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    Del salto del Cauallero al Salto de Aldeadvila

    de la Ribera (una curiosa pervivencia en el tiempo)

    ARRIBES DE SALAMANCA

    Jess M Figueira Conde enero-2010

    Existen parajes, en nuestra Castilla y Len asociados para siempre almisteriode viejas historias y leyendas, que nicamente los ms viejos parecen

    recordar...parajes naturales que parecen hechizarnos y que nos retrotraen a laEdad Media: uno de ellos es el llamado actualmente Salto de Aldeadvila,desde que en el ao 1963 la entonces empresa Saltos del Duero, hoy potentemultinacional IBERDROLA, terminara esta sorprendente y vertiginosa presa de130 metros de altura.

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    La ubicacin actual de la Presa, que comenz a perfilarse en los aos de1903 y 1906 por tres emprendedores vascos, cont con muchas vicisitudes,aunque al final se decidieron por la ubicacin ms lgica: all donde los torrentes y la estrechez del ro Duero-Douro eran ms importantes: las cascada ytorrentera conocida en el siglo XVI como Salto del Cauallero. Sorprendentecoincidencia de emplazamiento y de topnimos, aunque menos.

    Separado menos de 500 metros de este punto, y descendiendo el curso delro, el paisaje y la composicin del terreno parecen cambiar, y el granito casipuro se alterna ya con depsitos de tierras frtiles y un cambio significativo de

    los cultivos: de la vid se pasa al olivo, el almendral, y abundantes frutales declima mediterrneo como las cerezas de Mieza; no hay lugar ms frtil en todaslas Arribes como la desembocadura del Ropinal-arroyo o regato Rupinal-: elterreno que se conoci hasta 1843 como lafrtil Huerta de los franciscanosde Santa Marina de La Verde. El nombre lo dice todo...

    Es este tramo de 16 kms. de ro, entre Corporarioy La Code -La Codi1enel antiguo dialecto de la comarca- de Mieza donde el topnimo Arribes serepite con mayor frecuencia en sus trminos derivados: Rupitn, Rupinal,Ropinal, Rupurupai, la antigua aldea de Ribiella... es aqu donde los fayalescon

    casi 500 metros de cortadura, donde parece haber surgido este bello topnimoderivado del latinismo Ad-ripam.

    Los estudiosos parecen aceptar que por el Vado de La Verdeya cruz SanFrancisco de Assen el siglo XIII desde Ciudad Rodrigo camino de Oporto, y sedecidi a fundar un pequeo eremitorio en esta Huerta de La Verde.

    En los aos de 1300, el nieto de Alfonso X el Sabio, y 1 seor de Ledesma:el infante Sancho I Peh. -Prez- gustaba de alejarse de los problemas de sucorte de Ledesma y transitaba con frecuencia por las aldeas de Monleras,

    Villarino, Ribiella y aldea DAuila. Nos lo comenta en 1604 el historiador GilGonzlez Dvila, quien tambin habra estado en ms de una ocasin en esteparaje:

    Y lo que mas admira de este rio, es que con ser mar y rio todo junto, cercadel monesterio de Santa Marina, del Orden de San Francisco, que esta enlos trminos de Aldea de Auila, se encoge, y estrecha tanto, con lleuar yaen si todo el poder de los tios, que le pagan tributo hasta este passo, quevun hombre de bven animo salta de vna parte a otra: como conoci yo a vnCauallero, que le auia visto saltar. Por esta parte es por donde va mas

    temeroso y profundo.1Codi: mirador en la antigua Habla de la Rivera salmantina.

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    La Huerta de Santa Marina, tan frtil y de climamediterrneo causaba asombro en la comarca:

    Este monesterio que tiene su asiento entre unas breas, y riscosaltos2,riberas del mismo Duero, y cerca de Aldea de Auila, tiene una huertatan frtil, que se cuenta entre las cosas raras que se hallan en estedistricto por la mucha abundancia q produce de limas, cidras, torojas,naranjas y limones. En este Conuento q es de religiosos de S. Francisco estsepultada esta Santa de quien el Conuento toma nombre.

    El antiguo estrecho antes de construirse la Presa de Aldeadvila.

    Gil Gonzlez Dvila no nos explica si el Caballerosaltaba o no montado acaballo, pero dado que el caballero renacentista y medieval era por ttulo el quetena derecho a montar caballo es de suponer que slo podra vencer el precipiciomontado a sus lomos.

    Este precipicio y sus rpidos deba de contar con mucha fama en la comarcade de la arrivas de el Duero, pero sobre todo en las localidades de Lagoaa,Bru, Ribiella, Miea y aldea de Auila.

    2Estos riscos altos han dado en llamarse posteriormente: Picn de Felipe.

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    En Mieza, tpico pueblo de las Arribes, se recoga en losaos 50 y 60 testimonios de cmo la gente se sobrecoga los das de fuerte

    tormenta por el rugirdel Duero en estos precipicios, llegando a temblar latierra.

    Esta fiereza del ro hizo que la propia construccin de la Presa la sintiera...y no la aguant. Al comienzo del hormigonado de sta una gigantesca avenida dehasta 12 500 m3/segundo hizo que la obras tuvieran que retrasarse casi un ao:stas eran las avenidas que referan los vecinos de Mieza.

    En 1617 vuelve Dvilaa mencionar esta leyenda del Salto del Cauallerocomo una de las historias ms nombradas de las dicesis del antiguo reino de

    Len.

    A finales del siglo XIX la Ribera salmantina -ncleo de las Arribesactuales- se pone de moda: revistas ilustradas, Miguel de Unamuno, Crotontilo,Dmaso Ledesma, Lamano y muchos otros vienen aqu. Unos interesados por laetnologa, otros por su antigua habla y romances desconocidos ya en Espaa, perotodos sorprendidos por la grandiosidad del paisaje y la naturaleza de este rotodava entonces indomable.

    La revista de excursionistas ilustrados La Ilustracin espaola y

    americanavisita en los aos 1897 y 1906 las Arribes salmantinas.La primera visita, slo unos meses anterior a la de Miguel de Unamuno, la

    realiza el autor Zeda, en la primavera, o al comienzo del verano de 18973, y asdescubrimos la existencia del Salto del Gitano:

    Cuntase que uno de estos bohemios, perseguido por la tropa y acosado detal suerte que no tena ms remedio que morir entregarse, tom carrera, ydando un salto verdaderamente prodigioso, salv la ditancia entre las dos orillas.

    Aqu ya vemos, tres siglos despus de la historia contada por Dvila, laevolucin de una supuesta historia de nobles y verdica a una leyenda, a un mitoen el que se ha sustituido el caballero por un bohemio gitano, y encimaperseguido por la tropa. Esta tropa podan ser por ejemplo un pelotn decarabineros de la Aduana terrestre de Aldeadvila. El mismo autor Zedacalifica el salto como verdaderamente prodigioso. Este cuento recreado porZeda nos habla del hambre, de las miserias por aquellos aos en las comarcas delOeste salmantino, aos en los que comenzaba la gran emigracin salmantina aAmrica: tambin est preocupado el autor por los novedosos ingenios e inventosque se estn implantando: el telgrafo, la electricidad, y sobre todo la gran

    3La Ilustracin espaola y americana, n28, p.54, 30 de julio de 1897.

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    esperanza de aquellas Arribes: la va frrea de La Fuente desan Esteban a La Fregeneda, inaugurada slo diez aos antes.

    Es esta bonita historia la que da pie al sorprendido autor para relatar uncuento:

    El Salto del Gitano

    Nadie le haba visto: la calle estaba solitaria, y apenas apuntaba el da. Un poco de resplandor por el Oriente, y nada ms. Seran las cuatro de lamadrugada.

    - Oh! Si siempre fuera de noche...Todo sombras, todo obscuridad: el sol es un delator -pensaba el fugitivo

    deslizndose cuidadosamente junto las tapias de adobes que forman lascallejas del pueblo.

    De repente se detuvo.

    - Eh?.Quin va?. Nadie le contest!- Bah! Es un rbol; respiro...Pues no haba creido que era un hombre...Pensaba que no iba a acabarse este maldito lugar...

    Lleg a la carretera, cuya larga cinta blanqueaba por entre tierras de labor la claridad aun incierta de la maana.

    - El campo! Aqu no corro peligro de que me sorprendan. Si me persiguen,no me faltar una zanja un matorral donde esconderme. Tengo cincohoras por delante; legua por hora, cinco leguas. La frontera dePortugal est a ocho de aqu. Al anochecer habr pasado el Duero, y una

    vez en la otra orilla, nada tengo que temer. Ir a Lisboa Oporto...ydespus a Amrica. Cinco horas!

    Hasta las ocho de la maana nadie advertir, que la puerta del sr. Juan nose abre. Acudir gente. Llamar...no responder nadie. Y quin ha decontestar?; los muertos no hablan. Luego ir la justicia. Entrara; primero elportal; despus la sala; all el arcn abierto y las ropas revueltas. En la alcoba, alpie de la cama, el seor Juan con los brazos en cruz, el corazn partido de unapualada y los ojos abiertos, muy abiertos!...

    - No me asesines, deca: te dar lo que quieras, pero por Dios no memates.

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    Y se abrazaba a mis rodillas.

    - Te juro que no te denunciar, que no hablar...Para que yo le creyera!...No; los muertos no hablan!

    Se qued con los ojos abiertos, mirndome espantado...

    Todava los veo!...Oh, pero ellos no ven, no ven! Tengo sangre en las manos.Me las lavar en el primer arroyo que encuentre.

    Detuvse un momento y mir enderredor suyo. Centrajose su boca conrepugnante sonrisa.

    - Aqu estn; junto a mi pecho...Uno, dos, diez, veinte, treinta. Treintamil pesetas!

    Tendrn salpicaduras de sangre los billetes?Soy rico!...

    Y pensar que hace pocas horas no tena ni unos cuntos cntimos paramatar el hambre...l, en cambio, tierras, casas y dinero. Bastante tiempo hadisfrutado de sus riquezas...Setenta aos!...

    Qu le quedaba por vivir?...Maldicin! No tengo zapatos. Me los quit paraentrar sin ruido en la alcoba. Caminar un da entero descalzo y a campo travieso.Torpe de m!...

    Era ya de da; el fugitico se apart de la carretera. En derredor suyo seextenda el campo solitario y triste.

    - Ya me he hecho sangre en los pies. Malditos abrojos!...Qu contentos vienen aquellos pastores!. Cantad, cantad, imbciles!

    Trabajad como bestias...sudad como bueyes sobre el surco...Yo ser libre: siyrico.

    Dos horas haca que haba salido del pueblo. Caminaba rpidamente, sin volverla vista atrs, sin dirigir una sola mirada a la torre del pueblo, cuyas ventanasparecan ojos muy abiertos que miraban a lo lejos. Al llegar cerca del pueblo N.....se detuvo breves instantes.

    - A las seis y media llega la estacin el tren de Portugal; las nueve enla frontera. Si yo me atreviese...Imposible! No tengo otro dinero queestos billetes. Dar mil pesetas un hombre descalzo para pagar un billete

    de tercera!...Cmo tienes t este dinero? Me registraran, veran estasangre...

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    El tren correo de vapor con destino a Portugal

    - Ladrn! Asesino! A la crcel... Y luego la Audiencia, la capilla, el patbulo!...No,no..Adelante aunque me despedace los pies con losguijarros y las espinas.

    Lejos silb el tren: oyse a poco el resuello de la locomotora y el rodar dela enorme masa. Detvose en la estacin, y se alej silbando de nuevo ysembrando el aire de bocanadas de humo que el sol naciente doraba y el vientodeshaca.

    - Corre, corre...Oh! Quin pudiera correr como l!...Todava corre ms eltelgrafo. Dentro de dos horas esos palos y esos alambres que parecenmudos, gritarn con voz que se oir a cientos de leguas...

    - Al asesino!...Cerca de la senda por donde el hombre caminaba estendase un monte de

    robles y encinas. El fugitivo se intern entre los rboles.

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    Aqu es ms fcil ocultarme que en el campo...Qu ruido es ese? Es unvaquero que grita a sus reses...Me ocultar entre estos carrascos. Qu bien seest aqu! Esta zanja parece una sepultura...

    Si pudiera dormir!...No, no puedo...Le veo siempre, siempre...Es mejorandar. Cuando est en salvo podr dormir. Qu dolor en los pies! Estas espinasson peores que los guijarros. Ah! Ruido de agua corriente. Calmar la sed que medevora, y me lavar las manos. Ira de dios! Se acerca un rebao. Si me vieran lospastores...Por aqu, que es lo ms espeso.

    Y el miserable huy, ocultndose entre las malezas. Mediaba ya el dacuando sali del monte. A aquella hora su crimen deba de estar ya descubierto.Sin duda le perseguan; quiz pocos pasos estaba la Guardia civil; y acometidopor el vrtigo del pavor huy cayendo y levantando, perseguido por la jaura desus pensamientos.

    Cruz varias tierras, atraves un prado y lleg un paraje en que secruzaban dos caminos. Tras de breve vacilacin tom el de la derecha, mas lodej bien pronto. La senda formaba varios recodos y siguindola era fcilencontrarse de repente con algn caminante.

    - Si me descuido!...Aquellos dos hombres son guardias. Los conozco en elbrillar de sus carabinas. Me agachar en este barranco. Siento que elcorazn me late en la garganta...Los oigo. Ya estn aqu. Sedetienen?...parece que pasan...se alejan...S, se alejan...Un esfuerzoms!...

    * * *

    En el confn del horizonte, por la parte de Poniente, destacbase lascumbres azuladas de una cordillera. Por entre aquellos montes corre el Duero.

    - Adelante, adelante -dijo en voz alta el fugitivo, y aceler su marcha.El terreno que pisaba quedaba manchado de sangre.

    -Dios mo, dame fuerzas!...He dicho Dios mo. Qu necio soy! Como si Diosoyese las splicas de los asesinos!...Si fuera ya de noche!...

    Terminada la llanura y empezada la montaa, speros pizarrales que hacanpensar en no s que enorme amontonamiento de lpidas rotas de un cementerio

    de gigantes. Entre las junturas de aquellas canchas, cuyos bordes desgarrabanlos pies del caminante, brotaban enfermizas plantas amarillentas. El hombre, ms

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    que andaba, se arrastraba hacia la cumbre de los cerros, cada vez mssperos. El cansancio, el hambre, la sed y las heridas de los pies le hacandetenerse; pero el pavor le daba fuerzas sobrehumanas, y segua, segua siempreestampando sangrientas huellas en los peascos. Aun su misma vctima hubieratenido lastima de l; tal era la expresin de angustia y dolor de su semblantecontraido.

    La tarde era serena y tranquila, una tarde de otoo en Castilla.Reclinndose el sol sobre nubes rojizas, enviando sobre los barbechos yrastrojeras sus rayos oblicuos. A largas distancias unos de otros, tal cual

    casero, cuya chimenea humeante haca pensar en la paz del hogar, en la cenasabrosa, en el sueo tranquilo.

    - Los que estn all -pens el fugitivo contemplando una lejana alquera-no tienen miedo.

    Entonces pas por su memoria el recuerdo de su infancia y de su juventud.La pobre casa en cuyo umbral haba gozado de las caricias del sol cuando nioslas encinas del monte vecinal, entre cuyas espesas ramas se arrollaban lastrtolas en primavera; la carcava cuyo ruido le asustaba en las largas noches delinvierno; la era, cuyas parvas crujan al ser trituradas por los pedernales deltrillo; las tierras de labor, cuyos surcos fecundos haba l tantas vecesempapado con su sudor. Tambin haba amado...Los domingos, al caer de la tarde,mozos y mozas al son del tamboril y de la dulzaina, bailaban en la plaza de laaldea...All lo vi por primera vez...

    Qu quedaba de todo aquello?

    Ms cruel que la spera subida por los pizarrales de la sierra era aquelrecuerdo de sus placeres desvanecidos y de su honradez asesinada.

    * * *

    Cerca del pueblo de Aldeadvila, cuyo casero se destacaba a los ltimosresplandores del sol poniente en el lejano horizonte, corre el Duero. El ro, quecuatro kilmetros ms arriba tiene una anchura de doscientos metros, se va pocoa poco estrechando hasta precipitarse en un cauce de roca viva, tan angosto, queha sido causa de una tradicin y del nombre deSalto del gitano.

    Cuntase que uno de estos bohemios, perseguido por la tropa y acosado detal suerte que no tena ms remedio que morir entregarse, tom carrera, y

    dando un salto verdaderamente prodigioso, salv la distancia que media entre lasdos orillas.

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    Cuando el fugitivo lleg al Salto del gitano era bienentrada la noche. El paraje no poda ser ms imponente. Rocas enormes que

    parecan asomarse espantadas la profunda cortadura; plantas, que colgadassobre el abismo, agitaban los impulsos del viento sus desgreadas cabelleras;rboles que se retorcan como de espanto al borde del tajo, y en lo hondo elsonido amenazador del Duero...

    El caminante se detuvo. A la medrosa claridad de la luna que se levantabaen aquel momento, midi con la vista la profundidad de la cortadura y se sent enel borde de la espantosa sima. As pasaron algunos momentos; una eternidad!.

    De repente oy voces que se acercaban; levntose como sacudido por una

    corriente elctrica. Psose en pie sobre la roca y mir. Entre los peascos viorelucir de fusiles. Le buscaban...Sin duda haban servido los perseguidores lashuellas ensangrentadas del caminante. Qu hacer? Ocultarse, imposible; tratarde huir derecha izquierda, era la perdicin...El salto del gitano!

    Anduvo unos cuantos pasos atr; hizo un salto formidable, y salt...

    Su esfuerzo fue intil, y el cuerpo del fugitivo cay al barranco ydesapareci entre las aguas del ro, que sigui murmurando lgubre y fatdico enel fondo de la pavorosa cortadura.

    ZEDA, La Ilustracin espaola y americana, nXXVIII, 30 de julio de1897, Madrid.

    Este cuento, lo invent completamente Zeda, o se bas en un cuento oralescuchado en Aldeadvila?. No lo sabemos exactamente, lo pero lo que s parececierto es que recorri Las Arribes de nuestro pueblo, y que el fundamentoltimo, el nombre de Salto del Gitanoya se lo haban contado. Por la distancia ala que se encuentra la aldea del gitano -5 leguas de Aldeadvila- parece procederde lo que entonces se lamaba la Aldea, es decir, la actual Ramajerasalmantina,

    rayana con las Arribes.

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    Transportes especiales necesarios para la construccin de la Central fuerontransportados por el ferrocarril de Lumbrales. Aqu estn descendiendo por unanueva carretera desde el Empalme en La Zarza de Pumareda

    Muchos trabajos, esfuerzos y muerte de trabajadores hubieron de ocurrirantes de que el primitivo paraje del Salto del Caballero con sus rpidos ycascadas se convirtiera en el actual remanso del Salto de Aldeadvila.

    Tuvieron que pasar diferentes empresas y proyectos: Hidroelctrica

    Ibrica en 1901, la Sociedad General de Transportes Elctricos en 1906 deJos Orbegozo, Las Sociedades Hispano Portuguesa de Transportes ElctricosySaltos del Dueroen 1918,y por fin la precursora actual IBERDUEROen 1944,que sera la empresa que finaliz la Presa de Aldeadvila y su Central 61 aosdespus debido a la complejidad del proyecto internacional, en 1963.

    Durante la construccin de la Presa se produjo en el invierno 1961-1962 unaenorme avenida, que caus muchos daos, en el ltimo esfuerzo del Padre Dueropor continuar siendo libre.

    Antes, en los aos 50 el vergel de la Huerta de Santa Marina, la sagradapea donde se escondi la eremitaa y el Convento de los frailes fueronrestaurados exquisitamente por los arquitectos de Iberduero.

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    El convento de Santa Marina de La Verde, en el actual poblado de Aldeadvila

    Esta magnfica obra de la ingeniera se puso de moda inmediatamente, cosaque aprovecharon los realizadores y productores de cine inmediatamente,mediante la produccin de la pelcula Dr. Zhivago,y poco despus, en 1972 La

    cabinacon el recientemente fallecido Jos Luis Lpez Vzquez.

    Aldeadvila de la Ribera, Arribes del Duero. Enero de 2010.