definición cuerpo humano

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Cuerpo humano E n el concepto cuerpo humano se ha agrupado en medicina tanto el conocimiento de la ana- tomía y la fisiología humana como el de la bio- logía y la embriología, la psicología y la sociolo- gía, la epidemiología y la bioestadística, la eco- nomía y la política, entre otras disciplinas científicas que tienen como objeto al hombre y lo describen como hombre ‘normal’ o ‘patológico’ o, en de- terminadas condiciones de salud, como pobla- ción. Podría pedirse que ese conjunto de concep- tos científicos fuera sistematizado de modo cohe- rente por una antropología científica de la salud. Sin embargo, aunque esto ocurriera, la medici- na y las ciencias de la vida con sus tecnologías conexas todavía estarían frente al desafío de pronunciarse en torno a la condición de ‘huma- no’ con la que se define ese cuerpo, desafío del que no pueden dar cuenta las disciplinas cientí- ficas. Haría falta en ese caso desarrollar una antropología filosófica de la salud que reflexio- nara en torno a la idea de ser humano y del pa- ciente como persona. El cuerpo en medicina y ciencias de la vida. La bioé- tica ha venido a recoger los problemas de ese de- safío. Para la tradición de habla inglesa ha sido fundamental el texto de Paul Ramsey, The Patient as Person (1970); para la de habla española, los trabajos de Pedro Laín Entralgo (1984, 1989, 1991). Por tanto, hablar hoy de cuerpo y corporei- zación (v.) resulta una vía de aproximación a esa problemática porque, aunque el conocimiento y la acción en salud han estado ligados a cuestiones referidas a la condición humana, nunca hasta ahora estas cuestiones habían sido tematizadas o convertidas en problemas filosóficos sobre los cuales es necesario reflexionar sistemáticamente para actuar. Y esto se debe a que la relación entre medicina y filosofía fue siempre ambigua, apare- ciendo a veces como proximidad y otras como dis- tancia. En el tratado hipocrático Sobre la medicina antigua ya se especifica la visión de distancia- miento que, por ejemplo, la medicina toma de una filosofía de la naturaleza que por su carácter espe- culativo y abstracto no le sirve al médico para co- nocer la naturaleza del cuerpo humano, como pueden hacerlo la técnica y la ciencia: “Ciertos so- fistas y médicos dicen que no es posible para alguien conocer de medicina si no conoce lo que es el hombre y cómo fue hecho y construido, y que quien quisiera curar al hombre, propiamente, debe aprender esto en primer lugar. Pero diciendo esto más bien perte- necen a la filosofía, como Empédocles y ciertos otros han descripto lo que el hombre es en su origen y como fue él hecho y construido. Pero yo pienso que como sea que esto haya sido dicho o escrito por un sofista o médico en lo concerniente a la naturaleza tiene menos conexión con el arte de la medicina que con el arte de la pintura”. Sin embargo, el médico hipocrático no niega que deba enfrentarse al problema del hombre. Lo que afirma es que el problema de la naturaleza del hombre puede ser resuelto por la técnica y la cien- cia. En la actualidad, después de los cambios en el conocimiento científico introducidos por las cien- cias humanas y de habernos enfrentado a lo que los médicos nazis hicieron en nombre de la profe- sión médica, después de haber trasplantado el co- razón como símbolo mismo de la vida humana (v. Trasplantes de órganos), después de la concepción de un embrión fuera del vientre materno y de ha- ber clonado células humanas y animales comple- tos, después de haber condenado la esclavitud, la servidumbre y las discriminaciones por sexo, raza, religión y clase social, y de reclamar por el derecho al cuerpo propio (v.), el conocimiento y la acción en salud encuentran legítimo y pertinente el pro- blema filosófico del hombre como problema de la medicina y las ciencias de la vida. Y es que la an- tropología filosófica puesta frente a la salud y la enfermedad se enfrenta hoy a problemas de una dimensión abismal (v. Somatología). Cuerpo y derechos humanos. El cuerpo de la medi- cina y las ciencias de la vida y sus tecnologías co- nexas es también y a la vez un cuerpo de dere- chos. Y es que el cuerpo humano, entendido como forma de dignidad (v.), define nuestras prácticas concretas cuando entendemos a estas como aque- llas en la que las acciones que realizamos no pue- den dejar de lado de ningún modo a las señas de identidad (v.) de los otros seres humanos con los que nos relacionamos. En cambio el cuerpo huma- no, entendido como forma mercancía, supone un universalismo abstracto que postula una relación entre individuos aunque poniendo aparte sus se- ñas de identidad (v. Plasmaféresis: la sangre como mercancía). Sin embargo, en el cuerpo nacemos, vivimos y morimos; en el cuerpo enfermamos y curamos; en el cuerpo amamos y sufrimos; en el cuerpo somos quienes hemos sido, somos quienes somos y somos quienes queremos ser (v. La expe- riencia del cuerpo propio). El cuerpo es individual, es particular, es singular, y sin embargo es el modo más potente de una universalización concreta porque es el único lugar donde podemos ser reco- nocidos por los otros y donde los otros pueden ser reconocidos por nosotros para construir una red 226 Diccionario Latinoamericano de Bioética

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Cuerpo humano

En el concepto cuerpo humano se ha agrupadoen medicina tanto el conocimiento de la ana-

tomía y la fisiología humana como el de la bio-logía y la embriología, la psicología y la sociolo-gía, la epidemiología y la bioestadística, la eco-nomía y la política, entre otras disciplinas científicasque tienen como objeto al hombre y lo describencomo hombre ‘normal’ o ‘patológico’ o, en de-terminadas condiciones de salud, como pobla-ción. Podría pedirse que ese conjunto de concep-tos científicos fuera sistematizado de modo cohe-rente por una antropología científica de la salud.Sin embargo, aunque esto ocurriera, la medici-na y las ciencias de la vida con sus tecnologíasconexas todavía estarían frente al desafío depronunciarse en torno a la condición de ‘huma-no’ con la que se define ese cuerpo, desafío delque no pueden dar cuenta las disciplinas cientí-ficas. Haría falta en ese caso desarrollar unaantropología filosófica de la salud que reflexio-nara en torno a la idea de ser humano y del pa-ciente como persona.

El cuerpo en medicina y ciencias de la vida. La bioé-tica ha venido a recoger los problemas de ese de-safío. Para la tradición de habla inglesa ha sidofundamental el texto de Paul Ramsey, The Patientas Person (1970); para la de habla española, lostrabajos de Pedro Laín Entralgo (1984, 1989,1991). Por tanto, hablar hoy de cuerpo y corporei-zación (v.) resulta una vía de aproximación a esaproblemática porque, aunque el conocimiento yla acción en salud han estado ligados a cuestionesreferidas a la condición humana, nunca hastaahora estas cuestiones habían sido tematizadaso convertidas en problemas filosóficos sobre loscuales es necesario reflexionar sistemáticamentepara actuar. Y esto se debe a que la relación entremedicina y filosofía fue siempre ambigua, apare-ciendo a veces como proximidad y otras como dis-tancia. En el tratado hipocrático Sobre la medicinaantigua ya se especifica la visión de distancia-miento que, por ejemplo, la medicina toma de unafilosofía de la naturaleza que por su carácter espe-culativo y abstracto no le sirve al médico para co-nocer la naturaleza del cuerpo humano, comopueden hacerlo la técnica y la ciencia: “Ciertos so-fistas y médicos dicen que no es posible para alguienconocer de medicina si no conoce lo que es el hombrey cómo fue hecho y construido, y que quien quisieracurar al hombre, propiamente, debe aprender estoen primer lugar. Pero diciendo esto más bien perte-necen a la filosofía, como Empédocles y ciertos otroshan descripto lo que el hombre es en su origen y como

fue él hecho y construido. Pero yo pienso que comosea que esto haya sido dicho o escrito por un sofistao médico en lo concerniente a la naturaleza tienemenos conexión con el arte de la medicina que con elarte de la pintura”.

Sin embargo, el médico hipocrático no niega quedeba enfrentarse al problema del hombre. Lo queafirma es que el problema de la naturaleza delhombre puede ser resuelto por la técnica y la cien-cia. En la actualidad, después de los cambios en elconocimiento científico introducidos por las cien-cias humanas y de habernos enfrentado a lo quelos médicos nazis hicieron en nombre de la profe-sión médica, después de haber trasplantado el co-razón como símbolo mismo de la vida humana (v.Trasplantes de órganos), después de la concepciónde un embrión fuera del vientre materno y de ha-ber clonado células humanas y animales comple-tos, después de haber condenado la esclavitud, laservidumbre y las discriminaciones por sexo, raza,religión y clase social, y de reclamar por el derechoal cuerpo propio (v.), el conocimiento y la acciónen salud encuentran legítimo y pertinente el pro-blema filosófico del hombre como problema de lamedicina y las ciencias de la vida. Y es que la an-tropología filosófica puesta frente a la salud y laenfermedad se enfrenta hoy a problemas de unadimensión abismal (v. Somatología).

Cuerpo y derechos humanos. El cuerpo de la medi-cina y las ciencias de la vida y sus tecnologías co-nexas es también y a la vez un cuerpo de dere-chos. Y es que el cuerpo humano, entendido comoforma de dignidad (v.), define nuestras prácticasconcretas cuando entendemos a estas como aque-llas en la que las acciones que realizamos no pue-den dejar de lado de ningún modo a las señas deidentidad (v.) de los otros seres humanos con losque nos relacionamos. En cambio el cuerpo huma-no, entendido como forma mercancía, supone ununiversalismo abstracto que postula una relaciónentre individuos aunque poniendo aparte sus se-ñas de identidad (v. Plasmaféresis: la sangre comomercancía). Sin embargo, en el cuerpo nacemos,vivimos y morimos; en el cuerpo enfermamos ycuramos; en el cuerpo amamos y sufrimos; en elcuerpo somos quienes hemos sido, somos quienessomos y somos quienes queremos ser (v. La expe-riencia del cuerpo propio). El cuerpo es individual,es particular, es singular, y sin embargo es el modomás potente de una universalización concretaporque es el único lugar donde podemos ser reco-nocidos por los otros y donde los otros pueden serreconocidos por nosotros para construir una red

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universal de relaciones interhumanas respetuosade las identidades individuales y colectivas. Elcuerpo humano es el único modo de relacionar-nos en nuestra condición de seres humanos. Poreso la medicina, en tanto institución social cuyofin es la atención y el cuidado de la vida y la saluddel cuerpo humano, ha podido sostener durantesiglos una ética universalista aún con las limita-ciones de su paternalismo. Por eso la tortura (v.),al negar en el tiempo de su ejecución real o posi-ble la condición humana de los cuerpos bajo tor-mento, o la desaparición de personas (v.), al pri-var a un cuerpo de un lugar de reconocimientoentre los otros, han negado y niegan toda posibili-dad de universalismo moral. El mayor problemaque han tenido los que han violado la más antiguade las obligaciones morales, la del no matar, es elqué hacer con el cuerpo de las víctimas. Por eso lafigura del hábeas corpus, tan antigua al menoscomo la Carta Magna de 1215, tutela las garantías

fundamentales a la vida y la libertad, y es uno delos mayores ejemplos de un universal concreto.Ese solo ejemplo sirve para ilustrar las inconsis-tencias de las éticas que se pretenden totalmenteexentas de universalismo y de las bioéticas que sepostulan disociadas de los derechos humanos. Noes posible que haya alguien que diga practicar labioética o se declare un político defensor de la de-mocracia y niegue, haya negado, o postule negarel universal concreto del hábeas corpus. Esta ne-gación ha caracterizado siempre a las dictadu-ras y a los imperialismos, al terrorismo de Estado(v.) y a las doctrinas de la seguridad nacional delos países imperiales. Por eso la negación radicaldel cuerpo humano, en tanto negación del sustra-to material del universalismo moral, define el malabsoluto y es la negación radical, asimismo, detoda bioética.

[J. C. T.]

Somatología

José Alberto Mainetti (Argentina) - ConsejoNacional de Investigaciones Científicas(Conicet)

La revolución somatoplástica sobre la vida humanay la persona. La idea del cuerpo en la cultura occi-dental ha estado dominada por el dualismo antro-pológico y por el reduccionismo científico. Por unlado, la concepción dualista del hombre, las antí-podas del alma y el cuerpo, el espíritu y la mate-ria; por el otro, la constitución del cuerpo comoorganismo, su estatuto biológico en términos deanatomía y fisiología. La filosofía, las cienciashumanas y cognitivas han introducido en nues-tros días una nueva visión del cuerpo humano,mientras que la revolución biológica lo somete a su-rrealistas “disecciones” y “distensiones” tecnocientí-ficas transformadoras de la “naturaleza” humana.Este giro pigmaliónico o antropoplástico de lastecnologías biomédicas genera la crisis posmoder-na del sujeto y el problema de la personalización,vale decir la adscripción del carácter de persona alser humano, por ejemplo en el principio y en el fi-nal de la vida (estatuto del embrión y concepto demuerte cerebral, amén del huracán que represen-ta la revolución reprogenética sobre el árbol ge-nealógico humano). Los dilemas morales que hoydefinen la bioética responden fundamentalmenteal impacto de la revolución somatoplástica sobrela vida humana y la comprensión y extensión de lapersona. Se justifica así la novedad de la somato-logía o teoría científica y filosófica del soma comorealidad, fenómeno y misterio del hombre.

La condición humana y el poshumanismo. El grandesafío de la somatología como filosofía delhombre es el llamado transhumanismo o poshu-manismo, que considera posible y deseable mejo-rar esencialmente la condición humana, inclusoalcanzar la eterna juventud y la inmortalidadmediante instrumentos como manipulación ge-nética, nanotecnología, cibernética, farmacolo-gía y simulación computarizada (cerebro de sili-cón). No hay tal cosa como una “naturalezahumana” (en verdad un oxímoron); el homo sa-piens es una especie en evolución y autotrans-formable técnicamente, de modo que la metaes el superhombre, utopía de la transición hu-mano-poshumano y modernidad-posmoderni-dad. Más acá de la confrontación en materiabioética entre las posiciones poshumanistas y an-tiposhumanistas –en qué consiste tal “naturaleza”humana, y si ella fundamenta una cuarta genera-ción de derechos humanos, los “naturales” o ge-néticos–, subyace la inquietud metafísica antela disolución posmoderna del sujeto como hori-zonte ontológico, inducida por las nuevas téc-nicas del cuerpo. La modernidad remplazó lanaturaleza cósmica por el cogito sum comopunto fijo de referencia ontológica. La posmo-dernidad, a su turno, acabó con la idea de unanaturaleza humana especular e invariante, laque deja de ser reparo inmodificable y da lugara las inquietantes preguntas por nuestra identi-dad, nuestra relación con los otros, las especiesvivientes y la evolución natural.

El mejoramiento de la naturaleza humana. Unnuevo capítulo de la bioética se abre con el uso

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de las tecnologías médicas de optimización omejoramiento (enhancement) de la naturalezahumana. En el contexto crítico del antiposhu-manismo caben señalarse tres antropinos comoepítome y paroxismo de la filosofía y la ética dela técnica. En primer término, la trasgresión deun orden divino o cósmico, la hibris de “jugar aDios” o la contranatura tecnológica, argumentosinspirados por el terror de imaginables y proba-bles escenarios siniestros. En segundo término,la ambivalencia de una medicina perfectiva, másallá de la terapéutica, que no se justifica ya mo-ralmente por la enfermedad, resultando even-tualmente “lo mejor enemigo de lo bueno” y ex-tremando el coeficiente de adversidad, no soloreal sino también simbólico, coextensivo a todo“progreso” humano. En tercer término, el contra-sentido entre la naturaleza y la dignidad huma-nas, cuando la primera se define por la finitudy la segunda por la perfectibilidad, siendo loreal a la vez límite y posibilidad, y el ser y deberser del hombre consistente en la negación de sunegatividad. “Sabremos cada vez menos qué esser humano” (Saramago, 2005).

Referencias

J. A. Mainetti, Somatología. Anatomía de la persona,La Plata, Quirón, 2004. - E.T. Juengst, Enhancement Usesof Medical Technology, en S. Post (editor), Encyclopedia ofBioethics, 3rd edition, Macmillan Reference USA, 2004.Tomo I, págs. 753-757. - Ch. C. Hook, Transhumanismand Posthumanism, en S. Post (editor), Encyclopedia ofBioethics, Macmillan Reference USA, 2004. Tomo V, págs.2517-2520. - F. Fukuyama, El fin del hombre. Consecuen-cias de la revolución biotecnológica, Barcelona, EdicionesB, 2002. - J. Habermas, El futuro de la naturaleza humana,Barcelona, Paidós Ibérica, 2002. - J. Saramago, Las inter-mitencias de la muerte, Buenos Aires, Alfaguara, 2005.

La experiencia del cuerpo propio

María de la Luz Casas Martínez (México) -Facultad de Medicina de la UniversidadPanamericana

El desarrollo biotecnológico y la noción de cuerpohumano. Ante los avances biotecnológicos actua-les, las acciones médicas sobre el sustrato corpó-reo humano suscitan admiración y misterio, yaque agudizan la problemática tradicional entre lonatural y lo artificial, pues se dicotomiza lo crea-do con tecnología al ser aplicado al hombre. Lobiotecnológico tiende en ocasiones a cerrar elcírculo natura-cultura, haciendo difícil definir sustradicionales límites; en otras, a potenciar su dife-rencia. El cuerpo humano, considerado tradicio-nalmente lugar simbólico, donde el hombre pro-yecta las diversas visiones de sí mismo, se haconvertido en el lugar físico de las decisiones

extremas y ahora es un novedoso campo deexpresión de la libertad humana concretada en lasdiversas opciones sobre el mismo que, rebasandolos actos terapéuticos, lo sitúan en el ámbito per-fectivo y de opciones personales, alejando cadavez más de la consideración de lo humano laidea de necesidad y carencia. Así, la combina-ción de las interacciones entre una epistemolo-gía predominantemente experimental, la evo-lución de la tecnomedicina, la idea dualista delcuerpo, las reglas del mercado, por una parte,una visión social contemporánea orientada a losderechos humanos, por otra, con acento en el in-dividualismo, han producido efectos imprevisi-bles en la actual visión de la persona sobre sucuerpo. De hecho estas ideas, a veces contrapues-tas, han visto el cuerpo humano desde perspecti-vas diferentes, como sujeto y objeto, como todo ypartes, como fuera y dentro del mercado. Tal si-tuación reclama de la bioética acciones resoluti-vas, pero su planteamiento suscita, a la vez, resis-tencia y perplejidad, ya que los estudiosos estánante situaciones inéditas cuyas consecuencias seenmarcan en un ambiente de incertidumbre. Endefinitiva, los cambios socioculturales de los últi-mos siglos han modificado los conceptos de liber-tad, responsabilidad, pluralidad y tolerancia, locual ha contribuido a diversificar las ideas de larepresentación del cuerpo por la persona. Estoscambios inciden y modifican el paradigma de ac-tuación en las áreas de salud. Por estas razones, lareflexión sobre el cuerpo humano constituye unaspecto fundamental de la filosofía contemporá-nea, sobre todo en el área bioética. En la actuali-dad se presentan muchas opciones y filosofías sus-tentantes que encuentran una realidad escindida:aborto, eutanasia, eugenesia, manipulación em-brionaria, reproducción asistida, clonación, trans-génesis perfectiva y decisiones de fin de vida, sonalgunos de los problemas que inciden y hacen ur-gente la elaboración de una idea clara y coherentedel significado de la experiencia del cuerpo pro-pio, así como de las posibles opciones que sobre élpuedan ser realizadas con aval legal y ético.

Visiones sobre el cuerpo propio. ¿Cómo formulael sujeto la experiencia del cuerpo como propio?Del concepto antropológico sobre la propiedaddel cuerpo se derivan diversas posibilidades deactuación ética y legal sobre el mismo. ¿Quiéntiene derecho y qué derechos se tienen sobre elcuerpo propio? Para contestar estas preguntaspuede hacerse referencia a dos componentesfundamentales. Por una parte, el hecho de laexistencia corpórea: ¿Es el cuerpo mío o yo soyel cuerpo? Por la otra, el significado humano delcuerpo: ¿Experimentar mi cuerpo tiene un sig-nificado específico en mi especie? En el primercomponente, la existencia corpórea se explica

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por diversas teorías filosóficas que apuntan aformas diversas de interacción cuerpo-espíritu.Estas interpretaciones se mueven en torno alproblema ¿cómo interactúa el hombre con sucuerpo?, lo cual se explica a través de variasideas: a) La platónica, dualista, que señala laprimacía del espíritu sobre la materia; unidosambos sólo exteriormente durante la vida hu-mana. Desde esta postura, el cuerpo concebidocomo materia es solamente un vehículo para elespíritu, verdadero valor de la persona. b) Laaristotélico-tomista, que acentúa la estructuraontológica, donde materia y forma espiritualconfiguran una unidad sustancial e inseparable.Su representante es la postura hilemórfica deAristóteles. Tomando en cuenta estas premisas,cuerpo y espíritu actúan inseparablemente yambos elementos poseen un valor específicopara la persona. c) La racionalista, basada enDescartes, constituye una postura dualista a tra-vés de una radical división entre cuerpo y con-ciencia; el hombre se identifica en especial con elúltimo componente. d) La mecanicista, la cualconsidera que el ser humano es solo materia. Adu-ce que la conciencia es producto mecánico de lamente, considerada también manifestación de lamateria. Se trata pues, de una idea monista, mate-rialista. La existencia de procesos espirituales seidentifica con las funciones de la mente.

Significados, atributos y expectativas sobre el cuer-po propio. Desde estas diversas visiones se apreciaque el cuerpo propio posee diversos significados,atributos y expectativas. Así, la perspectiva mate-rialista, en su justificación, partirá de una posturainmanentista del hacer con el cuerpo. Ya que lamateria solamente existe en un mundo semejan-te, no existen compromisos espirituales despuésde la muerte. Los actos de expectativa humanita-ria se valoran en el hoy y ahora de la temporali-dad material. En cambio, para las posturas quetienen en cuenta la existencia del espíritu, las rea-lidades de actuación pueden ser ampliadas hastala vida después de la muerte. Ambas posicionesimplican profundas diferencias en la considera-ción ética ante el sufrimiento, la carencia y lamuerte. Pero en la toma de decisiones sobre elcuerpo como propio no solamente intervienen lasideas enunciadas, sino que además se combinancon la percepción del cuerpo como propiedad. Enla sociedad actual predomina la idea que, basadaen la autonomía, el cuerpo es propiedad de la per-sona. Aunque este pensamiento es justificable, noes del todo preciso, ya que el sujeto como ser libreexperimenta en diversos momentos el cuerpo comopropio y a la vez como ajeno. Desde la visión feno-menológica, es posible afirmar que la experienciadel cuerpo propio se identifica con los actos huma-nos. Ante ellos es fácil percatarse de la unidad

cuerpo-espíritu, pues el ámbito corpóreo es eviden-te y lo son también las funciones de la psiqué que re-basan los postulados científicos materiales. En la ex-periencia humana, los actos siempre son corpóreosporque se realizan en el ámbito espacial y tempo-ral, o si se prefiere, existe una cualidad de dura-ción y extensión en los actos corpóreos. Pero lasfunciones de la mente no son espaciales, sino in-corpóreas; se aprecia en ellas un ámbito inmate-rial y, como son experimentadas por la misma per-sona, aparece en esta una doble presencia de ma-teria y no materia. El sujeto dice: yo pienso, yoamo, ambos actos inmateriales e incuantificables.De la misma forma puede afirmar: yo camino, yohablo. Y en ambos casos es el mismo hombre.

Materialidad y espiritualidad del cuerpo propio. Entérminos generales, filosóficamente hablando,podemos señalar a los actos no materiales comoespirituales. Es posible utilizar el término corpo-reidad para designar al cuerpo humano vivo, sermaterial-espiritual. Pasaremos entonces a una se-gunda reflexión. Aunque los actos materiales y es-pirituales suceden en la misma persona, se experi-menta en la práctica una tensión entre cuerpo yespíritu. El sujeto reconoce la existencia de ambasentidades, la interacción, pero a la vez la disyun-ción de los componentes. El cuerpo aparece comomío en el acto libre, sea físico o mental, pero a lavez la persona vive los límites de su acción volun-taria sobre el cuerpo ante aquello que se escapa alejercicio de su arbitrio: la experiencia de la enfer-medad, la vejez, la limitación física o mental y lamuerte. El humano es el propio cuerpo; sin em-bargo, tiene cuerpo, porque no lo posee nuncaperfectamente. En ocasiones, la mente ordena y elcuerpo no responde; en otras, el cuerpo actúa y lamente no puede controlarlo. Estas experienciasdan sentido específico al cuerpo como propio y ala vez ajeno, de una corporeidad, espíritu y mate-ria unidos positivamente y a la vez en tensiónconstante. Esta tensión, que permite la identifica-ción-no identificación cuerpo-espíritu, conformaentonces al ser humano como una unidad-dual,ser uno y a la vez no ser sólo uno. Desde esta pers-pectiva, la vivencia del cuerpo como propio nosignifica propiedad. La postura kantiana ha otor-gado un especial significado al cuerpo vivo comopersona y no como cosa. Para Emmanuel Kant: “Elhombre no puede disponer de sí mismo porque no esuna cosa; no es su propiedad; decir eso sería contra-dictorio; ya que si es una persona es un sujeto endonde se inviste la propiedad, y si él fuera su propie-dad, sería una cosa, sobre la que tiene propiedad”.Por ello un hombre no es su propio dueño, dispo-ne del cuerpo mientras vive, y solamente en sen-tido beneficente. Nadie tiene derecho de dañarse odañar a los demás. No hay un derecho irrestricto delhombre sobre su cuerpo. En bioética, esta teoría es

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la base actual de la gratuidad de los trasplantesentre humanos y de la prohibición de la comercia-lización de los órganos y del genoma, así como dela jerarquización del principio de beneficencia enlos actos médicos. En esta teoría se aprecia conclaridad el hecho señalado anteriormente: somosel cuerpo, pero rebasamos la materia a través delconcepto de dignidad de la persona. El cuerpo hu-mano no es un simple objeto, sino un ser corporalque se expresa humanamente, porque está confi-gurado intrínsecamente en forma espiritual. Elser humano es en sí un símbolo, en forma más es-pecífica por las funciones del espíritu, pensamien-to, voluntad, libertad, que a la vez son funcionesdel cuerpo, porque el cuerpo no es sólo vehículo,sino compuesto del ser humano. Para Merleau-Ponty, el cuerpo humano está impregnado del sig-nificado espiritual de la persona, y solamente si escomprendido en totalidad podrá actuarse ética-mente frente a él.

Significados del cuerpo propio. ¿Cuál es el signifi-cado del cuerpo propio? Lo importante del cuerpovivo y propio es que sus actos poseen significado yexpresión específicos: los de la humanidad. Mu-chos autores, en especial fenomenológicos, handescrito estos significados del cuerpo. En su for-ma relacional se refieren específicamente a la per-sona, quien vive su propia existencia a través delcuerpo y a través de él se expresa a los demáshombres. El cuerpo es presencia en el mundo, ellugar de comunicación con el otro, el origen de lainstrumentalidad y la cultura. La expresión delcuerpo y sus funciones están llenas de simbolismoy de intención en el humano, que implican no solouna actitud mental psicológica, sino una inten-ción valorativa, que en el aspecto positivo hace ladiferencia con la conducta animal: la conductahumana es humanizadora. Ante la consideracióndel ser humano vivo, como corporeidad, el signifi-cado del cuerpo humano es múltiple en su expre-sión y ejemplifica un ser único. El cuerpo se mani-fiesta en: a) un significado personal: Yo, en miexistencia; b) un significado comunitario: ser cony para los demás; c) un significado trascendente:yo, como humanizador y transformador del mun-do. El ser humano, ser en el mundo, ser social, ex-perimenta la relación con los demás a través de laresponsabilidad. Debemos algo a quienes nos pre-cedieron, y tenemos responsabilidades para quie-nes nos sucederán; la vida es una liga moral. Lasacciones sobre nuestro cuerpo tienen implicacio-nes sociales, como sucede con algunas prácticasde la moderna medicina: tecnología reproductiva,cirugía cosmética, trasplantes y genética, entreotras. Por ello, la persona no puede actuar sola-mente bajo decisiones de una autonomía solipsis-ta, sin considerar la justicia. El concepto de auto-nomía ilimitada de la persona sobre su cuerpo

queda truncada por la propia experiencia de lavida limitada ante los demás y ante sí mismo. Elmovimiento de la mano, la visión, la articulaciónde sonidos, tienen un significado específico: la ex-presión hacia el otro, la apreciación de la belleza,el lenguaje. No vive sus actos la persona en unmero automatismo, una causa-efecto meramentebiológica. Existe, detrás de la mayoría de las ac-ciones humanas, una intención y un significadopersonal, esto es, individual y a la vez intersubje-tivo. No es el ojo el que ve, sino que yo veo a tra-vés del ojo; yo interpreto, yo razono, me emocio-no, a través de lo que el ojo capta, y yo envuelvoesas aferencias en una serie de correlaciones ymemorias con significado personal. Las percep-ciones corporales se vuelven sensaciones y emo-ciones con carga psicológica, se vuelven parte demí, de mi sistema de recuerdos, de lo que soy yocomo una construcción histórica de encuentroscon significados, y estos a su vez son ligas de in-tercomunicación con los demás y el entorno.Estos significados, elaborados a partir de las sen-saciones, son propios, internos, pero a la vez, po-seen un marco comunicable a los demás, poseenuna coherencia con el sistema de interpretaciónhumana. Mis vivencias pueden ser comunicadas,aunque nunca totalmente; son mías, propias, in-transferibles, pero en gran parte comunicables.Esa posibilidad y esa carencia son la base de la po-tencialidad y el obstáculo de la relación humana.Mis sentimientos son, en gran parte, imposiblesde vivir plenamente por el otro, pero no hasta elgrado de no poder ser captados en sentido empá-tico por quienes desean comprenderlos. En conse-cuencia, los sentimientos más profundos son unmisterio, como señala Marcel, y ese misterio a suvez provoca una necesidad de comunicación,nunca satisfecha, pero siempre presente, que ali-menta la necesidad de tratar de continuar en labúsqueda de una mejor intercomunicación huma-na. Diego Gracia aporta otra parte de la visión delcuerpo como propio: El cuerpo es siempre ‘mi’ cuer-po, se identifica conmigo, con mi personalidad eidentidad, con el yo, es el instrumento donde realizomis proyectos, y se define por principios como el deautonomía. Pero al mismo tiempo, posee una in-transferible dimensión genética y social. Pertenece ala especie y solo tiene sentido en la dimensión de losseres humanos, opuesta a la dimensión individua-lista. Los actos que realizo con mi cuerpo tienenuna repercusión social, una liga de responsabili-dad. Es también cierto que uno puede aceptar sucorporeidad o rebelarse ante ella. Aceptar posibi-lidades y límites individuales, significados y res-ponsabilidades que se ejercen con y a través delcuerpo. Pero habrá que aceptar en gran parte que elpropio cuerpo es una determinación y una relativalibertad. La libertad, aunque limitada, posibilita

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desarrollos diversos que inciden en la corporeidadcomo un todo. El ser humano es acto y proyecto;hay una dimensión dialéctica entre la situación yel proyecto que está más allá del aquí y el ahora.Por mi proyecto trasciendo, y ello incluye la cor-poreidad; no puedo trascender sin mi cuerpo.Esto significa que el ser humano puede trabajarun proyecto de corporeidad sin negar sus límites,ni desconocer sus posibilidades. La corporeidad sevive, pero se comprende en forma ambigua, se ex-perimenta en parte como instrumento, porque através de él se realizan los actos que la interiori-dad planea. Esto resulta reduccionista en la refle-xión kantiana, porque sería como tomarse a símismo como medio y no como fin. Marcel ya lo se-ñalaba: “... esta comunidad es indivisible, yo no pue-do decir legítimamente: yo y mi cuerpo. La dificul-tad radica en que pienso mi relación con mi cuerpopor analogía a mi relación con mis instrumentos”.

Cuerpo y corporeidad. En gran parte, la biología hacontribuido a una visión instrumentalizada de lacorporeidad. Por esta visión mecanicista, la perso-na considera que las funciones de la mente y elcuerpo se basan en la concepción dualista. Es ver-dad que el cerebro realiza las funciones de la men-te, pero esto sucede porque la mente y la materiaestán juntas en ese concepto llamado persona ocorporeidad. La relación con el ser humano nopuede ser nunca sujeto-objeto; el cuerpo humanojamás es solo objeto, y no existe relación con unsujeto sin cuerpo. La experiencia inmediata no mehace ver el cuerpo como una cosa objetiva, identi-ficable y confundible con otras cosas objetivas. Lopropio de las cosas es la exterioridad respecto a lapersona humana, la posibilidad de disponer y dedeshacerse de algo. Pues bien, no puedo tratar elcuerpo lo mismo que a una cosa objetiva. No pue-do deshacerme de él. Lo puedo observar y mirarde algún modo, pero solo en la medida en que almismo tiempo lo considero idéntico conmigo mis-mo. Para Marcel, hay que decir más bien que yosoy mi cuerpo, que soy corpóreo. También es posi-ble que el hombre corpóreo pueda ser conside-rado desde dos aspectos diversos: como cuerpo or-gánico y como cuerpo humano. El aspecto corpóreoorgánico de la persona es vivido indiscutiblementeen la pertenencia al mundo de los vivientes. Desdeeste punto de vista, pueden encontrarse en elhombre todos los aspectos objetivos que se en-cuentran en otros mamíferos, y ser descritos porlas ciencias de la naturaleza, pero existe otro com-ponente inseparable: el no material. Por este últi-mo el cuerpo humano vivo otorga la posibilidadde realización de la libertad y la interpretación delmundo; por tanto, la posibilidad de ejercer nues-tros deberes morales, y por ello, la corporeidad,debe respetarse. El cuerpo como propio es la vi-vencia de la realización de la persona, su sentido

humano en diálogo con los demás. En la práctica,las decisiones sobre aborto, eutanasia, tecnolo-gía reproductiva, manipulación genética, neuro-psicofisiología de las funciones mente-cuerpo, en-tre otras, son problemas bioéticos ligados a lavivencia del cuerpo como propio, esto es, de lacorporeidad.

Referencias

Immanuel Kant [1785]. Grundlegung zur metaphysikder sitten, Hrsg. von Karl Vorlander, Hamburg, 3a ed., Mei-ner, 1957. - Maurice Merleau-Ponty. Phénoménologie de laperception, Paris, Gallimard, 1945. - Gabriel Marcel. Lemystère de l’être, 2 vols. Paris, Aubier, 1951.

Cuerpo y corporeización

Miguel Kottow (Chile) - Universidad de Chile

El cuerpo humano como mecanismo. Cuando Des-cartes distinguió como elementos constitutivosdel ser humano la res cogitans o sustancia pensan-te y la res extensa o sustancia material, generó unadicotomía que en forma de alma-cuerpo o mente-cuerpo continúa causando problemas filosóficosinsalvables en el intento de explicar cómo dos sus-tancias tan diversas pueden interactuar e influen-ciarse entre sí. La segunda consecuencia del pen-samiento cartesiano fue el concepto del cuerpocomo máquina, idea que fue extremada por sudiscípulo La Mettrie, para quien no solo el cuerposino el ser humano entero es un mecanismo. Estaperspectiva hizo confiar a las ciencias naturalesque podrían dar cuenta cabal de la biología huma-na normal y patológica de manera que la medici-na como ciencia terminaría por curar y eliminartoda forma de enfermedad. Tal actitud sigue pre-dominando en aquellos médicos que se desen-tienden de la subjetividad de sus pacientes y se apo-yan en el concepto científico-natural de la medicina,como emergió a partir del siglo XIX, renovado re-cientemente, basado en evidencia. Subproducto deeste cientificismo es la proliferación de investiga-ciones biomédicas con seres humanos que, con elpretexto de conquistar nuevas fronteras del cono-cimiento y estar preparando importantes progre-sos para el futuro, están comprometiendo la par-ticipación de probandos para estudios en granmedida superfluos, de utilidad solo para las mi-norías pudientes –la brecha 90:10–, con riesgosencubiertos y nulos beneficios para sujetos deinvestigación y naciones-huésped. Es el despre-cio del cuerpo [vulnerado] de los desposeídosen beneficio del cuerpo [privilegiado] de las mi-norías pudientes.

Cuerpo vivo y cuerpo vivido. La filosofía de la medi-cina ve al médico estudiando el cuerpo enfermodesde una perspectiva general, como un sistema

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biológico cuya avería debe ser tipificada y clasifi-cada nosológicamente, aplicando una miradacognitiva y teórica sobre el paciente como indivi-duo cuya existencia es particular y única. El ideales que la ciencia del cuerpo esté al servicio del cui-dado de la persona. El cuerpo humano se presentacomo un cuerpo vivo –un sistema biológico– y uncuerpo vivido –una conciencia de corporeidad–.El ser humano es cuerpo y tiene cuerpo; la subjeti-vidad toma conciencia del cuerpo porque es unarealidad dada –circunstancia– y porque es un con-junto de posibilidades –potencialidad–. La liber-tad, la prosecución de un proyecto existencial, laaristotélica búsqueda de la felicidad o el religiosoanhelo de trascendencia pasan todos por tomardecisiones con respecto al propio cuerpo: de cui-dado, renuncia, estimulación, exigencia, obse-quio, modificación, mortificación. Desde el ayunohasta la mutilación genital, desde la gastronomíahasta la moda, el deporte, la cosmética, los exá-menes médicos preventivos, son actitudes conque los individuos viven su cuerpo desde determi-nada visión de mundo. Aunque estas actitudes pa-recen nacer de idiosincrasias singulares, debe re-conocerse que los determinantes sociales tienenenorme fuerza para influir sobre cómo vivirá cadauno su cuerpo. El ejemplo más craso es la mutila-ción genital femenina que se practica en muchospaíses. La inspiración de esta práctica es religiosa,pero sus consecuencias sociales son profundas:las mujeres no circuncidadas tienen escasas posi-bilidades de casarse, con lo cual quedan margina-das de la protección económica del matrimonio.

Cuerpo y medicina antropoplástica. Las socieda-des occidentales contemporáneas han creadouna perspectiva inédita que podría denominar-se el cuerpo espectacular, es decir, la presenta-ción pública del cuerpo con fines más amplios quelos estrictamente decorativos. La inversión de es-fuerzos y recursos cosméticos y médicos en elcuerpo persigue fines lucrativos, supuestamentemejorando las posibilidades de empleo en unmercado competitivo, así como cumpliendo obje-tivos de retrasar desgastes y prolongar funcionali-dades biológicas. Este cultivo del cuerpo, al cualla cirugía plástica y, en un futuro cercano, la gené-tica rinden incondicional tributo, genera un nue-vo cisma social pues el acceso a –y la adquisiciónde– estas ventajas corpóreas queda reservado alos pudientes. La medicina del trasplante refleja laambigüedad cultural de la actualidad con respec-to al cuerpo humano. Desde una perspectiva, secelebra la capacidad de remplazar órganos irre-mediablemente deteriorados, con la correspon-diente ganancia en calidad y extensión de vida;desde otra, se muestran enormes reticencias porobtener órganos trasplantables, llegando al extre-mo que los familiares rescinden los deseos del

donante fallecido y niegan la extracción. Con elnombre de “antropoplástica” (Mainetti, 2003) sedesigna la exacerbación de las remodelaciones ar-tificiales del cuerpo, que hasta ahora se confor-man con modificar lo existente pero que, con eladvenimiento de la genética, atienden deseostransformativos como la detención del proceso deenvejecimiento o la duplicación de las expecta-tivas de vida. Se trata de una medicina desiderativaque ha abandonado la distinción entre enfermedady salud, regulando sus actividades por factores demercado y no por requerimientos de restauraciónbiológica. Estas prácticas tendrán repercusiones so-ciales y, lo más importante, generarán políticas dis-criminatorias a medida que las poblaciones de paí-ses más desarrollados mejoren proactivamentesus parámetros vitales y obtengan ventajas bioló-gicas sobre los habitantes de países pobres. Las re-laciones entre los pueblos amenazan regirse pordiferencias raciales artificialmente logradas. Losmovimientos antropoplásticos no son privativosde la medicina. El estatus tradicional de la técnicacomo extensión y ampliación del cuerpo humanose amplía a una literal “in-corporación” donde losproductos técnicos se constituyen en elementosesenciales para la manutención de procesos vita-les –aparatos de diálisis, órganos artificiales, im-plantes, prótesis sustitutivas– que llevan a hablardel cuerpo tecnificado (Nancy, 1992).

La degradación del cuerpo por la biopolítica. El si-glo XX ha abierto acepciones inéditas del cuerpohumano en el orden político. Las soberanías tota-litarias, convirtiendo lo ilegal en ley y la constitu-cionalidad en dictadura, escindieron las socieda-des bajo su dominio en ciudadanos y excluidos,estos últimos privados de todo rasgo existencialmás allá del desnudo cuerpo. Es el homo sacer–vida desnuda– de Auschwitz, del Gulag, perotambién de regímenes que en forma más sutildecretaron estados de emergencia que los exi-miesen de respetar los derechos básicos de to-dos los ciudadanos por igual, creando nuevascohortes de individuos reducidos a pura biolo-gía en el apartheid, en los ghettos, en nacionesinfestadas de hambre y miseria, asimismo en paí-ses que exacerbaron sus medidas antiterroristas.La vida humana –bios– es degradada a mera vidaanimal –zoe–. Las personas reducidas a pura cor-poralidad han sido expulsadas del ámbito de laley, son huérfanas de derechos, sometidas a unabiopolítica que trata a los excluidos como ejem-plares, como cabezas de res, al punto de tatuarloscon una marca identificatoria (Agamben, 2004).A despecho de muchos siglos de renuncia al cuer-po y de una larga vigencia de movimientos reli-giosos que predican el ascetismo, la modernidadha ido creando nuevos ámbitos de cuidado y cele-bración del cuerpo, pero también formas más

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depuradas de maltratarlo. Las torturas han sidoparte de la historia de todos los tiempos, peroahora se esgrimen argumentos éticos –en bioéti-ca, ética y salud pública, ética militar– que inten-tan justificar la tortura al prójimo, si es en pro delbien común. Con profunda desazón uno encuen-tra en la literatura bioética artículos que aceptanla tortura, proponen el remplazo de sevicias por“interrogatorios duros” consistentes en afliccio-nes suficientemente intolerables para obtener in-formación deseada. En supuesta fidelidad a la sa-lud pública que coarta al individuo en nombre delbien común, proponen estos defensores de la tor-tura el sacrificio del cuerpo, eventualmente de lavida, de individuos en pro de un presunto bien pú-blico, en flagrante violación de la bioética cuyofundamento es la no maleficencia. La aceptaciónde la tortura por algunos bioeticistas es otramuestra palpable de una biopolítica que degradael cuerpo a mero objeto, exprimible y destruiblepara fines “superiores”.

El paciente como persona ante el poder y la instru-mentalización. La medicina antropológica de laprimera mitad del siglo XX hizo ver que lo en-fermo no es solo el cuerpo, sino la persona, consu biografía, su subjetividad, su modo singularde estar-en-el-mundo y relacionarse con los de-más. Herederas intelectuales de esta escuela fue-ron la medicina psicosomática –que buscaría inte-grar etiológicamente psiquis y soma– y la bioética–que enfatiza en los valores del paciente en losafanes terapéuticos–. La antropología biológica–Plessner, Portman, Gehlen– y la antropologíamédica –Laín Entralgo, Kleinman– han hecho ladisección fina de lo que caracteriza al ser humanodotado de psiquis y al ser humano enfermo encuanto subjetividad (Kottow y Bustos, 2005). Elpuente entre el cuerpo como objeto médico y elsujeto como paciente enfermo lo da la anamnesis,es decir, la rendición narrativa por la cual el pa-ciente se identifica, se personaliza (Toulmin,1993; Alanen, 2004). Estas nuevas actitudes ha-cia el cuerpo humano, tanto las que lo venerancomo las denigrantes, están atravesadas por uninsalvable sesgo de poder que desfavorece a lasnaciones y comunidades más pobres, aumentan-do la brecha socioeconómica y amenazando crear,en forma inédita en la historia de la humanidad,un hiato de orden biológico: los pudientes viviránmás y mejor; los desposeídos concentrarán lascargas de patología, de genomas dañados y la de-ficiente adaptación al medio ambiente. La medi-cina es el guardián del cuerpo humano y de élrecibe el encargo terapéutico, mas este encargodebe ser un fin en sí, libre de toda interferencia oinstrumentalización. Cuando la cultura o la polí-tica dictaminan intervenciones en el cuerpohumano, atropellan la autonomía de las personas

y desatienden los fundamentos de la ética, desa-catos que son más probables e intensos mientrasmás marcadas sean las brechas de poder.

Referencias

G. Agamben. Estado de excepción, Buenos Aires,Adriana Hidalgo (ed.), 2004. - P. Alanen. “The problem ofknowledge in medicine”, en M. Evans, P. Louhiala y R.Puustinen (eds.), Philosophy for Medicine, Oxford-SanFrancisco, Radcliffe Medical Press 2004: 29-45. - M. Kot-tow y R. Bustos. Antropología médica, Santiago, EditorialMediterráneo, 2005. - J. A. Mainetti. Somatología, La Pla-ta, Editorial Quirón, 2003. - J. L. Nancy, Corpus, Metailiäe,Paris 1992. - S. Toulmin. “Knowledge and art in the practi-ce of medicine: clinical judgment and historical recons-truction”, en C. Delkeskamp-Hayes y M. A. G. Cutter(eds.), Science, technology and the art of medicine, Dor-drecht, Kluwer Acad. Publishers, 1993: 231-249.

Derecho al cuerpo propio

Dora Porto (Brasil) - Universidad de Brasilia

Dimensión individual y colectiva del derecho alcuerpo propio. El derecho al propio cuerpo es con-dición existencial inalienable de todos los sereshumanos. Inherente a la vida, ese derecho emanade dos parámetros que se sobreponen: la legitimi-dad, facultada por la existencia misma de la per-sona en el mundo, manifiesta como ser moral ysocial en la materialidad de su cuerpo; y la legali-dad, socialmente otorgada por normas y leyes, de-lineadas en el intento de salvaguardar la vida delos individuos y del cuerpo social asegurando sudignidad. En la dimensión individual, ese derechose manifiesta en la capacidad de elegir y en el po-der de decidir sobre la existencia, por sí y para símismo, incluida la deliberación sobre la continui-dad de la propia vida y, si es posible, sobre su tér-mino, la muerte. En la dimensión colectiva, presu-pone no sólo la garantía social de la existencia,sino también de los medios para el disfrute de lavida con dignidad y calidad, incluidos los necesa-rios a la conducción de su término en las mismascondiciones, siempre que esto exprese la legítimavoluntad de la persona. El reconocimiento con-creto, ontológico, social y legal del derecho al pro-pio cuerpo de cada persona debe ser medido porla respuesta efectiva de la colectividad, del Estadoy de las instituciones y organizaciones a las nece-sidades específicas de individuos y grupos.

Poder de uso del cuerpo y derecho al cuerpo propio.Aunque el derecho al propio cuerpo sea inherentea la existencia del ser, no se consustancia comorealidad manifiesta para todos, pues muchas per-sonas tienen el derecho de disponer de su cuerpocomo se les antoja, y otras no. Además, algunaspueden determinar cómo deben disponer otras desu propio cuerpo, y estas deben de someterse a

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aquellas. Lo que determina tal diferencia es la po-sición del individuo en la estructura social, quecondiciona los roles por desempeñar y vuelve pal-pable la relación entre el poder de uso del cuerpoy el derecho al propio cuerpo. Históricamente, seobservan diversos tipos de cesiones de poder y de-recho relacionadas a la supervivencia y al procesoproductivo. El trabajo marca el ritmo de la vidacotidiana, condiciona el uso del cuerpo y dispen-dio del tiempo. La capacidad de elegir y el poderde decidir sobre sí mismo derivan de esa interpre-tación arbitraria, pero socialmente legitimada ycompartida, de la situación de vida de la personacon relación a su capacidad de garantizar la pro-pia supervivencia. Esta interpretación está media-da por el significado y valor atribuidos al sexo,edad y a la condición de salud física y mental dela persona. El valor conferido a esas característi-cas produce recortes que se interpenetran, defi-niendo grupos que pueden ejercer el poder sobresí y otros que no poseen esta capacidad.

La negación del poder y el derecho al propio cuerpopara las mujeres. En la comparación entre los pa-trones de cesión que confieren o imposibilitan elderecho al propio cuerpo en las sociedades lati-noamericanas, se destacan los que dibujan los ro-les de género. Esta primera forma de apropiacióndel cuerpo y del trabajo puede ser percibida en laimposición sobre el uso del cuerpo y de los pro-ductos que pueden ser generados por el cuerpo dela mujer. La cosificación del cuerpo femenino, laidealización de patrones de comportamientosubordinados, el cercenamiento de la sexuali-dad, las imposiciones sobre el embarazo y elparto son algunas de las manifestaciones de lasupresión del derecho al propio cuerpo impues-tas a las mujeres. Muchas veces están ampara-das por las legislaciones. En el plan social, la ne-gación del poder y del derecho al propio cuerpopara las mujeres está marcada por obstáculos ala obtención de conocimiento para transformarsu situación, como el acceso al idioma nacionalo a la educación formal. Además, el trabajo queles es imputado milenaria y universalmente, lamanutención del hogar y el cuidado de sus habi-tantes, no es reconocido y valorado como activi-dad productiva, configurándose real apropia-ción de su tiempo y energía. En cualquier lugar deLatinoamérica las mujeres disfrutan menos el de-recho al propio cuerpo que los hombres, pues selevanta un sinnúmero de obstáculos culturales,económicos y sociales para restringir su poder dedecisión sobre su propio cuerpo.

La apropiación del cuerpo en niños, ancianos y en-fermos. La apropiación del cuerpo y del poder dedecidir sobre él afecta también a los niños y ancia-nos. En lo que respecta a los niños, esto deriva de

la natural dependencia del recién nacido y de lavulnerabilidad del niño al ambiente, al medio so-cial y a la cultura en la que vive. La interpretaciónque cada sociedad o grupo atribuye a la niñezpuede aumentar o disminuir el periodo en que alniño se le priva el poder y el derecho de decidir so-bre su propio cuerpo. Con relación a los ancianos,la apropiación del poder y del derecho de decidirsobre su propio cuerpo también cambia entre lasdistintas sociedades. En aquellas en que el modode producción tiende a reproducir procesos tradi-cionales de relación con el trabajo, el conocimien-to de los ancianos es más valorizado, lo que lesotorga mayor poder y derecho. En las sociedadesen que el proceso de trabajo es asociado a trans-formaciones tecnológicas, ya no ocurre lo mismo.Igual a los niños, la inadecuación al proceso pro-ductivo acentúa la vulnerabilidad del anciano, re-percutiendo en su capacidad de elegir y en el po-der y derecho de decidir sobre su cuerpo y su vida.Con relación a las condiciones de salud física ymental, el poder y el derecho de decidir sobre elpropio cuerpo varían entre las diferentes socieda-des y grupos, así como difiere la conceptuación dela salud y enfermedad en cada contexto. En gene-ral, es posible decir que los factores que impidenel ejercicio del poder de decisión y el disfrute delderecho al propio cuerpo en personas cuya saludfísica o mental sea considerada comprometida serelacionan con la imposibilidad de la persona deexteriorizar explícitamente su elección con rela-ción al propio cuerpo y con la incapacidad de ha-cer valer su voluntad, sobre todo si tal eleccióncontradice la moralidad vigente sobre las cuestio-nes que involucran la vida y la muerte, como ocu-rre en diversas sociedades latinoamericanas conrelación al aborto y la eutanasia.

El derecho al propio cuerpo en América Latina. So-bre estos patrones estructurantes se organizan losfactores que condicionan otros aspectos de la divi-sión del poder, que derivan de la colonización lati-noamericana, de la explotación sistemática de latierra y del etnocidio contra las poblaciones na-tivas. La explotación y la esclavización de las po-blaciones amerindias fueron una constante quedelineó la desigualdad en todo el continente. Lapresencia de los negros africanos, trasladados adistintas partes de Latinoamérica en condición deesclavitud, fomentó la reproducción de la desi-gualdad, anclada en criterios étnicos, de color yraza, que aún marcan la exclusión social y la mar-ginación económica de la mayoría de la población.La esclavitud niega el derecho al propio cuerpo.Después de la independencia, esta perversa heren-cia colonial se volvió aún más pesada por los suce-sivos golpes de Estado y los gobiernos dictato-riales, que consolidaron el poder de las elites, ins-taurando creciente asimetría entre los distintos

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segmentos y grupos en cada sociedad. El interés enla manutención de los privilegios económicos dela minoría conquistó prioridad sobre las necesida-des colectivas de la mayoría. Aun cuando las leyesde los Estados prescriban la igualdad legal, la rea-lidad en que viven mujeres, niños, indígenas y ne-gros es marcada por la miseria, que restringe elpoder de decidir sobre el propio cuerpo. La inser-ción de Latinoamérica en la economía de mercadocontemporánea agravó aún más este panorama.Circunscrito al factor económico, el poder se con-centra en las manos de los que pueden pagar porlos beneficios del consumo, disminuyendo drás-ticamente la capacidad de elección y el poder dedecisión sobre la propia existencia para los indivi-duos, grupos y segmentos, social y económicamen-te excluidos. Al crear pasiones y manipular deseos,el comando invisible del mercado globalizado sos-tiene la ideología que asocia consumo y placer: elconsumo es identificado con el supremo placerporque a él se atribuye la capacidad de garantizartodos los placeres, de la dimensión física a la so-cial. En virtud de eso, el derecho al propio cuerpose convierte cada vez más en una abstracción quepasa a lo largo de la vida concreta de las personas.La negación del derecho elemental a decidir sobrealgo tan inherente y básico como el propio cuer-po, el vehículo de la existencia, establece un dese-quilibrio entre la experiencia del placer y del do-lor. El placer es facultado apenas a los que puedenrefugiarse en las islas del consumo, mientras quelos demás deben sumergirse en el dolor, a la deri-va en los males de la miseria colectiva. Para que elderecho al propio cuerpo pueda ser, de hecho,condición existencial inalienable de todos en Lati-noamérica, es preciso alterar el cuadro de exclu-sión, considerando la perspectiva autóctona comopunto de partida. En este sentido, la bioética lati-noamericana tiene un papel fundamental, puesregresa la discusión ética a sus orígenes, la arenasocial, apuntando formas de intervención quepuedan garantizar respuestas efectivas a las nece-sidades específicas de individuos y grupos.

Plasmaféresis: la sangre comomercancía

Melba Barrantes Monge (Nicaragua) - CIMEDMinisterio de Salud de Nicaragua

Juan Carlos Tealdi (Argentina) - Universidadde Buenos Aires

Definición y aspectos técnicos. La plasmaféresis es elprocedimiento mediante el cual el plasma es ex-traído y separado de la sangre entera; los glóbulosrojos son retransfundidos al donante. Se practicacon fines terapéuticos. También recibe el nombrede aféresis plasmática o cambio de plasma. La

plasmaféresis es una técnica desarrollada en 1914por Abel, Rowentree y Turner, con el objetivo deextraer del cuerpo sustancias perjudiciales para elorganismo y desecharlas, regresando el resto delcomponente sanguíneo al paciente. La aplicaciónde esta técnica fue bastante limitada debido queno existía maquinaria automática específica paraseparar los componentes de la sangre; lo que re-quería aproximadamente cinco horas para extraery procesar aproximadamente un litro de sangre.En 1960 Schwab y Fahey comunicaron que laplasmaféresis era beneficiosa en el tratamiento dela macroglobulinemia de Waldestrom. En 1962Alan Solomon y John L. Fathey brindaron un in-forme de diecinueve pacientes que padecían deun tipo de macroglobulinemia y a quienes se lesrealizó plasmaféresis. A partir de entonces la plas-maféresis se ha convertido en una técnica esencialen el tratamiento de varias enfermedades. Laplasmaféresis busca básicamente tres cosas: 1. Laremoción de anticuerpos específicos creados poruna enfermedad específica. 2. La remoción desustancias inflamatorias no específicas que ac-túan como complemento. 3. La remoción de com-plejos inmunes circulantes. De acuerdo con la So-ciedad Americana de Aféresis, son indicaciones deplasmaféresis (como tratamiento primario) lassiguientes enfermedades: polineuropatía inflama-toria desmielinizante aguda, anticuerpo antimem-brana basal glomerular, polirradiculoneuropatíacrónica inflamatoria desmielinizante, polineuropa-tía desmielinizante con IgG/IgA, miastenia gravis,púrpura postransfusión, púrpura trombocitopé-nica trombótica. En otras enfermedades, esteprocedimiento puede ser eficaz y aceptablecomo tratamiento; ejemplo, crioglobulinemia,hipercolesterolemia familiar, mieloma. La plasma-féresis es utilizada también como un tipo de dona-ción de sangre. La ventaja de esta técnica es quepermite obtener más cantidad de plasma y plaque-tas de un solo donante y, por el hecho de no donarglóbulos rojos, la recuperación es casi inmediata.

Aspectos éticos. La plasmaféresis constituye unprincipio público que se inscribe en un contextolegal y ético. Es un procedimiento en que se en-cuentran involucrados el paciente, la institucióndonde se realiza, las personas que trabajan en di-cha institución, el médico, el Estado y la sociedad.Desde el punto de vista bioético, debe ser un pro-cedimiento que lleve al bien común. La extracciónsanguínea no debe constituir un acto de malefi-cencia para el donante; muy por el contrario, esteprocedimiento debe ser un acto de beneficenciaen que el fin sea el bienestar del paciente (cuandose aplica para tratamiento) o de la sociedad. Nodebemos olvidar la importancia de la autonomíadonde el paciente o donante debe actuar con laadecuada información y sin coerción. El desarrollo

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de las donaciones de sangre y la obtención de hemo-derivados ha traído consigo problemas éticos nue-vos y complejos, que demandan de los científicosmayores exigencias éticas en su relación con losdonantes, la comunidad científica y la sociedad.Las instituciones donde se practica dicho procedi-miento requieren de forma vital los principios dela bioética. Los principios éticos siempre han esta-do presentes en la colección, el procesamiento y latransfusión de la sangre y sus componentes. Fun-damentalmente, están orientados a la proteccióndel donante y del receptor de sangre. El científicoque lleva a cabo la plasmaféresis debe ser honestoy justo, teniendo en cuenta la gran responsabili-dad que ha asumido ante la sociedad y el carácterhumanista que debe tener en su actividad. La me-dicina y la salud son productos sociales que re-quieren un profundo e imprescindible sentido éti-co y humanístico.

La venta de sangre. La donación de sangre, basadaen el principio de la solidaridad, es de carácter al-truista y por tanto gratuita. Este es el fundamentode los programas nacionales de sangre. El 10 deenero de 1978, el director del diario La Prensade Nicaragua, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal,fue asesinado por denunciar en sus artículos,“Crónicas de un Vampiro”, un negocio de venta desangre que tenía entre sus socios al dictador Anas-tasio Somoza. Uno de sus asesinos declaró habersido contratado para el atentado por Pedro Ra-mos, propietario del denunciado Centro de Plas-maféresis de Managua. Dicho centro pagaba cua-tro córdobas por cada medio litro de sangre queextraía a pobres e indigentes. Con sus cien mil“donaciones” anuales, de las cuales dos tercios seexportaban, se había constituido en el mayor pro-veedor de plasma de la industria farmacéutica es-tadounidense. La Food and Drug Administration(FDA) le había otorgado licencia. El 11 de enerode 1978, luego del asesinato de Chamorro, unamuchedumbre prendió fuego a las instalacionesdel Centro de Plasmaféresis. Al cerrarse el centronicaragüense, la compra de sangre se trasladó aHonduras, México y Zaire. En México, durante losaños ochenta, se difundió el “donador pagado”que vendía su sangre y su plasma hasta cinco ve-ces por semana. Se separaba el plasma y al “do-nante” le reinyectaban los glóbulos rojos y vitami-nas. Si aceptaban que les inyectaran sangre paraproducir sueros tipificados, les pagaban más. Loscentros de plasmaféresis eran propiedad de lacompañía Industrias Biológicas Mexicanas, queexportaba el plasma a Estados Unidos y España,donde la industria farmacéutica lo utilizaba paraelaborar productos derivados como el factor an-tihemofílico, las gamma globulinas, el anti Rho, laalbúmina y la vacuna de la hepatitis B. Más de lamitad de los donadores pagados en México se

infectaron con VIH y murieron. El gobierno mexica-no prohibió el comercio de sangre y cerró los cen-tros de plasmaféresis. En Honduras, se construyóun centro de plasmaféresis frente al mercado deTegucigalpa; y a Puerto Cortés llegaban los barcosque funcionaban como centros de recolección deplasma. Haití también contó con un centro deplasmaféresis y una gran cantidad de su plasmaera importado por Francia, que tuvo su gran ca-tástrofe de contaminación a hemofílicos duranteel comienzo de la epidemia VIH-sida. Zaire, bajola dictadura de Mobutu Sese Zeko, pasó a ser elmayor aprovisionador de plasma del mundo y pa-gaba de dos a cinco dólares por unidad de plasmaque mayoritariamente era exportada a EstadosUnidos. Cuando la actividad de esos centros fuedenunciada, estos se desplazaron hacia el sudesteasiático hasta que Tailandia prohibió la venta desangre y en India se constató que el 90% de los do-nadores pagados estaban infectados por VIH. Loscentros de plasmaféresis se mudaron a Sudáfricay a China, cuyo gobierno promovió la instalaciónde los mismos en zonas rurales durante los añosnoventa. En todos los casos pudo observarse un co-mún denominador de explotación a pobres e indi-gentes bajo regímenes dictatoriales o autoritarios,mediados por fuertes intereses de los países ricos,con violación de la dignidad humana y las li-bertades fundamentales, así como de los princi-pios éticos básicos. Esta comercialización delcuerpo humano se extendería a los trasplantes deórganos y las muestras biológicas y genéticas.

Referencias

A. Kliman, M. F.Lesses. Plasmapheresis as form ofBlood Donation. Transfusion 1964; 4:469-472. - C. Lavora-to y cols. Experiencia inicial en plasmaféresis por mem-brana. Rev. Nefrol. Diál. y Transpl. 1991; 30:31-37. -Alejandro Brito, Comercio sanguíneo: la cara oculta de lapandemia (entrevista a Patricia Volkow), 1 de julio de2004. - Andrew Krimbell, Biocolonisation: The Patentingof Life and the Global Market in Body Parts, en Jerry Man-der y Edward Goldsmith (eds.), The Case against the Glo-bal Economy and for a Turn Towards the Local, SanFrancisco, Sierra Club Books, 1996.

Trasplante de órganos

Alexánder Mármol Sóñora (Cuba) - Institutode Nefrología Alberto Buch López

El desarrollo de los trasplantes de órganos. Graciasa los progresos de la medicina y la cirugía, se hanabierto también en el campo de la trasplantologíagrandes horizontes y posibilidades. Muchos enfer-mos, destinados irremediablemente a una muertesegura o a llevar una existencia disminuida con im-pedimentos en su actividad normal, han encontradola solución a sus problemas. La ciencia ha ido

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superando en los últimos años con tanto éxito losobstáculos opuestos a los logros de la trasplanto-logía, que en la práctica esta se ha convertido enun hecho normal y rutinario. Desde tiempos re-motos el trasplante ha sido un sueño muy acari-ciado por el hombre. En la literatura mística, el re-lato de los santos Cosme y Damián recoge lautilización de un miembro de un esclavo etíopepara tratar de sanar a un noble, pero tuvieron quepasar siglos para que estas ideas se convirtieranen realidad. El año 1902 marca un hito en el desa-rrollo de la cirugía con las técnicas de suturas vas-culares realizadas por Alexis Carrel en perros,aunque el proyecto no tuvo éxito por razones in-munológicas mal precisadas en ese momento. Laera moderna en el trasplante surge en 1952 al serdescubierto el sistema mayor de histocompatibili-dad, con el cual se conoce mejor la individualidadgenética de las personas, y en 1954 cuando Jo-seph Murria realiza el primer trasplante renal enel Brigham Hospital de Boston. Junto a esto fuenecesario que se desarrollara la inmunosupre-sión, ya que hasta el momento solo eran bienaceptados los trasplantes entre donantes y recep-tor idénticos. Este hecho posibilitó la utilizaciónde los donantes cadavéricos. La realización detrasplantes causa un problema, porque si bien al-gunos órganos o funciones simples pueden sersustituidos por equipos artificiales, y alrededor deello la ciencia y la técnica realizan un denodadoesfuerzo, la mayor parte de las veces resulta insu-ficiente o se hace imposible y entonces se imponela necesidad del remplazo por órganos o tejidosde familiares sanos. En ocasiones se utilizan losórganos de personas después de fallecidas, peroexisten órganos como el corazón y el riñón que alsoportar mal la falta del suministro de oxígeno ensus células se dañan rápidamente. En estos casoses preferible tomarlos de individuos cuya muertehaya sido diagnosticada por criterios neurológi-cos (la llamada muerte encefálica). En estos dostipos de donantes existen ventajas e inconvenien-tes que afectan tanto al donante como al receptor,y la viabilidad y posibilidad de éxito, en cada cir-cunstancia concreta, son los aspectos más impor-tantes que habrán de tenerse en cuenta para laselección.

Problemas éticos, legales y sociales de los trasplan-tes. Las legislaciones nacionales suelen prohibirque la donación de órganos, cuya motivacióndebe ser el altruismo, se fomente por intereseseconómicos; por ello no se permite ninguna retri-bución al donante, de la misma manera que porafectar la integridad de la persona solo podrá ve-rificarse para fines estrictamente terapéuticos. Lapreparación científica, el conocimiento y dominiode la técnica y la infraestructura necesaria para larealización del trasplante son exigencias reguladas

por las leyes y las normas de cada país. Las circuns-tancias han ido variando en los últimos años por laeficacia que han demostrado los trasplantes de ór-ganos extraídos de un cadáver. Para muchos, estosdonantes son más deseables que las personas vi-vas; en igualdad de circunstancias, recurrir a undifunto parece mucho más lógico al ser los benefi-cios prácticamente iguales sin ninguna desventajapara el donante. Otros dicen que no tiene sentidoatentar, aunque sin graves consecuencias, contrala integridad de una persona, cuando el fallecidoacaba de perder su vida y sus restos están destina-dos también a una destrucción inmediata. En épo-cas anteriores, la mutilación de un cadáver eraconsiderada una especie de profanación; la iglesiacatólica no permitía la incineración. Motivos reli-giosos y sentimientos de respeto, como se dan entodas las culturas, inclinaban a conservar el ca-dáver en su integridad hasta el momento de lasepultura. La experiencia muestra que personasque se preocuparon poco por el difunto durantesu vida se sienten obligadas a acompañarlo y ala-barlo cuando ya esto no tiene ningún sentido.Este criterio ha cambiado en la actualidad y la do-nación es asumida como un acto de caridad cris-tiana; así está recogido en la XI Encíclica papal.Por vez primera el papa Juan Pablo II asistió a lainauguración de un Congreso Mundial en términosde medicina, precisamente el XVIII Congreso deTrasplante en septiembre de 2000 en Roma. Allí serefirió a aspectos de la muerte encefálica, la dona-ción y el consentimiento informado de receptoresy familiares de donantes. El problema mayor secentra en constatar con seguridad la existencia dela muerte. Si los criterios tradicionales, como laparada cardiaca o la ausencia de la respiración,perdieron su validez científica, hoy existen otrossignos que ofrecen suficiente garantía. El caráctermisterioso de la muerte y los sufrimientos quenormalmente la preceden han motivado múltiplesteorías y especulaciones sobre su causa y defini-ción exacta, pero la mayoría de los autores con-temporáneos la sustentan sobre bases neurológi-cas y se define en la actualidad como la pérdidairreversible de la capacidad y del contenido de laconciencia. La finalidad primordial en el donantecadáver consiste en conservar los órganos en lasmejores condiciones posibles hasta el momentode la extirpación, para facilitar el éxito del tras-plante. Los miedos y reticencias que todavía exis-ten, como si hubiera peligro de acelerar su fin porel deseo de realizar el trasplante no tiene ningunajustificación y pertenecen más bien al mundo delo imaginario e irracional. Las mismas normas le-gales impiden con diferentes disposiciones queesta pura hipótesis se convierta alguna vez en rea-lidad. En cuanto al consentimiento del fallecido, eldifunto deberá haberlo manifestado antes de su

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fallecimiento. Su voluntad, favorable o negativa,merece un profundo respeto, sin que nadie puedacambiarla después, de acuerdo con sus propiosgustos o sentimientos. En muchos países del pri-mer mundo, en caso que no conste, sus familiareso la autoridad competente podrán permitir el tras-plante para fines terapéuticos, ya que a diferenciade los vivos, la extirpación no constituye ningunalimitante de sus posibilidades. La postura parececorrecta y éticamente aceptable. Con estas nor-mativas en dichos países, cualquier persona sabeque, al no manifestar su negativa, se convierte porel mismo hecho en un donante potencial. En esteproblema relacionado con la donación de órga-nos, Cuba ha sentado un hito en la historia de lamedicina universal. Casi el 80% de la poblaciónadulta del país expresó su conformidad con quesus órganos fuesen utilizados en caso de muerte.Alrededor de esto se debaten múltiples criterios, ygracias a la legislación actual sale publicada en lagaceta oficial la ley de muerte encefálica, aspectoeste que se aplicaba en nuestros hospitales peroque queda muy bien definido a partir de 2001. Lasolución más eficaz debería lograrse por otro ca-mino. Si la donación de órganos después de lamuerte es un gesto de solidaridad con muchos ne-cesitados y un remedio para mejorar su calidad devida, o hasta su misma subsistencia sin ningún in-conveniente para el donante, habría que desper-tar por todos los medios una conciencia social másprofunda de la magnitud del problema. No hayderecho a que por ignorancia de la situación, indi-ferencia frente a situaciones graves y a veces dra-máticas, o por una simple apatía y comodidad delque vive despreocupado porque no sufre perso-nalmente o en algún ser querido la angustia deuna espera, muchas personas estén condenadas amorir o a vivir con limitaciones importantes.

El trasplante renal. La problemática de los enfer-mos renales adquiere hoy una importancia parti-cular. La insuficiencia renal crónica está conside-rada una epidemia aunque otros la consideranpandemia. Cada diez años se duplican en cadapaís el número de pacientes que están en trata-mientos sustitutivos de la función renal, mediantela diálisis peritoneal o la hemodiálisis (riñón arti-ficial). La causa de este incremento, sin que hayaexistido aún una meseta en ningún país, se debe aque las dos primeras causas que producen más dela mitad de la enfermedad son la diabetes mellitusy la hipertensión arterial, ambas con incidenciasmayores cada año. Asimismo al aumentar la ex-pectativa de vida, muchas personas dejan de mo-rir más jóvenes y tienen más tiempo para entraren este camino del remplazo de la función renal.La población en diálisis es cada día mayor y conedad avanzada en más del 50% de los casos, locual ha motivado que los programas de trasplante

renal cada día permitan mayor edad de sus recep-tores. El trasplante renal va siendo ya una prácticageneralizada, que ha alcanzado un nivel de efica-cia impresionante. Es la mejor solución para mu-chos pacientes cuya esperanza media de vida nosobrepasa los 10 o 12 años, y que necesitan la diá-lisis. Esta situación, como es comprensible, nosolo dificulta la integración social del enfermo,sino que afecta también a otros niveles de su per-sonalidad. Son enfermos crónicos y en un procesode progresivo deterioro, dominados por la amena-za de la muerte y esclavos de una máquina que lossostiene durante algunos años, pero sin perder laesperanza de un trasplante como la única salidapara su futuro. El trasplante renal es no solo me-jor desde el punto de vista biológico sino tambiénpara asumirlo económicamente. La diferencia essustantiva ya que un paciente en diálisis peri-toneal o hemodiálisis cuesta alrededor de cuarenta yseis mil dólares por cada año en Estados Unidos,mientras que el trasplante renal cuesta sólo diecisietemil en el primer año, y luego se abarata más al con-sumir menos medicamentos y ser cada vez más espo-rádicos los chequeos médicos y complementarios.

Desarrollo del trasplante renal en Cuba. Para Cuba,el abordaje del trasplante renal es también impor-tante; de hecho se encuentra en primer lugar encuanto a programas de toda Latinoamérica y enuno de los más importantes del mundo en cuantoal número de trasplantes realizados por millón dehabitantes. Hoy día se han realizado alrededor dequinientos mil trasplantes renales en todo el mun-do. En Cuba esta actividad importante comienzael 24 de febrero de 1970, liderada por el profesorAbelardo Buch López, al cual debe su nombre elInstituto de Nefrología. Para 2006 se habían efec-tuado tres mil quinientos trasplantes entre losnueve centros del país; de ellos mil doscientos sehabían hecho en el propio Instituto. En todos esosaños Cuba se encontró a la cabeza de los países deLatinoamérica por efectuar el mayor número detrasplantes por millón de habitantes, con donantecadavérico, gracias al sistema tan fuerte de obten-ción de órganos en muerte encefálica. En los últi-mos años se alcanzaron las tasas de realizaciónmás elevadas, oscilando entre diecisiete a veintepor millón de habitantes. Pero como sin donantesno hay trasplantes, Cuba ostentó también una delas seis primeras tasas de donación en todo elmundo en 2001, terminando 2005 con diecisietedonantes por millón de habitantes. Este logro noes tan solo en el campo de la medicina como prác-tica profesional, sino en el de la solidaridad hu-mana, bajo el principio cardinal de que todo pa-ciente tributario de dicho proceder lo reciba sinimportar raza, sexo, profesión o nivel cultural, yaque la salud es un derecho del pueblo. Un conjun-to de disciplinas tienen que vincularse para que la

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actividad se desarrolle: cirugía, urología, aneste-siología, psicología, anatomía patológica y nefro-logía, entre otras. Todas ellas sobre la base de lainmunología que trata de buscar una mayor com-patibilidad entre donante y receptor, dado que eltrasplante constituye una alteración de las leyesbiológicas que posibilitan el surgimiento, desarro-llo y conservación de la vida. Desde 1988 la selec-ción de la pareja donante-receptor se hace de for-ma automática a los pacientes que se encuentranen métodos sustitutivos de su función renal. Setienen en cuenta primero los criterios inmunoló-gicos –grupo sanguíneo, compatibilidad HLA y %de sensibilidad–, a los cuales se suman aspectoscomo las prioridades sociales, o los niños o perso-nas que no tienen vía de acceso vascular para lashemodiálisis y no podrían sobrevivir más que uncorto período. La actividad de trasplante renal enCuba se distingue de muchos otros países porquela moral de la sociedad refleja y fija a través deprincipios y normas de conducta el humanismo delas personas participantes alrededor del trasplan-te. La base económica determina los componentesde la superestructura, y no obstante, esta últimatiene dialécticamente una independencia relativa.Cuba es un ejemplo claro de este fenómeno, yaque a pesar de una base económica aún subdesa-rrollada, el Estado socialista se preocupa por utili-zar gran parte del Producto Nacional Bruto en elcampo de la salud. Recientemente, para abordarla problemática de esta epidemia del siglo XXI, lainsuficiencia renal, el Estado cubano ha incorpo-rado la nefrología entre los programas prioriza-dos de la revolución, porque sin este apoyo seriaimposible mantener a ciento setenta y cuatro pa-cientes por millón de habitantes en métodos susti-tutivos de la función renal distribuidos por todo elpaís, lo cual crece cada año. En este programa, secrearon quince nuevos servicios de nefrología(2004-2005) para llevar este tratamiento lo máscerca posible del lugar donde reside el enfermo, elcual vivirá allí el resto de su vida mientras esperaun futuro trasplante en caso que sea un verdaderocandidato. De esta forma se afirma el papel delEstado, que además de distinguir la insuficienciarenal como problema de salud la considera unproblema político y social. Sobran ejemplos depaíses que no pueden afrontar todos estos trata-mientos tan costosos y donde muchas personasmueren en etapas terminales de uremia al no serabordados o no poder entrar en estos programaspor causas económicas.

El binomio donante-receptor. En el trasplante re-nal existe una importante relación dialéctica en elbinomio donante-receptor. Por un lado, se encuen-tra un paciente en estadio final de su enfermedad re-nal, que fija sus esperanzas en el trasplante comoúnica forma de rehabilitación biopsicosocial; por

otro, el donante, con sus dos variantes, vivo y cada-vérico. En el primer caso el donante procede por logeneral de un familiar (emparentado) o de unapersona emocionalmente relacionada (no empa-rentada). Estos tipos de donantes ponen de ma-nifiesto un verdadero problema ético-legal don-de intervienen no sólo leyes biológicas comofundamento básico del trasplante, sino tambiénlos factores sociales y morales. Muchos paíseshan logrado trasplantar con mayor número dehistocompatibilidades porque primeramente tie-nen un mayor grupo de receptores y las leyes deprobabilidad son mayores. Además, se han creadogrupos de intercambios de órganos entre paísespara hacer llegar un riñón más compatible a pa-cientes que desde el punto de vista inmunológicolo requieran, ya que sin esto les sería imposible eléxito, pese a las nuevas drogas inmunosupreso-ras. En Cuba no es posible realizar este intercam-bio por el momento, por situaciones inherentes anuestra región, donde los países miembros, a pe-sar de la relativa cercanía, tenemos dificultadesde transporte que impiden facilitar un intercam-bio de vísceras para trasplante, lo cual repercuteen un tiempo de isquemia prolongado. Por otraparte, muchos de estos países no tienen un ade-cuado sistema de obtención de órganos, que des-cansa sobre todo en el donante vivo. Cuba cuentacon un sistema fuerte de obtención de órganosque permite la realización del trasplante con do-nante cadáver en más del 90% de los casos, yequipos multidisciplinarios que se encuentran tra-bajando ya en cuarenta y dos hospitales por todoel país. No obstante, se ha ido trabajando más conel donante vivo emparentado de primera línea(padres, hermanos e hijos); del 4% de los tras-plantes de este tipo realizados en 1994 se llegó en2005 a un porcentaje del 10%. Por consideracio-nes éticas, no existe relación entre el grupo quehace el diagnóstico de muerte por criterios neuro-lógicos; lo maneja y realiza finalmente la nefrec-tomía, con el equipo encargado de hacer y seguirel trasplante renal. Una vez extraída la víscera seprocede, por parte del segundo equipo con su cen-tro coordinador nacional en el Instituto de Nefro-logía, a buscar luego del tipaje el mejor receptordentro de este programa automático que tiene to-das las variables y hace una selección mejor nosólo desde el punto de vista biológico sino tam-bién en el orden ético y de total transparencia. Aldecidir un país qué tipo de donante utiliza en ma-yor grado –cadáver o vivo–, tiene en cuenta nosolo aspectos de resultados biológicos buenos,como el uso del donador-cadáver con potentes in-munosupresores, sino que los factores religiosos yéticos de esa sociedad en particular lo llevan a unlado o el otro. El ejemplo más típico es Japón,donde no se acepta por la legislación ni por la

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población obtener órganos de cadáveres. Debedecirse que con el curso de los años los trasplantesde donante cadavérico cada día tienen mejores re-sultados. No obstante, al compararlos con los tras-plantes renales de donantes vivos relacionados,estos últimos ofrecen mayores expectativas en elmismo período. Son varios los factores que se se-ñalan al respecto, pero en forma general se consi-dera que el trasplante de cadáver es una opera-ción de urgencia, con largos periodos de isquemiafría, con menor número de compatibilidades y untiempo de espera del receptor en los planes dediálisis que a veces sobrepasan 2 y 3 años. El tras-plante de donante vivo relacionado se efectúa conuna cirugía electiva, con corta isquemia fría, ma-yor grado de compatibilidad y el tiempo de esperaen métodos sustitutivos es menor y depende des-de la decisión del receptor y su familia hasta queel equipo de trasplante lo realice. Para sintetizarel análisis sobre los donantes vivos, conviene dis-tinguir dos realidades sociales y culturales dife-rentes: por un lado, un grupo de países desarrolla-dos que tienen en común riqueza, alto nivel derentas, sistemas desarrollados de protección so-cial, seguros de enfermedad, disponibilidad gene-ral de diálisis, sistema sanitario avanzado y nece-sidades básicas cubiertas para toda la población,con programas de donantes cadavéricos bastantedesarrollados y valores culturales definidos; porotro lado, el mundo en vía de desarrollo, dondefalta todo lo anterior y el trasplante de donantevivo es la única alternativa a la muerte. Además,la miseria está generalizada, el nivel de justiciasocial es mínimo, carecen de sistemas de protec-ción social, predominan las necesidades básicas,agua potable, comida, alcantarillado, y la igno-rancia y pobreza extrema constituyen el caldo decultivo. En estas circunstancias, la coacción adop-ta diversas modalidades, derivadas de la ignoran-cia (consentimiento no informado) y la pobrezaextrema (consentimiento desesperado). En esascondiciones ha florecido el comercio de órganoscon el escándalo consiguiente del mundo rico yla condena generalizada del ordenamiento jurí-dico de muchos países, de las sociedades de tras-plante, de la Comunidad Europea y de la Organi-zación Mundial de la Salud. Esta nefasta prácticamédica es el resultado de la miseria creciente deuna gran parte de la población, afectada cada vezmás por las políticas neoliberales, que provocan,entre otros males, la falta de asistencia médica.

El donante vivo. Al inicio de los trasplantes de donan-te vivo, la actitud de los médicos fue expectanteante la duda por la mutilación de una personasana; sin embargo, al evolucionar los resultadosobtenidos con los trasplantes relacionados enmuchos lugares del mundo, aumentó su práctica,como sucede en Estados Unidos. El uso del donante

vivo no relacionado se inició desde los primeros mo-mentos del trasplante renal. Desde su comienzo fuerechazado por la comunidad de trasplante, debido aun alto grado de desconfianza sobre la motivaciónhumana de este tipo de donante. Sin embargo, en laactualidad la comunidad de trasplante tiene opinio-nes diferentes y controvertidas, sobre todo cuandola Organización Mundial de la Salud recomendóutilizar solo donante vivo genéticamente relacio-nado. En Cuba no está permitido por la legislaciónel trasplante entre personas emocionalmente re-lacionadas; se exige tener compatibilidades, ga-rantizando la transparencia de las selecciones,bajo leyes biológicas bien establecidas. De esemodo, en 1979 se efectuó el primer trasplante re-nal en Cuba entre hermanos gemelos. Desde en-tonces y hasta la fecha se han realizado casi tres-cientos, todos entre personas emparentadas. En eltrasplante con donante los resultados en Cubahan sido mejores que con los de donante cadáver,e igualables a los de donantes vivos de otros paí-ses. Por el valor ético de este tipo de trasplantes seprocura mantenerlos, luchando por incrementar-los pero permitiendo alteraciones biológicas delos donantes que pudieran implicar males en elfuturo a ese donante que ha hecho un acto altruis-ta y debe ser bien protegido. Por tener Cuba latasa de trasplante más alta de Latinoamérica, confrecuencia sus servicios de salud reciben deman-das para efectuar este tipo de práctica a extranje-ros. Al respecto está bien definido que deben cum-plirse las mismas reglas que la ley tiene para losciudadanos cubanos, es decir, que el paciente ex-tranjero debe viajar a Cuba con su donante fran-camente compatible. Se vuelven a estudiar estoscasos para las moléculas HLA y si no hay compati-bilidad, aunque sostengan ser parientes de prime-ra línea, el trasplante no se efectúa. De esta formase logran mantener los principios éticos que Cubaexige, evitando que cualquier otro tipo de tras-plante sea mal interpretado como un negocio o untráfico inconsciente de órganos. La donación devivos no está ampliamente divulgada por los me-dios como el de la obtención con donante cadavé-rico. Cabe preguntarse cuál es la causa de esta nodivulgación: si el respeto a los familiares, su vo-luntariedad o el temor a que un paciente necesita-do de una víscera para vivir una vida normal pue-da ejercer involuntariamente una coacción sobrelos padres o hermanos, invocando una posiblemuerte si no le dan uno de sus riñones. Los casos noaceptados como tributarios de recibir un riñón deun donante vivo por consideraciones médicas o éti-cas se incluyen en el programa nacional de selec-ción con donante cadavérico. Al referirse a este tipode trasplante, Ortuño, nefrólogo español, señala:“... desde la perspectiva de los países ricos se propugnaaumentar los trasplantes de vivo, liberalizando los

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criterios de aceptación. Desde la perspectiva lati-noamericana y de los países pobres, por el contra-rio, deben establecerse criterios más rígidos y res-tringidos, porque el empleo de donantes vivos norelacionados aumenta la posibilidad de explotaciónde los pobres, frecuentemente tentados a vender susórganos antes de morir de hambre”.

Referencias

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