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DE LILIPUT A BROBDINGNAG: NOTA SOBRE LAS RELACIONES MICRO-MACRO EN SOCIOLOGIA José Enrique Rodríguez Ibáñez Universidad Complutense RESUMEN Este trabajo analiza el problema de las relaciones micro-macro en Sociología desde una pers- pectiva gradacional que trata de solventar el dualismo en el enfoque de la cuestión, tanto en el campo de la teoría como en el de los programas de investigación. Para ello se remite a la tradi- ción de la teoría sociológica y se detiene en particular en aportaciones cognitivistas y emotivistas al estudio de los microfundamentos del orden social (Cicourel, Collins, Scheff). GENERALIDADES INTRODUCTORIAS Como Swift (y Gulliver, su criatura), son muchos los sociólogos que esti- man que las parcelas de la sociedad pueden ubicarse en dos países diferentes: el de los «enanos» (donde la pequeñez de las unidades hace evidente y transpa- rente el cúmulo de problemas ante los ojos del engrandecido observador) y el de los «gigantes» (donde, por el contrario, el tamaño descomunal de los partí- cipes relativiza la perspectiva y obliga a aventurar hipótesis explicativas abier- tas). Ni que decir tiene que «Liliput» sería el mundo de lo «micro» y «Brob- dingnag» el mundo de lo «macro». Pero esta perezosa segregación de la realidad y los modelos de acceso a ella no sólo está sesgada de origen, sino que, además, es contraproducente. Está sesgada porque otorga transparencia u oscuridad a los ámbitos de la sociedad según su inmediatez (lo cual es gratuito: hay micro- 80/97 pp. 171-182

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De Liliput a Brobdingnag. Notas Sobre Las Relaciones Micro-macro en Sociología.

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  • DE LILIPUT A BROBDINGNAG:NOTA SOBRE LAS RELACIONES

    MICRO-MACRO EN SOCIOLOGIA

    Jos Enrique Rodrguez IbezUniversidad Complutense

    RESUMEN

    Este trabajo analiza el problema de las relaciones micro-macro en Sociologa desde una pers-pectiva gradacional que trata de solventar el dualismo en el enfoque de la cuestin, tanto en elcampo de la teora como en el de los programas de investigacin. Para ello se remite a la tradi-cin de la teora sociolgica y se detiene en particular en aportaciones cognitivistas y emotivistasal estudio de los microfundamentos del orden social (Cicourel, Collins, Scheff).

    GENERALIDADES INTRODUCTORIAS

    Como Swift (y Gulliver, su criatura), son muchos los socilogos que esti-man que las parcelas de la sociedad pueden ubicarse en dos pases diferentes: elde los enanos (donde la pequeez de las unidades hace evidente y transpa-rente el cmulo de problemas ante los ojos del engrandecido observador) y elde los gigantes (donde, por el contrario, el tamao descomunal de los part-cipes relativiza la perspectiva y obliga a aventurar hiptesis explicativas abier-tas). Ni que decir tiene que Liliput sera el mundo de lo micro y Brob-dingnag el mundo de lo macro. Pero esta perezosa segregacin de la realidady los modelos de acceso a ella no slo est sesgada de origen, sino que, adems,es contraproducente. Est sesgada porque otorga transparencia u oscuridad alos mbitos de la sociedad segn su inmediatez (lo cual es gratuito: hay micro-

    80/97 pp. 171-182

  • escenarios impenetrables y macroescenarios difanos). Y es contraproducenteporque rompe con el continuum individuo-sociedad en vez de partir de l,como parece razonable si se quiere elaborar un buen modelo terico sociol-gico.

    Con esto, lgicamente, no pretendo decir que no sea sensato hablar derelaciones micro-macro; slo quiero dar por sentado que esas relaciones debenser de continuidad y no de enfrentamiento o exclusin mutua. En realidad, lasgrandes propuestas de la Sociologa no han hecho otra cosa que tratar de expli-car tal continuum, eso s desde distintos puntos de vista epistemolgico-meto-dolgicos y/o ontolgico-descriptivos. Desde este ltimo punto de vista elontolgico, la realidad social puede concebirse como una superposicin deindividuos, como un organismo fruto de la superposicin anterior (pero supe-rior y distinto a ella en su conjunto) o como una estructura normativa quehace de los individuos meros agentes o portadores de la megarracionalidad ins-titucional. La primera postura interindividualista sera enteramentemicro; la segunda organicista sera micro-macro, y la terceracolectivista sera abiertamente macro.

    Pasemos ahora al enfoque epistemolgico-metodolgico. Aqu caben dosngulos alternativos: el individualista (que reconstruye el orden social a par-tir de la perspectiva del actor intencional) y el holista (que reconstruye elorden social a partir de la realidad ya constituida o preexistente al anlisissociolgico). La perspectiva individualista-metodolgica, claro est, se reputamicro-macro, mientras que la holista se reputa macro-micro.

    Si cruzamos las dos perspectivas, ontolgica y metodolgica, obtenemosseis celdillas en las que, siempre al riesgo de la simplificacin, estaremos encondiciones de ubicar a algunas de las ms importantes propuestas de la teorasociolgica clsica y contempornea. He aqu el cuadro que paso inmedia-tamente a comentar:

    Perspectiva ontolgica Interindividualismo Organicismo Colectivismo

    Holismo Freud Durkheim MarxEstructural- Luhmann

    funcionalismo

    Individualismo metodolgico Simmel Max Weber ParetoInteraccionismo Habermas Eleccin racional

    simblico GiddensEtnometodologa

    Insistiendo una vez ms en que estas clasificaciones son siempre aproxima-das y no deben ser tomadas como una verdad matemtica, me atrevo adefender la categorizacin propuesta, que desarrollo de izquierda a derecha delcuadro, empezando por la fila superior.

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  • La teora estructural-funcional, en primer lugar, aun cuando parta hipot-ticamente de la perspectiva del actor (sta fue siempre la obsesin de Par-sons), en realidad termina dando primaca explicativa a las macrofunciones delsistema global, las cuales gravitaran sobre el actor individual. Como su prece-dente freudiano que explica al yo en funcin del superyo, el estructural-funcionalismo clsico combina una ontologa interindividual con una aproxi-macin holista a la misma.

    Por lo que se refiere a la realidad sui generis de Durkheim o a los siste-mas de Luhmann, no creo resulte problemtico admitir que ambos aceptanuna visin metaindividual u orgnica de la sociedad cuya va de acceso meto-dolgico debe ser forzosamente holista para no incurrir en supuesta gratuidadsubjetivista y acientfica.

    En cuanto a Marx, sera ocioso insistir en su cualidad de representante porexcelencia de una teora holista que configura a la realidad como suma deestructuras.

    Entrando en los representantes del individualismo metodolgico, nos topa-mos con un gran clsico Simmel y algunas direcciones como el interac-cionismo simblico y la etnometodologa que desean reconstruir las reglasformales (y poco explcitas) del orden social a partir de las redes interactivas delos usos cotidianos. El tejido interindividual est presente en los dos rdenes,descriptivo y explicativo.

    En lo relativo al campen del individualismo metodolgico MaxWeber y al terico de la accin comunicativa y la razn discursiva Haber-mas, ambos conciliaran una visin intersubjetiva de las races de la sociedadcon un designio organicista de la realidad social.

    Por fin, las teoras del rational choice (inspiradas en mucha medida porPareto) y la teora de la estructuracin de Giddens compartiran la vocacinontolgica estructural con la insistencia en la reconstruccin individualistametodolgica de la estructura global (sin que, por supuesto, ambas aproxima-ciones hagan ni digan exactamente lo mismo).

    Todos estos enfoques, como antes veamos, son bien macro-micro (celdi-llas primera y segunda), bien macro-macro (tercera celdilla), bien micro-micro (celdilla cuarta), o bien micro-macro (quinta y sexta celdillas). Ningu-no desdea el hecho de que las relaciones interpersonales y las relaciones insti-tucionales o estructurales forman un par explicativo y/o descriptivo til (que seplasmara cannicamente, aado yo, en la pareja Gemeinschaft-Gesellschaft deTnnies); pero s que difieren en cuanto al grado de primaca de uno de los ele-mentos del par sobre el otro o en cuanto al punto de partida micro o macrode las hiptesis explicativas. En este sentido, la perspectiva micro-microexplora los microfundamentos cognitivos y normativos de un orden macroque se da por sobreentendido, mientras que la perspectiva macro-macroexplora las relaciones de subordinacin interestructurales, dando por sobreen-tendida la gnesis intersubjetiva de las mismas. Por su parte, las perspectivasmacro-micro y micro-macro tratan de explicar el conjunto de la realidad a

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  • la luz de la permanente articulacin de esos planos, y a partir de posturas queexplican a los tomos o unidades hipotticas del sistema social desde el todo a laparte (macro-micro) o desde la parte al todo (micro-macro).

    Hoy en da, superada la etapa de considerable confusin que caracteriz a lateora sociolgica desde finales de los aos sesenta hasta finales de los ochenta,pudiramos decir que la toma de partido por lo micro o lo macro como opcionesexcluyentes y aun beligerantes est fuera de lugar, habiendo consenso en torno a laidea de que lo decisivo no es confrontar a lo micro con lo macro, o viceversa,sino estudiar la gradacin analtica y correspondencia emprica que se dara entreambos planos. De esta manera, los clsicos dejan de ser un arma arrojadiza, eldebate entre escuelas contemporneas es ms fecundo y las posibilidades de investi-gacin ms omnicomprensivas (Alexander y Giesen, 1987; Gerstein, 1987; Lamode Espinosa y Rodrguez Ibez, 1993; Mnch, 1987; Rodrguez Ibez, 1992)1.

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    1 El libro colectivo en el que se encuentran las aportaciones de Alexander y Giesen, Gersteiny Mnch recin mencionadas (The micro-macro link, publicado por la Universidad de Californiay compilado por Jeffrey Alexander, Bernhard Giesen, Richard Mnch y Neil Smelser) constituyeun slido estado del arte de la problemtica aqu tratada. Resaltar brevemente los contenidosde la introduccin, a cargo de Alexander y Giesen, y del trabajo de Mnch.

    Alexander y Giesen realizan una lectura de la tradicin sociolgica a la luz de las relacionesmicro-macro, estimando que Marx y Durkheim son los primeros grandes sintetizadores de laperspectiva macro, sindolo Mead de la perspectiva micro (los tres de una manera matizada y nounilateral, por supuesto). La primera gran sntesis completa entre lo micro y lo macro vendra dela mano de Max Weber (quien fundi intencionalidad y racionalidad), alcanzando con posterio-ridad mayor capacidad de sntesis la teora del sistema general de la accin de Parsons.

    Tambin a la sombra de Parsons, Mnch describe en el terreno de lo emprico cul es lainterpenetracin de la microinteraccin y las macroestructuras en un orden complejo y contin-gente. Para ello utiliza la tetraloga parsoniana AGIL, dispuesta en un eje de coordenadas querepresentan dos rdenes gradacionales: el de la complejidad simblica de las relaciones sociales yel de la normatividad de la accin social. La sinuosidad del tejido social podra, as pues, quedarconfigurada como un flujo a cuatro bandas entre un subsistema de intercambios con alto nivelde regulacin tanto simblica como normativa (subsistema A); un subsistema de toma de deci-siones de alto nivel simblico y baja normatividad (subsistema G); un subsistema comunitario debaja complejidad simblica y tambin baja normatividad (subsistema I), y un subsistema de dis-curso racional dotado de alta normatividad y baja densidad simblica (subsistema L). Traducien-do a romn paladino las cuatro esquinas de Mnch, podramos pensar en las siguientes subreasdel orden social: relaciones econmicas (A), relaciones polticas (G), relaciones intersubjetivas (I)y relaciones de comunicacin pblica o relativa a la transmisin del conocimiento (L). Nteseque Mnch no se refiere a un nico ngulo institucional o macro, sino a cuatro vertientes en lasque lo micro y lo macro se simultanean. Grficamente, el esquema del autor es como sigue:

    Toma de decisiones (G) Intercambio (A)

    Complejidadsimblica

    Accin comunitaria (I) Discurso racional (L)

    Normatividad de la accin

  • No quisiera, empero, dar por zanjada la cuestin. S que me pareceraredundante abundar sobre problemas y soluciones que la literatura citada hatratado ya con suficiente extensin. En cambio, no me lo parece, y a ello voy adedicar el prximo epgrafe, detenerme en aportaciones ms o menos recientesque tratan de profundizar en la va micro-micro, con la ambicin de sentar,con todas sus consecuencias, los microfundamentos del orden social. Mencio-nar tres tipos de indagacin en torno a los microfundamentos, una de ndo-le cognitivista (Cicourel y DAndrade) y otras dos de ndole emocional(Collins y Scheff ).

    EN BUSCA DE LOS MICROFUNDAMENTOS DEL ORDEN SOCIAL

    Quiero destacar la radicalizacin micro del asunto que nos ocupa, acargo de autores contemporneos, porque constituye una suma de aportacio-nes muy ambiciosas y no demasiado conocidas que, sin ser definitivas, comoveremos, poseen una innegable plausibilidad como modelo terico y programade investigacin. Existen otras plausibilidades, propias de modelos y progra-mas concurrentes, que dar por conocidas y discutir in genere en la conclu-sin, de modo similar a como han sido discutidas las grandes escuelas y tradi-ciones sociolgicas en la introduccin.

    Empecemos por la obra de Aaron Cicourel. Este autor ha evolucionado dela etnometodologa garfinkeliana a una antroposociologa de orientacin cog-nitivista. Cicourel, en concreto, acepta en su fase madura un marco epistemo-lgico coincidente con el tipo de ciencia cognitiva propugnada por Rumelhart.No es ste el lugar apropiado para extenderse en polmicas especializadas de laciencia cognitiva. Dir, resumidamente, que la postura defendida por Rumel-hart entiende a la cognicin como un proceso emergente de adquisicin deinformacin y archivado neuronal que se diversifica en contenidos particularesfuncionalmente interrelacionados. La cognicin sera una gran traslacin neu-rofisiolgica del conjunto de las percepciones del sujeto, las cuales configura-ran una suma cada vez ms compleja de cdigos y lenguajes. Este cognitivis-mo, de orientacin neurofisiolgica y computacional, difiere del cognitivismode Francisco Varela, para el que la situacin concreta en que tienen lugar losprocesos de cognicin crea la configuracin psicofsica definitiva del sujeto(Rumelhart y MacLelland, 1986; Varela, 1992).

    Pues bien, puesto a afirmarse en la epistemologa cognitivista, como mantode amparo terico que le salve del relativismo de la etnometodologa clsica deGarfinkel, Cicourel opta por Rumelhart, y no por un situacionismo filosfica-mente afn a la fenomenologa como el de Varela, que posiblemente le retro-traera al punto de partida.

    El estudio pormenorizado de los mecanismos elementales de la cognicinsuministra a nuestro autor una base fundante para su propuesta en torno a lanaturaleza del orden social. Segn Cicourel, este ltimo orden no es sino la

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  • versin ampliada de aquello que cada individuo cada cerebro realiza infi-nidad de veces al da, esto es, la ordenacin de los dictados de la cognicin conarreglo a un sistema de categoras cuya expresin ltima la forman la sintaxis ylos lenguajes verbales. De esta manera los lenguajes permiten establecer anlisiscomparativos, a partir de la mayor relevancia de unas unidades sintcticas y/osemnticas frente a otras, en cada uno de ellos. Estaramos en presencia deltipo de Antropologa cognitiva llevada a cabo por Roy DAndrade2. Cicourelda un paso ms y se acerca a la utilizacin de los modelos cognitivo-sociolin-gsticos en el estudio de la estructura social. El autor, en concreto, opta porentender que el orden institucional o burocrtico macro el que se escenifi-ca, por ejemplo, en hospitales, dependencias gubernamentales o aulas estambin una suma de lenguajes prescriptivos que anclan su sistema de repartode prescripciones, prohibiciones y codificaciones en una mentalidad colectivatraducida a discursos y prcticas. As, pues, el viejo sueo de Garfinkel de infe-rir la negociacin del orden social a partir de las prcticas de la vida cotidianahalla en Cicourel un referente slido que remite esas prcticas a una suerte degramtica de la cognicin, la cual permite desbrozar los actos del comporta-miento interactivo, as como su traduccin verbal y la proyeccin de la mismaa los rdenes discursivos institucionales (Cicourel, 1975, 1978, 1980, 1981).

    Nos encontramos ante un modelo que da mucho juego para el anlisissociolingstico micro y macro, pero que puede tender a identificar en demasarealidad social con discurso, dejando fuera a aquellos aspectos ms imprevistoso irrepetibles del registro humano. Quiz por esto mismo, otros autores pre-fieren compartir con Cicourel la radicalizacin de lo micro como va de accesoa la explicacin sociolgica, si bien adoptando una concepcin preferentemen-te emocional de la psique de los individuos.

    Este es el caso de Randall Collins, quien public en la pasada dcada untexto emblemtico al respecto (Collins, 1981). Aqu, el autor se distanciadesde un principio de las posturas micro de orientacin cognitivista o utilita-rista/decisionista racional. La conducta cotidiana no obedece a modelos racio-nalistas de cognicin y toma de decisiones seala Collins. A su juicio,por tanto, las explicaciones en trminos de normas, reglas y asuncin de roles(role taking) deben ser abandonadas (...), necesitndose, a cambio, un micro-mecanismo que est en condiciones de explicar las acciones repetitivas sobrelas que se levanta la estructura social, remitindolas a unas bases no cognitivasde la interaccin y la percepcin (Collins, 1981: 985).

    A tales micromecanismos explicativos los denomina el autor cadenasrituales de interaccin, las cuales crean y transmiten de abajo arriba las princi-pales coordenadas de la sociedad en forma de smbolos y mitos culturales y

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    2 DAndrade (1981) utiliza el mayor o menor nfasis que las lenguas otorguen a sus diversascategoras para trazar un paralelo con el perfil antropolgico de las culturas que les sirven desoporte. Estas categoras verbales (con sus consiguientes correlatos macro) son las siguientes:A, afirmaciones; B, requerimientos; C, preguntas; D, reactivos (acuerdo/desacuerdo);E, expresivos (aprobacin/desaprobacin); F, putativos (promesas, ofrecimientos).

  • energas emocionales. Si Collins no tiene empacho en admitir que estascadenas pueden ser tildadas prima facie de conversaciones, se tratara, sinembargo, de una clase de comunicacin no exclusivamente verbal, sino funda-mentalmente emotiva. Segn expresa Collins, se trata de energas emocionalestransmitidas mediante contagio entre los miembros de un grupo, a travs deflujos que operan de modo muy parecido a la serie de negociaciones que gene-ran los precios en el seno de un mercado (Collins, 1981: 994).

    El autor cruza la nocin durkheimiana de ritual con la concepcin dra-matrgica de la interaccin de Goffman, para dejar sentada una teora de lacontinuidad micro-macro que arranca de la causalidad microsituacional y sevuelca en recursos culturales y energas emocionales que son los que defi-nen las dimensiones estructurales o macro. La sociedad, en definitiva, es paraCollins un flujo y reflujo de identidades, lealtades y significaciones ancladas enbuena medida en el basamento emotivo y fabulador de la psique.

    La pretensin universalizante de esta postura despert crticas que achaca-ban al autor el hecho de que desdeara en demasa la dimensin de poder ydesigualdad econmica. A esto Collins respondi de manera pormenorizada,aunque en mi opinin no del todo convincente (Collins, 1987).

    Para el autor, en efecto, la posicin social y la propiedad son rasgos bsicosde la microsituacin estructurada. La primera es fruto de una negociacindramtica y eventualmente conflictiva, mientras que la segunda es, adems decondicin preexistente, el resultado estructural de unas continuidades micro-macro presididas por la desigualdad estratificacional. Bien, Collins parece sal-vaguardar su esquema, pero, al menos para mi gusto, al precio de una peticinde principio: el poder y la desigualdad podran ser rasgos emergentes de lascadenas de interaccin ritual siempre que se partiera de ellos como algo yaconstituido.

    Quiz consciente de lo anterior, el autor se atrevi a romper el nudo gordia-no de tal peticin de principio, reclamando una autntica revolucin filosficadel pensamiento occidental que le permitiera dotar a su teora micro-emocionalde los necesarios requisitos de fundamentacin epistemolgica (Collins, 1990).

    La solucin, ahora, es acabar con la nocin de libre albedro, presente noslo en la tradicin cristiana, sino tambin en las tradiciones liberal/utilitarista,pactista y hasta organicista/socialista, admitiendo el determinismo que ejercesobre los procesos de interaccin ritual un difuso depsito de energas emo-cionales. Estas energas constituiran la materia prima de la sociedad, y serasu escenificacin situacional (y ascendente, en trminos micro-macro) la quederivara en la complejizacin econmica, poltica y cultural. Con todos losrespetos, esto, a m particularmente, me suena a reedicin del freudo-marxis-mo con ribetes interaccionistas, lo cual no zanja polmicas tericas, sino quelas reabre en el punto de partida en que las dejaron clsicos como Freud, Mar-cuse o Mead.

    Si el cognitivismo de Cicourel concluimos que derivaba hacia una confluen-cia entre los discursos y la realidad social, y, sensu contrario, el conflictualismo

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  • emotivo de Collins, segn acabamos de ver, derivara hacia una confluenciaentre impulsos y sociedad, la propuesta de Scheff (1990) dirase que busca unjusto trmino entre ambos extremos.

    Este autor, formado en una tradicin interaccionista atenta a campos comola produccin social de la enfermedad mental y las relaciones entre ilumina-cin esttica y conocimiento sociolgico3, culmina su carrera en la obra quenos ocupa, dedicada a forjar toda una teora sociolgica de base micro, cen-trada en las emociones como referencia primera.

    En efecto, Scheff arranca del impulso emotivo como tamizador inicial delcurso de la accin y aun del entramado estructural de la misma. Seran, en opi-nin del autor, sentimientos tales como la vergenza o el orgullo los que ani-maran a proceder de una manera u otra a los actores sociales, interponiendoadems dichos sentimientos ante los actores un determinado manto perceptivoque hara de la estructura social real algo elusivo o incluso invisible. Pero lasemociones, transmutadas en accin ms o menos consciente, ms o menosdistorsionada, ms o menos aceptada, generan un orden normativo hecho apartes iguales de discurso y estructura. De ah que la estructura social deba serreconstruida a partir de sus componentes micro, y estos ltimos inferidos delas emociones prevalecientes. No obstante, culmina Scheff, la escalera micro-macro funciona tambin en direccin macro-micro, a travs de las reaccio-nes emotivas de las psicologas individual y colectiva. Dichas reaccionesascienden de lo micro a lo macro o descienden de lo macro a lo micro enmilsimas de segundo, utilizando por ende una lgica que no es formal odeductiva ni emprico-inductiva, sino abductiva, al modo pragmatista.Scheff, para estos propsitos, se apoya en precedentes esperables, como el deGoffman, y en otros ms inslitos, como el Wright Mills de La imaginacinsociolgica (autor este ltimo partidario, como se sabe, de ir de la intuicinpersonal a la apreciacin genrica, en un contexto de investigacin artesa-nal).

    Scheff quiere poner a prueba este su particular prisma, comparndolo conel mtodo de Durkheim en relacin con el estudio del suicidio. Quedarse a

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    3 Aunque no exceda de lo anecdtico, no quiero dejar de mencionar una curiosa justa queprotagonizaron Thomas Scheff y Otis Dudley Duncan en el verano de 1985 y que tuve la oca-sin de presenciar. El escenario era el Departamento de Sociologa de la Universidad de Califor-nia en Santa Brbara, y el objeto de debate, las relaciones entre Literatura y Sociologa. Scheffque, aparte de su actividad conocida, inici sus pasos acadmicos en las ciencias fsicas sos-tena que la Literatura, incluida la poesa, es la fuente de la que debe emanar la concrecin dehiptesis sociolgicas (quedando para la metodologa investigadora de inspiracin popperiana elresto del trabajo). Por el contrario, Duncan quien, aparte de ser el reputado coautor de TheAmerican occupational structure y el campen de los modelos longitudinales, es un amante de lacivilizacin grecolatina, un lector empedernido de textos originales clsicos de tal civilizacin yun msico amateur mantuvo la tesis de que la investigacin social recorre un camino separadode la creacin literaria y que ambos caminos no deben mezclarse, por su propio bien. Segn con-cluy grficamente, la poesa es demasiado importante como para ponerla en manos de socilo-gos. Me temo que fue Duncan el que sali victorioso del torneo floral.

  • este respecto con las solas correlaciones estadsticas durkheimianas, arguyeScheff, puede hacer perder de vista la motivacin ms profunda del acto suici-da, perdindose no slo pathos en la explicacin de tal conducta, sino inclusotambin valor sociolgico causal. En concreto, el autor propone detenerse en elhroe de Goethe, el joven Werther, muerto, s, por despecho amoroso y prefi-gurador del romanticismo, pero movido por unas razones que no termina deatrapar sociolgicamente la explicacin de suicidio egosta que Durkheimhubiera sugerido seguramente. A cambio, Scheff resalta la afrenta que Werthersufre al ser animado a abandonar una reunin de nobles por no pertenecer atal clase. Sera esta vergenza o ultraje el que disuade a Werther de proseguirsus acercamientos amorosos, cerrndose por aadidura a s mismo el caminodel ascenso social. Es, pues, un sentimiento el que desencadena la construcciny estructuracin de la realidad, as como su resultante suicida. Microaccinemotivamente fundamentada, discurso y estructura social aparecen forjados enun gradiente bidireccional.

    La postura de Scheff es ms eclctica que las de Cicourel y Collins, puesconcibe a la realidad como una triple articulacin de acciones, discursos yestructuras. Slo el empeo ltimo en fundamentar todo ello en una sociolo-ga de las emociones le distancia de otros modelos racionalistas causal-inten-cionales, como el de la decisin o eleccin racional, que considero ms slidosy deberan ser tratados en esta seccin, si no fuera porque ya dediqu a ellostodo un trabajo (Rodrguez Ibez, 1991). Ser basndome en las conclusionesde mi ltimamente mencionado escrito como recapitular acerca de lo debati-do hasta ahora, propugnando una actitud no excluyente, sino transversal,para el enfoque de las relaciones micro-macro en sociologa.

    DE LA DUALIDAD A LA TRANSVERSALIDAD

    El trabajo propio que acabo de mencionar conclua apelando a la acepta-cin de tres grandes planos de la realidad: un sistema socioeconmico de inter-cambios generalizados, un sistema poltico-cultural y un sistema ecobiolgico,dotados cada uno de ellos de disciplinas explicativas ad hoc. Esta afirmacinsala al paso del imperialismo microeconmico en las hiptesis de teorasociolgica, apostando por una gradacin que no eclecticismo entre losenfoques, cuya ltima prueba de validez sera justamente el umbral de plausi-bilidad investigadora desplegada por todos y cada uno de tales enfoques. Msrecientemente (Rodrguez Ibez, 1997), he tenido ocasin de sintetizar ydesmenuzar analticamente a las que considero las cuatro avenidas fuertesde la teora sociolgica contempornea, a saber, la teora comunicativa, la teo-ra de sistemas, la teora de la decisin o eleccin racional y la teora cognitivis-ta. No voy a repetir lo expresado en aquellas pginas, pero s que reiterar micriterio de que las opciones tericas en sociologa son fuertes cuando logran

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  • alcanzar universalismo explicativo y cuando su mbito de aplicacin es capazde saber concatenar lo singular y lo global (o micro y macro).

    Con lo dicho no pretendo llegar a otro trmino que a la conviccin de quelas relaciones micro-macro en Sociologa no constituyen ni deben constituiruna divisoria interterica (es decir, no deben dividir a las teoras segn susopciones micro o macro), sino que, por el contrario, son o deben ser ungradiente intraterico (o sea, una dimensin de concatenacin de espacios,contenidos y actores que toda teora que merezca ser llamada como tal tieneque estar en condiciones de mostrar, dndole la adecuada respuesta en el terre-no de las hiptesis, los modelos y las estrategias de investigacin).

    De esta manera, las relaciones micro-macro dejan de ser una contraposi-cin dual y pasan a ser unos polos hipotticos de una escala de magnitudes,intencionalidades y consecuencias objetivas de la accin que atraviesa transver-salmente todos los rdenes y procesos de la sociedad, as como los resmenestericos de la misma.

    En este sentido, Bernhard Giesen (1987) ha elaborado un imaginativomapa al respecto que sienta de manera realista cules pudieran ser los itinera-rios y jerarquas categoriales y empricas de tal concatenacin transversal.

    El autor, en concreto, propone distinguir entre tres realidades: una simb-lica (concretada en visiones del mundo), otra prctica (concretada en insti-tuciones diferenciadas) y otra material (centrada en recursos naturales y en latecnoestructura). Pues bien, el trnsito micro-macro alcanzara un primer nivelde consolidacin en el mundo de las estructuras simblicas. Estas ltimasinvadiran el mundo de las estructuras prcticas, modificndolas eventual-mente. A su vez, el mundo de los recursos naturales bien pudiera incidir, atodos los niveles, sobre las instituciones, las cuales, a su vez, influiran sobre lasestructuras simblicas en la misma medida que ellas mismas son susceptiblesde ser influidas por las ltimas. Se trata, como se ve, de un crculo de posibili-dades e interrelaciones que dinamiza, en lo relativo a la depuracin conceptual,el problema que nos ocupa, en forma ligeramente coincidente con la triple dis-tincin de planos que yo antes propona.

    Pero en ltimo extremo lo que importa no es perderse en logomaquias o enpreciosismos terminolgicos. Lo que importa, como ha sealado Coulter(1996), es saber armonizar la mirada sociolgica la del experto y la dellego con los resultados generalizables de la misma. Eso es hacer teora fuer-te, la que permite a los Gulliveres que todos y todas somos transitar deLiliput a Brobdingnag (o viceversa), sin tener que salir de las islas-conti-nente en que moramos. Al final del viaje de la vida y de la muerte que laSociologa se esfuerza en narrar y desvelar, habr varias versiones en torno almismo. Las ms plausibles de todas ellas no recogern ntegramente lo narradoy desvelado, pero sern las nicas dignas de competir entre s, asegurando atericos y teorizados una sensacin imborrable de continuidad y mutua com-plementariedad entre la perspectiva y las obras de enanos y gigantes.

    JOSE ENRIQUE RODRIGUEZ IBAEZ

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  • BIBLIOGRAFIA*

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    DE LILIPUT A BROBDINGNAG: NOTA SOBRE LAS RELACIONES MICRO-MACRO EN SOCIOLOGIA

    181

    * Hallndose ya esta nota en fase de correccin de pruebas, me topo con la valiosa compila-cin de Manuel CRUZ, Accin humana (Barcelona, Ariel, 1997). Me contento con mencionarla,resaltando de su contenido la importante contribucin de Salvador GINER, Intenciones huma-nas, estructuras sociales, y el ilustrativo resumen de Amparo GMEZ, Microfundamentos de laexplicacin social.

  • PALABRAS CLAVE

    Micro. Macro. Cognitivismo. Emociones. Teora sociolgica.

    KEYWORDS

    Micro. Macro. Cognitive science. Emotions. Sociological theory.

    ABSTRACT

    This paper analyzes the micro-macro link in Sociology from a gradational perspective whichtries to avoid dualism on both theoretical and methodological grounds. In doing so, it relies onclassic and contemporary models of sociological theory, particularly discussing cognitive andemotions-oriented contributions by Cicourel, Collins and Scheff.

    JOSE ENRIQUE RODRIGUEZ IBAEZ

    182

    INICIOArtculo anteriorArtculo siguienteAYUDANmeros 1-100REIS N 1. Enero-Marzo 1978.REIS N 2. Abril-Junio 1978.REIS N 3. Julio-Septiembre 1978.REIS N 4. Octubre-Diciembre 1978.REIS N 5. Enero-Marzo 1979.REIS N 6. Abril-Junio 1979.REIS N 7. Julio-Septiembre 1979.REIS N 8. Octubre-Diciembre 1979.REIS N 9. Enero-Marzo 1980REIS N 10. Abril-Junio 1980.REIS N 11. Julio-Septiembre 1980.REIS N 12. Octubre-Diciembre 1980.REIS N 13. Enero-Marzo 1981.REIS N 14. Abril-Junio 1981REIS N 15. Julio-Septiembre 1981REIS N 16. Octubre-Diciembre 1981.REIS N 17. Enero-Marzo 1982.REIS N 18. Abril-Junio 1982.REIS N 19. Julio-Septiembre 1982.REIS N 20. Octubre-Diciembre 1982.REIS N 21. Enero-Marzo 1981.REIS N 22. Abril-Junio 1983.REIS N 23. Julio-Septiembre 1983.REIS N 24. Octubre-Diciembre 1983.REIS N 25. Enero-Marzo 1984.REIS N 26. Abril-Junio 1984.REIS N 27. Julio-Septiembre 1984.REIS N 28. Octubre-Diciembre 1984.REIS N 29. Enero-Marzo 1985.REIS N 30. Abril-Junio 1985.REIS N 31. Julio-Septiembre 1985.REIS N 32. Octubre-Diciembre 1985.REIS N 33. Enero-Marzo 1986.REIS N 34. Abril-Junio 1986.REIS N 35. Julio-Septiembre 1986.REIS N 36. Octubre-Diciembre 1986. REIS N 37. Enero-Marzo 1987.REIS N 38. Abril-Junio 1987.REIS N 39. Julio-Septiembre 1987.REIS N 40. Octubre-Diciembre 1987.REIS N 41. Enero-Marzo 1988.REIS N 42. Abril-Junio 1988.REIS N 43. Julio-Septiembre 1988.REIS N 44. Octubre-Diciembre 1988.REIS N 45. Enero-Marzo 1989.REIS N 46. Abril-Junio 1989.REIS N 47. Julio-Septiembre 1989.REIS N 48. Octubre-Diciembre 1989.REIS N 49. Enero-Marzo 1990.REIS N 50. Abril-Junio 1991.REIS N 51. Julio-Septiembre 1990.REIS N 52. Octubre-Diciembre 1990.REIS N 53. Enero-Marzo 1991. Monogrfico sobre avances en sociologa de la salud.REIS N 54. Abril-Junio 1991REIS N 55. Julio-Septiembre 1991REIS N 56. Octubre-Diciembre 1991.REIS N 57. Enero-Marzo 1992. Monogrfico sobre el cambio social y trasformacin de la comunicacin.REIS N 58. Abril-Junio 1992.REIS N 59. Julio-Septiembre 1992.REIS N 60. Octubre-Diciembre 1992.REIS N 61. Enero-Marzo 1993.REIS N 62. Abril-Junio 1993.REIS N 63. Julio-Septiembre 1993.REIS N 64. Octubre-Diciembre 1993.REIS N 65. Enero-Marzo 1994.REIS N 66. Abril-Junio 1994.REIS N 67. Julio-Septiembre 1994.REIS N 68. Octubre-Diciembre 1994. Monogrfico sobre perspectivas en sociologa del cuerpo.REIS N 69. Enero-Marzo 1995.REIS N 70. Abril-Junio 1995. Monogrfico sobre la familia.REIS N 71-72. Julio-Diciembre 1995.REIS N 73. Enero-Marzo 1996. Monogrfico sociologa de la vejezREIS N 74. Abril-Junio 1996.REIS N 75. Julio-Septiembre 1996. Monogrfico sobre desigualdad y clases sociales.REIS N 76. Octubre-Diciembre 1996.REIS N 77-78. Enero-Junio 1997. Monogrfico sobre la formacin y las organizaciones.REIS N 79. Julio-Septiembre 1997.REIS N 80. Octubre-Diciembre 1997.REIS N 81. Enero-Marzo 1998. Monogrfico: cien aos de la publicacin de un clsico, "El suicidio", de Emile Durkheim.REIS N 82. Abril-Junio 1998.REIS N 83. Julio-Septiembre 1998.REIS N 84. Octubre-Diciembre 1994. Monogrfico sobre sociologa del arte.REIS N 85. Enero-Marzo 1999.REIS N 86. Abril-Junio 1999.REIS N 87. Julio-Septiembre 1999.REIS N 88. Octubre-Diciembre 1999.REIS N 89. Enero-Marzo 2000. Monogrfico: Georg Simmel en el centenario de filosofa del dinero.REIS N 90. Abril-Junio 2000.REIS N 91. Julio-Septiembre 2000.REIS N 92. Octubre-Diciembre 2000.REIS N 93. Enero-Marzo 2001.REIS N 94. Abril-Junio 2001.REIS N 95. Julio-Septiembre 2001.REIS N 96. Octubre-Diciembre 2001.REIS N 97. Enero-Marzo 2002.REIS N 98. Abril-Junio 2002.REIS N 99. Julio-Septiembre 2002.REIS N 100. Octubre-Diciembre 2002.

    REIS N 80. Octubre-Diciembre 1997.SUMARIOESTUDIOSGatti Casal de Rey, Gabriel y Martnez de Albniz, Iaki: Las quiebras de la identidad: La doble faz del espacio pblicoSastre Garca, Cayo: La transicin poltica en Espaa: Una sociedad desmovilizadaMeil Landwerlin, Gerardo: La redefinicin de la divisin del trabajo domstico en la nueva familia urbana espaolaPic Lpez, Josep: Teora social: Las relaciones entre Europa y Estados UnidosSol Puig, Carlota: Acerca de la modernizacin, la modernidad y el riesgoPrez Rubio, Jos Antonio: Motivacin y satisfaccin laboral: Retrospectiva sobre sus formas de anlisis

    NOTAS DE INVESTIGACINRodrguez Ibez, Jos Enrique: De Liliput a Brobdingnag: Nota sobre las relaciones micro-macro en sociologaFernndez Sobrado, Jos Manuel - Aierdi Urraza, Xabier: Entramado organizativo del movimiento feminista en el Pas Vasco

    TEXTO CLSICOTerrn Lalana, Eduardo: Presentacin. La inevitable imperfeccin del conocimiento humano: Hayek y el uso social del conocimientoHayek, Friedrich August Von: El uso del conocimiento en la sociedad

    CRTICA DE LIBROSCOLABORAN EN ESTE NMEROCRDITOS