de la torre rafael - el efecto anthony miles

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El efecto Anthony Miles

El efecto Anthony Miles

Rafael de la Torre

1-La manifestacin.

Yo crea en la polica.

Pero ellos cargaron contra unos adolescentes que les haban increpado. El que iba delante golpe a un muchacho, apenas un cro an. Pudo ser un accidente, no estoy seguro.

Una joven se revolvi y le llam hijo de la gran, ni siquiera acab la expresin tal vez porque el mismo agente, sin pensar, la peg de seguido tambin. Al menos dos veces. Eso no pudo ser un accidente, no. Despus corri sin mirar atrs.

Crea en los policas. Yo. Antes.

El ambiente se calde an ms. Los manifestantes estaban ya hartos de recortes sin sentido y de declaraciones altisonantes que parecan chistes del Club de la comedia. Pero nada de la situacin actual realmente tena ninguna gracia, menos ahora que nos haban agredido a muerte. Si ya se nos estaba chupando la sangre, ahora esta se haca correr.

La vi caer al suelo, como un saco de patatas. Un rayo de esperanza de color vivo absorbido sin remedio por el asfalto gris. Era ella, la chica que haba insultado al guardia. Sospech que estara muerta.

Llegaron ms antidisturbios. Todo ocurra demasiado rpido, era imposible entender lo que suceda o saber cmo reaccionar. Sent un porrazo. No recuerdo nada ms. Cuando despert estaba en el hospital.

No. No recuerdo nada ms. Pero todo duele.

2-Un ingeniero ingls en Egipto.

John siempre explicaba a quien quisiera escucharle que haba nacido espaol gracias a Margaret Thatcher. Antes, l era ingls. E ingeniero de telecomunicaciones. Finaliz su carrera en el ochenta y cuatro, al ao siguiente de la reeleccin de la Dama de Hierro. Dicen que los ingleses llegaron a disfrutar de una potente seleccin de ajedrez gracias a ella. No es que potenciara este deporte ms o menos que otros, simplemente la mandataria gener tal sensacin de incertidumbre entre los nuevos titulados universitarios que algunos optaron por plantearse el buscar alternativas a las carreras tradicionales.

Treinta aos antes, el padre de John, Robert, se haba licenciado como abogado y jams se plante trabajar en algo que no estuviera relacionado con el derecho. A la par que estudiaba y sin dedicar excesivo esfuerzo a ello, Robert obtuvo el ttulo de maestro internacional de ajedrez, pero era consciente de que como letrado ganara un salario razonable con el que formara una familia y vivira holgadamente. Ser ajedrecista simplemente no era un trabajo serio en aquella poca.

Las cosas haban cambiado mucho desde entonces. En los tiempos de juventud de John, nada era un trabajo serio, y mucho menos una ingeniera o una arquitectura, as que huy de la lluvia, de su ttulo universitario y de su conservadora primera dama y desembarc en Santander con intencin de aprender espaol, divertirse y ganarse la vida ante un tablero. Se pueden encontrar dos partidas suyas en las que derrota a futuros campeones del mundo. Alcanz el nivel de gran maestro y lleg a estar convocado con la seleccin inglesa como segundo reserva. Durante algn tiempo pudo vivir dignamente de una mezcla de ingresos proveniente de sus clases de ajedrez, matemticas, premios de torneos, ficha de un club, colaboraciones en revistas especializadas y un pequeo libro de aperturas heterodoxas.

Cinco aos ms tarde, el nueve de noviembre de 1.989, un hecho histrico cambi su vida. La cada del muro de Berln supuso muchas cosas en el mundo y dio el pistoletazo de salida para el derrumbamiento del sistema comunista. Aquella gotera, por la cual inicialmente se colaron algunas personas a la caza de la ansiada libertad, troc en un torrente a travs del que transitaban todo tipo de gentes en busca de oportunidades en occidente.

Y si algo se ha hecho histricamente bien en los pases del este, muy en particular en Rusia, ha sido jugar al ajedrez. Por aquella poca, Espaa careca de jugadores destacados pero gozaba de una capacidad organizativa de torneos que consigui atraer a todas las estrellas emergentes y, lgicamente, a una plyade de soviticos los cuales a poco bien que les fuera obtenan un ms que importante sobresueldo especialmente comparado con los bajos salarios existentes en su pas de origen.

Pero los torneos no eran infinitos y los premios tampoco, as que los cazarrecompensas habituales vieron disminuir progresivamente sus ingresos. John, a regaadientes, recuper su ttulo de ingeniero y comenz a trabajar para una empresa espaola que en aquel perodo proyectaba autopistas. Espaa se acercaba al ao 92, quiz el ms intenso de nuestra poca reciente. El entonces gobierno socialista deseaba avanzar hacia la modernidad. La Exposicin Universal de Sevilla y la Olimpiada de Barcelona limpiaron la imagen de pas tercermundista de la piel de toro merced a una inmensa inversin en infraestructuras que hicieron las delicias de los padres de John al ver a su hijo, por fin, dedicado a un oficio consistente.

Fue un perodo expansivo y John lo aprovech para cambiar de trabajo entre empresas similares cuatro veces en apenas dos aos. As se incrementaron en paralelo sus ingresos y responsabilidades. Medio en broma, medio en serio, afirmaba que le seleccionaban por ser el nico aspirante sincero en el currculo sobre su nivel de ingls. Adems, sin lazos afectivos ni races que le obligaran a habitar en tal o cual lugar, sin motivo para regresar a casa antes de que se fueran los dems y con una capacidad de clculo envidiable, era el empleado ideal para cualquier compaa.

Tras el ao noventa y dos vino, lgicamente, el noventa y tres. Y entre ambos aos estall una crisis. Como buey suelto bien se lame, consider que haba llegado el momento de, para alejarse de la quema, afrontar proyectos internacionales. De aquella poca le viene su aficin a los refranes. Afirmaba rotundo que el que la sigue la consigue y, consecuente con el dicho, prepar a conciencia el salto fuera de Espaa. La empresa en la que entonces trabajaba haba comenzado a vender proyectos en Arabia y Egipto y l era un excelente candidato para dirigirlos.

Pero no movi ficha. Prefiri aguantar sin desvelar sus intereses para poder negociar unas condiciones ptimas. Y la ocasin por fin lleg. Un buen da le ofrecieron la gerencia de un gran equipo para participar en la construccin de una presa en Egipto. Como quien no llora no mama, se neg, protest, se dej querer, plante todas las excusas que tena preparadas y, tras mucho hacerse de rogar, acept cuando la propuesta alcanz un nivel suficiente para, segn sus clculos, poder jubilarse si lo deseaba al final de los seis aos que estaba dispuesto a irse a vivir fuera.

John descendi de un avin en el aeropuerto internacional del Cairo el diez de septiembre del noventa y tres. Dos meses despus haba conseguido importar ya, a pesar de los complejos trmites, un sofisticado equipo de fotografa procedente de Estados Unidos a todas luces excesivo para su nivel de principiante. Estaba decidido a aprovechar el tiempo libre con excursiones que le permitieran profundizar en aquel sorprendente pas.

Con su cmara descubri primero los destinos tursticos tradicionales: Abu Simbel, el Templo de Philae, el Nilo, las Pirmides de Keops, Kefren y Micerinos, la Esfinge

Ms tarde se atrevi con lugares menos conocidos pero en los que la esencia de aquel pueblo estaba muy presente: cementerios, en particular la ciudad de los muertos del Cairo, calles, gente arracimada que colgaban de la puerta de un autobs, otros cruzando las avenidas entre decenas de coches regidos por alguna ley emparentada indirectamente con las de la fuerza y el tamao de los vehculos, piezas de carne que de seguro alguien comera algn da ahora achicharradas por un sol inmisericorde y cubiertas por un ejrcito de moscas Cualquier cosa capaz de captar su atencin era un blanco para su flamante objetivo.

Alguien le habl de un concurso de fotografa organizado por su empresa y, aunque posea miles de fotos que podra haber enviado, sali a la calle con su cmara a probar suerte. Cuando llevaba casi tres carretes gastados se encontr enfrente de la puerta principal del Hotel Hilton, al otro lado de la avenida, y desde all intent obtener una imagen de la vida en la recepcin a travs del trfico. Una mujer, recin salida del establecimiento, quiso atravesar la calle a la carrera y result alcanzada mortalmente por una moto. As obtuvo el ingeniero la primera instantnea premiada de su carrera, le haban galardonado por algo que hubiera preferido jams sucediera aunque ya no tena arreglo.

John, tras haberlo ganado, supo que el primer premio de la competicin consista en un viaje a Egipto para dos personas. l ya estaba en el Cairo y no tena pareja as que de poco le serva todo aquello pero no quera renunciar e intent convencer a los organizadores, reacios a los cambios ante la posibilidad de ahorrarse un dinero si John renunciaba, de que le ofrecieran otras opciones.

En plena discusin con la agencia le lleg correspondencia de sus padres: su hermana Mary se casaba ese ao. El premio obtenido por John se iba a convertir en su regalo de bodas.

La noticia fue una sorpresa para John pues su hermana siempre haba sido contraria a compartir de manera continua su existencia con nadie. Pareca leerse entre lneas que conviva desde haca un ao ya con un tal Charles, sus padres evitaban entrar en detalles y apenas dejaron caer un nombre masculino sin ms. Y, esto era an ms difcil de intuir pues obviamente no estaba bien visto ni aprobado en la familia, pareca que Mary se haba quedado embarazada. Si era realmente as, sospech con la carta en la mano, era presumible que sus padres la habran presionado para que contrajera matrimonio.

John decidi llamarla aquella misma noche, qu diablos de hora es en Londres si en el Cairo son las diez?, para aclarar sus propias dudas y poder apoyarla si quera huir del yugo de la familia o tomar alguna decisin personal complicada. Convers con ella largo rato. No recordaba cundo fue la ltima vez que haban charlado ms de diez minutos seguidos desde su migracin a Santander. Efectivamente estaba esperando un hijo y s, deseaba casarse. Por lo visto ese Charles era un gran tipo y alguien con suerte.

Mary hablaba castellano perfectamente. Haba estudiado filologa hispnica y no desperdiciaba ninguna ocasin de practicar el espaol as que la conversacin slo se desarroll en ingls durante los saludos.

En vista de que ella estaba absolutamente convencida, John le pregunt:

-Y cmo te ha dado por ah, Mary? T siempre has sido independiente y nunca has querido una relacin slida con un to.

-Con una ta, menos.

-No me malinterpretes se mordi las uas de la mano derecha, con la izquierda sujetaba el telfono- pero te recuerdo cuando afirmabas rotundamente: los hombres slo valen para compartir los gastos del alquiler.

Debera pagar maana al casero, record la hermana antes de responder:

-Todos evolucionamos. Acurdate de Darwin. No has odo hablar de polticos que en su juventud eran de extrema izquierda y han acabado en la derecha o viceversa?

Mary hubiera sido una buena ajedrecista en opinin de John aunque l no consigui jams que ella se aproximara a las piezas, tal vez como reaccin contestataria ante las partidas entre padre y hermano a la hora de preparar la cena. Mary era as, siempre estaba a la caza de la rplica aguda e imaginativa con tal de no dar su brazo a torcer. Qu pintaban Darwin y los polticos, a los que l saba a ciencia cierta que ella detestaba, en todo esto? Le sigui el juego, entretenido.

-Ya, pero no es lo mismo. El darwinismo no podra explicar que Margaret Thatcher abandonara a los tories y se convirtiera al partido laborista. Si ha sucedido algo as lo consider un milagro y volver a asistir a la iglesia de nuestra ilustre e intemporal majestad.

-No me les, hermanito a John le fastidiaba este apelativo y Mary lo saba-. Aunque quiz deba casarme en una abada para poner a prueba tu renovada fe. Y, perdona majo, pero criticar los cambios t que has pasado de correcaminos devoto seguidor de las partidas de Tony Miles a constructor de presas en Egipto, de la aventura al puesto fijo

Ella jugaba fuerte.

-Miles fue un to grande eso era indiscutible, un dogma para John-. Cmo dijiste que se llama el elegido para soportarte?

-Charles, capullo se lo ha ganado a pulso, decidi Mary mientras se recostaba en el sof. Por la ventana pudo apreciar que llova una vez ms. Envidi por ello a su hermano que deba disfrutar de un sol ardiente. Solo por eso ya vala la pena viajar a un pas clido.

John, en su partida imaginaria, decidi que su posicin era ms slida: Mary haba perdido los nervios, poda considerarlo una pequea victoria psicolgica, aunque quizs ella no estuviera de acuerdo con esta apreciacin. Abandon el juego y, tras descalzarse de sus babuchas, regres relajado a la relacin con su hermana.

Hizo memoria. Recordaba l a bote pronto a varios Charles en el entorno de su hermana. Poda ser cualquiera de estos u otro incorporado a su esfera de conocidos en el tiempo en que no se haban visto. Casi saba tan poco de la Mary actual como del Charles ese que, si nada lo impeda, sera su cuado en breve. John opt por bajar la tensin.

-Capullo. Tendr en cuenta ese apellido en el futuro Le conozco?

Mary hizo caso omiso a la observacin. Era independiente, obstinada y cabezota. Incluso de pequea jams ceda una. Mucho menos si se consideraba en posesin de la verdad, lo que suceda casi siempre. John tendra que retroceder a la ms remota infancia para acordarse de la ltima vez que su hermana haba pedido algo.

-No creo. No es un histrico respondi ella y capullo lo sers t concluy.

-Puedo investigarlo, solo tienes que pedrmelo. Por una hermana, yo hara cualquier cosa.

John sudaba a pesar de la hora y el aire acondicionado. All siempre haca calor. Le pareca increble aorar ahora los aguaceros britnicos. En Espaa no le haba sucedido nada parecido. Sol y tablero contra sofoco y cartabn. Quiz se haba hecho mayor. Sonrea, no estaba seguro de si por la oferta realizada a Mary, por el recuerdo o por la posibilidad an lejana de envejecer.

-Te mata la curiosidad. No pretendo que le vigiles, ni le estudies ni le cortes las piernas brome mientras jugaba distrada con un mechn entre los dedos-. Ni tan siquiera deseo que le fotografes o le pongas una escayola. O que le sonsaques con amenazas para que te entregue su declaracin de la renta.

-Como veas, Mary. Si os va mal despus siempre os podis separar pero eso conlleva implcito un gran desgaste emocional. Es preferible adoptar medidas profilcticas para evitar trastornos posteriores. Una especie de test de calidad.

-Considerar tu oferta con el inters que merece aadi para recalcar-: Nulo.

La lluvia arreciaba en Londres. La asfixia se mantena en el Cairo.

-Si te sirve de consuelo John insista-, hasta los mejores pican en estas lides. Sirva como ejemplo mi, cmo dijiste?, bueno, admirado Tony Miles. Se divorci dos veces.

-Tena hermanos que investigaran a sus novias?

-No cumpliran concienzudamente con su trabajo. Hay gente muy blanda cambi de tercio-. Tambin existen felices casados hasta que la muerte los separa. Ah estn pap y mam. Sabes algo de ellos?

-De todo hay en la via del seor. Van bien, con sus achaques pero bien.

-Amn.

-Amn? Ya, pero t eres un resentido contra la vida en pareja, John. Te recuerdo cuando rompiste con Linda Mary se haba lanzado al contraataque-. No puedes ser imparcial.

Era cierto, aunque no como Mary lo haba contado.

John estuvo casado con Linda. La pareja se haba conocido en un torneo de ajedrez en Granollers. l ya se dedicaba profesionalmente a las infraestructuras pero el gusanillo continuaba all y se encontraba jugando un abierto, un campeonato al que se puede apuntar cualquiera que pague la cuota de inscripcin, en aquella ciudad. En la penltima ronda dio la campanada al vencer al principal favorito y el redactor jefe de la Vanguardia prefiri cerrar la edicin con una entrevista a un prometedor ajedrecista ingls, entonces afincado en Espaa, antes que con un reportaje sobre las reiteradas apariciones veraniegas de ovnis en Extremadura.

Para cubrir aquella informacin como fotgrafa fue enviada Linda. Ella haba nacido en Londres de madre inglesa y padre espaol aunque viva en Espaa desde haca cuatro aos. Ambos eran dos jvenes con muchos puntos en comn y algunas diferencias.

Hasta aquel encuentro, John haba considerado que las principales misiones de una mquina de fotos podan resumirse en mortificar a los amigos con aburridos reportajes cuando regresas de tus vacaciones y en dar fe de los adversos resultados producidos por el paso del tiempo. Linda saba, adems, hacer hablar a la cmara y esa fue la puerta de entrada a su relacin.

La entrevista jams fue publicada pero la imagen de John s. Nunca haba salido tan guapo, ni siquiera en aquella foto del colegio, no recordaba si en blanco y negro o color, que custodiaba su madre como un tesoro oculto aunque la hubiera mostrado miles de veces en la cartera. La atractiva reportera supo captarle. Quedaron para cenar aquella noche. l volvi al da siguiente tan agotado al torneo que, en contra de sus principios, cedi tablas contra un rival claramente inferior. A punto estuvo de malograr el primer puesto que casi tena garantizado.

El matrimonio no funcion bien. Los continuos viajes de ambos les mantenan lejos de casa mucho tiempo y, cuando coincidan en el hogar, se mantenan separados por sus pasiones. A l, las sesenta y cuatro casillas le aislaban absorto en una esquina del saln mientras su mujer revelaba fotos sin descanso en el cuarto oscuro. Tras un ao de infidelidades mutuas, ella lo abandon. De aquella relacin slo ha quedado la nostalgia por las paellas, sinceramente bordadas por Linda, y la aficin a la fotografa la cual, en el caso de John, tardara algn tiempo en desarrollarse.

Desde que se separaron, l jams haba convivido con alguien ms all de dos o tres meses y casi siempre, dado su tipo de vida, fueron compaeras de trabajo o clientas: escapadas pasajeras, aventuras sexualmente satisfactorias encumbradas por el morbo de lo oculto, del que nadie lo sepa, aunque sin trasfondo emocional alguno, sin huella. Historias intercambiables sin nombres que recordar.

-Ms bien fue ella quien se alej de m. Y me alegro de que lo hiciera se sec el sudor que le generaba la conversacin y el calor reinante-. Efectivamente, Mary, no me fue nada bien. Admito que puede ser mi razn privada para continuar siendo un soltern recalcitrante.

Soltero y solo. A su alrededor no haba ni un solo retrato. Ordenador, cmara, muchas fotos, todo pulcro y sistemtico pero nada que pudiera recordar a ningn ser conocido, el entorno resultaba tcnico y fro. En casa de Mary la vida pareca fluir tan rpida como la lluvia sobrante del tejado por los canalones y se podan ver, en un apreciable desorden, una foto familiar, dos en pareja con su chico y varias de grupos sin calidad artstica alguna aunque cuajadas de vida. Comparando ambos apartamentos resultaba complicado creer que Mary y John fueran hermanos.

-Tampoco la experiencia result tan mal para lo que se ve por ah. Simplemente os ignorasteis. John, Erais dos solitarios con xito que quisisteis compartir cama una noche y acabasteis juntos pero sin querer y tal vez sin amaros.

No esperaba John semejante anlisis. Su hermana llevaba razn e inici un interrogatorio con la autoridad que emana del convencimiento:

-La echas de menos?

-No.

-La echaste de menos?

-Hasta el siguiente polvo ri John.

-Mira que eres cabronazo. De todas maneras lo sospechaba. Y ella a ti?

-Posiblemente menos. O tal vez lo mismo, pero tard menos se recost relajado, estaba cmodo en una conversacin que un britnico jams debera mantener por educacin y menos con su hermana. Con Linda nunca haba sido tan explcito-. Yo estuve dos semanas en el dique seco.

-Pobrecito. Te sentiras oxidado son el timbre del portal aunque no se levant para descubrir que llegaba el cartero. Ya habra tiempo de enfrentar facturas.

-Creo, no podra jurarlo pero casi, que tanto ella como yo continuamos con los planes que haban permanecido en segunda fila durante nuestra relacin as que no, la vuelta no fue traumtica. Quiz dud- no fue ni vuelta.

-Habis coincidido despus?

John dud antes de responder. Posiblemente la historia no estaba tan superada como l crea. Se calz de nuevo. Donde hubo fuego siempre queda algn rescoldo.

-S, por azar en un par de ocasiones. Hola, qu bien te veo, dos besos y adis. Creo que ahora est con otro tipo y espero que la vaya bien. No tengo ningn mal sentimiento contra ella. Acab, tal vez ni lleg a empezar, quin sabe. Nadie quiso daar a nadie y nadie result herido. Nada que perdonar, todo olvidado, caso cerrado.

-Desconoces lo que opina ella objet Mary, con cierta afinidad femenina hacia Linda.

Aparentemente, a juzgar por la respuesta de Mary, los argumentos la haban convencido. Con eso John se conformaba.

-Y t?

Mary dud y John se plante si no haba cometido un error al exponer esta cuestin. Era posible que ellas hubieran seguido en contacto sin que l estuviera al corriente? Bien mirado, tampoco le molestaba lo ms mnimo. Podra ser incluso divertido. Tal vez un poco ms de lea, algo de viento que avivara la hoguera despus de Sinti un escalofro. En Londres haba cesado la lluvia, al menos por un rato.

-Sabes que en Espaa dicen que un cuado es lo peor?

John agradeci sinceramente que Mary hubiera cambiado de asunto sin haber respondido a su pregunta. Se agarr al nuevo tema de conversacin para huir de los temores que, desde el pasado, comenzaban a amenazarle.

-Lo peor? No, Mary, nunca lo haba odo. Seguro que es algo que has escuchado en la facultad. Haga una frase con cuado y con el verbo ser: Un cuado es lo peor.

John se descalz de nuevo, esta vez arroj de una patada doble el calzado con fuerza contra la pared opuesta de la habitacin. Las aguas haban vuelto a su cauce y la charla regresaba a la vida privada de Mary, la cual discurra a dos mil doscientas millas de la suya, distancia suficiente para sentirse seguro. Le hubiera gustado poder abrazar a su hermana.

-No seas gilipollas la lejana salv a John de un merecido coscorrn.

-Tacos tambin?, caray. Suelta, qu significa la frase?

John se haba relajado. Prefera no ahondar en su vida personal, poda respirar tranquilo.

-Dicen que un cuado es lo peor porque es un tipo que se acuesta con tu hermana.

-Tiene gracia admiti John-. Se lo contar a Charles cuando nos conozcamos. Seguro que tiene un gran sentido del humor y acabaremos juntos muertos de risa con una copa en la mano.

-Charles es peor an.

Al llegar aqu, John no comprenda lo que su hermana pretenda explicarle. A qu se refera? Por qu quera casarse con un tipo de quien pareca tener tan bajo concepto? Mir durante medio minuto eterno sus babuchas que, virtualmente inalcanzables a metro y medio, parecan burlarse de l y opt por desbloquear el dialogo.

-Te ha dejado embarazada? sugiri.

-S, pero eso ya lo sabas. Es todava peor.

Haba regresado el silencio. John pens que aquella conferencia le iba a costar un rin pero hay ocasiones en que los minutos no tienen precio. Sudaba ms que antes. Decidi aguantar cuanto fuera preciso. Poda ser todo el tiempo del mundo. Si Mary necesitaba esperar antes de confesar aquello, fuera lo que fuera y fueran cuales fueran los motivos que ella pudiera tener, l no se lo iba a negar. John estaba seguro de que su hermana por primera vez desde haca mucho tiempo le necesitaba. Y l estaba all, en el Cairo, al fin a su lado.

En paralelo ella, convencida de que era lo mejor para su hermano, tambin dej que el reloj corriera. Ambos aguantaron por el bien del otro. Regres la lluvia para acompaar a Mary. Al responder, una eternidad ms tarde, consigui superar las expectativas de John sin pedirle de nuevo nada, slo informndole con sorna:

-Charles es hermano de Linda.

3-La hija del boticario.

Para su propia sorpresa, Marisa se oy insultar al guardia. Ella, la nia obediente y comedida, se atreva a encarar a alguien. No tena nada personal contra l, por supuesto, hasta que le indign su comportamiento agresivo, desmedido e injusto. Injusto tambin era que, a sus veintiocho aos, tuviera que trabajar en lo nico que haba encontrado: la nica puerta abierta tras aos de estudios y preparacin, la nica, fue la botica de su padre. Y porque era su padre, claro. Qu hubiera sido de ella y de su carrera sin un respaldo familiar? Pues esa realidad sin salida, tan terrible, era lo comn, el pan nuestro de nuestros das. El drama habitual.

Marisa luch desde nia por ser la duea de su futuro. Apoyada en su familia jams escatim esfuerzos para su formacin, ni en el colegio ni mucho menos en la facultad. Era una chica lista, responsable y organizada y como resultado final a sus estudios acab la carrera a curso por ao con calificaciones excelentes. Pero, en estos tiempos adversos, eso pareca no ser suficiente. As, a varios de sus compaeros se les podra aplicar la misma descripcin aunque muy pocos eran los que haban conseguido incorporarse al mercado laboral. Haca falta un algo ms, en su caso concreto un padre farmacutico y propietario.

Esa suerte le permiti hacer lo que no quera, sin poder elegir. Una suerte injusta ya que no haba otra salida, era pues algo impuesto. Marisa adoraba la qumica, en sus sueos imaginaba una meta concreta, el acceder a trabajar en el departamento de investigacin de alguna empresa nacional a la bsqueda de un medicamento eficaz contra el cncer de mama, enfermedad que aos atrs haba matado a su madre tras ir debilitndola y arrasndola. Marisa an recuerda horrorizada el color bilis de sus mejillas hundidas, el olor cido de las encas enrojecidas y la peluca para ocultar la repentina calvicie en la cabeza de la mujer que un da fue la madre ms guapa del pueblo.

Los meses tras el ltimo verano de universidad fueron pasando con mucho envo de currculo y pocas respuestas, pocas estas y todas negativas. A la carrera, agobiada por la realidad, la joven licenciada fue rebajando sus aspiraciones. De primeras decidi que le iba a dar ya igual la nacionalidad de la empresa, se haba convencido de que aqu pocos y poco invertan. Despus obvi las distinciones por tipo de cncer, todos devastadores y eficaces, una plaga asesina a erradicar de la faz de la tierra. Para finalizar, tras conseguir trabajar durante seis meses como becaria en un laboratorio importante donde, como nico salario, adquiri experiencia y una promesa de, tal vez, entrar en nmina algn da indefinido, acab renunciando de manera definitiva a la investigacin. Como le deca siempre su padre, hija, si eres puta al menos no pagues la cama.

La realidad haba expulsado sin contemplaciones ni pago a Marisa de sus aspiraciones al premio Nobel as que, prcticamente obligada, opt al fin por aceptar la insistente oferta de su padre, el seor de los consejos prcticos aunque estos fueran malsonantes, para continuar con el establecimiento familiar en un pequeo pueblo prximo a Guadalajara, Cascajos de la Sierra, donde vendera aspirinas y potingues. Padre e hija sellaron un pacto de mnimos.

-Mara Luisa, guapa, si es que no hay otra cosa y este negocio nos da de comer. Te recuerdo que cuando trabajaste como becaria perdamos dinero. Y, reconcelo esper a que su hija asintiera-, no pareca que all fuera a cambiar nada en breve atusndose el mentn, se mostr as de realista el padre, le preocupaba no poder ofrecer a la nia todo lo que ella mereca.

-Si pap de nuevo asinti-, pero no me veo vendiendo paales, colonias y pastillas contra la hipertensin toda mi vida. Mis ideales, te acuerdas? -ambos se acordaban, por supuesto-, eran otros cuando estudi la carrera. Si es que ya no preparamos ni frmulas magistrales se lament dejando caer de golpe los hombros-. Esto es una tienda especializada en tramitar recetas, leches infantiles y champs anticaspa. Es muy duro acabar como regente de un bazar despus de haberte preparado tanto.

-Hija, insisto, aqu puedes comer y de tus experimentos cientficos no. Busca le propuso-, no decaigas en tu empeo pero a la vez hemos de ser prcticos, cuando encuentres algo te vas. No pondr ninguna pega. Todo lo contrario, y lo sabes, deseo que suceda.

Se pregunt si era del todo sincero con su nia y dej de mirarla a los ojos, siempre luminosos aunque estuvieran tristes o incluso aburridos de su vida en el pueblo. Saba que no, que menta porque algo en l se alegraba tanto, tanto, de tenerla cerca. Siempre, sobre todo desde el fallecimiento de su mujer, ella haba sido la alegra de la casa, es ms, la alegra de su vida.

-A peor no podemos ir concluy el hombre-. Llegarn tiempos mejores, mientras tanto

Con este acuerdo tcito, rendicin de la hija sin compromiso de permanencia, y una confianza velada en el porvenir en el cual ninguno de los dos aunque lo deseaban crea al cien por cien, Marisa haba quedado desde aquel da gris bajo la protectora sombra de su padre en la botica del pueblo a la espera de que alguno de sus contactos a quienes persegua incansable con frecuencia pudiera rescatarla y devolverla al cada vez ms lejano mundo de la investigacin.

Cobrando, claro. Qu menos.

***

Ambos, padre e hija, eran votantes conservadores, nunca les haba agradado el anterior presidente. Por ello se alegraron sinceramente con el cambio de gobierno. Don Cosme, como era conocido el boticario, estaba absoluta y tristemente convencido de una cosa: era necesario aplicar medidas y algunas seran muy dolorosas. No intua otro camino para conseguir resolver aquella situacin, la cual, nadie tena muy claro cmo, haba llegado a envolvernos a todos en una densa niebla.

Algunos meses despus, la realidad se complic an ms. La bruma general se haba convertido en aguacero, el aguacero torn en tormenta y la tormenta acab como granizada.

Haba quien lo achacaba a una mala herencia de esas que no rechazas a tiempo, de las que, por temor a quedar hipotecado por los dudosos negocios del difunto, slo deberan aceptarse a beneficio de inventario.

Haba quien pensaba que existan demasiados muertos y legados.

Haba quien crea que la causa no eran los difuntos sino los herederos y su gestin inadecuada.

Haba veredictos, pues, a gusto de todos los jueces.

A Marisa, a su padre y al resto de las boticas en la zona les traa sin cuidado la causa pero estaban profundamente preocupados por el efecto. La comunidad autnoma haba comenzado a aplazar los pagos a las farmacias por lo que algunas vean sus finanzas al borde de la bancarrota. Los pacientes necesitaban con frecuencia medicamentos que los farmacuticos compraban a las distribuidoras adelantando un dinero, dinero devuelto por la administracin cada vez ms tarde. La caridad pronto empez a hacer agua. La botica familiar amenazaba con hundirse sin remedio en aquel mar encabritado.

Para ms inri, Cascajos se encoga sobre s mismo y alrededor de Marisa. La joven se saba de memoria todas las calles, cada seal, los huertos y almacenes, las casas de piedra, algunas realmente hermosas, los apartamentos, los nuevos chalets -de los cuales una buena parte haban quedado a medio construir-, y las vidas, milagros, enfermedades y remedios de las seis mil almas que all habitaban.

Cada da, en el paseo, o en la farmacia, o tomndose un caf, volva a frecuentar a los vecinos de siempre, los de toda la vida, los nicos habitantes del pueblo en realidad. Verdad era que la haban visto crecer, rer, florecer, pero verdad tambin lo era que ahora eran testigos de cmo se marchitaba, digna y aburrida, ante sus ojos. Eso le avergonzaba y hasta le haca sentirse culpable. Culpable de qu?, de no poder ser quien quera ser?

-Ay, hija, qu guapetona ests hoy tambin, vestido nuevo?- No, nunca era un vestido nuevo y no, Marisa no estaba guapa sino desganada hasta para peinarse-. Ay, la juventud, yo ya estoy perdida otro da ms este rema me est matando le saludaba invariablemente a la puerta de su casa doa Benita, tejiendo en la silla que sacaba al sol-, luego me paso a por las pastillas siempre la misma madeja de lana gris ampliando un chal infinito y siempre la misma conversacin, ni el rema acababa con la seora ni pasaba un da sin que esta necesitara comprar algn medicamento.

-Muy bien, pues luego nos vemos. Que est usted estupenda, Benita, no se me queje tanto Marisa tard un tiempo en entender que le molestara el tener que toparse siempre con Benita. Y no era por cmo fuera o dejara de ser la buena seora sino porque aquello era algo inevitable, un rito, una condena.

En aquella misma calle de Benita, trescientos metros ms arriba, vive doa Carmen. Su marido muri a los tres aos de casarse, en un accidente en la finca, cuando le volc el tractor en la linde del arrollo. No tenan seguro, ni ellos ni nadie en el pueblo por entonces, el progreso les lleg tarde una vez ms y la familia qued en una situacin difcil, al borde del desamparo. Con diecinueve primaveras y tres hijos, la mujer ya se haba ganado el sobrenombre que nunca la abandonara: la viuda Carmen. As se conoce al comercio que abri tras vender el campo. Ahora, a sus sesenta aos, sufre de artrosis y tiene unas varices que le incomodan hasta el infinito en las largas horas que gasta aburrida e inmvil durante el da detrs del mostrador, el negocio empez a flojear con la llegada de la gran superficie del pueblo vecino y pasan a veces horas sin que entre ningn cliente.

Juan, el hijo mayor de la viuda, pudo estudiar gracias a una beca la carrera de arquitectura mientras que Rogelio, el pequeo y no muy dotado para la escuela, fue atrado, como la mayora de los chavales de la zona, por el dinero fcil de la construccin. Al final los dos vivieron durante algn tiempo del ladrillo y no era extrao que el menor, sin titulacin ninguna, ganara ms dinero al mes que el otro. Las obras han acabado hace algn tiempo y ahora la madre y los suyos comparten en silenciosa y obligada armona la oscura tarima de la tienda.

Quiso la suerte que Venancio, el dueo por entonces de la tasca contigua al negocio, fuera agraciado con un dcimo de lotera. No fue mucho, lo suficiente para que el hombre pudiera retirarse y disfrutar del resto de su vida sin estar obligado a trasnochar o madrugar. Con esta intencin, la de dormir sin sobresaltos, accedi a vender su establecimiento a precio de saldo a doa Carmen quien transform el rea del bar en un pequeo caf anexo a su comercio, as, los fines de semana, la familia ve incrementados sus ingresos.

Es all donde Marisa se oculta cuando quiere huir de las miradas de sus vecinos y donde suea con ampliar horizontes y empezar una vida propia, ahora en realidad vive la de su padre, que se ha de iniciar en el mismo instante en que encuentre el trabajo que ansa. A la par doa Carmen, atenta a la puerta de la tienda, a la cafetera y a sus rezos, fantasea con la llegada del fin y del descanso, de la jubilacin, tal y como lo haca Venancio aos atrs en las noches de insomnio. Carmen, aunque nunca supo nada de poltica y ms bien poco de economa, cree que da a da aquella ilusin en lugar de acercarse se le aleja. Al menos le queda la fe. Al resto del pueblo slo aburrimiento.

Marisa los conoca a todos en Cascajos, todas sus historias, todos sus secretos y, lo que era infinitamente peor para ella, pues se senta con las intenciones expuestas, como si no pudiera esconder el hasto que le provocaba aquella vida obligada y pequea, todos la conocan. Estaba tan vista como la antigua fuente de la plaza central o el reloj de la torre del ayuntamiento, casi tanto como doa Carmen y doa Benita. Para la joven, atravesar al medioda la plaza del barrio viejo caminando desde la farmacia al bar ms prximo, el de Tony, supona repetir las mismas frases a diario, saber que no hay nada ms que decirse

Por eso un da, aquel viernes fue, la farmacutica decidi tomarse la tarde libre y, un poco por ella y otro poco por su padre, doa Benita, la viuda, sus hijos y los dems pacientes del pueblo a quienes cualquier da no podra seguir adelantando sus tratamientos, sac el coche que haba heredado de su madre del garaje para dirigirse a Madrid, a la manifestacin. Adems as de paso cambiara de aires y vera caras nuevas, unas caras que no conocieran su desaliento, qu alivio ser desconocida y poder ser quien uno quiere ser y no ser aquello en lo que te has convertido. Ella ya no era Marisa sino Cascajos. Qu escalofro.

Antes de salir recogi su jersey rojo, el ms liviano, y lo guard en el bolso por si lo necesitara en algn momento del da. Estaba soleado pero en Madrid el tiempo cambiaba a veces sin previo aviso.

Madrid, Madrid mientras se acercaba a la capital por la A2 le abord una duda peregrina, qu se le haba perdido a ella una y mil veces en Madrid? Amigas, compaeros de carrera, los tos y primos

Decidi dejar de una vez por todas de mentirse. Tanto esfuerzo por velar sentimientos. Ella quera a Manuel, pues ya est, ya se lo haba reconocido. Si iba de continuo a Madrid no era sino para que se le cumpliera el milagro de cruzarse con Manuel por casualidad. De nuevo hoy aquel era su plan oculto. La excusa de turno era la manifestacin. Una justificacin perfecta pues adems realmente Marisa quera manifestarse. Pero en Madrid, bien lo saba ella, ni las casualidades ni los milagros existen. As que, nia, se dijo, haz el favor de telefonearle. Si no le llamas no te lo vas a encontrar porque cuntas veces lo has deseado y cuntas veces te has recorrido de arriba abajo las calles de siempre y nunca, nunca se te ha aparecido.

Manuel no va a aparecer, marca su nmero ya.

Se sorprendi a s misma pues esta vez fue valiente y s, con decisin par un momento en el arcn y llam. Y se sec el sudor de la frente y carraspe. Pero la voz del contestador, ahora no podemos atenderte. Por favor, dinos algo bonito y te llamaremos cuando volvamos, aunque de hombre, no era la de Manuel. Haban pasado siete aos desde la ltima vez, aquel ya no era su nmero.

Qu chasco. Pero cmo no, Marisa, hija, has tardado siete aos, siete.

Entonces supo que de todas maneras no iba a dar vuelta atrs. Pudiera ser que estuviera condenada a no tener a nadie a su lado, pero no iba a dejar que su soledad la aislara. Marisa decidi ser una ms de las voces que se iban a unir para pedir lo justo en una sociedad adecuada.

El mundo no puede esperar siete aos, ni tan siquiera un da. Al mundo, esta vez, no lo iba a abandonar.

4-Tarde de protestas e ilusiones.

El hombre del tiempo haba acertado de pleno. Tras cuatro das custodiado bajo arresto domiciliario forzoso por una sucesin de borrascas, la maana haba aparecido con dbiles chubascos intermitentes que hacia el medioda abrieron para permitirle al sol animar la tarde y a m decidir salir a tomar el aire. Me apunt sin dudarlo, pues, como voluntario al evento estelar de la jornada.

Haba salido de casa con la sonrisa puesta como en aquella cancin de Tequila y aspiraba el aire an hmedo aunque clido. Ola a tierra mojada, eso me gusta siempre. Todo prometa una bonita tarde, bonita como poco. Yo me senta bien. Ms que bien, por fin algn da tena un objetivo. Salud alegremente al quiosquero.

-No te vienes a la manifestacin? le pregunt con un poco de sorna pues era poco amigo de abandonar su chiringuito mientras algn cliente pudiera acercarse.

-Ir ms tarde me sorprendi con su respuesta, sospecho que lo adivin en mi mirada y aadi una explicacin-. Ya sabes que intento evitar estas historias pero Perdona un momento, Antonio, ahora estoy contigo.

Cobr una publicacin semanal del corazn a una clienta y retorn a nuestra conversacin.

-Son ms fiables estas revistas de cotilleos que los peridicos serios. Debe de ser el motivo por el cual la gente las compra ms.

-Si, ser por eso.

Yo las odiaba aunque, merced a internet, tampoco adquira habitualmente peridicos. Llegar el da en el que el quiosquero pierda su trabajo y en parte ser culpa ma. Todos participamos del declive nacional, un desastre. Pens que un da debera manifestarme contra m.

-Bueno, me voy que quiero acercarme a la cabecera. Parece que, con eso de que este jolgorio es legal hoy, puede aparecer algn personaje relevante.

Levant la vista de la pequea caja en la que guardaba el cambio y me mir socarrn.

-Como vayan Penlope Cruz o Angelina Jolie, les pides un autgrafo de mi parte.

-A mi quiosquero favorito, con amor.

Ciertamente hubiera preferido llamarle por su nombre, fui incapaz pues nunca lo he sabido.

-Si veo a Antonio Banderas o a Javier Barden, yo har lo mismo por ti, prometido respondi el hombre.

-EhComo te oiga mi mujer A ver si nos encontramos por all.

-Seguro y afirm tambin con la cabeza-. Estaremos cuatro gatos, siempre segn fuentes oficiales, claro. Luego diris que somos cinco o seis ambos soltamos una carcajada como despedida.

Por el camino, mis ganas de rer sin embargo fueron decreciendo por momentos. El sol iluminaba los carteles. Se vende, se vende, se alquila, banco, liquidacin por cierre aqu, se traspasa all, se vende otro, bazar oriental, vaya con los chinos, se traspasa, se vende. Anda, una nota de color, cerrado por defuncin. Banco, poderoso caballero es don dinero, edificio en venta, bar, banco, se vende, estanco, pero alguien fuma todava?

Me alegr, Dios, sus familiares y deudos me perdonen, por el dueo del establecimiento cerrado por defuncin, su caso era el nico que se poda aceptar como natural.

Y es que en el pas solo los muertos tenan derecho a la calma. Todo se haba ido al garete: el curro era un bien escaso, casi un lujo, y nadie crea en los oficiales brotes verdes o rayos de esperanza. La inmensa mayora de los mortales distinguamos slo barbechos bajo la inmensa e intensa tromba de agua y muy pocos optimistas resultaban tan visionarios o ilusos como para encontrar seales reales de que en este basurero pudiera resucitar de sus cenizas algn tipo de ave fnix en el medio plazo.

Mientras profundizaba en mis cada vez ms deprimentes pensamientos haba abandonado el recuento de los se vende y se alquila cuando estos ltimos vencan por una diferencia de siete. Aventur una explicacin sencilla: los propietarios consideraban que si se deshacan de sus bienes mataban a la gallina mientras que alquilndolos slo vendan los huevos que en algn momento fueron de oro.

Me haba olvidado del sol, del calor y del tiempo primaveral. Poco a poco me mezcl con otros que se dirigan a la protesta con un espritu ms festivo que el mo. Esto me alivi un tanto. Y no sera porque no tenan motivos para sentirse indignados.

Una camisa de flores chillonas, de las de estampados hawaianos, irremediablemente me rindi, de golpe dej de enredar pensamientos. El hombre, un tipo alto y voluminoso, iba colgado del brazo de una mujer menuda que contrastaba con l no solo por las evidentes diferencias fsicas sino por la elegante sobriedad y los colores neutros de su indumentaria. Tendran unos cincuenta y tantos o sesenta aos. A la pareja les acompaaba un perro que tiraba de ellos como si realizara por ensima vez el cotidiano camino de vuelta a casa tras el obligado paseo vespertino.

El hombre llevaba bastn blanco y gafas oscuras, la mujer portaba una pancarta en la que llamaba de todo menos bonita a una conocida caja madrilea. El animal, un labrador precioso de pelo corto y marrn, orejas empinadas y cola inhiesta ondeante al viento como bandera del orgullo canino, luca sobre el arns una camiseta en la que poda leerse queremos continuar en nuestra casa, nosotros la hemos pagado.

-Hola, qu tal, bonito perro les salud sin protocolo.

-Sultn respondi el invidente.

Sultn gir la cabeza a la voz de su amo pero no se detuvo, prosigui constante su camino acompasado al grupo precedente sin perder su elegancia, seriedad y compostura.

-Estos animales son una maravilla aadi orgulloso el ciego-. Estn entrenados para hacer siempre lo correcto.

Yo estaba asombrado: el labrador, capaz de transmitir de alguna manera al hombre la velocidad adecuada en cada instante, era, indiscutiblemente, un miembro ms de la familia. Qu increble. El hombre me habl de su edad, explic su preparacin, detall el tiempo que llevaba con ellos, el cario que les daba, me cont su vida anterior en otra casa para acostumbrarle a convivir entre la gente... Cuando l callaba, intervena la mujer. Hablaban maravillas. Tuve la impresin de que en su cartera llevaban una foto de Sultn para mostrrsela a los amigos en esas reuniones en las cuales nos contamos lo estudiosos y divinos que son nuestros nios. Jurara que el perro segua nuestra conversacin y no intervena en ella por modestia o, tal vez, por un exceso de sentido del deber.

-Tanta muchedumbre no es nada bueno para l apunt la mujer si bien yo no lo not molesto-. Somos demasiados y eso le estresa le acarici el lomo, el animal mantena su apacible paso sin permitirse distraccin alguna-. No creo que avancemos mucho ms.

La gente nos miraba. Aunque ciertamente nos mirbamos todos, casi con orgullo de ser grupo. Un joven rapado, vestido con una rasgada sudadera que un da fue, pudiera ser, verde, se apart para facilitarnos el paso e involuntariamente pis a una anciana. La mujer iba acompaada de dos nias, la ms pequea abrazada a un hipoptamo de peluche que cay al suelo. El chico, mientras se disculpaba, recogi rpidamente el mueco. La seora, sorprendida por la correcta reaccin del chaval, acept sus excusas con una sonrisa mientras Sultn, que por un momento haba olvidado su condicin de perro gua, olisqueaba el juguete. Reinaban las buenas maneras.

-Y por qu motivos protestan ustedes? pregunt al fin.

-Es usted ciego? me replic el hombre con sorna mientras su mujer rea la ocurrencia. Yo me sent algo tonto.

Apunt a la camiseta de Sultn con el bastn, Queremos continuar en nuestra casa, nosotros la hemos pagado.

-Les largan de su domicilio? cuestion sorprendido e ingenuo pues algo haba odo sobre cambios en la ley-. Tena entendido que se haba acabado con los desahucios dud-, eso crea.

Adis a la inocencia. Hasta la vista, sus majestades los Reyes Magos. Los rostros, especialmente expresivo el de l a pesar de estar oculto bajo las gafas, de la dispar pareja me devolvieron drsticamente a la realidad. Poco, tal vez nada, haba cambiado a pesar de los anuncios y las bonitas palabras de los gobernantes. Al menos para el ciego y su mujer.

-Es una pantomima afirm l-. Para que no te echen debes ser pobre de solemnidad y adems tener nios pequeos. O mucha suerte y que te toque el premio gordo del cupn.

Se detuvo y lanz un aplauso al cielo. Alguien le observ con curiosidad poco disimulada aunque a l, si lleg a notarlo, pareci importarle un comino. Mucha suerte, pens. No me caba en la cabeza la cantidad de fortuna que debera necesitar un ciego, su mujer y su perro para evitar ser expulsados de su vivienda. El hombre prosigui con su relato.

-Hasta ahora hemos gozado de la ayuda de varias plataformas. Muy buena gente. Gracias a ellos se han abortado dos intentos de expulsin aunque nadie ignora que es una batalla perdida y llegar el da en el que nos derrotarn.

Me qued sin palabras ante una conviccin tan demoledora. El invidente tambin. Compar la predeterminacin denunciada por sus palabras con la obstinada perseverancia de la muerte y no me gust. Afortunadamente continu la esposa con una mezcla de nostalgia y entusiasmo que resultaba agradable.

-Sabe, yo trabajaba en un cine como taquillera y

-As saba que no mezclbamos nunca trabajo y placer porque yo al cine no voy mucho brome el ciego, hombre capaz de rerse de su sombra- . Nac as.

Poco a poco llegaba ms y ms gente, haba aumentado la densidad del grupo. Caminbamos tan apretados que o a alguien comentar Qu cachondo. El cachondo y su mujer formaban una extraa pareja. Ella, a pesar de su corta estatura, era fsicamente atractiva. l no. Me resultaba increble que una mujer bonita hubiera decidido compartir su vida con un hombre que jams apreciara su rostro. Siempre se aprende algo.

-Djame hablar, tonto retom ella la conversacin mientras un nio intentaba agarrar la cola al perro-. El caso es que entre mi sueldo como taquillera y acomodadora y el de mi marido vendiendo cupones nos pudimos meter en un crdito sin apurarnos demasiado pero, ya sabe, la gente empez a descargarse las pelculas por internet y el pblico a ir a las salas de proyecciones tanto como mi marido. Ya ve. As que la empresa se vio obligada a despedir al personal y acab bajando el teln. Era un negocio grandecito, no crea. En los buenos tiempos llegamos a proyectar pelculas en seis salas y en sesiones de tarde y noche -sonri evocadora-. Despus baj paulatinamente la oferta ante la ausencia de demanda, claro, para, al final, acabar con una sala y una nica sesin esta vez su sonrisa amenazaba lgrimas-. Lloramos el ltimo da. Ahora el edificio est cerrado, nadie sabe qu hacer con l.

-Cuando nos echen podemos quedarnos all.

Ella mir al hombre con compasin y continu:

-Ya, como los fantasmas de la Opera en versin cutre. En fin, no fuimos ni los primeros ni los ltimos en caer hablaba en primera persona, aquella empresa arruinada la haba sentido propia-. Hubo quien aguant un poco ms, pero con los aficionados sin guita y los precios al alza

Aqu no pudo seguir. Estaba destrozada. Supuse que desde haca un rato aunque yo se lo notaba ahora, qu poco tacto tengo siempre. A nuestra izquierda, una orquesta de tambores interpretaba sin mucho acierto musical eslganes antigubernamentales. Las nias y el peluche mantenan divertidas el ritmo. Quiz los Reyes Magos no estaban implicados en aquella injusticia. Junto a ellas se vea a la abuela acompaada de una pareja que antes no estaba, probablemente fueran los padres de las pequeas.

El ciego concluy la historia:

-El caso es que nos quedamos sin su sueldo. El resto se lo puede imaginar. Intentamos la dacin e irnos a casa de su hermana. Es triste plantearse que lo mejor que te puede pasar es que te quedes sin casa. Pero nada ha funcionado. Y menos mal que hay gente buena que nos apoya insista agradecido-, porque

No quise saber ms. O s pero desist de preguntar por miedo a las respuestas. Observ al perro por mirar hacia algn lado.

-Seguro que se arregla.

-Vmonos para casa. Sultn ha trabajado demasiado sugiri ella-. Que tenga suerte, seor.

-Tambin protestar por ustedes, cranme.

Segu mi camino mientras Sultn, ciegamente obediente a los deseos de su amo, dio la vuelta.

Si me haba movilizado por alguien esta tarde, por una persona, por m, ahora lo haca por tres seres ms: por una camisa chillona, una bella mujer y un elegante Sultn.

Si mi causa aquella tarde al salir de casa era general y ambigua, ahora se defina claramente en tres: pena, indignacin y rabia.

Nuestros gobernantes deban de estar ciegos para permitir estas cosas, pens mientras les observaba a travs de la multitud por ltima vez.

***

Una vez en la carretera, Marisa encendi la radio. Estaba de suerte, sonaba Se me olvid otra vez en la versin de Man, el fin de semana no poda comenzar mejor. Protegida por la intimidad del coche, ninguna vergenza ajena le impeda tararear el estribillo:

Probablemente estoy pidiendo demasiado, se me olvidaba que ya habamos terminado. Que nunca volvers, que nunca me quisiste.

Se me olvid otra vez.para pap pa p

Que slo yo te quise.

Caramba, lo que hace una cancin, parece que nos habla directamente a cada cual. Marisa no tuvo ms remedio que enfrentar el tema, en general pretenda no pensar nunca en el amor para no tener que reconocer que viva un largo, largusimo, periodo de sequa emocional. Su vida distaba de ser apasionante en los ltimos tiempos, Cascajos no resultaba en absoluto un vivero de romances y, desde luego, nadie garantizaba la discrecin ante cualquier historia, fuera esta un fugaz encuentro en las eternas eras o un, como dira su padre con guasona parsimonia, un autntico proyecto de historia comn. Nunca pasaba nada en el pueblo, pero, si algo pasaba, si de algo eras protagonista, haba que poner mucho cuidado en no ser descubierto para evitar convertirse en la prxima vctima de los jocosos comentarios o de las malintencionadas habladuras de unos vecinos que pocas nuevas tenan nunca que contarse.

Demasiado tiempo libre, se dijo. Y poco con lo que llenarlo. Eso es lo que tenemos tanto ellos como yo.

Afortunadamente, la msica siempre la haba acompaado. El siguiente tema que escuch era de Kiss. Dos odiados cursos de solfeo cuando nia y un nuboso verano en casa de unos parientes lejanos en Dubln le otorgaban el nivel suficiente para interpretarlo con cierto nivel:

I was made for loving you, baby.

Fui hecho para amarte, chica. Sera estupendo tropezarse con el amor pero, dnde, poco chico casadero haba en el pueblo y no pensaba vivir amores prohibidos, vaya expresin, con los casados. No, tan desesperada no estaba y rastrera jams haba sido. Tampoco tan inocente como para no verles venir. Las mscaras de cordero nunca haban conseguido ocultarle los lobos que se escondan detrs.

Estara bajando la colina hacia la desesperacin, hasta aceptar con resignacin la soledad? Menuda cursilada. Ests tonta nia, se dijo, qu haces enredndote en quimeras, se te va a llenar la cabeza de pjaros.

S, estaba claro que necesitaba cambiar de actividad, aunque fuera por un rato. Respirar otras inquietudes, abrirse a otros asuntos, transcender. Ver a gente diferente. Adems le resultaba simplemente apetecible, y ya eso era suficiente. Es ms, todava poda atreverse a pasar en Madrid el fin de semana. Otro. Por qu no? Malo sera que no localizara a nadie y, en el peor de los casos, poda ir a casa de sus tos donde siempre le haran un hueco. La familia es la familia, disponible cuando hace falta.

Decidida pues a permanecer en Madrid opt por avisar a su padre para evitar que se preocupara. Adems se haba cogido la tarde libre y, aunque fuera la hija del dueo, como empleada deba comunicrselo al jefe, el servicio estaba cubierto siempre pues don Cosme iba a la farmacia tras dormir su siesta aunque lo corts no quita lo valiente. Si al final no surga nada, muy mal se tena que dar, regresara sin ms pero si olvidaba avisar a su padre ste sufrira un disgusto innecesario. Seleccion el nmero de casa y aminor un poco la marcha para concentrarse.

Salt el contestador. Al otro lado de la lnea se oy recitar un saludo demasiado grave. Cambiar el mensaje a la vuelta, decidi mientras grababa.

-Hola, pap, ya te dije que iba hoy a Madrid. Te lo dije, no me salgas ahora con que no te acuerdas. Y es que, mira, ya puesta estoy pensando en quedarme, eso planeo aunque an no es fijo era hermoso aquel rbol tan rojo y pegado a la carretera que pareca saludarle siempre que circulaba por all-. Ms tarde te doy un toque. Vale? Al mvil, ahora estoy conduciendo.

Un coche y su nula distancia de seguridad al adelantarle le obligaron a frenar de golpe.

-Joder, el to ese casi me larga de la carretera.

Se arrepinti inmediatamente de haberlo dicho ante el telfono y procur arreglarlo. No deseaba inquietar a su padre quien la haba educado bien entre otras cosas en esta.

-Que, como te deca antes de que ese mameluco me haya pasado de mala manera, si le hubieras visto tendras los pelos de punta la palabra mameluco siempre le haba gustado a su padre; a veces se diriga a ella cariosamente con este apelativo-, que no te preocupes, pap, si no vuelvo esta noche, t ya sabes que nunca me meto en los.

Consider que si su intencin con la llamada era tranquilizar a su padre se estaba cubriendo de gloria. Pens un segundo ms antes de colgar y aadi para finalizar con un retazo informal:

-Se me olvidaba, y para que veas que estoy en todo, aunque no creo que vaya a hacer fro durante este fin de semana he cogido un jersey rojo, ese que me regalaste por Reyes -y aadi-. Como t dices siempre, en la capital estn locos todos y el que ms el hombre del tiempo. Un beso, pap. Nos vemos el lunes. Te llamo al mvil cuando pueda.

***

El equipo de antidisturbios haba subido veloz a la lechera. Eran en esta ocasin siete policas, un mando y sus seis agentes. Tensos, nerviosos, incmodos. Haban ingresado en el cuerpo por razones distintas. Los ms por un empleo seguro, otros por tradicin familiar, por principios pero ninguno de los que se encontraban all, probablemente nadie del cuartel, quera desahuciar a nadie o dar porrazos a nios y ancianos.

No estaba la situacin para desestimar un trabajo ahora. Con un paro galopante, un puesto fijo resultaba un bien preciado, un autntico tesoro. Tarde o temprano algo tendra que ir a mejor. O se marchara todo a la mierda y, en ese caso en ese caso era mejor no pensar.

Nicanor es un tipo serio. Haba estudiado periodismo y acab de antidisturbios. Curiosa evolucin. Despierto y equilibrado. Comedido, un buen servidor del orden pblico como lo hubiera sido de cualquier otra causa y empresa.

Probablemente si Nicanor no hubiera sido aficionado al ftbol hoy no estara aqu. La historia, increble pero cierta, haba comenzado antes de un partido entre el Real Madrid y el Barcelona para el cual los amigos no haban conseguido entradas en taquilla. Pronto se convencieron de que los abusivos importes que solicitaba la reventa estaban fuera de su alcance. Antes de abandonar, Hctor, un juerguista incorregible, realiz un ltimo intento desesperado para convencer a un vendedor de que le hiciera alguna rebaja:

-Hay ofertas para universitarios?

Algn curioso haba detenido su marcha para ver si la estrategia del chaval le resultaba til y haba continuado de inmediato su camino al comprobar que, por supuesto, en absoluto. El vendedor conoca el valor de su producto y tambin que el reloj jugaba en su contra y no poda desperdiciar su tiempo:

-Si no quieres pagar hazte guripa y te cuelas pero no des la murga.

El hombre comprendi que aquel joven jams comprara las entradas y como no quera problemas intent alejarse pero el amigo de Nicanor tena ganas de guasa y le sigui:

-Conmigo en la pasma, t no vendes, to.

-Fuera. Largo se volvi y orden molesto el vendedor ante la insistencia y le empuj suavemente sin ejercer apenas esfuerzo pues el aspirante a comprador era un autntico alfeique al que sacaba casi la cabeza-, chavaln aadi despectivo-. No espantes a los clientes. Imbcil.

Aquello ya era una amenaza. Hctor, consciente del tono nada amistoso y de su inferioridad fsica, comprendi que haba alcanzado el lmite de la paciencia de aquel hombre y opt prudente, tras dar un paso atrs para evitar problemas, por aguantar el chorreo del indignado vendedor sin rechistar.

-Vete a preparar ese cuerpo de atleta que las pruebas son muy duras. Ser mamn. Hay muchos a los que les divierte dar lea y ver el ftbol por la cara. Desaparece, desgraciado, y vuelve cuando seas uno de esos haba sealado discretamente a una pareja que patrullaba a caballo entre la multitud- a pedir un descuento. Te espero.

Y se fue.

Lo de los partidos gratis es verdad, lo de la lea, ahora, ya dentro del Cuerpo, Nicanor sabe que no. No todos son iguales, claro. Dicen los veteranos que algunos quedan, aunque sean los menos, sobre todo entre la vieja guardia, con cierta aficin a repartir.

El revendedor, no creo que a nadie sorprenda, incumpli su promesa de aguantar hasta la vuelta del joven ya licenciado. En el siguiente grupo, ante el desnimo de los solicitantes anteriores, coloc sin ms esfuerzo ni regateo las cuatro entradas. Por lo visto, s exista gente con capacidad econmica suficiente.

Nicanor, quien como corresponsal no acababa de vislumbrar posibilidad alguna de trabajo en ningn sitio, consider el consejo del reventa y empez a preparar las oposiciones al cuerpo de polica. Lo de llegar a estas unidades especiales nunca fue su propsito. l quera ser detective, dedicarse a la investigacin de casos, eso era lo que ms le atraa tambin del periodismo pero en ese rea desgraciadamente no quedaban plazas libres as que, a la fuerza ahorcan, haba optado por adaptar sus planes a la demanda existente.

Ahora, varios aos despus, estaba sentado en su asiento de la Mercedes en la cual les conducan a proteger los intereses de la comunidad. Esa era la versin oficial y prefera no darle ms vueltas. O que no se notara. rdenes. Oscar, un compaero de la academia con un ao ms de experiencia, as se lo haba explicado en una ocasin mientras disfrutaban de unas cervezas en un pub de vila.

-Nicanor, no pienses. Cuando actes, obedece, no pienses. Si piensas, ests perdido.

-To, es que no soy capaz. Mi cerebro va por libre.

A ello ayudaban las luces de nen, la msica a todo volumen y el humo de cigarrillos y de algn otro producto que textualmente se poda cortar. Ninguno de los dos amigos fumaba aunque an as les costara bastante tiempo eliminar el persistente olor a tabaco que se impregnaba en la ropa.

-S lo eres Oscar insista. Oscar el Cuerpo le llamaban. Y, adems de cuerpo, tena cabeza para ser sensato-. Eres muy bueno, vas a hacer carrera a poco que te controles. Quiz gracias a ti, o a m, las cosas puedan ir a mejor bebi un trago-. No pensemos cuando no haya que pensar y pensemos cuando s. Si abandonamos slo quedarn los que no piensan nunca. Los machacas. Tipos que viviran mejor como mafiosos, ah tienes al Domnguez.

-Ya.

Nicanor mir a su alrededor para verificar que el aludido, apodado el Gorila, no se hallaba por la zona aunque entre la niebla le habra costado distinguirle. Ambos saborearon otro sorbo. Las cervezas, recin servidas, tenan la temperatura adecuada.

-La clave est en bloquear la mente cuando no hay que usarla explic el Cuerpo-. As de fcil.

-Y eso, to, cundo es?

-No te hagas el tonto. Lo sabes mejor que yo.

-Si hacemos caso a lo que nos dicen, siempre. Alguien piensa por nosotros y nosotros obedecemos sin dudar. Ah el Domnguez es el rey Nicanor simul con los brazos cados los movimientos de un gran simio-. No necesita que le pidan que no utilice la cabeza. A veces sospecho que en lugar de cerebro tiene una reserva de msculos.

El sino de sus birras no era llegar a calentarse, as que ambos se las acabaron de un trago. Las mesas estaban llenas de copas vacas pues los camareros, aunque aplicados a su labor, eran ms lentos en retirarlas que los clientes en consumirlas.

-To, sabes cundo no hay que pensar? Mira a aquellas pibas.

Nicanor haba sealado con la jarra vaca a dos chicas que se haban sentado en una esquina de la barra.

-Estn bien aprob Oscar sin entusiasmo pues la noche deba acabar pronto-. Deberas respetar la experiencia como grado y no cambiar de tema en medio de una conversacin filosfica.

-A la orden, mi veterano -respondi Nicanor sin apartar su vista, cada vez ms descarada, de las mozas-. Aunque admitirs que son mil veces ms interesantes que tu verborrea. Voy a por otra cerveza. Quieres una?

-Espera, antes he de conseguir introducir en tu dura cabezota la leccin de hoy, tozudo Nicanor le haba atizado un capn carioso-: cuando no debes pensar. Luego las se volvi sin disimulo hacia las jvenes - demasiado tarde, ya estn acompaadas.

-ste bar est lleno de buitres. Me lo deca mi madre: Nicanor, piensas demasiado, el mundo no va a esperarte.

-Ves? Nicanor, piensas demasiado. Cunto saben las madres Me dejas explicarte de una vez por todas cundo no hay que pensar? -Nicanor esperaba el secreto con los ojos algo vidriosos fijos en su amigo-. Sencillo, cuando hay hostias de por medio.

Alguien se volvi. No era sencillo hablar en un tono comedido con tanto ruido alrededor. Nicanor jug con la jarra, vaca y an fra y observ a las dos jvenes que ahora vacilaban con tres chicos sentados alrededor de una mesa sorprendentemente recogida. Cuatro parejas bailaban en una pista improvisada.

-Cuando hay hostias de por medio repiti Nicanor- Oscar, to, qu grande eres.

-En cualquier sentido -Oscar se vino arriba ante el reconocimiento aunque no jurara por su familia que fuera sincero-. Si piensas antes de darlas, las recibirs. Si paras antes de tiempo, te las devolvern aquellos a los que antes zurrabas. Si no empiezas, te las darn los que te ordenaron repartir.

-Las chicas se van Nicanor miraba entristecido a la puerta, sin prestar demasiada atencin a su amigo-. Pero oye, se han vuelto a mirarnos to, creo que les gustas.

-S, por eso se largan, por lo mucho que les gustamos, ja, se largan. Y nosotros tambin que hay que volver a la Academia.

-Anda, si ya sabes que te las llevas todas de calle, se van porque no les hemos hecho ni caso. Pues nada, peor para ellas, aqu nos vamos ms de cuatro de vaco, dejamos la cerveza para otro da? el cuerpo acept el aplazamiento-. Vamos a hacer una escala en los aseos antes de salir.

Regresaron a la Academia a tiempo de descansar. El entrenamiento fsico exhaustivo lo requera. Se les preparaba para situaciones lmite a las cuales esperaban, afortunadamente, pocas veces verse abocados.

Sin embargo, y esto Nicanor, Oscar y el resto de los aspirantes lo saban bien, aunque en disciplina y preparacin fsica no se permitieran errores ni despistes, los esfuerzos exigidos en gimnasia no eran nada en comparacin con el adiestramiento psicolgico. Deban ser capaces de diferenciar de forma casi intuitiva entre un ciudadano normal, signifique esto lo que signifique, incluso fuera de s, y un tipo, o un grupo, con intenciones perversas; poda ser la diferencia entre que todo el mundo saliera ileso o alguien gravemente herido, entre la guerra y la paz.

Qu recuerdos Pues nada, de entonces a ahora es un suspiro como quien dice. Qu habra sido del bueno de Oscar y sus sabios consejos? Seguiran llamndole el Cuerpo? Qu fcil rodearse de chicas junto a l. S, cunto haban disfrutado juntos, era alegre pero prudente, y un buen amigo, un amigo de consejos. Utilizar la mente o no utilizarla, como Oscar o como el Domnguez. Cara o cruz hoy una vez ms. Posiblemente, s, una vez ms, no iba a pasar nada. Pero y si suceda? No, era una orden, as que nada fuera de control iba a pasar, tena que relajarse. Si reflexionaba demasiado, se tema Nicanor, un da como ste acabara de baja laboral y caminito al manicomio. Entre el manicomio y la lechera mejor la lechera, pero tranquilita, sin llegar a hervir como a l le gustaban las cosas, seguras, protegidas y en paz.

Volvi a repasar mentalmente las instrucciones recibidas para aquella misin. Verific, por tercera vez, que el equipamiento estaba en orden. Todo controlado, todo en orden, todo como deba ser.

Sonri ensimismado. Ese Madrid-Bara lo haba disfrutado con sus amigos en un bar prximo al estadio Santiago Bernabu. A veces soaba con aquel da y no consegua recordar el resultado del partido. Probablemente perdi su equipo. Lo mirara esta noche o maana en internet, era una deuda con el pasado. Qu habra sido de ellos? No se haban vuelto a encontrar desde que concluyeron sus carreras. Hoy seran, supona, periodistas, y l polica. Antidisturbios para ms seas.

Quiz algunos de ellos esta tarde le hicieran fotos durante la manifestacin. Si esto sucediera no sera porque le estuvieran saludando con flashes sino porque algo habra salido mal, sin poses ni sonrisas para el lbum familiar.

Mejor que no. Ya quedaran otro da.

Ay, pero no, qu ciego estabadefinitivamente no era momento de pensar.

***

Marisa aparc en el centro de Madrid. Conoca bastante bien aquella parte de la ciudad. De alguna manera senta el palpitar del viejo corazn de la zona sincronizado con el suyo aunque, desde los aos felices, cuando ella haba vivido all como estudiante, hasta ahora, el barrio haba cambiado. Las tiendas, las gentes, todo era parecido y nada era igual. Ella tampoco. Desde hoy.

Son su mvil. Pens que sera su padre y se abalanz en las profundidades abismales del bolso lleno de objetos intiles:

-Dgame susurr decepcionada pues era un nmero desconocido.

-Esto, mire, buenas tardes, resulta que tengo una llamada suya de hace una hora se trataba de una voz de seora mayor, tensa e insegura-. Ha telefoneado usted? Qu quera?

-Desde este nmero le han llamado?, pero si hace una hora estaba en la carretera, yo, no s

-S, es desde ese telfono la mujer asegur molesta ante la duda mostrada-. Alguien ha dejado un mensaje preguntando por Manuel.

No recordaba haber grabado ningn mensaje pero s, claro, que se haba atrevido al fin a llamar a Manuel. Aprovech el reflejo de un escaparate para revisar coquetamente su aspecto. El rubor le sentaba bien.

-Y est l? l, Manuel, digo.

-Pero el padre o el hijo?

Aquella charla no haba comenzado y ya se complicaba ms de lo deseable. Era obvio que estaba hablando con la madre de su Manuel. El corazn de Marisa y el de las calles ya no latan acompasados, el de ella haba iniciado una loca carrera en solitario y, tras un intenso acelern, corra desbocado. Como la primera vez que, haca ahora unos aos, haba hablado por telfono con la misma mujer.

Una vez pasado el susto, aunque obviamente la madre de Manuel haba cambiado, Marisa la recordaba, s, perfectamente y habra sido capaz de reconocerla entre otras mil. Hoy le pareca menos fra que entonces, ms clida, tal vez parcialmente erosionada, menos hostilms vieja. Ahora no le infunda el miedo, el terror al ridculo asociado al primer contacto con los padres de un chico. Tard slo un segundo en darse cuenta de que, ms que aquella voz, era ella quien haba evolucionado.

Busc en su memoria el nombre de la buena seora y, casi convencida, arriesg:

-Es usted Lourdes, verdad?

-Si. Y quin es usted?

Aunque poco falt, la sensacin de alivio por el acierto evit que colgara. Lo haba hecho en aquella lejana primera ocasin para despus repetir inmediatamente la llamada. Pasadas experiencias posteriores le haban permitido madurar lo suficiente. A su alrededor, la gente caminaba a buen paso y nadie se fijaba en ella. Dudaba de si esto era bueno o malo. Decidi que el anonimato le convena en aquel momento. Abandon la proteccin de la cristalera y comenz a andar despacio, midiendo cada paso a la par que las palabras.

-Hola, Lourdes, qu alegra, espero que est usted bien y aadi de inmediato, sin esperar respuesta-. Soy Marisa, seguro que no se acuerda de m titube, temerosa tanto de que s la recordara como de que no-. Soy una antigua amiga de Manuel. De Manuel hijo, claro aclar con incomoda timidez-. Es imposible que ahora caiga usted.

-Marisa, Marisa -dud- La hija del farmacutico de Guadalajara? Claro que me acuerdo, cmo no, mujer? Pues claro. Qu bien saber de ti.

En aquel momento Lourdes grit, solemne e imperiosa, a otra persona:

-Manuel! La llamada de antes es de la antigua novia del chico, la de Guadalajara - recuper intrigada el hilo de la charla con Marisa-. Dime, hija, podemos ayudarte en algo?

Marisa qued inmediatamente paralizada. Que la recordaran como la novia del chico y la llamaran hija superaba sus expectativas. De repente le falt el aire. Felizmente notaba el corazn.

Lourdes comenz de inmediato una rfaga de preguntas con la que hil una espiral indiscreta.

-Cuntame Marisa, qu es de tu vida? Ests en Madrid? Te has casado? Tienes nios?

-No, no estoy casada se atus el pelo con sus dedos desnudos de anillos.

La pausa de Lourdes para tomar resuello haba durado menos que el tiempo necesario para responder a todas sus preguntas.

-Nios tampoco?

-No. Tampoco. Ya le he dicho que no estoy casada le sorprenda la insistencia. Ahora se rasc el cuello, algo le estaba molestando-. Sigo en Cascajos, en la farmacia de mi padre. Tal y como estn las cosas no hay mucho donde elegir y he tenido que quedarme en el pueblo.

-Claro hija, claro la mujer le animaba a explayarse.

-No me va mal dentro de lo que cabe, ya sabe aunque qu poda saber aquella buena mujer. Ahora tropez con alguien, ni siquiera le haba visto. Se par de golpe-. Hoy me he acercado a Madrid y, bueno, de repente me acord de Manuel y he marcado su nmero. En ocasiones hago cosas as, sin demasiada lgica.

Marisa reinici el paseo. La vergenza y el cosquilleo le picaban sorpresivamente en las pantorrillas, vaya por dnde. Al otro lado del telfono escuch a Manuel padre a quien recordaba ms bien prudente y taciturno, poco dado a chismorreos e indiscreciones, un autntico aliado en su vida anterior:

-Pregntale que si tiene novio.

Marisa, traicionada por su antiguo protector, no saba si colgar, rerse o responder. Se detuvo ante un semforo. Lourdes habl por ella:

-No seas cotilla, luego dirn que las mujeres.

La joven les sac de dudas a ambos, las cosas cuanto ms claras, mejor, pens, y fue directa al grano.

-Tranquila, Lourdes, puede preguntar cmo si necesitara Lourdes algn tipo de permiso-. No, no tengo novio, pero le aseguro que no he llamado por ningn intento de

-Claro, claro interrumpi suspicaz.

-De reconciliacin aadi Marisa. Roja como un tomate se preguntaba a quin quera ahora engaar-. Ya me ha hecho usted la ficha, Lourdes Ahora podra hablar con l?

Marisa hizo que sonara autoritario para recuperar la iniciativa y su autoestima.

-Con Manuel?, claro, qu tonta. Vive solo, se independiz, pero si quieres te doy su nmero.

-Vive al menos en Madrid? el semforo volvi a permitir el paso a los peatones que esperaban para cruzar sin que Marisa se moviera.

-Si, hija, s, y, permteme, tampoco tiene novia, por si no te ha quedado claro. Tienes algo para tomar nota?

***

No menos de trescientas mil personas, unas cuarenta o cuarenta y cinco mil segn los datos oficiales del da siguiente, nos dirigamos a Sol. El inicio terico de la marcha estaba convocado en Nuevos Ministerios pero los manifestantes llegaban mucho ms lejos. En la calle Alcal no caba un alma ms y buena parte de la Castellana se encontraba abarrotada por los asistentes.

Yo segua mi paseo acompaado por mis sombras reflexiones. En los ltimos cuatro meses habamos vivido un aumento notable en la intensidad y violencia de esta clase de protestas, respuesta previsible a los descarados y burdos intentos del aparato oficial para desmantelarlas por la va, cada vez ms ineficaz, del miedo. Al escuchar a los gobernantes podra decirse que su objetivo, en lugar de tranquilizar a los ciudadanos, era excitarlos metindoles puyas como si fueran picadores ante toros de lidia.

Sobraban los ejemplos.

Queran evitar que se grabara a las fuerzas del orden cuando estaban en accin. Segn unos, por obvias razones de seguridad. Segn otros, para impedir que hubiera pruebas evidentes de eventuales desmanes.

Queran evitar que la gente saliera a la calle para mostrar su indignacin y lo explicaban machaconamente desde todos los estamentos pues, recordaban una y mil veces, estas actividades crticas contra el gobierno podran llegar a ser peligrosas para los ciudadanos ante la creciente probabilidad de recibir un palo A m me ha tocado poder confirmar la certeza de esta contundente afirmacin.

Queran evitar, en suma, que el pueblo se expresara.

La situacin ya era mala de por s y estos intentos de amordazar al pueblo no conseguan ms, como era previsible, que aumentar la virulencia de sus actos. Yo, aunque indignado, an no haba alcanzado el umbral diferenciador entre lo oficialmente correcto y lo que no lo es, mantena el miedo al orden.

La lgica consecuencia del descalabro de la autoridad oficial como interlocutor vlido haba sido que las redes sociales se convirtieron en el mtodo oficioso y eficaz de convocatoria de manifestaciones y acabaron progresivamente por sustituir a la preceptiva comunicacin a la delegacin de gobierno.

La marcha de aquel da fue una excepcin a la anterior regla. Los organizadores haban incluido al sector de la enseanza y queran contar con multitud de estudiantes en las calles. Con este objetivo haban cumplido por una vez con todos los trmites legales. La convocatoria result un xito. El ambiente era ldico y luminoso, de fiesta de colegio. En un momento estaba rodeado de nios ruidosos, dueos por unas horas de las cntricas avenidas de la capital, habitualmente esclavas del trfico, en el siguiente de enfermeras y mdicos, en el posterior de cualquier hijo de vecino. Se disfrutaba de una catica mezcla de colores para exigir que se recortaran los recortes. Camisetas verdes de la enseanza. Blancas de sanidad. Naranja para servicios sociales. Negras para los empleos pblicos. Violetas de asociaciones de mujeres. Pancartas multicolores que exigan trabajo o que pararan los desahucios. Un arcoris de queja, de lloro y de protesta.

Me senta anodino, monocromtico. Ech de menos la camisa del ciego, algo que me rescatara del tono gris marengo de mi jersey y azul oscuro de los vaqueros. Tom un bandern de no recuerdo la causa, me daba igual, detestaba ser distinto.

Adems de protestar se exiga justicia y castigo contundente a los culpables. Abundaban quienes reclamaban crcel para los directivos que, guiados por un cctel de codicia e ignorancia, haban conducido a varios bancos a la quiebra y ahora, gracias a los favores prestados a sus influyentes y poderosos amigos, se libraban de sus merecidos condenas mientras entre todos los dems pagbamos los remedios para evitar males mayores.

No se escapaban de los reproches ni maridos de infantas, ni presidentes de comunidades autnomas con comportamientos dudosos, ni familiares de personas que se haban hecho a tiempo con terrenos bien situados para ser vendidos a complejos de juego y hoteles, ni empresarios o polticos corruptos. Todos tenan su cuota de recuerdo, de cabreo, popular.

Por un momento imagin mi nombre en una de las pancartas. Sent un escalofro, orden a mi mente que recuperara mi honesto anonimato y descart de inmediato tan funesto pensamiento. Not alivio.

Era una reclamacin global. Resultaba en extremo complicado, absolutamente imposible, no encontrar un lema para sentirse representado. Tena la impresin de haber entrado en un parque temtico de atracciones en el cual me ofrecan, sin colas y en el orden que quisiera disfrutarlas, infinitas opciones de protesta: poda pasar de Abajo la monarqua a Corruptos al paredn , de aqu a La sanidad no se vende, se defiende, y de ah a Salvan a los bancos, dejan morir a la gente pasando por Seores del gobierno, si hay alguno de ustedes al que no haya insultado ya, le pido disculpas y seguir as, sin detenerme, incluso sin repetir , hasta la hora de cierre. Una gozada.

Con canciones, globos, chanzas y danzas, sin apenas presencia policial notable, el gento progresaba con lentitud. Avanc y retroced con los brazos en alto. Bot, cant, chill. Los helicpteros sobrevolaban el rea. Desde tierra se distinguan en ellos los smbolos de la polica y de la televisin. Eran recibidos con gritos, los mos incluidos y quizs tal vez los del quiosquero, de luego diris que somos cinco o seis.

Abuelos, bebs en sus carritos, mucho estudiante, trabajadores, parados y jubilados, votantes de todos los partidos y de ninguno nos habamos dado cita all para decir, para gritar de forma correcta que no aguantbamos ms aquella farsa, que nos sentamos estafados por una clase poltica ms preocupada por ayudarse a s misma y a los bancos alemanes que a los ciudadanos espaoles.

5-Marisa.

Como se suele decir, aunque no siempre sea as, el padre estaba orgulloso de su hija y la hija de don Cosme. Confiando el uno en el otro era fcil respetar mutuamente las decisiones propias y las vidas particulares. Marisa estudi farmacia en Madrid con ganas, lo nico que sus padres le exigan, por lo que no le cost ir cumpliendo con sus obligaciones acadmicas. Como joven que era quera independencia, pero la independencia es inaccesible para una universitaria por lo que su padre, siempre atento en la sombra, le cubra lo necesario para que pudiera llevar una vida razonablemente cmoda. Saber que haca feliz a su hija y que le ayudaba a realizar sus proyectos era lo que ms gratificaba a don Cosme en la vida, sin duda. Era un buen padre.

Marisa no quera vivir en Madrid con sus tos ni en una residencia y su deseo fue aceptado. Porque tuvo la buena ventura de tener unos padres comprensivos tuvo, a pesar de ellos, la fortuna de poder compartir piso en la ciudad, y por supuesto que lo saba. Saba que haba nacido con estrella pues tanto su madre como su padre la haban querido sin lmites y sin descanso, eso s, nunca se permitieron malcriarla ya que, y en eso estaban ambos de acuerdo, el que consiente estropea.

El apartamento, de estudiantes, distaba de ser un dechado de orden si bien se notaba que lo habitaban chicas y no chicos, medianamente limpio s que sola estar. Haban acordado un sistema de turnos de limpiezas semanales para el saln y otro diario para cocina y bao. La habitacin de cada cual era terreno privado. El plan era bsico pero funcional.

Segn el tiempo transcurra se fueron intensificando el nmero de visitas, cmo decirlo, ms personales. Por supuesto, los padres de las inquilinas ignoraban esta progresin. Los huspedes temporales resultaron ser, en general, bastante fijos as que tampoco fue muy difcil ampliar el reglamento, se opt por declarar responsabilidad de la anfitriona los desmanes de sus invitados. La cosa iba bien encaminada y slo se desmadraba en las fiestas. Fiestas por mil motivos, los tradicionales como santos y cumpleaos, el sacarse el carnet de conducir, el haber aprobado, por fin, tal o cual asignatura imposibley los ms particulares como el famoso San Queremos, y es que cada compaera de piso poda decidir que ese sbado le tocaba a ella montar jarana. Bienvenida era la fiesta para todas, al menos hasta el da siguiente cuando haba que intentar sobrevivir a resacas y restos de naufragios, lo peor, encontrar a un desconocido durmiendo an en el sof o, peor todava, durmiendo con una amiga aterrada de no saber muy bien por qu se haba liado tanto con alguien de quien no iba a recordar sino el tatuaje de escaso gusto en el trasero.

En una de esas fiestas, sin tatuaje, apareci Manuel.

Fue en tercero. En un cumpleaos. Marisa nunca lo olvidar, era el cumple de Lorena. Lorena tonteaba desde haca dos meses con uno de sus compaeros de carrera al que todos conocan por Jimmy aunque en realidad se llamaba Santiago y era de Cuenca. Uno de esos tipos por los cuales cualquiera cambiara de acera sin dudar para no toparse de frente con l pero que luego no hace honor a su aspecto de macarra: Escriba poesa, ms social que rosa, eso s, jugaba al baloncesto en el equipo de la facultad, le gustaba el cine sensible y se ocupaba durante las vacaciones en secreto, no estaba bien visto por trasnochado, de los scouts de la parroquia, haba sido monaguillo y, contra todo pronstico, estudiaba. Jimmy, si no fuera por sus greas, sera el hijo deseado por cualquier madre.

Vino acompaado por su hermana y dos chicos. Aquella noche, entre inquilinos e invitados, sumaban doce en el guateque. Result una fiesta inolvidable.

En algn momento ms bien tardo de la maana siguiente, cuando ya haca tiempo que tras las persianas bajadas se haba levantado el sol, son repetidas veces el mvil de Marisa. Hubiera preferido no contestar pero la chica cedi somnolienta a la insistencia del pesado que, ahora quin ser, pero quin me llama a estas horas, pareca no querer colgar sin recibir respuesta. Legaosa, no fue capaz de leer en la pantalla el nmero del impertinente.

-Marisa?

Nadie la llamaba as por entonces, era Luisa o Mara Luisa, incluso Marisita, dependiendo de para quien.

-Soy Manuel sonaba ufano.

-Manuel? Qu Manuel? apenas poda articular y eso le molest an ms. Intent tragar saliva pero tena la boca densa y pastosa. Necesitaba beber. No, necesitaba seguir durmiendo un poco ms.

-Igual es un poco temprano al fin se haba dado cuenta. No, no era temprano, era ya tarde porque ya el mal estaba hecho. Marisa, ahora mismo, le hubiera lanzado el telfono a la cabeza.

El acababa de levantarse, haca no ms de diez minutos, aunque jugaba con ventaja pues se haba lavado la cara y bebido un caf. Procur no resultar brusco, ensay su mejor sonrisa telefnica.

-Manuel, mujer, que nos conocimos en el cumple de Lorena. Ayer, en vuestra casa -aclar innecesariamente-. El amigo de Jimmy. Ahora ya sabes quin soy?

-S, s. Perdona. Es que acabo de y solt un bostezo- acabo de despertarme.

Marisa se abraz a la almohada. Hubiera preferido que fuera ms tarde. Le pareci un pensamiento estpido pues no tena ni idea de la hora. Sospech que, si alguna vez sala de la cama, el da le sera corto, odioso, dedicado forzosamente a la necesaria recogida del apartamento. Menudo fastidio.

-Bueno aadi con temor ante la tarea que presumiblemente le aguardaba amenazante al otro lado de la puerta de su dormitorio-, no te haces a la idea de cmo est esto ella tampoco quera hacrsela-. Espero que a mi padre no se le ocurra acercarse hoy por aqu.

-Hubiera sido peor si llega a aparecer ayer por la noche.

-No le gusta conducir sin luz y no le gusta ser molesto, as que nunca se presenta en horas delicadas ni llama antes de comer para no fastidiarle el sueo a nadie por supuesto, Marisa volva a recriminarle a Manuel el haber sido su despertador hoy-.Venga, dime, que ya estoy despierta y voy a ponerme a recoger sin esperar ms. A antes est el tema resuelto, antes me tumbar con la tele en el sof.

Marisa se frot los ojos. Sospechaba que alguien escuchaba desde el pasillo aunque no hizo nada para verificarlo. Le daba igual. Casi mejor que la oyeran, as todo el mundo se pondra las pilas y ayudara.

-S, vers continu el joven-, me han regalado dos entradas para un preestreno. No recuerdo cmo se llama. El protagonista es John Travolta.

Marisa consideraba seriamente la posibilidad de que Manuel fuera un juerguista, punto a su favor, y le quisiera tomar el pelo con semejante oferta.

-S cul es. Te las ha regalado tu abuela?, John Travolta no me pone mucho.

-Las puedo cambiar. Quin te pone?

Y a ti qu te importa, estuvo a un tris de decir. Afortunadamente se contuvo, llevaba un buen rato castigando a Manuel por un delito menor.

-Actores nacionales. Yo, todo por la patria haba exagerado en el comentario-. De todas maneras, me es imposible ir. El reglamento no escrito de esta comunidad obliga a sus miembros a cumplir sus promesas y hoy me tocan labores de limpieza hasta recuperar algo parecido a la situacin anterior al huracn de la noche. Eso me llevar buena parte del da. La nica que se libra del pringue es Lorena, ya sabes, regalo de cumple.

A Marisa le apeteca quedar con l, Dios sabe que s. Por escaquearse del domingo post fiestn, eso de primeras. Podra intentar sin posibilidad de xito hacerse la loca o cambiarle el turno a la misma Lorena, en el fondo era su fiesta y Jimmy tena partido, a ella le hubiera tocado limpiar hoy a no ser porque les pidi que la dejaran vaguear en la habitacin hasta el lunes, nada de pendientes o bombones, no. Qu cara ms dura. Aquel regalo les iba a salir caro a las amigas de Lorena.

-Me hago cargo Manuel cedi aparentemente-. Espero que nadie caiga enfermo y necesite ir a urgencias para descontaminarse

-Tendremos que considerar una lista de excepciones admiti resignada-. El caso es que hoy no me es posible porque no s cuando acabar y adems estar cansada hoy no me quito el pijama en todo el da.

-Las entradas son para maana. Habris acabado para entonces? Y, otra cosa, duermes siempre en pijama? Pensaba que desde Marilyn las mujeres slo usabais unas gotas de Chanel.

-Le puedes preguntar a tu mam colg esta vez tras gritarle sin contenerse. Pero que se haba credo el muy cretino? De gracioso no tena un pelo. Unas gotas de chanel, no te fastidia.

Qu bien volver a arrebujarse en las sbanas, que bien de nuevo cerrar los ojos, solo un segundito, ya limpiara ms tarde y solo un segundo fue pues Manuel volvi a llamar, esta vez s pudo leer su nombre en la pantalla.

A Marisa le hizo gracia la insistencia de Manuel. Se reconoci que le atraa su tesn. Su tesn al menos, porque adems anoche le haba parecido muy hombre. Ojal todos los das comenzaran as, con un hombre hombre tras de ti, aunque slo sea para ir a ver una pelcula presumiblemente cursi y no para que te pongan el mundo a tus pes.

-Habrs terminado ya maana? empez a decir Manuel con la frase que debera haber acabado antes.

-Te ha explicado algo tu madre sobre los pijamas?

-No seas rencorosa.

-No lo s respondi ella al fin sin dar su brazo a torcer convencida de lo tonta que poda resultar por cabezona.

-Bueno, como quieras. Si no te interesa

-Eh!, Para!, Yo no he dicho eso. Hablamos maana mismo?

-Demasiado tarde.

Marisa estuvo a dos pasos de enviarle a la porra. De qu iba aquel engredo para presionarla? Qu ms daba hoy que maana? Haba dado un paso adelante y el tipo, como respuesta, hua con largas zancadas.

-Si te pusieras a limpiar ahora, en vez de a charlar amigablemente por telfono replic l cada vez ms distante- En fin, psame a Carolina. Quiz ella sea ms veloz.

Definitivamente Marisa se haba rendido al hecho de que Manuel era un insufrible botarate. Un hombre hombre? En qu estara pensando la noche anterior cuando tonteaba con l.