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De Martini a FelliniTRANSCRIPT
Periodisme Grup 52 | Álex Alba, Oriol Calabuig, Jorge González, Laia Toldrà, Albert San Andrés
DE FELLINI A MARTINI PASANDO POR EL PECADO CAPITAL
Introducción
Muy pocas ciudades se han prestado tanto para el cine como la Città Eterna. Su longeva
y rica historia la convierte en uno de los cuatro o cinco epicentros globales de la cultura
y la civilización. Desde la ascensión y caída del mayor imperio de occidente, pasando
por el asentamiento de la mayor empresa de la historia, que miraba con recelo los
avances del renacimiento un poco más al norte, paseando de refilón por el esplendor del
barroco, con Gian Lorenzo Bernini como gran nombre propio, hasta la parada final de la
triunfal expedición unificadora de Garibaldi, o incluso su papel de piedra angular en
momentos clave en el turbio y revolucionario siglo XX.
Una vez superada la ola neorrealista, habiendo tocado a su fin el contexto histórico,
social y político en el que aquella consecuentemente emergió, Fellini pasaba
directamente, sin marcadas transiciones, a ofrecer el reverso de la moneda. Aquel
sempiterno baño en uno de los monumentos más visitados del mundo no era más que el
clímax del primer tercio de esa obra maestra universal que es La Dolce Vita. Tras
retratar como nadie ese emergente y alborozado esplendor que vivía una Italia ya
aparentemente recuperada de las profundas heridas de las grandes guerras y el fascismo,
el realizador de Rimini (cierto, no es romano por mucho que su corazón allí pertenezca)
empezaba a tejer una dialéctica de desmitificación y crítica mordaz, con atisbos de
sátira, a esa ociosa y opulenta sociedad de nuevos ricos, condescendientes secuaces y
acomodados burgueses.
Las logradas imágenes nos mostraban un mosaico de individuos con una falta completa
de valores y de espíritu, que malamente intentaban llenar con una efímera felicidad
material. Así como la carencia completa de intimidad (e incluso respeto) en una
sociedad completamente hipócrita y sensacionalista, representada en la figura del
paparazzi, el voyeur oficial y mercenario. Además de esa evidente pero profundamente
significativa representación de la mercantilización de los valores más profundos, con
esa gran secuencia de apertura en la que vemos a un helicóptero transportar una vieja
estatua de Cristo. Todo ello no sería posible como un escenario que se nutre
recíprocamente de una historia para la cual funciona como un componente fundamental,
sine qua non. Estamos en la época dorada de los lujosos cafés y hoteles de la Via
Veneto, donde las estrellas del celuloide y el vinilo hacían sus paradas obligadas, donde
el propio Fellini se sentaba día tras día a observar y a escribir lo que veía pasar. Porque
el de Rimini no alucinaba, simplemente relataba lo que miraba, lo que conocía de la
calle.
Nos hace pasar asimismo por otros reconocibles parajes de la Roma más monumental,
en los que podemos ver alfombras rojas por doquier sin necesidad de que estén
presentes. O esas ostentosas villas residenciales de las afueras, escenarios de las fiestas
más elitistas donde todos esos nuevos burgueses daban rienda suelta a su banalidad.
Pero el colofón, la auténtica culminación, la frontera entre el cielo y el olimpo, se
presenta en una localización completamente descontextualizada de la ciudad, de una
esencia cercana a lo atemporal e inespacial. Esa secuencia final en la playa, un paraje
completamente residual e ignoto, donde pasamos del día a la noche y del ruido de la
urbe al silencio más sepulcral, con un viento soplando con decisión pero con ligereza,
retrata por sí sola la incertidumbre ética de los personajes. Así, con la presencia de esa
criatura marina muerte, se intuye una especie de renacimiento, a partir de la dicotomía
entre lo viejo (la propia ballena muerta) y lo nuevo (lo joven de aspecto inmaculado), al
mismo tiempo que esta última resulta el contrapunta de inocencia y pureza ante la
patente infamia e inmoralidad de Marcello y los personajes a los que sigue como un
perrito faldero, como un bala perdido sin rumbo que es. La redención moral queda como
el único camino hacia la eternidad, mucho más allá de los flashes y las luces de neón, y
no estamos hablando en ningún momento en términos religiosos.
Análisis
Para la elaboración del trabajo hemos seleccionado un anuncio basado en una estética
predeterminada e intencionada. Para identificar la estética utilizada en el anuncio objeto de
nuestro estudio, hemos escogido una creación audiovisual precedente que también emplea la
misma, a la que denominaremos “Dolce Vita”. Así, partimos del anuncio de “Martini Gold”
protagonizado por Mónica Belluci y buscamos otra obra que hubiera utilizado la misma
estética anteriormente: la obra maestra del cineasta italiano Fellini: “Dolce Vita”. Después,
profundizamos en los elementos ideológicos del anuncio de Martini estableciendo un
paralelismo con la idea del pecado original.
Primer caso:
Las características generales de la estética “Dolce Vita” vienen dadas por la utilización
generalizada del blanco y negro, el emergente protagonismo de la figura femenina, el entorno
mayoritariamente urbano, en concreto la ciudad de Roma, la focalización en personajes de alta
relevancia social, la representación del ambiente más tradicional de la ciudad, y la obsesión
por lo estético.
Segundo caso:
Asimismo, hemos seleccionado el pasaje bíblico relacionado con el pecado original, ya que en
el anuncio, a través de la figura de la iglesia y de la mujer, queda representada la lucha entre el
bien y el mal. El anuncio está lleno de metáforas. En este caso, los personajes eclesiásticos
simbolizarían el bien, Martini simbolizaría la manzana del jardín del Edén, y el mal estaría
relacionado con los hombres, el bar, la fiesta, la seducción, el deseo, la lujuria, etc.
En esta secuencia de fotos, podemos observar diferentes características de las anteriormente
citadas. La primera que podemos apreciar, es el protagonismo que se le otorga a los
personajes femeninos, en el sentido de mujeres objeto. En los tres casos, hemos encontrado
multitud de planos y escenas que parecen únicamente destinados a la contemplación de los
hermosos cuerpos de las actrices elegidas. Esa actitud se encuentra reforzada por el hecho de
que los hombres que aparecen no les quitan el ojo de encima.
Asimismo, también podemos observar en estas tres fotografías la fijación por lo urbano. En los
dos primeros casos se nos muestra la archiconocida Fontana di Trevi, mientras que el tercero
tiene lugar en una esquina de la ciudad romana.
En estas dos imágenes vemos como el hombre encarna el papel de hipnotizado por la
abrumadora belleza de la figura femenina. Aún así, sigue manteniendo la pose viril y seductora
que representa a la figura masculina de la época (el vaso, la mirada…).
En estos dos fotogramas nos encontramos con escenas similares en cuanto a la
representación. El foco de atención de ambas imágenes recae sobre la mujer, siempre rodeada
de hombres, sentados en la misma mesa compartiendo bebida y tiempo de ocio. Cabe
destacar el ambiente elitista caracterizado por las obras de arte, la cristalería, mantelería y
demás objetos accesorios que aparecen.
Otro de los aspectos que convergen es la presencia de paparazzis. De hecho, el término
paparazzi se acuñó en la sociedad italiana representada por Fellini en su obra maestra. La
presencia de los citados paparazzis nos revelan la pertenencia de los personajes a una clase
alta adinerada y relevante.
Hipervínculos a los vídeos:
Martini Gold:
http://www.youtube.com/watch?v=w0qtLMD2ots
Dolce Vita:
http://www.youtube.com/watch?v=GKN1T3K1idg&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=iC_UjMsYmJc&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=DonH-bTtFwc