como espritu de concordia, signo de una voluntad de cohabitar, como militantes de nuestra aldea planetaria, que debemos concebir y organizar en bene ficio de las generaciones futuras. En ese sentido, la Organizacin contribuir a una cultura de p az. Para titular su informe, la Comisin recurri a una de las fbulas de Jean de La Fonta ine: El labrador y sus hijos: Guardaos (dijo el labrador) de vender el patrimonio, Dejado por nuestros padres, Veris que esconde un tesoro. La educacin es todo lo que la Humanidad ha aprendido sobre s misma. Parafraseando al poeta, que elogiaba la virtud del trabajo, podramos decir: Pero el padre fue sabio Al mostrarles, antes de morir, Que la educacin es un teso ro. Jacques Delors Presidente de la Comisin

Primera Parte Horizontes Captulo 1 De la comunidad de base a la sociedad mundial Existe hoy en da un escenario mundial donde, lo deseemos o no, se juega una parte del destino de cada uno de nosotros. La interdependencia planetaria, impuesta por la apertura d e las fronteras econmicas y financieras bajo la presin de las teoras librecambistas, fortalecida po r el desmantelamiento del bloque sovitico e instrumentalizada por las nuevas tecnologas de la informacin, no deja de acentuarse en los planos econmico, cientfico, cultural y poltico. Percib ida confusamente por los individuos, esa interdependencia se ha convertido en una realidad que im pone limitaciones a los dirigentes. La toma de conciencia generalizada de esta mundializacin de las relacio nes internacionales es en s misma, por lo dems, un aspecto del fenmeno, y a pesar de las promesas que encierra el surgimiento de este mundo nuevo difcil de descifrar y todava ms de pred ecir, crea un clima de incertidumbre e incluso de aprensin que hace todava ms vacilante la bsqueda de un enfoque realmente mundialista de los problemas. Un planeta cada vez ms poblado Antes de exponer las diversas formas que reviste la mundializacin de las activida des en el mundo contemporneo, recordemos en algunas cifras(1) la extremada rapidez del crecimient o demogrfico mundial, que de cierta forma es el teln de fondo de esta problemtica. A pesar de u na ligera disminucin del ndice de fecundidad en las dos dcadas pasadas, la poblacin mundial no ha dejado de aumentar siguiendo la tendencia anterior: habiendo alcanzado 5.570 millones de p ersonas en 1993, debera de llegar a 6.250 millones en el ao 2000 y a 10.000 millones en 2050. Este cuadro global oculta las grandes diferencias que hay de regin a regin. La par te correspondiente a los pases en desarrollo en el aumento de la poblacin mundial pas de 77 % en 1950 a 93 % en 1990, y al final del siglo ser de 95 %. En los pases industrial izados, en cambio, el crecimiento demogrfico ha disminuido, cuando, no se ha detenido completamente, y la fecundidad es igual o inferior al nivel de renovacin de las generaciones. En estos pases de bajo crecimiento demogrfico, la proporcin de personas mayores de 65 aos registra un aumento vertigin oso, y se calcula que va a pasar de 12 % en 1990 a 16 % en 2010 y 19 % en 2025, y que el e nvejecimiento de la poblacin no dejar de incidir en los estilos y el nivel de vida de esos pases, as com o en la financiacin

de los gastos colectivos. En otros lugares, el nmero absoluto de jvenes 15 aos ha aumentado mucho, pasando de 700 millones en 1950 a1.700 millones en 1990. a presin sin precedentes que se hace sentir en los sistemas educativos, exigidos hasta e extremo de su capacidad y a veces mucho ms all. Actualmente, ms de 1.000 millones de , casi un quinto de la poblacin mundial- estn escolarizados, mientras que en 1953 ban unos 300 millones.(2) 1 Estado de la poblacin mundial, 1993. Nueva York, FNUAP, 1993 2 Informe Mundial sobre la Educacin, 1995. 'Pars, UNESCO, 1995.

menores de De ah l el lmit jvenes -o sea slo lo esta

Esta expansin de la humanidad, en un momento de la historia en que la tecnologa re duce el tiempo y el espacio, relaciona de forma cada vez ms estrecha las mltiples facetas de la actividad mundial, lo cual confiere, sin que reparemos forzosamente en ello, un alcance pl anetario a ciertas decisiones. Jams sus consecuencias, buenas o malas, haban afectado a un nmero tan g rande de individuos. Hacia una mundializacin de los campos de actividad humana En los ltimos 25 aos, el fenmeno de la mundializacin de las actividades se hizo pres ente en primer lugar en la economa. la suspensin de los reglamentos y la supresin de barrer as de, los mercados financieros, aceleradas por los progresos de la informtica, dieron muy p ronto la sensacin de que estos ltimos ya no constituan compartimentos hermticos dentro de un vasto merca do mundial de capitales dominado por algunas grandes plazas. Todas las economas pasaron entonce s a ser dependientes de los movimientos de una masa de capitales cada vez mayor, que tra nsitaba con gran rapidez de una plaza a otra en funcin de las diferencias de tasas de inters y de l as previsiones especulativas. Siguiendo su propia lgica, que acenta la concentracin a corto plazo, estos mercados financieros mundiales ya no dan cuenta solamente de las restricciones de cada ec onoma real sino que a veces parecen imponer, con su propia lgica, su ley a las polticas econmicas naciona les. Poco a poco las actividades r esta apertura de las fronteras. los mercados iones monetarias hacia los mercados de bienes y de encia coyuntural hace del mundo entero la caja de desarrollados. Por su parte, las grandes empresas incertidumbres y estas nuevas formas de riesgo. industriales y comerciales se han visto afectadas po de cambio difunden inmediatamente todas las fluctuac materias primas y, de manera general, la interdepend resonancia de las crisis industriales de los pases ms han debido tomar en cuenta en sus estrategias estas

Este nuevo elemento ha deprimido la coyuntura de algunos pases industrial izados y correlativamente, la de los pases en desarrollo que les suministran materias prim as. Al mismo tiempo, la expansin del comercio mundial ha tenido efectos benficos para muchos pases. De 1970 a 1993, el ritmo de aumento de las exportaciones mundiales ha sido en promedio 1,5 % superi or al del aumento del producto interior bruto (PIB). Para algunos pases, la diferencia ha sido mucho ms marcada an, sobre todo en el periodo 1980-1993: ms de 3 % en la Repblica de Corea y ms de 7 % en Tail andia. Puede concluirse que el crecimiento mundial, sobre todo en los pases en que ha sido ms m arcado, ha debido

mucho a las exportaciones. n el PIB para todas las economas en conjunto pas iones de 3 % a 24 % en China, de 13 % a 28 % ifras demuestran la nocin de interdependencia

La parte de las exportaciones de bienes y servicios e de 14 % a 21 % entre 1970 y 1993, y se registraron evoluc en Indonesia, y de 42 % a 80 % en Malasia(3). Estas c mundial.

Simultneamente, la mundializacin ha modificado el mapa econmico del mundo. En la zo na del Pacfico han aparecido nuevos polos de dinamismo basados en el comercio mundial. L a oposicin entre los pases del Norte y los del Sur pas a ser menos esquemtica porque, segn la mayora d e los observadores, hoy en da conviene clasificar a los pases en desarrollo en varias ca tegoras distintas, que por lo dems pueden variar segn se escoja como criterio para agruparlos el PIB per cpita, el ritmo de desarrollo, o bien los criterios de desarrollo humano sostenible establecidos por el PNUD. Por ejemplo, esto significa que el problema del lugar del frica Subsahariana en la ec onoma mundial no puede tratarse ya de la misma manera que el de los pases de Amrica Latina. En fin de cuentas, la mundializacin, que obliga a todos los pases a dotarse de ventajas especficas para p articipar en el desarrollo de las relaciones econmicas mundiales, hace todava ms patente la separac in entre los ganadores y los perdedores del desarrollo. 3 'Banco Mundial, Informe sobre el desarrollo mundial 1995. Washington D.C.

Otra caracterstica de la mundializacin que tiende a agravar estas disparidades es la constitucin de redes cientficas y tecnolgicas que unen los centros de investigacin y las grande s empresas de todo el mundo. Sobre todo participan en la red los que tienen algo que aportar, infor macin o financiacin, mientras que los actores de los pases ms pobres (investigadores o empresarios) pue den verse excluidos. As se ampla la brecha de conocimientos, que a la vez supone para los ex cluidos una deriva que los aleja de los polos de dinamismo. Por ltimo, como amenaza ms grave, el fenmeno de la mundializacin se extiende tambin a las actividades delictivas. Fronteras ms permeables a los flujos de informacin y de mo neda facilitan los trficos clandestinos como los de droga, armas, material nuclear e inclusive perso nas, la constitucin de redes de terroristas y malhechores y la extensin de prcticas de blanqueamiento de d inero sucio. La comunicacin universal Las nuevas tecnologas han hecho entrar a la humanidad en la era de la comunicacin universal; eliminando la distancia, contribuyen poderosamente a forjar las sociedades del m aana que, a causa de ellas, no respondern a ningn modelo del pasado. La informacin ms precisa y ms actual se puede poner a disposicin de cualquier persona en la superficie del mundo, a menudo en t iempo real, y llega a las regiones ms apartadas. Muy pronto la interactividad permitir no slo emitir y reci bir informacin sino tambin dialogar, conversar y transmitir informacin y conocimientos sin lmite d e distancia ni de tiempo de operacin. Sin embargo, no hay que olvidar que una poblacin desasistida, todava muy numerosa, sigue excluida de esta evolucin, en particular en las regiones en que n o hay electricidad. Recordemos tambin que ms de la mitad de la poblacin mundial no tiene acceso a los d iferentes servicios que ofrece la red telefnica. Esta libre circulacin mundial de la imagen y la palabra, que prefigura el mundo d e maana hasta en sus aspectos perturbadores, ha transformado tanto las relaciones internaciona les como la comprensin del mundo que tienen las personas, constituyndose en uno de los grandes aceleradores de la mundializacin. Tiene sin embargo aspectos negativos. los sistemas de informacin todava son relativamente caros y de acceso difcil para muchos pases. El dominio de esos siste mas confiere a las grandes potencias y a los intereses privados que los detentan un poder cultural y poltico real, en particular con respecto a las poblaciones que por no tener educacin apropiada no estn preparadas para clasificar, interpretar ni criticar la informacin recibida. El cuasimonopoli o de las industrias

culturales de que goza un pequeo nmero de pases y la difusin de su produccin en todo el mundo ante un pblico cada vez ms amplio constituyen un factor poderoso de erosin de las e specificidades culturales. Aunque esta falsa cultura mundial sea uniforme y demasiado a menudo de muy pobre contenido, no deja de ser vehculo de normas implcitas y puede causar en las person as que reciben su influencia un sentimiento de desposeimiento y de prdida de identidad. La educacin tiene indudablemente una funcin importante que desempear si se desea co ntrolar el auge de las redes entrecruzadas de comunicacin que poniendo al mundo a la escucha de s mismo, hacen que verdaderamente todos seamos vecinos. Las mltiples caras de la interdependencia planetaria La interrelacin mundial de las decisiones y las acciones pblicas y privadas, inici almente afectada por el nivel de actividad econmica y tecnolgica, va ganando progresivamente otros campos de la actividad humana. Sus consecuencias en el medio ambiente, por ejemplo, sobrepasa n ampliamente las fronteras, y se puede demostrar que la distribucin de los efectos negativos de la industrializacin es muy desigual, ya que son a menudo los pases menos desarrollados los que ms los suf ren. Otras manifestaciones de esta mundializacin de los problemas tienen en la vida de l as sociedades una repercusin que afecta directamente a los sistemas educativos. Tal es el caso de las migraciones internacionales. Estos grandes movimientos de poblacin, que datan de p ocas muy lejanas de la historia y que han revestido formas muy variadas segn las pocas y las region es, persisten en la edad moderna y probablemente van a intensificarse(4). 4 FNUAP, Estado de la poblacin mundial 1993.

En efecto, las presiones migratorias se estn acentuando: en lugar de reducir las disparidades entre las naciones, el crecimiento desigual de la economa mundial las agrava. Aqu se con jugan muchos otros factores: la persistencia de un crecimiento demogrfico rpido en buena parte del mu ndo en desarrollo; la continuacin del xodo rural, o la marginacin de los espacios rurales; la urbaniza cin acelerada; la atraccin de los modos de vida y a veces de los valores de los pases ms prsperos perc ibidos en sus medios de comunicacin; medios de transporte ms rpidos y menos caros. A los inmigran tes econmicos viene a aadirse, cuando estallan conflictos, los refugiados polticos y los solicitantes de asilo que en los aos 80 y 90 dominaron los movimientos migratorios internacionale s de algunas regiones del mundo. En frica, por ejemplo, actualmente hay ms de 5 millones de ref ugiados, mayoritariamente mujeres y nios(5). Las migraciones, proceso social complejo por los movimientos y las mezclas de poblacin que provocan, proceso econmico de importancia mundial tant o como los intercambios de materias primas o de productos manufacturados, odisea humana a m enudo dramtica para todos los que en ella participan, tienen repercusiones mucho ms intensas que lo que las estadsticas de los pases de origen y los pases de acogida indican, sobre todo -para estos ltimos en el plano educativo. Como la inmigracin constituye diariamente una metfora viva de la interdependencia planetaria, la acogida que da a los migrantes el pas que los recibe y su propia c apacidad de integrarse en su nuevo ambiente humano son otros tantos parmetros que permiten medir el grad o de apertura de una sociedad moderna con respecto a lo que le es extranjero. Otro aspecto de la problemtica del futuro es la multiplicidad de idiomas, expresin de la diversidad cultural de la humanidad. Se estima que existen 6.000 idiomas en el mundo, de los cuales slo unos 12 son hablados por ms de 100 millones de personas. Los movimientos de poblacin que se aceleraron en los ltimos aos han ido creando, sobre todo en las grandes aglomeraciones urbanas, nuevas situacione s lingsticas que acentan esta diversidad. Por otra parte, los idiomas de comunicacin, o sea, los que en el plano nacional o internacional permiten comunicarse a los hablantes de diferentes idiomas, van cobrando cada ve z mayor importancia debido a la mayor movilidad de las poblaciones y al desarrollo de los medios de comunic acin. la complejidad de las situaciones lingsticas de cada pas hace muy difcil formular cualquier recomendacin qu e pueda aplicarse en toda circunstancia, pero es cierto que el aprendizaje de idiomas de gran difusin debe ser concomitante con el de los idiomas locales, en el marco de programas escolares bilinges e incluso tri linges. Programas de este tipo son ya la norma en algunas regiones del mundo. En situaciones de multilingis mo, la alfabetizacin en lengua materna, cuando es posible, suele considerarse conveniente para el desarr

ollo escolar del nio, y ms tarde se puede disponer una transicin gradual hacia un idioma de comunicacin. En trminos generales, la diversidad lingstica no se debe considerar nicamente como o bstculo para la comunicacin entre los diferentes grupos humanos sino ms bien como fuente de enriqu ecimiento, lo cual habla en bien del fortalecimiento de la enseanza de idiomas. las exigencias de la mundi alizacin y de la identidad cultural no deben considerarse contradictorias sino complementarias. D i m e n s i o n e s de la migracin A lo largo de la historia ha habido periodos en los que las migraciones han sido una importante vlvula de seguridad econmica y social, al permitir a los trabajadores trasladarse a lugares donde la mano de obra era ms escasa. Con todo, el costo y las dificultades del viaje const ituan grandes limitaciones, hasta que en el siglo xx se produjo un importante cambio debido a la disminucin de los costos del transporte. Esto dio lugar a un gran aumento de la movilidad de los t rabajadores, aun cuando el surgimiento de la nacin-estado hizo que se intensificara el control de la migr acin. En la actualidad, los movimientos migratorios abarcan un nmero creciente de pases, tanto de origen c omo de acogida, en este momento, al menos 125 millones de personas viven fuera de sus pases de or igen. Los migrantes proceden cada vez en mayor proporcin de pases pobres, y el tiempo que permanecen e n los pases de acogida tiende a acortarse. El nmero de trabajadores altamente calificados que em igra tambin va en aumento. Por ltimo, ha habido un gran incremento del nmero de refugiados, a consec uencia de los conflictos regionales y del desmoronamiento del antiguo orden Este-Oeste. En la actualidad, ms de la mitad de las corrientes migratoras mundiales tiene luga r entre pases en desarrollo. Cabe mencionar como ejemplos a los trabajadores del Asia Meridional que se trasladan a los pases productores de petrleo del Oriente Medio y a los pases recin industrializados del Asia Oriental, y a los pases relativamente prsperos de frica al sur del Sahara que atraen a trabaj adores de los pa

ses vecinos ms pobres. Cte d`ivoire, Nigeria y Sudfrica han recibido aproximadament e a la mitad de los numerosos migrantes africanos ( .. ). Ultimamente ha aumentado la demanda de trabajadores temporales en las economas fl orecientes de Asa, especialmente en Japn, la Repblica de Corea y Malasia. Los temores de que se p rodujeran movimientos masivos de poblacin tras la disolucin de la Unin Sovitica no se han hech o realidad, ni dentro de la regin ni haca el Oeste. El movimiento migratorio haca los pases industriales se ha intensificado y su comp osicin ha variado, sus fuentes son ahora pases en desarrollo. En Australia, Canad y Estados Unidos, e l nmero de inmigrantes procedentes de pases en desarrollo ha aumentado lentamente, en 1993, el total por ao lleg a alrededor de 900.000. En Europa Occidental, la contratacin en gran escala de trabajadores come nz durante el auge econmico de los aos sesenta. La crisis del petrleo de 1973 y la recesin resultante i ndujo a los trabajadores extranjeros a volver a sus pases. Poco despus de la baja de principios de los aos o chenta, la poblacin extranjera creci nuevamente hasta alcanzar unas 180. 000 personas al ao. A diferen cia de la de los aos sesenta, esta segunda ola de crecimiento tiene lugar en circunstancias en que el aumento del desempleo exacerba las tensiones sociales y alienta la xenofobia, tanto en los Estados Unidos como en toda Europa. Fuente: Banco Mundial, Informe sobre el desarrollo mundial 1995, Washington, D.C . pgs. 75-76. Un mundo sujeto a muchos riesgos Con el derrumbe del imperio sovitico en 1989 se cerr una pgina de la historia pero,

paradjicamente, el final de la guerra fra que haba marcado las dcadas anteriores des emboc en un mundo ms complejo y ms incierto, y sin duda ms peligroso. Quizs la guerra fra encubra desde haca mucho tiempo tensiones latentes entre naciones, entre etnias, entre comunida des religiosas, que al resurgir constituyen fermentos de agitacin o causas de conflicto abierto. El inic io de este mundo sujeto a riesgos mltiples, o percibido as, y cuyos elementos siguen siendo indescifrables , es una de las caractersticas de las postrimeras del siglo xx: que perturba y agita profundamente la conciencia mundial. Es cierto que se puede ver en el fracaso de algunos totalitarismos un progreso d e la libertad y la democracia. Pero es mucho lo que queda por andar y la revelacin de los mltiples ri esgos que se ciernen sobre el futuro del mundo pone al observador ante muchas paradojas: el p oder totalitario resulta ser frgil pero sus efectos son persistentes; observamos al mismo tiempo la declin

acin del estado nacional y la escalada de los nacionalismos; la paz parece menos imposible que d urante la guerra fra, pero la guerra menos improbable tambin'(6). La incertidumbre respecto del destino comn de la humanidad adquiere una forma nue va y mltiple. La acumulacin de armas, inclusive nucleares, ya no tiene el mismo significado sim ple de disuasin concebida como seguro contra el riesgo de una guerra entre dos bloques, sino que proviene de una carrera generalizada hacia la posesin de las armas ms eficaces(7). Pero esta carrera armamentista no es nicamente cuestin de algunos Estados sino que implica a entidades no institucionales tales como grupos polticos y grupos terroristas. Aun si resuelve .el problema de la no proliferacin de ensayos nucleares, el mundo no est a salvo de nuevas arma s qumicas o biolgicas muy eficaces. Al riesgo de conflictos entre naciones se superpone enton ces el de guerras civiles y de violencia difusa que deja inermes a las grandes organizaciones mund iales, concretamente a las Naciones Unidas, y a los ministerios de relaciones exteriores. 5 'Cf. Pierre Hassner: La violence et la paix. Pars, ditions Esprit, 1995. 6 Our giobal neighbourhood,Report of theCommission on Global Governance, Oxford University Press, 1995, pg. 13 (Nuestro vecindario mundial, resumen del Informe de la Comisin del Gobierno Mundial, Gineb ra, 1995).

Fuera de la incertidumbre respecto a su futuro, incertidumbre compartida por tod os los habitantes del planeta, ninguno de los cuales est a salvo de la violencia, la impresin genera l es ambigua. Nunca antes ha sido tan fuerte el sentimiento de solidaridad, pero al mismo tiempo nun ca han sido tan numerosas las ocasiones de divisin y conflicto. El temor a estos riesgos, aunque sea compartido universalmente, sobre todo a cau sa de la amplia difusin de las noticias sobre los efectos de la violencia, no es tan intenso para los que aprovechan esta evolucin como para quienes slo sufren los inconvenientes. Cada uno siente perfecta mente, alterado por estos rpidos cambios, que debe protegerse contra estos riesgos o por lo menos tratar de abordarlos para minimizarlos. Pero algunos, por razones econmicas o polticas, no pueden domin ar estos fenmenos. El peligro para todo el planeta es que ellos se conviertan en rehenes y eventual mente en mercenarios de los que quieren obtener el poder por la violencia. Lo local y lo mundial El malestar engendrado por la incapacidad de vislumbrar el futuro va a la par co n la conciencia cada vez ms aguda de la magnitud de las disparidades visibles en el mundo y de la s muchas tensiones entre lo local y lo mundial que de ah se derivan. El desarrollo de las interdependencias ha contribuido a poner de relieve muchos desequilibrios: desequilibrio entre pases ricos y pases pobres; disparidad social entre los ricos y los excluidos dentro de cada pas; uso desconsiderado de los recursos naturales que conduce a una degradac in acelerada del medio ambiente. Las desigualdades de desarrollo se han agravado en algunos casos , como muestra la mayora de los informes internacionales, y se observa que los pases ms pobres van ve rdaderamente sin rumbo. Estas tremendas desigualdades se perciben cada da de manera ms patente con la extensin de los medios de informacin y comunicacin. El reflejo a menudo complacient e que dan los medios de comunicacin de los modos de vida y de consumo de los ricos suscita ento nces entre los ms necesitados sentimientos de rencor y frustracin y a veces de hostilidad y rechazo . En cuanto a los pases ricos, cada vez menos pueden negarse a ver la exigencia imperiosa de solida ridad internacional activa para garantizar el futuro comn mediante la edificacin progresiva de un mund o ms justo. Por otra parte, la rpida evolucin de las sociedades humanas que estamos presencian do, en el punto en que se articulan dos siglos, opera en dos direcciones: hacia la mundial izacin, como hemos visto, pero tambin hacia la bsqueda de mltiples enraizamientos particulares. Por es o crea para los

que la viven o deben intentar gobernarla un sinnmero de tensiones contradictorias en un contexto de transformacin radical. Confrontado a una modernidad mundial en la que a menudo no tiene los medios de p articipar realmente, y que en parte puede contrariar su pertenencia personal a diversas co munidades de base, el individuo se siente como aturdido ante la complejidad del mundo moderno, la cual confunde sus referencias habituales. Muchos factores vienen a reforzar esta impresin de vrtigo: el temor de las catstrofes o los conflictos que puedan perjudicar su integridad, un sentimiento d e vulnerabilidad ante fenmenos tales como el desempleo a causa del cambio de las estructuras del empleo , o un sentimiento de impotencia ms general ante una mundializacin en la que slo parece poder particip ar una minora de privilegiados. Desestabilizado por estos cuestionamientos de las bases de su existencia, el hombre contemporneo probablemente perciba como amenazas las evoluciones que se sitan ms al l de las fronteras de su grupo inmediato de pertenencia y se sienta tentado, no sin algo de paradoja, por la seguridad ilusoria de su ensimismamiento y el rechazo de los dems a veces inherente a esta actitud. Los dirigentes a quienes incumben decisiones fundamentales se hallan confrontado s con una perplejidad diferente pero de igual origen, cuando las estructuras de organizacin de los Estados nacionales son en cierta forma tiradas hacia arriba por los imperativos de la mu ndializacin y en sentido inverso por las exigencias de las comunidades de base. Desarmados por la rpida su cesin de acontecimientos que a menudo parecen adelantarse o resistirse al anlisis, privado s de criterios de accin fiables por falta de perspectiva, las autoridades polticas parecen a veces o scilar entre posiciones contradictorias para justificar mudanzas que en realidad delatan su desconcierto . Ya se trate de los poderes pblicos, la sociedad o el individuo, en ltima instancia la dificultad es la de llegar a superar las tensiones de sentidos opuestos que hoy en da residen en e l ncleo de muchas actividades humanas. Comprender el mundo, comprender al otro

Ayudar a transformar una interdependencia de hecho en solidaridad deseada es una de las tareas esenciales de la educacin. A este efecto, debe lograr que cada persona pueda comp renderse a s misma y a las dems mediante un mejor conocimiento del mundo. Para que cada uno pueda comprender la complejidad creciente de los fenmenos mundi ales y dominar el sentimiento de incertidumbre que suscita, en primer lugar debe adquir ir un conjunto de conocimientos y luego aprender a relativizar los hechos y a tener espritu crtico f rente a las corrientes de informacin. La educacin manifiesta aqu ms que nunca su carcter insustituible en la fo rmacin del juicio. Favorece una verdadera comprensin de los hechos ms all de la visin simplific adora o deformada que a veces dan los medios de comunicacin, e idealmente debera ayudar a cada cual a convertirse un poco en ciudadano de este mundo turbulento y cambiante que est nac iendo ante nuestros ojos. La comprensin de este mundo exige evidentemente la de las relaciones que unen al ser humano con su medio ambiente. No se trata de aadir una nueva disciplina a programas esco lares ya sobrecargados sino de reorganizar la enseanza a partir de una visin de conjunto de los vnculos que unen a hombres y mujeres con su medio, y aprovechando conjuntamente las ciencias naturales y las ciencias sociales. Una formacin de este tipo tambin se podra ofrecer a todos los ci udadanos en la perspectiva de la educacin durante toda la vida. La exigencia de una solidaridad a escala planetaria supone adems superar las tend encias a encerrarse en la propia identidad, para dar lugar a una comprensin de los dems bas ada en el respeto de la diversidad. la responsabilidad de la educacin a este respecto es a un tiemp o esencial y delicada en cuanto la nocin de identidad se presta a doble interpretacin: afirmar su difere ncia, volver a encontrar los fundamentos de la propia cultura, reforzar la solidaridad de grupo pueden constituir para cada individuo un acto positivo y liberador; pero este tipo de reivindicacin, si resulta mal interpretada, contribuye asimismo a hacer difciles, cuando no imposibles, el encuentro y el dilo go con el otro. La educacin debe por tanto esforzarse al mismo tiempo por hacer al individuo cons ciente de sus races, a fin de que pueda disponer de puntos de referencia que le sirvan para ubi carse en el mundo, y por ensearle a respetar las dems culturas. La enseanza de ciertas disciplinas revis te importancia fundamental a este respecto. Por ejemplo, la de la historia a menudo ha servido para fortalecer las identidades nacionales poniendo de relieve las diferencias y exaltando un sentim

iento de superioridad, esencialmente porque dicha enseanza se conceba en una perspectiva extracientfica. P or el contrario, la exigencia de verdad, que conduce a reconocer que los grupos humanos, los puebl os, las naciones, los continentes no son todos semejantes, por este simple hecho nos obliga a mirar ms all de la experiencia inmediata, a aceptar la diferencia, a reconocerla, y a descubrir que los dems pueblos tienen una historia que tambin es rica e instructiva(8). El conocimiento de las de ms culturas conduce entonces a una doble toma de conciencia: la de la singularidad de la propia cult ura pero tambin la de la existencia de un patrimonio comn de toda la humanidad. Los jvenes y el patrimonio mundial Para sensibilizar a los jvenes a la necesidad de salvaguardar el patrimonio natur al y cultural mundial que se halla gravemente amenazado por la contaminacin, la presin demogrfica , las guerras y la pobreza, la UNESCO dio comienzo en 1994, con apoyo financiero de la Fondation Rhne-Poulenc y del NORAD, al proyecto nterregional Participacin de los jvenes en la preservacin y el fomento del patrimonio mundial. Se trata de hacerles tomar conciencia del valor de su propia cultura y de su propia historia, inducrlos a descubrir y respetar otras culturas, y a sentirse as colecti vamente responsables del patrimonio de la humanidad en el futuro. Los docentes y los alumnos de unos cincuenta pases que participan en el proyecto se familiarizaron con el espritu y las repercusiones prcticas de la Convencin sobre la Proteccin del P atrimonio Mundial Cultural y Natural, Esta Convencin, aprobada en 1972, se aplica hoy en da a 469 si tios culturales y naturales excepcionales entre los que figuran la Gran Muralla de China, las Pirmi des de Egipto y las Islas Galpagos, en ms de un centenar de pases.

Despus de documentarse sobre los sitios de su propio pas o de otros pases dentro de los estudios de diferentes disciplinas como la historia, la geografa o los idiomas, l os alumnos fueron a visitar los sitios u organizaron campaas de informacin acerca de ellos. Algunas clases se iniciaron en tcnicas artesanales tradicionales, indispensables para la restauracin. Los alumnos y los profesores pudieron intercambiar informacin basada en esta experiencia durante el primer Foro internacional de la juventud sobre el patrimonio mundial que se celebr en Bergen (Noruega) en junio de 1995. E l objetivo final del proyecto es llegar a integrar la educacin relacionada con el patrimonio dentro de los programas escolares en todo el mundo. Comprender a los dems permite tambin conocerse mejor a s mismo. Toda forma de ident idad es de hecho compleja, porque cada individuo se define en relacin con el otro, con lo s otros y con varios grupos de pertenencia, segn modalidades dinmicas. El descubrimiento de la multipli cidad de estas pertenencias, ms all de los grupos ms o menos reducidos que constituyen la familia, la comunidad local e inclusive la comunidad nacional, conduce a la bsqueda de valores comunes adecuados para establecer la solidaridad intelectual y moral de la humanidad que proclama la Cons titucin de la UNESCO. La educacin tiene pues una responsabilidad particular que ejercer en la edificacin de un mundo ms solidario, y la Comisin estima que las polticas educativas deben traducirla resu eltamente. En cierta forma, debe contribuir al nacimiento de un nuevo humanismo, con un componente tic o esencial y amplio lugar para el conocimiento y para el respeto de las culturas y los valores espir ituales de las diferentes civilizaciones, contrapeso necesario a una mundializacin percibida slo en sus aspe ctos econmicos o tcnicos. El sentimiento de compartir valores y un destino comunes constituye en d efinitiva el fundamento de cualquier proyecto de cooperacin internacional. Pistas y recomendaciones La interdependencia planetaria y la mundializacin son fenmenos capitales de nuestr a poca, que ya estn actuando y que marcarn con su impronta el siglo XXI. Hoy hacen ya nece saria una reflexin global -que trascienda ampliamente los mbitos de la educacin y la culturasobre las funciones y las estructuras de las organizaciones internacionales. El principal peligro es que se abra un abismo entre una minora capaz de moverse e n ese mundo nuevo en formacin y una mayora que se sienta sacudida por los acontecimientos e im potente

para influir en el destino colectivo, con los riesgos de un retroceso democrtico y de rebeliones mltiples. La utopa orientadora que debe guiar nuestros pasos consiste en lograr que el mund o converja hacia un mayor entendimiento mutuo, hacia un mayor sentido de la responsabilidad y hacia una mayor solidaridad, sobre la base de la aceptacin de nuestras diferencias espiritu ales y cultura