deducción de los conceptos puros del entendimiento-sección i y ii- resumen

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Deducción de los conceptos puros del entendimiento- Secciones I y II Martín D. Córdova Pacheco Sección I.- De entre los diversos conceptos que forman nuestro conocimiento humano, están aquellos que son de uso puramente a priori, que a su vez requieren una deducción para establecer su legitimidad. Es de suma importancia señalar que esta deducción no será la empírica, que solo se refiere al origen de la posesión del contenido, sino la trascendental. Así, los conceptos analizados serán, pues, las formas puras de la sensibilidad (espacio y tiempo) y las categorías. Sin embargo, hay una distinción entre ellos: por un lado, el espacio y el tiempo, en tanto que intuiciones puras, contienen la condición de posibilidad de los objetos como fenómenos, mostrando así validez objetiva; mientras que en el caso de las categorías el entendimiento, en tanto que la intuición no necesita las funciones del pensar, señalan ya el problema: cómo han de poseer las condiciones subjetivas del pensar la validez objetiva. De esta manera, se hace urgente, además de harta esclarecedora, la tarea de efectuar una deducción trascendental de estos conceptos. Por otro lado, hay dos condiciones bajo las cuales puede ser conocido un objeto: ya sea mediante la intuición, donde éste es dado como fenómeno, o mediante el concepto, donde es pensado el objeto que refiere a dicha intuición. Es en esta segunda donde se presenta la cuestión: si es que hay un precedente conceptual a priori que permitan que algo sea pensado como objeto. Así, se perfila la tarea de la deducción trascendental: conocer los conceptos a priori que posibilitan la experiencia. Para esto, henos de dirigirnos a las tres fuentes originarias que muestran las condiciones de posibilidad, a saber: sentido, imaginación y apercepción, en las que se fundan 1) la sinopsis de lo múltiple a priori por el sentido, 2) la síntesis de ese múltiple por la imaginación y 3) la unidad de esa síntesis por la apercepción originaria. Sección II.- Se conoce como concepto puro del entendimiento a aquel concepto que exprese de manera universal y suficiente la condición formal y objetiva de la experiencia. A éstos los encontramos en las categorías. Sin embargo, en el pensamiento no opera únicamente la facultad de pensar, sino también el entendimiento, por lo que debemos atender a las fuentes subjetivas en los que se encuentran los fundamentos a priori de la posibilidad de la experiencia, no observando su naturaleza empírica, sino la trascendental. Cabe señalar que la receptividad puede hacer posible el conocimiento solo si está enlazada con la espontaneidad. En esta última encontramos tres síntesis fundamentales del conocimiento: a) la síntesis de la aprehensión de las representaciones, que es la reunión de la multiplicidad en la percepción, b) la reproducción de ellas en la

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Resumen de las secciones I y II de la Deducción de los conceptos puros del entendimiento (espacio/tiempo y las categorías) según la edición A.

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Page 1: Deducción de Los Conceptos Puros Del Entendimiento-sección I y II- Resumen

Deducción de los conceptos puros del entendimiento- Secciones I y IIMartín D. Córdova Pacheco

Sección I.- De entre los diversos conceptos que forman nuestro conocimiento humano, están aquellos que son de uso puramente a priori, que a su vez requieren una deducción para establecer su legitimidad. Es de suma importancia señalar que esta deducción no será la empírica, que solo se refiere al origen de la posesión del contenido, sino la trascendental. Así, los conceptos analizados serán, pues, las formas puras de la sensibilidad (espacio y tiempo) y las categorías. Sin embargo, hay una distinción entre ellos: por un lado, el espacio y el tiempo, en tanto que intuiciones puras, contienen la condición de posibilidad de los objetos como fenómenos, mostrando así validez objetiva; mientras que en el caso de las categorías el entendimiento, en tanto que la intuición no necesita las funciones del pensar, señalan ya el problema: cómo han de poseer las condiciones subjetivas del pensar la validez objetiva. De esta manera, se hace urgente, además de harta esclarecedora, la tarea de efectuar una deducción trascendental de estos conceptos. Por otro lado, hay dos condiciones bajo las cuales puede ser conocido un objeto: ya sea mediante la intuición, donde éste es dado como fenómeno, o mediante el concepto, donde es pensado el objeto que refiere a dicha intuición. Es en esta segunda donde se presenta la cuestión: si es que hay un precedente conceptual a priori que permitan que algo sea pensado como objeto. Así, se perfila la tarea de la deducción trascendental: conocer los conceptos a priori que posibilitan la experiencia. Para esto, henos de dirigirnos a las tres fuentes originarias que muestran las condiciones de posibilidad, a saber: sentido, imaginación y apercepción, en las que se fundan 1) la sinopsis de lo múltiple a priori por el sentido, 2) la síntesis de ese múltiple por la imaginación y 3) la unidad de esa síntesis por la apercepción originaria. Sección II.- Se conoce como concepto puro del entendimiento a aquel concepto que exprese de manera universal y suficiente la condición formal y objetiva de la experiencia. A éstos los encontramos en las categorías. Sin embargo, en el pensamiento no opera únicamente la facultad de pensar, sino también el entendimiento, por lo que debemos atender a las fuentes subjetivas en los que se encuentran los fundamentos a priori de la posibilidad de la experiencia, no observando su naturaleza empírica, sino la trascendental. Cabe señalar que la receptividad puede hacer posible el conocimiento solo si está enlazada con la espontaneidad. En esta última encontramos tres síntesis fundamentales del conocimiento: a) la síntesis de la aprehensión de las representaciones, que es la reunión de la multiplicidad en la percepción, b) la reproducción de ellas en la imaginación, que consiste en colocar en los fenómenos una ley de sucesión, de tal forma que se haga posible su inserción en nuestra imaginación, y c) su reconocimiento en el concepto, que explicaremos en lo que sigue. Para empezar, cuando se habla de un “objeto de la representación” no se habla de un objeto en particular, sino de un objeto que debe ser pensado en forma general (=X). La unidad que este objeto hace necesaria no vendría a ser más que la unidad formal de la conciencia en la síntesis del múltiple de las representaciones. Se llega así, entonces, a la apercepción trascendental, distinta de la empírica que se sustenta en un yo impermanente. La apercepción trascendental no hace referencia a otra cosa sino a la unidad de la conciencia, pura, invariable, que hace posible la representación de los objetos, su unidad y sus conexiones. Esta unidad numérica servirá, entonces, a priori como fundamento de todos los conceptos, de la misma forma que el espacio y el tiempo lo eran de la sensibilidad. Los fenómenos, en cuanto representaciones, tienen su objeto, que no puede ser intuido, siendo así no empírico, trascendental (=X). Este objeto suministra a todos los conceptos empíricos realidad objetiva, no mediante intuiciones, sino a través de aquella unidad que se encuentra en lo múltiple del conocimiento, en tanto que este múltiple refiere a un objeto. Esta referencia a un objeto trascendental opera según una ley trascendental bajo la cual están sometidos los fenómenos. Así, solo mediante la apercepción se hace posible cualquier conocimiento.