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INTRODUCCIÓN C omo resultado de la tesis de doctorado, Ampliar la mirada. Un nuevo enfoque de la pobreza y el florecimiento humano, que presenté en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS)-Occidente en abril del 2005, recibí la invitación de Virginia García Acosta, directora del CIESAS, y de Jorge Alonso, editor de Desacatos, para preparar un número de esta importante revista con la temática de dicha tesis . Gracias a ambos por la enorme oportunidad para reunir a un grupo tan especial de personas pensantes y críticas y dialogar intensamente con ellas. Después de muchos meses de trabajo de muchas personas (autores, traductores, corrector de estilo, for- madora, asistente editorial y editor) se pone a consideración del lector este conjunto de ensayos sobre pobreza, florecimiento humano, teoría crítica y utopía. Los artículos de la sección Saberes y Razones, así como la reseña del libro de Martha Nussbaum, fueron preparados por sus autores a petición mía en un corto periodo, lo que supuso un gran esfuerzo que mucho agradezco. Los artículos (excepto el de Paulette Dieterlen, por tratarse de la discusión del contenido de la revista en su conjunto) fueron sometidos al arbitraje anónimo y en todos los casos añadí mis observaciones a las de los dictámenes, lo que llevó a los autores a realizar cambios que supusieron una tarea adicional de complejidad variable. Mi artículo también constituye un trabajo nuevo. Aunque está basado en mi tesis de doctorado, fui más allá en varios aspectos. También fue sometido al arbitraje anónimo. Agradezco a quienes hicieron los dictámenes sus valiosas observaciones. El número está bellamente ilustrado con fotografías de Rodrigo Moya, tomadas todas ellas de su libro Foto insurrecta. Le agradezco la oportunidad de unir el arte con la reflexión. El material temático incluido es largo y denso. Cubre un amplio espectro temático de reflexiones que comparten, todas, como preocupación central el futuro de la humanidad. Un material así requiere una PRESENTACIÓN De la pobreza al florecimiento humano: ¿teoría crítica o utopía? Julio Boltvinik JULIO BOLTVINIK: El Colegio de México, México-Distrito Federal. [email protected] Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 13-52. p. 11: Rodrigo Moya, Tacuba, ciudad de México, ca., 1963. p. 12: Rodrigo Moya, Santa María del Mar, Oaxaca, 1960.

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Page 1: De la pobreza al florecimiento humano: ¿teoría … Desacatos llama el enfoque de la opulencia, como lo argumento en Crítica de la EPP, equivoca el adversario central al que tendría

INTRODUCCIÓN

C omo resultado de la tesis de doctorado, Ampliar la mirada. Un nuevo enfoque de la pobreza yel florecimiento humano, que presenté en el Centro de Investigaciones y Estudios Superioresen Antropología Social (CIESAS)-Occidente en abril del 2005, recibí la invitación de Virginia

García Acosta, directora del CIESAS, y de Jorge Alonso, editor de Desacatos, para preparar un númerode esta importante revista con la temática de dicha tesis . Gracias a ambos por la enorme oportunidadpara reunir a un grupo tan especial de personas pensantes y críticas y dialogar intensamente con ellas.Después de muchos meses de trabajo de muchas personas (autores, traductores, corrector de estilo, for-madora, asistente editorial y editor) se pone a consideración del lector este conjunto de ensayos sobrepobreza, florecimiento humano, teoría crítica y utopía. Los artículos de la sección Saberes y Razones,así como la reseña del libro de Martha Nussbaum, fueron preparados por sus autores a petición míaen un corto periodo, lo que supuso un gran esfuerzo que mucho agradezco. Los artículos (excepto elde Paulette Dieterlen, por tratarse de la discusión del contenido de la revista en su conjunto) fueronsometidos al arbitraje anónimo y en todos los casos añadí mis observaciones a las de los dictámenes, loque llevó a los autores a realizar cambios que supusieron una tarea adicional de complejidad variable.Mi artículo también constituye un trabajo nuevo. Aunque está basado en mi tesis de doctorado, fuimás allá en varios aspectos. También fue sometido al arbitraje anónimo. Agradezco a quienes hicieronlos dictámenes sus valiosas observaciones. El número está bellamente ilustrado con fotografías deRodrigo Moya, tomadas todas ellas de su libro Foto insurrecta. Le agradezco la oportunidad de unir elarte con la reflexión.

El material temático incluido es largo y denso. Cubre un amplio espectro temático de reflexiones quecomparten, todas, como preocupación central el futuro de la humanidad. Un material así requiere una

PRESENTACIÓN

De la pobreza al florecimiento humano:¿teoría crítica o utopía?

Julio Boltvinik

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JULIO BOLTVINIK: El Colegio de México, México-Distrito [email protected]

Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 13-52.p.11

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presentación que describa con cierto detalle y, sólo sobreesa base, analice, critique, debata y complemente. Estáconformada por diez secciones además de esta introduc-ción, ocho referidas a los trabajos publicados. He añadidouna para debatir con Ruth Levitas algunas importantesdiferencias conceptuales entre ambos, y otra para enri-quecer el número con un tema poco analizado en él: lasimplicaciones de la revolución científico-técnica en la po-sibilidad del florecimiento humano, incluida después dela presentación del artículo de Araceli Damián.

CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA DE LAPOBREZA

Después de esta presentación, el número arranca con miartículo “Elementos para la crítica de la economía polí-tica de la pobreza” (de aquí en adelante referido comoCrítica de la EPP). Antes y después de haber presentadomi tesis doctoral formalmente tuve la oportunidad deexponer sus ideas principales en diversos foros. En dichasexposiciones, por razones de tiempo, reduje al mínimoo incluso eliminé la crítica en la que se basan los desarro-llos de ésta. Al hacerlo así, varias veces sentí en el audi-torio una perplejidad que me hizo recordar un verso deEnrique González Martínez:“El espejo del agua es comouna respuesta sin pregunta”. Como a dicho público no lepresentaba la crítica, mi propuesta de un enfoque dis-tinto de la pobreza (vinculada al florecimiento humano)parecía, en efecto, una respuesta sin pregunta. Por esta ra-zón decidí en este número de Desacatos presentar unavisión del planteamiento de mi tesis centrada en la críti-ca, aunque incluyendo una visión muy apretada del nue-vo enfoque, desarrollado como respuesta al vacío creadopor dicha crítica. Ésta pone en evidencia la inadecuaciónde las respuestas existentes, lo que equivale a la ausenciade una respuesta satisfactoria a la pregunta sobre los ele-mentos constitutivos de los ejes de florecimiento humano yde nivel de vida. El enfoque desarrollado es una respuestaa esta pregunta, pero si se le presenta sin mostrar la inade-cuación de las teorías vigentes, la propuesta parece care-cer de sentido. A esta crítica la he llamado crítica externaporque se apoya en el nuevo paradigma desarrollado pa-

ra identificar las fallas del paradigma anterior, mientrasque a la crítica que había venido realizando antes de la te-sis, centrada sobre todo en los métodos de medición de lapobreza, la he llamado crítica interna, porque a pesar dehaber adoptado una visión más amplia que la usual, memantenía en el viejo paradigma en un sentido doble: enlo metodológico, porque abordaba el eje del nivel de vidade manera directa, sin derivarlo del eje de florecimientohumano, como se postula en el nuevo paradigma; y enlo sustantivo, porque sostenía como respuesta a la pregun-ta sobre el elemento constitutivo de ambos ejes la de lasatisfacción de necesidades, compartiendo esta esenciacon la visión dominante (aunque a partir de una visiónmás amplia de las necesidades) a la que he llamado el “en-foque convencional de las necesidades” en la sección 6de Crítica de la EPP. En el nuevo enfoque esta respuestaha sido sustituida por la de desarrollo de las fuerzas esen-ciales humanas: necesidades y capacidades, que reempla-za la visión pasiva, de consumidor, del ser humano, poruna que integra sus lados activo y pasivo.

No tendría sentido intentar aquí una nueva síntesis delenfoque desarrollado, de por sí ya excesivamente resu-mido en la sección 2 de Crítica de la EPP. En cuanto a lacrítica, se aborda todo el espectro de respuestas a la pre-gunta sobre el elemento constitutivo del eje del nivel devida, comenzando con la del utilitarismo, que identificala utilidad como dicho elemento, siguiendo con las de laopulencia o ingreso real, que identifica el elemento cons-titutivo como el acceso a bienes y servicios, el de los bie-nes primarios de Rawls, y los enfoques de las capabilitiesy los functionings1 de Sen y Nussbaum. La crítica al utili-tarismo retoma, de manera muy esquemática, las críticascentrales de Sen y de Rawls (las de este último se sinteti-zan como las críticas de los gustos caros y de los gustosofensivos, mientras que a la crítica de Sen la he llamado,para que complemente más claramente las de Rawls, crí-tica de los gustos baratos). Me parece que las tres críticasjuntas son demoledoras. En cambio, la crítica de Sen alenfoque de los bienes primarios de Rawls y a lo que Sen

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1 Sobre el significado de capabilities y functionings y la razón de su notraducción, véase la nota 5 en el artículo de Julio Boltvinik en este nú-mero, p. 57. [Nota del editor.]

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llama el enfoque de la opulencia, como lo argumento enCrítica de la EPP, equivoca el adversario central al quetendría que derrotar para fundar su enfoque. Éste, meparece, es el enfoque que sostiene que el elemento cons-titutivo del eje del nivel de vida es la satisfacción objetivade las necesidades humanas, el cual no existe para Sen.

La crítica al utilitarismo la he complementado con unacrítica a la teoría neoclásica del consumidor (TNC), sos-tén central de la economía política dominante (pero quese presenta a sí misma como economics, como teoría cien-tífica pura). Esta crítica tiene dos vertientes. Por un ladoretomo la crítica que hace Peter Penz (y que también ha-cen suya Doyal y Gough), y por otro presento una críticapropia, basada en el análisis de dos obras especializadassobre el tema, que muestran que la TNC: 1) parte de unrechazo explícito de las necesidades pero se ve obligadaa reintroducirlas subrepticiamente después, y 2) que es-ta teoría no resiste la introducción de necesidades en elesquema. Se muestra que los axiomas que sostienen estateoría son inválidos tanto para los pobres como para laclase alta y que la TNC sólo funcionaría para seres sin ne-cesidades, como los robots.

A continuación, Crítica de la EPP aborda los enfoquesde las capabilities (EC) de Sen y de Nussbaum, que sonmuy diferentes entre sí. Respecto al EC de Sen, se sintetizanlas críticas (con las que concuerdo) de Bernard Williams,Gerald Cohen, John Rawls, Frances Stewart, David Cro-cker, Des Gasper y (las críticas más bien implícitas) deMeghnad Desai y Sabina Alkire. De una manera general,estas críticas señalan, entre otras cosas, que el EC es unateoría vacía que requiere especificarse y fundamentarse;que el EC minimiza el lado pasivo del ser humano y so-breestima el papel de la libertad; que identifica como ca-pabilities algo distinto a las capacidades humanas que sehacen posibles con la satisfacción de necesidades huma-nas; que en él sólo caben las capabilities que se derivan dela posesión de bienes; que las tasas de conversión de bienesa functionings (que es el elemento distintivo entre el EC

y el enfoque de la opulencia) no son comparables entrepersonas que tienen conjuntos distintos de functionings;que las capabilities son inobservables; que al abstenersede toda valoración, el EC es incapaz de ordenar conjun-tos de consumo, ni de categorizar ninguna capability co-

mo no valiosa o identificar las perniciosas. De mi propiacrítica derivo, entre otras, las siguientes conclusiones: queel EC de Sen es un enfoque mecanicista dado que losfunctionings dependen sólo del ingreso (o titularidades)y, por tanto, sólo del consumo de bienes y servicios; porello, su universo se reduce a lo que se deriva del consu-mo de bienes y servicios y excluye satisfactores comorelaciones y actividades; que al utilizar funciones subje-tivas de evaluación, no observables, mantiene tres viciosdel utilitarismo que se explican en Crítica de la EPP; quees una teoría de capacidades sin capacidades, en la cualla única capacidad es la de poseer mercancías y que (poromisión, al abstenerse de formular una ley de rendimien-tos decrecientes del ingreso en términos de functionings)tiende a avalar (paradójicamente, él que ha escrito tan-to, y tan bien, sobre el tema) la desigualdad.

Nussbaum, a pesar de seguir hablando de capabilitiesha desarrollado un enfoque sustancialmente distinto alde Sen y mucho más cercano al enfoque de Ampliar la mi-rada. En Crítica de la EPP se destacan las diferencias que

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Panamá, Panamá, 1965.

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la propia autora identifica entre su enfoque y el de Sen yse presentan dos críticas: la no problematización de lavida en el capitalismo a través de conceptos como alie-nación, y su intento de reducir todos los rasgos de labuena vida a capabilities (lo que no funciona), cuando de-beríamos, al menos, hablar de necesidades desarrolladasy satisfechas, capacidades desarrolladas y aplicadas, liber-tades negativas, derechos y oportunidades.

En las dos secciones finales de Crítica de la EPP abor-do la crítica externa de un grupo de definiciones de po-breza, representativo de diversas tendencias dominantesdentro de la EPP, así como lo que he llamado el mapa con-ceptual de la EPP, su concepción de necesidades, satisfac-tores y recursos. Ambas secciones, en conjunto con lascríticas al utilitarismo y al EC de Sen, conforman la críticade la EPP. En la primera he identificado cuatro tipos de de-finiciones: 1) el enfoque convencional de necesidades de lapobreza (ejemplificada por Altimir, Boltvinik y, paradó-jicamente, por Sen y Foster), 2) lo que he llamado búsque-das fallidas de un nuevo enfoque (Townsend y Sen); 3) elenfoque economicista dominante (ejemplificado con Ci-tro y Michael, Ravallion y Hagenaars); y 4) el enfoque deAmpliar la mirada. Los tres primeros conforman la mayorparte del objeto de la crítica de la EPP. Al segundo grupolo llamo así porque concluyo del análisis realizado quetanto Townsend como Sen intentan infructuosamen-te alejarse del concepto de necesidades y quedan atrapadosen la EPP dominante. Respecto al enfoque economicistadominante concluyo que, como la utilidad es inobser-vable, los autores terminan en los hechos o sustituyén-dola por la “satisfacción de expectativas” (Hagenaars) opor una definición tautológica en la cual la pobreza es lainsuficiencia de ingresos para alcanzar un nivel referen-cial de ingresos” (Citro y Michael, y Ravallion).

En la última sección de Crítica de la EPP elaboro uncuadro a partir de las clasificaciones (tipologías) de ne-cesidades, satisfactores y fuentes de bienestar (o recursos).La clasificación de necesidades adoptada se basa en la deMaslow sin las necesidades estéticas, que es la que en miopinión podría generar un consenso parcial entre losautores examinados en Ampliar la mirada. Adopto unatipología de siete tipos de satisfactores elaborada a par-tir de la concepción antropológica de Marx, interpreta-

da por György Márkus, de las tipologías de Lederer y deKamenetsky retomadas por Doyal y Gough, y de la visiónde satisfactores de Max Neef et al. Por último, la clasifica-ción de recursos es la de fuentes de bienestar, que elabo-ré hace más de tres lustros como parte de mi crítica a losmétodos de medición de la pobreza.

Con apoyo en el cuadro, los enfoques de la pobreza sonentonces caracterizados según la amplitud o estrechezcon la cual conciben las necesidades humanas, los satis-factores que posibilitan su satisfacción y los recursos (ofuentes de bienestar) que hacen posible el acceso a lossatisfactores. Este análisis permite concluir que tanto losautores clasificados como enfoque convencional de nece-sidades como los clasificados en búsquedas fallidas de unnuevo enfoque son reduccionistas en las tres dimensiones:necesidades, satisfactores y recursos, y que este triple re-duccionismo está estructuralmente vinculado: 1) omitenlas necesidades emocionales y de crecimiento (y con fre-cuencia las cognitivas); 2) omiten los satisfactores rela-ciones, actividades, conocimientos y teorías; capacidadese instituciones, asociados con las necesidades omitidas;y por último, 3) omiten los recursos ‘tiempo’ y ‘conoci-mientos/habilidades’, asociados con los satisfactores omi-tidos. Así, tanto el enfoque convencional de necesidadescomo el de búsquedas fallidas de un nuevo enfoque (és-te una vez ‘deconstruido’) expresarían su objeto de estu-dio como: “sólo necesidades materiales que se satisfacenúnicamente con objetos, para lo que se requiere exclu-sivamente ingresos corrientes”. El enfoque economicistadominante que rechaza el concepto de necesidades se si-túa en un vacío conceptual que no puede llenar la utili-dad, que es un concepto sin contenido.

El cuadro completo expresa la visión del eje de nivel devida (ENV) del nuevo enfoque adoptado, es decir, como laperspectiva económica del eje de florecimiento humano.Por ello, el reduccionismo identificado en los enfoquesconvencionales muestra la enorme distancia que mediaentre la concepción del ENV en el nuevo enfoque y en elconvencional, mostrando que el ENV derivado del EFH esmuy diferente del que se configura cuando se le aborda di-rectamente. El reduccionismo es, pues, una consecuenciainevitable del abordaje directo del ENV. Esta es la conclu-sión que he llamado la tesis crítica en Ampliar la mirada.

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MIRADA UTOPISTA

Ruth Levitas, en su artículo “Florecimiento humano: ¿unaagenda utopista?” (en adelante Mirada utopista), sostie-ne que el “florecimiento humano es intrínsecamente unaagenda utopista en tanto que se enfoca, más allá del pre-sente, a un orden social transformado como condiciónnecesaria de dicho florecimiento”, lo que unificaría lasagendas del florecimiento humano y de la utopía.Y aun-que declara que es “imposible imaginar” el florecimien-to humano porque “no podemos prever las necesidades,deseos y capacidades de los seres humanos del futuro”,estamos obligados a intentarlo porque sólo esa visión nosda el “apoyo necesario para el cambio por la vía de la crí-tica de las condiciones actuales”. Pone, por tanto, comorequisito esencial del pensamiento al respecto el de se-parar “los registros de la existencia utópica y de la real”.

En la primera sección, Mirada utopista explora las per-cepciones de diversas fuentes y estudios sobre la relaciónentre dinero o ingreso alto y felicidad. Analiza las eviden-cias que muestran que, a pesar de que el ingreso aumen-tó en el Reino Unido entre 1957 y 2006, la proporción depersonas que han dicho ser muy felices ha decaído. Le-vitas advierte que cuando las expectativas de felicidadson más elevadas, la percepción de lo alcanzado puedeser más baja.Además, sostiene que cuando se hace un aná-lisis más serio de las cifras disponibles sobre la relaciónentre PIB per capita y felicidad entre países (y entre ricosy pobres dentro de cada país), se encuentra una asocia-ción positiva entre ambas variables con la excepción delos países latinoamericanos, que tienen altos niveles de sa-tisfacción a pesar de sus bajos PIB per capita, lo que seexplicaría por una disposición cultural hacia la vida, se-gún los autores a quienes cita con aparente aprobación.Los aumentos en la riqueza agregada a lo largo del tiem-po no son acompañados por aumentos en la felicidad.La autora considera que estas mediciones son banales yque constituyen un enfoque simplista e inadecuado delflorecimiento humano.

En la siguiente sección de Mirada utopista (“El proble-ma del crecimiento económico”), Levitas aborda las crí-ticas de los indicadores del crecimiento económico comoindicadores del bienestar y reseña algunas de las medidas

alternativas que se han desarrollado. Con algunos indi-cadores que siguen siendo económicos, dice Levitas, yaque parten del PIB y lo ajustan deduciendo costos am-bientales y de criminalidad, le suman el valor del traba-jo doméstico y ajustan por desigualdad, la evolución delbienestar (en los países desarrollados con los que ejem-plifica) es totalmente distinta que con el PIB: la imagende progreso se desvanece. Pasa revista también a indicado-res sobre la calidad de la vida, entre ellos el Índice de De-sarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidaspara el Desarrollo. Todos estos son indicadores agrega-dos casi siempre a nivel nacional. A nivel de las personasy con una idea más amplia de bienestar, Levitas analizaun estudio piloto con niños y jóvenes, que profundiza enindicadores subjetivos de bienestar.

La última y más larga sección de Mirada utopista,“Ima-ginar el florecimiento humano”, comienza analizando,desde la perspectiva de los estudios utópicos, el manifies-to de la New Economics Foundation (de la cual ha refe-rido antes trabajos, incluyendo el mencionado estudiopiloto) titulado A Well-being Manifesto for a FlourishingSociety (de aquí en adelante el Manifiesto). Concluye queel Manifiesto es en algunos aspectos utópico en el mejorsentido de la expresión, en otros es utópico en el sentidodespectivo, y en otros más ni siquiera alcanza a ser utó-pico, argumentando ampliamente cada una de estas ca-racterizaciones.

Pasa entonces la autora a temas conceptuales de fon-do. En primer lugar, asociando el problema de la capa-bility en el Manifiesto y en Sen, critica la concepción deéste señalando que “las capabilities a desarrollar son siem-pre aquellas que se valoran en el mercado” y que “la no-ción de un ser humano capaz se ve acotada, en el contextode la economía neoliberal, a un actor económico capaz”y añade que “las capabilities como las concibe Sen son enesencia económicas y muy distantes de cómo concibeMarx las capacidades”, críticas con las que concuerdo. Elmanifiesto se apoya en las teorías de las necesidades deMaslow y Max Neef et al. con las cuales Levitas está endesacuerdo. A partir de aquí aparecen diferencias impor-tantes entre la concepción de Levitas y la mía, que puedendar lugar a un esclarecedor debate que ya se ha iniciadopor vía de la Internet y que aquí desplegaré y ahondaré

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(aunque ya no podré incorporar las nuevas respuestasde Levitas). El primer contrapunto de Levitas es en rela-ción con la postura del Manifiesto que sostiene que unavez que las necesidades básicas están satisfechas la ganan-cia material tiene poco impacto sobre el bienestar. Estaidea central para el igualitarismo (la igualdad es buenaporque una unidad monetaria transferida de un rico aun pobre se traduce en mayor bienestar social y porquedaría una base racional adicional para poner alto a la es-piral producción/consumo que tanto preocupa a Leiss y aLevitas) es rechazada por Levitas de la siguiente manera:

El problema esencial es que las necesidades, las apetencias(wants) y las satisfacciones, y las incompatibilidades entreellas, son generadas socialmente […] Leiss pone en dudala posibilidad de distinguir entre necesidades y apetencias, oentre necesidades ‘reales’ y ‘falsas’. Esto es porque (como MaxNeef también acepta2) mientras la distinción entre necesida-

des básicas y superiores puede ser defendible a cierto nivelde abstracción, en la práctica las necesidades y los satisfac-tores funcionan como una formación histórica concreta, enla cual los medios para enfrentar las necesidades tienen en símismos un significado social. La distinción entre necesida-des básicas y superiores se desvanece entonces en la práctica.

Note el lector cómo Levitas, en esta cita, pasa de unadistinción a otra (he resaltado las distinciones con cursi-vas): empieza con necesidades y apetencias, pasa a nece-sidades básicas y superiores, continúa con necesidades ysatisfactores y termina con necesidades básicas y supe-riores. Pero antes de polemizar con Levitas, continuemoscon su exposición. La autora sostiene que las bibliogra-fías sobre felicidad y bienestar, lo mismo que aquellassobre pobreza, desarrollo y capabilities, casi no entran alregistro utópico. Vuelve entonces a la idea que da títuloa su artículo: “la idea misma de florecimiento humano esuna idea utópica”, pero el “intento de imaginar la utopía,la sociedad en donde el florecimiento humano se tornaposible, es necesariamente un fracaso. El proyecto de mo-vilizar un concepto utópico dentro de los confines de unasociedad lejana de la utopía y marcada por la pobreza yla desigualdad, siempre enfrenta este problema”. Y añadeque este problema está presente también en mi enfoque.

Levitas argumenta en contra de mi crítica a Townsendpor reducir, como otros autores, “la pobreza y la riquezahumanas al eje económico” a “pesar de la visión muchomás amplia de pobreza de la que parte este autor”. Levi-tas limita su argumento a citar la definición de pobrezade Townsend y a confirmar que efectivamente este autorsostuvo que era posible definir empíricamente un nivel deingreso por debajo del cual la exclusión [de los patronesordinarios de vida, costumbres y actividades] es inevita-ble3. El lector de este número de Desacatos tendrá acceso

3Santiago, Cuba, 1964.

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2 La autora no da la referencia para cotejar esta aceptación de MaxNeef que yo no he encontrado.

3 Ruth Levitas tenía que salir en defensa del enfoque de Townsend por-que ella es parte destacada de lo que se podría llamar la Escuela deTownsend o la Escuela de Bristol del estudio de la pobreza, formada porun grupo muy relevante de investigadores que trabajan bajo el lide-razgo intelectual y moral de Townsend, en el Townsend Center for In-ternational Poverty Research de la Universidad de Bristol. La obra másreciente de este grupo de investigación sobre pobreza es Christina Pan-tazis, David Gordon y Ruth Levitas (eds.), Poverty and Social Exclusionin Britain: The Millenium Survey, Policy Press, Reino Unido, 2006, 488pp., en el cual Townsend es coautor de dos importantes capítulos.

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a la argumentación completa (en la sección 6 de Crítica dela EPP) que me lleva a sostener que Townsend estrechósu mirada4 a pesar de su amplia definición. Townsend hasido muy ambiguo en cuanto a la amplitud de su mira-da, pues por una parte ha mantenido una visión del uni-verso de satisfactores, necesidades y recursos mucho másamplia que la predominante (en Poverty in the UnitedKingdom utilizó 60 indicadores de privación). Pero porotra parte, ha incurrido en un fuerte reduccionismo alrecomendar el uso de líneas de pobreza absolutamenterelativistas y en el capítulo 6 de Poverty in the United King-dom, al reducir la amplia gama de recursos (ahí mismoconcebida) al ingreso en su búsqueda de la línea de po-breza objetiva. En ambos casos, los medios se reducen alingreso y los satisfactores a aquellos que se pueden ad-quirir con dinero. Lo anterior lleva inevitablemente areducir también los fines (necesidades por satisfacer).Sin embargo, Levitas está de acuerdo en que la pobrezase asocia generalmente sólo con la carencia de “recursosmateriales” y sostiene que en los estudios de exclusiónsocial se han incluido “cuestiones sociales a la agenda depobreza”. Con ello, aunque se amplía un poco la mirada,no se logra revertir el reduccionismo anotado5.

Levitas critica correctamente una frase de mi síntesisdel enfoque de Ampliar la mirada (“El objetivo último delas políticas públicas debe ser el pleno florecimiento hu-mano”) al señalar que al no hacer la distinción explícitaentre utopía y políticas públicas para el aquí y el ahora,caigo en el mismo error que el Manifiesto. Se trata de unerror sin consecuencias para el conjunto de mi enfoqueque ya he corregido: en Crítica de la EPP he añadido a lafrase criticada el matiz de “en un Estado ideal, probable-mente utópico”.

UN DEBATE CON MIRADA UTOPISTA

El meollo de la crítica de Levitas a mi enfoque se refiere atres distinciones que yo asumo y que a ella le parecen pro-blemáticas: la distinción entre necesidades bajas y supe-riores (tomada de Maslow), la distinción entre necesida-des y apetencias (wants) y la distinción entre necesidadesy satisfactores. Mi argumento de que la segunda distinciónes demostrable por el daño humano que se ocasiona cuan-do las necesidades, en oposición a las apetencias, no sonsatisfechas recibió la siguiente réplica de Levitas:“Sin em-bargo, si el daño se entiende como obstáculo al florecimien-to humano [lo cual yo no afirmo, aunque sería una posibleforma de definirlo], la distinción deviene otra vez proble-mática. Empero, el hecho de que las necesidades básicasno estén satisfechas para la mayoría de la población en elmundo necesariamente inhibe el florecimiento humano:superar la pobreza económica es condición necesaria perode ninguna manera suficiente para el florecimiento huma-no”. El asunto de las distinciones lo discuto infra. La fraseque he marcado en cursivas queda vaga al no explicar laautora en qué sentido la distinción deviene otra vez pro-blemática. A la crítica a la distinción de necesidades y ape-tencias se puede replicar, en un primer momento, de lasiguiente manera: si en la frase citada de la autora reem-plazamos necesidades por apetencias observaremos quepierde sentido: “el hecho de que las apetencias básicas noestén satisfechas para la mayoría de la población en elmundo necesariamente inhibe el florecimiento huma-no”. Además, el daño no sólo se puede entender comoobstáculo al florecimiento humano, sino desde diversasperspectivas, pero la pérdida de la salud física y mentales la más obvia y contundente, y es a la que se refierenFromm, Maccoby, Maslow y Doyal-Gough.

La tesis de Levitas, apoyada en William Leiss como vi-mos, tiene su momento más fuerte en la frase:“en la prác-tica las necesidades y los satisfactores funcionan comouna formación histórica concreta, en la cual los mediospara enfrentar las necesidades tienen en sí mismos un sig-nificado social”. El argumento tiene dos aspectos. Prime-ro, la afirmación de que las “necesidades, las apetenciasy las satisfacciones, y las incompatibilidades entre ellas,son generadas socialmente”. Esto está relacionado con

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4 La Babel en la que me coloco al seguir escribiendo en español meobligó a que el diálogo con Levitas se estableciese a partir de dos ma-teriales muy sintéticos de mi enfoque: una presentación en Power Pointen inglés, misma que presenté en un seminario en mayo de 2005 enla Universidad de Bristol, y un resumen en inglés (casi idéntico a la sec-ción 2 de Crítica de la EPP) que le envié.5 La obra citada en la nota 2, de la que es coautora Levitas, contiene al-gunos avances interesantes en el desarrollo de indicadores de exclu-sión social. Sin embargo, son obvios dos problemas adicionales alanotado en el texto: 1) el desarrollo de un concepto paralelo al de po-breza fragmenta la visión en vez de integrarla; 2) las relaciones y di-ferencias entre ambos conceptos son muy borrosas.

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una idea sugerida, pero no desarrollada, por Max Neef etal. sobre las relaciones entre necesidades, satisfactores ybienes6. Esta línea de razonamiento tiene como premisala utilidad de la distinción analítica entre necesidades ysatisfactores; de otra manera las dos frases de Levitas cita-das en este párrafo carecerían de sentido. Una vez acep-tada esta distinción el problema pasaría a ser el de analizarlas relaciones entre ellos, como querían Max Neef et al.Una cosa es decir que los medios de satisfacer necesida-des tienen un significado social y otra muy diferente quelas necesidades y los satisfactores están completamenteembrollados y no pueden distinguirse del todo (que noes posible distinguir el hambre de los alimentos). Un Ca-dillac es un satisfactor de la necesidad de transporte, pero“estar privado de poseer un Cadillac” es una frase sin sen-tido, mientras estar privado de transporte puede resultarmortal. Satisfactores de la misma necesidad son sustitui-bles entre sí (si uno no tiene un Cadillac puede usar unauto pequeño, el transporte público o una bicicleta), pe-ro las necesidades no son sustituibles unas por otras. Siuno está enfermo y no puede llegar a la clínica puederesultar seriamente dañado. Ciertamente, los medios desatisfacción son significativos en sí mismos pues se vuel-ven, como Veblen, Bourdieu y Baudrillard, entre otros,han mostrado, signos de distinción social y, por tanto, depertenencia a cierta clase. Pero siguen siendo medios ypueden ser sustituidos unos con otros. En el texto de Le-vitas, la distinción entre necesidades y satisfactores se haembrollado con la distinción entre necesidades bajas ysuperiores: inmediatamente después de sostener que enla práctica “las necesidades y los satisfactores operan co-mo una formación histórica concreta”, la autora conclu-ye: “La distinción entre necesidades básicas y superioresse desvanece entonces en la práctica”. Pero son dos dis-

tinciones diferentes y que deben mantenerse separadas.Sen reconoce la primera pero no la segunda distinción,mientras Maslow, autor de la segunda, no menciona laprimera. La distinción entre necesidades y apetencias esesencial para imaginar o diseñar una sociedad futura.

Estos argumentos se los envié a Levitas, quien respon-dió señalando que:

si bien el Cadillac es un buen ejemplo, uno más actual en elReino Unido [y habría que añadir también en México] sonlas camionetas 4x4, monstruos contaminantes devorado-res de gasolina, que la gente cree que necesita porque tieneque transportar muchas cosas y a los niños y si uno tiene unaccidente con ellos las probabilidades de que los niños sematen son menores (en el accidente, aunque puedan mo-rir de asma por las emisiones del tráfico). El argumento esque en la práctica un vehículo nunca es ‘sólo’ un medio detransporte, sino que ocupa una posición mucho más complejaen la matriz de necesidades (transporte, seguridad, estatus)y satisfacciones. El hilo central de mi argumentación se re-fiere a la distinción entre necesidades básicas/bajas y necesi-dades superiores, no a la separación analítica entre necesida-des y satisfactores, de la cual admito haber pasado sobre ellasin mucho comentario. Hay aquí un desacuerdo sustanti-vo entre ambos sobre la relación entre necesidades y satis-factores. La implicación del argumento de Leiss —en el cualla distinción entre necesidades y apetencias es problema-tizado— es que en el nivel concreto las necesidades/ apeten-cias son generadas en una relación dialéctica con los satisfac-tores. No considero estar confundida sino sólo en desacuerdocontigo.

Respecto a mi afirmación sobre el papel central de ladistinción entre necesidades y apetencias para imaginaro diseñar una sociedad futura, Levitas contestó:

Aquí discrepo del tono inequívoco de la afirmación. Estoy deacuerdo y en desacuerdo. Es poco marxista por las razonesestablecidas en el primer y segundo párrafos del artículo7.

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6 A manera de ejemplo, véase lo que dicen Dicen Max Neef et al.:“Cuan-do la forma de producción y consumo de bienes conduce a erigir losbienes en fines en sí mismos, entonces la presunta satisfacción de unanecesidad empaña las potencialidades de vivirla en toda su amplitud[…] la vida se pone, entonces, al servicio de los artefactos en vez de losartefactos al servicio de la vida. La pregunta por la calidad de la vidaqueda recubierta por la obsesión de incrementar la productividad delos medios” (en Desarrollo a escala humana. Una opción para el futuro,núm. especial de Development Dialogue, Uppsala, Suecia, y Santiagode Chile, 1986).

7 De los contenidos de los dos primeros párrafos me parece que dosson las ideas clave a las que (posiblemente) alude la autora: “ComoMarx y los marxistas siempre lo entendieron, es imposible imaginar-lo, porque no podemos prever ni cerrar anticipadamente (foreclose)las necesidades, deseos y capacidades de los seres humanos del futu-ro; no sabemos lo que ellos o nosotros podamos ser entonces”. Lasegunda sería: “El intento de conceptualizar la utopía o el florecimien-to humano en el presente, siempre y necesariamente conduce a estre-char y distorsionar estos conceptos, incluso cuando apuntan a algo que

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Para visualizar una sociedad diferente, uno tiene que ima-ginar la posibilidad de que las personas necesiten/apetez-can de otra manera y creer que ello es deseable. Pero unotiene que entender también que esto involucra una rees-tructuración de todo el complejo de necesitar/apetecer.

Antes de comentar la respuesta de Levitas quiero ha-cer una aclaración. Ahora me percato que además de em-brollar las distinciones entre necesidades/satisfactores ynecesidades bajas/superiores, Levitas parece igualar estaúltima distinción con la de necesidades/apetencias. Co-mo dije antes, son tres las distinciones en disputa: 1) nece-sidades y satisfactores, que es una distinción entre mediosy fines, pero también entre sujeto necesitante y objeto sa-tisfactor; 2) necesidades y apetencias, que es una distin-ción entre dos nociones cercanas que se pueden distinguir,al menos, de dos maneras: por su grado de cercanía a losextremos de lo indispensable o lo superfluo, o por el efec-to que su insatisfacción produce: desde grave daño hastauna pequeña frustración; 3) necesidades bajas y supe-riores, que es una distinción exclusiva de la teoría de lajerarquía de necesidades de Maslow8. Levitas fusiona las

últimas dos distinciones, lo que puede explicarse porquedescribe la teoría de Maslow como si éste usase el parconceptual necesidades básicas/superiores en lugar de ba-jas/superiores (véase mi aclaración en la nota 10 del ar-tículo de Levitas). Como las necesidades básicas se suelenoponer a las no básicas, la cercanía entre éstas y las ape-tencias lleva al resultado mencionado, ya que se trasladala distinción de Maslow del eje deficitario/crecimiento aleje indispensable/superfluo que, como hemos visto, es elque corresponde a la distinción necesidades/apetencias9.Al hacerlo así, la necesidad de autorrealización de Mas-low, que expresa de otra manera el florecimiento huma-no, queda en calidad de apetencia. Levitas rechaza la va-lidez de las dos primeras distinciones y utiliza la terceracomo sinónimo de la segunda.

Volviendo a la respuesta de la autora de Mirada uto-pista he marcado en ella con cursivas cuatro frases im-portantes. Cuando Ruth Levitas dice que la gente cree quenecesita, refiriéndose a las camionetas 4x4, está implican-do que hay algo objetivo en las necesidades que no necesa-riamente coincide con lo que la gente cree o percibe, con loque quiere, con sus apetencias y, por tanto, se está contradi-ciendo y avalando implícitamente la distinción necesida-des/apetencias. La segunda frase marcada en cursivas re-fleja en mi opinión una percepción certera, los bienes seubican en la matriz completa de necesidades y puedendesempeñar varias funciones. La tercera frase es muy im-portante, es la frase que intenta responder a mi crítica sus-tantiva cuando sostengo que ambas distinciones (ahorasabemos que son tres) deben mantenerse separadas. Enefecto, en la frase la autora logra poner juntos los térmi-nos necesidades/apetencias por un lado, y satisfactores porel otro. Al parecer el argumento de Levitas (siguiendo aLeiss) es el siguiente: si necesidades/apetencias no es unadistinción válida y si ‘ambas’ son generadas en una rela-ción dialéctica con los satisfactores, podría entonces sos-

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está más allá de ellos mismos. Resulta por ello esencial la separaciónde los registros de la existencia utópica y de la real, a fin de que los lí-mites actuales de las ideas sobre el bienestar, y la necesidad de un cam-bio estructural radical como la condición del bienestar, sean enfoca-dos más claramente”. Ya declaré mi acuerdo con la segunda idea y estoytambién de acuerdo con la primera. Pero el punto en discusión es decarácter metodológico y no sustantivo: si para delinear una sociedadfutura requerimos o no distinguir necesidades de apetencias. Sin em-bargo, la idea de la “reestructuración de todo el complejo de necesi-tar/apetecer” podría entenderse como que todas nuestras categoríasal respecto fueran invalidadas.8 Es probable que la afirmación del texto sea, en rigor, falsa (aunquesea correcta en el contexto de la discusión con Levitas y Leiss), ya queJ. P. Terrail (“Necesidades, consumo y ocultamiento de las relacionesde producción”, en J. P. Terrail et al., Necesidades y consumo en la so-ciedad capitalista actual, Grijalbo, México, 1977, p. 267), señala losiguiente refiriéndose a una obra de M. Halbwachs de 1912: “el estu-dio sucesivo de los efectos del nivel de ingresos y del tamaño de la fa-milia sobre la organización del presupuesto familiar muestra la cohe-rencia de los comportamientos de consumo obreros; su regularidadobliga a considerar la realidad social concreta de una escala de valoresy de una jerarquía de las necesidades”. La famosa Ley de Ángel, segura-mente comprobada por Halbwachs sobre la proporción descendentedel gasto en alimentos en el gasto total del hogar a medida que subi-mos en la escala de ingresos, está en el mismo registro. Esta ley se hacomprobado empíricamente en casi todo el mundo y en diferentes mo-mentos del tiempo. Hay una jerarquía de necesidades que se expresaen la asignación de los presupuestos familiares. Además, hay otras evi-

dencias a favor de la jerarquía de necesidades. Véase al respecto el in-ciso 3.8.3 de Ampliar la mirada.9 Esta conjetura la he comprobado al leer el escrito de la autora cita-do en la siguiente nota, en cuyas páginas 21-22 se encuentra este texto:“Los problemas de definir la pobreza involucran las mismas distin-ciones [que el pensamiento utopista] entre ‘necesidades’ y ‘ape-tencias’, o ‘necesidades básicas’ y otras necesidades”.

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tenerse que la distinción entre los tres términos deja deexistir. Esto podría interpretarse irónicamente como quela apetencia por la crema para el cuello está tan incorpo-rada en la crema que la distinción entre objeto y sujetodeja de existir, que la crema es la portadora de los impul-sos. Pero resulta obvio que no puede haber “relación dia-léctica” entre dos entes que no pueden distinguirse unodel otro. Marx no desaparece el valor o el valor de usocuando establece entre ellos (y con su forma de manifes-tarse el primero, el valor de cambio) una intensísima re-lación dialéctica.

Para continuar nuestro diálogo, Ruth Levitas me en-vió un trabajo suyo (“Need, Nature and Nowhere”10, enadelante Necesidad y naturaleza), en el cual expone conmayor detalle los argumentos de William Leiss en TheLimits to Satisfaction11. Los siguientes extractos intentan

sintetizar al máximo posible su exposición sin que susargumentos pierdan fuerza. Para no interrumpirla, miscomentarios están expresados en (a veces muy largos)pies de página. Para distinguir mis énfasis de los de la au-tora, las cursivas son mías, mientras los subrayados soncursivas en el original.

Si tales necesidades [las básicas] pudiesen ser distinguidas,tendría sentido argumentar que la separación del pensa-miento utópico respecto de la política práctica y de la in-geniería social estimularía la exploración de aquellas ne-cesidades y de los medios de satisfacción. Sin embargo, noestoy argumentando solamente que la experiencia de pri-vación o que la percepción de las necesidades básicas sonsocialmente relativas; estoy más bien sosteniendo que no esposible definir un conjunto de necesidades humanas básicasa la satisfacción de las cuales, entonces, la utopía pueda di-señarse. El problema de distinguir necesidades básicas deotras, o necesidades de apetencias, ha sido mejor expuestopor Leiss (197812); esbozaré su argumento y pasaré a desa-rrollar sus implicaciones para el pensamiento utopista.

Leiss no niega que haya ciertas necesidades objetivas quepueden ser identificadas, tales como la necesidad de un mí-nimo de ingesta nutricional, condiciones apropiadas pararetener o disipar calor corporal, y experiencias de socializa-ción para mantener la cohesión de los animales sociales co-mo el hombre (p. 72). Pero no sólo son estas necesidadescomunes a muchas especies y, por tanto, difícilmente de-finidoras de las necesidades humanas básicas13, sino que es-tán expresadas a un nivel de abstracción que oscurece el pro-blema. Expresadas de esta manera, podrían ser vistas como‘naturales’, como las condiciones objetivas requeridas parala sobrevivencia del organismo. Sin embargo, la disputa so-bre las necesidades ‘básicas’ nunca ocurre a este nivel: el pro-blema surge cuando éstas son trasladadas a necesidades detipos particulares de alimentos, en cantidades específicas,con calidades específicas, y lo mismo para ropa [… etc.].

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10 Ruth Levitas,“Need, Nature and Nowhere”, en Peter Alexander y Ro-ger Gill, Utopias, Gerald Duckworth, Londres, 1984, pp. 19-30.11 Para fines de esta presentación decidí que lo importante es la lectura

que Levitas hace de Leiss y no tanto las ideas de éste. Por tanto, res-trinjo la discusión que sigue a esta lectura. La descripción detalladade las ideas de Leiss y la discusión con él puede verlas el lector en laserie de entregas semanales de “Economía Moral” en La Jornada ini-ciada el 5 de enero de 2007 con el título de “Los límites de la satis-facción”.12 La autora cita una edición del libro de Leiss distinto al que yo cito.La de ella es de 1978 y fue publicada por Marion Boyars, Londres.13 Las necesidades humanas constituyen un conjunto conformado pornecesidades que compartimos con otras especies (aunque en nues-tro caso las hemos humanizado, convirtiendo, por ejemplo, la necesi-dad sexual en erotismo) y necesidades exclusivamente humanas. Portanto, las primeras son también necesidades humanas.

Tacuba, ciudad de México, ca. 1960.

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Los seres humanos nunca experimentan sus propias nece-sidades o las del prójimo al primer nivel de abstracción14.Éstas siempre son confrontadas en formas socialmentemediadas que especifican las necesidades para ciertos obje-tos concretos o procesos.Y porque las maneras socialmenteprescritas de enfrentar las necesidades materiales15 tambiéntienen significados simbólicos, uno no puede distinguir al-gunas necesidades, a este nivel menos abstracto, como másnaturales o básicas16. Así:

No hay ningún aspecto de nuestros requerimientos fi-siológicos (las famosas necesidades de alimentos, refu-gio y así sucesivamente) que no hayan estado siempreinmersas en una rica tapicería de mediaciones simbóli-cas17. De igual manera, lo que se llama las necesidadessuperiores —amor, estima, la búsqueda del conocimien-to y la perfección espiritual— surgen también en el mar-co de una interpretación holística de necesidades18 y no

están separadas de los aspectos materiales de la exis-tencia (Leiss, 1978, 75).

En otras palabras, la distinción entre naturaleza y cul-tura es inapropiada, puesto que no podemos experimentarla naturaleza excepto de una manera mediada por la cul-tura, y la interpretación de diferentes tipos de necesidadesen un único sistema también nos impide construir órde-nes jerárquicos de necesidades19.

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14 Si así fuese no existiría la palabra necesidad en ningún idioma, ni laspalabras para necesidades específicas, ni los términos para las situa-ciones carenciales genéricas (privación, carencia, pobreza); la frase“tengo hambre” carecería de sentido. Leiss basa todo su elaborado dis-curso en las clases altas de los países desarrollados (“La conducta dela minoría opulenta en las naciones desarrolladas es vista en este ensayocomo un ‘tipo ideal’ del estilo de vida de alto consumo”;WilliamLeiss, The Limits to Satisfaction. An Essay on the Problem of Needs andCommodities, McGill-Queen’s University Press, Kingston y Montreal,1988 [1976], p. 100) y por ello no quiere saber lo que es la visión delhambriento que Marx ha descrito con crudeza en la siguiente frasede los Manuscritos de economía y filosofía (Alianza Editorial, Madrid,1999 [1844]: 146):“El sentido que es presa de la grosera necesidad prác-tica tiene sólo un sentido limitado. Para el hombre que muere de ham-bre no existe la forma humana de la comida, sino únicamente su abstrac-ta existencia de comida: ésta bien podría presentarse en su forma másgrosera, y sería imposible decir entonces en qué se distingue esta ac-tividad para alimentarse de la actividad animal para alimentarse.”15 Hay aquí un recorte inexplicable por el cual se excluyen las ‘nece-sidades no materiales’.16 Es obvio que hay aquí un non-sequitur: el significado simbólico noelimina la naturaleza básica o no básica de una necesidad, es un asun-to que está en otra dimensión. Para argumentar como lo hacen Leissy Levitas, se tendría que sostener: 1) que lo simbólico es la única ca-racterística de las necesidades; y 2) que en la dimensión simbólica to-do es igualmente importante.17 El argumento de la nota 13 apunta en la dirección de que las me-diaciones simbólicas desaparecen en la presencia aguda de hambre,frío, etc. Al respecto, Los olvidados de Luis Buñuel, La peste de Camus,y las películas de Akira Kurosawa (Sueños y Dersu Uzala, por ejem-plo) son “evidencias” concurrentes con la cita de Marx.18 Si aceptamos, con David Wiggins (Needs, Values, Truth. Essays inthe Philosophy of Value, Clarendon Press, Oxford, Gran Bretaña, 3ªed., 2002 [1987]), que necesitar no es un verbo intencional, tambiéntendremos que suponer que no es necesariamente consciente. En este con-texto, afirmar que las necesidades superiores surgen en el marco deuna interpretación holística de las necesidades está totalmente fuera

de lugar: las necesidades no son el resultado de actividades intelectua-les como la interpretación, sino que tienen un origen más profundo.Sin embargo, no es esta la opinión de Leiss, quien ha dicho que entodas las sociedades, “los hombres y las mujeres interpretan colecti-vamente, reflexionan sobre, e integran aquellos impulsos que de otra ma-nera serían espontáneos y que normalmente llamamos la lucha por lapreservación de la especie. Los impulsos son mediados y transformadospor las formas culturales en necesidades, esto es, expresiones conscien-tes de deseos que quedan congelados en los patrones de socializacióntransmitidos de generación en generación” (Leiss, op. cit., p. 51).Con esta concepción de necesidades no es extraño que no las distin-ga de apetencias o deseos.19 Aunque la expresión mediaciones simbólicas no es muy clara (porlo menos para mí), puede interpretarse como un concepto paralelo enalgunos sentidos al de humanización de las necesidades biológicas de-sarrollado por Marx, elaborado por Márkus y que yo he adoptadodesde hace muchos años. En esta concepción, sin embargo, se dis-tinguen las necesidades biológicas humanizadas de las necesidades hu-manas sin raíz biológica, como las necesidades estéticas, las religiosas y,al menos en mi opinión, las necesidades de estima y de autorrealiza-ción. Me parece que la afirmación de que la distinción entre naturale-za y cultura es inapropiada es insostenible. Note el lector en el textode Levitas que, antes de la cita de Leiss, iguala necesidades más natu-rales a necesidades más básicas, por lo cual el rechazo a la distinción na-tural/cultural está orientado a rechazar la distinción entre necesidadesbásicas y no básicas (y, por tanto, como hemos visto, entre necesida-des y apetencias). Parece conveniente dar un rodeo para aclarar el con-cepto de distinción al contrastarlo con el de dicotomía. Hilary Putnam(The Collapse of the Fact Value Dichotomy and Other Essays, HarvardUniversity Press, Cambridge, Massachussets, 2002) en su ataque a ladicotomía hechos/valores ha considerado necesario “explicar las di-ferencias entre una distinción ordinaria y una dicotomía metafísica”(p. 60): “Cuando la distinción se vuelve una dicotomía —quizás debe-ría haber usado el término de John Dewey, dualismo— típicamentese hace acompañar por un conjunto altamente contencioso de aseve-raciones metafísicas” (p. 61). Algunas de las afirmaciones de Leiss yLevitas quizás harían sentido si se refirieran a dicotomías o dualidades,pero en mi opinión no lo tienen al estar formuladas en términos dedistinciones. Una de las características de las dicotomías (cuyos tér-minos se conciben como agudamente distintos y casi siempre comoopuestos) es que no toleran la existencia de términos que compar-tan rasgos de ambos opuestos o que no se puedan clasificar en ellos.Esto es lo que ilustra Putnam en el capítulo 1 de su libro con la dico-tomía entre juicios sintéticos (o falsificables) y analíticos (verdaderoso falsos de acuerdo con la lógica). Todo lo que no cabe en alguna deestas categorías es enviado por los positivistas lógicos a una tercera cate-goría, la de los juicios cognitivamente insignificantes. Putnam observaque una de las diferencias entre una distinción ordinaria y una dicoto-

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Aún más, Leiss argumenta que los complejos sistemas denecesidades se desarrollan en interacción con los medios pa-ra su satisfacción. Esto no se contradice por el hecho de quelos utopistas frecuentemente incluyan medios para la satis-facción de necesidades que no existen […]. [Leiss, 1978:77] argumenta que ‘la tendencia general de la economía demercado de hoy […] es […] orientar las necesidades en-teramente hacia mercancías’. La proliferación de mercan-cías para la satisfacción de las necesidades produce su re-finamiento o fragmentación […] La especialización crea unproblema […] pero no es […] un problema de la creaciónde falsas necesidades […] Más bien, resulta un estado deconfusión por la dificultad de ‘determinar la adecuación de losobjetos producidos para los requerimientos de las necesida-des’ (Leiss, 1978: 95). Para identificar el producto precisa-mente correcto para satisfacer una necesidad específica serequiere una cantidad inmensa de conocimientos, tiempoy energía20.

La mayor parte de los escritores utopistas se involucrancon la satisfacción de las necesidades. La buena sociedades aquella en la cual las necesidades verdaderas son satisfe-chas y que no permite la intrusión de ‘falsas’ necesidadesque creen insatisfacción […] En alguna medida al menos,la ansiedad sobre la manera en que las sociedades ficticias,utópicas o antiutópicas, crean miembros que no experi-mentan necesidades que la sociedad no puede enfrentar es-tá fuera de lugar. Tanto la noción de manipulación comola de ‘educación del deseo’ (una preocupación imputada aMorris que se ha puesto de moda recientemente21) impli-ca un núcleo de necesidades/apetencias que trasciende elcontexto social y que, si no se distorsiona o reprime, pue-de usarse como poder transformador.

La razón de esto es que parecemos estar enfrentados a unserio dilema. O bien afirmamos la existencia de necesida-des humanas básicas o bien parecemos carecer de criteriospara evaluar sociedades más allá del grado de ajuste que lo-gran entre necesidades que ellas mismas construyen y losmedios que proveen para su satisfacción. La última postu-ra se percibe intuitivamente como insatisfactoria. Sin em-bargo, el dilema está mal planteado. La apelación a las ne-cesidades es ideológica en la medida en que la atribución de

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mía metafísica es que las primeras tienen rangos de aplicación y unono se sorprende si descubre que no siempre son aplicables. Sostieneque es válido distinguir entre hechos y valores pero es inválido pos-tularlos como una dicotomía. Aplicando esta lección al campo quenos ocupa, podemos afirmar que los autores que respaldamos la vali-dez de las diferencias entre necesidades y apetencias (o como quiereLevitas, básicas y no básicas), y entre necesidades y satisfactores, lasconcebimos como distinciones simples y no como dicotomías. Uno delos argumentos de Leiss para intentar demoler la distinción necesida-des/apetencias es atacar el extremo más obvio de los requerimientofisiológicos de alimentos, refugio, etc. Para ello pone el ejemplo de lanovela anti-utópica We en la cual el único alimento es un derivado delpetróleo y la vivienda es un pequeño cubículo con paredes de vidrioigualmente amueblado para todos. “Las ‘necesidades’ de todos sonde esta manera satisfechas, dice Leiss, y el condicionamiento a lo lar-go de toda la vida asegura que no surjan apetencias que puedan tras-cender la esfera de las necesidades” (Leiss, op. cit., p. 62). Si éste fueseun método válido podríamos aplicarlo para demoler la distinción po-bres/no pobres utilizando como caricatura (tristemente real) la líneade pobreza del Banco Mundial que, en el mejor de los casos, permitela adquisición de una dieta casi tan monótona (aunque quizás no tanrepulsiva) como la de We, pero no permite satisfacer ninguna otranecesidad. La reducción al absurdo es en ambos casos la misma. Lo quesin duda logra la línea de pobreza del Banco Mundial es desacreditarel concepto de pobreza, como We logra desacreditar el concepto denecesidades. Pero las malas aplicaciones de un concepto no lo hacendesaparecer.20 En el análisis que he realizado en mi columna “Economía Moral”,en La Jornada, del libro de Leiss, he señalado, por lo que se refiere ala confusión del consumidor contemporáneo, entre otras cosas, lo si-guiente: “Los anteriores problemas [la inadecuación del conocimientoindividual sobre los bienes, el peligro de daños personales físicos ypsicológicos derivados de su uso, y la escasez creciente de tiempo pa-ra el consumo ante la masa creciente de bienes], dice Leiss, dan lugara la confusión de los individuos acerca de la naturaleza y objetivos desus apetencias que no puede ser explicada solamente por la influencia dela publicidad, aunque ésta constituye un factor decisivo. Las imágenes

utilizadas en la construcción de los mensajes publicitarios con fre-cuencia incorporan un conjunto de ambigüedades acerca de las ape-tencias y sus objetivos, dice Leiss. Es evidente que este autor percibecomo sumamente débiles a los individuos y como muy poderosa ala publicidad. Como riesgo psicológico central, Leiss sostiene que‘cada aspecto de las necesidades de una persona tiende a fragmentarseen partes componentes cada vez más pequeñas, y que por tanto sevuelve cada vez más difícil para la persona integrar los componentesen un conjunto coherente de necesidades y una estructura de per-sonalidad coherente’. Ejemplifica esta fragmentación con la necesidadde respeto propio, para responder a la cual los individuos cultivanciertas disposiciones internas o rasgos de personalidad y también ajustansu apariencia externa de acuerdo con cambiantes normas sociales.Aquí Leiss parece asumir como el comportamiento humano normal loque Fromm ha llamado el carácter mercantil y que caracteriza en lossiguientes términos: “La orientación del carácter que está enraizadaen la vivencia de uno mismo como mercancía y del valor propio comovalor de cambio”. Fromm considera este carácter como la deformaciónmás grave que en la personalidad humana causa el capitalismo.Como la personificación de la alienación misma. Leiss, en cambio, pareceasumir ese consumidor de manera acrítica. Además supone que todoslos individuos reaccionan así, mientras que para Fromm sólo reaccio-nan así las personas dominadas por el carácter mercantil, que no son lamayoría. Quien tiene un propósito vital claro usa las mercancías comoapoyo para lograrlo y no estará ansiosamente tratando de captarcuáles son ahora los gustos sociales para adaptarse a ellos en su búsque-da de aprobación.21 Ruth Levitas, como lo comprobará el lector de la sección Legadosde este número de Desacatos, cambió su actitud sobre la “educacióndel deseo” al punto de titular así el capítulo de su libro The Conceptof Utopia.

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naturalidad es usada para evitar, disfrazar o negar la necesi-dad de elegir entre formas de organización social con base envalores, en oposición a una medición objetiva de su virtud22.

Las utopías hacen afirmaciones sobre las necesidades, enel sentido de traducir a términos concretos necesidades fí-sicas y de sobrevivencia abstractas y de postular otras ne-

cesidades (sociabilidad [conviviality], creatividad, autorrea-lización); y hacen afirmaciones acerca de la mejor manerade satisfacer estas necesidades. Al hacerlo, sin embargo, noproceden, y no deben hacerlo, de los elementos biológicosdados a las ‘necesidades’ y a las ‘satisfacciones’. Hacer esosería tratar como secundarias las necesidades emocionales ysimbólicas, adoptar una jerarquía precisamente en la mane-ra en la que Leiss ha argumentado que resulta inapropiado porla entremezcla de las esferas materiales y simbólicas de la cul-tura humana23; y haría un sin sentido la frecuencia con lacual los individuos y los grupos eligen dejar de lado la se-guridad, la comodidad o la sobrevivencia física por el in-terés del altruismo o del respeto propio24.

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22 Hay aquí un planteamiento muy importante sobre la relación entrenecesidades y valores, sobre el cual habría mucho que discutir. Levitastiene razón al decir que para huir de los juicios de valor muchos au-tores se refugian en la naturalidad de las necesidades, como ocurre conla socio-biología que ella critica con dureza en el trabajo que veni-mos citando. La discusión remite, por una parte, a la naturaleza de lasnecesidades. Necesidad es un concepto tanto empírico como normativo,en el que ambos elementos están embrollados. El concepto de daño queresulta de la insatisfacción es evidentemente empírico, pero de un em-pírico embrollado. Por ejemplo, para observar las neurosis y psicosisque resultan de la insatisfacción temprana de ciertas necesidades serequiere una mezcla de evaluación y descripción. Es decir, que segúnesta concepción, la relación entre necesidades y valores es una relacióninterna al propio concepto de necesidades. En varias teorías de las ne-cesidades se ratifica. Doyal y Gough rechazan la concepción de las nece-sidades como impulsos y adoptan la de propósitos. Maccoby ha for-mulado su concepción de las necesidades sin usar este término, sinoel de impulsos-valores, relacionado con la concepción de Max Neef et al.,quienes han dicho que “las necesidades patentizan la tensión cons-tante de los seres humanos entre carencia y potencia”. Maccoby hadicho que: “Un enunciado de necesidad siempre puede transformar-se en un enunciado de valor. Si yo digo ‘necesito algo’, pregúntenmequé pasará si no lo consigo. La respuesta ‘me sentiré solitario, menoscapaz, humillado’, describe un valor: sociabilidad, maestría, dignidad.Incluso lo inevitable (necessity) (necesito sobrevivir) expresa el valoruniversal de la vida” (Michael Maccoby, Why Work? Motivating andLeading the New Generation, Simon and Schuster, Nueva York, 1988,p. 56). Para Levitas parecería que los valores pueden estar al margen delas necesidades, que pueden postular incluso la negación o represiónde las necesidades y, aunque ello ha ocurrido históricamente en muchassociedades, particularmente con la necesidad sexual, la postura de Mas-low y de Fromm es siempre la de unir valores y necesidades. Pero elplanteamiento más consistente es el de Márkus, quien después de sos-tener la que habría de convertirse en idea clave de Ampliar la mirada—que el “Principal criterio de desarrollo histórico es para Marx la me-dida en la cual se constituyen los presupuestos de un desarrollo irrepri-mido y rápido de las fuerzas esenciales humanas, capacidades y nece-sidades, y del despliegue de la individualidad humana libre, multilateral,o sea, la medida en la cual se actúan esos presupuestos, la medida enla cual se realiza el ‘ser humano’ [la esencia humana] en la existenciaindividual concreta”— expone una concepción radical de los valores:“Sólo así es posible estimar de un modo universalmente válido, y almismo tiempo ético-axiológico, las varias épocas y manifestacionesde la historia, no sobre la base de un orden axiológico suprahistórico,trascendente, sino de acuerdo con una caracterización objetiva, his-tórico-inmanente —y al mismo tiempo universalmente válida— dela evolución humana. Marx considera valores humanos los momentosde la evolución humana que expresan y promueven subjetiva u objetiva-mente ese despliegue y esa realización del ser humano”. Los valores delflorecimiento humano son el desarrollo y satisfacción de necesidadesy el desarrollo y aplicación de capacidades. Los valores están inextri-cablemente unidos al desarrollo de las fuerzas esenciales humanas.

23 Dada la identificación incorrecta que hace Levitas de las necesidadesinferiores de Maslow (a quien se refiere Leiss) como básicas (y natu-rales) y las superiores como no básicas (y no naturales), se explica eltexto en cursivas. Para Maslow las necesidades superiores no son secun-darias en una escala axiológica; por el contrario son las que distinguenal ser humano de las otras especies. Pero son menos prepotentes enel sentido de que una persona con todas las necesidades insatisfechasquedará dominada por las necesidades bajas, las fisiológicas y las deseguridad.24 A una crítica muy similar de Len Doyal e Ian Gough a Maslow (quedice que los alpinistas parecen más preocupados por su autorreali-zación que por su seguridad, lo que haría falsa la supuesta secuenciatemporal estricta de la jerarquía) contesté de la siguiente manera enAmpliar la mirada: “el ejemplo usado (del alpinista) conlleva una fala-cia. Los escaladores de montaña no son personas que vivan con lanecesidad de seguridad insatisfecha permanentemente. No son es-pías en territorio enemigo. Cuando escalan, pagan el precio de la in-seguridad para llevar a cabo la actividad en la que se sienten felices orealizados, lo cual en mi opinión es una cuestión distinta” (sección3.8,“Críticas a las teorías de Maslow”). Me parece que es el mismo ca-so del que, por razones religiosas o de salud, ayuna. En ambos casos sedeja insatisfecha voluntariamente y de manera temporal una necesidadinferior (alimentación, seguridad) para alcanzar otra que puede sersuperior. En una sección de Motivation and Personality (Addison-Wes-ley Longmann, Nueva York, 1987 [1954], pp. 26-27) sobre las excep-ciones a la jerarquía de necesidades, Maslow se anticipó a ésta y a otrascríticas. De mi relato de este asunto en Ampliar la mirada son las si-guientes frases (lo entrecomillado son palabras textuales de Maslow):“Tendemos a subvaluar las necesidades siempre satisfechas, lo quelleva a algunos a ponerlas en riesgo en defensa de necesidades más ele-vadas. Sin embargo, la experiencia puede revalorar las necesidadesmás prepotentes”. Maslow da un ejemplo hipotético: “un hombre queha renunciado a su trabajo por conservar el respeto a sí mismo, y quepasa hambre por seis meses, puede estar dispuesto a volver a su tra-bajo aun al precio de perder su autorrespeto”. “La tesis de la jerarquíaha sido enunciada en términos de deseos conscientemente percibidos yno en términos de conducta”. Lo que he sostenido, señala Maslow, esque “la persona carenciada en dos necesidades básicas querrá, desea-rá, la más prepotente. Muchas reversiones aparentes de la jerarquía,que se observan en la conducta, no necesariamente lo son en los de-seos, ya que en la conducta influyen otros factores”.

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Aquí termina el texto extractado de Levitas. Mis ob-servaciones en las notas al pie de página expresan el diá-logo con la autora. Es un diálogo amistoso pero duro. Loque está en juego es muy importante. Aunque Levitas,como Leiss, no rechaza el concepto de necesidades hu-manas del todo, sí rechaza su carácter universal e igua-lan necesidades y apetencias. Coincido plenamente conDoyal y Gough, quienes en su férrea batalla en defensa delas necesidades humanas universales, han dicho que el re-chazo de la existencia de necesidades humanas comunesy “la creciente consideración de las necesidades huma-nas como concepto subjetivo y culturalmente relativo”constituyen una “creencia que ha contribuido al predo-minio intelectual de la nueva derecha”. Porque si la no-ción de necesidades humanas objetivas carece de funda-mento, entonces ¿qué alternativa queda sino creer que losindividuos saben mejor que nadie lo que es mejor paraellos mismos y alentarlos a perseguir sus propias metassubjetivas o preferencias? ¿Y qué mejor mecanismo hay

para ello que el mercado? El desplazamiento de las nece-sidades a las preferencias permite justificar plenamenteel dominio del mercado sobre la política”(Len Doyal e IanGough, A Theory of Human Need, Macmillan, Londres,1991, pp. 1-2, énfasis añadido).

MIRADOR ICONOCLASTA

“El florecimiento humano como mirador iconoclasta an-te la mundialización de la pobreza”de Luis Arizmendi (deaquí en adelante Mirador iconoclasta) es un formidableensayo sobre la mundialización de la pobreza que conclu-ye con una sección en la que ubica el enfoque de Ampliarla mirada (y sus antecedentes) como mirador iconoclas-ta de dicha mundialización. El autor comienza señalandoque la tercera gran crisis del capitalismo, junto con treselementos de “contratendencia”que el capitalismo imple-mentó para contrarrestar la crisis (la derrota de los mo-nopolios defensivos del tercer y del segundo mundos, laconfiguración neoliberal del Estado, y la revolución tec-nológica) conforman los dispositivos que marcan una delas peculiaridades de la fase actual del capitalismo: la mun-dialización de la pobreza. Mirador iconoclasta analiza lostres dispositivos. En la primera sección hace notar, enprimer lugar, cómo a partir de los ochentas, pero sobretodo de los noventas, la pobreza mundial pasa a ocuparun lugar estratégico en la agenda de los organismos in-ternacionales, particularmente del Banco Mundial (BM).Arizmendi tiene la lucidez para percatarse de que estodebe verse como polo complementario de la configura-ción neoliberal del capitalismo contemporáneo, cuyo pro-pósito no es la superación de la pobreza sino contenerestratégicamente a los pobres para neutralizar potencia-les riesgos de inestabilidad. Agudamente, percibe que lasfunciones reales del umbral de pobreza que define el BM

(que reconoce como pobre sólo a quien no puede adqui-rir siquiera los alimentos crudos mínimos) van más alládel menoscabo de la auténtica magnitud de la pobrezamundial y consiste en la revelación de que “la sociedadglobal de ningún modo puede ni debe asumir ofreceracceso al bienestar a las mayorías, tiene que admitir comoinevitable un desdoblamiento y una polarización radical

3 Avenida Juárez, ciudad de México, ca, 1963.

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[…] y garantizar a los excluidos exclusivamente el dere-cho a la sobrevivencia puramente física o animal”.

De esta manera, Arizmendi ha conectado la tarea, apa-rentemente tecnocrática de la definición de líneas de po-breza, con uno de los rasgos centrales de nuestra época:“el mirador del Banco Mundial sintetiza o expresa la iden-tidad histórica de una nueva fase de la mundializacióncapitalista: la fase actual que tiene su especificidad pre-cisamente por ser una mundialización capitalista cínica”.Cínica, continúa el texto de Mirador iconoclasta citandoa Bolívar Echeverría, “porque admite sin vacilaciones susefectos depredatorios contra el proceso de reproducciónsocial y se formula su funcionalización opresiva”. La for-ma cínica del capitalismo requiere la reconfiguración neo-liberal del Estado y el traslado autoritario de la máximaautoridad al capital. Naturalmente, el cinismo es recu-bierto con el mito de la globalización como “proceso pu-ramente benéfico de difusión mundial del progreso” y eldiscurso del BM, dice Arizmendi, “oscila entre el cinismoy la mistificación porque, aunque su proyecto de la admi-nistración de la pobreza mundializada es innegablemen-te cínico, insiste en que su estrategia económica globali-zadora genera progreso”. La primera sección de Miradaiconoclasta termina poniendo al descubierto una “dobleyuxtaposición demagógica que articula: 1) la identificaciónde globalización con crecimiento económico y, sobreella, 2) la identificación de crecimiento económico conreducción de la pobreza”, cuya función es encubrir lasformas actuales de apuntalamiento del poder planetariopor una tendencia hacia la globalización de la riqueza.

En la segunda sección, al tiempo que analiza cada unode los dispositivos puestos en juego para contrarrestar lacrisis, Arizmendi irá replicando a esta doble yuxtaposi-ción demagógica del BM. La derrota de los monopoliosdefensivos erigidos por los Estados-nación del primery del segundo mundos —caracterizados en Mirador ico-noclasta como un doble monopolio que, por un lado, pu-so bajo la subordinación del capital nacional la fuerza detrabajo y, por el otro, bajo la propiedad del Estado-na-ción sobre los recursos naturales estratégicos— supusoel derrumbe del nacionalismo y la desindustrialización se-guida de una reindustrialización dentro de la nueva for-ma de subordinación tecnoeconómica ante los capitales

metropolitanos. La irrupción de América Latina y de lospaíses del este europeo en las nuevas formas de la globa-lización no generó crecimiento económico, desmintien-do la primera parte de la doble yuxtaposición demagógi-ca del BM. Arizmendi, siguiendo a Chossudovsky, abordala estrategia en dos etapas, estabilización y reformas es-tructurales, adoptada por el BM. Sostiene que la primeradesestabiliza el mercado interno para que la segunda im-pulse el apoderamiento y la recomposición de la baseindustrial de su capital productivo estratégico. La ausen-cia de autodeterminación nacional, concluye Arizmendi,se convierte en fundamento de un ominoso oleaje mun-dializado de empobrecimiento.

Arizmendi replica a la segunda yuxtaposición demagó-gica del BM señalando que en la fase actual de la mundia-lización capitalista crecimiento económico y reducciónde la pobreza no corren paralelos pues, a diferencia del es-tado liberal y del keynesiano que intentaron acompañarel crecimiento económico con la elevación del estándarnacional de vida, la reconfiguración neoliberal del Esta-do asumió como uno de sus ejes la represión del salariotanto directo como indirecto. La lucha contra la inflación,señala, fue la cobertura funcional de la represión del sa-lario directo. Esta primera represión se complementó conuna táctica en dos vías para reprimir el salario indirecto:la privatización directa de los servicios educativo y mé-dico o, cuando la correlación de fuerzas no permitía lavía anterior, el desfinanciamiento estratégico programadode los servicios públicos que empuja a la sociedad nacio-nal al consumo de servicios privados25. La represión sa-larial persiste más allá del periodo de crisis y determinaque la reducción de la pobreza no acompañe al creci-miento económico.

Mirada iconoclasta, al abordar el tercer dispositivo paracontrarrestar la crisis, la revolución tecnológica, desta-ca que la teleinformática permite la articulación a dis-

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25 Arizmendi cuenta cómo el estreno mundial de esta estrategia se daen Chile con el gobierno militar que asesinó a Allende; cómo lo prime-ro que hizo el gobierno fue triplicar el precio del pan y contener lossalarios, lo que dio el banderazo de salida de la ofensiva internacio-nal contra los salarios. ¿Será casual que uno de los primeros resultadosde la gestión de Calderón en México sea la duplicación del precio dela tortilla al mismo tiempo que, también, se congelan los salarios?

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tancia en tiempo real del proceso productivo, lo que do-ta de una movilidad internacional acrecentada al capital,que refuerza su poder para confrontar a la fuerza de tra-bajo fragmentada, sin movilidad internacional, fortale-ciendo así la represión salarial en todo el mundo. Presen-ta una periodización de la sobreexplotación capitalista(articulación de explotación de plusvalor con expropia-ción de valor al salario, sustracción de recursos del fondosocial de consumo): 1) Sobreexplotación concentrada enla metrópoli (1740-1880). 2) Sobreexplotación concen-trada en la periferia (1880-1970/1980), en el cual se desac-tiva la sobreexplotación metropolitana y se traslada al ca-pital periférico que, obligado “a una cesión crónica [untributo] de enormes masas de valor y plusvalor” por lasupremacía tecnológica e instrumental del capital metro-politano, responde duplicando la explotación de la fuer-za de trabajo periférica (trasladando el pago del tributoa los trabajadores). La sobreexplotación se convierte endispositivo permanente del capitalismo periférico. 3) So-breexplotación planetaria del trabajo (a partir de 1980) yaque no sólo se recrudece ésta en la periferia sino que sereinstala en la metrópoli. Esta etapa genera lo que Ariz-mendi llama el Cuarto Mundo, que incluye por igual zo-nas de las periferias y de las metrópolis. Explica el papelde la biotecnología en la pauperización de la produccióncampesina y en la expropiación de recursos naturales.

Arizmendi sostiene que la mundialización contempo-ránea de la pobreza “ha llegado tan lejos que ha abiertoel choque de dos tendencias contrapuestas que pugnanpor la definición de la configuración histórica del capita-lismo para las siguientes décadas”. Una neofascista con-tinuación de la mundialización capitalista cínica que vieneempujando por la reedición del fascismo a escala planeta-ria. Frente a esta tendencia dominante, surge una de resis-tencia, neokeynesiana, en la que ubica a Joseph Stiglitz,y que busca reactualizar el proyecto del Estado reguladorinterventor en la economía para moderar los efectosdestructivos sobre el proceso de reproducción social.

“En una era así, la construcción de un horizonte críti-co transcapitalista en la conceptualización de la pobrezacontemporánea se ha convertido en una imperiosa ne-cesidad”, concluye Arizmendi, creando así un enlace conla tercera sección de su artículo que analiza no sólo Am-

pliar la mirada, sino lo que él llama las tres etapas deldesarrollo de mi proyecto crítico de la pobreza, el análisisdel cual lo organiza en torno a cuatro principios (tota-lidad, transdisciplinariedad, economía moral y soberanía)que, según su lectura, caracterizan mis contribuciones aldebate mundial sobre el tema. Arizmendi identifica lastres etapas mencionadas como sigue: 1) “La fundación deuna nueva mirada: el proyecto de estudio de la pobrezaen clave de valor de uso”, en la cual se esboza la imple-mentación del principio de la totalidad. 2) “El proyectofundacional del método de medición integrada de lapobreza (MMIP): la pobreza económica total y la libertadcomo necesidad económica”, en la cual se redondea la apli-cación del principio de la totalidad, “se unifica en unamisma totalidad el conjunto global de dimensiones quedeterminan la base material del proceso de reproduc-ción social” y se “descubre la importancia del tiempo li-bre para la conceptualización de la pobreza”. 3) “Ampliarla mirada: el proyecto de crítica a la pobreza desde la ri-queza humana total y la libertad como necesidad histó-rica”, en la que “se parte de una concepción del ser hu-mano como totalidad, es decir, del reconocimiento de susistema total de necesidades para “transitar del sistema to-tal de necesidades económicas al sistema total de necesida-des y capacidades individuales y sociales como fundamen-to del florecimiento humano”, y en el cual “el tiempolibre adquiere toda su fuerza como plataforma históricaimprescindible para el pleno despliegue multifacético delas potencialidades humanas”.

Arizmendi señala que mi proyecto, al “colocar el flo-recimiento humano como mirador, tiene que asumir laaventura de crear una mirada transdisciplinaria”. Y aña-de: “Porque el ser de la humanidad constituye una totali-dad también tiene que constituirla su saber”. Describe dostareas centrales de Ampliar la mirada: “la edificación delos soportes del florecimiento humano como mirador”y la “crítica a la reducción economicista”. Describe mi re-chazo a la dicotomía hechos/valores que concibe, con jus-ta razón, como una de las raíces del horizonte del con-cepto de economía moral, acuñado por el destacadohistoriador británico E. P. Thompson, cuya aguda visiónle permitió percibir que “el valor de uso (el bien) querige el proceso de reproducción social de una época” (el

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pan en la Inglaterra del siglo XVIII, la tortilla en el Méxi-co de hoy) “constituye un fundamento con el que siemprese correlaciona la noción social del bien moral que se erigeen ella”. Brillantemente concluye Arizmendi que “pensaren clave de valor de uso exige pensar inmediatamente enclave normativa”. Cierra este inciso de Mirada iconoclastala siguiente reflexión:“Si existe una época en la que, a to-das luces, la formulación del ‘objetivismo puro’ o ‘neu-tro’ revela su complicidad con el poder moderno, es éstaen la que ante la mundialización de la pobreza el cinis-mo histórico intenta recubrirse con aquél”.

El ensayo de Arizmendi termina con el inciso referidoa la soberanía en el que recupera los planteamientos querecientemente he venido haciendo sobre “la necesidadde articular el proyecto de la autodeterminación nacionalcon la generación de masas críticas mínimas de capaci-dades tecnológicas como de capacidades sociales” y losvincula con mis planteamientos sobre la desmercanti-lización, coincidentes con los de Esping-Andersen perotambién, como lo muestra Arizmendi, con los de Wa-llerstein.

MIRAR EL TIEMPO PARA FLORECER

El artículo “El tiempo necesario para el florecimiento hu-mano. La gran utopía” de Araceli Damián (de aquí enadelante Mirar el tiempo para florecer) aborda de mane-ra crítica un aspecto central de las condiciones previaspara el florecimiento humano, el tiempo libre, contribu-yendo al desarrollo conceptual del nuevo enfoque plan-teado en Ampliar la mirada. Además, plantea la críticapregunta de si es posible el florecimiento humano en elmarco de las relaciones capitalistas de producción. En laintroducción la autora adelanta una de las conclusionescentrales a las que llega —siguiendo a Gianni Toti, quienno habla de florecimiento humano sino de la unificacióndel tiempo libre y el tiempo de trabajo (trabajo que dejade ser trabajo para ser actividad creadora y, por tanto,transforma el tiempo en tiempo de libertad), que equi-para al de florecimiento—: que la eliminación de las cla-ses sociales es condición indispensable de tal unificación,y por tanto del florecimiento humano, ya que en la so-

ciedad de clases la alienación invade no sólo el trabajosino también el tiempo libre. El análisis de la alienacióncontemporánea en el tiempo libre es un complementofundamental del análisis de la alienación del trabajo. Laautora hace notar que Toti (a pesar de lo dicho antes) yMaslow consideran que en las sociedades actuales algu-nos individuos logran excepcionalmente condiciones decreatividad o de autorrealización, con lo cual tambiénconcuerda Sebastian de Grazia, autor con el que intro-duce el concepto de ocio en su sentido filosófico clásico:actividad musical y de contemplación (teorizar y filoso-far). El carácter elitista del florecimiento humano posi-ble en el capitalismo le da mucho sentido a las pregun-tas que formula Damián: si esto es prueba de que no estándadas las condiciones para el florecimiento de la mayoría,si el tiempo libre puede conducir al florecimiento hu-mano, y por qué éste no ha alcanzado a una proporciónmayor de la población a pesar de la reducción de la jor-nada de trabajo. A partir de estas preguntas define lospropósitos de Mirar el tiempo para florecer: abordar ladeterminación de la duración de la jornada laboral en elcapitalismo, incluyendo las luchas obreras; la forma cómoel capitalismo transforma la vida del trabajador, produ-ciendo una escisión entre el tiempo de trabajo y el tiem-po libre; cómo, dada la apropiación privada de los mediosde producción, la fragmentación del proceso producti-vo conlleva a un desencanto por el trabajo en el obrero(o sensación de vacío), que se traslada al tiempo libre.

En la primera sección de Mirar el tiempo para florecerpodemos leer que “la generalización de las relaciones ca-pitalistas de producción conllevó a la imposición de jor-nadas laborales extremas, en las que se llegó literalmentea la apropiación de todo el tiempo de vida de los trabaja-dores”; podemos leer las descripciones que hace el histo-riador británico E. P. Thompson de las resistencias de lapoblación a este intento de apropiación total y las quejasde los empresarios; también leer los relatos, a través decitas de Marx, E. P. Thompson y otros, de las drásticas me-didas que se implementaron para vencer esa resistencia:aumento de impuestos, aumento en los precios de las sub-sistencias y reducción de los salarios; nos enteramos có-mo la fuerza de trabajo “tuvo que ser obligada a ajustarsea los tiempos de la producción mecanizada”; cómo el ca-

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pital arremetió violenta y desmesuradamente para ex-tender la jornada laboral durante el último tercio del si-glo XVIII; en síntesis, nos enteramos cómo se consideró“todo el tiempo de un individuo como tiempo de traba-jo, degradándolo, por consiguiente, a mero trabajador”;“cómo se domesticó y utilizó la fuerza de trabajo desdela niñez”.

A continuación Mirar el tiempo para florecer analizalas luchas por la reducción de la jornada de trabajo, iden-tificando los hitos que llevaron a la jornada de diez ho-ras y luego, en las primeras décadas del siglo XX, a la deocho horas. Cabe aquí añadir que la jornada máxima deocho horas durante seis días a la semana quedó institui-da formalmente en México en la Constitución de 1917,pero que tuvo su primer antecedente en el Programa delPartido Liberal que en 1906 proclamó ésta y muchas otrasreformas para moderar la explotación de los trabajado-res. La autora analiza, con datos recientes de la Organi-zación Mundial del Trabajo (OIT), los valores promedio delas jornadas semanales en diversos países del mundo ymuestra que si bien en algunos países prevalecen jorna-das bastante reducidas, de 30 a 35 horas semanales, en elex tercer mundo hay países con jornadas promedio ex-tremas. Los datos de Egipto y los ejemplos de Chile y Chi-na que narra parecen confirmar (sobre todo si se analizana la par de las tendencias del salario directo e indirecto),como hemos visto en el artículo de Arizmendi, la pre-sencia de una nueva etapa de la sobreexplotación del tra-bajo a escala mundial.

La siguiente sección argumenta, con apoyo en E. P.Thompson, que con la generalización de las relacionessociales capitalistas de producción el trabajador experi-menta (objetiva y subjetivamente) una escisión entre lavida y el trabajo. De la orientación del tiempo por tareade las sociedades precapitalistas se pasa al trabajo crono-metrado en el capitalismo; del control de su propia vidalaboral, al control por parte del capital. Siguiendo a DeGrazia muestra cómo la producción en serie no sólo tras-ladó a hombres, mujeres y niños de la libertad de los ta-lleres y casas y los puso bajo los techos de las fábricas,sino que debilitó la socialización. La consecuencia másgeneral para el trabajador es que “su trabajo deja de estarentrelazado con su vida” pues ambas se desarrollan en

temporalidades (y espacios) diferentes. Por tanto, conclu-ye Damián, el ser humano se escinde. La sección termi-na con un análisis, que se apoya en Márkus, de la impor-tancia de la socialización que el capitalismo debilita, yaque en ella se transmiten normas éticas, sociales y de usode los objetos producidos por el hombre.

Mirar el tiempo para florecer continúa con dos seccio-nes dedicadas, sucesivamente, al análisis de la alienaciónen el trabajo y en el tiempo libre y sus consecuencias entérminos de posibilidades de florecimiento humano. Da-mián empieza mostrando cómo, en contraste con la con-cepción de Marx de la esencia del trabajo específicamen-te humano (“lo que distingue al peor maestro albañil dela mejor abeja es que el primero ha modelado la celdillaen su cabeza antes de construirla en la cera”) el capitalis-mo le quita al obrero la posibilidad de orientar su volun-tad a un fin, lo hace perder, respecto del artesano, la visióny el control del proceso de producción en su conjunto.También muestra, citando a Márkus, cómo el trabajadorsiente la fuerza colectiva del trabajo (controlada por elcapital) como un poder ajeno, y cómo el trabajo pierdela esencia que lo distingue como actividad específicamen-te humana, su carácter de actividad orientada a un fin;pierde su carácter auto-activo, deja de formar multilate-ralmente al sujeto y de desplegar libremente la capacidadde éste y, por el contrario, se convierte en actividad cons-trictiva externa que deforma y unilateraliza. Pero Damiánmuestra, también, cómo para Marx y Márkus la aliena-ción, entendida como fase transitoria, desempeña funcio-nes positivas, creadoras: la disolución de las comunidadeslocales mezquinas y la riqueza objetual de las necesidadesy capacidades humanas, que ambos autores consideranpresupuestos objetivos de la emancipación humana. Da-mián expresa su duda de si esa riqueza objetual conduciráa la emancipación y el florecimiento humanos. Pasa enton-ces a analizar la visión de Toti y de De Grazia al respec-to. La visión del segundo (es lo impersonal del tiempo loque aburre al trabajador) es confrontada con las críticas deToti a quienes han identificado las cuestiones técnicas co-mo el origen del problema, pues para él, el origen hay quebuscarlo en las relaciones sociales de producción.

Esta afirmación de Toti, sin embargo, tiene proble-mas. Además de no presentar argumentos para sostener

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tal tesis, que por tanto puede interpretarse como una pos-tura ideológica (es el capitalismo el origen del problema,por lo cual en el socialismo realmente existente de losaños setenta, a pesar de un modelo industrial similar, nohabría el mismo problema). Si se analiza la cita larga queDamián hace de Márkus se verá que éste identifica la di-visión espontánea del trabajo y la propiedad privada co-mo los factores explicativos de diversas dimensiones de laalienación y que si se aceptara esta visión como correctahabría que precisar cuáles son las condiciones de apropia-ción del producto (relaciones sociales de producción) y deorganización del trabajo (fuerzas productivas) que garan-tizarían la superación de la alienación. Toti formula lapregunta, pero no la responde, sobre las reacciones físi-cas y mentales de millones de trabajadores soviéticos antesus respectivos trabajos fraccionados, los trabajos en cade-na. Me parece que no basta la propiedad colectiva o coo-perativa, y mucho menos estatal, para eliminar todas lascondiciones del trabajo alienado. Un rayo de esperanza sepuede encontrar en la esencia de la revolución científico-técnica en marcha desde hace medio siglo que trataré des-pués de terminar la reseña del artículo de Damián, queaborda ahora la alienación en el tiempo libre.

Mirar el tiempo para florecer permite leer que la necesi-dad del tiempo libre en la clase obrera surge en la medidaen que avanza la apropiación de todo el periodo activode la vida del trabajador por parte del capital, escindien-do los espacios de la vida y el trabajo; que los capitalistasveían con malos ojos el tiempo libre ganado por la clasetrabajadora, ya que lo consideraban la madre de todos losvicios, o tiempo para la concientización obrera; que en eltiempo libre ganado, sectores obreros fundaron escuelas,salas de lectura, y que ante ello la burguesía sustrajo delcontrol del movimiento reformador un cierto número deinstitutos de cultura obrera; que el capital desarrolló unaindustria del tiempo libre que transforma al ciudadano enuna termita consumidora permanente; que la ideologíaconcurrente sostuvo que la fuerza de trabajo no debe pa-sar el tiempo libre, no debe desperdiciarlo, sino consumir-lo, usarlo, gastarlo; que al momento de ganar el tiempolibre éste ya había perdido todo significado y era identi-ficado con el aburrimiento y que, por tanto, era necesarioorganizar la gran matanza del tiempo libre (es decir, la

matanza de la vida); que el tiempo libre se usa para com-prar y consumir y, crecientemente, en el transporte; quelo que sobre se use en el entretenimiento dominado porla televisión, en actividades sin pensamiento; y que “el flo-recimiento humano no puede realizarse durante el tiem-po dedicado a las actividades sin pensamiento, de diver-sión o de fuga, ya que aquél requiere del intelecto”.

Damián retoma las consecuencias del trabajo fragmen-tado y enajenado en la atrofia de las capacidades huma-nas, particularmente de las intelectuales, citando al efectoa Adam Smith y a Engels. A pesar de que algunos indivi-duos puedan sobreponerse a las limitaciones que el mo-do de producción impone para lograr el florecimientohumano, la inmensa mayoría busca su libertad en las ac-tividades del entretenimiento de masas. De esta manera,la idea de tiempo libre se impone sobre la de la libertad pa-ra el propio desarrollo, señala. El tiempo libre aparece comoun vacío por llenar y el aburrimiento no logra ser supe-

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Vallejo, ciudad de México, 1967.

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rado mediante el entretenimiento. Por ello Toti, dice laautora, sostiene que lo que hay que hacer es devolverle altiempo libre, que ha sido convertido en mercancía, su sig-nificado, transformándolo en tiempo de conciencia, delucha para librarse del trabajo. Mirar el tiempo para flo-recer termina con pesimismo:“Cada día aparece más re-mota la posibilidad de que el trabajador logre trascenderel grado de alienación en el que se encuentra y encuentreel camino al florecimiento humano”. La autora planteacomo necesarias dos condiciones, apoyándose en Márkusy en Marx: la transformación de las relaciones socialesde producción, para que las fuerzas productivas socialescesen de ser “fuerzas del capital independizadas frente altrabajador” y “en contraposición a su propio desarrollo”;y la abundancia, que le permita al ser humano la “indife-rencia hacia los problemas de la propiedad de los mediosde producción”.

UNA MIRADA ESPERANZADORA

En mi opinión, sería necesario añadir a esto último latransformación del trabajo en trabajo creativo. Es éste elaspecto, derivado de la revolución científico-técnica, quemás destacan Richta et al. en La civilización en la encruci-jada26. Por su importancia, y porque complementa demanera importante no sólo el artículo de Damián sinotodos los trabajos temáticos de este número de Desaca-tos, en el cual no se ha tratado de manera sistemática la

dimensión tecnológica27, a pesar de su centralidad en elflorecimiento humano, la pobreza, la utopía y la teoríacrítica, a continuación expongo algunas ideas centrales deesta brillante obra. Los autores describen así la esenciade la revolución científico-técnica:

A lo largo de las últimas décadas, el desarrollo impetuosode la ciencia y la técnica ha comenzado a desbordar los lí-mites de la revolución industrial […] Los instrumentos detrabajo superan por su desarrollo los límites de las máqui-nas mecánicas y asumen funciones que los convierten, enprincipio, en complejos autónomos de producción […] el as-pecto subjetivo de la producción, invariable durante siglos,se modifica: desaparecen progresivamente las funciones de laproducción directa realizadas por la fuerza de trabajo sim-ple; la técnica va suplantando al hombre en las funcionesdirectas de ejecución, de manutención, de manipulacióny, finalmente, de regulación […] La originalidad del aún in-cipiente movimiento, lo que […] lo define como revolucióncientífico-técnica, está en que […] sacude toda su estruc-tura elemental al modificar radicalmente el lugar ocupadopor el hombre. Su originalidad consiste en […] asegurar eltriunfo del principio automático en el más amplio sentido deltérmino […] (pp. 35-38).

La civilización en la encrucijada sostiene que el proce-so de automatización “elimina completamente la activi-dad del hombre en la producción directa y la traslada a lasetapas preproductivas: a la preparación tecnológica, a lainvestigación, a la ciencia, a la preparación del hombre”.

En términos de lo que aquí está en juego, las frases cla-ve son las que he marcado con cursivas en ambas citas.Esta obra contiene una respuesta, sumamente elaboraday muy consistente, al dilema arriba planteado sobre lasposibilidades de la des-alienación y, por tanto, del flore-cimiento humano. Después de haber expuesto la “natura-leza de la revolución científico-técnica”, Richta et al. abor-dan sus consecuencias sociales y humanas. Caracterizanel trabajo simple, que formó la base de la civilización in-dustrial en la cual “el trabajo está separado del hombre,[como] mera necesidad externa, simple medio de unaexistencia cuya razón de ser está fuera del propio traba-

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26 La civilización en la encrucijada, Artiach, Madrid, 1972, pp. 35-38,edición original en checo, 1968. Hay otra edición en español (conotra traducción) de Siglo XXI. Esta obra fue elaborada por “el equipomultidisciplinario, encabezado por Radovan Richta, del Instituto deFilosofía de la Academia de Ciencias de Checoslovaquia” y, comodicen ellos mismos (en “Introducción a las ediciones extranjeras” fir-mada en Praga, en la primavera de 1968), “la redactamos en mediode un clima profundamente crítico, polarizado por una discusión en-carnizada sobre las vías de desarrollo de una sociedad que ha alcan-zado su madurez industrial después de un periodo de transformacionessocialistas radicales”. La investigación de la que derivó el libro fue re-sultado de una decisión del Comité Central del Partido Comunistade Checoeslovaquia. Pocas veces un comité formado por órdenes públi-cas produce un informe de tanto valor. Probablemente se trata de unode los testamentos más lúcidos de lo que podría haber sido otra víapara el futuro de la humanidad si los tanques soviéticos no hubiesenreprimido la humanamente floreciente primavera de Praga.

27 Arizmendi aborda la teleinformática y la biotecnología como ar-mas de dominación del capital, pero no analiza los efectos en el ca-rácter del trabajo humano que se derivan de la automatización.

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jo”. Se apoyan en la siguiente frase de Marx: “La abstrac-ción de la categoría ‘trabajo’, ‘trabajo general’, trabajo sansphrase, punto de partida de la economía moderna”, paraañadir tajantemente: “se convierte en una realidad prác-tica en la producción industrial clásica en cadena. En ella,el ‘trabajo abstracto’… se erige, sin mediación alguna…como una ‘abstracción real’”. Dado que el trabajador nose puede realizar en el trabajo en tanto que ser en de-sarrollo, sus intereses y obligaciones se forman en el ex-terior del trabajo, en la esfera del consumo, pero el tiem-po disponible se convierte en una ilusión ya que “Amenudo, al trabajo embrutecedor corresponde un ociodel mismo tipo” (cita de J. Dumazedier, pp. 128-130). Yañaden brillantemente, distinguiendo necesidad internade externa:

[…] en tanto el trabajo no sea una riqueza para el hombre,será al contrario la riqueza la que se convierta en el móvil deltrabajo. Por el hecho de que la actividad socialmente útilen forma de trabajo no constituye para los hombres unanecesidad interna, sino solamente una necesidad de subsis-tencia externa (eventualmente una obligación social), las ne-cesidades del hombre están manifiestamente contenidas enla esfera privada (p. 130).

Establecido este duro diagnóstico del carácter del tra-bajo en el sistema industrial, La civilización en la encru-cijada mira hacia lo necesario para una solución dura-dera y afirma que sólo la superación del conjunto de lascondiciones fundamentales de trabajo en última instan-cia, la reducción y la modificación sensible del trabajo in-dustrial, es la llave de los cambios sociales y técnicos, ysin ellos el círculo de la civilización contemporánea que-da cerrado. Miran entonces hacia dentro, hacia el socia-lismo que les tocó vivir:

Las formas materiales del socialismo se fundan, esencialmente,en el trabajo tal como está constituido en el sistema indus-trial, al que hereda. Aunque el hombre socialista, en fun-ción de la modificación de las condiciones sociales, man-tenga objetivamente una relación diferente con el trabajo(actúa como una verdadera parcela del gobierno global) […]no por ello es menos cierto que reaparece en otro plano eldesgarramiento interior […] a consecuencia de los límitesindustriales del trabajo […] el hombre no se realiza en él […]

como un ser creador, en desarrollo; no lo siente como unanecesidad directa; no encuentra en él un enriquecimiento; enél no vive […] Es por esto por lo que la sociedad socialistano podría acomodarse a los límites abstractos del trabajoheredados del desarrollo industrial (pp. 131-132).

Richta et al. no sólo afirman que algunos aspectos dela alienación siguen presentes en el socialismo de lossesenta (palabras marcadas en cursivas), sino que ademásproporcionan testimonios directos de trabajadores alrespecto. De ahí derivan la fuerte tesis de que el socialis-mo es incompatible con el sistema industrial (palabras sub-rayadas).

Pero la revolución científico técnica abre la gran espe-ranza, puesto que mientras que el “tipo predominantede obrero en la producción industrial mecanizada esel del obrero-operario manejando máquinas o atrapa-do en el engranaje de la cadena, o eventualmente el peónque llena los poros del incompleto sistema de máqui-nas”(p. 133), la automatización compleja va cada vez máslejos […] liberando al hombre de su participación directaen el proceso de producción […] de su papel de simple ‘en-granaje’ en el sistema de máquinas y le ofrece, como con-trapartida, el de promotor, creador y dirigente del sistematécnico de producción” (p. 135). Esta gran esperanza esdescrita como realización en el trabajo:

Podemos esperar que el proceso de la revolución científi-co-técnica hará, en primer lugar, desaparecer el trabajo deejecución (hombre que sirve al mecanismo), para atacarinmediatamente después a la actividad de regulación y decontrol […]; es decir, absorberá el trabajo industrial sim-ple tradicional […] que no constituye una necesidad para elhombre, sino que viene impuesto por una necesidad externa.Por otra parte, una vez que el hombre cesa de producir lascosas que las mismas cosas pueden producir en su lugar, seabre ante él la posibilidad de consagrarse a una actividadcreadora que movilice todas sus fuerzas […] que tienda a lainvestigación de vías nuevas, a la expansión de sus capaci-dades. La difusión general de este tipo de actividad humanamarcará de hecho la superación del trabajo […] En efecto,una vez que las formas materiales de la actividad humanale dan el carácter de manifestación activa de sí, la necesidadexterna, determinada más bien por la necesidad de subsis-tencia o por la obligación social, cede su lugar a la necesi-dad interna del hombre; en ese momento, la actividad hu-

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mana se convierte en una necesidad del hombre, que existepara sí y le enriquece; entonces desaparece la contradicciónabstracta entre el trabajo y el placer, entre el trabajo y eltiempo libre: la actividad humana se confunde con la vida.

Sólo se operará el desplazamiento del trabajo humano ha-cia una actividad creadora (una vez reunidas las condicio-nes sociales que le puedan servir de base) si se modifican lasformas materiales de la actividad humana, si la manifesta-ción activa de sí del hombre reviste un carácter científico y ad-quiere cualidades estéticas; dicho de otro modo, si se superala contradicción entre medios y fines que minaba el tra-bajo industrial, si la actividad humana, por sus cualidadespara el hombre, convierte simultáneamente el fin en medioy el medio en fin (pp. 136-137).

En cuanto a la generalización futura de la revolucióncientífico-técnica, en el capitalismo y en el socialismo, Lacivilización en la encrucijada sostiene su incompatibili-dad básica con el capitalismo y su correspondencia básicacon la tarea central del socialismo:

El mundo capitalista aceptará el proceso de transformacióndel trabajo mientras se desarrolle sólo en algunos talleres,algunas empresas o algunos sectores, mientras no tome pro-porciones universales y pueda compensarse con el crecimientodel trabajo industrial en otros sectores […] [En Estados Uni-dos] la dudosa hipótesis de que los cambios en el trabajo noserán tan amplios y rápidos como los podría permitir larevolución científico-técnica, y que por ello no pondrán

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Peñón de los Baños, ciudad de México, ca. 1965.

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en tela de juicio el funcionamiento del ‘sistema industrial’,es la esperanza (y el argumento de base) de los informes ofi-ciales. Si era preciso dar alguna prueba de que la revolucióncientífico-técnica se implanta espontáneamente en ese sis-tema no habría otra más definitiva. ¡Qué paradoja […] man-tener la utilización industrial del hombre cuando la técnicapermite abolirla! Se quiere preservar, ‘en interés de los hom-bres’, el trabajo simple tradicional […] con una ‘política ac-tiva’, moderna y estatal, que se oriente a compensar las con-secuencias de los cambios técnicos por artificiales procesosde industrialización extensiva. La alienación que reside enel trabajo es, de este modo, llevada al límite de lo absurdo:los hombres, preocupados por no convertirse en superfluos,mantienen el nivel de trabajo que sus propias fuerzas crea-doras hacen cada vez más superfluo. El sistema industrialtradicional les ha reducido de tal manera a la condición desimple fuerza de trabajo, que se identifican ellos mismos contal condición; el trabajo que les limita, que les abruma, que lesquita la vida, les parece ser la única garantía de una existen-cia libre, e incluso de la misma vida […].

El problema cardinal de las revoluciones contemporá-neas y la misión civilizadora propia del socialismo es comen-zar la transformación general del trabajo humano. El concep-to de Marx y Engels de la ‘superación del trabajo’ distingueprofundamente su humanismo del de todos sus predeceso-res […] (pp. 138-142).

Es decir, volviendo a nuestra discusión previa, en opi-nión de este grupo de autores para superar la alienacióndel trabajo son necesarias tanto las transformaciones enlas relaciones sociales de producción como en el carác-ter del trabajo humano. La alienación en el tiempo librehabrá desaparecido, según Radovan Richta et al., quienes,en plena coincidencia con Toti, sostienen que el caráctercreativo del trabajo humano que la revolución científi-co-técnica ofrece como promesa eliminará la contradic-ción entre tiempo de trabajo y tiempo libre. Es evidente,también, que el camino del florecimiento humano tieneque apoyarse en la revolución científico-técnica, que yano es ciencia ficción sino una realidad palpitante. Tam-bién es clara la vigencia del materialismo histórico: la tesiscentral de la contradicción entre el desarrollo de las fuer-zas productivas y las relaciones sociales de producciónse manifiesta ahora de manera aguda en la incompatibi-lidad entre el desarrollo de las fuerzas productivas, quellevan a la automatización total, y las relaciones capitalis-tas de producción. En efecto, al nivel más abstracto y lle-

vando el asunto a los extremos, el sistema salarial, esenciadel capitalismo, se comprime brutalmente con la auto-matización total porque los robots no perciben salariosni necesitan consumir. Si el valor generado se distribuye-se solamente entre el capital y la mano de obra muy cali-ficada que éste tendría que seguir empleando, no habríasuficientes compradores a quienes vender los bienes pro-ducidos, que podrían crecer exponencialmente. El desa-rrollo de las fuerzas productivas compatible con el capi-talismo parece estar llegando a su fin. La globalización, laexpansión industrial hacia el tercer mundo, para capturarla muy barata y dócil mano de obra, parecen salidas tem-porales que esconden dicha contradicción.

Con el artículo de Damián termina la serie de cuatroartículos que forman parte de la sección Saberes y Razo-nes, misma que cierra con el comentario de Paulette Die-terlen titulado “Cuatro enfoques sobre la idea del floreci-miento humano”. Su comentario no se restringe a losartículos que hemos analizado hasta ahora, sino que in-cluye también los demás contenidos temáticos del nú-mero: los trabajos de Márkus y Levitas en las seccionesTestimonios y Legados, así como la reseña de Des Gas-per sobre el libro más reciente de Martha Nussbaum. Porello, lo presento al final.

MIRADA A LA TEORÍA CRÍTICA

Este número de Desacatos se ve muy honrado al poderincluir el capítulo final (y central) del libro de GyörgyMárkus Language and Production. A Critique of the Pa-radigms, en la sección Testimonios. Por las dificultadesque la inclusión de una obra así entraña, fue necesario quela traducción estuviese precedida de una presentaciónque, independientemente de mis intenciones originales,terminó siendo básicamente un resumen de los capítu-los previos (1 a 4) de la parte II, referida al paradigma dela producción, de dicho libro. En lo que sigue me limitoa enumerar los problemas del materialismo de Marxidentificados por Márkus en el capítulo 3 del libro, paradespués narrar el hilo conductor del texto traducido.

En el capítulo 1 de la parte II de su libro, Márkus hapresentado el materialismo de Marx como proyecto ra-

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dical de transformación práctica; en el capítulo 2 ha de-sarrollado lo que puede llamarse las ‘reglas de la vida’:reglas (técnicas) de uso y normas (sociales) de empleo,cuya formulación significa un avance muy sustancial delmaterialismo de Marx; en el capítulo 3 ha problematiza-do la distinción entre estas reglas, mostrando su inter-penetración práctica y ha concluido que su distinciónplena es materia central del proyecto socialista; en elmismo capítulo Márkus asume una postura muy críticade las tendencias del pensamiento tardío de Marx, sobretodo en El capital. En primer lugar, identifica el carácterteleológico de la visión de la historia, no en el sentido deperspectivismo (punto de vista pragmático sobre una po-sible transformación radical), sino en el sentido de un fi-nalismo directo. Mientras más la posibilidad de una trans-formación radical de la sociedad capitalista tomaba laforma de una tendencia histórica objetivamente necesa-ria, más la noción de socialismo adquiría un significadofinalista. Este finalismo resolvió, en principio, el proble-ma metodológico al proveer la justificación para la distin-ción entre lo técnico y lo social en épocas caracterizadaspor la interpenetración de ambas esferas, pues el socia-lismo, al dividirlas, hace directamente real lo que era abs-tractamente verdadero. Pero el costo de esta respuesta esmuy alto: la distinción entre ‘contenido material’ y ‘for-ma social’ se transforma así en la distinción entre ‘esen-cia’ y ‘apariencia’. La dialéctica hegeliana es reinstalada.En segundo lugar, identifica cómo este finalismo afectatodo el paradigma de la producción de dos maneras in-terconectadas: lleva a la ‘naturalización’ del contenido ma-terial y hacia la ‘fenomenologización’ de la ‘forma social’.En tercer lugar, a la tendencia a la naturalización del con-tenido corresponde la de describir los mecanismos e in-terconexiones del modo de producción como ‘fenóme-nos superficiales’. Las diferencias en el tratamiento de lacompetencia entre los Grundrisse (donde es todavía la “na-turaleza interna del capital, su naturaleza esencial”) y Elcapital (donde pasa a ser parte de la esfera de las aparien-cias) ilustran esta tendencia. Aquí Márkus advierte queéstas son sólo tendencias compensadas por otras señaladasantes, lo que enfoca su crítica a la ambigüedad del pen-samiento de Marx. En cuarto lugar, el elemento centraldel paradigma de la producción, la conceptualización de

ésta como unidad de dos procesos —el proceso técnicodel trabajo como objetivación de necesidades y capaci-dades, y el de la reproducción (y cambio) de las relacio-nes socioeconómicas como ‘materialización’ de una for-ma social, la relación dialéctica entre fuerzas productivasy relaciones de producción— enfrenta también una am-bigüedad inherente pues surge la duda sobre los crite-rios para distinguir entre la división técnica (parte de lasfuerzas productivas) y la social del trabajo (parte de las re-laciones sociales de producción). En quinto lugar, el pro-yecto práctico de una sociedad que superaría la reificaciónal separar institucionalmente la administración de lascosas de la auto-administración de las personas lo trans-forma en una utopía remota, pues sólo puede ser reali-zada en una sociedad en la que prevalezca la absolutaabundancia. De aquí concluye que el paradigma de laproducción llega a un callejón sin salida, pues la perspec-tiva que requiere para justificar en teoría la separación—un proyecto de sociedad que institucionaliza la dis-tinción de los dos tipos de constituyentes (contenido ma-terial/forma social)— resulta irrelevante para los finespráctico-críticos de la teoría. Este desmembramiento delos momentos teórico y práctico del paradigma significasu desintegración en general. En sexto lugar, la extensiónilimitada de necesidades humanas, postulada por el pa-radigma de la producción como central a la historia hu-mana, que aprehende este proceso histórico tambiéncomo la creación de la posibilidad de adquirir control co-lectivo-social efectivo sobre sus determinantes a través dela organización consciente voluntaria de las relaciones so-ciales, sigue siendo una noción problemática (puesto quees poco claro si la presuposición de un dinamismo ilimi-tado de necesidades permite un estado de ‘completa abun-dancia’ aún como una posibilidad abstracta), entoncestoda la construcción se tambalea. La unidad de la concep-ción de un dinamismo teórico con una noción inmanen-te de la racionalidad práctica social se cae en pedazos.

En el capítulo final de su libro, titulado “Sobre la posi-bilidad de la teoría crítica”, aquí traducido, György Már-kus aborda “algunos de los problemas y de las consecuen-cias generales” de su intento de radicalizar el paradigmamarxiano de la producción, como salida teórica a las se-rias dificultades de éste que ha identificado y que he enu-

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merado en el párrafo anterior. La radicalización consis-te en interpretar las distinciones básicas del paradigma(“fuerzas productivas/relaciones de producción”) comodistinciones práctico-históricas en sentido radical: relati-vas siempre a un proyecto histórico-social asociado a lasnecesidades e intereses de agentes particulares.

La primera aplicación de esta radicalización la lleva acabo Márkus en relación con la distinción entre lo ine-vitable ‘exterior’ (al cual hay que adaptarse) y lo inevita-ble generado por los mismos hombres (que la actividadcolectiva puede ‘deshacer’), respecto de la cual sostieneque es una distinción que sólo los actores mismos puedenhacer para distinguir hasta qué punto su propia actividaddebe ser ‘reproductiva’ y en qué medida puede ser ‘crea-tiva’, y qué tienen que hacer para que su actividad socialsea consciente. Este principio general lo aplica a la distin-ción fuerzas productivas/relaciones de producción, res-pecto de la cual Márkus pone en duda la idea de Marx deque las fuerzas productivas son los ‘frutos de civilización’a los cuales ‘el hombre nunca renuncia’, y que lleva al pa-radigma de la producción a establecer una supuesta co-nexión empírica entre la idea teórica de la continuidad his-tórica y la idea valorativa de progreso. Márkus concibe lapretensión del paradigma de constituirse en la cienciareal, positiva, del desarrollo humano como altamenteproblemática. Sostiene que la idea del carácter irrenun-ciable de los frutos de la civilización, entendida comogeneralización empírica es falsa, y como postulado deracionalidad práctica se contrapone a otros análisis delpropio Marx que implican que lo que es objetivamenteun ‘progreso’ de las fuerzas productivas bajo un sistemapuede aparecer como una ‘regresión’ en otro. Por elloplantea el siguiente dilema: O bien uno identifica ‘lasfuerzas productivas’ con alguna noción preestablecida detécnica y tecnología, y en este caso en tiempos de gran-des transformaciones las fuerzas productivas adquiridaspueden ser ‘objeto de renuncia y abandono’ (lo cual im-plica renunciar al vínculo entre su desarrollo y la nociónde continuidad histórica, vínculo constitutivo de todo elparadigma marxiano). O bien, la noción misma de fuerzasproductivas ha de definirse a través de la continuidad his-tórica: como aquellos elementos subjetivos y objetivos dela riqueza social a cuyo uso productivo los individuos no

‘renuncian’ porque constituyen para ellos una precondi-ción necesaria de la vida. En una sociedad en la cual fuer-zas sociales opuestas luchan por alternativas distintas, lalucha ideológica se articula parcialmente en torno a estadefinición. A esta pluralidad ideológica de diversos gru-pos sociales, Márkus añade la pluralidad de las propiasteorías críticas que buscan llevar a determinadas fuerzassociales a la ‘conciencia de sí’, al entendimiento de sus pro-pios intereses y necesidades ‘reales’. Ambas pluralidadesson hechos normales de la vida ideológica. Por lo dicho,la vinculación marxiana directa de las nociones de conti-nuidad y de progreso histórico mediante el concepto de de-sarrollo de las fuerzas productivas es, según Márkus, in-sostenible.

Márkus reformula en los siguientes términos las rela-ciones entre los conceptos de continuidad y discontinui-dad: el paradigma de la producción (a través de las nocio-nes de objetivación y apropiación) concibe la continuidadcomo rasgo inmanente constitutivo de la historia porquela vida humana sólo es posible mediante la apropiaciónde resultados previamente objetivados, pero la apropia-ción es selectiva y rebasa la preservación: hereda el pasadodominando sus resultados de acuerdo con las necesidadesdel presente. La discontinuidad supone un cambio en loscriterios de selección mediante los cuales los sujetos seapropian y reproducen activamente los ‘productos’ delpasado. La discontinuidad existe en la historia como cam-bio de dirección de la continuidad histórica. Márkus intro-duce, por tanto, el elemento valorativo y sostiene que esimposible ‘inferir’ el progreso de la continuidad empíri-ca de la historia porque la idea de progreso se refiere a unacontinuidad definida de valores entre un futuro entendidodinámicamente y su ‘pasado’ inmediato. Márkus sostie-ne que la pretensión de Marx de otorgar validez universala la solución del socialismo al describir la historia huma-na como proceso contradictorio de creación y acumu-lación de valores que sólo pueden alcanzar su ‘pleno flo-recimiento’ en él parece funcionar sólo gracias a unaconstrucción y estructuración previas del tiempo his-tórico en función de valores ya elegidos. Por tanto, Már-kus concluye que la fidelidad al historicismo radical delparadigma de la producción obliga a renunciar a este pro-cedimiento circular. La teoría del progreso humano no es

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la ‘ciencia positiva’ de la historia. Sólo tiene sentido comoparte del esfuerzo histórico práctico para darle a la histo-ria humana el significado de progreso: crear condicionesbajo las cuales todos los individuos puedan participar demanera efectiva e igual en las decisiones para vivir me-jor, de acuerdo con sus propios valores y necesidades. Alformular este objetivo, la teoría marxiana del socialismolleva a cabo una elección de valores. No hay garantíasmetahistóricas ni del ‘éxito’ de esta empresa, ni de su de-seabilidad, concluye Márkus, añadiendo que el proyectoradical del socialismo marxiano si bien no puede ofrecerpruebas indubitables de su justeza, se funda en la eviden-cia, experimentada vivencialmente, de lo injusto del es-tado presente de cosas.

Márkus continúa preguntando qué tanto afecta la re-ferida radicalización al significado del concepto de con-tradicción entre fuerzas productivas y relaciones de pro-ducción, cuya intención, en la teoría madura de Marx, esla de conectar las condiciones objetivas, que hacen posi-ble la transformación social radical, con las fuerzas socia-les capaces de llevarla a cabo. En este contexto Márkusanaliza el sentido del enunciado de Marx: “la mayor fuer-za productiva es la propia clase revolucionaria”, a partirdel argumento central de las últimas obras de Marx: lasdisfunciones de la economía capitalista que se traducenen una amenaza constante a los niveles de vida elementa-les de los trabajadores generan en ellos inevitablementemotivaciones radicales que trascienden el sistema, y queson idénticas a la aspiración ‘natural’ de cada individuoa garantizar la satisfacción de sus necesidades básicas ‘ele-mentales’. Pero hace notar que la presuposición de unsujeto exclusivo, único y unitario de la transformación re-volucionaria reduce la gama de motivaciones radicales po-sibles que queda así reducida a una negatividad abstracta,pues del proletariado sólo se puede afirmar que le carac-terizan aquellos ‘móviles’ que están dirigidos contra elcapitalismo, pero faltan entonces motivos a favor de unasociedad socialista. Si el vínculo entre las condicionesobjetivas y las intenciones radicales se establece por me-dio de la noción de ‘intereses objetivos’, la teoría críticadebe hacer del socialismo la alternativa única, teleológi-camente predeterminada, al capitalismo. La concrescen-cia paradójica del determinismo y el finalismo en la

teoría de la ‘reificación’ de Marx28, que él elabora al mis-mo tiempo que la comprensión ‘negativista’ de las moti-vaciones radicales y que la interpretación ‘cientificista’,constituyen la constelación teórica más elaborada y co-herente hasta hoy de la teoría crítica29.

Pero Márkus considera que esta versión de la teoría deMarx en El capital entra en conflicto con intenciones másgenerales de sus trabajos tempranos que implican unacomprensión radicalmente nueva de la intersubjetividad co-mo objetividad social externa que ‘determina’ y trasciendea los sujetos (seres limitados y finitos porque lo que son ypueden ser está delimitado por ‘circunstancias sociales’heredadas). Sin embargo, son ellos los únicos sujetos dela historia porque toda la objetividad social es su crea-ción y sólo tiene sentido humano-social en relación consus prácticas. Esta noción de intersubjetividad supone unaconcepción de ‘sujeto’ en la que se unifican la autonomíay la finitud humanas.

Esta concepción quedó intacta con la transformaciónmás importante de la teoría marxista, el reemplazo táci-to del proletariado como vehículo único de la revolu-ción por la humanidad encarnada en el mundo de losvalores y las objetivaciones culturales, que Márkus atri-buye al Lukács tardío y a varios autores de la Escuela deFrankfurt. La consolidación de la sociedad neocapitalis-ta hizo que la perspectiva de una revolución basada en la

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28 Para el análisis de la teoría de la reificación de Marx por parte de Már-kus, véase la sección referida al capítulo 3 en mi presentación de suensayo en este mismo número de Desacatos. En esencia, la reifica-ción consistiría en la “coalescencia de las relaciones sociales con la re-lación humana práctica con la naturaleza”.29 Márkus identifica los Grundrisse como el único escrito en el queMarx formula una concepción de “motivaciones positivas”para el cam-bio radical (intenciones y necesidades radicales cuyo contenido tras-ciende el capitalismo), pero sostiene que este escrito presenta rasgosutópicos, ya que las ‘motivaciones positivas’ se basan en la perspectivade un desarrollo industrial inevitable que tecnológicamente elimina, alfinal, la distinción entre trabajo físico e intelectual, entre tiempo de tra-bajo necesario y libre. La transición de los Grundrisse a El capital, pro-blemática en otros aspectos, significa mayor coherencia teórica y unacomprensión más realista del presente y sus tendencias, concluye Már-kus. Es claro para el lector de esta presentación que la visión de Ra-dovan Richta en este punto es radicalmente opuesta a la de Márkus,pues aquél ve en la revolución científico-técnica la realización de es-tas predicciones de Marx, aunque probablemente no suscribiría el ras-go de inevitabilidad. También es claro que Márkus utiliza aquí el tér-mino utópico en sentido derogatorio.

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inseguridad de la simple subsistencia se volviera irrele-vante para las realidades de las sociedades occidentalesdesarrolladas. El pensamiento marxista entró en un pe-riodo de ‘búsqueda del sujeto’ que conlleva la disoluciónde la construcción teórica que le permitía articular y jus-tificar su pretensión de validez, dice Márkus. La posibili-dad de la teoría crítica volvió a ser una cuestión; la “cri-sis” del marxismo se hizo abierta y explícita.

La ‘radicalización’ del paradigma de la producción que,para superar sus inconsistencias, propone György Már-kus significa partir de los problemas teóricos y las exi-gencias prácticas del presente para reconstruir las ‘inten-ciones originales’ de Marx: el significado objetivo de su‘ruptura’ con tradiciones teóricas anteriores. También sig-nifica que la precondición ‘trascendental’ de la posibili-dad de la teoría crítica es la realidad empírica ‘vivida’ denecesidades radicales que, en su contenido, trascienden elpresente y apuntan hacia una nueva organización so-cial30, y también condicionan el contenido conceptualde la teoría puesto que la distinción entre ‘condicionesmateriales’ (fuerzas productivas) y ‘relaciones sociales’ só-lo se puede trazar en función de dichas necesidades: lasprimeras son los elementos sociales que, en relación conlas necesidades formadas por la historia, representan unaprecondición necesaria de la vida humana, una objetivi-dad indiscutible (no valorativa); mientras las segundas(que regulan la reproducción de dichos elementos) pue-den ser cambiadas y por ello tiene sentido cuestionarlas.

La teoría crítica puede volver imaginable un futuro al-ternativo, dando así voz a la miseria muda del presente ytransformándola en aspiraciones radicales conscientes31, sos-

tiene el autor. La radicalización de la teoría modifica el ar-gumento sobre la pretensión de validez de la teoría, conce-bida ahora por Márkus como una apuesta a la continuidady a la fecundidad del diálogo, al “proceso de aprendiza-je” y ya no a la inmutabilidad de una ‘doctrina verdade-ra’. Pero no es menos ambiciosa ni menos universalista:La teoría crítica como atalaya del historicismo radical de lafinitud humana, dice Márkus, al analizar el presente des-de el punto de vista de una alternativa de futuro basada ennecesidades radicales definidas, ha de probar su carácteruniversal: su capacidad de conducir la unificación prácticadel género humano. Pero en vez de la unicidad del sujetoradical acepta la posibilidad de su pluralidad inevitable.Si la pluralidad de valores se plantea como valiosa en símisma, entonces la unidad del género humano ya no sepuede pensar ni bajo la categoría de un agente único detransformación radical ni bajo la noción de un consensoalcanzado (que una teoría única pudiera prefigurar en abs-tracto); se tendría que entender como diálogo ininte-

4 Panamá, ca. 1964.

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30 Márkus se refiere aquí a Teoría de las necesidades en Marx (Penín-sula, Barcelona, 1978) de su amiga Ágnes Heller (ambos fueron alum-nos de György Lukács en Budapest y se exiliaron juntos en Australia en1978), pero advierte que hay diferencias entre la postura de ambos. Már-kus reconoce su deuda intelectual (respecto a las intenciones origi-nales de Marx) con Max Horkheimer, figura central de la Escuela deFrankfurt, cuya corriente de pensamiento se conoce como teoría crítica.Lamentablemente sólo se refiere a escritos tempranos de este autorsin proporcionar las referencias.31 Note el lector la semejanza de esta frase con muy diversas expresio-nes de parte de Ruth Levitas referidas al papel del pensamiento utopis-ta. Nótese en particular el paralelismo entre la “educación del deseo”y la transformación de la “miseria muda del presente” en “aspiracio-nes radicales conscientes”.

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rrumpido, basado en la solidaridad práctica y la toleran-cia creativa, entre diferentes culturas y formas de vida32.

En lo que resta del capítulo, Márkus reflexiona sobrela filosofía y sus conceptos básicos de manera magistral.Disfrútenlo. En todos los aspectos discutidos la teoríacrítica se encuentra en una situación que no es la supe-ración sino más bien la realización abierta de las antino-mias de la filosofía. Márkus señala y continúa argumen-tando que la filosofía empieza cuando se distingue entrehechos y normas y su relación se convierte en un proble-ma. Que su historia es la de intentos constantes para refor-mular esta distinción como para construir una relaciónentre los conceptos así distinguidos. Que su ‘fin’ acon-tece cuando se deja de considerar que las relaciones entrenaturaleza y convenciones, objetos y valores, hechos ynormas, ciencia y moral, constituyen un problema signi-ficativo. Que la filosofía sólo puede sobrevivir si se asumecomo actividad pura que nos recuerda algo que ya conoce-mos en la práctica de la vida —el entretejimiento indiso-luble de los ‘hechos’ y las ‘reglas’ como fundamento incues-tionable de la racionalidad humana.

Márkus cita la siguiente frase de Marx: “desarrollar, apartir de las formas presentes de la realidad existente, larealidad verdadera como su deber y su fin último”, y co-menta que esta declaración programática temprana suenano como la abolición sino más bien como la reafirma-ción de la pretensión tradicional de la filosofía.‘Contenidomaterial’ y ‘forma social’, estos dos conceptos que expre-san respectivamente las relaciones del hombre con la na-turaleza y las relaciones entre hombres como opuestos,son una conceptualización más ofrecida por Marx paratrazar la línea entre lo que sólo puede ser explicado encuanto a sus causas y utilizado, por un lado, y por el otrolo que, en principio, puede ser objeto de decisión y quese puede defender o derribar.

Al articular esta distinción dentro del ‘paradigma dela producción’, Marx propone una solución al problemafilosófico relativo a ‘naturaleza’ y ‘convención’, ‘hechos’ y

‘normas’, que trasciende la ‘unilateralidad’ tanto de las ‘fi-losofías de la comunicación’ como del positivismo, seña-la Márkus al concluir su importante libro. El paradigmade la producción sostiene la unidad indisoluble de hechos yreglas en la constitución del mundo vital como realidad ma-terial humana. Y no sólo en el sentido de que cada ob-jeto hecho por el ser humano es simultáneamente unaobjetivación de relaciones pasivas y activas del hombrecon la naturaleza (necesidades y capacidades) y una ma-terialización de formas sociales definidas, sino tambiénporque las nociones de objetivación y de materializaciónpresuponen, ambas, la noción de reglas sociales. La dis-tinción que tiene sentido hacer no es entre hechos desnudosy reglas desencarnadas derivadas de convenciones, sino en-tre dos elementos, dos constituyentes de la factualidad social,ambos co-constituidos mediante reglas, pero de distinto ti-po: reglas ‘técnicas’ y reglas en sentido estricto sociales. Peroesta distinción es siempre relativa al momento histórico, ala situación vital de los sujetos sociales que la trazan. Loque desde un punto de vista socio-histórico definido se-ría un simple hecho o una necesidad técnica puede servisto, desde otra perspectiva, como expresión y afirma-ción de una elección específica de valores. Pero al mismotiempo es preciso distinguir y contraponer las exigencias ynecesidades de la naturaleza a la esfera en la cual se puedendar elecciones humanas 33. La acción racional sólo es po-sible si uno puede distinguir, por un lado, entre sus con-diciones y los medios disponibles que se han de tomaren cuenta y utilizar, y por el otro, los objetivos y fines quehan de elegirse y tratar de alcanzar. Cuando la actividadsocial deja de ser dirigida por la tradición, cuando su ca-rácter poiético (creativo) se vuelve un problema cons-ciente, surge entonces la tarea de establecer esta distinciónde manera sistemática, general y justificada. Llega enton-ces el tiempo de la filosofía. Pero una vez que eso estáhecho, que las esferas del physis (hechos) y el nomos (nor-mas) quedan diferenciadas, no hay manera de encontrar

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32 Esta discusión tiene múltiples relaciones con la discusión que lle-va a cabo Des Gasper sobre las tentativas de Nussbaum de postularsu lista como compatible con el pluralismo. El pluralismo de Márkusparece más radical que el de Nussbaum.

33 Márkus, en esta frase, afirma la distinción entre naturaleza y cul-tura en contra de la postura de Levitas examinada supra. Pero de ma-nera más fundamental nos hace ver, en el texto que sigue, que sinesta distinción no es posible saber dónde puede el ser humano in-tervenir. Toda acción racional se volvería imposible.

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una conexión lógica válida entre las dos. No sólo es im-posible deducir ‘debe’ de ‘es’, tampoco se puede inferir deun ‘contenido material’ dado su ‘forma social’.

Ahora bien, concluye Márkus, ni el uso óptimo de losrecursos disponibles para fines dados, ni una jerarquíafija de fines, proporcionan criterios de racionalidad parala actividad de cambio radical que pone en tela de juiciolos móviles y propósitos dominantes. La actividad poié-tica (creativa) sólo puede ser racional si puede encontrarun nexo válido entre hechos y normas, medios y fines. Elmarxismo es un intento de articular una nueva idea de“razón” que define la racionalidad como una praxis socialmediante la cual los hombres pueden hacer una cone-xión consciente entre medios y fines. Si los individuos,conscientes de las exigencias y limitaciones de su situa-ción vital, a través de la articulación y de la confronta-ción dialógica de sus necesidades, determinan de mane-ra solidaria los propósitos y los valores de sus propiasactividades, entonces su vida es racional. La teoría críticade la sociedad analiza aquellas condiciones sociales quehoy hacen imposible la realización de esta racionalidad.La teoría crítica ofrece una respuesta al problema sempi-terno de la filosofía, al señalar que las antinomias que ellaengendra sólo se pueden resolver en la práctica social.Pero la teoría sólo puede ofrecer esta respuesta bajo laforma de un proyecto de reorganización social radical co-mo necesidad y potencialidad de la etapa histórica ac-tual. En este sentido sigue siendo sólo una filosofía. Sólose propone articular las condiciones bajo las cuales la vidapuede ser transformada ahora en tarea válida, a la medidade los seres humanos. Pero sólo puede ‘evocar’ a los suje-tos capaces y dispuestos para tal tarea. Que la tarea sea ono emprendida en la realidad, termina Márkus, no seráun juicio sobre la humanidad, sino sobre la ‘verdad’ y la‘justeza’ de la teoría.

MIRADA PROSPECTIVA Y RETROSPECTIVA

En The Concept of Utopia, Ruth Levitas analiza las ideasde diversos autores en relación con el utopismo, entreellos: Marx, Engels, los socialistas utópicos, George So-rel, Karl Mannheim, Ernst Bloch, Herbert Marcuse y Wi-

lliam Morris. En la sección Legados se ha traducido elcapítulo 5, “La educación del deseo: el redescubrimien-to de William Morris” (en adelante Mirada prospectiva yretrospectiva). En la introducción, Levitas señala que larelación entre marxismo y utopía también es examina-da, como en la obra de Bloch, en las discusiones sobreMorris; que los dos intentaron integrar el marxismo y elromanticismo; que comparten el interés en la superaciónde la alienación y la centralidad del arte. En la primerasección hace un breve esbozo biográfico de Morris, en elque destaca su rechazo estético inicial al capitalismo y lainfluencia de John Ruskin (romántico radical y notablecrítico de arte), que lo llevó a escribir sobre las relacionesentre producción artística y fundamento social; relata supapel en organizaciones socialistas, sus conferencias so-bre socialismo, y se refiere a su novela A Dream of JohnBall. Pero la sección se centra en la obra más conocidade Morris, la novela utópica News from Nowhere (1890),situada en la Inglaterra del siglo XXII, que pinta una so-ciedad artesanal desmonetizada, en la cual ha desapareci-do la distinción entre el campo y la ciudad, no hay es-cuelas, no hay parlamento, y la separación entre trabajomanual e intelectual ha sido superada. “Es mucho másque una ficción reaccionaria y medievalista”, concluyeLevitas. Explica que la escribió como respuesta a la nove-la utópica de Edgard Bellamy, Looking Backward, queretrata una sociedad socialista centralizada. Morris pu-blicó una crítica de ella y la “contra-imagen del socialis-mo que ahí expone debe leerse como la intención subya-cente de News from Nowhere”, dice Levitas. Dicha críticaratifica que lo central para Morris era la transformacióndel trabajo, que es el corazón mismo del socialismo, con-cluye Levitas y, en la siguiente sección, “Arte, trabajo yalienación”, ahonda en la idea del trabajo como placer, pa-ra que éste “asuma su debido papel como el terreno dela autorrealización humana —es decir, en la superacióndel trabajo alienado”.

Sostiene que el enfoque de Morris respecto a esta su-peración es más auténticamente marxista que el de Bloch“porque se concentra en la transformación del proceso detrabajo y en la abolición del mercado que lo gobierna”.Para ambos autores, añade, la superación de la alienacióninvolucra al arte; pero mientras Morris, como artista crea-

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tivo que era, ve el papel de la creación artística, Bloch,como crítico cultural, ve el lado receptivo, la experienciadel momento de plenitud, pero es el que atribuye al artela función utópica más activa, mientras Morris no le atri-buye un papel activo directo en la realización de la utopía.

La siguiente sección de Mirada prospectiva y retrospec-tiva empieza a explorar la reconsideración de la obra deMorris que vino a contrarrestar dos mitos que se propa-garon en los años que siguieron a la publicación de Newsfrom Nowhere, que lo tildaban de burgués o de menche-vique antimarxista. Relata cómo la rehabilitación de Mo-rris comenzó con la publicación de tres libros en los cin-cuenta: el de A. L. Morton, The English Utopia, que ve aNews from Nowhere como la culminación de una tradi-ción utópica que habría arrancado 500 años antes y pre-senta la novela como el resultado de la lucha de clases,como el comunismo acabado, lo que para Levitas con-lleva la creación de otro mito, pero opuesto. El segundo

es el de E. P. Thompson, William Morris: Romantic to Re-volutionary, que atribuye a Morris la síntesis entre mar-xismo y romanticismo que enriquece a ambos y calificala novela como una “utopía científica”, pero este libro fueignorado por los marxistas. El tercer libro es Culture andSociety, de Raymond Williams, que sostiene que Morrisderivó de Ruskin una comprensión correcta de qué tiposde trabajos son buenos para los hombres, los elevan y loshacen felices y la había aplicado a las nuevas circunstan-cias; pero este juicio se basó en sus escritos políticos y seformó a pesar de News from Nowhere, por su nostalgiaregresiva. Levitas comenta que la rehabilitación de Mo-rris (por parte de Thompson y de Williams) no implicauna rehabilitación de la forma utópica novelesca, pero síuna rehabilitación de la función utópica, del arriesgarsea ir más allá, que es una característica de sus escritos po-líticos.

La sección “Reivindicaciones y contra-reivindicacio-nes” arranca con el análisis de la edición de 1977 del li-bro de E. P. Thompson, que contiene un postscriptum enel cual el autor debate con dos académicos franceses queescribieron importantes obras sobre Morris. Thompsonarremete contra el mito que asimila al marxismo tal cualtoda la obra de Morris, como se manifiesta en La penséeutopique de William Morris, de Paul Meier, en el cual sesostiene que la crítica al capitalismo, la transición y losdetalles de la sociedad proyectada son idénticos a los im-plícitos en Marx. Levitas coincide con algunas de las ob-jeciones que le hace Thompson, como la subestimaciónde la importancia de la tradición romántica. Pero la ob-jeción principal es que Meier fortalece la división dico-tómica entre romanticismo y marxismo que Morris ha-bía superado.

La sección “Soñar el futuro” pone de relieve la funciónheurística y axiológica de la utopía en contraste con la fun-ción sistemática que busca diseñar maquetas detalladasde una sociedad futura. Levitas retoma ideas de Bloch yde J. Goode sobre la forma de sueño de los escritos deMorris y la conciencia anticipadora que expresan, cuyafunción utópica última es transformar la realidad. Goodepercibe que Morris “insiste en una estructura completade valores y perspectivas”. La autora aborda la obra deMiguel Abensour sobre Morris a través del análisis de E.

3Morelos, ca. 1964.

Rod

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Moy

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P. Thompson34. Éste coincide con la idea de que la impor-tancia de News from Nowhere radica en la exploración devalores y que su propósito “es corporizar, en las formasde la fantasía, valores alternativos esbozados en un mo-do de vida alternativo”, pero cuyo meollo no es ofrecer unmodelo de sociedad sino subvertir el presente. Aquí Le-vitas cita las ideas de Abensour que dan título al capítulo:

en una aventura así, el sentido común de la sociedad bur-guesa cae en desorden y entramos al espacio propio y no-vedoso de la utopía: la educación del deseo […] se trata deenseñarle al deseo a desear, a desear mejor, a desear más ysobre todo a desear de manera distinta.

Levitas complementa lo anterior al decir que News fromNowhere “nos invita a experimentar lo que significaríaestar en plena posesión de nuestra humanidad —una ex-periencia que, según Bloch, nos proporcionan las obrasde arte en el ‘momento de plenitud’35. Levitas refiere lasconclusiones a las que llega E. P. Thompson en su Post-scriptum: 1) el marxismo tardío apagó las facultades deimaginación utópica y recayó en el utilitarismo del creci-miento económico; 2) “reivindicar a Morris puede per-mitir reivindicar al utopismo mismo para que recorra elmundo de nuevo sin vergüenza”; 3) el marxismo (reinodel conocimiento) y la utopía (reino del deseo) son com-plementarios y se necesitan mutuamente, lo que coinci-de —añade Levitas— con la idea de Bloch de las corrien-tes caliente y fría del marxismo, la corriente de la pasióny la del análisis.

En la sección “Forma, función y contenido”, Miradaprospectiva y retrospectiva discute la presencia de estos tres

elementos de la utopía en la obra de Morris. En cuantoa la función de la utopía, ésta conlleva la postulación deuna escala de valores radicalmente distinta, que permi-te un “salto fuera del reino de la necesidad hacia un reinode libertad imaginado, en el cual el deseo puede realmen-te indicar elecciones o imponerse como necesidad”, diceThompson citado por Levitas, quien concluye de mane-ra brillante que si “la función de la utopía es la educacióndel deseo, la función de la educación del deseo es la reali-zación de la utopía”. Levitas cita un ensayo de RaymondWilliams en el que éste sostiene que la utopía se distin-gue, por el elemento de transformación deliberada, de laciencia ficción, en la cual la transformación surge de uncambio tecnológico o del cambio de las circunstancias36.La autora añade que la preocupación por el cambio ca-racterística de los análisis marxistas presenta el mismoproblema37. Lo que le parece valioso a Williams en la uto-pía de Morris es, añade Levitas, el “reconocimiento dellargo proceso de desarrollo de nuevas necesidades, condi-ciones y relaciones sociales”38. Mirada prospectiva y retros-pectiva continúa analizando las diferencias entre utopíassistemáticas y heurísticas, transformadoras (emancipato-rias) y compensatorias, abstractas y concretas. Las dis-tinciones entre las funciones negativas y positivas de lautopía, anota Levitas, suelen remitir al tercer aspecto ba-jo examen, el de contenido. El término utópico se usa ensentido peyorativo para imágenes del futuro que, por sucontenido o por su incapacidad de explicar la posibili-dad de la transición, carecen de poder de transformación.Aborda la visión de Morris sobre las limitaciones y el pe-ligro de la utopía destacando la conciencia de Morris deque:“Es imposible construir un esquema para la sociedad

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34 Ruth Levitas no da la referencia bibliográfica de la obra de MiguelAbensour. Se trata de su tesis de doctorado. E. P. Thompson, en elfamoso Postscriptum, la consultó como tesis, pero hace referencia asu planeada publicación como libro con el título de Utopies et dialec-tique du socialisme, Payot, París, probablemente en 1977. El título dela tesis es “Les formes de l’utopie socialiste-communiste” y es tesis dedoctorado de estado en ciencia política de París-I, 1973.35 Son varias las asociaciones con otros elementos discutidos a lo lar-go del presente número de Desacatos: la educación del deseo y el de-sarrollo de las necesidades son claramente ideas cercanas; la realiza-ción humana y el florecimiento humano son conceptos gemelos, y losmomentos de plenitud son similares a las experiencias cumbre queMaslow sostiene que todos podemos experimentar y que nos mues-tran, en ese momento, lo que es la autorrealización.

36 Se abriría aquí, pero Levitas no lo hace, el tema del cambio tecno-lógico y la utopía, que la autora analiza muy poco y que, como vimosen la sección “Una mirada esperanzadora”, el cambio tecnológico deri-vado de la revolución científico-técnica es elemento central en las po-sibilidades de superación del trabajo alienado, sin lo cual un elemen-to negativo central del capitalismo no podría ser superado excepto acosta, como en Morris, de una vuelta a la tecnología pre-industrial.37 Aquí tendríamos que añadir la sorpresa de no encontrar en Már-kus un análisis de la revolución científico-técnica y la ausencia decualquier referencia a la obra de Radovan Richta.38 Resulta interesante que Williams hable del desarrollo de necesida-des en Morris y no de la educación del deseo.

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del futuro pues nadie puede de verdad sustraerse men-talmente de su propio tiempo”. Puesto que la utopía esespeculación sobre el futuro socialista, su función en elmejor de los casos es apoyar la transición hacia este fu-turo; en el peor, impedirla involuntariamente. Por ello esnecesario distinguir entre buenas y malas utopías, suje-tar el deseo a la disciplina (Thompson), separar la utopíaabstracta de la concreta (Bloch). Las obras de Thompsony Bloch han debilitado el tradicional rechazo marxista ala utopía. Las funciones educativa y transformadora desoñar, transformación cuyo objetivo es superar la alie-nación, el papel del arte tanto en prefigurar dicha expe-riencia (Bloch) como en su realización (Morris), son todaspretensiones de la utopía que si no estuvieran conteni-das en el marxismo son al menos compatibles con él yson su complemento indispensable, concluye Levitas.

La última sección de Mirada prospectiva y retrospecti-va, “Marxismo, romanticismo y utopía”, es básicamentela confrontación de las conclusiones a las que ha llegadocon un planteamiento crítico de Perry Anderson. Peroaquí me interesa, sobre todo, destacar algunas ideas deLevitas más que las críticas de Anderson. Levitas señalaque lo que Anderson objeta con más fuerza es la cate-goría de deseo y rechaza la frase “enseñar al deseo a de-sear…” como irracionalismo. Levitas comenta que la fra-se objetada, si bien puede no ser irracional, es claramenteno racional y añade algo de la mayor importancia: “todoel problema es que las categorías ‘racionales’ de conoci-miento y análisis no pueden contener la experiencia huma-na y que también hay que tomar en cuenta sus aspectosno racionales, pero distinguir entre no racional e irracio-nal puede ser difícil”. Continúa Levitas este excelentetexto de la siguiente manera: “El énfasis en la experien-cia y el sentir, común al momento de plenitud de Bloch,al éxtasis milenarista de Mannheim, a la educación del de-seo de Abensour y a la posesión heroica del yo de Sorel,en efecto entraña peligros reales […] Pero tanto Thomp-son como Ernst Bloch reconocen claramente el proble-ma: es la razón por la cual la utopía no sólo es asunto deexpresión y búsqueda del deseo, sino que entraña sueducación”. Volviendo a Anderson, observa que le parecemás interesante la tesis de éste de que “la polarización en-tre el pensamiento y el sentimiento también está histó-

ricamente determinada: la distinción entre los princi-pios operativos del deseo y el conocimiento reitera así laantítesis entre romanticismo y utilitarismo […] para An-derson el avance real sería la superación de este conflic-to”. Ante la acusación de romanticismo a la que están ex-puestos Morris, Thompson, Abensour, Goode y Bloch,responde que el anticapitalismo romántico fue una fuen-te esencial no sólo del compromiso revolucionario deMorris sino del de Marx, y el concepto de alienación per-mite enlazar el análisis de las estructuras económicas conla experiencia humana. En el párrafo final de Miradaprospectiva y retrospectiva señala que la relación proble-mática entre marxismo y utopía no depende de la pre-gunta de si deberíamos pensar el futuro, sino de cómodeberíamos pensarlo y, en particular, cómo habría quepensar sobre los sentimientos y la experiencia. Que elproblema del marxismo versus la utopía se manifiesta dedos maneras: 1) como un problema del utilitarismo vs.el romanticismo (Löwy y Anderson sostienen que Marxsuperó esta antítesis; Thompson sostiene que lo hizo Mo-rris); 2) del conocimiento vs. el deseo y de la corriente fríavs. la caliente (pensamiento vs. sentimientos); Thomp-son y Bloch proponen una relación dialéctica entre am-bos, sin alcanzar una síntesis, que sería siempre frágil.

MIRADA AMPLIA DEL ENFOQUE DENUSSBAUM

Cuando empecé a planear este número de Desacatos in-vité a Martha Nussbaum a colaborar en él. Muy amable-mente se excusó por no poder hacerlo dada su agenda,pero sugirió que el número incluyese una reseña de sunuevo libro, Frontiers of Justice, lo que me pareció exce-lente. Nunca dudé que la mejor persona para hacer dichareseña era Des Gasper, quien afortunadamente aceptó yahora me toca presentar su amplio y muy profundo en-sayo sobre el enfoque de Nussbaum, enfoque que tam-bién es comentado en este número por Paulette Dieter-len en su discusión, y en Crítica de la EPP. Des Gasper, ensu ensayo titulado “La ética del desarrollo humano y lasFrontiers of Justice de Martha Nussbaum” (en adelanteMirada amplia del enfoque de Nussbaum) se refiere al

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enfoque de esta autora a veces como ética del desarrollohumano, o perspectiva integral o teoría del desarrollo hu-mano, y a veces como enfoque de capabilities, aunqueaclara que este nombre le queda corto, y que quizás el másadecuado sería humanismo cosmopolita, con el subtítu-lo de enfoque de capabilities. Des Gasper adopta una vi-sión amplia del enfoque de Nussbaum, pues sostiene quever sólo algunos aspectos (sólo la lista de capabilities hu-manas centrales, por ejemplo) resultaría artificial y po-dría conducir a conclusiones erróneas. Por ello intentaponer en claro la variedad de propósitos y la correspon-diente gama de métodos utilizados por la filósofa esta-dounidense; aborda además los principales debates entorno a su enfoque y cómo ella ha ido respondiendo alas críticas y modificando su enfoque; evalúa los méto-dos recomendados por Nussbaum, su compromiso conun amplio espectro de elementos de evidencia, y analizael discurso de cosmopolitismo ético de Nussbaum.

Gasper empieza señalando que el enfoque de Nuss-baum no se reduce (como el de Sen) a la evaluación deventajas y su distribución, sino que como teoría del de-sarrollo humano debe abordar otros propósitos: enten-der la conducta y explicar la capacidad de actuar (agency),para movilizar la atención, el interés y el compromiso; ypara orientarnos en los procesos de formular decisiones.Define seis áreas esenciales en el trabajo sobre desarrollohumano (especificación de los valores éticos que debendefinirlo y conducirlo; sus causas y obstáculos; la opera-cionalización del enfoque, incluyendo la medición; unprograma de investigación y de acción; una base de am-plio compromiso e interés públicos; amplia observacióny evidencia) y sostiene que la visión integral de Nussbaumincluye casi todas esas áreas interconectadas. Enumera loque a su juicio involucra su enfoque: una lista de prio-ridades específicas para las vidas humanas; una manerade percibir con apertura y afinidad; la utilización de unaamplia y rica gama de evidencias, que incluye la ficción,la poesía, las autobiografías, las entrevistas abiertas y laobservación; una comprensión más profunda, que usaricas imágenes de la mente, del concepto de persona, delas emociones y del lenguaje; y un estilo de presentaciónque explora el sentido humano de esa evidencia.

Para Gasper, en contraste con el enfoque más delgado

de Sen, la ética de Nussbaum habla en términos de gentereal y proporciona una rica imagen de lo que es una vidahumana plena. Sus trabajos del periodo 1988-1995 gene-raron cortocircuitos en el debate que se buscaba desa-rrollar, debido a un estilo aristotélico demasiado enfáti-co. En cambio, estima que en sus dos libros más recientes,Las mujeres y el desarrollo humano y Frontiers of Justice,se ofrece una presentación integrada y práctica, más pro-funda y más mesurada, argumenta. En ellos lo nuevoestá constituido por “el duro razonamiento práctico delderecho”; su adopción del liberalismo político rawlsianoque no impone una ética exhaustiva en particular, sinoque abre las opciones; los resultados de sus visitas pe-riódicas de investigación a la India; la incorporación delcomunitarismo sin caer en el relativismo; y la demostra-ción de que hay posibilidades para la variación culturalal poner en operación las capabilities centrales. Viene en-seguida un comentario de Gasper que resulta paradóji-co en este número de Desacatos dedicado al florecimien-to humano: señala con aprobación que Nussbaum buscaahora, más que una lista exhaustiva de requerimientos su-geridos para el florecimiento humano, especificar los crite-rios de un “mínimo social decente” con base en un con-junto limitado de capabilities más básicas en contrastecon una más larga lista de functionings requeridos quehabía propuesto antes para una buena vida humana.“Laversión más reciente, dice Gasper, contiene un enfoqueintermedio más útil, como le aconsejaron varios comen-taristas […] el sentimiento fuertemente aristotélico,combativo, del norte, ha declinado considerablemente”.Bajó la mirada y se le aplaude, en nombre del consensoy de evitar la percepción de imperialismo cultural pero,como veremos, el costo puede ser muy alto, lo que el pro-pio Gasper, paradójicamente, hará notar más adelante.

Mirada amplia del enfoque de Nussbaum señala que lalista de capabilities prioritarias de Nussbaum debe serentendida como un método y en términos de sus rolessubyacentes; que Nussbaum se dirige a identificar una lis-ta ampliamente consensuada o convincente de capabili-ties (oportunidades) de prioridad universal. Aunque lalista está abierta, según la autora, al debate y la reelabora-ción, a la interpretación local y al establecimiento de um-brales, es necesaria porque sin un conjunto arraigado de

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necesidades dejamos el asunto demasiado abierto a lainterpretación por parte de los que detentan el poder. Lalista proporcionaría un punto de partida y fundamentopara una carta de derechos, como parte de una constitu-ción política, y descansa en la expectativa de que sus re-sultados convergerán con los de un criterio de deseo in-formado. Note el lector que con la palabra informado,Nussbaum se deslinda de las preferencias (que suelen serno informadas). En opinión de Gasper, mientras el cri-terio que aplica Nussbaum —¿qué constituye una vidahumana decente?— permanece un tanto vago y su apli-cación, intuitiva, y la lista parece un poco artificiosa, Do-yal y Gough utilizan criterios más precisos, y un métodomás explícito y estructurado que opera hacia atrás a lolargo de una cadena causal39. Nussbaum formula la listadiciendo que resulta siempre racional querer todas lascapabilities humanas centrales al margen de cualquier otracosa que uno quiera. Gasper ataca esta formulación conel ejemplo de la sexualidad de los religiosos célibes, res-pecto de los cuales Nussbaum ha insistido que ellos ra-cionalmente desean las oportunidades sexuales pues essolamente así que su abstinencia adquiere significado.Con el argumento de la no universalidad, Doyal y Goughdejaron fuera de las necesidades intermedias el “sexo conotras personas”. Al respecto comenté en Ampliar la mi-rada: “este criterio es demasiado restrictivo y provoca quelas minorías (por ejemplo, los célibes) impongan restric-ciones a los demás.” También subrayé la contradicciónentre excluir el sexo e incluir la necesidad intermedia“control natal y partos seguros”, asociada al sexo (vol. I,p. 240), como necesidad intermedia universal. Gasperadopta la postura de Doyal y Gough y le plantea a Nuss-baum establecer un criterio más restringido y preciso,como el de Doyal y Gough, o bien trabajar el criterio másamplio y vago de la decencia humana y quedarse sólo con

las capabilities más centrales (como afiliación y razónpráctica) y quizás algunas más, mientras los demás se-rían elementos deseables pero no requerimientos ab-solutos. Es decir, le sugiere reducir la lista y además laexhorta a reconsiderar un papel menos protagónico pa-ra la misma, para que “los elementos valiosos del enfo-que integral de capabilities” no sean “puestos en peligropor la reducción del enfoque a una búsqueda de una es-pecificación perfecta de este elemento indicativo”.

El cosmopolitismo ha sido un tema clave en el traba-jo de Nussbaum, señala Des Gasper, quien en Frontiersof Justice sostiene que existen debilidades básicas en elenfoque del contrato social de John Rawls porque margi-nan o ignoran a los discapacitados, al no humano y aldébil, y vincula este aspecto con los pobres de todo elmundo, creando una perspectiva cosmopolita. Deslindael cosmopolitismo ético, fundamentado en visiones deque uno podría relacionarse con las personas alrededordel mundo como compañeros humanos iguales, y queconsiste en un trato igualitario a la gente de todo el mun-do y en obligaciones éticas más allá de las fronteras na-cionales (solidaridad) —que es lo que defiende Nuss-baum y que es un cosmopolitismo liberal— del político,el cultural y el sociológico. Sin embargo, no todas las va-riantes del cosmopolitismo liberal son liberadoras, co-mo cuando los principios de la moral global son las le-yes del libre mercado, comenta Gasper.

Para identificar qué es lo nuevo en materia de cosmo-politismo en Frontiers of Justice, hace notar que el temaunificador del libro es la crítica a la teoría del contrato so-cial, incluso en la versión más avanzada, que es la de JohnRawls, por su incapacidad para proporcionar justicia alos grupos más débiles. Para ello explica algunos rasgos dela teoría de la justicia de Rawls, mostrando la serie de fron-teras que establece y que significan la exclusión de los dis-capacitados, los animales no humanos y los desposeídosde otros países. Estos son los tres temas que constituyenlas fronteras de la justicia que dan sentido al libro de Nuss-baum. Gasper enumera cuatro novedades del libro: 1) lacrítica sistemática de la teoría del contrato social (TCS);2) la afiliación categórica al enfoque de derechos huma-nos; 3) mayor claridad en la explicación de la afiliación deNussbaum al liberalismo político y la aplicación de éste a

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39 Se refiere al libro A Theory of Human Need de Len Doyal e Ian Gough(Macmillan, Londres, 1991). Gasper especifica la cadena ‘causal’, sinembargo, introduciendo erróneamente los conceptos de Sen y Nuss-baum (functionings y capabilities) como si hubiesen sido asumidos porDoyal y Gough, cuando en realidad éstos adoptan los siguientes cuatroniveles: precondiciones societales, necesidades intermedias, nece-sidades básicas y objetivo universal. Para un análisis detallado y críti-co de este importante libro, véase el capítulo 6 de Ampliar la mirada.

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escala global; 4) hace sugerencias programáticas. En cuan-to a la segunda novedad, Nussbaum concibe el enfoque decapabilities como una de las especies del enfoque de de-rechos humanos. Los valores a los que se apela son coo-peración social, compañerismo, respeto humano y dig-nidad. Además se proporciona una base teórica para losderechos humanos, que deben ser entendidos en corres-pondencia con las necesidades fundamentales, a saber, losrequisitos de una dignidad básica, estipulados en la formade un conjunto de capabilities. Si suponemos que Gasperha hecho una lectura cuidadosa de Frontiers of Justice,estas frases confirmarían que el enfoque de las capabili-ties de Nussbaum, igual que el de Sen, no es indepen-diente del concepto de necesidades humanas, como lohice notar en Crítica de la EPP. En cuanto a la tercera no-vedad, dice Gasper que Nussbaum extiende el liberalis-mo político a escala global para respetar la dignidad y lainviolabilidad de cada persona, lo que está lejos todavíade una ética universal y de una concepción del floreci-miento humano exhaustivas. La presentación de la cuartanovedad la pospone Gasper para más adelante.

Mirada amplia del enfoque de Nussbaum incursiona acontinuación en los roles del enfoque y los métodos queemplea; enumera cinco roles. Señala que su moduladopero franco cosmopolitismo, en el que sostiene círculosconcéntricos de intensidad de afiliación decreciente, estávinculado con su método: observar el contenido detalla-do de las vidas fortalece no sólo el reconocimiento de loque compartimos, sino también la aceptación emocio-nal de esta humanidad compartida. Añade que la meto-dología de Nussbaum se centra en la reflexión detalladade casos del ‘tamaño de la vida’ que involucran de manerareconocible a personas reales, incluyendo las de la creaciónliteraria (que se someten a análisis textual profundo). Des-cribe la gama de sus fuentes: además de los materialesconvencionales de filosofía y economía, también la ficción,la poesía, las autobiografías, las entrevistas y la observa-ción directa, y elementos de la ley y la psicología, inclu-yendo las elecciones prácticas que tienen que encararjueces y políticos, y el trabajo de campo, particularmen-te en la India. Continúa analizando cómo se puede de-rivar “comprensión ética a partir de las narraciones hu-manistas de densa textura”, lo que ejemplifica con Tiempos

difíciles de Dickens, analizado con detalle por Nussbaum.Gasper también analiza las ideas al respecto de diversosteóricos literarios.

Mirada amplia del enfoque de Nussbaum destaca otravirtud de dicho enfoque: su atención a las emociones, par-ticularmente a la compasión. Apunta el papel central quela compasión (“preocupación por el infortunio inmere-cido de otra persona”) desempeña en la vida moral y, portanto, en la social, según Nussbaum, quien ahonda enesta emoción, discusión en la que Gasper también inter-viene, en particular sobre la palabra que he marcado encursivas. Encuentra que la fuerza retórica de Nussbaumincluye lucidez y sinceridad, que se complementan con supráctica ocasional de una “crítica interna”, concepto queen realidad se refiere a un requisito del diálogo con otrasculturas. Para influir en una cultura, Nussbaum y Sen handicho, relata Gasper, que no se puede pedir aceptación depaquetes de ideas ‘arrojados en paracaídas’, que careceríande resonancia local, relevancia o aceptación; que lo que

4 Valle del Mezquital, Hidalgo, 1955.

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hay que hacer es construir en gran medida a partir de lasfuentes intelectuales y recursos internos de cada cultura.Esta concepción implica que las tradiciones son algo másque un conjunto de prácticas fosilizadas, que contienensubtradiciones de reflexión y el potencial para evolucio-nar, explica Gasper, y añade que Nussbaum advierte el pe-ligro de que el discurso interno de la ética basada en lastradiciones pueda convertirse en un respaldo etnocén-trico, y la necesidad de insumos críticos externos. En es-te difícil acto de equilibrio, Gasper critica a Nussbaumpor llevar a veces la conciliación con las prácticas localesdemasiado lejos (son los costos del consenso a los queme referí antes), como cuando ha justificado que la Indiano cumpla las leyes de la educación obligatoria y de laprohibición del trabajo infantil.

Mirada amplia del enfoque de Nussbaum vuelve al cos-mopolitismo y enumera los aspectos clave que están in-volucrados en las presunciones del cosmopolitismo, en-tre ellos: quiénes son los actores; los supuestos acerca dela naturaleza del concepto de persona; y el temor de queel cosmopolitismo represente una agenda de dominaciónmetropolitana. Centrada en el compañerismo con losque son de su clase, entendido como un rasgo caracte-rístico del ser humano, Nussbaum busca desarrollar unaconcepción de la cooperación social a partir de la idea delos estoicos de que las relaciones humanas forman unaserie de círculos concéntricos, pues la capacidad de em-patía es más fuerte con personas que ya están cerca denosotros y se va volviendo más abstracta mientras másse aleja uno de la esfera del “mí y mío”. Nussbaum sos-tiene que hay que crear concentricidad en vez de dibujarla línea y demonizar lo que queda fuera. Gasper, apoyán-dose en Onora O’Neill, muestra que las transaccionescotidianas implican que reconocemos que los otros sonagentes y sujetos, por lo que no es consistente borrar estereconocimiento durante la discusión de las intercone-xiones éticas. A partir de este argumento Gasper señalaque de diferentes interpretaciones de la interacción glo-bal se derivan concepciones diversas sobre el cosmopo-litismo. Entre éstas destacan las de David Held y TonoErskine, que perciben un mundo de innumerables comu-nidades (no territoriales) que se traslapan entre sí: losindividuos son miembros simultáneamente de muchas

comunidades, lo que lleva a la tesis del ‘cosmopolitismohincado’. Es decir, concluye Gasper, que necesitamos imá-genes de círculos traslapados, no sólo concéntricos. Eluniversalismo de Nussbaum, su proyecto de extender elliberalismo político a escala global, provoca preocupa-ciones. Gasper relata algunas reacciones.

Una mirada amplia del enfoque de Nussbaum abordatambién las dificultades del lenguaje empleado cuandouno se dirige, como lo hace Nussbaum, a públicos diver-sos. Ante la reacción recurrente de que la visión de Nuss-baum es un intento de mandar a otros, Gasper señalaque presentar un punto de vista es aconsejar, no man-dar; y que si ninguna verdad en potencia puede ser ex-presada, la reacción habrá bloqueado el enfoque dialógi-co por el que supuestamente se aboga.

Nussbaum no aboga por un Estado mundial, por la ba-ja probabilidad de que tuviera un nivel decente de rendi-ción de cuentas a sus ciudadanos, por lo cual la estructurainstitucional a nivel global debe permanecer delgada, diceGasper y pasa a enumerar los diez principios que ella su-giere para dicha estructura: 1) sobredeterminación de res-ponsabilidades, lo doméstico nunca escapa de ellas; 2)soberanía nacional; 3) mucha más ayuda de las nacionesricas; 4) obligación de las corporaciones multinacionalesde invertir socialmente, promover las capabilities huma-nas y buenas condiciones laborales; 5) un sistema econó-mico global justo; 6) una esfera pública global delgada;7) presión internacional (sic) a favor de los que sufren des-ventajas; 8) cuidado de los débiles sin dejar toda la cargaen las mujeres de la familia; 9) familia preciada pero no sa-crosanta; 10) todas las partes deben ayudar la educación.Gasper añade que la asignación de deberes sería ética por-que no existe una estructura coercitiva sobre el todo quepueda obligar a ninguna parte a un conjunto definidode tareas. Comenta que el punto central debiera ser el sis-tema económico global justo; cita a un autor de maneraaprobatoria que señala que una globalización emancipa-toria equivale a la re-regulación y a contrarrestar la glo-balización guiada por las corporaciones; cita a otro autorcuyo texto conlleva una fuerte crítica a Nussbaum, queno parece percibir que “la globalización corporativa esfundamentalmente una tendencia centralizadora […] unmundo controlado por unos cuantos que toman las de-

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cisiones”. Es evidente la debilidad, y en algunos aspectosla ingenuidad, de los diez principios, pero estos defectos seven atenuados cuando Des Gasper aclara que éstos apa-recen como una especie de epílogo sin mucho énfasis deNussbaum, quien de manera justa juzga que éste es elpunto donde “el filósofo debe entregar la estafeta al prac-ticante y al científico social”.

Para terminar su ensayo bibliográfico, Des Gasper sepregunta sobre las posibles rutas hacia el cambio. Al pa-recer, la ruta que prefiere Nussbaum empieza por el cam-bio de valores: los filósofos siembran las semillas, la socie-dad civil las disemina y cultiva, y aplica presión en los quetoman las decisiones. Gasper señala que algunos comen-taristas han hecho notar que el cosmopolitismo desdearriba está vacío sin el cosmopolitismo desde abajo, sin laexperiencia real de ciudadanía o compañerismo mundial.Al final, concluye que la unión entre el re-pensamiento yla fuerza de los movimientos sociales es elemento fun-damental para el cambio. Mirada amplia del enfoque deNussbaum termina con unos comentarios conclusivos enlos cuales valora de manera amplia este enfoque: señalaque sus formulaciones sobre capabilities deben entender-se como una manera de proceder, como un amplio enfo-que al desarrollo ético y humano; que busca una influenciade largo plazo en los marcos constitucionales y legales ysobre la cultura política, a fin de apuntalar la compasión,el cosmopolitismo y los derechos humanos, y en cómola gente escucha, ve y actúa. Su horizonte temporal, se-ñala Gasper, es el largo plazo; su atención a las bases del in-terés en los otros es relevante para la ética política, dada laextensión del egoísmo; termina diciendo: vemos la per-tinencia de su concentración en el análisis y la educaciónde las emociones, especialmente la compasión.

CUATRO MIRADAS

Abordo, para concluir, la discusión que, con el título“Cuatro enfoques sobre la idea del florecimiento huma-no”, lleva a cabo Paulette Dieterlen (en adelante, Cuatromiradas). La autora organiza su comentario en cuatro sec-ciones para analizar otras tantas tradiciones que abor-dan la pobreza, la desigualdad y el florecimiento huma-

no: el liberalismo igualitario, las teorías comunitaristas,lo que llama el enfoque de florecimiento propiamentedicho, y el enfoque de Nussbaum. En la primera secciónaborda las ideas de Rawls, empezando por explicar demanera muy clara su concepto de bienes primarios. Ha-bría que unir a Nussbaum con Rawls para que el enfo-que liberal igualitario se refiera al florecimiento humano,pues si bien, como dice Dieterlen, es “posible interpretarla noción de bienes primarios como aquello que per-mite que las personas se respeten a sí mismas y sean res-petadas por los demás”, tanto en términos de la teoría denecesidades de Maslow como de la lista de capabilities deNussbaum, esta visión se queda corta ante la de la auto-rrealización y del florecimiento humano. Aborda la críti-ca de Sen a Rawls por no tomar en cuenta la diversidadhumana. Expone brevemente el enfoque de Sen y se refie-re a dos críticas a ambos enfoques. La mía, en el sentidode que la noción de capabilities se refiere sólo al aspectoeconómico del florecimiento humano, crítica que extien-de a Rawls, aunque no queda claro si dicha extensión mela atribuye, lo que sería incorrecto.

La otra crítica a ambos proviene de los comunitaris-tas que Cuatro miradas aborda en la siguiente sección.Éstos han criticado el concepto de persona que se en-cuentra en el pensamiento liberal porque el sujeto quemanejan no está enraizado en una situación empírica,ignorando el contexto social en que se encuentra40. Lacrítica de Walzer al liberalismo relatada por la autora, queniega la posibilidad de formular una única teoría de lajusticia es, como la anterior, una crítica relativista que re-chaza cualquier generalización sobre los seres humanos.Como señala Des Gasper en su reseña y comenta Paule-tte Dieterlen, Nussbaum ha evitado el relativismo bus-

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40 Héctor Díaz-Polanco, en su libro Elogio de la diversidad. Globaliza-ción, multiculturalismo y etnofagia (Siglo XXI, México, 2006) señala quehay dos frentes críticos que confrontan al liberalismo: 1) el de gruposexternos distintos al liberalismo, como el marxismo, y 2) un frente in-terno del propio liberalismo que confronta a los liberales colectivistascon los individualistas. Dice Díaz-Polanco que este frente no es me-nos fragoroso que el primero (cap. 5). Al parecer, Dieterlen estaría deacuerdo con esta caracterización, ya que después de presentar lascríticas de los comunitaristas al liberalismo, añade: “Así, las discusio-nes filosóficas sobre la justicia distributiva han decepcionado por iguala los pensadores de izquierda y a los de derecha”.

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cando un difícil equilibrio entre su postura universalistay los elementos que incorpora del comunitarismo. Die-terlen analiza tres ideas de Charles Taylor: 1) quien con-tribuye más al bien común merece más (principio de lacontribución mitigada); 2) que las sociedades occidenta-les han valorado de manera independiente los princi-pios de la contribución y el principio republicano (quevalora la libertad individual y la capacidad personal dedeliberar en comunidad), y que la unión de ambos prin-cipios sólo se daría en la medida en que nos acercáramosa una vida comunitaria en la que fueran posibles tanto elautogobierno como la autogestión; 3) lo que estaría enjuego es el proyecto de una sociedad diferente. Dieterlenencuentra un punto de unión entre los comunitaristas y

los “defensores del paradigma del florecimiento humano”:“la visión de las personas como miembros cooperativosde la sociedad”.

En la tercera sección de su comentario, la filósofa me-xicana agrupa a los autores de este número de Desacatoscomo defensores del paradigma del florecimiento hu-mano basado en un cambio radical en las institucionespolíticas y económicas, lo que es correcto en general, pe-ro no lo puedo afirmar en el caso de Des Gasper. Dieter-len hace una semblanza del fascinante personaje que fueWilliam Morris, y añade que Levitas comparte con Már-kus y Boltvinik la idea de que la sociedad capitalista impi-de que los seres humanos expandan sus potencialidades.La autora comenta que la utopía del tiempo libre a la que

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Región ixtlera del norte de México, 1966.

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se refiere Damián consiste en afirmar que sólo si desa-parecen las dicotomías analizadas por Marx en Crítica alPrograma de Gotha, el “tiempo de trabajo y el libre con-tribuirán a que los seres humanos se desarrollen y alcan-cen su más completo florecimiento.”

Cuatro miradas pasa a referirse a la cuarta de las mira-das: al enfoque de Martha Nussbaum, e introduce el te-ma de la siguiente manera: “uno de los méritos de la obrade Boltvinik consiste en buscar ‘ejes de encuentro’ entrediversas tradiciones de pensamiento. Esto lo comproba-mos cuando incluye en el número de Desacatos la reseñaque hace Des Gasper al último libro de Martha Nuss-baum”. Dieterlen contrasta la postura de Nussbaum, ba-sada en el liberalismo y el comunitarismo, con la mayorparte de los autores de este número de Desacatos, que ubi-ca “dentro de una tradición fiel al pensamiento de Marx”.Por lo que a mí respecta, pero que quizás se pueda tam-bién aplicar a Márkus, Arizmendi, Levitas y Damián, lafrase estaría perfecta sin la palabra fiel, que puede asociar-se con dogmatismo. Como apreciará el lector del texto deMárkus y de mi presentación del mismo, la crítica de Már-kus a Marx es muy dura, lo que muestra que la única fi-delidad de este autor es con el rigor filosófico. En mi ca-so, no es tanto que tienda puentes con otras tradicionessino que, no ubicándome rígidamente en ninguna, estoyabierto a aprender de (casi) todas las tradiciones. Dieter-len dice que:

Boltvinik ha encontrado vasos comunicantes con Nussbaum.Ambos coinciden en el rechazo a reducir el concepto de po-breza a los aspectos meramente económicos y en la críticaque han hecho al concepto de capabilities de Sen. Si bien losdos recurren a la noción de florecimiento humano, Boltvi-nik reconoce como punto de partida la filosofía de Marx,mientras que Nussbaum se basa en Aristóteles.

Hay mucho que comentar sobre este párrafo. En pri-mer lugar, como podrá apreciar el lector de Crítica de laEPP, señalo que “hay una enorme cercanía entre las ideasde Martha Nussbaum y las tesis centrales de Ampliar lamirada”. Aunque la crítica explícita de Nussbaum a Senes mucho más limitada que la mía (se ha concentrado eninsistir que Sen debe definir una lista de capabilities cen-trales), la crítica implícita que, con su propio planteamien-

to, le hace a Sen es mucho más amplia, ya que se puedeinterpretar, por ejemplo, de la clasificación de capacida-des de Nussbaum en básicas o innatas, internas y com-binadas, que las capabilities de las que habla Sen no soncapacidades, aunque no puedo saber si ella estaría deacuerdo con estas afirmaciones. Lo mismo puede decir-se respecto a la crítica a Sen por reducir su universo a lomeramente económico. La lista de capabilities de Nuss-baum y la inclusión en ella de capabilities como “senti-dos, imaginación y pensamiento” que no dependen debienes económicos, constituye una crítica implícita peroradical a este reduccionismo. Pero cuando uno observa lacrítica explícita a la asociación entre bien-estar y recur-sos, cae uno en la cuenta de que es la misma crítica limi-tada de Sen: “Los recursos son inadecuados como índicede bien-estar porque los seres humanos tienen requeri-mientos variables de recursos, y también habilidades va-riables para convertir recursos en functionings.” (Frontiersof Justice. Disability, Nationality, Species Membership,Harvard University Press, 2006, p. 74). Nussbaum no pa-rece darse cuenta de que su lista incluye dimensiones delbien-estar o del florecimiento humano que no se generancon recursos económicos, ni claridad sobre la visión li-mitada del concepto de recursos de Sen, que excluyen eltiempo y las habilidades/conocimientos (véase el inciso7.2 de Crítica de la EPP). Por último, tal como lo cito enCrítica de la EPP, Nussbaum, en Las mujeres y el desarrollohumano sostiene que su enfoque está basado en la ideamarxista/aristotélica del funcionamiento verdaderamen-te humano. Es decir, no sólo en Aristóteles sino tambiénen Marx. Es verdad que en escritos anteriores la autorase había proyectado como “aristotelista”, por ejemplo, en“Non-relative Virtues: An Aristotelian Approach”(en Mar-tha Nussbaum y Amartya Sen [eds.], The Quality of Life,Clarendon Press, Oxford, 1993, pp. 242-269). Sin em-bargo, en Frontiers of Justice, como parte de la batalla quetan bien describe Des Gasper para lograr aceptación am-plia y multicultural de su enfoque y de su lista, se ha idodeslindando más y más de Aristóteles: “En la medida enla que una idea muy general de florecimiento humano ysus posibilidades está presente en el enfoque no es unasola idea de florecimiento, como en la propia teoría nor-mativa de Aristóteles, sino más bien una idea de un es-

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pacio para diversas posibilidades de florecimiento”(Fron-tiers of Justice, p. 182).

Dieterlen presenta la lista de diez capabilities humanascentrales de Nussbaum y comenta que éstas están en con-sonancia con mi postura. No he hecho una evaluaciónsistemática de la lista, pero en Ampliar la mirada (inciso11.1) la he comparado con la lista de necesidades de cin-co autores y, énfasis más o menos, es correcta en térmi-nos generales la asociación de Dieterlen. Termina la sec-ción referida al enfoque de Nussbaum asociando la ideade ésta de educación de las emociones (particularmente dela compasión) con la idea que da título al capítulo del librode Levitas recogido en la sección de Legados: la educa-ción del deseo, y comentando que la idea de florecimien-to humano “incorpora un aspecto emocional muchasveces ignorado por los teóricos de la justicia y los estu-diosos de la pobreza”. El desprecio por lo emocional adop-ta la forma de no consideración de las relaciones comosatisfactores de las necesidades humanas, como se mues-tra en el inciso 7.3, y en el cuadro 2, de Crítica de la EPP.

Para finalizar su ensayo, la filósofa y estudiosa de la po-breza Paulette Dieterlen contrapone al enfoque de Nuss-baum, que sostendría que el florecimiento humano con-siste en satisfacer las condiciones objetivas que aparecenen una lista, la posibilidad de un enfoque subjetivo, quese basa en lo que “los seres humanos piensan que necesi-tan para alcanzar el florecimiento humano”, pero ad-vierte de inmediato que este enfoque puede dar lugar aun caso de “preferencia adaptativa”, que es la crítica funda-mental que Sen ha hecho al utilitarismo41. La autora, sinembargo, no toma postura al respecto. Por último, se pre-gunta si realmente Sen se queda atrapado en una visióneconomicista de la pobreza. Recuerda el compromiso deSen con la libertad positiva, cita la definición de IsaiahBerlin y se pregunta si no es ésta una idea muy similar ala de florecimiento humano que defiendo y si, por tanto,Sen, que se basa en ella, queda atrapado en el economi-cismo. La definición de Berlin es bellísima, pero creo que

se acerca más a la idea de autonomía que a la de floreci-miento humano. La autonomía, y la autonomía crítica,como lo han planteado Doyal y Gough, son condicionesnecesarias pero no suficientes para el florecimiento hu-mano. Sen es muy amplio en muchas ocasiones. Es nosólo un destacado economista sino también un destaca-do filósofo. Pero no es consistente. Atrapado en su nece-sidad de seguir en la corriente principal de la economía,Sen entra en muchas contradicciones que se reflejan enla larga lista de críticas, casi todas muy severas, que herecogido en la sección 5 de Crítica de la EPP. Creo que elpárrafo clave para insistir en que mi crítica a Sen es co-rrecta es el siguiente:

Algunos autores creen que el EC es muy amplio. Pero co-mo se muestra, siguiendo las ecuaciones en Commoditiesand Capabilities, Sen va mecánicamente de los bienes a losfunctionings y a la capability. Su universo se reduce a lo quese deriva del consumo de bienes, pero excluye satisfactorescomo relaciones y actividades. Es una visión de la personacomo consumidor (lo contrario de lo que piensa Cohen)pero que parece activo porque Sen le endilga verbos.

Dieterlen termina su ensayo con un párrafo que resal-ta la importancia de este número de Desacatos. Cuandose pregunta si encontraremos un sistema político en elque todos podamos ampliar la mirada para concebir lapobreza desde un ángulo diferente, resalta lo que hemosquerido destacar con la primera parte del título del nú-mero: De la pobreza al florecimiento humano. Hace notarque un eje central del número es la incapacidad del sis-tema capitalista para generar las condiciones para quelos seres humanos alcancen su desarrollo pleno e inclu-so para que satisfagan las necesidades básicas. Afirmaque la intención de los defensores del enfoque de floreci-miento humano es que la respuesta a la pregunta sobresi lograremos vivir en una sociedad en la que todos ten-gamos los medios suficientes para lograr el florecimien-to humano, aunque se perciba como utopía, es positiva.Concluye poniendo de relieve uno de los dos elementosde la segunda parte del título (¿Teoría crítica o utopía?):“Lo que este número de Desacatos nos muestra es que nopodemos abandonar la utopía si queremos vivir en unmundo mejor”.

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41 Aunque no uso el nombre de “preferencia adaptativa”, en Críticade la EPP señalo que “la adaptación que el pobre lleva a cabo para re-conciliarse con su situación significa que puede sentir un gran placercon muy pequeñas cosas, por lo que en la métrica de la utilidad lospobres resignados pueden ser muy eficientes productores de utilidad”.