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ABUELAS DE PLAZA DE MAYO En 1977 las Abuelas ya recorrían despachos de militares, obispos, jueces y dirigentes políticos. Todos les sugerían lo mismo: que no se juntaran con las demás madres y familiares porque eso reduciría las chances de encontrar a sus nietos. Pero las Abuelas entendieron que el único modo de sobrellevar tanto dolor era juntándose. Y desde en- tonces saben que la justicia llegará cuando hayan logrado localizar y restituir a todos sus nietos apropiados durante la última dictadura. 1977 2007 ABUELAS DE PLAZA DE MAYO 30 AÑOS 1977-2007

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Page 1: DE PLAZA DE MAYO - Abuelas · 4 30 AÑOS DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO Doce madres comprendieron que de-bían organizarse para buscar a los hijos de sus hijos apropiados por la dictadura

A B UE LA SD E P L A Z A D E M A Y O

En 1977 las Abuelas ya recorrían despachos de militares, obispos,

jueces y dirigentes políticos. Todos les sugerían lo mismo: que no se

juntaran con las demás madres y familiares porque eso reduciría las

chances de encontrar a sus nietos. Pero las Abuelas entendieron que

el único modo de sobrellevar tanto dolor era juntándose. Y desde en-

tonces saben que la justicia llegará cuando hayan logrado localizar y

restituir a todos sus nietos apropiados durante la última dictadura.

1977 2007

ABUELASDE PLAZA DE MAYO30 AÑOS1977-2007

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2 30 AÑOS DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

Treinta años después y con una miradaretrospectiva desfilan por nuestra me-moria tantos y variados acontecimientosque nos reafirman la convicción de queel camino que nos impuso la dictaduramilitar (1976-1983) no tiene fin.

Podemos hablar del comienzo de susaciagos días en que esperábamos el re-greso del hijo, hija, la esposa o el com-pañero que nunca volvió.

La ingenuidad que en la mayoría de loscasos teníamos las Madres-Abuelas pen-sando que los dictadores nos darían res-

puesta a nuestras preguntas: ¿Dónde es-tán? ¿Dónde nacieron nuestros nietitos?

Conservar la habitación intacta, su ro-pa limpia, el plato en la mesa. Prepararel ajuar para el bebé que debíamos criaresperando el regreso de sus padres, fue-ron parte de esa ingenuidad.

El paso los meses y los años nos fueronconvenciendo de que nuestra misión se-ría para siempre. Y dejamos todo lo ruti-nario y habitual para salir a reclamarlosdentro y fuera del país. Con miedo, des-conocimiento y soledad al principio, lue-

go con desafío, solidaridad y compren-sión creciente con el correr del tiempo.

Juntar las manos, elaborar estrategias,buscar caminos y aprender a movernos enese nuevo mundo no deseado, fueron laspautas que marcaron nuestra decisión.

Hoy nos proclaman por el mundo comolas vencedoras del más negro episodiopolítico de nuestro país. Quizá el amory el orgullo por nuestros hijos, la ternu-ra por nuestros nietos puedan hacernosver como heroínas de esta historia.

Pero nuestros pasos fueron los que de-bimos dar, porque seguiremos caminan-do, brindando por la vida que cada nietoencontrado representa, y por la ausen-cia de los hijos cuya entrega de vida noshace renacer para esta lucha que no tie-ne fin.

Treinta años de trabajo sostenido e inclaudicableLa Abuelas comenzaron esta lucha sin saber que iba a ser para

siempre. Debieron dejar sus tareas cotidianas para reclamar

y buscar a sus hijos y nietos desaparecidos por el terrorismo

de Estado. Mucho han logrado y mucho queda aún por hacer.

El deseo

Los militantes apostaron a la vida y soñaron un mundo mejor para sus hijos. Un mun-do con forma de utopía que hoy, a la distancia, impresiona como la luz diferida deuna estrella. “Cuando miro tu pequeña foto –dice el niño, hoy joven– me asombrosiempre de esa fuerza tan próxima y tan indispensable que nos une”. La última dicta-dura militar, a través del terror, se apropió de los cuerpos. Pero nunca pudo hacerdesaparecer los sueños: el deseo.

Liliana Corti junto a su hijo Horacio Pietragalla en 1976. Liliana fue ase-

sinada ese mismo año. Horacio recuperó su identidad en 2003.

Abuelas de Plaza de MayoVirrey Cevallos 592, PB 1 (CP 1097)Tel. (011) 4384-0983Mail: abuelas@abuelas.org.arwww.abuelas.org.arwww.redxlaidentidad.org.ar

Filial Có[email protected]

Filial La [email protected]

Filial Mar del [email protected]

Filial [email protected]

Filial AyacuchoAlmirante Brown 514

Material financiado por el Ministerio deRelaciones Exteriores de Italia. Su con-tenido es responsabilidad exclusiva deAbuelas de Plaza de Mayo.

SI TENÉS DUDASSOBRE TU IDENTIDADLLAMÁ A LAS ABUELAS0800-222-2285O A LA CONADI(011) 4312-6648

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330 AÑOS DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

La Convención sobre los Derechos delos Niños, Niñas y Adolescentes apro-bada el 20 de noviembre de 1989 por laAsamblea General de las Naciones Uni-das, es el tratado ratificado por más paí-ses, de hecho por todos menos Somalia yEstados Unidos.

A lo largo de sus 54 artículos, la Con-vención reconoce que las personas me-nores de 18 años tienen derecho a serprotegidas, desarrollarse y participar ac-tivamente en la sociedad, es decir que lasconsidera sujetos de derecho.

Los artículos 7, 8 y 11 se refieren al de-recho a la identidad. Son conocidos como“los artículos argentinos” porque fue-ron impulsados por las Abuelas y esta-blecen lo siguiente:

Artículo 7º:1. El niño deberá ser registrado inme-diatamente después de su nacimiento ytendrá derecho desde éste a su nombre,a adquirir una nacionalidad y, en la me-dida de lo posible, a conocer a sus padresy a ser cuidado por ellos.

2. Los Estados Partes velarán por la apli-cación de estos derechos de conformidadcon su legislación nacional y las obliga-ciones que hayan contraído en virtud delos instrumentos internacionales perti-nentes en esta esfera, sobre todo cuandoel niño resultara de otro modo apátrida.

Artículo 8º:1. Los Estados Partes se comprometen arespetar el Derecho del Niño a preservarsu identidad, incluida nacionalidad, nom-bre y relaciones familiares de conformi-dad con la ley sin injerencias ilícitas.

2. Cuando un niño sea privado ilegal-mente de alguno de los elementos de suidentidad o de todos ellos, los EstadosPartes deberán prestar asistencia y pro-tección apropiadas con miras a restable-cer rápidamente su identidad.

Artículo 11º:1. Los Estados Partes adoptarán medi-das para luchar contra los traslados ilíci-tos de niños al extranjero y la retenciónilícita de niños en el extranjero.

2. Para este fin, los Estados Partes pro-moverán la concentración de acuerdosbilaterales o multilaterales o la adhesióna acuerdos existentes.La Argentina incorporó la Convenciónsobre los Derechos del Niño a su dere-cho interno en septiembre de 1990, ydesde la reforma de 1994 incluyó el tra-tado a su Constitución Nacional.

La CONADIA pedido de las Abuelas de Plaza de Ma-yo el gobierno creó en 1992 la ComisiónNacional por el Derecho a la Identidad(conadi), que depende del ministerio deJusticia. La conadi, encargada de pedirdocumentación a sitios que intervienenen la inscripción de bebés y de ordenarlos análisis de adn al Banco de DatosGenéticos, logró restituir a muchos jó-venes apropiados por la dictadura queno se habían acercado a Abuelas.

Ante denuncias de tráfico de menores,despojo a madres en situaciones límites,y por ser el único ámbito del Estado de-dicado a garantizar el derecho a la iden-tidad, la labor de la conadi puso en evi-dencia que los hijos de desaparecidos ylos hijos de mamás en estado de inde-fensión social comparten similares me-canismos de despojo: se les arrebata laidentidad y se los trata como objetos.

Una ley para todos los chicos del mundoEl impacto de la lucha de Abuelas en materia de legislación

sobre la niñez ha sido decisivo a escala mundial. Tanto es así

que la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño

incluye tres artículos, directamente promovidos por las Abue-

las, tendientes a proteger el derecho a la identidad.

La identidad

Afuera llovía muy fuerte. Sin embargo, adentro de aquel laboratorio, las Abuelas volvie-ron a ver el sol. Alguien las escuchaba, alguien les ofrecía una respuesta. Ante la au-sencia del Estado y de muchos otros, la ciencia dijo “presente”. La incertidumbre delas Abuelas –no saber dónde estaban sus nietos– se transformó en certeza: la de saberque en su propia sangre estaba la prueba de la identidad de los niños desaparecidos.

Estela Carlotto y Nélida Navajas junto a la

genetista Mary Claire King en 1983, quien

posibilitó el “índice de abuelidad”.

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4 30 AÑOS DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

Doce madres comprendieron que de-bían organizarse para buscar a los hijosde sus hijos apropiados por la dictaduray fundaron Abuelas de Plaza de Mayo.Enviaron escritos a la Corte Suprema deJusticia, a las Naciones Unidas y al Vati-cano. Recorrieron orfanatos. Se entrevi-staron con funcionarios, obispos y polí-ticos. Pero la respuesta, en todos los ca-sos, fue el silencio. Recién en abril de1978 un medio, el diario Buenos AiresHerald, se atrevió a publicar una cartade lectores que daba cuenta de la exis-tencia de niños desaparecidos en el país.

La confirmaciónEn 1979 las Abuelas viajaron a Brasil yse contactaron con el Comité de Defen-sa de los Derechos Humanos en el Co-

no Sur (clamor), dependiente del Ar-zobispado de San Pablo. Allí recogierontestimonios de sobrevivientes que con-firmaban los nacimientos en cautiverio.En agosto, con la ayuda de clamor, lasAbuelas localizaron en Chile a los her-manos Anatole y Victoria Julien Griso-

nas, secuestrados el 26 de septiembre de1976 junto con sus padres –aún hoy de-saparecidos– en el partido de San Mar-tín, provincia de Buenos Aires.

Mientras la dictadura agitaba su campa-

ña “los argentinos somos derechos y hu-manos”, las Abuelas aportaron archivosa la nómina de 5.566 casos de desapari-ción que los organismos presentaron ala Comisión Interamericana de DerechosHumanos (cidh) de la oea. Y en octubrese lanzaron al mundo a difundir su bús-

queda. Para la navidad de 1979, cada abue-la recibió miles de tarjetas con fotos deniños y cartas de escuelas y universida-des. Esto les dio una gran fortaleza, por-que dentro del país las marginaban.

Los datos recogidos en los viajes demos-traron la existencia de un plan sistemáticode apropiación de bebés, que incluía ma-ternidades clandestinas, personal médicoy listas de espera de personas dispues-tas a “adoptar” hijos de desaparecidos.Frente al horror, las Abuelas respondie-ron con verdad y justicia. Así fue comoel 19 de marzo de 1980 lograron, por sísolas, la restitución de Tatiana RuarteBritos y Laura Malena Jotar Britos, se-cuestradas junto a su madre y el padrede Laura en octubre del 77 en la locali-dad bonaerense de Villa Ballester.

La publicación del informe de la cidh,que denunciaba las violaciones a los de-rechos humanos en la Argentina, coin-cidió con el llamado de la dictadura a un“diálogo político” con el fin de lograr elaval civil a lo actuado por las fuerzas ar-madas. Pero la repercusión del tema enel exterior era cada vez más grande. ElNobel de la Paz entregado a Adolfo Pé-rez Esquivel, líder del Servicio de Paz yJusticia (serpaj), en 1980, selló la derro-ta del régimen militar ante la opiniónpública mundial.

Una historia de luchay de esperanzaHacía seis meses que las Madres de Plaza de Mayo habían convertido la orden policial de

“circular” en “la ronda de los jueves”, verdadero símbolo de coraje cívico. Pero aquel jueves

de 1977 una madre se apartó de la ronda y preguntó: “¿Quién está buscando a su nieto o

tiene a su hija o nuera embarazada?”.

El grito

El grito desgarrador de una abuela tiene la fuerza para desgarrar el silencio más cerrado.Esta fuerza –que tiene rostro de mujer, como la justicia– se abre paso hasta superartodos los obstáculos. En la Plaza de Mayo el grito de una abuela se convirtió en muchosgritos, muchas voces, cada vez con más fuerza, y la verdad se abrió paso en la nosiempre justa justicia de los hombres. Y la justicia es mujer, es madre y es abuela.

La abuela Clara Jurado en una de las primeras marchas reclamando por los hijos y nietos

desaparecidos a manos del terrorismo de Estado.

Hoy las Abuelas saben que no están solas:las acompañan los nietos, familiares y cola-boradores que se integraron a la búsqueda.

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Entre 1980 y 1983 las Abuelas localiza-ron a cinco niños desaparecidos y se fue-ron convenciendo que la restitución eraun acto de reparación para los nietos. A lavez iniciaron averiguaciones para saber siexistía algún elemento de la sangre queles permitiera probar la pertenencia fa-miliar de un individuo. Con este objetivose reunieron en Estados Unidos con cien-tíficos de la Sociedad Americana para elAvance de la Ciencia. “Lo que piden esposible, pero nunca se hizo. Vamos a in-vestigar”, dijeron los científicos.

Alegrías y tristezasUn año más tarde, con la “primavera de-mocrática”, llegaban buenas noticias des-de Washington. Los científicos habíanlogrado demostrar la inclusión de un ni-ño en una familia. Las Abuelas tenían latécnica para identificar a sus nietos, y la

ciencia un futuro promisorio, en parti-cular la genética, cuyos estudios sobreadn han perfeccionado los métodos deidentificación de personas hasta hacerloscompletamente fiables (ver recuadro).Crearon entonces su propio equipo defiliación, que se sumó a los equipos jurí-dico, psicológico y de investigación.

Los años siguientes trajeron alegrías ytristezas: entre las alegrías, el juicio a lasjuntas militares, la creación del BancoNacional de Datos Genéticos, la Con-vención de los Derechos del Niño, laformación de la Comisión Nacional porel Derecho a la Identidad (conadi), ymás nietos encontrados; y entre las tris-tezas, las leyes de obediencia debida ypunto final, y los indultos. A mediadosde los 90, en razón de que sus nietos yano eran niños sino jóvenes, las Abuelascambiaron su estrategia. Se dedicaron arealizar campañas de difusión para con-vocar a los chicos con dudas sobre suidentidad y hacerlos partícipes de su pro-pia búsqueda.

Muchas personalidades respondierona la convocatoria. Actores, directores ydramaturgos crearon Teatro por la Iden-tidad; músicos de todos los géneros par-ticiparon de Música por la Identidad;arquitectos, fotógrafos, diseñadores, ar-tistas plásticos y cineastas se acercaron acolaborar. La difusión permitió a másjóvenes encontrar su identidad y fue cre-ando conciencia en la población sobre elderecho a la identidad.

Las alegrías siguieron: las NacionesUnidas distinguieron a las Abuelas conel premio a la defensa de los Derechos

Humanos, que concede cada cinco años;el 22 de octubre –día que se fundó Abue-las– fue declarado Día Nacional por elDerecho a la Identidad; las leyes de im-punidad fueron derogadas; algunos cen-tros de detención –entre ellos la Escuelade Mecánica de la Armada (esma)– se re-cuperaron como espacios de memoria;

varios represores están detenidos acusa-dos de sustracción de menores, y nietosrestituidos se incorporaron al trabajodiario de Abuelas.

Y las tristezas más grandes fueron –yson– las ausencias: abuelas que ya no es-tán, los más de 400 jóvenes que aún vi-ven con su identidad cambiada, y un nú-mero indeterminado de bisnietos –hijosde jóvenes apropiados– que al recibir laidentidad cambiada de sus padres venlesionado su derecho a la identidad. Perolas Abuelas saben que no están solas: lasacompañan los nietos que recuperaronsu identidad, familiares y colaboradoresque se integraron a la búsqueda.

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Los exámenes de sangre para determinarpaternidad eran conocidos. Pero lospadres, en este caso, estaban ausentes.Había que usar la sangre de los abuelospara reconstruir el mapa genético de loshijos desaparecidos. Las Abuelas fueronrecibidas por Mary Claire King y Cris-tian Orrego, investigadores de la Socie-dad Americana para el Avance de laCiencia. Y gracias a la ciencia el índice deabuelidad fue un hecho con un 99,99 porciento de garantía efectiva. “Este descu-brimiento se debe sólo a ustedes”, remar-

có Orrego. Con el tiempo se desarrolla-ron metodologías para estudiar directa-mente el material genético, que permitenalcanzar probabilidades de vínculos bio-lógicos mucho mayores que con aquellosprimeros estudios, aún en situaciones enque se cuenta sólo con unos pocosparientes lejanos de la persona cuya iden-tidad está en duda. Pero todo comenzógracias a las Abuelas y gracias a una cien-cia que, esta vez, se puso del lado de lasvíctimas.

El desafío de la ciencia

Las Abuelas buscaron apoyo en instituciones religiosas, entre ellas la Iglesia Católica.Visitaron a obispos, capellanes y curas párrocos. Una abuela fue a ver al cura quehabía casado a su hijo: “Me dijo que dejara de molestar, que mi nieta estaba bien consu nueva familia”. Pero ni la falta de respuestas ni la distancia detuvieron a las Abuelas,que viajaron 11.000 kilómetros para ser escuchadas por la máxima autoridad católica.

El viaje

Rosa Roisinblit y Estela Carlotto reunidas con el

Papa Juan Pablo II el 26 de noviembre de 1997.

Los datos recogidos por las Abuelas en susviajes demostraron la existencia de un plansistemático de apropiación de bebés.

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La dictadura militar que se estableció enel país el 24 de marzo de 1976 cometió ge-nocidio, puesto que por razones políticasasesinó a 30.000 personas, pero ademássistematizó una forma inédita de repre-sión: la “desaparición forzada de perso-nas”. Esta práctica, en el caso argentino,incluyó otro hecho inédito y horroroso:la desaparición de niños secuestrados consus padres y de bebés nacidos durante elcautiverio de sus madres embarazadas.

Los militares consideraron que los hijosde desaparecidos debían perder su iden-tidad. Por eso los robaban y entregabancomo “botín de guerra” a familias vincu-ladas a las fuerzas represivas. Pensabanque las ideas eran casi hereditarias o quese transmitían a través del vínculo fami-liar. Las Abuelas de Plaza de Mayo, des-

de su fundación, luchan para revertir estasituación, es decir localizar y restituir asus legítimas familias a todos los niñossecuestrados, y crear las condiciones paraque nunca más se repita tan terrible vio-

lación de los derechos humanos de los ni-ños, exigiendo castigo a todos los respon-sables. En 30 años encontraron a 88 niñosdesaparecidos, pero más de 400 jóvenesaún no han recuperado su verdadera iden-tidad.

Efecto reparadorA poco de andar las Abuelas se dieroncuenta que no les iban a entregar a susnietos y entonces comenzaron su propiabúsqueda. Por testimonios de sobrevi-

vientes, denuncias y pesquisas fueron re-construyendo los distintos casos. Congran dolor tomaron conocimiento deque las embarazadas secuestradas pa-rían amordazadas, con los ojos vendados,atadas de pies y manos; que se les inducíael parto o se les practicaba cesáreas inne-cesarias; y que luego de dar a luz el bebéera separado de su madre, y apropiado.

Pero no todos los casos fueron iguales.Hubo niños dejados con vecinos que ubi-caron a sus familiares y los entregaron.Otros vecinos, aún desconociendo a losfamiliares, protegieron a los niños hastalograr ubicarlos por medio de las Abue-las de Plaza de Mayo. Pero algunos veci-nos se apropiaron de niños, les cambiaronnombre y apellido, falsificaron partidasde nacimiento y les impidieron conocersu historia. En estos casos, cuando elniño fue hallado por las Abuelas, la Jus-ticia ordenó su restitución. Otros niñosfueron entregados sin nombre en insti-tuciones públicas y dados irregularmenteen adopción. Hubo incluso familias adop-tantes que actuaron de buena fe. En es-tos casos se mantuvo la convivencia conla familia de crianza, pero en estrechocontacto con la familia de origen.

Lo que sí se repitió en todos los casosfue el efecto reparador de la restitución,y más aún en los casos de los chicos quedebieron convivir con apropiadores im-plicados en el asesinato de sus padres. Es-tos chicos, que siendo aún bebés fueronarrebatados de sus padres, padecieronuna verdadera mutilación psíquica. Ante

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Sólo la verdad puede aliviar tanto dolorLas Abuelas se entregaron a la búsqueda de sus nietos con coraje, constancia y creatividad,

y su trabajo –cargado de un profundo sentido humano– fue echando raíces. Y con cada joven que

recupera su identidad, el árbol de la vida se fortalece aún más, hasta volverse indestructible.

El milagro

Una niña soñaba que tenía una hermana, pero nunca decía nada, quizás por miedoa que no se cumpliera su sueño. Pero de tanto soñar un día tuvo una hermana mayor.Y fue descubrirle un lunar en el brazo, idéntico al suyo. Y fue sentirse cómoda, enconfianza, como si la hubiera conocido de toda la vida. Y fue, gracias a la búsquedade las Abuelas, el súbito milagro de un abrazo fraterno nunca esperado.

Las hermanas María y María José Lavalle Lemos. María José recuperó su identidad en 1987.

“Por supuesto que duele cuando te dicen queno sos hijo de las personas que creías, peroeso te libera y te permite saber quién sos”.

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este drama, las Abuelas –solas primeroy más tarde acompañadas por psicólo-gos que se fueron acercando a la institu-ción–, respondieron con la única terapiacapaz de aliviar tanto dolor: la verdad.

Volver a nacerHacia 1983, con la democracia, las Abue-las habían logrado restituir a 12 chicos, yel trabajo de la institución –con el obje-tivo de localizar a los niños desapareci-dos– se fue delineando en cuatro niveles:denuncias y reclamos ante las autorida-des gubernamentales, nacionales e inter-nacionales, presentaciones ante la Justi-cia, solicitudes de colaboración dirigidaal pueblo en general y pesquisas o inves-tigaciones personales. Y también se fue-ron conformando sus equipos técnicos:jurídico, médico, psicológico y genético.Por cada niño se abrió una causa judiciala la que se irían (y se siguen) agregandolos elementos probatorios para probar suverdadera identidad y la de los respon-sables de su secuestro o tenencia ilícita.

En 1984 las Abuelas encontraron a Pau-la Eva Logares: fue el primer caso en quela Justicia utilizó como prueba de filia-ción los análisis genéticos, recientemen-te descubiertos por la ciencia gracias a labúsqueda de las Abuelas. Paula había de-saparecido con sus padres el 18 de mayode 1978 en Uruguay, y más tarde fue apro-piada por un represor que la anotó co-mo hija propia dos años después de sunacimiento. Cuando la encontraron, lasAbuelas notaron alguna ambigüedad enPaula: su altura no era la de una chica desiete años y su madurez mental tampo-co. Luego se comprobó que Paula habíasufrido una retracción natural en su cre-cimiento, común en los casos de niñoscruelmente separados de sus padres. Pe-ro con la restitución, Paula –como todoslos chicos que recuperaron su identidad–volvió a nacer.

Las Abuelas siguieron encontrando nie-tos y haciendo justicia. En 1986 localiza-ron a Elena Gallinari Abinet, que habíasido inscripta como hija propia por unsubcomisario de Policía bonaerense. Unaño más tarde, luego de las pruebas ge-néticas, la Justicia confirmó que Elena erahija de María Leonor Abinet, secuestra-da el 16 de septiembre de 1976, cuandotenía siete meses de embarazo: fue la pri-mera vez que se localizó y restituyó a unaniña nacida en cautiverio. En enero de1989 se restituyó la identidad a XimenaVicario, que había sido adoptada en for-ma irregular por una empleada de la CasaCuna. Las Abuelas acumularon eviden-cias hasta que se demostró que había sidouna apropiación encubierta. Fue la pri-

mera vez en la historia en que la Justiciaargentina anuló una adopción plena.

Para 1996 Abuelas se había convertidoen una gran familia. Además de los tíos,hermanos y colaboradores que se habíanido sumando a la lucha, se formó un gru-po de nietos restituidos, ya no niños sinojóvenes, que empezaron a participar dela búsqueda. Ese año las nietas y los nie-tos crearon juntos “El Laberinto”, un

montaje-instalación preparado por nie-tas y nietos que se exhibió en el CentroCultural General San Martín y en la 2ªBienal de Arte Joven de Buenos Aires.Se trataba de un recorrido por la sinuo-sa historia reciente del país, desde la mi-rada de los chicos.

La casa de las Abuelas se fue llenando.Al momento de cumplir sus 20 añoscomo institución, eran 59 los chicos quehabían recuperado su identidad. Fue en-tonces cuando tomaron conciencia quesus nietos tenían edad de entender y quepodían contar con ellos en su propia bús-queda. Ahora se trataba de generar espa-cios de reflexión y de difusión a través de

los cuales los jóvenes buscados pudieranacercarse. Y así las Abuelas organizaronciclos de teatro, exposiciones, festivalesde rock, y comenzaron a subirse a los es-cenarios y a convocar a todos aquellosque tuvieran dudas sobre su identidad.

A partir de 1998 –y ya con ayuda de laconadi– muchos jóvenes se presentaronespontáneamente, interpelados por lascampañas de las Abuelas. Ese año tam-

bién se creó el proyecto “Reconstrucciónde la Identidad de los Desaparecidos. Ar-chivo biográfico familiar de Abuelas dePlaza de Mayo”. Este proyecto, que con-tinúa hasta hoy, incluye un archivo oral,escrito y fotográfico para cada uno delos jóvenes apropiados con las historiasde vida de sus padres desaparecidos.

Todos los nietos coinciden: no hay quetenerle miedo a la verdad. La lucha co-lectiva de las Abuelas terminará cuandose encuentre al último nieto. La conti-nuarán los propios jóvenes, o los chicosque hoy están en las escuelas y les escri-ben “no bajen los brazos, nosotros va-mos a seguir su búsqueda”.

La casa

Las Abuelas se reúnen todas las semanas: organizan el trabajo, discuten estrategias, sedividen en equipos, votan propuestas. Se reúnen en su casa –“la casa de las Abuelas”–,donde se respira el aire familiar que se respira en la casa de cualquier abuela. Un airehecho de presencias que afirman ausencias y de ausencias que afirman presencias,el de una gran familia unida por un mismo origen y un mismo e irrenunciable destino.

Las Abuelas, en una de sus reuniones sema-

nales, en la vieja casa de la calle Corrientes.

En 30 años encontraron a 88 niños desa-parecidos, pero más de 400 jóvenes aúnno han recuperado su verdadera identidad.

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8 30 AÑOS DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

Las Abuelas debían manejarse con res-peto y privacidad porque trataban conniños y además si sus hallazgos salían ala luz podían producirse fugas, que de he-cho ocurrieron. En buena medida tam-bién hacían trabajo de detectives: unaabuela se internó en un sanatorio psi-quiátrico para seguir una pista, otra sedisfrazó de enfermera, otra incluso llegóa trabajar como empleada doméstica enuna casa para estar cerca de una niña ytodas, sin excepción, aprendieron a co-municarse en clave, a recibir denuncias,a procesar datos.

Las Abuelas, que al comienzo se per-dían en cualquier tribunal, fueron desci-frando los laberintos de la burocracia.Mandaron miles de cartas, hicieron pre-sentaciones conjuntas, recorrieron juz-gados, cámaras civiles, institutos de me-

nores, casas cuna, iglesias, ministerios,embajadas, partidos políticos. En abril de1978 se acercaron hasta San Miguel, don-de estaba reunida la Conferencia Episco-pal Argentina. Las atendió un monseñor:“Los obispos están muy ocupados. De-ben reflexionar, reunirse, cambiar ideas.Ya han hecho todo lo que pueden porustedes”.

Frente a la indiferencia y el aislamiento,las Abuelas cambiaron de estrategia. Ar-maron una carpeta que incluía todos loscasos, con la foto del chico desaparecidoo la de sus padres y una pequeña historiade cada niño o embarazada secuestrados,y la enviaron a distintas personalidadesdentro y fuera del país. Armaron ademáscarpetas individuales y también las man-daron, o sea que cada destinatario reci-bió cerca de un centenar de carpetas. Ni

siquiera unicef ni la Cruz Roja respon-dieron a los pedidos de las Abuelas.

Reconocimiento mundial Pero fue con los viajes que las Abuelasganaron prestigio y voz propia. AmnistíaInternacional les organizó una conferen-cia de prensa en la sede de la AsambleaNacional de Francia con lo más impor-tante del periodismo mundial. Más tarde

esta organización presentaría al régimenmilitar una solicitud firmada por 14.000personas en protesta por la desapariciónde niños. La escritora Simone de Beau-voir, el cineasta Costa Gavras y el dra-maturgo Eugène Ionesco fueron algu-nos de los firmantes. En Canadá la Or-ganización Católica para el Desarrollo yla Paz (ccodp) les preparó una recepcióncon 200 líderes sociales mientras inmen-sos afiches con la carita de una nieta se-cuestrada cubrían el país. En la ex Alema-nia Federal se distribuyó masivamente unlibro sobre los niños secuestrados. Losprincipales políticos, intelectuales y reli-giosos de toda Europa besaron sus meji-llas y prometieron solidaridad.

Muchos aportaron dinero para la bús-queda de los chicos desaparecidos: elConsejo Mundial de Iglesias, la principalorganización ecuménica cristiana inter-nacional; la ccodp; la Entraide Protes-tante Suisse (eper); la fundación suecaRadda Baarnen; la ong germano-suizaTerre des Hommes, entre otras institu-ciones, municipios, comunidades religio-sas y personas anónimas que tambiénaportaron lo suyo. Algunos colaboraron

Cada vez más vocesacompañan a las AbuelasHoy gran parte de la sociedad conoce la problemática de los niños apropiados durante la última

dictadura militar y los aspectos fundamentales del derecho a la identidad. Pero esto no siem-

pre fue así. Al principio la labor de las Abuelas era, en buena medida, silenciosa.

El encuentro

Julio Cortázar subrayó que en el atroz infierno imaginado por Dante Alighieri en “LaDivina Comedia”, no hay un solo niño: “Pero el de los militares argentinos responsa-bles de las desapariciones está lleno de pequeñas sombras, de siluetas cada vezmás semejantes al humo y a las lágrimas”. Dios no estuvo allí donde nacieronmuchos de esos niños. Aún así, algunos lograron salir del infierno y recibieron elincontenible amor de las Abuelas.

Juan Cabandié abraza a su abuela Muñeca,

cuando recuperó la identidad en 2004.

Las Abuelas llegarona los rincones másremotos del mundobrindando su testimo-nio de lucha.

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con la edición de afiches. Otros llevaronel tema ante sus embajadas y consuladosen la Argentina. Otros llamaron a suscompatriotas a “apadrinar” niños desa-parecidos.

Lo cierto es que con esta ayuda lasAbuelas ya no se sintieron tan solas. Re-cién en agosto de 1978 un diario argen-tino, La Prensa, se animó a publicar laprimera solicitada conjunta en donde sereclamaba por los niños desaparecidos.Era domingo y en todo el país se celebra-ba el día del niño. Cuatro meses después,poco antes de Navidad, las Abuelas re-cibieron una carta de la Comisión Inter-americana de Derechos Humanos de laoea, en donde les informaban que sehacían cargo del problema. Alguien lasescuchaba.

A medida que pasaron los años lasAbuelas fueron definiendo su perfil in-terdisciplinario –con médicos, abogados,genetistas, antropólogos y psicólogos tra-bajando en la institución–. A partir deesto la colaboración mutua con otros ac-tores se diversificó. Las Abuelas empe-zaron a participar en congresos, semi-narios y conferencias, en muchos casoscomo expositoras centrales. En mayode 1983 hicieron una presentación en elColoquio Internacional de Juristas, rea-lizado en París. Hicieron uso de la pala-bra en varias ediciones del Congreso In-ternacional sobre Niños Maltratados.En marzo de 1985 fueron especialmenteinvitadas por la Federación de MujeresCubanas, en su 25 aniversario. En juliode ese año pisaron suelo africano, dondeparticiparon del Forum del Decenio dela Mujer, que se desarrolló en Nairobi,Kenia. Y así las Abuelas llegaron a luga-res remotos –Corea del Norte, Austra-lia, Finlandia, Rusia–, brindando su tes-timonio de lucha.

Enriquecidas por estas experiencias, lasAbuelas comenzaron a organizar sus pro-pios encuentros –seminarios de psicolo-gía, coloquios sobre derecho a la identi-dad, jornadas de memoria– y a editar suspropios libros y folletos referidos a esostemas. Según pasó el tiempo, y ante la cer-teza de que ya no buscaban niños sinoadolescentes, iniciaron campañas masi-vas de difusión, no sólo con el objetivode recuperar chicos sino también paraque la sociedad se involucrara con laproblemática de la apropiación ilegal deniños y acompañara a aquellos jóvenescon dudas a encontrar su verdadero ori-gen. En octubre de 1997, en su vigésimoaniversario, las Abuelas lanzaron la cam-paña “¿vos sabés quién sos?”, que se con-virtió en un llamamiento a la reflexiónsocial e individual. Desde entonces son

los jóvenes los que se acercan a la insti-tución preguntando, dudando sobre suidentidad, buscándose.

Gracias AbuelasLa posibilidad de contar con los jóvenesen esta búsqueda marcó una nueva etapade Abuelas. Ahora también se trataba degenerar espacios de reflexión y de difu-sión a través de los cuales los nietos bus-cados pudieran acercarse. Desde aquellaprimera Semana de la Identidad del 97

son muchos los que se han acercado acolaborar. La Red por la Identidad, unainiciativa conjunta de Abuelas y cona-di, es fruto de esa labor de difusión. Lared cuenta hoy con 27 nodos en todo elpaís que promueven el derecho a la iden-tidad en sus comunidades.

El documental “Botín de guerra”, diri-gido por David Blaustein, se estrenó en2000 y tuvo un impacto muy fuerte en-tre los espectadores. El filme, que cuen-ta la historia de las Abuelas, ganó el“Gran Premio Ecuménico” del Festival

de Berlín. Seis años más tarde, el temade los jóvenes apropiados se instaló enhorario central de la televisión abierta através de la telenovela “Montecristo”,que incluso ayudó a encontrar a una nie-ta. Los viajes de las Abuelas por el mun-do han disminuido, pero sus visitas ycharlas a escuelas de todo el país son ca-da vez más frecuentes; es que para ellases fundamental transmitir a las nuevasgeneraciones todo lo que aprendieronen sus 30 años de búsqueda.

En las aulas, en la calle, en el plano ins-titucional, las Abuelas están hoy másacompañadas. Este acompañamiento hacrecido a tal punto que el año pasado unacomisión integrada por artistas, inte-lectuales y deportistas les organizó unacampaña de agradecimiento –llamadaprecisamente “Gracias Abuelas”– queterminó con un gran festival en la Plazade Mayo. Pero las Abuelas, con la hu-mildad de las mujeres luchadoras, siguenrespondiendo: “Gracias a ustedes”.

La alegría

“Cuando se encuentra a un nieto es como si recuperásemos el propio. Es la alegría deque ellos hayan recuperado su derecho a la identidad, el derecho de sus padres, aun-que no estén, de que sus hijos sepan quiénes y cómo fueron”, cuenta una abuela.Por eso los mimos, después de tanta espera, de tantas noches sin dormir. Y por esolas ganas de acariciar, de hacer que el momento del encuentro dure para siempre.

Victoria Donda, a quien se le restituyó la identidad en 2004, con las abuelas Irma y Raquel.

Atrás, Buscarita, quien recuperó a su nieta en 2000, y María, que encontró a su hermana en 1987.

La difusión permitió que muchos jóvenesencontraran su identidad y fue creando conciencia en toda la ciudadanía.

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El primer contacto de las Abuelas con laJusticia fue a través de la presentación delos recursos de habeas corpus, buscan-do a sus hijos y a sus nietos. El habeascorpus es una acción judicial de amparopor la cual todo detenido tiene derechoa ser llevado ante un juez para que ésteresuelva inmediatamente su libertad o suarresto. Fue la primera herramienta queencontraron y fue la primera muestra deque la justicia no daba respuestas, justocuando se trataba de frenar los abusos depoder, su función central. Además fue laexpresión más cabal del compromiso demuchos de sus funcionarios con la dic-tadura y la omisión de muchos otros decumplir con sus deberes y de cumplir laConstitución. Hubo algunas honrosasexcepciones, pero la falta de respuestasfue lo más común.

Una segunda etapa comenzó con la de-mocracia, y el primer hito fue el juicio alas juntas militares en 1985, de un gransimbolismo, que implicó la persecuciónde los responsables máximos de la dic-tadura, pero con limitaciones.

Fue un primer paso hacia la justicia, pe-ro faltaba todavía buena parte de la ver-dad. La verdad para las Abuelas tiene unsignificado especial, porque verdad, paraellas, es encontrar a sus nietos, además

de saber qué pasó con sus hijos. El resul-tado del juicio a las juntas abrió la con-tinuidad de ese proceso de justicia. Luegollegarían las presiones de los militares ydel establishment económico, y más tar-de las leyes de obediencia debida y punto

final, a pesar de que la sociedad queríajusticia y no “reconciliación” ni “pacifi-cación”. Gracias al trabajo de las Abue-las, la ley de obediencia debida aclarabaque quedaban afuera de la amnistía losresponsables de apropiación de niños.Esto permitió que los casos de Abuelascontinuaran. La búsqueda de los nietosfue el único resquicio posible de bús-queda de justicia durante aquellos años.

Como los chicos eran todavía meno-res, la justicia tenía buenas herramientaspara avanzar en las restituciones cuandoAbuelas presentaba sus denuncias. Losjueces se hacían cargo momentáneamentede los chicos como tutores, los separabande las familias apropiadoras y ordena-ban los análisis de histocompatibilidad.Los apropiadores no tardaron en encon-trar su mejor defensa: huir del país. ElParaguay del dictador Alfredo Stroessnerfue su guarida preferida, ante la inefica-cia y complicidad de los organismos es-tatales para frustrar estas fugas.

Avances y retrocesosLas Abuelas y el resto de los organismossiguieron explorando los caminos haciala justicia por la desaparición forzada de30.000 personas. Los juicios por la ver-dad sin duda fueron trascendentales fren-te a la imposibilidad del avance por la víapunitiva de los casos (que haya justiciay condena). Los organismos encararon

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La búsqueda a través del sistema de justiciaTal vez sea una especie de paradoja. En el primer momento la justicia no les respondió, pero

aún así las Abuelas utilizaron siempre esa vía. Por un lado porque no había muchos otros cami-

nos, pero por otro porque siempre entendieron que sin justicia, la verdad no sería completa.

La verdad

Mientras haya un solo nieto con la identidad cambiada, la identidad de todo un paísestará en duda. Hoy las Abuelas también buscan bisnietos. Ellos tienen el derecho, comosus padres, de conocer su verdadera identidad, que es la identidad de sus abuelos desa-parecidos. “La lucha terminará cuando encontremos al último nieto”, dicen las Abuelas.Sólo entonces la felicidad será completa. Cuando todo esté en su lugar, como en la foto.

Manuel Gonçalves, quien recuperó su identidad en

1995, junto a su hija Martina y su abuela Matilde.

Quizás el recurso más escaso que tieneAbuelas es el tiempo, y esta escasez es unade las bases sobre la que su equipo jurídicoelabora nuevas estrategias.

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un litigio internacional ante la ComisiónInteramericana de Derechos Humanosdenunciando al Estado argentino, en elcaso Lapacó. Abuelas y el Centro de Es-tudios Legales y Sociales (cels), junto aotros individuos, hicieron la petición yel Estado argentino se comprometió ahacer los juicios por la verdad.

A fines de los 90 también jugaron unrol central los juicios realizados en Eu-ropa. Países como España, Italia y Ale-mania comenzaron a juzgar a los repre-sores victimarios de ciudadanos de esasnaciones. La experiencia española fue aúnmás allá con el concepto de justicia uni-versal, persiguiendo no sólo los delitoscometidos contra españoles en Américalatina. La detención de Augusto Pinocheten Londres y los pedidos de extradiciónde militares argentinos, pusieron el temaen la agenda pública internacional, mar-cando una fuerte presión sobre los go-biernos que mantenían la impunidad.

En la búsqueda de justicia hubo mar-chas y contramarchas. El ex presidenteFernando De La Rúa, por ejemplo, firmóun decreto por el cual rechazó sistemáti-camente todas las extradiciones. Esta de-cisión demuestra que su gobierno consti-tuyó un momento de afianzamiento de laimpunidad, en la línea de grandes retro-cesos como las leyes de amnistía y los in-dultos menemistas. Sin embargo, y para-lelamente, la aparición de la agrupaciónhijos y sus escraches implicó una nuevapresión social en busca de justicia, bajola premisa de que si el rechazo de los crí-menes no llegaba por la vía institucional,sería “privatizada” y asumida por las mis-mas víctimas.

En 2001 es posible identificar un nuevogran hito en la sentencia del juez GabrielCavallo en el caso “Simón”, a partir deuna estrategia coordinada entre el celsy Abuelas. Fue la primera sentencia quedeclaró la nulidad e inconstitucionalidadde las leyes de Punto Final y ObedienciaDebida. A partir de ese momento em-pezó un proceso judicial que terminó dedefinir en junio de 2005 la nueva CorteSuprema de Justicia. El recambio de losjueces del tribunal, al ingresar magistra-dos más comprometidos política y jurí-dicamente con los derechos humanos,también resultó trascendente. Entretan-to, la Corte Interamericana decía tajan-temente que no eran admisibles las nor-mas que fijaran amnistía frente a delitosde lesa humanidad.

En el camino, la Cámara Federal de laCapital ratificó prontamente la decisióndel juez Cavallo y muchos otros juecesprovinciales avanzaron también en la nu-lidad de las leyes de impunidad. En sep-

tiembre de 2003, cuando el Congresodebatía la nulidad de las leyes, la Cámaracapitalina abrió las denominadas “mega-causas”, donde se reiniciaron las inves-tigaciones penales paralizadas a partirde 1987.

Nuevos caminosEn este contexto favorable, la búsquedade los jóvenes apropiados por la vía ju-dicial se enfrentó a un gran obstáculocuando los chicos se hicieron adultos. Ylas defensas de los apropiadores encon-traron nuevos argumentos, servidos en

bandeja por la Corte menemista, basadosen que la toma de la muestra de sangre demanera obligatoria afectaría el derechoa la intimidad del joven, sin haber valo-rado muchos otros derechos en juego.

Desde entonces, el contexto en la jus-ticia es complicado. No sólo se trata deuna decisión adversa sino que el procesopara llegar a esa decisión, en todos loscasos, es muy lento. Y quizás el recursomás escaso que tiene Abuelas de Plaza de

Mayo es el tiempo. Y esta escasez es unade las bases sobre la que el equipo jurídi-co de Abuelas elabora nuevas estrategiaspara avanzar en la búsqueda a través dela justicia.

Si bien la posibilidad de la extracción desangre es un camino que las Abuelas rei-vindican, aparecen nuevas alternativaspara conseguir adn: saliva, pelos y otroselementos orgánicos. Estas posibilidadestécnicas habilitan nuevos caminos queno admiten discusión en los procesos pe-nales, es decir la búsqueda de elementosque están separados del cuerpo de los jó-venes cuya identidad se busca.

Las nuevas estrategias tienen nuevosobstáculos también. La justicia, para rea-lizar estos procedimientos, se vale de lasmismas fuerzas de seguridad que fueronresponsables de las apropiaciones, porlo que la eficacia de su tarea queda enduda. Por ello desde Abuelas se está exi-giendo la participación de funcionariosjudiciales en estos procedimientos y laexploración de otros mecanismos queaseguren confiabilidad y seriedad en latoma de las muestras.

Explorar permanentemente nuevos ca-minos siguiendo la experiencia de lasAbuelas y los organismos en la búsquedade justicia, y procurar el acortamiento delos plazos judiciales, son los objetivosque se ha propuesto el equipo jurídicode la institución, en la búsqueda de ver-dad y justicia.

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La duda

“Si tenés dudas sobre tu identidad, comunicate con las Abuelas de Plaza de Mayo”, fueuna de las frases que empezaron a usar las Abuelas cuando se dieron cuenta de queya no buscaban niños sino jóvenes. Ahora se trataba de que sus nietos se acercarana ellas. Muchas personalidades empezaron a colaborar con la búsqueda: artistas, in-telectuales, periodistas, deportistas. Para todos, la sincera gratitud de las Abuelas.

La Abuela Reina Waisberg con Juan Sebastián Verón y Roberto Ayala en la campaña Deporte

por la Identidad 2002. Detrás el arquero Pablo Cavallero.

La verdad, para lasAbuelas, es encon-trar a sus nietos ade-más de saber quépasó con sus hijos.

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Nada detuvo a las Abuelas en la búsqueda de sus nietos: hicieron trabajo de detectives;

recorrieron juzgados y orfanatos; recibieron y siguen recibiendo las denuncias que la so-

ciedad les hace llegar; viajaron por los cinco continentes; se entrevistaron con personali-

dades de todo el mundo, y nunca perdieron de vista su objetivo. Para asegurar la validez

de los análisis de sangre implementaron un banco de datos genéticos, creado por ley,

donde están los mapas genéticos de las familias que tienen niños desaparecidos. Hoy

las Abuelas ya no están solas en su búsqueda. Las acompaña buena parte del pueblo

argentino que entendió la profunda carga ética de su mensaje. Y también las acompa-

ñan sus nietos, sus bisnietos y los jóvenes que tienen dudas sobre su identidad y se

acercan a ellas. Más de 400 jóvenes continúan viviendo con su identidad cambiada. Por

ellos y por los niños de las futuras generaciones trabajan las Abuelas: para preservar su

identidad, sus raíces y su historia.

La familia

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