de sangre y madera

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Carlos Hernández Millán. 2012

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ediciones

QVE

DE SANGREY MADERA

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© Carlos H. Millán, 2012

Depósito Legal: AB-47-2012I.S.B.N.: 978-84-15546-31-3

Impreso en España

Edita e imprime:Ediciones QVE

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La reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, no autorizada por los autoresy editores viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente autorizada.

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ediciones

QVE

DE SANGREY MADERA

C A R L O S H . M I L L Á N

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En memoria de Ibrahim, mi padre,quien me enseñó, con su palabra y ejemplo,

las cosas más importantes.

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AGRADECIMIENTOS

ESTE LIBRO RECOGE una serie de poemas escritos durante los últimos veinte años, cuyo denominador común, cuyo nexo de unión, es la Semana Santa de mi tierra, que aparece de manera explícita o implícita en todos ellos, y los han motivado e inspirado. Como todo hecho poético, es una visión personal y subjetiva, ligada a la vivencia y experiencia del autor.

Fueron publicados (a excepción de la última parte) en Redoble, Tambor, y los suplementos de Semana Santa de La Tribuna, La Verdad, Hellín Comarcal y Diario de Hellín. Es de justicia reconocer y agradecer a las personas que estuvieron y están a cargo de dichas publicaciones la oportunidad que me brindaron para que estos versos aparecieran en su día en dichos medios. Siempre me brindaron sus páginas; siempre tuvieron las puertas abiertas.

Hellín, febrero de 2012.

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Esta maldita resaca…

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1

Esta maldita resaca con que suelo levantarme los viernes,que hace de mi memoria un bloque de granitoy entorpece el recuerdo inmediato,aleja de mis labios el sonido difuso de tu nombreconfundido con los rayos de sol preliminaresque hieren nuestros párpados fatigados;

y sin embargo las heridas de mis piesdespiertan las últimas callesdonde las sombras epigonales del jueves envejecíanteñidas de sueño y magia de viejo alquimista.Tengo ahora deshechos los oídos,los ojos entornados para mirar el silencio de plomoque, a primera hora de la tarde, de Hellín se apodera.

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2

Dame tus manos. Dame también tu almavestida de escarcha y gris.

Ha roído la impaciencia la longitud plena del díademorando la caída de la tarde,la llegada de las primeras horas de la nochecon su vals ancestral de besos y astros.

Dame el frío, el viento en tu voz … La lluvia.Dame espinas de agua coroladaspor el aliento de ceniza que presidelas horas altas de esta madrugada intranquila.Porque ya envejecen las últimas esquirlas de lunay su voz albina se apaga. Paso a pasose extingue el tañido bronco y guerrero de tamboresque preludia el despuntar álgido del alba.

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De la esencia inamovible de las cosas y los actos presentesemerges origen,principio vital pretérito o inicio mítico:

visión ininterrumpida en noches éstas renuncia de diosesplegando en sombras imágenes ajenas sobre sus vértices.

(Negros tamborileros golpeando las venas infl amadas de la… tarde/noche/alborada … hellinera;

como ángeles en penainstalados en distancias sin puntos cardinales,buscando en un errático y cíclico peregrinar sin horizonteredención y penitencia.

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4

En ti recibo impausada la tregua breve de experiencia y liturgiaque sobre ambos germina,ocasiones penumbra de acontecimientos extraviados en el

[umbralde espacios ebrios del frío tibio del amor primero;

voy, pues, en ti y hacia ti … solitario, inerme,

desprovisto de sueños impalpableslimados por el paso inexorable de las fechas.No obstante, el ritmo indeciso de los hechos cercanosme devuelve al suceso inminente,tiempo entrelazado de deseo inconsciente … ofrendas olvidadas(la parte inmortal, vacilante, del anhelo):

desdén inhabitable.Diamante oscuro para conjurar el rito de espigas incendiadas que,arropado en impaciencias restauradas de arritmias(horas al fi n equidistantes)se me ofrece:

mas … no hay cadenas sin lágrimas impías para los astros;no hay cadenas apagadas sin los gritos veraces de las espadas,

expulsión del paraíso y crujir de espinas.

Sólo labios sellados para un sentir innominado de muchachas [imposibles,

yertas (ya por siempre) en el foso de un último baile de adioses y [vivencias:

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mas … queda preso de viento el escorzo de penas amoresque nunca tuvimos.

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Amor que llegaste tarde, cuando ya la lluvia teñíaacuarelas en las calles

… y en el alma.Francisco Rodríguez Martínez

Tensa las espinas de mis manos por mí.No queda ya aliento en los pulmones:¿qué hiciste sino acerarme el almacon espadas de invierno?Es la madrugada que afi la sus límites,que lima, desgaja, sella los ojos … y los labios …

El viento huraño en los crepúsculos de marzo:destino cumplido,inmolado en la esencia defi nitiva de las cosas,en la algarabía premonitoria de la danza ritual.Preludio –inconsciente- de recuerdoy deseo:aún no alimentados.

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Se adivinan pasos veloces de campanas.Eterno redoblar de voces y daños de batallas …rumor guerrero: vuelo tamizado de liturgiay promesas ebrias de amor.¿Qué voz cercena entonces la luzpara que se te hiciesen los sueños ascua, nube,frágil silencio?

Quiebran sus arcos los dioses:yo los oigo, polvorientos.Por las grietas del cielo descienden ángeles de rostros ocultos, desnudos, mortales … hombres heridos. Materia inerte.

¿Qué muerte te ha sembrado de derrota las sienes?¿Qué muerte ha acuñado estrías de plata en las esquinaspara cuando se te hiciesen los sueñoscristal quebrado, ceniza de estrella?

Las palabras … poco importan:queda … añoranza de la luz;

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En ti … paraíso deshabitado.

Queda por recoger muescas de luna en la sonrisa de los niños,escudriñar detenidamente … pausadamenteexaminar un sin fi n de rostros anónimosen instantes que sabemos fugaces, efímeros …

(el tiempo … ¡siempre fugitivo!)

Queda … la peregrinación errante(oh dios: ángeles desterrados en un desierto sin nombre)hacia la conciencia continua y fl uyente de ser uno mismo.

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Fuera queda la ciudad…

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6

Para cuando tú no estés yo escribo el epitafi o insumiso de lo ya vivido;

para cuando amargo se torne no tenerte y el secreto de los labios no sea,

nunca más, inocencia.

(Semana Santa 1990)

Qué lenta se deposita la tarde sobre el reposo del sonido (¿zafi ro o apariencia?); en calma sobre las manos deja caer la impronta de aquél nuestro destino ya cumplido con el dolor gutural del aullido tremendo, agudísimo, tronar trepidante de desmesura e inmortalidad …

hasta aquí el íntimo secreto de todas las cosas, la serenidad de lo imprescindible; hasta aquí tanto signo circular, el misterio de tu perfume a océano violento; hasta aquí tanta noche sin esquina, tanta desdicha, palabra rota …

fuera queda la ciudad con su garganta más seca que nunca y cargada de espinas heladas avanza la conciencia unísona a lomos de arabescas resonancias, quejidos o salmos.

Avanzo inexorable: mil melodías me envuelven para la tregua, el llanto, la sangre vertida para obtener mi identidad amenazada de muerte por el bello momento del engaño y la traición, divino instante como momento propicio o estandarte de ser al fi n pública algarabía embrujada en su propia plenitud, anónima muchedumbre en la clausura de astros y lunas húmedas …

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muchedumbre enloquecida, alcohol barato, lágrima suplicatoria para tu regazo, deseo perdido como una crisálida débil en amoroso acto de transparencias exento de falsas promesas, liturgias inútiles, inamovible fi rmamento para que desde él me abandones porque …

a lo inalcanzable acceder contigo quise, a la vorágine lanzarme deseé como un solo cuerpo para una sola prisión, comunión de afectos y canciones.

Abandóname al delirio, a lo informe, abandóname triste y mortal, pues jamás como antes ya seremos y ha de pervivir la magia absoluta que sólo nosotros supimos inaugurar;

abandóname, amor, abandóname cuando extraño resulte hablar, no verte, pensar desencuentros, pesadumbre … y qué hago yo delante de un café medio frío si extraño se me revela llorar con ese Dylan del one more cup of coffe para irme, sólo una taza más para que me vaya lejos, muy lejos, más allá de cualquier carretera o intención, del abismo o de lo interrogante, más allá del invierno azul donde cantaban las palomas …

mas ante giros desmedidos impasible sin ti me mantengo: el umbral es perfecto y algo entonces adquiere caracteres de romance medieval sobre el ruido metropolitano de mi corazón anclado como una daga decidida, brutal. Más punzante que nunca siento en mí la carencia del abrazo, la fría presencia de lo ya acontecido en la gramática de nuestro amor equidistante;

pero más tarde dejar de ceñir mis manos a tus venas de hierro quiero –a nada me sabe hoy la victoria sobre la negrura del recuerdo-, alma en dos partida, anhelo inmune, incómoda duda, aire de batalla amanecido una vez descuidados los lazos de unión a la tormenta.

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Y qué fuimos, amor, qué fuimos sino la parca niebla donde convergen amapolas desnutridas, vino amargo, melancolía en la última oportunidad que para confi gurar crisálidas tu nombre tuvo;

di, amor, ave incendiada, ave libérrima, di: ¿qué furia te hizo quebrar el fi no tapiz de estrellas por mí levantado como un despiadado tormento? Di, torbellino inmortal, di, ave fulminada, si sacralizaste aquél espacio ritual para que en él muriesen los condenados, hijos perennes del marasmo, herederos conscientes de la turbulencia …

así, amor mío, toma hoy este adiós como si de un sacrifi cio a diosas antiguas se tratase: tómalo como desfallece el último rayo de sol engullido por la espuma inconstante y volátil de las olas, porque a mar destruido –ahora lo sé- siempre supo tu piel, oro viejo y azucenas. Toma este adiós, amor, tómalo: te digo adiós vencido y pasto mi cuerpo será de la multitud; te ofrendo, defi nitivo y fi nal, un último adiós enamorado.

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7

Ajeno al destino me pronuncio inconfeso de un tiempo ya ceniza,turbio desdén cohabitando el sacrilegio,espiral confusa de elementosen que irreconocible se torna el universo,horas desprovistas de coordenadas

en las que sin embargo a nada aspiro,a no ser muerte embriagada bajo el fulgor sin vértices de la

[alquimia,multitudinario aquelarre de pasiones sin sentido

sin esperanza para la mañana;

Mas si regresar a ti algún día no pudieseindaga qué lamento hurtamos en espacios sin esquinas,qué fue de mi existir -oscuro mistral-,dónde apoyamos las espaldas para vencer el espejo terriblede un futuro a fuego grabado en estrofas de cancionesque me empujan y atan y sepultana la catarsis plena de un huracán de inciensoenardecida en mitad de todas las noches con aire de motor

[embravecido.

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Duerme ahora en tus ojos la tristeza errante del mar en sueños,la calma mortuoria de la avenida desierta

-el coche en la cuneta,el dial inmóvil-

que me vio limar las aristas del amor pasado.Y no sabrás de mí sino en la antesala del silencio,tallando ramos de esperanza,nombres de cristalpara acuñar un póstumo oráculo con el azul lluvia de la despedida.

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Volviste de las esquinas que tiñen de azul ocaso la despedida inconforme de las ciudades; marchito frente al tiempo y a la mirada confl uyente de tus encuentros fl uviales, ni en desventurada promesa o febril carencia alusiva al deseo te reconozco, y ya de nada me siento distinto.

Mas si en suerte o trivial baile de desamores –siempre borrachos, siempre inconcebibles- logramos recomponer mohosos blues de estrías,

sepa la amplia mirada de esta noche meridiana que sólo en tu cuerpo hallé frágil princesa, mujer anversa, destino converso para la libertad de ser amor como en un sendero, amor como si a cambio de nada bebiese el dulce licor del desatino, el rocío trepidante de los labios sobre la hierba de los parques, fúlgido néctar oculto del que amanecieron aquellas primeras mariposas letales;

sepan las mudas calles engalanadas de ojos vencidos que adepto al nervio y a la batalla –inevitable- me presento

(desabro la camisa y ante ti desarmado me encuentro),

mas desamarrado de la culpa que escupen los dioses traidores para la hora decisiva de nuestra condena, celoso del tiempo no seré yo quien haya por ti de morir:

clava en el corazón afi lados lamentos sin lugar en las madrugadas, tersas palabras o salmos naúfragos sin sitio en los relojes, llantos sin avenidas ni norte protegidos de la luna y disparos …

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húndeme el corazón con espinas acariciadas de cielo, con las últimas chapas de las botellas previas a la metamorfosis … húndeme … canto ahora la muerte que no tuvimos y en duelos imborrables de besos no consumados me alimento,

pues sumidos en la danza efl uvio del alcohol refugio de esta pesadilla de vivir, aun evaporando de los oídos lamentos de guitarra como gemidos dolientes de sirena enamorada,

tumbados al abrigo de la escarcha que preludia el abandono sólo nos resta aguardar la incógnita del próximo amanecer;

acompáñame, amor, hacia otro abismo para la misma galera, pues incluso con la daga de tu ausencia me sabes todavía a humo polizón de cigarrillo y prejuicio derrotado.

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Abril sin nombre

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Será como enfrentarnos a un abril sin nombre,un espacio propicio para un adiós sin miedos,

ya que no supe detener con fuego el plenilunio,con hambre de amor y derrota la madrugada,y ya nadie en las aceras pinta árboles y aureolas;

dónde por fi n el mistral herido de las noches sin cavernas,dónde el azul inmóvil de tus ojos sin retorno,dónde el fármaco que alivie estas horas de réquiem sin aliento,

sin el temblor infantil de tus besos de tango dulce y canallaque un día me dejaste vestidos de enigma.

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10

No he contado los pasos tras emerger de nieblas ancestrales,pues arrancada de lo cotidiano pudo tu voz ser oráculo,oración de despedida para no interrumpir la brevedad de las llamasque otros caminos jalonaron para esculpir desamor,

sin saber qué conjuro nos coloca de nuevoen el límite hostil de la muerte elegida,sin saber qué razón traen tus ojos para sellar las brechasde otros días más felices.

Hoy, sin embargo, nada me impide rendir pleitesíaa esta ciudad en heridas de guerra bañada

(atrás quedó el viento huraño,esquinas y aceras,el rumor de los bares como la marea lejana recién extinta).

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Itinerario

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Primera estaciónViernes, noche.

Hosco contrincante será la muchedumbre,púgil invisiblearrinconándome contra las cuerdas,un cíclope invencible e imposible de noquear

(incapaz de combatir me siento en este asalto que por perdido de antemano doy),

titán furioso que vierte sus tentáculossobre arterias y aceras, prisiones y gargantas.

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Segunda estación.Miércoles, tarde.

Sombra profunda como honda sima en que te has de convertir:una hendidura agostada en la vigilia del penitente.Preludian las columnas un dolor ya antes conocido:

designio que has de quebrar,código que deberé transgredir.

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Tercera estación.Viernes. Mañana.

Fragua del héroe en los epígonos de marzo: un bosque viejo te aguarda. Bebes el rumor de la madera, el latido de la sangre, crujir de hoja seca que a tu paso acompaña. Noche fue, vientre vacío. Lo sé. Mas tan riguroso el imperativo se muestra que obliga a vagar sin fe en los bolsillos, peregrino cansado de salmos y antorchas, por un laberinto sin orden o estructura, aritmética o geometría, principio o fi n.

Negras cohortes que en retirada se baten (sístole y diástole de multitud informe: deforme nomenclatura): un rezo antiguo te guarda. Oración o plegaria nunca viste. Hay huestes sin norte custodiando el letargo gris de las ciudades; trazan elegías, trabajos interrumpidos para el comienzo de otra diáspora.

Tomó entonces para siempre nuestro nombre forma de calle secreta, portal oscuro.

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Cuarta estación.Viernes. Madrugada.

Saeta que rasga, rompe, quiebra(una seca detonación;un cuchillo homicida) otro devenir uniforme de tapices y estatuas.

Hueso y músculo inertes.A paso de réquiem desfi la el cadáver yacente, frío,cual objetivo abatido por el disparo del francotirador.

Marcan en su anatomía las luminariasretablos de hierros y espinas.

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Quinta estación.Domingo. Noche.

Ciudad exhausta,semáforos ciegos,litrona muerta.

Soledades recojo, lunas en pena.

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De un largo silencio regreso

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Extraña demencia:

carruajes oxidados,edifi cios sin cabeza,ciudades descalzas,torsos heridos.

Enormes oquedades se abren bajo los piesengullendo cuanto a mi alrededor hay

y quedo solo,

los ojos tras los visilloscomo espías permanentesexigiendo noche eternapara ser esclavo,

dejándome atrapar por texturas que me abrazan mas no percibo [su volumen.

De un exilio prolongado amanezco, cómplice con escasos [paréntesis,

para horadar los caminos inmortales sin más herramientaque la suela de los zapatos,doliendo el aire con quejido y trueno.

Desconozco lealtades

cuando la soledad de la taberna es retirada a tiempoque a victoria no sabesino a luna quieta,

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calle distinta, amor que otro amor será.

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Si se rompen los cielos, si rugen oscuras premoniciones

(no saben los dioses sin escrúpulos,ensimismados en su castigoy su letargo,

que es de hierro tu paso y tu empeño),

más hombros surgirán de las riberas para hacer frenteal infortunio.

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18

Ángeles tendidos sobre neumáticos de automóvil

:

demonios escondidos tras los contenedores.

Cuando devore el fuego las últimas fechassabrás que ha comenzado la contienday será hora (tardía, tal vez) de solventarlas deudas contraídas

(los ojos de las ciudades son vigías que no duermen):

cuando aniden las horas en los campanariosreplegaré líneas,pues no será ya tiempo de conquistas.

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Viernes de Dolores, 2012

De un largo silencio regreso a un lugar del que nunca del todo [me fui,

con un frío extraño calado hasta los huesos pues séque no hay consuelo posible para todo paso restante por su

[mapa de salmo y calle vieja, que de tu mano otra vez no habré de respirarsus aires de esparto y mineral. Hoy se rompe marzo y abrildeclina el saludo. Hoy velarán los tamboresel descanso de los ausentes, en memoria de quien ya no está

[doblarán a réquiemcampanas y cornetas. Hoy, más que nunca,de madera y sangre se visten los primeros días de toda

[primavera.

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Porque el milagro no resiste y el infi erno empiezacada lunes,

el regreso a casa se nubla de viajeros grises.

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