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Complutum, 7, 1996: 265-273 DEL MITO A LA PREHISTORIA EN LA HISTORIA DE ESPAÑA APROXIMACIÓN HISTORIOGRAFICA (1841-1900) José Antonio Jiménez Díez* ResuMsz.’.- Hasta bien entrado el siglo XIX, en las historias generales y locales, la etapa correspondiente a la historia primitiva se ocupa con leyendas de carácter religioso o mítico, a falta de datos históricos ciertos. En este trabajo se hace un recorrido historiográfico en el que se ve cómo se produce un retroceso paulatino de la narración mítica -de los orígenes, en favor de los nuevos datos aportados por la naciente prehistoria. Este proceso culmina a finales del siglo XIX con el reconocimiento de la etapa prehistórica como parte integrante del relato históricct ABsn?Áun- Up to around the middle of tIte XIX century, the stage corresponding to the primitive history, in the general and local histories, dealt with legends of religious or mythi cal character, for lack of sure hisrorical dma. In this paper a historio graphic survey is mude showing how a gradual retrear of tIte mythical narration of tIte origins took place, infavour of the new data contributed by the nascent prehistory. TItis process culmi- nated at the end of Ihe XIX century with tIte recognirion of tIte prehistoric stage as integral part of Itistory. PAMnrtss CMVE~ Historia General, Historia Local, Historia Primitiva, Prehistoria, Tubalismo Kty Woprss: General History, Local History, Primitive History, Prehistory, ‘Tubalism’. Desde la publicación de la primera edición de la Historia General de España del P. Mariana, en 1592, hasta el siglo XIX, esa es la única síntesis his- tórica referida a todo el territorio español y el punto de referencia de los primeros trabajos realizados en el mismo sentido. La primera edición la escribe Ma- nana en latín y él mismo la traduce al castellano en 1601; es una historia humanística de escaso valor científico desde nuestro actual punto de vista historio- gráfico, pero de gran claridad expositiva y sencillez en su planteamiento, razón por la que se multiplican las ediciones durante tanto tiempo, manteniéndose in- tacto el texto y ampliando su contenido hasta el mo- mento de las nuevas ediciones que salen a la luz en el siglo XIX: Cayetano Roselí (1841-42),Toreno (1841- 42), Ortiz de la Vega (1848), Chao (1849), Pi y Mar- gall (1854), etc. ¿Por qué este vacío historiográfico en más de doscientos años? La historia se escribe desde el presente y hasta el siglo XIX no se ve la necesidad de rehacerla desde una nueva perspectiva, buscando en el pasado puntos de referencia para la construcción del nuevo * Universidad Politécnica de Madrid. Facultad de Informática. Monte, 28660 Madrid. Estado burgués desde postulados liberales y naciona- listas (Cirujano, Elorriaga y Pérez Garzón 1985). Se- guramente ésta es también la razón de la preponde- rancia de la historia coetánea en la historiografía de- cimonónica: los temas de historia contemporánea se dan en una proporción mucho más alta que cuales- quiera otros de épocas anteriores, y en las historias generales encontramos pocos cambios referidos a es- tas épocas, manteniéndose incólume la narración de Mariana hasta muy avanzado el siglo. Pero así como algunos temas medievales y de la edad moderna se replantean mediante la utilización de documentos de la época que se rescatan y estudian, y por el intento de enraizar el nuevo concepto de nación española en instituciones colectivas del pasado, no sucede lo trus- mo con los años que abarcan la llamada “historia primitiva “, es decir, esa “etapa oscura” de los oríge- nes y los primeros pobladores. A falta de datos histó- ricos ciertos, el espacio correspondiente a los años anteriores a la fecha en que se tiene noticia de las primeras culturas se ocupa con leyendas que tratan de explicar ese origen, siempre entroncado con lo re- Centro de Cálculo. Campus de Montegancedo. Boadilla del

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Complutum, 7, 1996: 265-273

DEL MITO A LA PREHISTORIAEN LA HISTORIA DE ESPAÑA

APROXIMACIÓN HISTORIOGRAFICA (1841-1900)

JoséAntonioJiménezDíez*

ResuMsz.’.- Hasta bien entrado el siglo XIX, en las historias generales y locales, la etapa correspondiente ala historia primitiva se ocupa con leyendas de carácter religioso o mítico, a falta de datos históricos ciertos.En este trabajo se hace un recorrido historiográfico en el que se ve cómo se produce un retroceso paulatino dela narración mítica -de los orígenes, en favor de los nuevos datos aportados por la naciente prehistoria. Esteproceso culmina a finales del siglo XIX con el reconocimiento de la etapa prehistórica como parte integrantedel relato históricct

ABsn?Áun- Up to around the middle of tIte XIX century, the stage corresponding to the primitive history, inthe general and local histories, dealt with legends of religious or mythical character, for lack ofsure hisroricaldma. In this paper a historiographic survey is mude showing how a gradual retrear of tIte mythical narrationof tIte origins took place, infavour of the new data contributed by the nascent prehistory. TItis process culmi-nated at the end ofIhe XIX century with tIte recognirion of tIte prehistoric stage as integralpart ofItistory.

PAMnrtss CMVE~ Historia General, Historia Local, Historia Primitiva, Prehistoria, Tubalismo

KtyWoprss: General History, Local History, Primitive History, Prehistory, ‘Tubalism’.

Desdela publicaciónde la primeraediciónde la Historia Generalde España del P. Mariana,en1592, hasta el siglo XIX, esa es la única síntesis his-tórica referidaa todo el territorio españoly el puntode referenciade los primerostrabajosrealizadosenel mismo sentido.La primeraediciónla escribeMa-nanaen latín y él mismo la traduceal castellanoen1601; es una historia humanísticade escasovalorcientíficodesdenuestroactualpuntode vista historio-gráfico, pero de gran claridadexpositivay sencillezen su planteamiento,razónpor la que se multiplicanlasedicionesdurantetantotiempo, manteniéndosein-tacto el texto y ampliando su contenido hasta el mo-mento de las nuevasedicionesquesalena la luz enelsiglo XIX: CayetanoRoselí(1841-42),Toreno(1841-42), Ortiz de laVega (1848),Chao(1849),Pi y Mar-gall (1854), etc. ¿Porqué estevacío historiográficoenmásdedoscientosaños?

La historia se escribedesdeel presenteyhastael siglo XIX no se ve la necesidadde rehacerladesdeunanuevaperspectiva,buscandoen el pasadopuntosde referenciapara la construccióndel nuevo

* UniversidadPolitécnicadeMadrid. FacultaddeInformática.Monte,28660Madrid.

Estado burgués desde postulados liberales y naciona-listas (Cirujano,Elorriagay PérezGarzón1985).Se-guramenteéstaes también la razónde la preponde-ranciade la historia coetáneaen la historiografíade-cimonónica:los temasde historia contemporáneasedan en unaproporción muchomás alta quecuales-quieraotros de épocasanteriores,y en las historiasgeneralesencontramospocoscambiosreferidosaes-tas épocas,manteniéndoseincólume la narracióndeMarianahastamuy avanzadoel siglo. Peroasícomoalgunostemasmedievalesy de la edadmodernasereplanteanmediantela utilización de documentosdela épocaque se rescatany estudian,y por el intentode enraizarel nuevoconceptode naciónespañolaeninstitucionescolectivasdel pasado,no sucedelo trus-mo con los añosque abarcanla llamada “historiaprimitiva “, esdecir,esa“etapa oscura” de los oríge-nesy los primerospobladores.A faltade datoshistó-ricos ciertos, el espaciocorrespondientea los añosanterioresa la fecha en que se tiene noticia de lasprimerasculturasse ocupacon leyendasque tratande explicar eseorigen, siempreentroncadocon lo re-

Centrode Cálculo. Campusde Montegancedo.Boadilladel

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ligioso o lo mitológico. En la Historia de Mariana

encontramosambosaspectos:por un lado noshablade la llegadaa Españade Tubal, hijo deJafet,o sea,nieto de Noé, y por otro ñospresentael territorio es-pañol comolugar de las andanzasde Hércules.Estasdosreferenciasson la basede los dosrelatosfabulo-sosqueaparecenen los inicios delas historiasgene-ralesde España,a vecesentrecruzados.Ahorabien,despuésde leer con detenimientoestasnarracionessobrelosorígenes,lejosdecriticarlasen tonodespec-tivo nos han acercadomás a aquelloshistoriadores,impulsándonosa la comprensióny asegurándonosenla ideadeBarraclough,querecogeDaniel(1968:145):

“El hombre es un animo! histórico con unprofundo sentido de su propio pasado, y si nopuede integrar ese pasado por medio de una his-toria explícita y cierta, lo hará a través de unaimplícita ofalsa.”

Así lo entiendenmuchoshistoriadoresdelXIX, conscientesde la ausenciadedatosquepudie-sen llenar la historia de esaetapay del enfoquena-cionalistacomúna casi todala historiografíadel mo-mento:

“Profunda oscuridad oculta el origen de lapoblación de España. Quiénfue el primer pobla-dor, por dónde vino, cuálfue el primer punto po-blado, qué aumento progresivo tuvo la poblaciónlo encubre la impenetrable noche de los tiempos.En vano para lisonjear el orgullo nacional se hi-zo remontar el origen de España a las épocasmás antiguas; costumbre general de todos lospueblos, buscar sus blasones en sucesos fabulo-sos, y basar sus glorias en deleznablesfundamen-tos” (Cavanilles1860:3).

Durante el siglo XIX vemos cómo paulati-nainenteva desmontándoseesa “historia implícita ofalsa” que explicabalos orígenesintegrándolosenun contextofabuloso,y aunqueesteplanteamientosemantengadurantelos primeros años del siglo, co-míenzaa producirseun giro paulatino, al principiocomo duda contenida, que se irá haciendo más críticahastallegar a desarmartodo esteesquemaqueapare-cía en la narraciónhistóricacomoun añadidoforza-dopor esanecesidadquetieneel hombredeexplicar-se su propio pasadocolectivo. Ya a finalesdel sigloXVIII encontramosplanteadaesaduda:

“No puede negarse que el estudio de las an-tigiledades es sumamente penoso e incierto. Espreciso caminar las más veces a tientas o sobrefundamentos nada seguros. Por esto no es extra-ño que los que se han dedicado a buscar el ori-gen (...) no lehayan podido fijar ciertamente. Lasfu entes de donde han podido sacar sus pruebasson la tradición fabulosa y algunos monumentos

obscuros, que interpretados al arbitrio de cadauno, han producido diversos y extravagantes sis-temas” (Laporta 1798).

Seránlosestudiosprehistóricosy los descu-brimientosarqueológicoslos que desplacena estos“extravagantes sistemas”. Intentaremos analizarcó-mo se produceestedesplazamiento,y lo haremosre-leyendolasprimeraspáginasde algunashistoriasge-neralesdeEspaña,cuyapublicaciónse hacecadavezmás frecuenteen el transcursodel siglo XIX. Mu-chasde ellas fueron escritascomomanualesparalaenseñanzade la historia ensusdiferentesniveles,as-pectoa destacarya quela historia, al intentarexpli-car y apoyarel cambio político, social y económicoque conllevabala construcciónde la nuevanaciónpropiciadapor la burguesíacomo nuevaclasedomi-nante,se convertíaen vehículoparala formacióndelos nuevosciudadanos(Peset,Garmay PérezGarzón1978). He aquí un ejemplo, en estecasoparala pri-meraensenanza(CaballerodeRodas1866: 9-10):

P. ¿Qué se sabe de la historia primitiva deEspaña?

R. Nada que pueda decirse con certeza,porque está envuelta entre fábulas, o apoyada ensimples conjeturas, cuya exposición no corres-ponde a un compendio.

P. ¿Qué nombre se da a aquel período os-curo de nuestra historia?

R. El de tiempos fabulosos.P. ¿Desde cuándo podemos empezar a dar

crédito a los hechos?R. Desde las primeras expediciones de los

fenicios a nuestras costas.Algunos historiadorestransmitenestasna-

rracionesfabulosasaúndeclarandono creeren ellas,

sobretodo en los añosenquetodavíano puedensus-tituirsepor losdatosqueproporcionaráposteriormen-te la prehistoria;así sucedecon J. Rodríguez,sacer-dotey arqueólogo,querecogeestasnarracionesfabu-losasporqueve “en su lectura una distracción parael lector y al mismo tiempo les proporciona mediosde conocer el origen de todos los pueblos”, que paraél está en Dios:

“Nadie ignora que a medida que nos acer-camos a los tiempos primitivos, tenemos que ven-cermayoresdtficultades por lafalta de documen-tos que nos den conocimiento de los sucesos queen nuestro país acontecieron, teniendo las másde las veces que valernos de conjeturas más omenos fundadas; pero que todo tienen menos laverdad evidente, que debe ser el objeto principalde la Historia, y por lo mismo observarán nues-tros lectores que en muchos casos escribimos loque han escrito nuestros antecesores; por más

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que acaso nuestra opinión esté muy distante de lasuya. (...) Seguiremos el relato de los que supo-nen que España debe su fundación a Tubal, quin-to hijo de Jafet y nieto de Noé, no porque tengamás pruebas que los anteriores, sino por ser laopinión más seguida por los historiadores nacio-nales y extranjeros, por más que en la nuestrapermanezca oculto en los intrincados laberintosdel tiempo, puesto que ninguno dice dónde fijó suresidencia” (Rodríguez1850: VII-VIII y 21).

Esta insistencia en entroncar los orígeneshistóricosen los textosbrnlicos,mediantela venidaaEspañadeTubal,es el origendel posteriormentella-mado “tubalismo ibérico”, del que tanto se escribiráen el siglo XIX y hastanuestrosdías (Caro Baroja1992: 55-79, 83-111). Todavíaa finales de siglo sesiguejustificandoestaescendenciabi%lica delospue-bIos originarios:

“Nuestros antiguos historiadores atribuyenla primera población de la Península a Tubal,quinto hijo de Jafet, y a Tarsis, hijo de Jayán ynieto de aquel patriarca, aserción que no está endesacuerdo con el origen asiático que dan lasmás recientes investigaciones a los iberos y a losceltas, sus primeros pobladores (Sánchez Ca-sado1890:5).

Otros historiadoresoptaránpor no pronun-ciarseabiertamentey pasarde largo por estaetapa.Es unaactitudbastantegeneralizadaperoquesuponeun cierto avanceque preparael posterior plantea-miento ya abiertamentecrítico hacia las posicionestradicionales;es lo que hemos llamado más arriba“duda contenida

“Confusa es por demás la Historia (..) an-tes de la dominación romana, y cuando tantos in-genios superiores se han esforzado tanto aquí enesclarecerla sin conseguir su objeto, sería en no-sotros un alarde pueril de vanidad pretender lle-var más lejos los estudios e investigaciones. Se-remos pues muy breves en la reseña de esta pri-mera época envuelta en la oscuridad de la fábulay conocida sólo por una tradición que aceptaroncon alteraciones más o menos importantes loshistoriadores antiguos” (Bisso 1869).

No obstanteestapretensiónde brevedadenalgunos relatoshistóricos de estaépoca,muchosdeestoshistoriadoresno puedenmenosde continuarpá-rrafos similares al anterior,en losque dejanpatentesusdeseosde objetividadhistórica,conla exposiciónpaso a pasode la narraciónde Mariana,como es elcaso deRafaeldel Castillo que,no obstante,reconocehallarseen un “resbaladizo terreno” y tratar de un“asunto enmarañado y controvertido”. En todos es-tos casossubyacela presiónejercidapor la influencia

del P. Marianaque se extiendemas allá de lo pura-mentehistoriográfico, como un patrimonioculturalaceptadomuy ampliamente.Estapresiónquedapa-tente en el siguientepárrafo del mismo Rafael delCastillo, en el prólogo de su Historia de España(1871):

“Por más que después de Mariana puedacontar nuestra patria con historiadores tan nota-bles como los Sres. Romay, Ferreras, Lafuente,Ortiz de la Vega, Cortada, etc., siempre tendre-mos que sus trabajos históricos, por más arduosque los supongamos, han podido descansar sobreuna base más o menos sólida, han encontradouna senda más o menos trillada y segura paraproceder con algún orden y acierto en sus labo-riosas pesquisas o investigaciones. No es eso ne-garles sus afanes en la compulsación de manus-critos, sus profundos estudios numismáticos y ar-queológicos y su escrupulosidad en el registro delos archivos y documentos, para dar más ampli-tud y solidez al edificio de nuestra historia nacio-nal.”

También Modesto Lafuente, cuya HistoriaGeneral de España supone el auténticorelevoquedafin a la precariedadhistoriográficaenqueestuvo in-mersaEspañadesdeMariana,toma comosuyala de-fensadeéstedesdeunaposiciónnacionalistafrentealas críticas extranjerasprincipalmente,y dentro delesquemade unahistoria nacional,cuyo inicio pode-mosfijar, conla primeraediciónde estaHistoria Ge-neral de España, en 1850. Los treintavolúmenesdequeconstase publicanhasta1867,perosu importan-cia no es sólo cuantitativasino cualitativapor lo quesuponede cambiode perspectivahistoriográfica(Ci-rujano, Elorriagay PérezGarzón1985: 78-79).Aun-que la objetividad tan deseaday pretendidapor loshistoriadoresespañolesdel momentoestétodavíale-jos de conseguirse,ya se rechazanen estaspáginasmuchosde los absurdosde las antiguascrónicasad-mitidosensu mayorparteen las historiasde España.El texto de Lafuentefue posteriormentemodificadoen variasedicionespartiendode los nuevosdescubri-mientos,aunqueen la ediciónquemanejamos(1889)se ignoranlos tiemposprehistóricos,ya seapuntaundistanciamientodel relatodel P. Mariana:

“Oscuro por demás y entre densas nieblasenvuelto se presenta por 19 común el origen yprimer período de la Historia de casi todos lospueblos. Ocasiónalo el temerario afán y puerilorgullo de querer remontar su antiguedad a laépoca más apartada posible, comunmente a la dela transmigración de las gentes después del dilu-vio y a falta de otro origen que poder atribuirsesuelen llamarse hijos de la tierra. Al empeño de

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realzar esto que algunos llaman glorias de la an-tigiiedad, ha sido muchas veces lastimosamentesacrificada la verdad histórica, supliendo la faltade datos con invenciones ingeniosas, con fabulo-sas tradiciones, o con caprichosas y sutiles eti-mologías, especie de adivinación fantástica, enque por palabras aisladas y sonidos semejantesse pretende deducir y legitimar las derivacionesque se buscan y están en la mente o en el intentoy conveniencia del escritor (...) Nuestros historia-dores más antiguos, o con buena fe adoptaronciegamente lo que hallaron escrito, o con menossinceridad ellos mismos inventaron crónicas quemás adelante se averiguó ser apócrifas y supues-tas, en que ya se hacía a Noé venir a España yfundar en ella poblaciones, ya se traía a ella lamitad de los dioses del Olimpo” (Lafuente 1887:3)..

-Entre lashistorias generalesde Españahayquedestacarel amplio trabajo de conjuntoque,bajoel título de Crónica General de España. Historiailustrada y descriptiva de sus provincias, agrupa lostrabajosde variosautoresqueson Crónicasde las di-ferentesprovincias,de las queya hemoscitado la deSevilla, de Bisso, que tambiénescribela de Cádiz;otros autoressonCliment (Huelva), GonzálezLlana(Córdoba)y Fulgosio. En casi todas ellas el trata-miento de estos inicios históricos es similar al deMariana aunqueya seencuentranciertas críticas aalgunasde susafirmaciones.

En estasCrónicas hay unaexcepción:Fer-nandoFulgosio, que escribelas crónicascorrespon-dientesa La Coruña,Orense,Avila, Valladolid, Za-mora, Tarragona,Guipúzcoa,las Balearesy las Fili-pinas.Apenasinsisteen el temadelos orígenesparano repetirse,yaqueestascrónicas,como se hadicho,estánestructuradasen un trabajodeconjunto,perosuprincipal aportaciónal temaqueaquíestudiamoses-tá en el cambio deperspectivaquesuponeno sólo la

no aceptaciónde los postuladostradicionalessino,sobretodo, la introducciónde los incipientesdescu-brimientosprehistóricos(Fulgosio 1870a);aúnasísi-gue todavíala líneageneralde mencionar,al menos,las leyendasoriginales:

“Cuando vemos que el P. Ariz en su Histo-ritz de Avila dice que hubo más de cuarenta Hér-cules y que la poblaciónfuefundada por Alcides,hijo del Tebano, nos apresuramos a dar gracias aDios de que en los tiempos del buen P. Ariz no seconocieran todavía los estudios prehistóricos (...)

En todo esfuerza seguir el uso, y aún estamos losespañoles harto apegados a Tubal, para no dejarde mencionarle, siquiera sea del todo imposibleprobar su venida a la Península con argumentos

anteriores al dicho de Flavio Josejó” (Fulgosio1 870b).

En los inicios de la décadade los setentalosestudiosprehistóricosse desarrollantodavíaal mar-

gende lahistoria general,aunquepodemosencontraralgunasreferenciasa ellos en estudiosdecarácterlo-cal. Volvamosa losmanualesde historia,sobretodoa los de la primeray segundaenseñanza,en los quese insisteen el origenbíblico de los primerospobla-doresespañoles,hastael punto de precedera uno deestostextos “para la segunda enseñanza,institutos yseminarios conciliares” un epítome del Antiguo yNuevoTestamento,esdecir, la“Historia Sagrada”co-mo preámbuloobligadode la historia (GómezRane-ra 1871), actitud largamentemantenidahastamuyavanzadoel siglo XIX:

“El verdadero historiador no debe levantarla vista de la Biblia, sino para ir buscando en elpaís propio los vestigios de lo pasado, que no de-jarán de hallarse si se buscan con fe” (Rubio yAlmiralí 1879: 13).

Mingote y Tarazona, un año después, cuan-doya la prehistoriaestáampliamenteestablecida,par-te de unaconcepciónreligiosade los orígenesaunquedesdela aceptaciónde los descubrimientosprehistó-ricos; la leccióncuartade su Compendiode Historia

Universal constade los siguientespuntos:conceptodeprehistoria,origeny constitucióndenuestroplane-ta, las cinco edadesdel mundo, origen y antigUedaddel hombre,unidadde la especiehumana.Su ideadela prehistoriacontrastacon el planteamientode lalección quinta cuyo esquema es el siguiente: la crea-ción del mundo segúnel Génesis,el diluvio, disper-sión de las gentes,emigracionesprimitivas, concor-danciaentrelas afirmacionesdel Génesisy la cienciamoderna,y tradicionesantiguasacercadel origendelmundoy de la humanidad(Mingote 1888).

Mientrastanto el procesohabíasidodistintoen algunos sectoresde la Universidad. Uno de loshistoriadoresque mas tempranamenteintroducenlaprehistoriacomo unaparte integrantede la historiaes FernandodeCastro,un intelectualliberal quepro-vienedel mundocatólicoperoquesegúnsuspalabras“no tiene más remedio que pasar de la virginidad delafe a la maternidad de la razón “. Antes de abando-nar el hábito franciscano,escribeun Compendio ra-zonado de Historia General. Edad Antigua, en 1863;se tratade un manualuniversitariocuyalecciónpreli-minar agrupa los siguientestemas:sobriedadde laciencia,apariciónde la vida sobreel globo, orígeneshumanos, primeras sociedades, tipos tradicionales ehistóricos,y divisioneshistóricas.En estelibro toda-vía no serefiere a la prehistoriaperosuplanteamien-togeneralsuponeunavanceimportantequeentronca-

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rácon sushistoriasposterioresy, aunqueno se sepa-ra abiertamentedelas posturashastaentoncesvigen-tes,tratadehacerun análisiscientíficoprevio. Escri-be un texto dehistoriade Españaparausode institu-tos, en cuya undécimaedición (1875) añadecuatroleccionesde introducciónal estudio de la historia yotras cuatro dedicadasa los tiempos prehistóricosporque a mi entender, tales lecciones son ya de ab-

soluta necesidad en un curso de Historia General”;estasleccionesde prehistoria,divididas a su vez envarios puntos,son: tiemposprimitivos o prehistóri-cos, períodocuaternarioo arqueolítico,edadneolíti-ca, edadde los metales(CastroPajares1875).En unnuevotexto parala segundaensenanza,ResumendeHistoria General (1878), aumentado y mejoradoconmapasy grabadosde Sales y Ferré, sigue el mismoesquema,introduciendoun punto para explicar elconceptode prehistoriay suprimiendoel relativo aldiluvio que incluía en la edadneolítica;amboscam-bios sonen sísignificativosde su evolución.

Siguiendo nuestrarevisión de las historiasgenerales,nosencontramosconun libro quepor suscaracterísticasespecialescreemosinteresantereferir;se trata del Ensayo sobre la historia del derecho depropiedad y su estado actual en Europa, de Gumer-sindode Azcárate;se remontaa los tiemposprehistó-ricos y sepregunta:¿existela sociedad desde los co-mienzos de esta edad?:

“La formación de la sociedad no es un he-cIto que ha ocurrido en la Historia en un momen-to dado, no ha nacido por virtud de un pacto niexpreso ni tácito, sino desde los primeros mo-mentos en que nos es dado conocer, aunque seaindirectamente, por esos escasos datos de quedisponemos, cual era la vida del hombre, encon-tramos ya vida social” (Azcárate1879:5).

Entramosasí en losañosochenta.Los estu-dios prehistóricosson ya reconocidosampliamenteen el mundocientífico europeo.Salesy Ferrépuedeescribir: “A partir de 1880creemos que no se ha pu-blicado Historia de España de alguna importanciaque no lleve dedicadas sus primeras páginas a laPrehistoria patria” (Sales 1880), pero aunqueestoseacierto en generalpara los manuales“de algunaimportancia”, todavíanosencontramosalgunostex-tos de enseñanzacuyos autores,en palabrasde Ful-gosio, “creyendo cortar el nudo, ni aún a él se llega-ban, prefiriendo llamar “oscuros” a los tiempos pri-mitivos y pasando por ellos tan a la ligera, que ape-nas puede decirse, se detenían a nombrarlos” (Ful-gosio 1867: 27). Hay que teneren cuentaqueFulgo-sio escribíaestoañosatrás,porlo quesu vigenciaenesemomentoes más significativa.La separaciónen-treprehistoriae historia generaltodavíapersisteaun-

quepaulatinamenteen menorgrado, mientrasqueelnivel de conocimiento de la “ciencia prehistórica”en Españaes similar al del restode Europa.En estesentido,haycasosqueresultanparadógicos,comoelde Manuelde Góngoray Martínezquehabíadestaca-do comouno de los pionerosde la prehistoriaen Es-pañacon susAntigñedades prehistóricas de Andalu-cía (1868) y que, sin embargo,en varios libros dehistoria generalaceptala explicaciónde los orígenessegún la tradición bíblica, en abierta oposición altransformismo(Góngora 1882: 50-51); para él elhombrefue creadoen estadoperfectoy pasóluego aun estadode degeneracióncultural. En relacionconlos estudiosprehistóricosescribe:

“Sobre tan deleznables fundamentos leván-taseen ciertas manos la llamada “ciencia prehis-tórica” (...). Cuando ciertos escritores, atesoran-do nuevos y más elocuentes hechos, se convenzande que los estudios pre-históricos, no puedenconducir a más resultado que a verificar un de-terminado estado de civilización en una gente oen una familia, pero nunca a tal coincidenciacronológica que demuestre que los hombres, enuna señalada fecha, se hallaban en la edad depiedra, de cobre o de hierro; (...> entonces los es-tudios pre-históricos merecerán seguramente elnombre de ciencia, y sus hoy descreídos flamí-nes, volverán a doblar la rodilla ante el altar delDios de Moisés, del que se separaron durante laoscura noche de la ignorancia” (Góngora1882:52,54-55).

Esta posicióncríticahacia la trayectoriadela “ciencia prehistórica”sesalefuera del propio en-tomo de estosestudiospor la fuerte cargade subjeti-vismo religioso, y contrastatambién con la defensade la prehistoriaquehacíaGóngoraen la revistaLa

Ilustración de Madrid (Góngora 1870: 10-11). Esteposicionamientocaedentrode la perspectivatan fre-cuenteenesosañosdel acercamientoentrecienciayfe, que también se da entre algunosprehistoriadores,uno de cuyos más clarosejemplos es Vilanova. Enunareseñabibliográficade Raday Delgadoa la His-toria de Góngora,quedaasíjustificada estaposturahistoriográfica:

“Con el digno valor que dan tan arraigadasconvicciones, entra en eí examen de otras cues-tiones, preliminares también a la narración his-tórica, acerca de la antiguedad del mundo, delorigen del hombre, de su unidad, de sus primerospasos sobre la tierra; y guiado por un criterioeminentemente cristiano y católico, las resuelvecon arreglo a los últimos adelantos, demostrandoque no existe el menor desacuerdo, sino estrechae íntima unión, entre las lucubraciones de la

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ciencia y las revelaciones de la fe” (Rada 1883,2: 22).

A partir de la décadade los ochenta sí esverdadqueapenasse publicahistoriageneralo local

queno tengaen cuentala etapaprehistórica,tambiénen los textosde ensenanza,como el de Ortegay Ru-bio que dedicacuatropáginasa la prehistoriacondosbreves puntos: “edades prehistóricas y aparecimien-to del hombre sobre la tierra (su vida en la edad ter-ciaria, cuaternaria y moderna) “, aunquemantengatodavía ciertos lazos con la historiografíaanterior,comoen estanotaa pie de página:

“Suponiendo a nuestros lectores enteradosde los once capítulos primeros del Génesis, nadadecimos de asunto tan importante; pero si así nofuese, deben estudiarlos con gran detención, por-que en ellos encontrarán la sabia cosmogonía deMoisés” (Ortega 1882:22).

Este libro es un apretadoresumenhistóricoque se remontaa las erasgeológicas,situandola apa-rición del hombreen la era terciaria,en el paleolíti-co, que se prolongadurantela edadcuaternaria;en laedad moderna(en términos geológicos)se desarro-llan “los períodos de la piedra pulimentada o neolí-tica, del bronce y del hierro “. El progreso de los es-tudios prehistóricosfuerza al frecuente cambio deopinión en sucesivasedicionesde las mismaso nue-vas obras históricasdel mismo autor, como en suCompendio de Historia de España (1900) en el quese dice en referenciaa los tiemposprehistóricosque“las edades primaria, secundaria y terciaria no tie-nen en este lugar importancia alguna”; además losdatos prehistóricosaportadosseapoyanya en descu-brimientos concretos:valle del Manzanaresy Alta-mira parael paleolítico,cuevadela Mujer y cuevadelos Murciélagosparael neolítico,y otros yacimientosarqueológicosparatoda la prehistoria. Estemanuales sólo un ejemplode unaconstanteque se repiteenmayorgradoa medidaqueavanzaelsiglo XIX. Nues-tra lecturadelas historiasgeneralesnoshacever có-mola prehistoria,quese habíadesarrolladoapanedelosestudioshistóricos,va ocupandolas primeraspá-ginas de éstos,no sólamentecomo una especiedeprólogoo introduccióna la historia parallenar lo quehastaaquí se llamaba “tiempos oscuros o legenda-rios”, sinodesdeunaposturahistoriográficanueva.

En otro manualde AnselmoArenasLópez,la edadantiguase divide en cuatroperíodos:prehis-tórico, oriental, griego y romano, o sea, entiendelaprehistoriacomo unaetapahistóricamás,comoparteintegrantedel relatohistórico.Los estudiosprehistó-ricos se aceptanya sin reticenciasaunquesea “cien-cia de hace pocos años y que se halla, por tanto, enembrión; pero que ha acopiado preciosos datos refe-

rentes a la aparición y primeros pasos del hombresobre la tierra, recogiéndolos de la geología, paleon-tología, etc.’ (Arenas 1886: 6). Este autor publicamás tardeunaHistoria de Españaen la que,como enel casoanterior,apoyasu texto en los descubrimien-tos arqueológicosy, desdeellos, haceuna relaciónsucintade los puntosgeográficosde interesprehistó-

rico; asimismocita a aquellosautoresen cuyasobrasbasasu relato(Vilanova, Villaamil, Raday Delgado,etc.),es decir, queexisteya un reconocimientoplenode la cienciaprehistóricaentrelos historiadores(Are-nas 1892: lO). Los manualesde historia universalydeEspañadedicana la prehistoriaunaextensionca-davezmayorajustándosea losconocimientoscientí-ficos. Comoya hemosdicho,sonfrecuenteslas refe-renciasa losestudiosprehistóricosespecíficosasíco-mo a los datos arqueológicoso paleontológicos.Po-demosreferirnosa los manualesde Zabala Urdanizcomomodelode esteplanteamientohistoriográficoypedagógicoy en particulara su Compendiode Histo-ritz de España, obra premiadaen la Exposición Re-gional de Valencia en 1883 y en la Aragonesade1885.Nosotrosmanejamoslasegundaedición (Zaba-la 1886).

Perotodavíaa la alturade 1889 quedanre-siduosde planteamientosanteriores,comovemos enla Historia de TeodoroSan Román,cuya condiciónde católico le hacereferirsea la narraciónbíblicaso-bre los orígenesdel mundo y del hombreaunqueseaparaadvertirque el actodela creaciónno caebajoeldominio de la prehistoria;recogela tradiciónde laascendenciajaféticadelos primerospobladoresde laPenínsulaIbérica incluyendoun cuadrosinóptico dela descendenciade Noé y su distribuciónpor el mun-do y dedicaunas páginasa esetemaen un puntoquetitula: “Las ciencias y las tradiciones de los pueblosde acuerdo con la narración mosaica” (San Román1889: 64, 75 y Ss.). Lo importante para esteautor,como paraotros de la misma época,es no perderelsentido providencialistade la historia, presenteencasitodala historiografíadecimonónica:

“Dios. Esta es la palabra que debe ponerseal frente de la Historia Universal; porque sin ad-mitir la existencia de Dios no puede concebirseel mundo, la humanidad, ni la Historia. Negar aDios equivaldría a pretender explicar los efectossin causa” (SanRomán 1889:60).

Nos extenderíamosexcesivamentesi entrá-semosen un análisisdetodas las historiasgeneralesdel momento, sobretodo de los manualesde ense-fianza; todossiguen un esquemasimilar queya que-da indicado con los ejemplosanteriores.Completa-mosesteesbozocitandolas obrasde Orodeae Ibarra(1890)y de VergaraMartín (1899,1900).

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DEL MITO A LA PREI-IISTORIA EN LA HISTORIADE ESPANA 271

Veamosa continuaciónaquellos historiado-resqueen los añosfinalesdelXIX consideranya, sinreticencias,la prehistoriacomo parteintegrantede lahistoria,entre los cualesmereceun lugar destacadoManuelSalesy Ferréqueescribevariostrabajoshis-tóricos de caráctergeneral.Continuadorde la obrade Femando de Castro e influido por corrientesideo-lógicas progresistascomo el krausismo,el positivis-mo y el darwinismo,es uno de los pionerosmás im-portantesde la prehistoriaespañola.En su Compen-dio de Historia Universal (1883-1885),cuyo primervolumen trata de la “edad prehistórica y periodooriental”, sostienepara la prehistoria un caráctercientífico y un puestono secundariodentrode la his-toria; su Historia General (1884> es recomendadaparaestudiosde segundaensenanza;en el dictamendelPresidentedel ConsejodeInstrucciónPública(31-1-1893)se lee:

“Entre los detalles dignos de mención en ellibro es notable la precisión y claridad con quese halla delineada en sus rasgos más caracterís-ticos la Edad Prehistórica o tiempos primitivos,de los que el autor da una idea muy exacta, sien-do por todo extremo meritorio y hasta digno deadmiración que esto se haga en tan breves pági-nas.

Comoobra de conjunto que resume y agluti-na eficazmentelos trabajosanterioreshemoselegidola Historia General de España desde los tiempos an-tehistóricos hasta nuestros días de Miguel Morayta.La edición que manejamos es la tercera, de 1893. Esun texto que se encuadra dentro de la línea generalde historia nacional-liberal que ya hemos comentado,aunque bajo la perspectiva de un liberalismo demo-crático. Ya se sabe que la posición ideológica del his-toriador condiciona su trabajo y que este condiciona-miento es muy fuerte en la historia decimonónica quetrata de justificar el nuevo entorno político que se es-tá fraguando. Morayta contribuye a la formación delPartido Republicano Nacional durante la Restaura-ción y anteshabíaparticipadoactivamenteen la Re-volución del 68. Su actividad como historiador se de-sarrolla en la Universidad, desde la Facultad de Filo-sofía y Letras de Madrid, en su cátedra de HistoriaUniversal (Morayta 1878). Su Historia GeneraldeEspaña se ha separadodefinitivamentede las posi-ciones historiográficas anteriores; antes de entrar enla narración propiamente histórica zanja el tema delprovidencialismo tan arraigado en la historia nacio-nal del XIX:

“Ni la Providencia lleva de la mano a laHumanidad, ni menos la dirige el acaso. La His-toria es obra exclusivamente humana, donde nocabe ningún factor distinto del hombre, Y como

el hombre es por naturaleza perfectible, la ley dela Historia, que como ley se cumple inexorable-mente, es el progreso” (Morayta 1893: 13).

No entraen los orígeneslegendarios,ni si-quiera para apuntar el tema como habían hecho hastaentoncesla mayoría de los historiadores;consideraque la prehistoria “es muchomásprobable y racio-nal que la fábula y la maravilla con que se ha expli-cado constantemente el origen de todo pueblo” (Mo-rayta 1893: 35). Al exponer la clasificación antropo-lógica generalmente admitida, a la que ya nos hemosreferido,presentaal hombrede Canstadtcomoel pri-mer hombre que existió en España y “no Tubal, hijo

de Jafet y nieto de Noé” en unacita críticaa la His-toria de Mariana(Morayta 1893: 38). En el capítulo30 que se refiere a los tiempos protohistóricos, intro-duce unas notas sobre la distinción entre prehistoriay protohistoria,y antesde entraren los tiemposhis-tóricos dedica el capítulo 40 al “desarrollo de la cul-lara en España durante los tiempos antehistóricosvolviendo a tratar aspectos prehistóricos relacionadoscon el proceso cultural, incidiendo en su crítica alsentidoreligiososobrelosorígeneshistóricos:¿Cuán-do aparecen las razas prehistóricas?; el primer ha-bitador de España y el hombre bíblico; los hombresneolíticos: su respectivo progreso; los hombres pre-históricos no tuvieron religión; los hombres de laEdad del Bronce en España.

Así llegamosala principal aportacionde losestudiosprehistóricosespañolesa la historiageneral.Se trata de un amplio y detallado libro escrito por Vi-lanova y Piera y Rada y Delgado, de 650 páginas, ti-tulado Geología y Protohistoria ibéricas, incluido enla Historia General de España dirigida por AntonioCánovas del Castillo y publicada bajo el patrociniode la R.A.H. en 1893. Esta obra será referencia cons-tantea partirde estafechay hastabastanteavanzadoel presentesiglo. Desdeel punto de vista del trata-miento de la prehistoriala importanciade estaobraestáen su inclusiónen unahistoria generalqueade-más estápropiciada por la institución que canalizaoficialmente la investigación histórica.

Desde una perspectiva historiográfica intere-sa destacar el punto de vista de los propios prehisto-riadoresante el hechode la inclusión de la prehisto-na en las historias generales, ya definitiva a finalesdel siglo Xix. Aparte de la participación de algunosprehistoriadoresen la redacciónde la partecorres-pondientede prehistoriaen algunasde estashisto-rias, como es el caso que acabamos de ver en el pá-rrafo anterior, otros, desde sus trabajos especificamen-te prehistóricos, observan lo que supone una nuevaconcepción historiográfica precisamente por esta in-clusión de los estudios prehistóricos, como es el caso

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272 JOSÉ ANTONtO JIMÉNEZ DIEZ

de CarlosCañalque, en su discursode recepciónenla Real Academia Sevillana de Buenas Letras, nospresenta una de las pocas reflexiones historiográficasdesde el lado de la prehistoria; el discurso se titula“El concepto actual de la Historia y su aplicación ala de nuestra patria” y en relacióncon los origeneshistóricosresume:

“Ya no encontraremos al leer las primeraspáginas de un libro de Historia de España, la no-ticia del arribo de Túbal y de Tarsis, supuestosprimeros pobladores, ni después la llegada deuna vez, y muy unidos, como si se tratara de ejér-citos a la moderna, primero de los iberos, y lue-go de los celtas, que se juntaron formando elpueblo celtíbero (...) No. Veremos, en cambio,con la luz que nos proporcionan los yacimientosprehistóricos explorados en nuestro territorio, laexistencia de una raza que se relaciona con lallamada de Cro-Magnon por los antropólogos,que, en Gibraltar y en distintos lugares de Casti-lía, nos dejó sus propios restos y los toscos ins-trumentos de su industria, y que fue progresando,con el tiempo, hasta llegar al estado en que nosmuestran los hallazgos realizados en el sudestede nuestro suelo” (Cañal y RodríguezMarín1899: 30).

El límite cronológico que nos hemos impues-to en estebreve estudiose mueveen tomo a 1900,cuandoya la prehistoriaaparecíaadmitidacomopar-te integrante del relato histórico sin ningún tipo dereticencias, y podemos tomar la Historia de Españayde la civilización española de Rafael Altamira comolistón historiográfico(Barcelona1900). En el estudiobibliográfico de SánchezAlonso se dice que “es laprimera obra de conjunto que se benefició de losmétodos modernos de investigación histórica “, agre-gando que la guía bibliográfica que completa la obraes “también la primera aportación importante al co-

nocimiento de la historiografía “. La importanciadeestaHistoria es reconocidapor BoschGimperaparael que Rafael Altamira “señala un hito en nuestrasciencias históricas al concebir la Historia de Españaen su totalidad, incorporando a ella todos los ele-mentos de la civilización” ya que “por primera vezsehalla una exposición que incorpora los resultadosde la investigación erudita así como permite seguirlas peripecias de la vida de todos los pueblos espa-ñoles desde los tiempos prehistóricos hasta los mo-dernos y que no es solo el relato de la historia políti-ca paralizada en los hechos (Bosch Gimpera1966: 12). Semejanteselogios recibe esta Historiapor parte de Menéndez Pidal, de José Ramón Méliday de otros historiadoresespañolesy extranjeros.Setrata de una nueva postura historiográfica, como ex-plica el biógrafo de Altamira, Vicente Ramos (1966:108-109):

“Quien así concebía la personalidad delhistoriador era el mismo que estaba dispuesto apurificar nuestra Historia de leyendas y menti-ras, de falsas e ingenuas interpretaciones, así co-mo a terminar con la malsana tradición de co-piarse unos autores a otros...”

A principios del siglo XX, la prehistoria es-pañola aparece generalmente introducida no sólamen-te en estudios específicos y locales sino también den-tro de la historia, como su primer capítulo, indepen-dizadaya de los estudiosgeológicos,paleontológicosy antropológicos.Ahorasí se cumplen las palabrasde Sales y Ferré sobre la inclusión de la prehistoriaen las historias generales. A partir de aquí surgiránexcelentesy voluminosasobrasdehistoria deEspañaen las que la prehistoria ocupará el primer volumen oal menosun capítuloen el que será considerada co-mo una etapa más del relato histórico, desechando yala denominación de “tiempos oscuros”, relegando lafábula y el mito al entorno de la literatura.

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