deficit de la politica nacional

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CNL.OIM. HERIBERTO J E ROMAN EL EJÉRCITO NACIONAL JULIO A ROCA: La Campaña del Desierto y la determinación definitiva del territorio con las actuales líneas de fronteras Pensar en Nacion POLÍTICA y SOCIEDAD Defensa y Seguridad Publicación de Pensar en Nación Autor 25-10-2014 PENSAR EN NACIÓN Los trabajos que se publican en este espacio no pretenden ser determinantes sino solo un instrumento para: recapacitar, vivir el hoy, diseñar un futuro, teniendo en cuenta las enseñanzas del pasado para reconstruir las instituciones dañadas y esenciales para la nación. ARGENTINA Heriberto J E Roman (@HJEROMAN77) | Twitter HERIBERTO J E ROMAN - Argentina | LinkedIn DEFENSA LA CONCIENCIA NACIONAL Siempre pensé que a la Argentina mi país le faltaba un “Núcleo Duro de Pensamiento Político”, una directriz del pensamiento nacional que por su agudeza y fuerza sirviera para el crecimiento como nación independiente libre y soberana y no me refiero a persona alguna si pueden estar incluidos los grandes hombres y mujeres, próceres de nuestra historia, las ciencias y las artes. Tampoco es una nube de ideas, por mas creativas que fueren. Si puede coincidir el centro de gravedad de la nube con el “Núcleo Duro”, en ese caso la acción de llevar adelante las ideas sería congruente con la necesidad íntima de la nación . Es decir, por ejemplo, el “Coloquio de Ideas” que a todos nos suena, puede o no ser congruente. Parece que el pensamiento que propongo ha sido ya definido como “Conciencia Nacional”. La conciencia nacional emana de la misma historia y la nuestra fue muy rica, ésta creo, se fue logrando, con intensión o sin ella hasta la década del 40, aunque con una mochila de oligarquía que pudo haberse soslayado, sin dañar al núcleo. En esta década, políticos como Arturo Frondizzi y generales como Manuel N Savio, embuidos por este núcleo generaban progreso y crecimiento genuino. La conciencia nacional, compartida por un grupo humano, la nación , constituye la expresión de sus afinidades culturales y emocionales y, en definitiva, de todos los rasgos que lo configuran como único y distinto frente a otros grupos, incluso ante otras naciones. La inserción forzada por el chavismo, de una conciencia de patria grande, no tiene sentido. La conciencia nacional es un proceso en evolución permanente, y su consolidación a lo largo del tiempo determina su ascenso gradual desde los orígenes tribales hasta la culminación en una sociedad actual estable. Nacida del instinto de supervivencia, se perfecciona al compás de los acontecimientos históricos y de las relaciones con otros grupos hasta culminar, en una primera fase, con la aparición de un estado , definido por la existencia de un poder político común.

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Page 1: DEFICIT DE LA POLITICA NACIONAL

CNL.OIM. HERIBERTO J E ROMAN

EL EJÉRCITO NACIONAL

JULIO A ROCA: La Campaña del Desierto y la

determinación definitiva del territorio con las

actuales líneas de fronteras

Pensar en Nacion POLÍTICA y SOCIEDAD Defensa y Seguridad Publicación de Pensar en Nación

Autor

25-10-2014 PENSAR EN NACIÓN

Los trabajos que se publican en este espacio no pretenden ser determinantes sino solo un instrumento para: recapacitar, vivir el hoy, diseñar un futuro, teniendo en cuenta las enseñanzas del pasado para reconstruir las instituciones dañadas y esenciales para la nación.

ARGENTINA

Heriberto J E Roman (@HJEROMAN77) | Twitter HERIBERTO J E ROMAN - Argentina | LinkedIn

DEFENSA LA CONCIENCIA NACIONAL Siempre pensé que a la Argentina mi país le faltaba un “Núcleo Duro de Pensamiento Político”, una directriz del pensamiento nacional que por su agudeza y fuerza sirviera para el crecimiento como nación independiente libre y soberana y no me refiero a persona alguna si pueden estar incluidos los grandes hombres y mujeres, próceres de nuestra historia, las ciencias y las artes.

Tampoco es una nube de ideas, por mas creativas que fueren. Si puede coincidir el centro de gravedad de la nube con el “Núcleo Duro”, en ese caso la acción de llevar adelante las ideas sería congruente con la necesidad íntima de la nación. Es decir, por ejemplo, el “Coloquio de Ideas” que a todos nos suena, puede o no ser congruente. Parece que el pensamiento que propongo ha sido ya definido como “Conciencia Nacional”. La conciencia nacional emana de la misma historia y la nuestra fue muy rica, ésta creo, se fue logrando, con intensión o sin ella hasta la década del 40, aunque con una mochila de oligarquía que pudo haberse soslayado, sin dañar al núcleo. En esta década, políticos como Arturo Frondizzi y generales como Manuel N Savio, embuidos por este núcleo generaban progreso y crecimiento genuino. La conciencia nacional, compartida por un grupo humano, la nación, constituye la expresión de sus afinidades culturales y emocionales y, en definitiva, de todos los rasgos que lo configuran como único y distinto frente a otros grupos, incluso ante otras naciones. La inserción forzada por el chavismo, de una conciencia de patria grande, no tiene sentido. La conciencia nacional es un proceso en evolución permanente, y su consolidación a lo largo del tiempo determina su ascenso gradual desde los orígenes tribales hasta la culminación en una sociedad actual estable. Nacida del instinto de supervivencia, se perfecciona al compás de los acontecimientos históricos y de las relaciones con otros grupos hasta culminar, en una primera fase, con la aparición de un estado, definido por la existencia de un poder político común.

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Requiere de normas de obligado cumplimiento por todos, un espacio geográfico propio y una voluntad compartida de defender lo que considera suyo, generando una fuerza para expresar esa voluntad ante los demás y para ejercerla en caso necesario. Las FFAA, en concreto, son un merecimiento de las naciones. Sentimiento de identidad común, sentido de propiedad y pertenencia colectiva, voluntad y capacidad de defender el patrimonio de todos, son pilares básicos de la conciencia nacional. En las sociedades muy desarrolladas, el sentimiento identitario ha trascendido las viejas fronteras de las naciones existentes y se ha extendido a otras cuyas similitudes políticas, económicas y sociales, fruto de la pertenencia a una civilización común, son tan evidentes que la supervivencia y el progreso de esa civilización necesitan del concurso activo de todas ellas. Es el caso de las naciones avanzadas que han adoptado el modelo de integración para sus políticas económicas, y el concepto de seguridad y defensa puede ser compartido frente a las actuales amenazas que acechan en todas las partes del mundo en la modalidad mas reciente de “Nuevas Guerras”. Esto nos llama a una profunda reflexión sobre el “Sistema de Defensa” que en Argentina no existe y la prueba mas reciente fue el establecimiento del Escudo Norte, una solución mal generada y mal ejecutada sin ningún resultado, los ejemplos sobran. Otros trabajos Conciencia nacional para el Dominicano José Manuel Fernández Núñez Identidad Nacional HERIBERTO J E ROMAN Coronel ( R ) OIM-EA

AVANCE DEL PLAN DE TRABAJO AL 19-04-15 ANTECEDENTES DOC PREVIOS ENSAYOS PROYECTO

BOLIVIA: Utiliza políticas energética s en expansión.

ISIS: SE MANIFIESTA COMO GLOBAL

BOLIVIA: Mimetiza el Narcotráfico con acciones de operaciones contra la droga

CHINA: Base con Capacidad Militar

La naturaleza de los nuevos riesgos es-tratégicos. La perversa legislación de Seguridad Nacional, en el año 2014 La Democracia y la política de los derechos humanos Las FFAA y el narcoterrorismo

ARGENTINA-Urge una Nor-mativa Eficaz de DEFENSA y SEGURIDAD.

UTP[01].Proy-7019 UTP[02].Proy.6807

Docs. Centrales

ARGENTINA: La desnatura-lización de la Defensa Nacional

ARGENTINA: Se necesitan respuestas políticas.

ARGENTINA: Porqué debe interesar la función DEFENSA

ARGENTINA: La Droga

Ley de Defensa y Seguridad (Primera Revisió n-Año2006)

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“EL NUCLEO DURO DE PENSAMIENTO POLÍTICO ÚNICO”

Debe estar por encima de lo que el articulista menciona en su escrito, para evitar desvíos de eterno conflicto.

Reconstruirlo costará tantos años como de 1853 a 1940, pero es necesario

Nación - 04-Abr-15 – Opinión Un país de excepcionalidades e incongruencias. por Eduardo Fidanza La idea de que la Argentina, por sus características e historia, es una nación atravesada por la excepcionalidad constituye un tópico de los debates sobre el pasado, el presente y el futuro del país. Cuando se discute este punto, no se suele considerar la excepcionalidad argentina como una virtud, sino como el resultado de la desviación de un supuesto curso de desarrollo y modernización, seguro y promisorio, que se habría malogrado a mediados del siglo pasado. A veces con fundamentos, otras veces con ligereza, se afirma que si la Argentina floreciente de 1910 hubiera perseverado en políticas de liberalización del comercio, de fomento de la economía privada y de alineamiento inequívoco con Occidente, hoy ostentaría un grado de desarrollo comparable a los países del Primer Mundo. Este argumento contra-fáctico, que para algunos equivale a un artículo de fe, es rebatido por otro enfoque, que con razones igualmente atendibles considera que aquella Argentina del primer centenario encubría, bajo los brillos de un progreso impresionante, condicionamientos sociales, económicos y culturales que le habrían impedido el desarrollo sustentable. Detrás de estos razonamientos en pugna se dibuja el rostro de dos contendientes irreconciliables: el liberalismo político y el populismo, cuyas interpretaciones de la historia encuentran muy pocos puntos en común. En cierta forma, éste es un debate vigente, aunque abstracto, que la historia fáctica fue condicionando con avances y retrocesos sucesivos. Quizás entre los avances haya que computar la constitución del Estado benefactor, un proceso mundial que la Argentina completó bajo la tutela de sus dos grandes partidos históricos, el peronismo y el radicalismo. Ambos, a pesar de diferencias de enfoque, legislaron en favor de la ampliación de los derechos civiles, sociales y humanos, lo que acaso constituya un capital no desdeñable de la Argentina, un país cuyas elites intelectuales a menudo se autoflagelan como si ningún tipo de progreso hubiera tenido lugar. A la excepcionalidad argentina, el último cuarto de siglo le agregó notorias incongruencias. En el plano político, la evolución del radicalismo y del peronismo arroja resultados al menos paradójicos, que por cierto condicionan el presente. Luego de protagonizar la recuperación de la democracia, el radicalismo inició un largo crepúsculo, acentuado después de su trágica salida del gobierno en 2001. Como contrapartida, el peronismo incrementó su poder político y electoral convirtiéndose en la fuerza dominante del sistema. El resultado está a la vista y puede formularse en estos términos: el peronismo no es el único partido capaz de gobernar la Argentina; es el que, estadísticamente, tiene más probabilidades de hacerlo en el turno siguiente, algo que viene ocurriendo, con una única excepción, desde el principio de los años 90. Esta potencialidad creció, sin inmutarse, a pesar de los drásticos cambios programáticos que van de Menem a los Kirchner. El peronismo fue estatista, luego privatista, ahora otra vez estatista. Fue tercermundista, luego se alineó con Estados Unidos y ahora regresó al redil de los países emergentes que se enfrentan, al menos retóricamente, con Occidente. En este rumbo, los sucesos de los últimos años son la materia de un debate no saldado. Otra vez asoman aquí la excepcionalidad y la incongruencia: las condiciones económicas fueron extraordinarias, los resultados discutibles, en los planos político, económico y social. La interpretación parece depender de quién emita el diagnóstico. Es una discusión sobre el debe y el haber de un breve período histórico, por eso se habla de década ganada o perdida. Hay datos para satisfacer a las dos partes, pero tal vez puedan establecerse algunos parámetros: hubo tasa de desempleo, nivel de actividad y valor de los salarios excepcionales, sin reducción acorde de la pobreza ni disminución de la desigualdad; se hicieron progresos en la ampliación de derechos civiles y humanos, mientras proliferaron el delito, las mafias y la

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corrupción. Se favoreció el consumo, mientras que para fomentarlo se despreciaron el control del gasto y la inflación, algo en lo que acuerdan aun aquellos economistas que simpatizan con los lineamientos del oficialismo, desde Stiglitz hasta Piketty. Las luces y las sombras de la Argentina, sus excepcionalidades e incongruencias, parecieran impedir que el país se libere del "cortocircuito del progreso y el regreso" del que habla Claudio Magris. En una época de transición política acaso valga la pena insistir en esta cita, a la luz de otra lejana, pero de gran actualidad que evoca la vigencia y magnitud de los problemas irresueltos. En la conclusión de su brillante ensayo Una nación para el desierto argentino, Tulio Halperin Donghi escribió acerca del interrogante que dejaba la generación del 80: "Empieza a discernirse una de las preguntas centrales de la etapa que va a abrirse: si es de veras posible la república verdadera, la que debe ser capaz de ofrecer a la vez libertad e igualdad, y ponerlas en la base de una fórmula política eficaz y duradera". FUENTE http://www.lanacion.com.ar/1781471-un-pais-de-excepcionalidades-e-incongruencias